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Es costumbre inglesa que todo taller conceda a sus obreros

quince días de vacaciones al año. Margarita y su hermana Isabel los


pasaron en el campo. Apenas llegadas, se enteró Margarita de la hora LA COMUNIÓN
de la misa, y anunció luego su propósito de oír misa a diario y
comulgar, proponiendo a su hermana que hiciese otro tanto. “Te
prometo asistir a misa —respondió Isabel—, pero en cuanto a la
comunión, no me atrevo a darte palabra, porque no soy digna de 1. Efectos de la comunión
comulgar diariamente.” “Es el diablo el que te ha metido eso en la
cabeza; puesto que comulgas tres veces a la semana, ¿por qué no Cristo, en la Cena, después de haber amado a los suyos que
hacerlo todos los días?” “No estoy dispuesta para imponerme vivían en el mundo, los amó hasta el fin (Jn 13, 1), esto es, hasta la
semejante sujeción.” Margarita descubrió entonces a su hermana los institución de la Eucaristía. En este augusto sacramento agotó, por
efectos maravillosos de la comunión, y añadió: “No es necesario ser decirlo así, las riquezas de su amor; pues Él, todopoderoso, no pudo
santo para comulgar, sino comulgar para serlo. Basta que uno se hacer más; Él, infinitamente sabio, no supo decir más; Él,
comprometa a comulgar a diario, para que luego no pueda dejar esta infinitamente rico, no halló cosa más preciada para donarnos.
práctica.” Isabel terminó por acceder a su ruego.
¡Qué preciosos son los efectos de la comunión!
Margarita Sinclair murió en 1925 y desde esta fecha se la
invoca como a una santa. Está propuesta para los honores de la
beatificación1. 1. Nos une a Cristo. —Quien come mi carne —dice
Nuestro Señor— y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él (Jn
6, 56). Por otra parte, ¿el vocablo mismo de comunión acaso no
significa “común unión”?
¿Cómo nos une con Cristo?
En las criaturas, hay varios grados y formas de unión: unión
entre dos amigos, basada en los lazos de amistad y en la concordia
de voluntades; unión entre padres e hijos, entre hermanos y
hermanas, fundada en los lazos de la sangre; unión entre esposos
cristianos, apoyada en los lazos sobrenaturales e indisolubles del
sacramento del matrimonio. ¿Así es cómo estamos unidos a Cristo
por la comunión? No, sino que de un modo más íntimo. ¿Cómo,
pues? A imitación del alimento que se une a la persona que lo toma;
a imitación del pedazo de pan que colocas en la boca, el cual baja al
estómago, y allí, disuelto y digerido por dicho órgano, se asimila
íntimamente a tu substancia, transformándose en ella hasta el
extremo que ese pan deja de ser pan, para convertirse en tu carne, en
tu sangre, en ti mismo; así es cómo nos une la comunión a Jesús,
quien declara en su Evangelio: Mi carne es verdaderamente comida
y mi sangre es verdaderamente bebida (Jn 4, 55).
1
Margarita Sinclair. Abadía de Aberbode, 1933.
Sin duda, en la comunión, no son su cuerpo y su sangre los Repitamos que las comuniones son buenas cuando se hacen
que se convierten en nuestra substancia, porque es Cristo impasible, en ayunas, en estado de gracia y con intención recta; fervorosas,
y por otra parte, la substancia superior no se transforma en cuando uno lucha por enmendar las imperfecciones en la
substancia inferior; sin embargo, el cambio se opera realmente, ya preparación y en el hacimiento de gracias; prácticas, cuando son
que nosotros, en cierto sentido, nos asimilamos a Él. Oyó San parte a que cumplamos mejor lo que, para nosotros, es expresión de
Agustín una voz del cielo que le decía: “No soy yo quien he de la voluntad divina: los deberes de estado.
convertirme en ti, a la par de los alimentos que transformas en tu He aquí un rasgo oído en un sermón. Cierta doncella sin
substancia propia, sino que tú eres quien debe convertirse en mí” fortuna se casa hacia los veinte años con un obrero. Ambos se ven
(Conf. 7, 10). Santa Magdalena de Pazzis confesó un día, después precisados a vivir del cultivo de su huerta, y mucho han de afanarse
de la comunión, que había visto su alma unida con Dios y trans- por educar a su numerosa familia de once hijos, nacidos de dicha
formada en Él. “No sabía —añadió— si estaba viva o muerta, dentro unión. Sin embargo, la valiente madre, tras haber atendido a toda su
de mi cuerpo o fuera de él, en la tierra o en el cielo: no veía otra cosa familia, tras haber llevado todas sus legumbres al mercado de la
que Dios.” Cuando hemos comulgado, podemos repetir con San vecina ciudad y haberlas vendido allí tiene fuerza para comulgar,
Pablo: Ya no vivo yo, Cristo es el que vive en mí (Gal. 2, 20). todos los días, a las nueve. Esto sucedía hacía cuarenta años, y la
Está fuera de duda que la comunión no nos une a Él, de suerte mencionada mujer era la madre del predicador.
que formemos una sola persona (el hombre sería Dios); pero, hecha Margarita Sinclair nació en Edimburgo, el año 1900.
esta salvedad, es imposible imaginar unión más íntima entre dos Pertenecía a una familia pobre, siendo su padre barrendero. Desde
seres que la de la comunión. “Así como dos pedazos de cera su más tierna edad conoció la dura ley del trabajo, pues tuvo que
derretidos juntos no hacen más que uno, de igual modo el que ayudar a su madre en los quehaceres de casa. A fin de contribuir al
comulga de tal suerte está unido con Cristo, que en él vive Cristo y presupuesto familiar, se hizo más tarde barnizadora en un taller de
en Cristo él” (San Cirilo de Alejandría). —Por la comunión, según ebanistería. Deseando proteger su virtud del influjo malsano del
declara a su vez San Crisóstomo, nos hallamos “mezclados” con taller, sentía Margarita necesidad de la Eucaristía, y por nada del
Cristo. mundo hubiera renunciado a ella un solo día. No pudiendo prolongar
a su gusto el hacimiento de gracias porque la hora de entrada en el
taller era harto matinal, salía de la iglesia a poco de terminar la misa,
2. Nos une unos a otros. — Formamos un solo cuerpo, prometiendo desquitarse el domingo por larga conversación con
bien que muchos, porque participamos todos del mismo pan (1 Cor
Dios.
10, 17). El Concilio de Trento llama a la comunión “signo de
amistad, lazo de caridad, símbolo de paz y de concordia” (13, 7). La Para no privarse de la Eucaristía, le era preciso a la joven
comunión nivela asimismo a la Humanidad: “Aquí tienes una mesa sacrificar a veces su desayuno, y subir, en ayunas, a ocupar su puesto
igualmente puesta para el emperador vestido de púrpura, que para el dentro del coche que la conducía a su taller, sito al otro extremo de
menesteroso obligado a pedir limosna” (San Crisóstomo). la ciudad. Se pasaba la mañana en la espesa atmósfera del local; a
veces, en lugar de hacer honor a la pobre pitanza que las obreras
llevan a su oficina, empleaba Margarita su tiempo libre rezando ante
3. Aumenta la gracia santificante. —Al propio tiempo, el Santísimo, en una iglesia próxima a su taller. Por la noche volvía
la comunión acrecienta las virtudes sobrenaturales: virtudes a casa, extenuada, y, antes de tomar su primera comida del día,
teologales de fe, esperanza y caridad (de caridad principalmente, ayudaba a terminar los quehaceres domésticos.
siendo el amor de Dios y del prójimo fin especial de este
sacramento), así como las virtudes morales y los dones del Espíritu
9. Santo. Decía San Luis Bertrand que cuando tenía frío, la comunión
le caldeaba el alma y el cuerpo de tal modo, que le daban la sensa-
ción de un horno ardiente; así era de viva la caridad que
2. ¿Cómo se debe comulgar? experimentaba después de la comunión.
Si todos los sacramentos, recibidos en estado de gracia,
¿Qué condiciones se requieren para comulgar dignamente? tienen por objeto aumentar la gracia santificante, ¿cómo no
Estar en ayunas, hallarse en estado de gracia y tener intención recta. daríamos lugar preferente entre ellos a la comunión, que no sólo nos
¿Qué es preciso, además, para comulgar con fervor? Prepararse con comunica un grado más de gracia, sino que nos une, por unos
cuidado y dar gracias durante un tiempo razonable, según las instantes, con el Autor mismo de la gracia? Comulgar es beber la
fuerzas, condición y obligaciones de cada uno. gracia santificante, no ya en una acequia, no ya en un riachuelo, sino
1. Antes de la comunión, prepárate con esmero. — San en la misma fuente. Así como el pelícano, según refieren, se abre el
Luis Gonzaga dividía en dos partes iguales el intervalo que mediaba pecho para alimentar sus crías con su propia sangre, asimismo miró
entre una y otra comunión, empleando la primera parte en dar Cristo en derredor suyo, escudriñó la tierra toda y, al no hallar nada
gracias a Dios por la comunión hecha y la segunda en preparar la que pudiese convenir a sus hijos, se abrió su divino pecho,
comunión que iba a hacer. Conviene ofrecer a Nuestro Señor, en diciéndonos: “Comed, éste es mi cuerpo; bebed, ésta es mi sangre.”
cada comunión, algún acto de mortificación; pero antepón el Comulgar es comer y beber a Cristo, es comer y beber la Vida.
cuidado de tus deberes de estado a todo acto de libre elección. En la La comunión aumenta nuestra gloria eterna, porque la gloria,
preparación próxima, medita sobre la grandeza de Aquel a quien vas en el cielo, corresponde exactamente al grado de gracia santificante
a recibir; haz luego actos de fe, humildad, contrición, esperanza, en la tierra.
caridad y deseo. Si me preguntas: “¿Cuál es la más meritoria de todas las
2. Después de la comunión, da gracias durante un tiempo buenas obras?”, te responderé que la comunión. Coloca en un
razonable. San Felipe Neri advirtió que un hombre salía de la iglesia platillo de la balanza todas las oraciones, mortificaciones, obras de
inmediatamente después de comulgar. Le manda en seguida un caridad llevadas a cabo en un día, en una semana, en un mes; pon en
monaguillo para que le acompañe con un cirio encendido en la el otro platillo una comunión, una sola bien hecha: la balanza se in-
mano. El hombre se vuelve estupefacto y oye esta réplica del niño: clinará hacia el lado de la comunión, porque las demás obras buenas
“Usted lleva el Santísimo, y el Santísimo no sale sin luz.” El hombre son actos humanos, mientras la comunión es acción divina, Dios
entendió y volvió a entrar en la iglesia. Tan luego como hubieres mismo. Todas las obras buenas, cotejadas con una sola comunión
comulgado, dile a Nuestro Señor lo feliz que eres de poseerle, goza bien hecha, son granos de arena frente a una montaña.
de su presencia, deja que se expansione tu corazón mientras en-
cuentras en ello algún consuelo. Después rezarás actos de adoración,
agradecimiento, de petición (exponiendo tus necesidades y las del 4. La comunión condona los pecados veniales y las
prójimo), de ofrecimiento y de buen propósito, terminando con la penas temporales. — Perdona los pecados veniales, por ser
oración; “¡Mírame, mi amado y buen Jesús, postrado...!” “antídoto que nos libra de nuestras faltas diarias” (Trid. 13, 12);
El mejor método para cada uno es el que mayor gusto le remite las penas temporales, indirectamente, aumentando el fervor
proporciona y el que le lleva a más perfecta abnegación. Con todo, de nuestros actos de caridad. ¡Quién computará el número de los
conviene de tarde en tarde cambiar de método, no sea que la pecados veniales cometidos, cada día, por pensamientos, deseos,
monotonía engendre la aridez. palabras, obras y omisiones! ¡Quién dirá el rigor y duración de las
penas temporales hacinadas por dichas faltas, y que se han de expiar
en la presente vida o en la venidera! Este pensamiento aterra; en 7. Constituye una fuente de consuelo espiritual. — Por
cambio, la comunión tranquiliza, recordándonos que condona los ser éste el Sacramento del Amor, halla en él nuestro corazón el
pecados veniales y las penas temporales. apaciguamiento de sus deseos y el alivio de sus penas. San Teresa
5. Nos preserva de los pecados mortales. —Cuentan de experimentaba tantas consolaciones cuando comulgaba, que su alma
Mitridates, rey del Ponto, que, temiendo ser envenenado, tomaba un se derretía de alegría y de amor; si estaba abatida por las tentaciones
contraveneno todos los días; fue tan eficaz el remedio que, al y penas espirituales, recobraba a menudo, mediante la comunión, la
intentar envenenarse a sí misino, no lo pudo lograr. De este mismo paz interior. La Santa declara que, a veces, sus mismos dolores
modo nos fortalece la comunión, llamada por la Escritura pan físicos se desvanecían, cual si alguien los barriese, después de
descendido del cielo para que de él coman los hombres y no mueran, recibir este remedio celestial. “No hay lengua capaz de expresar las
y a la cual denomina el Concilio de Trento “antídoto contra los dulzuras de este sacramento —dice Santo Tomás—, pues en la
pecados mortales” (13, 12). sagrada comunión bebemos la dulzura en la propia fuente.”

6. Disminuye la concupiscencia y las pasiones. — La


llamamos pan de los ángeles, no porque coman de él los espíritus 8. Dispone nuestro cuerpo para una resurrección
celestiales, que no tienen cuerpo, sino porque nos hace puros como gloriosa. — Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
ellos. eterna, y yo le resucitaré en el último día (Jn 6, 55). “Al unirse a
Una mujer que estaba enferma hacía doce años, tocó la franja nuestros cuerpos en la comunión, deposita Jesucristo en nosotros el
del vestido de Jesús, y fue curada al punto. En la comunión, no sólo germen de la vida y de la gloria. Parecida a un fuego cubierto por la
tocamos su vestido, comemos también su cuerpo y bebemos su ceniza, consumirá la comunión un día cuanto el pecado mancilló en
sangre: ¿cómo no nos sanaría esto de nuestras pasiones? — Se nosotros. Luego que las trompetas den la señal del último juicio,
hallaba encorvada una mujer, dieciocho años hacía, sin poder levan- transformará en un instante los cuerpos de los justos, y los hará
tar la vista al cielo, y Jesús la curó. Aunque lleves quizá tantos años semejantes al cuerpo glorioso de Jesucristo” (San Ireneo).
encenagado en el vicio, ¡cobra buen ánimo!, que la comunión te “Vencedor de la muerte, Jesús la vencerá también en nosotros; su
enderezará. — Unos habitantes de Gerasa estaban atormentados por cuerpo inmortal nos hará inmortales, así como la semilla encerrada
espíritus inmundos; Jesús los libró de los citados espíritus, los cuales en el grano lo hace levantar, así como el calor hace bullir el agua,
entraron en los cerdos. Aun cuando no fuese más noble tal vez el así como la chispa abrasa fe paja sobre la cual cae. Jesucristo
espíritu que te posee, ¡ten buen ánimo!, que la comunión te libertará, resucitará a sí mismo en la persona de sus ‘comulgantes’ de todos
ella que llaman trigo candeal de los elegidos, vino que engendra los siglos (Baunard).
vírgenes.
En sus distintos institutos, Dom Bosco recogió 200.000 niños
abandonados que llegaron a ser cristianos convencidos, haciéndose
6.000 de ellos sacerdotes o religiosos. El secreto de este cambio
reside en que los niños comulgan a menudo, dos veces a la semana
la mayoría, todos los días algunos. Sin ir tan lejos, también se ven
entre nosotros jóvenes conservados puros en medio de las
seducciones del mundo. ¿Cuál es el secreto de su pureza? La
comunión frecuente.

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