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Este tipo de agricultura proporciona una amplia variedad tanto de alimentos procedentes de
distintos cultivos (granos, hortalizas, frutas...) y animales (ganado menor: aves, conejos, cabras,
cerdos, peces…) como de productos no alimentarios: plantas aromáticas, ornamentales o leña
(silvicultura).
– Salud y nutrición.
Sin embargo una vez satisfechas las necesidades primarias, aparecen otras que están implícitas
en un nuevo discurso que reivindica más calidad de vida en las ciudades, la sostenibilidad
medioambiental y la integración social. Todo esto está relacionado con la inmigración hacia las
ciudades y con la densificación de éstas; con nuevas exigencias, como la de estar en contacto
con la naturaleza y consumir productos naturales, y también con experiencias como las de los
huertos urbanos.
Para que se haya producido esta nueva actitud, la información y la concienciación han sido
clave. El interés por alimentos libres de componentes sintéticos y que promueven el equilibrio
del ecosistema ha puesto de manifiesto que la agricultura comercial y a gran escala, forma parte
de sistemas agrarios que a partir de la "revolución verde" incrementaron de forma
descontrolada la energía externa, representada principalmente por los agro tóxicos y
fertilizantes, y que esto ha reducido drásticamente la eficiencia de los suelos y la disminución de
la calidad de los alimentos. Un informe de la Comisión Europea demuestra que el consumo de
productos ecológicos está creciendo a tasas anuales próximas al diez por ciento en los
principales países miembros[46].
En este sentido son importantes los movimientos urbanos alternativos y contraculturales que
reivindican una sociedad más justa y más respetuosa con el medioambiente, como el
Movimiento 15 M que se inició en Madrid en la Puerta del Sol el 15 de mayo de 2011. Extendido
por la mayoría de las ciudades españolas y contando con el apoyo de organizaciones sociales
como las asociaciones de vecinos (AA.VV.), grupos de ecologistas y anti-sistema, como los
denominados okupas, estos movimientos promovieron, durante sus acampadas, charlas y
talleres, y construyeron colectivamente, en medio de la Puerta del Sol en Madrid y en los
jardines de la Plaza Cataluña en Barcelona, huertos urbanos (figuras 5 y 6). Conocidos como
"huertos de los indignados", simbolizaron, según sus organizadores, por un lado, la necesidad
de que se introduzcan las cuestiones ambientales en el centro de la agenda política; y por otro,
representaron la posibilidad de crear nuevas zonas verdes que diversificaran el paisaje urbano
y promovieran espacios interclasistas e intergeneracionales de encuentro y participación
ciudadana, además de ser una herramienta para promover la educación ambiental[48].
Figuras 5 y 6. Fotos de huertos construidos en las acampadas del Movimiento M 15 de Madrid (a izquierda) y Barcelona (a derecha)
Apuntando en esta dirección, en Europa también aumenta el interés y se amplían las áreas
destinadas a los huertos particulares y comunitarios en las ciudades. Principalmente por la
preocupación por hábitos saludables y la necesidad de estar en contacto con áreas verdes,
donde los índices de CO2 son ínfimos o inexistentes, donde abunda el O2, como en los bosques,
jardines y huertos; y que está asociada a dos tipos fundamentales de proyectos. En uno está
presente la educación ambiental y el aprendizaje sobre los ciclos productivos en los que
participan niños y jóvenes; el otro está relacionado con el ocio y la posibilidad de relacionarse y
de asociarse mediante diversas actividades realizadas paralelamente a las prácticas agrícolas,
como reuniones sociales, comidas y fiestas. En ambos casos, están implícitos, la producción de
alimentos de calidad con bajo coste y el compromiso medioambiental.
PAREDES VERDES
Una pared de cultivo o pared verde es una especie
de jardín de construcción vertical. En las paredes de
cultivo, las plantas se enraízan en compartimientos, entre
dos láminas de material fibroso anclado a la pared. El
suministro de agua requerido se provee entre las láminas,
mediante un sistema de tubería adecuado.
1. Intensivos
2. Semi-intensivos
3. Extensivos
La clasificación se hace, según sea la profundidad del medio de cultivo y del grado de
mantenimiento requerido.
Cuando se requiere de un espesor de suelo considerable (1 metro o más) para cultivar plantas
grandes o arboles; así como césped, flores y hortalizas de la manera tradicional; se considera al
techo verde como un sistema de cultivo intensivo por el trabajo
que requiere, además de la irrigación, el abono y otros cuidados.
Los techos verdes semi-intensivos son una ponderación entre ambos extremos, se construyen
sobre capas de suelo de mediano espesor (50cm a 1m) con substratos que pueden ser tanto
minerales como orgánicos; por lo general, se utilizan ambos.
Como distinción importante, los techos verdes semi-intensivos pueden ser horizontales o
con pendiente.
El declive en los techos verdes con pendiente reduce el riesgo de un mal drenaje del agua. Por
otro lado, presenta mayores problemas para mantener húmeda la tierra (escurrimiento).
Los techos verdes horizontales se prestan para una mayor variabilidad de diseño e ideas.
MEDIO AMBIENTE SANO Y LIMPIO ASOCIAR LA GESTIÓN DE DESECHOS A
LA HORTICULTURA AYUDA A MANTENER LIMPIO EL MEDIO AMBIENTE
URBANO, A REDUCIR LOS PELIGROS PARA LA SALUD E IMPULSAR LA
PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS FRESCOS
L a contaminación en las ciudades que se extienden rápidamente plantea una seria amenaza
para la salud pública. La falta de sistemas de drenaje adecuados y plantas para el tratamiento
de aguas residuales hace que muchas ciudades descarguen a diario enormes volúmenes de
desechos humanos brutos y efluentes industriales en el medio ambiente.
Crear las condiciones para que se realice ese potencial –en Kinshasa, Dhaka y otras ciudades y
centros urbanos en crecimiento del mundo en desarrollo‒ es decisivo ahora y lo será en los
próximos decenios. El reto estriba en desviar la urbanización de su rumbo actual, insostenible,
y dirigirla hacia ciudades más verdes, sostenibles, que ofrezcan opciones, oportunidades y
esperanza a sus habitantes.
Si bien la población urbana pobre, en particular los que llegan desde las zonas rurales, practican
la horticultura desde hace mucho tiempo como medio de subsistencia y estrategia de
supervivencia, en muchos países una gran parte de este sector está fuera de la economía oficial,
suele ser precario y en ocasiones ilegal.
Pero esto está cambiando aceleradamente. En los últimos 10 años, los gobiernos de 20 países
han buscado la ayuda de la FAO para eliminar obstáculos y dar incentivos, insumos y
capacitación a «agricultores urbanos» de bajos ingresos, de las metrópolis en expansión del
África occidental y central hasta los barrios de bajos ingresos de Managua, Caracas y Bogotá.