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LA EVOLUCIÓN RECIENTE DE LA AGRICULTURA FAMILIAR EN

URUGUAY (1990 – 2012)


Prof. Alberto Riella

1. LA CONCEPTULIZACIÓN DE LA AGRICULTURA FAMILIAR EN


URUGUAY

En la década del 80, en un contexto de fuertes restricciones económicas, políticas y


sociales para el desarrollo de la pequeña producción agropecuaria, emerge en la
academia del país el concepto de Agricultura Familiar. Los primeros estudios sobre la
conceptualización y situación de la agricultura familiar en el Uruguay son realizados por
un conjunto de economistas, ingenieros agrónomos y sociólogos1, en CIESU y
CIEDUR, donde se producirán una serie de investigaciones utilizando este concepto.
Entre ellos se destacan “La Agricultura Familiar Uruguaya: Orígenes y Situación
Actual” (Astori,1982), “Neoliberalismo y Crisis en la Agricultura Familiar uruguaya”
(Astori,1982), “La Agricultura Familiar Uruguaya, un sector fundamental en crisis”
(Piñeiro,1983), “Formas de resistencia de la agricultura familiar: el caso del Nordeste de
Canelones” (Piñeiro,1985).

Estos estudios influirán de manera decisiva no solo en la agenda académica, sino


también irán permeando en las organizaciones de pequeños y medianos productores y
en los grupos políticos más progresistas. De esta forma la problemática de la agricultura
familiar comenzará lentamente a ser reconocida como una situación particular dentro
del sector agropecuario, que merece ser tratada de manera diferente al resto de los
agentes económicos del sector.

Estas primeras definiciones sobre la agricultura familiar insisten en el carácter familiar


del trabajo que se desarrolla en la unidad productiva, a través de la producción y
reproducción de su propia mano de obra, con el objetivo económico de sustentar el ciclo
familiar en la agricultura (Astori et al,1982). Se señala también que el agricultor
familiar tiene como objetivo la reproducción de su propia mano de obra y de la unidad
de producción, pues la fuerza de trabajo principalmente proviene de la unidad familiar,
se caracterizan entonces por una alta densidad de mano de obra, baja densidad de capital
y de insumos comprados. Las actividades productivas y técnicas que desarrollan tienen
una baja probabilidad de riesgo, el destino de los productos es parcialmente mercantil y
el ingreso familiar es indivisible (Piñeiro,1983).

Esta conceptualización hoy totalmente aceptada contribuyó a inicio de los 80, cuando se
comenzaba la reconstrucción de las organizaciones sociales del campo, la legalización
de los partidos políticos y el restablecimiento de la democracia, a desactivar la idea
hegemónica hasta el momento de que los productores rurales solo se diferenciaban por
un problema de tamaño, en grandes, en medianos y pequeños. Esta deconstrucción
simbólica permite cuestionar el monopolio de representación que ejercían las grandes
organizaciones ganaderas sobre todo el sector. Por otra parte el concepto también siguió

1
Estos investigadores son expulsados de la Universidad Pública a inicios de los años 70 y fundarán, entre otros, estas
dos ONG: de investigación que se dedicarán al análisis y discusión de la realidad social y económica del país.
Mientras la Universidad se mantiene intervenida por los militares hasta 1985.

1
dentro de los partidos de izquierda para dejar de lado el concepto de minifundio y
permitió limar las asperezas entre las corrientes campesinitas y descampesinitas.

Para la década de los 90, coincidiendo con la creación del MERCOSUR, el concepto es
ya apropiado por los actores más relevantes del sector. Comienza a ser un término cada
vez más utilizado por las organizaciones de productores de pequeña escala de todos los
rubros de producción, y los propios sujetos comienzan a reconocer su identidad dentro
de este concepto. Agregando además en las últimas décadas una perspectiva de género y
generaciones a este concepto, lo que refuerza aún más su introducción en la agenda de
las políticas públicas de desarrollo rural en este siglo.

2. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA AGRICULTURA FAMILIAR

Los orígenes de la Agricultura Familiar en Uruguay están asociados a la propia


fundación de la ciudad de Montevideo, con la llegada de emigrantes de las islas canarias
que irán poblando los alrededores de la ciudad y formando el sistema de abastecimiento
de alimentos. Para fines del siglo XIX, el sector se consolida e inicia una primera fase
de modernización, impulsada por el crecimiento interno de la economía y la expansión
de la ciudad de Montevideo2. En estos años con la llegada de una segunda ola de
emigrantes italianos y españoles de origen campesino, se sientan las bases de la actual
red de abastecimiento de alimentos frescos para la ciudad y se consolida la producción
agrícola y de granja en base en la agricultura familiar. Estas producciones a baja escala
se irán expandiendo en la zona sur y nuevas generación de criollos ampliarán su base
social. Si bien el crecimiento de estas unidades de producción continuó en las tres
primeras décadas del siglo XX, a partir de los años 40 se producirá la mayor expansión
singular de las unidades familiares.

En esa década se comienza a instalar el modelo de orientación desarrollista mediante la


Industrialización Sustitutiva de Importaciones (ISI), para remplazar los bienes
importados por bienes producidos localmente a través de un conjunto de medidas de
protección arancelaria y una política industrial que otorgaba subsidios a aquellos
productos nacionales que fueran a sustituir a los productos importados. En lo que
respecta al agro, las políticas públicas estuvieron enfocadas a la protección arancelaria,
importaciones subsidiadas de insumos agrícolas y crédito barato con el objetivo de
disminuir los costos de alimentación de la mano de obra (Piñeiro,1991). Esta
orientación económica favorecerá el desarrollo del primer proceso de
“agriculturalización” en Uruguay, que coincide con la introducción de la mecanización,
dando oportunidad a que la pequeña y mediana producción familiar se expanda al sector
agrícola en el litoral del país. A influjo de estas políticas, a mediados de los años 50 la
cifra de agricultores en predios menores a 100 hectáreas alcanzaba los 67.000, siendo
ésta una cifra record lo que llevó a que estos establecimientos representaran casi el 75%
de los productores rural del país.

2
En 1900 se estimaban unas 925.884 personas aproximadamente, mientras que en 1930 ya era de 1.875.000.

2
Pero en la década del 60 el modelo económico comienza a agotarse y empiezan a
aparecer señales de estancamiento e inestabilidad económica3. En este contexto
emergen los primeros signos de la liberalización de la economía. Sin embargo la falta de
crecimiento y la puja distributiva comienzan a producir una crisis económica y social
que terminará con la caída de la democracia y dará paso a una dictadura cívico – militar
que durará trece años. Por medio de una cruel represión a los movimientos sociales y a
los partidos políticos creará las condiciones para desmontar definitivamente el modelo
desarrollista.

3. APERTURA Y DESREGULACIÓN

A partir del Golpe de Estado de 1973 se comienzan a dar los primeros pasos para la
implementación de un viraje neoliberal a través de una serie de medidas tendientes a
reducir la intervención del Estado y a fomentar la “auto” regulación del mercado. La
reestructuración económica se orientó hacia la desregulación, la privatización de
empresas públicas y la reducción de barreras arancelarias. Estas primeras reformas
estructurales, como se dieron a llamar en la época, estos cambios de orientación política
indicaron una abrupta apertura de la economía y la desprotección del mercado interno
sin ningún intento de reconversión o mitigación de sus efectos más negativos

Estas medidas llegaron al sector agrario en 1978, donde mediante un decreto se


establece la desregulación de los mercados internos del sector y la reducción abrupta de
los aranceles, lo que provoca una profunda crisis de la agricultura familiar que se había
consolidado y desarrollado mediante un complejo sistema de regulación de mercado y
precios interno4 (Notaro,1984; Buxedas,1988;Alonso,1984).

A raíz de estas medidas se da fin a más de tres décadas de expansión de la agricultura


familiar y se comienza a percibir un deterioro acelerado de sus ingresos y condiciones
de vida. En este contexto comienza un proceso de desaparición de unidades familiares,
aunque aún eran muy importantes alcanzando el 68,7% de las explotaciones
agropecuarias del país en 1980.

Con la vuelta de la democracia en 1985, si bien se reconstruye el movimiento popular y


las organizaciones rurales, el impulso neoliberal se fortalece y se profundiza gracias a la
legitimación que logra en las urnas. Los partidos de centro – derecha que gobiernan las
dos décadas siguientes, continuarán con algunos matices, la revalorización del mercado
como principal asignador de recursos y propondrán reformas estructurales de segunda y
tercera generación para desmontar los sistemas de apoyo a la producción y de
protección social.

3
Se da un cambio de gobierno en 1958 derrotando al partido de gobirno que por más de tres décadas impulsaba el
modelo económico. Es estas circunstancias comienzan a firmarse los primeros acuerdos con FMI, dando un viraje
importante en el rumbo de las políticas publicas.
4
Se desregularizaron y liberalizaron aquellos sectores que habían estado históricamente reglamentados por el Estado
y que eran desarrollados principalmente por agricultores de pequeña escala, como la producción de la granja, trigos y
harina. Además se desregularizaron y liberalizaron aquellos sectores que habían estado históricamente reglamentados
por el Estado y que eran desarrollados principalmente por agricultores de pequeña escala, como la producción de la
granja, trigos y harina (Vasallo,2010).

3
A inicios de la década del 90, se produce un nuevo empuje de las políticas de
desregulación y retiro del Estado de diferentes ámbitos institucionales vinculados al
sector agropecuario, generando una agudización de los procesos de exclusión de la
agricultura familiar en los diferentes sectores de producción. Estos años se caracterizan
por un continuo despoblamiento de las áreas rurales donde tradicionalmente se
asentaban los establecimientos familiares produciendo una significativa reducción de la
población rural, siendo unas 33.811 las explotaciones agropecuarias menores a 100
hectáreas. Junto a este proceso de despoblamiento, se da también una nueva caída de los
ingresos que origina un aumento significativo de la pobreza que alcanza a casi la mitad
de los agricultores familiares (FIDA,1992).

En esta etapa hay una marcada ausencia de políticas públicas de desarrollo rural que
serán sustituidas por programas asistencialistas y focalizados solo para la reducción de
la pobreza extrema. La orientación principal de estas acciones buscaba que los
productores familiares se reconvirtieran a actividades de exportación, abandonando el
mercado interno que estaba siendo abastecido por las importaciones de alimentos de los
países fronterizos como resultado de la reducción de aranceles.

Según sostiene Vasallo (2010) el conjunto de políticas públicas dirigidas al sector rural
respondían a los Programas de Ajuste Estructural. Los programas más destacados en
este período, como también lo señala Vasallo son, el Programa de Manejo de Recursos
Naturales y Desarrollo del Riego que buscaba el fomento al desarrollo del riego, el
Programa Nacional de Desarrollo Rural (PRONADER), financiado por el organismo
internacional FIDA que tenía como objetivo principal disminuir la situación de pobreza,
el Programa Nacional de Apoyo al Pequeño Productor Agropecuario (PRONAPPA) que
buscaba el aumento del ingreso de los pequeños productores mediante la adopción de
nuevas tecnologías. También existieron dos Programas de carácter más sectorial, el
Programa de Reconversión del sector vitivinícola impulsado por el INAVI y, el
Programa de Reconversión y Fomento de la Granja (PREDEG) ambos programas daban
apoyo a pequeños productores mediante asistencia técnica y subsidios para la
producción. Todos estos proyectos tienen financiamiento internacional (BID, FIDA,
BM, FAO) y adoptan el enfoque que les exigen los organismos internacionales con poca
capacidad crítica y de maniobra para establecer objetivos propios y ajustados a la
realidad de la agricultura familiar del país. La mayoría de estos programas estaban
dirigidos a poblaciones específicas, contribuyendo a la fragmentación de las políticas y
a la falta de efectividad de las acciones

Por otra parte, un componente importante de estos programas era el énfasis en el trabajo
de carácter más bien individual o en pequeños grupos, sin privilegiar a las
organizaciones más tradicionales, creando programas de asistencia técnica y
dependientes exclusivamente de financiamiento externo, entregando la gestión de los
mismos a organizaciones no gubernamentales. En esta etapa se produce el mayor
distanciamiento de este tipo de políticas públicas con las organizaciones de agricultores
familiares. Esto se debe principalmente a que, por un largo período, no se quiso
reconocer la especificidad de este tipo de productores, insistiendo en la idea de la
homogeneidad del sector, forzando de alguna manera, a la transformación de todo tipo
de producción en una producción empresarial regida básicamente por la búsqueda de
rentabilidad.

4
3.1 Los ciclos económicos y la Agricultura Familiar

Para poder entender la evolución reciente de la Agricultura Familiar no alcanza con


señalar los cambios en las políticas, es también muy importante analizar las variaciones
y tendencias de los mercados agroalimentarios mundiales que se vivieron durante estas
décadas. Muchos de los efectos de estas políticas se han visto afectados por las
circunstancias externas que determinaron diferentes papeles del sector en la captación
de divisas y en su importancia en la economía global del país.

A partir de 1973, la crisis del petróleo y las políticas de seguridad alimentaria montadas
en Europa y Estados Unidos, llevaron a un sistema de protección de sus mercados y una
sobre producción que se reflejó en una sistemática reducción de los precios
internacionales y la pérdida de importancia del sector agrícola en los precios del tercer
mundo. En estas circunstancias, la desprotección del mercado nacional se hizo aún más
dañina para los intereses de los agricultores familiares, dado que debían competir con
precios internacionales muy devaluados, empujando a más y más productores a dejar la
actividad. Par mostrar esta tendencia y observar también sus regresiones mostramos el
gráfico siguiente donde se observa la depresión inicial de la actividad y el marcado
crecimiento de las exportaciones de productos de origen agropecuarios a partir de los
últimos diez años.

En estas circunstancias, los agricultores familiares tuvieron que enfrentar la situación


adversa internacional junto con el desmantelamiento de las políticas de desarrollo rural
y protección arancelaria en el país. Sin embargo dado el bajo dinamismo del sector y la
falta de atractivos para la gran inversión productiva5, permitió a un amplio sector de
productores familiares mantenerse en el predio en una situación de reproducción simple
o de semi - asalarización durante todo el período, en especial en la ganadería.

Como expresión de esta situación, el sector agropecuario en el país fue perdiendo


importancia en las decisiones de política económica, produciendo una fuerte retracción
de la actividad agropecuaria en el país.

En esta circunstancia, el país se enfrenta a inicios de la década del 2000 a una de sus
crisis económica y financiera más profundas. Se produce un cierre de la actividad
bancaria, una ruptura en la cadena de pagos, la desocupación supera el 15% y se genera
un endeudamiento generalizado. Como consecuencia de esta situación en el año 2002
se produce una caída abrupta de un 22% del PBI. Los efectos de la crisis en la
agricultura familiar son desbastadores y produce un fuerte abandono de la actividad y
venta de establecimientos. Sobre todo los productores que venían más castigados por la
competencia de productos importados y la falta de apoyo, productores vinculados a los
rubros de la fruticultura, la horticultura y la granja que se verán obligados a liquidar sus
activos.

Pero a partir del 2003 y 2004 se comienza a dar rápidamente un cambio en los mercados
internacionales de alimentos, a raíz de la incorporación de los biocombustibles y la
fuerte demanda de granos de China. Se produce una acelerada valoración de los precios
de las exportaciones agrícolas del país comenzando un nuevo ciclo económico de
crecimiento. Las actividades agrícolas comienzan a ser actividades atractivas para los

5
Sí se realizaron inversiones especulativas y rentistas por los bajos valores de la tierra.

5
grandes capitales y se dará una fuerte inversión extranjera directa en la compra de
tierras y en su puesta a producir para la exportación. Como se observa en el primer
cuadro, las exportaciones del sector se multiplican casi por 20 y su importancia en las
exportaciones totales crece de manera constante desde 2002.

Cuadro 1- Exportaciones de actividades primarias y totales 2000 - 2012 (en base 100)
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Exportaciones
de actividades
primarias 100 126 135 240 330 304 383 552 838 1096 1552 1652 2384
Total de
exportaciones 100 90 81 96 128 149 173 196 258 235 292 344 379
Fuente: elaboración propia en base a BCU (2013), DIEA 2012 y datos de la Dirección General de Registros.

Gráfico 1 - Evolución de las exportaciones de las actividades primarias y el total de


exportaciones (en miles de dólares)

10.000
9.000
8.000
7.000
6.000 Exportaciones de
5.000 actividades
primarias
4.000
Total de
3.000 exportaciones
2.000
1.000
0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

Fuente: elaboración propia en base a datos del BCU (2013)

Esto produce una revalorización de los precios de la tierra que acompaña a los precios
de los productos de origen agropecuario como la soja, el arroz, la leche y la carne El
precio de la tierra comienza una tendencia creciente, en el siguiente gráfico se puede
observar que, para el 2002 una hectárea equivalía a unos U$S 386 promedialmente,
mientras que hacia 2011 el precio promedio era de unos U$S 3.196 promedio.

6
Gráfico 2 - Evolución del precio de la tierra y de la superficie vendida 2000 - 2011

3.500 1.000
900
3.000
800
2.500 700

600
2.000
500 Precio
promedio
1.500
400 de hectárea
Superficie
1.000 300 de tierra
200 vendida
500
100
0 0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011

Fuente: elaboración propia en base a datos del BCU (2013)

Ante estas circunstancias, la agricultura familiar se verá favorecida en tanto participa


del aumento de los precios de muchos de sus principales productos como la carne, la
leche, las frutas frescas, etc. Pero se enfrentará a la presión de las grandes empresas en
el mercado de tierras sin posibilidades de expandir su superficie para lograr mayor
escala de producción, y en muchos casos teniendo que vender ante los altos precios por
hectárea lo que le garantizan a la generación mayor un buen retiro de la actividad.
Será en este escenario de crecimiento y expansión de las grandes empresas en los
rubros productivos más dinámicos, que llegará al gobierno el Frente Amplio e intentará
poner en práctica un conjunto de políticas de apoyo a la agricultura familiar y
revitalización del desarrollo rural.

4. UNA NUEVA GENERACIÓN DE POLÍTICAS PÚBLICAS PARA EL


DESARROLLO RURAL

A partir del 2005 cuando asume el gobierno progresista por primera vez en la
historia de Uruguay, se abre la posibilidad de introducir un cambio en el modelo
político y económico vigente en las últimas décadas. Desde sus primeras acciones, el
nuevo gobierno comienza a mostrar una forma distinta en la orientación de las políticas
públicas dando un papel estratégico a las instituciones estatales y fomentando las
relaciones de estos ámbitos con los distintos actores y organizaciones colectivas en sus
ámbitos de acción específicos, restableciendo los distintos subsistemas de
representación e intermediación de intereses de los principales ámbitos de la vida social
y económica del país.

Con este nuevo marco de diseño de políticas, el gobierno buscará favorecer a los
sectores más vulnerables y que presentaban mayor nivel de postergaciones en sus
reclamos, entre estos sectores estaba en el ámbito rural, la situación de la agricultura
familiar. De esta forma el apoyo a la agricultura familiar y el desarrollo rural pasaron,

7
después de varias décadas de ausencia, a ser uno de los temas de agenda6 para el
gobierno y en particular para el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).

El primer avance fue la introducción de la noción de agricultura familiar dentro de los


lineamentos estratégicos del Ministerio. En el documento que recoge las líneas de
trabajo para el quinquenio del nuevo gobierno se señala: “Se creará un organismo
especializado con los recursos adecuados para asegurar los servicios y la participación
de los productores familiares en los proyectos dirigidos al sector”. Fundamentado la
creación de este espacio en “La atención a este importantísimo sector social, cultural y
económico con acciones aisladas e inconexas será sustituida por una estrategia global,
conducente a apoyar sus iniciativas apuntando a su permanencia en el mundo rural y
sostenibilidad como productores” (MGAP,2005:7).

En este sentido se creó la Dirección General de Desarrollo Rural (DGDR) mediante la


Ley 17.930, que unificaba la acción de tres programas ya existentes para darle unidad y
reorientar sus objetivos a la nueva política. De esta manera se les otorgó una misma
orientación a los Proyectos Uruguay Rural, Producción Responsable y Programa
Ganadero, buscando la integración de las acciones ejecutadas en territorio.

El proyecto Uruguay Rural (PUR), que había comenzado como emprendimiento piloto
en 1993 como Programa Nacional de Apoyo al Pequeño Productor Agropecuario con
financiamiento de FIDA, en el año 2005 modifica sus objetivos y estrategias. Si bien
sigue recibiendo asistencia del FIDA, centra sus objetivos en los productores familiares
y asalariados rurales para mejorar sus ingresos y calidad de vida procurando que
permanezcan en el medio rural y fortaleciendo el entramado institucional para lograr el
desarrollo rural (MGAP,2005). Este cambio también se produce en los dos proyectos
mencionados que centrarán sus objetivos también en los pequeños productores
familiares.

Esta reorientación de los objetivos y las acciones de los programas producida durante el
primer gobierno puede entenderse como una primera etapa de un proceso de avance
hacia la elaboración y ejecución de políticas públicas específicas para el sector de la
agricultura familiar. Pero aún no se contaba con instrumentos de política adecuados
como ser una definición operativa sobre la agricultura familiar y unos espacios
territoriales bien articulados.

Para impulsar estas nuevas orientaciones en el territorio se produjo una transformación


intencional en 2007 con la Ley de Descentralización y Coordinación de Políticas
Agropecuarias con base departamental. A partir de la que se crean el Consejo
Agropecuario Nacional, los Consejos Agropecuarios Departamentales y las Mesas de
Desarrollo Rural, para promover un mayor involucramiento de la sociedad agropecuaria
en la definición de las políticas del sector y en la instrumentación de las mismas. En
este contexto, las Mesas de Desarrollo Rural (que también estaban funcionado en el
marco del PUR) fueron el principal instrumento de acción para la nueva propuesta de
políticas públicas. Fue en este ámbito donde se produce efectivamente el apoyo a los
grupos más desprotegidos y se fomenta su participación en los programas y proyectos

6
Un tema que también es central en esta agenda son los derechos de los asalariados rurales que no
desarrollaremos en este articulo pero conformó una de las orientaciones políticas más rupturistas con el
modelo neoliberal anterior (Ver P, Mascheroni, 2011).

8
de Desarrollo Rural impulsados bajo la nueva administración (Riella y
Mascheroni,2012).
En el 2008 a través de la resolución ministerial MGAP 527/008, se logra formalizar la
definición de los Productores Familiares Agropecuarios, como aquellas personas físicas
que cumplan simultáneamente con: una explotación de hasta 500 hectáreas índice
CONEAT 100, bajo cualquier forma de tenencia; la colaboración de hasta dos
asalariados permanentes o su equivalente en jornales zafrales; tener su principal ingreso
de trabajo en la explotación o cumplir su jornada laboral en la misma; residir en la
explotación o en una localidad ubicada a una distancia menor a 50 kilómetros de la
misma. De esta manera se comienzan a ejecutar beneficios vinculados a la seguridad
social, como un subsidio del 50% a los aportes patronales de los productores familiares
y el acceso a los beneficios de salud de sus familiares.

Para el 2010, con el segundo período de gobierno, el PUR finaliza su acción y se pasa a
fortalecer la Dirección General de Desarrollo Rural (DGDR) con el fin de diseñar y
ejecutar políticas públicas diferenciadas para el sector de la agricultura familiar. Se
aprueba un presupuesto importante para su funcionamiento que dinamizará y centrará
sus acciones en el territorio y sobre todo las MDR verán ampliar sus capacidades
logrando incorporar nuevos colectivos en sus ámbitos territoriales7.

Un avance importante de la segunda administración es la creación de incentivos para


que los agricultores familiares se inscribieran8 efectivamente en el Registro de
Productores Familiares. Para fines del 2012 ya se habían registrado 20.671 productores,
un número muy importante, ya que se trata de un auto registro que alcanza a más del
65% de las estimaciones estadísticas sobre posibles beneficiarios que se realizó desde el
gobierno. Esto puede constituirse en un instrumento central para las políticas
diferenciadas que se piensan impulsar desde el gobierno como las compras públicas,
beneficios fiscales y créditos a la producción. Por otra parte si se lograra vincular dicho
registro a las MDR, asumiendo que cada productor registrado debería tener una mesa de
referencia, permitiría un instrumento de política diferenciada muy eficiente y eficaz,
tanto en términos territoriales como en cobertura sobre la población objetiva que
permitiría dar un salto importante en la territorialización de las políticas públicas
destinadas a la agricultura familiar.
Otra acción importante de la DGDR fue fortalecer el vínculo con instituciones del
territorio a través de la ejecución de convenios con organizaciones de base y con
organizaciones nacionales como CNFR, AMRU, CAF. Esto ha dado un fuete impulso a
la legitimación de la acción colectiva y ha fomentado el asociativismo entre los
agricultores familiares. Un papel importante que le ha atribuido el gobierno a estas
organizaciones de base es la aplicación del aval social, el que es necesario para aprobar
los proyectos que se presentan en el marco de las MDR.

7
En este período se otorgó financiamiento permanente de 90 millones de dólares, que si bien son fondos
importantes, en proporción a la población objetivo y comprados al financiamiento de otros programas no
son tan significativos.
8
La inclusión en el Registro se transformó a partir de esta última administración en un requisito necesario
para acceder a cualquiera de las líneas de apoyo para la Agricultura Familiar, lo que produjo un aumento
significativo del registro.

9
Otra de las líneas de acción del gobierno progresista para fomentar el desarrollo de la
agricultura familiar fue impulsar iniciativas de apoyo también en las instituciones
vinculadas al sector agropecuario y fortalecer sus capacidades para atender las
demandas de este tipo de agricultores En este sentido se hace una fuerte apuesta a
fortalecer y reestructurar el antiguo Instituto Nacional de Colonización (INC). El INC
que fue credo 1948 con el objetivo de buscar “la racional subdivisión de la tierra y su
adecuada explotación, al mismo tiempo mejorar y aumentar la producción agropecuaria
del pequeño productor rural”. Durante la dictadura ya dejó de recibir recursos para su
funcionamiento y en la década del 90, con los gobiernos de corte más neoliberales,
había sido casi desmantelado.

Desde la llegada del gobierno progresista, se le otorgaron nuevamente recursos al INC


para aumentar la superficie colonizada y focalizando su población objetivo en los
pequeños productores familiares. Entre el 2005 y febrero del 2010 se incorporaron
37.298 hectáreas a la colonización del país y se adjudican tierras a 636 beneficiarios
tanto en forma individual como en diversas formas asociativas. Para el 2011 lograron
colonizar unas 509.193 hectáreas, distribuidas en 190 colonias y 3.810 colonos. Estas
cifras han aumentado en un porcentaje importante en los últimos dos años.

También en el Instituto de Investigaciones Agropecuarias se crea el Programa de


Producción Familiar que tiene como objetivo “Contribuir desde la Investigación
Científica y el Desarrollo Tecnológico, a la mejora de la sustentabilidad (socio-
económica y ambiental) de los sistemas de Producción Familiar uruguayos, aportando
así al Desarrollo del medio rural y a la mejora de la calidad de vida de sus pobladores”
(MGAP,2006:153).

En este marco de promover la coordinación y acción transversal sobre los problemas de


la agricultura familiar en los distintos ámbitos estatales, se crea la Unidad de Fomento
de la Agricultura Familiar con el objetivo de coordinar, promover y articular el diseño e
implementación de una estrategia de desarrollo para la agricultura familiar a partir de
políticas sociales diferenciadas9.

Por último pero no menos importante, hay que señalar la participación y compromiso
del Ministerio con la Reunión Especializada de la Agricultura Familiar (REAF) del
MERCOSUR. Esta participación fue también una de las maneras que el Ministerio
encontró para incorporar el tema de la agricultura familiar en la agenda pública y
construir una institucionalidad dentro del Ministerio para abordar estos temas y los
compromisos asumidos en el espacio regional10.

En síntesis, la redefinición de los lineamientos estratégicos del MGAP se consolida


hacia el período 2006 – 2011, en los que se establece un papel más activo del Estado
con el objetivo de compatibilizar el crecimiento del mercado junto con la integración
social y la reducción de las desigualdades sociales. Se propone entonces una
transformación en los roles de la institucionalidad pública agropecuaria a través de la

9
Para el cumplimiento de sus cometidos la Unidad de Fomento de la Agricultura Familiar coordinará sus
acciones con las Unidades Ejecutoras, Proyectos, Organismos, Entes e Institutos de la Institucionalidad
Pública Agropecuaria y podrá convocar a participar a otras instituciones que considere convenientes.
10
Como es sabido, entre los objetivos de la REAF se encuentra la construcción de políticas públicas
diferenciales hacia la agricultura familiar, y uno de sus avances se hizo con respecto a la noción de la
agricultura familiar.

10
descentralización (Riella,2012). Pero el reconocimiento de este tema como un tema de
agenda no necesariamente se transforma directamente en la implementación de
políticas, para ello es necesario un paso más en la jerarquización del tema que pasa por
su priorización política en la agenda. Con la puesta en marcha de las nuevas políticas
del Ministerio este tema, si bien fue objeto de algunas medidas, no alcanzó a crear una
política específica hacia el sector11.

5. LA EVOLUCIÓN DE LA ESTRUCTURA AGRARIA

Uruguay consolida de forma temprana su estructura agraria a través del alambramiento


en 1875. El producto de esta medida es posible distinguirlo en el primer Censo
Agropecuario que se realiza en 1908, donde se relevan unas 3.781 explotaciones de más
de 1.000 hectáreas representando el 65% de la superficie agrícola. Este primer escenario
se transforma en la matriz predominante de la estructura agraria del país
(Riella,Romero;2013).

Gráfico 3 - Evolución del número de explotaciones agropecuarias


del Uruguay se gún e stratos de tamaño
70000

60000

50000

40000 1 a 99 hás.
100 a 999 hás.
30000 1.000 y más hás

20000

10000

0
1908 1913 1937 1951 1961 1970 1980 1990 2000 2011

Fuente: elaboración propia en base a A. Riella (2002) y Censos Generales Agropecuarios

Durante la primera mitad del siglo XX, es posible observar la tendencia creciente de los
establecimientos agropecuarios menores a 100 hectáreas, llegando a representar el
74,8% de los establecimientos del país en 1961. Este crecimiento se da en el marco del
proceso de agriculturalización.

En la década del 70 la expansión de las explotaciones agropecuarias menores a 100


hectáreas comienza a detenerse y se percibe, a partir de entonces, una reducción
sistemática de tales explotaciones que representan a la producción familiar. Esto es
debido a la implementación de políticas públicas neoliberales, tendientes a reducir la

11
En este periodo el avance se registró en las políticas hacia los trabajadores rurales mediante la
instalación de los Consejos de Salarios con una fuerte intervención desde el Ministerio.

11
intervención del Estado y a fomentar el laissez faire, mediante la apertura de la
economía y la desprotección del mercado interno.

La reducción de las pequeñas y medianas explotaciones agropecuarias en las últimas


décadas, ha generado el mínimo histórico de la población rural con un 6%. Sin embargo
las pequeñas explotaciones agropecuarias continúan teniendo un peso importante en la
estructura agraria.

Estas transformaciones en la estructura agraria coinciden con el crecimiento del sector


agropecuario y con la expansión capitalista en el agro. Se comienza a dar una fuerte
valorización de los precios de las exportaciones agrícolas del país, dado los cambios en
los mercados internacionales. Junto con la revalorización de los precios de los productos
de origen agropecuario, comienzan a presentar un crecimiento de forma sostenida las
exportaciones de estos productos. A su vez, el precio de la tierra comienza una
tendencia creciente y alcanza cifras récord en el período 2000 – 2011. En este contexto
se produce un aumento de la concentración de la tierra y por consiguiente, aumenta la
desigualdad en el medio rural.

Finalmente, habiendo pasado un siglo desde el primer Censo Agropecuario y un


conjunto de transformaciones que modificaron el escenario a nivel económico, político
y social, es posible distinguir la similitud de la estructura agraria contemporánea de
Uruguay: actualmente hay unas 24.931 explotaciones menores a 100 hectáreas mientras
que en 1908 se contabilizaban unas 24.433.

6. LA COMPOSICIÓN INTERNA DE LA AGRICULTURA FAMILIAR EN


URUGUAY

Las transformaciones producidas en los últimos treinta años no solo han reducido el
peso de las unidades familiares sino también han cambiado su composición interna por
rubro de producción. Como es sabido, en cada uno de los principales rubros de
producción de la Agricultura Familiar en el país, hay diferentes procesos técnicos,
modalidades organizativas y de relacionamiento con las cadenas de comercialización e
industriales que hacen que los impactos en el sector sean diferenciados por el tipo de
producción predominante en el establecimiento.

Como se puede observar en el Cuadro 2, las unidades familiares que han logrado
mantenerse en el sector, han ido variando su peso interno. La producción ganadera es la
que se mantiene como principal rubro de producción, ampliando su participación del
43% en 1980, al 57% en 2013.

El rubro de la agricultura extensiva, es el que sufre la variación mas negativa pasando


de tener un peso de casi 27% al inicio de la serie a tan solo 3% en 2013. Esta importante
reducción muestra lo regresivo de los cambios productivos en el sector que facilitaron el
incremento de las unidades capitalitas en detrimento de las unidades familiares.

Por otro lado, las unidades familiares en el rubro de la lechería se mantuvieron en el


período 1980 – 2013, pasando de ser un 15% a un 13%. Esto puede deberse, en buena
parte, a que esta producción históricamente se ha desarrollado en el marco de una

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agroindustria cooperativa y con un mercado interno regulado que permite una mayor
resistencia de las unidades familiares.

Cuadro 2 - Evolución de la distribución de las unidades familiares según rubro


de producción 1980 – 2013

Rubro 1980 2000 2006 2013

Ganadero 43,10% 65,20% 61% 57%


Agrícola extensivo 26,60% 2,10% 3,4% 3%
Lechero 15,10% 11,40% 13% 13%
Horticultura 5,40% 11,80% 13% 17%
Frutales, viñedos y animales de granja 9,80% 9,60% 10% 10%
Total 100,00% 100,00% 100,00% 100%
Fuente: elaboración propia en base a Riella (2010) y datos de los productores familiares
inscriptos de forma voluntaria en el Registro de Productores/as Familiares 2013

En la producción hortícola se da un aumento importante de la participación de las


unidades familiares, en el período considerado crece su representación del 5% a un 17%
en 2013. Este parece ser un nuevo refugio para la agricultura familiar donde aún la
empresa capitalista de gran porte no ha penetrado. Finalmente, en el rubro de
producción dedicado a frutales, viñedos y animales de granja, las unidades familiares se
mantienen estables, en parte también por las razones expuestas para la horticultura.

En síntesis, las unidades familiares en su conjunto y en términos relativos, hoy son más
ganaderas y hortifrutícolas que hace treinta años, mientras han desparecido casi por
completo el peso de las dedicadas a la agricultura y se ha mantenido casi constante el
porcentaje de las unidades familiares dedicadas a la lechería.

7. ACCIÓN COLECTIVA Y AGRICULTURA FAMILIAR

Los agricultores familiares, dadas sus características de escasa capitalización y su papel


políticamente subordinado, se han visto siempre impulsados a solucionar sus
problemáticas productivas a través de la acción colectiva tanto en organizaciones
gremiales, sociedades de fomento o cooperativas. Estas organizaciones responden a las
complejidades y heterogeneidades que tiene el propio sector, a pesar de esta diversidad
en Uruguay se ha logrado construir la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR),
una organización nacional que cuenta con más de 90 organizaciones de base y
representa los intereses generales de este amplio y diverso grupo social.

Esta forma de organización responde en buena medida a que en Uruguay existe una
larga tradición de acción colectiva en el medio rural. Ya para el último tercio del siglo
XIX se habían instalado las bases para el sistema nacional de representación de
intereses en el sector agrario. Con la creación en 1871 de la Asociación Rural del
Uruguay (ARU), los grandes ganaderos y exportadores de cuero y lana lograron un
sólido poder político en la creación del Estado moderno en el país. Años después, en
1915, se crea la CNFR que nuclea a los productores más pequeños del sur, con una base

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más familiar y campesina dedicada a la lechería, granja y la agricultura. La CNFR será
uno de los primeros aliados en el agro de las políticas para la sustitución de
importaciones que impulsará el batllismo durante las primeras las cinco décadas de ese
siglo.

Durante toda la primera mitad del siglo XX, en que avanzó el modelo de sustitución de
importaciones y la modernización social del país, las organizaciones ganaderas siempre
fueron duros adversarios a este proyecto y se vieron enfrentadas muchas veces a las
posiciones de la CNFR, siempre más cercana a los gobiernos de la época.

Para fines de los años 50, esta tensión se transformó en un conflicto abierto y luego de
varias medidas de presión de las organizaciones ganaderas (ARU y FRU), de boicot a
las exportaciones de lana, lograron salir victoriosos obligando al gobierno a devaluar la
moneda, produciendo también un cambio en el gobierno que impulsará el comienzo de
la desregulación de los precios internos que protegían a muchos de los productos
vinculados a la agricultura familiar.

Con estos cambios, la CNFR verá menguada su capacidad de presión ante el Estado y
sus bases sociales comenzarán a sufrir perjuicios importantes a raíz de estas políticas.
Esto llevó a que de manera muy temprana, la CNFR se opusiera a las políticas de los
gobiernos blancos y colorados que siguieron a la devaluación de 1958, y la dictadura la
encontrará ya en un claro rol de oposición a este tipo de políticas.

Durante los años de la dictadura la CNFR reduce su acción gremial al mínimo. Sí


mantiene su acción económica y productiva en algunas organizaciones de base, como
cooperativas y sociedades de fomento rurales, aunque muy controlados por los
militares, y al igual que los otros movimientos sociales no logran movilizarse contra el
régimen. Pero ya en el proceso de la recuperación de la democracia en los años 80
comienza a rehacerse su acción gremial y su prédica contra las políticas neoliberales
empiezan a hacerse oír, contrastando con las opiniones dominantes de las gremiales
ganaderas que alentaban este tipo de medidas (Astori, 1982;Piñeiro,1985).

Con el advenimiento de la democracia, la acción colectiva y los agricultores familiares


se revitalizan. A la salida de la dictadura se crea un movimiento de concertación entre
las organizaciones rurales, de las cuales la CNFR será una de los convocantes y se
logrará impulsar un documento de consenso con algunos lineamientos que deberían
tener las políticas agrarias del nuevo gobierno democrático. Pero el documento y el
espacio creado se debilitan rápidamente por la falta de apoyo de las gremiales ganaderas
que se niegan a firmar el documento a último momento.

Con la llegada del primer gobierno democrático y ante el fracaso de esta concertación,
la CNFR irá perdiendo peso y comenzará un largo período de desmovilización que
acompañará lo ocurrido en el resto de la sociedad. Se profundizará a un más en los años
90 frente a la legitimación que obtiene en las urnas el modelo neoliberal de
desregularización y liberalización de la economía. En esta década la acción colectiva
empieza a perder legitimidad y peso en toda la sociedad y la agricultura familiar no será
ajena a estas circunstancias.

A pesar de este contexto negativo, a mediados de los años 90, las reacciones que
produce la entrada en vigencia de los acuerdos del MERCOSUR, dadas las

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consecuencias negativas para varios rubros de la agricultura familiar logran comenzar
un proceso de recuperación de la acción colectiva y movilizar a las organizaciones para
poder participar en la discusión de los acuerdos de la integración regional en el área
rural. De esta forma la CNFR tendrá una destacada participación en la creación de un
espacio de articulación supra – nacional (la RIAD), que nucleará a las principales
organizaciones de la agricultura familiar de los países del MERCOSUR y que servirá
para comenzar a potenciar la presencia de las organizaciones y legitimar sus dirigentes
en cada país.

Posteriormente, ya sobre fines de los 90, y ante las variaciones de precios en el


MERCOSUR a raíz de la devaluación en 1999 de Brasil, se producirá una fuerte
movilización de los sectores rurales que tendrá nuevamente entre sus principales
protagonistas a los agricultores familiares y a la CNFR. En estas movilizaciones se
comienza a gestar una nueva agenda para el desarrollo productivo del país, que entre
otras cosas revitalizará el papel de la agricultura familiar. Estos avances serán
incorporados luego en el programa del Frente Amplio como parte de su plan de
gobierno para el agro. En esta instancia se crea una mesa de organizaciones rurales
donde se comienza a gestar una alianza entre los agricultores familiares, sectores
productivos y agroindustriales y asalariados urbanos, que darán legitimidad a la
plataforma de las políticas diferenciadas para la agricultura familiar y permitirán
fortalecer la estructura de la CNFR, que había sufrido una falta de reconocimiento y
falta de apoyo por varias décadas por parte de los gobiernos.

En este contexto, ya a inicios del año 2000, la acción colectiva también se verá
favorecida gracias al impulso que toma en el MERCOSUR el tema de la agricultura
familiar, impulsada por la llegada del gobierno de Lula en Brasil. En este espacio se
reconocerá a las organizaciones nacionales como voceros de la agricultura familiar y se
les permitirá participar en el diseño y elaboración de los acuerdos de negociación en
materia agrícola. Se creará la REAF y la COPROFAM reforzando la legitimidad y
pertinencia de un tratamiento especifico para la agricultura familiar tanto a nivel
regional como nacional.

Esta cierta revitalización de la acción colectiva, producto también de la fuerte crisis


vivida en el país en el 2002, se consolidará y expandirá con la llegada del gobierno
progresista en el país en el 2005. Desde esos años se comienza a reconocer de manera
explícita a la CNFR como interlocutora válida del sector, se crean espacios
institucionales para su participación y la de las sociedades de fomento en varios
programas e iniciativas gubernamentales para el sector. El gobierno otorga la
representación de la CNFR en organismos que antes estaban reservados a las grandes
organizaciones ganaderas y amplía los espacios de participación en los distintos
institutos y organismos estatales para dar representación a los delegados de esta
organización.

Esto llevó a que, para el 2007, se produjera una ampliación de sus sociedades de
fomento de base y una reactivación de otras que estaban cerradas hacía décadas,
pasando de medio centenar de sociedades de fomento rural funcionando a mediados de
los 90 a 98 sociedades de fomento con actividad al 2012. Este fortalecimiento también
lleva a un aumento de su número de afiliados que alcanzarán los 15.000 productores
familiares. Este fortalecimiento de la institución lleva también a definir de manera más

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consistente una agenda específica en defensa de los agricultores familiares, que en
algunos casos la llevará a coincidir y en otros a diferenciarse con el gobierno.

Uno de los temas centrales para la agenda y reclamo de la CNFR es la extranjerización


y concentración de la tierra. La gremial fundamentará sus críticas y demandas
resaltando la Función Social de la Tierra: “Acceso a la tierra y soberanía de los
recursos naturales se conciben como asunto social y cultural que contribuye a la
definición como nación” (Revista Noticiero N°18 ,2010:3). Al tiempo que reclaman un
modelo de desarrollo y redistribución de la tierra con una política de Estado clara y
explícita para reordenar el territorio y acompasar la velocidad de las políticas públicas
con la del modelo concentrador y excluyente.

Otro de los temas centrales de la agenda será la exigencia de políticas públicas


específicas para la agricultura familiar. En este sentido levantan una propuesta de
políticas diferenciadas para el desarrollo del sector, donde expresan la importancia de su
aporte y buscan como objetivo consolidar el papel de la agricultura familiar dentro del
sector agroalimentario del país. Proponen que el Estado intervenga de una vez con
políticas públicas de largo plazo y específicas para el sector de la agricultura familiar,
dejando las meras políticas asistencialistas. En este sentido, la gremial cuestiona la falta
de energía de las políticas del gobierno implementadas para el sector, reclamando
políticas públicas más efectivas: “La promoción de la Agricultura Familiar mediante
políticas diferenciadas, debe ser central en las políticas de uso del territorio,
promoviendo mediante diversas herramientas, como los subsidios o la definición de
zonas de exclusión de monocultivos, el desarrollo de los rubros asociados a la
Agricultura Familiar” (Revista Nº19,2011:12).

Estas demandas han sido expresadas en la CNFR a través de sus discursos en las
asambleas, las ediciones de las revistas, notas de prensa y también en visitas al
Parlamento, a los Ministros y a las reuniones con el Presidente de la República. Pero en
general, en este período no se han realizado movilizaciones, sino que se ha optado por
una estrategia de diálogo y declaraciones públicas, sin una acción colectiva de
expresiones de fuerza.

8. REFLEXIÓN FINAL

En síntesis, la evolución de la agricultura familiar en el país en los últimos treinta años,


se muestra compleja y contradictoria. El ciclo comienza con políticas públicas muy
adversas a sus intereses. En los 90 el contexto de pérdida de importancia del sector y
bajos precios obligan a abandonar la producción a miles de productores que no ven
futuro alguno para ellos en la actividad. Esto creó también un fuerte debilitamiento de
sus organizaciones sociales. En este proceso de abandono de la producción y en un
contexto adverso, se produce también una redistribución interna de la composición de la
agricultura familiar, mostrando un fortalecimiento de la ganadería en desmedro de la
agricultura que es la que sufre los impactos más negativos en la década.

Posteriormente a la crisis del 2002, comienza a vivirse una nueva situación donde
confluyen varias circunstancias que revierten la tendencia negativa de los precios y el
sector en su conjunto comienza a recuperar un fuerte dinamismo. Al mismo tiempo se

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produce un cambio histórico de gobierno que produce una nueva generación de políticas
públicas, que buscan mediante una intervención estratégica del Estado aumentar la
regulación de las actividades productivas reduciendo el peso del mercado y agregando
un objetivo de inclusión social a las políticas públicas para el sector. Un efecto
importante de este nuevo momento político es la importancia que adquirirá la acción
gremial y la participación de las organizaciones en las iniciativas de desarrollo rural que
se intentarán desarrollar en el período.

Sin embargo esta acción parece haber llegado tarde, ya que estamos ante la menor
proporción de agricultores familiares de todo el siglo. Las empresas capitalistas
aparecen como un fuerte competidor de los que aún se mantienen en la producción, no
solo por la competitividad a nivel de su escala, sino principalmente por la competencia
en el mercado de tierras, donde es muy difícil para la agricultura familiar competir con
estas empresas.

El logro más importante en este período es la introducción en la agenda de la


concentración de la tierra y la necesidad de tener políticas que mitiguen ese efecto en
esta nueva fase de modernización (la segunda globalización).

Para mantener y en un futuro reproducir a la agricultura familiar en Uruguay, es


necesario en este momento, redirigir los esfuerzos a una política diferenciada y vigorosa
que logre mitigar los efectos de la concentración de la tierra que impone este nuevo
ciclo de crecimiento en el sector. Para lograr esto, el mayor desafío que tiene por
delante la CNFR, como representante de los intereses generales de los agricultores
familiares, es poder construir una alianza amplia que permita enfrentar las fuerzas del
mercado de tierras que impone una lógica económica de exclusión del sector.

Hoy hay algunos indicios que muestran que en algunos territorios se han podido
reconstruir algunas tramas y redes sociales que contribuyen a la viabilidad de la
agricultura familiar pero aún sus resultados son muy localizados y puntuales. Pero no
dejan de mostrar la posibilidad de que con políticas sostenidas se puedan encauzar
nuevos procesos de desarrollo rural centrados en la agricultura familiar y que
acompañen los logros ya realizados en el ámbito de la ampliación de derechos de los
asalariados rurales.

En resumen hoy se han logrado avances importantes en el reconocimiento de la


problemática específica de la agricultura familiar y se han creado instrumentos de
políticas (Registro de Productores y Mesas de Desarrollo Rural). Pero aún falta una real
política diferenciada que encauce todos los esfuerzos realizados y agregue mayor
envergadura a estas acciones dándole continuidad en el tiempo. Por otra parte, estos
logros se han alcanzado por presiones gremiales pero sin una movilización importante,
lo que sería necesario para dar un empuje efectivo a la concreción de la política
diferenciada.

Es en este punto donde se plantea el dilema actual entre la cooptación y autonomía de la


CNFR respecto al gobierno. En este sentido, la falta de movilización y reclamos más
duros frente al gobierno han sido compensados por una fuerte oposición de la CNFR al
proceso de extranjerización y concentración de la tierra, a través de un discurso
combativo pero sin entrar en un cuestionamiento directo con el gobierno; ya que en sus
declaraciones se entiende que esta problemática no está originada necesariamente por

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las políticas del gobierno actual sino que responden a procesos globales más amplios, en
los que se reconoce que las políticas solo pueden mitigar algunos de sus efectos
negativos.

Frente a estas transformaciones, encontramos en la actualidad a una agricultura familiar


con una base amplia en la ganadería familiar y con una base creciente en los rubros
hortifrutícolas, que parecen ser los nichos en los cuales aún pueden competir con el
empuje de la gran empresa, sin que medie un proceso cooperativo como el que da
viabilidad en la lechería.

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Otros documentos:
Ediciones de Revista El Noticiero de la CNFR
- Revista El Noticiero Nº5,abril de 2005
- Revista Noticiero N°18 ,2010
- Revista Noticiero Nº19,2011

Discursos de la Asamblea anual de la CNFR:


- Asamblea 91ª; Año 2006
- Asamblea 92ª, Año 2007
- Asamblea 93ª, 2008
- Asamblea 94ª,2009
- Asamblea 95ª,2010
- Asamblea 96ª,2011
- Asamblea 97º,2012

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