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(EEB)
I. INTRODUCCION
La EEB se comunicó por primera vez en el año 1986 en el Reino Unido. Desde ese
momento hasta el 30 de Julio del 2004 se han comunicado más de 188.000 casos en el
mundo. La mayoría de los casos han ocurrido en el Reino Unido (183.880) y en varios
países de Europa (4.824). Fuera del continente
Europeo se ha comunicado su aparición en Japón, Israel, Estados Unidos y Canadá.
El agente que produce la enfermedad es una proteína que se denomina prion o su sigla
PrP (del ingles proteinaceous infectious particle). La PrPc (la “c” es de celular) es una
glicoproteína que está normalmente presente en la membrana plasmática de las células,
aunque predominantemente en las células del Sistema Nervioso Central (SNC). Por un
cambio en la conformación de esa proteína se transforma en la forma anormal
infectante denominada PrPsc (la “sc” es de scrapie). Esta PrPsc se empieza a acumular
dentro de las células produciendo vacuolas en las células nerviosas (lo que le da un
aspecto de esponja y de ahí el nombre de la enfermedad).
La proteína infectante (PrPsc) ingresa al organismo por vía digestiva a través del
consumo de raciones conteniendo harinas de carne y hueso contaminadas y así se
origina la infección en los animales. (OIRSA- 2005)
En diciembre de 1984, un granjero del sur de Reino Unido (West Sussex) observó un
comportamiento extraño en una de sus vacas lecheras; el animal se había vuelto más
agresivo y tenía problemas para coordinar sus movimientos. En febrero de 1985, la
vaca murió. Unos meses después ya no era una sola vaca, sino nueve más en la
explotación las que sufrían estos signos (agresividad, pánico e incoordinación).
Tres años después del primer caso de vacas locas, se demostró que la enfermedad
bovina podía desencadenarse por una manipulación en la cadena alimenticia del
ganado. Los piensos que se administraban a las vacas eran elaborados con harinas
procedentes de carne de ovejas, algunas de las cuales podrían haber padecido scrapie
(OIE, 1992), posteriormente, en la preparación del mencionado alimento concentrado
se agregó la harina de carne y de huesos derivada de cadáveres de bovino, entre los
cuales ya se contaban bovinos afectados con la EEB.
a) Aumento de la población ovina, que coincidió con el crecimiento de los efectos del
scrapie
b) A comienzos de la década del 80, la industria de elaboración de alimento
concentrado para los animales (piensos) sufrió una modificación. En la etapa de
extracción de las grasas en el proceso de elaboración de harinas de carne y huesos,
se redujeron dos factores claves, la temperatura y la presión a la que era sometida
la materia prima. Posiblemente la EEB ya existía como una entidad diferente al
scrapie, en una reducida población de bovinos, antes de los cambios mencionados
en el proceso, lo que pudo permitir el reciclaje del agente causal de la enfermedad
en los bovinos, con lo cual la enfermedad se amplificó y se originó el brote.
En el Reino Unido la enfermedad (EEB) apareció con mayor frecuencia a partir de 1985,
después que hacia finales de la década de 1970 se racionalizó el tratamiento
de los cadáveres y desechos animales en los desolladeros (reduciendo el grado de
calentamiento y modificando el sistema de extracción de las grasas). Esta harina de cuerpo
animal se adicionó por esa época en gran cantidad a los alimentos concentrados para
rumiantes. De ello resultaron dos posibilidades para la aparición de BSE: o bien el "agente"
del scrapie, es decir la proteína priónica del mismo (PrPSC) no sólo pudo superar el nuevo
proceso de tratamiento de cadáveres, sino también "saltar" la barrera de especies del
pequeño al gran rumiante o se activó un nuevo agente patógeno propio del bovino, la
proteína priónica de la BSE (PrPBSE). (Dirksen, 2005).
Experimentalmente la BSE puede transmitirse del bovino a partir de material cerebral con
PrPBSE, por vía oral, al bovino, ovino, caprino y ratón; por vía intercerebral con este
material se puede transmitir a bovino, ovino, caprino, cerdo, mono, visón, ratón y hámster.
Con respecto a su comportamiento en ratones de laboratorio el agente de la BSE parece ser
uniforme; en algunas características se diferencia de otras cepas PrPSC conocidas desde
hace más tiempo. (Dirksen, 2005).
1.5. Enfermedad
1.5.1. Sintomatología
Fig $. Vaca afectada por encefalopatia espongiforme bovina en brote Reino Unido.
Los problemas surgen cuando el plegamiento normal del prión se modifica y la proteína
adquiere una conformación anómala. Al imaginar la cadena de aminoácidos (estructura
primaria) del prión, se ha de tener en cuenta que esta cadena se pliega sobre sí misma
(estructura secundaria) y aún torna a plegarse de manera más compleja hasta adquirir una
forma globular (estructura terciaria). La conformación de ciertas partes de esta estructura
globular es muy característica, ya que en ellas la proteína se dispone a manera de tirabuzón
(dominio en hélice alfa) o a manera de hoja de papel con múltiples dobleces paralelos
(dominio en lámina beta) (2,5,6).
En el prión normal predominan los dominios en hélice alfa sobre los dominios en lámina
beta. Los cambios conformacionales que confieren patogenicidad a los priones consisten
precisamente en la adquisición de dominios en lámina beta, que llegan a predominar sobre
los dominios en hélice alfa (2,5,6). Tal riqueza de dominios en lámina beta es responsable de
que los agregados de priones anómalos posean las características tintoriales de la amiloide,
con las que los patólogos están muy familiarizados. De hecho, el rojo Congo se ha propuesto
como posible tratamiento de las enfermedades priónicas, pues al unirse a los priones
anómalos alteraría la estructura de los mismos y los inactivaría (7,8).
En cualquier caso, las neuronas, que tan eficientes son en la síntesis y degradación de los
priones normales, resultan ser completamente incapaces de deshacerse de los priones
anómalos, cuyos agregados, mediante mecanismos aún desconocidos, provocan la muerte
neuronal, intensa gliosis reactiva y aparición de vacuolas en el tejido cerebral (2). Del
aspecto espongiforme que las vacuolas imprimen al parénquima encefálico deriva parte de la
designación de este conjunto de enfermedades. La alusión a otro rasgo prominente, la
transmisibilidad, completa la denominación convencional de estos procesos: encefalopatías
espongiformes transmisibles (EET).
La siguiente pregunta que surge es cómo un prión normal puede cambiar su plegamiento y
convertirse en un prión anómalo. Contemplado de forma simplificada, el cambio inicial
puede tener lugar espontáneamente o producirse por la influencia de priones anómalos que
han sido introducidos en el organismo bien mediante ingestión de productos contaminados o
bien de forma yatrógena. Los priones anómalos, al ponerse en contacto con los priones
normales, hacen que éstos pierdan su plegamiento habitual y adopten una conformación
anómala. De esta manera se va extendiendo de forma lenta y silente el proceso hasta que
muchos años después, destruido ya un gran número de neuronas, aparecen los primeros
síntomas (1-3,5-8).
En contraposición a los virus y bacterias, que tienden a replicarse con rapidez y dejan sentir
sus efectos en breve plazo, los priones anómalos son lentos en su propagación y los síntomas
de las enfermedades priónicas pueden tardar en aparecer entre 10 y 40 años. Esta
imprecisión en el conocimiento del período de incubación de las EET hace que las
predicciones del número de casos humanos que pueden originarse a partir de la epidemia de
la vacas locas oscilen ampliamente entre unos pocos centenares y varios millones (4,9,10).
Pero la conexión entre vacuolas, transmisibilidad y priones no siempre ha sido tan evidente.
El laborioso esclarecimiento de este enlace, posibilitado por disciplinas tan dispares como la
neuropatología, la antropología y la biología molecular y jalonado por dos premios Nobel, se
remonta al menos al siglo XVIII y ha tenido escenarios tan diversos como las islas del
Pacífico Sur y las praderas inglesas. La historia de las EET, además de interesante, es
imprescindible para entender unas enfermedades que de pronto han dejado de ser un arcano
para expertos y se han convertido en una obsesión colectiva que demanda insistentemente la
atención de los patólogos.
HALLAZGOS NEUROPATOLOGICOS
ECJ, kuru, GSS e IFF
El examen macroscópico del encéfalo en la ECJ puede poner de manifiesto hallazgos muy
poco llamativos o, dependiendo del tiempo de evolución, signos inespecíficos de atrofia cor
tical y dilatación ventricular. El cuadro histológico, en cambio, es muy distintivo. Así,
durante mucho tiempo, los cambios espongiformes (fig. 2) de la corteza cerebral, ganglios
basales, tálamo, corteza cerebelosa y subiculum han sido la piedra angular del diagnóstico
de la ECJ. Mediante el estudio ultraestructural puede comprobarse que las vacuolas están
rodeadas por una membrana y contienen restos membranosos (fig. 3). Estos cambios
espongiformes parecen ser el resultado de la dilatación del retículo endoplásmico y el
aparato de Golgi en las dendritas neuronales. En otras enfermedades en las que también
tiene lugar una extensa pérdida neuronal, tales como la enfermedad de Alzheimer y la
enfermedad de los cuerpos de Lewy, pueden producirse cambios de vacuolización
inespecífica del neurópilo que resulten indistinguibles de los cambios espongiformes de la
ECJ. Cabe resaltar, por otra parte, que los cambios espongiformes pueden estar ausentes en
algunas EET, particularmente en el IFF. Otros hallazgos histológicos de las EET son la
pérdida neuronal y la hiperplasia e hipertrofia de los astrocitos y la microglia (fig. 4).
La presencia de abundantes placas amiloideas de PrP viene a completar el cuadro
histológico del kuru, aunque el GSS y hasta un 15% de los casos de ECJ también presentan
placas amiloideas.
Estas placas amiloideas son muy llamativas en el kuru (placas de kuru), en el que afectan
sobre todo a la capa granular del cerebelo y presentan un centro eosinófilo del que emergen
unas fibrillas radiadas, alrededor de las cuales se dibuja un halo claro. Las placas amiloideas
visibles en algunos casos de ECJ también son placas de tipo kuru, mientras que las placas
que acompañan al GSS, que tienen una gran predilección por el cerebelo, suelen ofrecer un
aspecto multicéntrico, es decir, son el resultado de la agrupación de varios depósitos
pequeños. En el IFF, por el contrario, las placas amiloideas están ausentes, siendo el rasgo
más notable la pérdida severa de neuronas en el tálamo y las olivas inferiores, algo menos en
el cerebelo y prácticamente nada en el córtex cerebral.
Esta pérdida neuronal se acompaña de gliosis reactiva, pero los cambios espongiformes son
muy poco llamativos o están completamente ausentes (2,18,33,44,45).
vECJ
En la vECJ la vacuolación de las neuronas y el neurópilo, pérdida neuronal y gliosis se
acompañan siempre de un hallazgo distintivo consistente en que las placas amiloideas se
rodean de un halo de cambios espongiformes («placas floridas ») tanto en la corteza cerebral
como en la cerebelosa. Los cambios espongiformes son muy llamativos en los ganglios
basales y, de forma focal, en la capa molecular del cerebelo, mientras que la gliosis es
particularmente prominente en el tálamo posterior. La inmunohistoquímica pone de
manifiesto depósitos de PrP en las placas, paredes de los vasos sanguíneos y neuronas
pequeñas de las cortezas cerebral y cerebelosa.
Además, se obtiene inmunorreactividad para PrP en tejidos linfoides tal como las amígdalas,
el bazo y los ganglios linfáticos. Estos hallazgos contrastan con los de la forma esporádica
de la ECJ, en la que la gliosis talámica es rara, las placas amiloideas con PrP están presentes
en menos del 15% de los casos y no se detecta PrP en los tejidos linfoides (4,46).
Scrapie y EEB
El scrapie se caracteriza por vacuolación que afecta especialmente las neuronas y menos al
neurópilo, pérdida neuronal, gliosis, pocas placas amiloideas, cambios severos en los
núcleos del tronco cerebral (vestibular, pontinos, olivas, núcleo rojo), columna de Clarke,
cerebelo e hipotálamo, sin que haya afectación de la corteza cerebral, el tálamo o el estriado.
En cambio, en la EEB hay vacuolación tanto de las neuronas como del neurópilo, pérdida
neuronal, gliosis y algunas placas amiloideas, siendo los cambios más severos en el tronco
del encéfalo (núcleos del trigémino, núcleo solitario), algo menos en el diencéfalo y
mínimos en la corteza cerebral (11,28).
Epidemiología
Las EET no son contagiosas en el sentido habitual del término. Para lograr la transmisión se
necesita material específico (sistema nervioso de un individuo afectado) y contacto
penetrante.
Los estudios epidemiológicos no han identificado ningún factor especial de riesgo para la
ECJ esporádica y los casos ocasionales de ECJ habidos en histotécnicos y patólogos
(ninguno implicado en estudios de las EET) no parecen constituir evidencia de riesgo por
exposición ocupacional a pacientes o tejidos en el medio sanitario. De hecho, el riesgo de
infección para el personal anitario se considera muy inferior al que plantean las autopsias de
pacientes con hepatitis vírica o infección por VIH, por lo que las precauciones que se toman
para éstas son más que suficientes en las necropsias de los enfermos con EET. La
confirmación del diagnóstico de EET reviste una importancia obvia y, salvo en las formas
familiares en las que basta con el estudio de linfocitos de sangre periférica, requiere la
obtención de tejido del sistema nervioso central (53-60).
Los científi cos piensan que la enfermedad se transmite entre los bovinos por alimentación
con desechos animales procesados de bovinos u ovinos infectados. El prion es resistente a
los procedimientos comerciales de desactivación tales como el tratamiento térmico, o sea
que no puede ser destruido completamente durante el procesado. La incidencia de la EEB es
mucho mayor en el ganado lechero que en el de carne, ya que el ganado lechero recibe mas
raciones concentradas que pueden contener harina de carne y huesos.
En 2001, Japón reportó el primer caso nativo fuera de Europa y este caso fue seguido por la
presencia de casos nativos en Israel y América del Norte(FAO,2005).
1987
1988 /
y 2000 2001 2002 2003 2004 2005 Total
1999
antes
No
Austria - 0 0 1 0 0 1
disponible
Bélgica - 10 9 46 38 15 11 129
Canada - 1 0 0 0 1 1 1 4
Rep. Checa - 0 0 2 2 4 7 15
Dinamarca - 1 1 6 3 2 1 14
No
Finlandia - 0 0 1 0 0 1
disponible
Francia - 80 161 274 239 137 54 945
Alemania - 6 7 125 106 54 59 357
No
Grecia - 0 0 1 0 0 1
disponible
Irlanda - 442 149 246 333 183 126 9 1.488
Israel - 0 0 0 1 0 0 1
Italia - 2 0 48 38 29 7 124
Japon - 0 0 3 2 4 5 14
No No
Liechtenstein - 2 0 0 0 2
disponible disponible
Luxemburgo - 1 0 0 1 0 0 2
Holanda - 6 2 20 24 19 6 77
Polonia - 0 0 0 4 5 11 2 23
Portugal - 380 149 110 86 133 92 950
Eslovaquia - 0 0 5 6 2 7 20
Eslovenia - 0 0 1 1 1 2 5
España - 0 2 82 127 167 131 4 513
Suiza - 333 33 42 24 21 3 0 456
Reino Unido
446 178.956 14.443 1.202 1.144 612 242 197.045
*
I. Falkland - 1 - - - - - 1
Oman - 2 - - - - - - 2
EE.UU. - - - - - - 1 - 1
Canadá Iralnda Reino Unido Francia Nicaragua Taipei Chino Grecia Polonia
Situación actual En los últimos años, se ha dicho y repetido que algunos países no han
registrado casos de EEB porque su sistema de vigilancia no es eficiente. Como la EEB fue
descrita por primera vez en el Reino Unido en 1986, la detección se basa en la notificación
de los casos clínicamente sospechosos. Aunque desde 1990 está quedando cada vez más
claro que no se trata de un problema exclusivamente británico y cada vez hay más países
europeos que han detectado la enfermedad en sus propias cabañas, la falta de casos
registrados ha sido considerada hasta ahora como sinónimo de inexistencia de la
enfermedad. He ahí el problema: si en un país hay EEB, pero ni se ha detectado ni se ha
notificado, se sigue exportando partiendo del principio de que el país en cuestión está libre
de EEB y así es como otros países se infectan. En muchos países europeos se ha implantado
ahora un sistema de vigilancia activa. Se han hecho pruebas de la EEB en las poblaciones de
riesgo desde 1999/2000 en unos países y desde 2001 en otros. Entre los animales analizados
había vacas que murieron o fueron eliminadas o desechadas. La probabilidad de detectar
animales infectados es superior en estos grupos de alto riesgo, ya que es probable que la
EEB haya provocado la muerte, la eliminación o el sacrificio de estos animales. Como por
término medio tienen que haber pasado cuatro a seis años antes de que se pueda diagnosticar
la EEB, las pruebas pueden concentrarse en los animales mayores de tres años. 4 Vigilancia
pasiva: vigilancia de los sospechosos notificados, es decir, animales notificados por
presentar signos clínicos compatibles con la EEB 5 Vigilancia activa: realización de pruebas
con los animales que no han sido notificados como sospechosos de EEB pero que pertenecen
a poblaciones de riesgo Conf. OIE 2001 97 Los primeros resultados indican claramente que
la vigilancia activa es más objetiva y puede contribuir a valorar la situación real de la EEB
en un país. Por consiguiente, se está viendo ahora que la enfermedad existe en algunos
países europeos que durante años se ha considerado que no la tenían. En 1986, se
consideraba que la encefalopatía espongiforme bovina no era más que un problema en Gran
Bretaña. Más adelante, se pensó que el problema se limitaba a unos pocos países. Ahora se
cree que se trata de un problema europeo. La cuestión es saber si se ha limitado realmente a
Europa. Puede que haya llegado el momento de aprender de los errores cometidos y evaluar
seriamente si puede haber problemas en el propio país, incluso fuera de Europa. Por más que
se sepa que se han exportado harinas de carne y huesos, así como bovinos, al mundo entero,
desafortunadamente, aún no es posible detectar la infección en los animales o las harinas
importados. Pasarán años antes de que en un país dado se pueda determinar si el problema se
ha trasladado también a su suelo. Las harinas importadas son consumidas por los animales
domésticos y los MER se reciclan y acaban formando parte de los piensos. Piensos que
serán consumidos por el ganado y, como los animales no se pondrán enfermos hasta que
hayan pasado cinco años por término medio, el agente de la EEB podría así ir ganando
terreno poco a poco. Si no se toman medidas profilácticas a tiempo y la vigilancia no es
eficiente, pueden pasar décadas antes de que se observe la epidemia
Perú es declarado libre de 'las vacas locas. El reconocimiento le permitirá al país exportar
carne a cualquier mercado del mundo. La Organización Mundial de Sanidad Animal (OEI)
reconoció oficialmente al Perú como país libre o con riesgo insignificante de la enfermedad
de Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB), conocida como “mal de las vacas locas”,
informó el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa). Esto en el marco de la 78
Reunión General de la OIE que se realiza durante esta semana en Francia y donde participan
175 países miembros. El jefe del Senasa, Oscar Domínguez, precisó que el mencionado
reconocimiento permitirá a las empresas peruanas exportar carne, en todas sus formas y
variedades, a cualquier mercado del mundo. La EEB es una enfermedad que afecta al
ganado bovino y que causa daños irreversibles en el sistema nervioso hasta provocar la
muerte, y su impacto en términos económicos es altísimo para los productores. A finales de
diciembre pasado el Senasa presentó ante la OIE el expendiente respectivo para poder
declarar al Perú libre de esta enfermedad. El expediente peruano se trabajó durante los
últimos seis años, logrando recolectar en el período
1.8.3. Graficos
http://www.oie.int/esp/normes/mmanual/a_index.htm
1.9.2. Diagnostico del país
Los países que, mediante una evaluación del riesgo (que incluya la
vigilancia), hayan demostrado que cumplen los requisitos de “riesgo
insignificante”, deben mantener un nivel reducido de vigilancia. Para
que una estrategia de mantenimiento de la vigilancia de la
encefalopatía espongiforme bovina sea eficaz, el país que la aplica
deberá utilizar datos de buena calidad (o estimaciones fiables) sobre
la distribución por edades de su población bovina adulta y sobre el
número de bovinos sometidos a las pruebas de detección de la
Dirección Técnica de Salud Animal del OIRSA San Salvador,
noviembre de 2005. 25 Plan de Emergencia ante un Brote de EEB en
los países miembros del OIRSA enfermedad por grupo de edad y de
subpoblación. La aplicación del procedimiento siguiente permitirá
detectar una prevalencia de la encefalopatía espongiforme bovina de
al menos un caso por 50 000 en la población bovina adulta, con un
nivel de fiabilidad del 95%, en el país, la zona o el compartimento en
cuestión.
La vigilancia de mantenimiento debe centrarse en las subpoblaciones
en las que la prevalencia de la enfermedad es más alta (especialmente
en los casos clínicos sospechosos). El número de muestras de casos
clínicos sospechosos tomadas al año debe ser aproximadamente el
mismo que el número de muestras de casos clínicos sospechosos
tomadas al año durante el tiempo que necesita el país, la zona o el
compartimento para obtener un estatus respecto de la encefalopatía
espongiforme bovina (a lo máximo 7 años). (OIRSA- 2005)
1.9.4. Legislación
El país debe contar con el marco legal propicio que faculte a los servicios
veterinarios a aplicar las medidas de prevención contra la EEB y este Plan de
Emergencia relativas a: