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DOSSIER Voces

Sobre Ramón Vinyes y “la mitomanía”*

Rodolfo Insignares del Castillo**

Desmitificar la figura de Ramón Vinyes en la cul- lación, e incita a sus mejores aportantes a que
tura local es una cosa y minimizar su importan- prosigan remitiéndoles y manteniendo o superando
cia es otra. Comenzando porque la frase acuñada el nivel de sus escritos. La comunicación de Vinyes
por algunos historiadores para referirse a Voces, a Blanco, citada por Eduardo Bermúdez en su can-
“la revista de Vinyes”, no es totalmente incorrec- dente artículo, simplemente muestra la actitud del
ta. Si bien es cierto que Julio Enrique Blanco y editor que se inquieta por saber en qué anda uno
Enrique Restrepo “atendían en aquella revista el de sus colaboradores estrella; que indaga por su
matiz sesudo y filosófico”, según lo expresa Julio actual producción y hasta lo lisonjea para elevarle
Gómez de Castro en 1926; y que en torno a ellos se su autoestima —“escríbame sobre sus estudios,
agrupaban Gonzalo Carbonell, Antonio Luis ya que usted es el único de todos nosotros que con-
McCausland y otros amantes de tales temáticas serva encendida la lámpara”—. Por tanto, desco-
—aunque no escribiesen algo significativo en Vo- nocer la importancia de Vinyes en Voces no sería
ces—, no es menos cierto que en la práctica Vinyes un exabrupto pero sí una injusticia histórica que
fungía como su director, coordinador, editor, o como debemos evitar a toda costa.
quieran llamarlo, aun cuando por razones perso-
nales o de nacionalidad no exhibiera ninguno de Porque en el supuesto de que una nueva leyen-
esos rótulos. Pero era la voz cantante en el teje- da estuviere acuñándose y amenazando con re-
maneje, configurando globalmente la obra y pre- emplazar a otra, nos preguntaríamos: ¿Sin edito-
ocupándose del ritmo de producción, el nivel de las res de la condición de Vinyes se darían colabora-
publicaciones y el perfil de la tribuna. Y conste que dores estrella? ¿Sin la atención e insistencia de
no estamos hablando aquí de la función tipográfi- Vinyes se habría logrado que Blanco publicara con
ca, porque ése no es el asunto, y bien sabido es la asiduidad y notoriedad como lo hizo en Voces?
que Hipólito Pereira (Héctor Parias) fue el encar- ¿Sin la intervención de Vinyes —tal como lo rela-
gado de este frente hacia la época final de ese “cua- tan Julio Núñez Madachi, Germán Vargas Cantillo
derno, simpático por su permanente inquietud y y Ramón Illán Bacca—, habría podido salir Blanco
por su demoledora locuacidad”; y que Julio Gómez de la postración anímica en que lo sumieron las
de Castro coordinó la composición y reproducción burlas de que fue objeto por sus artículos filosófi-
en la primera época y es también reconocido por cos? Por cierto, ¿quién le comunicó al filósofo la
“haber cristalizado la idea de la revista en el mar- noticia del comentario favorable que le hizo José
co del palique.” De allí que, en justicia, a Pereira y Ingenieros a su artículo en la revista de Buenos
De Castro se les llame directores protocolarios. Aires? Y haciendo avanzar el tiempo...: ¿Sin
Vinyes, GGM se habría recuperado del despiadado
Mas el director, coordinador o editor en ejerci- rechazo del crítico argentino Guillermo de Torre a
cio de una revista intelectual es quien busca, re- su primera novela? ¿Quién le corrigió párrafo por
cibe y selecciona material idóneo; quien rastrea párrafo La Hojarasca luego de esa fatídica carta en
el recorrido de su trabajo una vez entra en circu- la que De Torre le aconseja al futuro Nobel olvi-
darse de ser escritor?
*En respuesta al artículo de Eduardo Bermúdez Ba-
rrera, “Voces y la mitomanía sobre el Sabio Catalán”, el
Es evidente que Voces no es solamente litera-
cual discutí con él antes de entrar en circulación.
**Administrador de empresas. Profesor Cátedra Gabriel ria sino también filosófica, aunque no pocos his-
García Márquez, C.C., Escuela Normal Superior La Ha- toriadores y críticos —no creo que de manera in-
cienda, ENSH. Profesor de Investigación, Corporación tencionada o “impune”— hayan pasado por alto este
Universitaria de la Costa, CUC, Universidad del Atlánti-
irrebatible hecho; pero también es evidente que
co, ENSH. Colciencias, 2002.

Huellas 69 y 70. Uninorte. Barranquilla


80 pp. 80-84. 12/MMIII-04/MMIV. ISSN 0120-2537
el trabajo literario montado y dirigido por Vinyes
fue el que generó el impacto inmediato y directo
en la ciudad y por eso se ha constituido en el prin-
cipal atractivo de Voces más allá de su tiempo. Y
no podría esperarse algo distinto, porque pronun-
ciarse con nombre propio en contra de Antonio
Gómez Restrepo, cuestionándole que lo llamaran
“el Príncipe de la crítica colombiana” tan sólo —
según Vinyes— por hacer crítica de obras ya criti-
cadas cientos de veces; o contra Max Grillo, em-
blema del teatro nacional, o contra Tomás
Carrasquilla, Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro
—nuestros máximos exponentes literarios de fi-
nales del siglo XIX e inicios del XX—; y pronun-
ciarse así en un momento político tan álgido en el
que tales nombres eran reverenciados por la so-
ciedad colombiana, no podía granjearle sino ani-
madversiones y vituperios al catalán; los mismos
que igualmente le granjearon sus traducciones de
escritores ingleses y franceses de avanzada, los
cuales constituían una seria amenaza para el or-
denamiento imperante, recordando que para Mi-
guel Antonio Caro y los conservadores de esos
tiempos la literatura que debía conocerse y estu-
diarse era la que contribuía a preservar la moral y
el espíritu católico. Y muchos de tales escritores
eran protestantes y/o de tendencias liberales, sin
mencionar a los temidos y odiados masones. En el
caso de Chesterton, el gran modelo de Vinyes, es
quien inicia en Inglaterra la literatura irreveren- Arr.:El grupo de Barranquilla.
te, mordaz y satírica, enfrentando con ésta, y de
algún modo resquebrajando, los sólidos esquemas Ab.: “El sabio catalán” paseando por Bogotá con
Germán Vargas (ext. izq.) y otros amigos.
victorianos. Por ende, las traducciones del cata-
lán sí fueron consideradas atentatorias en dicho
momento y de ahí la posición final de la Curia fren- rías o librerías o en el aula. A propósito, pareciere
te a o :Voces, posición que anecdótica y magistral- existir un error en el recuento histórico de Vinyes
mente registra Vargas Cantillo en su libro clási- en Barranquilla; desde Gilard, al menos, todos ci-
co: “Perdónenme la cobardía que me embarga y que tan que el catalán dictaba clases en un colegio de
me impide consignar el adjetivo calificador: ¡No señoritas. Esto habría que revisarlo con mayor
manden más la revista!” cuidado, porque hemos encontrado su fotografía
como profesor en los archivos de la Escuela Nor-
En cambio, no me atrevería a considerar tan mal Superior La Hacienda de 1950, institución que
amenazadores los aportes de Blanco y Restrepo, para la época responde al nombre de Escuela Nor-
pues si bien éstos trabajaban pensadores france- mal para Varones del Litoral Atlántico. Sucede —y
ses, alemanes e ingleses —más próximos al ateís- creo que allí podría estribar el generalizado error
mo—, “afortunadamente” para dicho ordenamien- si acaso lo es—, que esta última entidad, según
to aquí pocos los entendían. (Aunque habría cierto los datos del historiador Francisco Vargas
testimonio de una confrontación casi física entre Hernández, “funcionó de 1919 a 1932 en las insta-
los filósofos y el padre Revollo). laciones ubicadas en lo que actualmente corres-
ponde a predios del Colegio de Barranquilla para
Pero aparte de editor y traductor, Vinyes cum- Señoritas”.
plía una función pedagógica en la ciudad; tanto a
través de Voces y otros medios escritos posterio- De cualquier manera, el descubrimiento de
res, como directamente con los jóvenes en cafete- Vinyes en el pasado de La Hacienda nos impulsó a

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indagar más sobre su trabajo pedagógico y por ello dan al octogenario filósofo fundador de la Univer-
los estudiantes Katia Sinning Pérez y Anderson sidad del Atlántico e inician así el redescubri-
Gómez Castellanos, del Ciclo Complementario, miento que tantos frutos ha rendido y seguirá rin-
contactaron a un alumno suyo que nos ha infor- diendo, especialmente con la Universidad del Nor-
mado sobre el tipo de enseñanza flexible que aquél te, la Universidad del Atlántico y El Heraldo, de paso
desarrollaba y sobre otros aspectos enaltecedores causando asombro entre no pocos especialistas
de su figura como maestro, destacando, en parti- nacionales y extranjeros; que Blanco debatiera y
cular, que sus pupilos se disputaban los primeros escribiera críticamente sobre Kant, Haeckel,
asientos del salón para escuchar mejor sus cla- Poincaré, Bergson, Herbart, Husserl, previa lectu-
ses, situación característica que no ocurría en- ra en idioma original, y que intentase resolver los
tonces con ningún otro docente; e igualmente, que problemas de la filosofía de la ciencia de la época y
su didáctica era de estilo conversatorio y sus eva- estuviere por ello a la par de la cultura filosófica y
luaciones bastante flexibles, en una época en don- científica europea, es un fenómeno sorprendente
de la flexibilidad de la enseñanza en nuestro me- que obliga a recomponer la historia de la filosofía
dio era apenas un rumor. en Colombia y Latinoamérica, como ya está ocu-
rriendo; mas no necesariamente, en procura de
Mas esto último no sería muy nuevo, porque tal finalidad, oscureciendo los aportes de Ramón
Alfredo de la Espriella ya ha señalado al ibérico como Vinyes en otros tantos frentes de la cultura y la
un “excelente profesor”; pero nos sirve lo tratado educación.
para apuntalar que además de editor o director en
las sombras de la revista Voces, y de traductor e Por ende, y aun cuando es muy saludable que
introductor de la literatura europea de vanguardia se abra la polémica respecto a Voces y surjan así
en Barranquilla y Colombia, Vinyes también debe nuevas perspectivas en torno a este patrimonio
ser reconocido y ponderado como pedagogo, función cultural barranquillero —perspectivas que habrán
que todavía no ha sido detallada prolijamente en de incrementarse con el correr del tiempo por la
sus marcos formales, aunque sí con referencia al notable contribución de la Universidad del Norte
Grupo Barranquilla; porque, entre otras cosas, un al reeditar dicha revista—, recomiendo amable-
políglota, fundamentado y culto personaje que orien- mente se evite la tentación de desconocer perga-
ta las lecturas de jóvenes y promueve conversacio- minos en procura de resaltar otros, tal como le fue-
nes temáticas dentro y fuera del aula, y quien en ron desconocidos socialmente a Julio Enrique Blan-
el contexto de una escolaridad surcada por la rigi- co, muy a pesar de que El Heraldo y la Universidad
dez prefiere hacer fluir en ellos el conocimiento Pontificia Bolivariana, principalmente, se consti-
antes que el rendimiento o la disciplina, no puede tuyesen en receptores y divulgadores de su traba-
llamarse de otra manera. Que la figura de Ramón jo desde mediados del siglo anterior.
Vinyes no alcance a consolidarse como personaje
en la trama de Cien años de soledad no significa Si no se le debe llamar “sabio” porque no mane-
nada. En diversas instancias públicas y privadas jó la filosofía de la ciencia o porque tenía baches
GGM ha rendido tributo a la orientación recibida en la cultura científica, pues llamémoslo de otro
del maestro, al que sin mayores pretensiones modo y sanseacabó. Pero no considero que haya
lingüísticas, pero sí metafóricas, llamó “el viejo que mitomanía o afirmaciones “impunes” porque no
había leído todos los libros”. pocos historiadores se hayan dejado encandilar por
una figura del género, en torno a la cual todos quie-
Si Julio Enrique Blanco y Enrique Restrepo sa- nes lo conocieron coinciden en afirmar que era
bían de filosofía y él no —como ciertamente lo con- definitivamente magnética; tanto por la forma
firman diversos testimonios y documentos—, no como socializaba sus conocimientos y por estos
es tan relevante para eclipsar la representatividad mismos, como por los restantes atributos de su
de Vinyes en la revista de 1917/1920. De hecho, personalidad cultural y social. Valga la pena re-
el trabajo filosófico en Voces, desde el punto de vis- memorar las palabras con que Enrique Restrepo
ta de la trascendencia de su contenido, no tendría informaba sobre los motivos de su invitación a
incidencia alguna en la ciudad y el país sino has- Vinyes a las tertulias en las que servía de anfi-
ta los años ochenta, cuando dos jóvenes estudian- trión, desde la primera vez que lo escuchó hablar
tes de filosofía de la Universidad Metropolitana, con los clientes de su librería “Vinyes Auqué Ltda.”;
Eduardo Bermúdez Barrera y Julio Núñez Madachi, palabras que han quedado registradas para la his-
por voluntad propia y con gran entusiasmo, abor- toria y han sido publicadas en distintas fuentes.

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Coincidiré, por supuesto, y porque lo he escrito y los cuales cristalizaron en octubre 15 de 1925 con
también, en que la relación Vinyes - Grupo Voces el asesinato de Pedro Pastor Consuegra a manos
no es la misma relación Vinyes - Grupo Barran- de Héctor Parias en el teatro Cisneros.
quilla; en que la personalidad intelectual del cata-
lán es distinta y casi antagónica a las de Blanco y Por cierto, recordaremos que mientras Julio
Restrepo; en que al llegar en 1914 a Barranquilla Enrique Blanco se refugiaba en sus negocios de
Vinyes no era el único individuo culto en ésta y familia y con justificada razón iba fraguando el
tampoco quien nos quitó el taparrabo —a pesar de concepto y la actitud del “intelectual solitario”; y
lo escrito por Fray Candil—; y en que, de buena fe que mientras Enrique Restrepo preparaba male-
o por falta de acuciosidad, los historiadores come- tas para largarse de ésta y no regresar jamás, Ra-
tieron deslices asignándole a Vinyes la autoría de món Vinyes soportó con mayor rigor el encono ge-
artículos no firmados en Voces.

Pero hay otros muchos aspectos de extraordi-


naria riqueza por estudiar, sin querer decir que la
insistencia en el perfil filosófico de Voces no sea
importante; por ejemplo, el estilo de escritura del
catalán no ha sido trabajado a fondo en la ciudad,
si bien se localiza buena parte de su notable volu-
men de producción con relativa facilidad, y por lo
que, además de editor, traductor, innovador y pe-
dagogo, también debe ser admitido entre los escri-
tores estrella de “su” propia revista, y obviamente
más allá de la misma; en especial identificándolo
como experimentador público de la palabra escri-
ta, un señalamiento ya establecido por el “mitó-
mano mayor”, Jacques Gilard, en atención a la di-
versidad de formatos con los que aquél laboraba,
que podría también ser uno de los motivos de la
dificultad para identificar determinados artículos
suyos que aparecieron sin firma o bajo seudónimo
en Voces y otros medios. (No olvidemos la inocen-
tada aquella de Vinyes a Francisco Pardo Fuen-
mayor, “Paco Lince”, enviándole un mensaje es-
crito en el que se hacía pasar por Vargas Vila y
aquél creyéndoselo.)

Hasta donde mi modesta sensibilidad me lo ha


permitido, este políglota, librero, dramaturgo,
teatrero poco reconocido como tal en su país —a lo
mejor sólo mencionado por la Enciclopedia Espasa Arr.: Iglesia de San Nicolás.
Ab.: Calle del Recreo. Barranquilla, h. 1913.
o por la biblioteca que en Barcelona hoy lleva su
nombre—, aprendió a manejar como maestro el
esquema de las “dos lenguas”, es decir, a escribir nerado por su osadía cultural. Pero aún así, siguió
simultáneamente con dos sentidos diferentes para insistiendo en su función comunitaria, contesta-
darle contentillo a unos y a otros cuando la ocasión taria, pues al año siguiente del fallecimiento de
lo ameritaba o se veía forzado, pretendiendo, de esta Voces, reaparecería en el diario La Nación junto
forma, no comprometerse tan peligrosamente como con Clemente Manuel Zabala y otros, bajo la
lo hizo durante su primera y conflictiva época en combativa bandera enarbolada por Pedro Pastor
Barranquilla, ciudad de la que saldría disparado Consuegra. En dicha tribuna insistiría y contri-
hacia España por el calificativo de “extranjero in- buiría con sus aportes a la renovación intelectual
deseable” que le endilgó el gobierno local, o por el del periodismo local y nacional, tal como de modo
incendio aparentemente accidental de su librería, amplio y detallado lo expone Núñez Madachi en
o por los amagos de tragedia que ya se insinuaban Periodismo y modernidad en la Costa Atlántica.

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Y regresando al pintoresco asunto de las “dos Antioquia. Medellín. (My, 1938); p. 505-538. (Recons-
trucción de una tertulia sobre este tema en la que tam-
lenguas”, ya para finalizar lo presente, recogere- bién intervienen Ramón Vinyes, Gonzalo Carbonell, En-
mos la respuesta dada por Vinyes a la solicitud de rique Restrepo y Antonio Luis McCausland. En ella se
opinión que le fue cursada sobre la propuesta de observa que Vinyes participa como una especie de mo-
Luis Felipe Pineda de coronar al poeta Miguel Mo- derador y sin tocar directamente el asunto tratado en
la discusión).
reno Alba. Al respecto escribe el ibérico: “Adalberto CANDIL, Fray. A fuego lento. Biblioteca de Autores Cubanos
del Castillo glosa la idea y pide concepto a sus ca- 31. La Habana: La Universidad, 1965.
maradas del equipo intelectual de la ciudad. Por DEL CASTILLO MARTÍNEZ, Adalberto. Eslabones. Barranquilla: Ci-
hallarme ahora entre los camaradas del equipo — vilización, 1953.
GILARD, Jacques. “Ramón Vinyes y la temática del exilio.”
esta vez juego en el centro—, no me inhibo de dar En: El Heraldo. Revista Dominical. Barranquilla (7, feb,
la opinión que se me pide [...]” Y concluye mani- 1988).
festando que el mejor homenaje que se le puede GÓMEZ DE CASTRO. “El tonel de Diógenes”. En: Revista Civili-
hacer al poeta Moreno Alba es editarle, por cuenta zación. Barranquilla (30, jun., 1926); N° 13.
INSIGNARES DEL CASTILLO, Rodolfo. “Dimensión histórica, cultu-
de la administración departamental, su amplia y ral y literaria de la revista Civilización”. En: Revista Cá-
dispersa producción. Pero en particular, la idea pre- tedra GGM. Barranquilla: Escuela Normal Superior La
cedente, cuando en su columna de El Heraldo, “Re- Hacienda (ago., 2001); N° 3.
loj de Torre”, se refiere a los 15 años de vida de la ———. “Voces”. En: Revista Cátedra GGM. Barranquilla:
ENSH. (Sep, 2000); N° 2.
revista Civilización en 1950 —tal como se reprodu- LOAIZA CANO, Gilberto. “Voces de vanguardia (1917-1920)”.
ce e ilustra en Cátedra GGM N° 3, p. 14—, ofrecien- En: Huellas, Revista de la Universidad del Norte. Barran-
do un comentario en el que si bien reconoce las quilla (abr.-ago., 1995); N° 50.
bondades de dicha tribuna, deja intactas sus prefe- NÚÑEZ MADACHI, Julio. Correspondencia filosófica 1917-1966:
Julio Enrique Blanco y Luis López de Mesa. Barranquilla:
rencias literarias e intelectuales, hartamente Uninorte, 1987.
disímiles a las de aquélla. Un modelo de escritura ———. “Periodismo y modernidad en la Costa Atlántica”.
que, por cierto, hoy sólo he visto reproducido en uno En: Revista Cátedra GGM. Barranquilla: ENSH (sep.,
de los últimos trabajos públicos del crítico Ariel 2000); N° 2.
SALDÍVAR, Dasso. García Márquez: El viaje a la semilla, la biogra-
Castillo Mier. fía. Madrid: Alfaguara, 1997.
SINNING PÉREZ, Katia y GÓMEZ CASTELLANOS, Anderson. Ramón
BIBLIOGRAFÍA Vinyez I Cluet. En: Revista Voces de La Hacienda. Ba-
rranquilla: ENSH (jun 2003); N° 2.
BACCA , Ramón Illán. Escribir en Barranquilla. Barranquilla: VARGAS HERNÁNDEZ, Francisco. Historia de la Escuela Normal
Ediciones Uninorte, 1999. Superior La Hacienda. Reseñas varias.
BERMÚDEZ BARRERA, Eduardo. Voces y la mitomanía sobre el Sa- V ARGAS , Germán. Voces (1917-1920): Selección de textos.
bio Catalán. Barranquilla, junio de 2003. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1977.
BLANCO, Julio Enrique. “Diálogo sobre Haeckel: Juicio críti- ———. “Ramón Vinyes (1980)”. En: Sobre literatura colom-
co sobre el célebre profesor.” En: Revista Universidad de biana. Bogotá: Fundación Simón y Lola Guberek, 1985.

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