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EL MINISTERIO PASTORAL

Uno de los grandes ministerios de la iglesia, sin duda es el pastoral. La misma palabra “pastor”
encierra un gran simbolismo que habla de la importantísima labor de este noble ministerio: Uno
que apacienta.

Importancia Del Ministerio Pastoral.


Desde el comienzo de la iglesia el ministerio pastoral ha desempeñado una función vital en el
desarrollo de la obra de Dios. Cuando la misión evangelística de la iglesia fue despertada en
Pentecostés esparciéndose en Judea, Samaria y las naciones vecinas, dejando al paso de los
evangelizadores una gran cantidad de nuevos creyentes; fue el ministerio pastoral el que les dio
sustento a la permanencia en el camino de la fe a los muchos creyentes que produjo la
evangelización. Y podemos decir que el ministerio pastoral debe su mayor importancia al hecho de
proporcionar cuidado espiritual permanente a los creyentes.

La labor complementaria del ministerio pastoral.


Los ministerios son complementarios, ningún ministerio es superior a otro, sino que cada
ministerio se complementa con los demás para llevar a cabo la obra de Dios en, y a través de los
creyentes, de forma efectiva. De tal manera que nadie que ejerza un ministerio puede ignorar que
es un miembro con una función en beneficio de todo el cuerpo de creyentes. Así que cuando
hablamos de la importancia del ministerio pastoral, no lo estamos poniendo por encima de ningún
otro ministerio, pero sí estamos poniendo de relieve que su función es de suma importancia para
el desarrollo de la iglesia. La palabra de Dios dice:”sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien
concertado unido entre si por las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad
propia de cada miembro, recibe su crecimiento para irse edificando en amor.” (Efesios 4:15,16).

Sin la importante complementación del ministerio pastoral, todo aquel gigantesco esfuerzo de la
evangelización habría perdido sus frutos; haciendo vano todo su esfuerzo. En nuestro tiempo, tal
como entonces, el ministerio pastoral desempeña una labor tan destacada que ha llegado a ser,
por momentos, el pilar más importante de la iglesia.

Característica Especial Del Ministerio Pastoral.


El ministerio pastoral se destaca por su amor y dedicación especial al cuidado de las almas. El
Señor Jesucristo destaca esta característica especial del pastor cuando se identifica así mismo
como tal. Veamos: “Yo soy el buen Pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:9) La
función pastoral se ve grandemente dignificada por el hecho de que Cristo mismo es pastor (el
buen Pastor). La figura o desempeño pastoral de Cristo le sirve de ejemplo y parámetro al
ministerio pastoral de la iglesia. Lo anterior es cierto en todas las áreas del que hacer pastoral:
Dedicación, esfuerzo, humildad, integridad, amor, benignidad etc.

Pero para ejercer el ministerio pastoral es necesario un elemento vital: Ser constituido por Dios
como pastor. De ahí que todo ministro pastoral debe tener un llamado. Veamos:

El Llamado Pastoral: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,


evangelistas; a otros, pastores y maestros. A fin de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe
y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud
de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera por todo viento de
doctrina, por estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del
error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es,
Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado unido entre si por las coyunturas que se ayudan
mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para irse
edificando en amor.” (Efesios 4:11-16) Como vemos, nadie puede arrogarse el derecho de llamarse
pastor sin ser llamado por Dios. Este principio es importante tanto para el ministro, como para los
creyentes; pues la base de la autoridad del ministro la constituye su llamamiento.

La importancia del llamamiento:


El llamado es importante para el ministro; por cuanto su trabajo es de carácter espiritual, por
ende, debe tener una capacitación espiritual para llevar a cabo su misión de forma efectiva. La
capacitación de la que hablamos no puede obtenerse de fuentes humanas; sino por fuente
sobrenatural y espiritual. Dicho de otro modo: La capacitación espiritual del ministerio pastoral,
viene con la impartición de la unción del Espíritu Santo que se da en el llamamiento.
La unción impartida en el llamamiento es de suma importancia por muchas razones, entre las
cuales están:

1) El pastor necesita sabiduría espiritual.


Como sabemos, la sabiduría espiritual no puede obtenerse en los seminarios; es más bien el
Espíritu de Dios que nos ministra este don. De tal manera que si se ejerce el pastorado sin
llamamiento; el pastor carecerá de este imprescindible don.

2) El pastor debe permanecer fiel al llamado.


Esta razón hace de suma importancia el llamado; pues el ministerio no es temporal, sino
permanente. La iglesia del Señor ha sufrido grandes daños por causa de la ausencia de llamado en
muchos de los pastores que se dedican al ministerio. El ministerio pastoral es uno de los más
sufridos; por tal motivo se hace imprescindible la fuerza sobrehumana que trae la unción
ministerial del llamado. Cuando un pastor sin llamado tiene que enfrentar momentos de gran
prueba; sea esta espiritual, mental, emocional o financiera; dejará el pastorado sin mayores
consideraciones para con la iglesia o para con Dios. – ver: Juan 10:12,13. Tal actitud no es posible
para un pastor con llamado; porque aunque se vea fuertemente tentado a dejar el ministerio, no
lo hará definitivamente por razón de su llamado.

La razón más importante por la cual un pastor llamado por Dios no puede dejar el ministerio; es
por el hecho de que el don y el llamamiento Dios se ligan fuertemente y de manera muy profunda
en el espíritu del ministro, de donde no podrá arrancarlos. Acerca de este principio, pero en
relación con un profeta llamado por Dios, el cual atravesó en su ministerio grandes y continuas
pruebas, y en el clímax de sus angustias por causa del ministerio; las escrituras dicen: “Me
sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; mas fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido
escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y
destrucción, porque la palabra de Jehová me ha sido por afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me
acordaré mas de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un
fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo y no pude”. (Jeremías 20:7-9) Las escrituras
dejan ver con claridad la gran angustia del siervo de Dios; o dicho de un modo más actual; la gran
depresión del siervo de Dios, la cual era tan intensa que deseaba morir; al punto de maldecir la
hora y el día en que nació (vea Jeremías 20:14-18) Podemos ver la terrible y profunda angustia del
ministro; no obstante, era más fuerte y profundo el fuego del llamamiento dentro de su ser – “no
obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos” -. Si el pastor no
tiene el fuego del llamamiento de Dios metido profundamente en su corazón y sus huesos, no
podrá hacer frente a las profundas crisis de su invaluable misión; porque vendrá tiempo donde el
sufrimiento y la adversidad cavarán tan profundo en su ser que si el amor por Dios no está más
profundo que el amor por sí mismo; y si la pasión por el ministerio, no es más fuerte y profunda
que el anhelo por su propia paz y tranquilidad; entonces la adversidad desarraigará el ministerio
de su vida.

Hay, además, otra verdad bíblica en la cual nos basamos para decir que un ministro con llamado
no podrá dejar de forma definitiva su ministerio: “Porque irrevocable son los dones y el
llamamiento de Dios” (Romanos 11:29) Es importante notar que la pasión por el ministerio no
proviene del corazón del hombre, sino de la acción de Dios; el cual ha designado al que llamo y
que poderosamente le inquieta a cumplir su misión. Jeremías lo dice de este modo: “Me sedujiste,
oh Jehová, y fui seducido; mas fuerte fuiste que yo, y me venciste”.

La seducción al ministerio: (“Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido”) El profeta Jeremías aporta
un fuerte matiz al llamamiento cuando introduce su alegato en forma de queja y a causa del
sufrimiento que le trajo. Él usa la palabra “seducción”. Esa palabra es la que se usaba para
referirse a la conquista de una virgen mediante el engaño. (Éxodo 22:16). Y es también la que se
uso para referirse al espíritu mentiroso que engaño a Acab. (1 Reyes 22:20-22) El profeta no está
diciendo concretamente que Dios lo engañó; más bien es una expresión de ironía; pues el amor
que le inspiró al ministerio, y que se supone le traería dicha; ahora le es por afrenta y no por
felicidad. El enamoramiento que en el principio sentimos por el ministerio, ha de provenir de Dios;
porque si no proviene de él, sino que proviene de nosotros mismos o de otros intereses; no podrá
resistir la adversidad. Es lamentable que algunos pastores se lanzan al ministerio, seducidos por un
falso amor que proviene de si mismos o de otros intereses, y que cuando vienen las pruebas dejan
el campo abandonado; pues se dan cuenta que como dice el refrán: No es lo mismo verla venir
que conversar con ella.

El apasionamiento por el ministerio: “mas fuerte fuiste que yo, y me venciste”


De igual modo ocurre con el apasionamiento por el ministerio: La pasión por el ministerio ha de
provenir de Dios, a través del influjo de la unción por el Espíritu de Dios; y no del corazón humano.
Toda pasión que surge únicamente del corazón humano, no puede ser tenida como fiel para ser
confiable testimonio de inmutabilidad y permanencia. A cerca de lo incierto de las pasiones del
corazón humano, la palabra de Dios dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas…”
(Jeremías 17:9) Cuando es el verdadero fuego de Dios al que llamamos pasión, el que está dentro
del ministro; los propósitos de Dios serán mucho más fuertes que la adversidad; y el ministro no
será vencido del deseo de renuncia; sino que el fuego del llamamiento de Dios vencerá al ministro,
haciéndolo permanecer en el ministerio. (“Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; mas fuerte
fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque
cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción, porque la palabra de Jehová me ha
sido por afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su
nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de
sufrirlo y no pude”) (Jeremías 20:7-9) Como podemos notar en el pasaje antes referido: El fuego
del llamamiento de Dios ardía de forma activa y profunda dentro del corazón del ministro; hasta
alcanzar todo lo más profundo de su ser; hasta estar metido en sus huesos. Ciertamente el fuego
de la adversidad quemaba con angustia su fragilidad humana; no obstante, el fuego ardiente de
Dios era más fuerte en su ser, prevaleciendo sobre la adversidad.
La maravilla de la zarza ardiendo:
Puede ser que las consideraciones acerca de lo sufrido del ministerio pastoral tiendan a desalentar
a aquellos que piensen dedicarse al pastorado; porque si es tan difícil ¿Quién querrá dedicarse a
el? No obstante, es necesario entender que si Dios te llamó; él es poderoso para sostenerte en la
adversidad.

Cuando Moisés pastoreaba las ovejas de su suegro en el desierto, se encontró con la presencia de
Dios. -Moisés pastoreaba ovejas; pero Dios quería hacerle pastor de hombres-, y en su encuentro
con Dios, las sagradas escrituras nos dejan ver un evento sobrenatural y maravilloso ante los ojos
de Moisés: “Una zarza que ardía y no se consumía” (Éxodo 3:1-4) Esa visión sorprendente y
maravillosa, nos habla de una poderosa verdad que está estrictamente ligada al llamamiento
ministerial, y que tiene que ver con la debilidad humana y el maravilloso y sorprendente poder de
Dios obrando a través de ella. Aquella visión maravillosa atrajo la atención de Moisés. Y en su
mente acostumbrada a pensar de forma lógica y natural; no podía entender como una frágil zarza
que ardía en medio del intenso y abrasador calor del desierto, no se consumía. Lo lógico y lo
normal es que se quemara por completo hasta consumirse, quedando reducida a ceniza y
desaparecer empujada por el viento del desierto. Ciertamente, las muchas e intensas pruebas del
ministerio pastoral, angustian y deprimen al ministro; quemando abrasadoramente la debilidad
humana. Y lo lógico y lo normal es que la adversidad nos consuma por completo. Pero lo
maravilloso es que el que tiene el fuego y el poder del llamamiento de Dios no será consumido por
el fuego de la prueba; sino que la maravillosa presencia de Dios, su gracia y su favor le sostendrán.
Así que, el ministro que se sostiene firme en medio de la adversidad ardiente; es la zarza que arde
y no se consume. Y esto es el mayor testimonio del poder y la presencia de Dios en su ministerio.

La Forma Negativa de ver el Ministerio:


En el presente hay una forma negativa de ver la adversidad que es propia del ministerio pastoral:
Muchos ministros están desalentando a los creyentes para que no se dediquen al pastorado. Es
muy lamentable que aun a sus consiervos en ejercicio les estén desanimando por causa del
sufrimiento del ministerio. Otro gran mal, en este sentido, es el desaliento que de modo muy
abierto, los pastores están inculcando a sus hijos para que aborrezcan el ministerio pastoral como
vocación de sus vidas. En contraste con esa actitud, el Apóstol Pablo alienta a aquellos que quieren
dedicarse al ministerio pastoral, diciéndoles: “Palabra fiel: Si alguno anhela dedicarse al ministerio
del cuidado de las almas, buena obra desea” (1 Timoteo 3:1) Este aborrecimiento del ministerio
pastoral se constituye en un gran mal para la obra de Dios. Debemos entender que el ministerio
pastoral es un diseño de Dios para su obra en el mundo, y que al enseñar a aborrecer el ministerio;
estamos actuando en total oposición a la voluntad de Dios. Al actuar de forma negativa ante la
adversidad ministerial; desalentando y enseñando a aborrecer el llamado al ministerio pastoral,
estamos ofendiendo la autoridad de Dios; porque nos estamos oponiendo a su voluntad y
designios, y nos estamos convirtiendo en adversarios de Dios. Nuestro deber como servidores de
Dios, es contribuir con sus planes y sus propósitos. En este sentido, debemos mostrar a aquellos
posibles candidatos al ministerio, esta verdad que descubrió Moisés: Que el fuego no quema la
frágil zarza al arder cuando Dios está en medio de ella: Que la presencia de Dios es suficiente para
sostenernos en medio de la angustia, el dolor, la escasez y la depresión sin ser destruidos. En este
sentido, lo que resta decir es: Si te dedicas al ministerio pastoral, asegúrate de haber sido llamado
por Dios. Y sobre todo, asegúrate que Dios se encuentre presente en todo momento de tu
ministerio; y más aun, en los momentos de prueba y de debilidad. (Filipenses 4:12,13) (2 Corintios
12:8-10)
La Integridad del Ministro:
La principal característica de un ministro del Señor es su carácter cristiano. El Señor Jesucristo nos
advierte acerca de cómo poder identificar a quienes son genuina mente ministros de Dios y a
quienes no lo son, usando este principio del carácter. Él dice: “Guardaos de los falsos profetas, que
vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los
conoceréis, ¿A caso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da
buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el
árbol malo dar frutos buenos” (Mateo 7:15-18) En este texto de las palabras de nuestro Señor
Jesucristo, y en muchos otros (ver hechos 20:29; ROM. 16:17,18; GAL. 6:12,13; 2º Ped. 2:1-3) La
Palabra de Dios nos advierte a cerca de las apariencias exteriores de virtud y del verdadero
carácter interior impío de algunos llamados ministros. No podemos juzgar correctamente la obra
de un ministerio sin detenernos a escudriñar el verdadero carácter y las obras personales del
“ministro”.

El Pastor ha de ser Ejemplo de Virtud: (Tito 2:7) Si el “ministro” no es integro en su vida personal;
sino que es deshonesto y falto de las virtudes del carácter de Cristo; su llamamiento muy
probablemente no sea verdadero; porque “un árbol malo no puede dar frutos buenos”.

Podemos decir, a la luz del “principio de la integridad”, que un verdadero pastor de la iglesia de
Jesucristo es lleno de las virtudes del Señor, y será, por tanto: una persona santa, humilde,
misericordiosa, recta, justa y afable; no será iracundo, arrogante, ni impuro en ninguno de sus
actos, sean estos públicos o privados. Con la anterior declaración no se quiere decir que un
ministro del Señor no puede pecar, o que al pecar invalida toda su obra ministerial. La palabra del
Señor (La Biblia) registra el pecado de verdaderos siervos del Señor sin que esto desautorice su
obra. Sin embargo, ha de aclararse que el pecado de dichos servidores del Señor no es el carácter
habitual de sus vidas; es más bien una excepción. Aun así, es de suma importancia que la iglesia
conozca a ciencia cierta quién es el pastor como persona, a fin de poder aceptar y “juzgar”
adecuadamente el ministerio de dicho pastor. En este tiempo cobra especial valor este principio,
porque muchos se han dedicado al pastorado por intereses personales y no por vocación y
llamado. Esto ha traído grandes daños a la iglesia del Señor. Son muchos los intereses que han
motivado a quienes se dedican al pastorado sin ser llamados por Dios: Por ganancia deshonesta,
por fama, como forma de sustento económico etc. Pero lo más lamentable de todo, es la falta de
integridad y virtudes cristianas en la conducta de de muchos de ellos. Eso ha provocado lesiones
serias a la iglesia: Adulterios de dichos pastores, defraudación financiera, descuido de la salud
espiritual de los creyentes, y en muchos casos, la introducción de doctrinas erróneas y destructivas
en la iglesia. Todo ello ha provocado un mal ambiente para el ejercicio legítimo del ministerio y
una mala imagen del mismo dentro de la iglesia. Ese mal ambiente y daño de la imagen del
pastorado se ha extendido al mundo; es decir, fuera de la iglesia, en los no creyentes; afectando
así la credibilidad del ministro y de la iglesia, y por ende, la misión de ésta. Conviene, entonces,
saber identificar a un verdadero pastor, y para tal efecto, recordar la Regla: “Por sus frutos los
conoceréis”.

Características Pastorales:
1. El pastor ha de ser conforme al corazón de Dios. (Jeremías 3:15)

2. El pastor debe realizar su labor con ciencia e inteligencia espiritual. (Jeremías 3:15)
3. El pastor busca y cura la oveja perdida. (Lucas 15:4.5)

4. El amor a nuestro Señor Jesucristo es la principal motivación del pastor para realizar su obra.
(Juan 21:15-17) Si la motivación del pastor no es el amor a Cristo, sino que lo motiva los intereses
económicos, tarde o temprano la iglesia sufrirá las consecuencias: (Juan 10:7-13) El que no es un
verdadero pastor; motivado por el amor de Dios y el llamamiento, sino que su interés es el lucro
personal; se constituye en un alto riesgo para la iglesia. Nuestro Señor Jesucristo llama a tales
personas con el calificativo de: “Ladrones y salteadores”.

5. El pastor hace su labor con gozo. (Lucas 15:4.5) Ciertamente el ejercicio pastoral ha de hacerse
con gozo para que traiga beneficios tanto al pastor como a las ovejas. No obstante, hay actitudes
muy negativas de los creyentes que traen descontento y queja al corazón de los pastores. El
ejercicio gozoso del ministerio pastoral trae gran bendición a la iglesia; porque redunda en
acciones de gracias delante de Dios, y esto ciñe el favor y la gracia de Dios a la iglesia. La
obediencia y la sujeción de las ovejas juegan un destacado papel en el gozo con que el ministro
hace su labor.(Hebreos 13:17) Si la iglesia quiere disfrutar en abundancia de la bendición que trae
la ministración del ejercicio pastoral; ha de tener en alta estima al ministro (Pastor) y debe por
tanto, obedecerle y sujetarse a el por la autoridad delegada por Dios en el ministro. Esto, en el
entendido de que el pastor esté apegado a la doctrina del Señor.

Otras importantes características de un pastor las encontramos en pasajes de las escrituras donde
el apóstol Pablo aconseja a aquellos que pastoreaban en su tiempo: 1 Timoteo 3:1-7 Tito 1:5-9.

Dones Complementarios Del Ministerio Pastoral:


El ministerio pastoral tiene muchas tareas que realizar, que no serían efectivas sin la manifestación
de los dones complementarios del ejercicio ministerial del pastorado. Veamos a continuación los
dones complementarios del pastorado:

1. Don de sabiduría. (Jeremías 3:15)


El aprovechamiento práctico del don de sabiduría tiene lugar en la tarea pastoral de aconsejar. Sin
el don de sabiduría, la conserjería es deficiente y peligrosa; porque se puede caer en muchos
yerros que pueden traer daños que afecten tanto al pastor como a las ovejas.

2. Don de exhortación. (Tito 2:1-15)


Exhortar es una tarea importantísima del pastorado. La exhortación es una tarea que demanda
gran parte del tiempo del ministerio pastoral. Esta tarea podría ser agotadora y desalentadora, y si
el pastor no la lleva a cabo con las virtudes espirituales del don de exhortación, podría ser nociva,
en vez de edificante.

3. Don de presidir: “Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le
siguen, porque conocen su voz” (Juan 10:4) Una función importante del pastor es ser guía para las
ovejas, y en esta función que es básicamente de liderazgo, el pastor necesita la virtud espiritual del
don de presidir; que es un don de liderazgo.

4. Don de enseñanza. Otra labor destacada del ministerio pastoral es la de enseñar. Por ello, el
don de enseñanza es parte fundamental en el ministerio de un pastor.

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