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Jaffa Ajelet Sahar Cabrera Ruiz

Disorder

“It's getting faster, moving faster now, it's getting out of hand” esta oración es parte del inicio
del álbum Unknown Pleasures de la banda inglesa Joy Division, el nombre de la canción es
el título de este ensayo. Este grupo musical de antes de los ochenta y estilo post-punk es uno
de mis grupos favoritos, esta canción en particular me mueve a pensar en la vida del citadino,
de lo caótica y voraz que puede ser la ciudad, cómo se presenta una especie de oxímoron en
ella al ser un espacio asfixiante y solitario a la vez. El tópico de sentirse solo entre un millón
de personas es generado por todo ese movimiento, la constante sensación de que nada se
detiene, todo lo que tú significas será olvidado fácilmente. No considero grande la ciudad
donde crecí, pero creo que un método eficaz para confirmar el hecho de ser un habitante de
una jungla asfaltada es el contraste de espacios, es decir, visitar algún pueblo.
Hace como unos tres o cuatro años mi madre quiso hacer el intento de crear lazos, por
llamarlo de alguna manera, con la familia de mi padre, el resultado de ese viaje (cof cof
martirio cof) no es de mucha relevancia, pero si tuviera que resumirlo usaría estas dos
palabras: rechazo y aburrimiento. En sí, el plan era pasar una semana en el pueblo donde mi
padre vivió parte de su vida, Tekax. En un curso que tomé para entrar a la universidad un
maestro nos comentó que el deterioro de nuestras neuronas depende de cómo percibamos el
tiempo; sin temor a exagerar, mis neuronas se marchitaron el equivalente de un mes en esa
semana, recuerdo que era abrumador lo lento que pasaba el tiempo en comparación con la
rapidez de la rutina que llevo generalmente, es decir, pareciese que cada vez que parpadeo
pasan dos horas aproximadamente, sin darme cuenta esas horas se vuelven días, los días
semanas, las semanas meses …, me hace pensar que con ese ritmo podría morir y no lo
notaria realmente, como en la película Beetlejuice.
Tomo como base mi propia experiencia en una ciudad para pasar a un nivel mayor como
podría ser la metrópoli neoyorkina, quien es la gran protagonista en la novela de John Dos
Passos, Manhattan Transfer. Cierto aspecto de la novela es mostrar toda esa gama de
personajes mangoneados por el ritmo de la ciudad y que a pesar de ser sus habitantes no
llevan para nada la batuta de esa orquesta llamada Manhattan, sin embargo, prefiero
enfocarme en un solo personaje entre esa multitud. La forma en la que me impactó la historia
de Jimmy Herf me lo demanda. El proceso de degradación social-económica y afectiva que
sufre a lo largo de la historia está, hasta cierto punto, causado por la ciudad, espacio donde
no puede encontrar un estado donde estos dos niveles se encuentren. Cuando tiene una
estabilidad económica no se siente satisfecho con ello, cuando la pierde y encuentra cierto
afecto no dura mucho tiempo, él mismo se considera un barco a punto de hundirse y la única
salida que le queda es abandonar Manhattan.
La salida de Jimmy Herf declara la victoria de la ciudad. Quien se retira es el perdedor de
una batalla de la que no se tenía ninguna posibilidad de ganar desde un inicio. Lo que Jimmy
siente al final de la novela es el palpitar de un corazón todavía joven que retumba en el pecho
de un anciano golpeado por la vida. Sólo maltratado, nunca amado en realidad. Al alejarse
del lugar que significó su alegría en su infancia, su pasión en su juventud y su derrota en la
edad adulta parece resonar en sus pasos algo parecido a la última parte de la canción que
mencionaba al inicio de este ensayo: “I've got the spirit, but lose the feeling, feeling, feeling,
feeling…”.

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