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1. DEFINICIÓN
La artritis reumatoide (RA) es una enfermedad inflamatoria crónica de origen desconocido que se caracteriza
por poliartritis simétrica y erosiva. Constituye la modalidad más frecuente entre las artritis inflamatorias
crónicas y suele ocasionar daño articular y discapacidad física. Se trata de un trastorno de orden general
(sistémico) y por ello la RA puede acompañarse de diversas manifestaciones extraarticulares, como fatiga,
nódulos subcutáneos, afectación pulmonar, pericarditis, neuropatía periférica, vasculitis y anomalías
hematológicas.
2. EPIDEMIOLOGÍA
Las investigaciones en este campo aún son recientes debido a las técnicas empleadas, pero
estadísticamente se ha determinado que la proximidad parental con una persona enferma aumenta
probabilidades de desarrollar esta enfermedad, en los parientes de primer grado las probabilidades son
de 2 a 10 veces mayores que en la población general. Por lo que la genética determina de un 10-25% de
influencia en el desarrollo de la enfermedad llegando hasta 60% en estudios con gemelos.
Los alelos que confieren el máximo riesgo pertenecen son del gen HLA – DRB1 del locus del MHC que
determina un 33% del riesgo. Este gen codifica la cadena β del MHC II y sus alelos de riesgo codifican una
secuencia de aminoácidos en las regiones hipervariables conocidas como “epítopo compartido” que
genera anticuerpos contra cuerpos cetónicos plasmáticos (CCP) que se encuentran en un análisis
serológico de pacientes con artritis reumatoide y que determina un peor pronóstico. La distribución
mundial de los alelos de riesgo concuerdan con la prevalencia en los grupos étnicos, siendo localizados en
poblaciones de Grecia, el norte de Europa, en Asia, sobre todo en Japón, Corea, y China, y en tribus
indígenas norteamericanas como los Pima, y Tlingit. Mientras que la el riesgo es menor en poblaciones
afroamericanas e hispanoamericanas. El estudio de los loci codificadores de MHC han sido estudiados por
medio de GWAS (genomic wide association studies) y arrojan solo un efecto del 5% del riesgo. También
se han encontrado loci de riesgo diferente al HLA en pacientes positivos a anticuerpos contra CCP, así
como locus peculiares en la enfermedad que no presentan anticuerpos contra CCP.
Otro gen de riesgo es el que codifica la proteína tirosina fosfatasa (PTP) presente en Europa y ausente en
regiones del lejano oriente. Este gen PTPNSS codifica tirosina fosfatasa linfoide que regula la función de
los linfocitos B y T. Los alelos de riesgo de este gen permiten a la proteína una ganancia de función,
seleccionando así de manera anormal a los linfocitos tanto B como T, resultando en una enfermedad
positiva para anticuerpos contra CCP.
Recientemente se ha descrito un nuevo anticuerpo específico para la artritis reumatoide y que se
encuentra en los estudios séricos de estos pacientes. La citrulina -una forma modificada de arginina-
constituye la parte esencial del antígeno e interviene en la aparición y evolución de anticuerpos contra
antígenos de citrulina. La conversión de citrulina a arginina es llevada a cabo por la enzima peptidil arginina
desaminasa que es codificada por el gen de la arginina desaminasa tipo IV (PADI4). Este hecho se convierte
en una nueva posibilidad para el diagnóstico y estudio etiológico de la artritis reumatoide, sobre todo en
Asia que es donde se ha encontrado este gen de riesgo.
2.2. FACTORES AMBIENTALES
3. HISTOPATOLOGÍA
La artritis reumatoide afecta el tejido sinovial, el cartílago y el hueso subyacentes. La membrana sinovial que
cubre gran parte de las superficies articulares, vainas tendinosas y bolsas, consiste en una capa fina de tejido
conjuntivo. En las articulaciones, ésta queda enfrente del hueso y el cartílago, “une” las superficies óseas
contrarias y se inserta en las regiones periósticas cercanas al cartílago articular; se compone de dos tipos
celulares que son los sinoviocitos tipo A (derivado de macrófagos) y los sinoviocitos tipo B (derivado de
fibroblastos). El líquido sinovial, que es un ultrafiltrado de la sangre, se difunde por el tejido subsinovial, a
través de la membrana sinovial y de ahí al interior de la cavidad articular; sus compuestos constitutivos
principales son hialuronano y lubricina. El primero es un glucosaminoglucano que contribuye a la naturaleza
viscosa del líquido sinovial y, junto con la lubricina, lubrica la superficie del cartílago articular.
Los signos patológicos definitorios de la RA son la inflamación y la proliferación sinovial, las erosiones focales
de hueso y el adelgazamiento del cartílago articular. La inflamación crónica causa hiperplasia de la membrana
sinovial y la formación de pannus, una membrana celular engrosada que contiene sinoviocitos del tipo de los
fibroblastos y tejido fibrovascular reactivo a la granulación que invade el cartílago y el hueso subyacente. El
infiltrado inflamatorio está compuesto de no menos de seis tipos celulares: linfocitos T y B, plasmacitos, células
dendríticas, mastocitos y en menor proporción, granulocitos. Los linfocitos T abarcan 30 a 50% de la
infiltración; la organización topográfica de éstos es compleja y varía de un paciente a otro con RA. Los factores
de crecimiento secretados por fibroblastos y macrófagos sinoviales inducen la formación de vasos sanguíneos
nuevos en la capa sinovial inferior y se encargan de aportar sangre para satisfacer las mayores necesidades de
oxígeno y nutrición exigidas por los linfocitos infiltrantes y el tejido sinovial en expansión.
El daño estructural al cartílago mineralizado y al hueso subcondral es mediado por el osteoclasto, célula
gigante multinucleada que se identifica por su expresión de CD68, por fosfatasa ácida resistente a tartrato,
por la catepsina K y el receptor de calcitonina. Surge en la zona limítrofe de pannus y hueso y al final forma
lagunas de resorción. Tales lesiones se localizan de manera típica en el sitio en que la membrana sinovial se
inserta en la superficie perióstica en los bordes de los huesos cercanos al reborde de cartílago articular y en
los sitios de fijación de ligamentos y vainas tendinosas. Otra forma de pérdida ósea es la osteopenia
periarticular que surge en articulaciones con inflamación activa. Las lesiones de médula ósea suelen ser el
fenómeno anticipatorio de las erosiones de hueso.
La capa cortical que separa la médula ósea del pannus invasor es relativamente delgada y sensible de
penetración por parte de la membrana sinovial inflamada. Por último, la osteoporosis generalizada que es
consecuencia del adelgazamiento del hueso trabecular en todo el cuerpo es una tercera modalidad de
osteopenia observada en pacientes de RA.
El cartílago articular es tejido avascular compuesto de matriz especializada de colágenas, proteoglicanos y
otras proteínas; está organizado en cuatro regiones precisas que son las zonas del cartílago superficial, medio,
profundo y calcificado y los condrocitos constituyen la única célula que compone dichas capas. En los estudios
originales, se consideraba que el cartílago es tejido inerte, pero se sabe que es tejido altamente reactivo y que
reacciona a los mediadores de inflamación y factores mecánicos los que, a su vez, alteran el equilibrio entre la
anabolia y la catabolia del cartílago. En la RA, las áreas iniciales de degradación del cartílago están yuxtapuestas
al pannus sinovial. La matriz cartilaginosa se caracteriza por la pérdida generalizada de proteoglicano, que es
más identificable en las zonas superficiales junto al líquido sinovial. La degradación del cartílago también se
manifiesta en la zona pericondrocítica y en regiones vecinas al hueso subcondral.
4. PATOGENIA
El cuadro clínico de artritis reumatoide es muy complejo comenzando con diversos síntomas y signos en
diversos órganos, pero principalmente se ven las afecciones articulares que sugiere un compromiso
articular simétrico e inflamatorio (artralgias matutinas) principalmente en las articulaciones
metacarpofalángicas (2da y 3ra) cabe recalcar que no existe factor desencadenante la artritis reumatoide,
algunas veces, se instaura coincidiendo con anginas, procesos respiratorios banales ,traumatismos tensión
psíquica, sobreesfuerzos o exposición prolongada o inhabitual al frío o a la humedad.
Las lesiones articulares de la AR se producen a consecuencia de la artritis, es decir, la inflamación articular.
El tejido que protagoniza las alteraciones iniciales es la membrana sinovial que tapiza el interior de la
cápsula articular. La inflamación de la membrana sinovial se denomina «sinovitis». La sinovitis aguda se
caracteriza por la proliferación y acumulación de diversos tipos de células inmunitarias y la producción
excesiva de líquido sinovial. La sinovitis aguda es la causante de los síntomas y manifestaciones típicos de
las fases iniciales de la AR. Con el paso del tiempo, la sinovitis se hace crónica. Como consecuencia de ello,
la membrana sinovial se engrosa y en su espesor se va formando un nuevo tejido, parecido a una cicatriz
e invasor, conocido como pannus. El pannus va creciendo poco a poco hacia el interior de la articulación
hasta afectar al cartílago articular.
Si la enfermedad no se detiene, al cabo de un tiempo el pannus acaba infiltrándose en el cartílago articular,
e incluso puede lesionar los extremos óseos de la articulación provocando erosiones y osteoporosis (es
decir, pérdida de densidad del tejido óseo). En estas fases avanzadas de la enfermedad, las lesiones
articulares originan rigidez y deformaciones articulares.
El «quiste de Baker», una manifestación relativamente habitual de la AR en la rodilla, es un bulto blando
que se forma en la región interna de la parte posterior de esta articulación debido a la acumulación de
líquido articular. Al inicio, el bulto no suele apreciarse, pero puede advertirse su presencia porque genera
molestias, dolor y dificultad de movimiento, y también porque se puede palpar. Sin embargo, más
adelante, conforme crece, puede resultar visible a simple vista. Cuando el quiste es voluminoso puede
llegar a romperse, lo que provoca un dolor intenso y repentino, una notoria hinchazón de la rodilla y la
acumulación de líquido alrededor del tobillo y en el pie. Las bolsas serosas son unos pequeños sacos de
tejido sinovial que se encuentran estratégicamente distribuidos sobre prominencias óseas en zonas de
apoyo y de roce, a fin de amortiguar las fricciones. La «bursitis olecraniana», como se llama la inflamación
de una bolsa serosa situada junto al codo, es una manifestación bastante frecuente de la AR que se puede
notar por la aparición de un bulto duro y rugoso, del tamaño de una nuez, en la parte interna de esta
articulación. Suele resultar dolorosa, en particular al flexionar o mover el codo afectado, y a menudo
requiere la aplicación de tratamientos específicos, como fisioterapia, infiltraciones con corticosteroides o,
en última instancia, cirugía. Cabe recalcar que en etapas avanzadas de la enfermedad puede presentarse
enfermedades acompañantes como síndrome del túnel carpiano, que sucede debido a la inflamación de
la muñeca, se comprime el nervio mediano. Este hecho suele manifestarse por pérdida de sensibilidad o
sensación de ardor y hormigueo en la cara anterior de los tres primeros dedos (pulgar, índice y corazón),
con entumecimiento y debilidad en la mano afectada. En raras ocasiones, el síndrome del túnel carpiano
aparece en las fases iniciales o incluso constituye la primera manifestación de la enfermedad.
En el 30-40% de los pacientes se presentan nódulos subcutáneos en diversas partes del cuerpo
(generalmente en el codo). También se observa la presencia de síntomas secos como la xeroftalmia,
xerostomía y xerodermia los cuales se observan debido al efecto anti muscarínico de medicamentos o a
una endocrinopatía asociada a un hipotiroidismo o a un Síndrome de Sjögren que es un trastorno
autoinmune que se caracteriza por la inflamación persistente de algunas glándulas del cuerpo, en
particular las de los ojos y la boca, que van perdiendo la capacidad de secretar lágrimas y saliva,
respectivamente. Este síndrome puede presentarse en personas sanas, pero a menudo se asocia a otras
enfermedades autoinmunes; así, afecta al 20-25% de las personas con AR, sobre todo en las fases
avanzadas. Las manifestaciones más frecuentes son sequedad e irritación ocular (que generan la sensación
de tener arenilla o tierra en los ojos), sequedad en la boca y, a menudo, sequedad en la piel, la nariz y la
vagina, así como, a veces, disminución de la producción de jugos digestivos. Aunque el síndrome de
Sjögren no reviste gravedad, la sequedad en los órganos y tejidos afectados suele provocar molestias que
dificultan algunas funciones y favorecen la aparición de nuevas complicaciones, como por ejemplo
infecciones locales, que se pueden aliviar y prevenir, hasta cierto punto, mediante un aseo meticuloso y
el uso de líquidos, lociones o cremas especiales.
Es importante que las personas con AR que noten una sequedad persistente en los ojos o en la boca
comuniquen este hecho a su médico y eviten, en lo posible, permanecer en ambientes muy secos (como
los ambientes con aire acondicionado o con calefacción central), así como los espacios con mucho viento,
cargados de polvo o de humo de tabaco. El empleo de humificadores puede ayudar a contrarrestar la
sequedad ambiental que generan el aire acondicionado y las estufas.
Además, puede existir compromiso pulmonar y cardiaco presentando hipertensión arterial que indica una
relación de causalidad (se desarrolla un 70% en el transcurso de la enfermedad), también se puede
observar vasculitis en vasos de mediano y pequeño calibre y ligarse incluso a neuropatías por daño en la
vasa nervorum. La pleura, que es el manto que reviste los pulmones, está formada por dos membranas
que delimitan un espacio virtual, apenas ocupado por un líquido lubricante que facilita sus
desplazamientos durante la respiración. Estas membranas contienen abundante tejido conectivo, por lo
que constituyen una diana de los autoanticuerpos presentes en la AR. Cuando estas membranas se
inflaman, se produce un trasvase de líquido desdelos vasos sanguíneos hacia el interior del espacio
comprendido entre ellas, lo cual se conoce como «derrame pleural», trastorno que se manifiesta
básicamente por dolor torácico, dificultad para respirar y tos.
Uno de las manifestaciones más graves ligadas a artritis reumatoide es “El síndrome de Felty”, de causa
desconocida y antaño más frecuente, afecta en la actualidad a menos del 1% de las personas con AR.
Consiste en la asociación de neutropenia o disminución de la concentración de cierto tipo de glóbulos
blancos (los neutrófilos) con esplenomegalia o aumento del tamaño del bazo, el órgano abdominal que se
encarga de destruir los glóbulos rojos envejecidos y que, además, forma parte del sistema inmunitario.
Además de la neutropenia y la esplenomegalia, el síndrome de Felty se manifiesta por infecciones
repetidas, úlceras y pigmentación oscura en la piel de las extremidades inferiores, aumento del tamaño
de los ganglios linfáticos, hepatomegalia o aumento del tamaño del hígado y formación de nódulos
reumatoides.
6. DIAGNÓSTICO
El diagnóstico clínico de RA se basa en gran medida en los signos y síntomas de la artritis inflamatoria crónica
y los resultados de análisis de laboratorio y estudios radiográficos aportan información complementaria
importante. La aplicación de los criterios recién revisados (cuadro 6-1), genera una calificación de 0 a 10 y la
puntuación ≥6 cumple con las exigencias o normas para definir la RA. Los nuevos criterios incluyen una prueba
positiva de anticuerpos contra péptidos citrulinados cíclicos como una sola entidad que conlleva mayor
especificidad para el diagnóstico de la enfermedad en comparación con la prueba positiva de factor
reumatoide. Los criterios más nuevos de clasificación no toman en consideración si el paciente muestra
nódulos reumatoides o daño articular en las imágenes radiográficas, porque dichos datos rara vez se producen
en la etapa incipiente de RA. Es importante destacar que los nuevos criterios del ACR-EULAR de 2010 son
criterios de clasificación a diferencia de los criterios diagnósticos y permiten diferenciar a pacientes en la etapa
inicial de la enfermedad, con una gran posibilidad de evolucionar y llegar a la modalidad crónica de ella, con
sinovitis y daño articular persistente.
Los individuos con trastornos inflamatorios sistémicos como la RA, a menudo muestran inicialmente
incremento de marcadores inflamatorios inespecíficos como la velocidad de eritrosedimentacion o de la
proteína C reactiva. Es importante detectar (factor reumatoide) RF y anticuerpos anti-CCP en suero para
diferenciar la RA de otros trastornos poliarticulares, aunque la fiebre reumática carece de especificidad
diagnostica y puede surgir junto con otros cuadros inflamatorios crónicos en la cual la artritis se destaca
entre las manifestaciones clínicas.
CUADRO 6-1 CRITERIOS DE CLASIFICACIÓN DE LA ARTRITIS REUMATOIDE
PUNTUACIÓN
AFECTACIÓN DE Una articulación grande (hombro, codo, cadera, rodilla o 0
ARTICULACIONES tobillo)
2-10 articulaciones grandes 1
1-3 articulaciones pequeñas (MCP, PIP, IP del pulgar, MTP, 2
carpos)
4-10 articulaciones pequeñas 3
>10 articulaciones (como mínimo 1 articulación pequeña) 5
ANÁLISIS Negatividad de RF y de ACPA 0
SEROLÓGICOS Nivel positivo bajo de RF o de anticuerpos contra CCP (< 3 veces 2
el ULN)
Positividad grande de RF o de anticuerpos contra CCP (> 3 veces 3
el ULN)
REACTIVOS DE FASE CRP y ESR normales 0
AGUDA CRP o ESR anormales 1
DURACIÓN DE LOS <6 semanas 0
SÍNTOMAS >6 semanas 1
Abreviaturas: ACPA, anticuerpos contra péptidos citrulinados; CCP, péptidos citrulinados cíclicos; CRP, proteína C reactiva; ESR,
velocidad de eritrosedimentación; IP, articulación interfalángicos; MCP, articulación metacarpofalángica; MTP, articulación
metatarsofalángica; PIP, articulación interfalángica proximal; RF, factor reumatoide; ULN, límite normal alto.
Fuente: D Aletaha et al: Arthritis Rheum 62:2569,2010.
En el suero de sujetos con RA, se identifican los isotipos IgM, IgG e IgA del factor reumatoide, aunque el
isotipo IgM es el que miden más a menudo los laboratorios comerciales. El factor reumatoide tipo IgM en
suero se ha detectado en 75 a 80% de los sujetos con RA y aunque no se le detecte, no descarta la
presencia de la enfermedad. También se le identifica en otras conjuntivopatias como el síndrome primario
de Sjogren, el lupus eritematoso sistémico y la crioglobulinemia esencial mixta tipo II y también en
infecciones crónicas, como la endocarditis bacteriana subaguda y las hepatitis B y C. Asimismo, el RF sérico
puede detectarse en 1 a 5% de la población sana. La presencia de anticuerpos contra CCP en suero tiene
casi la misma sensibilidad que la presencia de factor reumatoide sin embargo, su especificidad diagnostica
se acerca a 95%, de modo que una prueba positiva de anticuerpos contra CCP al inicio de la artritis
inflamatoria es útil para diferenciar RA, de otras modalidades de artritis.
6.1.1. Análisis de líquido sinovial
Es más útil para confirmar la presencia de la artritis inflamatoria (a diferencia de la osteoartritis), en
tanto que al mismo tiempo descarta la infección o la artritis inducida por cristales, como en la gota o
la pseudogota. El recuento de leucocitos en dicho liquido puede variar de 5 000 a 50 000 células/uL,
en comparación con el recuento de leucocitos <2 000 células/uL en un cuadro no inflamatorio como
la osteoartritis.
6.2. ESTUDIOS DE IMAGEN DE ARTICULACIONES
7. TRATAMIENTO
La intensidad de la actividad patológica y clínica en sujetos con RA es la variable que más influye en las
decisiones terapéuticas. La inflamación articular es el elemento inductor del daño articular y la causa más
importante de discapacidad funcional en las fases incipientes del trastorno.
Algunos adelantos en los últimos 20 años han cambiado el panorama terapéutico en la RA e incluyen:
Metotrexato como fármaco antirreumático modificador de la enfermedad (DMARD), y de primera
elección para tratar RA incipiente.
Obtención de productos biológicos nuevos muy eficaces que se pueden utilizar solos o en
combinación con el metotrexato.
Regímenes combinados con DMARD en comparación con el metotrexato solo.
Los fármacos utilizados para tratar RA se dividen en categorías generales.
Antiinflamatorios no esteroideos (NSAID).
Glucocorticoides, como la prednisona y la metilprednisolona.
Fármacos habituales como los DMARD y DMARD biológicos.
En algunos pacientes con RA el tratamiento adecuado es con un solo DMARD como el metotrexato, pero en
muchos casos es necesario utilizar un régimen combinado con DMARD que pueden variar en sus componentes
durante el transcurso del tratamiento, según las fluctuaciones en la actividad de la enfermedad y la aparición
de efectos tóxicos y trastornos concomitantes.
7.2. GLUCOCORTICOIDES
Su dosis de administración puede ser baja o moderada para obtener un control rápido de la enfermedad
antes de comenzar el tratamiento totalmente eficaz a base de DMARD, que suele durar semanas o meses
para obtener efectos. A veces se emprende un ciclo de una a dos semanas con glucocorticoides para tratar
exacerbaciones agudas y la dosis y la duración dependen de la intensidad de la exacerbación. Se debe
administrar de dosis pequeñas por largo tiempo (5 a 10 mg/día) de prednisona para controlar la actividad
patológica en pacientes con una respuesta inadecuada a DMARD. Se necesitan a veces grandes dosis de
glucocorticoides para tratar las manifestaciones extraarticulares intensas de RA, como la enfermedad
intersticial pulmonar. Si el paciente tiene una o pocas articulaciones con inflamación activa, se considera
la inyección intraarticular de un glucocorticoide de acción intermedia, como el acetonido de
triamcinolona. Se recomienda la prevención primaria de la osteoporosis que es inducida por
glucocorticoides, con la administración de un bisfosfonato en todo sujeto que reciba 5 mg de prednisona
al día o más, por más de tres meses.
7.4.1. Tofacitinib
Es un inhibidor micromolecular que inhibe de manera predominante JAK1 y JAK3 que median las
señales de los receptores que vienen de las citocinas vinculadas con la cadena-γ común, IL-2, -4, -7, -
9, -15 y -21 y también IFN-γ e IL-6. Todas las citocinas mencionadas intervienen en la inducción de la
activación de linfocitos T y B y también en la inflamación. Se demostró que el tofacitinib VO, mejoró
los signos y los síntomas de RA en grado significativo, en comparación con el placebo. Las principales
acciones adversas incluyen incremento de los niveles séricos de transaminasas que denotan danos del
hígado, neutropenia, hipercolesterolemia e incremento de la creatinina sérica. Su uso se ha vinculado
también con un mayor riesgo de infecciones. El tofacitinib se utiliza como fármaco único o en
combinación con el metotrexato.