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Testamento

Es importante mencionar que mediante el testamento, el testador puede disponer de


sus bienes según su voluntad, sin embargo, esta libertad tiene limitaciones impuestas
por la ley, no se puede perjudicar a los herederos forzosos y si el testador decide
favorecer a una persona, empresa o institución, con respecto a un bien o
determinados bienes, esto lo podrá hacer sólo con el tercio de libre dispoción al que
tiene derecho, art. 756 del Código Civil Peruano.
En el caso el testador no hubiera considerado a los herederos forzosos en la sucesión
testamentaria, estos podrán solicitar su inclusión a fin de ser declarados “herederos
forzosos”.
En los casos que vemos en nuestro estudio de abogados, podemos observar que
algunos hermanos tramitan la sucesión intestada como si fueran los únicos herederos,
dejando desprotegidos a sus propios hermanos. El derecho a la herencia no prescribe,
no fenece, no se acaba, en cualquier momento un heredero desprotegido puede
presentar una demanda de petición de herencia y exigir que se le reconozca como
heredero.

Ejemplo:
Ana en vida, mediante testimonio de anticipo de legítima, otorga a su hijo Juan un
departamento, Ana fallece intestada.
Luego de unos meses, Juan se enferma, y antes de morir, decide dejarle el
departamento a su mejor amigo que lo ha cuidado durante su dura enfermedad.
Miguel, quien sería es el testador, no tiene hijos, ni esposa, ni padres (herederos
forzosos). Es así, que Miguel, materializa su voluntad a través un testamento ológrafo
a favor de Miguel. El testamento se inscribe en el Registro de Testamento. En este
caso, Juan no ha perjudicado a ningún heredero forzoso.
Introducción

El patrimonio que uno adquiere durante el tiempo de vida puede ser transmitido por
una compra-venta, donación, etc.; pero que ocurre después de la muerte, eso se
preguntaban los hombres hace mucho tiempo cuando el Derecho iba naciendo, es por
ellos que el Derecho Romano es uno de los más importantes aportantes en nuestro
ordenamiento civil, tanto así que se crearon instituciones jurídicas las cuales están
inmersas en el Derecho Sucesorio.

El patrimonio que deja una persona a su fallecimiento no puede traer como


consecuencia la incertidumbre de no saberse a ciencia cierta quienes administraran,
recogerán o se harán cargo de dicho patrimonio. Es por tal motivo que la transmisión
mortis causa y todas las relaciones jurídicas que de ésta se derivan son reguladas,
correspondiendo al Derecho de Sucesiones su estudio, tratamiento y además pues
solución.

Este trabajo desarrolla uno de los temas del Derecho de Sucesiones, el cual es "La
Sucesión Testamentaria". Teniendo como base nuestro Código Civil, y tomando
algunas jurisprudencias.

El Testamento

El testamento es el acto por el cual una personas, manifestando consciente y


libremente su voluntad ordena para después de su muerte el destino de todos
sus bienes o parte de ellos. Cuando la sucesión se defiere por este título sucesorio se
denomina testamentaria.

Para Guillermo Lohmann Luca de Tena el testamento es acto de voluntad que


expresa una decisión, un mandato; acto que establece, decreta y resuelve sobre los
intereses del testador, sea que recaigan sobre sus bienes, derechos u obligaciones, sea
que versen sobre otros asuntos o relaciones jurídicas de carácter no patrimonial.

Según el Diccionario de la Lengua Española el Testamento es la declaración que de


su última voluntad hace una persona, disponiendo de bienes y de asuntos que le
atañen para después de su muerte.

Nuestro Código Civil también trata de definir al testamento en su artículo 686,


describiendo "Por el testamento una persona puede disponer de sus bienes, total o
parcialmente, para después de su muerte, y ordenar su propia sucesión dentro de
los límites de la ley y con las formalidades que ésta señala".

Hinostroza Minguez señala: "el testamento es el acto por el cual un sujeto dispone
para después de su muerte de su patrimonio, en forma total o parcial".

El testamento es un acto personalísimo, ya que no admite representantes; es


únicamente el testador la persona que debe manifestar su última voluntad,
instituyendo herederos y legatarios, asignando cantidades y distribuyendo bienes.

Además el testamento es un acto jurídico que tiene como característica el ser un acto
revocable, ya que el testador no puede celebrar pacto o convenio por el cual renuncie
a la facultad que tiene de revocar el testamento, pues tal pacto no sólo cuando implica
renuncia, sino restricción o modificación, es inexistente por una imposibilidad
jurídica.

Como bien sabemos el testamento es un acto libre en donde el testador no puede


obligarse, por contrato o por convenio, a no testar bajo ciertas condiciones, o bien a
transmitir por testamento sólo parte de sus bienes y reservar otra parte; salvo los
casos donde la ley establece la obligación para con los herederos forzosos.

Ramírez Fuertes expresa que el testamento, como en cualquier acto jurídico, se deben
observar ciertos requisitos de fondo:

 Que el agente del acto sea legalmente capaz;

 Que su consentimiento no adolezca de vicio;

 Que el acto tenga objeto lícito; y

 Que el acto tenga causa lícita.

Nuestro código civil hace mención que sólo las personas capaces pueden otorgar
testamento, esto es, aquellas a quienes la ley no prohíbe expresamente el ejercicio de
este derecho.

Mediante el testamento, el autor de la sucesión transmite sus bienes y derecho así


como declara y ordena que se cumplan deberes por sus herederos o legatarios. La
sucesión testamentaria puede otorgarse a título universal, cuando se instituyen
herederos y a título particular, al instituirse legatarios.

El objeto del testamento consiste en la transmisión de los bienes que integran el


patrimonio de la sucesión; por eso es necesario que estos bienes existan o puedan
existir en la naturaleza para que sea físicamente posible su transmisión; cuando los
bienes no están ni pueden llegar a existir en la naturaleza, hay una
imposibilidad física para el objeto en el acto jurídico, en los contratos o en los
testamentos.

I.I CARACTERÍSTICAS DEL TESTAMENTO

a) Ser un acto mortis causa. El testamento es la última voluntad que habiendo


podido revocarse luego de declarada (salvo que el testador haya devenido incapaz), ha
sido expresada válidamente en consideración a la muerte; esto es, porque el testador
hace testamento pues precisamente quiere disponer para después de su deceso.

b) Con sujeción a las limitaciones de orden formal y material sobre el documento y


contenido del testamento, lo que él disponga como acto jurídico válido prevalece
sobre la sucesión intestada o legal y sobre cualquier otra norma supletoria.

En todo caso, de producirse algún exceso del testador que resultara incompatible con
dictados legales, la disposición respectiva no necesariamente se invalida. En el ánimo
de proteger y de hacer respetar hasta donde sea posible la voluntad del testador, la ley
la reconduce a los límites máximos que tolera.

Siempre dentro de los marcos legales, la voluntad expresada en el testamento rige la


sucesión del difunto. El testador, dice el artículo 686, dispone para después de su
muerte y ordena su propia sucesión.

c) El testamento es acto de liberalidad cuando exista disposición de llamamiento


atributivo de bienes o derechos. Porque en realidad el testamento en sí no es
propiamente acto oneroso ni gratuito, ni nada, cuando, por ejemplo, se limita a
revocar otro testamento anterior, o cuando contiene una indicación de carácter no
patrimonial.

En lugar de gratuidad, es preferible hablar de liberalidad, que es concepto más preciso


y restringido y que mejor describe la naturaleza y manera de la atribución
testamentaria y consiguiente traslado patrimonial a título sucesorio, cuando el
testamento contenga disposiciones de tal naturaleza. Son, pues, características de la
liberalidad, la ausencia de obligación y la naturaleza no patrimonial del interés del
disponente, que en el caso del testamento tiene como liberalidad la voluntad de
favorecer a heredero o legatario.

d) El testamento es un acto individual, personalísimo y unilateral. Individual y


Personalísimo ya que la decisión del querer debe ser propia del testador sin terceros
colaboradores ni intermediarios, sin que esto excluya la obtención de consejo ni que
ocasionalmente en la manifestación o expresión material pueda el testador valerse del
auxilio de otros. El testamento es también unilateral porque en cualquiera de sus tipos
o especies se perfecciona en su origen y existencia con la sola y única voluntad
decisoria del testador. Para todo lo explicado debemos de remitirnos al artículo 814
del Código Civil en donde describe "Es nulo el testamento otorgado por dos o mas
personas.

e) El testamento es esencialmente formal. Para la validez del testamento la ley


establece tanto en los testamentos ordinarios como en los especiales ciertas
formalidades, las cuales el testador no puede dejar de lado. Para ello el Código Civil lo
establece en sus artículos 695, 696 y 967.

f) La revocabilidad es característica consustancial al testamento. Mediante la


revocación el testador tiene la opción de cambiar las disposiciones testamentarias, ya
sea en su totalidad o parcialmente

Sucesión testamentaria
Para poder hablar sobre Sucesión Testamentaria, debemos tomar en cuenta un
principio fundamental, el cual es la voluntad del causante plasmada en un testamento,
podemos encontrarla establecido en el artículo 686 del Código Civil, pero esta
voluntad del testador se somete a ciertas formalidades y limitaciones, que lleva
consigo en el testamento. Con la finalidad orientada a garantizar y proteger
la distribución de la masa hereditaria, con arreglo a ley.

Manuel Miranda Canales señala que "la sucesión testamentaria, es aquella que se
produce por testamento, siendo así, el otorgamiento de un testamento, constituye un
acto jurídico de última voluntad, por el que una persona dispone de sus bienes
patrimoniales y otros asuntos que le atañen, para después de su muerte".

La sucesión testamentaria es aquel acto personalísimo por el cual el TESTADOR,


voluntariamente, dispone de sus bienes ya sea de una manera total o parcial; para que
después de su muerte se ordene su propia sucesión. El testador tiene la facultad de
imponer requisitos para que puedan adquirir la herencia de una forma determinada,
de la misma manera puede ampliar el número de sujetos que serán los beneficiarios,
estos sujetos no necesariamente deberán ser los herederos legales. Incluso podría
indicar unos efectos que actuarán de forma retroactiva a la muerte del testador.

Son válidas las disposiciones de carácter no patrimonial contenidas en el testamento,


aunque el acto se limite a ellas.

Las disposiciones testamentarias deben ser la expresión directa de la voluntad del


testador, quien no puede dar poder a otro para testar, ni dejar sus disposiciones al
arbitrio de un tercero.

Características de la sucesión testamentaria

a) Es unilateral, porque se perfecciona sólo con la voluntad del testador.

b) Es personal e indelegable, porque sólo el testador personalmente puede hacer el


testamento.

c) Es individual, porque no puede hacerse el testamento en forma conjunta o


múltiple, aún en el caso de ser cónyuges.

d) Es formal, porque tiene una determinada formalidad establecida por la ley.

e) Es revocable, porque el testador puede cambiarlo las veces que desee.

Debemos tener en cuenta que las características son factores esenciales en los
nacimientos de los documentos testamentarios, así tenemos, por ejemplo el artículo
690 del Código Civil, que preceptúa que las disposiciones testamentarias deben ser la
expresión directa de la voluntad del testador, quien no puede dar poder a otro para
testar, ni dejar sus disposiciones al arbitrio de un tercero; pues así se logra
desprender reglas básicas, que a su vez se convierte en una formalidad en
la constitución y elaboración de un testamento.

Capacidad para testar

El Código Civil en sus diversos artículos se ha encargado de preceptuar quienes


pueden dejar un testamento que goce de validez y surta efectos ante la muerte del
testador. Para ello, son capaces para testar:

a) Las personas naturales o físicas que hayan cumplido 18 años de edad, salvo lo
dispuesto en los artículos 43 y 44 del Código Civil (artículo 42 del C.C.)

b) Los analfabetos, que solamente pueden otorgar testamento por escritura pública,
debiendo leérsele dos veces, una por el notario y otra por el testigo testamentario que
el testador designe, de conformidad con el artículo 692 y 697 del Código Civil.

c) Los ciegos, que sólo pueden otorgar testamento por escritura pública, con arreglo a
las formalidades que señale la el artículo 697 del Código Civil, que son las mismas que
para analfabetos.

d) Los mudos, sordomudos y quienes se encuentren imposibilitados de hablar por


cualquier otra causa, que pueden otorgar sólo testamento cerrado u ológrafo, de
conformidad con el artículo 694 del Código Civil.

En caso de ser testamento cerrado, si el testador es sordo, el testamento será leído en


alta voz por él mismo, en el registro del notario, tal como lo preceptúan los artículos
694 y 697 del Código Civil.

Incapacidad para testar

Son incapaces para otorgar testamento, según el artículo 687 del Código Civil:

a) Los menores de edad, salvo los casos previstos en el artículo 46 del Código Civil,
que preceptúa lo siguiente: "La incapacidad de las personas mayores de dieciséis años,
cesa por matrimonio o por haber obtenido título oficial que les autorice para ejercer
una profesión u oficio. Tratándose de mujeres mayores de catorce años, cesa también
por matrimonio. La capacidad adquirida por el matrimonio no se pierde por
terminación de éste."

b) Los comprendidos en el artículo 43, incisos 2 y 3 del Código Civil, que estable que
son absolutamente incapaces los siguientes:
Inc.2) Los que por cualquier causa se encuentren privados de discernimiento.

Inc.3) Los sordomudos, los ciegosordos y los ciegomudos que no pueden expresar su
voluntad de manera indubitable.

c) Los comprendidos en el artículo 44 incisos 2,3,6 y 7 del Código Civil, que establece
que son relativamente incapaces:

Inc.2) Los retardados mentales

Inc.3) Los que adolecen de deterioro mental que les impide expresar su libre voluntad.

Inc.6) Los ebrios habituales.

Inc.7) Los toxicómanos.

d) Los que carecen, al momento de testar, por cualquier causa, aunque sea transitoria,
de la lucidez mental y de la libertad necesaria para la realización de este vacío.

Requisitos generales de todo testamento

De conformidad con el artículo 695 del Código Civil, tenemos:

a) Debe ser escrito

b) Debe contener el lugar y la fecha del otorgamiento

c) Debe indicar el nombre el testador, su estado civil, su nacionalidad, su domicilio y


tener su firma, salvo que no sepa o no pueda firmar, en cuyo caso lo hará, a su ruego,
el testigo testamentario (artículo 697).

d) Debe expresar la capacidad legal del testador

e) Debe señalarse con precisión al heredero o legatario.

Vale hacer mención que las formalidades específicas de cada clase de testamento, no
pueden ser aplicadas a las otras.

Clases de testamento

El Código Civil en su artículo 691 describe las dos clases de testamento:

a) Testamentos Ordinarios:

 Testamento otorgado por escritura pública

 Testamento cerrado
 Testamento ológrafo

b) Testamentos Especiales:

 Testamento militar

 Testamento marítimo

 Testamento de peruano otorgado en el extranjero

Testamento otorgado por Escritura Pública

Es aquel que es otorgado por el testador ante el notario público y en presencia de dos
testigos.

A. FORMALIDADES ESENCIALES

Están prescriptas en el artículo 696 del Código Civil, y son las siguientes:

a) Que estén reunidos en un solo acto desde el principio hasta el fin:

 El testador

 El notario

 Dos testigos hábiles

b) Que el testador exprese por sí mismo su voluntad, dictando su testamento al


notario o dándole personalmente por escrito las disposiciones que debe contener.

c) Que el notario escriba el testamento de puño y letra en su registro de escrituras


públicas.

d) Que cada una de las páginas del testamento sea firmado por el testador, los testigos
y el notario.

e) Que el testamento sea leído clara y distintamente:

 Por el notario

 Por el testador

 O por el testigo testamentario que el testador elija.

f) Que durante la lectura, al fin de cada clausula, se verifique, viendo y oyendo al


testador, si lo contenido en ella, es la expresión de su voluntad.
g) Que el notario deje constancia de las indicaciones que luego de la lectura, pueda
hacer el testador, y salve cualquier error en que se hubiera incurrido.

h) Que el testador, los testigos, y el notario firmen el testamento en el acto.

El testamento, así otorgado, debe ser inscrito en el registro de testamentos, para lo


cual el notario pasará los respectivos partes a los registros públicos.

B. VENTAJAS

 Da seguridad a los términos de la voluntad testamentaria.

 No puede ser falsificado

C. DESVENTAJAS

 Es muy oneroso.

 Permite conocer anticipadamente la voluntad del testador.

Testamento cerrado

Es aquel que hace el testador, introduciéndolo en un sobre o en una cubierta, lo cierra


y lo entrega al notario para que de fe en la cubierta y en su protocolo, que ese sobre
contiene su última voluntad.

A. FORMALIDADES ESENCIALES

Se encuentran establecidas en el artículo 699 del Código Civil, y son las siguientes:

a) Que el documento en que ha sido extendido, esté firmado en cada una de sus
páginas por el testador, bastando que lo haga al final, si estuvieran manuscrito por él
mismo y, que sea colocado dentro de un sobre debidamente cerrado o de una cubierta
clausurada, de manera que el testamento no pueda ser extraído sin rotura o alteración
de la cubierta.

b) El testador debe entregar personalmente al notario el referido documento cerrado,


ante dos testigos hábiles, manifestándole que contiene su testamento. Si el testador
está imposibilitado de hablar, esta manifestación lo hará por escrito en la cubierta.

c) El notario debe extender en la cubierta del testamento, una acta en el que conste su
otorgamiento por el testador y su recepción por el notario, el cual firmarán:

 El testador

 Los testigos y
 El notario

El acta debe ser transcrita en el registro del notario, firmando las mismas personas.

d) El cumplimiento de las formalidades indicadas, se efectuará estando reunidos en un


solo acto:

 El testador

 Los testigos

 El notario, quien dará al testador copia certificada del acta.

En cuanto a su redacción:

 Puede ser redactado por cualquier persona.

 Puede ser en cualquier papel.

 Puede ser en castellano o en idioma extranjero.

 Puede dictarse a otra persona, si quiere lo hace el mismo.

Cabe mencionar que el testador de acuerdo con el artículo 700 del Código Civil, puede
pedir, en cualquier tiempo, la restitución del testamento, debiendo el notario hacerlo
en presencia de los testigos, dejando constancia de dicho acto mediante un acta, que
debe firmar:

 El testador

 Los testigos y

 El notario

B. VENTAJA

 Nadie se entera

 Puede reconocerse hijos extramatrimoniales.

C. DESVENTAJAS

 Puede ser destruido, robado, alterado o reemplazado

 El proceso de apertura es oneroso.

D. APERTURA
Debe ser solicitada, ante el juez competente, por la parte interesada, la que deberá
acreditar la muerte del testador y la existencia del testamento. El juez competente,
ordena que el notario presente el testamento, citándose para ello, al mismo tiempo, a
los presuntos herederos o legatarios, de conformidad con el artículo 701 del Código
Civil y los artículos 817 y siguientes del Código Procesal Civil.

El juez competente para este procedimiento no contencioso y para los juicios relativos
a la sucesión, es el del lugar donde el causante tuvo su último domicilio en el país,
según el artículo 663 del Código Civil.

Testamento ológrafo

Es aquel escrito, fechado y firmado por el propio testador, debiendo ser protocolizado
en un plazo de un año, contando desde la muerte del testador, tal como lo dispone el
artículo 707 del Código Civil.

A. FORMALIDADES ESENCIALES

Están prescriptas en el artículo 707 del Código Civil, que establece:

a) Debe ser escrito de puño y letra, en castellano o en idioma extranjero.

b) La indicación de la fecha, la cual es necesaria para saber si el testador era capaz al


momento de otorgar el testamento.

c) La firma, la que es importante, porque de lo contrario, se considera como un


borrador; por ello los analfabetos no pueden otorgar esta clase de testamento
(artículo 692 del C.C.).

B. VENTAJAS

a) Garantiza absoluta reserva

b) Facilita la pericia caligráfica

c) Con el sólo rompimiento se revoca.

C. DESVENTAJAS

a) Puede ser fácilmente sustraído o destruido.

b) Necesita de la apertura y la protocolización

D. APERTURA
La persona que conserva en su poder un testamento ológrafo, está obligada a
presentarlo al juez competente, dentro de los treinta días de tener conocimiento de la
muerte del testador; luego, el juez procederá a la apertura, exigiendo los requisitos de
ley, de acuerdo al artículo 709 del Código Civil, que son:

a) Partida de defunción del testador o declaración judicial de su muerte presunta.

b) Presencia de los presuntos herederos.

Seguidamente, el juez pondrá su firma entera y el sello del juzgado en cada una de las
páginas del testamento, disponiendo lo necesario para la comprobación de la letra y
firma del testador, de conformidad con las prescripciones del artículo 817 y siguientes
del Código Procesal Civil.

Testamento militar

Pueden otorgar testamento militar, los miembros de las Fuerzas Armadas y Fuerzas
Policiales, que en tiempo de guerra estén dentro o fuera del país, acuartelados o
participando en operaciones bélicas; las personas que sirvan o sigan a dichas fuerzas y
los prisioneros de guerra que estén en poder de las mismas.

Los prisioneros que se encuentren en poder del enemigo tienen el mismo derecho,
conforme a los Convenios Internacionales (artículo 712 del C.C.).

A. FORMALIDADES ESENCIALES

a) Debe ser escrito y estar firmado por el testador.

b) Debe ser firmado por la persona ante la cual es otorgado.

c) Debe ser firmado por dos testigos.

El testamento militar puede ser otorgado ante un oficial, o ante el jefe del
destacamento, puesto o comando al que pertenezca, aunque dicho jefe no tenga la
clase de oficial; o ante el médico o capellán que lo asistan, si el testador está herido o
enfermo, y en presencia de dos testigos, conforme lo dispone el artículo 713 del
Código Civil.

Testamento marítimo

La referencia a esta clase de testamento la encontramos expresada en el artículo 716


de código Civil, que dice:
"Pueden otorgar testamento, durante la navegación acuática, los jefes, oficiales,
tripulantes y cualquier otra persona que se encuentre embarcada en un buque de
guerra peruano".

En realidad no es una clase de testamento, más bien diríamos que es un testamento


sui géneris, en el cual el capitán del barco o su reemplazante hace las veces de notario.

La segunda parte del articulo antes mencionado, prescribe que, durante la navegación,
los oficiales, tripulantes, pasajeros y cualquier persona que se encuentre a bordo de
un barco mercante de bandera peruana, de travesía o de cabotaje, o que esté dedicado
a faenas industriales o a fines científicos, puede otorgar un testamento marítimo;
entendiendo por ello, al otorgado por los que viajan por: mar, lago o río.

A. FORMALIDADES ESENCIALES

Están prescritas en el artículo 717 de Código Civil, y son:

a) Debe ser por escrito

b) Debe ser firmado por el testador

c) Debe ser firmado por dos testigos

d) Debe ser anotado en el diario de bitácoras

Testamento de peruanos otorgados en el extranjero

Los peruanos que residen en el extranjero, pueden otorgar testamento por escritura
pública o cerrada, con arreglo a ley, ante el agente consular del Perú, quien cumplirá
las funciones del notario público. Así lo dispone el artículo del Código Civil.

Asimismo, debemos señalar que será válido en el Perú, el testamento ológrafo


otorgado en el extranjero, aunque la ley del respectivo país no admita esta clase de
testamento.

El artículo 722 del Código Civil, es el precepto más importante que debemos tener
presente cuando nos referimos a esta clase de testamento, pues expresa que son
válidos en el Perú, en cuanto a su forma, los testamentos otorgados en otro país por
los peruanos o por extranjeros, ante los funcionarios autorizados para ello y según las
formalidades establecidas por la ley de respectivo país, salvo los testamentos
mancomunados y verbal y las modalidades testamentarias incompatibles con la ley
peruana.
EN PRIMERA INSTANCIA
* Procesos: Conocimiento, Abreviado, Sumarísimo, Ejecutivo.
Conocimiento
Plazo para contestar la demanda: 30 días.
Reconvención: si hay.
Plazo para contestar la reconvención: 30 días.
Excepciones: 10 días.
Plazo para contestar excepciones: 10 días.
Tachas u oposiciones a las pruebas: 05 días.
Plazo para absolver tachas u oposiciones: 05 días.
Plazos especiales del emplazamiento: 60 o 90 días.
Saneamiento: 10 días.
Audiencia conciliatoria: 20 días.
Audiencia de pruebas: 50 días.
Alegatos: 05 días.
Sentencias: 50 días
Plazos para apelar la sentencia: 10 días.
Abreviado
Plazo para contestar la demanda: 10 días.
Reconvención: En algunos casos.
Plazo para contestar la reconvención: 10 días.
Excepciones: 05 días.
Plazo para contestar excepciones: 05 días.
Tachas u oposiciones a las pruebas: 03 días.
Plazo para absolver tachas u oposiciones: 03 días.
Plazos especiales del emplazamiento: 30 o 450 días.
Saneamiento: 15 días.
Audiencia conciliatoria: 15 días.
Audiencia de pruebas: 20 días.
Alegatos: 05 días.
Sentencias: 25 días
Plazos para apelar la sentencia: 05 días.
Sumarisimo
Plazo para contestar la demanda: 05 días.
Reconvención: No hay.
Plazo para contestar la reconvención: No hay.
Excepciones: Se interpone al contestar la demanda.
Plazo para contestar excepciones: En la audiencia única.
Tachas u oposiciones a las pruebas: se actúan en la audiencia única.
Plazo para absolver tachas u oposiciones: se actúan en la audiencia única.
Plazos especiales del emplazamiento: 15 o 25 días.
Saneamiento: 10 días.
Audiencia conciliatoria: 10 días.
Audiencia de pruebas: 10 días.
Alegatos: no hay.
Sentencias: 10 días
Plazos para apelar la sentencia: 03 días.
Ejecutivo
Plazo para contestar la demanda: 05 días para contradecir.
Reconvención: no hay.
Plazo para contestar la reconvención: no hay.
Excepciones: 05 días excepción y defensas previas.
Plazo para contestar excepciones: 05 días excepción y defensas previas.
Tachas u oposiciones a las pruebas: 03 días.
Plazo para absolver tachas u oposiciones: 03 días.
Plazos especiales del emplazamiento: 10 días audiencia de pruebas.
Saneamiento: 10 días audiencia de pruebas.
Audiencia conciliatoria: 10 días de audiencia pruebas.
Audiencia de pruebas: 10 días de audiencia de pruebas.
Alegatos: 05 días después de la audiencia de prueba o del plazo para contradecir.
Sentencias: 05 días después de la audiencia de prueba o del plazo para contradecir.
Plazos para apelar la sentencia: 05 días.
EN SEGUNDA INSTANCIA
* Procesos: Conocimiento, Abreviado, Sumarisimo.
Conocimiento
Traslado de apelación: 10 días.
Adhesión al recurso de apelación: si hay.
Traslado de la adhesión: 10 días.
Pruebas: si hay.
Audiencia de pruebas: se fija fecha.
Vista de la causa e informe oral: 10 días.
Plazo para sentenciar: no hay.
Devolución de expediente (si no hay Recurso de Casación): 10 días.
Abreviado
Traslado de apelación: 10 días.
Adhesión al recurso de apelación: si hay.
Traslado de la adhesión: 10 días.
Pruebas: si hay.
Audiencia de pruebas: se fija fecha.
Vista de la causa e informe oral: 10 días.
Plazo para sentenciar: no hay.
Devolución de expediente (si no hay Recurso de Casación): 10 días.
Sumarisimo
Traslado de apelación: no hay.
Adhesión al recurso de apelación: no hay.
Traslado de la adhesión: no hay.
Pruebas: no hay.
Audiencia de pruebas: no hay.
Vista de la causa e informe oral: 10 días.
Plazo para sentenciar: no hay.
Devolución de expediente (si no hay Recurso de Casación): 10 días.
PROCESO DE CONOCIMIENTO [EN PRIMERA INSTANCIA]
Plazo para contestar la demanda: 30 días.

Reconvención: si hay.

Plazo para contestar la reconvención: 30 días.

Excepciones: 10 días.

Plazo para contestar excepciones: 10 días.

Tachas u oposiciones a las pruebas: 05 días.

Plazo para absolver tachas u oposiciones: 05 días.

Plazos especiales del emplazamiento: 60 o 90 días.

Saneamiento: 10 días.

Audiencia conciliatoria: 20 días. (*)

Audiencia de pruebas: 50 días.

Alegatos: 05 días.

Sentencias: 50 días

Plazos para apelar la sentencia: 10 días.

PROCESO DE CONOCIMIENTO [EN SEGUNDA INSTANCIA]

Traslado de apelación: 10 días.

Adhesión al recurso de apelación: si hay.

Traslado de la adhesión: 10 días.

Pruebas: si hay.

Audiencia de pruebas: se fija fecha.

Vista de la causa e informe oral: 10 días.

Plazo para sentenciar: no hay.

Devolución de expediente (si no hay Recurso de Casación): 10 días.


[PROCESO SUMARÍSIMO]

Es un proceso de menor cuantía o urgente y que sus actos procesales se realizan en


forma concentrada, oral y los plazos son menores al proceso abreviado. (Gutiérrez
Pérez 2000; 139)

Se tramitan en proceso sumarísimo los siguientes asuntos contenciosos (Art. 546):


1. Alimentos;

2. Separación convencional y divorcio ulterior;

3. Interdicción;
4. Desalojo;
5.interdictos;
6. Los que no tienen una vía procedimental propia, son inapreciables en dinero o hay
duda sobre su monto o, porque debido a la urgencia de tutela jurisdiccional, el Juez
considere atendible su empleo;

7. Aquellos cuya estimación patrimonial no sea mayor de cien Unidades de Referencia


Procesal; y,
8. Los demás que la ley señale.

PROCESO SUMARÍSIMO [EN PRIMERA INSTANCIA]

Plazo para contestar la demanda: 05 días.

Reconvención: No hay.

Plazo para contestar la reconvención: No hay.

Excepciones: Se interpone al contestar la demanda.

Plazo para contestar excepciones: En la audiencia única.

Tachas u oposiciones a las pruebas: se actúan en la audiencia única.

Plazo para absolver tachas u oposiciones: se actúan en la audiencia única.

Plazos especiales del emplazamiento: 15 o 25 días.

Saneamiento: 10 días.

Audiencia conciliatoria: 10 días.

Audiencia de pruebas: 10 días.

Alegatos: no hay.
Sentencias: 10 días

Plazos para apelar la sentencia: 03 días.

PROCESO SUMARÍSIMO [EN SEGUNDA INSTANCIA]

Traslado de apelación: no hay.

Adhesión al recurso de apelación: no hay.

Traslado de la adhesión: no hay.

Pruebas: no hay.

Audiencia de pruebas: no hay.

Vista de la causa e informe oral: 10 días.

Plazo para sentenciar: no hay.

Devolución de expediente (si no hay Recurso de Casación): 10 días.


EL PROCESO SUMARÍSIMO

José Ramos Flores

Instituto de Investigación Jurídica Rambell

1. CONCEPTO.- El proceso Sumarísimo, dentro de los proceso contenciosos, es la


vía procedimental que se caracteriza por contemplar los plazos más breves, la menor
cantidad de actos procesales y la concentración de las audiencia en una sola,
denominada audiencia única, en la cual, inclusive, se produce la expedición de la
sentencia, salvo que excepcionalmente, el Juez reserve su decisión para un momento
posterior.

En vía de proceso Sumarísimo se ventilan, por lo general, las controversias que no


revisten mayor complejidad o en las que sea urgente la tutela jurisdiccional
comprendiéndose, además, aquellas en las que la estimación patrimonial en cuantía
sea mínima.

2. CASOS DE PROCEDENCIA

Conforme al artículo 546 del CPC, en esta vía se tramitan los procesos de:

1.- Alimentos;

2.- Separación convencional y divorcio ulterior;

3.- Interdicción;

4.- Desalojo;

5.- Interdictos;

6.- Los que no tienen una vía procedimental propia, son inapreciables en dinero o hay
duda sobre su monto o, porque debido a la urgencia de tutela jurisdiccional, el Juez
considere atendible su empleo;

7.-Aquellos cuya estimación patrimonial no sea mayor de veinte Unidades de


Referencia Procesal; y

8.- Los demás que la ley señale. Entre estos podemos mencionar:

a) Asignación de pensión a herederos forzosos aun dependientes del ausente

b) Convocatoria judicial a asamblea general de asociación


c) Declaración de pérdida del derecho del deudor al plaza

d) Fijación judicial del plazo

e) Fijación judicial del plazo para la ejecución del cargo

f) Ineficacia de actos gratuitos en caso de fraude

g) Oposición a la celebración del matrimonio

h) Autorización del trabajo fuera del hogar de los cónyuges

i) Regulación de contribución de los cónyuges al sostenimiento del hogar

j) Administración de los bienes del otro cónyuge

k) Nombramiento de curador especial por oposición de interese padres e hijos

l) Partición del bien común antes del vencimiento del plaza del pacta de
indivisión, entre otros.

3. FIJACION DEL PROCESO POR EL JUEZ

En el caso del inciso 6 del Artículo 546, que dice “los que no tienen una vía
procedimental propia, son inapreciables en dinero o hay duda sobre su monto o,
porque debido a la urgencia de tutela jurisdiccional, el Juez considere atendible su
empleo”, la resolución que declara aplicable el proceso sumarísimo, será expedida sin
citación al demandado, en decisión debidamente motivada e inimpugnable.

4. COMPETENCIA POR RAZON DE GRADO Y CUANTÍA

a) Alimentos.- Son competentes los Jueces de Paz Letrados, siempre que exista
prueba indubitable del vínculo familiar y no estén acumuladas a otras pretensiones en
la demanda. En los demás casos, son competentes los Jueces de Familia.

b) Separación convencional y divorcio ulterior.- Son competentes los jueces de


familia.

c) Interdicción.- Son competentes los jueces civiles.

d) Desalojo.- Cuando la renta mensual es mayor de cinco unidades de referencia


procesal o no exista cuantía, son competentes los Jueces Civiles. Cuando la cuantía sea
hasta cinco unidades de referencia procesal, son competentes los Jueces de Paz
Letrados.

e) Interdictos.- Son competentes los jueces civiles.


f) También son competentes los jueces civiles en los proceso en los que no tiene
una vía procedimental propia, son inapreciables en dinero o hay duda sobre su monto
o, porque debido a la urgencia de tutela jurisdiccional, el juez considera atendible su
empleo.

g) Para pretensiones cuya estimación patrimonial es hasta diez unidades de


referencia procesal, es competente el Juez de Paz.

h) Para pretensiones cuya estimación patrimonial es mayor a diez unidades de


referencia procesal, es competente el Juez de Paz Letrado.

5. ACTIVIDAD PROCESAL APLICABLE AL PROCESO SUMARISIMO

Conforme al artículo 548° del CPC, el proceso sumarísimo se inicia con la actividad
regulada en la sección cuarta del Código Procesal civil, referido a la postulación del
proceso (Demanda, emplazamiento, contestación, excepciones y defensas previas,
rebeldía, saneamiento procesal audiencia de conciliación, fijación de puntos
controvertidos, y saneamiento probatorio).

Asimismo, la audiencia única se regula supletoriamente por lo dispuesto en el CPC


para la audiencia de pruebas.

6. PLAZOS ESPECIALES DE EMPLAZAMIENTO

En el caso del proceso sumarísimo el plazo normar de emplazamiento con la demanda


es de 5 días. Sin embargo, cuando el emplazamiento se hace a demandado
indeterminado o con residencia ignorados, el plazo especial de emplazamiento es de
15 días si el emplazado está dentro del país y 25 días si el emplazado está fuera del
país.

7. INADMISIBILIDAD E IMPROCEDENCIA DE LA DEMANDA

El Juez, al calificar la demanda, puede declarar su inadmisibilidad o improcedencia,


con arreglo a lo dispuesto por los Artículos 426 y 427, respectivamente.

Si declara inadmisible la demanda, concederá al demandante tres días para que


subsane la omisión o defecto, bajo apercibimiento de archivar el expediente. Esta
resolución es inimpugnable.

Si declara improcedente la demanda, ordenará la devolución de los anexos


presentados

8. EXCEPCIONES, DEFENSAS PREVIAS Y CUESTIONES PROBATORIAS


Las excepciones y defensas previas se interponen al contestarse la demanda, esto en el
plazo de 5 días. Solo se permiten los medios probatorios de actuación inmediata.

Las tachas u oposiciones sólo se acreditan con medios probatorios de actuación


inmediata, que ocurrirá durante la audiencia prevista en el Artículo 554.

9. AUDIENCIA ÚNICA

Al admitir la demanda, el Juez concederá al demandado cinco días para que la


conteste. Contestada la demanda o transcurrido el plazo para hacerla, el Juez fijará
fecha para la audiencia de saneamiento, conciliación, pruebas y sentencia, la que
deberá realizarse dentro de los diez días siguientes de contestada la demanda o de
transcurrido el plazo para hacerla, bajo responsabilidad.

En esta audiencia las partes pueden hacerse representar por apoderado, sin
restricción alguna.

10. DESARROLLO DE LA AUDIENCIA. ACTUACION

Al iniciar la audiencia, y de haberse deducido excepciones o defensas previas, el Juez


ordenará al demandante que las absuelva, luego de lo cual se actuarán los medios
probatorios pertinentes a ellas. Concluida su actuación, si encuentra infundadas las
excepciones o defensas previas propuestas, declarará saneado el proceso y propiciará
la conciliación proponiendo su fórmula. De producirse ésta, se especificará
cuidadosamente el acuerdo y se suscribirá el acta correspondiente que equivale a
sentencia con autoridad de cosa juzgada.

Si no se logra conciliar, el Juez, con la intervención de las partes, fijará los puntos
controvertidos y determinará los que van a ser materia de prueba, admite los medios
probatorios pertinentes y rechaza aquellos que considere inadmisibles o
improcedentes y, dispondrá la actuación de los referidos a las cuestiones probatorias
que se susciten, resolviéndolas de inmediato.

Actuados los medios probatorios referentes a la cuestión de fondo, el Juez concederá


la palabra a los Abogados que así lo soliciten. Luego, expedirá sentencia.

Excepcionalmente, puede reservar su decisión por un plazo que no excederá de diez


días contados desde la conclusión de la audiencia.

11. CASOS EN QUE NO PROCEDE EL PROCESO SUMARISIMO

Conforme al artículo 559 del CPC en el proceso sumarísimo no son procedentes:

1. La reconvención;
2. Los informes sobre hechos;

3. El ofrecimiento de medios probatorios en segunda instancia; y

4. Las disposiciones contenidas en los Artículos 428 (modificación y ampliación de la


demanda), 429 (Medios probatorios extemporáneos) y 440 (Medios probatorios
referidos a nuevos hechos invocados en la contestación, los que no fueron invocados
en la demanda)
Procesos De Ejecución. Aquellos que sin resolver de fondo el asunto tienen por objeto
el pago inmediato de una deuda o el cumplimiento de una obligación sobre la base de un
título ejecutivo con fuerza de ejecutorio.

En los Procesos De Ejecución por regla no hay plazo de prueba, no hay contención ni
controversia. El juez sólo ordena un dar, un hacer o una abstención. Buscan el
cumplimiento de una prestación reconocida en una sentencia de un proceso de
conocimiento o en un título ejecutivo (CPC, 486, 561)

Fin de los Procesos de Ejecución

Buscan el cumplimiento de una prestación reconocida en


una sentencia de un proceso de conocimiento o en un título ejecutivo (CPC, 486 , 561).

Efectos de los Procesos de Ejecución

El ejecutado debe hacer:

1º Oferta de pago.

2º Consignación (depósito bancario),

3º Multa por mora (10% de la deuda),

4º Intereses (3%, CC, 409),

5º Intereses penales, si es préstamo bancario,

6º Gastos líquidos emergentes del incumplimiento que el acreedor realiza para hacer
saber al deudor que debe pagar. Por ejemplo, carta notariada, courrier, etc.,

7º Gastos ilíquidos emergentes de la contingencia. Por ejemplo, posibilidad de accidente


al notificar con carta notariada, etc.,

8º Costas. Por ejemplo, gastos judiciales, honorarios del abogado, etc. Si se niega a
pagar, puede presentar excepciones en 5 días de notificado. Se abrirá plazo de prueba
de 8 días. Juez falla con o sin respuesta.

Clases de Procesos de Ejecución

Pertenecen a los Procesos de Ejecución:

1. Proceso Ejecutivo (CPC, 486 , 513)

2. Proceso Coactivo Civil de Garantías Reales sobre Créditos Hipotecarios y


prendarios (LAC, 48 , 51)
3. Proceso de Ejecución de Sentencia (CPC, 514 , 561)

En los procesos de ejecución por regla no hay plazo de prueba, no hay contención ni
controversia. El juez sólo ordena un dar, un hacer o una abstención.

Proceso Ejecutivo (CPC, 486, 513)

Proceso Ejecutivo. Aquel que sin dilucidar el fondo del asunto tiene por objeto el pago
inmediato de una deuda o el cumplimiento de una obligación exigible sobre la base de un
título de fuerza ejecutiva, dando lugar a sentencia con carácter de cosa juzgada formal.

Esta sentencia se puede revisar en un proceso ordinario en un plazo de 6 meses (CPC,


490). Este proceso no permite Recurso de Casación (LAC, 31; CPC, 511 párrafo II).

Proceso Coactivo Civil De Garantías Sobre Créditos Hipotecarios Y Prendarios


(LAC, 48)

Proceso Coactivo Civil De Garantías Sobre Créditos Hipotecarios Y


Prendarios. Proceso de trámite bravísimo que procede en caso de obligaciones de pago
de suma líquida y exigible sustentada en títulos de crédito hipotecario y prendario en
cuyos títulos el deudor haya expresamente renunciado al proceso ejecutivo (LAC, 48).

Permite Recurso de Apelación en efecto suspensivo (LAC, 50 párrafo II). Se puede


promover modificaciones por proceso ordinario posterior, en un plazo de 6 meses
(CPC, 490; LAC, 50 párrafo II).

Proceso De Ejecución De Sentencia (CPC, 514, 561)

Proceso De Ejecución De Sentencia. Proceso de trámite de "ejecución forzosa", que


dará cumplimiento a lo ordenado en la sentencia.

La sentencia pasada con autoridad de cosa juzgada carácter de título ejecutivo; por
ello, quien en virtud de aquella resulta deudor y no cumple la prestación debida,
estará sujeto a la "ejecución forzosa", que dará cumplimiento a lo ordenado en el fallo

Titulo ejecutivo. Documento que por si solo basta para obtener la ejecución de una
obligación. Por ejemplo, documento privado reconocido judicialmente o por notario.
(CPC, 487).

Recurso de apelación. Procedimiento ordinario y jerárquico de impugnación que la


ley(CPE, 31, 119, CPC, 213-302, CPP, 394-427, LTC, 7) concede a la parte—que se crea
perjudicada por una resolución judicial: Civil, Penal, o de otra materia que no esté
prohibido—para acudir ante juez superior y volver a discutir con toda amplitud el caso,
aún cuando la parte se limite a repetir sus argumentos de hecho y de Derecho, con el fin
de que todo, o en parte, sea rectificado a su favor y se haga un nuevo examen de la
resolución impugnada por ese otro tribunal de superior jerarquía.

Efectos de la Apelación. En términos generales puede decirse que ellos son dos,
pero disyuntivos: el devolutivo o el suspensivo.

El primero consiste, según Couture, en desasir (desprender, separar) del


conocimiento del asunto al juez inferior para someterlo al superior.

El segundo, también de acuerdo con el citado autor, aquel por virtud del cual, y salvo
disposición legal en contrario, la interposición del recurso suspende la ejecución de la
sentencia apelada e impide su cumplimiento.

En las legislaciones se dice que el recurso de apelación se concede libremente o en


relación, y, en ambos casos, con efecto suspensivo o devolutivo.

Cuando lo es en relación, su efecto, a menos que la ley disponga otra cosa,


será diferido, entendiéndose por tal el que en los procesos ordinarios y sumarios, así
como en los procesos de ejecución, se funda conjuntamente con la interposición del
recurso contra la sentencia y que debe ser resuelto por la cámara con anterioridad a la
sentencia definitiva.

En la doctrina y en la legislación se habla a veces de apelación con ambos efectos, en


el devolutivo y en el suspensivo, más esa denominación es rechazada por muchos
procesalistas, al decir que una apelación no puede tener y no tener al mismo tiempo
efecto suspensivo. De ahí que, cuando la apelación no suspende el cumplimiento de la
disposición apelada, lo correcto sea decir que la apelación es en el solo efecto
devolutivo (Ibáñez Frocham), porque, cuando tiene efecto suspensivo, en ese concepto
se halla forzosamente incluido el otro.

Sentencia. Acto procesal del tribunal que pone definitivamente fin a un proceso civil o
penal, resolviendo respectivamente los derechos de cada parte procesal y la condena o
absolución del procesado. La sentencia procede del latín, “sentiendo”, que equivale a
‘sintiendo’; por expresar lo que siente u opina quien la dicta. Pueden ser de las
siguientes clases:

Sentencia Declarativa. Pronunciamiento judicial que se limita a esclarecer una


cuestión de derecho pero sin producir efectos constitutivos, disolutivos o de condena.
Verbigracia: Una sentencia del Tribunal Constitucional no constituye derechos, ni los
crea, sólo declara su certeza: sí esta o no de acuerdo a la Constitución.
Sentencia Material. O substancial. Aquella que no es susceptible de apelación. Por
ejemplo, las sentencias del Tribunal constitucional y del Tribunal Electoral, son
inapelables. Estas sentencias tienen carácter de cosa juzgada material.

Sentencia Formal. Aquella que es susceptible de apelación e incluso de revisión. Por


ejemplo, las sentencias de los tribunales familiares. Estas sentencias familiares en su
mayoría tienen este carácter: son apelables. Una sentencia que fije un monto de
asistencia familiar, puede ser revisada en un tiempo ulterior, para que sea aumentado.

Cosa juzgada. Es la eficacia que adquiere la sentencia judicial que pone fin al proceso y
que no es susceptible de impugnación, por no darse contra ella ningún recurso o por no
haberse impugnado a tiempo, lo que lo convierte en firme.

Proceso de ejecución

Es el proceso fundado en la pretensión de ejecución mediante la cual el


pretendiente ejecutivo, o formulador de aquélla, solicita el cumplimiento de
una sentencia que culminó un proceso declarativo. Cabe también que el proceso
de ejecución se desarrolle como segunda fase de un juicio ejecutivo; es decir, de un
proceso de ejecución fundado en título extrajurisdiccional. En tal caso, la ejecución,
como complemento de las medidas ejecutivas realizadas en la fase inicial del juicio
ejecutivo, gozará de ciertas ventajas. Siempre será necesario que la
actividad jurisdiccional ejecutiva sea previamente instada por las partes. La llamada
también excitación de parte es, por otro lado, expresiva de la falta
de cumplimiento voluntario del mandato jurisdiccional.

Ley de Enjuiciamiento civil, artículos 919 a 950.

1) Es el que tiene por objeto hacer efectiva la sanción impuesta por una sentencia
anterior de condena que, como tal, impone al vencido la realización u omisión de un
acto, cuando éste no es voluntariamente realizado y omitido por aquel.

Este tipo de proceso, sin embargo, puede agotar en forma autónoma el cometido de
la función judicial. Es el caso de los títulos ejecutivos extrajudiciales, a los cuales la ley
les asigna efectos equivalentes a los de una sentencia de condena, regulando, para
hacerlos efectivos, un proceso sustancialmente similar al de ejecución de sentencias.

2) cuando la sentencia es meramente declarativa o determinativa, el interés del


vencedor queda satisfecho mediante el simple pronunciamiento de aquélla. Pero
cuando se trata de una sentencia de condena, que, como tal, impone el cumplimiento
de una prestación (de dar, de hacer o de no hacer), y esta no es voluntariamente
cumplida por el obligado, el ordenamiento jurídico prevé la posibilidad de que se lleve
a cabo una ulterior actividad judicial encaminada a asegurar la integral satisfacción
del interés del vencedor.

Tal actividad se desarrolla en el denominado proceso de ejecución, respecto del cual


el proceso de conocimiento, en la hipótesis de incumplimiento de la sentencia por
parte del vencido, no es más que un medio para que, por obra de los órganos judiciales
del estado, se sustituya la ejecución forzada a la ejecución voluntaria. Desde este
punto de vista resulta claro que el proceso de conocimiento y el proceso de ejecución
se hallan-como observa satta- En un mismo plano jurídico, pues ambos coinciden en la
esencial finalidad de procurar la plena tutela de los derechos del acreedor. Ambos
representan, en otras palabras, distintos momentos o etapas dentro de la unidad del
fenómeno jurisdiccional. De allí que Calamandrei, recurriendo a un parangón que
refuta "algo burdo pero muy claro", haya dicho que el proceso de conocimiento se
puede considerar como la llave indispensable para abrir la puerta de la ejecución, o
mejor, como la tarjeta de entrada sin la cual no es posible atravesar el umbral del
proceso ejecutivo.

3) dentro de esa línea de reflexiones, el proceso de ejecución podría definirse como


aquél cuyo objeto consiste en hacer efectiva la sanción impuesta por una sentencia de
condena.

Pero también, según dijimos inicialmente, el proceso de ejecución puede agotar


autónomamente el contenido de la función jurisdiccional, o sea que, en ciertos casos,
es posible llevar a cabo la ejecución forzada sin que ella haya sido procedida por
un proceso de conocimiento.

Tal es el supuesto de los títulos ejecutivos extrajudiciales, a los que la ley


asigna efectos equivalentes a los de una sentencia de condena, regulando a su
respecto un procedimiento autónomo, aunque sustancialmente análogo al que rige en
materia de ejecución de sentencias.

Existen dos clases de títulos extrajudiciales:

Los convencionales y los administrativos.

La ley, con el propósito de resguardar en la forma más adecuada posible cierta clase
de créditos, ha incluido en la primera categoría de determinados documentos de
comprueban el reconocimiento, por parte del deudor, de una obligación cierta y
exigible y que, en razón de las formalidades de que se hallan rodeados, cuentan con
una presunción favorable respecto de la legitimidad del derecho del acreedor
(instrumentos públicos o privados reconocidos, pagarés protestados, etcétera).
Constituyen títulos ejecutivos administrativos ciertas constancias y certificaciones
expedidas por la Administración, de las cuales surge la existencia de una deuda
exigible, y cuyo cobro por la vía ejecutiva obedece a la necesidad de simplificar los
procedimientos tendientes a la más expedita recaudación de la renta pública.
En la medida en que el título ejecutivo judicial (llamado también título ejecutorio) se
halla representado por una sentencia que ha declarado la legitimidad del derecho del
acreedor, es obvio que su certeza supera a la de los títulos ejecutivos extrajudiciales. Y
esa circunstancia incide en la índole de las defensas que el deudor puede oponer en
el proceso de conocimiento posterior a la ejecución. En efecto, mientras el proceso de
conocimiento posterior a la ejecución de sentencia sólo puede fundarse en hechos
sobrevinientes al pronunciamiento de aquélla, por cuanto los anteriores se hallan a
cubierto de toda discusión como consecuencia de la cosa juzgada, en el proceso de
conocimiento posterior al juicio ejecutivo, el deudor puede invocar, con las
limitaciones que señala la ley cualquier hecho que acredite la inexistencia o
la extinción del derecho del acreedor 4) de cuanto hemos expresado se desprende que
el objeto del proceso de ejecución consiste, fundamentalmente, en modificar una
situación de hecho existente a fin de adecuarla a una situación jurídica resultante, sea
de una declaración judicial o de un reconocimiento consignado en un documento al
que la ley asigna fuerza ejecutiva.

Ya no se trata, como en el proceso de conocimiento, de obtener un pronunciamientos


acerca de un derecho discutido, sino de actuar, de traducir en hechos reales
un derecho que, pese a haber sido judicialmente declarado, o voluntariamente
reconocido, ha quedado insatisfecho.

En otras palabras, puede decirse que en la base de todo proceso de ejecución se


encuentra un derecho ya cierto o presumiblemente cierto, cuya satisfacción se tiende
a asegurar mediante el empleo de la fuerza. De modo que la coacción, como elemento
de la actividad jurisdiccional, desempeña en este tipo de proceso un papel
preponderante. Carnelutti Lo ha destacado con claridad al poner de manifiesto a la
diversa materia del proceso de conocimiento y del proceso ejecutivo.

"No sería temerario subrayar esta diferencia -dice- mediante la antítesis entre la razón
y la fuerza: en realidad, aquella es el instrumento del proceso jurisdiccional
(de conocimiento), y ésta, el del proceso ejecutivo. De ese modo-agrega- se comprende
también la subordinación normal del segundo al primero: hasta que no se haya
establecido la razón, no debe ser usada la fuerza".

La pretensión ejecutiva reviste, por ello, en cuanto a sus efectos, una característica que
la diferencia de la pretensión que origina un proceso de conocimiento. Mientras esta
última produce, como efecto inmediato, la posibilidad de que el sujeto pasivo la
contradiga mediante el planteamiento de oposiciones de cualquier índole,
la pretensión ejecutiva incide inmediatamente sobre el patrimonio del deudor, sin que
sea necesaria la previa provocación del contradictorio. De manera que el mero
planteamiento de la pretensión ejecutiva es susceptible de provocar el empleo de
medidas coactivas sobre los bienes del sujeto pasivo, sin perjuicio de que éste, en una
etapa ulterior de conocimiento, deduzca ciertas y determinadas oposiciones al
progreso de la ejecución.
5) antecedentes históricos.
A) en el derecho Romano, la ejecución forzada presenta caracteres distintos según
el período histórico que se considere.
Durante el período de las legis actiones, la ejecución acusa un carácter marcadamente
penal o policíaco, y se dirige no sobre los bienes, sino contra la persona del deudor.
Transcurridos treinta días desde el pronunciamiento de la sentencia sin que
el deudor condenado pague la obligación (tempus iudicati), el acreedor se halla
facultado para llevar aquel ante el magistrado y ejercer la manus iniectio iudicati,
mediante está el acreedor toma posesión de la persona del deudor, de quien puede
convertirse en patrono cuando transcurren sesenta días sin que se presente
un Vindex con el cual discutir la legitimidad de la manus iniectio.
Una ley poetellia (probablemente del año 441 de Roma), suprime aquel
procedimiento, que incluso acuerda al acreedor el derecho de disponer de la vida
del deudor, aunque, mediante el pedido de la addictio, mantiene la facultad de
proceder a su detención y de retenerlo a los efectos de cobrar la deuda. Pero esta ley
permite al deudorliberarse de la addictio con el juramento de tener bienes suficientes
(bonam capiam iurare).

La ejecución contra la persona subsiste en parte de la época correspondiente


al procedimiento formulario.
Pero ahora, transcurrido el tempus iudicati, el acreedor debe reclamar el
cumplimiento de la condena mediante el ejercicio de la actio iudicati, que constituye
una acción derivada de la sentencia misma y tiene por objeto promover un nuevo
proceso en el cual el deudor puede acreditar la existencia de alguna causal
de liberación (nulidad de la sentencia, pago, etcétera). Si no media oposición del
deudor, el magistrado libra el Decreto de ejecución. En caso contrario, y en
la hipótesis de ser aquella infundada, se lo condena a pagar una suma equivalente al
doble de la suma inicial (condemnatio in duplum).
Luego de sucesivas condenas cabe la posibilidad de proceder a la ejecución procesal.
Aproximadamente en el año 649 de Roma, por obra del derecho pretorio,
la ejecución adquiere carácter patrimonial.

Su primera manifestación es la bonorum venditio, que constituye un procedimiento


de ejecución colectiva, de características semejantes al proceso concursal
contemporáneo. Más tarde se atenúan los efectos de la bonorum venditio, y se permite
al deudor, para sustraerse a la infamia que aquella trae aparejada, hacer cesión de sus
bienes mediante el Cessio ex lege Julia. Posteriormente, el procedimiento de la
bonorum distractio ya no recae sobre la universalidad del patrimonio y autoriza la
venta parcial de los bienes del deudor hasta cubrir el monto adeudado a
los acreedores.

El período perteneciente al procedimiento extraordinario marca la definitiva


desaparición de las medidas ejecutivas contra la persona del deudor, si bien
el arresto personal subsiste para cierta clase de deudas (especialmente fiscales) y, en
algunos casos, para asegurar la ejecución patrimonial. Durante este período aparece
una forma de ejecución semejante a la actual: la pignoris capio.
Fundamentalmente, consiste en la aprehensión, por orden del magistrado, de
objetos particulares del deudor, los cuales quedan afectados a una prenda durante un
plazo de dos meses, en cuyo transcurso cabe la posibilidad de levantarla mediante el
pago de la obligación. Transcurrido ese plazo, se procede a la venta de los bienes
en pública subasta, que se realiza en forma análoga a la actual.

B) en el primitivo derecho germánico, el incumplimiento de la sentencia es


considerado como una injuria inferida al acreedor, quien se halla autorizado para
proceder a la ejecución en forma privada, con total prescindencia de
la intervención judicial. Más tarde, el edicto de Teodorico y la legislación carolingia
eliminan la ejecución directa y requieren que las medidas correspondientes sean
peticionadas al juez quien debe acordarlas sin ninguna clase de conocimiento. Este
tiene lugar con posterioridad a la ejecución, y en el respectivo período el deudor
puede plantear ciertas defensas que se sustancian y deciden con arreglo al régimen de
la prueba legal.

C) de la fusión entre los sistemas de ejecución romano y germánico-que traducen,


como se ha visto, concepciones antagónicas acerca de la defensa de los derechos- nace
el processus executivus del derecho común, cuyos caracteres fundamentales han sido
recogidos por los ordenamientos latinoamericanos a través de los antecedentes
hispanicos.

Por influencia romana, en este nuevo tipo de proceso ejecutivo se admite la existencia
de un período de conocimiento.

Pero él no ha de tener-y aquí la influencia germánica- la amplitud de la actio iudicati:


se limitara, por el contrario, a posibilitar al ejecutado el planteamiento de oposiciones
fundadas en hechos posteriores al pronunciamiento de la sentencia. No cabe
oponer defensa alguna tendiente a demostrar la inexistencia de la obligación.

Desaparece, de tal manera, la actio iudicati, que solo subsiste para el caso de tener que
hacerse valer la sentenciaante un juez de distinta jurisdicción, y se abre camino
el concepto de que, dentro del oficio judicial (officium iudiciis) se halla comprendida
la facultad consistente en hacer efectivo el cumplimiento de sus decisiones.

Es también una característica del período del derecho común, la asimilación, a


la sentencia judicial, de aquellos documentos que comprueban la confesión de deuda
formulada ante notario. Entonces nacen los instrumenta guarentigiata, así llamados
por la cláusula (Guarentigia) en cuya virtud el notario que extiende el instrumento
ordena al deudor el oportuno pago de la obligación reconocida en dicho instrumento.

Por extensión del principio de que el confesante debe equipararse al condenado


(confessus pro iudicato est), se acuerda a este tipo de instrumentos el mismo efecto de
las sentencias, con la consiguiente posibilidad de abrir, con ellos, el proceso ejecutivo.
Posteriormente, tales efectos han de beneficiar también a las letras de cambio.

D) en Francia, a diferencia de lo que ocurre en los restantes países europeos, no se


adopta el tipo de proceso ejecutivo precedentemente descripto.

Siguiendo la tradición germánica, la ejecución de derecho francés es llevada a cabo


por el propio acreedor, con el auxilio de los sergents Du roi (más tarde los huissiers),
que son los funcionarios encargados de intimar el pago al deudor y de disponer las
correspondientes medidas sobre el patrimonio de aquél. El proceso ejecutivo se
desenvuelve, pues, sin intervención judicial, y no existe en el, como en el processus
executivus del derecho común, un período de conocimiento en el cual el deudor
puede articular ciertas defensas.

La autoridad judicial interviene en la oposición a la ejecución, que constituye


un juicio de conocimiento que tramita independientemente de ésta y que, salvo en
casos excepcionales, no la suspende. La suspensión, en el supuesto de no procedente,
requiere el previo depósito de la suma reclamada.

E) la influencia francesa se advierte, posteriormente, en las legislaciones de los otros


países. España, sin embargo, permanece fiel a las líneas del processus executivus. Así
resulta, en primer lugar, de la pragmática dada por Enrique III en el año 1396, en la
cual el proceso de ejecución aparece estructurado con un estadio de conocimiento
durante cuyo transcurso el deudor puede oponer la excepción de pago u otra
"legítima excepción". La pragmática de Enrique IV (1458) contiene una enumeración
taxativa de excepciones (pago, espera, falsedad, usura, temor y fuerza),
aunque posteriormente, las necesidades de la vida jurídica conducen a la admisión de
otras, como las que tienen a afirmar la inexistencia de presupuestos procesales,
aquellas que los prácticos llaman excepciones útiles (compensación, transacción,
Prescripción, etcétera). La ley de enjuiciamiento de negocios de comercio,
dictada en el año 1830, retorna al sistema de la enumeración taxativa, incluyendo en
ella a muchas de las que habían sido admitidas al margen de las específicamente
previstas por la pragmática de Enrique IV.

Aborto
[DP] Hecho delictivo consistente en causar la muerte de un feto. El bien
jurídico protegido en este tipo de injusto es la vida dependiente. Han existido
diversas teorías doctrinales sobre cuándo comienza la vida dependiente a los efectos
de poder determinar si se está realizando o no una acción delictiva: 1) Teoría de la
anidación, a los catorce días de su fecundación, defendida mayoritariamente por
la doctrina, y 2) Teoría sobre la existencia de vida a los tres meses de embarazo, es
decir, a las doce primeras semanas de gestación. Nuestra jurisprudencia ha
considerado que existe vida dependiente desde su concepción hasta su separación
del claustro materno. Existen diversas modalidades dentro de este tipo de delito: 1)
aborto ocasionado dolosamente por un tercero con recibir
consentimiento de la mujer, en cuyo caso se estaría produciendo una coautoría entre
el tercero y la embarazada, o 2) aborto realizado por un tercero sin consentimiento de
la mujer o habiendo obtenido su consentimiento con engaño,
violencia o amenaza, en cuyo caso quedaría impune la mujer, etc. De igual modo, está
penado el aborto causado por imprudencia, sea por un tercero sea por un profesional.
(22i CP, arts. 144 a 146 en la redacción dada por Ley Orgánica 15/2003, de 25
noviembre; Disp. Derogada que dejó vigente art. 417 bis del Decreto 3.096/1973, de
14 de septiembre.
(Derecho Penal) Es el hecho de procurar o intentar procurar la interrupción del
embarazo de una mujer encinta o supuesta encinta, sea que haya consentido o no.
Castigado con prisión y con multa, este delito quedará justificado siempre que
la interrupción del embarazo se lleve a cabo, ya sea antes de finalizar la décima
semana, ya sea en las condiciones señaladas por el art. 162-12 del Código de la Salud
Pública.
Derecho Penal
(Artículos 144 a 146 del Código Penal) Siguiendo a BAJO FERNÁNDEZ «para poder
comprender la exacta dimensión de la polémica sobre el aborto, es preciso tener en
cuenta que la vida humana en formación, es vida independiente de la madre, lo que
entraña necesariamente conflictividad de intereses. Sólo desde este punto de partida
puede explicarse, por ejemplo, que la vida del fruto de la concepción tenga una
protección jurídico-penal menos intensa que la vida humana independiente, sin
violentar por ello la Constitución. Por otra parte, esa realidad conflictiva condiciona
el concepto legal de aborto, el alcance de las causas de justificación,
la determinación de la tipicidad, la relevancia del consentimiento de la mujer, la
fijación del límite mínimo del objeto material del delito, etc».
Efectivamente, un embarazo puede originar un conflicto de intereses entre la vida
del nasciturus y la libertad de la mujer, el libre desarrollo de su personalidad, su salud,
su vida o intimidad. Ahora bien, el que este conflicto de intereses dignos de
protección, haya de resolverse a favor de uno u otro, ha de presuponer una
distinta valoración de los intereses en conflicto, valoración en la que necesariamente
confluyen concepciones ético-morales, religiosas, sociológicas y
en definitiva de política-criminal.
Dejando de lado aquellas concepciones que sin negarlo, ignoran el conflicto de
intereses, aquellas posturas que parten del conflicto pueden reducirse a tres: a) la del
sistema común de penalización mantenida por el Código Penalhoy derogado, hasta
la reforma de 1985, que partía de considerar el valor «esperanza de vida»
de inferior categoría a la vida humana independiente, por lo que los ataques al fruto
de la concepción se castigaban más levemente que los ataques a la segunda,
admitiendo en determinados casos de conflicto -el aborto honoris causa- con
ciertos derechos de la madre, una especial atenuación, y aplicando las reglas comunes
de la parte general -circunstancias eximentes genéricas o atenuantes- al conflicto con
otros intereses o derechos de aquélla; b) el sistema de plazo que propugna la no
penalización del aborto cuando éste se produce por voluntad de la madre, hasta un
determinado momento de la gestación, fijado, por lo general, en las doce primeras
semanas y que intenta apoyarse en el valor «dignidad humana», consagrado por
el artículo 10 de la Constitución, que ampararía directamente la libertad de la madre y
sólo indirectamente la vida en formación, cuya protección se haría a partir de la
consideración de la misma como un bien jurídico de la propia comunidad y no de
carácter individual, esto es, de titularidad atribuida al propio nasciturus; y c) el
sistema de indicaciones, parcialmente adoptado por el Código a raíz de la
citada reforma de 1985, que como parte de la base de considerar la vida del fruto de
la concepción como un valor o un bien jurídico en sí mismo, y por tanto, digno de
protección primaria, derivable del propio artículo 15 de la Constitución, pero que en
atención a especiales situaciones de conflicto, y «obediente al principio de no
exigibilidad de otra conducta», amplía en tales supuestos los límites con carácter
general establecidos para las causas de exención de responsabilidad criminal en
el artículo 20 del nuevo Código Penal.
Partiendo de lo anteriormente expuesto y entrando ya en el concreto análisis de
los artículos 144 a 146 que integran el Título II del Libro del nuevo Código Penal, de la
citada introducción, debe hacerse derivar, de entrada, la afirmaciónde que el bien
jurídico protegido por el delito de aborto es la esperanza de vida del fruto de
la concepción, o dicho de otra manera, la vida prenatal, pues la vida existe ya y no es
mera esperanza de vida o vida en formación, sin olvidar que también son
bienes jurídicos secundariamente protegidos, la vida e integridad física de la madre -
particularmente relevante en los supuestos de abortos causados sin consentimiento o
por imprudencia-, y siendo incluso admisible, con bastantes matizaciones hablar de
otros posibles, como el «interés demográfico del Estado».
No es acorde la doctrina a la hora de determinar el sujeto pasivo del delito, pues
mientras un sector de la doctrina(BAJO FERNÁNDEZ, BUSTOS RAMÍREZ), afirman que
puesto que el nasciturus, al no poder ejercer derecho alguno, no puede ser
considerado sujeto pasivo, sino que es el objeto material del delito, y en tal sentido,
afirman que es la madre el sujeto pasivo, afirmación que choca con el hecho de que la
propia madre puede ser sujeto activo, cuando media su consentimiento para la
realización del aborto, otro sector de la doctrina (VIVES ANTÓN, COBO DEL ROSAL,
CARBONELL MATEU), mantienen que es efectivamente el nasciturus el sujeto pasivo,
toda vez que es sin duda el titular del bien jurídico protegido -la vida prenatal-, por
más que se den en el mismo unas características especiales, derivadas del hecho de la
imposibilidad por su parte de ejercer por sí mismo su autoprotección. Otros
finalmente (el citado BAJO FERNÁNDEZ y ARROYO ZAPATERO), mantienen que
el sujeto pasivo es la propia Comunidad o el Estado.
A partir de la sentencia del Tribunal Constitucional de 11 de abril de 1985, creo, puede
afirmarse, que, si bien es cierto, el nasciturus no es persona ni por tanto titular de
derechos fundamentales -entre ellos el esencial derecho a la vida-, sí cabe que
el ordenamiento le otorgue, en lo favorable, ciertos derechos. La consideración del
aborto como un mal a evitar, sólo puede explicarse desde el otorgamiento de derechos
al nasciturus, bien como ficción jurídica, bien como adelantamiento en su
consideración como persona -artículo 29 del Código Civil-. La tutela de la vida
prenatal supone la consideración del concebido y no nacido como un ser digno de
protección -sujeto pasivo-, y tal carácter sólo puede reconocérsele en la medida en
que pueda naturalmente alcanzar la cualidad de persona.
Ello directamente enlaza con la determinación del objeto material del delito. Éste no
es otro que el producto de la concepción. Si por el aborto se entiende
toda interrupción voluntaria del embarazo que ocasiona la muerte del fruto de
la concepción, esto es, la destrucción de una vida prenatal, ello obliga a excluir del
ámbito del objeto material todo producto cuya continuidad no determine el
alumbramiento de un ser humano vivo. El producto de la concepción muerto o aquel
que con seguridad carece de viabilidad, que no podrá nacer, no puede ser nunca
objeto material del delito.

El artículo 144 regula el supuesto más grave «el que produzca el aborto de una mujer,
sin su consentimiento -párrafo primero- o lo practique con el consentimiento de la
misma, obtenido mediante violencia, amenaza o engaño».
La conducta típica se define con los verbos producir o practicar un aborto, esto es,
en definición de COBO y RODRÍGUEZ MOURULLO «la interrupción del proceso
fisiológico de gestación que ocasiona la destrucción o la muerte del fruto de la
concepción»; producir significa ejecutar, hacer o llevar a cabo. En definitiva, la
conducta típica consiste en causar un aborto sin el consentimiento de la mujer, sin que
importen los medios empleados para ello.
Sin embargo, es necesario hacer ciertas matizaciones y estableces ciertas diferencias
entre las conductas descritas en el primero y segundo párrafo.
Mientras la producción de un aborto sin el consentimiento de la mujer, admite
la comisión por omisión, partiendo de la base de que, pudiendo iniciarse el proceso
abortivo de modo espontáneo, basta en el sujeto activo, se dé la existencia de
una posición de garantía y probabilidad rayana en la certeza de evitar el resultado de
mediar la conducta activa, para que sea admisible tal forma comisiva, la práctica de
aborto con consentimiento de la mujer, pero obtenido éste mediante violencia
, amenaza o engaño, exige siempre un actuar positivo. De otra parte, en la segunda de
las conductas analizadas no necesariamente el sujeto activo del delito ha de coincidir
con el que ejecuta, materialmente el aborto, que puede ser la propia mujer violentada,
amenazada o engañada, o un tercero, que en su caso respondería como sujeto
activo del delito contemplado en el artículo 145.1, de ignorar el vicio que afecta
al consentimiento prestado. En todo caso la violencia, amenaza o engaño ha de ser
grave, pues en otro caso la mujer que causare un aborto o consintiere en que otro se
lo practique, podría incurrir en el supuesto del artículo 145.2.
Sujeto activo del delito puede serlo cualquiera y sujeto pasivo en ambos casos
el nasciturus y la propia mujer.
Desde el punto de vista subjetivo se exige el dolo. De otra parte, al tratarse de
un delito de resultado, es perfectamente admisible la tentativa.
La penalidad es la de prisión de cuatro a ocho años e inhabilitación especial para
ejercer cualquier profesión sanitaria, o para prestar servicios de toda índole en
clínicas, establecimientos o consultorios ginecológicos públicos o privados, por tiempo
de tres a diez años.
El artículo 145.1 contempla el aborto doloso causado con el consentimiento de la
mujer. Se castiga al que produzca el aborto de una mujer con su consentimiento, fuera
de los casos permitidos por la Ley. Estos supuestos no son otros que aquellos que se
recogen en el artículo 417.bis del Código Penal derogado, precepto introducido por
la Ley Orgánica 9/85 de 5 de julio y cuya vigencia salva el punto 1, apartado a) de
la disposición derogatoria única del nuevo Código Penal, vigencia cuya razón estriba
en el hecho de que en el momento de la aprobación del Código estaba presentado ante
las Cámaras el proyecto de Ley Orgánica regulador de esta materia. No obstante,
la soluciónadoptada ha de ser considerada provisional y la exigencia de una pronta
nueva regularización de la materia viene dada amén de por otras importantes razones
de fondo, aún sujetas a discusión y claros enfrentamientos, al hecho de las remisiones
a otros preceptos ya derogados -artículo 429 del Código texto refundido de 1973- y a
ciertos defectos denunciados en la normativa complementaria, en particular, el Real
Decreto 2409/86 de 21 de noviembre, sin olvidar el grave tema de la objeción de
conciencia.
Las distintas indicaciones contenidas en el artículo 417 bis citado,
son auténticas causas de justificación de la conducta típica fundamentadas en
un conflicto de intereses, conflicto que se produce entre la vida prenatal y la salud o
integridad de la madre en su caso, y en razón a la libre determinación de la persona o
al libre desarrollo de su personalidad en los demás.
Sujeto activo del delito puede serlo cualquiera, mientras que sujeto pasivo, en este
caso, lo es el nasciturus.
El delito exige desde el punto de vista subjetivo, el dolo directo, aunque siempre
como hipótesis habría que admitir el dolo eventual.
La penalidad es la de prisión de uno a tres años e inhabilitación especial de igual
contenido que en los supuestos del artículo 144, y por tiempo de uno a seis años.

El párrafo 2º del artículo 145 castiga a la mujer que produjere su aborto o consintiere
que otra persona se lo cause fuera de los casos permitidos por la Ley. La penalidad es
la de prisión de seis meses a un año o multa de seis a veinticuatro meses.
Finalmente, el artículo 146 castiga el aborto causado por imprudencia grave o
por imprudencia profesional (V. culpabilidad; imprudencia punible). El precepto ha
venido a resolver la vieja polémica doctrinal sobre la admisibilidad del aborto
imprudente causado por terceros, pero declarando impune el autoaborto
por imprudencia. La apreciación de dolo eventual podría dar lugar a la aplicación
del artículo 145.2.
La penalidad es la de arresto de doce a veinticuatro fines de semana, como pena
común, que se amplía para el supuesto de imprudencia profesional con la de
inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un periodo
de uno a tres años.
Etimológicamente aborto proviene de ab-ortus, que quiere decir nacido antes de
tiempo, mal parto. Intentar definirlo lleva el riesgo de dejar fuera de los límites de
la definición algunas de sus modalidades. En un concepto general, es la interrupción
del proceso normal de la concepción. Pero, en primer término, esta interrupción
puede efectuarse mediante la destrucción del feto en el útero o provocando
su expulsión violenta y, conjuntamente, su muerte.
La noción material que hemos dado de aborto, supone un presupuesto: la existencia
de feto vivo; e impone una limitación: que la muerte haya sido causada antes de
comenzar a nacer. Carece de significado para la ley el tiempo transcurrido desde la
gestación: es suficiente y necesario el estado de gravidez, lo que equivale a decir la
existencia del feto, presupuesto lógico e indispensable del aborto.
El período durante el cual el aborto puede cometerse se extiende hasta el momento en
que comienza el nacimiento, que es el que separa el aborto del homicidio
o infanticidio. Debe tratarse de feto vivo porque el delito consiste en causar su muerte.
Pero no es indispensable que la muerte se produzca dentro del seno materno; puede
del el feto expulsado con vida y morir, sin mediar hecho alguno posterior, como
consecuencia de la expulsión prematura provocada por el aborto. Solo cuando la causa
de la muerte es la expulsión prematura consecuente a la interrupción del embarazo, se
configura el aborto; si el ser nace con vida, aunque sea precaria; y
la muerte se causa durante el nacimiento o por un acto posterior a él, esa muerte es
un homicidio.

Si el hecho es cometido por la madre, concurriendo el móvil de honor, durante


el nacimiento o mientras esta bajo la influencia del estado puerperal, se caracteriza
el infanticidio.

En segundo lugar, el aborto puede haberse provocado por intermedio de un médico a


fin de preservar la vida de la mujer, o por otras razones que las distintas leyes puedan
autorizar. Puede también haberse producido por la muerte, o expulsión seguida
de muerte, del feto por causas espontáneas.
Por último, el aborto pudo realizarse con la intención de provocar la muerte del feto,
casa más frecuente, sea por la propia mujer, o por un tercero con o sin
el consentimiento de ella. Como afirma Sebastián Soler refiriéndose a estos casos: "así
como el homicidio es la muerte inferida a un hombre, el aborto es la muerte inferida a
un feto".

Prácticamente todas las legislaciones reprimen el aborto doloso, estableciendo


agravantes y atenuantes de acuerdo con las circunstancias que rodeen el caso.
Desde el punto de vista médico-legal aborto es la muerte de la persona a la que las
leyes suelen denominar como "persona por nacer". Hay distintos tipos de aborto
considerados en los distintos países y de acuerdo a sus respectivas legislaciones:

1) patológico o espontáneo (lógicamente no contemplado en las legislaciones):


de causa patológica materna; de causa patológica fetal o embrionaria, y de causa
patológica materno-fetal.

2) accidental (tampoco se contempla en la legislación penal pero si puede dar lugar a


indemnizaciones civiles): traumático, tóxico, medicamentoso, etcétera.
3) legal (son los admitidos por la legislación penal en cada país).
4) médico o terapéutico (obligado por causas predisponentes o determinantes que
ponen en grave peligro la salud o la vida de la mujer embarazada). Está permitido, en
general, para las leyes penales.

5) delito doloso donde existe intención de producir el efecto aborto fuera de


las eximentes legales; puede tener agravantes que según los distintos códigos pueden
ser la muerte de la mujer, la falta de consentimiento o ambos a la vez.

6) culposo: cuando la condición de embarazo fuere conocida por el autor pero no


tuviere la intención de causar el aborto.

7) eugenésico: para las enfermedades contagio congénito o con malformaciones


(radiaciones, traumas, etcétera).

8) de causas sociales o sentimentales o humanitarias: en especial púberes o


adolescentes cuya seducción las ha privado de su honestidad; o la Sociedad asume
la responsabilidad; o han sido víctimas de delitos sexuales; o su capacidad de
consentimiento está imposibilitada de ser considerada valida por deficiencia psíquica,
psicosis o demencia, etcétera.
Suelen admitirlo las leyes, bajo determinadas condiciones.
9) de causa económica: cuando la mujer es el sostén del núcleo familiar o del
hijo concebido y carece de medios; en casos de desempleo, exceso de hijos, etcétera,
no suele permitirse.
10) por razones de política de estado: superpoblación, contaminaciones, violaciones
de zonas reconquistadas o liberadas, etc.
Se ha dicho que el delito de aborto es el crimen profesional de la partera, frase
inexacta porque intenta crear un crimen profesional en quien tiene profesión que
excluye la actividad delictuosa.
Más exacto seria hablar, si del crimen habitual de ciertos profesionales, entre los
cuales figuran médicos, parteras y farmacéuticos, generalmente contemplados en los
códigos como "abusando" de su arte o ciencia.

Se ha intentado definir con amplitud el delito de aborto y se lo ha logrado


con lógica excluyente, es decir, se repite el principio jurídico de que no es delito lo que
la ley autoriza. Varios son los autores que lo han hecho y entre ellos, Nerio Rojas, para
quien aborto como definición médico-legal es la interrupción provocada del embarazo
con muerte del feto, fuera de las excepciones legales. La muerte de la persona es el
elemento primordial del delito.

No puede haber interrupción del embarazo sin muerte del feto, puesto que si no
hay muerte hay nacimiento. El embarazo comienza con la concepción y termina con
la expulsión del recién nacido. Si algo interrumpe el embarazo el feto puede morir y
ser expulsado, pero puede seguir viviendo y nacer, y en este caso no hay delito, pues
no hubo muerte ni lesión, pero pudo ser tentativa.
Los pueblos primitivos y, posteriormente, la india y Egipto acordaban derecho
patriarcal absoluto, y los padres podrían vender o matar a sus hijos, aun antes de
nacer. En el éxodo, la pena del que lo causare quedaba librada al derecho del marido
con su consiguiente talión. En Grecia, Sócrates abogada porque el aborto fuera
un derecho materno, voluntad de la madre. Aristóteles en su Política lo deja librado a
la voluntad de la madre, salvo razones de estado: creía que debía permitirse cuando
hubiera muchos ciudadanos, cuando hubiere muchos hijos, cuando el feto fuere
todavía no animado (sin alma) y cuando no se contravinieren disposiciones
del magistrado. Hipócrates negaba el derecho al aborto, no se debía hacer en feto
animado; comentó los riesgos de los medios abortivos (venenos y pesarios) y lo
incluyo en su juramento como cosa que no se debía hacer. Cicerón introduce
un concepto económico, pues pena el aborto cuando sirve o sirvió para percibir
herencia.

Entre los romanos se consideró al feto como portio viscerum matris. Se penaba si la
mujer era casada y lo realizaba sin autorización del marido y mediante pocula
abortionis (venenos).
El castigo era confiscación o destierro. Si s realizaba por soborno del heredero, para
percibir la herencia que por vía colateral se le deriva, la pena era la de muerte.

En cambio, si el esposo lo había ordenado, la pena o la impunidad dependían de los


motivos. La ley visigoda imponía hasta la muerte o la ceguera, y la ley bávara, la pena
de muerte o multa. Ya en 1556, para la época de Enrique II, sus leyes imponían igual
trato que al homicidio y a la ocultación del embarazo. En 1588 la constitución o bula
Efraenatum de Sixto v consideraba animado al feto a los 40 días si era hombre y a los
80 días si era mujer, y su expulsión la denominaba "abortationes"; si no era animado
(inanimado) la denominaba "efluctiones". En ambos casos era penado
como homicidio para los irregulares, sin privilegio, inhábiles y clérigos depuestos:
para otras personas podía bastar la penitencia. Gregorio XIV, en sedes apostólicas lo
considera homicidio y el concilio de Elvira llega a negar la comunión aun en agonía a
las adúlteras que abortaron.
El fuero juzgó, en España, tiene distintas penas: azote, multa, confiscación, pérdida de
la libertad, muerte, destierro de cinco años en una isla. Consideraba feto animado al
del tercer mes de la concepción. En el siglo XVIII, Beccaría ya mencionaba para
el delito de aborto el valor de la prevención y de la reeducación. Por su parte
Lombroso, en el siglo pasado, con su personalidad vehemente para las verdades, ya
decía que en el aborto existía el "perjuicio de considerar culpable para un sexo lo que
no es para el otro". Gilbert, de Bruselas, expreso que "no debe haber hijos ilegítimos,
sino padres ilegítimos". Entre los países que en época contemporánea penaron mas el
aborto figuró Inglaterra, con prisión perpetua y actualmente sin incriminación;
también la Alemania nazi penaba con pena de muerte si se dañaba las fuerzas vitales
del pueblo alemán. La campaña contra la punibilidad del aborto por causas
económicas o sociales comienza en especial con klotz-Forest, médico francés que, en
1908, siguiendo la obra de spical (1882), defiende el derecho de la mujer a disponer
de su persona. En la actualidad el aborto es tema social, económico, jurídico, político,
religioso y médico. Muchos países han evolucionado hacia la realización de abortos
únicamente en establecimientos de salud, con la decisión y el consentimiento de la
mujer exclusivamente y no más allá del tercer mes de concepción.
A manera de prólogo
La regulación de los delitos de aborto obedece a razones de muy diversa índole,
siendo la principal la preservación del derecho a la vida, por ello el ordenamiento
positivo busca proteger la esperanza de vida o lo que algunos autores han dado en
denominar la vida humana dependiente. Nuestro breve estudio en esta ocasión
pretende mostrar un panorama multidisciplinario respecto a la concepción del aborto,
esto fundamentalmente, desde una perspectiva psicosocial y dogmático jurídica,
aspecto este último que requiere abordar el delito de aborto tomando en cuenta la
legislación comparada y aunque someramente los elementos con-figurativos del ilícito
penal que comprende los diversos atentados contra la vida humana dependiente: el
delito de aborto.
Finalmente, es necesario analizar también los aspectos sociales, económicos y morales
del aborto pues ello coadyuva a establecer las razones a favor de la descriminalización
o en su caso, de la penalización de dicho delito, lo que cobra mayor importancia si
tomamos en cuenta que el aborto constituye un caso social que la humanidad a través
de la mayoría de las legislaciones, afronta con un criterio antiabortista, lo que sin
embargo no nos debe impedir considerar las apreciaciones de carácter legal, moral o
religioso relacionados al tema en cuestión.

El enfoque jurídico social del aborto en el Perú


En el presente milenio las discusiones respecto al aborto están orientadas a la
mayormente a la liberación, pretendiendo superarse posiciones dogmáticas y dejar de
calificarlo como un grave pecado o delito; al respecto, y sin lugar a dudas, lo polémico
que resulta asumir una posición sobre el aborto trae como consecuencia
innumerables argumentos para condenarlo o aprobarlo, ya sean éstos de connotación
reprochable o tolerable.

Para tener una cabal idea de la problemática social y de salud pública que se cierne
sobre el aborto, nos parece oportuno citar un proyecto de análisis realizado por el
Centro "Flora Tristán" y Pathfinder International cuyo campo de estudio es
precisamente el Perú.

Se estima que en el Perú se producen cada año 352 mil abortos inducidos, según un
estudio confeccionado en el año 2001 por Delicia Ferrando. Para 1994 un estudio del
Instituto Alan Guttmacher arrojaba la cifra de 271.1 mil abortos. Es decir, se ha
producido un significativo incremento de tales acciones abortivas

Se calcula además, que se registra un aborto por cada nacido vivo y que
la probabilidad de las mujeres peruanas de 15 a 49 años de provocarse un aborto es
del 5.2% y, que sólo el 14% de las mujeres que se somete a un aborto se hospitaliza. El
aborto, señala este estudio, ocupa el cuarto lugar como causa de muerte materna,
según datos proporcionados por el Ministerio de Salud; sin "embargo, numerosos
estudios sostienen que dentro de las muertes por hemorragias e infecciones se
encuentran subregistradas muchas muertes por aborto. En consecuencia, si existiera
un adecuado registro de las muertes maternas, el aborto ocuparía posiblemente el
primer lugar.

En el Perú, el aborto es ilegal y constituye un delito contra la vida. El único caso de


aborto no sancionado por la ley es el que se realiza para salvar la vida de la
mujer gestante o evitarle un mal mayor, grave o permanente.

En la Ley General de Salud existe una pre- visión que obliga al personal médico a
denunciar los casos en que existan indicios de aborto y, aunque esta
disposición quiebra el principio de confidencialidad médico-paciente, es necesario
indicar que obviamente ante un aparente conflicto de intereses, debe prevalecer
el interés de la sociedad en su conjunto y el del bien jurídico vida, al deber de
confidenciabilidad en mención.

Un aspecto importante a destacar, es que las Naciones Unidas, a través del Comité
para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (1995, 1998 y 1999) y a
través del Comité de Derechos Humanos —1996—, instó al Estado peruano a revisar
la legislación que contiene medidas punitivas a aplicar para las mujeres que abortan.
Dicho informe enfatiza que la criminalización del aborto no desalentó esta práctica,
sino que más bien, tuvo el efecto de hacer el proceso más inseguro y peligroso para las
mujeres. En efecto, la práctica clandestina implica complicaciones especialmente a las
mujeres de escasos recursos, sean éstas de zonas rurales (69%) o urbanas (44%), y en
mucho menor medida a las mujeres que tienen altos ingresos (9%). Sobre el particular
un dato interesante es que aproximadamente 65 mil mujeres son hospitalizadas cada
año por complicaciones de aborto.

Todo esto hace que el aborto constituya en el Perú un grave problema


de justicia social y de salud pública que el Estado debe enfrentar con la eliminación de
una normatividad punitiva ineficiente, con la implementación de políticas adecuadas y
la asignación de los recursos correspondientes y suficientes. El aborto es, sin duda, un
tema complejo pues despierta sentimientos encontrados, los que deben no obstante
ser dejados de lado para observar como primera prioridad la vida de las mujeres; esto
último, atendiendo que el Perú ocupa el segundo lugar entre los países de América del
Sur con el más alto índice de mortalidad materna[1]

Definiciones terminológicas del aborto

El concepto aborto proviene del vocablo "abortus", que a su vez deriva de ab, que
significa "sin" y ortos, que significa "nacimiento", entendiéndose la palabra como:
"dejar sin nacimiento" o "impedir el nacimiento de un nuevo ser".

Desde el aspecto médico el aborto resulta ser espontáneo o patológico, teniendo entre
sus principales causas las ovulares, malformaciones, infecciones, anomalías del útero,
etc. En consecuencia, dichas causas provocan la expulsión del feto o del producto de la
concepción, siendo importante anotar que durante el período del estado
de embarazo o de gravidez, al producirse la expulsión del producto de la concepción
por causas naturales estamos hablando del aborto desde el punto de vista médico; sin
embargo, si dicha expulsión se produce o se realiza luego de los seis primeros meses,
ya no hablamos de aborto, sino de parto prematuro, ello en función de la viabilidad o
potencialidad de la vida del feto[2]

Ahora bien, para efectos legales el aborto es asumido desde diversos puntos de vista,
de tal forma que Francesco CARRARA llamaba al aborto "feticidio" concibiéndola
como la muerte dolosa del feto en el útero materno o su violenta expulsión del vientre
materno, acción esta última de la cual haya derivado la muerte del feto. Otros juristas
como Sebastián SOLER, define al aborto como "la muerte inferida a un feto".

Particularmente, en lo que se refiere a la determinación terminológica del aborto,


coincidimos con el jurista Luis Alberto BRAMONT-ARIAS TORRES, quien en su Manual
de Derecho Penal. Parte Especial, define al aborto como el delito que consiste en dar
muerte al embrión o feto, esto quiere decir que de manera intencional se provoca la
interrupción del embarazo, causando la muerte del embrión o feto en el seno de la
madre o, logrando su expulsión prematura.

Apuntes sobre su bien jurídico protegido

Se busca con la criminalización de dicho evento, proteger la vida humana dependiente,


esto es, la vida del embrión o feto en formación, para ello, es de suma importancia
comprender el proceso de la concepción y su secuencia en el organismo de la mujer
gestante.

En efecto, conviene anotar que el proceso de la concepción se inicia desde que el


huevo humano se dirige al ovario por el oviducto, es decir, ese circuito empieza desde
la trompa de Falopio hasta el útero, entonces el huevo es descargado del folículo
ovárico e ingresa al oviducto más o menos a la mitad del intervalo entre dos períodos
de menstruación.

El huevo, que viene a ser una esfera diminuta, posee en el centro el núcleo de la cédula
que a su vez contiene la mitad de la cuota humana de materiales determinantes de
la herencia, esto es, los cromosomas, así, a la otra mitad de dichos cromosomas
contribuirá la célula del esperma en el momento que el huevo sea fertilizado. Esta
explicación es necesaria, pues nos permite entender lo esencial y excelso del proceso
de la concepción, por tanto, se justifica que el aborto se encuentre incriminado en
función de proteger la vida como bien jurídico de extraordinaria importancia[3]

En nuestro país se asume un sistema de incriminación del aborto, consignándose el


aborto terapéutico como no punible. También se contempla la
indicación ética respecto a la mujer que resulta embarazada como consecuencia de
una violación, así como la indicación eugenésica, cuando es probable que el niño nazca
con graves taras físicas o psíquicas. Ahora bien, en estos casos la pena privativa
de libertad impuesta por el Código Penal es no mayor de tres meses, traduciéndose en
dicha sanción la impunidad, ya que en la práctica por las características de la
investigación preliminar por parte de la policía y la instrucción a cargo el órgano
jurisdiccional, es difícil que pueda concluirse en ese espacio el tiempo, máxime que
habiendo transcurrido los cuatro meses y medio prescribe la acción penal.

Regulación normativa del aborto. El análisis de sus diversos tipos penales

1. Aborto consentido

DESCRIPCIÓN TÍPICA: Artículo 115°: "El que causa el aborto con el consentimiento
de la gestante, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni
mayor de cuatro años.
Si sobreviene la muerte de la mujer y el agente pudo prever este resultado, la pena
será no menor de dos ni mayor de cinco años".

Este tipo penal tiene como fuente el Artículo 106, incisos 1) y 3) del Proyecto suizo de
1918, que el codificador peruano de 1924 tomó como base para redactar el Artículo
160 del Código Penal abrogado. Así, siguiendo el modelo suizo, trató de resolver el
problema de la complicidad en este delito, señalando que cometía también delito de
aborto el que prestaba asistencia a la mujer con tal objeto, equiparando en
consecuencia la acción de prestar asistencia a la mujer que quería abortar con la de
causarle el aborto.

En el Código Penal de 1924 la penalidad impuesta para este delito era alternativa, ya
que se castigaba con penitenciaría de uno a cuatro años o prisión de dos días a dos
años. Actualmente, la pena es privativa de libertad de uno a cuatro años; también es
importante acotar que en caso se trate de la forma agravada del delito, el anterior
Código penalizaba dicha conducta con un máximo de seis años de prisión o
penitenciaría, mientras que nuestro actual texto normativo castiga
tal comportamiento con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cinco
años.

Comentario del tipo penal:

El delito de aborto consentido previsto por el Artículo 115° del Código Penal,
configura el tipo base de esta clase de ilícitos en que se considera como sujeto pasivo,
fundamentalmente, la vida del feto en formación, esto es, la vida humana dependiente
producto de la concepción.

Como aciertos de la descripción legal, podemos anotar que partiendo de una


perspectiva objetiva, se determina claramente los alcances jurídico-penales del delito
bajo análisis, en el sentido que es el agente quien causa el aborto a la mujer, pero con
su pleno consentimiento. La precisión es importante porque el legislador ha previsto
que tanto para el autoaborto como en aquel que cuenta con el consentimiento de la
mujer, la penalidad será menos severa que aquella que corresponda al aborto que se
ejecuta sin la anuencia de la madre.

De otro lado, es importante destacar que el dispositivo en mención acota el supuesto


de muerte sobreviniente de la mujer a consecuencia de las maniobras abortivas a que
es sometida; en tal caso, se impone al agente una pena no menor de 2 ni mayor de 5
años, es decir, una sanción superior a la que corresponde al tipo base, debiéndose
resaltar que para fijar dicha agravación de la pena, se tomó como parámetro el dolo
eventual del agente.
En efecto, al describir la norma que "si sobreviene la muerte de la mujer y el agente
pudo prever este resultado", implícitamente se está recurriendo a la figura del dolo
eventual, esto es, aquella condición que concurre cuando el agente a pesar de
representarse claramente un resultado adicional y distinto a aquel que constituye
su objetivo directo, persiste en su conducta ilícita logrando finalmente, además de tal
propósito fundamental, también otro resultado que no quería ni pretendía[4]

En el caso planteado, el dolo eventual se manifiesta por el hecho que el agente


pretende fundamentalmente acabar con la vida del producto en gestación; sin
embargo, pese a tener la representación material y objetiva de que con dicho accionar,
puede también afectar la salud e integridad física de la madre, decide proseguir en su
conducta, razón por la cual halla justificación que esta circunstancia merezca una
sanción más grave que la que corresponde al tipo base, es decir, el aborto
propiamente dicho[5]

2. Aborto no consentido

DESCRIPCIÓN TÍPICA: Artículo 116°: "El que hace abortar a una mujer sin su
consentimiento, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de cinco años.

Si sobreviene la muerte de la mujer y el agente pudo prever este resultado, la pena


será no menor de cinco ni mayor de diez años".

La fuente de este dispositivo la encontramos en el Artículo 244° del Código Penal de


1863 y, luego, en el Artículo 137° del Proyecto peruano de 1916, el que consignaba ya
la frase "contra su voluntad"; posteriormente, el aborto no consentido se tipificó en el
Artículo 161° del Código Penal de 1924, cuya redacción expresaba la ausencia de
voluntad de la mujer gestante con los siguientes términos: "sin su consentimiento" y
"contra su voluntad". Obviamente esta fórmula resultaba redundante ya que "quien
obra en contra de la voluntad de una mujer está actuando consecuentemente, sin su
consentimiento", por ello el Código Penal de 1991 recogió dicha observación,
limitándose a señalar y requerir únicamente la falta de consentimiento para la
configuración de dicho tipo punible.

Sobre el particular, el Código Penal de 1924 imponía una penalidad para este delito de
penitenciaría de tres a diez años y, para la forma agravada en caso de fallecimiento de
la mujer embarazada, de cinco a diez años de penitenciaría. Actualmente,
nuestro corpus juris penale sanciona la figura delictiva en comentario con pena
privativa de libertad de tres a cinco años y para la forma agravada en caso de muerte
de la mujer gestante, de cinco a diez años de pena privativa de libertad.
Anotación de importancia es que el aborto no consentido sacrifica fundamentalmente
dos bienes jurídicos:

a) La esperanza de vida del feto, el cual depende integralmente de la madre y,

b) El bien jurídico de la maternidad, que está amparado como contenido u objeto del
derecho de la mujer a ser madre.

En consecuencia, la vulnerabilidad de estos bienes jurídicos es lo que lleva a los


Estados a otorgar penas severas para dicho delito, ya que frente a este supuesto grave,
no sólo se produce un aborto sino que además se violenta la voluntad contraria de la
mujer gestante. El aborto sin consentimiento implica, entonces, la lesión de la vida
prenatal, incurriéndose en un grave delito de coacciones, estamos, más bien, ante un
delito complejo de aborto y coacciones.

En efecto, si cuando la mujer quiere abortar se afirma como veremos, una


contraposición de intereses entre el libre desarrollo de su personalidad y la vida
prenatal, cuando se produce un aborto contra la voluntad de la embarazada, la lesión
del bien jurídico es doble, y la consecuencia jurídica ha de ser por ello mucho más
grave[6]

ROY FREYRE, por su parte, señala que: "Si la gestante es persuadida, con argumentos
más o menos convincentes, pero sin amenazas de ninguna especie, entonces habrá
prestado su consentimiento y su conducta no será subsumible en el texto legal ahora
comentado. Si la mujer embarazada es menor de 18 años, se supone juris et de jure
que el aborto se ha practicado no contando con su consentimiento, sin perjuicio que
pueda darse la hipótesis (más grave en nuestro concepto) consistente en que el delito
haya sido cometido contra su voluntad expresa". Advertimos que si bien es cierto que
la ausencia de consentimiento de una menor (inimputable) es irrelevante al no
posibilitar cambiar la hipótesis delictiva a la de un aborto consentido, también es
verdad que el aborto contra la voluntad psíquica de la menor es importante para
graduar la pena del autor o autores.

Comentario del tipo penal:

El tipo previsto en el Artículo 116° del Código Penal presenta características


especiales, en él obviamente la sanción es más severa que en la que corresponde al
tipo base, es decir, al aborto consentido.

La explicación es evidente, en estos supuestos de abortos no consentidos, se vulneran


simultáneamente dos bienes jurídicos específicos, a saber: la propia vida del feto en
gestación y el concepto jurídico de maternidad, entendido como el derecho de
autodeterminación de la mujer a ser madre, atributo que no admite interferencia ni
interrupción alguna; no obstante, consideramos que puede tomarse en cuenta un
tercer criterio.

En efecto, cuando se materializa un aborto no consentido, dadas las especiales


circunstancias que rodean este hecho, puede con gran probabilidad, afectarse
también, la propia vida e integridad física así como psicológica de la mujer. En tal
contexto, no se debe dejar de lado-que las circunstancias especiales a las que
aludimos, se refieren a los medios comisivos utilizados con el propósito de concretar
el aborto no consentido. Entre estos medios se cuentan la violencia, la intimidación,
amenaza, engaño o cualquier otro método no permitido por el ordenamiento jurídico
que facilita y propicia, la culminación abrupta de la vida en gestación.

Sobre el particular, debemos acotar que se justifica plenamente la agravación de la


pena y de otro lado, sin entrar a disquisiciones de orden filosófico que no es el
propósito del presente ensayo, cabría plantear interrogantes, siempre en el campo del
ordenamiento penal, respecto a si la comisión del delito de aborto no consentido,
hasta qué punto puede considerarse constitutivo de otro ilícito. En este caso nos
estamos refiriendo al delito de violación de la libertad personal debidamente previsto
y sancionado por el Artículo 151° del Código Penal a través de la figura de la
coacción[7]pues obviamente, gran afectación, al margen de la integridad física y la
propia vida de la mujer en gestación, se ocasiona a su derecho de autodeterminación
de la voluntad, en este caso, manifestado en el deseo de ser madre.

Otra cuestión puntual es la referida a que en el delito previsto en el Artículo 116° del
Código Penal, se presenta la figura de la preterintención constituida por la mixtura del
dolo, manifestada en las maniobras abortivas que atentan directamente contra el fruto
de la concepción y, por otro lado, concurre también la culpa traducida en el resultado
más grave por la acción del agente, en este caso, la muerte de la mujer.

Por otro lado debe agregarse, que a diferencia del Código Penal brasileño, en nuestro
ordenamiento no se prevé como agravante la circunstancia de causar con las
maniobras abortivas lesiones graves a la madre, en cuyo caso, se sostiene que cabría
un concurso real de delitos por la comisión de los ilícitos de aborto y lesiones graves,
el primero, en agravio de la sociedad y el segundo, en perjuicio directo de la madre en
gestación. Consideramos que esta constituye una grave omisión de nuestro legislador,
toda vez que en la mayor parte de los casos que ocurren en nuestra sociedad, se
suscita precisamente dicha situación, esto es, que a consecuencia de las maniobras
,abortivas a la que es sometida, la mujer sea lesionada gravemente, llegando en
ocasiones a quedar imposibilitada para embarazarse en el futuro.

3. Aborto practicado por profesional sanitario


DESCRIPCIÓN TÍPICA: Artículo 117°: "El médico, obstetra, farmacéutico, o cualquier
profesional sanitario, que abusa de su ciencia o arte para causar el aborto, será
reprimido con la pena de los artículos 115 y 116 e inhabilitación conforme al artículo
36, incisos 4 y 8".

La fuente de esta figura delictiva la encontramos en el Código de Santa Cruz en su


Artículo 516, asimismo en el Artículo 282 del proyecto de 1859; en el Código de 1863,
Artículo 245. Tampoco puede dejarse de mencionar el Artículo 138 del Proyecto
peruano de 1916 y el Artículo 86, primer parágrafo del Código Penal argentino de
1921. Finalmente, con mejor técnica legislativa se reguló en el Artículo 162 del Código
Penal de 1924.

El aborto cometido por abuso del arte o ciencia de curar tipificado en el artículo 117°
del Código Penal de 1991, prevé un caso de aborto con agravantes, en razón de
la naturaleza del comportamiento y la calidad personal del o los agentes, ya sean estos
sujetos dedicados a una profesión sanitaria como por ejemplo, médicos, obstetras o
farmacéuticos que consecuentemente, se harán merecedores a la pena que les
corresponda según el tipo de aborto en que hayan incurrido, siendo inhabilitados para
el ejercicio de su profesión u oficio por no menos de seis meses ni más de cinco años.
Lo que se busca en realidad al imponer esta sanción, es confeccionar un criterio de
prevención especial, al intentar alejar al agente de una actividad que le brinda
oportunidades para delinquir, así como proteger mejor a las personas del peligro que
representan los profesionales sin escrúpulos. La ley exige para la aplicación de la
inhabilitación, que la conducta del profesional sanitario, implique un ejercicio abusivo
de su ciencia o arte, o sea no basta tener la calidad o condición personal especificada,
ni la comisión ocasional y única del aborto. ROY FREYRE manifiesta al respecto que la
expresión "para causar el aborto" de acuerdo a la ratio legis, debe ser interpretada
restrictivamente.

La inhabilitación se aplicará no sólo cuando el autor es un profesional sanitario, sino


también cuando es partícipe (ejemplo, un cómplice), debiendo prevalecer que su
intervención comporte un aprovechamiento y explotación inicuos de sus
conocimientos especializados y de la confianza que se le otorga al permitírsele el
ejercicio de la profesión u oficio. En otras palabras, el Artículo 117° del Código Penal
consigna una forma agravada del aborto consentido y no consentido, cuando es
cometido por profesional sanitario con abuso de su ciencia o arte. Para tal efecto las
conductas deben ser practicadas por médicos, obstetras, farmacéuticos o cualquier
otro profesional sanitario, por ello cuando la norma legal señala el término
profesional se refiere a la ocupación respaldada por título emitido por Universidad u
otro centro de enseñanza, llámese un médico, enfermera, obstetra, etc.
Consecuentemente podríamos concluir que aquellas personas que carecen de título
profesional sanitario no estarían incursas como sujetos activos en la figura
penal materia de análisis.

Comentario del tipo penal:

En el delito previsto por el Artículo 117° del Código Penal, hay que tomar en
consideración dos aspectos fundamentales; en primer lugar, que se trata de un delito
especial, ello en razón de la profesión u oficio que ostenta el agente del ilícito pues
necesariamente, el sujeto activo debe ser un médico, obstetra o farmacéutico. Esto
quiere decir que aun en el caso que la persona que cometa el delito materialice con su
acción todos los elementos subjetivos del tipo penal, si no ostenta dicha categoría,
profesión u oficio, se carecerá del elemento objetivo del tipo, más aun tratándose de
un delito especial por la calidad del agente como se mencionó anteriormente; por
tanto, en dicha circunstancia, el sujeto activo no estaría incurso en este delito
contemplado en el Artículo 117° del código sustantivo sino, en el genérico o tipo base,
es decir, en los Artículos 115° o 116° del mismo cuerpo legal, esto atendiendo al
consentimiento o renuencia de la madre con respecto a la realización de las prácticas
abortivas, respectivamente.

En segundo término, debe tomarse en cuenta fundamentalmente, la imposición de la


medida de inhabilitación al autor o cómplice del delito. Al respecto, esta sanción
accesoria pero ineludible, halla su fundamento en razones de política criminal
referidas a la prevención del delito.

En efecto, con la imposición de la inhabilitación en todas sus modalidades, se pretende


disuadir a la persona que tiene la calidad de médico, obstetra, farmacéutico o toda
aquella que se desempeñe como profesional sanitario, de incurrir en prácticas
abortivas, en este caso, estamos ante un supuesto de prevención especial por la
calidad del agente. Ahora bien, dicha sanción también implica un castigo y represión a
todo aquel que en forma dolosa y maliciosa, haga uso indebido de sus conocimientos
especializados y también, de la confianza depositada en su persona como profesional
de la medicina, pues como se indicaba en el análisis del tipo penal, los profesionales o
técnicos sanitarios tienen como norte de su ocupación, salvar vidas y no, acabar con
ellas como ocurriría de darse el caso, de admitirse que ejerzan su profesión o empleen
sus conocimientos para dar muerte al fruto de la concepción, situación que como
también se señaló, simultáneamente puede dar lugar a lesiones irreversibles
y daño irreparable tanto a la integridad física como psicológica de la gestante.

Finalmente, es oportuno acotar que en nuestro medio, por un inadecuado e incipiente


registro de profesionales médicos y asistentes en la materia, así como de los lugares
en que éstos desempeñan su labor, se carece de los medios necesarios para
contrarrestar como corresponde, la lucha contra la criminalidad dedicada a prácticas
abortivas; siendo esto así, constituye una medida de suma urgencia, realizar las
coordinaciones interinstitucionales a que hubiere lugar, especialmente en lo que se
refiere a la nómina que brinda periódicamente el Colegio Médico del Perú, para saber
con mayor grado de certeza el número de profesionales médicos, la especialidad que
ejercen y, los nosocomios en que desempeñan su labor, debiéndose indagar, claro está,
si cuentan con un registro verdadero y vigente ante dicho colegio profesional.

4. Aborto preterintencional

DESCRIPCIÓN TÍPICA: Artículo 118°: "El que con violencia, ocasiona un aborto, sin
haber tenido el propósito de causarlo, siendo notorio o constándole el embarazo, será
reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años, o con prestación
de servicio comunitario de cincuentidós a ciento cuatro jornadas".

Esta figura delictiva tiene su antecedente en el Artículo 329° del Código


Penal español de 1848; así como en el Artículo 244°, tercer parágrafo del Código Penal
peruano de 1863 y en el Artículo 139° del Proyecto Peruano de 1916, siendo su
antecedente inmediato el Artículo 164° del Código Penal de 1924.

Si bien es cierto no existe un criterio uniforme en la doctrina respecto al elemento


de culpabilidad que contiene el aborto preterintencional, por ello algunos tratadistas
como QUINTANO RIPOLLÉS y RAMOS PECO lo denominan aborto culposo, mientras
que los juristas SOLER, FONTÁN BALESTRA y HURTADO Pozo señalan que la
imputación de esta forma de aborto se hace a título de preterintencionalidad,
coincidiendo y adhiriéndonos a dicho criterio, ya que al revisar el iter criminis de la
figura delictiva materia de análisis comprobamos que es una forma de culpabilidad
que está constituida por el dolo en la acción, es decir, el empleo de la violencia y el
elemento culpa en el resultado, nos encontramos entonces frente al aborto ocasionado
por falta de previsión.

En este contexto, debe tenerse en cuenta que la preterintención surge cuando de la


acción u omisión se deriva un acontecimiento dañoso o peligroso más grave que el
que quiso causar en realidad el agente, debiendo ser el resultado normalmente
previsible, para que pueda ser imputado a la voluntad del sujeto activo del delito.

Comentario del tipo penal:

Nuevamente la preterintención[8]constituye en este delito el elemento subjetivo del


tipo esencial pues sin su concurrencia, la conducta de aquel que comete la conducta
descrita en el Artículo 118° del Código Penal, sería atípica. En efecto, doctrinariamente
la preterintención surge o se manifiesta, cuando de la acción u omisión del agente se
deriva un' acontecimiento dañoso o peligroso que resulta más grave que aquel que
quiso causar el sujeto activo del delito y el aspecto fundamental que determina la
comisión del aborto preterintencional es precisamente, la previsibilidad.

¿En qué consiste dicha circunstancia? Simplemente en que para que sea imputable el
resultado criminal a su autor, éste debe haber tenido la capacidad de prever o
anticipar el resultado, caso contrario, no podrá ser sindicado a título de
preterintencionalidad. Lo señalado se refiere esencialmente al aspecto de la tipicidad;
sin embargo, no debe dejarse de lado que tal previsibilidad tiene un componente de
connotación práctica, es decir, que el estado de gravidez de la madre debe ser notorio,
en tal contexto, el agente del delito debe actuar a sabiendas que al cometer violencia
contra la mujer, aquella se halla gestando y por lo tanto, que sus actos de agresión
pueden provocar el aborto que dicha madre no quiere ni ha consentido en forma
alguna.

También conviene reiterar, que algunos autores consideran que al no querer el agente
el resultado aborto, existe un componente culpo-so en su accionar; pese a ello,
opinamos que el dolo existe tanto por la intencionalidad manifiesta del autor de
lesionar o dañar la integridad de la mujer, como en la previsibilidad que está a su
alcance, de saber que con la violencia que ejerce sobre aquella, es muy probable que
ésta aborte. Con dicha situación, queda claro que la intencionalidad directa e
inmediata del agente es vulnerar la integridad física de la mujer; no obstante, por la
previsibilidad a que hemos hecho referencia, es de colegir que sub-yace en su
comportamiento contrario a derecho, una finalidad mediata y secundaria que acepta
como probable, dañar también al feto que la mujer lleva en sus entrañas. Insistimos
sobre el particular que el estado de gravidez debe ser notorio para el agente pues en
caso contrario, en ausencia de dicha circunstancia esencial, esto es, la previsibilidad, él
siempre va a seguir respondiendo por su conducta cometida a título de dolo, pero en
este caso, sólo por el delito de lesiones en agravio de la madre.

Conclusiones

A lo largo de lo investigado encontramos que la realidad sobre el aborto se ha


convertido en un fenómeno criminal que va en aumento, y que la tendencia de
la iglesia y los aspectos legales preventivos no han podido detenerlo. Por lo tanto,
considero pertinente que a efectos de erradicar las prácticas abortivas y desde una
perspectiva social, se deben difundir con eficacia los métodos anticonceptivos, los
cuales traen como consecuencia la planificación familiar, que si bien es cierto ha sido
muy teorizante y destinado a pequeños grupos de familia, ahora se pretende
ampliar el universo al que se orienta de esta manera para vencer la resistencia de las
mujeres que dada su incipiente educación sexual, desconfían de
los métodos anticonceptivos, consecuentemente el 80% de las mujeres fértiles no
hacen uso de anticonceptivo alguno pero están dispuestas a sufrir el aborto cuando
quedan embarazadas.

El tema sobre el aborto es de trascendental importancia ya que la vida humana debe


ser respetada y protegida de manera absoluta desde su concepción, .es decir, desde el
momento de su existencia, no olvidemos que sin duda alguna, al ser humano se le
deben reconocer sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho de todo ser
humano, a la vida.

El derecho a la vida, como derecho personalísimo que pertenece a la persona por su


sola condición humana, es un derecho esencial e innato que le corresponde desde su
origen, lo cual biológicamente ocurre a partir del momento de la concepción, debiendo
replantearse los marcos normativos a efectos que la represión del delito de aborto, a
la vez que cumpla su objetivo de prevención general y especial, no afecte en modo
alguno, el derecho de dignidad tanto de la madre gestante, como la de su hijo en
formación.

Por lo delicado del tema, encontrarnos distintos criterios, tal es así que el aborto
provocado interesa en la medida en que constituye, según los criterios tradicionales,
un gravísimo atentado contra el derecho a la vida de las personas. Para ello se sostiene
que el embrión o feto tiene vida desde el momento de la concepción y por lo tanto, el
aborto es un atentado contra el bien personalísimo: vida, el más importante de los
atributos reconocidos al ser humano.
ARTÍCULO 121: LESIONES GRAVES

l. TIPO PENAL

Las diversas conductas delictivas que configuran lesiones graves están tipificadas en
el artículo 121 del código sustantivo, el mismo que con la modificación producida por
la Ley NQ 28878 del 17 de agosto de 2006, tiene el siguiente contenido:

El que causa a otro daño grave en el cuerpo o en la salud, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de ocho años. Se consideran
lesiones graves:

1. Las que ponen en peligro inminente la vida de la víctima.

2. Las que mutilan un miembro u órgano principal del cuerpo o lo hacen impropio
para su función, causan a una persona incapacidad para el trabajo, invalidez o
anomalía psíquica permanente o la desfiguran de manera grave y permanente.

3. Las que infieren cualquier otro daño a la integridad corporal o a la salud física o
mental de una persona que requiera treinta o más días de asistencia o descanso, según
prescripción facultativa.

Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión y si el agente pudo prever este


resultado, la pena será no menor de cinco ni mayor de diez años.

Cuando la víctima es miembro de la Policía Nacional del Perú o de las Fuerzas


Armadas, Magistrado del Poder Judicial o del Ministerio Público, en el cumplimiento
de sus funciones, se aplicará pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de
doce años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

La acción típica de lesiones graves se configura cuando el agente por acción u omisión
impropia causa, produce u origina un daño grave en la integridad corporal o salud del
sujeto pasivo. El profesor Luis Bramont Arias, comentando el tipo penal de lesiones
graves del Código Penal derogado de 1924, señalaba que consiste en "la causación de
cualquier resultado que deje una huella material en el cuerpo o una alteración
funcional en la salud de la persona ofendida".

Se entiende por daño a la integridad corporal toda alteración anormal en la estructura


física o anatómica de la persona. En otros términos, daño en el cuerpo se entiende
cualquier modificación, más o menos duradera, en el organismo de la víctima. El daño
puede ser externo o interno y carece de importancia, para su configuración que exista
o no derramamiento de sangre. Sin embargo, el detrimento en la contextura física
debe ser anormal, esto es, que tenga incidente en la eficacia vital del cuerpo humano.
Por lo tanto, la alteración de parte del cuerpo que no afecta la vitalidad o que no tenga
incidencia en ella, no constituye lesión, por ejemplo, el corte de cabellos, de barba, de
uñas (que son partes que están destinadas a ser cortadas normal y periódicamente)
no configuran delito de lesiones, pero sí puede constituirse en otro delito como el de
injuria.

En tanto que daño a la salud se entiende como una modificación funcional del
organismo. Afecta el desarrollo funcional del organismo humano, sea en su aspecto
físico como mental. Por lo tanto, cualquier detrimento o perturbación en el organismo
que afecte su desarrollo o equilibrio funcional constituye un daño en la salud
tipificable como delito.

En otro aspecto, de la redacción del tipo penal se evidencia en forma clara que las
autolesiones no constituyen injusto penal de lesiones. El tipo comienza indicando que
el daño debe ser "a otro", es decir, la acción de lesionar debe estar dirigida a un
tercero. Si uno mismo se causa las lesiones en el cuerpo o en la salud no se configura el
delito de lesiones y menos en su modalidad de graves.

Las cualidades o características de los medios o elementos empleados para la


materialización de la conducta delictiva de lesiones graves carecen de relevancia al
momento de calificar los resultados producidos sobre la integridad corporal y salud
de la víctima. Siendo posible la utilización de cualquier medio. La lesión se torna en
grave por su misma magnitud, sin importar el objeto con el cual fue causado. Los
medios, instrumentos, formas o especiales circunstancias solo tendrán trascendencia
cuando el juez se encuentre en el momento de individualizar y graduar la pena a
imponer al agente que ha encontrado responsable penalmente de la lesión grave
después del debido proceso.

De acuerdo con nuestro sistema jurídico, la integridad corporal y la salud no son


bienes o intereses fundamentales de libre disposición por las personas. En tal sentido,
el consentimiento de la víctima para que el sujeto activo le cause lesiones en su
integridad corporal o salud carece de relevancia para la configuración del delito, esto
es, aun cuando la víctima haya dado su consentimiento para que otro le ocasione o
cause lesiones graves, el delito se configura: Incluso, así el agraviado pretenda
justificadas o abdique en reclamar alguna indemnización, al ser un delito de acción
pública, el debido proceso penal se iniciará y se continuará hasta que se dicte
resolución final en contra el autor de las lesiones graves. El consentimiento de la
víctima solo servirá como atenuante al momento de individualizar y graduar la pena.

2.1. Circunstancias que califican la lesión como grave


a. Poner en peligro inminente la vida del sujeto pasivo. Esta calificante aparece en el
inciso 1 del artículo 121 del Código Penal. Se entiende que la lesión se considerará
grave cuando el daño ocasionado o producido en la integridad corporal o en la salud
de la víctima, le pone en serio, concreto e inminente peligro su vida.

Peligro inminente de la vida debe ser entendido como la probabilidad concreta y


presente que a consecuencia de la lesión producida se origine un resultado letal. El
peligro de muerte debe ser actual, serio, efectivo y no remoto o meramente
presumido. El peligro inminente será reconocido por síntomas objetivamente
demostrables y en referencia a las funciones más importantes de la vida orgánica. Lo
cual significa que no es suficiente que la lesión o daño producido sea apta "en sí" para
poner en peligro la vida de la víctima, sino que será indispensable verificar, en el caso
concreto, un peligro concreto para la vida de aquella. En consecuencia, si la lesión
producida en una persona no pone en peligro su vida en algún momento de su
evolución, por más horror que cause en sí misma, por su propia naturaleza, no se
configurará la modalidad delictiva en comentario.

b. Mutilación de un miembro u árgano principal del cuerpo. Antes de exponer en qué


consiste esta modalidad delictiva, resulta necesario entender o saber los conceptos de
"miembro" u "órgano" que se utiliza en la construcción de la circunstancia agravante
del delito de lesiones graves.

Biológicamente, se entiende como miembro a cualquiera de las extremidades del


hombre articuladas con el tronco, destinadas al ejercicio de las funciones de relación,
los miembros son cuatro: dos inferiores y dos superiores. En tanto que órgano es
cualquiera de las partes del cuerpo que ejercen una función específica, por ejemplo, la
vista, los oídos, etc.

En ese sentido, se configura como graves las lesiones cuando el agente mutila, amputa
o cercena algún miembro u órgano principal del sujeto pasivo. También se configura
esta modalidad agravada cuando a consecuencia de la acción del agente, se mutile o
ampute por prescripción médica, un miembro u órgano principal de la víctima. Así se
pronuncia la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema en la Ejecutoria del 05 de
setiembre de 2005, al argumentar que "la lesión que causó es grave porque importó,
por el medio empleado y la zona afectada, la pérdida de la pierna izquierda, siendo de
aplicación el inciso dos del artículo 121 del Código Penal'.

La mutilación o cercenamiento de alguna parte de la persona es per se de suma


gravedad, siendo más evidente la gravedad cuando se produce sobre un miembro u
órgano que realiza una función principal para la víctima.
Los efectos de la mutilación de un miembro u órgano trascendente para la vida en
relación al que la sufre, deja a este en la imposibilidad de valerse por sí mismo O de
ejecutar las funciones naturales que antes ejecutaba. Un ejemplo típico de
imposibilidad de ejecutar las funciones naturales, es la castración producida ya sea en
un hombre o en una mujer. Nunca más podrá realizar su función natural de
procreación.

Bramont-Arias Torres/García Cantizano han señalado que la distinción sobre la


importancia del miembro u órgano se deducirá desde el bien jurídico y según la
importancia que revista para la salud del sujeto pasivo. De ese modo, un criterio de
distinción será necesariamente de naturaleza funcional. Así, por ejemplo, para un
pianista un dedo reviste carácter principal, pues su amputación afecta gravemente su
estado de bienestar. Siendo que la distinción o calificación será realizado por el
juzgador en cada caso concreto.

c. Hacer impropio para su función a un miembro u órgano principal. Estos supuestos


se producen cuando la lesión origina invalidez e inutilización del órgano o miembro
principal de la víctima. La lesión ocasionada hace inapto para la función que el órgano
o miembro desempeña normalmente. Aquí no es necesario la amputación sino
simplemente hacerle inapto o impropio para su función normal. En otros términos,
hacer impropio para su función significa que el sujeto pasivo queda en la
imposibilidad de valerse de algún miembro u órgano importante a consecuencia de la
lesión, sin necesidad de que haya sido cercenado.

Nada precisa el tipo penal respecto al tiempo que debe durar la impropiedad de la
función de un miembro u órgano importante, no obstante, interpretando
sistemáticamente y tomando en cuenta la drasticidad de la pena a la que se hace
merecedor el agente, se concluye que la impropiedad debe ser permanente y total. En
consecuencia, la opinión médica será necesaria al momento de decidir si la invalidez
del órgano o miembro es permanente e irreversible y total.

Si en un caso concreto se concluye que la impropiedad para la función de un órgano o


miembro es temporal o parcial, es decir, subsiste, pero en una forma disminuida, se
descartará la lesión grave. Ejemplos típicos de esta modalidad de lesión grave son la
parálisis, la perdida de la visión, perdida de la capacidad para el coito (impotencia), la
esterilidad, etc.

d. Causar incapacidad para el trabajo. Para explicar este supuesto, resulta primordial
diferenciar los términos de total, parcial, permanente y temporal, ello a fin de no
utilizarlos en forma confusa y, por ende, confundir al lector.
En primer lugar, se acepta que la incapacidad para el trabajo puede ser parcial y total.
Habrá incapacidad parcial cuando el sujeto pasivo a consecuencia de la lesión, sufre
una disminución en su capacidad laboral, es decir, sigue laborando, pero lo hace en
menor intensidad con ocasión de la lesión. En tanto que habrá incapacidad total
cuando la víctima a consecuencia de la lesión sufrida, pierde en forma general y total
la capacidad para el trabajo, esto es, de ningún modo puede desempeñarse en el
trabajo que venía realizando hasta antes de la lesión.

Por otro lado, también existe la distinción entre incapacidad temporal y permanente.
Será temporal cuando la incapacidad solo es por tiempo determinado o definido, en
cambio será permanente cuando la pérdida de la capacidad para el desempeño de un
trabajo es irrecuperable, es decir, la víctima no podrá volver a cumplir función laboral.

En el momento de calificar los hechos y determinar si estamos ante una incapacidad


para el trabajo total o parcial y temporal o permanente, es conditio sine qua non la
existencia de un pronunciamiento médico legal. Corresponde a los médicos legistas
Orientar al fiscal y después al juez, la magnitud de la incapacidad laboral producida en
la víctima a consecuencia de la lesión.

En ese sentido, haciendo interpretación sistemática de todos los supuestos que recoge
el inciso 2 del artículo 121 del Código Penal, se concluye que debe tratarse de una
lesión que origine incapacidad para el trabajo total y permanente. De ese modo,
creemos que no es acertado sostener que la incapacidad a la que alude la disposición
puede ser permanente o parcial como entiende Villa Stein. Finalmente, al no hacer
distinción el legislador en cuanto a qué tipo de trabajo debe quedar imposibilitado de
realizar el sujeto pasivo con ocasión de la lesión, debe entenderse que se refiere al
trabajo en general. Técnicamente es una fórmula más eficiente. Hacer distinciones de
acuerdo a la función que cumple la víctima hasta antes de sufrir la lesión, es desde
todo punto arbitrario y lleva a cometer excesos como sostenía Peña Cabrera. En
efecto, interpretar de otra manera el supuesto en comentario conduce a efectuar
distinciones arbitrarias en donde la ley no las hace.

También resulta incoherente sostener que el presente presupuesto se refiere al


trabajo habitual de la víctima y si esta no tenía trabajo habitual como, por ejemplo, los
jubilados, tendríamos que concluir que no son pasibles de ser víctimas de la
agravante, lo cual es absurdo. En concreto, debe entenderse que se refiere a todo tipo
de trabajo.

e. Invalidez permanente. Este supuesto agravante no debe entenderse, como lo hacen


los profesores Bramont Arias, Roy Freyre y Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano
(284) que se refiere a la incapacidad para el trabajo total y permanente. La sola
incapacidad para el trabajo se subsume en el supuesto anterior. Invalidez es un
término mucho más amplio y da a entender una situación desastrosa y lamentable
para el que la sufre, pues sus funciones de relación se ven seda y totalmente afectadas.

La invalidez significa o se entiende que la víctima, como consecuencia lamentable de la


lesión sufrida, no puede desenvolverse por sí misma. Necesita de una tercera persona
o de algún elemento mecánico o electromecánico para realizar sus actividades básicas.
Aparte de no poder realizar alguna actividad lucrativa, no puede, por ejemplo, hacer
sus necesidades básicas sin la ayuda de un tercero. Podemos afirmar que hasta su
dignidad de persona humana se ve seriamente lesionada.

La invalidez debe tener el carácter de permanente. Si en el caso concreto se determina


que la invalidez solo es temporal, el hecho no se subsumirá en este supuesto delictivo.
En consecuencia, resulta primordial el pronunciamiento de los profesionales de
medicina legal para la calificación correspondiente de los hechos.

f. Anomalía psíquica permanente. A efectos de este supuesto agravante, se entiende


por anomalía psíquica toda alteración, perturbación o trastorno de las facultades
mentales de la persona.

La hipótesis se presenta cuando el sujeto pasivo o víctima a consecuencia de la lesión,


sufre alteración de sus facultades mentales de manera permanente, es decir,
incurables; siendo la mayor de las veces, efectos inmediatos de traumatismos encéfalo
craneanos.

g. Desfiguración de manera grave y permanente. Este supuesto agravante se presenta


cuando como resultado de la lesión sufrida por la víctima, esta queda dañada
físicamente de manera grave e irreversible. Es un daño que afecta directamente la
integridad física de la persona en su totalidad y no solo a aquel producido en el rostro.

Aun cuando en la doctrina peruana y en la práctica judicial se conoce a este supuesto


como "desfiguración de rostro", de acuerdo con la redacción del inciso 2 del artículo
121 del Código Penal, estamos ante un supuesto que abarca las lesiones que originan
deformidad o desfiguración en cualquier parte de la integridad corporal o física de la
persona, pudiendo ser en el rostro u otra parte. El legislador peruano, siguiendo la
tendencia de la legislación española, al redactar el tipo penal no ha hecho distinción
alguna. En cambio, como ejemplo de las legislaciones que hacen distinciones cabe citar
el artículo 90 del Código Penal argentino que amenaza con pena de reclusión o prisión
de uno a seis años "si la lesión ( ... ) le hubiere causado una deformación permanente
del rostro". De ese modo, para la legislación, doctrina y jurisprudencia argentina es
apropiado y atinado referirse al supuesto de desfiguración de rostro. Situación que no
puede ocurrir en la doctrina y jurisprudencia de nuestra patria.
Se considera grave la lesión cuando modifica profunda y considerablemente la forma
habitual de la persona en su círculo social. Permanente es la desfiguración indeleble,
irreparable, excluyente de la posibilidad de una restitutio in integrum. Irreparabilidad
quiere significar desfiguración no rectificable por sí misma.

Las lesiones de este tipo, consideradas desde una perspectiva subjetiva, teniendo en
cuenta tanto al individuo lesionado como al prójimo, deben generar una impresión de
repugnancia, o por lo menos de incuestionable disgusto o desagrado.

Es importante indicar que no es necesario que la deformidad o desfiguración estética


de la figura humana esté visible para un público indeterminado para considerarse
como agravante la lesión, sino también lo serán aquellas que permanezcan ocultas por
la vestimenta. En suma, toda lesión dolosa que produzca un perjuicio o desmedro en la
integridad corporal del sujeto pasivo que reúna las características de grave y
permanente, es decir, irreversible por sí misma, es calificada como lesión grave para
nuestro sistema jurídico.

La característica de irreversible e irreparable debe entenderse en el sentido que por sí


misma, o mejor dicho, de manera natural, la integridad corporal no pueda
reconstruirse o restituirse y volver al estado anterior de producida la lesión. De esa
forma, si se aplica los avances de la ciencia médica como la cirugía plástica, por
ejemplo, y vuelve a restituirse la integridad del afectado con la lesión grave, de modo
alguno puede excluirse la agravante de desfiguración grave y permanente. El autor de
la lesión será sancionado por el ilícito penal en interpretación.

Aun cuando para calificar el hecho concreto no tiene mayor relevancia, para efectos de
individualizar la pena a imponer al autor de las lesiones ocasionadas a la víctima, se
tendrá en cuenta la función que cumple la víctima en determinado grupo social, el
sexo, la edad, la parte afectada. Ello reviste importancia, pues será más perjudicial y,
por ende, más reprochable la lesión que causa cojera en un futbolista que aquella que
causa cojera en un vendedor de carne en el mercado. Aquel nunca más volverá a
efectuar su profesión de futbolista, mientras que este seguirá atendiendo
normalmente a sus clientes en el mercado, pero claro está, con cierta dificultad. O
como indican Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano, no es lo mismo un pequeño
corte en el muslo de un carpintero que en el de una modelo profesional.

La Ejecutoria Suprema del 14 de junio de 2004 recoge un caso real de lesiones graves
de este tipo. En efecto, allí se considera que "está probado que el acusado Nureña
Palma y el agraviado Tello jara se acometieron mutuamente que en el curso de la
gresca el imputado no solo le fracturó los huesos de la nariz sino que portando un pico
de botella le infirió una herida cortante en forma de 'Y' en dorso nasal, la misma que
según la exposición pericial en el acto oral ( ... )es de tipo colgajo que dejara huella
indeleble por lo que el hecho se subsume en el inciso dos del artículo ciento veintiuno
del Código Penal'.

h. Inferir cualquier otro daño en la integridad corporal o la salud física o mental que
según prescripción médica requiera más de veintinueve días de asistencia o descanso.
Indudablemente, el legislador no puede prever todas las formas en que pueden
aparecer las lesiones y, por ende, causar daño o perjuicio a la integridad corporal de
las personas y a su salud. En tal sentido, siendo conscientes de aquella situación se
hace uso de una fórmula que, vía la interpretación analógica legalmente permitida,
facilita abarcar toda aquella gama de lesiones no previstas taxativamente. Así, aparece
la indicación de un plazo de atención facultativa o de descanso para el trabajo como
parámetro para medir la gravedad de las lesiones.

En esa línea, cualquier otra lesión que causa un daño en la integridad corporal, salud
física o mental del sujeto pasivo que requiera, según prescripción médica, más de
veintinueve días de atención facultativa o descanso para el trabajo, será considerado
como lesión grave. Los efectos de la lesión pueden ser permanentes o temporales. De
esa forma, no le falta razón a Roy Freyre (289), quien comentando el corpus juris
penale de 1924, enseña que el citado daño grave puede ser permanente o reversible,
entendido este último que la afectación o alteración de la integridad corporal o salud,
puede desaparecer, volviendo el organismo o la salud a su estado normal en un
tiempo más o menos prolongado.

En consecuencia, al igual como en los anteriores supuestos, aquí el pronunciamiento


médico legal resulta fundamental para calificar una lesión como grave. Si el
reconocimiento médico no se realiza es probable que el hecho quede impune. Pues,
aquel es prueba para acreditar la comisión del delito de lesiones por parte del
imputado. Nuestro más alto tribunal de justicia así lo entiende. Como ejemplo,
tenemos el caso real objeto de la Ejecutoria Suprema del 21 de junio de 1999 donde se
expone "que, habiéndose acreditado que el citado acusado lesionó dolosamente al
agraviado (...), en circunstancias que este descendía del vehículo de su propiedad, por
inmediaciones de la cuadra dos de la calle La Habana – El Alambre Trujillo- con la
finalidad de retirar un árbol que obstruía el paso, proponiéndole diversos golpes en
distintas partes del cuerpo, los mismos que se encuentran acreditados con el
Certificado Médico Legal obran te a fojas diecinueve, del que se desprende que el
antes mencionado ha requerido de sesenta días de atención facultativa y sesenta días
de incapacidad para el trabajo, debe graduarse la pena en atención a dicha
circunstancias".

En la misma línea de razonamiento tenemos la Sentencia del 05 de agosto de 1997 del


Trigésimo Segundo juzgado Penal de Lima. En efecto, aquí se sostiene que "el delito de
Lesiones Graves se configura cuando el sujeto activo produce en el sujeto pasivo un
daño en su integridad física, corporal o la salud mental, sin que medie para ello el
ánimo de matar, que, haciendo un análisis jurídico y objetivo de los hechos expuestos
y las pruebas que obran en autos ha quedado plenamente acreditado el delito de
lesiones con el Certificado Médico Legal que obra en autos, así como la
responsabilidad penal del encausado ya que si bien este alega que no ha tenido la
intención de ocasionar la lesión al agraviado pues este ha sido producto de un forcejeo
tras una discusión mantenida con este, ello se ha desvirtuado con la imputación hecha
por el agraviado cuando refiere que el encausado ha venido directamente y le ha
reventado una botella de cerveza en la cabeza, dando certeza esta imputación el hecho
de presentar el agraviado seis heridas en la cabeza que de ninguna manera pudieron
haber sido producto solo de una lesión en el forcejeo".

2.2. Lesiones graves seguidas de muerte

La última parte del tipo penal del artículo 121 prescribe las lesiones graves seguidas
de muerte que comúnmente en doctrina se le conoce con el nomen iuris de homicidio
preterintencional.

El injusto penal consiste en ocasionar la muerte de la víctima con actos que estaban
dirigidos a solo producir lesiones graves, teniendo la posibilidad el agente de prever el
resultado letal. La previsibilidad es importante para calificar la figura delictiva. Si el
agente no tuvo ninguna posibilidad de prever aquel resultado no será culpable de la
muerte que se produzca, limitándose su responsabilidad penal por las lesiones
graves que ocasione. Ello debido a nuestro sistema jurídico penal, en el cual ha
quedado proscrita toda forma de responsabilidad objetiva, es decir, la responsabilidad
por el solo resultado, según el artículo VII del Título Preliminar del Código Penal.
Ahora se requiere necesariamente la concurrencia del dolo o la culpa en una conducta
para ser catalogada como ilícita de carácter penal (artículo 11 del C.P.).

Aquí creemos necesario exponer la diferencia que existe entre culpa y lo que se
conoce como dolo eventual, pues caso contrario, podemos llevar a confusión y
fácilmente se puede pensar que estamos frente al dolo eventual, cuando realmente
estamos ante la culpa. Existe culpa cuando el autor pudiendo o debiendo prever el
resultado dañoso realiza la conducta riesgosa pero permitida, sin el cuidado debido.
Aquí el agente no quiere ni tiene conciencia de cometer un injusto penal. En cambio,
se configura el dolo eventual cuando el autor, previendo el resultado dañoso actúa
confiado en que no se producirá y, sin embargo, se produce. Aquí el agente, al menos,
se representa y, en consecuencia, tiene consciencia que puede realizar el delito. En
efecto, mientras en la culpa el sujeto activo puede o debe prever el resultado y, de ese
modo, actuar con el debido cuidado y prudencia; en el dolo eventual, el agente prevé
aquel resultado, no obstante, confiando que no se producirá en la realidad, actúa. Ahí
radica la principal diferencia, aun cuando por la exquisitez de cierto sector de la
doctrina se afirme que su diferenciación es nula.

En tal línea de interpretación, basta identificar que el agente tuvo animus


vulnerandi sobre la víctima y, además, estaba en la posibilidad de prever la muerte de
esta, para imputarle la figura de lesiones graves seguidas de muerte. Esto es, debe
concurrir el dolo en la conducta que ocasiona las lesiones graves y el elemento culpa
en el resultado muerte. La culpa se materializa en la ausencia del debido cuidado o por
falta de diligencia del agente al momento de producir las lesiones graves. El sujeto
activo produce la muerte que en realidad no quiso causar, pero se concretiza por
haber actuado sin el debido cuidado para evitarlo, pudiendo hacerlo. Tratándose de
una muerte imprevisible, por adolecer la víctima de la lesión de alguna enfermedad
oculta o algún otro menoscabo en su salud, el agente solo responderá por las lesiones
que se propuso realizar.

Por otro lado, si la lesión que ocasiona la muerte fue originada a título de culpa por el
agente, se excluye el homicidio preterintencional y en su lugar estaremos ante la
figura delictiva de homicidio culposo.

En tal sentido, es necesario que la muerte sea con ocasión directa de las lesiones
dolosas, pues si ocurre por otra circunstancia, como, por ejemplo, negligencia médica
en el tratamiento del sujeto pasivo, el agente de las lesiones no responderá por
aquella muerte a título de culpa sino por las lesiones que ocasionó, excluyéndose de
ese modo el delito de lesiones seguidas de muerte. Por el contrario, si a consecuencia
de alguna negligencia, impericia o imprudencia médica, se produce la muerte del
paciente, el médico tratante responderá por la muerte a título simplemente de culpa.

En suma, el homicidio preterintencional se consuma con la verificación de la muerte


del sujeto pasivo por culpa del agente al momento o con ocasión de las lesiones graves
que produjo. Si ello no ocurre, este solo responderá por las lesiones graves dolosas,
subsumiéndose su conducta a alguna de las circunstancias agravantes ya descritas y
analizadas. Es imposible hablar de tentativa en este hecho punible.

En la praxis judicial, aún se advierte que al operador jurídico le resulta difícil


internalizar los conceptos de las lesiones graves seguidas de muerte y muchas veces
estos casos los califica como homicidio. Sin embargo, la Corte Suprema del país, en
este aspecto, ha orientado la jurisprudencia en sentido correcto, enmendando de ese
modo la calificación efectuado por los magistrados de niveles infeliores. Así tenemos
las siguientes Ejecutadas Supremas:
"Por la forma en que ocurrieron los hechos, la ocasionalidad de los mismos y el hecho
de haber quedado el herido con vida suficiente para desplazarse, se descarta la
presencia de ánimo homicida en el agente, es decir, conciencia y voluntad deliberada
de ocasionar el resultado muerte en el agraviado, quien evidentemente actuó con el
propósito de herir, por lo que la acción delictuosa no cabe tipificarla de homicidio sino
de lesiones graves seguidas de muerte".

"De acuerdo al protocolo de necropsia el agraviado falleció a causa de un


traumatismo encéfalo craneano grave, el cual, según se ha determinado en la
secuela del proceso le fue ocasionado por el encausado, quien le infirió un golpe en la
región parietal con un objeto contundente duro; sin embargo, en autos no se ha
acreditado que la conducta del encausado haya estado dirigida por un animus
necandi, sino que más bien se ha acredito que su actuar estuvo orientada por un dolo
de lesionar, es decir, por un animus vulnerandi, por lo que la conducta de este
constituye delito de lesiones graves seguidas de muerte y no de homicidio simple
como lo ha consignado el Colegiado Superior en su sentencia".

"El citado agraviado después de haber sufrido la agresión de parte del referido
acusado aún continuaba con vida, falleciendo recién al día siguiente de los hechos, tal
como se acredita en el certificado de defunción; que, por la forma en que sucedieron
los hechos, el presente caso se subsume dentro del tipo penal de lesiones graves
seguidas de muerte, y no así en el delito de homicidio simple como incorrectamente
ha sido valorado por el colegiado; toda vez que el delito de homicidio requiere para su
configuración que la lesión del bien jurídico vida se haga mediante una consumación
instantánea, en la que la acción y el resultado deben estar íntimamente ligados tanto
en espacio y tiempo, cuestión que no se aprecia en el caso sub materia en el cual el
resultado muerte aconteció al día siguiente de los hechos y no así en el acto de su
perpetración; que siendo esto así, tanto el comportamiento delictivo, como el objeto
material del delito resultan invariables conforme a las pruebas actuadas en autos, los
mismos que han sido debatidos y controvertidos en la investigación y a nivel de
juzgamiento".

2.3. Si la víctima cumple función especial

Por Ley Nº 28878 del 17 de agosto de 2006, el gobierno aprista agregó otra calificante
al artículo 121 del Código Penal. Según palabras del propio presidente que promulgó
aquella ley, esta tiene como intención "cortar todo desborde y exceso contra la
autoridad", pues sin respeto a la autoridad, "no hay Estado ni sociedad posible". Aun
cuando puede ser verdad que sin respeto a la autoridad no es posible la existencia de
un Estado Democrático de Derecho, resulta errado en estos tiempos de
postmodernidad, seguir pensando que aumentando las penas se disuade a las
personas a que no cometan delito, cuando lo real es que la pena no cumple aquella
función.

Sin embargo, haciendo dogmática, si la víctima de las lesiones graves es miembro de la


Policía Nacional, de las Fuerzas Armadas, magistrado del Poder Judicial o del
Ministerio Público, la pena será mayor, esto es, de cinco a doce años, siempre que las
lesiones graves se hayan producido en el cumplimiento de sus funciones. Aquí en
consecuencia se aumenta la pena cuando se produce las lesiones graves sobre la
víctima en el cumplimiento de su función pública asignada. Si las lesiones se producen
en horas del día en que la víctima (efectivo policial o de la fuerza armado o los
magistrados) está descansando o, mejor dicho, fuera del ejercicio de su labor normal,
el incremento de la penalidad no se produce. En tales circunstancias el agente será
sancionado solo con una pena individualizada dentro de los márgenes establecidos en
el primer párrafo del tipo penal del artículo 121 del C.P.

De esa forma, por voluntad del legislador, las lesiones graves producidas en perjuicio
de un Policía Nacional, de un miembro de la Fuerza Armada, de un magistrado del
Poder Judicial o del Ministerio Público, dependiendo de la hora en que se realicen,
producirá efectos punibles diferentes. Si la acción criminal se produce en horas de
cumplimiento de su función, el hecho merecerá pena de cinco a doce años, en cambio
si las lesiones se producen en horas de descanso o días de vacaciones, el hecho será
sancionado con una pena no menor de cuatro ni mayor de ocho años. Situación
absurda, cuando lo real y racional a efectos laborales, un miembro de la Policía
Nacional, de la Fuerza Armada, un magistrado del Poder Judicial o del Ministerio
Público, nunca deja de ser tal aun cuando esté descansando.

2.4. Bien jurídico protegido

De la forma como se encuentra construido el tipo penal, se colige que el Estado vía el
derecho punitivo pretende proteger, por un lado, la integridad corporal y por otro, la
salud tanto física como mental de las personas. Se busca proteger lo que el legislador
de la Constitución Política vigente denomina integridad psíquica, física y el libre
desarrollo y bienestar de las personas. Con la tipificación de las lesiones graves
seguidas de muerte (homicidio preterintencional), aparte de la integridad corporal y
la salud, también se pretende proteger la vida de las personas.

2.5. Sujeto activo

Sujeto activo puede ser cualquier persona ya que el tipo penal no exige que se tenga
alguna cualidad o condición especial. Basta que su actuar desarrolle el verbo lesionar
para ser implicado en la comisión del delito de lesiones graves. Sólo se excluye el
propio lesionado, pues al haber previsto nuestro legislador el causar lesión a otro" se
descarta que sea punible la autolesión.

2.6. Sujeto pasivo

También sujeto pasivo, Víctima o agraviado puede ser cualquier persona desde el
momento del parto hasta que ocurra su deceso. El consentimiento de la víctima para
que se le cause lesiones graves es irrelevante. El agente será autor de las lesiones
graves así haya actuado con el libre consentimiento de su víctima.

Incluso, actualmente por la Ley Nº 28878, si la víctima es miembro de la Policía


Nacional, de la Fuerza Armada, magistrado del Poder Judicial o del Ministerio Público,
la consecuencia punible será mayor siempre que la acción se haya realizado en el
cumplimiento de su función.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

En doctrina no existe mayor discusión en considerar que el sujeto activo o agente


debe actuar con animus vulneran di, llamado también animus laedendi al momento de
ocasionar la lesión grave a su víctima. Esto es, se exige necesariamente conocimiento y
voluntad de lesionar gravemente en el agente. La intención de causar lesiones graves
es fundamental, pues si se determina que el sujeto activo solo tuvo intención de
causar lesiones leves y por circunstancias extrañas se producen lesiones graves,
estaremos ante otra figura delictiva diferente a la que venimos comentando.

También cabe resaltar que si de acuerdo a las circunstancias se determina que el


agente actuó con animus necandi y solo ocasionó lesiones graves, estaremos ante
tentativa de homicidio o asesinato, según sea el caso.

En las lesiones seguidas de muerte como hemos dejado indicado, debe concurrir el
dolo al ocasionar las lesiones graves y el elemento culpa al producirse la muerte a
consecuencia de aquellas.

4. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad del delito de lesiones
graves en cualquiera de las modalidades previstas en el artículo 121 del Código Penal,
el operador jurídico pasará inmediatamente a analizar el segundo elemento o nivel
denominado antijuridicidad, es decir, entrará a determinar si la conducta es contraria
al ordenamiento jurídico o, en su caso, concurre alguna causa de justificación de las
previstas y sancionadas en el artículo 20 del Código Penal. De ese modo, el operador
jurídico analizará si en la conducta que ocasionó las lesiones graves, concurre la
legítima defensa o el estado de necesidad justificante o el agente actuó por una fuerza
física irresistible o compelida por un miedo insuperable o en cumplimiento de un
deber.

En la praxis judicial es frecuente encontrar a la legítima defensa como causa de


exclusión de antijuridicidad. Como ejemplos representativos cabe citar los siguientes
precedentes jurisprudenciales:

En la Ejecutoria Suprema del 05 de marzo de 1998, la Suprema Corte sentenció que


"teniéndose en cuenta que las lesiones corporales ocasionadas por el acusado
estuvieron motivadas por la necesidad de defensa frente a la agresión ilegítima de que
era objeto, es de apreciar que en la circunstancia concreta, la respuesta de repeler la
agresión con el único objeto -una silla metálica- a su disposición, se ajusta a las
requisitos de la legítima defensa”.

La Resolución Superior del 1 7 de setiembre de 1996 de la Primera Sala Penal de la


Corte Superior de junín, pedagógicamente aplica los supuestos de la legítima
defensa para absolver de la acusación fiscal al imputado por el delito de lesiones
graves. En efecto, allí se expone "según la doctrina penal la legítima defensa se funda
en el principio de que NADIE PUEDE SER OBLIGADO A SOPORTAR LO INJUSTO, por lo
que el ordenamiento jurídico no solamente se compone de prohibiciones, sino
también de normas permisivas, que autorizan realizar un hecho en principio
prohibido por la ley, pero que por causas justificadas son permitidos y, por tanto, no
punibles. Es decir, existen causas que excluyen la antijuridicidad, que convierten el
hecho típico en un hecho perfectamente lícito y aprobado por el ordenamiento
jurídico y si un hecho o una acción no es antijurídico, no se contraria el orden jurídico
porque la ley lo permite entonces no es delito y no siendo delito al que actúa en
legítima defensa no se le puede sancionar. En nuestro Código Penal la figura de la
legítima defensa se encuentra tipificada en el artículo veinte inciso tres, ... ; este tipo
legal, se subsume en la conducta realizada por el acusado, pues concurren los tres
requisitos que describe la norma penal; así tenemos: a) agresión ilegítima,
indudablemente que existió, pues la intención de la víctima era la de asaltar al
acusado que mostraba síntomas de embriaguez y eran aproximadamente las
veintitrés con treinta horas, b) la necesidad racional del medio empleado, es decir que
el autor debe repeler la agresión no necesariamente con un medio igual al que tiene el
que lo ataca, pues nuestro Código Penal no exige como requisito de la legítima defensa
la proporcionalidad del medio empleado, sino la racionalidad de la reacción por ello es
que el hecho de que el acusado rechazara la agresión con disparos de arma de fuego al
aire y luego con un dispara en la pierna izquierda del asaltante constituye legítima
defensa máxime si por los años de mil novecientos noventa y uno la sierra central del
Perú se encontraba completamente convulsionada por el terrorismo donde los
policías eran generalmente blanco de los aniquilamientos selectivos de los
subversivos, por lo que el acusado al verse atacado era lógica la reacción de sacar el
arma y disparar pues no tenía otro instrumento para defenderse de la agresión
ilegítima; si a esto le agregamos el tercer requisito de c) la falta de provocación
suficiente de quien hace la defensa, es decir, que el acusado no haya provocado la
agresión, como en efecto es en el caso de autos, donde el policía acusado solo trató de
defenderse usando su arma de fuego, no había dado ningún motivo para ser agredido
o atacado por los delincuentes. Si esto es así, entonces concluimos que existe en la
conducta del acusado una causa de justificación que hace desaparecer el delito por
haber actuado en legítima defensa”.

Igual aplicación encontramos en la Resolución Superior del 15 de enero de 1998, en


donde los vocales de la Corte Superior de Lima, haciendo uso de los presupuestos de
la legítima defensa, revocaron la sentencia apelada en el extremo que condenaba a
Orfa Ortiz Godoy y la absolvieron de los cargos, alegando que "en consecuencia,
considerando que la procesada Betsabé Guillen Luna agredió sin mediar motivo
alguno o sin que haya sido provocado lo suficiente para que justifique su acción,
usando como medio material para satisfacer su animus vulnerandi el balde que
portaba, es justificable la respuesta de la procesada Orfa Ortiz Godoy, por lo que si
bien su conducta es típica, la misma no es antijurídica al haberse realizado bajo
condiciones que la justifican; en este caso, no se debe valorar el resultado producido
sino la acción que lo motivó, siendo nulo el desvalor de acción respecto a la procesada
Orfa Ortiz al haber actuado correctamente y, al no existir desvalor de acción en este
caso, su conducta no constituye un injusto penal".

Si se concluye que, en la conducta calificada de lesiones graves, concurre alguna causa


de justificación, aquella conducta será típica pero no antijurídica y por tanto será
irrelevante pasar a analizar el tercer elemento del delito conocido como culpabilidad.

Antes de continuar, considero necesario dejar establecido que "el consentimiento" no


se configura como una causa de justificación en el delito de lesiones, toda vez que los
bienes jurídicos que se protege como es "la integridad corporal" y "la salud" de las
personas no son de libre disposición por sus titulares. En otros términos, al no estar
ante bienes jurídicos de libre disposición, no se configura la causa de justificación
recogida en el inciso 10 del artículo 20 del Código Penal.

No obstante, resulta claro que, si en los hechos denunciados ha mediado el


consentimiento válido, libre, espontáneo y expresamente emitido por la víctima con
capacidad para prestarla, la pena que se impondrá al acusado será mucho menor a
aquel que actuó sin consentimiento, es decir, el consentimiento prestado por la
víctima solo tendrá relevancia penal al momento que el juzgador individualice y
gradúe la pena a imponer después del debido proceso.

Finalmente, cabe precisar que el consentimiento válido, libre, espontáneo y


expresamente emitido por la víctima exime de responsabilidad penal al autor de los
supuestos de trasplante de órganos efectuado con arreglo a lo dispuesto en la ley y
cirugía transexuales realizadas por facultativos. Sin embargo, esta eximente no ocurre
por causa de justificación.

5. CULPABILIDAD

Si después de analizar la conducta típica de lesiones graves se llega a la conclusión que


no concurre alguna causa o circunstancia que lo justifique frente al ordenamiento
jurídico, el operador inmediatamente entrará a determinar si aquella conducta puede
ser atribuida o imputable a su autor o autores. En consecuencia, analizará si la
persona a quien se le atribuye la conducta típica y antijurídica es imputable
penalmente, es decir, goza de capacidad penal, para responder por las lesiones que
ocasionó. En este aspecto, por ejemplo, tendrá que determinarse la edad biológica del
autor de las lesiones graves. "La minoría de edad constituye una causa de
inimputabilidad criminal, cuya importancia normativa supone una presunción legal
iure et de jure que incide en una dimensión biológica de la persona, por lo que bastará
la sola constatación de que el sujeto no haya alcanzado la mayoría de edad para
fundar la exclusión de su responsabilidad perzal".

También se determinará si siendo mayor de edad, goza de capacidad penal, pues caso
contrario, será declarado inimputable como ocurrió con Pedro Manuel Flores Yauri
acusado por el delito de lesiones graves a quien la Primera Sala Penal de Junín, por
Resolución Superior del 30 de setiembre de 1996, lo declaró inimputable y dispuso su
internamiento en un hospital psiquiátrico, toda vez que se llegó a determinar durante
el proceso que el acusado sufría de alteraciones y desequilibrio mental, "que adolecía
incluso antes de perpetrar el delito de lesiones graves de lo que se colige que en el
momento en que cometió el delito no tenía capacidad de discernimiento cabal de sus
actos".

Luego, se determinará si tenía conocimiento que su conducta de lesionar era


antijurídico, es decir, contrario al ordenamiento jurídico del país. Pero de modo
alguno se requiere un conocimiento puntual y específico, sino simplemente un
conocimiento paralelo a la esfera de un profano, o, mejor dicho, un conocimiento que
se desprende del sentido común que gozamos todas las personas normales.

Aquí es factible que se presente el error de prohibición. Se producirá, por ejemplo,


cuando el agente contando con el consentimiento de la víctima le ocasiona lesiones
graves, en la creencia que, al contar con el consentimiento del sujeto pasivo, no
comete delito.

En cuanto el error culturalmente condicionado previsto en el artículo 15 del Código


Penal, debido que la integridad física y la salud de las personas es apreciada en todas
las sociedades y culturas ya sean civilizados o nativas, solo puede servir para atenuar
la pena al inculpado en razón que la comprensión del carácter delictuoso de su acto se
halle disminuida.

Finalmente, cuando se concluya que el sujeto es capaz para responder penalmente por
las lesiones graves que ocasionó a su víctima y se determine que conocía que su acto
era contrario al ordenamiento jurídico, el operador jurídico pasará a determinar si el
agente tenía o le era posible comportarse conforme a derecho y evitar causar las
lesiones graves. Si se concluye que el agente no tuvo otra alternativa que causar las
lesiones, no será culpable de la conducta típica y antijurídica. Aquí nos estamos
refiriendo al caso del estado de necesidad exculpante cuya construcción tiene una
larga tradición que se remonta al romano Karneades quien lo ilustraba con el ejemplo
del hundimiento de un barco en el que se salvan dos personas, una de las cuales se ve
obligada a dar muerte a la otra para aferrarse al único tablón que le permite
sobrevivir.

6. CONSUMACIÓN

Al constituirse el injusto penal de lesiones graves en cualquiera de sus modalidades,


de resultado dañoso, es decir, de lesión concreta al bien jurídico protegido por la
norma penal, el ilícito se consuma en el mismo momento que se verifica la real y
efectiva ofensa a la integridad corporal o la salud del sujeto pasivo por parte del
agente. En tal sentido, las lesiones graves se consumarán cuando concurriendo alguna
de las circunstancias o modalidades ya analizadas, se realiza de manera efectiva el real
daño a la víctima, ya sea en su integridad corporal o en su salud. Si no se verifica la
lesión efectiva a los bienes jurídicos protegidos por el tipo penal no será posible
hablar de consumación.

En la práctica judicial para verificar las lesiones producidas en la víctima, resultan


fundamentales los certificados médicos legales. Sin ello, no es posible acreditar este
delito. Así, la Resolución Superior del 05 de junio de 1998, emitida por la Segunda Sala
Penal de la Corte Superior de Ancash expresa "que, la consumación del delito de
Lesiones Graves, está debidamente acreditado con el mérito de los dictámenes
periciales emitidos en este juicio oral, debidamente ratificados, del cual se desprende
que se ha ocasionado en el agraviado referido una lesión Grave y permanente,
requiriendo treinta o más días de asistencia o descanso, para recuperarse
anatómicamente el miembro lesionado, notándose a la fecha una función muscular
disminuida, razón por la cual la conducta del procesado se encuentra prevista en el
inciso tercero del artículo ciento veintiuno del Código Penal, quien ha reconocido
desde el inicio ser el autor del ilícito referido"

7. TENTATIVA

El delito de lesiones graves al ser de resultado lesivo a los bienes jurídicos que la
norma penal tutela, es posible que la acción del agente se quede en el grado de
tentativa. Esto es, el agente empiece o inicie su conducta destinada a lesionar la
integridad física o salud de la víctima, no obstante, por circunstancias extrañas a su
voluntad o por propio desistimiento, no logra realizar su objetivo cual es lesionar.

En la praxis judicial se presentan casos límite en los cuales resulta tarea difícil para el
operador jurídico, determinar debidamente cuándo se está ante una tentativa de
lesiones graves o cuándo ante una tentativa de homicidio. Sin embargo, bastará
determinar el motivo o intención que tuvo el agente al momento de iniciar su
conducta lesiva para califica la acción. Si se advierte que el agente actuó guiado por el
animus necandi, estaremos ante una tentativa de homicidio; por el contrario, si se
verifica que el agente actuó guiado por el animus vulnerandi, la conducta será
calificada como tentativa de lesiones. En ciertos casos resulta difícil determinar la
intención real del agente, no obstante, las circunstancias, la forma, el lugar, el tiempo y
los medios empleados por el agente sirven para identificar su real intención. De ese
modo, se ha pronunciado la Suprema Corte al indicar en la Ejecutoria Suprema del 24
de setiembre de 1997 que "desde el punto de vista externo y puramente objetivo, el
delito de lesiones y un homicidio tentado son totalmente semejantes, teniéndose
como única y sola diferencia, el ánimo del sujeto, pues en un caso tiene la intención de
lesionar y en el otro la de matar".

En consecuencia, si llega a identificarse el animus vulnerandi del agente, estaremos


ante la tentativa de lesiones graves. Roy Freyre comentando el Código Penal derogado,
pone como ejemplo el hecho de arrojar ácido sulfúrico con dirección al rostro de la
víctima con la intención de desfigurarlo, el mismo que al desviarse o desubicarse
oportunamente logra salir ileso.

Por último, como volvemos a repetir, en la figura de lesiones graves seguidas de


muerte, al concurrir en la última fase el elemento culpa, no es posible la tentativa. Ello
como consecuencia lógica que en los delitos culposos es imposible que se presente la
tentativa.

8. PENALIDAD
De acuerdo con la primera parte del tipo penal del artículo 121 del código sustantivo,
el agente será merecedor de una pena privativa de libertad que oscila entre cuatro y
ocho años.

En el caso de las lesiones graves seguidas de muerte, se aplicará una pena privativa de
libertad que oscila entre cinco y diez años. Cuando la víctima cumpla función en su
calidad de Policía Nacional, miembro de la Fuerza Armada, magistrado del Poder
Judicial o del Ministerio Público, la pena será no menor de cinco ni mayor de doce
años.

El juzgador al momento de individualizar y graduar la pena, podrá aplicar el mínimo,


intermedio o máximo de la pena. Todo dependerá de la forma y circunstancias en que
ocurrieron los hechos, así como la conducta procesal que asumió el imputado dentro
del proceso penal instaurado. Incluso, de acuerdo con nuestro sistema jurídico penal,
si el acusado se ha sincerado y colaborado en la investigación judicial, el juzgador
aplicando el criterio de conciencia, le podrá imponer una pena privativa de libertad,
por debajo del mínimo legal.
ARTÍCULO 122: LESIONES LEVES

l. TIPO PENAL

Las lesiones leves, conocidas también como simples o menos graves se encuentran
debidamente tipificadas en el tipo penal del artículo 122 con el contenido siguiente:

El que cause a otro un daño en el cuerpo o en la salud que requiera más de diez y
menos de treinta días de asistencia o descanso, según prescripción facultativa, será
reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años y con sesenta a ciento
cincuenta días multa.

Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión, y el agente pudo prever este


resultado, la pena será no menor de tres ni mayor de seis años.

2. TIPICIDAD OBJETIVA

Como se observa, el legislador no ha conceptualizado las lesiones menos graves en el


entendido que a la doctrina le corresponde tal tarea. Nosotros la entendemos como el
daño causado dolosamente a la integridad corporal o salud de un tercero que
requiere, para curarse, de once a veintinueve días de asistencia médica o descanso
para el trabajo, e incluso, de no alcanzar aquel mínimo, constituye lesión leve o menos
grave, cuando concurre alguna circunstancia que le de cierta gravedad al hecho
mismo, como, por ejemplo, el medio empleado (piedra, chaveta, verduguillo, etc.).

En tal sentido, el legislador peruano por Ley Nº 27939 (12 de febrero de 2003),
modificando el contenido del artículo 441 del Código Penal, a dispuesto en el último
párrafo de aquel numeral, que se considere circunstancia agravante cuando la víctima
sea menor de catorce años y el agente sea el padre, madre, autor, guardador o
responsable de aquel, y
a criterio del juez, cuando sean los sujetos a que se refiere el artículo 2 de la Ley Nº
26260 (Ley de Violencia Familiar), es decir, cónyuges, convivientes, ascendientes,
descendientes, parientes colaterales hasta el cuarto grado de consanguinidad y
segundo de afinidad, así como quienes habiten en el mismo hogar siempre que no
mediaran relaciones contractuales o laborales. Para evitar equívocos, cabe señalar que
de concurrir cualquiera de estas circunstancias, la conducta se subsume en el artículo
122-A que analizaremos en su momento.

Constituyen lesiones leves todas aquellas que no producen daño, perjuicio o desmedro
en la integridad corporal o salud del sujeto pasivo en la magnitud de una lesión grave.
Si ello ocurriese el hecho será subsumido por el tipo penal del artículo 121.
Del concepto expuesto se concluye que los límites fijados en el dispositivo legal de
días de asistencia o descanso para el trabajo no son concluyentes para considerar a un
daño en la integridad física como delito de lesiones menos graves o simples, toda vez
que el medio empleado por el agente, el lugar donde se produjo los hechos, la calidad
o cualidad de la víctima o la calidad del agente, puede servir para catalogado como tal
aun cuando el daño ocasionado y los días para su recuperación, no excedan los diez
días de asistencia o descanso.

Esta circunstancia incluso, hace que algunas Salas de las Cortes Superiores del país,
califiquen como graves las lesiones ocasionadas a la víctima así la atención facultativa
o días de descanso para el trabajo que indica el certificado médico, sea inferior a 10
días. Como ejemplo representativo tenemos la Ejecutoria Suprema del 27 de
noviembre de 1997, por la cual la Suprema Corte haciendo uso del principio de
determinación alternativa corrige a la Sala de la Corte Superior señalando "que, tal
como se desprende del certificado médico obran te a fojas nueve, las lesiones inferidas
al agraviado Lima Baldevia no tienen el carácter de graves, al haber requerido tres
días de atención facultativa y diez días de descanso, sin que a su vez se hay puesto en
peligro inminente la vida, u ocasionado una desfiguración de manera grave y
permanente en la integridad corporal del referido agraviado; que, en tal razón, y en
aplicación del principio de determinación alternativa, la tipificación correcta del
hecho sub materia debe ser el de un delito de lesiones leves y no de lesiones graves”.

Roy Freyre, comentando el artículo 166 del código derogado que recogía el tipo penal
de lesiones simples, enseña que "aun cuando el daño fuere de escasa importancia, si el
agente ha empleado un instrumento cortante (cuchillo, serrucho, etc.) o contundente
(cachiporra, manopla, cadena, etc.), o si la lesión fuera producida valiéndose de
alevosía, nocturnidad o despoblado, por ejemplo, el hecho se considerará como
delito".

En tal sentido se ha pronunciado reiterada jurisprudencia. Para graficar esta posición,


la Ejecutoria Suprema del 28 de setiembre de 1994 del Supremo Tribunal de Justicia
Penal ha expresado que "no obstante que las lesiones producidas al agraviado le han
ocasionado 8 días de incapacidad, no puede considerarse faltas contra la persona,
pues ha sufrido una herida cortante de 8 cm, por agente contundente duro y cortante,
lo que da gravedad al hecho" (307). Por su parte la Ejecutoria Superior del 28 de
noviembre de 1997 expone que "si bien es cierto el artículo 122 del Código Penal
establece que se considerará delito de lesiones cuando se produzca un daño en el
cuerpo o en la salud que requiera más de 10 días y menos de 30 días de asistencia o
descanso médico, también lo es que el artículo 441 del mismo cuerpo legal que regula
las faltas contra la persona, establece que en caso de concurrir circunstancias que den
gravedad al hecho, este será considerado corno delito; en el presente caso las lesiones
han sido causadas con arma blanca lo cual hace que sean consideradas corno delito y
no corno falta".

Por el contrario, si la lesión leve no ha sido producida por un elemento peligroso, no


concurre ninguna otra circunstancia que le de gravedad y no logra superar los diez
días de asistencia médica o incapacidad para el trabajo, aquella, en estricta
aplicación del contenido del artículo 441 del Código Penal, constituirá faltas contra la
persona y no delito. El pronunciamiento médico legal resulta fundamental para
acreditar o verificar las lesiones menos graves, hasta el punto que se constituye en un
elemento de prueba irremplazable dentro del proceso penal por el delito de lesiones.
Reiteradas ejecutorias supremas han dispuesto la absolución del procesado por falta
del pronunciamiento médico legal. Sin embargo, "la gravedad de las lesiones puede
probarse con la pericia médica y cualquier otro medio idóneo, corno fotografía o la
constatación que haga el juez al momento de la preventiva del agraviado u otro acto
procesal penal, corno el examen del agraviado en el acto oral'.

Igual que en las lesiones graves, el consentimiento de la víctima es irrelevante para


producir lesiones leves en su integridad corporal o salud. Incluso, si no ha sido factible
aplicar el principio de oportunidad previsto en el artículo 2 del Código Procesal Penal
por parte del Ministerio Público, así exista una transacción entre víctima y victimario
sobre las lesiones menos graves producidas, la formalización de denuncia continúa y,
de encontrarse responsable al acusado de lesiones simples, se le impondrá pena
indefectiblemente. Claro está, la u'ansacción patrimonial solo servirá para efectos de
la reparación civil.

2.1. Bien jurídico protegido

El interés socialmente relevante que se pretende proteger es la integridad corporal y


la salud de las personas. También, la vida de las personas cuando se tipifica el ilícito
penal de lesiones simples seguidas de muerte. En ese sentido, se desprende que la
razón o fundamento por la cual es más reprochable la conducta de lesiones simples
seguidas de muerte y, por ende, se le reprime con mayor severidad, radica en la
relevancia del interés jurídico que el Estado pretende salvaguardar, como lo
constituye el interés social "vida" en nuestro sistema jurídico.

2.2. Sujeto activo

Agente del delito de lesiones leves puede ser cualquier persona, no exigiéndose que
reúna alguna cualidad o condición especial al momento de actuar dolosamente sobre
la integridad corporal o salud de su víctima. Ahora, en nuestro sistema jurídico solo se
excluye a los familiares cercanos del sujeto pasivo, ello en concordancia con lo
establecido en el tipo penal del artículo 122-A que estudiaremos a continuación.

2.3. Sujeto pasivo

Víctima o damnificado del ilícito penal puede ser cualquier persona. No obstante,
actualmente en nuestro sistema jurídico-penal se excluye de la figura delictiva a los
menores de catorce años de edad cuando el autor sea el padre, madre, tutor,
guardador o su responsable, así como también a uno de los cónyuges o conviviente
cuando el agente sea el otro. Del mismo modo, a los parientes del autor.

3. TIPICIDAD SUBJETIVA

Se exige necesariamente la concurrencia del dolo. El agente debe actuar con


conciencia y voluntad de causar un daño leve, ya sea en la integridad corporal o a la
salud de su víctima. En la práctica, es poco más que imposible llegar a determinar qué
grado de daño se propuso causar el autor con su actuar, no obstante, el medio o
elemento empleado, así como las diversas circunstancias y factores que rodean a la
conducta ilícita, sirven la mayor de las veces al operador jurídico para deducir el
grado de daño que perseguía el sujeto activo al desarrollar su accionar lesivo.

Es posible la comisión del delito por dolo eventual. Ejemplo: la Ejecutoria Superior del
13 de mayo de 1998 que confirmó la sentencia al agente considerando que "las
lesiones causadas en circunstancias de forcejeo, en la que el procesado debió de tener
un deber de cuidado y sopesar la acción que realizaba, constituyen lesiones realizadas
con dolo eventual, dada su superioridad física y corporal.

La concurrencia del elemento culpa también se exige cuando producto de las lesiones
leves, la víctima llega a fallecer. Si la muerte se debe a factores diversos como la falta
de cuidado o falta de diligencia del agente, este no responderá por la vida, pero sí por
las lesiones leves causadas.

En suma, las lesiones menos graves, simples o leves se configuran cuando concurre el
dolo, no cabe la comisión culposa.

4. LESIONES SIMPLES SEGUIDAS DE MUERTE

El último párrafo del tipo penal del artículo 122 regula las lesiones menos graves
seguidas del fallecimiento de la víctima. La hipótesis delictiva se configura cuando a
consecuencia o efecto directo de las lesiones leves que causó el agente a su Víctima -
debiendo o pudiendo prever el resultado- esta muere.
Constituye circunstancia agravante del hecho punible en comentario, la muerte del
sujeto pasivo a consecuencia de las lesiones menos graves, al concurrir el elemento
culpa en el accionar del sujeto activo. La culpa aparece cuando el agente pudiendo o
debiendo prever el resultado letal que se podía producir, no lo hizo y se limitó a
actuar. Ocurre, por ejemplo, cuando el agente mediante un golpe de puño en las fosas
nasales del sujeto pasivo le ocasiona una hemorragia, siendo el caso que, al no ser
auxiliado por el agente, este muere después de dos horas por desangramiento.

No está demás precisar que resulta necesario verificar el nexo causal directo que debe
existir entre las lesiones leves causadas y la muerte del que las sufrió para estar ante
la figura agravada. Si ello no sucede y, por ejemplo, el deceso se debe a la concurrencia
de otros factores, el ilícito penal con agravante no se materializa. Por ejemplo, no sería
autor de lesiones simples seguidas de muerte, cuando Juan Arrelucea sil' saber que su
víctima sufría del corazón, le propinó un fuerte golpe en el rostro a Jorge Reyes de 24
años, quien después de algunos minutos se desplomó muriendo instantáneamente.

Por el contrario, si el sujeto activo conocía el mal que padece el sujeto pasivo y actúa,
aparecerán necesariamente en su actuar los elementos constitutivos del injusto penal
de lesiones leves seguidas de muerte. El agente al conocer el estado de su víctima
pudo fácilmente prever el resultado letal.

5. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad del delito de lesiones
leves previsto en el artículo 122 del Código Penal, el Operador jurídico pasará de
inmediato a analizar el segundo elemento o nivel denominado antijuridicidad. Es
decir, determinar si la conducta es contraria al ordenamiento jurídico o, en su e o,
concurre alguna causa de justificación de las previstas y sancionadas en el artículo 20
del Código Penal. De ese modo, el operador jurídico analizará si eI1 las lesiones leves
ocasionadas a la víctima concurre la legítima defensa o el e grado de necesidad
justificante o el agente actuó por una fuerza física irresistible o compelido por un
miedo insuperable o en cumplimiento de un deber.

En la praxis judicial es frecuente encontramos con la legítima defensa como causa de


exclusión de antijuricidad. Como ejemplo representativo tenemos la Ejecutoria
Suprema del 5 de marzo de 1998. En efecto, en ella el Tribunal Supremo de Justicia
Penal el Perú, enseña que "teniéndose en cuenta que las lesiones corporales
ocasionadas Por Fernández Álvarez estuvieron motivadas por la necesidad de
defensa frente a la afectación ilegítima de que era víctima de parte de Zambrano
Quispe, a quien incluso en ningún momento provocó, sino que este de manera
injustificada e intencionalmente a Fernández Álvarez causándose daños patrimoniales
y lesiones corporales conforme en el certificado médico legal de fojas doce, es de
apreciar que, en las circunstancias, la silla metálico era el único objeto con el cual el
agraviado podía repeler la ( por lo que su respuesta se ajusta a los requerimientos
de la legítima defensa {'Xl el inciso tercero del artículo veinte del Código Penal, a
saber: a) agresión ilegítima b) necesidad racional del medio empleado para impedirla
o repelerla, )' c) falta de motivación suficiente de quien hace la defensa, lo que, en
consecuencia, excluye la antijuricidad del comportamiento siendo del caso
declarar exento de responsabilidad a Fernández ".

No se materializa. Por ejemplo, no sería autor de lesiones simples seguidas de muerte,


cuando Juan Arrelucea sin saber que su víctima sufría del corazón, le propinó un
fuerte golpe en el rostro a Jorge Reyes de 24 años, quien después de algunos minutos
se desplomó muriendo instantáneamente.

Por el contrario, si el sujeto activo conocía el mal que padece el sujeto pasivo y actúa,
aparecerán necesariamente en su actuar los elementos constitutivos del injusto
penal de lesiones leves seguidas de muerte. El agente al conocer el estado de su
víctima pudo fácilmente prever el resultado letal.

5. ANTIJURIDICIDAD

Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad del delito de lesiones
leves previsto en el artículo 122 del Código Penal, el Operador jurídico pasará de
inmediato a analizar el segundo elemento o nivel denominado antijuridicidad. Es
decir, entrará a determinar si la conducta es contraria al ordenamiento jurídico o, en
su caso, concurre alguna causa de justificación de las previstas y sancionadas en el
artículo 20 del Código Penal. De ese modo, el operador jurídico analizará si en las
lesiones leves ocasionadas a la víctima concurre la legítima defensa o el estado de
necesidad justificante o el agente actuó por una fuerza física irresistible o compelida
por un miedo insuperable o en cumplimiento de un deber.

En la praxis judicial es frecuente encontramos con la legítima defensa como causa de


exclusión de antijuridicidad. Como ejemplo representativo tenemos la Ejecutoria
Suprema del 05 de marzo de 1998. En efecto, en ella el Tribunal Supremo de Justicia
Penal en el Perú, enseña que "teniéndose en cuenta que las lesiones corporales
ocasionadas por Fernández Álvarez estuvieron motivadas por la necesidad de defensa
frente a la agresión ilegítima de que era víctima de parte de Zambrano Quispe, a quien
incluso en ningún momento provocó, sino que este de manera injustificada e
intencionalmente agredió a Fernández Álvarez causándose daños patrimoniales y
lesiones corporales conforme obra en el certificado médico legal de fojas doce, es de
apreciar que, en las circunstancia concreta, la silla metálico era el único objeto con el
cual el agraviado podía repeler la agresión, por lo que su respuesta se ajusta a los
requerimientos de la legítima defensa exigido por el inciso tercero del artículo veinte
del Código Penal, a saber: a) agresión ilegítima, b) necesidad racional del medio
empleado para impedirla o repelerla, y c) falta de provocación suficiente de quien
hace la defensa, lo que, en consecuencia, excluye la antijuridicidad del
comportamiento siendo del caso declarar exento de responsabilidad a Fernández
Álvarez ").

Si se concluye que, en la conducta calificada de lesiones simples o menos graves,


concurre alguna causa de justificación, aquella conducta será típica pero no
antijurídica y, por tanto, será irrelevante pasar a analizar el tercer elemento del delito
conocido como culpabilidad.

El consentimiento no se configura como una causa de justificación en el delito de


lesiones, toda vez que los bienes jurídicos que se protege como es "la integridad
corporal" y "la salud" de las personas no son de libre disposición por sus titulares. En
otros términos, al no estar ante bienes jurídicos de libre disposición, no se configura la
causa de justificación recogida en el inciso 10 del artículo 20 del Código Penal.

No obstante, resulta claro que, si en las lesiones simples ha mediado el consentimiento


válido, libre, espontáneo y expresamente emitido por la víctima con capacidad para
prestarla, la pena que se impondrá al acusado será mucho menor a aquel que actuó sin
consentimiento de su víctima. Es decir, el consentimiento prestado por la víctima solo
tendrá relevancia penal al momento que el juzgador individualice y gradúe la pena a
imponer después del debido proceso.

6. CULPABILIDAD

Si después de analizar la conducta típica de lesiones se llega a la conclusión que no


concurre alguna causa o circunstancia que lo justifique frente al ordenamiento
jurídico, el operador jurídico inmediatamente entrará a determinar si aquella
conducta puede ser atribuida o imputable a su autor o autores. En consecuencia,
analizará si la persona a quien se le atribuye la conducta típica y antijurídica es
imputable penalmente, es decir, goza de capacidad penal, para responder por su acto
lesionante. En este aspecto, por ejemplo, tendrá que determinarse la edad biológica
del autor de las lesiones. "La minoría de edad constituye una causa de inimputabilidad
criminal, cuya importancia normativa supone una presunción legal iure et de jure que
incide en una dimensión biológica de la persona, por lo que bastará la sola
constatación de que el sujeto no haya alcanzado la mayoría de edad para fundar la
exclusión de su responsabilidad penar.
Luego, determinará si tenía conocimiento que su conducta de causar lesiones en su
víctima era antijurídica, es decir, contrario al ordenamiento jurídico del país. Pero de
modo alguno se requiere un conocimiento puntual y específico, sino simplemente un
conocimiento paralelo a la esfera de un profano, o, mejor dicho, un conocimiento que
se desprende del sentido común que gozamos todas las personas normales.

Al igual como ocurre con las lesiones graves, también es factible que se presente el
error de prohibición. Se producirá, por ejemplo, cuando el agente contando con el
consentimiento de la víctima le ocasiona lesiones leves, en la creencia que, al tener el
consentimiento del sujeto pasivo, no comete delito.

En cuanto el error culturalmente condicionado previsto en el artículo 15 del Código


Penal, debido que la integridad física y la salud de las personas es apreciada en todas
las sociedades y culturas ya sean occidentalizadas o nativas, solo puede servir para
atenuar la pena al imputado en razón que la comprensión del carácter delictuoso de
su acto se halle disminuida.

Finalmente, cuando se concluya que el sujeto es capaz para responder penalmente por
las lesiones simples que ocasionó a su víctima y se determine que conocía que su acto
era contrario al ordenamiento jurídico, el operador pasará a determinar si el agente
tenía o le era posible comportarse conforme a derecho y evitar causar las lesiones
menos graves. Si se concluye que el agente no tuvo otra alternativa que causar las
lesiones, no será culpable de la conducta típica y antijurídica. Aquí nos estamos
refiriendo al caso del estado de necesidad exculpante cuya construcción tiene una
larga tradición que se remonta al romano Karneades como ya hemos tenido
oportunidad de indicar.

7. CONSUMACIÓN

El injusto penal de lesiones menos graves o leves se perfecciona en el mismo


momento que el autor o agente intencionalmente ocasiona las lesiones en la
integridad corporal o salud de la víctima. En otros términos, hay consumación del
delito de lesiones cuando el agente ha conseguido realmente su objetivo propuesto,
cual es lesionar a su víctima.

8. TENTATIVA

Al tratarse de un hecho punible de resultado dañoso para la salud y la integridad


anatómica del sujeto pasivo, resulta perfectamente posible que el actuar doloso del
agente se quede en el grado de tentativa. Ocurre, por ejemplo, cuando después de
haber derribado al suelo a su víctima de un empujón, el sujeto activo se dispone a
golpearle con los pies, siendo cogido por un tercero quien evita se produzca el
resultado querido por el autor.

9. PENALIDAD

De presentarse la primera hipótesis del tipo penal del artículo 122, el autor será
merecedor a una pena privativa de la libertad que oscila entre dos días y dos años,
unido a ello, a criterio del juzgador, se le impondrá de sesenta a ciento cincuenta días
multa.

De ocurrir el segundo supuesto, es decir lesiones simples seguidas de resultado letal,


el autor será merecedor de pena privativa de libertad, según sea el caso, de tres a seis
años.

La mayor severidad de la pena en este último supuesto se explica por el hecho que al
autor también responde a título de culpa por la vida del sujeto pasivo. Se le reprocha
la vulneración del bien jurídico principal como es la vida, por su actuar negligente e
imprudente.

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