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All content following this page was uploaded by Pedro Joaquín Gutiérrez-Yurrita on 05 June 2014.
¿Qué es Acuicultura?
El término acuicultura es lo bastante amplio como para crear confusión en la gente, para algunos
significa el cultivo de cualquier organismo acuático que no sean peces, incluyendo plantas terrestres en
hidroponia, mientras que otros la perciben como cualquier cultivo acuático que no sea maricultura; lo que
es más, aunque la acuicultura es parte de las ciencias pesqueras, hay una distinción muy clara entre ‘pes-
quería y acuicultura’. Acuicultura literalmente significa, ‘cultivar en agua’, y hace referencia a todas las
formas de cultivo de animales y plantas acuáticos en ambientes dulceacuícolas, salobres y marinos, al ma-
nejo y control de los recursos vivos que habitan en el agua, así como su cultivo bajo condiciones controla-
das hasta su cosecha, procesamiento, comercialización y consumo (Pillay 1997). La acuicultura es, por
tanto, una actividad orientada a la creación de unidades de producción. Bajo esta perspectiva, Aguilera y
Noriega (1985) mencionan que ‘es el intento del hombre por incrementar la productividad de los recursos
acuáticos mediante la manipulación deliberada de sus procesos fisiológicos de crecimiento, reproducción
y mortalidad, haciendo uso de insumos como alimento y mano de obra’. El Art. 44 del Reglamento de la
Ley Federal de Pesca 07/1992 la define como: ‘El cultivo de especies de fauna y flora acuáticas mediante
el empleo de métodos y técnicas para un desarrollo controlado en todo estadio biológico y ambiente acuá-
tico y en cualquier tipo de instalación’.
Los albores
La pesca en México se remonta, como en todos los lugares del mundo, a los primeros habitantes del
territorio como medio de sustento, junto con la caza, según se asienta en los diversos códices conocidos.
Esta actividad, ejercía una influencia decisiva en todos los órdenes de las comunidades y de los individuos,
pues no sólo era proveedora de medios de alimentación, sino que también impulsaba las vías de comunica-
ción, la actividad artesanal y artística, forzando, incluso, a la imaginación para perfeccionar medios y sis-
temas y obtener así mayores rendimientos. Así fue como se fundó uno de los imperios más grandes y pode-
rosos conocidos mundialmente, el Mexica. Este pueblo sustentó gran parte de su poderío en la actividad
pesquera, ya que en la isla donde fue confinado a habitar, los productos acuícolas eran los que más le pro-
veían de alimento. Así, los ‘itztacmichines’ -pescado blanco o charales- y los ‘juiles’ eran productos muy
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Dirección de contacto: Facultad de Ciencias Naturales, Universidad Autónoma de Querétaro, México. Correo-e: yurrita@uaq.mx.
consumidos por los aztecas y las culturas que poblaron el Centro de México. Coincide que al único impe-
rio que no pudo someter fue al Purépecha o Tarasco, que los mismos aztecas denominaban ‘Señorío de
Michehuacán’, que quiere decir ‘lugar en que abunda el pescado y los pescadores’ (Alcázar 1980). En un
mapa de alrededor de 1555, localizado actualmente en Uppsala, Suecia, se aprecia que la forma de pescar
de estos pueblos era internarse en el lago subidos en canoas para una o dos personas y usar redes de mano
para atrapar los animales. Los Chichimecas de la región que actualmente ocupa el Estado de Querétaro,
para subsistir durante el estío (mayo a julio), pescaban bagres, boquines, anguilas, acamayas y camarones
(acociles) del río Moctezuma y sus afluentes.
Figura 1.
Diversos animales dibujados por un artista
maya donde se reconocen una tortuga, una
pstinaca (animal utilizado en los rituales de
sangre), un cangrejo, un caracol, una ba-
rracuda y un molusco esferoidal (animal
utilizado como símbolo del número cero).
Sin embargo, la acuicultura, ya como actividad cotidiana, se desarrolló entre los pueblos prehispá-
nicos, primero con fines ornamentales y religiosos y posteriormente con fines alimenticios, según aparece
en los relatos de Francisco Javier Clavijero, Fray Juan de Torquemada y Hernán Cortés (Aguilera y Norie-
ga 1988). Francisco Javier Clavijero, en su ‘Historia Antigua de México’ menciona con asombro, cómo, el
emperador azteca, Moctezuma, tenía dos casa para animales: ‘en la una destinada para las aves, había
muchas cámaras y corredores sostenidos sobre columnas de mármol de una pieza. Estos corredores tenían
a la vista una gran huerta en que había repartidos entre la arboleda diez hermosos estanques, unos de
agua dulce para los peces de los ríos y otros de agua salobre para los de mar’. Fray Juan de Torquemada
en su ‘Monarquía Indiana’ lleva hasta el extremo la excitación que le causaron los cultivos de peces para
los diferentes ritos prehispánicos, cuando menciona que ‘junto al templo -de Iztapalapa- había una laguna
o lago sacro, en el que se criaban muchos peces sacros y de diversas especies, muchos de los cuales eran
muy grandes y crecidos, y cada cual de éstos tenía su nombre y llamándolos por él, se venían a las ma-
nos’. En ‘Cartas de relación’, de Hernán Cortés, se puede leer que Iztapalapa estaba ‘mitad dentro del
agua y la otra mitad en tierra firma y que el señor que gobernaba tenía varias casas, en una de las cuales
había, dentro de la huerta que la circundaba una muy grande alberca de agua dulce con muchos pesca-
dos’. De esta forma, se constata la idea de que los peces obtenidos de los lagos de Texcoco y Xochimilco
no sólo provenían de la pesca, y que no se reproducían solos, sino que se les cultivaba (Lechuga y Gonzá-
lez 1985).
Se considera que el registro más antiguo de acuicultura en México se tiene a raíz de un aconteci-
miento histórico. La crónica refiere que el pueblo Zapoteco, al mando del Señor de Tehuantepec, Cosijopi,
hijo del último rey de Teozapotlán, Cosijueza, trasladó a la cima de la montaña Guiengola (Oaxaca) un
número considerable de peces recogidos de los arroyos cercanos, los cuales al ser reproducidos y engorda-
dos artificialmente, sirvieron de alimento a los soldados que estaban sitiados por los ejércitos de Moctezu-
ma II (finales del siglo XV). Gracias a que los guerreros zapotecos contaron con alimento suficiente duran-
te los meses del asedio, aguantaron hasta la llegada de sus aliados mixtecos rechazando el ataque azteca.
Se cree que de no haber conocido la piscicultura hubiesen muerto los guerreros (Lechuga y González
1985). En lo referente a la costa, Alonso de la Mota y Escobar, en su ‘Relación geográfica sobre Chiame-
tla y Culiacán’ indica que todos los territorios de este área estaban bien cultivados y que los nativos cono-
cían cómo realizar el desove de diversas especies en el mar y en agua dulce. También menciona que el
único conservador de pescado que tenían era la sal, aspecto importante a la hora de analizar el por qué la
población interior del México prehispánico y colonial no consumían pescado de origen marino.
Época Colonial
Diversos autores mencionan que con la dominación española en México se pierden diversas tradi-
ciones y prácticas de producción de alimento, incluida la acuicultura (Urbina 1978, Lechuga y González
1985, Aguilera y Noriega 1988). Con esto, también cambiaron los hábitos alimentarios de los indígenas,
los cuales empezaron a consumir más pescado proveniente de la pesca marina que de la pesca en sus lagos,
como era lo usual. A pesar de este cambio en el origen de los pescados que se consumían, se tiene docu-
mentado que en los mercados del centro de México, en el siglo XVI, se comerciaban más de un millón de
pescados de los lagos de Xochimilco y Texcoco (Anónimo 1991).
Urbina (1978) menciona que durante la colonia se eliminó prácticamente todo tipo de acuicultura y
que los únicos registros de pesca que se tienen son de la pesquería de perla, ballena y ostión. Ante los pro-
blemas de escasez de alimento que en ocasiones asolaban a la gran metrópoli mexicana, el religioso, astró-
nomo y geógrafo, José Antonio Alzate (siglo XVIII) escribió en su ‘Gaceta Literaria’: ‘¿Cuántos estan-
ques se podrían disponer en las orillas de la laguna de Chalco que permanecen inútiles?. Son muy dilata-
das porque se cuentan catorce leguas de costas: aprovéchense éstas y México no lamentará la escasez de
pescado que le es muy gravosa; se establecen a esfuerzo de mucho dinero criaderos de animales cuadrú-
pedos ¿y debemos desatendernos del provecho que daría un estanque?. Su fábrica es sencilla, su conser-
vación no es gravosa, ¿cuál sería pues el obstáculo?’. Este monje proponía el cultivo de peces en las ribe-
ras de las lagunas de Chalco, Texcoco y Chapultepec, así como en los estanques cercanos a los ríos San
Joaquín, Churubusco y Coyoacán (Lechuga y González 1985). Desafortunadamente nadie pareció darse
cuenta de la importancia que tenía la recomendación de Alzate, aunque en todas las disposiciones legales
expedidas durante la colonia se reglamentara la pesca y el uso del agua epicontinental (Aguilera y Noriega
1988).
Es interesante un argumento esgrimido durante el siglo XVIII para promover el cultivo de peces en
agua interior. Este argumento decía que ‘el pescado blanco, natural de las lagunas y ríos de Chapala,
Lerma y México era de mucho valor desde que se introdujo el pernicioso lujo francés, y en consecuencia
únicamente lo podían disfrutar los opulentos que deseaban nutrirse con manjares delicados o regalar a
sus comensales con un buen alimento’ (Anónimo 1991). Aunque se sabe que el pescado blanco, en Pátz-
cuaro, era consumido por los reyes y señores Tarascos antes de la conquista, y que no son los franceses lo
que le otorgan la categoría de exquisito y digno de emperadores, el argumento es importante porque se
estipula, en el mismo documento, que con la acuicultura se podría tener más pescado blanco que con su
simple pesca, además de que se podría tener durante todo el año y en los tamaños requeridos por los gour-
mets.
Figura 2. Entre los productos que se llevaban al tianguis durante la colonia, el pescado fresco era uno de
los manjares más apreciados
Referencias
Aguilera, P. y P. Noriega. 1985. La tilapia y su cultivo. Fondepesca. México
Aguilera, P. y P. Noriega. 1988. ¿Qué es la acuacultura?. Fondepesca. México
Anónimo. 1991. Evolución de la pesca en México. Secretaría de Pesca. México.
Lechuga, R. y R. González (Eds.). 1985. La Acuacultura en México II. Acuavisión, 2:4-9.
Pillay, T.V.R. 1997. Aquaculture. Principles and practices. Fishing news book, Blackwell Scientific Publi-
cations. Oxford.
Urbina, R. 1978. La acuacultura en México. Memorias del II Congreso Latinoamericano de Acuicutura.
Asociación Latinoamericana de Acuicultura. México.