Sunteți pe pagina 1din 2

Educar a pre escolares para disminuir la brecha de género en ciencias

por Daniela Pinto Ortega 14 febrero, 2018

En 2017 la revista Science publicó un artículo que explicaba que a los 6 años las niñas ya se sentían
menos brillantes que sus compañeros en ciencias y en matemáticas, dejando ver la importancia de la
educación en la primera infancia. En Chile la participación femenina en ciencias se condice con el
hallazgo de Science, mostrando una baja en la participación de mujeres en esa área respecto a los
hombres.
Fue un estudio en el que participaron 400 niños y niñas. Se les hicieron tres pruebas, entre ellas una
en que se les pedía que identificaran como hombre o mujer a una persona muy brillante que
protagonizaba una historia. A medida que avanzaban en edad, más niñas atribuían el sexo masculino
al personaje, y menos niños lo hacían al femenino. Según el estudio, esa tendencia se acentúa a medida
que continúa el crecimiento.
Se trata de una idea implantada que desde la más temprana infancia causa que, por ejemplo, en el
último Congreso Futuro celebrado en enero, fuera todo un logro llegar a un 40% de expositoras. O
que desde 1903, solo 17 mujeres han ganado un premio Nobel en física, química o medicina. O que
apenas un 35% de los estudiantes universitarios de carreras ligadas a las ciencias, la tecnología, la
ingeniería y las matemáticas del mundo, sean mujeres. Las cifras pueden seguir, pero el resultado es
el mismo. Hay menos mujeres en ciencias.
En un informe de la UNESCO de 2017, la organización respalda lo publicado por la revista Science,
afirmando que en la adolescencia la tendencia se exacerba. También resalta que solo el 28% de los
investigadores a nivel mundial corresponde a mujeres. La principal causa para explicar este fenómeno
es la cultura: se asume que ciertas áreas son más masculinas, y los niños y niñas van internalizando
esa noción a medida que crecen.
"Las niñas, desde pequeñas, pueden percibir que la competitividad, por ejemplo, es una cualidad que
se ve positiva en los hombres pero no tanto en las mujeres", explica la directora del Núcleo Milenio
de Formación Planetaria, Amelia Bayo. También recuerda que cuando ella iba al colegio, sus
profesores incentivaban la competitividad en el área deportiva de igual manera para todos los niños
y niñas. "Yo creo que eso hacía que en clase no tuviéramos ningún miedo a destacar", afirma Bayo.

Los primeros años


Hace dos años un grupo de mamás notaron las falencias que había en la educación temprana y
formaron la Fundación Creando Curiosos. Desde entonces han trabajado en proyectos para estimular
el aprendizaje desde la experiencia y la curiosidad propia de los más pequeños. La formación de
científicos no es el propósito de la organización, pero desde ahí parten sus programas.
"Creemos que es una deuda que tenemos con la primera infancia, y que puede marcar el desarrollo
de una buena educación, de calidad, en los niños", dice Marcela Colombres, directora científica de la
Fundación Creando Curiosos, y miembro del directorio de la Fundación Ecoscience.
El primer proyecto de la institución fue un animalario de fauna chilena. La idea era abarcar la ciencia
ligándola con el arte. Para el equipo de Creando Curiosos ambas áreas tienen mucho en común porque
involucran imaginación y trabajo en equipo.

La curiosidad como arma


"La idea es motivarlos a que ellos quieran inventar, crear y cuestionarse. Lo que queremos es fomentar
las habilidades del siglo XXI en los niños, de la manera más temprana posible", indica Colombres.
La directora científica de Creando Curiosos cree que potenciando las habilidades innatas de los niños
y niñas desde la primera infancia, incentivándolos a seguir sus intereses personales, se pueden
combatir los prejuicios que alejan a las niñas de la ciencia. Y Amelia Bayo concuerda con ella.
"No solo creo que podamos revertir la brecha de género aportando desde la educación temprana, sino
que creo que es la única manera de hecho", afirma Bayo. "Conseguir que las niñas vean que son igual
de capaces intelectualmente que los niños, y que deben elegir los desafíos intelectuales de acuerdo a
sus gustos y capacidades y no a su género, es tremendamente importante", agrega.

Los adultos somos responsables


La educación es algo colaborativo de todos los agentes de la sociedad. En el informe de la UNESCO
se acentúa la importancia de la actitud de los profesores hacia sus alumnos para evitar que niños y
niñas se apropien del prejuicio de que las ciencias son un tema masculino. Se detalla que incluso los
educadores de párvulo tienden a evaluar mejor el trabajo científico de los niños que de las niñas,
aunque tengan un desempeño similar.
"Durante bastante tiempo levantamos las necesidades de las educadoras de la primera infancia, y ellas
mencionaban mucho las falencias que habían en la educación temprana en ciencias. Si bien ellas
reconocían todo el desarrollo cognitivo y emocional que puede generar en los niños la educación de
ciencia temprana, no tenían las herramientas, no tenían la preparación", cuenta Colombres de su
experiencia formando proyectos pedagógicos con los colegios. Afirma que desde las mallas
curriculares de las carreras de educación se pasa por alto la formación científica de niños y niñas. La
directora científica de Creando Curiosos afirma que algunas universidades ni siquiera contemplan la
enseñanza científica en educación de párvulos.
Pero el colegio no es la única causa ni responsable de que las niñas se auto marginen de las ciencias.
Las familias y el ambiente que proporcionen son fundamentales. "Contarle un cuento a tu hijo nunca
va a perder la importancia y la valoración de lo que es para un niño acostarse con su mamá, con su
papá al lado", dice Colombres.

En Creando Curiosos enfatizan la importancia de aprovechar todos los recursos posibles para
incentivar la curiosidad de niños y niñas. Ven la naturaleza como elemento esencial en la educación
y destacan programas como Ecología en tu Patio y Patio Vivo en escuelas vulnerables.
"Esas son maneras creativas y que no necesitan tantos recursos, podemos mejorar de manera
significativa este ambiente enriquecido para los niños", afirma Colombres.

Adaptarse al niño
"Tener inclusión de las niñas en las ciencias no debería de ir en detrimento de los niños que quieran
y se esfuercen por ser buenos en ciencias", afirma Bayo. La idea es que, sin importar el sexo, cada
uno se pueda desenvolver en el sector que más le apasione, sin presiones sociales asociadas a lo
femenino o lo masculino.
"Si un niño está encantado con los dinosaurios, probablemente para él va a ser mucho más fácil
aprender la lectura a través de imágenes o primeras palabras con dinosaurios, que con otras que no le
interesan. Hay que aprovechar esa curiosidad natural de los niños por un tema. Eso puede gatillar
después aprender otras áreas del conocimiento", explica la directora científica de Creando Curiosos.
Colombres es enfática en que la educación científica temprana no debe entenderse como un medio
para formar científicos, sino como una forma de incentivar un aprendizaje creativo que permita a cada
niño y niña decidir a qué área dedicarse según sus propios intereses, en vez de prejuicios culturales.

S-ar putea să vă placă și