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Desarrollo psicosocial

Erik Erikson (1902-1994) psicoanalista alemán postuló la Teoría del Desarrollo Psicosocial y enfatizó
que la personalidad está influenciada por la sociedad. Expuso que el desarrollo del yo dura toda la
vida y fue el pionero del Ciclo Vital, que consta de 8 etapas.

Estaba interesado en cómo los niños se socializan y cómo esto afecta a su sentido de identidad
personal. Sostuvo que los niños se desarrollan en un orden predeterminado.

Según la teoría, la terminación exitosa de cada etapa da lugar a una personalidad sana y a
interacciones acertadas con los demás. El fracaso a la hora de completar con éxito una etapa puede
dar lugar a una capacidad reducida para terminar las otras etapas y, por lo tanto, a una personalidad
y un sentido de identidad personal menos sanos.

¿Qué es el Desarrollo Psicosocial?


El desarrollo social, se inicia desde el período prenatal, se sabe que los niños desarrollan su
afectividad, básicamente sus emociones, a través de la interacción social, es por eso que se habla de
desarrollo socio emocional.
La socialización no es un proceso que termina a una edad concreta, si es importante decir que las
bases se asientan durante la infancia y según los aprendizajes adquiridos socialmente, los seres
humanos vamos evolucionando.
Este desarrollo va de la mano de la afectividad, la comunicación no verbal y gestual y cómo se
reconocen en el mundo.
El niño va comenzar a salir de su grupo primario a partir de los 5 o 6 años, más allá que antes ya
pueda estar concurriendo a espacios fuera de la familia. Es a partir de los 5 años que va a tener la
estructura psíquica más adecuada para convivir en la cultura.

1. Confianza frente a desconfianza.- De 0 a 1 año, los niños comienzan a desarrollar la


capacidad de confiar en los demás basándose en la consistencia de sus cuidadores (generalmente las
madres y padres). Si la confianza se desarrolla con éxito, el niño/a gana confianza y seguridad en el
mundo a su alrededor y es capaz de sentirse seguro incluso cuando está amenazado. No completar
con éxito esta etapa puede dar lugar a una incapacidad para confiar, y por lo tanto, una sensación de
miedo por la inconsistencia del mundo. Puede dar lugar a ansiedad, a inseguridades, y a una
sensación excesiva de desconfianza en el mundo.

2. Autonomía frente vergüenza y duda.- De 1 a 3 años, el bebé desarrolla un sentimiento sobre


si el mundo es un lugar seguro. Desarrolla un sentido de confianza en la madre, como representante
del mundo. Esta confianza forma un cimiento sólido para el futuro. Su confianza está en el mundo
exterior.

Posteriormente los niños comienzan a afirmar su independencia, caminando lejos de su madre,


escogiendo con qué juguete jugar, y haciendo elecciones sobre lo que quiere usar para vestir, lo que
desea comer, etc. Si se anima y apoya la independencia creciente de los niños en esta etapa, se
vuelven más confiados y seguros respecto a su propia capacidad de sobrevivir en el mundo. Si los
critican, controlan excesivamente, o no se les da la oportunidad de afirmarse, comienzan a sentirse
inadecuados en su capacidad de sobrevivir, y pueden entonces volverse excesivamente dependiente
de los demás, carecer de autoestima, y tener una sensación de vergüenza o dudas acerca de sus
propias capacidades.

El niño desarrolla un equilibrio de independencia y autosuficiencia sobre la vergüenza y duda. Cambio


del control externo sobre él a uno de autocontrol. Usa sus propios juicios. Controlan su mundo.
Ponen a prueba sus ideas, ejercitan sus preferencias y toman sus decisiones. Esto lo manifiestan en
su negativismo. Son esfuerzos normales y saludables para alcanzar la independencia.

3. Iniciativa frente a culpa.- De 3 a 7 años, los niños se imponen o hacen valer con más
frecuencia. Comienzan a planear actividades, inventan juegos, e inician actividades con otras
personas. Si se les da la oportunidad, los niños desarrollan una sensación de iniciativa, y se sienten
seguros de su capacidad para dirigir a otras personas y tomar decisiones. Inversamente, si esta
tendencia se ve frustrada con la crítica o el control, los niños desarrollan un sentido de culpabilidad.
Pueden sentirse como un fastidio para los demás y por lo tanto, seguirán siendo seguidores, con falta
de iniciativa.

El niño desarrolla iniciativa cuando intenta nuevas actividades y no es abrumado por la culpa. Siguen
sus metas y hacen un balance entre lo que es permitido o no.

4. Industriosidad frente a inferioridad.- De 6 a 11 años, los niños comienzan a desarrollar una


sensación de orgullo en sus logros. Inician proyectos, los siguen hasta terminarlos, y se sienten bien
por lo que han alcanzado. Durante este tiempo, los profesores desempeñan un papel creciente en el
desarrollo del niño.

Laboriosidad frente a inferioridad (6 años a la pubertad).- el niño debe aprender habilidades de la


cultura o experimentar sentimientos de inferioridad. Comienza el desarrollo de la autoestima.
Comparan las habilidades con las de sus pares. Si su habilidad no está a la par con sus pares su
autoestima se afecta y buscan la protección de sus padres.

5. Identidad frente a confusión de identidad (De 11 a 19 años).- Comprende el período de la


adolescencia. El adolescente desarrolla un sentido coherente del yo, incluyendo el papel que juega en
la sociedad. Estos deben establecer y organizar sus habilidades, necesidades e intereses y deseos de
forma que se puedan expresar socialmente. La naturaleza caótica del adolescente se debe a su
conflicto de identidad. Lograr la identidad significa que han resuelto los siguientes problemas: 1)
elección de una ocupación, 2) adopción de valores en qué creer y porqué vivir, 3) desarrollar una
identidad sexual satisfactoria o definida. Los adolescentes son relativamente alegres, hacen sus
compromisos y muestran fidelidad a sus pares.

6. Intimidad frente a aislamiento (20 a 40 años- edad adulta temprana).- En esta etapa
hacen compromisos con otros (amor); terminan sus carreras. Si lo logran se aíslan de la sociedad.

7. Generatividad frente a estancamiento (40 a 65 años – edad adulta intermedia).-


Establecer y guiar la siguiente generación (dar consejos). Si no logran esto caen en un
empobrecimiento general.
8. Integridad del Yo frente a desesperación (65 años en adelante – edad adulta tardía).-
Aceptan su vida como una productiva o se desesperan por la incapacidad de volver a vivirla.

Desarrollo de 1 a 3 años
La independencia del niño o la niña es lo que marca esta etapa de la primera infancia.
Según la teoría de Margaret Mahler, el niño pasa por un proceso de separación y después de
individualización.
Erikson describe la segunda fase del desarrollo como la fase de la autonomía frente a la vergüenza y
la duda.
Empiezan a autoevaluar y desarrollar nociones de sí mismos como buenos, malos, atractivos, etc.
Se frustran rápidamente.
Insisten en independizarse.
Son firmes y enérgicos acerca de sus preferencias y tratan de hacerse valer por sí mismos, diciendo
“NO” a los pedidos de los adultos.
Berrinches o pataletas.
Sentimientos Yoicos “Egocentrismo”, deseo de posesión, esto es mío.
Los niños disfrutan del juego paralelo, dedicándose a actividades solitarias cerca de otros niños. Es
probable que:
Miren a otros niños y se unan brevemente para jugar con ellos.
Defiendan sus posesiones
Empiecen a jugar a las casitas
Usen objetos de manera simbólica en el juego
Participen en actividades grupales simples como: cantar, aplaudir o bailar.
Conozcan la identidad sexual.

De 3 a 4 años
Cuenta a sus compañeros lo que va a hacer. Pero gusta de jugar solo y hablar consigo mismo.
Por lo general no escuchan a los interlocutores.
Está quedando atrás la etapa de egocentrísmo´.
Se siente sensible frente a los reproches de sus padres. Negociar para conseguir lo que desea.
Poco a poco se va sintiendo más independiente.
Según Eric Erikson la niñez temprana se caracteriza por la fase de iniciativa frente a la culpa. Ahora
los niños se han convencido de que ellos son una persona en sí mismos. En esta etapa, por su propia
iniciativa los niños pasan a un mundo social más amplio.
El gran dirigente de la iniciativa es la conciencia. Ahora los niños no sólo sienten miedo a ser pillados,
sino que también comienzan a oír la voz interna de la propia observación, guía y castigo.
Complejo de Electra
Complejo de Edipo
Descubre que hay una realidad exterior independiente a él.
Sentido del yo.
Realiza pequeños encargos.
Es inestable y tiene estallidos emocionales (pataletas).
Puede ser violento con un objeto o juguete. Si está siendo ocupado por otra persona.
Tiene ansiedad prolongada y celos.
La llegada de un hermanito puede causar violenta angustia e inseguridad.
Están constantes juegos y es a través de estos que aprenden a relacionarse con otros y a ensayar
sus roles sociales. Los juegos sexuales y de roles son claves para que los niños se identifiquen con su
sexo (ya se sienten como hombres o mujeres).
Los padres pueden ser de gran ayuda en la medida que permiten que estos juegos se den y no
descalifiquen a los niños por presentar algunas conductas, que para ellos, corresponden al sexo
opuesto. Los niños van regulando de manera natural estas conductas imitando a los padres del
mismo sexo y en la siguiente etapa se produce una diferenciación muy marcada entre hombres y
mujeres, que permitirá afianzar la identidad sexual de los niños.

De 4 a 6 años:
Combinación de independencia e inseguridad.
Suele comportarse como bebe.
La competición se hace más objetiva.
Sugiere turnos para jugar, tiene más contacto social.
Habla con otros niños, pero no escucha lo que dicen.
Autocritica y crítica a los demás.
Tienen algunos miedos, están conociendo nuevos peligros.
Imita las actividades de los adultos.
Reconoce la autoridad de sus padres. Pero busca pretextos para conseguir lo deseado.
Sigue probando los límites impuestos por sus padres.
Usa palabrotas para que la gente reaccione.
Si se lo deja a cargo de un niño más pequeño eventualmente podría cuidarlo o mostrarse protector.
Busca ser reconocido más allá de su grupo familiar.
Vive una crisis de personalidad
Es independiente.
Quiere hacer valer sus derechos dentro del núcleo familiar
Durante las comidas se muestra muy sociable y hablador.
Constantemente hace preguntas.
Paulatinamente en los grupos van cobrando mayor estabilidad; dentro de ellos, ya más estables,
comienzan a perfilarse líderes (positivos y/o negativos).
Puede anticipar sus hipótesis y ejercitarse en la toma de decisiones grupales.
Se muestra protector con los compañeros de juego menores que él.
Diferenciación sexual de los roles en los juegos.
Empiezan a darse cuenta de que sus compañeros de juego, a veces realizan trampas.
Aparecen los juegos reglados que implican el abandono del egocentrismo y la entrada en el proceso
creciente de socialización.

De 6 a 7 años:
Según Erickson, entre los 5 y 11 años, existe la fase de Laboriosidad v/s inferioridad.
El niño comienza a pasar períodos cada vez más prolongados fuera del hogar y da mayor importancia
al medio escolar. Surge el sentido de ser competente; el juego, los deportes competitivos y el
rendimiento escolar son cruciales en la consolidación de un sentido de ser competente; en la medida
que el niño rinde bien y se relaciona adecuadamente con sus pares.
Cuando esto no sucede surge el sentimiento de inferioridad o de incompetencia.
Debido a los grandes cambios que se van a producir en su organismo, tanto a nivel fisiológico como
psicológico, va a ver alterada su área afectiva y emocional.
Muchos niños tienen un mejor amigo y un enemigo.
Les gusta tener compañeros de juego del mismo sexo.
Juegan bien en grupos, pero de vez en cuando necesitan jugar solos.
Pueden enojarse cuando se les critica o si ignoramos su trabajo o comportamiento.
No les gusta el no triunfar.
Es común el que acusen o culpen a los otros.
Pueden prestar ayuda en tareas sencillas.
Tiene mucha necesidad de cariño y atención de sus padres y niñeras.
Para ellos, algo “bueno” o “malo”, es lo que sus profesores y sus padres aprueban o desaprueban. A
esta edad comienzan a desarrollar valores éticos como la honestidad.
Comienzan a preocuparse por los sentimientos y necesidades de los demás.
Pueden gozar de cuidar y de jugar con niños más pequeños.
Comienzan a desarrollar un sentido del humor y gozan de rimas tontas, canciones y adivinanzas.

De 6 - 9 años

Es una etapa en que el crecimiento físico va equilibrándose con el desarrollo afectivo, permitiendo en
los niños que surja el interés por conocer y saber sobre el mundo y sus fenómenos. Esto favorece el
aprendizaje escolar y el desarrollo de habilidades culturales.

Son capaces de motivarse y concentrarse en el logro de tareas. Están constantemente modificando la


imagen de sí mismo de acuerdo al reconocimiento o la descalificación que reciben de los adultos. En
este momento es fundamental la actitud de aceptación y apoyo de los adultos hacia ellos.

El interés sexual se centra en el conocimiento del cuerpo, de los órganos y la procreación. Se dan los
juegos sexuales mixtos o con niños del mismo sexo, predominando aquellos que tienen que ver con
sentirse poseedores de una imagen de niño o niña. Es una etapa clave en la formación de la
identidad sexual, ya que en la escuela y el barrio se van dando las diferenciaciones y separaciones
por sexo. Los niños se juntan con niños y las niñas con las otras niñas (Club de Tobi o de la pequeña
Lulú), así se van diferenciando del otro sexo e identificando con sus iguales.

En esta etapa además influyen enormemente los valores e imágenes que la familia y la sociedad le
presentan sobre cada sexo. Es por ello un gran desafío para los padres y educadores el trabajar en
esta etapa para afianzar cambios que tiendan hacia una mayor equidad entre los sexos.

5.- De los 10-14 años

A partir de los 10-12 años se producen importantes cambios biológicos asociados a la sexualidad del
niño. En esta etapa se activan las hormonas sexuales.

Estas hormonas son las que determinaran los cambios físicos y psicológicos que determinarán luego
la sexualidad reproductiva.

El primer cambio lo constituye el crecimiento acelerado del cuerpo. El joven se siente torpe y le es
difícil controlar su cuerpo.

En seguida surgen una serie de cambios de forma: a las niñas le crecen las caderas, los pechos, le
salen los primeros vellos en la pelvis y a los jóvenes: les cambia la voz, les crecen los genitales y les
salen los primeros vellos en el pubis. Hay grandes cambios en la apariencia, dejan de parecer niños
para presentar características que los asemejan a los adultos. Sin embargo psicológicamente no han
madurado aún, en muchos casos se sienten todavía niños.

Es la etapa de los primeros actos de independencia y rebeldía con los padres. Se inicia la
incorporación paulatina a los grupos de iguales, que se intensifica en la adolescencia. Por lo general
las niñas se desarrollan antes que los niños, provocando una distancia entre los jóvenes de los
distintos sexos.

6.- De los 14-20 años o más

En este período se alcanza la madurez biológica, psicológica y social, que los sitúa en calidad de
adultos.

La familia puede ser determinante en la forma que el joven enfrente su nuevo rol frente a los otros.

Es una etapa que abarca un largo período que se caracteriza por emociones contradictorias, y luchas
de un polo a otro. Por un lado el joven tiene características y conductas propias de los niños y vive a
la vez sensaciones de adulto y demandas sociales acordes a su apariencia de adulto. Es así como el
despertar a la sexualidad reproductiva y la necesidad de autocontrol, se contraponen a los momentos
de soledad y aislamiento; el disgusto con sigo mismo y el resto del mundo coexiste con el desarrollo
de ideales y proyectos futuros; etc...
Durante la adolescencia la tarea central consiste en buscar una identidad propia, superando todas las
dificultades y conflictos que ello le trae. Los conflictos se dan de distinta manera y con diferente
intensidad en cada joven.

Cuando la familia lo apoya afectivamente y valida las soluciones y alternativas que él encuentra, este
proceso será armónico y fácil. Por el contrario si el joven se ve presionado y empujado a resolver los
conflictos según definiciones de sus padres y no las propias, es probable que la relación tienda a una
lucha de poder entre ambas partes (el típico caso del adolescente rebelde).

Es necesario recordar que en los inicios de la adolescencia los jóvenes operan egocéntricamente,
pero luego irán resolviendo su las etapas de su vida afectiva (a medida que van definiendo su
identidad), tendiendo a la solidaridad, y la construcción de proyectos futuros de vida en los cuales se
involucra a otros.

En los últimos años de adolescencia deben aprender a separarse de sus padres, construyendo redes
de amistad sólidas que permitan suplir algunas necesidades que antes satisfacían los padres. Es el
período en que se revisan los roles parentales. Es el tiempo en que los jóvenes hacen duras críticas
hacia sus padres y hacia la sociedad.

Es el momento en que los adolescentes comienzan a establecer relaciones de pareja a través de los
pololeos. Es de fundamental importancia que los jóvenes tengan claras las expectativas que sus
padres tienen respecto al inicio de su vida sexual (cuando, con quién o qué pareja, dónde, con qué
prevención del embarazo o enfermedades venéreas, etc.) y que los padres sean capaces de acordar
normas y reglas respecto a estos aspectos. En la medida que las reglas están claras los jóvenes
podrán hacer sus propias opciones respetando, mientras vivan con los padres, los valores y normas
que la familia ha posee.
12-16 años: "Yo, mis amigos y el mundo".
La adolescencia suele ser un período bastante temido por los padres, sobre todo por los importantes
y rápidos cambios que se verifican en sus hijos.
¿Cómo hay que comportarse frente a esta transformación?
En realidad, la adolescencia es una etapa como otras, solamente que un poco más compleja, ya que
abarca casi todos las facetas de la vida.
Nuestros hijos van siendo cada vez más independientes, personalidades autónomas que quieren
probar sus propias capacidades de ser personas, independientes en este mundo. También nosotros la
hemos pasado...
Uno de los cambios más fáciles de percibir es el crecimiento físico que se produce, conocido como
"estirón". A veces los cambios fisiológicos son tan rápidos que ni ellos mismos tienen tiempo de
asumirlos.
El interés para los miembros del otro sexo se hace muy fuerte: atracción, curiosidad y verdaderos
enamoramientos que a veces les descolocan. Estas pruebas de relaciones de pareja, que se dan
sobre todo a partir de los 15-16 años, son muy importantes ya que ayudan a madurar una identidad
Sexual propia y definida. Esta capacidad de compartir la propia identidad e intimidad, son condiciones
que favorecen una relación futura, emotivamente estable y humanamente constructiva.
A nivel de las estructuras mentales, el desarrollo del pensamiento permite la creación de hipótesis y
el desarrollo de una lógica por deducción. Ahora su cerebro tiene todas las herramientas necesarias
para poder entender y participar a la creación de la cultura y del conocimiento humano. Es una
experiencia estupenda, que les confiere un sentido muy grande de libertad mental. Las preguntas de
carácter moral se vuelven muy importantes: todo lo cuestionan, porque quieren saber lo que
realmente vale. Es importante que los padres conozcan esta necesidad que sus hijos tienen de
verificar todo lo que les han enseñado: no quieren rechazar de entrada la educación recibida, sino
que necesitan elegir personalmente si asumir, rechazar o modificar lo que hasta ahora han aceptado
desde fuera sin mucha reflexión, como parte de su propia identidad. Una posición definida y
relativamente estable será alcanzada solamente en la adolescencia tardía, ya a las puertas de la edad
adulta. Muchos jóvenes suelen recuperar de forma autónoma y como resultado de una elección
personal, muchas de las enseñanzas recibidas de sus padres.
El desafío más fascinante de la adolescencia es éste: la definición de una identidad propia, única,
capaz de relacionarse con los otros de forma crítica y creativa. Con este objetivo, los chicos necesitan
buscar respuestas fuera de su hogar y círculos tradicionales: hacen nuevas amistades, cultivan ciertas
pasiones o intereses, hacen "pruebas" de identidad, cambiando de estilo de vestir, de tipo de
peinado, de forma de andar por la calle... Los amigos y el grupo son muy importantes, ya que son los
foros que les permiten realizar estas tentativas de exploración social, en busca de su lugar en este
mundo. Normalmente cambian "muchas pieles", antes de encontrar la que mejor se ajusta a su
manera de ser.
Éste es un período de transición irrenunciable para quien quiera llegar a ser una persona adulta y
madura, capaz de hacer sus propias elecciones en la vida. Es ahora cuando muchos adolescentes
empiezan a tener claro lo que les gustaría hacer de mayor y empiezan a asumir de manera gradual la
responsabilidad de sus propias acciones.
La adolescencia es un banco de pruebas importante de las bases sobre las que se ha ido asentando
la relación con los hijos a lo largo de su niñez: un clima de diálogo en la familia suele ser la mejor
forma de solucionar conflictos que, muchas veces, no son más que incomprensiones.
A pesar de que la comunicación sea una herramienta fundamental para una pacífica vida familiar,
esto no garantiza - ni falta hace que lo haga - que en determinadas ocasiones haya claros
enfrentamientos. Con este panorama, es ante todo importante que comprendamos una cosa:
cuestionar a los padres no significa dejar de quererles. Cuestionar a los padres significa tomar
distancia de lo que ellos representan: su niñez, su dependencia, su incapacidad para tomar
decisiones por sí mismos. Significa buscar un camino propio, ensayando vías alternativas a las
asumidas como únicas y correctas hasta entonces. Significa arriesgarse, asumiendo también que uno
puede equivocarse. Es natural que todo esto nos genere cierta angustia: aunque confiamos en
nuestros hijos, tenemos miedo por su inexperiencia en las cosas de la vida o por la gente con la que
podría encontrarse. Tener miedo es parte de esta ardua tarea de ser padres: tendremos que asumir
que, a veces, hay que pasar miedo. Es verdad que existe la posibilidad de no dejarles salir: no
dejarles salir del hogar, de nuestro control, de nuestra protección, de nuestros miedos. Habrá que
ver si merece la pena, ya que el precio a pagar será alto: hacer de nuestros hijos unas personas
inseguras, dependientes e incapaces de tomar decisiones en su propia vida o, por lo contrario, hacer
que se escapen por completo de nuestro control.
¿Cómo comportarse entonces?
Existen diferentes estilos educativos, es decir, diferentes maneras de educar a los hijos. No existe
una manera válida siempre y para todos, ya que cada uno de nosotros es único e irrepetible. Habrá
que evaluar y adecuar nuestras pautas educativas conforme a la situación y personalidad específica
con la que estamos en relación, en este caso, a nuestro hijo adolescente.
Nuestro objetivo fundamental sigue siendo el de crear las condiciones para que nuestro hijo madure,
es decir, para que gradualmente y progresivamente vaya tomando decisiones sobre sí mismo, su vida
presente y sus proyectos futuros. Será él quien, poco a poco, llegará a ser plenamente responsable
de su vida y creador de su futuro.
Sin embargo, el camino hacia la libertad de ser plenamente uno mismo, no es del todo recto. Los
adolescentes a veces tienen conductas de riesgo, es decir, comportamientos que pueden perjudicar
su salud. Conducir de forma poco prudente, beber en exceso o tomar algunas pastillas en las fiestas,
fumar o incluso probar drogas, son comportamientos cuya explicación no es sencilla ni unívoca.
Razones de carácter social, la influencia del grupo, el carácter del individuo, la educación recibida y
otras características pueden facilitar o alejar del chico de tales situaciones. Un rasgo psicológico
común que tienen los adolescentes es el de tener una generalizada sensación de invulnerabilidad,
que les hace minimizar los riesgos existentes en una determinada situación o comportamiento. En
este sentido, el clásico papel de los padres, expresado en su famoso "ten cuidado...", sigue siendo el
más adecuado. Aunque parezca que están cansados de oír siempre lo mismo cada vez que salen, en
el fondo saben que sus padres piensan en ellos y son un poco insistentes porque en el fondo les
desean lo mejor. Es importante que los hijos sigan percibiendo que pueden recurrir a sus padres en
caso que tengan algún problema de difícil solución, tan solo para pedirles consejo.
Por otro lado, estos mismos adolescentes suelen tener un alto grado de idealismo: muchos valoran la
amistad como un sentimiento casi sagrado y pueden establecer vínculos amistosos muy estrechos,
otros buscan el amor de su vida y lo darían todo para él o ella; algunos desarrollan un profundo
sentimiento religioso, otros se afilian a una determinada ideología política o social. El hecho común a
todas estas experiencias es que se puede pensar, sentir y creer en algo de forma muy profunda y
universal: se lo permite su pensamiento, así como su corazón.
La búsqueda de modelos es otro rasgo importante: el personaje ideal, muchas veces objeto de
imitación, puede ser un futbolista o una modelo (visto lo que nuestra sociedad propone
últimamente), un cantante o una bailarina. Es suficiente con entrar en la habitación de nuestros hijos
y ver cuáles son los pósteres colgados en la pared, para adivinar algunos de sus modelos actuales.
Los modelos siempre proponen valores, sean estos transmitidos de forma directa o indirecta. Si
queremos que nuestros hijos tomen en consideración la existencia de valores alternativos a los que
están de moda, o que tan solo abran un poco su abanico de posibilidades morales, será importante
proponer "modelos alternativos". En esta etapa más que nunca, las palabras no son suficientes: es
necesario que las propuestas de los adultos sean coherentes con un modelo de vida. Desde siempre,
pero ahora con mucho más fuerza, la coherencia entre hechos y palabras es la que marca la
diferencia entre lo que merece la pena aceptar y lo que no.
Quizás nunca como en la adolescencia aprendemos que los hijos hay que "dejarles ir", poco a poco,
pero irremediablemente. Lo hemos hecho cuando han empezado a dar sus primeros pasos, cuando
han aprendido a conducir su bicicleta y ahora nos lo piden psicológica y afectivamente. Esto no
significa perderles, sino dejarles llegar a ser lo que pueden y quieren ser.
Y para ello necesitan espacio, un espacio vital amplio, donde empezar a extender las alas y a volar.
Educar, en el fondo, no significa otra cosa que hacer a las otras personas libres. Es curioso notar que
la palabra "educar" significa "conducir afuera": hemos caminado con nuestros hijos de la mano hasta
ahora; pronto estarán a la puerta de la edad adulta, listos para emprender su propio camino.

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