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Los pensamientos se exteriorizan y afectan al sujeto en el que se piensa.

La irradiación
telepsíquica es una subsecuencia de la actividad cerebral del espíritu humano.
Es una propiedad del pensamiento.

Todos imponemos nuestras exigencias y sugerencias de modo inconciente. Toda impresión


puede llegar a proyectarse sobre cualquier resolución. Lo más sabio es gobernar la emisión del
pensamiento
La obtención del resultado se basa en el deseo ardiente y prolongado de dichas emisiones para
despertar la disposición en el receptor.

Es necesario proporcionar la energía, duración y frecuencia a las resistencias que oponen las
características del destinatario.

Las emociones, sentimientos y deseos intensos son los que irradian con eficacia la influencia
invisible por lo que la imposición del pensamiento debe ir acompañada de este recurso.
También es necesario condensar esta energía para emitirla a alta tensión.

Analogía de radiotelefonía y telepsiquia


Con un dispositivo radiotelefónico se escucha en un local cerrado un evento lejano cuya
emisión atraviesa el espacio y la materia. Las ondas radiofónicas se transmiten por ondulación,
en la fuente de un agente lo bastante sutil para filtrarse a través de los cuerpos. Llamémosla
éter o x, impregna todas las cosas hasta el infinito y conduce las ondas radioeléctricas.

Cuando existe un aprecio mutuo entre dos personas (isotónico) se pueden reproducir las
emisiones emitidas de forma sintónica del uno al otro despertando pensamientos iguales. Esta
receptividad provoca la comunicación del pensamiento

Cuando el individuo a influenciar es heterotónico se debe realizar un tono de movimiento


psíquico superior a la fuerza del sujeto a través de varias sesiones, pues su tono de
movimiento se impondrá (sobre todo si el terreno psicológico es incompatible con el objeto de
las sugestiones)

La influencia exterior, luego de haber rozado, afectado y después impregnado, cada vez más el
espíritu, termina por predominar.

Las condiciones de eficiencia de la telepsiquia son:

Conviene expresar a través de imágenes lo que se desea sugerir. Es necesario imaginar lo que
se quisiera que tenga lugar.

La eficiencia del efecto + intención va de la mano de la visualización de las imágenes.

La energía de una emisión telepsíquica es igual al deseo que se tiene de afectar al sujeto. La
voluntad debe ser ardiente.

Una emisión diaria de una duración larga es mejor que dos emisiones diarias de duración
corta.

Cada emisión correcta siempre modifica las disposiciones morales del sujeto..

La modificación se afirma a medida que prosiguen las emisiones.


La principal condición de la eficiencia es la imperiosa aspiración en el resultado. La exaltación
del centro emocional se comunica al centro cerebral que irradia vibraciones con fuerza. La
imaginación metódica del resultado y la avidez de obtenerlo constituyen los dos factores más
importantes del éxito.

La dificultad consiste en hallar ese estado de vehemencia el tiempo necesario y anularlo hasta
la siguiente sesión, pues la persistencia de dicha vehemencia crea un agotamiento.

Eliphas Levi dice en su ritual de Alta Magia que para realizar prodigios es necesario hallarse
alejado de las condiciones ordinarias de la humanidad, abstraído por la sabiduría o exaltado
por la demencia.

Debemos preocuparnos, por lo menos, de evitar los tóxicos que desequilibran hasta alcanzar la
evolución que nos permita hallar la serenidad abstracta.

Para disponer de la reserva energética indispensable a la objetivación fácil de las imágenes y el


vigor de su emisión, es necesario seguir diariamente ciertas reglas de autodominio para
conquistar el pensamiento.

Primeras disposiciones para generar una influencia sobre alguien a su despecho:

Trazar un plan de trabajo detallado y reunir las indicaciones que sean de utilidad.

Establecer un momento del día para actuar en la acción proyectada. Dos horas son una buena
medida. Antes de acostarse es un buen momento.

Examinar la psicología individual del sujeto. Luego de cada emisión es preciso representar su
imagen para establecer la relación. La imagen constituye la personalidad moral y la apariencia
física.

Definir la finalidad con sus subsecuencias. Dar cuenta de las disposiciones morales en las que
debería hallarse el sujeto para actuar como deseamos teniendo en cuenta las impresiones,
emociones y pensamientos que se han de modificar.

Luego de haber apreciado el estado actual a la proyección, estudiar la evolución gradual.

Materializar en imágenes cinco o diez etapas de la evolución

Concentrar la atención en la 1° etapa. Tratar de imaginarse al sujeto tal como sería si la


hubiera recorrido. Buscar todas las consideraciones una vez transmitidas telepsíquicamente,
para transformar sus disposiciones presentes según las de la primera etapa.

Proceder del mismo modo en las demás etapas.

Dedicar en el plan de trabajo diez sesiones a la emisión de las sugestiones para el


cumplimiento de la primera etapa, diez sesiones a la segunda y así en todas las etapas.
Requiere de cierta práctica y sagacidad, su fin es hacer una representación completa de la
realización que tratamos de obtener.

El tiempo que se pasa en la meditación reflexiva y recogida de un plan es un comienzo de


acción, lejos de una demora. Es una orientación hacía una intención bien formulada.
Estamos en continua relación telepática con todos aquellos a quienes conocemos, pero la
relación se afirma con alguien desde el instante en el que pensamos larga y atentamente en él.

Por eso es importante la preparación, para afirmar la receptividad operador – sujeto.

El primero percibe vibraciones que provienen de la actividad mental del segundo, que es ahora
sensible para él.

Edificación de las imágenes

Para la acción telepsíquica son necesarias cuatro clases de imágenes:

La del sujeto

La del cumplimiento de lo que se desea.

La de los efectos sucesivos que la acción debe originar.

La del sujeto cuando experimenta las impresiones.

La 1 se utiliza del principio al final. La 2 se sobrepone luego de la invocación sucesiva de la 1 a


la 4.

Después del trabajo anterior, se destinan un número de sesiones a la edificación de imágenes,


lo más vívidas que sean posibles con el mismo aspecto de realidad y persistencia que la de los
sueños.

Si se persiste atentamente y se reiteran los ensayos no demora en manifestarse un progreso.


Podemos ejercitarnos con el siguiente entrenamiento:

Representarnos objetos sencillos al principio.

Prolongar la duración de cada representación.

Elaboración y condensación de la energía psíquica

Es la “sangre” la materia prima con la que se elabora el mecanismo nervioso y cerebral.


Cuando una sangre pura riega el cerebro, se piensa bien. De aquí la importancia de la
alimentación, respiración y circulación. Se considera al equilibrio del organismo el emisor de la
fuerza.

La dietética racional, la higiene respiratoria y vascular se imponen a todos los


experimentadores. Es la condición primordial de una buena elaboración energética

La carga de nuestros plexos se efectúa en el transcurso de la noche, en el sueño. Cuando el


sueño es bueno el despertar está acompañado de bienestar. Para lograr esto debemos reducir
al mínimo la energía nerviosa exigida.
Para lograrlo, en la noche, es necesaria la autovigilancia: actuar de modo reflexivo lejos de
toda espontaneidad.

Todo impulso a una manifestación exterior, todo llamado interior a una satisfacción sensorial,
emotiva o cerebral, traduce un ímpetu del idealismo nervioso que trata de exteriorizarse.
Ceder al impulso o satisfacer el deseo es dilapidar sin provecho esta energía que debería de ser
condensada. Cada vez que por aturdimiento se cede al deseo disminuyen las reservas
nerviosas.

La educación psíquica tiene por objeto:

Colocar a la sensibilidad, impresionabilidad, imaginación instintos e impulsos bajo el contralor


del pensamiento deliberado.

Desarrollar la atención, discernimiento, memoria y energía volitiva.

Afirmar la seguridad realizadora que es la confianza en uno mismo.

Gestionar el dinamismo cerebral para alcanzar el mayor rendimiento útil de las aptitudes y
facultades.

Paso 1: DISPOSICIÓN (disponibilización)

Las sustancias de efectos estimulantes exprimen el sistema nervioso, extrayendo la fuerza de


los plexos que se encontraba en reserva. Se debe hacer un empleo excepcional de ello y dar
rienda suelta a las emisiones e ímpetus centrífugos.
Inmediatamente después de haber absorbido el excitante escogido, es necesario orientar el
pensamiento hacia el objeto y recordar el interés que tenemos en el resultado, evocando
imágenes expresivas del motivo.
Cuando deseamos determinada reacción en alguien/algo hay dos tipos de
pensamiento/motivación:

Cuando mentalizamos nuestro deseo cumplido ardientemente (acudir al espíritu)

Cuando la imaginación apunta a lo desagradable del no cumplimiento del deseo (vibrar de


temor, rebeldía. Acudir a la memoria incompleta)

Estos deseos espontáneos deben ser voluntarios al comienzo de la sesión.


Si asalta el temor, conviene anotar el momento de ambos pensamientos para ponernos en la
condición de reconstruirlas.

Cada impresión sirve a exaltar al espíritu y hacer brotar impulsos poderosos de conciencia
dominadores y volitivos.
En la primera etapa debemos anotar estos 2 tipos de impresiones para repetir la mentalización
perfeccionando su dirección

Paso 2: RELACION

Para reforzar la relación psíquica, se debe evocar su imagen, representándolo de modo


viviente.
El estado de ardor cerebral previo (Paso 1: disposición) facilita las imágenes en relieve que son
necesarias haber vivido. La oscuridad y noche favorecen la creación de la imagen. El sueño
aumenta la receptividad, aunque el inconsciente de todos es receptivo al despertar y dormir,
se reacciona en la subconciencia en el trueque despierto-dormido.
A cualquier hora, desde que imaginamos la imagen de un ser, todo lo pensado influirá de
forma apreciable

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