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Índice
Presentación
1.- Replanteo del contexto
2.- El modo de pensar revolucionario
3.- Reconfiguraciones del proceso
4.- Formación de las conciencias
5.- Un escenario de cambio
Bibliografía
Presentación
Hace doscientos años que nació Carlos Marx un 5 de mayo de 1818. Verdad irrefutable es que
desde su juventud en las luchas del pueblo alemán echó las bases del pensamiento revolucionario en
la crítica a la sociedad capitalista. Desde entonces en la carga histórica han corrido procesos por
todo el mundo en medio de los cuales están presentes sus ideas, aún hasta en los días más oscuros
de la humanidad y los momentos más inexorables de la dominación burguesa.
Por otra parte, nuestras actuales generaciones, tan exprimidas por el capitalismo mundial, con su
resistencia siempre rejuvenecida, los movimientos de pueblo, y los deseos de cambio social
consecuente con nuestras perspectivas; impulsan y vitalizan el desarrollo del pensar propio de
carácter anticapitalista. Esta tensión entre el pensar social y el pensar revolucionario, fue impulsada
por Marx a la asimilación permanente de las nuevas realidades y circunstancias sociales tomando
como pauta la lucha libertaria.
Por ello efectivamente estos dos aspectos en primer lugar constituyen el sello de origen del
pensamiento revolucionario, sociedades explotadas y oprimidas que impulsan y renuevan sus
acciones por la plena liberación social respecto de las relaciones de opresión, tal cual la historia del
propio marxismo fue asentando en su abrevar de la vida social y el plantear sus expectativas.
Con su largo recorrido el pensamiento revolucionario de entre todo el pensamiento social, se
empeña como articulador para afrontar las realidades con sentido histórico, con horizonte socio-
político de colectividad, de compromiso con los pueblos, sus clases y sectores.
El pensamiento revolucionario convertido en un gran colectivo ausculta el estatus de la mentira
imperante; del encubrimiento de realidades terribles que estallan constantemente en las sociedades;
de las nuevas y viejas conexiones entre los problemas sociales. Toma nota de las verdades que
reclaman sus raíces e historias, de la narrativa que invoca pacientemente un tratamiento desgranado,
que se sustente en las formas de pensar de los pueblos con las que se vincula y conjuga por el
desarrollo de los movimientos.
Ciertamente el pensamiento revolucionario enfrenta los mayores retos que haya tenido en toda su
historia. Resolver sus grandes problemáticas implica innumerables tareas y necesidades, desde su
articulación universal en las condiciones históricas del ahora, el recambio de los medios para sortear
las más complejas situaciones, hasta las formas de accionarse desde abajo.
Vivimos la afirmación capitalista sobre todo el espacio social, esta es nuestra temporalidad
histórica. Esto sucede por supuesto en medio de procesos de auge y crisis multidimensionales,
donde el sistema mundial estableció un ciclo internacional de reproducción del capital, poder
opresivo y de control del tiempo histórico.
Diariamente se nos ilustra con marcada evidencia que también arribamos a procesos planetarios
definitorios de cursos económicos, culturales, políticos y sociales. Tales como la formación de
extensos mercados re-ordenadores de las hegemonías, la añadidura del desarrollo capitalista en
áreas de gran influencia o potencial cambio de parámetros geoestratégicos, la financierización, la
monopolización de la economía y otras estructuras, el asentamiento de nuestros países como
eslabones de una cadena de dependencias terribles, y con los centros de la economía global en
peligrosas disputas.
Como se despeja a diario, asoma igualmente la consumación de las comunicaciones modernas
sometidas a las relaciones opresivas influyendo en nuestras vidas, acentuando problemas como la
imponente transculturización occidental sobre el mundo.
Pero todo este conjunto, así sea desde su ángulo crítico, no es más que una parte de los hechos,
como observancia de la narrativa sistémica y de los poderes establecidos. Las juventudes, los
obreros, las intelectualidades, el campesinado, las mujeres, profesionales, artesanado, cultores y
tantos factores que componen los pueblos desarrollan sus propias maneras de ver la vida social y
sus transformaciones, con los que se forjarán nuevas rupturas.
Deshumanización garantizada
Con el asentamiento del capitalismo en todas sus formas, estas son sus realidades, un colosal
despliegue de poder, la extensa y profunda formación de una sociedad cautiva de sus propias
estructuras, el naufragio económico neoliberal, desigualdades extremas, violencia desenfrenada,
amenazas de guerra global.
Nuevos retos se plantean a la acción y el pensamiento anticapitalista. Como vemos, tal cual queda
corroborado, la raíz de la catástrofe del planeta, pesa como una lápida. Es este modo social quien
nos conduce a la autodestrucción de las culturas, recursos, seguridad, salud, condiciones de vida y
de las sociedades en sí mismas. Sin embargo las clases dirigentes como responsables de primera
instancia se niegan a los hechos por cuestiones de jerarquía, riqueza o enfoque.
A las consabidas contradicciones sociales se adjuntan graves contradicciones del hombre frente a la
naturaleza. Con todo, se trata como es sabido del arribo al antropoceno como el mayor impacto
atmosférico, por contaminación y modificación del clima, del peso muerto y desequilibrios
globales de la tecnosfera tal como ha sido concebida por la depredación capitalista, del
calentamiento global, la sobreexplotación de los recursos, una sexta extinción masiva de especies
por causas humanas, destrucción de ecosistemas, la radiación imparable provocada por el
armamentismo u otros usos contaminantes, y pare de contar.
Hechos que en virtud de los antagonismos sociales y las tragedias humanas de la desigualdad no
hacen más que acrecentarse como tendencia irreductible en el capital, no obstante fuera de sus
criterios e intereses no tiene por qué ser nuestra autodestrucción.
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En su juventud Marx y Engels, en la prefiguración de su pensamiento revolucionario, ascendieron de la mano de su
integración con los intereses populares en la Gaceta Renana de 1842-1843, desenmascarando la criminal acción
hambreadora y despótica de las clases dominantes, tomando contacto con la lucha económica, política y social del
pueblo alemán. Para no citar la cuantiosa literatura al respecto, ganando en las impresiones de la imagen el filme el
joven Marx brinda una aproximación a esos hechos lejanos, https://m.ok.ru/video/362585721478
Día tras día las panorámicas del pensamiento social se distinguen por su diversidad y entrecruce,
confluyendo en el rechazo de los derroteros capitalistas. Aun así insistimos en la importancia de que
coincidan en el desarrollo de enfoques revolucionarios sobre la base de sus contenidos y su
escalamiento en el interés de las transformaciones sociales pertinentes a nuestros pueblos.
Si la ideología burguesa encontró los medios de trascender al pensamiento burgués dominante de
nuestra época, insertándose en el torrente social; en la misma exigencia, pero por conciencia, el
pensamiento revolucionario debiera hacerse carne y sangre de los pueblos. Hemos recurrido a este
recurso de definición como pensamiento emancipador revolucionario, no por una toma de distancia,
sino por subrayar su condición de visión integral en la medida que nos es posible advertirla.
Se trata del énfasis en su línea de trascendencia, no de subvertir los nombres del marxismo,
marxismo-leninismo u otros ismos e istas surgidos en la historia de sus procesos como medios de
percepción en distintas situaciones. Ni intentamos desmarcarnos, desdecirnos o negar el valor de
esta trascendental experiencia de incuantificable vigencia.
Hablar de pensamiento revolucionario es reivindicar el sentido emancipador de dicha teoría, de
paso en contraste de ciertas modas de pensamiento, en resistencia ante variadas corrientes
evolucionistas o involucionistas en su interior. Interesa esencialmente apuntar su esencia
imborrable. Es la significación que adquiere más allá de sus “fronteras” postulantes, para
explotados y oprimidos del mundo, hasta alcanzar su condición de pensamiento colectivo integrador
y emancipador.
Otras tendencias críticas, bastante reconocidas, con notables roles en el desarrollo teórico-social,
asumen distanciamientos y deslindes explícitos o implícitos por consideraciones de diversa índole.
No es nuestro caso, pero igualmente arrojan una estela propositiva tan importante como necesaria
de valorar, asimilable para el desarrollo del pensamiento crítico-revolucionario, tal como abrevan
de este proceso.
A su vez destacamos el periodismo crítico (impreso, digital, radiofónico y audiovisual), constituido
en un gigantesco expediente histórico, una fuente viva colmada de acusaciones fundadas contra la
sociedad capitalista de un valor incalculable. Ni cabe duda que la inconmensurable labor intelectual
popular, progresista, demócrata, humanista y de incontables socialistas resultó también una reserva
de conocimiento para un proceso mayor.
Tomando en cuenta todo lo que le toca asimilar en sus procesos y su historia de formación, este es
un proyecto resistente tanto en los graves momentos bajo asedio como en los grandes movimientos
emprendidos, sus epopeyas, sus extravíos, derrotas, sus innovaciones de lucha y sus esfuerzos
cotidianos. No se reduce a leyes, categorías, tesis, teorías, inclinaciones, traslado mecánico de
fórmulas, ortodoxias, desestructuraciones, tradiciones, experiencias históricas, ni de cientificismos;
el pensamiento revolucionario se nos abre a la vida social del presente como factor de lucha en
movimiento y transformación.
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Sirva sólo de referencia el caso de la ideología con su subordinación tradicional a lo subjetivo o filosófico, y su
dependencia clásica de la materialidad; así también el caso del necesario acomodo de la cuestión de la comunicación
contemporánea como temática de gran trascendencia para el análisis y la acción marxista; o el notable papel de las
ciencias y tecnologías en la vida social y para la prefiguración del pensamiento revolucionario; entre tantas otras
cuestiones.
Asumiendo cierto intelectualismo se dice que bajo estos lineamientos del conocimiento
revolucionario hubo de sufrir el endose de esquematismo, particularmente del determinismo
económico. Según nos refieren algunas percepciones, sería debido al supuesto de que varias de las
obras importantes de Marx en esta cuestión permanecieran traspapeladas durante largo tiempo o que
los continuadores no eran tan estudiados, sabrá Dios.
Sin embargo aludir al simple desconocimiento de tal o cual texto tampoco solventa la razón de las
problemáticas surgidas, menos si se obscurecen los contextos y condiciones peculiares de los
problemas revolucionarios que afronta continuamente la historia. Pongamos por ejemplo la ruptura
con el dogmatismo hecha por Mariátegui pese a que desconoció algunas obras importantes de Marx
o Engels.
Podríamos decir que uno de tantos problemas está en el movimiento del marxismo entre las
generalizaciones y las particularidades. Ambos procesos al realizarse plantean cambios en uno u
otro frente, que de no darse solución a sus tensiones prevalecerá la tendencia al reduccionismo
esquemático.
Hay que decir que las acusaciones de esquematismo son añejas, datan de la época de Marx y
Engels, pero se expandieron particularmente en el siglo XX donde la mirada del pasado cuenta
como recurso de acusación, que impone criterios no aparecidos, complejidades no desdobladas, y
subjetividades todavía vistas restringidamente. Ello no exime de ninguna manera los desatinos y
ridículos esquemáticos.
Entonces, ajustándonos a sus hechos, la parte cierta contenida en el esquematismo, distinguiendo
las acusaciones externas; se asentó como conservadurismo al no asumir las nuevas condiciones que
se presentaban al pensamiento marxista y al conducir los análisis subordinados a emergencias de las
circunstancias y sus razones pragmáticas.
Las luchas de clases bajo posturas revolucionarias centraban los problemas de su supervivencia
fuera de esquematismo alguno. El caso ejemplar ha sido la revolución de octubre y la construcción
del socialismo como parteaguas de la historia, cuya esencia transformadora ratifica un proyecto
histórico (polémicas al margen). Incitante permanente de su innovación como creación heroica de
los pueblos y sus circunstancias (campesinos, soldados, clase obrera, mujeres, juventudes e
intelectuales).
La revolución de octubre y la construcción del socialismo se dieron en torno a consignas esenciales
de paz, emancipación, socialización de los medios de producción, desarrollo de las fuerzas
productivas, monopolio estatal del comercio y poder de los consejos. Hechos que jalonaron una
forma de concebir y aplicar nuestra teoría por las fuerzas directamente organizadas para ello, frente
a regímenes reaccionarios y estructuras opresivas sumamente atrasadas.
Ahora las circunstancias son diferentes, aunque las tareas apunten a una misma dirección
fundamental, necesitan otras formas y banderas concretas frente a las democracias de los
financieros (extrema plutocracia financiera). Entran en el ruedo otras problemáticas que sacan a la
palestra la dignidad de los pueblos, la democracia popular, el ejercicio pleno de amplios derechos
sociales, la transformación del conjunto de relaciones sociales, la identidad colectiva, la teoría de la
revolución en la acción social de los pueblos para la conjugación de sus formas de lucha, y la
humanización de la vida social.
Sin esquematismo, pero sin pérdida de la perspectiva, el pueblo renace en sus diversas identidades.
Su ejemplo integrador se observa en momentos claves como los del pueblo soviético en la guerra
patriótica, el vietnamita enfrentándose al invasor yanqui, el bolivariano con la dignidad recuperada
de las tinieblas, el cubano en el compromiso histórico, el mayo francés de 1968, los pueblos árabes
en el combate antiimperialista y antiterrorista, y así por esos caminos también los pueblos-nación
originarios en América resistiendo a tantos ultrajes.
Así pues los pueblos pueden variar infinitamente en su composición social, en su narrativa de lucha,
el factor común a esa diversificación se encuentra en su condición del ser despojados, que el
pensamiento emancipador define como proletarización en su aspecto genético.
Dimensionar el proceso
Surgen otros aspectos del análisis que van más allá de las acostumbradas propensiones a la
búsqueda de la culpa y fobias que ya no permiten evaluar con entereza y profundidad los problemas
de la perspectiva socialista. Las tendencias en la historia del pensamiento marxista, tienen
responsabilidad ante los hechos que vivieron. Obviamente algunas cuestiones les rebasan en la
medida que obedecen a condiciones estructurales e históricas.
El socialismo realmente existente trata de un proceso que estaba lejos de haber cambiado por
completo los problemas de la dominación. Proceso del que hasta ahora sólo se suele cuestionar
ciertas formas y a veces al precio de su distorsión para acusar unas cuantas trayectorias prejuzgadas.
Uno de los grandes problemas ha sido convertir al marxismo en una ramificación de tendencias
cuando su fuerza y consistencia están en su profusión general, su permeabilidad en el espíritu de los
pueblos. En la sinergia de sus enfoques con la lógica revolucionaria para la radicalización de los
factores de libertad, pueblo-nación, clase explotada, con el concurso de sus formas de vida
comunitaria, contra los estilos de vida burguesa.
A pesar de los pesares, el pensamiento emancipador ahí está con unas líneas universales en parte
atendidas en el trascurso del tiempo y todavía por abordar infinitamente. A pesar de sus detractores
y las maniobras del sistema por entorpecer su vuelta a escena, está asumiendo sus deberes frente al
desarrollo de muchas líneas o fuentes de que ahora se puede nutrir.3
Bien a bien dentro de ello cada especificidad de interpretación es arrojada para echar mano de ella,
pero ninguna, por buena o defectuosa que sea, encierra toda la exuberancia del planteamiento
emancipador, ni se anula absolutamente por más tenacidad de que hagan gala sus detractores. Lo
fundamental que nos interesa es el trasfondo revolucionario con sus desarrollos en tantas
experiencias o formulaciones, lo mismo de personalidades que de colectividades, de reflexiones que
de propuestas, entre sus virtudes y polémicas de la lucha por los modos de hacer y pensar.
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Tales como el desarrollo e interconexión de las ciencias naturales, el replanteo filosófico-científico, el desarrollo y
concreción de las metodologías, las teorías organizacionales, los posicionamientos de las ciencias sociales, la
experiencia de sus nuevos movimientos, la dinamización de las relaciones sociales por viejos y nuevos medios, los
estudios y disciplinas críticas pormenorizadas, las representaciones estratégicas bajo otros contextos, las
problemáticas reales del proceso de formación en las alternativas sociales, la subjetividad en la individualidad y
colectividad, al igual que el desarrollo de antagonismos o de otras relaciones humanas válidas para la lucha social.
No obstante sus tendencias se vean implicadas en posturas, interpretaciones y catequizaciones que a
veces se conducen a descentrarse del planteamiento social y la naturaleza del propósito (que no
pretendemos debatir aquí porque sus diversas motivaciones y razones lo exigen en las complicadas
luchas que protagonizan). O bien que son llevadas a su liquidación en los escenarios de la feroz
agresión del capital y su particular corrosión interna. La cuestión es la siguiente, a estas alturas no
se puede medir una perspectiva tan amplia históricamente, tan profunda en sus dimensiones; por el
racero de grupo, la interpretación unilateral, reduccionista o de tendencia, ni menos por el ajuste de
cualquier camisa de fuerza sobre hechos cada vez más dinámicos e interconectados.
Cada vertiente tiene su razón de ser, así como encuentra sus debilidades en su proceso interno-
externo, obedece a rutas en el devenir, inconciliables unas con otras, con todo lo que haya de
cuestionable. Está fuera de tiempo y lugar enfocar el todo por las virtudes o extravíos de alguna de
estas, dicho sea para no envenenar el pozo, sin demeritar sus esfuerzos en aportar a la historia, ni
por hacer una consideración retocada de su paso por la historia.
Sus polémicas y negaciones son una especie de patrimonio de los avatares del largo y tortuoso
proceso revolucionario, pero en tanto se circunscriban a sus ejes particulares, encuentran serias
limitaciones, como sucede hasta ahora, para enfrentar esta tarea que demanda tantas fuerzas y
conciencias por una renovación permanente. Claro está, su parte contribuyente se asienta en el
movimiento de esta historia sin que haya fuerza capaz de borrarlo, su proliferación fue por lo menos
ineludible ante la diversificación de la complejidad social y de sus confrontaciones, aunque cada
vez les resulte más complicado avanzar por sus senderos y líneas defensivas particulares.
El planteamiento transformador
La historia del pensamiento marxista no es una línea inequívoca de todos los tiempos del
capitalismo, está sujeta a estas realidades, siempre reconstituyéndose, diversificándose y
sintetizándose sobre condiciones cambiantes; suscitando un desenvolvimiento convergente en sus
esfuerzos.
Por ello, con pensamiento revolucionario marxista no decimos nada más que la recuperación
congruente, apetecida por todos y todas quienes aspiran al cambio social que trascienda la sociedad
capitalista en una tendencia general a la articulación en recursos, planteamientos y propósitos hacia
tal transformación.
Dicho proceso exige redoblar sus capacidades de aprender de las realidades en toda su forma.
Recuperar el instinto de nuestros pueblos para regenerar los ideales centrales comprometidos con su
perspectiva. Asimilar el conjunto de sus componentes clásicas y las que paulatinamente se
acumulan por la experiencia de lucha e ideas de los pueblos.
El modo de pensar revolucionario como sentido y parte consustancial del proceso de cambio social,
se constituye en un fundamento articulador, consecuente por obra y reflexión, para reconstituir la
energía y planteamiento revolucionario por la libertad verdadera sin dominación ni miserias.
Es en la medida que se funde y compenetra con el pensamiento social de nuestros pueblos y el
particular modo de ver de los oprimidos; como logra ser de clase revolucionaria, efectivamente
transformador real y no solo ideal. Ante lo cual se reserva esta demarcación distintiva y profunda:
Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata
es de transformarlo, capturando el papel de este pensamiento y su praxis como toda la actividad
humana, incluida la construcción, fundamento, crítica y fin del conocimiento.
3. Configuraciones en proceso
La cuestión humanística
El ser humano (obrero, indígena, migrante, grupo étnico, campesinado, profesionista, género) pasó
a ser un objeto condicionado por el capitalismo salvaje, su aplicación de la tecnología y de las
relaciones de dominación.
Frente a ello se debe enfatizar la revolución humanística en todo cuanto constituye la sociedad, sus
relaciones, sus acumulados, cultura, civilizaciones, el ser social, la institucionalidad, y el hombre
nuevo, que nos visibiliza otros aspectos de la barbarie sistémica; en tanto la causa humana está
ligada al socialismo revolucionario.
Visiblemente esta cuestión es base de la formación y experiencia de vida de los fundadores del
marxismo, reconocidos por su consecuente carácter humanista. Se trata de una de sus grandes
razones implícita ya en Carlos Marx desde los Manuscritos económico-filosóficos, y en Federico
Engels destacada ya en su juventud4 con su obra colosal La situación de la clase obrera en
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Federico Engels, como adelantándose a las ridículas acusaciones posmodernas que le atribuyen el desconocimiento
del sujeto social, acompañado de su primer gran amor recorrió los barrios obreros de Manchester; supo ver en ellos
las realidades, los hechos y el sujeto de cambio que subyacía en medio de la miseria.
Inglaterra, sobre el calvario del nuevo sujeto histórico visualizado a través de los avatares del
capitalismo industrial.
Siguió un tratamiento regular tácito en la obra de estos fundadores por la recuperación del sujeto
social humano, contra el fundamento burgués que tiende a la cosificación del ser. El Capital, por
ejemplo así como se reitera su trama económica, metodológica e ideológica ya desde el tratamiento
del fetichismo de la mercancía, no puede ser entendido sin su fuerte componente humanístico frente
a la explotación del proletariado, el despojo del campesinado, del artesanado y de los pueblos del
mundo. En tanto los diseños económicos neoliberales por rigor son contra-humanistas.
Posteriormente la cuestión se trasladaba a segundos planos, desgloses éticos, ramas marxistas,
subordinaciones políticas, oportunismos o manipulaciones que hoy son asuntos discutibles. Como
resultado, esta cuestión al ser abandonada en parte, encontró otros medios de proyección, incluso de
una corriente significativa, con grandísimas contribuciones, conocida como marxismo humanista.
Tomamos este punto de partida, pero obviamente antes y después hay una historia del humanismo
(ya prefigurado en las grandes religiones antiguas). Es sabido que se remonta a las anteriores
formaciones sociales y los anhelos de esclavos o siervos. Que incluye el paso de las burguesías en
pugna contra las antiguas clases que la dominaron en otros tiempos, expresándose en las exigencias
sociales, a través del renacentismo, el iluminismo, el independentismo o la cultura laica. Existen
pronunciamientos contribuyentes en esta acción y temática, con todo y las limitaciones que se les
pueda reclamar, hilvanándose constantemente la connotación humanista.
En esto cabe subrayar la recuperación de Bartolomé de las Casas, Bolívar, Martí, junto a muchos
más defensores de la libertad y dignidad humana, cuyo humanismo aparece ligado directamente a la
narrativa de sus luchas sociales.
En su conjunto esta premisa fue sumergida en corrientes desenvueltas en el siglo XX y lo que va de
este, desde todas las posiciones sociales, sobre ideologías humanistas, algunas sin proponerse
cambiar los trasfondos de la sociedad. Otras incluso se convirtieron en caballo de batalla de las
fuerzas sociales más retrógradas sin inmutarse porque su praxis discurría en dirección opuesta
deshumanizante.
Vienen a esta historia de humanismo consecuente Rosa Luxemburgo, Ho Chi Minh, Patricio
Lumumba, Mandela. Por lo que respecta a nuestra América Latina, sus corrientes más prominentes
estuvieron ligadas al socialismo, en la figura de Ernesto Che Guevara, Aníbal Ponce, Mariátegui,
Sandino, Fidel Castro, Celia Sánchez, Frida Kahlo, Paulo Freire, de muchos y muchas más que con
su esfuerzo cultivaron y cultivan una actitud resuelta desde sus personalidades, esferas de acción 5 o
corrientes sociales6.
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Aunque es imposible enumerarlos individualmente o en sus campos, humanistas consecuentes los hay en las
religiones como el padre Camilo Torres Restrepo; en las ciencias como es el caso de Albert Einstein; en las luchas de
derechos humanos como Berta Cáceres, también en la literatura como José Saramago, Pablo Neruda, John Steinbeck,
Simone de Beauvoir o Jorge Amado, en la pintura como Pablo Picasso, Diego Rivera, Oswaldo Guayasamín, o José
Revueltas, los cantautores Víctor Jara, Alí Primera, Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat y tantas(os) impulsoras(es) del
arte de compromiso con los anhelos populares.
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Tan diversos como los movimientos de defensa de los derechos sociales y humanos, la teología de la liberación, la
pedagogía crítica, las madres de Plaza de Mayo, las llamadas “Patronas” y las redes que socorren a migrantes, o el
ambientalismo.
Por otra parte se impulsa un verdadero humanismo revolucionario frente a las atrocidades del
capitalismo y la deshumanización del poder, que supere muchas de las incongruencias del camino.
Humanismo que reconfigura al ser humano para asumir su responsabilidad ante el planeta, su
naturaleza y la vida en general, descentrando al hombre depredador para colocarlo en su rol de
elemento consciente del universo del que forma parte y del cual depende.
La cuestión humana en esta forma se afirma ante la propia historia del capitalismo frente a nuestros
pueblos, en particular con la tragedia de las guerras mundiales, el desencadenamiento del fascismo,
los regímenes dictatoriales, los vacíos y errores del proceso soviético en este ámbito, las modernas
agresiones imperiales, sus humillaciones a los pueblos, su violencia estructural, el etnocidio, sus
violaciones a los derechos humanos, sus constantes amenazas a la seguridad, la paz, la dignidad y a
la humanidad en sí misma.
Frente a la deshumanización imperante, se reconstituye el humanismo transformador, de una línea
fundamental que subraya un cúmulo de luchas históricas a lo largo del siglo XX y lo que va
corriendo de este. Línea abierta por la realización del ser social, sus derechos, la solidaridad
concreta, la felicidad, el amor, la dignificación, la inclusión, la fraternidad, el internacionalismo, la
liberación colectiva, con influjos éticos y morales. Que por la comprensión de su propia historia y la
naturaleza de sus procesos, es conminada a una convicción tolerante de las diferencias, integradora
de otros saberes, respetuosa de las cosmovisiones u otras interpretaciones desde el seno de los
factores populares.
Esta humanística es un rasgo que recorre el pensamiento revolucionario en todas las direcciones
donde enfoca sus esfuerzos con una decisiva fe en la humanidad, “más amo a mi hermano el
hombre, que diría Nezahualcóyotl.” Que apuesta a los sujetos sociales generadores de cambio,
realista, que no se ciega, ni permanece indolente ante las contradicciones sociales.
La piedra angular
La crítica de la economía política, este amplísimo cuerpo estructurado en la teoría marxista continúa
despejando la naturaleza y gravedad del capitalismo para encarar sus problemas actuales. Es
referencia teórica del análisis devastador sobre la esencia y carácter del capitalismo, con la obra
cumbre El Capital que resulta tan imprescindible como incomparable, todo se remonta a Carlos
Marx.
Se trata de una cuestión de larga data y tradición en nuestra teoría que revela el fondo de las
relaciones sociales económicas del capitalismo, la teoría del valor y el secreto de la plusvalía. Que
concreta y desentraña la naturaleza de los antagonismos capital-trabajo, entre las clases
explotadoras y las clases explotadas.
Enfocándose a la lucha por la solución de las necesidades como un aspecto relevante, a la
superación de la realidad relacionante en un mejor vivir, que pugne por darle a la vida amplitud de
posibilidades ante las falacias del esquema de Estado de bienestar y de la hoy llamada sociedad de
mercado.
Podemos hablar de un pleno consenso en que su centro de gravedad gira en torno al trabajo de Marx
para desentrañar los fundamentos del capital. Esta teoría es quizá de las que más han recibido
atención y contribuciones en el estudio del capitalismo en sus diferentes etapas, así como en sus
múltiples temáticas. Ninguna de las cuales está exenta de polémicas, pero en su conjunto dialogante
permiten arribar a análisis reafirmantes de una postura radicalmente crítica anticapitalista.
Las transformaciones del capitalismo relativizan o reubican importantes aspectos de su argumento,
no obstante es un campo en que las críticas fortalecen tanto su médula espinal como su método de
evidenciar de raíz la naturaleza rapaz del capital.
Digamos de paso a este respecto que las relaciones sociales económicas han llevado a cabo una
poderosa transformación de la realidad tanto como de sí mismas. Si bien Marx apuntó a las
relaciones de producción nunca dejó de enunciar el conjunto de las relaciones económicas
(producción, intercambio, comerciales, consumo, financieras). Hoy no cabe duda de que dicho
conjunto, en su acentuada modificación, tiene un radio de influencia determinante para todo el
proceso económico y social capitalista, al tiempo que apunta el sentido opuesto e importancia que
deberán tomar tales relaciones para su profunda socialización junto a sus medios, con el desarrollo
de métodos revolucionarios específicos en el abordaje de sus procesos.
De otro lado, el nombre de economía política que fuera tan rechazado por las fuerzas intelectuales
del sistema bajo el supuesto de la esterilización de la economía para obtener su mejor rendimiento;
hace alusión por excelencia a esa indisoluble coexistencia de intereses y relaciones sociales
conjugadas para que el capital de la mano de la política asegure su supremacía. De manera que la
“economía a secas” discurre como política predilecta de las plutocracias y sus aparatos.
Evidentemente Marx mostró la unión economía-política en sus interiores a nivel orgánico, en tanto
Lenin lo reveló a un nivel sistémico. Insospechadamente esto ha tenido un impulso estratosférico al
crearse las condiciones de un poder estatal indispensable en la activación del capital en su conjunto;
velando por los intereses capitalistas como norma a la vez que el gran capital sigue redefiniendo su
gran política por las cuestiones de su exclusivo interés y ventaja.
Así en un campo de análisis que atiende y compete a la economía y la política en conjunto,
insurrecciona en nuestras vidas para el estudio del poder político-económico y sus términos, o en
temas que involucran otros factores como sucede con el sistema de industrialismo militar global, el
intervencionismo imperialista, las guerras imperialistas por los recursos, el carácter de partido en la
economía burguesa, o los conflictos por el control del mercado mundial.
Con todo lo que le siga por cuestionarse, de replantearse temáticas, de retomar las contribuciones y
exposiciones de diversas realidades; si algo demuestra sobradamente el estudio de la economía
política, en medio de relatividades u otros agregados, son su frescura, su profundidad, su
centralidad, y su capacidad de penetrar en la naturaleza del antagonismo económico de nuestras
sociedades, para revelar su verdadera historia y hechura.
7
Recordemos que para el pensamiento revolucionario marxista las fuerzas productivas son: las fuerzas motrices de la
naturaleza empleadas por el ser humano, las herramientas, el conjunto de instrumentos de producción, los seres
humanos que manejan los instrumentos y efectúan la producción. Las fuerzas productivas, es decir, los medios de
producción (instrumentos, máquinas, implementos, materias primas, fuerzas motrices como el aire, agua,
electricidad, fuentes de energía) y la parte viva que es constituida por la fuerza de trabajo humana, son ejes en que se
expresa primeramente la técnica, el conocimiento y las ciencias, enrumbándose a toda la sociedad hasta hacerse
órganos propios de su desarrollo.
No existe un marxismo que subsista sin referirse a las ciencias porque simple y sencillamente este
se apoya en ellas, se retroalimenta de ellas, y en buena medida se debe a ellas, como poderosas
fuerzas productivas de la humanidad. Sus conocimientos y prácticas le resultan indispensables para
orientarse en la apreciación y construcción multifacética de la realidad. Es en las ciencias y
tecnologías como patrimonios de la humanidad en que nos apoyamos para examinar, describir e
integrar la realidad o las experiencias.
Las ciencias como parte de las fuerzas reveladas en el desarrollo de las sociedades, son un terreno
bajo conflicto, juegan en las luchas sociales y de clases de maneras especiales. Si bien son
subordinadas por el interés capitalista o distorsionadas por las clases reaccionarias, sus resultados
seguirán trascendiendo porque proporcionan razones y conocimientos valiosos sin los cuales no se
podría sostener la sociedad en las actuales condiciones, lo mismo en la medicina que en las
comunicaciones, en las ciencias naturales que en la física teórica.
Sirven de potenciación del método dialéctico, identificado en sí mismo como método científico-
filosófico del contenido interior de la naturaleza y los fenómenos sociales. Sirven de extensión de
nuestros sentidos y capacidades de comprensión del mundo, sus formas, particularidades y del
universo, además ofrecen elementos activos para la transformación social.
De ahí que se nos demanda modificar nuestro entendimiento de su lugar en el marxismo,
destacarles en su grado actual de fuentes inagotables y composición integral de nuestro modo de
pensar.
Merece atención el arribo desde hace décadas a una situación de reconversión tecno-científica
regular con su agregado de cambios en la actividad humana. Esta tiene a bien enfrentarnos al
despliegue de las fuerzas humanas, el acrecentamiento drástico de resultados palpables en
conocimientos, tecnologías, ingenierías, comunicaciones, productos y nuevas nociones de
aplicación.
Lo más llamativo de este proceso en su aceleración es que viene creando cambios en el papel de la
ciencia y la tecnología dentro de las sociedades elevando su importancia y dependencias. Al igual
que acusa los cambios de la mentalidad colectiva en el empleo de la ciencia y la tecnología, y del
conjunto de experiencias de la especie. En estas el compromiso del marxismo se encuentra en
priorizar su humanización y empleo para la felicidad general como plena expresión de las
capacidades creativas de hombres y mujeres; rechazando el uso agresivo, lucrativo, ideológico, de
redención por sí mismas, de control social y de razón instrumental, que el poder burgués hace de las
ciencias, sus tecnologías y contingentes involucrados. En una mejor perspectiva el propósito de las
ciencias y tecnologías está en ser complemento y aporte a la conciencia, la realización humana, de
las sociedades, y la conservación del planeta.
La formación de las conciencias es una preocupación que recorre todos los procesos del marxismo,
del pensamiento social popular y de las propuestas sociales, lo cual tampoco ha estado libre de
tensiones como hemos expuesto, pues se coloca en un amplio espectro de problemáticas e
interrelaciones, no obstante se asume como base de sus acciones.
Se proyecta cada vez con más recursos y creatividades, en afirmación de la subjetividad de nuestros
pueblos y de sus realidades. Es la búsqueda de su autoconciencia, de lo nuestro, de lo que nos
define e identifica apoyándose en las propias fuerzas de nuestros pueblos y todos los medios
posibles, enfrentando sus circunstancias y contingencias. Es una exigencia general, por así decirlo,
un reclamo marxista leninista para con la creación de otras sociedades.
En nuestro criterio abona el sentido revolucionario en el reconocimiento de la condición social,
cultural y sicológica de la batalla ideológica contra el problema de la alienación capitalista, en que
las clases, sectores, nacionalidades, culturas u otras formaciones responden mejor a su condición
propia para avanzar en su posicionamiento socio-político de ruptura con tendencias ideologizantes o
místicas del sistema.
Bajo las situaciones actuales, la disposición de estos detonantes de aprehensión de las realidades
objetivas y subjetivas, para el reimpulso de la teoría y la praxis se desarrolla con una gama más
amplia de expresiones de la conciencia de clase que nos brinda nuevas oportunidades pedagógicas,
experienciales, sicológicas, neurocientíficas, políticas, filosóficas, culturales, artísticas,
informáticas, comunicacionales, sociológicas y de lucha organizada.
5. Un escenario de cambio
Con tal de cortar tus sueños la tiranía capitalista lo empeña todo, aunque resulta imposible borrar un
mundo lleno de posibilidades. La realidad social es regenerativa del pensamiento, abre escenarios
infinitos para el despliegue de su sentido metodológico, analítico, crítico, sintético, alternativo,
esperanzador y radical.
El pensamiento revolucionario de los pueblos tiene una amplia agenda por retomar, tomando en
cuenta que existen valiosas contribuciones que despejan los caminos, debiendo centrar esfuerzos
anticapitalistas en el delineamiento de sus contenidos y teorías.
Tal es así en los temas de amplio consenso a ser atendidos, los cuales nos permiten acceder a
concepciones y acciones más firmes como las siguientes: la cuestión feminista y de género; la
Política; la ecología y el ambientalismo; las relaciones con la naturaleza; los controles a través de la
ciencia y tecnología; las tecnologías imperialistas; la mediatización y sociedad de consumo; la
salud; la concepción de dominación; la cuestión de las clases medias; los nuevos sujetos sociales; el
papel de los pueblos originarios; las múltiples formas de organización; movimientos y vínculos
sociales; la cultura como unión, identidad, aprendizaje, esperanza y orgullo; la academia; el estudio
del poder en las nuevas condiciones; el estudio del sistema patriarcal; la sociedad capitalista
contemporánea; los procesos democráticos y revolucionarios; las reconfiguraciones de los pueblos,
sus clases y sectores; la diversificación e innovación de formas de la explotación8; las nuevas
especificidades de la lucha de clases; las ideologías y las subjetividades; el destacado papel de
distintos pensadores y actores revolucionarios u otros temas que se escapan a esta consideración.
Se trata de algunos temas enormemente adelantados en sus campos, corroborando muchas veces la
esencia del marxismo. Resaltan los estudios que toca asimilar sobre las actuales condiciones del
imperialismo, la figura de la potencia hegemónica, la geopolítica, las corporaciones mundiales, las
nuevas formas y condiciones de la proletarización, los movimientos migratorios, la inducción de
condiciones, el antropoceno, las crisis de todo tipo, la globalización e ideologización neoliberal, la
plutocratización financiera y el desenvolvimiento de las grandes potencias como mayores amenazas
a la humanidad.
8
A las clásicas modalidades de explotación del trabajo se agregaron otras que se conjugan en la flexibilización laboral,
robotización, producción de software, productos del entorno digital, o negocios tipo crowdsourcing (de
externalización de tareas en línea a una masa joven dispersa por todo el planeta), con incentivos en la simplicidad, lo
lúdico y la interacción como cebos. Bajo estas modalidades la fuerza de trabajo tiende a constreñirse desde las labores
mecánicas rutinarias, maquilización productiva, la nula contratación, bajos salarios, trabajo esclavo o gratuito y
ausencia de derechos; hasta consistir, como en el trabajo de la web 2.0, en el consumo productivo de inteligencia
colectiva e individual, en labores virtuales de invenciones, diseños, encuestas, enseñanza, comercialización, auditar
llamadas, subcontratación de servicios, o recolección de información útil a empresas y gobiernos.
En todo esto se concentran otras batallas sobre si esta teoría debe desmantelarse, disgregar sus
partes y otros elementos, o si es capaz de armarse de medios y fuerzas suficientes para emprender
nuevos impulsos.
A nuestra consideración, dada la inminente efervescencia temática, merecen más exámenes
marxistas los problemas actuales en torno al sistema de corrupción, el terrorismo, la violencia
estructural y social, los fenómenos y movimientos religiosos, los roles del nacionalismo y
patriotismo, las formas organizativas, la civilización burguesa, o los derechos sociales y humanos.
Abordajes que vistos en su dimensión histórica subrayan que la trayectoria seguida por el
capitalismo es la problematización, la corrosión social y deshumanización, cuestiones que por su
parte requieren tratamiento serio, sin desdén ni abstracción de sus hechos.
La efervescencia ideológica
Basta echar un vistazo de estas transfusiones al observar la posición de la libertad unilateral
norteamericana apoyada en el principio de egoísmo nacional e individualista de “sociedad elegida”,
cimentando nación e ideología de una potencia que se declara en guerra contra la ideología y los
nacionalismos.
Condensando así su particular liberalismo que todo lo mide según su ángulo, lo que le beneficia es
tal, lo que cree le perjudica es dictatorial. De acuerdo al patrón normativo del liberalismo de la
sujeción, sustentado en la libertad de explotar compensado con la libertad de dejarse explotar;
ideología y realidad objetiva se recombinan dando lugar a un sistema recargado, y su combate no
puede eludirse, más bien debe escalarse hasta sus últimas consecuencias.
Tomemos en cuenta la emisión de dólares sin valor ni respaldo, la formación de empresas y
negocios sin capital en lo que tiene que ver con estos términos. No se trata exclusivamente de
fenómenos de tipo hegemónico, especulativo, o sólo chanchullos, aunque también lo son en su
objetividad. Son fenómenos donde además se desenvuelve la carga energética de un conjunto de
parámetros de la subjetividad del relacionamiento tras los modos de pensar dominantes, es decir, la
racionalidad se convierte en una fuerza aliciente para empujar las tendencias del capital aun
careciendo muchas veces de medios materiales.
Así mismo en el filme “Todos los Hombres del Rey” gravitando en juicios liberales sobre el poder,
el idealismo, la corrupción, las tramas políticas o las relaciones humanas, en que lo verdaderamente
instructivo no es únicamente lo que se critica, sino la perspectiva desde donde se critica. En este
caso el liberalismo cae siempre en el mesianismo de sus intereses, para eso nos mercantiliza,
excluye, sustrae nuestra dignidad humana, golpea con todos sus medios y adoctrina en las
conductas de la resignación a la “marcha natural de las cosas”, al “dejar hacer” de su
racionalización.
Indiscutiblemente no es que el filme deje de revelar situaciones graves del proceso político
característico norteamericano, eso queda brillantemente asentado; tanto como que la estructuración
del pensamiento a través del filme induce la construcción de símbolos y esquemas mentales de
inclinación liberal, como lo trascendente en el enfoque del relato.
En general la ideología liberal (más todavía la neoliberal) es razón-acción de la sociedad dominante
cuyo significado hay que descifrar para resistir sus transgresiones oponiendo teorías y medios
alternativos concretos en el tema, pues no es una simple referencia de un estilo de vida imperante,
sino un arma de asedio intransigente de colonialismo cultural, anticomunismo y doctrinas
antipopulares filtradas en todos los campos.
En fin, dicha compenetración ideológica sucedió de cara a nuestra mayor domesticación y sujeción
como el otro orden invisible superpuesto en el orden visible. Asentando la alienación como la
sustancia subliminal con la que se completa la adhesión a las relaciones sociales generales fijadas
por la enajenación de la necesidad. Ambos aspectos (enajenación-alienación) se estimulan e
interactúan a fin de lograr un ensamble estructural y orgánico del capitalismo.
Derrotar las tendencias del pensamiento reaccionario en su propia cocción ideológica es el reto de la
teoría marxista. Por tanto el manejo de las condiciones impuestas y de las tendencias dominantes
para desenmascararlas y desmantelar sus razones se constituye en un requerimiento a conciencia de
la inmensa tarea para el cambio social contra la dominación, el control, el orden y el poder que
impera.
Los pueblos, sus luchadores y luchadoras tienen el reto de asumir resueltamente sus errores, llevar
su crítica y autocrítica a fondo, romper límites y esquemas, proponerse la superación para
desempeñar el trabajo que se requiere.
Bibliografía
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