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Tiza en mano Nº 11
Las mujeres en la Revolución de Mayo
y las Guerras de la Independencia
Secuencias para 1er y 2do ciclo
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Las mujeres en las Guerras de la Independencia
Secuencia para 1er ciclo
Contenidos de Conocimiento del Mundo
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Las mujeres en la Revolución de Mayo
y las Guerras de la Independencia
Hace más de 200 años, estas tierras- que entonces se llamaban Virreinato del Río de la Plata
- eran gobernadas por un virrey nombrado por el rey de España. Pero por ese entonces,
muchas personas, sobre todo criollas, creían que ya era tiempo de que el virrey se fuera y
ellos mismos se empezaran a gobernar.
El 25 de mayo de 1810, en la ciudad de Buenos Aires, que era la capital del Virreinato,
algunos vecinos se reunieron en el Cabildo para discutir estas cuestiones. Algunos
defendían al virrey, y otros querían que gobernaran los criollos. No era fácil ponerse de
acuerdo. Para decidir qué hacer, votaron y ganaron los que querían que se fuera el virrey.
Entonces se formó una junta de gobierno para reemplazarlo.
Sin embargo, esta decisión tomada en Buenos Aires no fue aceptada en todas partes del
Virreinato. En cada ciudad del interior había grupos que apoyaban con entusiasmo a los
patriotas y otros grupos que defendían a los españoles. Empezaron entonces largas guerras
para decidir quién gobernaría estas tierras. Estas guerras se conocen como Guerras de la
Independencia.
Durante las próximas clases, vamos a leer acerca de cómo era la vida de las mujeres en estas
tierras en la época en la que sucedió todo esto.
Observen estas litografías y pinturas. Allí aparecen distintas mujeres en los tiempos que estamos
estudiando. ¿Qué diferencias encuentran entre ellas?
Presten atención a sus ropas, a sus posturas y a qué está haciendo cada una.
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Como vieron en los cuadros y litografías, la vida de las mujeres hace 200 años no era igual
en todos los casos. Vamos a leer las historias de tres mujeres que podrían haber vivido
entonces.
HISTORIA DE CARMEN
Carmen nació en Buenos Aires, en 1792. Sus padres eran españoles.
Vivía con su familia en una gran casa con varias habitaciones, cerquita
del Cabildo.
Su madre era una mujer dura. Casi nunca jugaba con ella: sólo le le
indicaba cómo comportarse.
Cuando Carmen cumplió seis años, empezó a ir a una escuela. Allí
aprendió a leer, a escribir y a calcular. Cuando cumplió doce años, sus
padres decidieron que ya no iría más. Desde ese día, una maestra iba a
su casa todas las tardes para enseñarle a coser y a tocar el piano.
Carmen participaba de las tertulias, unas reuniones que se organizaban en su casa. Allí asistían
los jóvenes de las familias más ricas de la Ciudad. Algunas veces, Carmen tocaba un vals con el
arpa. Otras, se sentaba junto a las demás chicas, esperando que algún muchacho la invitara a
bailar.
Cuando Carmen cumplió dieciséis años, su padre decidió que sería mejor para los negocios de
la familia que ella se casara con un rico comerciante. Así sucedió.
En su nueva casa, junto a su marido, Carmen empezó a hacer cosas muy parecidas a las que
recordaba que hacía su madre: pasaba las tardes bordando o conversando con otras mujeres
y daba órdenes a sus esclavas para que cocinaran, limpiaran y mantuvieran la casa en orden.
2. Vuelvan a leer el relato de Carmen. Expliquen qué cosas aprendía Carmen en la escuela y por qué dejó de
asistir.
3. Expliquen por qué el casamiento de Carmen fue un “casamiento por conveniencia”.
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HISTORIA DE JOAQUINA
Joaquina nació en Buenos Aires, en el año 1795. Sus padres, que eran afri-
canos, habían sido capturados en su tierra, obligados a viajar a América
y vendidos en una plaza pública en Buenos Aires a una familia adinerada
de la ciudad.
A los nueve años, Joaquina ya trabajaba junto a sus padres. En esos tiem-
pos, hacía de dama de compañía de la hija de los dueños de la casa. Su
trabajo era peinar, vestir, servir, acompañar, divertir y hasta tolerar los
golpes que le daba su amita cuando estaba enojada.
Cuando creció, Joaquina empezó a encargarse de realizar las tareas de la casa y servir lo que sus
amos le mandaran. Durante el almuerzo o la cena, a Joaquina no le estaba permitido sentarse
a la mesa con los señores de la casa. Debía comer rápidamente en la cocina, junto a las demás
esclavas. La mayoría de las veces, comía un caldo sencillo y un trozo de pan. Sabía que si llegaba
a comer la comida que cocinaba para los amos, podía ser castigada.
Además de trabajar en la casa, Joaquina era lavandera. Del dinero que ganaba como lavandera,
Joaquina tenía que entregar la mayor parte al amo. El resto lo guardaba con la esperanza de,
algún día, poder comprar su libertad.
1. Hagan una lista de las tareas que hacían las esclavas. Usen la información del
relato de Joaquina y del texto.
2. Inventen un diálogo entre Joaquina y su mamá en donde le cuente dónde nació, cómo fue su
viaje a Buenos Aires y qué pasó una vez que llegó a estas tierras. Tengan en cuenta que Joaqui-
na debe hacer las preguntas y su mamá, darle las respuestas.
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HISTORIA DE MANUELA
Manuela nació en Buenos Aires en 1790. Sus padres eran criollos.
Cuando Manuela tenía siete años, su madre le enseñó a leer y a escribir.
Además, aprendió y, desde pequeña, se transformó en una experta
jinete. También se divertía trepándose a los árboles para sacar frutas y
jugando a la escondida, a la rayuela y al gallito ciego, hacienda rondas y
saltando a la soga.
A los quince años, Manuela conoció a José, un hombre mayor que ella,
de quien se enamoró perdidamente. Fueron muy felices durante dos
años, hasta que José murió por una grave enfermedad.
Cuando su esposo murió, Manuela viajó a Mendoza. Allí decidió formar
parte de los ejércitos que luchaban por la Independencia. Sabía que la única forma de que la
aceptaran en el ejército era presentándose disfrazada de hombre. Eso fue lo que hizo.
Manuela combatió en varias batallas. Se destacó por su forma de cabalgar y utilizar la espada.
1. Hagan una lista con todas las formas en que las mujeres participaron de las guerras
de la Independencia.
2. a. Expliquen qué tuvo que hacer Manuela para poder pelear en la guerra.
b. ¿Por qué creen que habrá tenido que hacer esto?
3. Vuelvan a leer las partes del relato de Manuela que hablan de su niñez.
a. ¿Cómo se divertía?
b. ¿Cuáles de estos juegos se siguen jugando en estos días?
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ACTIVIDADES FINALES
1. Completen un cuadro con la información de los tres relatos que leyeron
Actividades que hacía cuando ¿Quién decidió con Actividades que hacía cuando
era niña quién se casaría? creció
Carmen
Manuela
Joaquina
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Las mujeres en la Revolución de Mayo
y las Guerras de la Independencia
Secuencia para 2do ciclo
5to grado - La ruptura del vínculo co- - Diferenciación entre la “Revolución de Mayo”
Uniones y lonial en Hispanoamérica y la “Declaración de la Independencia” y sus res-
desuniones impulsó la construcción de pectivas consecuencias en distintos aspectos de
nuevas sociedades, nuevos la sociedad.
territorios y gobiernos, y la - Identificación de perspectivas diferentes en
transformación de la econo- torno a algunos cambios políticos, según secto-
mía. res sociales o ideológicos.
- Análisis de algunas consecuencias de las gue-
rras revolucionarias y por la Independencia
* Según los Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral Programa Nacional de Educación Sexual Integral - Ley
Nacional Nº- 26.150
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Las mujeres en la Revolución de Mayo
y las Guerras de la Independencia
En los libros de Historia suelen aparecer solamente los hombres. En esta secuencia les
proponemos leer los relatos acerca de la vida de distintas mujeres que vivieron durante la
Revolución de Mayo y las Guerras por la Independencia de nuestro país para empezar a conocer
algunos de los hechos de ese período histórico y el rol que tuvieron en él las mujeres.
Carmen Ezcurra
Carmen nació en Buenos Aires, en 1792. Su padre era un importante
comerciante muy reconocido en la sociedad porteña, que vendía distintas
mercancías que hacía traer desde España. Su madre era una criolla heredera
de muchas haciendas en los alrededores de la ciudad.
Carmen vivía con su familia en una gran casa con varias habitaciones en
las cercanías del Cabildo. En un barracón que estaba en el fondo del patio,
dormían los seis esclavos de la casa.
Durante sus primeros años, Carmen se crió entre las esclavas de la casa. Allí
aprendió algunos secretos de la cocina. Su madre era una mujer severa que sólo se acercaba a ella
para indicarle lo que debía hacer o cómo debía comportarse. Siempre ordenaba a las esclavas qué
cocinar o cómo poner la mesa.
Cuando Carmen cumplió seis años, empezó a ir a la escuela de Doña Francisca López, a la que
habían asistido sus hermanos mayores. Allí, aprendió a leer, escribir y a calcular. Cuando cumplió
doce años, sus padres decidieron que ya era suficiente y reemplazaron la escuela por una maestra
que concurría todas las tardes a su casa para enseñarle a coser y a tocar el piano. Por más de que
Carmen insistió, no hubo marcha atrás.
Carmen iba a misa todas las semanas junto a toda su familia. No tenía muchos otros paseos, por
lo que disfrutaba mucho del sermón del sacerdote.
También participaba de las tertulias que se organizaban en su casa, a las que asistían los jóvenes
de las familias más reconocidas de la Ciudad. Algunas veces, Carmen tocaba un vals con el arpa.
Otras, se sentaba junto a las demás jóvenes, esperando que algún muchacho la invitara a bailar. Sus
hermanos participaban con poco entusiasmo. Preferían las reuniones a las que sólo podían asistir
los hombres. A Carmen le daba mucha curiosidad saber de qué hablarían, pero jamás se atrevió a
preguntarlo.
Una tarde de 1806, Carmen se sorprendió al ver a las esclavas de la casa tirar agua hirviente a
unos soldados por orden de su padre. Se divirtió viendo a las esclavas subir y bajar al balcón con
baldes. Aunque no podía ver las caras de los soldados ingleses, sí oía sus gritos. Repetía lo mismo
que sus hermanos: “¡Que se vayan los ingleses!”, pero no entendía muy bien qué hacían allí ni de
dónde tenían que irse.
La madre de Carmen deseaba que su hija se ordenara en un convento de clausura. Pero su
padre decidió que, para beneficio de los negocios de la familia, Carmen tendría que casarse con un
funcionario del Virreinato. Por eso, a los dieciséis años, la casaron con Ignacio Delgado, un secretario
del Virrey.
En su nuevo hogar, Carmen empezó a hacer cosas muy parecidas a las que recordaba que hacía su
madre. Daba órdenes a las esclavas para que cocinaran, limpiaran y mantuvieran la casa en orden,
especialmente cuando llegaban de visita los amigos de su marido y se encerraban largas horas a
conversar sobre política en la biblioteca.
Cuando llegó a Buenos Aires la noticia de que el rey Fernando VII estaba preso en España,
Carmen vio a su marido cada vez más preocupado. Sus reuniones eran cada vez más largas. Siempre
recordaría que el 22 de Mayo de 1810, él la obligó a cerrar las puertas y celosías y se fue al Cabildo
diciendo “Vamos a defender lo que nos corresponde”.
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Hortensia Sánchez de Loria
Hortensia nació en Buenos Aires en el año 1785. Su madre era una criolla,
hija de comerciantes y su padre, un próspero comerciante español.
Desde que era niña su madre se preocupó porque tuviera una buena
formación para que cuando creciera fuera una buena esposa y madre. Con
una maestra que iba a su casa, aprendió a leer, escribir, a realizar algunas
operaciones matemáticas y a tocar el piano. Su madre le enseñó a bordar
y a tratar amable pero firmemente a las dos esclavas que tenían en la casa.
Cuando las calles no eran un lodazal, iba con sus hermanas y sus padres a
misa en la catedral de la Ciudad.
Cuando era pequeña, le gustaba jugar en el depósito de su padre y mirar los rollos de tela que
allí se guardaban. A veces, encontraba entre las telas tarjetas escritas en un idioma que no podía
entender.
El padre de Hortensia siempre se quejaba por las trabas al comercio que imponía el rey y lo
complicado que le resultaba traer las telas de contrabando. Por eso, cuando en 1806, las tropas
inglesas ocuparon la Ciudad, no vio la invasión con malos ojos y se apresuró a tratar de hacer
negocios. Cuando las tropas al mando de Liniers expulsaron a los invasores, muchos hombres
poderosos comenzaron a mirarlo mal y el negocio comenzó a decaer. Entonces, el señor Sánchez
de Loria debió despedir a los dos dependientes que tenía y aceptar a regañadientes que su hija
lo ayudara con las tareas del negocio.
Trabajando para su padre, Hortensia conoció a Pedro Udaondo, un joven que estudiaba
abogacía en la Universidad de Córdoba.
A finales de 1809, Hortensia y Pedro se casaron en Buenos Aires. Los padres de la muchacha se
entusiasmaron con un yerno que tenía un futuro promisorio como abogado.
Para Hortensia, el casamiento fue el inicio de una vida distinta: se mudó a una nueva casa,
empezó a tener una criada a su cargo y conoció mucha gente que asistía a las reuniones políticas
que se realizaban en su casa. Aunque Hortensia no participara de las discusiones, le gustaba ver
su casa llena de gente y pasaba largas horas en la cocina preparando masas dulces para ofrecer
a sus invitados.
Pedro era amigo de Domingo French y era habitual que él y otros hombres se reunieran seguido
en su casa, aprovechando que estaba casi en las afueras de Buenos Aires y había pocas miradas
indiscretas que pudieran enterarse de estos encuentros.
A veces, Hortensia se preocupaba por su marido. Temía que esas reuniones pudieran traerle
problema. Pero Pedro le explicaba que no tenía sentido que se siguiera obedeciendo a un rey y a
un país que no hacían nada por sus colonias y que los vecinos de Buenos Aires y el virreinato ya
estaban grandes para decidir por sí mismos.
Una fría mañana a finales de Mayo de 1810, Hortensia se enteró a través de la criada que su
marido había salido antes del amanecer y le había dejado una nota. Hortensia leyó:
Lunes 21 de mayo de 1810
Amada mía,
Son éstos días agitados. Hemos dado un ultimátum al virrey y, de un momento a otro, formaremos
nuestro propio gobierno.
Tal vez no pueda volver a casa por unos días. Es tiempo de apresurar el cambio, y será mejor que
me quede en casa de Domingo.
A la brevedad te mandaré un mensajero con noticias.
Siempre tuyo,
Pedro
Esa tarde, al regresar del mercado, la criada le contó que la Ciudad estaba revuelta; se veían
hombres con armas yendo para el cabildo y se oían rumores que decían que iban a sacar al virrey.
Cinco días más tarde, en la mañana del 26 de mayo, Pedro entró corriendo y gritando. ¡Ahora
empieza todo! – dijo – Seremos un país. Habrá miles de cosas que hacer. Seguramente desde
España intentarán recuperar el Virreinato, pero no lo permitiremos.
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Joaquina
Joaquina nació en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de
la Plata, en el año 1795.
Sus padres, como millones de africanos, habían sido capturados
en su tierra, forzados a viajar a América y vendidos en una plaza
pública en Buenos Aires. Joaquina siempre recordaba lo que su
madre contaba sobre el temible viaje en barco desde África: el
amontonamiento, los olores, la suciedad, el mareo, los grilletes,
las enfermedades, la muerte.
En el Virreinato, la madre de Joaquina fue trasladada hacia Mendoza y vendida a una
familia. Durante un tiempo trabajó en una finca, cocinando para los demás esclavos y para
los señores de la casa. Luego fue vendida a una familia adinerada de Buenos Aires en la que
se ocupó de tareas domésticas.
Una vez en Buenos Aires, la madre de Joaquina se casó con Tomás, otro esclavo que
trabajaba en la misma casa. Después de unos años nació Joaquina. A los nueve años, la niña
ya trabajaba junto a sus padres. En esos tiempos, fue dama de compañía de la señorita de
la casa, una niña criolla de su misma edad. Su trabajo era peinar, vestir, servir, acompañar,
divertir y hasta tolerar los golpes que le daba su amita cuando estaba enojada. A diferencia
de su ama, a Joaquina nadie le enseñó a leer ni a escribir. En su compañía pasó algunos días
alegres, pero muchos otros tristes, especialmente después de que sus padres murieran de
tuberculosis.
Cuando creció, Joaquina empezó a encargarse de realizar las tareas de la casa y servir
lo que sus amos le mandaran. Durante el almuerzo o la cena, a Joaquina no le estaba
permitido sentarse a la mesa con los señores de la casa. Debía comer rápidamente en la
cocina, junto a las demás esclavas, una vez que los señores estuvieran servidos, y antes
de que necesitaran algo más. La mayoría de las veces, comía un caldo sencillo y un trozo
de pan. Sabía que si llegaba a comer la comida que cocinaba para los amos, podía ser
castigada.
Además de trabajar en la casa, los amos procuraron que Joaquina aprendiera un oficio:
era lavandera y pasaba sus tardes junto a otras mujeres muy fuertes, que soportaban las
peores inclemencias del invierno. Con sus manos, las mujeres cavaban su pileta [a3] y
lavaban, fregaban y sacudían las ropas de sus amos. En esos momentos, Joaquina conversaba
en voz baja con otras esclavas mezclando palabras en castellano con otras en lengua bantú,
la que hablaban sus padres. Del dinero que ganaba como lavandera, Joaquina tenía que
entregar la mayor parte al amo. El resto lo guardaba, centavo a centavo, con la esperanza
de, algún día, poder comprar su libertad.
Una tarde de 1813, Joaquina escuchó hablar a otros esclavos. Decían que los criollos
habían decidido liberar a los hijos de los esclavos que nacieran de ahí en más. Un año más
tarde, también se enteró de que muchos esclavos se presentaban voluntariamente para
pelear en el ejército contra los realistas. Los rumores decían que el mismísimo San Martín
había prometido la libertad a los esclavos que lucharan en el bando de los criollos.
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Manuela Sánchez
Manuela nació en Buenos Aires en 1790. Sus padres, criollos ambos,
vivían de los honorarios que el padre cobraba como abogado y de las
ganancias que les dejaba una estancia que tenían en Salta.
Cuando Manuela tenía siete años, su madre le enseñó a leer y a escribir.
La niña aprendió a hacerlo muy rápidamente y se interesó por todos
los libros que su padre guardaba en la biblioteca de la casa. Manuela
también aprendió a andar a caballo y, desde pequeña, se transformó en
una experta jinete.
A la edad de diez años, los padres enviaron a Manuela a un convento.
Sin embargo, su estadía no duró demasiado: antes de cumplir los trece años, las monjas la
expulsaron por desobedecer continuamente las normas. A los quince años, Manuela se casó
con José Quiroga, hijo de criollos de una buena posición económica. Durante cinco años
vivieron tranquilos en una estancia de la familia José que quedaba en las afueras de Buenos
Aires. Pero todo cambió a partir del año 1810: por un lado, los hechos de Mayo, alborotaron
la tranquilidad familiar. Pero, sobre todo, la vida de Manuela empezó a cambiar de rumbo
cuando su marido murió a causa del paludismo.
Tras la muerte de su marido, Manuela decidió trasladarse a la estancia que su familia tenía
en Salta. Allí entró en contacto con las ideas de Tupac Amarú, uno de los líderes indígenas más
importantes, que había encabezado grandes rebeliones contra los españoles en 1780. En ese
lugar también Manuela empezó a padecer las consecuencias de las guerras de la Independencia.
Si bien Manuela había amado mucho a su esposo, su muerte le posibilitó hacer cosas que
no podría haber hecho mientras él estaba vivo. Ella quería estar en el frente de batalla. Sabía
que la única forma de que la aceptaran en el ejército era presentándose disfrazada de hombre
y eso fue lo que hizo.
Rápidamente, Manuela se destacó como jinete: sabía cabalgar desde muy chica y además
era diestra con la espada. En poco tiempo ganó el respeto de los hombres por su inteligencia
y valentía. En 1812 conoció al caudillo salteño Martín Miguel de Güemes, quien la sumó a
las filas de los ejércitos que enfrentarían a los realistas en las Guerras Gauchas del norte de
nuestro actual territorio, y en poco tiempo, la nombró coronela.
Al mando de Manuela, las tropas que comandaba ganaron muchas batallas. El número de
soldados y el armamento de su ejército era menor que el del enemigo. Pero, como a ella misma
le gustaba decir, sabían por lo que peleaban y estaban convencidos de lo que hacían y era eso
lo que les permitiría ganar la guerra.
Nombre de la mujer ¿Qué información so- ¿Qué información so- ¿Qué preguntas les
bre lo que pasaba en bre la vida de las mu- surgen al leer?
el Virreinato del Río de jeres en esa época
la Plata aporta? aporta?
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A continuación leerán algunos textos para conocer un poco más acerca de los hechos
que transcurrieron en América hacia 1800.
1. Expliquen por qué, al igual que el padre de Hortensia Sánchez, muchos comerciantes
españoles no vieron con malos ojos que las tropas inglesas ocuparan la Ciudad. Pueden
releer el relato de Hortensia para poder responder a la pregunta.
2. El siguiente es un fragmento del relato sobre Carmen:
“El único recuerdo interesante que Carmen conservaba de esa época fue lo que sucedió una tarde de 1807, cuando
vio a las esclavas de la casa obedecer la orden de su padre y tirar agua hirviente a los soldados ingleses que
entraban a la Ciudad. (…)Carmen repetía lo que sus hermanos: “¡Que se vayan los ingleses!”, pero no entendía muy
bien qué hacían allí ni de dónde tenían que irse.”
¿Podrían ayudar a Carmen a entender por qué sus hermanos decían “¡Que se vayan los ingleses!”?
Escriban qué le dirían.
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REVOLUCIÓN DE MAYO
Hacia 1810, muchos criollos comenzaron a cuestionar que los virreyes y demás autoridades del
Gobierno fueran nombrados por el rey de España y que no fueran nacidos en América.
Muchos comerciantes estaban molestos a causa de que se los obligara a comerciar únicamente con
España. No podían vender sus productos a otros países que estaban interesados en adquirirlos. Dueños
de tierras de todo el continente querían negociar con otros países lo que producían.
A estos descontentos se fueron sumando las ideas que fueron llegando de Europa y que proponían
la igualdad de los habitantes y hablaban de que los reyes no tenían derecho a decidir solos sobre los
asuntos del gobierno.
En Mayo de 1810 la ciudad de Buenos Aires estaba muy convulsionada. Las noticias recibidas de
España acerca de que el Rey Fernando VII estaba preso en manos de los franceses habían colmado la
paciencia de un sector de la sociedad que pretendía un cambio urgente en las cosas del gobierno.
Por otro lado, los hombres y mujeres de Buenos Aires habían demostrado durante las invasiones
inglesas de 1806 y 1807 que sabían y podían luchar con las armas.
El Regimiento de Patricios estaba acuartelado a la espera de una orden. Otros grupos armados se
organizaban con sables, pistolas y cuchillos como los comandados por French y Beruti a los que se
conoció como Legión Infernal o “chisperos”.
El 22 de mayo el virrey Cisneros por fin decidió convocar a un cabildo de vecinos. Se mandaron a
hacer seiscientas invitaciones. Aunque fueran los más perjudicados, los negros y los indios, no podían
participar de la reunión; las mujeres tampoco. De esas 600 invitaciones se repartieron 450 y al final solo
asistieron 200 vecinos. Mucha gente tuvo miedo de salir de sus casas y otros fueron presionados por los
patriotas para no asistir. En la plaza no había ni fiesta ni alegría. Se avecinaban grandes cambios y mucha
gente estaba dispuesta a dar y a tomar la vida por ello.
CABILDO ABIERTO
El cabildo abierto fue convocado para el día 22 de mayo. Hubo arduas discusiones acerca de cómo
debía conformarse el nuevo gobierno. Existieron varios intentos por parte de quienes defendía
al Virrey para que el poder siguiera quedando en manos españolas. Pero finalmente, y sobre todo
gracias a la presión ejercida por las milicias
en las calles y cuarteles, el 25 de mayo
se conformó una Junta de Gobierno con
mayoría de criollos, conformada por nueve
integrantes. Comenzó el gobierno sobre las
Provincias Unidas, que dejaron de llamarse
Virreinato del río de la Plata. Pero todavía
había muchos españoles que dentro y
fuera de Buenos Aires no reconocerían
el poder de la Junta. Empezaba un largo
período de guerras por el territorio y por la
Independencia definitiva. Sucesos similares
habían comenzado o estaban por comenzar
en el resto del continente. Se iniciaban así
las guerras por la Independencia.
1. ¿Qué motivos llevaron a que el Virrey Cisneros tuviera que convocar a un Cabildo
Abierto el 22 de mayo de 1810? Para responder a esta pregunta, relean el texto y hagan
una lista de todas las cosas que estaban ocurriendo en el Virreinato en esa época.
2. Al igual que muchos vecinos de Buenos Aires, el marido de Carmen y el de Hortensia asistieron al
Cabildo Abierto del 22 de mayo. Relean los dos relatos para distinguir a qué grupo pertenecía y qué
intereses perseguía cada uno de estos hombres.
3. ¿Por qué creen que al Cabildo Abierto no habrán podido asistir los indios, los esclavos y las mujeres?
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LAS MUJERES DE ELITE EN LA ÉPOCA DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO
Aunque la mujer tenía derechos legales limitados (como el
derecho a heredar), ninguna mujer podía tener una profesión,
porque se pensaba que era incapaz de cualquier tipo de vida fuera
de su hogar. Para las mujeres de Buenos Aires sólo había tres
opciones: el matrimonio, la soltería o la entrada en un convento
de clausura.
Por los informes de los viajeros que visitaron Buenos Aires
sabemos que las mujeres que elegían el matrimonio o la soltería
debían llevar una vida tranquila y cortés centrada en el hogar y en
la iglesia. En sus hogares, y en las reuniones sociales, las mujeres
no debían desplegar inteligencia, sino más bien brindar el toque
amable a los invitados, ser capaces de una charla agradable y
vivaz, de bailar danzas españolas y francesas, tocar la guitarra y
cantar. Otra cosa que podían hacer las mujeres era tocar el arpa.
Siempre iban bien acompañadas cuando salían de sus casas, y
las bien educadas no se mezclaban con la gente “vulgar”. Aunque
las invitaban a bailes, fiestas y tertulias, quedaban excluidas de muchas de las reuniones que abundaban
en la vida social de los hombres.
En esa época, existían “los matrimonios por conveniencia”. Para estas mujeres era común que los
padres les eligieran maridos. Los matrimonios así pautados no tenían en cuenta los sentimientos de
las jóvenes sino los intereses de familia. A través de un buen matrimonio se buscaba mantener o
incrementar el patrimonio familiar. Los ricos comerciantes, por ejemplo, se preocupaban por pactar
matrimonios con hombres que a través del ahorro y la buena administración dieran continuidad a sus
empresas mercantiles.
Elaborado a partir de: Mariquita Sánchez de Thompson. Félix Luna (director). Colección Grandes protagonistas de la
historia argentina. Planeta, Buenos Aires, 2000. y Socolow, Susan. Los mercaderes del Buenos Aires virreinal: familia y
comercio. Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1991.
17
LOS ESCLAVOS EN EL RÍO DE LA PLATA
La captura, el viaje y la venta
El comercio de esclavos africanos para su venta en las
colonias americanas fue inmenso. Millones de personas
fueron apresadas y vendidas como mercancía durante
casi trescientos años. No importaba si se trataba de
mujeres, hombres o niños, todos podían ser comprados
y vendidos.
Durante siglos, empresas holandesas e inglesas se
encargaban de capturar o comprar personas en África.
Luego las trasladaban hacia distintas zonas de América
en barco. Amontonados, unos sobre otros, muchos
africanos morían por hambre o por las pésimas condiciones de higiene en las que viajaban.
Al llegar a los puertos, se los encerraba entre una semana y diez días en un galpón para limpiarlos y
darles comida. Esto se hacía para que tuvieran un mejor aspecto al momento de ponerlos en venta y,
así, obtener un mejor precio por cada esclavo.
El día de la venta, se los exhibía encadenados en grupos a los compradores. La venta rara vez era
individual. En el Virreinato del Río de la Plata, los grandes compradores de esclavos eran familias con
mucho dinero.
Una vez vendidos, los destinos y trabajos de los esclavos eran muy diversos. Algunos que llegaron al
puerto de Buenos Aires se quedaron en la Ciudad, otros terminaron trabajando en las haciendas y otros
en las minas de Plata de Potosí. Los esclavos recibían un trato muy duro, mala comida, ninguna paga y
severos castigos si desobedecían al amo. En algunas zonas del América española, estas condiciones de
vida produjeron numerosas revueltas y fugas.
1. Joaquina sabe sobre el viaje en barco desde África que hicieron sus padres… “el
amontonamiento, los olores, la suciedad, el mareo, los grilletes, las enfermedades,
la muerte.” ¿Qué más le podrían contar sobre el viaje de los esclavos? Incluyan en la
explicación la información que aporta el texto y la que aportan las imagenes.
2. Subrayen en el texto y luego hagan una lista de las distintas tareas que podía llevar adelante un
esclavo en esa época. Para hacerla tengan en cuenta la información que aparece en este texto y los datos
que aporta el relato de Joaquina.
18
ASAMBLEA DEL AÑO XIII
La asamblea del año 1813 fue un Congreso con representantes de las Provincias Unidas que intentó
organizar el gobierno, el territorio y redactar algunas leyes que diferentes a las de España.
Una de las leyes más importantes que sancionó ese Congreso fue la de la “libertad de vientres”. que
decía que los hijos de esclavos que nacieran desde ese momento serían libres.
Se trataba en realidad, de una libertad bastante lejana.
Lean estos artículos de la Ley para entender por qué.
5° Cuando se hubiere de vender una esclava, que tenga un hijo liberto, deberá pasar con él a poder
del nuevo amo, si el liberto no hubiese cumplido aún los dos años; pero pasado este tiempo, será a
voluntad del vendedor el quedarse con él, o traspasarlo al comprador junto con la esclava.
6° Todos los niños de castas, que nacen libres, deberán permanecer en casa de sus patronos hasta la
edad de veinte años.
8° Los libertos servirán gratis a sus patronos hasta la edad de 15 años; y en los cinco restantes se les
abonará un peso cada mes por su servicio, siendo de cuenta de sus patronos la demás asistencia.
12° Cumpliendo el liberto los 20 años de su edad, deberá desde el mismo día ser emancipado de su
patrono, y darse cuenta a la policía.
“Reglamento para la educación de los libertos dado el 2 de febrero de 1813” (fragmento)
1. ¿Les parece que eran libres los hijos de esclavos nacidos después de esta ley? Justifi-
quen la respuesta.
2.Escriban un diálogo que se podría haber producido entre dos mujeres como las del
relato mientras estaban lavando ropa. Incluyan algunos comentarios acerca de la vida
que llevaban.
Para escribir este diálogo pueden usar información del texto que acaban de leer, del
texto “Los esclavos en el Río de la Plata” y del relato de Joaquina.
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LAS GUERRAS POR LA INDEPENDENCIA
Después de la Revolución de Mayo de 1810, empezó un largo período de guerras por la Independencia
definitiva. En estas guerras, se enfrentaron los ejércitos patriotas, que impulsaban la independencia de
los países latinoamericanos, y los realistas, que querían que estas tierras siguieran en siendo colonias
de España.
En un primer momento, la guerra fue asunto de unos pocos. Para la mayor parte de la población la
Revolución de Mayo no había sido más que el cambio de un gobierno por otro y esto no había había
modificado demasiado sus vidas.
Sin embargo, cuando los españoles intentaron iniciar la reconquista armada de los territorios
perdidos, la situación comenzó a cambiar. El saqueo de los campos por los realistas, la represión de
los españoles contra los artesanos y pequeños comerciantes y, sobre todo, la persecución de indígenas
y negros, hizo que todos se unieran para pelear por la defensa de su tierra, su cultura y por mejores
condiciones de vida.
Una parte importante de los ejércitos estuvo formada por esclavos. Por ejemplo, más al sur del
continente, el general José de San Martín, antes de cruzar a Chile, les prometió la libertad a quienes
pelearan contra los españoles. Sin embargo, de los dos mil esclavos que participaron de las guerras, la
mayoría murió por ser los primeros en la línea de fuego. También los indígenas participaron en algunos
frentes.
Aunque los ejércitos patriotas eran muchas veces menores en número, sus oficiales y soldados
inexpertos y sus armas, inferiores, sus integrantes estaban muy convencidos de la necesidad de luchar
contra los españoles. Los hombres al mando de la corona española, en cambio, peleaban lejos de
su tierra para que el rey de España pudiera conservar sus dominios; esto hacía que muchas veces se
rindieran o retiran de las batallas antes de ser derrotados.
Los costos de la guerra fueron muy altos: por un lado muchos hombres debieron abandonar su trabajo
y su familia para luchar – y en muchos casos, morir – en la guerra. Además, era necesario conseguir
dinero para las armas, los caballos, los alimentos y todo lo que se necesitara. Para cubrir estos gastos,
el gobierno pidió contribuciones a la población. Muchas veces estas contribuciones eran obligatorias,
sobre todo para los españoles y criollos que se oponían a la Revolución. Pero también el pueblo que
apoyaba a la revolución, hizo aportes de manera voluntaria. Por otra parte, la guerra empobreció las
tierras donde fueron los combates, que se convirtieron en un campo de batalla.
En Buenos Aires, lejos de los campos de batalla, la vida no cambió demasiado. El nuevo gobierno no
introdujo reformas importantes en la vida de la mayoría de la población.
Luego de que el Congreso de Tucumán declarara la Independencia definitiva, y antes de que la guerra
terminara, empezaron los debates y las peleas entre Buenos Aires y el resto de las Provincias. Las
discusiones acerca de cómo se organizaría el país y quiénes iban a dirigir su destino durarían muchos
años más. Lejos de instalarse la paz, comenzaría una feroz guerra civil entre Buenos Aires y el resto del
país para definir cómo se repartiría el poder y la riqueza del territorio, ahora que no dependía más de
España.
1. a. Relean el relato de Manuela y expliquen por qué algunas personas como ella
decidieron unirse a las tropas que luchaban por la Independencia.
b. Busquen en este texto y anoten qué otros motivos tuvieron las personas que se unieron
a la guerra o dieron contribuciones.
2. a. ¿De qué manera explica Manuela el motivo por el cual los criollos ganaran la guerra?
b. Completen la explicación de la actividad 2.a con los datos que aporta este texto.
3. En el relato de Joaquina se dice que “Los rumores decían que el mismísimo San Martín había prometido
la libertad a los esclavos que lucharan en el bando de los criollos”. ¿Eran ciertos estos rumores? ¿Pudieron
recuperar su libertad los esclavos que pelearon en las guerras? ¿Por qué?
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1. Observen este
mapa en donde se
muestran las fechas
y lugares en donde se pelearon las
principales batallas de las Guerras
por la Independencia en América del
Sur.
2. Lean los siguientes relatos para saber de qué manera las mujeres participaron en las Guerras por la
Independencia.
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Francisca Javiera Carrera y Verdugo (Santiago, 1781- 1862)
No ocupó ningún cargo político pero ejerció una influencia incuestionable como asesora y consejera.
Intervino en la creación de los símbolos patrios de Chile, como la bandera. En el enfrentamiento con
las fuerzas realistas llevó y transmitió mensajes, movilizó grupos de mujeres para que confeccionaran
vendas y ropa y organizó un grupo de enfermeras para asistir a los heridos. El revés del ejército patriota
en Rancagua obligó a los hermanos Carrera a emigrar a Mendoza. Desde entonces Javiera padeció 10
años de destierro en tierras de Argentina y Uruguay.
a. ¿De qué maneras participaron las mujeres en las Guerras? Subrayen esta idea en estos breves relatos
y hagan un listado enumerando los diferentes roles que jugaron las mujeres.
b. ¿Cómo acabaron las vidas de muchas de ellas? ¿A qué creen que se debe este final?
c. ¿Qué tuvo que hacer Manuela para que la dejen combatir? ¿Por qué creés que tuvo que hacer eso?
¿Encontraron en los relatos que otras mujeres hayan tenido que hacer lo mismo?
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Anotaciones
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