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En las Iluminaciones de Arthur Rimbaud, el título del poemario, es esencialmente

denotativo, remite a un objeto material común que parece resumir el contenido del poema
en prosa. Lo que cambia, siempre, es el punto de vista: el objeto iluminado se multiplica,
se transforma, se agiganta, acciones todas que suponen un movimiento en el origen del
cambio. Así, en "Los puentes", el carácter estático, pesadamente material de los puentes
pasa a un segundo plano ante la agitación general que anima todo el cuadro. Esta
sobreabundancia artificial de movimiento confiere irrealidad al título, cuyos puentes, tras
la conmoción y los cambios súbitos de perspectiva, son al final de la lectura simples
fragmentos de una "comedia" que un rayo de luz convierte en nada:

Percepción y movimiento

En “Los puentes”, el lector se encuentra con una imagen en movimiento que es


vista y relatada por alguien que no se manifiesta abiertamente pero que está ahí,
dirigiendo el lente de lo que se nos muestra, haciendo del texto un sustituto de sus
propios ojos que ven en una sola imagen la totalidad del movimiento. Pero para
reproducir la simultaneidad de la percepción visual, la escritura sólo posee los
medios propios de la lengua, que son sucesivos (se desenvuelven en el tiempo), y
que, por lo tanto, desarman la percepción subjetiva de lo dinámico en partes
continuadas. Esta desarticulación del movimiento en etapas progresivas debería
anular el dinamismo, pero esto, paradójicamente, no sucede en “Los puentes”
Entonces los medios textuales que construyen el movimiento están en otra parte.

La imagen es siempre invadida desde lo alto: se encuentra sin cesar en la visión


hacia la cúspide, un brazo de mar o algún abismo de espacio: estos abismos en lo
alto son las manifestaciones del vacío que sufre el espectáculo; que lo afecta y que
concluirá por devorarlo.

En resumen, el movimiento en “Los puentes” no es efecto de yuxtaposiciones verbales, o


de enumeraciones caóticas, o de la repetición, a la manera bíblica, de conectores, ni
siquiera del ritmo sacudido de las primeras frases: el dinamismo procede más bien del
tejido cohesivo del texto que alterna grupos de palabras que, al compartir semas en
común, se asemejan en su organización a los campos léxicos. Así, objetos que deberían
remitir a una realidad material, inerte, estática, son animados por un movimiento de arriba
abajo y de abajo arriba que se obtiene con:
a) el paso del plano horizontal al plano vertical y viceversa;
b) la gradación de verbos de movimiento descendente.

La alternancia de lo horizontal a lo vertical es consecuencia del movimiento hacia arriba


de las aguas significado por el campo léxico de verbos de movimiento ascendente. En
“Los puentes” sucede al revés: en el origen del movimiento está la alternancia de grupos
definidos de palabras con rasgos en común como [+horizontalidad] y [+verticalidad].
Paradójicamente, no son los verbos, cuyo contenido semántico suele tener una referencia
dinámico-temporal, quienes transmiten el movimiento, sino los sustantivos, por lo que se
modifica la correspondencia discursiva entre movimiento y verbo. Aun así, la presencia
de verbos de movimiento descendente mantiene “Los puentes” dentro de la usual
conjunción dinamismo-verbo.

En “Los puentes”, el movimiento surgido de la alternancia de los grupos antes vistos va


tiñendo de irrealidad el paisaje hasta hacerlo desaparecer. Este movimiento, además, tiene
su raíz física en la percepción de un sujeto poético y también, mucho más poderoso,
puesto que todo lo percibido sucede en su visión. Cuando su visión se agota (cuando el
autor decide agotarla), el mundo iluminado se apaga y el texto ya no dice nada más.

El movimiento general que la percepción inflige sobre las cosas produce una disolución
sucesiva de la materia. Esta disolución se manifiesta textualmente por medio de efectos
desrealizantes que afectan cada uno de los componentes del cuadro (sinécdoques,
gradaciones, mezcla de lo material con lo inmaterial, conversión de las formas en líneas,
abstracción). Los verbos de movimiento hacia abajo colaboran con este proceso al asociar
el descenso con la disminución material. El paisaje se desliza hacia abajo; el paisaje
desaparece bajo un rayo blanco que cae de arriba: atacado por una fuerza que lo hunde
desde alturas varias, por partes, su destrucción final se presenta como única conclusión
posible.

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