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Se insta a las embarazadas a que no interrumpan sus actividades físicas, pues proporcionan
beneficios tanto psicológicos como físicos porque se conserva, hasta cierto punto, la condición
física previa a la gravidez. El objetivo del ejercicio es fortalecer los músculos y reducir al
mínimo el riesgo de lastimar articulaciones o ligamentos. Es apropiado hacer giros pélvicos,
abdominales y ejercicios perineales y de muslos. Debe evitarse la fatiga. En lo que respecta al
ejercicio físico durante el embarazo, conviene recordar que la clave es la moderación.
Aumento de la temperatura
Cuando la paciente de coloca en posición supina y el útero presiona la vena cava, el peso y
tamaño del útero en crecimiento pueden hacer deficiente el retorno venoso y dar lugar al
síndrome de la vena cava supina, que puede ir seguido de hipotensión ortostática y reducir el
flujo de sangre al feto. Para evitar estos problemas que pueden ocasionar hipoxia fetal, es
necesario modificar algunas posiciones durante el embarazo.
Gasto cardíaco
Hormonas
En términos generales, se aconseja hacer ejercicio moderado varias veces a la semana durante
el embarazo, evitando las actividades vigorosas y los deportes de competencia, si bien incluso la
atleta adiestrada debe evitar el ejercicio en climas calientes y húmedos. Es importante adoptar
medidas de seguridad debido a los cambios en el centro de gravedad del cuerpo a medida que se
agranda el útero. El consumo de líquidos y calorías debe ajustarse para satisfacer las necesidades
del embarazo, así como las del ejercicio. Las mujeres que presenten complicaciones o
alteraciones médicas, como diabetes, deben consultar al médico antes de participar en un
programa de ejercicio durante el embarazo. No debe hacer sentir mal o culpable a la mujer que
opta por interrumpir en un momento dado el método de ejercicio elegido.
Estudios recientes sugieren que la respuesta de la FCF al ejercicio materno puede ser
diferente en mujeres sedentarias respecto a la de la población deportista. El ejercicio aeróbico y
moderado desarrollado durante el tercer trimestre de embarazo incrementa la FCF sin efectos
perjudiciales. Los aumentos no dependen de la edad gestacional de la madre. Además se ha
observado que, en mujeres con buena condición física y que siguen manteniendo su actividad
durante el embarazo, el desarrollo psicomotor del feto es superior, con mejor maduración
nerviosa. También se han observado beneficios en los perfiles de humor de los bebés respecto a
las madres sedentarias: responden mejor ante estímulos ambientales y a los estímulos luminosos,
y tienen una cualificación de la organización motora según la escala de humor de Brazelton.
Sangrado vaginal.
Disnea antes del ejercicio.
Mareo, vértigo.
Dolor de cabeza.
Dolor en el pecho.
Debilidad muscular.
Dolor en la región de los gastrocnemio o hinchazón significativa.
Parto prematuro.
Descenso del movimiento fetal.
Fugas del líquido amniótico.
Las diversas modificaciones que sufre el cuerpo de la mujer gestante obligan a realizar
adaptaciones específicas a la hora de prescribir ejercicio físico, de manera que se eviten posibles
efectos adversos que pudieran interferir en el transcurso del embarazo. No obstante hay que
apuntar que, ante cualquier complicación durante el embarazo, deberán ser meticulosamente
evaluadas para evitar riesgos. Lo ideal sería que cada mujer, en cada embarazo, siguiera un
programa de ejercicio individualizado. Éste debería tener en cuenta el mes de gestación, la forma
física de ese momento y la experiencia, si la hubiera, de un embarazo anterior. De manera que la
práctica de ejercicio físico pueda reportar beneficios sin comprometer el desarrollo fetal ni a la
futura madre. El ejercicio físico reportará beneficios tanto a las mujeres que decidan continuar su
práctica habitual de entrenamiento, como a aquellas que comiencen un programa, siempre y
cuando no exista ninguna complicación ginecológica.
A la hora de establecer un programa de ejercicio físico para la mujer embarazada, deben tenerse
en cuenta diversas consideraciones previas sencillas, pero de vital importancia. A continuación
se detallan:
Burroughs A., Leifer G. Enfermería Materno Infantil. 8ª.ed. México: Mc Graw Hill.
Interamericana; 2002.
Mata, F., Chulvia, I., Roig, J., Heredia, J., Isidro, F., Benítez, S. & Guillén M. (2015). Prescripción
del ejercicio físico durante el embarazo. Andaluzade Medicina del Deporte, pág. 68-79.
Elsevier. Obtenido de: http://www.redalyc.org/html/3233/323327662005/