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La fórmula más famosa de Albert Einstein es E = m·c².

La energía es igual a la masa


multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz. En resumen, significa que la materia no
es más que una forma de energía, descubrimiento que tuvo (y tiene) unas consecuencias
impactantes en el mundo de la Física.

La fórmula además indica que desintegrando cantidades muy pequeñas de materia podemos
conseguir grandes cantidades de energía. Esto abrió el camino a la era nuclear. En
las reacciones nucleares, parte de la materia se convierte en energía, por ejemplo, en forma
de fotones de rayos gamma (los fotones, por definición, no tienen masa).

La Humanidad ha conseguido dominar las reacciones nucleares de fisión y fusión con fines
destructivos (bomba atómica y bomba H, respectivamente), pero para aplicaciones pacíficas
(energía nuclear) sólo la de fisión es viable en la actualidad.

Hagámonos la pregunta, ¿es posible recorrer el camino inverso y convertir energía en


materia?

La respuesta, evidentemente, es que sí. ¿Por qué no? Sólo hay un ‘pequeño’ detalle. Una
ínfima cantidad de masa produce una cantidad ingente de energía. Un gramo de materia
desintegrada produciría (basta aplicar la fórmula) aproximadamente 90 Tera julios. Esto son
unos 25 millones de kilovatios-hora. Con esta energía, podríamos hacer lucir una bombilla de
100 vatios durante 285siglos.

Pero al convertir energía en materia todo funciona al revés. Necesitamos una cantidad de
energía espectacular para producir una cantidad de materia pequeñísima. Por ejemplo, un
fotón gamma muy energético puede dar lugar a un electrón y un positrón (siendo la masa de
ambos ridícula).

Podemos, por tanto, producir partículas subatómicas a partir de energía, pero sólo tiene
interés a nivel científico, experimental. De hecho, sólo podemos obtener partículas sueltas.
Sería imposible obtener un ‘pedazo’ de materia de un gramo, ya que deberíamos concentrar
toda esa descomunal energía (90 Tera julios) en un sólo punto.

Se supone que toda la materia del Universo se originó a partir de energía, pero
evidentemente en unas condiciones imposibles de reproducir sobre la faz de la Tierra. En
general, aunque la energía no se crea ni se destruye sino que se transforma (considerando la
materia como una forma de energía) no todas las transformaciones son igual de viables.

Por ejemplo, podemos convertir totalmente la energía mecánica en calor (al frenar un coche,
por ejemplo), pero no podemos transformar totalmente el calor en energía mecánica (esto
violaría las leyes de la Termodinámica). En el caso que nos ocupa, aunque los humanos
hayamos controlado el proceso de transformación de la materia en energía (¡todo un logro!), el
paso inverso es físicamente imposible para nosotros.

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