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Laicado

L autores antiguos, más que definir qué es un laico, se centraban más bien en
M ^ n jificar claram ente quiénes eran los que poseían la potestad eclesiástica, para
r así excluir las pretensiones abusivas de quien no había recibido el sacramen­

L t a l orden. Más adelante, con el decreto de Graciano, se distinguen dos tipos


, cristianos: laicos y clérigos. Este sentido de la palabra « la ic o » se haría después
■ íinante, porque se reveló útil en la vida de la Iglesia, en el derecho sacramental
en la reglamentación canónica de la potestad eclesiástica, hasta llegar tam bién al
j^ctual q \C 207 § 1: «P o r institución divina, entre los fieles hay en la Iglesia m inis­
L A IC A D O tros sagrados, que en el derecho se denom inan tam bién clérigos; los demás fieles
| llaman laico s». C ongar ha denom inado « c a n ó n ic a » esta definición de laico;
1. E l LAICAD O EN LA SAG RAD A E S C R IT U R A Y EN LA ÉPOCA PATRÍSTi- se la llama también noción «sa c ra m e n ta l» del laico, ya que lo califica en razón de
CA - 2 . E l l a i c o en la h is to r ia d e l a I g l e s i a h a s t a l a r e n o v a c ió n los sacramentos recibidos.
e c le s io ló g ic a d e l s ig lo x x - 3. R e f l e x i ó n s o b r e e l l a i c o e n l a épo­ Con Constantino y los inicios del monaquismo se produjo otra diferenciación
c a m á s r e c i e n t e h a s t a e l C o n c i l i o V a t i c a n o II - 4 . E l c o n c e p t o de entre los bautizados: los no clérigos —llamados saecu la res — y los d e v o ti o religio­
LA ICO EN LOS TEXTO S DEL C O N C IL IO VATICANO II - 5- REFLEXIONES POS­ sos Cuando los textos se refieren a simples fieles sin añadiduras o caracterizaciones
TE RIO RE S SOBRE LO QUE ES PROPIO DEL LAICAD O EN LA IGLESIA - 6 . H aCIa uliares, ordinariam ente les llam an laicos. A los demás laicos, aislados de las
UNA DEFINICIÓN DEL LAICO Y DE SU M ISIÓ N . ocupaciones seculares, se les denom ina de diferentes formas: monjes, devotos-
arados, etc. Surgió así un tertiu m gen u s, el monacato, que alteró la relación
1. E l LAICAD O EN LA SAG RAD A E S C R IT U R A Y EN LA ÉPOCA PATRÍSTICA. complementaria entre laicos-clérigos existente hasta esa época. C on el tiem po, la
Laicado es palabra que tiene su origen en el griego precristiano laikós. Se trata tinción adquirió aspectos jurídico-teológicos y sentidos bastante diferentes. En
de un sustantivo que indica un conjunto de personas —los laicos— que p oseen la teología posterior, el térm ino « la ic o » designó a menudo, con o sin pretensio­
en com ún una condición específica que las distingue de las demás: pertenecen al nes de definición, a quien no pertenece ni al clero ni al estado de vida religioso. En
pueblo, pero en él no tienen autoridad u otros títulos. el ámbito canónico es más frecuente encontrar la palabra « la ic o » como equiva­
El vocablo no comparece en los LX X , ni en Filón, n i en el NT. A finales dd len te a «n o clérig o ».
siglo I, el térm ino lo em plea san Clem ente Rom ano (cf. 1 C lem . 40,5) para indi­
car a los que, perteneciendo al pueblo de Israel, no eran ni sacerdotes ni levitas. 2. El l a ic o e n l a h i s t o r ia d e l a Ig l e s i a h a s t a l a r e n o v a c ió n e c l e -

Im plícitam ente, el texto de este Padre presenta el nuevo pueblo de Dios como in ­ SIOLÓGICA d e l sig l ox x . La conclusión de la lucha de las investiduras trajo
tegrado por la jerarquía y por los laicos. Por tanto, los laicos eran los cristianos no consigo la ventaja de distinguir entre la E cclesia y la respublica tem poral. Según
ordenados. San Clem ente califica tam bién de laicas las disposiciones que los «lai­ Congar, fue entonces cuando se extendió la imagen, que en los siglos siguientes
c o s» tenían que obedecer. El térm ino laicado no lo m encionan los demás Padres obtendría gran éxito, que representa agrupados a dos pueblos diferentes: uno en
apostólicos, ni los Padres apologistas, ni san Ireneo de Lyon. Sí se encuentra, en torno al Papa, el otro alrededor del emperador. El prim er pueblo se dedica por
cam bio, en Clem ente de A lejandría, para referirse a quien no es clérigo. Tertuliano completo a las cosas espirituales, el segundo a los asuntos de aquí abajo.
lo latiniza (laicas) con el mismo significado. En la época de Orígenes se produjo En la práctica, la polém ica de las investiduras trató de sustraer a los laicos cual­
la diferenciación definitiva de funciones entre clérigos y laicos: esta se apoyaba en quier rol activo dentro de las estructuras eclesiales, sosteniendo que los laicos se
la distinción de roles litúrgicos ya existente, pero después se extendió a la predi­ ocupan de los asuntos del mundo y no de los de la Iglesia. Sin em bargo, los prínci­
cación y a otros ámbitos. En la legislación canónico-litúrgica, desde el siglo III, se pes cristianos de entonces consideraban que tenían un cierto poder en los asuntos
instituyó para los laicos un papel gradualm ente más pasivo. Estos, sin embargo, eclesiásticos, precisam ente porque eran laicos, es decir, miembros de la Iglesia. Por
debían contribuir al sostenim iento de las obras de caridad y del culto. Concomi- eso, en los textos de los siglos x n -x v , la palabra « la ic o » se em plea de dos modos
tantem ente, el clero asum ió todos los m inisterios y oficios de la Iglesia. De todos completamente diferentes: como sinónim o de «m iem b ro de la Ig le sia » (fiel), o
m odos, en los primeros tres siglos la gran diferencia no se establecía entre los fieles c o m o «cristiano dedicado a los asuntos del m u n d o ». Con todo, hay que tener en
cristianos, laicos o clérigos, sino más bien entre la Iglesia y el m undo pagano. cuenta la perspectiva unitaria de la christianitas, dentro de la cual se distinguían
El térm ino laico significa la pura condición de fiel cristiano, común para to­ los dos poderes, conforme a la doctrina gelasiana (al menos hasta la bula Unam
dos, proveniente del bautism o y de la confirmación, en cuanto distinta de la de unctam del año 1301). En concreto, los soberanos católicos se ocupaban tam bién
quienes han recibido el sacram ento del orden. La palabra « la ic o » indica la «no d el bien espiritual de sus súbditos y eran uno de los órdenes que conformaban la
o rden ació n » de algunos —la m ayoría— de los cristianos. H ay quien essostienen Iglesia medieval. En los mejores teólogos medievales y en la liturgia, a la Iglesia
que, en ciertos aspectos, su significado está cargado de negatividad. En realida , se la veía como congregación de los fieles y com unión de los santos. En la época
ygc) Laicado
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dirigidos ahora por gobiernos liberales ya desinteresados de la salvación de sus
m edieval tam bién se detecta un florecim iento de las asociaciones de laicos, junto a
súbditos. Fue en ese contexto de búsqueda de la liberta s E cclesiae cuando cobró
algunos fenómenos que sería más exacto llam ar antijerárquicos y no simplemente
iuge Ia eclesiología de la societas p erfecta , es decir, autosuficiente e independiente
laicales. , , . . de las injerencias de los Estados liberales. En esa societas p erfecta , la Iglesia aparece
La reforma protestante, con su recalificación del m inisterio jerárquico a nivel
como un ám bito por encim a de los negocios humanos, ilum inando en su caso con
del sacerdocio común y con su desinterés por la m ediación sacramental e histórica
la fe algunos aspectos, pero en la práctica separada del mundo y, ella m isma, un
querida por Cristo, provocó por parte católica una nueva insistencia en el sacer­
mundo en sí. El papel del laicado en esta eclesiología consistía en recibir la ayuda
docio jerárquico, tanto en el C oncilio de Trento como en la doctrina de los siglos
espiritual de la Iglesia para alcanzar el Cielo, y en someterse a la actividad docen­
posteriores. El laicado quedó, pues, en la sombra, acentuándose su papel pasivo.
te, santificadora y pastoral de la Iglesia. En su m isión, el laico estaba dividido, ya
No obstante, en el ám bito espiritual, san Francisco de Sales ( t 1622) desarrolló
que pertenecía sim ultáneam ente a la Iglesia y al mundo, que se hallaban separados
una adaptación de la espiritualidad religiosa y de los tesoros espirituales de la Igle­
entre sí y en sus planteam ientos m antenían lógicas diferentes. Esta eclesiología
sia para los laicos, siendo un gran prom otor de la santidad de los laicos.
no sirvió ciertam ente para frenar el proceso de expulsión de la Iglesia de muchos
Es preciso todavía tener en cuenta un efecto de las guerras de religión de los
espacios sociales, acaparados desde entonces por el Estado.
sid o s X V I-X V II: tras un prim er m om ento en que los soberanos intentaron asegu­
La historia muestra que el térm ino laicado (y sus derivados) mantuvo una d i­
rar una unidad confesional en sus territorios, asociada a sus intereses espirituales y
versidad semántica notable, todavía hoy no resuelta. Por eso, entre los teólogos
tem porales, a continuación dejaron de preocuparse de la religión de sus súbditos,
contemporáneos es común afirm ar que un acercamiento al laicado, que no tenga
para dedicarse preferentemente a su bien terreno. Según algunos autores, ahí se
en cuenta las categorías con que norm alm ente se enfoca la cuestión, puede fácil­
encuentra la génesis de la secularización m oderna y del desinterés político y so­
mente conducir a callejones sin salida.
cial por lo que pueda acaecer al final de la vida hum ana o al final del mundo. Si
anteriorm ente el laicado no tenía excesiva responsabilidad en a Iglesia, al menos
3. R e f le x ió n s o b r e e l l a i c o en l a é p o c a m ás r e c ie n te h a s ta e l
los príncipes cristianos, que eran casi todos laicos, m antenían la preocupación de
II. La situación evolucionó en dos direcciones: por una
C o n c ilio V a t i c a n o
promover la difusión de la fe y el bien espiritual de su pueblo con la fundación de
parte, las pretensiones de los Estados liberales se derrumbaron tras la prim era gue­
iglesias, m onasterios, conventos, universidades, etc. Porque las «co sas de la Igle­
s i a » afectaban al soberano y al bien com ún de todo el pueblo. ^ rra mundial y se redujeron aún más con la posterior derrota del fascismo, del na­
zismo y, más recientem ente, del comunismo. Por otra, surgieron fenómenos pas­
Ahora bien, a partir de las denom inadas «gu erra s de re lig ió n » , la trabazón
torales en la vida de la Iglesia que promovieron el laicado. Todavía en el siglo X IX ,
de la Iglesia con la sociedad civil sufrió un cam bio notable, que se fue manifestan­
Newman fue uno de los pioneros de un pensam iento sobre el laico que floreció
do paulatinam ente hasta las revoluciones liberales. El gobierno de los principes
en el Concilio Vaticano II, y aparecen otros hombres m uy atentos a la obra m isio­
cristianos quiso continuar con un tipo de relación con el poder espiritual igual al
nera y a la acción caritativa. Los movimientos sociales y el m ovim iento litúrgico
precedente, pero aplicando gradualm ente los nuevos criterios de utilidad publica y
jugaron también su papel en el despertar del laicado en las prim eras décadas del
social, al menos hasta el final del periodo revolucionario (variable según los distin­
siglo x x .
tos países). M uchos de estos criterios provenían de la nueva ideología liberal en
En el ám bito espiritual, el P. Juan González A rintero ( i 1928) sostuvo que
prim er l u g a r - y de la Ilustración - d e s p u é s - , y promovían una comprensión del
codos los cristianos podían llegar a la vida m ística, santificar a los demás y contri­
hombre, del m undo v de la sociedad sin horizontes trascendentes, de marchamo
buir a la acción santificadora de la Iglesia. El beato C olum ba M arm ión ( t 1923)
utilitarista, que incluía una ingenua confianza en la capacidad de la razón para
difundió por entonces una conciencia más honda del m isterio de C risto y de las
conocer la felicidad, orientarse a ella y resolver todos los problemas humanos, y
consecuencias del vivir en Cristo. Se trata de un ejem plo de lo que aconteció en
nalm ente rechazaba toda tutela de una autoridad que no hubiera sido previamente
la época de entreguerras: la considerable difusión de la devoción y de la contem ­
concordada entre los hombres. ,
plación del Verbo encarnado, que influyó de forma notable en la teología espiri­
De este am biente proviene el cambio de sentido de la palabra « la .e o » *
tual, en la eclesiología y en la cristología. El P. Emile M ersch, en los años treinta,
sus declinaciones adjetivas, que comenzó a señalar a quienes ™
escribió que todo cristiano podía santificar a los demás justam ente porque está
m iento y una acción independientes de la enseñanzay de la autoridad de
«en C risto », ofreciendo una base teológica para el apostolado laical y para la
En cierto sentido, puede decirse que este significado de la palabra r e s p o n d ía
participación de los cristianos en la liturgia. Aunque no pensaba específicam ente
idea liberal de hombre. En algunos idiom as - n o en t r a n c e s - existen^dita
en el trabajo hum ano o en el laicado, el jesuíta belga sostenía que la santidad no
tes palabras para indicar el significado original y el ilustrado-liberal de la p d *
es una cosa extraordinaria, ya que después de la encarnación la unión con Cristo
« la ic o » . Pero esos significados a m enudo no consiguen distinguirse.bien
no lo es. En A lem ania, en los años veinte, Rom ano G uardini alentó en los jóvenes
lenguas de raíz latina. i ¡ufarse de el deseo de seguir a Jesús, de reconocer el papel de la Iglesia en su vida y de vivir
En la historia de los últim os doscientos años, la Iglesia tuvo que liberarse
la liturgia.
la opresión ínsita en su antigua relación con los Estados denominados catoüc
791 ^ ljú * á o
Laicado
_de la necesidad de una visión eclesiológica de conjunto, previa a una re­
El pensam iento teológico católico de aquellos años sobre los laicos se orientó
flexión que quisiera ser respetuosa de la verdad de los diferentes estados de vida
en dos líneas de dirección: una, más enfocada a la acción en la sociedad (ámbito
francés y belga, muy ligado a las juventudes obreras), y la otra, más atenta a la
en Ia IgleS*a inf r a)- Tanto para C ongar como para Philips, el laico tenía una
misión que desempeñar en la Iglesia y en el mundo, que se fundaba en el sacra­
participación litúrgica de los laicos (ám bito germ ánico) Una y otra trataron de
mento del bautismo. El laicado no era un lugar vacío en la Iglesia. Congar propuso
fundam entar teológicam ente esta acción o participación de los laicos.
yna yuxtaposición de las dos misiones del laico: en la Iglesia y en el mundo. Para
Aparecen tam bién fermentos de vida cristiana que únicam ente mas tarde se-
¿1 la diversidad de los fines caracterizaba las situaciones eclesiales: los religiosos
rían objeto de reflexión teológica, como es el caso de la fundación del Opus Dei
viven, en la m edida de lo posible, para las realidades celestiales; los laicos no viven
en 1928 por obra de san Josem aría Escrivá. Este santo se dedicó a recordar qUe
elusivamente para las realidades celestiales. Los laicos tenían además com peten­
el Señor'llam a a todos a la santidad de vida (Ef 1,4). Percibió la realización de la
cias reducidas en lo que se refiere a los medios propiam ente eclesiales de la vida en
redención y la recapitulación del mundo no solamente en el acontecimiento pas.
Cristo, que pertenecen a la esfera de los clérigos. Para Philips, en cambio, todos
cual sino tam bién en los años de la vida oculta del Verbo encarnado en Nazaret. El
persiguen el mismo fin o la m ism a m isión en la Iglesia, pero viven en ámbitos
Señor asum ió la norm alidad, todo lo creado, transformándolo en instrumento y
diferentes. Los ám bitos eran los que caracterizaban las situaciones eclesiales, tanto
objeto de su m isión. Pastoralmente, esta luz llevó a san Josem aría a abrir al laicado
cam inos de santidad en medio del m undo, predicando la santificación del trabajo del religioso como del laico.
Además, fue en los años cincuenta cuando tuvo lugar el debate sobre el va­
profesional y de los deberes fam iliares y sociales como cam ino para reconducir
lor del compromiso cristiano en los asuntos de este mundo, más conocido como
todo lo creado a Dios. A brió así a los laicos am plios campos de santificación y de
«teología de las realidades tem p o rales». Entre los teólogos católicos existían opi­
apostolado en las ocupaciones ordinarias, en un contexto de legítim o pluralismo y
de autonom ía en la ordenación del m undo hacia Dios. niones diversas, reflejo, entre otras cosas, de la am bigüedad con que se utilizaban
los términos « I g le s ia » y « m u n d o » . En la Sagrada Escritura encontram os dife­
El papa Pío XI, al inicio de su pontificado, recordó la llam ada universal a la san­
rentes visiones del mundo, según el sentido que se le dé. No era lo mismo tomar
tidad Podemos incluso leer, a modo de concreción, la santidad fam iliar de la que
el mundo en sentido joaneo, o en sentido paulino, este últim o más en consonan­
habló a comienzos de los años treinta. Justam ente en este segundo momento dio un
cia con los primeros capítulos del Génesis. Tampoco el significado de la palabra
nuevo impulso a la Acción Católica, concebida entonces como colaboracion de los
«Iglesia» fue siempre claro: entre el m u n d u s recon ciliatu s de Agustín y la E cclesia
laicos en el apostolado jerárquico. La perspectiva de Pío XI se inscribía en el con­
in tenis, instrum ento de la salvación, existe una diversidad no pequeña. El debate
texto de una Iglesia que ha sido expulsada del mundo y, a través de los laicos, trataba
hizo patente que la visión de la relación entre Iglesia y mundo adolecía aún de
de recuperar la posición perdida. La misión cristiana era com etido de la jerarquía,
excesivas ambigüedades.
pero los laicos podían participar en ella porque estaban bautizados y recibían un
Todos estos acontecim ientos influyeron en la «te o lo g ía del la ic a d o », térm i­
nombram iento de la jerarquía para ello. En aquellos años se escribió mucho sobre el
no acuñado para referirse a la reflexión en sede teológica com enzada por Congar,
fundam ento de la misión de los laicos en la Acción Católica (el mandato jerárquico
pero también por otros especialistas preocupados por situar al laico en la Iglesia y
o el simple bautismo), y sobre el contenido de la misión (las obras propiamente
por clarificar la m isión propia del laico en la Iglesia y en el mundo. Los estudios b í­
evangelizadoras, o algunas iniciativas político-sociales de anim ación del mundo).
blicos y litúrgicos habían sacado a la luz la im portancia del sacerdocio común y de
Unos años más tarde, con Pío XII, se concibió la A cción C atólica como co­
la mediación de todos los cristianos en Cristo, útil para ilustrar la riqueza propia
laboración recíproca de los laicos y de la jerarquía en la m isión de toda la Iglesia,
del fiel bautizado. H abía que aclarar m ejor la relación de la Iglesia con el mundo,
cada cual según el lugar que en ella ocupaba. En el II Congreso cle
si es que se quería —como era el caso— indicar que el mundo correspondía como
Laical, el Papa definió la misión del laico como la consecratio m u n d i a l ) : orde
misión al laico.
nar las cosas de la tierra según el designio de Dios. Por entonces se d e b a t i ó tamb.ín
En una visión global de la época cabe afirmar que todos los estudios sobre el
sobre la unidad o variedad de la m isión laical: en el asociacionismo guiado por la
laico trataban de darles más aire y espacio en la Iglesia. El modo de am pliar la m i­
jerarquía o incluso fuera de ese modelo.
Tras la II G uerra M undial se produjo un cambio de perspectiva. La iteratura sión de la Iglesia al laico siguió el trayecto de la inserción del laico mismo en la Igle­
sia. Sin embargo, a la Iglesia en la que este tenía que insertarse se la veía a menudo
teológica y pastoral comenzó a estudiar la especificidad del laicado en la Iglesia,
como separada o, en cualquier caso, ajena al mundo. Por tanto, para casi todos los
directam ente y no como m edio para otros fines. En este periodo vieron la luz 1
autores el laico era en prim er lugar integrado y definido dentro de la Iglesia y, des­
dos libros dedicados a los laicos que se consideran los mas im portantes de a p
pués, enviado al mundo. La m isión de la Iglesia se trocaba en m isión com partida
anterior al C oncilio Vaticano II: el de Y. C o n g a r (Ja lon s p o u r
por todos, pero el laico seguía dividido en dos misiones o en dos ám bitos, todavía
la ica t [París 1953]), y el de G. P h i l i p s (L e role d u la k a t d a n s lE gh se [Tour
insuficientemente vinculados.
19541). En Italia, R. S p i a z z i había publicado en 1952 La m ission e d ei la ic.
En el inm ediato preconcilio se comenzó a privilegiar más la dim ensión his-
Las obras francófonas contenían un estudio global de la teología e os
o-salvífica de la Iglesia hacia la plenitud final en Cristo, ya iniciada pero to ­
m u ñ era aplicada a los laicos, junto con la constatación - c o m ú n a los dos
Laicado
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davía no consum ada. En el Verbo encarnado se captaba tam bién la consumación que el m atrimonio no cam bia la condición del laico en cuanto tal, cabe decir que
y plenitud del mundo. Por tanto, la Iglesia y el m undo m antenían en el camino eSte no recibe otros sacramentos o consagraciones que caractericen su situación
hacia la plenitud que se halla en Cristo, una relación recíproca: la Iglesia tenía una ¡n Ecclesia y en el mundo. De ahí que en el laicado aflore con más evidencia la im-
portancia del sustrato com ún a todos: el sacerdocio común. Este últim o no debe
m isión que desempeñar respecto al m undo, en el que a su vez estaba inscrita, así
como abierta a su riqueza. Esta visión solo aparece explícitam ente en os últimos
docum entos del C oncilio Vaticano II , A p o sto lica m a c t u o s ita t e m y G audium etspes.
Ijepararse de lo que es la m odalidad peculiar de cada posición en la Iglesia, porque
cn cada estado se da una unidad entre lo que es peculiar y lo que es común. Tam po­
H asta el C oncilio se veía habitualm ente la m isión intraeclesial como prop¡a co deben unirse la base común y la m odalidad peculiar, de tal m anera que lo que es
del clérigo y del religioso, y la m isión en el mundo como especifica del laico. No c o m p a r t id o por todos se convierta en lo que especifica una determ inada posición.

era tan frecuente una visión más integrada, en la que la m isión del laicado dentro C o n c reta m en te , el uso de esa base común para distinguir la m odalidad del laico

de la Iglesia no se opusiera, ni se superpusiera, a la m isión de reconducir el mundo comprometería la m odalidad de la jerarquía y de los religiosos precisam ente en lo
a Dios, tal vez porque entonces aún se tenía una idea de Iglesia mas atenta a la «sal­ que también es suyo propio.
vación de las a lm a s» que a la «recap itu lació n del m undo en C risto », sin lograr El segundo sentido de « la ic o » se describe en el capítulo IV de LG (nn.30-38),
que comienza afirmando su papel activo y su pertenencia a la Iglesia. El laicado
aunar estos dos aspectos.
no es un lugar eclesial vacío de carismas y servicios. En LG 31 se encuentra una
4 El c o n c e p t o d e l a ic o en l o s t e x t o s d el C o n c il io V a t i c a n o 11. definición tipológica, y no ontológica, del laico. A llí se le describe positivam en­
Puede afirmarse que existen dos sentidos principales de la palabra « la ic o » en los te: como miembro de Cristo y de la Iglesia, no perteneciente al estado religioso
textos conciliares: el del bautizado que no ha recibido el sacramento del orden, es sancionado por la Iglesia, n i a los m inistros ordenados. Por el bautism o, el laico
decir, la definición «can ó n ico -sacram en tal» de laico (LG 4 3 ); y el de los fieles participa de la m isión profética, sacerdotal y real de Cristo, y tal participación
que se caracterizan por su m isión y lugar en el mundo (LG 31). Para profundizar I posee aspectos particulares, que se ilustran en LG 34-36. Hechos partícipes del
en su significado hay que tratar de captar la in ten tio de los padres conciliares, a sacerdocio de Cristo, por su parte los laicos «ejercen en la Iglesia y en el mundo
través de las rela tion es y las respuestas de las com isiones a los m odi. la misión de todo el pueblo c ristian o ». Su parte no es una parte sectorial, por así
C on respecto a los laicos existe una decisión fundam ental, tomada durante decir, sino el modo específico y peculiar con que el laicado participa en la única
la redacción de la constitución L um en g e n tiu m en 1963, que ilum ina la doctrina misión de toda la Iglesia.
conciliar: la separación del capítulo inicialm ente dedicado al «p ueblo de D10s La peculiaridad de los laicos se aborda en el segundo párrafo de LG 31: «E l
y especialm ente a los la ic o s » , en dos capítulos diferentes: uno con el titulo «El carácter secular es propio y peculiar de los laicos. Pues los miembros del orden
pueblo de D io s », que se antepone al dedicado a la jerarquía, y otro para los laicos, sagrado, aun cuando alguna vez puedan ocuparse de asuntos seculares, incluso
ubicado después del tratam iento de la jerarquía. Esto quiere decir que, según os ejerciendo una profesión secular, están destinados principal y expresamente (ex
padres, la distinción entre jerarquía, religiosos y laicos es posterior a lo que unifica professo) al sagrado m inisterio, por razón de su particular vocación. En tanto que
a todos los cristianos: Cristo. Además, los padres conciliares quisieron englobaren los religiosos, en virtud de su estado, proporcionan un preclaro e inestim able tes­
el capítulo II todo lo referente a los fieles en general, es decir, la condicion común timonio de que el m undo no puede ser transformado ni ofrecido a Dios sin el
del cristiano bautizado, que aúna a la jerarquía, los religiosos y los laicos. En esa espíritu de las bienaventuranzas».
condición se fundam enta la m isión de todos y la llam ada universal a la santidad. Lo que es propio y peculiar de los laicos, según el C oncilio Vaticano II, es la
En el capítulo II de LG, dedicado al pueblo de D ios, encontramos la cono­ índoles saecularis. Los padres quisieron subrayar que la dedicación a los asuntos
cida distinción entre los dos modos de participar en el sacerdocio de Cristo, el seculares es propia —pero no exclusiva— de los laicos, al igual que es propio de
común y el m inisterial. Estos dos tipos de sacerdocio difieren a sen tía , nongradu los miembros del orden sacerdotal el m inisterio sagrado, aun cuando en ciertos
ta n tu m - esen cia lm en te y n o solo e n g r u d o (LG 10), no pudiendo reducirse a un aspectos algunos laicos —y religiosos— puedan cooperar en el m inisterio. Con
diferenciación entre lo más y lo menos. Ahora bien, tampoco conviene equipa arreglo a lo que dicen los padres, lo que determ ina la peculiaridad es la propia
con excesiva rapidez este binom io con el de jerarquía-laicado, ya que el sacerdo vocación: en el m inistro se ordena principal y propiamente al sagrado m inisterio,
común lo poseen todos: tanto el laico como el religioso y el m inistro ordenada L yen el laico a otro tema. El texto señala ese tema a continuación: « a los laicos
partición del capítulo, realizada en 1963, im pide leer al menos si se desea s e ^ corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando
la in ten tio de los padres que lo votaron, el capítulo II de L G conforme los asuntos temporales y ordenándolos según D io s». Por consiguiente, el com eti­
jerarquía-laicado (correspondiente a los cap. III y IV de LG). do de los laicos proviene de una vocación peculiar suya, pero no se afirm a que tal
El hecho de que la condición común de todos los fieles en la Iglesia cometido sea exclusivo.
desplazado al capítulo II de LG no quiere decir que no aparezca allí nada qu ^ Hasta aquí, el térm ino p ro p riu m solo ha aparecido en el texto aplicado a los
refiera al laico. Todo lo que allí se encuentra hace referencia al laico y q aicos para cualificar su índole secular y su vocación. La definición tipológica
la visión del laico de una manera nada común hasta entonces. Temend p cmpleadapor los padres conciliares prosigue afirm ando que los laicos «v iv e n en
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el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo, y £1mundo fue marcado por el pecado y considerado el dom inio de Satanás, pero
en las condiciones ordinarias de la vida fam iliar y social, con las que su existen­ Cristo quiso que se salvara a través de la fe de los hombres que lo pueblan. Además,
cia está como entretejida. A llí están llam ados por D ios, p ara [...] contribuir a la el mundo es una criatura de Dios, salida de sus manos y buena en sí m ism a (Gén
santificación del mundo como desde dentro, a m odo de ferm en to ». E sta m o s 1,10-31)- Para una ulterior explicitación de la relación Iglesia-mundo, que ayudara
ante una descripción existencial del laicado: no se trata de una existencia pre. a clarificar la condición secular del laicado, hubo que esperar a la aprobación de
ferentem ente dedicada a un aspecto determ inado del m undo, sino más bien de GS y A A e n 1965.
una existencia entretejida de tales aspectos y características. Si no fuera así, una El texto de LG se detiene a continuación en la dignidad de los laicos, en cuanto
persona en paro laboral o un enferm o cronico no serian laicos, y, en cambio, un unidos a Cristo. D edica el n.33 al apostolado de los laicos, apostolado que señala
ecónom o diocesano o un procurador de una orden religiosa lo serían conforme como misión encom endada a todos por el Señor y fundada en los sacramentos de
al sentido de LG 31. Tampoco se trata de una existencia exclusivam ente volcada la iniciación cristiana. Indica que hay distintas maneras de colaborar en la misión
en los asuntos del m undo, ya que el laico tam bién se dedica a acciones en la c o ­ de la Iglesia, dirige una llam ada especial a los laicos para que hagan presente a la
Iglesia en determ inados lugares, a través de su vida cristiana y de su testim onio
m unidad cristian a (litu rgia, etc.).
La descripción de los laicos va más alia, ya que el texto indica que están lla­ v acción: aquí se refiere más bien a los sitios en los que, sin los laicos, a la Iglesia
mados por D ios a contribuir a la santificación del m undo como desde dentro, a le resultaría imposible llevar a cabo su misión. Finalmente, afirma que el laicado
m odo de ferm ento: justam ente « e n las condiciones con las que su existencia está puede colaborar más inm ediatam ente con la jerarquía, asum iendo incluso algunas
como en tre tejid a» (ibi a D eo voca n tu r). En otras palabras, los laicos llevan una funciones eclesiásticas (cf. LG 33). El texto describe después la específica p artici­
existencia entretejida de asuntos y condiciones de vida fam iliar y social ordinarias pación de los laicos en la función sacerdotal, profética y real de Cristo. Prosigue
y, exactam ente en ellas, están llam ados por Dios para contribuir «desde dentro» con las relaciones entre jerarquía y laicado, y term ina exhortando a los laicos a dar
a la santificación del mundo. Dios no les llam a a abandonar tales condiciones, ni testimonio de la resurrección de Cristo y a implicarse en la anim ación del mundo
a buscarle en otras diferentes, ni a salir de ellas p ara poder crecer en santidad y con los dones del Espíritu (cf. LG 38).
regresar con la m isión de santificarlas. En caso contrario, cum plirían su misión La reflexión más profunda sobre la relación Iglesia-mundo aparece en GS. Pero
desde fuera y no desde dentro, y no habrían sido llam ados por Dios ahí, con su por lo que se refiere a los laicos, cabe recabar algunas explicaciones de la misión de
existencia entretejida de esas condiciones y asuntos. El texto no afirma que los ¡a Iglesia expuesta en AA. En este decreto conciliar se afirma que la m isión de la
laicos sean los únicos que santifican el m undo: el laicado «c o n trib u y e » a la san­ Iglesia en la tierra no term ina con el anuncio del Evangelio y con el ofrecim iento
tificación del mundo con una específica m odalidad (a d m u n d i sanctificatioM n de la gracia divina a través de los sacramentos de la fe, postergando al m undo; la
v e lu t ab in tra conjerant), esto es, desde dentro, desde el interior de la existencia Iglesia debe ordenar el m undo a Cristo precisamente a través de la santificación de
anteriorm ente descrita. No se niega que todos los demás cristianos tengan que los hombres (cf. A A 2). El punto de llegada de esta m isión es, al mismo tiempo,
contribuir a la santificación del m undo (entendido como todo lo que es ajeno a la culminación de la Iglesia y la recapitulación del mundo en Cristo, dos aconte­
las estructuras eclesiásticas); y tampoco se niega que todos los demás cristianos cimientos de salvación transcendentes y escatológicos. De ahí que el mundo sea
estén llam ados por Dios a contribuir al crecim iento del reino de Dios (cf. también algo más que el ám bito en el que la Iglesia realiza su m isión, más que el contexto
GS 43 ). Ú nicam ente se afirm a que la contribución desde dentro es propia de los en el que los hombres se santifican, ya que el mundo en sí mismo, en su dinám ica
laicos. C onstituye su m odo peculiar de colaborar en la misión de toda la Iglesia, propia, forma parte de una relación orgánica con la Iglesia, esto es, pertenece a su
misión bajo la perspectiva de la restauración en Cristo de todo el orden tem poral.
pero no es el único en que pueden colaborar.
En la distinción entre dedicación preferente a asuntos y cosas temporales y La Iglesia y el mundo están unidos en Cristo, ambos cam inan en esta tierra hacia
existencia entretejida de tales realidades se encuentra, quizás, una de las sendas que Cristo, y de ahí que el orden tem poral y espiritual sean diferentes, pero no opues­
puede clarificar en qué consiste la Índoles sa ecu laris propia de los laicos. Lo mismo tos (cf. A A 5), por lo que cabe concluir que la anim ación cristiana del m undo es
puede afirmarse de lo referente a la distinción entre colaboración desde dentro a un fin propio de la Iglesia y una actividad apostólica.
la santificación del mundo y otras formas de santificación del m undo con las que
los laicos pueden colaborar, pero que no son específicas suyas. En otras palabras, 5. R e f le x io n e s p o s t e r i o r e s s o b r e l o q u e e s p r o p io d e l l a i c a d o

el aspecto que parece determ inante para atribuir la calificación de secular a un fiel en M uchos autores concuerdan en afirm ar que el contenido de la
l a I g le s ia .

determ inado no estriba en la naturaleza de las actividades que desempeña, sino índole secular, es decir, de la relación cristiana con el m undo, desde dentro, en una
más bien en la posición a partir de la cual las realiza. existencia entretejida de compromisos, vida profesional, social, etc., es lo que ca­
En las actas del C oncilio consta que se consideró la aparente paradoja de los racteriza teológicam ente a los laicos en la Iglesia. Pero esa postura no concita una
laicos, que están en el m undo y trabajan en él, pero luchando contra la malicia opinión unánim e. Algunos consideran que la relación con el mundo no entra en la
del m undo y santificándolo desde dentro. La antítesis corresponde a la multiplici­ caracterización de un lugar estructural in Ecclesia, por ser la Iglesia una com unidad
dad de significados de la palabra « m u n d o » en la Sagrada Escritura; por ejemplo: de gracia estructurada solamente por los sacramentos y, en ciertos aspectos, por
Laicado
Laicado

los dones especiales del Espíritu (K. M orsdorf). Esta posición ha permanecido evitar que su m isión se contem plara más bien en referencia al m undo o a partir
fundam entalm ente m inoritaria hasta nuestros días. Je una acción carism ática, que entonces se concebía a menudo en oposición a la
En los años posteriores al C oncilio Vaticano II, hasta el Sínodo de los Obisp0s dimensión jerárquica de la Iglesia y procedente « d e ab a jo ». Otro influjo no in di­
de 1987, encontramos una interpretación sociológica o teológica de la seculari- ferente provino de la reflexión sobre el papel de la mujer en la Iglesia, que obtuvo
dad. En la m edida en que se la considera teológicam ente, parece posible desatascar frutos variados: positivos, por ejem plo, en la apertura de las ciencias eclesiásticas a
la cuestión de la definición del laico, que suscitó una viva discusión hasta finales las mujeres, sea en condición de alumnas o de profesoras.
de los años ochenta. El laico no solo es el fiel sin más, sino el bautizado que halla Veamos ahora las tres principales lecturas que la teología posterior ha propues­
su nota teológica distintiva en la secularidad. Varios autores sostuvieron que cabe to respecto a la naturaleza y papel del laico. La prim era se hizo a la luz de la mi-
entender la secularidad como nota teológica, cuando se ve el mundo como una nisterialidad (Y. Congar, L. Sartori); la segunda, a la luz de la secularidad general
realidad orientada a C risto y como objeto de la m isión de la Iglesia. A la vista de toda la Iglesia (S. D ianich), y la tercera fue una lectura funcional o pastoral (G.
de que el C oncilio había puesto de relieve la relación del m undo con esa misión, Colombo, G. A n gelin i). Todas se plantearon antes del Sínodo de los Obispos de­
m encionándola en LG, explicitándola más en A A , y desarrollándola ampliamente dicado a la naturaleza y m isión del laico en la Iglesia y en el m undo (1987). En la
en GS, parecía una conclusión en la estela de los padres conciliares: G. Thils,G. exhortación apostólica postsinodal C hristifideles laici, el papa Juan Pablo II reco­
Philips A del Portillo o E. Corecco, entre otros. A. del Portillo, inspirándose en gió algunos aspectos interesantes surgidos en el transcurso de los años y, partiendo
las ideas de san Josemaría Escrivá (cf. su fr a ) y en sus experiencias de trabajo para del Concilio Vaticano II, dio varios pasos adelante con respecto al texto conciliar.
la asam blea conciliar, considera que la secularidad - e n t e n d id a como inserción Congar trató de fundar la naturaleza y el papel del laico dentro de la m iniste-
del hombre en la dinám ica del dom inio y de la transform ación del m u n d o - está rialidad general de toda la Iglesia. La ventaja de esta idea era su fácil conexión con
plenam ente de acuerdo con la voluntad de Dios, que quiere que el mundo univer­ la imagen de la Iglesia como pueblo de Dios que atraviesa la historia con una m i­
so le dé gloria a través de la acción de los cristianos en el m undo mismo (cf. Gén sión, muy frecuente en los docum entos del C oncilio Vaticano II; una com unión
2 15; Jn 12,32; Rom 8,18-22). Sostenía que esa m isión no correspondía por igual dentro de la cual existen más m inisterios y carismas. C ongar pensaba que había
a todos los cristianos (los m inistros m antienen una ocupación preferente en la escrito Ja lon s distinguiendo en exceso las misiones de los clérigos y de los laicos
predicación de la palabra y en la celebración de los sacram entos; los religiosos son (cf. supra). Q uedaban, sin em bargo, algunas dificultades por resolver, como la
signos vivos del orden sobrenatural escatológico, y de ahí que esten separados de inexistencia de un orden en la m isión, con sus posibles problemas pastorales en
la dinám ica transformadora del mundo, pero no de la convivencia con los demás el obrar de los fieles. Subsistía tam bién un problem a de identidad de las situacio ­
seres hum anos). A ñadía que el bautism o no cam bia la inserción en el saeculum, nes eclesiales. Además, utilizar la m inisterialidad como base de la m isión podía
sino que más bien lo vivifica desde dentro. Y así la m isión sobrenatural del laico paradójicamente endurecer la acción de algunos fieles, olvidando acciones que
no ha de entenderse como paralela o yuxtapuesta a la m isión humana sino que forman parte de la m isión de la Iglesia, pero que difícilm ente cabe captar den­
esta últim a es más bien asum ida y perfeccionada desde dentro por aquella Resu ta tro de la m inisterialidad. En el ám bito teológico, una adecuada profundización
entonces posible calificar de realm ente apostólica la acción del laico en e mundo, déla relación Iglesia-m undo, de los conceptos de « p a s t o r » , « p a s to r a l» , « m i­
ya que esa acción expresa la profunda unidad de la suerte del mundo con la misión nisterio» y « m in iste ria lid a d » (a veces entendidos de forma am bigua), habrían
de la Iglesia. La acción del laico en el m undo es una misión m E cclesia, aquella que resultado de gran ayuda para evitar estas dificultades. C ontribuyó mucho en este
le es propia, y no la acción de un fiel cualquiera y exterior a la Iglesia. De ahí que sentido la exhortación apostólica C hristifideles la ici (1 9 8 8 ), que perm itió distin ­
la secularidad caracterice tanto la condición como la m isión del laico en la Igesia guir entre los m inisterios derivados del sacramento del orden y los que derivan
(cf. D e l P o r t i l l o , 169-180). de los sacramentos del bautism o y de la confirmación (cf. n.23). Tam bién la ins­
A parte de la reflexión más pegada a la lectura de LG 31, que acabamos de ex • trucción de 1997 de varias congregaciones romanas constituyó un paso adelante
m inar, la época posterior contem pló fenómenos como la teología de la en este camino. No obstante, todavía hoy siguen algunos considerando que el
la secularización y algunas ideas sobre la sacram entalidad del mundo laico solo es aquel que tiene un encargo m inisterial o participa activam ente en un
por determ inados autores como lugar de la em ergencia de la gracia y de encue movimiento eclesial.
con D ios), que tuvieron un influjo indirecto en el modo de concebir la misión, « Otros autores han pensado la secularidad como característica de toda la Igle­
laicado. U n aspecto positivo de estos fermentos fue el m ayor aprecio de la acn sia, más que lim itarla a ser una m odalidad propia del laico. Esta lectura, al menos
dad de los laicos y de su libertad, aunque aveces se planteaba en confrontad a partir del m agisterio de Pablo VI, congeniaba con la convicción general de la
la jerarquía. En contra de algunas lecturas dem asiado inm anentes de la misi . pertenencia de la secularidad a la Iglesia entera. Tenía la ventaja de ilum inar la
teología ha reafirmado la prim acía de la gracia y la »a n sc e n d e n a a de a orientación m isionera de toda la Iglesia hacia el mundo, anulando los exclusivis­
de toda la Iglesia (laicos incluidos), a veces por n e c e s i d a d dialéctica s p mos carismáticos de cualquier m archamo (laicos, religiosos). Perm itía la inclusión
atención al mundo. Por lo que respecta a la reflexión sobre el l a i c o muchos ^ « los legítimos valores del m undo en el seno de la Iglesia, que cam ina en la histo-
situado dentro de las estructuras de la Iglesia m is que en el mundo, tratan na y en relación recíproca con el m undo hacia su cum plim iento en Cristo, en el
Laicado
Laicado 7«

sentido indicado por GS, evitando el así llam ado «m onofisism o eclesiológiCo>>. s e a b l e una visión más equilibrada, en la que lo que es común y lo que es específico

O tra ventaja consistía en inh ib ir el carácter anticatólico de la palabra «laico», se consideren y valoren a la vez.
especialm ente presente en el ám bito latino. En este momento la Iglesia atraviesa un periodo en que se hace m uy necesa­
El inconveniente de esta línea de pensam iento estribaba en que diluía la positi­ ria una presencia operativa de la vida cristiana en el tejido social. El secularismo,
vidad del laico propuesta en los docum entos conciliares. Por otra parte, los autores junto con otras ideologías cerradas a la transcendencia y a Dios, sigue tratando de
que consideraban la laicidad una noción puram ente sociológica o incluso cercana eliminar toda referencia religiosa y divina del ám bito social y del ordenam iento
a la Ilustración, no querían verla sobrevalorada. En C hL, el m agisterio corroboró je las sociedades. Las condiciones de vida en el prim er y segundo m undo, con el
la interpretación conciliar sobre la Índoles sa ecu la ris como m odalidad de la segla­ capitalismo, el consumismo y el hedonism o, vacían de sentido la vida del hombre
ridad específica del laico, la cual ha de entenderse dentro de la Iglesia —communio en la tierra, aplastando todo deseo que se eleve por encim a de lo que el mundo
en cam ino hacia su p le n it u d - y, por eso, como especificidad que no se opone a puede satisfacer, y robando el tiempo preciso para poder pensar y crear los espacios
una dim ensión secular de toda la Iglesia. Además, se afirmó más explícitamente necesarios para la in v en tio de las variadas formas de vivir la vida in C hristo en las
que en LG que la secularidad es una característica teológica. Según la exhortación actuales circunstancias del mundo. Una definición del laico que gire en torno a sus
apostólica, las dimensiones son aspectos constitutivos de la estructura de la Iglesia, compromisos en la Iglesia no parece la m ejor solución para esta situación. N i tam ­
le pertenecen y, por tanto, pertenecen a todos sus miembros. También resulta po­ poco representa la solución postulada por los últim os papas. En efecto, la calidad
sible deducir de C hL que las características son acentos sacramentales y también teológica de la secularidad sugerida en LG 31, fue explicitada y desarrollada por
carism áticos, con arreglo a las diferentes posiciones, condiciones y vocaciones en ChL, que la consideró parte integrante de la definición de laico. La afirm ación más
la Iglesia. La índole es lo que es propio de una determ inada posición en la Iglesia. reciente en el m ism o sentido proviene del discurso del papa Benedicto X YI en la
Después de 1988 ha dism inuido el interés por la propuesta de atender a la secula­ reunión plenaria del Pontificio Consejo para los Laicos de 2008.
ridad de toda la Iglesia más que a la secularidad del laico.
El tercer grupo prefirió hablar más del cristiano que del laico. Tales autores 6. H a c i a u n a d e f i n i c i ó n d e l l a i c o y d e s u m i s i ó n . H abitualm ente, los
encontraban lo que era específico del laicado m irando la historia, vislumbrando textos utilizan dos conceptos de laico. El primero es el fiel cristiano no ordenado,
en la base al cristiano y en el obrar lo específico del laico. Esta propuesta tenía el útil para algunos aspectos de la vida de la Iglesia, pero no del todo claro para otros.
mérito de m ostrar que muchos aspectos caracterizadores del laicado provienen En los últimos cincuenta años esta noción ha sido fuertemente criticada, por­
de la observación de la vida pastoral de la Iglesia, que tiene sus vanantes en cada que solamente afirma lo que el laico no es. La crítica resulta legítim a, si tenemos
época; sin embargo, su especificidad parecía agotarse en la funcionalidad que se en cuenta la sedimentación histórica del clericalismo y algunas interpretaciones re-
percibe a lo largo de la historia. La problem ática del laicado se hacia, pues, mas ductivas del concepto sacramental de laico. También es cierto que tal definición no
pastoral que eclesiológica, suscitando así la necesidad de un analisis sociologico y distingue entre una monja de clausura, un fraile no ordenado, una empresaria o un
fenom enológico de los com portam ientos prácticos de los cristianos «ordenados» anciano jubilado: todos son no-ordenados. Pero tampoco debemos olvidar la com­
y « re lig io so s» respecto a los que no lo son. Y todo eso realizado dentro de una vi­ plejidad del problema histórico, teológico, canónico, pastoral y ascético presente en
sión global de la Iglesia, que contem pla a todos los cristianos comprometidos en a la formación del sentido canónico del térm ino « la ic o » (cf. supra). Si consideramos
m isión común. Se recalcaba así la raíz cristiana y sacram ental común, fuente de la el término en su alcance teológico, la negatividad no resulta del todo pertinente.
m isión, pero la secularidad se situaba a un nivel de distinción solamente funcional. En la base de la noción canónica de laico se encuentra la condición común y básica
Se corría el riesgo de no encontrar una visión integrada de la m i s i ó n del cristiano de christifidelis. Se atribuye al laico la condición común a todos los cristianos en su
laico, que se hallaba m etido entre un discurso intraeclesial lleno de distinción de simplicidad y grandiosidad: la nueva criatura in Christo. A hí se encuentra, entre
funciones y roles, y otro a d extra que resultaba am biguo, ya que la misión hacia el otros aspectos, la pertenencia a Cristo y a su Iglesia, la posesión común de los bienes
m undo es genéricam ente propia de todos los fieles en la Iglesia. Existía a ten en de salvación ofrecidos por Cristo m ediante el Espíritu, y el envío para proseguir la
cia a rem itir el problem a eclesiológico a una cuestión pastoral de relaciones entre misión del Verbo encarnado en el mundo y para la salvación de todos.
laicado y clero en el desempeño de la m isión. Además, era más fácil olvidar el ca­ Cuando a los laicos se los define a través de la recepción del bautismo y de la
rácter vocacional de la acción santificadora del mundo, que es propia del laico (cr. confirmación, que tam bién es propia de los m inistros y religiosos, parece como si
L G 3 1 ) debilitando el desarrollo de una o varias espiritualidades laicales. ^ quisiera indicar más bien la condición común de todos los fieles. El clérigo sería
Las consecuencias más bien negativas de este debate teológico sobre el l a i a j entonces quien ha recibido también el sacramento del orden y, por tanto, otras
son fundam entalm ente dos: la inhibición de una acción pastoral “ funciones en la Iglesia. El bautismo y la confirmación de los m inistros se prolon­
discurso sobre el laico dirigido a especificar su función dentro de la Iglesia gan, por decirlo así, en el ejercicio de su misión específica. El religioso sería quien
gia, pastoral, enseñanza teológica, catequesis, etc.) que, sin embargo, es propia ha recibido también otra consagración, que lo sitúa en un estado de vida recono­
cualquier fiel cristiano, con independencia de su estado de vida Resulta m cido por la Iglesia. Lo que esa definición no ofrece es lo p ro p riu m de los laicos, en
frecuente estudiar la m isión del laico en el m undo conduciéndolo a Uios. ts cuanto distinto de lo que es lo p rop riu m de los clérigos y de lo que es característico
800 801 Laicado
Laicado

de los religiosos. Por ser condición básica de todos los fieles en la Iglesia, es preciso |a Iglesia, sin abdicar de la propia peculiaridad, que se pone al servicio de todos.
no separarla de los aspectos específicos de la com m u n io organica , ni ensancharla Además, las espiritualidades laicales pueden recibir de muchas formas los diferen­
tanto que se olviden o transformen en accesorias las características que especifican tes dones de la tradición espiritual de la Iglesia. Concretam ente, existen valiosos
fermentos surgidos a lo largo de todo el siglo x x que hoy resultan indispensables
cada situación eclesial.
En el segundo sentido, la palabra laico significa el fiel cristiano llamado p0r para quien estudia el laicado desde el punto de vista espiritual. Es de capital im ­
Dios a vivir en el mundo para santificarlo desde dentro, ocupándose de los asuntos portancia que la vida espiritual de los laicos sea muy sólida, evitando todo lo que
tem porales. Encontramos aquí la condición básica de todos los miembros de la pueda aislarlos del m undo o trocear la vida en aspectos mundanos y divinos. Hay
Iglesia pero con una caracterización precisa: la secularidad. No se trata de una que buscar maneras concretas de encontrar a Dios y de anunciar el Evangelio, en el
simple presencia física, por lo demás com ún a todos y no e sp ecificad la, sino de servicio a los demás, en el trabajo cabalmente realizado y en las distintas circuns­
un a presencia que actúa desde dentro en el orden tem poral para llevarlo a Cristo; tancias de su vida. La unidad de vida fundada en C risto parece el punto del que
y esto por vocación divina, que es propia. Por eso, las inclinaciones profesionales, partir para la m isión, y al que llegar en la reflexión sobre la espiritualidad laical.
las cualidades y capacidades hum anas del laico, esto es, todo lo que caracteriza d
Bibliografía: AA.VV., Chi sono i laici. Una teología della secolarita ( M ilá n 1 9 8 7 );
proyecto hum ano del laico, se inscribe en su vocación divina, tiene un sentido
G. CAMPANINI, I I laico nella Chiesa e n elm on d o (B o lo n ia 2 0 0 4 ) ; G. C a n o b b i o , Lai­
divino en virtud del cual puede servir para la propia santificación, para la santifi­
ci o Cristiani? E lem enti storico-sistem atici p e r una descrizione d el cristiano laico (B res-
cación del m undo y para la de los demás. Tras este segundo sentido de la palabra cia 19 97); Y. C o n g a r , M inisteri e com unione ecclesiale (B o lo n ia 1 9 7 3 ) [M inisterios
« la ic o » existe una idea de Iglesia en la que la relación con el mundo no es un y comunión eclesial, M a d r id 1 9 7 3 ] ; Í d ., P er una teología d e l laicato (B re s c ia 21 9 6 7 )
aspecto secundario, ni un optional. La secularidad se entiende como nota teológica [jalones para una teología d e l laicado, B a rc e lo n a 1 9 6 9 ]; E. C o r e c c o , « I la ic i n el
que caracteriza tanto la posición del laicado, como su m isión. nuovo có d ice d i d ir it t o c a n o n ic o » : ScCatt 1 1 2 ( 1 9 8 4 ) 1 9 4 -2 1 8 ; E. D a l C o v o l o -
U na ulterior profundización sobre qué es propio del laico no parece posible F. B e r g a m e l l i - E. Z o c c a - M . G . B i a n c o (e d s .), L aici e laicita n e ip r im i secoli
hallarla en lo que es común a todos los cristianos, ni en un sacramento «nuevo». della Chiesa (M ilá n 1 9 9 5 ); I. d e L a P o t t e r i e , « L ’o rig in e e t le sen s p r im it if d u m o t
Q ueda abierta la línea de los dones del Espíritu Santo, de una eclesiología pneuma- “lalc”» , en I. d e L a P o t t e r i e - S. L y o n n e t (e d s .), La vieselon l ’e sprit (P a rís 1 9 6 5 )
tológica que parece pudiera unirse con una consideración más atenta de la vocacion 13-29 [La vida según e l Espíritu, S a la m a n c a 1 9 6 7 ]; A. d e l P o r t i l l o , « I la ic i n e lla
Chiesa e nel m o n d o » : StCatt 1 0 ( 1 9 6 6 ) 4 1 3 ; Í d ., Fieles y laicos en la Iglesia (P a m p lo n a
laical, en cuanto llamada divina in E cclesia a santificar el mundo desde dentro
La misión del laico posee aspectos comunes a todos los miembros de la Iglesia: 1969); S. D i a n i c h - D . M o g a v e r o - L. S a r t o r i , D ossiersui laici (B re s c ia 1 9 9 1 );
B. F o r t e , I laici nella Chiesa e nella societá civile: com unione, carism i e m inisteri (C a -
anunciar a Cristo y difundir la salvación a los hombres, conduciendo el mundo a
sale M o n ferrato 2 0 0 0 ) ; R . G o l d i e , « L a i c i , la ic a to e la ic it a : b ila n c io d i tr e n ta n n i d i
Dios Algunos aspectos son modos propios de los laicos, una manera de participaren
b ib lio g rafía»: R d T l l ( 1 9 8 1 ) 2 9 5 - 3 0 5 , 3 8 6 - 3 9 4 ,4 4 5 - 4 6 0 ; S a n J o s e m a r í a E s c r i -
los tria m u ñera Cbristi (cf. LG 34-36), que ejercitan en comunión con la jerarquía: vá, Conversaciones con Mons. Escrivá d e B alaguer (M a d r id 1 9 6 9 ) ; G r u p p o I t a l i a -
desempeñan el m u n u sproph eticu m especialmente con el testimonio de su vida y por I no D o c e n t i d i D i r i t t o C a n o n i c o (ed.), I la ici nella m inisterialitá della Chiesa
la palabra, en las condiciones comunes del siglo (LG 35). Con su experiencia pueden (Milán 2 0 0 0 ); J. L . I l l a n e s , « L a discusión teológica sobre la noción de la ic o » : S crlh
ayudar a la jerarquía a juzgar en materias espirituales y temporales (LG 37); aquí se 22 (199 0) 7 7 1 - 7 8 9 ; Í d ., L aicado y sacerdocio (Pamplona 2 0 0 1 ) ; G. L a z z a t i , II laico
encuentra una am plia gama de sugerencias provenientes de la vida vivida en Cristo (Roma 1 9 8 6 ) ; R. P e l l i t e r o (dir.), Los laicos en la eclesiología d el Concilio Vaticano II.
en el mundo, para santificarlo y santificarse. Participan en el m u n u s sacertdótale ota- Santificar el m undo desde dentro (Madrid 2 0 0 6 ) ; G. M a g n a n i , « L a cosiddetta teo­
ciendo todo lo que hacen como sacrificio espiritual a Dios Padre, a través de Cristo logía del laicato ha uno statuto teologico?», en R. L a t o u r e l l e (eds.), Vaticano II.
Y en el Espíritu (LG 34). Colaboran en el m u n u s regale mediante el crecimiento del Mando e prospettive. Venticinque an n i dopo, I (Asís-Roma 1 9 8 8 ) 4 9 3 -543 [Vaticano
reino de Dios en el mundo, primero en sí mismos y después a su alrededor, inte­ //. Balancey perspectivas. Veinticinco años después (1962-1987), Salamanca 1 9 9 0 ] ; G.
■ Ph il ip s , / laici nella Chiesa (M ilán 1964) [El laicado en la época d e l C oncilio: p o r un
rnando con la caridad de Cristo, desde dentro, las estructuras temporales y colabo­
oistianismo adulto, San Sebastián 1966]; Í d ., La Chiesa e ilsu o m istero (M ilán 1989)
rando con todos en el desarrollo de las cosas de la tierra según el plan creador de Dio
[La Iglesia y su m isterio en e l Concilio Vaticano II, 2 vol., Barcelona 1968-1969]; J. I.
(LG 36). Es preciso no perder de vista la unidad capital de estos tres aspectos, que se Sa r a n y a n a , «E l debate teológico sobre la secularidad cristiana (1 9 3 0-1 990 )»: AHI
desempeñan a la vez, en la misma vida entretejida de asuntos, fam ilia, trabajo y otras 13 (2004) 151-176; E. S c h i l l e b e e c k x , «Definizione del laico cristiano», en G.
circu n stan cias que los laicos tienen por vocación divina. d a r a u n a (ed.), La Chiesa d e l Vaticano II (Florencia 1965) 959-977 [L a Iglesia d el
En la década anterior al C oncilio Vaticano II se desarrollaron los estudios so vaticano II, Barcelona 1968]; M. S e m e r a r o , Con la Chiesa n el m on do: i l laico nella
bre la espiritualidad laical, aclarando lo que es específico de ella. A veces, tras "oria, nella teología, n elm a gistero (Roma 1991); A. S c o l a Y O TR O S (eds.), IIlaicato:
fuerte acento en la especificidad, se ha olvidado un poco lo que « c o m ú n a o wsegna bibliográfica in lingua italiana, tedesca e francese (Ciudad del Vaticano 1987);
las espiritualidades, la dim ensión eclesial y com um onal. Com o suele ocurrí ,nJ HlLS’ <<Les fie le s laics: leur secularité, leur ecclésialité»: N R T 109 (1987) 182-
do un cam ino se abre paso en la historia, después de un tiem po de afirmación p - M. T oso (eds.), Laici p e r una nuova evangelizzazione. Studi su ll’e sortazione
pia, todo se endereza hacia una serena acogida de los tesoros espirituales m ica «C hristifideles la ici» di G iovanni Paolo II (Turín 1990); M. V e r g o t t i n i ,
Laicado 80 2 803 Libertad religiosa

« L a ic o » , en N D T 776-787 [N uevo diccionario d e teología, Madrid 1982]; G. Z a m ­ L IB E R T A D r e lig io s a


bón L aicato e tipologie eclesiali. R icerca storica sulla « Teología d el laicato» in Italia
,
alia lu ce d el Vaticano II ( 1950-1980) (Roma 1991). 1. E l h o r i z o n t e d e l a d e c l a r a c i ó n D i g n i t a t i s h u m a n a e - 2. S ig n i­
f i c a d o Y VALOR DE LA LIBERTAD RELIGIOSA - 3 . D EREC H O S Y PERSONA - 4 .
Bibliografía complementaria en español: « L a i c o s » , en D E 6 2 9 -6 3 9 ; A . A n tó n , A .l.E l p a p e l d e la co m u n id a d cristiana en e l p r o ­
I g le s ia y l i b e r t a d r e l i g i o s a :
« P r in c ip io s fu n d a m e n ta le s p a ra u n a te o lo g ía d e l la ic a d o en la e c le sio lo g ía d e l V atican o cesode en cu en tro en tre E vangelio y cu ltu ra ; 4 .2 . S ignificado cu ltu ra l d e la religión ;
I I » : Gr 6 8 (1 9 8 7 ) 1 0 3 -1 5 5 ; D . G . A s t i g u e t a , « E l p ro b le m a d e la se c u la rid ad : el de­
4.3. P ed a g o g ía d e l d iá lo go in tercu ltu ra l e in te r r e lig io s o .
b a te p o s t-c o n c ilia r y su in c id e n c ia en e l C I C » : EstEcl 7 4 ( 1 9 9 9 ) 7 3 7 - 7 8 6 ; Íd., «Los
la ico s en la d is c u s ió n te o ló g ic o -c a n ó n ic a d esd e e l C o n c ilio a l C I C 8 3 » : PRMCL 90
( 2 0 0 1 ) 5 4 9 -5 8 9 ; J. A . B e r m ú d e z , « N o t a h is tó ric a d e la te o lo g ía y v id a d e l laicado en el
No cabe duda que la cuestión teórica y práctica de la libertad religiosa cons-
s ig lo x x » : L Jh 2 4 (2 0 0 0 ) 8 3 - 1 2 3 ; R . B e r z o s a , T eologíay espiritualidad laical (Madrid tituye uno de los elementos mas significativos de la cultura contem poránea; más
1 9 9 5 ); R . B l á z q u e z , « L a id e n tid a d d e l la i c o » , e n Í d ., La Iglesia d el Concilio Vaticano aún, un banco de pruebas de la capacidad democrática de los Estados respecto a
II (S a la m a n c a 1 9 8 8 ) 3 5 2 -3 7 0 ; J. S. B o t e r o , « T e o lo g ía d e l la ic a d o : n u ev as perspectivas uno de los derechos humanos fundam entales. En tal sentido, la declaración conci­
en e l p o s t c o n c ilio » : RTLim 33 ( 1 9 9 9 ) 3 2 7 -3 5 0 ; E . B u e n o d e l a F u e n t e , «R edes. liar D ig n ita tis h u m a n a e representa un avance sustantivo. Inicialm ente, D ign itatis
c u b rim ie n to d e lo s laico s o d e la I g le s ia ? » : RET 4 8 ( 1 9 8 8 ) 2 1 3 - 2 4 9 ; 4 9 (1 9 8 9 ) 69-99; humanae no estaba prevista en el iter preparatorio de la asam blea ecum énica. Al
51 ( 1 9 9 1 ) 4 7 5 - 5 0 0 ; ÍD., « L a te o lo g ía d e l la ic a d o a n te sus a p o r ía s » : H4g 3 2 (1991) final, se trata de una de las tres declaraciones del C oncilio Vaticano II, que fue pro­
6 1 5 - 6 4 4 ; ÍD., « L a i c o » , en DLAM 7 4 1 - 7 4 9 ; Í d ., « T e o lo g ía d e l la ic a d o » , en DLAM mulgada el 7 de diciem bre de 1965 —recibió 2 .3 0 8 votos a favor y 7 0 en contra— ,
7 4 1 - 7 4 9 ; Í d ., « L o s la ic o s en la I g le s ia » , en Í d ., Eclesiología ( M a d r id 2 0 0 7 ) 163-169; después de vivas discusiones y solo al cabo de la sexta redacción.
J. C o l l a n t e s , «L a m isió n esp ec ífica d e l s e g l a r » , en Í d ., La Iglesia de la Palabra, 2
La declaración ofrece un impulso relevante acerca del diálogo que la reflexión
( M a d r id 1 9 7 2 ) 3 3 3 -3 8 5 ; J. E s q u e r d a , « L a ic a d o » , en DEV 4 1 5 - 4 1 7 ; J. P. G a r c ía
teológica está llam ada a realizar con la cultura contemporánea. Tal enfoque indu­
M a e s t r o , « L a id e n tid a d d e lo s la ic o s. A n á lis is e c le s io ló g ic o » : PEcum 7 3 (200 8) 11-
2 8 ; M . M . G a r ijo - G u e m b e , « S o b r e la te o lo g ía d e l la i c o » , en Í d ., La comunión de
ce a situar la D ignitatis h u m a n a e en la lógica de la relación entre revelación y cul­
los santos: fu ndam en to, esencia y estructura d e la Iglesia (B a rc e lo n a 1 9 9 1 ) 2 0 5-210 ; J. 1. tura, que no solo constituye el criterio interpretativo de la relación Iglesia-mundo,
G o n z á l e z E r r á z u r i z , « L a fu n c ió n de lo s la ic o s en el M a g is te rio r e c ie n te » : AFT sino que también centra la atención en lo que es necesario e im prorrogable para la
5 7 ( 2 0 0 6 ) 2 6 3 - 2 8 5 ; J. L . I l l a n e s , « L a s e c u la rid a d co m o e le m e n to especificador de relación misma. En otras palabras, el contexto cultural entra a formar parte del di-
la c o n d ic ió n l a i c a l » : TeolSac 2 0 ( 1 9 8 7 ) 2 7 7 - 3 0 0 ; Í d ., Laicado y sacerdocio (Pamplona namismo de comprensión del cristianism o, explicitando los significados y poten­
2 0 0 1 ) ; S . M a d r i g a l , « J a lo n e s p a ra u n a te o lo g ía d e l la ic a d o » , en Í d ., Vaticano II: re­
m em branza y actualización: esquemas para una eclesiología (S a n ta n d e r 2 0 0 2 ) 298-321;
Í cialidades que la historia deja em erger (como en el caso concreto de los derechos
del hombre y de la emancipación de la mujer).
ÍD., « E l lu g a r d e l la ic a d o en la m is ió n d e la Ig le sia y en e l m u n d o » , en A . C o r d o v i l l a La escucha de la historia en su problem aticidad exige a la teología que no se
(d ir.), La lógica d e la f e : m anual d e teología dogm ática (M a d r id 2 0 1 3 ) 4 8 6 -4 8 7 ; J. M a n ­
aleje del principio de realidad, cuya com plejidad debe respetarse en su capacidad
z a n a r e s , « V o c a c io n y m is ió n d e lo s laico s d e n tro d e la re la c ió n •‘Iglesia-m un d o ”» , en
de hacer pensar. Conceptos como dignidad de la persona, sentido de la autonom ía
F. C h i c a - S . P a n i z z o l o - H. W a g n e r , Ecclesia tertii m illennii advenientis (Casale
de la conciencia, concepción dem ocrática de la vida en sociedad, dim ensión antro­
M o n fe rra to 1 9 9 7 ) 7 8 6 -8 0 2 ; J. A . N o e m i, « R e fle x io n e s te o ló g ic o -c rític a s en torno al
te m a d e l la i c o » : TyV27 ( 1 9 8 6 ) 1 5 7 -1 6 6 ; R .N . P a n g i l i n a n , « L a se c u la rid ad específi­ pológica de la verdad, derecho a la libertad religiosa, descubren insospechados ho­
c a d e lo s laico s y la s e c u la rid a d d e la Ig lesia en su c o n ju n t o » : CDoc 1 6 (1 9 9 9 ) 368-429; rizontes para una revisión de la relación Evangelio-cultura. En ese sentido, la D H
R . P e l l i t e r o , « L a i c o s » , en D T 5 4 6 - 5 5 1 ; Í d ., S . P i é - N i n o t , « E l la ic a d o » , en Id contribuye también al conocim iento de la fecundidad de la relación entre teoría y
Eclesiología: la sacram entalidad de la com unidad cristiana (S a la m a n c a 2 0 0 7 ) 291-308; praxis pastoral, que no solo fue la intuición del papa Juan X X III, sino tam bién el
ÍD « B o le tín b ib lio g rá fic o so b re la te o lo g ía d e l la ic a d o hoy, a n te el S ín o d o de los laicos motivo del acontecim iento conciliar, que propició que la Iglesia se abriera en un
d e 1 9 8 7 . P ersp ectiv as t e o ló g ic a s » : RCT 11 ( 1 9 8 6 ) 4 3 9 - 4 5 1 ; Í d ., «A p o rta c io n es del movimiento de reinterpretación de su propia identidad.
S ín o d o 1 9 8 7 a la te o lo g ía d e l la ic a d o » : R E T 4 8 ( 1 9 8 8 ) 3 2 1 - 3 7 0 ; J . P l a n e l l a s «La
te o lo g ía d e l la ic a d o » , en Í d ., La recepción d el Vaticano l i e n los m anuales de eclesiología 1. E l h o r i z o n t e df . l a d e c l a r a c i ó n D i g n i t a t i s h u m a n a e . Cabe ase­
españoles (R o m a 2 0 0 4 ) 4 0 9 - 4 4 8 ; M . P o n c e , « E l la i c a d o » , en Í d ., La Iglesia, misterio gurar que la afirmación que se pone como leitm otiv de la declaración es la de que
d e com unión (V a le n c ia 2 0 1 1) 3 8 9 - 4 0 7 ; P. R o d r í g u e z , « L a id e n tid a d teo ló gica de lai­
«lapersona humana tiene derecho a la libertad relig io sa» (D H ). Tal afirmación
c o » - ScrTh 19 ( 1 9 8 7 ) 2 6 5 -3 0 2 ; G . S á n c h e z R o j a s , « E l la ic o y su m is ió n evangeliza­
constituye un punto decisivo en la visión cultural y religiosa, de forma que se la
d o s en el C o n c ilio V atican o I I » : RTLim 3 9 ( 2 0 0 5 ) 3 0 1 -3 1 6 ; J . R . V i l l a r , «L aico s»,
en DTCV 5 8 1 -6 0 0 . Í considera una auténtica revolución copernicana. El punto crucial está en la su­
peración de una concepción ligada a la sola tolerancia a los demás, con vistas a
M ig u e l d e S a lís a instauración de una relación que deja de estar dom inada por el esquematismo
■ verdad-error y al consiguiente tratam iento jurídico de los conflictos. Sin entrar en
V o c e s r e la c io n a d a s : Movimientos eclesiales; Mundo; Secularidad. compleja tram a de las interpretaciones filosóficas y teológicas de la tolerancia

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