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CONTROL DE CONVENCIONALIDAD
FUNDAMENTO JURÍDICO
El punto de partida que utiliza la Corte Interamericana de Derechos Humanos para
dejar asentado el criterio sobre el control de convencionalidad tiene cabida en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y en la Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados, a partir de los cuales el ejercicio del control de
convencionalidad constituye una obligatoriedad para los Estados partes.
El artículo 1.1 de la CADH establece el contenido sobre la obligación de los Estados
partes de respetar los derechos que ahí se disponen:
“Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los
derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno
ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación
alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas
o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social.”
Así también, el artículo 2 establece el deber de los Estados partes de adoptar
disposiciones de derecho interno, al indicar:
“Si el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no
estuviere ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los
Estados Partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos
constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas
legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos
tales derechos y libertades.”
Sobre ese aspecto la Corte IDH ha expresado en el Caso Almonacid Arellano vs.
Chile que:
“(…) cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la
Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado,
también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos
de las disposiciones de la Convención no se vean mermadas por la aplicación
de leyes contrarias a su objeto y fin (…).
“En esta misma línea de ideas, esta Corte ha establecido que ´según el
derecho internacional las obligaciones que éste impone deben ser cumplidas
de buena fe y no puede invocarse para su incumplimiento el derecho interno´.
Esta regla ha sido codificada en el artículo 27 de la Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados de 1969.”
En igual sentido, en el Caso La última tentación de Cristo vs. Chile ha
precisado:
“En el derecho de gentes, una norma consuetudinaria prescribe que un
Estado que ha ratificado un tratado de derechos humanos debe introducir en
su derecho interno las modificaciones necesarias para asegurar el fiel
cumplimiento de las obligaciones asumidas. Esta norma es universalmente
aceptada, con respaldo jurisprudencial”.
Por último, la Corte IDH ha prescrito:
“(…) que la obligación de respetar los derechos no se agota con la existencia
de un orden normativo dirigido a hacer posible el cumplimiento de esta
obligación, sino que comporta la necesidad de una conducta gubernamental
que asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz garantía del libre y
pleno ejercicio de los derechos humanos”.86
Los Estados partes que integran el sistema interamericano de derechos humanos -
en adelante sistema interamericano o sistema IDH- están llamados a aplicar
internamente las disposiciones establecidas tanto de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos como en la Convención de Viena sobre el Derecho de
los Tratados. Es por ello que deben adecuar su legislación normativa atendiendo a
las obligaciones internacionales suscritas y en cumplimiento para la consolidación
del estado de derecho, que tiene como una de sus características esenciales la
protección y el reconocimiento de los derechos humanos de los individuos, lo cual
se ve fortalecido en la aplicación de la Constitución como en la aplicación de los
tratados internacionales en materia de derechos humanos.
PARTICULARIDADES DEL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD
En este apartado se exponen los aspectos más importantes para el efectivo ejercicio
del control de convencionalidad, tales como a quién le corresponde ejercerlo, sobre
qué normas debe recaer y si la convencionalidad debe hacerse de oficio.
Sobre esta modalidad, el autor Juan Carlos Hitters ha inferido que debe aplicarse
primero el control de constitucionalidad por el juez local, quien también debe de
llevar a cabo el control de convencionalidad, con lo cual la norma debe analizarse
primero por los cuerpos judiciales internos y luego, si aún subsiste el agravio, por el
más alto cuerpo de justicia del país.
¿CONTROL DE OFICIO?
Como bien se ha mencionado con anterioridad, la Corte IDH ha expresado que
“…los órganos del Poder Judicial deben ejercer no sólo un control de
constitucionalidad, sino también ‘de convencionalidad’ ex officio entre las normas
locales y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas
competencias y de las regulaciones procesales correspondientes.”120 Así también
se señala que: “Esta función no debe quedar limitada exclusivamente por las
manifestaciones o actos de los accionantes en cada caso concreto, aunque
tampoco implica que ese control deba ejercerse siempre, sin considerar otros
presupuestos formales y materiales de admisibilidad y procedencia de ese tipo de
acciones.”
Conforme a lo manifestado por la Corte IDH debe entenderse que los jueces y
tribunales nacionales tienen que ejercer el control de convencionalidad de oficio, sin
necesidad que sea solicitado por alguna de las partes intervinientes.
Pues, como también es deber de los jueces domésticos el ejercicio del control de
constitucionalidad, en ese sentido de la misma manera tiene que realizarse el
control de convencionalidad.
Para Eduardo Ferrer Mac-Gregor el control difuso de convencionalidad debe ser
ejercido por los jueces nacionales, independientemente si es invocado por las partes
en el caso en concreto que esté conociendo.
Víctor Bazán precisa que la declaración de anti convencionalidad, es decir cuando
el juez deja de aplicar una ley interna por ser contraria al Pacto de San José, es una
cuestión de derecho y no de hecho, por lo que la oficiosidad no quebranta el derecho
de igualdad de las partes en el proceso, ni tampoco se afecta el derecho de defensa.
De igual manera afirma el autor aludido, que la aplicación ex officio del control de
convencionalidad: “Tampoco implica que el juez falle extra petita ni soslaye el
principio de congruencia, en tanto el sentenciante se atiene a las cuestiones
planteadas y a las circunstancias fácticas invocadas en el proceso y, para dilucidar
la litis, solo sujeta la selección del derecho aplicable a su concordancia con la CADH
(que, cuando menos, debería ostentar cotización constitucional), tarea en la que
válidamente podría moverse con independencia de las pretensiones de las partes.”
En definitiva, se hace necesario que los jueces nacionales como parte del aparato
estatal están obligados a cumplir con las responsabilidades internacionales a las
que el Estado se ha adherido, dentro de las cuales se encuentra la de ejercer tanto
el control de constitucionalidad como el control de convencionalidad ex officio, a
manera de proteger y garantizar los derechos fundamentales, sin necesidad que su
verificación sea solicitada por las partes que en el caso en concreto intervienen.
REFERENCIAS
Tesis de Posgrado
El control de la convencionalidad: La necesidad de su aplicación
María Andrea García Aguilar
Universidad Rafael Landívar