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Edad antigua en el Mundo Grecorromana

Antigüedad clásica es una expresión historiográfica1 para referirse al periodo


greco-romano de la Edad Antigua, un largo período histórico que se sitúa entre
la Alta Antigüedad (la época de las primeras civilizaciones del Próximo Oriente
Antiguo)2 y la Baja Antigüedad (o Antigüedad Tardía); y que propiamente
corresponde a las áreas donde la antigua Grecia y la antigua Roma desarrollaron
la civilización greco-romana, es decir, el mundo grecorromano: la Cuenca del
Mediterráneo y el Próximo Oriente. El término "clásico" significa "de mayor
plenitud" o "modelo digno de imitación",3 y su utilización para designar al periodo
es marcadamente admirativa, a partir de una visión idealizada posterior sobre la
época y su influencia en la conformación de la civilización occidental.
La Antigüedad clásica se puede localizar temporalmente, de forma restringida, en
el momento de plenitud de las civilizaciones griega y romana (siglo V a. C. al siglo
II d. C.) o, de forma amplia, en toda su duración (siglo VIII a. C. al siglo V d. C.).
Hitos de comienzo y final de este periodo son los poemas homéricos o la
mítica fundación de Roma (753 a. C.) y la cristianización o la caída del Imperio
romano de Occidente (476 d. C.) La herencia cultural clásica sobrevivió incluso a
los denominados "siglos oscuros" de la Alta Edad Media (500-1000 d. C.); y se
revitalizará con el Renacimiento, el Clasicismo y el Neoclasicismo de la Edad
Moderna, llegando hasta nuestros días.

La dimensión espacial de la Antigüedad Clásica coincide con la cuenca del


Mediterráneo, extendida hacia el Oriente Próximo con el Imperio de Alejandro
Magno y el Helenismo, y hacia Europa Occidental con el Imperio romano.
En último término, la Antigüedad clásica pervive y cruza la historia de Occidente
configurando una morfología persistente así como una "teoría" y una "idea". 4
El periodo clásico de la Grecia antigua corresponde a los siglos siglo V a.
C. y IV a. C.; como hitos de inicio y final, desde la caída de la tiranía en
Atenas (510 a. C.) hasta la muerte de Alejandro Magno (323 a. C.) Se suele
considerar como momento culminante el periodo denominado siglo de Pericles, a
mediados del siglo V, cuando se dio en Atenasun deslumbrante conjunto de
creaciones culturales en todos los ámbitos que, no obstante, mantenía la tradición
helénica de la Época arcaica (siglos VIII al VI a. C.)
En 510 a. C., tropas wena shoros ayudaron a los atenienses opuestos al
tirano Hipias, hijo de Pisístrato. Cleómenes I, rey de Esparta, puso en su lugar
una oligarquía pro-espartana liderada por Iságoras, que a su vez fue apartada del
poder con las reformas de Clístenes (508 a. C.) sentándose las bases de lo que se
conoce como democracia ateniense.
El prolongado enfrentamiento entre griegos y persas (guerras médicas, 499-
449 a. C., hasta la Paz de Calias) tuvo como consecuencia la posición dominante
de Atenas en la Liga de Delos, situación que se mantuvo durante el prolongado
periodo de paz denominado Pentecontecia, pero que desembocó en un conflicto
con la Liga del Peloponeso, liderada por Esparta. La subsiguiente guerra del
Peloponeso (431-404 a. C.) liquidó el dominio ateniense y estableció la hegemonía
espartana. En el 395 a. C., los gobernantes espartanos destituyeron a Lisandro de
su cargo y Esparta perdió su supremacía naval.
Atenas, Argos, Tebas y Corinto (estas dos últimas anteriormente aliadas a
Esparta) desafiaron el dominio espartano en la guerra de Corinto, que tuvo un fin
no concluyente en 387 a. C. Más tarde, los generales
tebanos Epaminondas y Pelópidas consiguieron una victoria decisiva en la Batalla
de Leuctra (371 a. C.), lo que significó el fin de la supremacía espartana y el
establecimiento de la hegemonía tebana, que se mantuvo hasta que fue eclipsada
por el poder creciente del Reino de Macedonia.
Los macedonios, bajo el reinado de Filipo II, tras expandirse por los territorios de
los peonios, tracios e ilirios, intervinieron en Grecia a partir del 346 a. C.,
culminando su conquista en la batalla de Queronea (338 a. C.) y estableciendo su
hegemonía sobre una confederación helénica en la que participaban todas las
polis a excepción de Esparta (Liga de Corinto, 337 a. C.) El hijo de
Filipo, Alejandro Magno, logró derrotar al imperio persa (batallas de Gránico, 334
a. C., e Issos, 333 a. C.), incorporando todos sus dominios, incluyendo el Imperio
egipcio (sitio de Gaza, 332 a. C.), e incluso aumentándolos en Asia Central y en
la India (batalla del Hidaspes, 326 a. C.) Convencionalmente, el periodo clásico
termina con la muerte de Alejandro en 323 a. C. y la fragmentación de su imperio,
divido entre los Diádocos.

Pericles. Alejandro.

Greco-romano

Greco-romano o greco-latino es un concepto que expresa la fuerte


identidad entre las manifestaciones de lo griego y de lo romano en la
época clásica y en pervivencia en todos los aspectos de la Civilización
Occidental, sobre todo desde el Renacimiento, que lo toma
expresamente como modelo clásico a imitar.

Antigüedad clásica

La Antigüedad clásica es un término amplio que abarca un largo


periodo de tiempo en las áreas dominadas por Grecia y Roma; es
decir, se identifica con el periodo greco-romano de la Edad Antigua en
el mundo grecorromano: la Cuenca del Mediterráneo y el Próximo
Oriente.

La Antigüedad clásica se localiza en el momento de plenitud de las


civilizaciones griega y romana (siglo V a. C. al siglo II d. C.) o en
sentido amplio, en toda su duración (siglo VIII a. C. al siglo V d. C.). El
término se opone a la Antigüedad tardía y remite a la herencia de la
civilización grecorromana. Es, sobre todo, empleado por la
historiografía anglosajona para describir la Antigüedad. En este
sentido, se considera que este periodo se inicia con el poema griego
de Homero (siglo VIII-VII a.C), el más antiguo encontrado intacto hasta
nuestros días. Este periodo engloba el auge del Cristianismo y el
declive del imperio romano y termina con la disolución de la cultura
clásica y el principio del periodo denominado Antigüedad tardía (300-
600 d. C.) y de la Alta Edad Media (500-1000 d.C).
EL RENACIMIENTO

Renacimiento es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo


en Europa Occidental durante los siglos XV y XVI. Fue un período de transición
entre la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna. Sus principales exponentes
se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en
las ciencias, tanto naturales como humanas. La ciudad de Florencia, en Italia, fue
el lugar de nacimiento y desarrollo de este movimiento, que se extendió después
por toda Europa. El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas
del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo.
El término «renacimiento» se utilizó reivindicando ciertos elementos de la cultura
clásica griega y romana, y se aplicó originariamente como una vuelta a los valores
de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza tras siglos de
predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática establecida en la
Europa medieval. En esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el
mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes,
la política, la filosofía y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por
el antropocentrismo.
En ese sentido, el historiador y artista Giorgio Vasari formuló una idea
determinante: el nuevo nacimiento del arte antiguo (Rinascita), que presuponía
una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo. De
hecho, el Renacimiento rompió, conscientemente, con la tradición artística
medieval, a la que calificó como un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el
calificativo de Gótico. Sin embargo, los cambios tanto estéticos como en cuanto a
la mentalidad fueron lentos y graduales. El concepto actual de renacimiento será
formulado tal y como hoy lo entendemos en el siglo XIX por el historiador Jules
Michelet, en su obra Historia de Francia, publicada en 1855.
Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el
Renacimiento significó una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese
momento había sido «supranacional». El Renacimiento no fue un fenómeno
unitario desde los puntos de vista cronológico y geográfico: su ámbito se limitó a la
cultura europea y a los territorios americanos recién descubiertos, a los que las
novedades renacentistas llegaron tardíamente. Su desarrollo coincidió con el inicio
de la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los estados europeos, los
viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América, la
descomposición del feudalismo, el ascenso de la burguesía y la afirmación
del capitalismo. Sin embargo, muchos de estos fenómenos rebasan por su
magnitud y mayor extensión en el tiempo el ámbito renacentista.
Características
El renacimiento italiano fue sobre todo un fenómeno urbano, un producto de las
ciudades que florecieron en el centro y norte de Italia, como Florencia, Ferrara,
Milán y Venecia, cuya riqueza financió los logros culturales renacentistas. Estas
mismas ciudades no eran producto del renacimiento, sino del periodo de gran
expansión económica y demográfica de los siglos XII y XIII. Los comerciantes
medievales italianos desarrollaron técnicas mercantiles y financieras como la
contabilidad o las letras de cambio. La creación de la deuda pública (concepto
desconocido en épocas pasadas) permitió a esas ciudades financiar su expansión
territorial mediante la conquista militar. Sus mercaderes controlaron el comercio y
las finanzas europeas; esta fluida sociedad mercantil contrastaba claramente con
la sociedad rural de la Europa medieval. Era una sociedad menos jerárquica y más
preocupada por sus objetivos seculares.

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