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Estabilidad del acto administrativo

La “estabilidad” es la cualidad del acto administrativo que impide a la Administración


revocarlo, modificarlo o sustituirlo en sede administrativa, en perjuicio del administrado.

De esta definición hay destacar cuatro cuestiones:

1. que la estabilidad opera como un límite para la revocación en sede administrativa (es
decir, en ningún caso impide la anulación judicial del acto) y por eso implica una garantía
del particular frente a la Administración, cuyo fundamento reposa en la protección
constitucional de los derechos adquiridos;

2. que la doctrina discute si la estabilidad sólo impide la revocación por ilegitimidad, o


también comprende la irrevocabilidad por razones de “oportunidad, mérito y conveniencia”.
Pero quienes entienden lo primero también admiten la protección de los derechos
emergentes del acto en el segundo caso, si bien basada en principios diferentes (si se quiere,
incluso, más importantes) por lo que la discusión no es tan importante;

3. que la estabilidad impide la revocación del acto en perjuicio del administrado.

Ppara enfatizar está última cuestión.


En el régimen nacional, la “estabilidad” aparece en la forma de una valla (a la actividad
unilateral de la administración, como hemos dicho antes) cuyo objeto no es preservar
inalterado el contenido del acto del modo en que se preservan las fachadas de los edificios
históricos, sino algo más: es impedir que la Administración altere un derecho subjetivo del
administrado, emergente de un acto administrativo.
En esta inteligencia, la “estabilidad” opera como una válvula unidireccional, que impide el
paso de la potestad modificatoria en un sentido (el que conduce a la depreciación de la
situación jurídica prexistente, es decir, la llamada reformatio in pejus) pero no en el otro (el
que lleva a la ampliación o expansión de los derechos).
Es por este motivo que, naturalmente, la vigencia de la estabilidad no es obstáculo para
modificaciones o reformas cuyo objeto (y efecto) sea, exclusivamente, ampliar derechos o
reducir cargas y gravámenes.

Por esta razón , la “estabilidad” no es una cualidad del acto administrativo, sino de los
derechos del administrado, emergentes de un acto administrativo. Entendido de este modo
el instituto, resulta que la revocación en beneficio del administrado no es una situación
excepcional, en la cual “cede” la regla de la “estabilidad”, sino simplemente un caso en el
que no está en juego la “estabilidad” de los derechos, que es la que verdaderamente
importa para la ley.

II. Impugnabilidad

11. Fundamento de la impugnabilidad A más de las características enunciadas cabe agregar, a


nuestro juicio, la de la indispensable impugnabilidad del acto, en este caso tanto de los actos de
gravamen como favorables o ampliatorios de derechos. En efecto, es ínsito a su calidad de acto
productor de efectos jurídicos directos, que tales efectos puedan ser controvertidos por el
interesado mediante la interposición de recursos administrativos o judiciales. El acto en sí mismo
“irrecurrible” no existe en un Estado de Derecho, salvo la sentencia judicial que con autoridad de
cosa juzgada cierra definitivamente una cuestión. Si se reconoce al acto administrativo presunción
de legitimidad, exigibilidad, e incluso ejecutoriedad en algunos casos, esas potestades deben ir
acompañadas de los medios para que el individuo pueda cuestionar y discutir eficazmente la
validez o el mérito del acto que lo perjudica.155 Desde un punto de vista positivo, cabe también
recordar que es parte de la garantía constitucional de la defensa en juicio de la persona y de los
derechos (art. 18) el poder defenderse tanto en sede administrativa156 como judicial de los actos
que lesionan su persona o derechos. La impugnabilidad se da ante la propia administración y
especialmente ante el Poder Judicial, con recurso a veces a instancias supranacionales.

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