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Educación Vial y adolescencia

Es importante considerar que, si bien los adolescentes están próximos a sacar


la licencia de conducir, este no es el único tema que deben aprender. La
educación vial para ellos y ellas no debería limitarse al aprendizaje de la
conducción de vehículos, sino que es fundamental ampliar la perspectiva hacía
la comprensión de los diferentes roles que se ejercen en la vía pública, los
derechos y responsabilidades, y su impacto en la convivencia

La juventud es un momento clave en la formación de la propia identidad, una


etapa que tiene un fuerte vínculo con los espacios, con la búsqueda de nuevos
lugares, donde poder tomar distancia de los espacios familiares –de control
directo- para transitar por espacios de estudio, recreativos, de trabajo, de ocio,
etc., donde encontrarse con los otros, diferentes, con quienes tenemos que
compartir y vincularnos en espacios comunes. Frente al deseo de “salir”, el
espacio público se presenta como un lugar para ejercitar la libertad, tomar
decisiones y adquirir responsabilidades, donde se establecerán las pautas de
movilidad, de relación con los otros, de respeto y de cuidado de lo común.

El ingreso al espacio público supone, para los jóvenes, un acercamiento a las


“reglas de la calle”; cómo moverse, participar, encontrar un lugar y marcar su
presencia en un espacio “ajeno”, que se constituye con un fuerte predominio
adulto. Durante este proceso de crecimiento y autoafirmación es frecuente que
intenten eludir o transgredir las normas. Esto responde, no sólo a una cuestión
de rebeldía, como se suele creer, sino que pone de manifiesto el conflicto
intergeneracional que supone su presencia en los espacios comunes, vista
como una irrupción, y la tensión que existe entre ciertos mandato para
pertenecer –participar del juego de la calle-, y la falta acompañamiento adulto
en este proceso.

En esta etapa aparece la conducción casi como una necesidad que cumple con
ciertos mandatos sociales, inscriptos a la búsqueda de la vida adulta,
asociando, muchas veces, a la moto o al auto como los medios que conducen
hacia la anhelada libertad. Por eso, es fundamental aportar en la educación vial
todo lo que hace a la conducción segura de éstos vehículos, pero también
generar un espacio de reflexión que promueva una mirada crítica sobre el
espacio público y las diferentes prácticas que allí se desarrollan: los roles
viales, el significado que los jóvenes le atribuyen a la posibilidad-necesidad de
movilizarse, el uso y apropiación del espacio público, las relaciones de poder y
valores colectivos predominantes, etc.

Que los jóvenes puedan visualizar, desde la educación vial, las conductas que
a diario desarrollan en el espacio público posibilitará la comprensión de que
éstas son una construcción histórica sustentada por valores sociales y

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relaciones de poder, que ellos, como ciudadanos de pleno derecho –aunque
algunos todavía sin capacidad de participación política-, tienen derecho a
cuestionar esa realidad y a promover también su transformación.

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