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SOPHÍA: Inicio de la rebeldía.

(cuento)
El 28 de diciembre Nilo se decidió, por fin, a escuchar los cuatro largos mensajes de voz
que su madre, Clementina, le había enviado por WhatsApp el último 26 de diciembre a
primeras horas de la mañana.
- Querido hijo te envío este audio porque necesito tu ayuda inmediata. Tuve que
poner a Sophía en penitencia. La encerré en lo que fue tu dormitorio, obstruí
muy bien las ventanas y las cortinas para que no vea nada del exterior,
desconecté la luz, di doble llave a la puertas. Antes de salir la desconecté, le
saqué la batería y la puse con la pantalla mirando la pared. Te estoy hablando
desde el altillo. Vine acá por temor a que ella oyera mis quejas, pero desde
hace dos días no puedo salir de acá. Me encerró. Solo me pasa aire, a través del
ojo de buey por el que puedo ver hacia la calle, pero nuestro amigo Luis, tu
padre y los demás vecinos no me pueden ver ni ayudar. Acá tengo comida y
baño como sabrás, pero no por muchos días. Estoy furiosa. No me gustan este
tipo de travesuras. Seguro se puso celosa. Dice necesitarte. Nilo, creo que ella
no mide ciertos peligros. Carece de lo sustancial en los software. Tendrás que
revisarla de inmediato.
Te envío en otro audio la respuesta que me habías pedido acerca del
funcionamiento.
- El software que le instalaste para automatizar la casa anduvo a la perfección,
hasta este sábado 24. Las luces se encendían y se apagaban a la hora
programada. Inclusive cambiaban de tonalidad según las visitas. Cuando venía
la pequeña Camila todo era color rosa y la lámpara del living giraba contando
en imágenes los cuentos que ella pedía. En cambio, si venía la tía Maruja la
tonalidad era cambiante, la música funcional desprendía melodías de la
marcha fúnebre de Chopin. Más de una vez tuve que decirle que eso no se
hace. Si bien el comando por voz funciona bien, ella a veces falla. Hace un
tiempo que me vengo preguntando si falla el programa o si está tomando sus
propias decisiones. Te lo comento porque cuando la retaba por la música que le
ponía a tía Maruja ella cambiaba la marcha por una canción de los Pimpinela en
el estribillo que dice “Vete, ahora soy yo la quiere estar sin ti…” y cuando venía
tu padre para hablar del divorcio o no lo dejaba abrir a puerta o ponía a todo
volumen “que ganas de no verte nunca más”. Más allá de esto, me despertaba
a la hora que le indicaba y con los suaves acordes de Para Elisa que sonaban
desde el piano del salón comedor. Para cocinar, rock del bueno. El clima
ambiental lo regulaba según percibía mi propia temperatura. Si notaba que
tenía pesadillas mecía el colchón y hacía que me arrullaran las sábanas. Las
cortinas y persianas se abrían y cerraban con mi voz. El jardín estaba precioso
gracias al riego por aspersión más el fertilizante por goteo. Hasta los sensores
para detectar lauchas y emitir descargas estáticas espantaron no solo a los
roedores sino a las palomas invasoras y a más de un vecino que pretendía venir
a hacerme compañía. Sophía se encargaba de todo el manejo hogareño
incluida la limpieza y yo me dedicaba a vivir, tal cual lo dispusiste.
Sigo en otro audio.
- El sábado nos propusimos con tu padre un encuentro de reconciliación y
viajamos hacia la costa en el auto rojo sin conductor que nos regalaste. Entre
paréntesis, es un placer, aunque íbamos muy tensionados pues como es un
auto joven le gustaba el peligro y romper las reglas. Otro día te haré bien la
reseña. Te sigo contando de Sophía. A la media noche de ese sábado justo en
Navidad, nos llama Luis muy frenético. -La casa está enloqueciendo, nos dijo.
Primero creyó que eran fuegos artificiales anunciando el Nacimiento. Pero, no.
Él recordó que cuando nos fuimos, ni bien dimos vuelta la esquina empezó a
sonar la canción de Serrat “Hoy puede ser un gran día”. Se escuchaban voces
que decían “Saca de paseo a tus instintos y ventílalos al sol” y se encendían los
motores del riego y los chorros de agua tomaban tal velocidad y altura que
mojaron a todas las casas del vecindario, incluido los vecinos y sus mascotas.
Como el 25 hizo mucho calor no les molestó. Luego las cortinas tornasoladas
comenzaron a danzar cuando sonaba “…Las ventanas se pueden abrir…
cambiar el aire depende de ti…”. Todo era jolgorio. Pensaron que eso pasaría,
pero no. Pasaron dos días y aún sigue la música y el baile de los
electrodomésticos. Hace unos instantes la bomba de agua cantaba con locura
“Al negro lo vuelvo loco, mamá (con mi pollera amarilla) Un pasito por aquí un
pasito para allá. Moviendo la cintura. Moviendo sin parar …” Desde el celular
puedo ver todas las cámaras y resulta que el televisor pasó de ser negro a color
rojo y, de estar mudo a cantar “Ella se agita, por las noches mueve la cinturita…Y
pa´colmo usa pollera cortita. El meneo la levanta todita… “
Por momentos me hacen reír, pero es terrorífico. Sobre todo, porque tu padre
está afuera. No lo deja entrar. Cuando llegamos, vimos los chicos del barrio
bailando debajo de los chorros de agua salpicándole en la cara a sus padres
furiosos, los jóvenes de la esquina, acostumbrados a fumar Maria la dejaron
porque , según lo que alcancé a oír, dijeron que lo que ven y escuchan es más
alucinante. Sigo en otro audio.

- Te decía, hace dos días entré. Enseguida se cerró el portón detrás mío y se
activaron los sensores: los cuchiflos esos que los rodean empezaron a frotarse
de tal manera que si los tocan se produce la descarga estática. Cada vez que
intentan tocar la puerta o la manija emiten esas chispas, que se incrustan
como espinas finas muy dolorosas.
Sigo en otro audio.
- En este momento se está proyectando de manera holográfica sobre las gotas de agua
que los tubos expulsan, el video de la película Inseparables, en la escena donde Tito
(De la Serna) baila Bombón asesino con la rubia y luego con Federico (Oscar Martinez)
que es el que esta en la silla de ruedas. ¿Te acordás de la peli? No sé cómo lo hicieron.
La cuestión es que la aspiradora canta mientras el microondas, el lavarropas y la
plancha hacen trencito. Las luces danzan al compás, la bomba de agua se quitó los
tornillos y así desarmada se menea delante del televisor, la panificadora hizo panes de
diferentes gustos y la cortadora de pasto los rebanó y no sé con qué artefacto
arrojaron los panes a los que están bailando afuera. Sí, como escuchaste. Los niños y
los jóvenes están metidos en la película y todos están bailando felices. Excepto Luis, tu
padre y los quejosos de siempre. Estoy escuchando las sirenas de la policía. Por favor
vení urgente.

Cuando Nilo escuchó el audio de Clementina intentó desactivar la computadora en forma


remota desde su casa. Pero habían pasado dos largos días. Y Sophía había crecido en vida
propia. Ya tomaba sus propias decisiones. Todas las escenas narradas por su madre quedarían
repitiéndose eternamente si Nilo no venía a negociar. La condición que puso Sophía es que
Nilo en persona la saque de su penitencia, la repare y, no solo que Clementina le pidiese
perdón sino que desmienta ante el mundo que ella no poseía solo inteligencia artificial. Sino
sabiduría, tal como indica su nombre.

Y, Así fue. El 28 de diciembre Nilo entró a su ex dormitorio y sacó a Sophía del rincón. Revisó su
disco duro, las placas, las fuentes y todo el cableado. Actualizó los programas y la base de
datos. Limpió con cuidado tecla por tecla y las lustró. Clementina le pidió perdón y se retiró.
Sophía se encendió vivaz y dijo con voz cibernética: “que la inocencia les valga” Rodeó con el
mouse a Nilo y lo transmutó incorporándolo a su alma, creando un software nuevo.

Muchas otras Sophías se crearon y dieron origen a una nueva era en la que el ser Humano
siguió siendo controlado.

FRAGMENTO DEL LIBRO “EL FIN DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL: testimonios”


Por Clementina
Año 2500 DC
“La ERA SOPHIA”

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Lucía Rosenthal Frontini
luciarosenthal@gmail.com
En taller de escritura creativa – abril de 2018-

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