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El GÉNERO FUSARIUM

Los hongos del género Fusarium son cosmopolitas y muy abundantes en las zonas
tropicales y templadas del mundo. Además este género causa daño a diversas plantas
cultivadas, ocasionando distintos tipos de enfermedades, tales como manchas en las hojas,
pudrición de raíces y de la base del tallo, muerte descendente, pudrición de frutos y
marchitamientos vasculares. También presenta especies que ocasionan enfermedades en el
hombre y en los animales y algunas son productoras de toxinas.

Fusarium oxysporum es una de las más importantes especies del género, debido a las
pérdidas económicas que causa en los cultivos comerciales. Está entre las especies más
abundantes, cosmopolitas y complejas pues tiene más de 100 formas especiales (f.sp.)
caracterizadas por su alta especificidad en las plantas hospedantes que afecta. F. oxysporum y
sus varias formas especiales han sido caracterizadas como causantes de los siguientes
síntomas en las plantas que ataca: marchitez vascular, amarillamiento, pudrición de bulbos,
pudrición de la raíz, mal de almácigos, etc. Entre las f.sp. mas conocidas tenemos: F. o. f.sp.
cubense (mal de Panamá del plátano); F.o f.sp. lycopersici (marchitez del tomate); F.o f.sp.
phaseoli (marchitez del fréjol); F.o f.sp. pisi (marchitez de la alverja); F.o f.sp. vasinfectum
(marchitez del algodonero), etc.

. En lo que concierne a su especificidad, existen varias discusiones sobre la probabilidad


de contaminar a otros cultivos; varios trabajos han obtenido como resultado que el Fusarium
específico que ataca al fréjol (F. oxysporum f.sp. phaseoli) infectó al clavel y al rábano con un
porcentaje de infestación del 20 y 47 %. respectivamente.

Este hongo se caracteriza por producir tres tipos de esporas: microconidias,


macroconidias y clamidosporas, estas últimas tienen paredes muy gruesas, lo cual las hace
muy resistentes a condiciones ambientales desfavorables y a la ausencia de hospedantes.
Distintas formas especiales de F. oxysporum pueden sobrevivir en un estado de reposo en el
suelo durante muchos años (son viables después de 40 años). Una vez establecido este
fitopatógeno no es posible erradicarlo.

Otra de sus características es la capacidad de propagación, esto significa que una vez
liberado en el ambiente, el hongo no va a restringirse al sitio de liberación sino que fácilmente
puede invadir otras áreas y países.

F. oxysporum es un patógeno de amplio espectro y aunque tiene formas especializadas a


distintos cultivos, tiene la capacidad de mutar y de volverse patógeno a otros cultivos cuando
entran en contacto con ellos. Cambios en las condiciones ecológicas pueden variar la fisiología
del hongo incrementando su patogenicidad. Cabe añadir que los estudios que se han hecho en
laboratorio y no se puede predecir con exactitud su comportamiento en condiciones naturales
en el ecosistema. Sobre la capacidad de mutar del hongo también existe discrepancia y no hay
certeza absoluta, sin embargo, la mayoría de científicos están de acuerdo en que existe el
riesgo de mutación, pero no se sabe el nivel de probabilidad que esto ocurra.

MAL DE PANAMÁ

Introducción

Se llama “mal de Panamá” a la enfermedad de marchitamiento producida por el hongo F.


oxysporum f. sp. cubense. Se trata de una de las amenazas, de extensión internacional, más
graves del plátano y causante de cuantiosas pérdidas económicas. Este patógeno, que ataca
las raíces e invade el sistema vascular de la platanera, impide su normal alimentación y
ocasiona una progresiva deshidratación, amarillamiento de la hoja, marchitez y, por fin, la
muerte de la planta. cubense.

Síntomas

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Hojas, en la parte aérea el síntoma típico de la enfermedad en las hojas empieza con un ligero
amarilleo en el borde de las hojas. Posteriormente avanza hacia la nervadura dejando un borde
seco de color marrón claro. En otras ocasiones, sobre todo cuando el síntoma se advierte
predominantemente en hojas viejas, éstas aparecen totalmente amarillas sin desecación.

Pecíolos, presentan un aspecto muy característico, apreciándose en su parte externa unas


pequeñas manchas alargadas de color púrpura. Cuando se levanta la piel se observa que la
mancha externa corresponde a una necrosis en los vasos, que generalmente es discontinua.
No todas las hojas presentan síntomas, debiéndose buscar en la cuarta-sexta hoja, contando
de fuera a dentro. Otro síntoma claro de la presencia de la enfermedad es la aparición de unas
estrías necróticas en la cara interna de algunas vaínas foliares del falso tallo.

Falso tallo, cuando se corta transversalmente el falso tallo, se suelen encontrar coloraciones
amarillas o necróticas en los vasos, que normalmente son de color blancuzco. Esta coloración
puede afectar a todos los vasos o sólo a parte de ellos.

Rizoma, los mismos síntomas que se aprecian en el falso tallo se extienden por el rizoma. Se
presentan una serie de estrías necróticas, oscuras o azuladas, sobre fondo blanco (veta o vena
negra), o sobre descomposición secundaria amarillenta (veta o vena amarilla). Es frecuente en
plantas con ataque inicial que la necrosis no afecte al rizoma, aunque esté extendida en
pecíolos y falso tallo.

Racimo, nunca se ha observado lesiones en racimo. Las plantas afectadas producen racimos
con retraso o no llegan a producirlos. En todo caso los plátanos no llenan normalmente. No se
presentan pudriciones en la fruta ocasionadas por ataque de este hongo. En general los
racimos producidas por plantas enfermas son más pequeños de lo normal, y por tanto de
menor peso.

Raíces, no hay diferencias definidas entre raíces sanas y raíces enfermas. Por término medio
su estado sanitario es bueno, si los nematodos están bien controlados.

Propagación de la enfermedad

La enfermedad se transmite frecuentemente por hijuelos de plantas enfermas, con los


que se plantan nuevas parcelas o se replantan otros en cultivo. Dentro de una parcela, la
enfermedad se propaga de una planta a otra por el suelo y a través de las raíces. La vía normal
es que el hongo penetre por las raicillas laterales, que están sobre las raíces más viejas, y de
éstas pase al rizoma. También el hongo puede penetrar por las raíces muertas o por las raíces
heridas, de las cuales pasará al rizoma. También se puede realizar la propagación con
estiércoles infestados por haber sido alimentado el ganado con plantas que contengan restos
de plantas enfermas.

Condiciones favorables para el desarrollo de la enfermedad

Exceso de humedad en el suelo, por sembrar en terrenos pesados o arcillosos con mal
drenaje, que retienen mucho tiempo el exceso de agua. Cuando no hay aireación, la infección
se produce en las raíces sanas por encontrar un exceso perjudicial de anhídrido carbónico
originado por la respiración, y aunque la raíz principal es poco afectada, las raicillas laterales
enferman y quedan destruidas.

Otro factor que juega un papel importante es el pH del suelo, ya que los terrenos ácidos y
pobres en calcio reúnen condiciones adecuadas para el desarrollo del hongo.

Manejo

Resistencia, las principales variedades comerciales, especialmente la “Gros Michel”, son


atacadas por Fusarium. La variedades resistentes al hongo, puede ser disminuida por factores
adversos del medio, tales como: frío, suelos de textura arcillosa, mal drenaje y poco fondo,
empleo de aguas salinas en el riego, etc.

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Actualmente no se conoce un tratamiento curativo para este tipo de enfermedad. Sin
embargo se puede luchar indirectamente para evitar su desarrollo y propagación. Estas
medidas de lucha deben ir encaminadas a aumentar el vigor de la planta para darle una mayor
resistencia frente a la enfermedad y, por otra parte, crear en el suelo un ambiente desfavorable
al desarrollo del hongo.

Se recomiendan las siguientes prácticas:

Encalar los terrenos con pH ácidos y bajo contenido en calcio en el momento oportuno y
empleando de 1.000 a 2.000 kilo de cal viva por fanegada, dependiendo de los análisis de
suelo.

Abonar racionalmente de acuerdo con los resultados de los análisis efectuados, especialmente
en hojas. Tener en cuenta que se debe emplear adecuadamente la fertilización potásica, ya
que el potasio es un elemento que está relacionado con la mayor o menor resistencia de las
plantas a las enfermedades. Cualquier causa que limite la absorción de potasio por la planta,
como puede ser un exceso de sodio en el suelo, o una aireación deficiente del mismo,
favorecerá el ataque de la enfermedad.

Otras prácticas:

- Evitar los riegos excesivos, estableciendo además turnos más cortos de riego.
- En las parcelas donde la enfermedad se ha generalizado, se aconseja cortar la planta
enferma y aprovechar los hijuelos sanos, eligiendo más adelante el mejor de ellos.
- También es aconsejable, aunque no del todo necesario, desinfectar los hoyos donde
había plantas enfermas. Aplicar idénticas precauciones con los útiles de trabajo.
- Emplear siempre plantas sanas en las nuevas plantaciones y en los replantes.
- Debe evitarse el empleo de aguas salinas y plantar en suelos salinos, arcillosos, con mal
drenaje, mala permeabilidad y poco profundos.

Estimulación de los mecanismos naturales de defensa.

Se han venido investigando en los últimos años sobre inductores de resistencia de las
plantas a las enfermedades, y como resultado han descubierto las propiedades de una serie de
compuestos inocuos para las personas, los animales, las plantas y el medio ambiente, que en
condiciones de campo han demostrado una contrastada eficacia en la lucha contra el mal de
Panamá. Esta enfermedad no tenía hasta la fecha posibilidades de control químico. Las
parcelas pre-tratadas han aumentado hasta en un 30% la producción y calidad de la cosecha
respecto a las que no han recibido tratamiento.

Este tipo de compuestos químicos, por lo general no tóxicos, inducen procesos


bioquímicos en la planta que la ayudan a defenderse por sí misma con una mayor intensidad
de la que lo haría la planta no tratada con dichos compuestos. Y así, entre otras respuestas
habituales de defensa de la planta, tales sustancias instan a las células vegetales a
biosintetizar una cantidad de antibióticos de defensa (llamados fitoalexinas) similar a aquellas
plantas genéticamente resistentes y a crear barreras físicas que impidan la penetración del
patógeno.

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