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Tratando de hacer referencia a aquellos estudios enfocados hacia las relaciones interétnicas, el texto se

aproxima hacia el análisis de la etnología, ciencia que estudia la singularidad entre el sujeto/objeto
donde prima la organización de definidos “grupos étnicos”. Si bien es cierto, en estos espacios
semánticos y sincréticos denominados por el autor como “culturas del contacto”, es la etnología la que
se inclina hacia la investigación de dichas culturas, transformando a éstas en objeto de conocimiento.

Descubierta la etnia como objeto esencial de la etnología, el investigador se da cuenta de que el objeto
de estudio no era exclusivo del Brasil, peor aún del mundo indígena. El objeto de estudio se relacionaba
con realidades caracterizadas como “sociedades complejas” denominadas como “sociedades plurales”,
que envuelven a dos o más segmentos sociales marcados por la diversidad de sus identificaciones
“nacionales” o étnicas. En el mismo caso del Brasil, dichas relaciones se pudieron observar entre blancos
y negros o entre ciertos grupos de inmigrantes de varias procedencias (Japón, Siria, Polonia o Alemania).

Siendo entonces dicha metodología una referencia para los estudios sociológicos de la época, tras varios
congresos y reuniones relacionadas a la recopilación y consideración de categorías teóricas, el objeto de
investigación se reduce al estudio del neologismo “etnicidad” que termina descompuesto en su doble
dimensión: identidad y estructura social. Identidad de carácter minoritario, donde los portadores
pertenecían a grupos minoritarios, actuales o históricos, opuesta a identidades mayoritarias asociada a
grupos dominantes en general instalados en los aparatos de Estado donde a la identidad de éstos no se
aplica la noción de etnia. En cambio, refiriéndonos a la estructura social se puede admitir que los grupos
portadores de identidad minoritaria puedan ser “simples” o “complejos”, lo que implica que puedan
poseer formas tribales de organización o ser segmentos de las sociedades nacionales en las que se
insertan, representando homologías estructurales propias dentro de la sociedad que las envuelve.

Valiéndose en estudios puntuales sobre segmentos y categorías asociadas a grupos minoritarios y


mayoritarios de culturas simples y complejas respectivamente, se les asignó potencialidades analíticas
bajo la noción de etnia para aquellos grupos reducidos. Mientras que, para aquellos grupos
mayoritarios, “etnia” vendría a ser descriptivamente un valor que se aplica en una representación social
que solo se revela como componente de relaciones asimétricas bajo una ideología de carácter
etnocéntrico donde se concentran amplios valores culturales de determinados grupos minoritarios.

Criticando a Barth, y a su breve aproximación contrastante a la naturaleza ideológica de la identidad


étnica basada en la identificación de otros individuos o grupos a partir de la construcción de categorías
de un mismo orden, Cardoso de Oliveira hace el intento de disociar tales tesis de la noción de grupo. Así
conceptos de etnia o etnicidad, y el de identidad étnica, permite cubrir variedad de manifestaciones de
un mismo fenómeno que se exprese en cualquier latitud.

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