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Placer Contra Placer

Ed. Ramírez Suza, P.ThM

El ser humano fue creado por Dios para ser feliz.


Cada uno de nosotros tiene una capacidad extraordinaria de ser inmensamente feliz.
Hoy me atrevería a decir que nuestra vida se agita en torno a la búsqueda de la
felicidad.
Tenemos que resolver una pregunta inmediatamente antes de continuar: ¿qué es
felicidad?

Actualmente se pronuncian varias voces atendiendo esta inquietud al decir que la


felicidad “es un sentimiento”. Otras dirán que la felicidad “es un estado”. Habrán
quienes digan que la felicidad “es una decisión”. Hay quien diga que la felicidad “es la
suma de buena salud, buena economía, emociones en equilibrio, buen desarrollo del
existir.” Actualmente se insiste mucho en afirmar que la felicidad “es placer”.
En virtud de esto, se han levantado doctrinas acerca de satisfacer a cualquier costo los
apetitos del placer.

El placer es una necesidad humana: necesitamos el placer sexual. Necesitamos el


placer del gusto. Necesitamos el placer del descanso, por mencionar algunos. El
hedonismo mundanal lo que ha venido haciendo es una deconstrucción que
fenomenalmente resulta siendo fascinante para las generaciones del siglo XXI, en este
sentido: la necesidad de satisfacer el placer sexual lo han convertido en obsesión y se
satisface en adulterios, fornicaciones, aberraciones, sodomismos, pedofilias, zoofilias,
en fin. No importa el pecado que se esté cometiendo, lo que importa es satisfacer una
necesidad obsesiva de placer sexual sin importar cuándo, dónde ni con quién o con
qué. Pasa igual con la glotonería, las rumbas, el alcohol, las drogas, en fin; los placeres
equívocamente satisfechos producen desastre en la vida humana, familiar, social y
eclesial. En este orden de ideas, el hedonismo es pecado.
Recordemos: hedonismo es la búsqueda de la felicidad placentera.

Desde hace algunas décadas, el Señor viene usando un hombre ilustrado en teología, el
Dr. John Piper, quien viene inquietando el pensamiento cristiano a reflexionar en un
hedonismo que sea cristiano. Es decir, que el cristiano salga, legítimamente, en
búsqueda de una felicidad placentera. El corazón de la propuesta de Piper es esta:
“Dios es la satisfacción absoluta del alma humana.” Cuando la satisfacción completa de
mi alma no está en Dios, mi vida entera está en pecado.”
En el evangelio de Juan encontramos a una mujer intentando saciar la sed de felicidad
y placer en cisternas rotas, pero un día inesperado se encontró con el agua viva en
persona, la única fuente real de de placer feliz.
La historia fascinante de la que les hablo aparece en S. Juan 4.1-26

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Placer Contra Placer
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Este es un episodio de peticiones: Jesús inició una conversación pidiendo agua a


una mujer samaritana, y la conversación se cerró cuando la mujer samaritana le
pidió agua a Jesús. El agua desempeña un papel de saciedad en este relato: Jesús
quería saciar su necesidad física, corporal de sed; en tanto la mujer necesitó
saciar su alma con agua viva. Al parecer, en este encuentro ambos quedaron
saciados.

PLACER CONTRA PLACER


cuando el alma queda satisfecha en Dios

El evangelio de Juan es fascinante, sus relatos son un incentivo glorioso a nuestra


necesidad de creer. Sus páginas contienen en exagerada belleza el misterio de Dios en
su hijo Cristo que nos es revelado por la obra del Espíritu Santo en la Iglesia a través
de este evangelio sublime.

El evangelio de S. Juan tiene una manera particular de dar testimonio acerca de Jesús.
Por ejemplo, cuando inicia el evangelio no se remonta hasta el pesebre de Belén o
hasta Nazaret cuando la jovencita María recibe la anunciación angelical; va mucho más
atrás: viaja en el tiempo con su pluma hasta el principio, cuando la Palabra estaba con
Dios y era Dios. Nos cuenta la navidad de una manera teológicamente sublime al
decirnos que “La Palabra de Dios se humanizó y habitó entre nosotros y vimos su
gloria como la del unigénito del Padre”.

No lo había notado, pero el inicio del evangelio da testimonio de varios


acontecimientos en escenarios de agua. La segunda mitad del cap. 1 de Juan, el
evangelista nos narra algunos aconteceres a orillas del río Jordán, donde un sacerdote
subversivo bautizaba la gente. En el cap. 2, Juan el evangelista nos narra el testimonio
del primer milagro realizado por Jesús: convirtió el agua en vino. Cuando pasamos a
leer el cap 3 del cuarto evangelio, el agua aparece de nuevo: los discípulos de Jesús
están bautizando a los nuevos creyentes en Dios. En el cap. 4 Jesús se encuentra con
una mujer samaritana en un pozo, un lugar donde se almacenaba agua para toda una
comunidad. Junto a ese pozo ocurre el episodio a través del cual Dios nos habla hoy.

¿Habrá algo especial en el agua en Juan que no hemos visto?


¿Querrá decirnos algo Juan con estas palabras?
Mi sospecha radica en el hecho de que Juan es un escritor teológico. Sus palabras son
profundas, selectas, bien pensadas, bien puestas. Ni una coma en el evangelio de S.
Juan está puesta sin pensarla primero.
Ahora bien, el testimonio de la mujer samaritana sólo la cuenta Juan, nadie más en la
Biblia. Es un testimonio lleno de belleza por apreciar. Empecemos.

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Placer Contra Placer
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Jesús a pié ha estado visitando algunas aldeas con el fin de anunciarles que el reino de
Dios ya está entre ellos y deben responder a esa visita especial con fe. Entre esos
peregrinajes misioneros, el Carpintero de Nazaret se ve en la querencia de ir a predicar
en Galilea, por alguna razón omitida en el evangelio, se nos dice que le era necesario
pasar por Samaria.

Las relaciones regionales y religiosas no estaban para el entonces bien entre judíos y
samaritanos, pero Jesús no tiene prejuicios, insiste en que quiere pasar por Samaria.
Un judío común evitaría a costo de vida pasar por esa región, porque veían a sus
hermanos samaritanos como a enemigos.
Creo que Juan con este dato especial invita a sus lectores a considerar que el
menosprecio por el otro no concuerda con una vida al estilo de Jesús. Y pienso en las
veces que el regionalismo nos ha llevado a ofender, agredir, discriminar a nuestros
hermanos por el sólo hecho de pertenecer a otra cultura, a otra región. Los paisas por
ejemplo hemos ofendido mucho a nuestros hermanos pastusos, les insultamos como
nos ha dado la gana. Eso no está bien.

En el camino, Jesús se topó con el pozo de Jacob; un tanque profundo en la tierra para
abastecer de agua a una comunidad. Junto al pozo ese, Jesús se sentó a descansar en
tanto sus discípulos entraban por comida al pueblo.
En esas, una mujer samaritana se acerca al pozo para abastecerse de agua, cuando no
tardó para enterarse que allí pasaba algo inusual: un judío sentado junto al pozo de los
samaritanos. Se propuso en el corazón ser indiferente con el judío que descansaba allí,
pero el judío se propuso tocar el alma de esa mujer.

Ella venía por agua del pozo, pero su alma deshidrataba irremediablemente porque no
encontraba donde saciarse a plenitud. Su estrategia fallida fue la inmoralidad sexual,
intentar sentirse amada en los brazos de hombres ajenos o en yugo desigual, en
fornicaciones, en fin. Era reconocida en el pueblo como la mujer de muchos y de nadie.
Imagino lo que sería para ella ir al pozo de Jacob día tras día por el agua para su casa y
en el camino sentirse tormentosamente sedienta de amor, de paz, de alegría; pero sólo
podía llevar a cuestas vergüenza, culpa, sin sentido, amargura, soledad,
discriminación… imagino yo. La imagino mirando al cielo mientras camina rogando a
Dios que sacie la sed de su alma.
Las aguas salinas de tantas camas recorridas la estaban matando, quería disfrutar la
felicidad en los brazos de la muerte como lo afirma Proverbios 6.32: quien adultera, se
corrompe a sí mismo. La samaritana con 7 maridos no estaba siendo placenteramente
feliz; se estaba exponiendo a un cáncer severo contra su alma. Los 7 maridos de la
samaritana fueron para ella pozos estancados, incapaces de saciar la sed de su alma.

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Una teóloga feminista reflexiona en este mismo texto con preguntas que nos pellizcan
el sueño y la indiferencia frente a las almas que divagan en la existencia insaciadas:
¿Cuáles son las aguas estancadas de las cuales se nos invita a tomar conciencia
para poder dejarlas? ¿Cuáles son aquellos pozos en nuestra vida personal,
comunitaria, social, eclesial que ya no sacian la sed? Quizás seguimos acudiendo
a estos pozos con nuestros viejos cántaros, a pesar que la experiencia nos
muestra su insaciabilidad. Quizás intentemos que sean una manantiales de agua
viva, pero son aguas que satisfacen sólo por unos instantes. Son aguas que
pueden haber sido usadas como mediación en ritos y cultos religiosos señalando
el camino que conduce a Dios, pero ahora son simples costumbres. Inmersas en
las tradiciones se han vuelto rutinas que no sacian la verdadera necesidad
interior.1

Una parte de la Iglesia en Colombia viene cavando sus propios pozos de aguas
estancadas, insalubres e incapaces de saciar, al parecer porque viene adoptando los
modelos mundanales para pretender ser felices. Parece que, “Para disfrutar se hace
preciso consumir, huir, quebrar el ritmo impuesto pero, en el fondo, no se disfruta,
sólo se aspira a realizar los modelos de placer impuestos desde fuera.” 2
Nosotros debemos ver nuestro reflejo en este relato cual samaritanos sedientos,
muchas veces queriendo saciarnos en los pozos de la muerte.

Jesús a propósito usa el término “agua” para comunicarse en un sentido trascendental,


pero la mujer no lo comprende inicialmente. Es decir, Jesús se hace el que necesita
agua para ayudarle a comprenderse insaciada en los pozos del adulterio. Luego, Jesús
le ofrece agua viva.
No sé si lo notaste en el texto, pero la Samaritana quiere saciar el alma: -Señor, dame
de esa agua para que yo nunca vuelva a tener sed.- Y claro, la disposición del Galileo
para saciarla es apremiante pero hay una condición: que traiga a su marido.
Es como si le pidiera que trajera el último pozo de aguas adúlteras con quien ha
pretendido saciar su alma.
La saciedad en la vida implica todo lo que somos y hacemos. Dios no pretende saciar el
corazón sin saciar la mente. Dios no pretende saciar la mente sin trastornar nuestras
conductas. ¡Por favor!
Ella prefiere decir la verdad: aunque he tenido muchos amantes, no tengo marido.
Pareciera ser que ella comprende de inmediato el punto al cual Jesús quiere llegar:
dónde o quién es la satisfacción de tu alma.

1
Ana María Casarotti Peirano. “El encuentro de la mujer samaritana y Jesús”. La teología de la liberación en
prospectiva.Tomo I.2012, Fundación Amerindia.
2
Manuel Cruz Ortiz de Landázuri . “PLACER LÍQUIDO: APROXIMACIÓN A LA SOCIEDAD
CONTEMPORÁNEA”. Revista Sociológica de Pensamiento Crítico.Vol. 7 (1) 2013. Universidad de Navarra
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Al comprender esto, ella empieza a dar sus primeros indicios de disposición para
adorar, y le preocupa dónde puede adorar y a quién; porque intuitivamente se adelanta
a lo que podría decirle Jesús: tu corazón está lleno de ídolos fracasados.
Ella había hecho de su vida, un altar para idolatrar el adulterio.
Dice Tim Keller: “Un ídolo es cualquier cosa en la que fije su vista y diga, en lo más
íntimo de su corazón: “Si consigo eso, mi vida tendrá sentido. Entonces, sabré que
tengo un valor, me sentiré importante y seguro”. Existen muchas maneras de describir
ese tipo de relación con algo, pero quizá la palabra que mejor la exprese sea
adoración.”

Adoramos aquello que sentimos da sentido a nuestra vida. Las evidencias del evangelio
nos permiten deducir que la Samaritana creyó darle sentido a su vida en el regazo de
algunos hombres; estos fueron sus pozos de dónde pretendía saciarse.
¿Cuáles son los pozos de dónde quieres sacar aguas para saciar tu alma?

Jesús la invita a la adoración genuina, le da buenas noticias: ¡ahora mismo Dios el


Padre está buscando adoradores que adoren en espíritu y en verdad! Le está ofreciendo
el eslabón que hacía falta a su vida: uno que la acerque al Dios verdadero, al Dios de su
gozo. El alma de esa mujer hombreriega clamaba por aguas vivas, pero no sabía a
quién acudir. No sabía que Dios estaba ahí para saciarla.
Inevitablemente vienen a mi mente oraciones como esta: En tu templo se sacian de
ricos alimentos; tú apagas su sed en un río de aguas deliciosas (Salmo 36.8).
Como ciervo que brama por las corrientes de agua, así mi alma clama por ti, mi Dios.
2 Mi alma tiene sed de ti, Dios de la vida; ¿Cuándo vendré a presentarme ante ti, mi
Dios? (Salmo 42.1-2).
Estos segmentos de salmos nos muestran el estrecho vínculo que hay en la metáfora
del agua con la adoración, con la vida saciada en el Señor.

Para América Latina, desde los años 80’ la adoración en la Iglesia ha sufrido una
involución, y es ésta: hemos musicalizado la adoración. Llegamos a pensar que sin
música es imposible adorar a Dios y que sin una buena batería Dios no oye nuestros
cantos. Y esto hermanos míos no es adoración.
La adoración es llevar el alma deshidratada a los pies de Jesús para que él nos provea
el agua viva que fluye para vida eterna. Y una vez saciado en él, podremos conocerle
para adorarlo.

El gran impedimento para adorar a Dios en espíritu y en verdad en el siglo XXI, es que
no le conocemos. Muchos son los púlpitos latinoamericanos que se convirtieron en
fábricas de ídolos al describir un dios ajeno o deforme en relación directa con las
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Escrituras. Algunos púlpitos dibujan verbalmente un dios amante del dinero. Otros,
dibujan un dios cómplice del pecado. Otros dibujan verbalmente un dios de
avivamientos sin sentido: que “la unción de la risa”. La “unción de la caída”. La
“unción de la escarcha” en las manos. La “unción de los dientes de oro”. La “unción de
la borrachera”. Este es un dios degradado a la caricatura.
¿Cómo adorar en espíritu y en verdad a un dios así de desfigurado? ¡Imposible!

El avivamiento que Dios anhela darnos, nos hará reconocer nuestros pecados,
derrumbar los ídolos de nuestro corazón, disponer nuestros oídos a su voz y saciarnos
alegremente en él, una y otra vez. Una y otra vez. Una y otra vez.
La pregunta crucial ahora es ésta, ¿cómo hago?

Pensando en el pasaje encontré algunos peldaños para ascender en esta dirección:


1. Busque a Dios hasta que él te encuentre.
Sé que suena raro lo que digo, pero es cierto. Yo no puedo encontrar a Dios, es él quien
siempre nos encuentra. Él sale a nuestro encuentro para decirnos: ¡aquí estoy! No sé
cuántas veces invocó la Samaritana a Dios hasta que ese día se le apareció junto al pozo
de Jacob. Busque al Señor ahora que está cercano.
2. Dale lo que te pida.
¿Sabes qué pide Dios de ti? La biblia lo dice: dame hijo mío tu corazón. Es una
expresión que nos invita a entregarle la vida sin reservas.
3. Reconoce cuando te desnude el corazón.
Dios es experto en esculcar corazones. Cuando Dios se acerca al ser humano lo hace
para desnudar el corazón. Para que veas cuán necesitado estás de él. Para que tomes
conciencia de cuán enfermo está a causa del pecado.
Escúchame bien, Ud. no necesita a Cristo porque su matrimonio está en quiebra o
porque la economía no es suficiente o porque los problemas son muchos. No. Ud.
necesita a Cristo porque el pecado te está llevando al infierno “de narices”. Y sólo
Cristo te puede salvar.
4. Arrepiéntase al instante.
La fórmula bíblica para el arrepentimiento verdadero es esta: reconocimiento del
pecado + confesión + pedir perdón + no volver a pecar.
5. disfruta.
La experiencia de libertad, alegría y vida que hay en quienes se arrepienten de verdad,
abre las puertas de la felicidad de par en par; que hay que cultivar incesablemente.
La felicidad que provee Dios no es una burbuja que nos evita los problemas, las
decepciones, el dolor, el sufrimiento, en fin. No. La felicidad que nos brinda el Señor es
nuestra fuerza para triunfar sobre el dolor, el sufrimiento, la necesidad, la decepción y
todo lo demás.

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Placer Contra Placer
Ed. Ramírez Suza, P.ThM

Hermanos míos, hoy se abren dos caminos para elegir: los placeres del mundo o los
deleites de Dios.
¿Qué eliges?

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