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El más intruso de los intrusos: el feminismo copó la pantalla chica

El más intruso de los intrusos: el feminismo copó la pantalla chica


febrero 02
09:59
2018

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Por María Paula García. Llega el verano y nada nuevo frente a la TV argentina. Lo sabemos. A los tradicionales
“escándalos” mediáticos se le suman peleas entre bailarinas, competencias por el cuerpo del verano o por el varoncito de turno. Y
también las ya conocidas declaraciones y relato de anécdotas de galanes depreciados por el inexorable paso del tiempo. Así
apareció Cacho Castaña, con tubo de oxígeno mediante, repitiendo lo que habitualmente dice y piensa: “si la violación es

inevitable, relájate y goza”; Facundo Arana afirmando que “toda mujer se realiza con la maternidad” o el “capocómico” Tristán

desmintiendo haber acosado a la actriz Rita Pauls. Lo dijeron tranquilos, como lo hacen habitualmente.

Pero esta vez hubo reacción: estallaron los repudios en las redes y los comentarios críticos incluso en la propia TV. Y no
sólo no callaron, sino que saltaron los Pettinato, los Hanglin y los Ventura a querer redoblar la apuesta. Obviamente la impunidad
verbal de la cual gozaron siempre provocó que ante la crítica se victimicen automáticamente: “disculpas, fui criado así”, “es
peligroso no poder decir lo que uno piensa”. Y la punta se abrió: ¿por qué las feministas se oponen a estas declaraciones?, ¿por
qué no se puede decir lo que siempre se dijo? La punta se abrió y el feminismo entró.

Las reacciones frente a ciertas declaraciones tampoco son una novedad. Precisamente el 2017 fue un año en el cual las
denuncias públicas por abuso, acoso y violencia explotaron en las redes sociales y en los medios. Mujeres con acceso y sin acceso
a los medios masivos se animaron a denunciar y decidieron no callarse más. Las campañas #MeToo, #UsToo y #TimesUp en
Estados Unidos o #MiPrimerAcoso en Argentina, entre otras, involucraron a miles que pusieron en palabras la violencia sufrida en
todos los ámbitos de la vida, incluso en el cine, el teatro, los medios gráficos, radiales y la TV. Dejando en evidencia a famosos y
desconocidos.

Tomar la palabra y contar la propia historia es apenas una expresión de la cuarta ola feminista en marcha. Una ola que
enfrenta el avance conservador en diversos puntos del planeta con una capacidad de unidad y de movilización sin precedentes.
Que se prepara para un nuevo paro internacional el próximo 8 de marzo y tiene a la Argentina con su movimiento Ni Una Menos
como punto de referencia.

Ciertas declaraciones tan naturalizadas han dejado de serlo. Y a pesar de que muchos intenten mostrar las críticas y
reacciones como intolerancia, son en realidad producto de un sistema que, o bien obliga a las mujeres a soportar y mantener
silencio o bien pretende disciplinar la denuncia. Porque existe una (in)justicia que no escucha, descree y culpabiliza a la
denunciante, pero también existe una respuesta estatal que busca aislar a la denunciante, generarle expectativas en el proceso
individual y finalmente desalentarla. Por eso hay un antes y un después de esta cuarta ola. Hay en acto un proceso de cambio
social y cultural que, entre otras transformaciones de fondo, sacude especialmente a la estructura de dominación masculina que
ha permitido que todo tipo de abusos y violencias de género se den como si nada, con total impunidad o, que al menos, queden
ocultas en un ámbito reducido.

Lo novedoso del caso ha sido sin duda la invitación a programas en vivo de diversas feministas conocidas en el medio,
como Mariana Carbajal en “Todas las tardes” de Maju Lozano por Canal 9 o la seguidilla de Florencia Feijo, Malena Pichot, Julia
Mengolini y Luciana Peker en “Intrusos en el espectáculo” de Jorge Rial por América TV. Novedoso porque es difícil que ante un
debate polémico la TV le abra la puerta a personas calificadas y formadas en la cuestión.

Sin embargo, esta nueva generación de feministas demostró que no sólo se puede hablar de patriarcado,
micromachismos, techo de cristal, femicidios y un amplio abanico de temas en un programa en vivo, en un horario de alta
audiencia y que encima dé rating y genere amplificación en redes y otros programas. Obvio que no por eso la cuestión estuvo
exenta de resistencias varias y lugares comunes contra el feminismo por parte de panelistas.

Como explicó magistralmente Rebecca Solnit en su obra “Los hombres me explican cosas”, frente al avance del feminismo
tiene lugar una versión moderna de la autoridad masculina: el mansplaning (hombre que explica). De ahí las afirmaciones del
mismo Facundo Arana o los panelistas David Kavlin y Augusto Tartúfoli, preocupados porque el “brazo radical” o la “rama
abrasiva” del feminismo no se convierta en “hembrismo”: los hombres explican a las mujeres en tono condescendiente o
paternalista algo sobre lo que no saben, pero sobre lo que pueden hablar sólo por el hecho de ser hombres. Y es lógico. Porque
aún con intencionalidad pedagógica el feminismo incomoda e interpela. En palabras de Malena Pichot, “el feminismo es justicia
social, por eso le temen”.

El debate feminista en la TV desafía a la TV misma. Hasta dónde se seguirán tapando las violencias y reproduciendo las
desigualdades, el machismo y la cosificación de las mujeres, es algo que sólo el tiempo dirá. Mientras tanto, que haya cosas que
no se animen a decir es sumamente positivo.

Pero este debate desafía también al propio movimiento feminista y, sobre todo, al poder político.

El movimiento feminista está revitalizado por la cuarta ola, pero no por ello libre de tensiones propias de su histórica y
positiva heterogeneidad. Salir de la invisibilidad, de los espacios seguros y para pocas donde los conceptos se definen con
precisión, no es sencillo. Como tampoco lo es escuchar hablar públicamente a personas no identificadas en general con el
movimiento. Pero ese es el desafío. Lejos del temor a la banalización y al oportunismo, el movimiento feminista tiene la
oportunidad de constituirse en ese “feminismo del 99 por ciento” del que hablan las norteamericanas. Se trata justamente de
evitar caer en el ghetto al que los poderes cuestionados lo quieren devolver. El sentido común es el campo de disputa donde
construir hoy más que nunca herramientas comunicacionales y culturales de interpelación poderosas. Esforzarse en hablarle al
masivo sin por eso reducir las exigencias y los planteos.
Y el poder político en su conjunto es el gran interpelado sin lugar a dudas. No casualmente mientras la TV se llenaba de
nuevos debates, ciertas medidas políticas tiraban claramente para atrás. En el mismo momento en que Flor de la V hacía
referencia a las discriminaciones sufridas por su condición de trans y al valor de su DNI como mujer, el Registro de las Personas de
la provincia de Buenos Aires le rechazaba el reconocimiento de la identidad de género a tres niños y niñas trans. Al mismo tiempo
que se evidenciaba la decisión de denunciar violencias por parte de muchas mujeres en un medio masivo, la gobernadora Vidal
lanzaba una aplicación para denunciar violencia de género a través de un smartphone, dispositivo con conectividad al cual no
todas las personas pueden acceder y utilizar, y con una clara intencionalidad de reducir personal telefónico calificado en las
comisarías de la mujer. El feminismo camina hacia adelante y el poder político de turno camina para atrás.

Jorge Rial expresó interés en desarrollar el debate de la legalización del aborto en su programa. ¡Enhorabuena! Desde
hace años el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal,
Seguro y Gratuito pierde estado parlamentario sin siquiera ser debatido en el recinto. Quizá cuando la población muestre estar
más adelante que muchas fuerzas políticas el Congreso decida ponerse a la altura. Mientras tanto, la ola feminista sigue de fiesta.

@MariaPaula_71
https://notasperiodismopopular.com.ar/2018/02/02/intrusos-feminismo-copo-pantalla-chica/

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