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REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA LATINOAMERICANA

Año XXXVI, No 72. Lima-Boston, 2do semestre de 2010, pp. 299-316

ARGUEDAS Y LA CRÍTICA EN LA ENCRUCIJADA: LA MESA DEL


PODER O EL PODER DE LA MESA SOBRE T ODAS LAS SANGRES

Christian Fernández
Louisiana State University, Baton Rouge

Resumen
En este artículo el autor pasa revista al impacto que ha tenido en la crítica
literaria, y en el estudio de la biografía y la narrativa de José María Arguedas, la
llamada polémica sobre su novela Todas las sangres (1964). Esta polémica se llevó
a cabo en 1965 en el Instituto de Estudios Peruanos con la participación del
autor, críticos literarios, y otros intelectuales peruanos de las ciencias sociales.
Christian Fernández arguye que la crítica literaria y cultural sobre la narrativa de
Arguedas le ha dado demasiada importancia a esta polémica, y que ésta se ha
convertido en un lastre para una adecuada interpretación sobre la vida y la obra
de José María Arguedas.
Palabras clave: metacrítica, crítica literaria, biografía, autobiografía, Todas las
sangres, Perú, cartas privadas, antropología, etnología.

Abstract
This article reviews the impact the so-called polemic on José María Arguedas’
novel Todas las sangres [All bloods] (1964) has had in literary criticism about Ar-
guedas’ biography and in the study of his narrative. The debate took place in
1965 at the Instituto de Estudios Peruanos with the participation of Arguedas,
literary critics, and other intellectuals from the Social Sciences. Christian
Fernández argues that literary and cultural criticism has given much weight to
this polemic and that this has become an impediment in an adequate interpreta-
tion on the life and works of José María Arguedas.
Keywords: metacriticsm, literary criticism, biography, autobiography, Todas las
sangres [All Bloods], private letters, anthropology, ethnology.

La Mesa Redonda sobre Todas las sangres llevada a cabo el 23 de


junio de 1965 en el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) en Lima se
ha convertido en un punto crucial y casi mítico, y se le ha llegado a
considerar de importancia ineludible en la interpretación de la vida y
300 CHRISTIAN FERNÁNDEZ

la obra de José María Arguedas. La crítica literaria y cultural en los


últimos veinte años ha dedicado artículos y libros que fundamentan
su interpretación en ese evento y sus circunstancias. Tanto es así
que se podría decir que actualmente la biografía y la obra de
Arguedas se dividen en un antes y un después de esa Mesa
Redonda1. Por otro lado, también en los últimos años se han
publicado varios libros con colecciones de cartas privadas de
Arguedas dirigidas a varias personas con quienes mantenía
correspondencia asidua, y otros documentos que creemos que son
cruciales para reevaluar la importancia que tuvo ese momento en la
vida y la obra de este autor2. Como dije anteriormente, hasta ahora
la interpretación de ese momento ya histórico en la literatura y
cultura peruanas nos deja con un Arguedas casi minusválido que fue
atacado por los críticos literarios y científicos sociales y que no supo
defenderse. Esto ha hecho que inmediatamente y, especialmente
después de su muerte, los críticos salieran a defenderlo de los
llamados ataques de quienes participaron en dicho encuentro que,
según creen muchos, lo llevaron a su primer intento de suicidio en
abril de 1966 y a su suicidio en noviembre 19693. Pienso que una
lectura de las cartas publicadas últimamente, en conjunción con una
relectura cuidadosa de la transcripción de las intervenciones de los

1
Entre los libros que tratan ampliamente sobre este tema se debe mencio-
nar el de Carmen María Pinilla, Arguedas: conocimiento y vida (1994), y el de Melisa
Moore, En la encrucijada: las ciencias sociales y la novela en el Perú. Lecturas paralelas de
Todas las sangres (2003). Además, está la transcripción de las intervenciones de la
Mesa Redonda publicada en 1985 por A. Escobar. Hay una segunda edición
revisada de este documento por Guillermo Rochabrún el 2000, que es la que
nosotros usamos. Además, en 2003 Carmen María Pinilla editó la Primera mesa
redonda sobre literatura peruana y sociología llevada a cabo el 26 de mayo de 1965.
2
Muy importante es el libro de cartas de Arguedas dirigidas a su amigo y
colega en Estados Unidos John V. Murra junto con algunas cartas dirigidas a
Lola Hoffman, su psiquiatra chilena, editado por el mismo Murra y Mercedes
López-Baralt en 1998. También es notable el volumen publicado por Roland
Forges en 1995 Arguedas: documentos inéditos. Otro libro en el mismo tono es el
publicado al año siguiente por el amigo y colega de Arguedas Alejandro Ortiz
Rescaniere: José María Arguedas: recuerdos de una amistad.
3
Arguedas se disparó un tiro en la cabeza el 28 de noviembre y pasó tres
días agonizante en el hospital hasta que murió el 2 de diciembre de 1969.
ARGUEDAS Y LA CRÍTICA EN LA ENCRUCIJADA 301

participantes en la Mesa, y el audio de las discusiones, permitirán


una interpretación diferente4.
Mi propósito en este artículo no es tanto analizar Todas las
sangres, sino sobre todo desmitificar ese momento para liberar a la
crítica de este elemento añadido y permitir una interpretación de la
novela libre de la carga que se le ha impuesto desde aquella época.
Para llevar a cabo tal propósito necesitamos hacer un recuento de
los hechos.
Todas las sangres se publicó a fines de 19645, por un lado con gran
éxito, y por otro lado con grandes polémicas que se concretarían en
comentarios periodísticos, entrevistas y varios encuentros de
escritores. En abril de 1965, la Casa de la Cultura de Arequipa,
dirigida entonces por Antonio Cornejo Polar, organiza el Primer
Encuentro de Narradores Peruanos, en donde Arguedas estará
presente junto con otros narradores, críticos literarios y profesores
universitarios: uno de los temas de las discusiones será su recien-
temente publicada novela6. Además, el apenas creado Instituto de
Estudios Peruanos, en Lima, organizará dos mesas redondas sobre
la relación entre las ciencias sociales y la literatura. La segunda Mesa
Redonda, realizada el 23 de junio de ese año, estará dedicada
íntegramente a la discusión de Todas las sangres y su relación con las
4
Como se indica en la nota 1, la primera versión de la Mesa Redonda fue
publicada en 1985 por Alberto Escobar con el título de ¿He vivido en vano? Esta
versión contenía, además de la transcripción de la discusión, una introducción
de Alberto Escobar, una nota escrita por Arguedas la misma noche del 23 de
junio, una nota periodística de José Miguel Oviedo, y una respuesta a la nota de
Oviedo por Aníbal Quijano. Una segunda versión corregida ha sido publicada
en 2000 por Guillermo Rochabrún con los mismos documentos más un
estudio explicativo de los contenidos de la Mesa Redonda. Además se incluyen
en esta edición dos discos compactos con la grabación del debate.
5
La novela debió salir en noviembre o diciembre, pues Arguedas le dice a
su amigo Murra en carta fechada el 12 de diciembre de 1964 que “Me acaban
de llegar algunos ejemplares de Todas las sangres” (113). La novela fue publicada
por la editorial Losada en Argentina, de manera que ésta debió empezar a
circular a fines de 1964 y principios de 1965 en el Perú.
6
Las actas de este encuentro se publicaron en 1969, y en una segunda
edición en 1986. Manejamos la edición de 1986 (ver VV. AA.), y ésta no indica
las fechas en que se realizó el conversatorio, pero Alberto Escobar, que
también participó en esta reunión en Arequipa, en la introducción a la mesa del
IEP del 23 de junio dice que aquélla se realizó “entre el 14 y 17 de junio de
1965”.
302 CHRISTIAN FERNÁNDEZ

ciencias sociales y, como se sabe, contó con la presencia de José


María Arguedas. De esto hace ya 45 años. Aunque, como veremos
después, desde mi punto de vista, el propósito de esta Mesa
Redonda no se llevó a cabo. Sin embargo, esta reunión entre
escritores, críticos literarios y profesionales de las ciencias sociales
ha devenido en uno de los momentos más importantes para la inter-
pretación de la vida de Arguedas y su concepción de la literatura, y
creo también para la literatura peruana, especialmente para la
denominada literatura indigenista.
Del Primer Encuentro de Narradores Peruanos en Arequipa,
que, como dije antes, se dedicó en gran parte a discutir la obra del
autor de Los ríos profundos, Arguedas salió contento de los resultados.
Por otro lado, hasta ahora se ha tenido la percepción de que las crí-
ticas que recibieron Arguedas y su novela en la segunda Mesa, en Li-
ma, el 23 de junio de 1965, lo dejaron destrozado moralmente, a tal
punto que esa misma noche escribirá una nota expresando su deseo
de morir. Esta nota, que se encontró entre los papeles de Arguedas
en 1969, después de su muerte, se ha venido citando de manera
parcial transcribiendo sólo la parte en que Arguedas hace mención
de lo que había pasado esa noche en la Mesa Redonda del IEP7.
La novela de Arguedas se publica en un momento de profundos
cambios sociales y políticos para América Latina, en general, y el
Perú, en particular. Como es sabido, a partir de la década del 50 hay
en el Perú una migración masiva del campo a las ciudades, y Lima
empezó a ser invadida por los provincianos. Un gran porcentaje de
esta migración procedía de la sierra. Ya en los 60, el primer gobier-
no de Fernando Belaunde Terry trajo renovadoras esperanzas para
las clases más necesitadas y para los campesinos. Por otro lado, la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad
Católica habían creado los departamentos de Sociología y Ciencias
Sociales, y en 1964 se creará el ya mencionado Instituto de Estudios
Peruanos, que desde sus inicios hasta la actualidad ha estado

Vale la pena nombrar a los participantes en esta Mesa Redonda: José


7

María Arguedas, Jorge Bravo Bresani (economista), Alberto Escobar (lingüista,


profesor universitario y crítico literario), Henri Favre (antropólogo francés),
José Matos Mar (antropólogo), José Miguel Oviedo (crítico literario), Aníbal
Quijano (sociólogo), Sebastián Salazar Bondy (filósofo y crítico literario), y Luis
Eduardo Valcárcel (antropólogo) quien presidía la mesa, aunque sin participar
en las discusiones.
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dominado por las ciencias sociales. De manera que la organización


de una Mesa Redonda sobre la novela más discutida del momento
era una buena oportunidad para promocionar esta nueva
institución. No debemos olvidar que también ese mismo año se
había publicado La ciudad y los perros, otra novela importante y
también polémica en el Perú, pero que a pesar del reconocimiento
que se le dio, no fue discutida al igual que la novela de Arguedas.
No debemos olvidar que la primera Mesa Redonda contó con la
presencia de Mario Vargas Llosa, pero fue más corta y dedicada a
temas generales sobre la relación entre las ciencias sociales y la
literatura, y no ha tenido la importancia de la segunda sobre Todas
las sangres, sólo publicada en los últimos años.
Si tratásemos de recrear, aunque sea en parte, esa segunda Mesa
Redonda sobre la novela de Arguedas, según los textos y
testimonios publicados, podríamos ver que, por diversas razones, en
aquella oportunidad se perdió la ocasión para llevar a cabo un
diálogo productivo entre los críticos literarios, los científicos
sociales y Arguedas sobre un tema que a nivel social e histórico ha
continuado en la sociedad peruana, y que por eso ha seguido
apareciendo en la literatura y en la cultura peruana hasta la
actualidad. Para comprobar esto, sólo debemos recordar la también
famosa y apasionada llamada “polémica entre andinos y criollos”
que empezó en el Primer Congreso de Narrativa Peruana de Madrid
en mayo del 2005, y que tocó algunos de los temas discutidos en
1965, con la salvedad de que en esta primera polémica sólo
participaron los propios escritores de ambos grupos8. Ahora bien,
como dije anteriormente, es muy difícil después de 45 años recrear
el ambiente social, el contexto literario y político, los actores
involucrados, la mayoría ya muertos, incluyendo al principal, José
María Arguedas.
Vista desde el presente, no cabe duda que Todas las sangres es la
novela perfecta para un análisis interdisciplinario: allí están el
conflicto de identidades de los personajes, el conflicto entre la
ciudad y el campo, la sociedad feudal y la sociedad burguesa,
8
El “Primer Congreso Internacional: 25 Años de Narrativa Peruana (1980-
2005)” se llevó a cabo en la Casa de América en Madrid, España, entre el 24 y
27 de mayo del 2005. Algunos intercambios de la áspera polémica que produjo
pueden verse en http://peru21.pe/buscar/?q=pol%C3%A9mica+criollos-
andinos
304 CHRISTIAN FERNÁNDEZ

modernidad y tradición; y en este discurso narrativo se dan cita la


ficción, la antropología, la etnografía, la historia, el problema de la
traducción y la lengua, y las ciencias sociales.
Sin embargo, los críticos literarios, excepto Alberto Escobar,
criticaron al autor acusándolo de que su novela no representaba los
problemas del Perú de esos días, y que, como novela social que era,
no representaba fielmente al indio y sus problemas dentro de la
historia y la sociedad peruanas. Como dije anteriormente, la
impresión que se tiene por el mismo hecho de que se le hayan
dedicado libros y artículos a este momento, es que Arguedas fue
atacado injustamente tanto por los críticos literarios como por los
científicos sociales, y que Arguedas no pudo o no supo defenderse,
y que se sintió tan mal anímicamente que esa misma noche escribirá
una nota que algunos críticos citan incompleta de esta forma:
“…convencido hoy mismo de la inutilidad o impracticabilidad de
formar otro hogar con una joven a quien pido perdón; casi
demostrado por dos sabios sociólogos y un economista, de que mi
libro Todas las sangres es negativo para el país, no tengo qué hacer en
este mundo. Mis fuerzas han declinado creo que irremediable-
mente” (58)9. Es lógico que al leer la cita incompleta de este párrafo
pensemos que la causa principal por la que Arguedas la escribe es la
impotencia que siente por lo que había pasado horas antes en la
discusión sobre su novela. Sin embargo, si leemos la nota completa,
especialmente las líneas anteriores, y la leemos a la luz de las cartas
privadas de Arguedas, podremos darnos cuenta de que en ese
momento los problemas de Arguedas eran mucho más complejos.
Creo que al leer sus cartas privadas de esa época, dirigidas a John
Murra y a Lola Hoffman, se puede ver que para él esos problemas
eran mucho más importantes y cruciales que las críticas recibidas
por su novela. Como se sabe por el propio Arguedas, debido a los
problemas en su niñez, agravados, según él, desde 1944, era víctima
de una neurosis aguda que lo llevaba a profundos estados
depresivos y al insomnio que lo incapacitaba para trabajar por largas
9
Puede verse este pasaje de la nota más adelante, pero así lo cita Nelson
Manrique en su artículo de 1991, “Una mirada histórica”. Dejando de lado este
error, Manrique es uno de los mejores intérpretes de la obra de Arguedas, no
sólo en este artículo del volumen en que aparece, sino también en otros que ha
dedicado a la obra arguediana. También cita esta nota Alberto Flores Galindo
en su libro de 1986, Buscando un Inca.
ARGUEDAS Y LA CRÍTICA EN LA ENCRUCIJADA 305

temporadas, especialmente para leer y escribir. Por causa de todos


estos males, Arguedas consultaba a varios psiquiatras en Perú, Chile
y Uruguay, y tomaba medicinas contra la depresión y para combatir
el insomnio, pero Arguedas se queja constantemente de que estas
medicinas ya no le hacían efecto, o empeoraban su situación10.
Ahora bien, por otro lado, Arguedas estaba pasando por momentos
muy difíciles a nivel afectivo, e incluso sexuales con Celia
Bustamante, su primera esposa, y esto lo había hecho buscar afecto
en mujeres más jóvenes. En sus cartas a su psiquiatra Lola
Hoffman, menciona por varios meses a una mujer chilena de
nombre Beatriz, con quien vivió una relación intensa y que mantuvo
sus nervios en vilo por varios meses. Posteriormente vendrá la que
será su segunda esposa: Sybila Arredondo, con quien, como dice en
su nota, y en muchas otras cartas, tampoco tendrá una relación sin
complicaciones. No cabe duda que gran parte de esos sentimientos
eran causados por sus problemas psíquicos, de los cuales él era
consciente.
Si leemos íntegramente el párrafo citado parcialmente en este
contexto, veremos que las críticas a su novela no tienen la
importancia crucial que la crítica les ha querido atribuir. Veamos la
parte correspondiente de la nota:

(Copia del manuscrito que escribí anoche, 23 de junio)


Creo que hoy mi vida ha dejado por entero de tener razón de ser.
Destrozado mi hogar por la influencia lenta y progresiva de incompati-
bilidades entre mi esposa y yo; convencido hoy mismo de la inutilidad o
impracticabilidad de formar otro hogar con una joven a quien pido perdón;
casi demostrado por dos sabios sociólogos y un economista, también hoy,
de que mi libro “Todas las Sangres” es negativo para el país, no tengo nada
que hacer ya en este mundo.
Mis fuerzas han declinado creo que irremediablemente (65, énfasis
mío).

10
Todo esto le confiaba Arguedas a Murra y a Lola Hoffman. Además,
todavía no se ha tocado mucho el tema de su enfermedad y de las medicinas
que tomaba. Entre otras, Arguedas tomaba Dexamyl para la depresión, y
Medomina para el insomnio, medicinas comunes en esa época, aunque pocos
años después fueron retiradas del mercado por algunos problemas con los
pacientes.
306 CHRISTIAN FERNÁNDEZ

Por lo que se deduce de sus cartas, Arguedas escribía a máquina,


incluso en algunas cartas que había empezado a escribir a mano
pasaba a escribir a máquina porque así, según él, podía reproducir
mejor sus ideas y avanzar más rápido en la escritura. Por otro lado,
su psiquiatra le había recomendado escribir como un método para
controlar su neurosis. Así es sabido que Arguedas le agradece a Lola
Hoffman por haberlo ayudado con ello en la escritura de sus dos
últimas novelas, Todas las sangres y El zorro de arriba y el zorro de abajo.
Como puede verse por la primera línea de esta nota que dice entre
paréntesis: “copia del manuscrito que escribí anoche, 23 de junio”,
Arguedas había escrito esta corta nota a mano la noche de la Mesa
Redonda, pero no la desechó, sino que la transcribió al día siguiente,
y sin duda la revisó y la guardó entre sus papeles, seguramente con
el propósito de utilizarla en el futuro como lo haría con los Diarios
que usa en El zorro de arriba y el zorro de abajo11.
Por otro lado, si leemos la nota, ésta empieza por mencionar los
problemas que, según sus cartas privadas, más le preocupaban por
esos días, es decir los problemas de larga data con su todavía
entonces primera esposa y, en segundo lugar, como él mismo lo
dice (“hoy mismo”), ese día se había dado cuenta de la “inutilidad o
impracticabilidad” de su relación con la joven mujer que después
llegará a ser su segunda esposa: Sybila Arredondo. Sólo después de
mencionar estos dos problemas Arguedas escribirá: “casi
demostrado por dos sabios sociólogos y un economista, también
hoy”. Las relaciones complicadas de Arguedas con sus esposas,
amantes y otras mujeres, según su cartas, puede ser materia de otro
ensayo, pero por ahora lo que quiero demostrar es que en el texto
mismo de la conocida nota el tema de la polémica sobre su novela
está en un segundo plano o tercer plano, y seguramente no es el
motivo principal de la nota. El hecho de que Arguedas manifestara
en esta nota su deseo de morir tampoco debe ser interpretado como
algo crucial propio de ese momento, pues, como neurótico depre-
sivo que era, la idea de la muerte era algo con lo que él vivía diaria-
mente desde muchos años antes que se llevara a cabo la polémica.
Como puede verse por lo expuesto hasta ahora, creo que se ha dado

11
Para un comentario sobre la relación entre ficción y realidad, y la práctica
de la escritura “autobiográfica” o diarista de Arguedas, puede verse mi artículo
mencionado en la bibliografía.
ARGUEDAS Y LA CRÍTICA EN LA ENCRUCIJADA 307

demasiada importancia a una nota que, como dije antes, Arguedas


corrigió al día siguiente de haberla escrito, y, en última instancia, no
representa lo que él pudo haber sentido la misma noche del 23 de
junio.
También ha contribuido a presentar al lector a Arguedas como
una víctima de las críticas negativas de la Mesa Redonda el hecho de
que, en términos mediáticos, el día 28 de junio, a la semana
siguiente de llevada a cabo la Mesa Redonda y la polémica en el
IEP, José Miguel Oviedo, uno de los críticos literarios que había
participado en la Mesa, escribiera sobre este hecho en su columna
“Las peras del olmo” de El Comercio Gráfico. En el recuento que hace
Oviedo, trataba de deslindar responsabilidades y liberar a los críticos
literarios de toda posible culpa y, por el contrario, echaba en cara a
los sociólogos y científicos sociales que “inesperadamente, los
sociólogos capturaron la mesa e hicieron un cargamontón contra
Arguedas” (67). Luego continuará diciendo, refiriéndose a Argue-
das, que “el buen José María trató de defenderse, manoteó y contra-
objetó las afirmaciones que le disparaban desde todos lados,
especialmente del lado de Aníbal Quijano, que demolió paciente y
largamente su obra” (67-68). Aníbal Quijano, al ser el único
mencionado con nombre propio, y además porque injustamente
Oviedo sólo se refería a los sociólogos y Quijano era el único
sociólogo en la Mesa (pues, además de los críticos literarios, la
mayoría eran antropólogos), respondió en una larga y virulenta carta
dirigida a Oviedo, haciéndole recordar que “fueron Ud. y Sebastián
Salazar, críticos profesionales, quienes subrayaron que sociológicamente
la novela no era un testimonio válido de la realidad peruana, mucho
antes que los sociólogos intervinieran en el debate” (70). Y en esto
Quijano tenía razón, fueron Oviedo y luego Sebastián Salazar
Bondy quienes iniciaron las críticas sociológicas, tanto así que
Escobar, medio en broma, les hizo recordar que pensaba que los
críticos literarios iban a analizar la obra desde el punto de vista
literario y los científicos sociales la analizarían desde la sociología.
Además, Quijano sólo tuvo una intervención al final, y por
invitación de Bravo Bresani, que lo invitó a incorporarse a la mesa.
Por eso fue el último en intervenir y la grabación queda trunca al
final. No podemos saber si Arguedas replicó a Quijano o no, pero
esto tampoco es importante porque no cambia en nada la tónica de
la discusión previa.
308 CHRISTIAN FERNÁNDEZ

A la distancia, es inexplicable no sólo que Oviedo hubiera


acusado a la novela de no ser un testimonio válido de la realidad
peruana, a pesar de que decía que la novela literariamente era buena,
sino que escribiera la nota en el periódico culpando sólo a los
sociólogos sin asumir su propia responsabilidad. Además, la imagen
que da de Arguedas, como hemos visto, es negativa. Ahora bien, es
cierto que Oviedo estuvo presente y quizá pudo captar algo que el
lector del texto y oyente de la polémica a través de los discos
compactos no puede captar ahora. Pero si leemos sólo el texto de la
Mesa Redonda, como es el caso de los que han leído la versión
publicada en 1985, en donde para hacer más legible el texto se
eliminan las marcas de oralidad de los expositores, además de poder
notar las discrepancias enormes entre críticos literarios y científicos
sociales con el autor, es muy difícil notar otra cosa, pues Arguedas
argumenta, defiende su posición y explica la función de algunos
personajes o algunos puntos de la novela. Los que hemos tenido
acceso a los discos compactos incluidos en la edición del 2000
podemos escuchar que, sin duda, excepto Escobar, todos tienen casi
la misma idea sobre la novela. Arguedas en su primera intervención
está un poco sorprendido, además de notarse su propia particu-
laridad en la forma hablar lenta y con varias pausas. Sin embargo,
esta actitud irá cambiando a medida que avanza la discusión, y luego
ya, como dije antes, argumenta, discute y defiende su posición
enfáticamente, a la vez que a veces bromea. Entonces, creo yo, que
no hay ninguna base para pensar que esta polémica hubiera afectado
a Arguedas. Pero, además de la polémica aparte entre Oviedo y
Quijano días después de la Mesa Redonda, a su muerte años más
tarde, se revivirá esta idea. Es claro también que la naturaleza de la
muerte de Arguedas por mano propia y los pedidos de él mismo
para su funeral y sobre su novela inédita contribuirán a engrandecer
este hecho. Por ejemplo, César Lévano, en Arguedas: un sentimiento
trágico de la vida12, primer libro que se publica sobre el autor en 1969,

12
Es claro que, por la premura en publicarlo, éste no es un libro
monográfico. Además de la primera parte del libro que se escribe para esta
edición, en este libro Lévano incluye dos artículos publicados anteriormente en
1960 y 1962 y en la sección “Documentos” reproduce los fragmentos de la
novela inédita de Arguedas que había publicado en el número 6 de la revista
Amaru de abril-junio de 1968, la respuesta de Arguedas a Julio Cortázar
publicada en El Comercio el 6 de enero de 1969, y el poema de Arguedas: “Al
ARGUEDAS Y LA CRÍTICA EN LA ENCRUCIJADA 309

apenas muerto Arguedas, inicia el libro diciendo: “José María


Arguedas acaba de partir” (11). Aquí, además de contar acerca del
multitudinario entierro de Arguedas, también se pregunta por las
razones que llevaron a este autor a suicidarse. Y a pesar de que
reconoce que Arguedas era una persona enferma psíquicamente,
también dirá que esta no era “razón para lavarse las manos” (13),
porque también, según él, había culpabilidad sobre su muerte, no
sólo en las personas, sino en la sociedad y en los hechos sociales del
momento (13-14). Y así Lévano termina esta sección del libro
diciendo:

Algunos colaboraron para la soledad de este hombre. Son esos muchos que
practican en el Perú el arte de la murmuración, de la falta de fraternidad, de
codazos para quitar al descollante, de la intriga y el rencor. Esos nunca sin-
tonizaron con Arguedas en su desamparo visible, en su predisposición al
afecto y hasta el entusiasmo; esos no prestaban oído cuando repetía esa
palabra tan suya: “macanudo”. Caiga también sobre ellos el peso de este
cadáver (Lévano 17).

Como puede verse, esta perspectiva de un Arguedas maltratado


e incomprendido se acentúa desde su primer intento de suicidio en
1966, y se magnificará tres años después con su muerte. Pero, creo
que es en 1985, con la publicación del texto de la Mesa Redonda, en
donde se incluye la ya mencionada nota escrita por Arguedas el 23
de junio de 1965 junto con la propia polémica entre Oviedo y
Quijano y con un título, que aunque entre signos de interrogación
dice “¿He vivido en vano?”, donde nace la idea de Arguedas como
desamparado.
Sin embargo, en la década de los 80 la figura y la obra de
Arguedas será retomada por las ciencias sociales, ahora ya desde una
perspectiva diferente y positiva. Especialmente, se verá en Todas las
sangres un medio para interpretar la situación social y política del
Perú de entonces.
Pese a ello, cabe mencionar que será Alberto Flores Galindo, el
científico social de izquierda más importante y respetado de esos
años, quien empezará una reinterpretación de la obra y la
importancia de José María Arguedas en su libro de 1986 Buscando un

pueblo excelso de Vietnam” en versión bilingüe quechua-castellano, entre otros


documentos.
310 CHRISTIAN FERNÁNDEZ

Inca: identidad y utopía en los Andes13. Como se sabe, este libro ha


tenido una importancia capital en la cultura peruana y le dedica a
Arguedas el capítulo X con un título tomado de una frase de la
última novela del autor de Todas las sangres: “El Perú hirviente de
estos días”. No voy a entrar a discutir la interpretación y
revaloración que hace Flores Galindo de la obra de Arguedas para
las ciencias sociales, sino remarcar que quizá fue este autor quien
revivió la polémica de la Mesa Redonda de 1965, pues él cita la
mencionada nota sólo parcialmente (294), y de allí la han tomado
otros autores. Además, líneas abajo dirá: “Por eso en 1965, cuando
después de la publicación de Todas las sangres se produce un
conversatorio público entre críticos y sociólogos sobre el contenido
de la novela, Arguedas se sentirá desgarrado ante argumentos que
cuestionaban la veracidad de su fresco social” (293).
Cecilia Rivera, en la “Presentación” de Dos ensayos sobre José María
Arguedas de Flores Galindo, dice que el “gran proyecto” del autor de
Buscando un inca fue escribir la biografía de Arguedas (3), proyecto
que no se llevará a cabo por la temprana muerte del propio Flores
Galindo. Arguedas estuvo siempre presente, pues, además de in-
cluirlo en sus clases y publicaciones, Flores Galindo dictará dos
conferencias muy influyentes en los estudios arguedianos; una en
1986 titulada “Arguedas y la utopía andina”, y otra en 1988 titulada
“Los últimos años de Arguedas: intelectuales, sociedad e identidad
en el Perú”. En ambas conferencias, Flores Galindo retoma el tema
de la polémica, pero lo trata con mayor amplitud, sobre todo en la
primera. Dice Flores Galindo: “En 1964 se publica Todas las sangres,
y es allí, después de la publicación de esta novela, cuando Arguedas
tiene una terrible desavenencia con el mundo intelectual peruano”
(22). Continúa líneas después: “Tiene una desavenencia con
intelectuales limeños, y particularmente con la gente de ciencias
sociales, ellos lo invitan a un lugar que ha de ser nefasto para él”
(23). Flores Galindo termina esta sección diciendo que:

Por el testimonio que después publicó el Instituto de Estudios Peruanos,


sabemos que la Mesa Redonda lo deprimió muy fuertemente. Tuvo una de
sus muchas tentaciones por el suicidio, al sentir que esta gente, aparente-

13
Este libro de Flores Galindo ganó el Premio de Ensayo Casa de las
Américas de Cuba en 1986, y luego el premio Clearing Haring de la American
Historical Association en Estados Unidos en 1991.
ARGUEDAS Y LA CRÍTICA EN LA ENCRUCIJADA 311

mente, le demostraba que no entendía el mundo andino y que, por tanto,


no era objeto de consideración debida a un novelista, ni tampoco a un et-
nólogo o un antropólogo. El error era doble. El error era el del novelista
que no reflejaba la realidad –claro está que es absurdo que un novelista
tenga que reflejar la realidad–. El error mayor era el del etnólogo, el del an-
tropólogo que no se había dado cuenta de los cambios que otros etnólogos
y antropólogos, como Favre, Bourricaud o Quijano, sí habían advertido en
el Perú (Dos ensayos… 23).

Como puede verse, Flores Galindo revive los hechos de la Mesa


Redonda de 1965 sobre Todas las sangres, pero agrega algunos temas.
En realidad, Arguedas fue invitado como escritor y para tratar
específicamente sobre su reciente novela, y en ningún momento se
le trató como etnólogo o antropólogo. Esto quizá fue un error,
porque, de haberlo hecho, se habrían dado cuenta de que realmente
existía una correlación entre el Arguedas novelista y su trabajo
como etnólogo y antropólogo. Por otro lado, Bourricaud no
participó en esta Mesa Redonda. Hay que resaltar, además, que
Arguedas no estaba allí como el indiecito provinciano ante la
intelectualidad limeña que lo había invitado para tomarle examen.
Arguedas vivía en Lima, se había educado en la universidad más
importante del Perú, era un autor reconocido, doctor y profesor
universitario, y como etnólogo y antropólogo había publicado obras
notables que habían merecido premios. Era editor de varias revistas
especializadas en su campo y, sobre todo, era el Director de la Casa
de Cultura del Perú, probablemente el cargo oficial relacionado con
la cultura más importante en ese momento, entre muchos otros
puestos que ejercía y había ejercido14. Por lo tanto, no podemos y
no debemos disminuir la figura de Arguedas por lo que pasó en esa
Mesa Redonda.
Arguedas no era un intelectual improvisado o con poca
formación, como a veces él decía sobre sí mismo por modestia. Si
da la impresión de que no pudo responder a las críticas de los
científicos sociales es porque no llegó a distinguir las fronteras entre
su discurso crítico literario y su discurso social, y se aferró a la idea
de que su novela representaba fielmente todos esos problemas que
14
Arguedas fue el Director de la Casa de la Cultura del Perú por un año,
entre agosto de 1963 y agosto de 1964, cargo al cual renunció por desavenen-
cias con el gobierno de Belaunde Terry. Para una revisión de su periodo como
Director y los logros que realizó, véase el artículo de Jorge Cornejo Polar.
312 CHRISTIAN FERNÁNDEZ

aquellos críticos le negaban porque, según él, los había vivido en


carne propia. Claramente, aquí Arguedas no supo separar su
función como escritor de ficciones y su profesión como etnólogo y
crítico literario y cultural. Como dije antes, Arguedas no era un
improvisado y practicaba el discurso crítico de manera constante y
muy acertada.
Si como ejemplo leemos el ensayo “El indigenismo en el Perú”,
que escribió en ese mismo año 1965 para el Congreso Internacional
de Escritores de Génova, y que fue publicado de manera parcial
póstumamente en 197115, podemos ver que Arguedas conocía
bastante bien la tradición literaria y estaba enterado sobre los
problemas que escribía en sus novelas. Podía racionalizarlos y
analizarlos dando un panorama bastante completo. En ese trabajo,
Arguedas escribe sobre el problema del indígena peruano desde la
llegada de los españoles, pasando por la obra del Inca Garcilaso de
la Vega y de Guaman Poma de Ayala. Esto no era nada nuevo, pues
Arguedas, desde sus escritos antropológicos anteriores, había dado
muestras de conocer bastante bien a los cronistas e historiadores de
la época colonial16. Luego se dedica a analizar el discurso crítico
sobre el indígena desde fines del siglo XVIII por los intelectuales de
El Mercurio Peruano, y se detendrá en las primeras décadas del siglo
XX, mencionando a los actores principales desde José de la Riva
Agüero y Víctor Andrés Belaúnde, por un lado, y José Carlos
Mariátegui y su revista Amauta, y Julio C. Tello y Luis E. Valcárcel,
por otro.

15
Esta ponencia se publicó incompleta en el número 5 de Visión del Perú
con el título “Razón de ser del indigenismo en el Perú”. La versión fue
reproducida en 1975 por Ángel Rama en Formación de una cultura nacional
indoamericana. En este trabajo citaremos de la versión completa publicada por
Sybila Arredondo de Arguedas en Indios, mestizos y señores (1989).
16
Antes de que Arguedas empezara a estudiar antropología ya conocía
algunos cronistas, y por ejemplo, no se ha tomado en cuenta la traducción que
hace en 1939 de un capítulo de la Nueva Corónica y Buen Gobierno de Guaman
Poma de Ayala. Hay que recordar que la obra del cronista indio sólo se publica
en 1936 en versión facsimilar, y por consiguiente Arguedas junto con Julio C.
Tello será uno de los primeros en trabajar y difundir la obra de Guaman Poma.
La traducción del capítulo sobre los meses del año lleva una introducción de
Arguedas y se publicó como “Los doce meses: un capítulo de Guaman Poma
de Ayala. Versión de las frases kechwas e interpretación del estilo” y ha sido
reproducido en Indios, mestizos y señores.
ARGUEDAS Y LA CRÍTICA EN LA ENCRUCIJADA 313

No hay duda de que estos intelectuales y críticos peruanos


tuvieron un papel muy importante al dedicar gran parte de su obra a
estudiar estos problemas que dividían el Perú de entonces. Pero me
parece que se ha enfatizado demasiado el peso que tuvieron estos
autores en la conducción de los problemas mencionados.
Por ejemplo, en el caso de Riva Agüero, es cierto que se le
podría catalogar como gran difusor y defensor del hispanismo y del
mestizaje, en su primera época, al estudiar principalmente al Inca
Garcilaso de la Vega. Al escribir su tesis de doctorado La historia en
el Perú (1910) establece las bases, de manera orgánica, aunque
todavía algo romántica, de la recuperación del pasado colonial y
prehispánico de los incas. Sin embargo, muy pocos han visto que
Riva Agüero no está solo en esta empresa, y que el suyo es un
proyecto más amplio de la oligarquía peruana de la época. En este
sentido, es muy importante reconocer que el retorno del civilismo a
la política peruana en 1904 con José Pardo será de capital
importancia para este proyecto del cual Riva Agüero forma parte.
En febrero de 1905, apenas cuatro meses después de asumir el
poder como presidente del Perú, José Pardo, por Decreto Supremo,
crea el Instituto Histórico del Perú, el Museo Histórico del Perú,
que dependería del Instituto, y como órgano difusor del Instituto, la
Revista Histórica. Una de las misiones más importantes del Instituto,
y por mandato y Resolución Suprema del Congreso de la República,
sería el vasto proyecto de la publicación de todas las obras y
documentos relacionados con la historia peruana, empezando desde
la época prehispánica, la colonial y la de la independencia. Parte de
estas obras y documentos empezó a publicarse en la Revista Histórica,
aunque el proyecto sólo verá la luz a partir de 1916. Tanto el
Instituto como la revista dan acogida a estudios de historia y
arqueología como los de Max Uhle y otros. En su segundo
gobierno, José Pardo promoverá y apoyará el reinicio de la
Academia Peruana de la Lengua, correspondiente de la española.
Entonces podemos ver qué tan importantes eran estos dos
proyectos culturales y políticos para la oligarquía peruana, dos
proyectos que iban más allá de las personalidades como Riva
Agüero o V. A. Belaunde. De alguna manera, estos proyectos son
postergados con el ingreso de Leguía como presidente en 1919, lo
que marcará el periodo del indigenismo propuesto por Mariátegui y
314 CHRISTIAN FERNÁNDEZ

su revista Amauta, Julio C. Tello, y posteriormente Valcárcel,


maestro de Arguedas.
Como ya hemos dicho, Arguedas reconocerá la importancia de
Tello en los estudios de los problemas indígenas desde la antro-
pología. Por ejemplo, Arguedas reconocerá que Tello, al contrario
de Riva Agüero, y posteriormente Raúl Porras Barrenechea, recibe
con beneplácito la obra de Guaman Poma y contribuye a su estudio
y difusión, pero, en última, instancia, según Arguedas, Tello estudia
al indio muerto, y a Arguedas le preocupaba y dedica su estudio al
indio vivo. De allí que critique a Julio C. Tello cuando al representar
una obra teatral con tema indígena, Tello estiliza la vestimenta de
los actores tratando de reproducir los modelos del vestido del
pasado a través de la antropología, volviendo así hacia el pasado ya
perdido.
Junto con Tello, Arguedas coloca a Valcárcel, criticando a ambos
por su posición recalcitrante en defensa del indio. No hay que
olvidar, sin embargo, que Valcárcel creará el Departamento de
Etnología de la Universidad San Marcos, y desde su posición de
maestro apoyará estos estudios. Como sabemos, Arguedas estudiará
etnología, porque, en contraste con el estudio de la historia por Riva
Agüero y Porras, entre otros, por mencionar sólo dos de los más
importantes intelectuales de la primera mitad del siglo XX, o de la
antropología de Tello, o de la ideología literaria de Mariátegui, a
Arguedas le interesaba el indio vivo. Él sabía que no existía un indio
en estado culturalmente puro, y que el indio que él estudiaba y
trataba de representar en su obras de ficción había sufrido un
proceso de transculturación y era el producto del choque de la
cultura española de los conquistadores con la indígena andina.
Los estudios antropológicos y etnológicos le permiten a
Arguedas conocer en profundidad los temas que le interesaban
sobre la cultura peruana, no sólo sobre el indio, sino también sobre
las ciudades, sus costumbres y tradiciones. Sus estudios de
antropología le permitieron ver que las sociedades andinas habían
evolucionado y se dirigían a lo que él llamaba una “integración”.
Esto se puede ver en sus dos últimas novelas, Todas las sangres y El
zorro de arriba y el zorro de abajo. Citamos sólo de la última parte del
ensayo:
ARGUEDAS Y LA CRÍTICA EN LA ENCRUCIJADA 315

Creemos que la integración de las culturas criollas e india, que evoluciona-


ron paralelamente, dominando la una a la otra, se ha iniciado por la insur-
gencia y el desarrollo de las virtualidades antes constreñidas de la triunfal-
mente perviviente cultura tradicional indígena mantenida por una vasta
mayoría de la población del país. Tal integración no podrá ser condicionada
ni orientada en la dirección que la minoría, todavía política y económica-
mente dominante, pretende darle (Indios, mestizos y señores 20).

Es claro entonces que Arguedas concibe el mestizaje o la


integración como la única salida. A pesar de que había sido influido
muy temprano por la obra de Guaman Poma, que, como sabemos,
es muy crítico del mestizaje, en los últimos años de su carrera, y a
pesar de que Arguedas se oponía al mestizaje blanqueador
propuesto por Riva Agüero, que tenía como símbolo al Inca
Garcilaso, Arguedas llega a conciliar mejor con las ideas sobre el
mestizaje. No el de Riva Agüero, ciertamente, sino el del Inca
Garcilaso en su plena dimensión, tanto europea como andina. Es
decir, Arguedas se siente ideológicamente más cerca del Inca
Garcilaso que de Guaman Poma.
De manera que podemos decir que en 1965 los críticos literarios
y sociales se equivocaron rotundamente en la interpretación de la
novela y la ideología de Arguedas, pero también Arguedas se equi-
vocó en no poder responder y articular un discurso crítico. Sobre
todo, si leemos el artículo mencionado, se equivocó Arguedas
porque, como otros, analizaba la ideología y la obra de los autores e
intelectuales peruanos que he mencionado de forma independiente,
como personalidades separadas. No supo conectarlos con sus res-
pectivas disciplinas e instituciones y con los proyectos que estaban
tratando de articular, de los cuales estas personalidades eran sólo un
eslabón. Arguedas se convierte en un hombre solo contra el mundo,
en un Quijote con un proyecto casi personal que no llega a articular
en un proyecto de mayor envergadura a nivel social. Sin embargo,
tendrá la lucidez para lograrlo en el nivel del discurso literario en sus
novelas.
Ahora, después muchos años, podemos ver que Arguedas no
había vivido en vano, pero, sobre todo, que no había escrito en
vano. Nos dejó una obra duradera que nos permite volver constan-
temente a indagar sobre nuestra identidad peruana, nuestra india-
nidad, nuestra criollidad, o nuestro mestizaje.
316 CHRISTIAN FERNÁNDEZ

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