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Incrementos de CO2 en el ambiente y sus

posibles efectos
Por: biogenicolombia
Publicado en: Biogenic.Colombia
Actualmente más de 7 billones de personas habitan el planeta tierra, y se
proyecta un incremento hasta de 9 millones para el año 2050. Este incremento
exponencial en la población total del planeta ha traído consigo un mayor
consumo de combustibles fósiles liberando así altas cantidades de dióxido de
carbono (CO2) a la atmósfera. Estudios recientes del calentamiento global han
concluido que las emisiones de dióxido de carbono han jugado un papel
importante en los cambios climáticos, por ejemplo en la frecuencia y
severidad de las sequías, inundaciones y tormentas, afectando además la
producción agrícola global. En este ensayo daré una breve descripción de los
cambios atmosféricos de CO2, sus posibles impactos y cómo las plantas se
pueden adaptar a los incrementos de CO2.

Históricamente, la concentración de CO2 en la atmósfera ha variado desde la


formación de la Tierra hace 4.7 billones de años. Por ejemplo, en el periodo
pre-cámbrico (cerca de 600 millones de años atrás) los niveles de CO2
alcanzaban 7000 ppm y luego disminuyeron a 180 ppm debido a la
producción de oxígeno por cianobacterias. Estos niveles de CO2 permitieron
el desarrollo de la actual atmósfera y posteriormente del hombre (a 260 ppm).
En la actualidad los niveles de CO2 han vuelto a incrementar alcanzando 400
ppm (1, 2, 3).

Naturalmente el CO2 ambiental es producido por los volcanes y las fumarolas


oceánicas en la profundidad del mar. Esta producción ha estado en constante
equilibrio debido a la presencia del fitoplancton (algas microscópicas),
quienes fijan el CO2 del océano por medio de la fotosíntesis y liberan
oxígeno, permitiendo que los océanos absorban más dióxido de carbono de la
atmósfera. Cuando el fitoplancton muere, su esqueleto se deposita en el fondo
del mar (dónde se entierra el carbono). Sin embargo, la mayoría del CO2
disuelto en el fondo del océano es traído nuevamente a la superficie por medio
de corrientes oceánicas profundas. Las aguas frías de los glaciares llegan al
fondo del océano, y el agua que contiene grandes cantidades de carbono se
libera a la atmosfera incrementando el CO2 (4). Sin embargo, y a pesar de las
oscilaciones en los niveles de CO2 a través del tiempo, los incrementos de
éste en los últimos 200 años han sido exponenciales, debido mayormente a
que la revolución industrial trajo consigo la quema de combustibles fósiles o
hidrocarburos tales como carbón, petróleo y gas natural. En los últimos 50
años, este incremento ha sido del 22% (seis veces más que en los primeros
150 años) y es atribuido al consumo de energía derivada de los hidrocarburos
(5).

Ahora, pongamos un poco en contexto la cantidad atmosférica actual de


carbono, que es 750 Giga toneladas de carbono (Gt C) en forma de CO2 (6).
Los humanos exhalamos cerca de 0.6 Gt C por año que es secuestrado por las
plantas –las cuales secuestran dióxido de carbono y producen el oxígeno
necesario para la vida de la gran mayoría de organismos-. Entre la cantidad de
carbono que exhalamos, y la que producimos con la constante quema de
combustibles fósiles, más la cantidad emitida por la deforestación tropical y
otras practicas agrícolas (Fig. 1), se calcula que desde la revolución industrial
hemos traspasado unos 200 Gt de carbono desde los ecosistemas continentales
hacia la atmosfera y los océanos. En la actualidad, se emiten a la atmosfera
cerca de 10 Gt de carbono por año, de los cuales 1.5 Gt es el resultado del uso
de la tierra y el resto proviene del uso de combustibles fósiles y la producción
de cemento (7, 8).
Figura 1. Fuentes de dióxido de carbono producida por el hombre. Fuente: (9)
The global carbon budget 1959-2011.

De todas las fuentes de combustibles fósil, el carbón es el más utilizado y el


que produce más dióxido de carbono. El carbón representa un tercio del total
de energía utilizada como fuente primaria a nivel global, y es responsable por
el 43% del total de dióxido de carbono liberado al ambiente (10). Entre los
sectores económicos que utilizan la mayor proporción de combustibles fósiles
están la producción de electricidad, el transporte y la industria, de los cuales,
electricidad y transporte producen cerca de dos tercio de las emisiones de
dióxido de carbono a nivel global (11). De hecho el transporte terrestre, el
cual ha aumentado exponencialmente desde los 90s, representa el 72% del
43% de las emisiones de dióxido de carbono (12). Las emisiones de CO2
incluyen, además del petróleo, gas natural, diesel y carbón, materia orgánica
que libera dióxido de carbono cuando se quema (por ejemplo bosques y
pastos, y otros productos usados en la calefacción). Los biocombustibles y
bioetanol utilizados como fuentes de gasolina, también liberan CO2, aunque
sean componentes obtenidos del maíz, u otros bioproductos como el aceite de
palma (13, 14).

La fuente de dióxido de carbono producida por el hombre es mucho menor


comparado con la emitida por fuentes naturales. Sin embargo, el balance del
ciclo del carbono se ha alterado desde el inicio de la revolución industrial
debido al uso desmesurado de combustibles fósiles. Antes de la revolución
industrial, el balance entre la producción y el consumo de carbono era más
estable (7). Actualmente hay más producción de CO2 que consumo por las
plantas, induciendo a un desbalance en el ciclo (8, 15). ¿Se benefician las
plantas con incrementos de CO2? El carbono es utilizado por las plantas en el
proceso de fotosíntesis, para la producción de azucares, celulosa y otros
carbohidratos necesarios para su desarrollo. Las plantas obtienen los átomos
de carbono esenciales desde el aire a través de sus estomas en las hojas, y los
nutrientes esenciales a través de las raíces. Cuando algún nutriente no está en
la proporción adecuada, se afecta el crecimiento de la planta. Éste balance
entre nutrientes (incluyendo carbono y CO2), agua y temperatura es crucial
para la fotosíntesis durante el día y la liberación de residuos gaseosos durante
la noche (16).

Debido a que cada molécula de CO2 se convierte en carbohidratos utilizados


para la formación de las diversas partes de la planta, éstas deben absorber
cientos de gramos de agua para producir un gramo de biomasa. En
condiciones de abundancia de CO2 en la atmosfera, las plantas pueden
beneficiarse al tener una mayor disponibilidad de carbono para su desarrollo.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el proceso de toma de CO2
para la fotosíntesis se realiza solamente durante el día, así que un incremento
de CO2 durante la noche pueden ser dañino para las plantas porque durante la
noche éstas rechazan todos los materiales gaseosos sobrantes no integrados
durante la fotosíntesis.

Altas concentraciones de CO2 también pueden saturar la planta disminuyendo


su capacidad de metabolizar el CO2 obtenido. Esto es debido a que existe una
especificidad en la eficiencia de toma de CO2 dependiendo del tipo de
metabolismo fotosintético (C3, C4 o crasuláceas), o del tipo de hoja
dependiendo al grupo al que pertenezca (gimnosperma o angiosperma) (16).
Por ejemplo las hojas de especies perennes, como los pinos (gimnosperma),
tienen un tejido estructural fuerte pues deben soportar el invierno. Este tipo de
estructura de la hoja hace que la difusión de CO2 de la atmosfera hacia el
interior sea más lenta, en comparación por ejemplo con una hoja de una
angiosperma, como el álamo. En el caso de un exceso de carbono, la difusión
lenta en la planta de pino evitará que el proceso de fotosíntesis se sature. Por
otro lado, la difusión en hojas caducas es más rápida porque las hojas no
disponen de las características de tejido celular estructural fuerte y están más
expuestas a los incrementos de CO2. Cuando ocurren los incrementos en
CO2, éste entra rápidamente hacia el interior de la hoja saturando el proceso
de fotosíntesis, y permitiendo sólo un aumento moderado en la eficiencia del
uso del agua (16; 17).

Es extremadamente difícil generalizar el incremento en el crecimiento de la


planta debido al incremento de CO2, sin embargo, algunas plantas tienen la
capacidad de ser muy eficientes en la captura y procesamiento de CO2, y
obtención de agua para la fotosíntesis. Estas son conocidas como plantas con
metabolismos fotosintético C4, en las cuales un incremento de CO2 no
incrementará su crecimiento. Sin embargo, si el agua llega a ser limitante, un
incremento en la concentración de CO2 puede beneficiar la planta. Las plantas
pierden agua a través de las hojas porque deben abrir sus estomas para obtener
CO2, cuando los niveles de CO2 son altos, quiere decir que las plantas no
necesitan abrir mucho sus poros reduciendo así la perdida de agua. Numerosos
estudios en los cuales se ha incrementado la concentración de CO2, ha
mostrado que las plantas que no son C4 han incrementado su producción cerca
de 13% (18, 19). Aunque se han encontrado en ecosistemas naturales un
incremento en la tasa de crecimiento de la planta, se ha observado también
que éste tiende a disminuir en pocos años (20). Incrementos de CO2 a otros
niveles.

Es difícil discutir el tema de incrementos en la concentración de CO2, aislado


de otros factores como incrementos en la temperatura ambiental u oscilaciones
en la intensidad y cantidad de precipitación. Estudios del cambio climático
sugieren que la tierra y los océanos están liberando más CO2 del que puede
ser absorbido (21). En el reporte de la IPCC (2001) (22) (por sus siglas en
ingles Intergovernmental Panel on Climate Change) se concluye que la
biosfera terrestre va a ser más una fuente que un vertedero de carbono para el
final del siglo XXI. En los océanos, el incremento de CO2 esta causando la
acidificación del agua. Recientes investigaciones han sugerido un incremento
de casi el doble, inhibiendo el desarrollo de algunos organismos calcáreos,
incluyendo algunos componentes del fitoplancton, los cuales hacen parte del
complejo ecosistema marino. Esto puede resultar en una pérdida significativa
de la biodiversidad, posiblemente, incluyendo algunas especies de importancia
económica (23, 24).

Es claro que la concentración de dióxido de carbono atmosférico es alto y


seguirá aumentando con la constante quema de combustibles fósiles; sin
embargo no es totalmente claro hasta qué punto las plantas puedan
beneficiarse de los incrementos en CO2, o hasta qué punto la biodiversidad
disminuya significativamente. Hay que reconocer que los combustibles fósiles
son y seguirán jugando un papel importante en nuestro estilo de vida y en la
economía mundial, sin embargo es importante considerar opciones de
producción de energía que tengan un menor impacto en el ambiente, por
ejemplo sistemas energéticos basados en energía renovable o nuclear, o de
generadores combustibles derivadas de hidrógeno (revisar 25 para mayor
información).

Adicionalmente es importante considerar un equilibrio en el ecosistema


desarrollando programas de reforestación o forestación de más áreas. Aunque
este el tema de sistemas energéticos es complejo y políticamente sensible, es
importante explorar las opciones disponibles para disminuir nuestro impacto
en el ambiente.

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