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MONOGRAFÍAS
INAP
INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
LIBRE MERCADO
Y PROTECCIÓN AMBIENTAL
Intervención y orientación ambiental
de las actividades económicas
LIBRE MERCADO
Y PROTECCIÓN AMBIENTAL
Intervención y orientación ambiental
de las actividades económicas
Directores
F. Javier Sanz Larruga
Marta García Pérez
J. José Pernas García
Prólogo
Jaime Rodríguez-Arana Muñoz
Autores
Isabel Caro-Patón Carmona José María Rábade Blanco
Lucía Casado Casado Mariola Rodríguez Font
César García Novoa Ángel Ruiz de Apodaca Espinosa
Marta García Pérez Nicolas de Sadeleer
José Carlos Laguna de Paz F. Javier Sanz Larruga
Blanca Lozano Cutanda Íñigo Sanz Rubiales
Manuela Mora Ruiz Marc Tarrés Vives
José Manuel Pérez Fernández Íñigo Urrutia Libarona
J. José Pernas García
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comuni-
cación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de propiedad intelec-
tual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelec-
tual (arts. 270 y sigs. del Código Penal).
Edita:
INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
www.inap.es
ISBN: 978-84-7088-837-3 (formato papel); 978-84-7088-840-3 (formato electrónico)
NIPO: 635-13-014-6 (formato papel); 635-13-015-1 (formato electrónico)
Depósito Legal: M-11760-2013
Preimpresión: Composiciones RALI, S.A.
Impresión: Publidisa
En esta publicación se ha utilizado papel reciclado libre de cloro de acuerdo con los criterios medioambien-
tales de la contratación pública.
SUMARIO
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Primera Parte
EL MEDIO AMBIENTE COMO FACTOR DE LIMITACIÓN
DEL MERCADO. MERCADO INTERIOR Y MEDIDAS
ADMINISTRATIVAS DE ORDENACIÓN AMBIENTAL
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libre mercado y protección ambiental
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libre mercado y protección ambiental
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índice
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índice
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Segunda Parte
MEDIO AMBIENTE COMO FACTOR DE ORIENTACIÓN
DEL MERCADO. LOS INSTRUMENTOS ECONÓMICOS Y
DE MERCADO PARA INCENTIVAR COMPORTAMIENTOS
SOCIALMENTE RESPONSABLES Y GESTIONAR DE MODO
EFICIENTE LOS RECURSOS NATURALES
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índice
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índice
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PRESENTACIÓN
1
Véase más información sobre el proyecto en su sitio web: http://proyectomilema.wordpress.
com. También han colaborado en el desarrollo del trabajo el proyecto «Derecho ambiental y libertad
de servicios en el mercado interior: nuevos retos, transformaciones y oportunidades» (DER2010-
19343), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.
2
Citamos, por ejemplo, Pernas García, J. José, «El efecto desregulador de la Directiva de servi-
cios y su incidencia en la ordenación administrativa ambiental», en Nogueira López, Alba (Dir.), La
termita Bolkestein, Mercado único vs. derechos ciudadanos, Civitas, Thomson Reuters, Madrid, 2012;
Contratación pública verde, La Ley, Madrid, 2012; «Los procesos de liberalización y simplificación
administrativa y su incidencia en las técnicas de intervención administrativa ambiental», en L. Casado
Casado, J. R. Fuentes i Gasó, J. Gifreu Font (Dirs.), Prestación de servicios, administraciones públi-
cas y derecho administrativo, Tirant lo Blanch, Valencia, 2013.
21
libre mercado y protección ambiental
22
PRÓLOGO
El libro colectivo que tengo el honor de prologar sobre libre mercado y pro-
tección ambiental, dirigido y coordinado por los profesores Francisco Javier
Sanz Larruga y José Pernas García, constituye una valiosa aportación en mate-
ria de Derecho público económico que los especialistas de esta materia agrade-
cerán sobremanera. No solo por la categoría académica de sus autores, profeso-
ras y profesores españoles y extranjeros bien conocidos en la comunidad
científica del Derecho público, sino por el enfoque y metodología que lo presi-
de, bien cercano al pensamiento abierto, plural, dinámico y complementario
que tanto ayuda a la investigación en el Derecho administrativo. En efecto, las
relaciones entre la libertad y el poder público, entre la intervención pública y
los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos, conforman uno de los
puntos cardinales desde el que se alumbra un nuevo Derecho administrativo
que, como diría González Navarro, se nos presenta como el Derecho del po-
der para la libertad o, más en concreto, como el Derecho del poder público para
la libertad solidaria.
El libro que el lector tiene en sus manos estudia temas tan relevantes como
el de las restricciones al mercado europeo consecuencia de la dimensión am-
biental, analiza los aspectos relativos a la inspección ambiental, a la proyección
de la directiva de servicios y el medio ambiente. Además, trata aspectos tan
fundamentales para comprender el sentido social del mercado como puede ser
la transparencia o la creación de mercados para la protección del medio am-
biente.
El sentido de la libertad económica y el alcance de la presencia del Estado
en la economía es un tema permanente del debate acerca de las relaciones entre
libertad y Estado. En el caso del Derecho de la Unión Europea, la pugna entre
libertades económicas, libertad de circulación de personas, bienes o servicios y
el interés general constituye un botón de muestra bien elocuente de la tensión
que siempre ha existido entre libertad e intervención pública. El equilibrio entre
las libertades económicas y la cohesión social, qué duda cabe, es precisamente
uno de los grandes desafíos de la construcción europea que, por la preponderan-
23
libre mercado y protección ambiental
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prólogo
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cia humana justa y pacífica. Dan sus contenidos básicos a dicho Ordenamiento,
en nuestro caso al del Estado social y democrático de Derecho, y atañen al
conjunto estatal, son un patrimonio común de los ciudadanos individual y co-
lectivamente, establecen una vinculación directa entre los individuos y el Esta-
do y actúan como fundamento de la unidad política sin mediación alguna.
Los derechos fundamentales, por tanto, se constituyen en pieza clave del
sistema constitucional. De ahí que la sentencia del Tribunal Constitucional de
16 de octubre de 1984 señale con contundencia «el destacado interés general
que concurre en la protección de los derechos fundamentales». No se trata, esta,
de una consideración aislada de nuestro Alto Tribunal. Todo lo contrario. Afor-
tunadamente, la afirmación de que el interés general se orienta hacia la protec-
ción de los derechos fundamentales puede decirse que se encuentra perfecta-
mente consolidada en la jurisprudencia de nuestro Tribunal Constitucional.
En efecto, la sentencia del Tribunal Constitucional de 12 de diciembre de
1986, con cita de la de 14 de julio de 1981, señala que «los derechos fundamen-
tales resultan ser elementos esenciales de un ordenamiento objetivo de la Co-
munidad nacional, reiterando el destacado interés público que se halla en la
base de la tutela de los derechos fundamentales».
Igualmente, la sentencia de 13 de febrero de 1985 estableció que el respeto
a los derechos fundamentales consagrados por la Constitución constituye «un
componente esencial del orden público». Es decir, la tarea de protección y pro-
moción de los derechos fundamentales debe ser asumida por el Estado hasta el
punto de constituir una de sus principales funciones:
Los derechos fundamentales son los componentes estructurales básicos,
tanto del conjunto del orden jurídico objetivo como de cada una de las ramas
que lo integran, en razón de que son la expresión jurídica de un sistema de
valores que, por decisión del constituyente, ha de informar el conjunto de la
organización jurídica y política....
Por tanto, como señala la sentencia del Tribunal Constitucional del reino de
España de 12 de diciembre de 1986, «tanto los derechos individuales como sus
limitaciones, en cuanto se derivan del respeto a la Ley y a los derechos de los
demás, son igualmente considerados por el artículo 101.1 de la Constitución
como fundamento del orden político y de la paz social». De ahí que, como sigue
diciendo esta misma sentencia, «resulta ficticia la contraposición entre el inte-
rés particular subyacente a las primeras (derechos fundamentales) y el interés
público que, en ciertos supuestos, aconseja su restricción».
Ahora bien, como ha señalado nuestro Tribunal Constitucional, el Estado
social y democrático de Derecho impide que la propia Administración pública
monopolice la asunción del interés general: «la configuración del Estado como
social de Derecho viene así a culminar una evolución en la que la consecución
de los fines de interés general no es absorbida por el Estado, sino que se armo-
niza en una acción mutua Estado-Sociedad» (sentencia de 7 de febrero de
32
prólogo
1984). Es decir, los límites son límites, no son ni pueden ser la regla. La regla
es la libertad, que podrá ser limitada, como enseña la jurisprudencia comunita-
ria en el caso de la libertad de comercio entre los Estados miembros, por razo-
nes justificadas, siempre que tales limitaciones no constituyan una discrimina-
ción arbitraria o una restricción encubierta a la libertad de comercio. En
determinados casos, el de la protección ambiental entre ellos, cuando tales lími-
tes supongan exigencias imperativas. Es decir, razones de tal peso y obviedad
que se imponen por sí mismas. Ahí está la clave, en la justificación de los lími-
tes, en la racionalidad de las restricciones; en definitiva, en la argumentación
del uso de la cláusula del interés general.
El derecho Comunitario Europeo tiene, en sí mismo, que conciliar diferen-
tes tradiciones jurídicas: la continental de inspiración francesa y la anglosajona.
Ambas son dos perspectivas muy distintas de la libertad. En un caso, con una
concepción más liberal y en otro con una perspectiva más social. Por eso, cuan-
do la UE, partiendo del principio de competencia declaró la guerra a los mono-
polios públicos y rompió el esquema básico del concepto de servicio público en
la actividad económica, no se pronunció a favor de una tesis en detrimento de
la otra. Tuvo, no tenía más remedio, que integrar la libertad económica con la
cohesión social y alumbrar el concepto de servicio económico de interés gene-
ral. Es verdad que tales actividades económicas ya no pueden ser de titularidad
pública, pero no es menos cierto que la regulación a que se someten tales sec-
tores económicos en lo que se refiere a la garantía de universalidad, asequibili-
dad y calidad de las prestaciones que reciben los usuarios, impiden dar por
buena esa tan manida expresión de huida del Derecho Administrativo cuando
lo que hay, si se exigieran de verdad tales obligaciones –de servicio público–,
es una vuelta al Derecho Administrativo.
En fin, como queda demostrado en esta magnífica obra colectiva, dirigida
por los profesores Javier Sanz Larruga y José Pernas García, es que la liber-
tad de comercio en el seno de la UE encuentra en los límites, especialmente en
el caso del medio ambiente como proyección paradigmática del interés general,
las condiciones para un ejercicio de la libertad más razonable y más objetiva,
para un ejercicio de libertad solidaria.
A Coruña, abril de 2013.
Jaime Rodríguez-Arana
Catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de A Coruña
Presidente del Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo
33
PRIMERA PARTE
EL MEDIO AMBIENTE COMO FACTOR DE
LIMITACIÓN DEL MERCADO. MERCADO
INTERIOR Y MEDIDAS ADMINISTRATIVAS DE
ORDENACIÓN AMBIENTAL
AUTONOMÍA REGULADORA AMBIENTAL
Y LIBRE CIRCULACIÓN DE BIENES
Nicolas de Sadeleer
Saint Louis University (Bruselas)
Cátedra Jean Monnet
Profesor invitado UCL
I. INTRODUCCIÓN
37
libre mercado y protección ambiental
3
Véase, p. ej., asunto 265/65 Comisión/Francia [1997] Rec. p. I-6959.
4
El punto de partida de la política medioambiental de la UE está vinculado a la necesidad de
adoptar criterios medioambientales de selección de productos armonizados con vistas a prevenir el
riesgo de fragmentación del mercado, resultante de una regulación nacional dispar. Desde finales de la
década de 1960, se ha desarrollado un considerable cuerpo de normas europeas que van desde los
OMG hasta los vehículos de motor. Ver L. Krämer, EC Environmental Law, 6th ed., Thomson, 2007,
pp. 224-270; N. de Sadeleer, Commentaire Mégret. Environnement et marché intérieur, Bruselas,
ULB, 2010, pp. 207-247.
38
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
5
Por ejemplo, varias directivas sobre gestión de residuos basadas en el artículo 192 TFUE esta-
blecen requisitos sobre productos.
6
El que un Estado miembro establezca normas menos restrictivas que las que rigen en otro Estado
miembro no implica en sí mismo que las normas más restrictivas sean desproporcionadas o, por tanto,
incompatibles con el Derecho europeo (asunto C‑294/00 Gräbner [2002] Rec. p. I‑6515, ap. 46; Asun-
to C-277/02 EU-Wood-Trading [2004] Rec. p. I-11957, ap. 47). De hecho, la elección por parte de un
Estado miembro de un sistema de protección diferente al de otro Estado miembro no tiene por qué in-
fluir en la evaluación de la necesidad y proporcionalidad de las disposiciones discutidas (asunto
C-67/98 Zenatti [1999] Rec. p. I-7289, ap. 34 y Gräbner, ap. 47).
39
libre mercado y protección ambiental
Tabla 1
Barreras arancelarias y no arancelarias a la libre circulación de bienes
40
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
mos específicos y los otros impuestos indirectos» con arreglo al artículo 113
TFUE, tienen que ser aprobadas por el Consejo de forma unánime en virtud de
un procedimiento legislativo especial (PLE) previa consulta al Parlamento Eu-
ropeo. De hecho, el PLE ha impedido la adopción de un sistema europeo de
impuestos medioambientales7. Por tanto, a diferencia de la armonización de las
normas sobre productos con vistas a la mejora del mercado interno en virtud del
artículo 114 TFUE, la armonización de los impuestos ecológicos no hizo nin-
gún progreso.
De ello se desprende que los Estados miembros disponen de una considerable
libertad para llevar a cabo su política fiscal con el objetivo de proteger el medio
ambiente. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta el hecho de que los impuestos
ecológicos recaudados ya sea para aumentar los ingresos o para influir en las
empresas y en el comportamiento de los consumidores, pueden suponer una pro-
tección para los productos domésticos. Para garantizar que esa política fiscal no
sirve a intereses proteccionistas, distintas disposiciones del TFUE pueden prohi-
bir la adopción de instrumentos fiscales dirigidos a la protección del medio am-
biente cuando estos instrumentos es probable que perjudiquen al comercio.
Los apartados 2 y 3 abordan dos categorías diferentes de disposiciones que
limitan el uso de exacciones arancelarias, incluso aunque dichas exacciones
persigan la protección del medio ambiente. La primera de estas dos categorías,
que se encuentra en el título II sobre libre circulación de mercancías, contiene
los artículos 28 y 30 TFUE, que prohíben a los Estados miembros aplicar dere-
chos de aduana de importación y exportación, o exacciones de efecto equiva-
lente a dichos derechos de aduana (en adelante, EEE). La segunda categoría
establece sus bases en el artículo 110 TFUE y prohíbe los tributos internos de
naturaleza discriminatoria.
Así, cuando se enfrenta a una medida fiscal, el profesional tendrá que dis-
tinguir entre la prohibición de EEE (artículos 28 y 30 TFUE) y los tributos
internos discriminatorios (artículo 110 TFUE). El carácter financiero de la me-
dida la incluye en el ámbito de las disposiciones antes mencionadas, y la ex-
cluye de la categoría aplicable a las «medidas de efecto equivalente» a las
«restricciones cuantitativas» a la importación, con arreglo a los artículos 34 y
siguientes del TFUE (en lo sucesivo, MEE).
Considerando que el Tribunal de Justicia ha resuelto a menudo casos relati-
vos a MEE resultantes de medidas nacionales, regionales o locales relativas a la
protección del medio ambiente, rara vez ha tenido que resolver cuestiones refe-
rentes a la compatibilidad de los impuestos medioambientales con obligaciones
de Derecho primario. Sin embargo, tales cuestiones poseen una gran importan-
cia práctica debido al riesgo de conflicto potencial entre los mecanismos fisca-
7
Por ejemplo, el Consejo desestimó en 1992 y 1995 los escasos intentos realizados por la Comi-
sión de establecer un impuesto ecológico sobre la energía. Véase COM(97)30 Final, [1997] DO C
139/14.
41
libre mercado y protección ambiental
8
Aunque el Tribunal de Justicia debería garantizar el respeto a este principio en los casos de im-
puestos que llegan ante él, raramente lo invoca. En su condena a la prohibición de exportación de dese-
chos de aceites por parte de Francia por no conformidad con el artículo 36 TFUE, refutó el argumento
económico de las autoridades francesas basándose en que la directiva de la UE les otorgaba el poder de
«d’octroyer à ces operateurs des indemnites financées conformement au principe du pollueur-payeur»
(asunto 172/82, Inter-Huiles [1983] Rec. p. I-555, ap. 13).
9
Véase Comunicación de 26 de marzo de 1997 sobre impuestos y gravámenes ambientales en el
mercado único COM (97) 9 final. Véase también el Sexto Programa de Acción en materia de Medio
Ambiente, art. 3.1, letra c).
10
Asunto 2/62 Comisión/Luxemburgo [1962] Rec. p. 425.
11
Asunto C-90/94 Haahr Petroleum [1997] Rec. p. I-4085, ap. 20; asunto C-213/96 Outokumpu
[1998] Rec. p. I-1777, ap. 20; Asunto C-387/01 Weigel [2004] Rec. p. I-4981, ap. 64, y asuntos acu-
mulados C-393/04 y C-41/05 Air Liquide Industries Belgium [2006] Rec. p. I-5293, ap. 51.
12
Asunto 7/68 Comisión/Italia [1968] Rec. p. 423. Véase Gormley, L., EU Law of Free Move-
ment of Goods and Customs Union, Oxford, OUP, 2009, pp. 384-386.
42
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
13
Véase por analogía, asunto C-7/68 Comisión/Italia [1968] Rec. p. 423; asunto C-29/72 Mari-
mex [1972] Rec. p. 1309; asunto C-78/76 Steinike [1977] Rec. p. 595; y asunto C-158/82 Comisión/
Dinamarca [1983] Rec. p. 3573.
14
Asunto 24/68, Comisión/Italia [1969] Rec. p. 193, ap. 14.
15
Asunto 24/68 Comisión/Italia [1969] Rec. p. 193, en p. 201; asuntos acumulados 2 y 3/69 So-
ciaal Fonds voor de Diamantarbeiders [1969] Rec. p. I-211, en p. 222.
16
Asuntos acumulados 2 y 3/69 Sociaal Fonds voor de Diamantarbeiders [1969] Rec. p. I-211; y
asunto T-115/94 Opel Austria [1997] Rec. p. II-39, ap. 121.
17
Asunto C-45/94 Ayuntamiento de Ceuta [1995] Rec. p. I-4385, ap. 28.
18
Asuntos acumulados C-79–83/90 Compagnie commerciale de l’Ouest [1992] Rec. p. I-1873.
19
Asunto C-221/06 Stadtgemeinde Frohnleiten [2007] Rec. p. I-9643.
20
Asunto C-72/03 Carbonati Apuani v. Carrara [2004] Rec. p. I-8027.
21
Asunto C-173/05 Comisión/Italia [2007] Rec. p. I-4917, ap. 42.
22
Asunto 18/87 Comisión/Alemania [1988] Rec. p. 5427, ap. 6.
43
libre mercado y protección ambiental
23
Barnard, C., The Substantive Law of the EU, 3.ª ed., Oxford, OUP, 2007, pp. 67-68.
24
Conclusiones del abogado general AG. W. Van Gerven en asunto 340/87 Comisión contra
Italia [1989] Rec. p. 1483, ap. 10.
25
Asunto 266/81 SIOT [1983] Rec. p. I-731.
26
Véase el artículo 26.2, letra a, del Reglamento 259/93 de 1 de febrero de 1993 que ha sido sus-
tituido por los artículos 22 a 24 del Reglamento (CE) n.º 1013/2006 del Parlamento Europeo y del
Consejo de 14 de junio de 2006 relativo a los traslados de residuos, [2006] DO L 190, 1.
44
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
Por último, las tasas deben ascender a una suma proporcionada con el coste
real del servicio28. En este sentido, bastará con dos ejemplos. En su sentencia de
27 de febrero de 2003 sobre la validez de un fondo alemán para cubrir los costes
de reimportación de los residuos exportados ilegalmente, el Tribunal de Justicia
subrayaba la ausencia de una relación directa entre el importe de la contribu-
ción satisfecho por los transportistas de residuos y los costes reales del acto de
reintroducir residuos en territorio nacional29. Por citar otro ejemplo, el Tribunal
fue más flexible respecto de la proporcionalidad de una tasa en Escalier y Bon-
narel. Teniendo en cuenta que un pesticida que se presentó como importación
paralela puede ser utilizado en circunstancias diferentes a las del producto de
referencia, el procedimiento nacional simplificado de autorización de comer-
cialización podría suponer para las autoridades competentes costes que varían
de unos casos a otros. En consecuencia, las autoridades estatales podrían gravar
los servicios relacionados con dichas importaciones paralelas prestados a los
granjeros. No obstante, para respetar el principio de proporcionalidad, «el im-
porte de la tasa impuesta […] debe ser adecuado a los gastos ocasionados por
el control o los trámites administrativos necesarios para el examen de la solici-
tud de autorización de comercialización»30. Por el contrario, un tributo que no
guarda relación con los costes derivados del control o de los pasos administra-
tivos necesarios para el examen de la solicitud de autorización de comercializa-
ción es incompatible con el principio de proporcionalidad. Sin embargo, el Tri-
bunal consideró que el principio de proporcionalidad no se oponía a «una
evaluación a tanto alzado de dichos gastos»31.
Por otro lado, la tasa que grava un control impuesto por el derecho derivado
no es una EEE en la medida en que atribuye a las inspecciones llevadas a cabo
el cumplimiento de obligaciones impuestas por el derecho comunitario en aras
del interés general de la Unión. En contraposición, las tasas por inspecciones
requeridas por la legislación nacional constituyen una EEE. Por consiguiente,
27
Asunto C-389/00 Comisión/Alemania [2003] Rec. p. I-2001, ap. 35.
28
Asunto 170/88 Ford España [1989] Rec. p. I-2305; y asunto C-111/89 Bakker Hillegom [1990]
Rec. p. I-1735, aps. 12 al 16.
29
Asunto C-389/00 [2003], ap. 45.
30
Asuntos acumulados C-260 y 261/06 Escalier y Bonnarel [2007] Rec. p. I-9717, ap. 49.
31
Ibid.
45
libre mercado y protección ambiental
32
C. Barnard, vid. supra, p. 44; A. G. Toth, The Oxford Encyclopediae of European Community
Law, vol. II, Oxford, OUP, 2005, p. 7.
33
Asunto C-221/06 Stadtgemeinde Frohnleiten [2007], aps. 36-38.
34
A. G. Toth, vid. supra, p. 712.
35
Las disposiciones que prohíben las EEE en virtud de los artículos 28-30 TFUE no pueden apli-
carse de manera acumulativa con la que versa sobre tributación interna discriminatoria y entra en el
ámbito de aplicación del artículo 110 TFUE. El motivo de que estas disposiciones sean mutuamente
excluyentes es que mientras que los Estados miembros pueden adoptar impuestos y gravámenes dentro
46
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
del sistema general de tributación interna en la medida en que no sean discriminatorios, los derechos de
aduana y las EEE están categóricamente prohibidos. Respecto de los gravámenes medioambientales, la
jurisprudencia ha arrojado algo de luz sobre la línea que se debe trazar entre los ámbitos de aplicación
respectivos de los artículos 28-30 y 110 TFUE. Ver asunto C-213/96 Outokumpu Oy [1998] Rec.
p. I-1777, ap. 23; y asunto C-221/06 Stadtgemeinde Frohnleiten [2007], Rec. p. I-9643, ap. 28.
36
A. G. Toth, vid. supra, p. 708.
37
Los impuestos ecológicos han sido definidos por el Tribunal General como «una medida fiscal
autónoma caracterizada por su finalidad medioambiental y su base imponible específica. Establece la
tributación de determinados bienes o servicios para incluir los costes medioambientales en su precio
y/o hacer que los productos reciclados sean más competitivos y orientar a los productores y los consu-
midores hacia actividades más respetuosas del medio ambiente». Ver asunto T-210/02, British Aggre-
gates Association [2006] Rec. p. II- 2789, ap. 114.
38
Asunto C-47/88 Comisión/Dinamarca [1990] Rec. p. I-4509. Véase Oliver, P., Oliver on Free
Movement of Goods, vid. supra, pp. 101-102.
39
Conclusiones del abogado general Jacobs en asunto C-383/01, De Danske Bilimportører [2003]
Rec. p. I-6523, ap. 42.
47
libre mercado y protección ambiental
40
Ibid., ap. 76.
41
Asunto 302/88 Comisión/Dinamarca [1988] Rec. p. I-46, ap. 13.
42
Asunto 140/79 Chemial Farmaceutici [1981] Rec. p. I-1; asunto C-132/88 [1990], ap. 17;
asunto C-47/88 Comisión/Dinamarca [1990] Rec. p. I-4509, ap. 10; y asunto C-383/01 De Danske
Bilimportører [2003] Rec. p. I-6523, ap. 38.
48
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
Existe una similitud (concepto clave) si los productos en cuestión entran den-
tro de la misma categoría de tributación, derechos de aduana o estadísticas, o
bien si los consumidores consideran que se pueden utilizar de un modo simi-
lar43. En este sentido, el criterio relevante es la intercambiabilidad de los pro-
ductos. Es necesario determinar si los productos poseen suficientes propieda-
des en común para ser considerados una elección alternativa para el consumidor.
La evaluación de la discriminación requiere, en principio, la existencia de un
elemento comparativo entre la producción nacional y sus competidores. A fal-
ta de dicha producción, la medida en cuestión parece quedar fuera del ámbito
de aplicación del artículo 110 TFUE –en cuyo caso hay que determinar si entra
dentro del artículo 34 TFUE–, pero la posición del Tribunal de Justicia no se
ha fijado a este respecto.
Sin embargo, es probable que esta comparación se haga mucho más difícil
con respecto a otros casos. A ojos de los consumidores con sensibilidad ecológi-
ca, el consumo ecorresponsable que ha florecido en determinados Estados
miembros incrementa las diferencias entre productos que cumplen una función
similar. Asimismo puede obligar a los tribunales a evaluar el grado de similitud
con un nuevo enfoque. Un automóvil equipado con un convertidor catalítico ¿es
similar a productos competidores sin esta tecnología? ¿Puede una batería reci-
clable meterse en el mismo saco que una de usar y tirar? ¿Una botella desechable
que no se puede reutilizar es diferente de una reutilizable que no se convertirá en
residuos? ¿El pescado criado de forma sostenible se diferencia del resto del pes-
cado? ¿Son todos estos productos sustitutos potenciales?
43
Asunto C-45/75 Rewe [1976] Rec. p. 181; asunto C-106/84 Comisión/Dinamarca [1986] Rec.
p. I-833, ap. 12; y asunto C-302/00 Comisión/Francia [2002] Rec. p. I-2055, ap. 24-28. Para un trata-
miento detallado, C. Barnard, vid. supra, 50; abogado general Toth, vid. supra, p. 713.
44
Asunto C-221/06 Stadtgemeinde Frohnleiten [2007], ap. 59.
45
Art. 191.2 TFUE.
46
Asunto C-221/06 Stadtgemeinde Frohnleiten [2007], aps. 60 a 69.
49
libre mercado y protección ambiental
47
Kapteyn, P., Verloren van Themmat, P., Introduction to the Law of the European Comunities,
3.ª ed., Kluwer, 1998, p. 605.
48
Asunto C-375/95 Comisión/Grecia [1997] Rec. p. I-5981.
49
Reglamento (CE) núm. 66/210 del Parlamento Europeo y del Consejo relativo a la etiqueta
ecológica de la UE, DO [2010] L 27/1.
50
1.er considerando del Reglamento (CE) núm. 66/210 del Parlamento Europeo y del Consejo re-
lativo a la etiqueta ecológica de la UE, DO [2010] L 27/1.
51
Comunicación de la Comisión de 26 de marzo de 1997, Impuestos y tasas medioambientales en
el Mercado Común, COM (97) 9 final I-8.
52
Ibid.
50
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
53
Asunto 196/85 Comisión/Francia [1987] Rec. p. I-1597, ap. 6; y asunto C-90/94 Haahr Petro-
leum [1997] Rec. p. I-4085, ap. 29.
54
Asunto C-213/96 Outokumpu Oy [1998] Rec. p. I-1567, ap. 33. El propósito medioambiental
puede parecer incluso más importante si el preámbulo de una Directiva subraya la importancia que se
atribuye a la incidencia medioambiental de los métodos de producción (Conclusiones del abogado
General Jacobs sobre el asunto antedicho, ap. 58).
55
Asunto 46/80 Vinal [1981] Rec. p. I-77, ap. 13.
56
Asunto C-213/96 Outokumpu Oy [1998] Rec. p. I-1801, ap. 31.
57
Asunto 21/79 Comisión/Italia [180] Rec. p. I-1.
58
Asunto C-132/88 Comisión/Grecia [1990] Rec. p. I-1567; y asunto C-113/94 Casarin [1995]
Rec. p. I-4203. Véase también asunto C-47/88 Comisión/Dinamarca Rec. p. I-4509.
51
libre mercado y protección ambiental
59
Asunto 21/79 Comisión/Italia [1980], ap. 18.
60
Asunto 319/81 Comisión/Italia [1983] Rec. p. I-601, ap. 13; asunto 106/84 Comisión/Dinamar-
ca [1986] Rec. p. I-833, ap. 22; y asunto C-213/96 Outokumpu Oy [1998] Rec. p. I-1801, ap. 30.
61
Conclusiones de la abogado feneral Sharpston en asunto C-402/09 Ioan Tatu [2011] Rec.
p. I-2711, ap. 38.
62
Asunto C-375/95 Comisión/Grecia [1999] Rec. p. I-I-5981, ap. 29.
52
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
63
Asunto C-402/09 Ioan Tatu [2011] Rec. p. I-2711.
64
Asunto C-375/95 Comisión/Grecia [1997], ap. 47.
65
Asunto C-213/96 [1998], ap. 41.
66
Ap. 39.
67
Asunto C-221/06 Stadtgemeinde Frohnleiten [2007], ap. 70 y 71.
68
Véase Conclusiones del abogado general Mayras en asunto 21/79 Comisión/Italia [1980], ap. 1.
53
libre mercado y protección ambiental
69
Asunto 45/87 Comisión/Irlanda [1988] Rec. p. 4929.
70
De Sadeleer, N., Le droit communautaire et les déchets, Bruselas, Bruylant, París, L.G.D.J.,
1995, pp. 73-162; IB., «Les limites posées à la libre circulation des déchets par les exigences de pro-
tection de l’environnement», 1993, 5 : 6 CDE, pp. 672-696; IB., Environmental Principles, Oxford,
O.U.P., 2002, pp. 341-354; IB., Commentaire Mégret. Environnement et marché intérieur, Bruselas,
ULB Press, 2010, pp. 363-412; Geradin, D., Trade and the Environment. A Comparative Study of EC
and US Law, Cambridge, CUP, 1997; Krämer, L., «L’environnement et le marché unique», 1993, 1
RMC, p. 48; IB., «Environmental Protection and Article 30 TFEU», 1993, CMLRev., pp. 111-143;
Misonne, D. y de Sadeleer, N., «Is There Space in the EU for National Product-Related Measures?»
en Pallemarets, M. (ed.), EU and WTO Law: How tight is the Legal Straitjacket for Environmental
Product Regulation, Bruselas, VUB Press, 2006, pp. 45-82; Notario, A., Judicial Approaches to Tra-
de and Environment. The EC and the WTO, Londres, Cameron & May, 2003; Scott, J., «On Kith and
Kine: Trade and Environnement in the EU and WTO» en Veiler, J.H.H. (ed.), The EU the WTO and
the NAFTA, Oxford, OUP, 2000, pp. 126-133; Temmink, H., «From Danish Bottles to Danish Bees:
The Dynamics of Free Movement of Goods and Environmental Protection – a Case Law Analysis», Yb
Eur Env L, 2000 I, pp. 61-102; van Calster, G., International & EU Trade Law. The Environmental
Challenge, Londres, Cameron & May, 2000; Vial, C., Protection de l’environnement et libre circula-
tion des marchandises, Bruselas, Bruylant, 2006; Wiers, J., Trade and Environment in the EC and the
54
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
WTO. A Legal Analysis, Groeningen, Europa Law Publishing, 2002; Ziegler, A. R., Trade and Envi-
ronmental Law in the European Community, Oxford, Clarendon, 1996.
71
Asunto C-171/11 Fra.bo [2012] ap. 31-32.
72
Conclusiones del abogado general Poiares Maduro de 14 de septiembre de 2004 en asunto
C-42/02 Comisión/Países Bajos [2004] Rec. p. I-11375, aps. 30 a 33. Véase también Jacobs, F. G.,
«Recent developments in the principle of proportionality in EC law» en Ellis, E. (ed.), The Principle
of Proportionality in the Laws of Europe, Oxford, Hart, 1999, p. 21; Tridimas, T., «Proportionality in
European Community Law: Searching for the Appropriate Standards of Scrutiny», en The Principle of
Proportionality in the Laws of Europe, vid. supra, p. 66; Kapteyn, P., y Verloren van Themmat, P.,
vid. supra, p. 640; Unperath, H., y Johnston, A., «The Double-headed Approach to the ECJ concer-
ning Consumer Protection», 2007 44 CMLR, pp. 1237-1284.
73
Asuntos acumulados 80 y 81/77 Commissaires réunis [1978] Rec. p. I-1978, ap. 297; asunto
15/83 Denkavit Nederland [1984] Rec. p. I-2171, ap. 15; asunto C-51/93 Meyhui [1994] Rec. p. I-3879,
55
libre mercado y protección ambiental
ap. 11; y asunto C-114/96 Kieffer y Thill [1997] Rec. p. I-3629, ap. 27; asunto C-469/00 Ravil/Bellon
[2003] Rec. p. I-5053, ap. 86; C-108/01 Consorzio del Prosciutto di Pama/Asda Stores [2003] Rec.
p. I-5121, ap. 53 C434/02 Arnold André/Herford [2004] Rec. p. I-11825, ap. 57; Asunto C-210/03 R
Swedish Match [2004] Rec. p. I-11893, ap. 59 y asuntos acumulados C-154 y 155/04 R Alliance for
Natural Health [2005] Rec. p. I-6451, ap. 47.
74
Asunto 240/83 Procureur de la République v. ADBHU [1985] Rec. p. 555, ap. 13.
75
Asunto C-284/95 Safety Hi-Tech [1998] Rec. p. I-4301, ap. 63; y asunto C-341/95 Bettati
[1998] Rec. p. I-4355, ap. 61.
76
Asunto C-311/85 Vereniging van Vlaamse Reisbureaus [1987] Rec. p. I-3801, ap. 30. Véase
también el razonamiento implícito en asunto C-325/00 Comisión/Alemania [2002] Rec. p. I-9977.
77
Asunto C-159/00 Sapod Audic [2002] Rec. p. I-5031, ap. 74.
78
Asunto C-324/93 Evans medical [1995] Rec. p. I-563, ap. 20.
79
Asunto C-2/90 Comisión/Bélgica («Residuos valones») [1992] Rec. p. I-1, ap. 27; y asunto
C-221/06 Stadtgemeinde Frohnleiten [2007] Rec. p. I-9643.
56
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
vas, la definición de una MEE es, por tanto, esencial en la jurisprudencia del
Tribunal de Justicia, que a través de una amplia interpretación de la libre circu-
lación de bienes, da más valor al efecto de la medida que a su naturaleza legal.
Dicho esto, mientras que el Tribunal optó por un criterio de discriminación a la
hora de determinar el ámbito de aplicación del artículo 35 TFUE, también de-
terminó en el asunto Cassis de Dijon que todas las medidas que tuviesen un
impacto en el comercio intracomunitario, tanto discriminatorias como no dis-
criminatorias, se recogían en el artículo 34 TFUE. Por consiguiente, debe dife-
renciarse el ámbito de actuación de las MEE sobre importaciones (subapartado
a) y exportaciones (subapartado b).
80
Asunto 8/74 Dassonville [1974] Rec. p. I-837.
81
Oliver, P., «Of Trailers and Jet-Skis: is the Case Law on Article 34 TFEU Carrering in a New
Direction», 2010 Fordham Intl L J, p. 4; Barnard, C., vid. supra, p. 92.
82
Asunto C-120/78 Cassis de Dijon [1979] Rec. p. 649.
83
Asunto C-110/05 Comisión/Italia [2009] Rec. p. I-519, ap. 34 y la jurisprudencia citada; asunto
C-108/09 Ker-Optika [2010], ap. 48, con notas de de Sadeleer, N. , 2011 2 EJCL, pp. 435-444.
57
libre mercado y protección ambiental
84
Asunto C-120/78 Cassis de Dijon [1979] Rec. p. 642, ap. 14.
85
Rosas, A. «Life after Dassonville and Cassis: Evolution but No Revolution» en Poiares, M.,
Maduro y Azoulai, L. (eds.), The Past and Future of EU Law Rome, Oxford, Hart, 2010, p. 440.
86
Asuntos acumulados 177/82 y 178/82 Van de Haar [1984] Rec. p. 1797, ap. 13 ; asunto 16/83
Prantl [1984] Rec. p. 1299, ap. 20; asunto 269/83 Comisión/Francia [1985] Rec. p. 837, ap. 10; y
asunto 103/84 Comisión/Italia [1986] Rec. p. 1759, ap. 18. La jurisprudencia reciente del TJUE no
siempre indica con claridad si existe una norma de minimis relativa al artículo 34 TFUE. Véase por un
lado, por ejemplo, asunto C-16/83 Prantl [1984] Rec. p. I-1299, ap. 20; asuntos acumulados C-177 y
178/82 Van de Haar y Kaveka de Meern [1984] Rec. p. I-1797, ap. 13; asunto C-269/83 Comisión/
Francia [1985] Rec. p. I-837, ap. 10 y asunto C-158/94 Comisión/Italia Rec. p. I-I-5789, ap. 18; véase,
por otro lado, por ejemplo, asunto C-266/96 Corsica Ferries France [1998] Rec. p. I-I-3949, ap. 31;
asunto C-44/98 BASF [1999] Rec. p. I-6269 y el razonamiento implícito en el asunto C-254/98 TK-
Heimdienst [2000] Rec. p. I-I-151, ap. 30.
87
Conclusiones del abogado general Fennelly en asunto C-67/97 Bluhme [1998] Rec. p. I-803,
ap. 16.
88
Asunto C- 463/01 Comisión/Alemania [2004]; y asunto C-309/02 Radlberger y Spitz, [2004],
aps. 63 y 68.
89
Rosas, A., vid. supra, p. 437.
58
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
Desde Keck, las MEE se han dividido en dos categorías: normas sobre
productos y modalidades de venta. Sin embargo, dos sentencias dictadas por
la Gran Sala el 10 de febrero de 2009 (asunto «Remolques italianos») y por la
Sala Segunda del Tribunal el 4 de junio de 2009 («Embarcaciones suecas»)
supusieron grandes cambios en este enfoque de dos vertientes del concepto de
90
Casos acumulados C-267 y C-268/91 Keck y Mithouard [1993] Rec. p. I-6097.
91
Asunto C-67/97 Bluhme [1998] Rec. p. I-8033, ap. 21.
92
Asunto C-143/03 Comisión/Italia [2004], ap. 29.
93
Asunto C-159/00 Sapod Audic [2002] Rec. p. I-5031, ap. 73; y asunto C-463/01 Comisión/
Alemania [2004], ap. 68; asunto C-309/02 Spitz [2004], ap. 73.
59
libre mercado y protección ambiental
MEE94. En los dos asuntos que nos ocupan, así como en los siguientes95, el Tri-
bunal identificó tres categorías de medidas que ahora quedarán cubiertas por el
artículo 34 TFUE.
La primera categoría incluye medidas que tendrán por objeto o efecto un
tratamiento menos favorable de los productos originarios de otros Estados
miembros96. En otras palabras, abarca todas las medidas nacionales que son
directa o indirectamente discriminatorias. De ello se desprende que, siempre
que tengan por objeto o efecto la discriminación de productores extranjeros,
todas las medidas que regulan las características de un producto, su uso y sus
modalidades de venta entran dentro de esta primera categoría.
La segunda categoría se refiere a las medidas que, cuando las leyes naciona-
les no se han armonizado, regulan los requisitos que estos productos han de
satisfacer, incluso aunque estas normas sean aplicables indistintamente a todos
los productos. Esto corresponde a la categoría de medidas relativas a las carac-
terísticas intrínsecas de los productos tal y como se definen en el asunto Cassi
de Dijon97. A diferencia de la primera categoría, las medidas que se incluyen
dentro del ámbito de la segunda categoría no tienen como objetivo la discrimi-
nación de productos extranjeros. A modo de ejemplo, ese sería el caso de las
regulaciones nacionales que establecen criterios técnicos sobre la comercializa-
ción de pesticidas o sustancias químicas.
Por ultimo, aunque no menos importante, la categoría final de esta trilogía
consta de «cualquier otra medida que obstaculice el acceso al mercado de un Esta-
do miembro de los productos provenientes de otros Estados miembros»98. Se ha
producido un animado debate acerca de cómo interpretar estos términos99. Enten-
demos que esta categoría abarca medidas no discriminatorias que no entran en el
ámbito de aplicación de las dos primeras, pero que impiden o dificultan el acceso
al mercado para los productos importados. En consecuencia, esta tercera categoría
engloba requisitos de autorización, restricciones sobre transporte, así como el
modo en que se regula el uso de los productos100. Por ejemplo, una medida entra
en esta categoría residual cuando tiene el efecto de evitar que los consumidores
hagan un uso «adecuado e inherente a dichos productos o lo limite enormemente»101.
94
Asunto C-110/05 Comisión/Italia «Remolques» [2009] Rec. p. I-519; asunto C-142/05 Mickels-
son y Roos «Embarcaciones suecas» [2009] Rec. p. I-000.
95
Asunto C-108/09 Ker-Optika [2010], ap. 48-51, con notas de de Sadeleer, N., 2011 2 EJCL
435-444.
96
Asunto C-110/05 Remolques, ap. 36; y asunto C-108/09 Ker-Optika, ap. 49.
97
Asunto 120/78 Rewe-Zentral [1979] Rec. p. I-649.
98
Asunto C‑110/05 Remolques [2009] Rec. p. I-519, ap. 37; asunto C-142/05 Embarcaciones
suecas [2009] I-4273, ap. 24.
99
Spaventa, E., «Leaving Keck behind? The free movement of goods after the rulings in Comi-
sión/Italia and Mickelsson and Roos», 2009 34 ELRev, pp. 921-922; Horsley, T., notas 2009 46 CML-
Rev 2016.
100
Spaventa, E., vid. supra, p. 920.
101
Asunto C-142/05, Embarcaciones suecas, ap. 58.
60
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
Tabla 2
Categorías de MEE
1.ª categoría Principio de no discrimi- Están incluidas en esta P. ej. una prohibición to-
nación categoría las medidas que tal de la publicidad; pro-
discriminan directa o in- hibición de gestionar re-
directamente a los pro- siduos peligrosos impor-
ductores extranjeros. Por tados del extranjero en
consiguiente, todas las instalaciones clasificadas
medidas que regulan las que desarrollan una acti-
características de un pro- vidad de tratamiento de
ducto, su uso, así como residuos peligrosos
las modalidades de venta
que requieren mayores
exigencias de calidad que
para los productos nacio-
nales
2.ª categoría Principio de reconoci- Requisitos de producto P. ej. normas sobre pro-
miento mutuo (Dassonvi- que han de cumplir los ductos relativas a forma,
lle) bienes que han sido «le- tamaño, dimensión, peso,
galmente fabricados y co- denominación composi-
mercializados» en otros ción, envasado, etiqueta-
EM, incluso aunque estas do y presentación de bie-
normas sean aplicables in- nes, requisitos de seguri-
distintamente. De hecho, dad, umbrales de sustan-
estos criterios aplicables cias peligrosas, propieda-
indistintamente bloquean des peligrosas.
el acceso al mercado na-
cional de bienes sustitutos
del modo en que se co-
mercializan en otros EM
3.ª categoría Acceso de productos a «Cualquier otra medida P. ej. prohibiciones o res-
los mercados nacionales que obstaculice el acceso tricciones en el uso de los
(Remolques) al mercado de un Estado bienes, requisitos de au-
miembro de los produc- torización y restricciones
tos provenientes de otros en el transporte
Estados miembros»
61
libre mercado y protección ambiental
Tabla 3.
Tipos de medidas medioambientales contempladas en el artículo 34 TFUE
Requisitos de
Objeto producto Modalidades de venta Restricciones de uso
diferenciados
102
En lo referente a las modalidades de venta, el Tribunal parece considerar que funcionan como
una excepción al asunto Dassonville, siempre que los dos requisitos establecidos en el asunto Keck se
cumplan. Ker-Optika confirma que determinadas modalidades de venta escapan al ámbito de aplica-
ción del artículo 34 TFUE. Véase asunto C-108/09 Ker-Optika bt [2010], ap. 51.
103
Rosas, A., vid. supra, p. 445; Oliver, P., Oliver on Free Movement of Goods, Oxford, Hart,
2010, pp. 129-130; Barnard, C., The Substantive Law of the EU, 3.ª ed., vid. supra, p. 105.
62
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
dencia en Dassonville. De ello se deduce que las medidas que únicamente res-
tringen y no se limitan a prohibir el uso de un producto entran dentro del
ámbito de aplicación del artículo 34 TFUE104. Dicho lo cual, sigue sin quedar
claro qué significa el término «acceso»105. En concreto, cabe preguntarse hasta
qué punto debe ser obstaculizado el acceso al mercado nacional106.
En tercer lugar, es probable que estas sentencias supongan un impacto sobre
la capacidad de las autoridades nacionales para regular el uso de productos pe-
ligrosos. En efecto, una amplia interpretación de la prueba de acceso a los mer-
cados probablemente ampliará en gran medida el ámbito de aplicación del artí-
culo 34 TFUE. Por consiguiente, los Estados miembros podrán verse privados
de su derecho a llevar a cabo políticas no proteccionistas.
104
Hosley, T., vid. supra, p. 2007.
105
Oliver, P., Oliver on Free Movement of Goods, vid. supra, pp. 129-130; T. Hosley, vid. supra,
p. 2014; Snell, J., «The Notion of Market Access: A Concept or Slogan», 2010 CMLR 470.
106
Véase asunto C-456/10 ANETT [2012], ap. 30.
107
El Tribunal rara vez ha tenido que afrontar medidas que regulen el uso de los productos. Véase
el asunto 119/78 SA des Grandes distilleries Peureux [1975] Rec. p. 975; y asunto C-473/98, Toolex
[2000] Rec. p. I-5681.
108
Asunto C-110/05 Remolques, ap. 58.
109
Asunto C-110/05 Remolques, ap. 56; asunto C-142/05, Embarcaciones suecas, ap. 26-27.
110
Abogado general Bot en asunto C-110/05 Remolques, ap. 109-111.
63
libre mercado y protección ambiental
Tabla 4
Categorías de medidas que regulan el uso de productos englobadas
por el artículo 34 TFUE
111
Lianos, I., «Shifting Narratives in the European Internal Market», 2010 Eur B L Rev 733; Si-
bony, A., vid. supra, p. 733.
112
Ver, por analogía, asunto C-265/06 Comisión/Portugal [2008] Rec. p. I- 2245, ap. 33, sobre la
colocación de láminas tintadas en los cristales de los vehículos automóviles.
113
Asunto C-142/05, Embarcaciones suecas, ap. 25 y 28; asunto C-433/05, Sandström [2010]
Rec. p. I- 2855, ap. 32.
114
Davies, G., «The Court’s jurisprudence on free movement of goods», 2012 2 EJCL-REDC, p. 364.
64
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
115
Weatherill, S., «The road to ruin: "restrictions on use" and the circular lifecycle of Article 34
TFEU», 2012 2 EJCL-REDC, p. 227.
116
Oliver, P., «The Scope of Article 34 TFEU after Trailers», 2012 2 EJCL-REDC, p. 316.
117
Fallon, M. y Gerard, D., «Trailing the trailers in search of a typology of barriers», 2012 2
EJCL-REDC, p. 258.
118
Asunto C-379/92 Peralta [1994] Rec. p. I-3453, ap. 24.
119
Oliver, P., Oliver on Free Movement of Goods, vid. supra, pp. 127-128, y p. 131.
120
C-96/94 Centro Servizi Spediporto v Spedizioni Maittima del Golfo [1995] Rec. p. I-2883;
C-379/92 Peralta [1994] Rec. p. I-3453; C-134/94 Esso Española/Comunidad Autónoma de Canarias
[1995] Rec. p. I-4223; C-266/96 Corsica Ferries v Ministero dei Trasporti [1998] Rec. p. I-3949, ap.
31; asunto C-44/98 BASF [1999] Rec. p. I-6269, ap. 16; y asunto C-254/98 TK-Heimdienst [2000] Rec.
p. I-151, ap. 30. Véase Oliver, P., vid. supra, pp. 95-96.
121
Asuntos 3, 4 y 6/76 Kramer [1976] Rec. p. 1279, aps. 55-59.
122
Asunto C-379/92 Peralta [1994] Rec. p. I-3453, ap. 24.
123
Asunto C-140/94 DIP v. Bassano di Grappa [1995] Rec. p. I-3257, ap. 29. Sin embargo, estas
medidas pueden entrar en el alcance de lo dispuesto sobre establecimientos en el Tratado. Véanse los
asuntos acumulados C-570/07 y C-571/07 Blanco Pérez y Chao Gómez [2010] Rec. p. I-0000.
65
libre mercado y protección ambiental
124
Asunto C-67/97 Bluhme [1998], ap. 22.
125
Asunto C-15/79 Groenveld [1979] 3409; asunto 155/80 Oebel [1981] 1993.
126
Asunto 155/80 Oebel [1981] 1993, ap. 15; asunto 172/82 Inter‑Huiles [1983] Rec. p. I-555,
ap. 12; y asunto 203/96 Dusseldorp [1998] Rec. p. I-4075, ap. 40.
127
Oliver, P., vid. supra, p. 135.
66
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
128
Este tema se debate en Defossez, A., «L’histoire d’une divergence et d’une possible réconci-
liation : l’article 29 TCE», 2009 1 CDE, p. 18.
129
Asunto C-320/03 Comisión/Austria [2005] Rec. p. I-9871.
130
Asunto C-112/00 Schmidberger (2003) Rec. p. I-5659, ap. 56.
131
Comentarios de Rigaux, A., sobre el asunto C-205/07 Gysbrechts, 2009 Europe, p. 29.
132
Asunto C-205/07 Gysbrechts [2008] Rec. p. I-9947, ap. 43. Véase Defossez, A. «Arrêt
Gysbrechts : le droit de rétractation du consommateur face au droit de l’UE», 2009 REDC, pp. 549-
559; Oliver, P., vid. supra, pp. 139-140; Dawes, A., «A Freedom Reborn? The New Yet Unclear
Scope of Article 29 EC», 2009 ELRev 639; W.-H. Roth, comentarios sobre el asunto, 2010 47
CMLRev, p. 509.
67
libre mercado y protección ambiental
Tabla 5
Test para las restricciones a la exportación recogidas en el artículo 35 TFUE
133
Asunto 152/78 Comisión/Francia [1980] Rec. p. I-2299; asuntos acumulados 314 – 316/81 y
83/82 [1982] Waterkeyn Rec. p. I-4337; asunto 98/86 Mathot [1987] Rec. p. I-809; asunto 168/86
Rousseau [1987] Rec. p. I-1000.
134
Asuntos acumulados C-1 & 176/90 Aragonessa de Publicitat Exterior [1991] Rec. p. I-4179;
asunto C-47/90 Delhaize [1992] Rec. p. I-3669; asunto C-184/96 Comisión/Francia [1998] Rec.
p. I-6197; y casos acumulados C-321 – 324/94 Pistre [1997] Rec. p. I-2343, aps. 44 y 45.
135
Asunto C-67/97 Bluhme [1998] Rec. p. I-8033, ap. 20.
136
Asunto C-209/98 Entreprenorforeningens Affalds/Miljosektion -Kobenhavns Kommune [2000]
Rec. p. I-3743, ap. 42.
137
Asunto C-292/92 Hünermund [1993] Rec. p. I-6787, 6813.
68
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
138
Conclusiones del abogado general Poiares Maduro en asunto C-158/04 y C-159/04 Alfa Vita
[2006] Rec. p. I-8135, aps. 37 y 41.
139
La política medioambiental de la UE tiene como objetivo, según el artículo 191.1 TFUE y el
artículo 169.1 TFUE, contribuir «a la protección de la salud de las personas».
140
Asunto 272/80 Biologische produkten [1981] Rec. p. I-3277, ap. 87; asunto C-125/88 Nijman
[1989] Rec. p. I-3533; asunto 94/83 Heijn [1984] Rec. p. I-3263; asunto 54/85 Mirepoix [1986] Rec.
p. I-1067; asunto C-443/02 Schreiber [2004] Rec. p. I-7275.
141
Asunto C-473/98 Kemikalieinspektionen v. Toolex Alpha [2000] Rec. p. I-5681.
142
Asunto 118/86 Nertsvoederfabriek Nederland [1987] Rec. p. 3883, ap. 15.
143
Asunto C-389/96 Aher-Waggon [1998] Rec. p. I-4473, aps. 19 a 25.
144
Asunto C-379/98 Preussen Elektra [2001] Rec. p. I-2099, ap. 75.
145
Asuntos acumulados 3, 4 y 6/76 Cornelis Kramer y otros [1976] Rec. p. I-1279, ap. 59; asunto
169/89 Gourmetterie Van den Burg [1990] Rec. p. I-2143; asunto C- 510/99 Tridon [2001] Rec.
p. I-7777; asunto C-131/93 Comisión/Alemania («Cangrejos de río alemanes») [1994] Rec. p. I-3303;
y asunto C-67/97 Bluhme («Laesø bees») [1998] Rec. p. I-8033; asunto C-67/97 Bluhme [1998] Rec.
p. I-8033, ap. 33; asunto C-249/07 Comisión/Países Bajos [2008], ap. 43; asunto 219/07 Nationale
Raad van Dierenkwekers en Liefhebbers VZW [2008] Rec. p. I-4475, ap. 28; asunto 100/08 Comisión/
Bélgica [2009] Rec. p. I-000, ap. 96.
146
Asunto 302/83 Comisión/Dinamarca [1988] Rec. p. 4607, ap. 9.
69
libre mercado y protección ambiental
147
Véase particularmente el asunto 302/86 Comisión/Dinamarca [1988] Rec. p. I-4604, ap. 9;
asunto C-389/96 Aher Waggon [1998] Rec. p. I-4473; asunto C-213/96 Outokumpu [1998] Rec.
p. I-1777, ap. 32 y asunto C-176/03 Comisión/Consejo [2005] Rec. p. I-000, ap. 41; y asunto C-320/03
Comisión/Austria [2005], ap. 72.
148
Asunto C-314/98 Snellers Auto’s [2000] Rec. p. I-8633, ap. 55.
149
Asunto 219/07 Nationale Raad van Dierenkwekers en Liefhebbers VZW [2008] Rec. p. I-000,
aps. 27, 28, 29.
150
Asunto 272/80 Biologishe Produkten [1981] Rec. p. 3277, ap. 13.
151
Asuntos acumulados C-1& 176/90 Aragonesa [1991] Rec. p. 4151, ap. 13; asunto C-2/90 Co-
misión/Bélgica [1992] Rec. p. I-4431, ap. 34. Véase también abogado general Toth, vid. supra,
pp. 393-394; Oliver, P., vid. supra, 219-220; Barnard, C., vid. supra, p. 115.
152
Asunto 7/61 Comisión/Italia [1961] Rec. p. 317; asunto 113/80 Comisión/Irlanda («Souvenirs
de Irlanda») [1981] Rec. p. I-1625, ap. 11; asunto 288/83 Comisión/Irlanda [1985] Rec. p. 1761;
asunto 229/83 Leclerc [1985] Rec. p. I-1201, ap. 22; y asuntos acumulados C-1 y 176/90 Aragonesa
de Publicidad Exterior y Publivía [1991] Rec. p. I-4151, ap. 13.
70
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
153
Asunto C-2/b90 Comisión/Bélgica [1992] Rec. p. I-4431, ap. 34; asunto C-389/96 Aher
Waggon [1998] Rec. p. I-4473, ap. 19; asunto 203/96 Dusseldorp [1998] Rec. p. I-4075 aps. 44 y 49;
asunto C-379/98 Preussen Elektra [2001] Rec. p. I-2099, aps. 73 y 75; asunto C-320/03 Comisión/
Austria [2005], aps. 84 y 85; asunto C-142/05 Mickelsson y Roos «Embarcaciones suecas» [2009]
Rec. p. I-4273. Véase de Sadeleer, N., Commentaire Mégret, vid. supra, pp. 388-391.
154
Asunto 46/76 Bauhuis [1977] Rec. p. I-5.
155
Asunto 172/82 Inter-Huiles [1983] Rec. p. 55; asunto 203/96 Dusseldorp [1998] Rec.
p. I-4075.
156
Véase asunto 215/87 Schumacher [1989] Rec. p. 617, ap. 15; asunto C-369/88 Delattre [1991]
Rec. p. I-1487, ap. 48; asunto C-347/89 Eurim-Pharm [1991] Rec. p. I-1747, ap. 26; asunto C-62/90
Comisión/Alemania [1992] Rec. p. I-2575, ap. 10; y asunto C-320/93 Ortscheit [1994] Rec. p. I-5243,
ap. 14
157
Asunto C-102/98 Comisión/Alemania [1998] Rec. p. I-6871.
158
Asunto C-288/08 Nordiska Dental [2009] Rec. p. I-000, ap. 30, comentado por Krämer 2010
7:1 JEEPL, pp. 124-128
71
libre mercado y protección ambiental
Una vez que se ha justificado una MEE con arreglo al artículo 36 TFUE o el
criterio de las exigencias imperativas, el Estado miembro es libre de determinar
el nivel de protección que desea aplicar. Con el fin de evitar que el principio de
libre circulación de bienes se convierta en algo nimio, el Tribunal ha ido po-
niendo en marcha una serie de criterios para evaluar la proporcionalidad de las
medidas justificadas en las excepciones antes mencionadas. El principio de
proporcionalidad permite evaluar los medios empleados –desautorización, pro-
hibición, aprobación, autorización, restricción en el uso, etc.– en referencia a
los objetivos perseguidos –salud o medio ambiente– para tomar en cuenta del
159
La Comisión considera que la mitad del comercio de bienes que tiene lugar dentro de los lími-
tes de la UE está regulada mediante legislación armonizada. Véase Comisión, «Un mercado único de
bienes».
160
Asunto 45/87 Comisión/Irlanda [1988] Rec. p. I-4929; asunto C-128/89 Comisión/Italia
[1990]; asunto C-13/91 Debus [1992]; y asunto C-17/93 Van der Veldt [1994] Rec. p. I-3537. Véase
también la Comunicación de la Comisión sobre Mercado único y medio ambiente, COM(99) 263.
161
Asunto C-112/02 Schmidberger [2003] Rec. p. I-5659, ap. 74, comentado por C. Brown 2003
40 CMLRev, p. 1499 y Agerbeek, R., 2003 ELRev, p. 255. Mientras que Austria argumentaba que la
protesta estaba justificada por un requisito obligatorio de interés general relativo al medio ambiente, el
Tribunal de Justicia europeo rectificaba y afirmaba que el objetivo perseguido era la protección de la
libertad de expresión.
72
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
mejor modo posible los intereses legítimos de las empresas en el libre intercam-
bio comercial de sus bienes. Como los interesados adoptan necesariamente po-
siciones contrapuestas respecto del adecuado nivel de protección en este ámbi-
to, conviene subrayar que el principio de proporcionalidad es ideológicamente
neutral y no pretende favorecer los intereses medioambientales por encima de
los económicos, ni tampoco crear una jerarquía de valores de la nada. Como
estos criterios se aplican de un modo flexible y evolutivo, resulta difícil estable-
cer una definición fija del principio. Sin embargo, algunos abogados generales,
de cuyo punto de vista se hacen eco diversos autores, lograron elaborar una
lista de condiciones para la aplicación del principio dividiéndolo en tres tests
sucesivos. La sentencia Fedesa también refleja este enfoque sistemático. Los
tres tests se aplican de la siguiente manera: las medidas de prohibición son vá-
lidas si no rebasan «los límites de lo que resulta apropiado y necesario para el
logro de los objetivos legítimamente perseguidos con la norma en cuestión.
Para ello, cuando pueda elegirse entre varias medidas adecuadas, debe recurrir-
se a la menos gravosa, y, en particular, las desventajas ocasionadas no deben
ser desproporcionadas con respecto a los objetivos perseguidos»162. No obstan-
te, el Tribunal aplica estas pruebas de diferentes maneras y no siempre las dis-
tingue con claridad.
En primer lugar, el principio de proporcionalidad requiere, por tanto, que
la medida sea adecuada, conveniente y apunte a alcanzar su objetivo. Esta
primera fase se conoce como «test de idoneidad» o «de adecuación». La pri-
mera pregunta a la que se ha de responder es si los hechos constatados por las
autoridades nacionales justifican la necesidad de una medida que proteja el
medio ambiente. ¿Requiere la actual situación de riesgo de degradación am-
biental la intervención de los Estados miembros? Para que se considere ade-
cuada, la medida en cuestión ha de estar vinculada al objetivo ecológico per-
seguido163.
En segundo lugar, el principio de proporcionalidad implica una compara-
ción entre medidas que puedan lograr el resultado deseado y la selección de la
que presente menos desventajas. Si una medida alternativa parece poder cum-
plir el objetivo al tiempo que obstaculiza lo menos posible el comercio interes-
tatal, la medida cuestionada ya no es necesaria y deberá ser considerada despro-
porcionada. La medida nacional ha de ser, por tanto, necesaria para el logro del
objetivo perseguido.
162
Asunto C-331/88 Fedesa [1990] Rec. p. I-4023, ap. 13. Véase, en el mismo sentido, las conclu-
siones del abogado general Van Gerven sobre los asuntos C-312/89 Sidef Conforama y C-332/89
Marchandise [1991] Rec. p. I-997, ap. 14; y conclusiones del abogado general Poiares Maduro sobre
el asunto C-434/04 Jan-Erik Anders Ahokainen [2006] Rec. p. I-9171, ap. 23-26.
163
El Tribunal ha aceptado la adecuación ambiental de una serie de medidas ecológicas: asunto
C-379/98 Preussen Elektra [2001]; asunto C-463/01 Comisión/Dinamarca [1998] Rec. p. 4607, ap.
13; asunto C-463/01 Comisión/Alemania [2004] Rec. p. I-11705, aps. 76 y 77; y asunto C-309/02
Radlberger y Spitz [2004] Rec. p. I-11763, aps. 77 y 78; asunto C-67/97 Bluhme [1998], ap. 37;
C-142/05 Embarcaciones suecas [2009], ap. 34.
73
libre mercado y protección ambiental
164
Véanse, por ejemplo: asunto C-320/03 Comisión/Austria [2005] Rec. p. I-7929, aps. 87-88;
asunto 118/86 Nertsvoederfabriek [1987] Rec. p. I-3883, ap. 14.
165
Asunto C-28/09 Comisión/Austria [2011], ap. 133.
166
Asunto Comisión/Bélgica [1992]; asunto C-510/99 Tridon [2001], ap. 58; asunto Preussen
Elektra [2001]; asunto Safety High-Tech [1998], ap. 64.
167
Van Gerven, W., «The effect of proportionality on the actions of Member States of the Euro-
pean Community: national viewpoints from continental Europe», en The Principle of proportionality
in the laws of Europe, 1999, p. 38; de Búrca, G., «The principle of proportionality and its application
in EC law», 1993 13 YbEL, pp. 105-150.
168
Conclusiones del abogado general Poiares Maduro sobre los asuntos C-434/04 Jan-Erik An-
ders Ahokainen [2006] Rec. p. I-9171, ap. 26. Véase asunto C-112/00 Schmidberger [2003] Rec.
p. I-5659, ap. 81.
169
Asunto 302/86 Botellas danesas [2006], ap. 21.
74
autonomía reguladora ambiental y libre circulación de bienes
Tabla 6
Condiciones que se han de cumplir para admitir medidas que obstaculicen
el comercio interestatal
IV. CONCLUSIONES
170
Asunto C-309/02 Radlberger y Spitz [2004] Rec. p. I-11763; y asunto C-463/01 Comisión/
Alemania [2004] Rec. p. I-11705.
75
libre mercado y protección ambiental
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78
LA COMPETENCIA ESTATAL PARA LA APROBACIÓN
DE NORMAS ADICIONALES DE PROTECCIÓN
AMBIENTAL EN ÁMBITOS ARMONIZADOS EN EL
NIVEL COMUNITARIO: ESTUDIO JURISPRUDENCIAL
DE LOS ARTÍCULOS 114 Y 193 TFUE
Manuela Mora Ruiz
Profesora Titular de Derecho Administrativo
Universidad de Huelva
173
Versión consolidada TUE y el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (DOUE
2010/C 83/01, de 30 de marzo de 2010).
174
Al respecto, y sobre la inicial consideración del medio ambiente como una competencia origi-
naria de los Estados, no atribuida por los Tratados, véase L. Krämer, «La protección del medio am-
79
libre mercado y protección ambiental
biente, libre circulación de las mercancías y mercado interior» en L. Parejo Alfonso/L. Krämer y
otros, Derecho Medioambiental de la Unión Europea, Ed. McGraw Hill, Madrid, 1996, p. 98.
175
Téngase en cuenta, en el ámbito del funcionamiento del mercado interior, el art. 114, en sus
apartados 4, 5 y 10 TFUE, y el art. 193 TFUE, en materia de medio ambiente.
176
Véase N. de Sadeleer, Environnement et marché intérieur, Institute d’Études Européenne,
Bruxelles, 2010, p. 421: El autor señala cómo la Jurisprudencia Cassis de Dijon había abierto la posi-
bilidad de poder evitar las obligaciones de Derecho derivado y cómo el Derecho originario ha dado
carta de naturaleza a tal posibilidad, garantizando una auténtica «esfera de autonomía», sea por la vía
del art. 192 TFUE (anterior art. 175 TCE), sea por la vía del art. 114 (anterior art. 95 TCE).
177
De manera expresiva, L. Krämer, en «La protección del medio ambiente, libre circulación de
las mercancías y mercado interior»…, op. cit., p. 91, señala que los objetivos del Tratado «…están
más bien yuxtapuestos, son interdependientes y complementarios; y cuando dichos objetivos no pue-
den realizarse al mismo tiempo, debe encontrarse un compromiso que respete el cumplimiento del
Tratado».
178
Idem, pp. 92 y 93.
80
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
179
En este sentido, véase N. de Sadeleer, Environnement et marché intérieur…, op.cit., p. 446.
180
Véase B., Lozano Cutanda, Derecho Ambiental Administrativo, Ed. Dykinson, 9ª edición,
Madrid, 2008, p.169: la autora califica las competencias compartidas de la Unión y los Estados en
materia de medio ambiente, como competencias «de carácter paralelo», en la medida en que el ejerci-
cio de su competencia por parte de la Unión no tiene «un «efecto cierre» o de «vaciamiento» sobre la
actuación en este mismo ámbito por parte de los Estados miembros».
181
En este sentido, se ha señalado que la función de las normas armonizadoras es evitar la distor-
sión entre países de la Unión, en el ejercicio de sus políticas: Véase N. de Sadeleer, Environnement et
marché intérieur…, op. cit., p. 421.
81
libre mercado y protección ambiental
182
En este sentido, la política ambiental de la Unión se viene caracterizando por la doctrina como
una política «mínima» en relación con los Estados y los objetivos señalados en el Tratado: entre otros,
véase D. Fernández de Gatta Sánchez, Sistema jurídico-administrativo de protección del medio am-
biente, Ratio Legis, Salamanca, 2012, p. 79, quien insiste en que las medidas aprobadas por la Unión
no serán obstáculos para medidas nacionales de mayor protección.
82
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
dos183. Por tanto, y ello es lo que queremos significar, el objeto de nuestro estu-
dio no es el régimen europeo de funcionamiento del mercado interior, sino una
parte del mismo, consistente, grosso modo, en la posibilidad de que las institu-
ciones europeas competentes aproximen las legislaciones nacionales por la vía
de crear normas derivadas de carácter armonizador, en tanto que instrumentos
posibles para el funcionamiento del mercado184. Desde esta perspectiva, y aun
mínimamente (pues, de otro modo, nos excederíamos de las pretensiones de
este trabajo), debemos exponer el contenido esencial del art. 114 TFUE, a tra-
vés del cual se da carta de naturaleza a la armonización de legislación.
En este sentido, la consecución del mercado interior en los términos del
art. 26 TFUE legitima al Parlamento Europeo y al Consejo, a través del proce-
dimiento legislativo ordinario y previa consulta al Comité Económico y Social,
a adoptar «las medidas relativas a la aproximación de las disposiciones legales,
reglamentarias y administrativas de los Estados miembros que tengan por obje-
to el establecimiento y funcionamiento del mercado interior» (apartado 1). Por
tanto, la posibilidad de armonización de las normas nacionales a través de nor-
mas de Derecho derivado se plantea como una regla general185, cuyo ámbito de
aplicación tiene un límite material inicial en las materias y libertades del
art. 114.2, en cuya virtud no es posible la aprobación de estas disposiciones en
materia fiscal, o en cuestiones relativas a la libre circulación de personas o a los
derechos e intereses de los trabajadores por cuenta ajena. La libre circulación
de mercancías y servicios formará, pues, el objeto principal de las medidas ar-
monizadoras.
Junto a ello, si el objeto de la disposición europea que ha de aprobarse se
vincula a la salud, seguridad, protección del medio ambiente y protección de
los consumidores, la armonización cuenta con un límite adicional de carácter
positivo, si se nos permite la expresión (o una exigencia de contenido), en el
sentido de que la realización del mercado interior deberá comportar o basarse
en un nivel elevado de protección. De esta manera, la realización del mercado
183
Así se pone de manifiesto en la Comunicación de la Comisión «El reconocimiento mutuo en el
marco del seguimiento del Plan para el Mercado Interior», (COM (1999) 299 final, no publicado en el
Diario Oficial). El documento señala que el principio de reconocimiento mutuo supone, por un lado, la
prevalencia de las normas del Estado de origen y, por efecto de esta afirmación, la garantía y respeto
de las tradiciones nacionales, regionales o locales, situando en un segundo plano la creación de «una
normativa detallada a escala comunitaria» (p. 1).
184
La Comunicación sobre «el reconocimiento mutuo…» también reconoce las ineficiencias de
este principio, destacando cuestiones tan diversas como la información disponible y fiable para los
Estados, la aprobación de normas técnicas o el establecimiento de requisitos adicionales por los Esta-
dos para lograr objetivos de protección de consumidores (véase p. 2 del Documento).
185
Por su parte, el art. 115 TFUE plantea la que puede considerarse una excepción a esta regla
general, por la vía de exigir la unanimidad del Consejo (lo cual puede comprenderse como una cautela
de los Estados en relación con la garantía de su mayor capacidad de decisión en ciertas materias),
cuando, con arreglo al procedimiento legislativo especial, y previa consulta al Parlamento Europeo y
al Comité Económico y Social, adopte «directivas para la aproximación de las disposiciones legales,
reglamentarias y administrativas de los Estados que incidan directamente en el establecimiento o fun-
cionamiento del mercado interior».
83
libre mercado y protección ambiental
186
La realización del mercado interior no se opone, pues, a las necesidad de protección del medio
ambiente de la Unión: al respecto, véase L. Krämer, en «La protección del medio ambiente, libre cir-
culación de las mercancías y mercado interior»…, op. cit., p. 90. En relación con el giro del Derecho
originario hacia la protección del medio ambiente desde Ámsterdam, en el sentido de que el mercado
interior no puede articularse al margen del Derecho de consumo y del medio ambiente, téngase en
cuenta N. de Sadeleer, Environnement et marché intérieur…, op. cit., p. 429.
187
DO L 376, de 27 de diciembre de 2006.
188
Así lo señala el Informe «sobre aplicación de la Directiva 123/2006/CE relativa a los Servi-
cios», elaborado por la Comisión de Mercado interior y Protección del Consumidor del Parlamento
Europeo (2010/2053/INI), de 28 de enero de 2011 (apartado 17, p. 6). El informe se encuentra accesible
en http://www.europarl.europa.eu/sides/getDoc.do?pubRef=-//EP//TEXT+REPORT+A7-2011-0012+
0+DOC+XML+V0//ES, visitada el 20 de enero de 2013.
189
Sobre el peso de la protección del medio ambiente entre los objetivos de la Directiva de servi-
cios, en aras de un elevado nivel de protección, véase G. García-Álvarez, «La incidencia de la Direc-
tiva de Servicios en el Derecho Ambiental», en V. Aguado i Cudolá/B. Noguera de la Muela (Dirs.),
El impacto de la Directiva de servicios en las Administraciones Públicas: aspectos generales y secto-
riales, Ed. Atelier, Barcelona, 2012, p. 341.
190
A modo de ejemplo, en las Conclusiones del abogado general presentadas el 25 de noviembre
de 1999 a la STJUE de 21 de marzo de 2000, asunto C-6/99, Asociación Greenpeace France y otros,
en la que se presenta cuestión prejudicial sobre la interpretación del art. 13, aptdos. 2 y 4, Directiva
90/220/CCE del Consejo, de 23 de abril de 1990, sobre la liberación internacional en el medio ambien-
te de organismos modificados genéricamente, en su versión modificada por la Directiva 97/35/CE de
la Comisión, de 18 de junio de 1997, por la que se adapta al Progreso Técnico por segunda vez la Di-
84
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
85
libre mercado y protección ambiental
Los apartados 4 y 5 del art. 114 TFUE contemplan una habilitación genérica
a favor de los Estados para que estos puedan, respectivamente, mantener dispo-
siciones nacionales o aprobar nuevas disposiciones nacionales basadas en no-
vedades científicas relativas, en lo que interesa a este trabajo, al medio ambien-
te. Por su parte, el apartado 10 admite la posibilidad de que sean las propias
normas armonizadoras las que expresamente incluyan en su contenido «una
cláusula de salvaguardia que autorice a los Estados miembros a adoptar, por
uno o varios de los motivos no económicos indicados en el art. 36, medidas
provisionales sometidas a un procedimiento de control de la Unión», de forma
que la norma de Derecho derivado que pretende la aproximación de legislacio-
nes tiene capacidad para admitir una derogación provisional y puntual de su
régimen jurídico, si viene avalada por las razones de interés general del art. 36
TFUE. Por tanto, cabe diferenciar entre la inaplicación transitoria del régimen
europeo de una determinada materia, en los términos del apartado 10, y la de-
rogación «estable» de dicho régimen cuando la medida nacional se plantea en
los términos de los apartados 4 y 5 del precepto examinado, lo cual se proyecta
directamente en el sistema de control previsto para estos últimos supuestos,
muy exhaustivo (apartados 6 y ss.), y la práctica ausencia o previsión genérica
de supervisión para el supuesto en el que el Estado solo pretenda hacer frente a
una situación transitoria, sin cuestionar, pues, la medida europea que es inapli-
cada para el caso concreto194.
193
La cuestión es, entonces, verificar que, en efecto, la medida nacional consigue un elevado nivel
de protección aceptable en el marco del mercado interior, que, de otro modo, no sería posible. En este
sentido, resulta ilustrativa la STJUE de 11 de marzo de 2010, asunto C-348/08, en la se examina la
compatibilidad de una norma regional italiana por la que se imponen distancias mínimas entre nuevas
estaciones de servicio con la libertad de establecimiento del art. 43 en relación con el art. 48 TFUE, en
la medida en que ésta sólo podría quedar limitada por razones imperiosas de interés general, entre las
que debe incluirse la protección del medio ambiente (aps. 50 a 52). Desde esta perspectiva, el Tribunal,
siguiendo el razonamiento del órgano jurisdiccional nacional, considera que la medida no satisface las
exigencias de protección del medio ambiente: primero, porque el requisito de la distancia mínima solo
es aplicable a las nuevas estaciones, mientras que las anteriores quedan al margen de cualquier medida,
restando coherencia a la normativa controvertida (ap. 53); y, segundo, porque los objetivos ambienta-
les pueden alcanzarse de modo más idóneo, en el momento de conceder la autorización de obras o de
puesta en marcha (ap. 54), lo cual contrasta con el efecto que, sin embargo, produce la norma nacional,
a saber: favorecer a los operadores ya instalados (ap. 56). A juicio del Tribunal, no puede haber, pues,
justificación para la medida (ap. 57).
194
Al respecto, el prof. De Sadeleer ha señalado que la previsión del art. 114.10 TFUE da carta
de naturaleza a una práctica seguida por el Consejo en la adopción de normas de armonización, de
forma que es el legislador europeo y no el nacional quien permite expresamente la inaplicación de la
norma. En este sentido, el autor insiste en que el objeto de la cláusula de salvaguardia es permitir al
Estado hacer frente a una situación transitoria, aunque la práctica haya sido la permisión de las medidas
nacionales por amplios períodos, y ello sin perjuicio de que el Estado pueda hacer uso de los otros
supuestos de derogación del art. 114: véase N. de Sadeleer, Environnement et marché intérieur…,
op. cit., pp. 430 a 432. Sobre la fórmula de control de la Comisión, que debería llevar a cabo la con-
86
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
sulta con los demás Estados miembros, véase L. Krämer, Derecho Medioambiental Comunitario,
INAP, Madrid, 2009, p. 149.
195
Véase supra nota al pie núm. 190.
87
libre mercado y protección ambiental
índole, pero de gran repercusión para configurar una cierta capacidad de confor-
mación del mercado interior desde el Estado, a saber: por un lado, porque si la
justificación para la cláusula de salvaguardia a favor del Estado se asocia expre-
samente al principio de cautela y/o a la cláusula de progreso técnico, se establece
un frente permanentemente abierto, en cuya virtud la norma europea va a estar
siempre en revisión, desde el momento en que estamos ante la tutela de intereses
generales como el medio ambiente, aun cuando ello se impulse desde la instancia
local que representa el Estado, que entiende que sus circunstancias geográficas o
de otro tipo pueden verse afectadas por la medida europea aprobada para el fun-
cionamiento del mercado interior. Por otro lado, la cláusula de salvaguardia con-
vierte en discrecional para el Estado miembro el procedimiento de autorización
que, en otro caso, sería reglado, una vez superada la fase europea del mismo, en
los términos expuestos en la sentencia; de esta manera, el Estado se encuentra
legitimado para la adopción de decisiones discrecionales, con el consiguiente
margen de apreciación y las mayores dificultades de control, en su caso, por par-
te de los órganos jurisdiccionales; en todo caso, la oportunidad de mayor protec-
ción ante la aparición de nuevos hechos por parte de un Estado crea una suerte de
legitimidad cualificada (por el carácter discrecional de las competencias que pue-
de ejercer196), en cuya virtud es posible inaplicar el sistema general creado por la
norma europea de vocación armonizadora. Obviamente, la clave en este caso para
permitir la compatibilidad de la medida con las exigencias del mercado interior
no puede ser otra que la fiscalización de las razones justificadoras de la medida197,
esto es, la protección de los intereses generales del art. 36 TFUE198.
En la STJUE de 6 de septiembre de 2012, asunto C-36/11, Pioneer Hi Bred
Italia Srl, se plantea cuestión prejudicial por el Cosiglio de Stato, acerca de la
interpretación del art. 26 bis Directiva 2001/18/CE del Parlamento y del Con-
sejo, de 12 de marzo de 2001, sobre liberación intencional del medio ambiente
de organismos modificados genéticamente, en relación con la Recomendación
2003/556/CE de la Comisión, de 23 de julio de 2003, sobre las directrices para
196
Debe advertirse que esta referencia a la discrecionalidad de los Estados debe entenderse en sus
justos términos, en el sentido de vincularse a medidas administrativas que adoptará el Estado implica-
do, y no a medidas de carácter normativo o regulador, cuyo alcance es mucho mayor. Antes al contra-
rio, lo que se plantea es que el Estado puede ejercer en estos supuestos, a través de su Administración,
potestades discrecionales, en contraposición con el carácter reglado de sus decisiones cuando la cláu-
sula de salvaguardia no es aplicable.
197
Esto es, el cumplimiento de requisitos de fondo, tal y como plantea N. de Sadeleer, de forma
que «el funcionamiento del mercado interior debe acomodarse a otros valores en los que la protección
jurídica presenta un carácter esencial»: véase N. de Sadeleer, Environnement et marché intérieur…,
op. cit., p. 443 in fine.
198
El precepto dispone lo siguiente: «Las disposiciones de los artículos 34 y 35 (prohibición de
restricciones cuantitativas a la importación y a la exportación, respectivamente) no serán obstáculo
para las prohibiciones o restricciones a la importación, la exportación o tránsito justificadas por razo-
nes de orden público, moralidad y seguridad públicas, protección de la salud y vida de las personas y
animales, preservación de los vegetales, protección del patrimonio artístico, histórico o arqueológico
nacional o protección de la propiedad industrial y comercial. No obstante, tales prohibiciones y restric-
ciones no deberán constituir un medio de discriminación arbitraria ni una restricción encubierta del
comercio entre los Estados miembros».
88
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
Por otro lado, los apartados 4 y 5 del art. 114 TFUE, con las diferencias antes
mencionadas sobre el mantenimiento de las disposiciones nacionales o la adop-
ción de nuevas medidas, ante la aparición de nuevos hechos científicos y la si-
tuación particular del Estado199, coinciden en la justificación ambiental de las
mismas, pues el Estado puede derogar la norma europea (en el sentido expuesto
en este trabajo), sobre la base no solo del art. 36 TFUE, sino también, en aras de
la protección del medio ambiente200, y ello con vocación de generalidad y per-
199
Sobre la cualificación y requisitos de este supuesto, véase N. de Sadeleer, Environnement et
marché intérieur…, op. cit., p. 437. Respecto del carácter cumulativo de estos requisitos, L. Krämer,
Derecho Medioambiental Comunitario…, op. cit., p. 144, quien insiste en las dificultades para poder
apreciar este supuesto como causa legitimadora de la derogación posterior de la norma europea; en este
sentido, el mismo autor se refiere a la Decisión 2002/570 de la Comisión, como uno de los primeros
supuestos en los que la institución había aceptado la medida nacional sobre la base del art. 95.5 TCE
(específicamente se aceptaba la prohibición de la madera tratada con creosota establecida por Holanda,
teniendo en cuenta las evidencias científicas nuevas aportadas por el Estado, así como que el problema
ambiental generado tenía especial repercusión en dicho país, por su riqueza en agua subterránea y su-
perficial), p. 147.
200
En este sentido, N. de Sadeleer, Environnement et marché intérieur…, op. cit., p. 432, pone de
manifiesto la diferencia entre la posibilidad del art. 193 TFUE (relativo a la aprobación de medidas
nacionales de mayor protección en materia de medio ambiente), pues este se encuentra vinculado a una
armonización de mínimos, y la opción de los apartados 4 y 5 del art. 114, limitada ratione materiae,
ratione personae y ratione temporis. No obstante, desde un punto de vista subjetivo, la actual regla de
aprobación de la norma armonizadora por el procedimiento ordinario, sin precisar mayoría cualificada,
abre la posibilidad de adopción de medidas diversas a la europea incluso a los Estados que han votado
a favor de la misma (véase p. 433).
89
libre mercado y protección ambiental
201
Se plantea que dichas medidas han de conceptualizarse en sentido amplio, en la medida en que
pueden hacer referencia a disposiciones adoptadas en un nivel regional y no solo en el nacional: al
respecto, L. Krämer, Derecho Medioambiental Comunitario…, op. cit., p. 140.
202
Véase N. de Sadeleer, Environnement et marché intérieur…, op. cit., p. 441.
203
No obstante, el propio artículo 114, en la medida en que abre la puerta a un régimen excepcio-
nal por parte de ciertos Estados, también establece la posibilidad de que la Comisión y cualquier Esta-
do miembro pueda recurrir directamente al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, «si considera que
otro Estado miembro abusa de las facultades previstas en el presente artículo» (apartado 9).
90
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
204
Seguimos aquí a N. de Sadeleer, … op. cit., p. 445.
205
En virtud del art. 5.3 TUE, el principio de subsidiariedad supone que, en los ámbitos que no
sean de competencia exclusiva de la Unión, esta «intervendrá solo en caso de que, y en la medida en
que, los objetivos de la acción pretendida no puedan ser alcanzados de manera suficiente, ni a nivel
central, ni a nivel regional o local, sino que puedan alcanzarse mejor, debido a la dimensión o a los
efectos de la acción pretendida, a escala de la Unión».
206
Como establece el art. 4.3 TUE, «conforme al principio de cooperación leal, la Unión y los
Estados miembros se respetarán y asistirán mutuamente en el cumplimiento de las misiones derivadas
de los Tratados o resultantes de los actos de las Instituciones de la Unión».
91
libre mercado y protección ambiental
207
En este sentido, baste pensar que la elaboración de la política ambiental de la Unión ha de tener
en consideración, tal y como dispone el art. 191.3, cuestiones como los datos científicos y técnicos
disponibles, las condiciones del medio ambiente en las diversas regiones de la Unión e, incluso, el
desarrollo económico y social en su conjunto y el desarrollo equilibrado de sus regiones. En nuestra
opinión, son variables que también están presentes en la configuración de las políticas ambientales de
los Estados, de forma que, situados en el medio ambiente como ámbito de armonización europea, no
puede desconocerse que esta posibilidad y sus excepciones presentan un menor grado de conflictivi-
dad, si atendemos al hecho de que comparten objetivos y variables.
208
El precepto dispone lo siguiente: «El Parlamento Europeo y el Consejo, con arreglo al procedi-
miento legislativo ordinario y previa consulta al Comité Económico y Social y al Comité de las Regio-
92
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
nes, decidirán las acciones que deba emprender la Unión para la realización de los objetivos fijados en
el art. 191».
209
La unanimidad se exige en relación con las siguientes materias: disposiciones esencialmente de
carácter fiscal; medidas que afecten a la ordenación del territorio, la gestión cuantitativa de los recursos
hídricos o que afecten directa o indirectamente a la disponibilidad de dichos recursos o la utilización
del suelo, con excepción de la gestión de recursos; y las medidas que afecten de forma significativa a
la elección por un Estado miembro entre diferentes fuentes de energía y abastecimiento energético
(art. 192.2, párr. primero).
210
A modo de ejemplo, piénsese en el actual sistema europeo de etiquetado ecológico: es eviden-
te que el objetivo del Reglamento (CE) 66/2010, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 25 de no-
viembre de 2009, relativo a la Etiqueta Ecológica de la Unión Europea (DO L 27, de 30 de enero de
2010), es de naturaleza ambiental, pero, en este caso, el acto legislativo elegido (el Reglamento) no
procede a la aproximación de legislaciones; antes al contrario, instaura un sistema en el nivel europeo
que es totalmente compatible con los sistemas nacionales de etiquetas ecológicas, evidenciándose,
pues, que no siempre ha de recurrirse a la armonización en este ámbito.
211
Cfr. N. de Sadeleer, Environnement et marché intérieur,… op. cit., p. 422: el autor afirma que
el art. 193 supone respecto del art. 192 una excepción de taille, por la generalidad con la que el prime-
ro admite el mantenimiento de normas nacionales de protección ambiental.
212
Coincidimos, así, con la valoración del prof. De Sadeleer (ibidem), haciéndose eco de las
Conclusiones del Abogado General presentadas el 22 de junio de 1990 a la STJUE de 22 de junio de
2000, asunto C-318/98, Fornasa y otros (véase supra nota al pie nota núm. 190).
93
libre mercado y protección ambiental
necesario aludir, para poder entender la previsión del art. 193 TFUE, a tenor del
cual, «las medidas de protección adoptadas en virtud del art. 192 no serán obs-
táculo para el mantenimiento y la adopción, por parte de cada Estado miembro,
de medidas de mayor protección…»213.
Así, por un lado, lo característico de estas normas es que, frente a la regla de
la uniformidad como garantía del funcionamiento del mercado interior, crean un
techo común para la tutela ambiental de forma que quede asegurado un mínimo
indisponible para los Estados, sea por la vía de establecer dispositivos o técnicas
comunes (al modo del permiso integrado o del mercado de derechos de emisión
de gases de efecto invernadero, entre otros), sea por la vía de articular límites
para cada sector, que se plantean como mínimos exigibles en los Estados214. En
consecuencia, y en contraposición con otros supuestos, lo característico de esta
armonización es que puede considerarse «incompleta»215, permitiendo que los
Estados miembros puedan establecer distintos niveles de protección216 y, a su
vez, sean diversos los límites de tutela vigentes en un Estado217.
En este sentido, debe llamarse la atención sobre la STJUE de 21 de julio
de 2011, asunto C-2/10, Azienda Agro-zootecnica Franchini sail, por la que
se plantea cuestión prejudicial en relación con la interpretación de la Directi-
va 2009/28/CE, de 23 de abril, relativa al fomento del uso de las energías
procedentes de fuentes renovables y las Directivas modificadas por esta, en
contraposición con las Directivas 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de
1992, Hábitats, y Directiva 79/409/CEE del Consejo, de 2 de abril, relativa a
213
Se ha destacado, así, el considerable grado de libertad del que disponen los Estados para adop-
tar sus propias decisiones ambientales: véase, en relación con el art. 176 TCE, antecedente del actual
art. 193 TFUE, B. Lozano Cutanda, Derecho Ambiental Administrativo…, op. cit., p. 169 in fine.
214
Como señala D. Fernández de Gatta Sánchez, en Sistema jurídico-administrativo de protec-
ción del medio…, op. cit. p. 79, la política ambiental de la Unión es «mínima» en relación con los Es-
tados y los objetivos señalados en el art. 191.
215
Así por ejemplo, en la STJUE de 29 de abril de 2004, asunto C-194/01, Comisión c. República
de Austria, que tiene por objeto que se declare que la República de Austria ha incumplido las obliga-
ciones que le incumben en virtud de las Directiva 75/442/CEE del Consejo, de 15 de junio de 1975,
relativa a los residuos, en su versión modificada por la Directiva 91/156/CEE del Consejo y la Directi-
va 91/689/CEE del Consejo, de 12 de diciembre de 1991, relativa a los residuos peligrosos, se afirma
que el listado europeo de Residuos Peligroso no pretende sino «establecer una terminología común
válida de referencia» (ap. 44), a través de armonización incompleta (aps. 65, 66), que permita, en su
caso, la libre circulación de mercancías. Sobre la caracterización de este tipo de armonización, véase
L. Krämer, Derecho Medioambiental Comunitario…, op. cit,. p. 131.
216
Así lo pone de manifiesto N. de Sadeleer, Environnement et marché intérieur,… op. cit., p. 423,
al señalar que el Estado tiene la capacidad de definir o concretar el nivel necesario de protección del
medio ambiente, a partir del marco creado por la norma de armonización, refiriéndose al supuesto en el
que un Estado amplíe la lista europea de residuos peligrosos, por la vía de introducir nuevas sustancias.
217
Véase L. Krämer, «La protección del medio ambiente, libre circulación de las mercancías y
mercado interior»…, op. cit., p. 91. A modo de ejemplo, en la STJUE 26 de mayo de 2011, asuntos
C-165/09, C-166/09 y C-167-09, se valora la aplicación de la Directiva de Prevención y Control inte-
grados de la contaminación por los Estados, en el sentido de que el Tribunal reconoce que los Estados
tienen la facultad de establecer otras condiciones de autorización específicas, en su caso, reforzadas y
de fijar obligaciones particulares para ciertas instalaciones «(…) siempre que se garantice un enfoque
integrado y un nivel elevado equivalente de protección del medio ambiente en su conjunto» (ap. 68).
94
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
95
libre mercado y protección ambiental
218
En este sentido, en las Conclusiones del abogado general presentadas el 17 de noviembre de 2011,
a la STJUE de 29 de marzo de 2012, Comisión c. República de Polonia, Hungría, República de Lituania,
República Eslovaca, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, se reconoce que la ausencia de una norma
comunitaria «clara y precisa» proporciona mayor libertad a los Estados miembros «en cuanto a la elec-
ción de las formas y los medios», sin perjuicio, no obstante, de las facultades de supervisión que puedan
corresponder a la Comisión, que, finalmente, puede ostentar una auténtica «facultad de bloqueo», como
la que ejerce cuando no aprueba el Plan Nacional de Asignación de derechos de emisión, en los términos
contemplados en la Sentencia de referencia.
96
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
219
Las Directivas de calidad del aire y del agua aprobadas desde los años 70 solían incluir una
cláusula de no deterioro, en el sentido de que la adopción y aplicación de los valores límites fijados por
las Directivas no podían suponer en ningún caso una merma para la calidad ambiental existente en el
Estado en el momento de aprobación de la norma europea. Como señala M. Mora Ruiz, al hilo de la
configuración de una función pública de tutela ambiental desde el Derecho de la Unión, este principio
implica, como contrapartida, la posibilidad de que los Estados fijen valores más estrictos, en atención
a sus peculiaridades regionales y geográficas, de forma que el Derecho ambiental europeo no puede
considerarse un Derecho uniforme: véase M. Mora Ruiz, La gestión ambiental compartida: función
pública y mercado, Ed. Lex Nova, Valladolid, 2007, pp. 43-44.
97
libre mercado y protección ambiental
sional, y traen causa de una previsión más genérica, en cuya virtud las normas de
armonización, ex art. 192 TFUE, no pueden constituir un obstáculo para «el man-
tenimiento y la adopción, por parte de cada Estado miembro, de medidas de ma-
yor protección». En tal caso, las medidas deberán ser compatibles con los Trata-
dos y se notificarán a la Comisión, sin que haya mayores precisiones respecto de
la posible supervisión de esta última en relación con la medida notificada.
Sobre la base de estas dos previsiones, cabe hacer las siguientes considera-
ciones, a fin de poner de manifiesto el alcance de la competencia estatal para
reforzar la protección del medio ambiente a partir de una norma europea de
mínimos, lo cual incluye, a su vez, el establecimiento de ciertos límites para el
desenvolvimiento de la que puede considerarse una auténtica competencia de
los Estados.
Así, en primer término, cualquiera que sea el ámbito sectorial de inaplica-
ción en el que nos situemos, es claro que deben perseguirse los mismos objeti-
vos de la norma de Derecho derivado o, en otros términos, la medida nacional
no puede utilizarse de forma que sea «ilegítima»220, en el sentido de pretender
la protección de productos o servicios del Estado. Se plantea, así, que la medida
nacional debe situarse en el límite de la norma de armonización, de forma que
no puede disminuir la protección de la norma secundaria, ni diferir en el siste-
ma o fórmula de ejecución de la misma221, pues, de lo contrario, estaríamos ante
una «cláusula de abstención» a la adaptación del Derecho interno que no es
equiparable a la facultad de elevar el nivel de protección del medio ambiente
que estamos examinando.
En la STJUE de 29 de abril de 2004, asunto C-194/01, Comisión c. Re-
pública de Austria, en la que se planteaba el incumplimiento de la República
de Austria respecto de las obligaciones que le incumben en virtud de la Di-
rectiva 75/442/CEE del Consejo, de 15 de junio de 1975, relativa a los resi-
duos, en su versión modificada por la Directiva 91/156/CEE del Consejo y
la Directiva 91/689/CEE del Consejo, de 12 de diciembre de 1991, relativa a
los residuos peligrosos, el Tribunal reconoce lo siguiente: Primero, que en
virtud de reiterada jurisprudencia, cada uno de los Estados miembros desti-
natarios de una Directiva tiene obligación de adoptar en su ordenamiento
jurídico nacional, todas las medidas necesarias para garantizar la plena efi-
cacia de la Directiva, «conforme al objetivo por ella perseguido» (ap. 38);
segundo, ello no puede interpretarse en el sentido de una cláusula de exen-
220
Es la expresión que utiliza L. Krämer, en «La protección del medio ambiente, libre circulación
de las mercancías y mercado interior»…, op. cit., p. 100, para referirse a los objetivos de protección
que fijen los Estados, en el sentido de que la medida nacional debe ser adecuada para lograr dichos
objetivos, sino, no podría considerarse legítima. Así, el autor entiende que un Estado no debe estable-
cer medidas restrictivas para la circulación de bienes, si los objetivos ambientales pueden lograrse de
otro modo (idem, p.101).
221
Así lo pone de manifiesto N. de Sadeleer, en Environnement et marché intérieur,… op. cit.,
p. 423, al referirse a la STJUE de 29 de abril de 2004, asunto C-194/01, Comisión c. Austria, de forma
que el autor insiste en que el Estado no está exento de la obligación de transponer la norma derivada,
sin perjuicio de incrementar su nivel de protección.
98
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
ción para no adaptar el derecho interno, cuando consideren que sus disposi-
ciones nacionales son mejores que las disposiciones comunitarias, y, por
tanto, «más adecuadas para garantizar la consecución del objetivo persegui-
do por la Directiva»: «Según la jurisprudencia del Tribunal de Justicia, la
existencia de normas nacionales no hace superflua la adaptación del Derecho
interno a través de medidas legales o reglamentarias específicas, a menos
que dichas normas garanticen efectivamente la plena aplicación de la Direc-
tiva por la administración nacional (…)» (ap. 39).
222
Téngase en cuenta la STJUE de 20 de septiembre de 1998, Comisión c. Reino de Dinamarca,
asunto Envases retornables daneses, en la que el Tribunal admitía como una medida legítima del Es-
tado en cuestión para la protección del medio ambiente, la obligación de establecer un sistema de de-
pósito y devolución de envases vacíos, pero reconocía que las limitaciones cuantitativas impuestas a la
comercialización de ciertas bebidas resultaban desproporcionadas para alcanzar el objetivo de la libre
circulación de mercancías. Una síntesis de esta Sentencia puede encontrarse en B. Lozano Cutanda,
Derecho Ambiental Administrativo…, op. cit., p. 175.
223
En este sentido, el Tribunal ha reconocido que el establecimiento de un régimen de autorizacio-
nes para la prestación de servicios en aras de la protección del medio ambiente no es automática, sino
que habrá de basarse en el «grado de influencia en el medio ambiente», atendiendo al principio de
proporcionalidad: véase STJUE 16 de febrero de 2006, asunto C-215/04, en G. García-Álvarez, «La
incidencia de la Directiva de Servicios en el Derecho ambiental»…, op. cit., p. 352.
224
N. de Sadeleer, en Environnement et marché intérieur,… op. cit., p. 427 in fine. El autor seña-
la, así, que ante una Directiva en materia de ruidos, el Estado miembro tiene la opción de establecer
99
libre mercado y protección ambiental
límites más estrictos en lo que a la contaminación acústica tolerable se refiere, pero no cabe, para la
mayor protección, prohibir la matriculación de aviones que sí estaban permitidos con anterioridad en
otros Estados (idem, p. 427).
225
Véase supra.
100
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
101
libre mercado y protección ambiental
226
En línea similar de argumentación, debe tener en cuenta la STJUE de 29 de abril de 2004,
asunto C-194/01, Comisión c. Austria (aps. 44 y ss).
227
Así se pone de manifiesto en la STJUE de 21 de julio de 2011, Asunto C-2/10, Azienda Agro-
zootecnica Francini sail (ap. 53).
228
N. de Sadeleer, en Environnement et marché intérieur,… op. cit., p. 428.
102
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
Por último, teniendo en cuenta todo lo expuesto hasta este momento y que
el objeto fundamental de este Trabajo era una aproximación diversa a la confi-
guración del Derecho Ambiental de la Unión, a partir del grado de incidencia
del Derecho de los Estados en este ámbito, debemos hacer algunas considera-
ciones finales que, en definitiva, giran en torno al convencimiento de que los
Estados, en el establecimiento de normas ambientales, contribuyen a moldear
el Derecho de la Unión, en particular cuando el mismo se desenvuelve en el
nivel de la armonización de legislaciones nacionales.
Así, en primer término, debe insistirse en que la producción de normas eu-
ropeas de carácter armonizador constituye un logro de la Unión, como organi-
zación de carácter internacional-regional, en la medida en que estas normas
permiten crear un espacio jurídico común. La justificación de estas disposicio-
nes armonizadoras es, como hemos visto a lo largo de este estudio, diversa,
dependiendo del ámbito material en el que se desenvuelvan, de forma que, si-
tuados en la realización del mercado interior, la armonización tiene como obje-
tivo la aproximación de legislaciones que eviten distorsiones en el funciona-
miento de dicho mercado; por el contrario, en el desarrollo de la política
ambiental, la armonización tiene una función cualitativamente diversa, pues su
objeto es crear un marco común y mínimo que asegure el punto de partida de la
protección, conservación y mejora del medio ambiente en todos los Estados.
Por efecto de lo anterior, ambos sectores asumen la necesidad de que exis-
ta un cierto ámbito de autonomía de los Estados, en cuya virtud puedan man-
tener o adoptar nuevas disposiciones y medidas, tal y como hemos visto en los
epígrafes II y III de este estudio. Sin embargo, es la diferente finalidad de la
medida armonizadora la que determina, asimismo, la extensión de esta autono-
mía en cuanto a la posibilidad de derogar y/o inaplicar las normas europeas de
carácter armonizador. Tal posibilidad se encuentra minuciosamente regulada
103
libre mercado y protección ambiental
BIBLIOGRAFÍA
104
la competencia estatal para la aprobación de normas adicionales de protección
ambiental en ámbitos armonizados en el nivel comunitario
105
LA INTERVENCIÓN ADMINISTRATIVA EN LAS
ACTIVIDADES DE BAJA INCIDENCIA EN EL
ENTORNO. COMPLEJIDAD Y EVOLUCIÓN DE LA
TÉCNICA DE LA COMUNICACIÓN AMBIENTAL
Mariola Rodríguez Font
Profesora de Derecho Administrativo
Universidad de Barcelona
I. INTRODUCCIÓN
229
En adelante, Directiva IPPCC. Esta Directiva fue derogada posteriormente por la Directiva
2008/1/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 15 de enero de 2008, relativa a la prevención y
al control integrados de la contaminación; norma que a su vez ha sido sustituida por la Directiva
2010/75/UE sobre las emisiones industriales (aunque sus disposiciones siguen siendo de aplicación
hasta el 6 de enero de 2014).
230
Ley 16/2002, de 1 de julio, de prevención y control integrados de la contaminación.
107
libre mercado y protección ambiental
231
Sobre la figura de la comunicación ambiental véase mi libro Régimen de comunicación e inter-
vención ambiental. Entre la simplificación administrativa y la autorregulación, Atelier, Barcelona,
2003.
232
Ley 17/2009, de 23 de noviembre, sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejer-
cicio, y Ley 25/2009, de 22 de diciembre, de modificación de diversas leyes para su adaptación a la Ley
sobre el libre acceso a las actividades de servicios
233
En el artículo 3.11 de la Ley 17/2009, de 23 de noviembre –Ley paraguas–, se considera una
razón imperiosa de interés general la protección del medio ambiente y del entorno urbano, en plena
consonancia con el considerando 40 y el artículo 4.8 de la Directiva de servicios.
234
Véase la exposición de motivos de la Ley 12/2012, de 26 de diciembre, de medidas urgentes de
liberalización del comercio y de determinados servicios.
108
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
235
Véase, entre otros, Pernas García, J. J., «El efecto desregulador de la Directiva de servicios y
su incidencia en la ordenación administrativa ambiental», Nogueira López, A., (Dir.), La termita
Bolkestein. Mercado único vs. derechos ciudadanos, Civitas-Thomson reuters, Navarra, 2012, p. 281
y ss., y García-Álvarez, G., «Incidencia de la Directiva de servicios en el Derecho ambiental», El
impacto de la Directiva de servicios en las Administraciones públicas: aspectos generales y sectoria-
les, Atelier, Barcelona, 2012, pp. 354 y ss.; Sanz Rubiales, I., «Medio ambiente y Directiva de servi-
cios en Castilla y León», Vicente Blanco, D-J., y Rivero Ortega, R., (Dirs.), Impacto de la trans-
posición de la Directiva de servicios en Castilla y León, Colección de estudios del Consejo
Económico y Social de Castilla y Léon núm. 13, 2010, pp. 599 y ss.
236
Respecto al caso concreto de la legislación andaluza de gestión integrada de la calidad am-
biental véase, por ejemplo, Arana García, E., y Granados Rodríguez, J. F., «Desaparición de las
licencias en las actividades clasificadas incluidas en el ámbito de la Directiva de servicios: el supues-
to particular de la legislación ambiental andaluza», Revista General de Derecho Administrativo
núm. 25, 2010, pp. 1 a 27.
109
libre mercado y protección ambiental
237
En adelante, LIIAA.
238
Ley 11/2003, de 8 de abril, de prevención ambiental de Castilla y León.
239
Ley 2/2006, de 5 de mayo, de prevención de contaminación y calidad ambiental de la comuni-
dad valenciana.
240
En adelante, RAMINP.
241
Según la disposición derogatoria de esta Ley se mantiene, sin embargo, la vigencia del Regla-
mento en aquellas comunidades y ciudades autónomas que no tengan normativa aprobada en la mate-
ria, en tanto no se dicte dicha normativa. Sobre la situación generalizada de inaplicación del RAMINP
antes de la aprobación de la Ley 34/2007 a través de la legislación ambiental autonómica y sobre la
expresa derogación del mismo por ella, véase la Sentencia del Tribunal Supremo de 21 de marzo de
2012 (Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección 5ª, Ponente: Jorge Rodríguez-Zapata Pérez).
242
Artículo 41: «1. Para el ejercicio de una actividad comprendida en el anexo III de la presente
Ley, amparada por la correspondiente licencia urbanística, si es preceptiva, el correspondiente titular
debe presentar, con una antelación mínima de un mes a la fecha de su inicio, una comunicación al Ayun-
tamiento. 2. Debe determinarse por reglamento, y atendiendo a la tipología de las actividades, la docu-
mentación que acompaña a la comunicación, que, en cualquier caso, debe comprender: a) La descrip-
ción de la actividad mediante el proyecto técnico o la documentación técnica. b) La certificación técnica
acreditativa de que las instalaciones y la actividad cumplen todos los requisitos ambientales exigibles y
demás requisitos preceptivos, de acuerdo con la legislación aplicable para el cumplimiento de los obje-
110
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
tivos de la presente Ley. 3. Los Ayuntamientos, en el ámbito de sus competencias, pueden sustituir el
régimen de comunicación por el sistema de establecer la licencia de apertura de establecimientos para
determinadas actividades del anexo III. Dicha licencia municipal se tramita y resuelve simultáneamente
con la licencia urbanística cuando es preceptiva. En caso de que la licencia urbanística no sea preceptiva,
el régimen se aplica a la licencia de apertura de establecimientos. Para acogerse a dicho sistema es ne-
cesario aprobar previamente un reglamento municipal, que debe sujetarse a las siguientes bases: a) Debe
establecer las tipologías de actividades incluidas. b) Debe regular la documentación que se acompañe a
la solicitud de licencia urbanística. c) Debe establecer el trámite específico de información vecinal. d)
En aquello no regulado en las letras a, b y c rige la legislación de régimen local. 4. Cualquier cambio
sustancial que se produzca en las actividades comprendidas en el anexo III de la presente Ley también
queda sometido al régimen de comunicación o, si procede, a la licencia que establece el apartado 3. 5.
Si una de las actividades del anexo III se ejerce sin haber dado cumplimiento a las obligaciones estable-
cidas en los apartados 1, 2 y 4 o, si procede, sin disponer de la licencia a que se refiere el apartado 3, se
considera clandestina y puede ser clausurada por el Ayuntamiento».
111
libre mercado y protección ambiental
Las leyes autonómicas que regulan hoy la comunicación como técnica pre-
ventiva en el ámbito medioambiental confieren, a la misma figura, distintas
denominaciones. La calificación tradicional, originaria si se quiere, es la de
«comunicación ambiental»; término usado por la Ley catalana que la introdujo
en España, la Ley de Castilla y León, la Ley valenciana y en la actualidad tam-
bién la extremeña. La Ley canaria se refiere a ella sencillamente como comuni-
cación previa (comunicación previa a la instalación y apertura de actividades
clasificadas no sometidas al régimen de autorización) y la vasca, en sentido
parecido, la denomina comunicación previa de actividades clasificadas244.
El orden de análisis de cada una de estas leyes será de tipo cronológico. Es decir, de la primera
244
que introdujo la técnica de la comunicación ambiental a la última en hacerlo; teniendo en cuenta que,
con carácter previo a las normas autonómicas de trasposición de la Directiva de servicios, solo las leyes
de Cataluña, Castilla y León y Comunidad Valenciana regulaban esta figura. Así, la comunicación
112
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
ambiental se introduce en la normativa extremeña, vasca y canaria más allá del año 2009 y a raíz de la
mencionada adaptación.
245
Es más, y en sentido totalmente contrario a la normativa que deroga, prevé que los ayuntamien-
tos puedan establecer este régimen para algunas actividades del anexo II sujetas a licencia ambiental
cuando si se sitúan en determinadas zonas urbanas y tienen una calificación urbanística determinada.
246
Artículo 58.3 de la Ley 11/2003, de 8 de abril.
247
Ley complementada por el Decreto 127/2006, de 15 de septiembre, del Consell, por el que se
desarrolla la Ley 2/2006, de 5 de mayo, de la Generalitat, de prevención de la contaminación y calidad
ambiental.
248
Esta delimitación negativa del ámbito de aplicación del instituto de la comunicación ambiental
se reitera posteriormente en el articulado (artículo 65).
113
libre mercado y protección ambiental
249
Si bien la Ley valenciana no define de forma explícita lo que cabe entender por comunicación
ambiental si lo hace con lo que cabe entender por comunicación previa tras la reforma obrada en la Ley por
el Decreto Ley y la Ley 2/2012, de 13 de enero y 14 de junio respectivamente, de medidas urgentes de
apoyo a la iniciativa empresarial y a los emprendedores, microempresas y pequeñas y medianas empresas
(pyme) de la Comunitat Valenciana: « el documento mediante el que el titular de la actividad pone en co-
nocimiento de la Administración pública correspondiente sus datos identificativos, ubicación física de la
instalación, actividad a realizar, y los demás requisitos que sean exigibles para el inicio de la actividad que
desea poner en funcionamiento, de acuerdo con el artículo 70.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de
Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común».
250
Norma desarrollada por el Decreto 81/2011, de 20 de mayo, de autorizaciones y comunicación
ambiental.
251
Artículos 5, 68 y 69.2 de la Ley 5/2010, de 23 de junio.
252
Exposición de motivos y artículo 2 de la Ley 7/2011, de 5 de abril.
114
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
253
Según el artículo 34 de esta ley, requerirá una comunicación previa la instalación y ejercicio de
las actividades no sometidas a licencia de actividad clasificada ni a autorización ambiental integrada.
254
Artículo 5 de la Ley 7/2011, de 5 de abril.
255
Afirmación que se confirma atendiendo al tipo de actividades que, en cumplimiento del man-
dato legal expuesto, aparecen en el anexo que contiene el Decreto 52/2012, de 7 de junio, por el que se
establece la relación de actividades clasificadas y se determinan aquellas a las que resulta de aplicación
el régimen de autorización administrativa previa.
256
A tenor de lo dispuesto en este artículo, se entiende por comunicación previa «aquel documen-
to mediante el que los interesados ponen en conocimiento de la Administración Pública competente sus
datos identificativos y demás requisitos exigibles para el ejercicio de un derecho o el inicio de una ac-
tividad». La comunicación produce «los efectos que se determinen en cada caso por la legislación co-
rrespondiente» y permite, con carácter general, «el reconocimiento o ejercicio de un derecho o bien el
115
libre mercado y protección ambiental
2. Eficacia
inicio de una actividad, desde el día de su presentación, sin perjuicio de las facultades de comproba-
ción, control e inspección que tengan atribuidas las Administraciones Públicas». Este precepto recoge
además la posibilidad de presentar la comunicación incluso «dentro de un plazo posterior al inicio de
la actividad cuando la legislación correspondiente lo prevea expresamente».
257
Por ejemplo, el artículo 71.1 de la Ley 5/2010, de 23 de junio, de prevención y calidad ambien-
tal de la Comunidad Autónoma de Extremadura establece que «el procedimiento para la comunicación
ambiental será el previsto en las ordenanzas municipales, y deberá incluir, en todo caso, lo establecido
en el presente artículo y en su desarrollo reglamentario…».
258
Tal y como preveía la Ley 3/1998, de 27 de febrero, de intervención integral de la Administra-
ción ambiental.
259
Redacción según Ley 2/2012, de 14 de junio, de la Generalitat, de medidas urgentes de apoyo
a la iniciativa empresarial y los emprendedores, microempresas y pequeñas y medianas empresas de la
Comunitat Valenciana y el Decreto-ley 2/2012, de 13 de enero, del Consell, con el mismo título.
116
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
260
«Debería incluirse de forma más clara la posibilidad de que se establezca un plazo determinado
que medie entre la presentación de la declaración o comunicación y ‘el reconocimiento o ejercicio de
un derecho o el inicio de una actividad’ (que normalmente se produce desde la presentación). Aun
cuando el apartado 3 ya prevé indirectamente esta posibilidad (pues puntualiza que tal efecto se produ-
cirá ‘con carácter general’ y admite con ello posibles excepciones)...», Dictamen del Consejo de Esta-
do 99/2009, p. 41. Véase al respecto mi artículo «Declaración responsable y comunicación previa: su
operatividad en el ámbito local», Anuario de Derecho local 2009, Fundación Democracia y Gobierno
Local, pp. 277 y ss.
261
Art. 71.7 de la Ley 5/2010, de 23 de junio, de Extremadura; artículo 52.5 de la Ley 20/2009, de
4 de diciembre, de Cataluña; artículo 62.5 bis de la Ley 3/1998, de 27 de febrero, del País Vasco.
117
libre mercado y protección ambiental
262
Ley 2/2006, de 5 de mayo, de la Comunidad Valenciana, artículo 65.5 y Ley 5/2010, de 23 de
junio, de Extremadura, artículo 72.
263
Ley 3/1998, de 27 de febrero, del País Vasco, artículo 106.2; Ley 7/2011, de 5 de abril, de
Canarias, artículo 54.1 y Ley 20/2009, de 4 de diciembre, de Cataluña, artículo. 74.3.
264
Artículo 72.2 de la Ley 5/2010, de 23 de junio.
265
Artículo 73. «Régimen de los controles periódicos: 1. Las actividades incluidas en el anexo III
pueden someterse al régimen de autocontroles periódicos, atendiendo a la necesidad de comprobar
emisiones de la actividad a la atmósfera, como por ejemplo ruidos, vibraciones, luminosidad u otros, y
al agua, o la caracterización de determinados residuos, cuyo resultado se verifica de conformidad con
lo que establece la ordenanza municipal. 2. Las actividades ganaderas quedan sujetas al plan de control
de la gestión de las deyecciones ganaderas y otros fertilizantes nitrogenados, que ejecuta el departa-
mento competente en materia de agricultura y ganadería».
266
Artículo 68.2 de la Ley 2/2006, de 5 de mayo, y artículo 106.3 de la Ley 3/1998, de 27 de fe-
brero, respectivamente.
118
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
267
Artículo 147.1 y 2 de la Ley 5/2010, de 23 de junio. La Ley canaria, por el contrario, no con-
tiene mención expresa a esta posibilidad y tampoco la vasca (artículos 53 de la Ley 7/2011, de 5 de
abril y artículo 64 Ley 3/1998, de 27 de febrero, respectivamente).
268
En adelante LRBRL.
269
La Disposición adicional octava de la Ley 2/2011 limitó en el tiempo la adaptación de la nor-
mativa de las Comunidades Autónomas y las entidades locales a las nuevas previsiones de la LRBRL,
otorgándoles el plazo de doce meses desde la entrada en vigor de la misma el 6 de marzo de 2011.
270
No han proliferado, sin embargo, las ordenanzas tipo por entes supramunicipales con alguna
excepción, como el modelo de ordenanza de comunicación previa para el ejercicio de determinadas
actividades de la Diputación de Badajoz de junio de 2012.
119
libre mercado y protección ambiental
271
Siendo el ámbito de aplicación las actividades comerciales minoristas y de prestación de deter-
minados servicios –realizados en establecimientos permanentes situados en cualquier parte del territo-
rio nacional con una superficie útil inferior a 300 metros cuadrados–, se suprimen la licencia previa de
instalaciones, de funcionamiento o actividad y «otras de clase similar o análogas que sujeten a previa
autorización el ejercicio de la actividad comercial a desarrollar o la posibilidad misma de la apertura
del establecimiento correspondiente». Desaparece asimismo la licencia de obras de acondicionamiento
de locales para desarrollar la actividad comercial siempre que no requieran proyecto de obra. Con todo,
solo quedan al margen de lo dispuesto en la Ley las actividades desarrolladas en dichos establecimien-
tos que «tengan impacto en el patrimonio histórico-artístico o en el uso privativo y ocupación de los
bienes de dominio público» (artículos 2 y 3).
272
Así lo prevé la Disposición adicional segunda de la Ley 12/2012, de 26 de diciembre. Sobre el
papel de las entidades colaboradoras de la Administración en materia de medioambiente véase Noguei-
ra López, A., «El control ambiental de las actividades de servicios. Competencias y seguridad ambien-
tal ante un potencial desarrollo del papel de las entidades colaboradoras de la Administración», Dere-
cho ambiental y transformaciones de la actividad de las Administraciones públicas, Pigrau Soler, A.,
y Casado Casado, L., (Dirs.), Atelier, Barcelona, 2011, pp. 97-122. Ver también Canals Ametller,
D., «El ejercicio de funciones públicas por entidades privadas colaboradoras de la Administración», en
el libro colectivo con idéntico título, dirigido por Galán Galán, A y Prieto Romero, C., Huygens,
Barcelona, 2010, pp. 21 a 52.
120
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
273
Algunas normas llegan a utilizar denominaciones ciertamente confusas, como la de «Régimen
de comunicación ambiental mediante declaración responsable» que utiliza el Ayuntamiento de Novel-
da en su página web, respecto de todas las instalaciones o actividades no sometidas a autorización
ambiental integrada ni licencia ambiental aparentemente inocuas. Sin embargo, en la recién aprobada
Ordenanza reguladora del procedimiento para el otorgamiento de licencias urbanísticas y ambientales
y figuras afines de este municipio, de 14 de enero 2013, no se utiliza dicha expresión.
274
En Cataluña, por ejemplo, el Decreto 179/1995, de 13 junio, por el que se aprueba el Regla-
mento de obras, actividades y servicios de las entidades locales, regula la comunicación previa para la
ejecución de determinadas obras para las cuales no sea necesaria la presentación de proyecto o para el
ejercicio de actividades no clasificadas.
275
Así, diríamos que para la apertura de una actividad inocua debe solicitarse solo la licencia o
comunicación previa de obras –si es el caso– y la comunicación previa o declaración responsable de
actividad.
276
Ordenanza municipal de actividades y de la intervención integral de la Administración ambien-
tal de Barcelona, aprobada el 30 de marzo de 2001 (BOP núm. 113, de 11de mayo de 2001); Ordenan-
za municipal reguladora del procedimiento para otorgar licencias urbanísticas y ambientales, declara-
ciones responsables y comunicaciones previas del Ayuntamiento de Alicante, aprobada el 29 de enero
de 2010 (BOP núm. 30, de 15 de febrero de 2010) y Ordenanza municipal para el ejercicio de activi-
dades no sometidas a licencia ambiental. Régimen de comunicación, verificación y transmisión de
actividades del municipio de Aguilar de Campoo, de 26 de marzo de 2012.
La Ordenanza municipal de intervención ambiental en materia de actividades del municipio de Muro
de Alcoy, de 17 de octubre de 2012, por ejemplo establece que el régimen de comunicación ambiental
previa se aplicará a aquellas actividades inocuas no sujetas a autorización ambiental ni a licencia ambien-
tal, con las excepciones comprendidas en la Ley. Así, prevé dos tipos de comunicación ambiental previa:
121
libre mercado y protección ambiental
Algunas normas locales utilizan esta última para las actividades con poca
incidencia, y una declaración responsable para las de carácter inocuo278; y otras
hacen justamente lo contrario; como sucede en la de la ciudad de Valencia, que
instaura la declaración responsable como instrumento de intervención ambien-
La comunicación ambiental previa tipo A, que se refiere a aquellas actividades inocuas en el sentido
descrito; y la comunicación ambiental previa tipo B para aquellas actividades exceptuadas de la interven-
ción ambiental previa mediante licencia ambiental de acuerdo con lo establecido en la Ley. En relación
con estas últimas, el artículo 18.2 determina que, al amparo de lo establecido en la legislación estatal, se
trata de aquellas «actividades exceptuadas del régimen de licencia ambiental por tratarse de actividades
minoristas o de prestación de determinados servicios, realizados a través de establecimientos permanen-
tes, cuya superficie útil de exposición y venta al público no sea superior a 300 metros cuadrados», debien-
do la Ley determinar el tipo de actividades, las características y los supuestos sujetos a este régimen.
277
Por ejemplo la Ordenanza no fiscal reguladora de las actividades sometidas al régimen de co-
municación ambiental en la Ley 5/2010, de 23 de junio, de prevención y calidad ambiental de la Co-
munidad Autónoma de Extremadura de 25 octubre de 2012, del municipio de Bancarrota, define la
comunicación ambiental como «la actuación administrativa que tiene por objeto prevenir y controlar,
en el marco de las competencias municipales, los efectos sobre la salud humana y el medio ambiente
de las instalaciones y actividades sujetas a la misma, que se determinan en el Anexo VII de la Ley
5/2010, de 23 de junio, de prevención y calidad ambiental de la Comunidad Autónoma de Extremadu-
ra», artículo 1.
Otros municipios, como Monesterio –en la Ordenanza municipal reguladora de licencias de activi-
dad, apertura, comunicación ambiental y otras declaraciones responsables para la puesta en funciona-
miento de establecimientos y actividades, de 4 de junio de 2012– o Villafranca de Barros –en la Orde-
nanza municipal reguladora de licencias de actividad, apertura, comunicación ambiental y otras
declaraciones responsables para la puesta en funcionamiento de establecimientos y actividades, de 4 de
febrero de 2011– definen por un lado lo que se entiende por comunicación previa y por otro lo que es
una comunicación ambiental. Así, la comunicación previa la constituye «el documento mediante el que
los promotores que deben efectuar la declaración responsable ponen en conocimiento del Ayuntamien-
to sus datos identificativos y demás requisitos exigibles en esta Ordenanza para el inicio de la actividad
o para la obtención de la licencia de obras» y la comunicación ambiental sería «el acto comunicado
mediante el cual el promotor de una actividad o instalación aporta documentación para poner en cono-
cimiento del Ayuntamiento los datos y demás requisitos exigibles para que se tenga por acreditado el
cumplimiento de las condiciones y requisitos técnicos ambientales exigidos para la puesta en funcio-
namiento de actividades e instalaciones de escasa incidencia ambiental, en concreto las recogidas en el
anexo VII de la Ley 5/2010, de 23 de junio, de Prevención y Calidad Ambiental». La comunicación
ambiental sustituye al procedimiento que regulaba el Reglamento de actividades molestas, insalubres,
nocivas y peligrosas, aprobado por el Decreto 2414/1961, de 30 de noviembre, y recoge además las
prescripciones relativas a residuos, emisiones, vertidos, contaminación acústica y lumínica que no son
de competencia autonómica o estatal.
278
Una declaración responsable mediante acto comunicado para las actividades inocuas regula el
artículo 11 de la Ordenanza reguladora de las actividades sometidas al régimen de comunicación am-
biental en la Ley 5/2010, de 23 de junio, de prevención y calidad ambiental de la Comunidad Autóno-
ma de Extremadura del municipio de Torremocha, y lo mismo hacen las ya mencionadas ordenanzas
de Villafranca de Barros y Monesterio (ambas en el artículo 13).
122
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
Uno de los ámbitos en los que la normativa local está centrando su empuje
sistematizador es en la instauración de procedimientos simplificados de trami-
tación: en la articulación del procedimiento de la comunicación ambiental y el
de obtención de otros títulos habilitantes cuya última finalidad no deja de ser,
en definitiva, coincidente281.
En todas las Leyes autonómicas analizadas la comunicación ambiental se
formaliza una vez acabadas, si es el caso, las obras e instalaciones. Es decir, tras
la obtención de la licencia urbanística correspondiente o la comunicación pre-
via de obras282.
279
Ordenanza reguladora de obras de edificación y actividades del Ayuntamiento de Valencia, de
29 de junio de 2012 (BOP el 16 de julio de 2012), artículos 39 y ss.
280
La Ley 7/2011, de 5 de abril, en su artículo 35.2 establece que acompañará a la comunicación
previa una declaración responsable del titular de la actividad.
281
Sobre el impulso de este tipo de simplificación por la Directiva de servicios, véase entre otros
Canals Ametller, D., «Simplificación administrativa y Directiva de Servicios: objetivos, medios e
incidencias», en «Impacto de la Directiva Bolkestein y la reforma de los servicios en el Derecho Ad-
ministrativo», XII Monografía de la Revista Aragonesa de Administración Pública, Gobierno de Ara-
gón, Zaragoza, 2010, pp. 297 a 335.
282
El Decreto extremeño número 81/2011, de 20 de mayo, entre otros, en relación con las obras e
instalaciones necesarias para el desarrollo de la actividad que no requieran licencia ni comunicación
123
libre mercado y protección ambiental
previa urbanística introduce –en un intento de dar respuesta a todos los posibles escenarios– la obliga-
toriedad de acreditar la compatibilidad urbanística de la actividad mediante un informe previo del
Ayuntamiento (artículo 37.4).
283
Artículo 52.5 de la Ley catalana 20/2009, de 4 de diciembre, y artículo 62.5 bis de la Ley vasca
3/1998, de 27 de febrero. Interesante resulta ser, además, lo establecido en el artículo 6. 3 de la Ley
canaria 7/2011, de 5 de abril, que determina que pueda el Gobierno canario, mediante decreto, eximir
la «preceptividad» de los instrumentos de intervención previa que contiene (entre ellos, claro está, la
comunicación), respecto de aquellas «actividades e instalaciones sujetas a un acto de habilitación pre-
vio en cuyo procedimiento se inserte un régimen de control igual o superior al establecido» en la ley.
Así, en estos casos, «la licencia de actividad clasificada o instrumento de intervención previa aplicable
[la comunicación] se entenderá implícita en la resolución que ponga fin al mencionado procedimiento
de habilitación previa, y la competencia que, en materia de tales actividades clasificadas, corresponde
a la Administración local se entenderá sustituida por la emisión del informe municipal previo y precep-
tivo que haya de emitirse en dicho procedimiento sobre la adecuación de la actividad a las ordenanzas
e instrumentos de planeamiento, cuyo contenido, de ser desfavorable o imponer condicionantes, será
vinculante para la autoridad competente para resolver sobre la habilitación de la actividad».
284
Artículo 65.3 de la Ley 2/2006, de 5 de mayo.
285
Artículo 71. 6 de la Ley 5/2010, de 23 de junio.
124
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
286
Véase la Ordenanza municipal reguladora de actividades sujetas a licencia ambiental y comu-
nicación ambiental de Benicàssim , de 24 de julio de 2009.
287
Ordenanza reguladora de obras de edificación y actividades del Ayuntamiento de Valencia, de
29 de junio de 2012 (BOP el 16 de julio de 2012), artículo. 47.
288
En esta Ordenanza se considera una deficiencia esencial la falta de alguna de las solicitudes para
su tramitación simultánea pudiendo ser, no obstante, subsanada; dando lugar a la paralización del plazo
máximo de resolución del procedimiento. Si ya están cumplimentados los requisitos y trámites en orden
a la obtención de la licencia de obra y quedan pendientes los requisitos para la obtención de la comuni-
cación ambiental, se hace constar en el expediente de la primera dicha circunstancia mediante informe
municipal, advirtiendo al interesado que en atención al principio de resolución única, el plazo para re-
solver la licencia de obra queda suspendido hasta la obtención de la comunicación ambiental.
Prevé, por lo demás, un solo supuesto en el que es posible otorgar licencia de obras antes de la co-
municación ambiental: cuando la persona que «tenga la disponibilidad civil del inmueble asuma la
plena responsabilidad de las consecuencias que pudieran derivar de la eventual denegación de las auto-
rizaciones de actividades, debiéndose hacer constar dicha asunción de la plena responsabilidad, en ins-
trumento público notarial o ante el secretario del Ayuntamiento o funcionario en quien delegue».
La licencia de obra y la licencia o comunicación ambiental son, en cualquier caso, objeto de una
sola resolución o acuerdo para su otorgamiento en un solo acto. Véanse los artículos 13, 30, 32 de la
Ordenanza reguladora de las licencias urbanísticas y ambientales, declaraciones responsables, comu-
nicaciones previas y otros actos urbanísticos municipales del municipio de Denia (BOP núm. 161, de
24 de agosto de 2011).
289
Así sucede en la Ordenanza municipal reguladora de licencias de actividad, apertura, comuni-
cación ambiental y otras declaraciones responsables para la puesta en funcionamiento de estableci-
125
libre mercado y protección ambiental
126
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
292
Artículo 7 de la Ordenanza municipal de actividades y de la intervención integral de la Adminis-
tración ambiental de Barcelona, aprobada el 30 de marzo de 2001 (BOP núm. 113, de 11de mayo de 2001).
293
Artículo 23 de la Ordenanza reguladora de las licencias urbanísticas y ambientales, declaracio-
nes responsables, comunicaciones previas y otros actos urbanísticos municipales del municipio de
Denia (BOP núm. 161, de 24 de agosto de 2011).
127
libre mercado y protección ambiental
294
Ordenanza reguladora de las actividades sometidas al régimen de comunicación ambiental en
la Ley 5/2010, de 23 de junio, de prevención y calidad ambiental de la Comunidad Autónoma de Ex-
tremadura del municipio de Torremocha.
295
Ordenanza municipal reguladora de licencias de actividad, apertura, comunicación ambiental y
otras declaraciones responsables para la puesta en funcionamiento de establecimientos y actividades de
Monesterio, de 4 de junio de 2012, artículo 15.
296
Ordenanza municipal reguladora de actividades sujetas a licencia ambiental y comunicación
ambiental de Benicàssim, de 24 de julio de 2009.
297
Ordenanza municipal de intervención ambiental en materia de actividades del municipio de
Muro de Alcoy, de 17 de octubre de 2012, artículo 3.1.
128
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
4. El procedimiento
298
Ordenanza reguladora de obras de edificación y actividades del Ayuntamiento de Valencia, de
29 de junio de 2012, artículo 28.4.
299
La participación de entidades colaboradoras de la Administración se pone de relieve, en algunas
normas, en distintos momentos. El primero de ellos en las certificaciones técnicas que, en su caso, deba
gestionar el interesado y que han de formar parte de la documentación que acompaña a la comunicación
ambiental. En relación con la comunicación previa prevista por la Ordenanza de Barcelona el particular
debe aportar –además de una certificación técnica de la ejecución del proyecto visada por el correspon-
diente colegio profesional y entregada por el técnico competente– una «certificación técnica de confor-
midad» librada por una entidad ambiental de control referida a una serie de extremos (artículo 16.2 de
la Ordenanza municipal de actividades y de la intervención integral de la Administración ambiental de
Barcelona).
El segundo momento en el que su intervención puede llegar a ser exclusiva y determinante, situa-
dos ya en un ámbito de gestión estrictamente administrativo, es en el de la realización de controles
periódicos de las actividades. En lo relativo a los controles o revisiones periódicas de las actividades
sometidas a comunicación ambiental, pocas ordenanzas las concretan en el tiempo –efecto que deriva
de la propia falta de constatación por las leyes autonómicas– y, en cualquier caso, no existe siquiera
129
libre mercado y protección ambiental
coincidencia en su periodicidad. Algunas fechan las mismas cada 5 años; otras, por ejemplo, cada diez
desde el tiempo de realización del control inicial o del último control periódico (artículo 19 de la Or-
denanza de Monesterio y artículo 82 de la Ordenanza de Barcelona, respectivamente). El artículo 73
de la Ordenanza de Barcelona concreta las distintas modalidades de control periódico, que se realizará
según el tipo de emisiones mediante un control externo, entendido este por el que realiza una entidad
de control que comprueba la adecuación de las instalaciones y el proyecto autorizado y practica las
actuaciones de toma de muestras, análisis y mediciones de las emisiones y otras pruebas necesarias; un
control interno que lo hace el propio titular de la actividad mediante el establecimiento de un sistema
de autocontrol y que debe ser verificado por una entidad ambiental de control que certifique su idonei-
dad, suficiencia y calidad; o un control mixto, en que se completa el autocontrol interno con un control
externo; estableciendo finalmente que las actividades acogidas a los sistemas de ecogestión y ecoaudi-
toría de la Unión Europea quedan exentas de los controles periódicos.
300
Sobre la posición supervisora de la Administración véase Esteve Pardo, J., «La reconstrucción
y previsible recomposición de modelo de autorización administrativa», Nogueira López, A., (Dir.), La
termita Bolkestein, op. cit., pp.35 y ss.
301
Respecto al control documental algunas ordenanzas recientes –no relacionadas con la materia
ambiental sino urbanística– han optado por la externalización de dicha actividad tradicionalmente
ejercida por la Administración. La Ordenanza de Zaragoza, por ejemplo, bajo el paradigma de lo que
denomina «calidad concertada» y para un mejor cumplimiento de sus funciones, prevé la realiza-
ción de convenios o contratos con colegios profesionales u otras entidades para el ejercicio de los
servicios de comprobación documental, técnica o sobre el cumplimiento de la normativa aplicable.
Mediante la figura del «informe de idoneidad y calidad documental», solicitado voluntariamente por
el interesado y que emitirían estos sujetos privados, este municipio entiende que «se formaliza el
compromiso de reducir a la mitad el plazo máximo para la resolución de los procedimientos que
cuenten con informes positivos» (aplicable, cabe constatar, respecto a las licencias urbanísticas). Del
contenido de este convenio sabemos más bien poco, pero sí que formalizará distintos grados de cola-
boración, que su existencia se valorará caso por caso, y que la colaboración del sector privado se ce-
ñirá a los servicios de comprobación documental, técnica o sobre el cumplimiento de la normativa
que mencionábamos, de modo que la Administración municipal se reservaría, a efectos de lo que nos
interesa, el trámite de la recepción de la comunicación previa y las facultades de inspección, compro-
bación y restablecimiento de la legalidad (artículo 22). Este informe de idoneidad y calidad documen-
tal es diferente del visado colegial pero tendrá el contenido y los efectos establecidos por la normati-
va reguladora de colegios profesionales; y, lo más importante, la emisión de este informe no eximirá
de la responsabilidad al profesional autor del proyecto, que habrá asumido de forma explícita que el
proyecto se adecua a la normativa en vigor. Y para terminar, una anotación importante: la Adminis-
tración municipal (en este caso urbanística y no propiamente medioambiental) «presumirá completa
y válida la documentación técnica o el proyecto presentado que contenga el informe de idoneidad y
calidad documental positivo»; otorgando al mismo claros efectos probatorios o presuntivos. Véase la
Ordenanza municipal de medios de intervención en la actividad urbanística de Zaragoza, de 26 de
noviembre de 2010 (BOPZ núm. 286, de 14 de diciembre de 2010).
130
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
302
La Ordenanza de Barcelona, por ejemplo, cuyo artículo 17 reza lo siguiente: «el ejercicio o
explotación de las actividades del Anexo III.2 de esta Ordenanza se pueden iniciar una vez transcurri-
do el plazo de un mes desde la presentación de la comunicación, con la documentación que la acompa-
ña, al Registro General del Ayuntamiento».
303
Algunas ordenanzas prevén incluso la posibilidad de adopción de medidas provisionales –que
suelen consistir en la clausura de los establecimientos o instalaciones, la suspensión de actividades y
de autorizaciones–, cuya «efectividad se mantendrá hasta que quede acreditado fehacientemente el
cumplimiento de las condiciones exigidas o la subsanación de las deficiencias detectadas», Ordenanza
de comunicación previa para el ejercicio de determinadas actividades del municipio de Villalba de los
Barros, de 27 de junio de 2012.
304
Las ordenanzas analizadas hablan en unos casos de «toma en conocimiento» y en otros de
«toma de conocimiento».
305
Véase la Ordenanza reguladora de la comunicación ambiental para el ejercicio de actividades
del Ayuntamiento de la Puebla de Alcocer, aprobada el 10 de julio de 2012, y la Ordenanza de comu-
nicación ambiental para el ejercicio de actividades del municipio de Ribera del Fresno, aprobada el 27
de julio de 2012, entre otras muchas.
131
libre mercado y protección ambiental
306
Artículo 7 de la Ordenanza reguladora de las actividades sometidas a comunicación previa en
la Ley 11/2003, de 8 de abril de 2003 de prevención ambiental, del Ayuntamiento de Valladolid, de 27
de diciembre de 2011.
307
En algunos casos que el ejercicio de la actividad se somete a un plazo previo, como ocurre en
la ciudad de Burgos, se prevé que hasta que no ha transcurrido el mismo (3 meses) para resolver y
notificar la toma de conocimiento o la imposibilidad del ejercicio de la actividad desde la entrada en el
registro de la comunicación, «no podrá iniciarse actuación alguna tendente a la implantación de la ac-
tividad»; Ordenanza reguladora de las actividades sometidas al régimen de comunicación previa en la
Ley 11/2003, de 8 de abril de 2003, de prevención ambiental del Ayuntamiento de Burgos, de 24 de
marzo de 2008.
308
Entre otras muchas, Ordenanza municipal reguladora de licencias de actividad, apertura, comu-
nicación ambiental y otras declaraciones responsables para la puesta en funcionamiento de estableci-
mientos y actividades, de 4 de febrero de 2011 de Villafranca de Barros.
132
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
309
Cabe tener en cuenta que, a pesar de utilizar la denominación de comunicación ambiental
previa, esta Ordenanza somete a esta técnica no las actividades de baja incidencia ambiental sino las
actividades inocuas o no calificadas en el nomenclátor de actividades molestas, insalubres, nocivas y
peligrosas.
310
Ordenanza reguladora del procedimiento de ejercicio de actividades mediante declaración res-
ponsable, comunicación previa y licencia de apertura de establecimientos del municipio de Málaga
(BOP núm. 44, de 7 de marzo de 2011), artículo 14; y Ordenanza municipal reguladora de los proce-
dimientos de inicio de actividades económicas mediante concesión de licencias de apertura de estable-
cimientos, declaración responsable y comunicación previa, del municipio de Salobrena, de 19 de abril
de 2010 (BOP núm. 96 de 21 de mayo de 2010), artículo 6.
311
Mas en la línea de lo que sería un enterado de obras se encuentra la Ordenanza reguladora de
actividades en el municipio de Peñíscola, de 24 de julio de 2012, pues en lo relativo al procedimiento
133
libre mercado y protección ambiental
134
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
V. CONCLUSIONES
135
libre mercado y protección ambiental
316
Ordenanza reguladora de las actividades sometidas al régimen de comunicación ambiental en
la Ley 5/2010, de 23 de junio, de prevención y calidad ambiental de la Comunidad Autónoma de Ex-
tremadura del municipio de Alcuéscara, de 28 de septiembre de 2011, por citar una.
136
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
apertura de información pública durante diez días «para que quienes se consi-
deren afectados de algún modo por la actividad que se pretende establecer,
puedan hacer las observaciones pertinentes». Una vez realizada la información
pública, se dispone la recopilación de las reclamaciones u observaciones que se
hayan presentado al expediente, sometiéndolas posteriormente a informe de los
técnicos competentes.
Existen, en cualquier caso, diferentes posibilidades de «desbloquear» la par-
ticipación de sujetos eventualmente afectados. El trámite de información pública
o notificación a los vecinos inmediatos al lugar del emplazamiento propuesto
podría organizarse tras la presentación de la comunicación –con independencia
de si tiene esta eficacia inmediata o diferida–; o incluirse en el procedimiento de
obtención de licencias previas si se mantuvieran.
No hay trámite –excepto, en algunos casos, la comprobación documental–
ni procedimiento administrativo alguno que cursar para que surta efecto la co-
municación. Toda intervención administrativa sustantiva se realiza en un mo-
mento posterior al comienzo empresarial, pues la legitimación para el mismo es
inmediata y se confiere ex lege.
Queda claro, entonces, que el órgano municipal no habilita la actividad con
carácter previo… ahora bien, ¿puede entenderse que lo hace con posterioridad?
La respuesta sería negativa si, tras la presentación del acto privado del par-
ticular, la Administración realizara el correspondiente control y manifestara
solo –en el caso de apreciarlo–, su disconformidad sobre los términos de la
misma. Es decir, si la comunicación se concibiera efectivamente como una no-
tificación del particular a la Administración a efectos de que pudiera esta cono-
cer la actividad, inspeccionarla y reaccionar frente a ella requiriendo al intere-
sado la subsanación de la documentación o impidiendo su ejercicio.
La contrariedad radica en que, según lo constatado en las ordenanzas locales,
el procedimiento de control –que se inicia tras la recepción en sede administrativa
de la documentación del particular– finaliza con un acto administrativo expreso
que puede ser positivo o negativo para él. Se le llame como se le llame, si este
acto le es favorable tiene la naturaleza jurídica de título habilitante –tal y como
alguna norma apuntada no tiene reparo alguno en calificar–. Así, lo que se inició
(al menos nominalmente) como un procedimiento de control, termina siendo un
procedimiento declarativo con los mismos efectos que el autorizatorio.
La diferencia con este último radica en el ámbito objetivo de sus efectos:
tanto si el procedimiento de control termina en una resolución favorable (toma
en conocimiento) como desfavorable para el particular (orden de clausura), los
efectos se producen no sobre una actividad que se quiere proyectar sino sobre
una que está en pleno funcionamiento.
El procedimiento de comprobación o control posterior no constituye sino
una legitimación ex post –y, por otro lado, redundante o innecesaria– de la ac-
tividad comunicada; que convierte al acto en el que desemboca en una pseudo-
137
libre mercado y protección ambiental
138
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
317
Nogueira López, A., «La Administración comprobadora: defensa de los intereses generales y
desarrollo de las garantías de los ciudadanos», Nogueira López, A., (Dir.), La termita Bolkestein,
op. cit., pp. 99 y ss.
139
libre mercado y protección ambiental
BIBLIOGRAFÍA
Arana García, E., y Granados Rodríguez, J. F., «Desaparición de las licencias en las
actividades clasificadas incluidas en el ámbito de la Directiva de servicios: el su-
puesto particular de la legislación ambiental andaluza», Revista General de Dere-
cho Administrativo, núm. 25, 2010.
Canals Ametller, D., «Simplificación administrativa y Directiva de servicios: objeti-
vos, medios e incidencias», en Impacto de la Directiva Bolkestein y la reforma de
los servicios en el Derecho Administrativo, XII Monografía de la Revista Aragone-
sa de Administración Pública, Gobierno de Aragón, Zaragoza, 2010.
, «El ejercicio de funciones públicas por entidades privadas colaboradoras de la
Administración», en el libro colectivo con idéntico título, dirigido por Galán Ga-
lán, A., y Prieto Romero, C., Huygens, Barcelona, 2010.
318
Sobre la comunicación previa en el ámbito medioambiental con una funcionalidad distinta a la
comunicación ambiental en el contexto del control integrado de la contaminación, véase Pernas Gar-
cía, J., «Técnicas preventivas de protección ambiental y normativa de servicios. Análisis particulariza-
do de la Evaluación de Impacto Ambiental y de la ordenación administrativa de la gestión de resi-
duos», Revista Catalana de Derecho Ambiental, vol. 1 núm. 2, 2010, pp. 1 a 35.
140
la intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno.
complejidad y evolución de la técnica de la comunicación ambiental
141
INSPECCIÓN AMBIENTAL Y LIBERALIZACIÓN DE
SERVICIOS Y ACTIVIDADES ECONÓMICAS319
Lucía Casado Casado
Profesora Titular de Derecho Administrativo
Universitat Rovira i Virgili
Investigadora del Centre d’Estudis de Dret Ambiental de Tarragona (CEDAT)
I. INTRODUCCIÓN
319
Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto «Derecho ambiental y libertad de servi-
cios en el mercado interior: nuevos retos, transformaciones y oportunidades» (DER 2010-19343), fi-
nanciado por el Ministerio de Economía y Competitividad.
320
Jordano Fraga, J., «El Derecho Ambiental del siglo xxi», Revista Aranzadi de Derecho Am-
biental, núm. 1, 2002, pp. 95-116, p. 109.
143
libre mercado y protección ambiental
321
Así lo destaca la doctrina administrativista. Vid., entre otros, Gallego Córcoles, I., «La inci-
dencia de la Directiva de servicios en el medio ambiente», AA.VV. (Dirs. L. Ortega Álvarez y C.
144
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
Ley 25/2009 y sus normas de desarrollo –en materia ambiental, el Real Decreto
367/2010, de 26 de marzo, de modificación de diversos reglamentos del área de
medio ambiente para su adaptación– han provocado la sustitución de autorizacio-
nes por regímenes de comunicación o declaración responsable en muchos ámbitos
de la intervención administrativa ambiental322.
Esta tendencia se ha visto acrecentada con la reciente normativa adoptada
para dinamizar la actividad económica y luchar contra la crisis económica.
Buen exponente de ello es, a nivel estatal, la Ley 12/2012, de 26 de diciembre,
de medidas urgentes de liberalización del comercio y de determinados servi-
cios. Esta Ley elimina todos los supuestos de autorización o licencia municipal
previa para determinadas actividades comerciales minoristas y la prestación de
determinados servicios previstos en su anexo, siempre que se realicen a través
de establecimientos permanentes, situados en cualquier parte del territorio na-
cional, y cuya superficie útil de exposición y venta al público no sea superior a
300 metros cuadrados.
De igual modo, en los últimos años, en la normativa autonómica reguladora
de la intervención sobre las actividades con incidencia ambiental ha emergido
con fuerza la figura de la comunicación y también, aunque en menor medida, la
declaración responsable323. Si bien es cierto que en algunas ocasiones la aplica-
145
libre mercado y protección ambiental
Consultiva, núm. 14, 2010, julio-diciembre, pp. 111-149; Moreu Carbonell, E., «La Administración
«neopolicial». Autorización administrativa y sistemas alternativos: comunicación previa y declaración
responsable», AA.VV. (Ed. E. Moreu Carbonell), en El impacto de la Directiva Bolkestein y la refor-
ma de los servicios en el Derecho Administrativo, Monografías de la Revista Aragonesa de Adminis-
tración Pública XII, Gobierno de Aragón, Departamento de Presidencia, Zaragoza, 2010, pp. 249-295;
Muñoz Machado, S., «Las transformaciones del régimen jurídico de las autorizaciones administrati-
vas», Revista Española de la Función Consultiva, núm. 14, 2010, julio-diciembre, pp. 85-109; y Raz-
quin Lizarraga, J. A., «El impacto de la Directiva de servicios en el procedimiento administrativo:
autorización, declaración responsable y comunicación», Revista Jurídica de Navarra, núm. 49, 2010,
pp. 85-136.
324
Sobre la protección del medio ambiente como razón imperiosa de interés general, vid. Casado
Casado, L., «Excepciones al marco normativo de la libre prestación de servicios. La protección del
medio ambiente como razón imperiosa de interés general», AA.VV. (Dirs. L. Casado Casado, J. R.
Fuentes i Gasó, J. Gifreu Font), en Prestación de servicios, administraciones públicas y derecho
administrativo, Tirant lo Blanch, Valencia, 2013 (en prensa).
325
A pesar de su consideración como razón imperiosa de interés general, la protección del medio
ambiente solo podrá ser invocada para justificar el sometimiento a autorización del acceso a un servicio
o su ejercicio cuando, en aplicación del principio de proporcionalidad, sea la medida más adecuada
para alcanzar el objetivo perseguido y no existan otras menos restrictivas que permitan conseguir el
mismo fin. Vid. Arana García, E. y Granados Rodríguez, J. F., «La desaparición de las licencias en
las actividades clasificadas incluidas en el ámbito de la Directiva de servicios: el supuesto particular de
la legislación ambiental andaluza», Revista General de Derecho Administrativo, núm. 25, 2010, p. 10.
326
Téngase en cuenta, sin embargo, que ello no supone ni mucho menos la desaparición de los
regímenes de autorización en este ámbito. En este sentido, Gallego Córcoles, I., «La incidencia…»,
op. cit., p. 187; y Lozano Cutanda, B., Derecho…, op. cit., p. 451.
327
Vid. una panorámica general de los diferentes sistemas de intervención administrativa previstos
por las Comunidades Autónomas en el ámbito de las actividades potencialmente lesivas para el medio
ambiente en Gallego Córcoles, I., «La incidencia…», op. cit., pp. 163-174; y Pallarès Serrano, A.,
«El libre acceso a las actividades de servicios y su aplicación en el ámbito de las actividades clasifica-
das. Estudio del comportamiento normativo de las Comunidades Autónomas», en Revista Catalana de
Dret Ambiental, vol. III, núm. 2, 2012, pp. 1-66. Vid. también el trabajo de M. Rodríguez Font, «La
intervención administrativa en las actividades de baja incidencia en el entorno. Complejidad y evolu-
ción de la técnica de la comunicación ambiental», publicado en este mismo libro.
328
Vid. los artículos 52.5 de la Ley catalana 20/2009, de 4 de diciembre, de prevención y control
ambiental de las actividades; y 62 bis.4 de la Ley vasca 3/1998, de 27 de febrero, de protección del
medio ambiente.
146
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
329
Vid. los artículos 33 a 36 de la Ley 11/2003, de 8 de abril, de prevención ambiental de Castilla
y León; y 63 y 64 de la Ley valenciana 2/2006, de 5 de mayo, de prevención de la contaminación y
calidad ambiental.
330
Vid. el artículo 58.3 de la Ley 11/2003, de 8 de abril, de prevención ambiental de Castilla y
León.
331
Vid. el artículo 7.1.d) de la Ley catalana 20/2009, de 4 de diciembre.
332
Vid. Pernas García, J., «Los procesos de liberalización y simplificación administrativa y su
incidencia en las técnicas de intervención administrativa ambiental», AA.VV. (Dirs. L. Casado Casa-
do, J. R. Fuentes i Gasó, J. Gifreu Font), en Prestación de servicios…, op. cit.
333
Tejedor Bielsa, J., «La función inspectora en el ámbito urbanístico», ponencia presentada en
el VIII Congreso de la Asociación Española de Profesores de Derecho Administrativo, Alicante, 8 y 9
de febrero de 2013, p. 34 (disponible en el siguiente enlace: http://www.aepda.es/AEPDAFamilias-
71-Actividades-Congresos-de-la-AEPDA.aspx –último acceso, el 15 de febrero de 2013–).
147
libre mercado y protección ambiental
334
Ibidem, p. 34.
335
La doctrina administrativista se ha pronunciado sobre la necesidad de reforzar la actividad ad-
ministrativa de inspección en los supuestos de liberalización de la economía y reducción de la interven-
ción administrativa. Vid. en este sentido, Bermejo Vera, J., «La Administración inspectora», Revista
de Administración Pública, núm. 147, 1998, septiembre-diciembre, pp. 39-58, pp. 41-42; Fernández
Ramos, S., La actividad administrativa de inspección. El régimen jurídico general de la función ins-
pectora, Comares, Granada, 2002, pp. 3-4; y Rivero Ortega, R., El Estado vigilante, Tecnos, Madrid,
2000, p. 28.
336
Razquin Lizarraga, J. A., «El impacto…», op. cit., p. 104.
337
En realidad, estos mecanismos de intervención no son nuevos para el ordenamiento jurídico
español, tal como pone de manifiesto, a través del examen de sus antecedentes, Mora Ruiz, M., «Co-
municación previa, declaración responsable y control posterior de la actividad en el ámbito local:
aproximación a su régimen jurídico ¿Nuevas técnicas administrativas?», Revista Española de Derecho
Administrativo, núm. 155, 2012, pp. 237-275, pp. 243-248.
148
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
338
Ibidem, p. 264.
339
Así lo destaca Rodríguez Font, M., Régimen de comunicación e intervención ambiental. Entre
la simplificación administrativa y la autorregulación, Atelier, Barcelona, 2003, p. 142, en relación con
la comunicación.
340
Rodríguez Font, M., Régimen…, op. cit., p. 129. Como pone de manifiesto Esteve Pardo, J.,
Autorregulación. Génesis y Efectos, Aranzadi, Cizur Menor (Navarra), 2002, p. 140, lo característico
y llamativo de este expediente «es que lo remitido a la autorregulación privada, del solicitante o comu-
nicante, no es un trámite muy acotado, sino la práctica totalidad de la tramitación que se concreta en la
comunicación misma».
341
Lozano Cutanda, B., Derecho…, op. cit., p. 458, apunta varias posibles soluciones para redu-
cir la situación de inseguridad jurídica en que se encuentran tanto los operadores como los terceros que
pueden verse afectados por actividades sujetas a comunicación previa o declaración responsable: en el
plano normativo, una regulación más exhaustiva y sistemática que permita a los operadores de los
distintos sectores conocer y comprobar los requisitos aplicables a su actividad; la introducción (de lege
ferenda) de un plazo de caducidad a partir del cual la Administración ya no pueda ordenar el cese del
derecho o actividad sino siguiendo el procedimiento de revisión de oficio previsto en la Ley 30/1992;
la posibilidad de solicitar consultas previas vinculantes ya sea a la Administración o a entidades certi-
ficadoras acreditadas sobre el cumplimiento de los requisitos; y la previsión de que, en caso de apre-
ciarse deficiencias en los requisitos esenciales para el ejercicio de la actividad y no ser imputables a una
conducta culpable del operador, se otorgue un plazo para su subsanación.
342
Rodríguez Font, M., «Técnicas de control en la transposición de la Directiva de servicios:
Comunicación previa y declaración responsable», AA.VV. (Dir. A. Nogueira López y Coords. Mª A.
Arias Martínez y M. Almeida Cerreda), en La Termita Bolkestein…, op. cit., pp. 81-98, p. 96.
343
Sobre estas cuestiones, vid. Rodríguez Font, M., «Técnicas de control…», op. cit., pp. 94-97; y,
en este libro, el trabajo de Marta García Pérez, «Comunicación previa e inactividad administrativa:
acceso a la justicia de terceros afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local».
344
Razquin Lizarraga, J. A., «El impacto…», op. cit., p. 122.
345
Rodríguez Font, M., Régimen…, op. cit., p. 143.
149
libre mercado y protección ambiental
346
Ibidem, pp. 145-146.
347
Sobre las fórmulas de autocontrol privado, vid. infra, el epígrafe 3.B de este mismo apartado.
348
Precisamente, señala Rodríguez Font, M., Régimen…, op. cit., p. 145, que «el traslado de
responsabilidad es una de las características más destacables del régimen de comunicación».
349
Vid. los artículos 52.5 de la Ley catalana 20/2009, de 4 de diciembre, de prevención y control
ambiental de las actividades; y 62 bis de la Ley 3/1998, de 27 de febrero, de protección del medio
ambiente del País Vasco –introducido por la Ley 7/2012, de 23 de abril–.
350
Rodríguez Font, M., Régimen…, op. cit., p. 145.
351
Sobre esta cuestión, vid. Fortes González, A. I., «La Responsabilidad Patrimonial de la Ad-
ministración ante las nuevas formas de control administrativo», AA.VV. (Coords. A. Sánchez Blan-
co, M. Domínguez-Berrueta de Juan y J. L. Rivero Ysern), en El nuevo Derecho Administrativo.
Libro Homenaje al Profesor Dr. Enrique Rivero Ysern, Ratio Legis, Salamanca, 2011, pp. 563-590.
352
Vid. Mora Ruiz, M., «Comunicación previa…», op. cit., p. 264.
150
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
353
Rodríguez Font, M., «Técnicas…», op. cit., pp. 96-97.
354
Vid. infra los apartados III, epígrafe 1.B, y IV de este trabajo.
355
Lozano Cutanda, B., Derecho…, op. cit., p. 458.
356
Ibidem, p. 458.
357
Vid. el artículo 9 de esta Ley. También incluye una referencia a las consultas, aunque no las re-
gula, la Ley balear 16/2006, de 17 de octubre, de régimen jurídico de las licencias integradas de las Islas
Baleares, cuya disposición adicional tercera, en su apartado tercero, prevé que «se establecerá el proce-
dimiento de aplicación para la emisión de consultas vinculantes y no vinculantes sobre el régimen jurí-
dico, las prescripciones técnicas y la intervención administrativa en la ejecución de las actividades defi-
nidas en esta Ley». Asimismo, la Ley vasca 3/1998, de 27 de febrero, de protección del medio
ambiente, en su artículo 62 bis.1, prevé que quienes promuevan actividades clasificadas sometidas al
régimen de comunicación previa podrán realizar ante el Ayuntamiento la consulta prevista en el artícu-
lo 57.1 de esta Ley.
358
En este sentido, vid. el artículo 9.4 de la Ley canaria 7/2011, de 5 de abril, de actividades cla-
sificadas y espectáculos públicos y otras medidas administrativas.
359
Vid. el artículo 9.3 de la Ley canaria 7/2011, de 5 de abril, de actividades clasificadas y espec-
táculos públicos y otras medidas administrativas.
151
libre mercado y protección ambiental
360
Sobre esta cuestión vid. infra el epígrafe 4 de este mismo apartado.
361
Nogueira López, A., «La administración comprobadora: Defensa de los intereses generales y
desarrollo de las garantías de los ciudadanos», AA.VV. (Dir. A. Nogueira López y Coords. Mª A.
Arias Martínez y M. Almeida Cerreda), en La Termita Bolkestein…, op. cit., pp. 99-127, p. 99.
362
Nogueira López, A., «La Administración…», op. cit., p. 101.
152
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
sentido de que cumple los requisitos exigidos por la normativa sectorial que
resulte de aplicación y será luego la Administración la que verifique, mediante
controles e inspecciones, que efectivamente se cumplen estos requisitos363. Así
se expresa, igualmente, en el apartado segundo del artículo 39 bis –añadido por
la Ley 25/2009, de 22 de diciembre–, con arreglo al cual las Administraciones
públicas «velarán por el cumplimiento de los requisitos aplicables según la le-
gislación correspondiente, para lo cual podrán comprobar, verificar, investigar
e inspeccionar los hechos, actos, elementos, actividades, estimaciones y demás
circunstancias que se produzcan364».
Una cuestión que se ha planteado es la del alcance que debe tener este con-
trol a posteriori a desarrollar por la Administración en el marco de las activida-
des sujetas a comunicación y declaración responsable y si se trata del ejercicio
363
Fortes González, A. I., «La Responsabilidad…», op. cit., p. 567.
364
Señala Razquin Lizarraga, J. A., «El impacto…», op. cit., p. 105, que el artículo 39 bis se
conecta con la obligación de colaboración de los ciudadanos, que están obligados a facilitar a la Admi-
nistración informes, inspecciones y demás actos de investigación en los casos previstos por la Ley.
365
Mora Ruiz, M., «Comunicación previa…», op. cit., p. 265.
153
libre mercado y protección ambiental
366
Esteve Pardo, J., «La deconstrucción y previsible recomposición del modelo de autorización
administrativa», AA.VV. (Dir. A. Nogueira López y Coords. Mª A. Arias Martínez y M. Almeida
Cerreda), en La Termita Bolkestein…, op. cit., pp. 29-42, pp. 35-37.
367
González García, J., «Autorizaciones, comunicaciones previas y declaraciones responsables
en la transposición de la Directiva de servicios», Revista d’Estudis Autonòmics i Federals, núm. 11,
2010, octubre, pp. 255-293, p. 288.
368
Nogueira López, A., «La Administración comprobadora…», op. cit., p. 107.
154
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
369
Vid., entre otros, Lozano Cutanda, B., «Ley Ómnibus: una revolución en las técnicas de inter-
vención administrativa (silencio positivo, declaración responsable y comunicación previa), en Wor-
king Paper IE-Law School, AJ8-161, 25 de marzo de 2010, p. 15; Nogueira López, A., «La Adminis-
tración…», op. cit., pp. 109-110; y Rodríguez Font, M., «Técnicas…», op. cit., p. 96.
370
Vid. infra el apartado III, epígrafe 1.B, de este trabajo.
371
Así lo destacan, por ejemplo, Nogueira López, A., «La Administración…», op. cit., pp. 109-
110; y Rodríguez Font, M., «Técnicas…», op. cit., p. 96. Incluso el Consejo de Estado en su Dictamen
779/2009, de 21 de mayo de 2009, sobre el Anteproyecto de Ley de modificación de diversas Leyes
para su adaptación a la Ley sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio, advertía
que la eliminación de trabas o cargas administrativas y la supresión de numerosos regímenes de auto-
rización no siempre iban acompañadas «del correspondiente aumento de los mecanismos de control a
posteriori de la actividad» (apartado V.2).
372
Así lo destaca, por ejemplo, Nogueira López, A., «La Administración…», op. cit., p. 110:
«Con la significativa excepción de Cataluña esta redefinición del régimen jurídico del control del ejer-
cicio de actividades no se ha reforzado confirmando que más que un cambio de un control ex ante a un
control ex post nos encontramos con una mera desregulación puesto que los mimbres con los que
cuenta la Administración –y los ciudadanos afectados por estas actividades– para conocer su cumpli-
miento con los requisitos que le impone el ordenamiento jurídico son muy deficientes. Si existe coin-
cidencia en que apenas se realizan inspecciones, que la regulación de los métodos y garantías para su
ejercicio brilla por su ausencia parece complicado que este cambio de paradigma encuentre a la Admi-
nistración preparada para redoblar los esfuerzos en este ámbito».
373
Nogueira López, A., «La termita Bolkestein», El Cronista del Estado Social y Democrático de
Derecho, núm. 22, 2011, pp. 58-70, p. 69.
374
Señala Nogueira López, A., «La termita…», op. cit., p. 70, que «las Administraciones deberían
proceder también a capacitar a personal para estas funciones. La dificultad de ampliar las plantillas con
las limitaciones que impone la estricta tasa de reposición de efectivos que fija la Ley de presupuestos,
obligaría a modificar sus relaciones de puestos de trabajo de forma que los empleados públicos que ven
reducida su carga de trabajo debido a la reducción de procedimientos autorizatorios en trámite puedan
desempeñar tareas de inspección».
155
libre mercado y protección ambiental
375
Sobre esta cuestión vid. infra los apartados II, epígrafe 3.A; III, epígrafe 1.B; y IV.
376
Nogueira López, A., «La Administración comprobadora…», op. cit., p. 112.
377
Ibidem, p. 112.
378
Fortes González, A. I., «La Responsabilidad…», op. cit., p. 567; y Lozano Cutanda, B.,
Derecho…, op. cit., p. 459.
379
Vid. supra el epígrafe 1.A de este mismo apartado.
156
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
380
Rodríguez Font, M., «Técnicas…», op. cit., p. 94.
381
Vid. supra el epígrafe 1.A de este mismo apartado. Para Esteve Pardo, J., «La deconstruc-
ción…», op. cit., p. 38, «solo en el caso de que de la comunicación se desprendiera una contravención
grave de la legalidad se entraría en la órbita de las responsabilidades de la Administración y se activa-
ría la obligación de desplegar su actividad inspectora».
382
Sobre esta cuestión vid. infra el apartado IV de este trabajo.
383
Nogueira López, A., «La Administración comprobadora…», op. cit., p. 113.
384
Esteve Pardo, J., Técnica, riesgo y Derecho. Tratamiento del riesgo tecnológico en el Dere-
cho ambiental, Ariel, Barcelona, 1999, p. 24.
157
libre mercado y protección ambiental
385
Vid. Seguido, F., «Las entidades colaboradoras en materia de protección ambiental», AA.VV.
(Dirs. L. Ortega Álvarez y C. Alonso García; Coord. R. de Vicente Martínez), en Tratado…,
op. cit., pp. 401-441, pp. 401-402.
386
Mora Ruiz, M., «Comunicación previa…», op. cit., pp. 263-264.
387
Puerta Seguido, F., «Las entidades colaboradoras…», op. cit., p. 405; y Canals i Ametller,
D., «Entidades colaboradoras de la Administración pública en el ámbito de la protección del medio
ambiente. Las entidades ambientales de control», AA.VV. (Coord. J. Esteve Pardo), en Derecho del
Medio Ambiente y Administración Local, 2ª edición (1ª en la Fundación), Fundación Democracia y
Gobierno Local, Barcelona, 2006, pp. 305-323, p. 310.
388
Vid. infra el apartado III, epígrafe 1.B, de este trabajo.
389
Vid. Nogueira López, A., «La Administración comprobadora…», op. cit., p. 113.
390
Vid. infra el apartado IV de este estudio.
391
Nogueira López, A., «La termita…», op. cit., p. 70.
158
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
392
Fernández Ramos, S., «La inspección en el marco del control de la aplicación del Derecho
ambiental», Revista de Derecho Ambiental, núm. 24, 2000, pp. 9-48, p. 12.
393
Fernández Ramos, S., «La inspección…», op. cit., p. 13.
394
El artículo 71.3 de la Ley catalana 20/2009 exime de control periódico a las actividades inscri-
tas en el registro del sistema de ecogestión y ecoauditoría de la Unión Europea, salvo los controles
específicos de algunas emisiones en que se hayan establecido plazos particulares.
395
Otras modalidades previstas son el control externo (lo ejecuta una entidad colaboradora de la
Administración ambiental o el Ayuntamiento) y el mixto (si el sistema de autocontrol es parcial, debe
completarse con un control externo llevado a cabo por una entidad colaboradora de la Administración
ambiental). Vid. el artículo 72.1.
396
Vid. el artículo 72.2 Ley catalana 20/2009, de 4 de diciembre, que prevé que el sistema de au-
tocontroles de las actividades del Anexo I debe estar verificado por una entidad colaboradora de la
Administración ambiental debidamente acreditada. El artículo 73, en el caso de actividades de baja
159
libre mercado y protección ambiental
incidencia ambiental –recogidas en su Anexo III–, prevé que puedan someterse al régimen de autocon-
troles periódicos, atendiendo a la necesidad de comprobar emisiones de la actividad a la atmósfera,
como por ejemplo ruidos, vibraciones, luminosidad u otros, y al agua, o la caracterización de determi-
nados residuos, cuyo resultado se verifica de conformidad con lo que establece la ordenanza municipal.
397
Vid. el artículo 67 de la Ley 2/2006.
398
Pernas García, J., «Los procesos de liberalización…», op. cit.
399
Rivero Ortega, R., El Estado…, op. cit., p. 151.
400
Vid. la disposición adicional 5ª de esta Ley, añadida por la Ley 25/2009, de 22 de diciembre.
160
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
dad que quiera prestar esos servicios y cuente con los medios para llevar a cabo
esta actividad»401.
Por su parte, el Real Decreto 1000/2010, de 5 de agosto, sobre visado cole-
gial obligatorio, aprobado con base en el artículo 13 de la Ley de colegios pro-
fesionales, únicamente determina la obligatoriedad del visado colegial para
determinados trabajos profesionales determinados en su artículo 2402. Sin em-
bargo, lo dispuesto en este Real Decreto, tal y como se pone de manifiesto en
su preámbulo, no obsta para que puedan existir otros trabajos profesionales que
se sometan a visado colegial cuando así lo solicite voluntariamente el cliente,
incluida la Administración pública cuando actúe como tal.
En el ámbito autonómico, la Ley Foral de Navarra 15/2009, de 9 de di-
ciembre, de medidas de simplificación administrativa para la puesta en mar-
cha de actividades empresariales o profesionales, prevé una mayor implica-
ción de los Colegios Profesionales y permite que los diferentes Colegios
intervinientes en los expedientes de proyectos de actividades empresariales o
profesionales, coadyuven con la Administración y ejerzan con efectividad las
funciones públicas que se les encomienden, a través de delegaciones o de
convenios, descargando de tales funciones a la Administración pública corres-
pondiente. Con el fin de favorecer la implantación de la declaración responsa-
ble y de la comunicación y de dotarlas de mayor seguridad jurídica, el artículo
16.1 faculta al Gobierno de Navarra y a las Entidades locales para, en aquellos
casos en los que la normativa específica o el destinatario no exijan propiamen-
te el visado colegial, delegar en los diferentes Colegios Profesionales intervi-
nientes en los procedimientos de proyectos de actividades empresariales o
profesionales, o en su caso convenir con ellos, el ejercicio de las funciones de
comprobación de la documentación presentada y de la corrección técnica
de los proyectos. Estas funciones serán ejercitadas mediante la emisión de un
visado documental y de un visado de idoneidad403 respectivamente, diferen-
ciados del propio visado colegial y sin que su coste de emisión recaiga sobre
401
Así se pone de manifiesto en la Resolución dictada por el Consejo de la Comisión Nacional de
la Competencia, el 28 de diciembre de 2011, en el expediente S/235/10, Convenios Federación Espa-
ñola de Municipios y Provincias-Consejos Superiores de Colegios, p. 12.
402
Tanto el artículo 13 de la Ley de Colegios Profesionales –también otros preceptos– como el
Real Decreto 1000/2010 fueron cuestionados por el Gobierno de la Generalitat de Catalunya y el Con-
sell de Garanties Estatutàries por considerar que invadían las competencias de la Generalitat en materia
de Colegios Profesionales. Por este motivo, se inició el proceso de negociación previsto en el artículo
33.2 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional. Mediante el acuerdo de la Subcomisión de Segui-
miento Normativo, Prevención y Solución de Conflictos de la Comisión Bilateral Generalitat-Estado
en relación con la Ley 25/2009, de 22 de diciembre, publicado mediante Resolución de 20 de septiem-
bre de 2010 (BOE núm. 254, de 20 de octubre de 2010), se resuelven las discrepancias en este punto.
Posteriormente, en Cataluña, mediante la Resolución JUS/4024/2010, de 11 de diciembre, se da publi-
cidad al Acuerdo de 10 de diciembre de 2010, de la Comisión Interdepartamental, para fijar las direc-
trices generales para la delegación de determinadas funciones de control y supervisión de los trabajos
profesionales (DOGC núm. 5780, de 22 de diciembre de 2010).
403
Sobre el visado documental y el de idoneidad, vid. el artículo 16, apartados 2 y 3, respectiva-
mente, de Ley Foral 15/2009, de 9 de diciembre. Como señala Razquin Lizarraga, J. A., «El impac-
161
libre mercado y protección ambiental
to…», op. cit., pp. 127-128, en tanto que el visado documental únicamente tiene carácter o alcance
formal, el de idoneidad tiene carácter técnico o sustantivo.
404
Ibidem, p. 123. El artículo 16.5 dispone que «la Administración Pública presumirá completo
el proyecto presentado que contenga el visado documental, y completo y válido el que contenga el
visado de idoneidad, sin perjuicio en ambos casos de la facultad de inspección y sancionadora que
corresponda».
405
Vid. el artículo 16.4 de la Ley Foral 15/2009, de 9 de diciembre.
406
Razquin Lizarraga, J. A., «El impacto…», op. cit., p. 128.
407
Ibidem, p. 128.
162
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
mica, por los problemas de competencia que puede suscitar su puesta en prác-
tica. En este sentido, la Comisión Nacional de la Competencia, en su reciente
«Informe sobre los Colegios Profesionales tras la transposición de la Directiva
de Servicios» señala con relación a la externalización de funciones de compro-
bación documental por parte de las Administraciones públicas que «esta solo
debe realizarse cuando realmente quede acreditada la necesidad de hacerlo.
Asimismo, en caso de ser necesaria, debe optarse por la opción más favorece-
dora de la competencia. Por ejemplo, en principio, un sistema de autorizaciones
en el que se establezcan criterios objetivos de idoneidad técnica que deben
cumplir las entidades que asuman estas tareas sería preferible a la firma de con-
venios de colaboración entre las Administraciones Públicas y uno o un grupo
limitado de Colegios Profesionales»408.
En el caso concreto de la legislación catalana, advierte que únicamente
en caso de existir los convenios entre la Administración y los correspondien-
tes Colegios Profesionales, deben desempeñar los Colegios Profesionales
tales actividades. Y no oculta los riesgos de los convenios de colaboración,
al no ser normalmente procedimientos competitivos y poder favorecer el
establecimiento de reservas de actividad hacia determinadas profesiones o
colegios territoriales, rompiendo el principio de colegiación única. Por tan-
to, «los convenios no deben ser instrumento para discriminar entre Colegios
u otras entidades, debiendo estar abiertos a la incorporación de todos los
operadores que cumplan unos requisitos mínimos y objetivos de adhesión
basados en la transparencia y en el acceso no discriminatorio»409. Es más, en
su opinión, «las Administraciones Públicas responsables deben asegurarse
de que, en caso de firmarse convenios, se mantiene abierta para el ciudadano
la posibilidad de dirigirse directamente a la Administración en el marco del
procedimiento que se trate en cada caso, sin merma en sus derechos o expec-
tativas».
En cualquier caso, para la Comisión Nacional de la Competencia, el conve-
nio de colaboración como instrumento de comprobación documental guarda
numerosas similitudes con el anterior sistema de visado obligatorio, por lo que
puede suponer en términos prácticos mantener un sistema del que, por sus efec-
tos restrictivos de la competencia y sus elevados costes monetarios y adminis-
trativos, se prescindió en la nueva redacción de la Ley de Colegios Profesiona-
les y en el Real Decreto 1000/2010. Por todo ello, y teniendo en cuenta que en
muchos casos existen sistemas de comprobación documental preferibles al que
de facto supone el establecimiento de un sistema muy similar al preexistente de
visado colegial, «recuerda a las Administraciones Públicas la necesidad de lle-
var a cabo un ejercicio continuo de análisis de necesidad, proporcionalidad y
408
«Informe sobre los Colegios Profesionales tras la transposición de la Directiva de Servicios»,
2012, accesible en el siguiente enlace: http://www.cncompetencia.es/Inicio/Informes/InformesyEstu-
diossectoriales/tabid/228/Default.as (último acceso, 31 de enero de 2013), p. 90.
409
Ibidem, p. 90.
163
libre mercado y protección ambiental
410
Ibidem, p. 91.
411
Vid. la Resolución de 28 de diciembre de 2011, dictada en el marco del Expediente S/235/10,
a raíz de la denuncia formulada ante la Comisión Nacional de la Competencia por la Asociación de
Empresas de Calidad y Control Técnico Independientes (AECCTI) y la Asociación Española de Gru-
pos de Inspección y Certificación (AEGIC), contra algunos Colegios de Arquitectos, la Consejería de
Fomento de la Junta de Extremadura, el Consejo de Colegios y Secretarios Interventores y Tesoreros
de la Administración Local en Cataluña, la Federación de Municipios de Cataluña, la Asociación Ca-
talana de Municipios y Comarcas, la Federación Española de Municipios y Provincias, el Consejo
Superior de Colegios de Arquitectos de España, la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Mur-
cia y algunos Ayuntamientos, por prácticas contrarias al artículo 1 de la Ley de Defensa de la Compe-
tencia, consistentes en la firma de convenios de colaboración por los que se establecía el denominado
visado de idoneidad técnica a través de los que se podía excluir de la prestación de ese servicio a otros
Colegios Profesionales y/o entidades privadas.
412
En Cataluña también se están cuestionando ante la Autoridad Catalana de la Competencia
varios convenios de colaboración de municipios con Colegios Profesionales –o recomendaciones–
para promover visados de idoneidad técnica en los Ayuntamientos (por ejemplo, el Convenio de co-
laboración entre el Ayuntamiento de Tarragona y el Colegio de Arquitectos de Cataluña, de 3 de di-
ciembre de 2009, sobre la implantación de los visados de idoneidad técnica de los proyectos que
tengan que someterse a la concesión de licencia urbanística municipal), en la medida en que podrían
restringir la competencia a la hora de prestar estos servicios. Vid. el expediente sancionador incoado
por la Dirección General de la Autoridad Catalana de la Competencia, en fecha 4 de abril de 2011
(núm. 30/2011 –sistemas de externalización de otorgamiento de licencias municipales–). Este expe-
diente ha sido resuelto recientemente por el Tribunal Catalán de Defensa de la Competencia de la
Autoridad Catalana de la Competencia, mediante una resolución de terminación convencional, en
fecha 17 de abril de 2013.
164
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
413
Nótese que hasta ahora tampoco existe a nivel estatal una regulación general de la potestad de
inspección administrativa. La Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de régimen jurídico de las Adminis-
traciones públicas y del procedimiento administrativo común solo se refiere a algunos aspectos muy
concretos como el deber general de colaborar con la Administración (art. 39) o el valor probatorio de
las actas de inspección (art. 137.3), pero no contiene una regulación general. La doctrina ha reclamado
la necesidad de una regulación general de la inspección. En este sentido, por ejemplo, Rebollo Puig,
M., «Propuesta de regulación general y básica de la inspección y de las infracciones y sanciones admi-
nistrativas», AA.VV. (Dir. F. Sainz Moreno), en Estudio para la reforma de la Administración públi-
ca, Instituto Nacional de Administración Pública, Madrid, 2004, pp. 447-460; y Aguado i Cudolà, V.,
«La primera regulación general de la función de inspección: luces y sombras», AA.VV. (Coord. J.
Tornos Mas), en Comentarios a la Ley 26/2010, de 3 de agosto, de régimen jurídico y de procedimien-
to de las Administraciones públicas de Cataluña, Iustel, Madrid, 2012, pp. 563-592, p. 564.
Sí se ha adoptado una regulación de este tipo en Cataluña, donde la Ley 26/2010, de 3 de agosto,
de régimen jurídico y de procedimiento de las Administraciones públicas de Cataluña, dedica su Títu-
lo VII (arts. 88 a 101) a las potestades de inspección y control.
414
Así lo destaca Revuelta Pérez, I., «Las nuevas tendencias en la inspección ambiental de las
actividades industriales», Revista de Derecho Urbanístico y Medio Ambiente, núm. 185, 2001,
pp. 111-156, p. 120.
415
Ibidem, p. 124.
416
Únicamente se analizan en este apartado las previsiones sobre inspección recogidas en la nor-
mativa ambiental de carácter transversal u horizontal, reguladora de la intervención sobre las activida-
des con incidencia ambiental. No se acomete, sin embargo, el análisis de la inspección en toda la nor-
165
libre mercado y protección ambiental
mativa sectorial ambiental (aguas, residuos, protección de la atmósfera…) que excedería con creces el
objeto de este estudio.
417
Así lo destaca García Marcos, J., «Algunas consideraciones sobre la inspección ambiental»,
Medio Ambiente & Derecho: Revista Electrónica de Derecho Ambiental, núm. 12-13, 2005, p. 12.
418
Terol Gómez, R., «La disciplina ambiental en la Ley de prevención y control integrados de la
contaminación», AA.VV. (Coord. G. Valencia Martín), en Estudios sobre la Ley de prevención y
control integrados de la contaminación, monografía asociada a la Revista Aranzadi de Derecho Am-
biental, Aranzadi, Cizur Menor (Navarra), 2003, pp. 187-212, p. 193.
419
Esta Ley se dicta al amparo de lo dispuesto en las reglas 1ª, 13ª, 14ª, 16ª y 18ª del artículo 149.1
de la Constitución Española (disposición final 11ª).
166
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
420
García Marcos, J., «Algunas consideraciones…», op. cit., p. 12.
421
Vid. los artículos 49 a 55 de esta Ley, en su Título V.
422
Esta Ley regula en su Título VIII el régimen de control e inspección (arts. 59 a 68).
167
libre mercado y protección ambiental
423
Esta Ley dedica su Título IV (arts. 59 a 65) a la regulación de la inspección de las actividades
sometidas a intervención ambiental.
424
Esta Ley, en su Título VI, dedicado a la disciplina ambiental, regula el régimen de control
(arts. 66 y 67, dedicados a la vigilancia y control y a las medidas de autocontrol) y el régimen de ins-
pección (arts. 68 a 75).
425
Vid. los artículos 102 a 110 de esta Ley, en los que se regulan determinados aspectos de la
inspección. El artículo 104.1 ha sido modificado mediante el Decreto Ley 7/2012, de 15 de junio, de
medidas urgentes para la actividad económica en materia de industria y energía, y otras actividades.
426
Esta Ley, en su Título V («Control y disciplina ambiental»), regula la inspección únicamente
en dos artículos (41 y 42). También deben destacarse los artículos 38 a 40, que regulan el régimen de
control y, en particular, las actuaciones de control inicial y de control periódico.
427
Esta Ley dedica a la regulación de la inspección los artículos 74 a 77, si bien también cuenta
con una regulación muy detallada de los sistemas de control, inicial y periódicos a que se someten las
actividades (arts. 68 a 73).
428
Vid. los artículos 51 a 57.
429
Vid. sobre esta regulación Aguado i Cudolà, V., «La primera regulación…», op. cit., pp. 563-
592; y, en la misma obra, Canals i Ametller, D., «Las entidades colaboradoras de las administracio-
nes públicas catalanas: rasgos definitorios, actuación y régimen de intervención administrativa»,
pp. 593-625.
430
Esta Ley regula la inspección en sus artículos 29 a 32. En desarrollo de esta Ley se ha aprobado
el Decreto 156/1995, de 3 de junio, de inspección ambiental y la Orden de 30 de mayo de 1996 (modi-
ficada por la Orden de 15 de noviembre de 1999), que regula el ejercicio y la tramitación de denuncias
ambientales.
431
Esta Ley únicamente dedica a la inspección dos artículos, el 106 y el 107, que integran el capí-
tulo II («Inspección y control») del Título V («Disciplina ambiental»).
432
Esta Ley solo dedica tres artículos (49 a 51) a la regulación de la inspección.
168
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
Todas las leyes a que hemos hecho referencia, con mayor o menor exten-
sión, regulan la inspección ambiental. Sin embargo, no acaba de ser, en nuestra
opinión, una regulación del todo satisfactoria. Es cierto que en algunos casos
esa regulación de la inspección es bastante completa (por ejemplo, en Canarias,
Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana, Navarra o Islas Baleares).
Sin embargo, ante la inexistencia de una regulación general de la función ins-
433
Esta Ley regula el régimen de inspección en su Título VII (arts. 76 a 86).
434
Esta Ley regula la disciplina ambiental en su Título VIII. Dentro de este título, la vigilancia,
inspección y control ambiental se regula en los arts. 127 a 130.
435
Esta Ley, dentro de su Título VIII (control y disciplina ambiental) regula en su capítulo I
(art. 125-130) la «vigilancia, inspección y control ambiental» y en su capítulo II (arts. 131-135) tam-
bién se refiere a la obligación de control y suministro de información ambiental.
436
La Ley 5/2010 regula el régimen de inspección ambiental en los artículos 145 a 148. El Decre-
to 81/2011 también incluye previsiones sobre inspección ambiental (arts. 41 y 42) y sobre comproba-
ciones previas y control y seguimiento de la actividad en las actividades sujetas a autorización ambien-
tal y comunicación (arts. 34 y 35 y 38, respectivamente).
437
Téngase en cuenta también la regulación de las entidades colaboradoras contenida en la Ley
catalana 26/2010, de 3 de agosto.
438
Téngase en cuenta también, en la Comunidad Valenciana, la Ley 8/2012, de 23 de noviembre,
por la que se regulan los organismos de certificación administrativa, cuyo objeto es la regulación de las
condiciones, requisitos y funciones y la creación del registro de los organismos de certificación admi-
nistrativa que efectúen las funciones de comprobación, informe y certificación en el ámbito territorial
de esta Comunidad Autónoma, en materia de espectáculos públicos, actividades recreativas y estable-
cimientos públicos.
439
La disposición transitoria 7ª de la Ley 4/2009, de 14 de mayo, de protección ambiental integra-
da de la región de Murcia mantiene la vigencia de este Decreto.
169
libre mercado y protección ambiental
440
Vid. Aguado i Cudolà, V., «La primera regulación…», op. cit., p. 566. Señala este autor que
«si bien algunos de estos derechos ya se reconocen en el procedimiento administrativo que se realiza
posteriormente, parece relevante que, ya desde un primer momento, el ciudadano pueda ejercer unos
derechos que permitan posteriormente una defensa efectiva de su posición frente a posibles medidas de
exigencia de responsabilidad administrativa» (p. 566).
441
Esta carencia también la señala Aguado i Cudolà, V., «La primera regulación…», op. cit.,
p. 567 en relación con la regulación de la inspección recogida en la Ley catalana 26/2010.
442
Vid. el artículo 78 de la Ley 7/2006, de 22 de junio, de protección ambiental de Aragón.
443
Vid. el artículo 61 de la Ley Foral 4/2005, de 22 de marzo, de intervención para la protección
ambiental.
444
Vid. el artículo 21 del Decreto 156/1995, de 3 de junio, de inspección ambiental.
445
Vid. artículos 130.5 de la Ley 7/2007, de 9 de julio, de gestión de la calidad ambiental de An-
dalucía; 73 de la Ley 2/2006, de 5 de mayo, de prevención de la contaminación y calidad ambiental de
la Comunidad Valenciana; y 148 de la Ley 5/2010, de 23 de junio, de prevención y calidad ambiental
de Extremadura.
170
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
446
A esta fundamentación de la planificación de la actuación inspectora se refiere con carácter
general y no específicamente en materia ambiental Fernández Ramos, S., La actividad…, op. cit.,
pp. 332-334.
447
Rebollo Puig, M., «La actividad inspectora», ponencia presentada en el VIII Congreso de la
Asociación Española de Profesores de Derecho Administrativo, Alicante, 8 y 9 de febrero de 2013,
p. 52 (disponible en el siguiente enlace: http://www.aepda.es/AEPDAFamilias-71-Actividades-Con-
gresos-de-la-AEPDA.aspx –último acceso, el 15 de febrero de 2013–).
448
Vid. infra el epígrafe 2 de este mismo apartado.
449
Vid. los artículos 68 a 73 de la Ley catalana 20/2009.
450
Pernas García, J. J., «El efecto desregulador…», op. cit., pp. 291-292.
171
libre mercado y protección ambiental
451
Sí se ha modificado, por ejemplo, el artículo 104.1 de la Ley balear 16/2006 –modificado por
la Ley 13/2012–, que obliga a los Ayuntamientos a planificar en el primer mes de cada año las inspec-
ciones de actividades que hayan de ejecutar anualmente de oficio, aunque tampoco esta Ley contiene
una regulación completa del control y la supervisión de las actividades.
452
Vid. Urrutia Libarona, I., «El impacto de la Directiva de servicios sobre la normativa ambien-
tal de la Comunidad Autónoma del País Vasco», AA.VV. (Dirs. L. Casado Casado, J. R. Fuentes i
Gasó, J. Gifreu Font), en Prestación de servicios…, op. cit.
453
Mora Ruiz, M., «Comunicación previa…», op. cit., p. 266.
454
Vid. las críticas de Urrutia Libarona, I., «El impacto de la Directiva…», op. cit., en relación con
las deficiencias del marco jurídico de la inspección en la Ley vasca 3/1998, tras su modificación en 2012.
172
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
Por otra parte, existen aspectos de gran importancia a los cuales la normativa
autonómica no ha prestado atención alguna. Este es el caso de la participación
ciudadana en la actuación inspectora. Ninguna norma autonómica ambiental de las
citadas se refiere a esta cuestión. Sin embargo, consideramos que debería garanti-
zarse la participación en los procedimientos de inspección y control, máxime si
tenemos en cuenta que la sustitución de los regímenes autorizatorios por comuni-
caciones o declaraciones responsables ha implicado en la mayor parte de casos la
eliminación de la participación pública457. Una manera de compensar este déficit
de participación en los regímenes de comunicación458 podría ser garantizando la
participación en los procedimientos de inspección y control459. Sería conveniente,
en este sentido, ofrecer mayor participación y garantías a los denunciantes y a los
terceros afectados en el marco de los procedimientos de inspección. En este senti-
do, hay una previsión interesante en la Ley catalana 26/2010, cuyo artículo 89.2
prevé que «os órganos competentes de las Administraciones públicas catalanas
ejercen las funciones públicas de inspección y control, de oficio o a instancia de
parte, en los términos establecidos por esta ley y por la legislación sectorial». Se
admite en este precepto el impulso del procedimiento de inspección a instancia
de parte, aun cuando tradicionalmente se ha considerado el ejercicio de la fun-
ción de inspección como una actuación realizada e impulsada de oficio460.
455
Sobre el control posterior de las actividades sometidas a comunicación previa o declaración
responsable, vid. Mora Ruiz, M., «Comunicación previa…», op. cit., pp. 263-268, que también anali-
za las previsiones de algunas ordenanzas municipales.
456
Puede citarse como ejemplo la Ordenanza reguladora del control del ejercicio de actividades de
Sevilla, que adapta a los cambios normativos su anterior Ordenanza municipal de actividades, de 19
de marzo de 2010 (BOP Sevilla núm. 54, de 6 de marzo de 2012). También la Ordenanza tipo de inter-
vención municipal ambiental, de seguridad y de salud pública, aprobada por la Diputación de Barcelo-
na (BOP Barcelona de 19 de octubre de 2012).
457
Hay alguna excepción interesante en el caso del País Vasco. Vid. Urrutia Libarona, I., «El
impacto de la Directiva…», op. cit.
458
Vid. las posibilidades que propone Urrutia Libarona, I., «El impacto de la Directiva…», op.
cit., como alternativa a la merma en la participación a que aboca el régimen de comunicación.
459
En este sentido, vid. Pernas García, J., «Los procesos de liberalización…», op. cit.; y Urrutia
Libarona, I., «El impacto de la Directiva…», op. cit. Nogueira López, A., «La termita…», op. cit.,
p. 70, también apunta, ante la ausencia de trámites participativos en los regímenes de comunicación,
que «La intensificación de la Administración electrónica debería permitir nuevas fórmulas de partici-
pación aportando información y remitiendo quejas en relación con las actividades comunicadas».
460
Aguado i Cudolà, V., «La primera regulación…», op. cit., p. 577.
461
Sobre la transparencia de la actividad de inspección ambiental, vid. Fernández Ramos, S., «La
inspección…», op. cit., pp. 35-42.
173
libre mercado y protección ambiental
462
Lozano Cutanda, B., Pernas García, J. J. y Sánchez Lamelas, A., Evaluaciones de impacto
ambiental y autorización ambiental integrada, La Ley, Madrid, 2012, p. 636.
463
Vid. Thieffry, P., Droit de l’environnement de l’Union Européenne, 2ª edición, Bruylant, Bru-
selas, 2011, p. 634.
464
Pernas García, J. J., «El efecto desregulador…», op. cit., p. 292.
465
Esta Directiva únicamente incluía una referencia aislada a la inspección en el artículo 14, aun-
que sí recogía algunas medidas de autovigilancia de las emisiones de las sustancias contaminantes por
parte del titular de la explotación. Vid. el artículo 9.5.
174
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
466
La inspección medioambiental se define como «toda acción, como visitas in situ, monitoriza-
ción de emisiones y comprobaciones de informes internos y documentos de seguimiento, verificación
de la auto-monitorización, comprobación de técnicas usadas y adecuación de la gestión medioambien-
tal de la instalación, llevadas a cabo por la autoridad competente o en nombre de esta para comprobar
y fomentar la adecuación de las instalaciones a las condiciones de los permisos y controlar, en caso
necesario, su repercusión medioambiental». Interesa destacar de esta definición que la realización de
la actividad inspectora puede realizarse tanto por la autoridad competente como en nombre de esta, por
lo que queda abierta la puerta a la colaboración privada en el ejercicio de esta función, tal como ya
preveía la Recomendación 2001/331/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 4 de abril de 2001,
sobre criterios mínimos de las inspecciones medioambientales en los Estados miembros [vid. apartado
4.a), b) y c)].
467
Sobre este tema, vid. Casado Casado, L., Fuentes Gasó, J. R., «El impacto de la Directiva
2010/75/UE del Parlamento Euopeo y del Consejo, de 24 de noviembre, de emisiones industriales,
sobre el régimen jurídico de la inspección ambiental», comunicación presentada en el VIII Congreso
de la Asociación Española de Profesores de Derecho Administrativo, Alicante, 8 y 9 de febrero de
2013 (disponible en el siguiente enlace: http://www.aepda.es/AEPDAFamilias-71-Actividades-Con-
gresos-de-la-AEPDA.aspx –último acceso, el 15 de febrero de 2013–).
468
Ténganse en cuenta, además de las previsiones sobre inspecciones medioambientales, las obli-
gaciones de seguimiento de las emisiones de sustancias contaminantes que tanto la Directiva 2008/1/
CE (art. 9) como la propia Directiva 2010/75/UE (art. 14) imponen al titular de la actividad. Vid.
Thieffry, P., Droit de l’environnement…, op. cit., pp. 633-634.
469
Artículo 23.1. Nótese que el Considerando 26 de la Directiva 2010/75/UE establece que «los
Estados miembros deben velar por que se disponga de suficiente personal con los conocimientos y ti-
tulación necesarios para llevar a cabo las inspecciones con eficacia».
470
Thieffry, P., Droit de l’environnement…, op. cit., p. 634.
471
La planificación de las inspecciones medioambientales ya se recogía en la Recomendación de
4 de abril de 2001 sobre criterios mínimos de las inspecciones medioambientales en los Estados miem-
bros (vid. la Recomendación IV). Sobre la planificación de la inspección ambiental en esta Recomen-
dación, vid. García Ureta, A., La potestad inspectora de las Administraciones Públicas, Marcial
Pons, Madrid-Barcelona, 2006, pp. 126-129.
175
libre mercado y protección ambiental
472
Sobre el contenido de estos planes, vid. el apartado 3 del artículo 23.
473
Vid. Revuelta Pérez, I., «Las nuevas tendencias…», op. cit., p. 118, aunque refiriéndose a la
entonces Propuesta de Recomendación del Consejo sobre criterios mínimos de las inspecciones
medioambientales en los Estados miembros.
474
Vid. López-Jurado Escribano, F. B. y Ruiz de Apodaca Espinosa, A., La autorización ambien-
tal integrada. Estudio sistemático de la Ley 16/2002, de prevención y control integrados de la conta-
minación, Civitas, Madrid, 2002, p. 364.
176
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
475
Actualmente se está tramitando el Proyecto de Ley por la que se modifican la Ley 16/2002, de
1 de julio, de prevención y control integrados de la contaminación y la Ley 22/2011, de 28 de julio, de
residuos y suelos contaminados (Boletín Oficial de las Cortes Generales, Congreso de los Diputados,
X Legislatura, Serie A, núm. 35-1, 1 de febrero de 2013).
476
Existe ya un Proyecto de Real Decreto de emisiones industriales, por el que se aprueba el Re-
glamento para el desarrollo y ejecución de la Ley 16/2002, que se ha sometido a trámite de información
pública desde el 2 de abril al 2 de mayo de 2012 y, por segunda vez, a causa de las modificaciones
llevadas a cabo en el texto, del 4 al 23 de abril de 2013. Puede consultarse el texto de este Borrador en
la página web del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
477
Se incluye una definición de «inspección ambiental» en el artículo 3; y algunas escasas previ-
siones en los artículos 8 («Información, comunicación y acceso a la información»), 23 («Notificación
y publicidad») y 29 («Control, inspección y sanción»); y en la disposición transitoria 1ª y en la dispo-
sición final 1ª. Sin embargo, no se regulan ni los planes ni los programas de inspección ambiental. Al
respecto, el Consejo de Estado ha señalado en su Dictamen sobre el Anteproyecto de Ley de modifica-
ción de la Ley 16/2002, que el Anteproyecto necesitaría de alguna ampliación mayor de su contenido.
Por ello, propone que se incluya el contenido del artículo 23 de la Directiva 2010/75/UE (Vid. el Dic-
tamen 1297/2012, de 20 de diciembre de 2012, sobre el Anteproyecto de Ley de modificación de la Ley
16/2002, de 1 de julio, de prevención y control integrados de la contaminación, apartado IV.B).
478
Vid. los artículos 21 a 24 del Proyecto de Real Decreto de emisiones industriales.
177
libre mercado y protección ambiental
479
Vid. supra el apartado II, epígrafe 3.A, de este trabajo.
480
Vid. supra el apartado III, epígrafe 1.B, de este trabajo.
481
Puerta Seguido, F., «Las entidades colaboradoras…», op. cit., pp. 401-402.
482
Ibidem, pp. 427-428.
178
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
Sin embargo, se trata de una norma con rango de ley y el gran auge que
este tipo de entidades colaboradoras parece tener no implica necesariamente
que deba suprimirse esa posibilidad. Es más, la Directiva es clara al respecto
al definir el concepto de «inspección» (y habría incongruencia con el artícu-
lo 3.w si se concentra la inspección solo en el personal, funcionarial o labo-
ral, de las Administraciones Públicas) ya que habla de “acción llevada a cabo
por la autoridad competente o en nombre de esta...”» (apartado IV.C).
483
Vid., por ejemplo, las competencias de las entidades colaboradoras en materia ambiental que se
recogen en el Decreto valenciano 229/2004 (art. 4), en el Decreto andaluz 334/2012 (art. 4) y en el
Decreto vasco 212/2012 (art. 5).
484
Vid. Puerta Seguido, F., «Las entidades colaboradoras…», op. cit., pp. 424-429.
485
Vid. Nogueira López, A., «La Administración comprobadora…», op. cit., p. 115.
486
Dictamen del Consejo de Estado 1297/2012, de 20 de diciembre de 2012, sobre el Anteproyec-
to de Ley de modificación de la Ley 16/2002, de 1 de julio, de prevención y control integrado de la
contaminación.
487
En este sentido, en el Proyecto de Ley por la que se modifican la Ley 16/2002, de 1 de julio, de
prevención y control integrados de la contaminación y la Ley 22/2011, de 28 de julio, de residuos y
suelos contaminados, actualmente en trámite, el artículo 30 de la Ley 16/2002, que pasará a ser el 29
en la nueva Ley, prevé en su apartado 1, párrafo segundo, que «los órganos competentes en materia de
179
libre mercado y protección ambiental
inspección podrán designar a entidades que demuestren la capacidad técnica adecuada, para la realiza-
ción, en su nombre, de actuaciones materiales de inspección que no deban ser desempeñadas por fun-
cionarios públicos; en ningún caso estas actuaciones podrán versar sobre el diseño de sistemas, planes
o programas de inspección…».
488
Ello plantea una cuestión interesante que únicamente apuntamos por no poder acometerse su
estudio en el marco de este trabajo, en cuanto al sometimiento de las entidades colaboradoras de la
Administración a la normativa de servicios, en la medida en que se excluyen de esta normativa las
actividades vinculadas al ejercicio de la autoridad. Sobre esta cuestión vid. Nogueira López, A., «La
Administración comprobadora…», op. cit., p. 117; y Pernas García, J. J., «El efecto desregulador…»,
op. cit., pp. 304-305.
Desde el punto de vista de la normativa de servicios se plantean otras cuestiones interesantes en
torno a las entidades colaboradoras, como el tema de los títulos habilitantes que pueden permitir el
traslado de las funciones públicas de control e inspección; o el de la validez en todo el territorio de los
títulos habilitantes de que dispongan para intervenir estas entidades. Vid. al respecto Nogueira López,
A., «La Administración comprobadora…», op. cit., pp. 119-124; y de esta misma autora «Entidades
colaboradoras con la Administración, libre prestación de servicios y régimen de control preventivo de
actividades», Revista Aranzadi de Derecho Ambiental, núm. 16, 2009, pp. 77-88. Padrós Reig, C.,
«Colaboración privada en la función inspectora: ¿desenlace final y caída del telón?», comunicación
presentada en el VIII Congreso de la Asociación Española de Profesores de Derecho Administrativo,
Alicante, 8 y 9 de febrero de 2013 (disponible en el siguiente enlace: http://www.aepda.es/AEPDAFa-
milias-71-Actividades-Congresos-de-la-AEPDA.aspx –último acceso, el 15 de febrero de 2013–); y
Pernas García, J. J., «El efecto desregulador…», op. cit., pp. 306-319.
489
Puerta Seguido, F., «Las entidades colaboradoras…», op. cit., pp. 428-429.
490
No puede realizarse en el ámbito de este estudio un análisis en profundidad del régimen jurídico
de las entidades colaboradoras en materia ambiental. Por ello, nos limitamos a apuntar en el texto algu-
nos temas que consideramos de especial relevancia y remitimos para un análisis en profundidad de la
materia a los siguientes trabajos: Canals i Ametller, D., El ejercicio por particulares de funciones de
autoridad. Control, inspección y certificación, Comares, Granada, 2003; Canals i Ametller, D., «En-
tidades colaboradoras…», op. cit., pp. 305-323; Canals i Ametller, D., «El ejercicio de funciones pú-
blicas por entidades privadas colaboradoras de la Administración», AA.VV. (Dirs. A. Galán Galán, C.
Prieto Romero), en El ejercicio de funciones públicas por entidades privadas colaboradoras de la
Administración, Huygens, Barcelona, 2010, pp. 21-52; Casado Casado, L., Fuentes i Gasó, J. R., Jaria
i Manzano, J., Pallarés Serrano, A., La externalización de las funciones de control e inspección en
materia de protección del medio ambiente, Atelier, Barcelona, 2010; Fuentes i Gasó, J. R., «Aspectos
180
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
controvertidos sobre el ejercicio de funciones de control e inspección en materia de protección del me-
dio ambiente por parte de las entidades colaboradoras», Civitas. Revista Española de Derecho Adminis-
trativo, núm. 154, 2012, pp. 343-360; Galán Galán, A., Prieto Romero, C. (Dirs.), El ejercicio de
funciones públicas por entidades privadas colaboradoras de la Administración, Huygens, Barcelona,
2010; Padrós Reig, C., «Las entidades ambientales de control en la legislación catalana», Revista Inter-
disciplinar de Gestión Ambiental, núm. 25, 2001, pp. 3-14; Padrós Reig, C., Actividad administrativa y
entidades colaboradoras, Tecnos, Madrid, 2001; Padrós Reig, C., La Administración invisible. Pano-
rama general y ejemplos prácticos de entidades colaboradoras de la Administración pública, Dykin-
son, Madrid, 2010; Puerta Seguido, F., «Las entidades colaboradoras…», op. cit., pp. 401-441.
491
Nótese que, aunque las Comunidades Autónomas que han regulado específicamente las entida-
des colaboradoras en materia ambiental (Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia y País
Vasco) lo han hecho mediante Decreto –sin perjuicio de que en Cataluña existe la Ley 26/2010, que
incorpora una regulación general–, la actuación de las entidades colaboradoras está prevista ya en las
Leyes de las cuales traen causa estos Decretos. De todas formas, la doctrina ha criticado la remisión
prácticamente total que se hace al reglamento para regular su régimen jurídico. Vid., en el caso de Mur-
cia, Álvarez Carreño, S. M., «Retos y transformaciones del Derecho ambiental en el marco de la libe-
ralización de servicios: la experiencia de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia», AA.VV.
(Dirs. L. Casado Casado, J. R. Fuentes i Gasó, J. Gifreu Font), en Prestación de servicios…, op. cit.
492
Canals i Ametller, D., «El ejercicio…», op. cit., p. 45.
493
Sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de 17 de febrero de 2011, núm.
303/2011 (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 2, ponente: Sara González de Lara Mingo)
y núm. 311/2011 (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 2, ponente: Juan Francisco López
de Hontanar Sánchez). El Tribunal destaca la necesidad de que se prevea en una norma con rango de
ley la obligación del titular de una actividad de autorizar a otro particular el acceso a los espacios físi-
cos que son indispensables para que puedan desarrollar su actividad, sin hacer depender del consenti-
miento del titular la posibilidad de entrada (de lo contrario, supondría una vulneración del artículo 18
CE). También es muy crítico con la remisión que la Ordenanza madrileña efectúa a la propia entidad
colaboradora para articular un procedimiento de reclamaciones ante su actuación. Vid. especialmente
los fundamentos jurídicos 9º y 10º; y 13º y 14º, respectivamente, de estas Sentencias. Vid. Casado
Echarren, A., López Ferrando, C. y Lora-Tamayo Vallvè, M., «Reflexiones en torno a la Sentencia
del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de 17 de febrero de 2011 por la que se anulan diversos
preceptos de la Ordenanza por la que se establece el régimen de gestión y control de las licencias urba-
nísticas de actividades del Ayuntamiento de Madrid», Revista de Derecho Urbanístico y Medio Am-
biente, núm. 267, 2011, pp. 121-158.
494
Esta Ordenanza ha sido recientemente modificada mediante Acuerdo de 25 de julio de 2012 del
Pleno del Ayuntamiento de Madrid (Boletín Oficial del Ayuntamiento de Madrid, núm. 6.727, de 30
de julio de 2012).
181
libre mercado y protección ambiental
495
En este sentido, García Ureta, A., La potestad inspectora..., cit., pp. 328-329.
496
Vid. por ejemplo, los artículos 9 Decreto murciano 27/1998; 9 y 19 del Decreto vasco 212/2012;
y 6 del Decreto andaluz 334/2012.
497
Nogueira López, A., «El control ambiental de actividades de servicios. Competencias y segu-
ridad ambiental ante un potencial desarrollo del papel de las entidades colaboradoras de la Administra-
ción», AA.VV. (Dirs. A. Pigrau Solé, L. Casado Casado; Coord. Anna Pallarés Serrano), en De-
recho ambiental y transformaciones de la actividad de las Administraciones públicas, Atelier,
Barcelona, 2010, p. 114.
498
Vid. Fuentes i Gasó, J. R., «Aspectos controvertidos…», op. cit., p. 348.
499
Vid. Nogueira López, A., «La Administración comprobadora…», op. cit., p. 114.
500
Por ejemplo, el Decreto vasco 212/2012 prevé, en determinados casos, la suspensión o revoca-
ción de la actividad de una entidad de colaboración ambiental (art. 21).
182
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
501
Fuentes i Gasó, J. R., «Aspectos controvertidos…», op. cit., pp. 355-356.
502
Canals Ametller, D., El ejercicio..., op. cit., p. 332.
503
Ibidem, p. 334.
504
Ibidem, p. 323. En idéntico sentido, Esteve Pardo, J., Técnica..., op. cit., p. 204.
183
libre mercado y protección ambiental
505
Canals Ametller, El ejercicio..., op. cit., pp. 327 y ss.
506
Nogueira López, A., «La Administración comprobadora…», op. cit., p. 118.
184
inspección ambiental y liberalización de servicios y actividades económicas
185
libre mercado y protección ambiental
BIBLIOGRAFÍA
507
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191
COMUNICACIÓN PREVIA E INACTIVIDAD
ADMINISTRATIVA: ACCESO A LA JUSTICIA DE
TERCEROS AFECTADOS POR ACTIVIDADES CON
INCIDENCIA AMBIENTAL EN EL ÁMBITO LOCAL
Marta García Pérez
Profesora Titular de Derecho Administrativo
Universidade da Coruña
I. PLANTEAMIENTO
193
libre mercado y protección ambiental
508
«El concepto de «razones imperiosas de interés general al que se hace referencia en determina-
das prescripciones de la presente Directiva ha sido desarrollado por el Tribunal de Justicia en una ju-
risprudencia relativa a los artículos 43 y 49 del Tratado y puede seguir evolucionando. La noción reco-
nocida en la jurisprudencia del Tribunal de Justicia abarca al menos los ámbitos siguientes: orden
público, seguridad pública, en el sentido de los artículos 46 y 55 del Tratado, mantenimiento del orden
de la sociedad, objetivos de política social, protección de los destinatarios de los servicios, protección
del consumidor, protección de los trabajadores, incluida su protección social, bienestar animal, preser-
vación del equilibrio financiero de los regímenes de seguridad social, prevención de fraudes, preven-
ción de la competencia desleal, protección del medio ambiente y del entorno urbano, incluida la plani-
ficación urbana y rural, protección de los acreedores, garantía de una buena administración de justicia,
seguridad vial, protección de la propiedad intelectual e industrial, objetivos de política cultural, inclui-
da la salvaguardia de la libertad de expresión de los diversos componentes (en especial los valores
sociales, culturales, religiosos y filosóficos de la sociedad), la necesidad de garantizar un alto nivel de
educación, mantenimiento de la diversidad de prensa, fomento de la lengua nacional, conservación del
patrimonio nacional histórico y artístico y política veterinaria».
194
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
509
La comunicación ambiental, como técnica de intervención, ha estado presente en la legislación
autonómica ambiental desde que en el año 1998 se recoge en la Ley catalana 3/1998, de 27 de febrero,
de intervención integral de la Administración ambiental. En los años sucesivos, se encuentra en otras
leyes autonómicas, con algunos cambios más o menos significativos que ya han sido tratados en otros
lugares de esta obra. Es el caso de la Ley 3/1998, de 27 de febrero, general de protección del medio
ambiente del País Vasco; la Ley 11/2003, de 8 de abril, de prevención ambiental de Castilla y León; la
Ley 2/2006, de 5 de mayo, de prevención de contaminación y calidad ambiental de la Comunidad va-
lenciana; la Ley catalana 20/2009, de 4 de diciembre, de prevención y control ambiental de las activi-
dades de Cataluña; la Ley 5/2010, de 23 de junio, de prevención y calidad ambiental de la Comunidad
Autónoma de Extremadura; y la Ley 7/2011, de 5 de abril, de actividades clasificadas y espectáculos
públicos y otras medidas administrativas complementarias de Canarias.
510
Vid. en esta misma obra los trabajos realizados por L. Casado Casado y M. Rodríguez Font. En
unos casos, se trata de comunicaciones que permiten iniciar la actividad desde el momento mismo de su
presentación; en otros, se trata de comunicaciones con eficacia diferida, que no permiten iniciar la activi-
dad hasta el transcurso de determinado plazo; en algunos casos, incluso es precisa una comunicación de
inicio de actividad con carácter previo al inicio de actividades sujetas a autorización o licencia ambiental;
algunas normas autonómicas también han previsto la posibilidad de que los Ayuntamientos, en el ámbito
de sus competencias, puedan sustituir el régimen de comunicación por el sistema de establecer la licencia
ambiental para determinadas actividades, previa aprobación del correspondiente reglamento u ordenanza
municipal; o, a la inversa, la posibilidad de que los Ayuntamientos puedan pasar a régimen de comunica-
ción ambiental determinadas actividades sujetas a licencia ambiental.
195
libre mercado y protección ambiental
511
Aunque este argumento valga solo para aquellos casos en que la autorización o la licencia se
otorgan expresamente. Desde luego, el silencio administrativo positivo no aporta seguridad jurídica
alguna a quien realizaba la actividad, sino todo lo contrario.
512
Cfr. Pernas García, J., «Los procesos de liberalización y simplificación administrativa y su
incidencia en las técnicas de intervención administrativa ambiental», AA.VV. (Dirs. L. Casado Casa-
do, J. R. Fuentes i Gasó, J. Gifreu Font), en Prestación de servicios, administraciones públicas y
derecho administrativo, Tirant lo Blanch, Valencia, 2013 (en prensa).
513
Vid. extensamente el capítulo de esta obra escrito por L. Casado Casado, «Inspección ambien-
tal y liberalización de servicios y actividades económicas».
196
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
a) Una primera posibilidad nos enfrentaría a una persona que desarrolla
una actividad sujeta a comunicación previa –que previamente ha realizado–,
y un tercero, al que el ejercicio del derecho o el desarrollo de la actividad le
causa un perjuicio y decide presentar una denuncia. La Administración pue-
de mostrar dos actitudes: ejercitar las potestades de control o permanecer
inactiva.
Supongamos que la Administración ejercita, efectivamente, sus potestades
de control y que el resultado sea que la actividad se está llevando a cabo de
conformidad con lo declarado y de acuerdo con el ordenamiento jurídico. En
tal caso, podemos encontrarnos con dos situaciones diferentes: una, la Admi-
nistración dicta la correspondiente resolución de conformidad y la actividad
continúa desarrollándose en los mismos términos en que venía haciéndose;
dos, la Administración no dicta la resolución, pero la actividad sigue su curso.
En uno u otro caso, imaginemos que el tercero decide sostener su pretensión
en vía judicial.
Supongamos, por el contrario, que la inspección arroja como resultado que
no se cumple las exigencias establecidas en el ordenamiento jurídico para ejer-
citar el derecho o realizar la actividad. En este caso, pueden darse dos situacio-
nes: una, la Administración dicta una resolución indicando tales circunstancias
y actúa en consecuencia con los efectos que establece la legislación vigente,
con el cese de la actividad o la imposición de medidas orientadas a la subsana-
ción de las deficiencias; dos, la Administración no resuelve y el derecho sigue
ejercitándose o la actividad desarrollándose. En el primer caso, el tercero quie-
re una reparación de los daños sufridos y decide plantear una acción de respon-
sabilidad en vía judicial; en el segundo caso, la insatisfacción del tercero será
total y decidirá plantear sus pretensiones ante los tribunales.
Supongamos, finalmente, que la Administración no ejercita sus potestades
de control ex post y el derecho se ejercita o la actividad se desarrolla de acuerdo
con lo declarado o lo comunicado. El tercero decide plantear su pretensión en
vía judicial.
b) Una segunda posibilidad nos enfrentaría ante una persona que ha co-
menzado a realizar una actividad sin haber realizado la comunicación previa,
en la más completa clandestinidad; y un tercero, que sufre sus consecuencias
y denuncia la actividad clandestina. De nuevo, la Administración puede
adoptar diferentes actitudes: ejercitar la potestad de control o permanecer in-
activa.
En el primero de los casos, la Administración inspecciona y verifica que la
actividad puede ser desarrollada, previo cumplimiento de las exigencias del
ordenamiento jurídico. En este caso, una de dos: la Administración resuelve
expresamente lo que corresponda respecto al incumplimiento de la obligación
de declaración o comunicación y ordena la legalización de la actividad; o la
Administración no resuelve y el derecho/actividad sigue su curso, sin otras con-
197
libre mercado y protección ambiental
198
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
199
libre mercado y protección ambiental
515
Vid. extensamente su monografía Régimen de comunicación e intervención ambiental. Entre la
simplificación administrativa y la autorregulación, Atelier, 2003.
200
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
516
Vid. por ejemplo las SSTC 6/1986, de 21 de enero; 204/1987, de 21 de diciembre; 220/1993,
de 15 de diciembre, entre otras.
517
Vid. STS de 29 de mayo de 2003 (RJ 2003/5366). Se impugnaba la desestimación por silencio
administrativo de la solicitud presentada ante el Ayuntamiento de Sevilla de cierre de una discoteca por
razón del exceso de ruido y las vibraciones que producía, y de reconocimiento de una indemnización
201
libre mercado y protección ambiental
202
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
518
Cfr. V. Aguado i Cudolà, «Libertad de establecimiento de los prestadores de servicios: auto-
rización, declaración responsable, comunicación previa y silencio positivo», en Aguado i Cudolà, V.
y Noguera de la Muela, B., (Dirs.), El impacto de la Directiva de servicios en las Administraciones
Públicas: aspectos generales y sectoriales, Atelier, 2012, p. 86.
519
Cfr. M. Rodríguez Font, Régimen de comunicación, cit., p. 192. Frente a un sector doctrinal
que defiende la inexistencia de un procedimiento en referencia a la técnica de la comunicación previa,
vid. Esteve Pardo, J., Autorregulación. Génesis y efectos, Aranzadi, 2002, p.140; Aguado i Cudolà,
Silencio administrativo e inactividad. Límites y técnicas alternativas, Marcial Pons, Madrid, 2000,
pp. 235 y ss; Tornos Mas, J., «La simplificación procedimental en el derecho español», RAP, núm.
151, 2000, p. 64; y Núñez Lozano, M.C., Las actividades comunicadas a la Administración. La potes-
tad administrativa de veto sujeta a plazo, Marcial Pons, Madrid, 2001, pp. 128 y ss.
203
libre mercado y protección ambiental
520
La problemática ha sido estudiada entre nuestra doctrina. Entre otros, vid. González Pérez, J.,
Comentarios a la Ley de Procedimiento Administrativo, Civitas, Madrid, 1989, 3ª ed., pp. 523 y ss.;
González Navarro, F., Derecho administrativo español. El acto y el procedimiento administrativo,
Eunsa, Pamplona, 1997, p. 668; Gallardo Castillo, M.J., Régimen jurídico de las Administraciones
Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, Tecnos, 2010, pp. 350 y ss.
521
Cfr. Gómez Puente, M., La inactividad de la Administración, Aranzadi, 4ª edición, 2011, p. 521.
522
Vid. en relación con el denunciante en el procedimiento administrativo sancionador las re-
flexiones de Rebollo Puig, M., «Interesados y denunciantes en el procedimiento administrativo san-
cionador», Poder Judicial, núm. 29, 1993.
204
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
La fórmula propuesta permite abrir las puertas del contencioso a los proce-
dimientos iniciados de oficio. Pese a todo, no solventa las limitaciones ya ex-
puestas respecto a la pretensión a plantear en el proceso eventualmente abierto:
se limitará, también en este caso, a dilucidar si la Administración debe iniciar
el procedimiento de inspección, sin entrar en el fondo del asunto.
523
Vid., entre otros, los trabajos de M. Rodríguez Font, Régimen de comunicación, cit., pp. 252 y
ss.; M.C. Núñez Lozano, Las actividades comunicadas, cit., p. 186; Blanco Esteve, «Medio ambien-
te y responsabilidad», en Esteve Pardo, J. (dir.), Derecho al medio ambiente y Administración local,
Civitas, Madrid, 1996, pp. 643 y ss.
524
Cfr. M. Rodríguez Font, Régimen de comunicación, cit., pp. 253 y ss.
205
libre mercado y protección ambiental
veces, que no existe un nexo causal entre el daño y los servicios públicos que
permitan determinar una responsabilidad patrimonial de la Administración.
A nuestro juicio, la distinción entre actos privados-actos de la Administra-
ción, que puede resultar interesante desde una perspectiva estrictamente dog-
mática, puede arrastrarnos a consecuencias difícilmente admisibles desde la
perspectiva procesal que analizamos. La calificación de la comunicación previa
como «acto privado» no puede derivar en la negación de la jurisdicción conten-
cioso-administrativa como sede jurisdiccional natural para conocer de los con-
flictos derivados de su emisión.
Para sostener esta última afirmación solo hay que recordar que en todos los
casos en que la Administración ejercita técnicas preventivas –y la comunica-
ción previa es una de ellas, aunque de menor incidencia que la autorización, por
ejemplo– existe un interés ajeno al titular que hay que preservar. Es cierto que
en el caso de las declaraciones responsables y la comunicación previa se presu-
me que el interés afectado es de menor entidad, porque siguen sometiéndose a
autorización las actividades que puedan afectar al medio ambiente o al patrimo-
nio histórico-artístico, entre otras. Pero, incluso en ese caso, el sujeto que reali-
za la actividad es cooperador de la Administración en el ámbito regulatorio en
el que nos movemos: el control de las actividades privadas y su posible inciden-
cia en el interés general o de terceros se lleva a cabo por la Administración con
la cooperación necesaria del titular de la actividad. No se trata de remover obs-
táculos al ejercicio de un derecho preexistente, sino de favorecer la libre pres-
tación de servicios con las cautelas imprescindibles para velar por otros intere-
ses confluyentes distintos al del prestador del servicio o la actividad. En la
determinación de esas cautelas, Administración y particular actúan correspon-
sablemente y responden, por eso, también de modo conjunto –que no significa
por igual– ante eventuales daños.
Además, la precisión de que estamos ante un acto privado que ha causado un
daño no puede arrastrar ineludiblemente la reclamación de responsabilidad pa-
trimonial al ámbito privado (ex art. 1902 Cc). Indudablemente, el prestador del
servicio o el que ha desarrollado la actividad responde en exclusiva de la vera-
cidad de lo declarado o comunicado. Pero la Administración deberá responder
de un tanto de culpa in vigilando o in omittendo cuando el daño haya llegado a
producirse, se haya prolongado o se haya agudizado como consecuencia de la
omisión de funciones que le corresponde ejercitar525.
525
El TSJ de Navarra, en sentencia de 19 de mayo de 2009 (RJCA 2009/776), dice en uno de sus
fundamentos: «Es cierto que la Administración local cuya actuación ha motivado el planteamiento del
recurso no ha sido propiamente autora de dicha actividad, la cual es imputable directamente a los
agentes que la han realizado, en cuanto existen importantes elementos en ella que no son actividad
jurídica stricto sensu, pero es indudable, y no ha sido discutido, que la falta de utilización de los me-
dios suficientes y adecuados para hacer cesar las vulneración de los derechos fundamentales, ha teni-
do lugar en el seno de la organización administrativa del Ayuntamiento de Barañain que con su acción
u omisión han dado lugar o no han impedido esa contaminación».
206
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
207
libre mercado y protección ambiental
208
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
209
libre mercado y protección ambiental
¿Qué aspira a obtener de los tribunales el tercero que sufre daños como con-
secuencia del ejercicio de una actividad que considera ilegal? A simple vista, la
respuesta es obvia: la clausura de la actividad y la reparación del daño causado.
Sin entrar por el momento en consideraciones sobre el planteamiento de la
pretensión, podríamos pensar que el demandante tiene dos modos de plantear el
recurso contencioso-administrativo, uno más ambicioso que el otro:
– El demandante puede pretender que se condene a la Administración a rea-
lizar las actividades de control necesarias sobre la actividad comunicada,
a fin de que determine su conformidad y disconformidad con el ordena-
miento jurídico y adopte, en su caso, las medidas necesarias para el resta-
blecimiento de los derechos del recurrente.
– El demandante puede pretender que los tribunales declaren la ilegalidad de
la actividad y su clausura, condenando a la Administración a realizar las
acciones que resulten necesarias para que dicha declaración se lleve a puro
y debido efecto y para el debido restablecimiento de los derechos del de-
mandante, entre ellos, la reparación de los daños causados.
Es fácil intuir algunas dificultades en el planteamiento de ambas pretensiones.
En el primer caso, el demandante se ve abocado a un largo y costoso proceso para
conseguir el cumplimiento de una obligación de la Administración; que solo su-
pondrá un «volver a empezar», porque le devolverá al punto de partida, a ese
momento en el cual –todavía en sede administrativa– el tercero se habría dirigido
a la Administración mediante denuncia, solicitud o reclamación de actuación
inspectora. En el segundo caso, el demandante pretende que el juez sustituya la
inactividad administrativa, mediante una sentencia declarativa y condenatoria,
con las dificultades que ello plantea en nuestro modelo de justicia administrativa.
En ambos casos existe además una última dificultad: la determinación del res-
ponsable del daño, que podría obligar al demandante a iniciar un nuevo proceso
en sede civil si el resultado de este contencioso-administrativo se salda con una
declaración de inexistencia de responsabilidad patrimonial de la Administración.
Han pasado quince años desde la aprobación de la LJCA de 1998. Entre sus
principales novedades destacó la doctrina la creación de las pretensiones de
condena529 recogidas en el artículo 32.1:
529
Vid. un estudio completo de estas novedades en la monografía de A. Huergo Lora, Las preten-
siones de condena en el contencioso-administrativo, Aranzadi, 2000; y mi posición personal al respec-
to en M. García Pérez, El objeto del proceso contencioso-administrativo, Aranzadi, 1999.
210
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
211
libre mercado y protección ambiental
530
Se trataba de un recurso de casación contra la sentencia dictada por la Sección Tercera de la
Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana
de 25 de julio de 2008 (RJCA 2009, 136), que desestimó el recurso contencioso-administrativo inter-
puesto por la representación procesal del Ayuntamiento de Benifaió, al amparo del artículo 29 de la
Ley reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, contra la inactividad de las entidades
estatales RENFE y GESTOR DE INFRAESTRUCTURAS FERROVIARIAS (G.I.F.), en relación con
la inexistente protección de la vía férrea desde la estación ubicada en la localidad de Benifaió hasta el
final del casco urbano.
531
STS de 14 de diciembre de 2007 (RJ 2008, 491) y STS de 1 de octubre de 2008 (RJ 2008,
5831).
212
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
532
STS de 24 de julio de 2000 (RJ 2001, 289). Nótese que el TS confirma una idea que había sido
avanzada por la doctrina respecto a las pretensiones de condena: la restricción de la legitimación, al
exigir un derecho, respecto a la legitimación general exigida para impugnar actos administrativos –de-
recho o interés legítimo–. González Pérez se mostró muy crítico con lo que él consideró una «desafor-
tunada redacción del nuevo texto», y optó por considerar que la doctrina del TC vertida a propósito de
la legitimación obliga a entender comprendida en la expresión «derechos» también a los «intereses
legítimos». Cfr. Comentarios a la Ley reguladora de la Jurisdicción contencioso-administrativa, vol.
I, Civitas, Madrid, 1998, 3ª ed., p. 724. Huergo Lora, en una línea distinta, entiende que esta interpre-
tación choca con el tenor literal del precepto y propone reconducir al recurso contra actos (arts. 25.1 y
31.2) los supuestos de inactividad no incluidos en el art. 29. Cfr. op. cit., p. 189, nota 22.
213
libre mercado y protección ambiental
533
Vid. por ejemplo la STS de 20 de diciembre de 1996 (RJ 1996/8963), referida a la petición de
clausura de una actividad realizada sin licencia: «En efecto, es cierto que la demandante en instancia
solicita de la Sala que se anulen los Acuerdos del Ayuntamiento de Guardo de 24 noviembre 1986 y
20 enero 1987 y que se ordene la clausura de la explotación de ganado vacuno que motivó la denuncia
origen del proceso y que el fallo de la sentencia, después de rechazar la inadmisión opuesta por el
Ayuntamiento demandado, anula dichos acuerdos por su disconformidad con el ordenamiento jurídico
y, aunque no considera procedente la clausura de la actividad porque ello no procedería sin audiencia
previa del titular interesado (art. 91 de la anterior Ley de Procedimiento Administrativo, declara la
procedencia de admitir a trámite la denuncia formulada en su día por la actora por el ejercicio de esa
misma actividad. No puede decirse, por tanto, que la parte dispositiva de la sentencia otorgue algo
sustancialmente distinto de lo pretendido, sino algo menos o, como dice la propia sentencia, una esti-
mación limitada; esto es, el reconocimiento judicial de la procedencia de la tramitación administrativa
de la denuncia efectuada como requisito previo para determinar, en su caso, si tal clausura era obligada
o, por el contrario, cabría el otorgamiento de una licencia, cuya solicitud se considera indiscutiblemen-
te necesaria, condicionada al cumplimiento de medidas correctoras, todo ello supeditado al cumpli-
miento de los trámites previstos en los artículos 30 y siguientes del Reglamento de Actividades Moles-
tas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas...».
214
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
Veamos dos ejemplos, recaídos sobre casos diferentes a los planteados, pero
con interesantes coincidencias. El primero, un pronunciamiento del Tribunal de
Justicia de Valencia del año 2006, que aborda y declara el poder de sustitución
del juez ante la inactividad administrativa en el caso del ejercicio de una potes-
tad reglada. El segundo, una sentencia del TSJ de Madrid de 2012, que condena
a la Administración por inactividad y declara la clausura de un campo de tiro.
534
Si recordamos las diversas situaciones en las que podía encontrarse el tercero afectado por una
actividad comunicada, será fácil identificar la situación del recurrente con la del tercero que, habiendo
denunciado una actividad ilegal, observaba cómo la Administración iniciaba el correspondiente proce-
dimiento de inspección pero no llegaba a terminarlo.
215
libre mercado y protección ambiental
216
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
535
Vid. extensamente esta cuestión en M. García Pérez, cit., pp. 81 y ss. Y la doctrina citada en
la nota 100.
217
libre mercado y protección ambiental
536
La jurisprudencia se ha manifestado en muchos casos abierta a la admisión de una pretensión
de condena genérica ante el incumplimiento de una función. Vid. la Sentencia del TSJ de Andalucía
(Sevilla), de 29 de octubre de 2001 (RJCA 2001/1338), referida al fenómeno del botellón. La Asocia-
ción actora integrada por vecinos de un determinado barrio interpusieron recurso contra la inactividad
de la Administración municipal en la zona de El Arenal donde desde hace varios años durante los fines
de semana de la mitad del año se aglomeran numerosos jóvenes que permanecen en las calles consu-
miendo bebidas alcohólicas hasta el amanecer causando numerosas molestias debido a las voces, rui-
dos, peleas, actos vandálicos, etc. que impiden el descanso de los vecinos e incluso el acceso a sus vi-
viendas. Ante la petición efectuada el 23 de diciembre de 1997 solicitando se impidiera el consumo de
bebidas alcohólicas en la calle, la utilización de aparatos musicales de gran potencia en la calle o fuera
de ella, controle el ruido que provocan las motocicletas, así como facilitar la circulación de los vecinos
tanto a pie como por medio de sus vehículos hacia su domicilio o fuera de ellos, el Ayuntamiento no
dio respuesta alguna. El fallo de la sentencia señala «que rechazando las causas de inadmisibilidad
debemos estimar y estimamos el recurso interpuesto por la Asociación de Vecinos Torre del Oro,
Centro Histórico Monumental y Barrio del Arenal, contra Resolución presunta del Ayuntamiento de
Sevilla desestimatoria de la petición efectuada el 23 de diciembre de 1997, que anulamos debiendo el
Ayuntamiento adoptar las medidas que impidan el consumo de bebidas alcohólicas fuera de los esta-
blecimientos públicos …».
537
Vid. las reflexiones de Huergo Lora, cit., p. 209, y la doctrina y jurisprudencia allí citada.
218
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
219
libre mercado y protección ambiental
538
En la sentencia puede leerse: «En efecto, tanto la actuación del recurrente en vía administrativa,
como luego interponiendo el recurso contencioso-administrativo, tiene su perfecto encaje en el artícu-
lo 25.1 de la Ley reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, según el cual: “El recurso
contencioso-administrativo es admisible en relación con las disposiciones de carácter general y con los
actos expresos y presuntos de la Administración pública que pongan fin a la vía administrativa”... En
definitiva, la acción del recurrente tiene perfecto encaje en el artículo 25.1 citado, al ir dirigida la im-
pugnación frente a la desestimación presunta de la pretensión del cese de la actividad que se viene
desarrollando en el campo de tiro de referencia». Las palabras del Tribunal son una manifestación
clara del confusionismo que estamos manifestando a lo largo de este trabajo.
220
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
221
libre mercado y protección ambiental
540
Cfr. op. cit., pp. 1044 y ss.
541
Cfr. p. 1047.
222
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
ción a ciertas exigencias de tipo formal muy rigurosas, que se pueden convertir
en un obstáculo insalvable si no se tienen en consideración.
El planteamiento de la acción del art. 29.1 requiere, en primer lugar, la
presentación de una reclamación previa en vía administrativa; en segundo
lugar, el transcurso del plazo de tres meses sin que la Administración atienda
a lo reclamado; en tercer lugar, el cumplimiento del plazo para la interposi-
ción del recurso contencioso, que se contará a partir del plazo anterior de tres
meses542.
La reclamación previa es un trámite obligatorio. No es una solicitud en sen-
tido formal, ni la desatención de la Administración puede entenderse como un
silencio desestimatorio. Tampoco persigue forzar un acto administrativo como
fórmula de acceso a la jurisdicción. Se trata de dar la oportunidad a la Adminis-
tración de actuar debidamente a través de una especie de interpellatio, o llama-
da de atención, que tiene por finalidad tratar de evitar el proceso cuando la
Administración no ha cumplido por motivos distintos a su falta de voluntad de
cumplimiento.
No existe un plazo preclusivo para presentar la reclamación previa en sede
administrativa (sería razonable hacerlo tras haber hecho una denuncia frustrada
o desatendida por la Administración). Pero sí existe plazo para interponer el
recurso contencioso una vez que la Administración ha sido interpelada. Presen-
tada la reclamación, y pasados tres meses sin que haya sido atendida, comienza
el transcurso del plazo de dos meses recogido en el artículo 46.2 de la LJCA
para la interposición del recurso543.
542
«…quienes tuvieran derecho a ella pueden reclamar de la Administración el cumplimiento de
dicha obligación. Si en el plazo de tres meses desde la fecha de la reclamación, la Administración no
hubiera dado cumplimiento a lo solicitado o no hubiera llegado a un acuerdo con los interesados, estos
pueden deducir recurso contencioso-administrativo contra la inactividad de la Administración».
543
«En los supuestos previstos en el art. 29, los dos meses se contarán a partir del día siguiente al
vencimiento de los plazos señalados en dicho artículo».
223
libre mercado y protección ambiental
BIBLIOGRAFÍA
224
comunicación previa e inactividad administrativa: acceso a la justicia de terceros
afectados por actividades con incidencia ambiental en el ámbito local
225
LA INTEGRACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE EN LOS
PROCESOS DE NORMALIZACIÓN Y LA PREVENCIÓN
DE RESTRICCIONES AL MERCADO INTERIOR
Marc Tarrés Vives*
Profesor Agregado de Derecho Administrativo
Universitat de Barcelona
I. INTRODUCCIÓN
*
El presente trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación «Estrategias reguladoras y
de aplicación del Derecho público más allá del aparato administrativo del Estado» (DER2012-
39449-C02-01).
544
El planteamiento tradicional es el ofrecido por Georg Jellinek en su Allgemeine Staatslehre
(primera edición del año 1900). El jurista alemán escribía allí que a la norma jurídica corresponden los
siguientes caracteres esenciales: «1º Son normas que se refieren a las relaciones externas y mutuas de
los hombres; 2º Son normas que proceden de una autoridad exterior reconocida; y 3º Son normas cuyo
carácter obligatorio está garantizado por poderes exteriores» (vid. Teoría General del Estado, traduc-
ción de la segunda edición alemana por Fernando de los Ríos, publicada por Albatros, Buenos Aires,
1981, p. 250). La nota de obligatoriedad garantizada por un poder exterior no es, desde luego, un ele-
mento que hoy día defina a las normas técnicas. Si bien estas proceden de entidades que gozan de au-
toridad en cuanto a su conocimiento técnico, no gozan, sin embargo, de una autoridad de índole políti-
ca y luego jurídica que permita caracterizarlas como obligatorias.
545
Schmitt, C., Legalidad y Legitimidad, Struhart & Cía., Buenos Aires, 2002, p. 22.
227
libre mercado y protección ambiental
Tal planteamiento, sin embargo, aparece hoy día cuestionado en todos sus fren-
tes por la realidad. En un primer plano, el papel del Estado y por ende del Derecho
público varían y presentan una nueva impronta garantista que se dirige ahora a
preservar la atención y tutela de los intereses generales «frente –señala Esteve Par-
do– a sujetos privados que ostentan situaciones de poder por ejercer funciones pú-
blicas u operar como prestadores de servicios de interés general»547. En otro, el
normativo, se está presenciando la proliferación de sistemas normativos que susti-
tuyen parcialmente –cuando no se imponen– a los ordenamientos jurídicos nacio-
nales, sin un mecanismo de poder que los articule de un modo efectivo. Como bien
se ha escrito, «(E)ste es el escenario de un derecho impulsado por sistemas parciales
de la sociedad contemporánea, en cuya producción los órganos legislativos tradi-
cionales de los Estados-nación interfieren poco y en cuya aplicación los tribunales
internacionales de arbitraje tienden a imponerse ante los tribunales nacionales»548.
Sobre esta última tendencia, las normas técnicas son un ejemplo palmario de
cómo entidades privadas sin ánimo de lucro, pero con una participación de inte-
reses muy definidos, asumen funciones normativas que alcanzan trascendencia
jurídico pública, y ello es precisamente lo que justificaría que el Derecho públi-
co pueda proyectarse sobre relaciones entre sujetos privados, más allá de la mera
supervisión y regulación sobre los organismos privados de normalización. Pero,
además, las normas técnicas muestran que en un marco de pérdida de posiciones
de dominio por el Estado, la existencia de normas fundamentadas en el consenso
546
Al respecto y atendiendo al papel regulador del Estado sobre sectores económicos liberaliza-
dos, véase Malaret, E., «Regulación económica: su instrumentación normativa (El lugar de la ley en
el Estado regulador, la experiencia reciente española)», Derecho Privado y Constitución, núm. 17,
2003, pp. 327 y ss.
547
Esteve Pardo, J., «La extensión del Derecho público. Una reacción necesaria», Revista de
Administración Pública, núm. 189, 2012, p. 21. De un modo más detallado véase del mismo autor su
muy reciente libro La nueva relación entre Estado y sociedad (Aproximación al trasfondo de la crisis),
Marcial Pons, Madrid, 2013.
548
Faria, J. E. «La globalización económica y sus consecuencias jurídicas: diez tendencias del
Derecho contemporáneo», en Derecho, Globalización, Riesgo y Medio Ambiente (ed. E. Arana Gar-
cía et alii), Tirant lo Blanch, Valencia, 2012, p. 31.
228
la integración del medio ambiente en los procesos de normalización
y la prevención de restricciones al mercado interior
549
Sobre las similitudes y diferencias entre norma técnica y norma jurídica, véase Lanord Fari-
nelli, M., «La norme technique: une source du droit légitime», en Revue française de droit adminis-
tratif, julio-agosto 2005, pp. 738 y ss. También, Tarrés Vives, M., Normas técnicas y ordenamiento
jurídico, Tirant lo Blanch, Valencia, 2003, pp. 237 y ss.
550
Chevalier, J., «Vers un droit post-moderne? Les trasnformations de la régulation juridique», en
Revue du droit public et de la science politique en France et à l’étranger, núm. 3, 1998, pp. 559 y ss.
551
Tal como señala Francisco J. Rodríguez Pontón «(L)a demanda de confianza en las relaciones
entre ciencia y sociedad en general es hoy algo prácticamente constatable. Desde una perspectiva ge-
neral, muchos de los aspectos que hoy en día caracterizan las relaciones entre la ciencia y la sociedad
contemplan esta necesidad de crear, restablecer la confianza, de una u otra manera. Muchos temas es-
pecialmente sensibles en la opinión pública han puesto de relieve la importancia de este aspecto y la
dificultad de llegar a unos equilibrios delicados pero necesarios». Véase «La credibilidad de los resul-
tados y la legitimidad de los procedimientos en la encrucijada del debate científico y jurídico», en In-
229
libre mercado y protección ambiental
230
la integración del medio ambiente en los procesos de normalización
y la prevención de restricciones al mercado interior
La técnica del opting out se inscribe, pues, en una dinámica funcional particu-
lar. Ella es consustancial a la función cuasi-legislativa o cuasi-normativa de de-
terminadas organizaciones internacionales, pero a la vez posibilita mecanismos o
procedimientos específicos de aceptación por parte de los Estados que garantizan
el respeto a su soberanía. En definitiva, permite encontrar un equilibrio entre la
autonomía de la voluntad de los Estados y el ejercicio de funciones normativas
por parte de determinadas organizaciones internacionales (por ejemplo, la Orga-
nización Mundial de Meteorología o la Unión Internacional de Telecomunicacio-
nes). De este modo se logra la armonización o uniformidad técnica que resulta
necesaria para el correcto desarrollo entre los Estados en un concreto ámbito de
actividad (por ejemplo, en materia de medidas sanitarias y fitosanitarias).
555
Sobre el papel de las normas técnicas en el ámbito de la seguridad industrial, véase Álvarez
García, V., Derecho de la regulación económica (S. Muñoz Machado, dir.), vol. VII «Industria»,
Iustel, Madrid, 2010, especialmente pp. 129 y ss. Volumen redactado íntegramente por este autor y en
donde se encuentra ampliamente citada la bibliografía existente sobre el tema en nuestro país.
556
Mbengue, M. M., «Technique de l’opting out : acceptaion par les États des normes techniques
internationales», en Les enjeux de la normalisation technique internationale (Entre evironnement,
santé et commerce international) (Brosset & Truilhé-Marengo, dir.), La Documentation française,
París, 2006, p. 121.
557
Es el caso de las normas regulatorias de Basilea III, desarrolladas por la comunidad internacio-
nal de 27 jurisdicciones pertenecientes al Comité de Basilea (Comité de Supervisión Bancaria de Ba-
silea – BCBS), representada por 44 bancos centrales y autoridades supervisoras.
231
libre mercado y protección ambiental
558
Sassen, S., Territorio, autoridad y derechos (de los ensamblajes medievales a los ensamblajes
globales), Buenos Aires, Madrid, 2010, p. 256.
559
Al respecto véase Darnaculleta, M. / Tarrés, M., «Adelgazamiento del Estado y moderniza-
ción administrativa. A propósito del informe Schlanker Staat», en Revista Catalana de Derecho Públi-
co, núm. 26, 2000.
560
No está de más recordar aquí las palabras de James M. Buchanan cuando advertía que hacer
cumplir la ley es esencial, «pero la negativa de aquellos que cumplen la ley a castigar, y a castigar de
manera efectiva, a aquellos que la incumplen augura, por fuerza, la erosión y la destrucción del orden que
observamos». Los límites de la libertad. Entre la anarquía y el Leviatán, Katz, Buenos Aires, 2009, p. 14.
232
la integración del medio ambiente en los procesos de normalización
y la prevención de restricciones al mercado interior
561
Esteve Pardo, J. El desconcierto del Leviatán (política y derecho ante las incertidumbres de
la ciencia), Marcial Pons, Madrid, 2009, pp. 126-127.
562
Willke, H., Supervision des Staates, Suhrkamp, Frankfut am Main, 1997, p. 186.
563
Bermejo Vera, J., El declive de la seguridad jurídica en el ordenamiento plural, Thomson/
Civitas, Navarra, 2005, p. 14.
233
libre mercado y protección ambiental
Entre las más recientes aportaciones sobre esta entidad hay que destacar Murphy, C.N. y Ya-
564
tes, J., The International Organization for Standardization (ISO). Global governance through volun-
tary consensus, Routledge, Nueva York, 2009.
234
la integración del medio ambiente en los procesos de normalización
y la prevención de restricciones al mercado interior
565
Véase Beck, U., Políticas ecológicas en la edad del riesgo (Antídotos. La irresponsabilidad
organizada), El Roure, Barcelona, 1998, pp. 201 y ss.
566
Véase: http://ec.europa.eu/enterprise/policies/european-standards/standardisation-policy/
index_en.htm
567
Entre sus considerandos (2) este Reglamento refiere «los principios fundamentales» de la nor-
malización, de acuerdo con lo previsto por la Organización Mundial de Comercio, «a saber –dice-,
coherencia, transparencia, apertura, consenso, aplicación voluntaria, independencia respecto de los
intereses particulares y eficacia (…) De acuerdo –añade– con estos principios fundamentales, es im-
portante que todas las partes interesantes pertinentes, incluidos los poderes públicos y las pequeñas y
medianas empresas (PYME), participen oportunamente en el proceso de normalización nacional
y europeo. Los organismos nacionales de normalización también deben alentar y facilitar la participa-
ción de las partes interesadas». Asimismo, el artículo 5 del Reglamento dispone que: «1. Las organiza-
235
libre mercado y protección ambiental
A esta primera circunstancia, hay que añadir una segunda no menos relevan-
te consistente en que ese carácter de autoridad cuasi-reglamentaria de la norma
técnica se ve favorecido por la tendencia de los jueces a invalidar las certifica-
ciones o medidas atribuidas a tecnologías que no son conformes a las normas
técnicas. Por tanto, si bien las normas técnicas no son obligatorias, ni tienen
fuerza jurídica, los jueces se inspiran en ellas en el momento de valorar una
relación jurídica. Las normas técnicas son, sin duda, un elemento de referencia
en la medida que facilitan a los jueces una apreciación de la situación jurídica.
Existe, pues, una natural tendencia a las normas técnicas, ya que en ellas se
encuentra un mecanismo cómodo para determinar la media común del estado
ciones europeas de normalización promoverán y facilitarán una representación adecuada y una partici-
pación efectiva de todas las partes interesadas pertinentes, incluidas las PYME, las organizaciones de
consumidores y las partes interesadas de los ámbitos social y medioambiental, en sus actividades
de normalización (…)». En este sentido, el Anexo III del Reglamento establece la posibilidad de otor-
gar financiación a «una organización europea que represente los intereses medioambientales en las
actividades europeas de normalización». El Reglamento 1025/2012 aparece publicado en el DOUE L
316, de 14 de noviembre de 2012.
568
Ibid. cdo. (5): «(L)as normas europeas desempeñan un papel muy importante en el mercado
interior, gracias, por ejemplo, al uso de normas armonizadas en la presunción de conformidad de los
productos que se ponen en el mercado con los requisitos esenciales relativos a esos productos estable-
cidos en la legislación de armonización pertinente de la Unión»
236
la integración del medio ambiente en los procesos de normalización
y la prevención de restricciones al mercado interior
de la técnica. Esto mismo sucede en el caso de la OMC, donde si bien las nor-
mas allí adoptadas no tienen carácter vinculante y no se considera que sean di-
rectamente aplicables, en cambio los órganos de seguimiento de los acuerdos
tienen como finalidad la verificación de que no existe ninguna incompatibilidad
o contradicción entre esas normas y los reglamentos técnicos (normas jurídicas
de cada Estado). Más significativo aún es el hecho de que esa verificación se
realiza incluso en el caso de que esa norma no haya sido aceptada por el Estado.
En cualquier caso, estas circunstancias no deben ocultar el hecho de una
distinción importante, la que existe entre la cuestión sobre la naturaleza jurídica
de estas normas, y su pertenencia al sistema jurídico, junto a la cuestión de su
obligatoriedad de facto. Si bien el criterio de la juridicidad viene determinado
en gran medida por la existencia de un elemento coercitivo, el mismo no es en
sí un criterio sustancial de la norma jurídica. Sí lo es, en cambio, el que la nor-
ma jurídica haya sido sancionada por quien tiene la legitimidad: el Estado. Una
norma técnica puede tener efectos jurídicos sin que ello signifique que se haya
transformado en una norma jurídica con todos los efectos que esa transforma-
ción implicaría. Por tanto, las normas técnicas conservan en todo caso su rasgo
característico: son de aplicación facultativa. La incitación a su uso se explica
entonces por el hecho de los Estados, y los fabricantes no tienen otra elección
equivalente. Es decir, si se recurre a la norma técnica hay una presunción de
conformidad, si no se recurre a la norma deberá entonces probarse el cumpli-
miento con las obligaciones finalistas perseguidas por la norma no aplicada.
Este es el caso de la OMC; los Estados se refieren habitualmente a las normas
internacionales con el fin de beneficiarse de las ventajas ofrecidas por las dis-
posiciones de los acuerdos. Las normas constituyen la única referencia común-
mente admitida para apreciar la validez de una medida estatal. Considerar lo
contrario supondría reconocer a los Estados el derecho a reconocer el nivel de
protección contra los riesgos, lo cual es exactamente lo contrario a lo que se
persigue por los acuerdos de la OMC.
Sin ánimo de extendernos en los antecedentes de este sistema, por otro lado
ampliamente conocidos, solo recordaremos que la Directiva del Consejo 92/59/
CEE de 29 de junio de 1992, concerniente a la seguridad general de los produc-
tos, tenía como objetivo garantizar una armonización y organización progresiva
de esa «seguridad» a través de una puesta en conformidad de los productos bien
a las normas técnicas nacional (derivadas de las normas técnicas europeas),
bien a las especificaciones técnicas comunitarias, en caso de existir, o en su
defecto a códigos de conducta. Esta Directiva de 1992, objeto de diferentes
237
libre mercado y protección ambiental
238
la integración del medio ambiente en los procesos de normalización
y la prevención de restricciones al mercado interior
569
Allí se establece lo siguiente: «Quedarán prohibidas entre los Estados miembros las restriccio-
nes cuantitativas a la importación, así como todas las medidas de efecto equivalente».
570
COM (2011) 311 final: «Una visión estratégica de las normas europeas: avanzar para mejorar
y acelerar el crecimiento sostenible de la economía europea de aquí a 2020».
571
Ibid. p. 12.
239
libre mercado y protección ambiental
572
Sobre el papel de la normalización en lo que se refiere a la competitividad empresarial y la libre
competencia, véase Marcou, G., «La procédure de normalisation et l’innovation», Revue française de
droit administratif, enero-febrero 2011, especialmente pp. 138-139.
573
Al respecto se ha pronunciado ya en diversas ocasiones el Tribunal de Justicia de la Unión
Europea, entre ellas con la Sentencia de 9 de diciembre de 2008 (Comisión v. Francia). Un comentario
a la misma puede encontrarse en Esteve Pardo, J. y Tarrés Vives, M., «Tribunal de Justicia de la
Comunidad Europea: la relevancia de la cuestión prejudicial en la interpretación del derecho comuni-
tario ambiental», en Observatorio de Políticas Ambientales 2010 (F. López Ramón, coord.), Aranzadi-
Thomson Reuters, Navarra, pp. 100-101 y 118-119. Sobre el tema véase en esta misma obra el anterior
trabajo de Iñigo Urrutia Libarona, «Comercialización de transgénicos y medio ambiente».
240
la integración del medio ambiente en los procesos de normalización
y la prevención de restricciones al mercado interior
574
Véase en este extremo el trabajo de García-Álvarez, G., «La incidencia de la Directiva de
Servicios en el Derecho ambiental», en El impacto de la Directiva de Servicios en las Administracio-
nes Públicas: aspectos generales y sectoriales (V. Aguado y B. Noguera, dirs.), Atelier, Barcelona,
2012, pp. 341 y ss.
575
Disponible en: http://ec.europa.eu/internal_market/services/docs/services-dir/guides/
handbook_es.pdf
576
Ibid. pp. 41
241
libre mercado y protección ambiental
577
Reglamento (CE) núm. 1221/2009, relativo a la participación voluntaria de organizaciones en
un sistema comunitario de gestión y auditorías medioambientales. Véanse las páginas que en este
mismo libro se dedican por parte de Ángel Ruiz de Apodaca al Reglamento EMAS en su trabajo
«Transparencia empresarial e importancia ambiental».
578
Véase Pernas García, J.J., «El efecto desregulador de la Directiva de servicios y su incidencia
en la ordenación administrativa ambiental», en La Termita Bolkestein. Mercado único vs. derechos
ciudadanos (A. Nogueria, dir.), Civitas, 2012, especialmente pp. 310-311.
579
Disponible en la web de AENOR: http://www.aenor.es/DescargasWeb/normas/CEN_GUIA_15_
es.pdf
242
la integración del medio ambiente en los procesos de normalización
y la prevención de restricciones al mercado interior
243
libre mercado y protección ambiental
581
Véase Mellado Ruiz, L., Bioseguridad y Derecho (La Administración ante los riesgos de la
tecnología de la vida), Comares, Granada, 2004, p. 151.
582
Sobre esta cuestión puede verse Tarrés Vives, M., «Bioseguridad y normas técnicas», en Re-
vista Catalana de Dret Públic, núm. 36, 2008. Disponible en: http://www10.gencat.net/eapc_revista-
dret/revistes/Els_reptes_del_dret_public_davant_les_ciencies_de_la_vida/Bioseguretat_i_normes_
tecniques/es?set_language=es&cl=es
583
Véase Esteve Pardo, J. y Tarrés Vives, M., en Observatorio de Políticas Ambientales 2012
(F. López Ramón, coord.), pp. 132-133. También el citado trabajo de Iñigo Urrutia, especialmente el
capítulo III.
244
la integración del medio ambiente en los procesos de normalización
y la prevención de restricciones al mercado interior
584
El proyecto KeLDA ha puesto en evidencia que la distribución del material genético modifica-
do muestra desviaciones altamente significativas debido al azar. Efectivamente, los primeros resulta-
dos del proyecto habrían revelado una gran variabilidad en la presencia de material genéticamente
modificado, desde un 0,01% hasta un 96,4%, lo que, con un error analítico por debajo del 20%, supon-
dría que existe una variación real del contenido de OMG.
585
La norma UNE-EN 45020:2007 define especificación técnica como «documento que especifica
los requisitos técnicos que debe satisfacer un producto, proceso o servicio».
245
libre mercado y protección ambiental
586
Muy ilustrativo resulta el libro de Murphy, C.N., International Organization and Industrial
Change (Gloval Governance since 1850), Polity Press, Cambrige, 1994 (reimpresión de 2004).
587
Veáse el Informe sobre el Comercio Mundial 2007 (disponible en http://www.wto.org/indexsp.
htm -pág. 383-). El Codex viene realizando sus trabajos sobre normas alimentarias en estrecha colabo-
ración con la FAO y la OMS (véase el Informe de la Comisión del Codex alimentarius sobre el Progra-
ma conjunto FAO/OMS sobre normas alimentarias, de julio de 2007. Disponible en: ftp://ftp.fao.org/
codex/Alinorm07/al30REPs.pdf).
588
El Acuerdo MSF se aplica en determinadas circunstancias a los OMG. Según la definición de
medida sanitaria o fitosanitaria, el acuerdo se aplica a la medida adoptada para proteger la vida de las
personas o animales contra los riesgos resultantes de los aditivos, los contaminantes, las toxinas o los
organismos patógenos en sus alimentos, bebidas o piensos; para proteger la vida de las personas contra
las enfermedades propagadas por vegetales o animales (zoonosis); para proteger la vida de los anima-
les o las plantas contra las plagas, enfermedades, u organismos patógenos; para proteger un país contra
el daño causado por la entrada, radicación o propagación de plagas.
246
la integración del medio ambiente en los procesos de normalización
y la prevención de restricciones al mercado interior
589
Según el artículo 3, letra g), del Protocolo, por «organismo vivo modificado» se entiende cual-
quier organismo vivo que posea una combinación nueva de material genético que se haya obtenido
mediante la aplicación de la biotecnología moderna».
590
Maljean-Dubois, S., «Relations entre normes techniques et normes juridiques: illustrations à
partir de l’exemple du commerce internacional des produits biotechnologiques», en Les enjeux de la
normalisation technique internationale, op. cit., pp. 199-231.
247
libre mercado y protección ambiental
BIBLIOGRAFÍA
Álvarez García, V., Derecho de la regulación económica (S. Muñoz Machado, dir.),
vol. VII «Industria», Iustel, Madrid, 2010.
Beck, U., Políticas ecológicas en la edad del riesgo (Antídotos. La irresponsabilidad
organizada), El Roure, Barcelona, 1998.
591
Por ejemplo, AENOR adoptó en el año 2012 la norma ISO 26000, documento de referencia
mundial sobre la responsabilidad social; resultando la norma UNE-ISO 26000:2012 «Guía de respon-
sabilidad social». De igual modo se adoptó la UNE-ISO 20121 sobre «Sistemas de gestión de la soste-
nibilidad de eventos. Requisitos con recomendaciones de uso». Incluso en un sector tan relevante como
el ya comentado de la gestión de riesgos encontramos normas tan significativas como la UNE 179003
sobre «Gestión de riesgos para la seguridad del paciente». Todo ello debe situarse en un escenario que
suponía que a fines del año 2012 el corpus normalizador español estuviese integrado por 30.132 nor-
mas.
248
la integración del medio ambiente en los procesos de normalización
y la prevención de restricciones al mercado interior
249
libre mercado y protección ambiental
250
URBANISMO COMERCIAL Y MEDIO AMBIENTE:
EL RETO DE UN MODELO URBANO SOSTENIBLE
José Manuel Pérez Fernández
Profesor Titular de Derecho Administrativo
Universidad de Oviedo
I. INTRODUCCIÓN
592
En este sentido, Chueca Goitia, F., Breve historia del urbanismo, Alianza Editorial, Madrid,
3ª ed., 2011, se hace eco del pensamiento de Henry Pirenne, cuando afirma que «en ninguna civiliza-
ción la vida ciudadana se ha desarrollado con independencia del comercio y la industria» (p. 9); y cita
como claro ejemplo la ciudad medieval, afirma Chueca Goitia: «El verdadero motivo que da naci-
miento a la ciudad medieval, y que en cierto modo es el fundamento de toda sociedad en general, es el
comercio y la industria» (p. 109). Por su parte, Mumford, L., La ciudad en la historia. Sus orígenes,
transformaciones y perspectivas, Pepitas de calabaza ed., Logroño, 2012, pp. 56 y ss. [ed. original
1961, revisada en 1989], reconoce al mercado como un elemento dinámico (y fundacional) del hecho
urbano, fruto de la seguridad y la regularidad de la vida urbana. No obstante, matiza la razón de su
configuración como elemento permanente de la ciudad; según Mumford, ello se debe a «la existencia
de una población bastante grande que ofrezca una vida satisfactoria a mercaderes con relaciones dis-
tantes y costosos artículos de consumo, y con una productividad local suficiente que permita que el
excedente de productos urbanos se ofrezca en venta al público en general» (pp. 124-125).
593
Un examen exhaustivo de las relaciones complejas entre ciudad y comercio, puede verse en
Pérez Fernández, J.M., Urbanismo comercial y libertad de empresa, Marcial Pons, Madrid, 1998,
pp. 32-42.
251
libre mercado y protección ambiental
594
Véase Pérez Fernández, Urbanismo comercial…, op. cit., pp. 42-68. Es evidente que el desa-
rrollo de los formatos comerciales está estrechamente ligado a los procesos de expansión de la ciudad,
y muy en concreto, a la aparición de la ciudad suburbana y de nuevas formas de habitar el territorio,
estimulada por los avances tecnológicos en medios de transporte (el ferrocarril, en un primer momento,
y la generalización del automóvil más tarde) y de las infraestructuras viarias que les sirven de soporte
(redes de autopistas), lo que permitió una dispersión de los lugares de trabajo, de consumo o compra y
de ocio; véase Muñoz, F., Urbanalización. Paisajes comunes, lugares globales, ed. Gustavo Gili SL,
Barcelona, 2008, pp. 25-26. En este sentido, un buen ejemplo lo constituyen, en el caso norteamerica-
no, los primeros strip mall, un pequeño conjunto de tiendas localizadas en las principales vías públicas
de las áreas metropolitanas en expansión, surgidos para atender las necesidades de los habitantes
pendulares o commuters (1920-1940).
595
En relación con la confrontación ciudad difusa-ciudad compacta, véase Rogers, R., Ciudades
para un pequeño planeta, ed. Gustavo Gili SL, Barcelona, 2006, pp. 9-23; Muñoz, Urbanalización...,
op. cit., pp. 30-34.
596
En relación con el fracaso del planeamiento urbanístico como instrumento de control y ordena-
ción del gran equipamiento comercial, véase Villarejo Galende, H., Equipamientos comerciales.
Entre el urbanismo y la planificación comercial, Editorial Comares, Granada, 2008, pp. 377-379.
597
Expresión tomada de Muñoz, Urbanalización..., op. cit., p. 47.
598
Véase Verdú, V., El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción, Anagrama, Barce-
lona, 2003, pp. 40-42; Muñoz, Urbanalización..., op. cit., pp. 57-59.
252
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
599
El fenómeno de las «ciudades fantasma» y las «ciudades clones» es objeto de un interesante
análisis en el informe elaborado por la NEW ECONOMICS FOUNDATION, Ghost Town Britain,
2002, disponible en http://www.neweconomics.org/publications/ghost-town-britain
600
Véase Pérez Fernández, J.M., «Las relaciones entre la ciudad y el comercio: factores sociales,
económicos y urbanísticos», en AA.VV. (Coords. José Manuel Pérez Fernández y Begoña Álvarez
Álvarez), Estudios sobre la competitividad del comercio minorista urbano, SECA, KRK, Oviedo,
2007, pp. 28-31.
601
Véase al respecto Pérez Fernández, Urbanismo comercial…, op. cit., 69-71.
602
Un análisis del significado del llamado «urbanismo comercial» y la propuesta de su sustitución
por el término «ordenación espacial del comercio» puede verse en Pérez Fernández, Urbanismo co-
mercial…, op. cit., pp. 108-114; y López Pérez, F., El impacto de la directiva de servicios sobre el
urbanismo comercial, Atelier, Barcelona, 2009, pp. 202-216. Una visión crítica del significado del
urbanismo comercial en Villarejo Galende, Equipamientos comerciales…, op. cit., pp. 85-95.
253
libre mercado y protección ambiental
603
La relación entre la Directiva de Servicios y la ordenación del equipamiento comercial ha sido
abordada, de forma más exhaustiva, en algunos de mis últimos trabajos; véase, «La ordenación espa-
cial del gran equipamiento comercial y su adaptación a la Directiva de servicios: colisión de razones
imperiosas de interés general y solapamiento de controles», Revista Catalana de Dret Públic, núm. 42,
2011, pp. 297-334; y «La Directiva de servicios y su impacto en la ordenación del gran equipamiento
comercial», en AA.VV. (Dir.ª Alba Nogueira López), La termita Bolkestein: mercado único vs. dere-
chos ciudadanos, Thomson Reuters-Civitas, Navarra, 2012, pp. 325-368.
254
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
604
Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, versión consolidada, DOUE C 115, de 9 de
mayo de 2008; los citados preceptos se corresponden con los antiguos artículos 43 y 56 del Tratado cons-
titutivo de la Comunidad Europea (TCE). La libre prestación de servicios y el derecho de establecimien-
to constituyen la doble dimensión que integra la libre circulación de servicios: esto es, una de las cuatro
libertades económicas de circulación básicas del mercado interior comunitario, junto con la libre circula-
ción de mercancías, de trabajadores y de capitales, todas ellas consideradas como fundamentos de la
Comunidad por el Tratado de la Comunidad Económica Europea de 1957, en su Segunda Parte.
605
Cit. Fortes Martín, A., «Libertad de establecimiento de los prestadores de servicios en el
mercado interior bajo el nuevo régimen de la Directiva 2006/123 de 12 de diciembre», en AA.VV.
(Dir. Tomás de la Quadra-Salcedo y Fernández del Castillo), El mercado interior de servicios en
la Unión Europea. Estudios sobre la Directiva 123/2006/CE relativa a los servicios en el mercado
interior, Marcial Pons, Madrid, 2009, p.135.
606
Véase, Parejo Alfonso, L., «La desregulación de los servicios con motivo de la directiva
Bolkenstein: la interiorización, con paraguas y en ómnibus, de su impacto en nuestro sistema», El Cro-
nista del Estado Social y Democrático de Derecho, núm. 6, 2009, pp. 34-36; Linde Paniagua, E., «Liber-
tad de establecimiento de los prestadores de servicios en la Directiva relativa a los servicios en el merca-
do interior», Revista de Derecho de la Unión Europea, num. 14, 2008, p. 89; o Muñoz Machado, S.,
«Ilusiones y conflictos derivados de la Directiva de Servicios», Revista General de Derecho Administra-
tivo, núm. 21, 2009, p. 3. Sin embargo, Rivero Ortega, R., «Reformas del Derecho administrativo para
2010: la difícil transposición de la Directiva de Servicios en España», Revista Aragonesa de Administra-
ción Pública, núm. 34, 2009, pp. 63 y 64, considera un error reducir los muchos contenidos de la Direc-
tiva de Servicios a la mera «desregulación» o resumirla en la idea de «liberalización», en su opinión la
Directiva «no plantea una «desregulación» plena, ni mucho menos, porque las normas reguladoras de las
actividades de servicios, una vez estas se inician, se mantienen si están justificadas», y al ocuparse del
control de proporcionalidad al que se someten las autorizaciones administrativas, considera que dicho
control «no produce un efecto «desregulador», sino de «mejora regulatoria», pues si una intervención
administrativa no es proporcionada, razonablemente debería desaparecer».
255
libre mercado y protección ambiental
607
Un examen exhaustivo del régimen relativo a la libertad de establecimiento diseñado por la Di-
rectiva de Servicios, puede verse en Linde Paniagua, «Libertad de establecimiento…», op. cit., pp. 90-
100; Fortes Martín, «Libertad de establecimiento…», op. cit., pp. 142-158; Rivero Ysern, E., «La
actividad de intervención en la Directiva de Servicios: autorizaciones administrativas, declaraciones
responsables y comunicaciones previas», en AA.VV. (Dir. Ricardo Rivero Ortega), Mercado europeo
y reformas administrativas. La transposición de la Directiva de Servicios en España, Civitas-Thomson
Reuters, Navarra, 2009, pp. 154-163. Y un análisis completo de la LLAAS puede verse en Quadra-
Salcedo y Fernández del Castillo, T. de la (Dir.), La ordenación de las actividades de servicios:
Comentarios a la Ley 17/2009, de 23 de noviembre, Aranzadi-Thomson Reuters, Navarra, 2010.
256
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
608
La exclusión del comercio del contenido de la LMDLA suscitó algunas suspicacias; así, para
Rivero Ortega, R. «Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid: análisis del Proyecto de Ley
Ómnibus», en AA.VV., Retos y oportunidades de la transposición de la Directiva de Servicios, XXV
Edición del Libro Marrón, Círculo de Empresarios, Madrid, 2009, pp. 349-350, no deja de resultar
sorprendente que se omita de la LMDLA el comercio, que, a su juicio, «se ha convertido en la reforma
central y más discutida que puede derivarse de la transposición de la Directiva de Servicios»; y conclu-
ye con una sospecha: «Sacar de la estrategia general de transposición de la Directiva de Servicios al
sector comercial puede ser considerado un indicio de que, precisamente en este ámbito, el enfoque es
distinto. No tan ambicioso ni tan decidido de cumplir los principios de libertad de establecimiento con-
sagrados por el Derecho comunitario. Los intereses contrapuestos son muchos y de gran alcance, como
se puede observar también en el ámbito autonómico, que condiciona la aproximación del Estado».
609
En relación con la respuesta gubernamental a los efectos de la crisis en nuestra economía, po-
demos hacer mención del Real Decreto-ley 19/2012, de 25 de mayo, de medidas urgentes de liberali-
zación del comercio y de determinados servicios, y del Real Decreto-ley 20/2012, de 13 de julio, de
medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad. El Real De-
creto-ley 19/2012 ha sido derogado por la Ley 12/2012, de 26 de diciembre, de contenido sustancial-
mente idéntico.
610
Nos referimos a las modificaciones introducidas, en relación con los principios de intervención
de las Administraciones públicas, el procedimiento administrativo o el régimen de silencio, por la
LMDLA y la Ley 2/2011, de 4 de marzo, de Economía Sostenible, en la Ley 7/1985, de 2 de abril,
reguladora de las Bases del Régimen Local; la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico
de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común; o el Texto Refundido
de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales, aprobado por el Real Decreto Legislativo 2/2004, de
5 de marzo, entre otras normas.
257
libre mercado y protección ambiental
611
En el momento de redactar estas líneas, la adaptación de la normativa autonómica vigente en
materia de comercio se ha llevado a cabo a través de las siguientes vías: (1) Andalucía: Decreto-ley
3/2009, de 22 de diciembre, por el que se modifican diversas leyes para la transposición en Andalucía de
la Directiva 2006/123/CE, de 12 de diciembre de 2006, del Parlamento europeo y del Consejo, relativa a
los servicios en el mercado interior; convalidado por la Ley 3/2010, de 21 de mayo; y el Decreto Legis-
lativo 1/2012, de 20 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Comercio Interior
de Andalucía. (2) Aragón: Decreto-ley 1/2010, de 27 de abril, del Gobierno de Aragón, de modificación
de diversas leyes de la Comunidad Autónoma de Aragón para la transposición de la Directiva 2006/123/
CE del Parlamento europeo y del Consejo, de 12 de diciembre de 2006, relativa a los servicios en el
mercado interior. (3) Illes Balears: Ley 8/2009, de 16 de diciembre, de reforma de la Ley 11/2001, de 15
de junio, de ordenación de la actividad comercial en las Illes Balears para la transposición de la Directiva
2006/123/CE del Parlamento europeo y del Consejo, de 12 de diciembre de 2006, relativa a los servicios
en el mercado interior; y Decreto-ley 11/2012, de 19 de octubre, por el que se modifica la Ley 11/2001,
de 15 de junio, de ordenación de la actividad comercial en las Illes Balears. (4) Canarias: Ley 12/2009,
de 16 de diciembre, reguladora de la Licencia Comercial; Ley 8/2011, de 8 de abril, por la que se modi-
fica la Ley 4/1994, de 25 de abril; y el Decreto Legislativo 1/2012, de 21 de abril, por el que se aprueba
el Texto Refundido de las Leyes de Ordenación de la Actividad Comercial de Canarias y reguladora de
la licencia comercial. (5) Cantabria: Ley 2/2010, de 4 de mayo, para la modificación de la Ley 1/2002, de
26 de febrero, del Comercio de Cantabria y de otras normas complementarias para su adaptación a la
Directiva 2006/123/CE, del Parlamento europeo y del Consejo, de 12 de diciembre de 2006, relativa a los
Servicios en el Mercado Interior. (6) Castilla y León: Decreto-ley 3/2009, de 23 de diciembre, de Medidas
de Impulso de las Actividades de Servicios. (7) Castilla-La Mancha: Ley 2/2010, de 13 de mayo, de co-
mercio. Modificada por la Ley 1/2013, de 21 de marzo, de medidas para la dinamización y flexibilización
de la actividad comercial y urbanística en Castilla-La Mancha (8) Cataluña: Decreto-ley 1/2009, de 22 de
diciembre, de ordenación de los equipamientos comerciales; y Decreto Legislativo 3/2010, de 5 de octu-
bre, para la adecuación de normas con rango de Ley a la Directiva 2006/123/CE, del Parlamento y del
Consejo, de 12 de diciembre de 2006, relativa a los servicios en el mercado interior. (9) Extremadura: Ley
7/2010, de 19 de julio, de modificación de la Ley 3/2002, de 9 de mayo, de Comercio. (10) Galicia: Ley
13/2010, de 17 de diciembre, de comercio interior (modificada parcialmente por la Disposición Adicional
5ª de la Ley 2/2012, de 28 de marzo, de protección general de las personas consumidoras y usuarias). (11)
Madrid: Ley 8/2009, de 21 de diciembre, de Medidas Liberalizadoras y de Apoyo a la Empresa Madrile-
ña; y Ley 2/2012, de 12 de junio, de Dinamización de la Actividad Comercial en la Comunidad de Ma-
drid. (12) Murcia: Ley 12/2009, de 11 de diciembre, por la que se modifican diversas leyes para su
adaptación a la Directiva 2006/123/CE, del Parlamento europeo y del Consejo de 12 de diciembre de
2006, relativa a los servicios en el mercado interior. (13) Navarra: Ley Foral 6/2010, de 6 de abril, de
modificación de diversas leyes forales para su adaptación a la Directiva 2006/123/CE, relativa a los ser-
vicios en el mercado interior. (14) País Vasco: Ley 7/2012, de 23 de abril, de modificación de diversas
leyes para su adaptación a la Directiva 2006/123/CE, de 12 de diciembre, del Parlamento europeo y del
Consejo, relativa a los servicios en el mercado interior. (15) Principado de Asturias: Ley 9/2010, de 17 de
diciembre, de Comercio Interior, y Decreto asturiano 119/2010, de 15 de septiembre, por el que se aprue-
ba definitivamente la Revisión de las Directrices Sectoriales de Equipamiento Comercial. (16) La Rioja:
Ley 6/2009, de 15 de diciembre, de Medidas Fiscales y Administrativas para el año 2010. (17) Comuni-
dad Valenciana: Ley 3/2011, de 23 de marzo, de comercio; y Ley 6/2012, de 24 de octubre, de Medidas
Urgentes para el Impulso de la Actividad Comercial y la Eliminación de Cargas Administrativas.
258
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
612
El Consejo de Estado, en su Dictamen 985/2009, de 25 de junio de 2009, punto 4, apdo. B,
señala que «la afirmación que realizan los Estatutos de Autonomía de la competencia de comercio in-
terior como competencia exclusivamente autonómica ha de comprenderse dentro del respeto al resto
de los títulos que al Estado reserva el artículo 149 CE, que suponen unos límites dentro de los cuales
deben interpretarse aquellas cláusulas estatutarias, haciéndose eco de la jurisprudencia constitucional.
La competencia autonómica en materia de comercio cuyo alcance fue fijado (en materia de licencias
comerciales y planificación del equipamiento comercial) y avalado por el Tribunal Constitucional en
las SSTC 225/1993, de 8 de julio; 227/1993, de 9 de julio; 228/1993, de 9 de julio y 264/1993, de 22
de julio, entre otras».
613
El Estatuto de Autonomía de Andalucía de 2007 dispone en su artículo 58.1.1 que la Comuni-
dad asume la competencia exclusiva en: «La ordenación administrativa de la actividad comercial, in-
cluidos las ferias y mercados interiores; la regulación de los calendarios y horarios comerciales, respe-
tando en su ejercicio el principio constitucional de unidad de mercado y la ordenación general de la
economía; el desarrollo de las condiciones y la especificación de los requisitos administrativos necesa-
rios para ejercer la actividad comercial; la regulación administrativa de todas las modalidades de venta
y formas de prestación de la actividad comercial; la clasificación y la planificación territorial de los
equipamientos comerciales, incluido el establecimiento y la autorización de grandes superficies comer-
ciales; el establecimiento y la ejecución de las normas y los estándares de calidad relacionados con la
actividad comercial; la adopción de medidas de policía administrativa con relación a la disciplina de
mercado, y la ordenación administrativa del comercio interior, por cualquier medio, incluido el elec-
trónico, sin perjuicio en este último caso de lo previsto en la legislación del Estado». Competencia
exclusiva que, según el artículo 42.2.1 del Estatuto, «comprenden la potestad legislativa, la potestad
reglamentaria y la función ejecutiva, íntegramente y sin perjuicio de las competencias atribuidas al
Estado en la Constitución. En el ámbito de sus competencias exclusivas, el derecho andaluz es de
aplicación preferente en su territorio sobre cualquier otro, teniendo en estos casos el derecho estatal
carácter supletorio». En términos similares, véanse los artículos 110 y 121 del Estatuto de Autonomía
de Cataluña de 2006. El reformado Estatuto de Autonomía de Castilla y León se mantiene, en cambio,
más apegado a las fórmulas estatutarias tradicionales, si bien con un mayor detalle en el alcance de la
competencia autonómica; así, el artículo 70.1.20 atribuye a la Comunidad competencia exclusiva en
«20.Comercio interior, sin perjuicio de la política general de precios, de la libre circulación de bienes
en el territorio del Estado y de la legislación sobre defensa de la competencia. Regulación y autoriza-
ción de grandes superficies comerciales, en el marco de la unidad de mercado. Calendarios y horarios
comerciales, en el marco de la normativa estatal. Ferias y mercados interiores. Establecimiento de
bolsas de valores y establecimiento y regulación de centros de contratación de mercancías, conforme a
la legislación mercantil». Véase, en relación con las previsiones establecidas en los nuevos Estatutos
de Autonomía, Villarejo Galende, Equipamientos comerciales…, op. cit., pp. 251-254.
259
libre mercado y protección ambiental
cuanto el citado título competencial ampara una regulación que incide de forma
sustancial en el urbanismo comercial: esto es, la definición de establecimiento
comercial (artículo 2), y el régimen de instalación de los establecimientos co-
merciales (artículo 6)614.
El Consejo de Estado, en su dictamen sobre la norma, considera que la solu-
ción adoptada por el legislador estatal es correcta, en cuanto se ajusta a la juris-
prudencia constitucional615. En este sentido, es preciso hacernos eco de la capital
Sentencia 124/2003, de 19 de junio, en la que el Tribunal Constitucional se pro-
nunció sobre la posibilidad de que el Estado establezca normas de carácter bási-
co, ex artículo 149.1.13 CE, sobre los establecimientos comerciales. Según el
Alto Tribunal, la finalidad de la regulación prevista en los artículos 6.1, 6.2 y 7 de
la LOCM, «no es regular la instalación de los grandes establecimientos […] sino
adoptar una norma básica de ordenación económica respecto del sistema de dis-
tribución, en concreto del subsistema de los grandes establecimientos, fijando
unos criterios globales de ordenación de este sector que poseen una clara inciden-
cia sobre la actividad económica general: la sujeción de la apertura de tales esta-
blecimientos a licencia comercial específica, y su otorgamiento por la Adminis-
tración autonómica mediante la ponderación de la existencia de un equipamiento
comercial adecuado en la zona afectada por el nuevo, y los efectos que este puede
ejercer en la estructura comercial» (FJ 3). Además, repasa su propia doctrina
respecto a la competencia estatal en materia de «ordenación general de la econo-
mía», que puede abarcar «tanto las normas estatales que fijen las líneas directrices
y los criterios globales de ordenación de un sector concreto como las previsiones
de acciones o medidas singulares que sean necesarias para alcanzar los fines pro-
puestos dentro de la ordenación de cada sector (SSTC 95/1986, 213/1994, etc.)»
(STC 21/1999, de 25 de febrero, FJ 5). Y ello a condición de que el referido títu-
lo competencial no alcance a «incluir cualquier acción de naturaleza económica,
si no posee una incidencia directa y significativa sobre la actividad económica
general (SSTC 186/1988 y 133/1997), pues, de no ser así, “se vaciaría de conte-
nido una materia y un título competencial más específico” (STC 112/1995)»
(STC 21/1999, FJ 5), sin que de la invocación del interés general que representa
el Estado pueda resultar otra cosa por cuanto, según hemos dicho, el mismo se ha
de materializar a través del orden competencial establecido, excluyéndose así la
extensión de los ámbitos competenciales en atención a consideraciones mera-
mente finalísticas (SSTC 75/1989, de 24 de abril; 13/1992, de 6 de febrero)».
614
Junto al mencionado artículo 149.1.13 CE se invoca, de forma conjunta, en algunos casos el
artículo 149.1.18, y en dos supuestos los artículos 149.1.14 (mecanismo de repercusión de la responsa-
bilidad por incumplimiento) y 23 (proyectos que deben someterse a evaluación de impacto ambiental).
615
Solución que el Consejo de Estado, en su Dictamen 985/2009, de 25 de junio de 2009, sobre el
Anteproyecto de ley por la que se reforma la Ley 7/1996, de 15 de enero, de Ordenación del Comercio
Minorista, punto 4, apdos. B y C, considera suficiente y ajustada a la jurisprudencia constitucional, por
cuanto la regulación de la Ley 1/2010 «responde a la finalidad de fijar “líneas directrices y criterios
globales de ordenación”, consistentes en la liberalización del acceso a las actividades de prestación de
servicios –en este caso, en lo que hace al comercio minorista–; además, se trata de medidas que están
dotadas de “incidencia directa y significativa sobre la actividad económica general”».
260
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
616
Véase Tornos Mas, J., «La licencia comercial específica y el régimen de las autorizaciones en
la Directiva de Servicios», en AA.VV. (Dir.ª Helena Villarejo Galende), La Directiva de Servicios y
su impacto sobre el comercio europeo, Editorial Comares, Granada, 2009, p. 46.
617
Esta tesis, ya defendida en 1998, adquiere mayor vigencia en el momento actual por las exigen-
cias que se derivan de la Directiva europea y los excesos cometidos por el legislador autonómico en
estos últimos años. Véase, Pérez Fernández, Urbanismo Comercial…, op. cit., pp. 123-127; Villare-
jo Galende, Equipamientos comerciales…, op. cit., pp. 270-281.
618
La definición de gran equipamiento comercial se caracteriza por su heterogeneidad. Es cierto
que algunas Comunidades Autónomas han tomado los 2.500 m² de superficie útil de exposición y venta
261
libre mercado y protección ambiental
al público como referencia para establecer un régimen de autorización comercial específica o de informe
comercial vinculante: Cantabria, Castilla y León, Extremadura, Galicia o Comunidad Valenciana. Sin
embargo, otras Comunidades Autónomas introducen variables en la definición legal; así, Murcia distin-
gue los grandes equipamientos en función del formato (bienes cotidianos o bienes ocasionales, indivi-
duales o colectivos) y la superficie de venta [artículo 8 Ley 11/2006, de 22 de diciembre, sobre Régimen
del Comercio Minorista (versión 2009)]. La Rioja combina la población y la superficie de venta [artícu-
lo 26 Ley 3/2005, de 14 de marzo, de Ordenación de la Actividad Comercial y las Actividades Feriales
(versión 2009)]; y con una filosofía similar, Illes Balears y Canarias condicionan la definición de gran
equipamiento a la isla de implantación [artículo 13.1 Ley 11/2001, de 15 de junio, de Ordenación de la
Actividad Comercial (versión 2012); y artículo 41 Decreto Legislativo canario 1/2012, de 21 de abril].
Cataluña, en su artículo 6 del Decreto-ley 1/2009, de 22 de diciembre, de Ordenación de los Equipa-
mientos Comerciales, distingue entre grandes establecimientos comerciales: establecimientos indivi-
duales o colectivos, con una superficie de venta igual o superior a 1.300 m² e inferior a 2.500 m²; y
grandes establecimientos comerciales territoriales: establecimientos individuales o colectivos, con una
superficie de venta igual o superior a 2.500 m². La Comunidad Autónoma del Principado de Asturias
diferencia entre grandes equipamientos comerciales: superficie útil de exposición y venta al público ≥
2.500 m² y < 10.000 m²; y complejos comerciales o centros terciarios de comercio, ocio, hostelería y
servicios: superficie útil de exposición y venta al público > 10.000 m², pero lo hace no para someterlos
a una autorización comercial específica, sino a los efectos de concretar los criterios territoriales de im-
plantación (artículo 16 Ley 9/2010, de 17 de diciembre, de Comercio Interior).
619
Autorización en los términos expresados por el artículo 3.7 LLAAS: «cualquier acto expreso o
tácito de la autoridad competente que se exija, con carácter previo, para el acceso a una actividad de
servicios o su ejercicio» (la cursiva es nuestra), por lo que no se comprenden, como es obvio, ni las de-
claraciones responsables, ni las comunicaciones. Estamos, por tanto, ante un concepto de autorización
que excede el concepto tradicional de autorización en el derecho interno español, al englobar no solamen-
te las autorizaciones en sentido propio, sino también cualquier acto expreso o decisión implícita (silencio
administrativo) que sea exigido con carácter previo para el acceso a una actividad o su ejercicio.
620
Es necesario señalar, una vez más, la falta de homogeneidad en cuanto al régimen de autoriza-
ción comercial establecido por cada Comunidad Autónoma a la que hay que sumar, en algunos casos,
la cambiante opinión del legislador en un breve lapso de tiempo, baste, a este respecto, citar dos ejem-
plos. En Cataluña se han establecido diferentes niveles de intervención administrativa: un régimen de
licencia comercial autonómica para los establecimientos comerciales que superen los 2.500 m² de su-
perficie de venta (con matizaciones en función de su localización en o fuera de la llama trama urbana
consolidada), un régimen de declaración responsable para los establecimientos con una superficie de
venta igual o superior a 1.300 m² e inferior a 2.500 m², y un régimen de comunicación previa para otros
tipos y supuestos de establecimientos (véanse los artículos 17-22 Decreto-ley 1/2009). En Galicia, la
autorización comercial se exigió, en un primer momento, para la instalación, ampliación y traslado de
establecimientos comerciales con una superficie útil de exposición y venta al público superior a
2.500 m², pero solamente cuando su instalación se pretendiese ejecutar en suelo urbano no consolida-
do o en suelo urbanizable (artículo 7 bis Ley 10/1988, de 20 de julio, de Ordenación del Comercio
Interior de Galicia, en la redacción dada por la Ley 7/2009, de 22 de diciembre). Sin embargo, la vi-
gente Ley gallega 13/2010, de 17 de diciembre, de Comercio Interior, ha generalizado la exigencia de
la autorización comercial al descansar únicamente en el criterio de la incidencia supramunicipal, inci-
dencia que se presupone para todo establecimiento cuya superficie útil de exposición y venta al público
sea igual o superior a 2.500 m².
621
Véanse los artículos 8-11 Ley 1/2002, de 26 de febrero, del Comercio de Cantabria (versión
2010); artículos 36 y 37 Ley 3/2002, de 9 de mayo, de Comercio de la Comunidad Autónoma de Extre-
madura (versión 2010).
262
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
622
Véanse los artículos 41 y 42 Decreto Legislativo 1/2012, de 20 de marzo, por el que se aprueba
el texto refundido de la Ley del Comercio Interior de Andalucía; y el artículo 13 de la Ley vasca
7/1994, de 27 de mayo, de la Actividad Comercial (redacción dada por la Ley 7/2008, de 25 de junio).
En estos casos se podría cuestionar la pervivencia del informe autonómico, en cuanto constituye un
control más (control ex ante) que podría ser asumido por los Ayuntamientos (verificación de la adecua-
ción del proyecto al instrumento de ordenación territorial); pero lo que resulta más cuestionable, en
nuestra opinión, es mantener dicho informe en manos del Departamento competente en materia de
comercio, justificándolo en razones imperiosas de interés general vinculadas al medio ambiente y al
urbanismo.
623
Véanse los artículos 19-27 Ley Foral 17/2001, de 12 de julio, reguladora del comercio en Na-
varra (versión 2010), y los artículos 28 y 42-47 Ley Foral 35/2002, de 20 de diciembre, de Ordenación
del Territorio y Urbanismo. Esta figura ya fue utilizada en Navarra, en los albores del urbanismo co-
263
libre mercado y protección ambiental
mercial en España, en el Decreto Foral 154/1993, de 10 de mayo, un análisis del mismo en Pérez
Fernández, Urbanismo Comercial…, op. cit., pp. 251-257.
624
Véanse los artículos 18-20 de la Ley del Principado de Asturias 9/2010, de 17 de diciembre, de
Comercio Interior y los artículos 40-43 del Decreto asturiano 119/2010, de 15 de septiembre, por el
que se aprueba definitivamente la Revisión de las Directrices Sectoriales de Equipamiento Comercial.
625
Desde el escepticismo, Villarejo Galende, H., «Licencias comerciales: su persistencia tras la
Directiva de Servicios», ICE, núm. 868, 2012, septiembre-octubre, p. 110 (nota 64), señala que en las
regulaciones anteriores a la Directiva «se había hecho un uso torticero del urbanismo, de la ordenación
del territorio y de la protección del medio ambiente»; destaca la autora que «la preocupación ambiental
no operaba más que como una mera coartada ideológica para unos legisladores que, acomplejados por
sus incisivas políticas comerciales, se escudaban en los costes externos generados por los grandes es-
tablecimientos».
264
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
626
En relación con el reconocimiento del medio ambiente como razón imperiosa de interés gene-
ral, la STJUE de 11 de marzo de 2010, as. C-384/08, «Attanasio Group Srl contra Comune di Car-
bognano» (Rec. p. I-2059), apartado 50, afirma que «la jurisprudencia del Tribunal de Justicia ha
identificado cierto número de razones imperiosas de interés general que pueden justificar restriccio-
nes a libertades fundamentales garantizadas por el Tratado. Entre tales razones figuran […] la protec-
ción del medio ambiente (véanse, en especial, las sentencias de 20 de septiembre de 1988, Comisión/
Dinamarca, 302/86, Rec. p. 4607, apartado 9, y de 14 de diciembre de 2004, Radlberger Getränkege-
sellschaft y S. Spitz, C-309/02, Rec. p. I-11763, apartado 75) y la protección de los consumidores
(véanse, en particular, las sentencias de 4 de diciembre de 1986, Comisión/Francia, 220/83, Rec.
p. 3663, apartado 20; CaixaBank France, antes citada, apartado 21, y de 29 de noviembre de 2007,
Comisión/Austria, C-393/05, Rec. p. I-10195, apartado 52 y jurisprudencia citada)». La ordenación
del territorio también es reconocida como razón imperiosa de interés general; así, la STJCE de 29 de
abril de 1999, as. C-302/97, «Klaus Konle contra Republik Österreich» (Rec. p. I-3099), apartado 40,
señala que «en la medida en que un Estado miembro puede justificar su exigencia de autorización
previa al invocar un objetivo de ordenación del territorio como el mantenimiento, en interés general,
de una población permanente y una actividad económica autónoma respecto del sector turístico en
ciertas regiones, la medida restrictiva que constituye dicha exigencia solo puede admitirse si no se
aplica de forma discriminatoria y si otros procedimientos menos coercitivos no permiten llegar al
mismo resultado». Igualmente, la STJUE de 1 de octubre de 2009, as. C‑567/07, «Woningstichting
Sint Servatius» (Rec. p. I‑9021), apartado 29, afirma que «en relación con las justificaciones basadas
en razones imperiosas de interés general, debe recordarse que el Tribunal de Justicia ya admitió que
una normativa nacional restringiera la libre circulación de capitales para luchar contra la presión in-
mobiliaria o para mantener una población permanente en el medio rural a fines de ordenación del te-
rritorio (véanse, en este sentido, las sentencias antes citadas Konle, apartado 40; Reisch y otros,
apartado 34, y Festersen, apartados 27 y 28)».
265
libre mercado y protección ambiental
627
En el mismo sentido, López Pérez, El impacto de la directiva…, op. cit., pp. 39-40, quien acer-
tadamente trae a colación el Considerando 9 Directiva de Servicios: «La presente Directiva solo se
aplica a los requisitos que afecten al acceso a una actividad de servicios o a su ejercicio. Así, no se
aplica a requisitos tales como […] normas relativas a la ordenación del territorio, urbanismo y ordena-
ción rural, normas de construcción […], que no regulan específicamente o no afectan específicamente
a la actividad del servicio pero que tienen que ser respetadas por los prestadores en el ejercicio de su
actividad económica al igual que por los particulares en su capacidad privada».
628
Como señala Linde Paniagua, «Libertad de establecimiento…», op. cit., p. 91, «no significa
que baste aludir a dichas razones para que de modo automático pueda concurrir un régimen autoritati-
vo. Será necesario en todo caso preciso acreditar la exigencia de dicho régimen de acuerdo con los
parámetros valorativos establecidos por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas».
629
En relación con el criterio de oportunidad y proporcionalidad, la STJUE de 14 de diciembre de
2004, as. C-309/02, «Radlberger Getränkegesellschaft mbH & Co. y S. Spitz KG contra Land Baden-
Württemberg» (Rec. p. I-11794), apartado 75, afirma: «Según jurisprudencia reiterada, las medidas na-
cionales que puedan obstaculizar el comercio intracomunitario pueden estar justificadas por exigencias
imperativas derivadas de la protección del medio ambiente, siempre que las medidas de que se trate sean
proporcionadas al objetivo perseguido (sentencias Comisión/Dinamarca, antes citada, apartados 6 y 9, y
de 14 de julio de 1998, Aher-Waggon, C-389/96, Rec. p. I-4473, apartado 20)». Igualmente, la STJUE de
16 de febrero de 2006, as. C-215/04, «Marius Pedersen A/S contra Miljøstyrelsen» (Rec. p. I-1465),
apartado 31, insiste en el principio de proporcionalidad cuando señala: «Además, la oposición a un tras-
lado, por parte de la autoridad competente de expedición, basada en sus normas nacionales de valoriza-
ción, solo estará legalmente amparada en la medida en que estas últimas, con arreglo al principio de
proporcionalidad, sean adecuadas para alcanzar los objetivos perseguidos de prevención de riesgos para
la salud humana y el medio ambiente, y no vayan más allá de lo necesario para alcanzarlos (sentencia
EU-Wood-Trading, antes citada, apartado 49). Dichos riesgos no deben medirse con arreglo a considera-
ciones de índole general, sino sobre la base de investigaciones científicas apropiadas (sentencia EU-
Wood-Trading, antes citada, apartado 50)». En la misma línea, la ya citada STJUE de 11 de marzo de
2010, as. C-384/08, «Attanasio Group Srl contra Comune di Carbognano» (Rec. p. I-2059), apartado 51,
señala que «no obstante, procede recordar que, independientemente de que exista un objetivo legítimo
266
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
con arreglo al Derecho de la Unión, la justificación de una restricción de las libertades fundamentales
garantizadas por el Tratado presupone que la medida de que se trate pueda garantizar el alcance del obje-
tivo que persigue y no vaya más allá de lo necesario para alcanzar el objetivo perseguido (véanse, en ese
sentido, las sentencias de 26 de noviembre de 2002, Oteiza Olazábal, C-100/01, Rec. p. I-10981, aparta-
do 43; de 16 de octubre de 2008, Renneberg, C-527/06, p. I-7735, apartado 81; de 11 de junio de 2009,
X y Passenheim-van Schoot, C-155/08 y C-157/08, Rec. p. I-5093, apartado 47, y de 17 de noviembre de
2009, Presidente del Consiglio dei Ministri, C-169/08, Rec. p. I-10821, apartado 42). Además, una nor-
mativa nacional solo es adecuada para garantizar la consecución del objetivo alegado si responde verda-
deramente al empeño por hacerlo de forma congruente y sistemática (véanse, en particular, las sentencias
antes citadas Hartlauer, apartado 55, y Presidente del Consiglio dei Ministri, apartado 42)».
630
STJUE de 24 de marzo de 2011, as. C-400/08, «Comisión Europea contra Reino de España»
(Rec. p. I-01915), apartados 80-83.
631
En este sentido, resulta clarificador el documento «Detailed information on the implementation
of Directive 2006/123/EC on services in the internal Market» [Brussels, 8.6.2012, SWD (2012) 148 fi-
nal], cuando afirma: «The absolute prohibition contained in Article 14(5) of the Services Directive does
not concern planning requirements that serve overriding reasons relating to the public interest. Someti-
mes these planning requirements take into account economic data such as demand and supply figures.
The use of economic data and criteria as a means to attain other objectives, such as the protection of the
environment or town and country planning (e.g. safeguarding of the vitality of city centres) does not
constitute an economic needs test within the meaning of Article 14(5) of the Services Directive. In tho-
se cases, the use of economic data and criteria for the purpose of serving other reasons in the general
interest, such as safeguarding the vitality of city centres or protecting the environment, can be justified
if the restrictions are necessary and proportionate and the overriding public interests to be served are not
purely economic (that is, they do not protect existing competitors). Such requirements may have to be
examined according to other relevant provisions of the Services Directive and the Treaty».
267
libre mercado y protección ambiental
632
Véase el artículo 14.1 Ley 16/2002, de 19 de diciembre, de Comercio de Castilla y León (ver-
sión 2009); o el artículo 9.1 Ley 1/2002, de 26 de febrero, del Comercio de Cantabria (versión 2010).
Resulta llamativa la fórmula empleada en el artículo 11.4 Ley 11/2006, de 22 de diciembre, sobre
Régimen del Comercio Minorista de la Región de Murcia (versión 2009), cuando establece: «Los cri-
terios y requisitos que condicionen la concesión de la licencia comercial, o la denieguen, estarán basa-
dos en razones imperiosas de interés general, tal como se indica en la Directiva 2006/123/CE del Par-
lamento Europeo y del Consejo de 12 de diciembre de 2006, relativa a la prestación de servicios en el
mercado interior, entre otras, orden público, seguridad pública y salud pública, mantenimiento del or-
den en la sociedad, objetivos de política social, protección de los destinatarios de los servicios y de los
consumidores, protección de los trabajadores, incluida su protección social, prevención de la compe-
tencia desleal, protección del medio ambiente y del entorno urbano, incluida la planificación urbana y
rural, seguridad vial, conservación del patrimonio histórico y artístico».
633
Los principios rectores expresados en el citado artículo 4 son los que han de tomarse en consi-
deración para la concesión de la licencia comercial junto con los recogidos en el artículo 15.1 del De-
creto-ley 1/2009 de carácter exclusivamente territorial, urbanístico y ambiental. En concreto, el artícu-
lo 4.2 señala entre sus objetivos: «c) La potenciación de un modelo de ciudad compacta en que el uso
residencial se armoniza con las actividades comerciales y de servicios, para fortalecer las estructuras
comerciales como valores de la cultura mediterránea. d) La reducción de la movilidad para evitar los
desplazamientos innecesarios que congestionan las infraestructuras públicas e incrementan la contami-
nación atmosférica derivada del tráfico de vehículos. e) Asegurar la adecuada protección de los entor-
nos, incluidos los agrorurales y del medio ambiente urbano, rural y natural, reduciendo al máximo el
impacto de las implantaciones sobre el territorio. f) La preservación del suelo agrario, del patrimonio
histórico-artístico y del paisaje de Cataluña, con el fin de evitar su destrucción, deterioro, sustitución
ilegítima o transformaciones impropias, así como el impulso de su recuperación, rehabilitación y enri-
quecimiento, en concordancia con la normativa específica correspondiente».
Igualmente, el artículo 29.1 de la Ley 13/2010, de 17 de diciembre, de Comercio Interior de Gali-
cia: «El sometimiento a la autorización comercial autonómica de la instalación de establecimientos
comerciales tiene como finalidad garantizar la adecuada integración territorial del establecimiento co-
mercial a través de su planificación urbanística y de la ejecución previa de las infraestructuras y dota-
ciones necesarias, su compatibilidad desde el punto de vista de la protección del medio ambiente y la
accesibilidad de los ciudadanos a estos equipamientos en condiciones adecuadas».
268
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
634
Véanse artículo 17 Ley 11/2001, de 15 de junio, de Ordenación de la Actividad Comercial en
las Illes Balears (versión 2012); artículo 43.3 Decreto Legislativo 1/2012, de 21 de abril, por el que se
aprueba el Texto Refundido de las Leyes de Ordenación de la Actividad Comercial de Canarias y re-
guladora de la licencia comercial; artículo 9.2 Ley 1/2002, de 26 de febrero, del Comercio de Cantabria
(versión 2010); artículo 24 Ley 16/2002, de 19 de diciembre, de Comercio de Castilla y León (versión
2009); artículo 32.2 Ley 13/2010, de 17 de diciembre, del comercio interior de Galicia (versión 2012);
artículo 12 Ley 11/2006, de 22 de diciembre, sobre Régimen del Comercio Minorista de la Región de
Murcia (versión 2009); y artículo 27.2 Ley 3/2005, de 14 de marzo, de Ordenación de la Actividad
Comercial y las Actividades Feriales en la Comunidad Autónoma de La Rioja (versión 2009).
635
La Disposición Adicional 3ª dispone: «De acuerdo con los principios y objetivos de la presen-
te norma, se incorporan los establecimientos comerciales ubicados en edificios de nueva construcción
dentro del ámbito de aplicación del Decreto 21/2006, de 14 de febrero, por el cual se regula la adopción
de criterios ambientales y de ecoeficiencia en los edificios».
269
libre mercado y protección ambiental
636
Se ha reprochado en ocasiones que los criterios que sirven de fundamento a la concesión de la
autorización o del informe comercial resultan imprecisos y genéricos (así, lo hizo, por ejemplo, la Co-
misión Europea respecto de los fijados en su momento por Ley catalana 18/2005, de 27 de diciembre,
de equipamientos comerciales). La cuestión fue abordada por la STJUE de 24 de marzo de 2011, as.
C-400/08, «Comisión Europea contra Reino de España» (Rec. p. I-01915), apartados 117 y 118, en los
siguientes términos: «la Comisión no se opone a la naturaleza de estos criterios, sino únicamente a su
falta de precisión. Ahora bien, si se admite que la integración en el entorno urbano, los efectos sobre el
uso de la red viaria y del transporte público y la variedad de la oferta de que disponen los consumidores
son criterios lícitos a la hora de decidir si ha de autorizarse la apertura de un establecimiento comercial,
hay que observar, como lo hace la abogado general en el punto 116 de sus conclusiones, que resulta
difícil establecer a priori límites precisos sin introducir un grado de rigidez que podría resultar aún más
restrictivo de la libertad de establecimiento»; y concluye que «los criterios mencionados en el artículo
10 de la Ley 18/2005 no son imprecisos hasta el punto de resultar inadecuados para la realización de los
objetivos de ordenación del territorio, de protección del medio ambiente y de protección de los consu-
midores invocados por el Reino de España, ni desproporcionados con respecto a dichos objetivos».
270
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
637
El artículo 32.2.f) de la Ley gallega 13/2010, de 17 de diciembre, de Comercio Interior, señala
entre los criterios para la concesión de la autorización comercial: «La viabilidad y legalidad ambiental
del proyecto con cumplimiento de la normativa vigente en materia medioambiental, que contemplará
la adopción de medidas positivas de protección ambiental que reduzcan la contaminación acústica, la
emisión de gases de efecto invernadero y la producción de residuos, y su gestión mediante procedi-
mientos de valorización, preferentemente mediante reciclaje y reutilización, y la utilización del agua,
la energía, las materias primas y otros recursos de manera eficiente»; viabilidad y legalidad que se
acreditará mediante la declaración de impacto ambiental. Véanse también el artículo 13.2.c) Ley
11/2006, de 22 de diciembre, sobre Régimen del Comercio Minorista de la Región de Murcia (versión
2009); y el artículo 9.2.f) Ley 1/2002, de 26 de febrero, del Comercio de Cantabria (versión 2010).
638
En este sentido, es conocida la posición de rechazo a la autorización comercial autonómica
expresada por la Comisión Nacional de la Competencia con ocasión de la reforma de la LOCM, al en-
tender que si las finalidades de interés general que pretende proteger la segunda licencia ya están cubier-
tas por los regímenes de licencia municipal, resultaría redundante establecer la necesidad de una segun-
da autorización para controlar las aperturas de las grandes superficies, incrementándose el grado de
restricción a la competencia, así como la carga administrativa. Así manifiesta la Comisión Nacional de
la Competencia en La Reforma de la Ley del Comercio Minorista en el marco de la transposición de la
Directiva de Servicios, Madrid, abril 2009, pp. 9-10, y en su Informe 09/2009, sobre la reforma de la
Ley del Comercio Minorista, Madrid, mayo 2009, p. 5; ambos en www.cncompetencia.es
639
Véase al respecto de estas cuestiones Pérez Fernández, «La Directiva de servicios…», op. cit.,
pp. 358-365.
271
libre mercado y protección ambiental
640
La Evaluación Ambiental Estratégica es el objeto de la Directiva 2001/42/CE del Parlamento
Europeo y del Consejo, de 27 de junio de 2001, relativa a la evaluación de los efectos de determinados
planes y programas en el medio ambiente, incorporada a nuestro ordenamiento jurídico mediante la
Ley 9/2006, de 28 de abril, sobre evaluación de los efectos de determinados planes y programas en el
medio ambiente, y que implica que el proyecto de ordenación territorial se acompañe del pertinente
informe de sostenibilidad ambiental. Véase, al respecto, López Pérez, El impacto de la directiva…, op.
cit., pp. 190-197.
641
Véanse los artículos 56-60 de la Ley valenciana 4/2004, de 30 de junio, de Ordenación del
Territorio y Protección del Paisaje. Igualmente, los artículos 43 y 54 del Decreto Legislativo 1/2012,
de 21 de abril, por el que se aprueba el Texto Refundido de las Leyes de Ordenación de la Actividad
Comercial de Canarias y reguladora de la licencia comercial, vincula la licencia con los criterios esta-
blecidos en los Planes Territoriales Especiales de Grandes Equipamientos Comerciales previstos en
la Directriz de Ordenación General número 136 de la Ley 19/2003, de 14 de abril, por la que se aprue-
ban las Directrices de Ordenación General y las Directrices de Ordenación del Turismo de Canarias;
criterios que centran su atención en la protección del medio ambiente: movilidad, impacto sobre el
entorno urbano y el medio natural, o incidencia en materia de contaminación atmosférica y lumínica.
En las Illes Balears, los artículos 58-60 de la Ley 11/2001, de 15 de junio, de Ordenación de la Activi-
dad Comercial (versión 2009), recurre a la integración de los criterios de planificación del equipamien-
to comercial (en los que la tutela del medio ambiente es objetivo básico) bien en el plan territorial
insular respectivo, o bien a través de la elaboración y la aprobación específica de un plan director
sectorial. De forma más genérica, el artículo 15.3 Ley 16/2002, de 19 de diciembre, de Comercio de
Castilla y León (versión 2009), dispone: «A los efectos de lograr la adecuada y equilibrada integración
territorial de los establecimientos comerciales exigida en el apartado primero del presente artículo, se
utilizarán los instrumentos que la legislación de ordenación del territorio de Castilla y León tiene pre-
vistos para ordenar y regular actividades sectoriales y los mecanismos que la normativa urbanística de
Castilla y León contemple a los efectos de conformar los criterios aplicables a la planificación urbanís-
tica relacionados con el sector comercial» (en conexión con el artículo 20.2). Por su parte, el artículo
28 de la Ley riojana 3/2005, de 14 de marzo, de Ordenación de la Actividad Comercial y las Activida-
des Feriales (versión 2009), se refiere a unos «planes territoriales especiales de grandes establecimien-
tos comerciales» que podrán servir como instrumentos para el desarrollo de un urbanismo comercial,
272
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
de conformidad con lo dispuesto en el capítulo III del título I de la Ley 5/2006, de 2 de mayo, de Or-
denación del Territorio y Urbanismo de La Rioja, pero que no son uno de los instrumentos de ordena-
ción territorial previstos en la Ley 5/2006. Y en el caso de Cataluña el instrumento clave es la figura de
«trama urbana consolidada» (artículos 7-10 Decreto-ley 1/2009, de 22 de diciembre, de ordenación
de los equipamientos comerciales).
642
Véanse los artículos 27-29 y 42.2 Decreto Legislativo 1/2012, de 20 de marzo, por el que se
aprueba el texto refundido de la Ley del Comercio Interior de Andalucía. Un Acuerdo de 9 de octubre
de 2012, del Consejo de Gobierno, ha aprobado la formulación del citado Plan de Establecimientos
Comerciales.
643
Artículo 13.4 Ley vasca 7/1994, de 27 de mayo, de la Actividad Comercial (versión 2008); y el
Decreto 262/2004, de 21 de diciembre, por el que se aprueba definitivamente el Plan Territorial Secto-
rial de Creación Pública de Suelo para Actividades Económicas y de Equipamientos Comerciales de la
Comunidad Autónoma del País Vasco. El Plan realiza un análisis de la problemática territorial deriva-
da de la implantación de las grandes superficies comerciales ya existentes, o en avanzado estudio de
promoción, constatando su presencia en puntos significativos del territorio, ocupando plataformas
de suelo de alto valor estratégico y apoyándose en los principales enlaces de la red general de comuni-
caciones. El Plan enuncia, además, una propuesta para la regulación urbanística de este tipo de equipa-
mientos, con la finalidad de garantizar que, mediante la asignación de una escala dimensional adecua-
da y una distribución repartida por el conjunto del territorio, contribuyan a una configuración más
equilibrada y armónica de la nueva geografía urbana de la Comunidad Autónoma.
644
El artículo 25.1.d) de la Ley Foral 17/2001, de 12 de julio, reguladora del comercio (versión
2010), dispone que se valorará: «El impacto medio ambiental. Se evaluará la conformidad con la nor-
273
libre mercado y protección ambiental
mativa sectorial en materia de medio ambiente. Así mismo, se tendrá en cuenta la estimación de emi-
siones atmosféricas de CO2 derivadas de la movilidad causada, debiendo ser inferiores en un 20% a la
media de emisiones del ámbito donde se ubique el proyecto, salvo que las especiales circunstancias del
ámbito de implantación imposibiliten alcanzar estos niveles de emisión. En todo caso, la estimación de
las emisiones de CO2 derivadas de la movilidad causada y del funcionamiento del establecimiento
deberá ser inferior en un 20% a la media de emisiones que se estimen una vez contemplado el desarro-
llo urbanístico»; véanse también los artículos 19-29.
645
Como señala el párrafo 2º del artículo 1.2 DSEC: «La ciudad y el territorio forman un todo
indisociable e interdependiente, razón por la que se propugna un modelo de desarrollo urbano sosteni-
ble que: a) Tienda a favorecer la concentración de la población en las ciudades y las villas, y en sus
ámbitos periurbanos más próximos, como ordenación más eficiente, económica y ambientalmente,
para la prestación de servicios a la población, con el menor consumo energético y la mejor integración
social; b) Permita preservar el patrimonio natural, paisajístico y cultural de la edificación con carácter
general y de un consumo indiscriminado que agote el recurso territorio sin posibilidad de vuelta atrás,
además de provocar la pérdida de biodiversidad y los demás fenómenos asociados».
274
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
646
Según el artículo 9.1 DSEC, equipamientos comerciales de proximidad «aquellos estableci-
mientos individuales o colectivos dedicados al comercio al por menor de cualquier sector y, en todo
caso, los dedicados a la venta de productos de consumo cotidiano de alimentación, bebidas, higiene
personal, limpieza y artículos de hogar y prensa, y que respondan a las siguientes características: a)
Superficie útil de exposición y venta al público < a 2.500 m²; b) Localizados en zonas integradas en
la trama urbana consolidada y en las zonas de expansión de la trama urbana, y ubicados de forma
preferente en los bajos de edificios destinados a viviendas y/u oficinas, o en edificaciones indepen-
dientes y exentas, cuando así lo exija su dimensión o configure una ordenación urbanística unitaria».
275
libre mercado y protección ambiental
647
Los estudios de impacto territorial son una técnica de ordenación territorial considerada como
prioritaria en la consecución de los objetivos y criterios de la Estrategia Territorial Europea, aprobada
en 1999 por los ministros responsables de la ordenación del territorio de la Unión Europea, que afirma,
en este sentido, que los Estados miembros de la Unión Europea «deberían intensificar el intercambio
de experiencias en la realización de estudios de impacto territorial y continuar desarrollando las re-
glamentaciones y los instrumentos nacionales». Como señala la STJUE de 24 de marzo de 2011, as.
C-400/08, «Comisión Europea contra Reino de España» (Rec. p. I-01915), apartado 92, «la instaura-
ción de medidas preventivas y, por consiguiente, previas debe, en el presente contexto, considerarse
adecuada para garantizar la realización del objetivo de protección del medio ambiente. En efecto, la
adopción de medidas a posteriori, si se pone de manifiesto que la implantación de un establecimiento
comercial ya construido tiene un impacto negativo sobre la protección del medio ambiente, resulta una
alternativa menos eficaz y más costosa que el sistema de autorización previa. Este mismo razonamien-
to es aplicable en lo que respecta al objetivo de ordenación del territorio». Lo que puede entenderse
como un aval a la adopción de estos estudios de impacto territorial.
648
La EIA tiene por objeto, como se desprende del artículo 43.a) Decreto Legislativo 1/2004, de 22
de abril, por el que se aprueba el texto refundido de las disposiciones legales vigentes en materia de
ordenación del territorio y urbanismo (TROTU) y artículo 89.b) del Decreto278/2007, de 4 de diciem-
bre, por el que se aprueba el Reglamento de Ordenación del Territorio y Urbanismo del Principado de
Asturias (en adelante, ROTU), determinar «el posible impacto sobre el medio ambiente natural o edifi-
cado de determinados proyectos y actuaciones». La EIA se configura como una evaluación de los pro-
yectos desde un enfoque esencialmente ambiental, midiendo y evaluando las variaciones y efectos pro-
ducidos en el entorno físico-natural. Mientras que la EIE, según los artículos 43.b) del TROTU y 89.c)
del ROTU, tiene por objeto el «análisis de los costes y beneficios económicos y sociales derivados di-
recta e indirectamente de la actuación prevista, así como su incidencia en el sistema de núcleos de
población, infraestructuras, equipamientos y servicios, al objeto de prevenir, evitar o atenuar sus efec-
tos negativos sobre el territorio». La EIE se configura, por tanto, como una evaluación de los proyectos
o actuaciones desde un enfoque territorial, el cual resulta especialmente útil cuando la actuación proyec-
tada se localice en ámbitos profundamente antropizados o transformados y con una intensa actividad
económica, como ocurre con las ciudades. Dado que la EIE tiene como objeto valorar la incidencia de
determinados proyectos y actuaciones en elementos sustanciales de la estructura territorial existente, el
artículo 90.2.c) ROTU someterán a dicha evaluación a «aquellas actuaciones relativas a elementos de la
estructura del territorio definidos en el artículo 3 o con incidencia significativa sobre estos, en especial
los grandes equipamientos o superficies destinadas a actividades productivas o residenciales que gene-
ren una elevada movilidad o que requieran redes de servicios urbanos de alta capacidad».
276
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
que por su dimensión y localización tiene una indudable capacidad bien para
transformar la ciudad (cuando se localizan en la trama urbana en operaciones de
rehabilitación o regeneración o vinculados a la ejecución de singulares equipa-
mientos de ámbito cultural, social, deportivo o al servicio del transporte por ferro-
carril o de viajeros por carretera), bien para crear ciudad (en los casos de locali-
zaciones fuera de la trama urbana, como son los nuevos desarrollos residenciales)649.
Y añade, en el caso de los proyectos localizados fuera de la trama urbana, la EIA
para valorar en estos casos las variaciones y efectos producidos en el entorno fí-
sico-natural, en cuanto inciden sobre un ámbito no antropizado o transformado,
lo que permite, a través de los dos instrumentos, realizar un integral estudio de
impacto territorial en la línea marcada por la Estrategia Territorial Europea.
Este es, a grandes rasgos, el modelo por el que ha optado la Comunidad
Autónoma del Principado de Asturias; un modelo que expresa una clara apues-
ta por ordenar el equipamiento comercial con criterios territoriales y medioam-
bientales, pero en ningún caso de naturaleza económica. Un modelo, en defini-
tiva, que cree que el equipamiento comercial puede y debe ser, junto con otros
factores, clave en la consecución de un modelo urbano sostenible.
IV. CONCLUSIONES
La tutela del medio ambiente ha estado presente entre los objetivos del ur-
banismo comercial desarrollado en España desde sus orígenes. No obstante, se
ha de reconocer que, en un primer momento, su papel era más bien testimonial
(reconocimiento meramente formal) si se compara con los objetivos de política
comercial, que eran los prevalentes en la resolución del conflicto entre el co-
mercio tradicional y las grandes superficies.
La Directiva de Servicios al atribuir un carácter excepcional a los mecanis-
mos de control ex ante y prohibir las consideraciones de naturaleza económica
en su configuración, se ha convertido, junto a las normas de transposición al
ordenamiento jurídico interno, en una excelente oportunidad para desarrollar
649
En relación con la EIE conviene hacer una precisión en cuanto a su alcance: esto es, analizar
los costes y beneficios económicos y sociales derivados directa e indirectamente del proyecto de im-
plantación de un gran equipamiento comercial no puede entenderse, en ningún caso, como una evalua-
ción económica prohibida por la Directiva de Servicios. La EIE examina el proyecto de gran equipa-
miento comercial desde una perspectiva territorial: el impacto, en términos de beneficios y costes, de
la actuación, sobre la población, el sistema de núcleos de población y la localización de actividades
económicas, las infraestructuras, dotaciones, equipamientos y servicios, pero nunca sobre los compe-
tidores existentes o futuros. Beneficios como son su contribución al mantenimiento de la vitalidad del
centro urbano, a la recuperación de zonas urbanas degradadas, o a facilitar el acceso a servicios de
sectores de la población en riesgo o con escasa capacidad de movilidad. Costes como los que pueden
generar unos accesos mal configurados o una deficiente integración en la red de movilidad pública que
obligue a posteriores desembolsos de recursos públicos por parte de las autoridades locales; su inade-
cuación al modelo de desarrollo urbano propuesto atendiendo a las pautas de localización; su inciden-
cia sobre el patrimonio urbano circundante, etc.
277
libre mercado y protección ambiental
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278
urbanismo comercial y medio ambiente: el reto de un modelo urbano sostenible
279
COMERCIALIZACIÓN DE TRANSGÉNICOS
Y MEDIO AMBIENTE
Íñigo Urrutia Libarona
Profesor Agregado de Derecho Administrativo
Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
I. INTRODUCCIÓN
De acuerdo con los datos que nos proporciona el Servicio Internacional para
la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas, la superficie de cultivos
transgénicos aumenta en el mundo y también lo hace en Europa650. En 2011, los
cultivos transgénicos ocuparon 160 millones de hectáreas y se espera que en
2015 lleguen a los 200 millones. Los mayores productores son, por este orden,
Estados Unidos, Brasil, Argentina, la India y Canadá. Estos cinco Estados cul-
tivan el 80% de la producción mundial transgénica. En la estadística de 2011 el
único Estado miembro de la Unión Europea (UE) incluido entre los «megapaí-
ses» de producción transgénica era España.
En la UE la superficie de cultivo de transgénico destinado a alimentos y pien-
sos (diversas variedades de maíz modificado MON810, y patata amplora) ha
supuesto 114.624 hectáreas, de las que la gran mayoría se localizan en el Estado
español, donde los cultivos transgénicos ocupan 97.346 hectáreas. En la actuali-
dad, en España, más del 26% de la producción total del maíz es transgénico651.
Los fríos datos cuantitativos globales muestran aumentos de los cultivos
transgénicos; no obstante, es cuestionable que nos encontremos ante un fenó-
meno en auge, por lo menos no en el territorio de la Unión Europea. Desde la
perspectiva social y de opinión pública europea, los datos que nos proporcionan
diversas encuestas muestran que existe una distinta valoración sobre las diver-
650
Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA), los
datos son accesibles en la siguiente dirección de internet http://www.isaaa.org/ (último acceso enero 2013).
651
En España las primeras variedades de maíz se comercializaron en 1998 (Bt 176 de Syngenta).
En 2012 había 106 variedades de maíz modificado genéticamente en el registro de variedades comer-
ciales. Por Comunidades Autónomas, las mayores producciones comerciales (porcentuales con rela-
ción al cultivo de maíz tradicional) se localizan en Cataluña, Aragón y Cantabria en las que el porcen-
taje de maíz transgénico supera el 50% de la producción de maíz, seguidas de la Comunidad Foral de
Navarra (entre el 25 y el 50%).
281
libre mercado y protección ambiental
sas aplicaciones basadas en la tecnología genética. Así, mientras que las aplica-
ciones médicas y farmacológicas no suscitan un rechazo significativo, la situa-
ción es la inversa en el caso de las aplicaciones agrícolas y ganaderas. Los datos
del eurobarómetro muestran que al 66% de la población europea le preocupa la
presencia de OMG en la alimentación y en los piensos652. Los consumidores no
aprecian ventajas en la actual generación de OMG agrícolas y alimenticios.
Desde la perspectiva económica, los cultivos transgénicos pueden ser con-
textualizados dentro de un ciclo económico, ya caduco, caracterizado por proce-
sos acelerados de mecanización e intensificación productiva. El objetivo no ha
sido tanto aumentar las superficies sino aumentar la productividad mediante el
uso de nuevos cultivos, plaguicidas y fertilizantes, con el consiguiente aumento
del riesgo. Los beneficios desde la perspectiva alimentaria han sido cuestiona-
bles, resultando un modelo agresivo con evidentes afecciones no solo a las espe-
cies silvestres de los agrosistemas que los contienen, sino sobre los de su alrede-
dor, con impactos sobre el suelo y subsuelo, los recursos hídricos superficiales y
subterráneos, a la atmósfera, al paisaje rural, y a la fauna y flora silvestre. En el
actual momento de cambio de ciclo económico, el futuro de este modelo agroeco-
nómico intensivo es cuestionable y también el uso de material transgénico653.
Actualmente, la Unión Europea se encuentra sumida en un profundo debate
político y jurídico en torno a la necesidad de ampliar o no el margen de maniobra
de los Estados miembros para restringir o prohibir el cultivo de organismos mo-
dificados genéticamente (OMG) en sus territorios o en ciertas áreas geográficas.
Este debate evidencia una tensión entre, de un lado, la libertad de circulación y
libre cultivo de material transgénico autorizado en todo el territorio de la Unión
y, de otro, la posibilidad de que, desde instancias estatales o regionales, quepa
articular intervenciones limitativas adoptadas sobre la base del principio de cau-
tela, ante la consideración de los riesgos irreversibles que pudieran provocar los
OMG para la biodiversidad y los ecosistemas naturales y agrarios654.
652
Comisión Europea, Special Eurobarometer 354: Food-related risks. Conducted by TNS Opi-
nion & Social at the request of the European Food Safety Authority (EFSA) 2010, p. 19. Véase tam-
bién Comisión Europea: Europeans and Biotechnology in 2010, Publications Office of the European
Union, Luxembourg, 2010, p. 37 donde se muestra que el 61% de la población europea es reacia a
apoyar la alimentación transgénica.
653
Siguiendo a Mellado Ruiz, L., «Bases teóricas y manifestaciones jurídico-sectoriales de los
nuevos enfoques de sostenibilidad agrícola», Actualidad Jurídica Ambiental núm. 6, 2012, pp. 10 y ss.
el futuro parece conducir a un modelo de desarrollo de «agricultura sostenible» capaz de integrar la
eficacia económica con el medio ambiente, asegurando la calidad de los productos y de los procesos de
producción, el desarrollo del empleo y la calidad de vida de los habitantes del medio rural.
654
Uno de los ámbitos en los que la operatividad del principio de cautela se pone constantemente
a prueba es, precisamente, el de los OMGs: la capacidad de adoptar acciones anticipadas frente a la
ausencia de una base científica sólida se enfrenta a las reglas del libre mercado. Vid. Sadeleer, N. de
«Reflexiones sobre el estatuto jurídico del principio de precaución», Revista de Derecho Ambiental
núm. 25, 2003, pp. 9-38; del mismo autor Environmental Law Principles and : From Political Slogans
To Legal Rules. Oxford University Press, Oxford, 2002, p. 93. Una visión de conjunto en Esteve Par-
do, J. El desconcierto de Leviatán. Política y derecho ante las incertidumbres de la ciencia. Marcial
Pons, Madrid-Barcelona, 2009, pp. 56 y ss.
282
comercialización de transgénicos y medio ambiente
655
Vid. Mellado Ruiz, L., Bioseguridad y Derecho. La Administración ante los riesgos de la
tecnología de la vida. Comares, Granada, 2004, p. 12 donde destaca la constante búsqueda de equili-
brio entre los diferentes intereses implicados en la regulación sobre OMG.
656
Una interesante reflexión sobre la penetración de la normativa ambiental europea en todas las
escalas administrativas de los Estados miembros en Sadeleer, N. de, «Environmental Governance and
the Legal Bases Conundrum», Yearbook of European Law, Vol 31, Issue 1, 2012, pp. 373-401.
657
El maíz MON 810 ha sido prohibido por Luxemburgo, Hungría y Austria, sobre la base del
artículo 23 de la Directiva 2001/18/CE, por Grecia, sobre la base del artículo 23 de la Directiva
2001/18/CE y del artículo 18 de la Directiva 2002/53/CE, y por Alemania y Francia, sobre la base del
artículo 23 de la Directiva 2001/18/CE y del artículo 34 del Reglamento (CE) núm. 1829/2003. El maíz
T 25 ha sido prohibido por Austria, sobre la base del artículo 23 de la Directiva 2001/18/CE. La patata
Amflora ha sido prohibida por Luxemburgo, Hungría y Austria, sobre la base del artículo 23 de la Di-
rectiva 2001/18/CE.
658
Polonia prohibió introducir en el catálogo común de semillas aquellas derivadas de OMG. El
16 de julio de 2009 el Tribunal de Justicia de la UE emitió una sentencia, a la que luego nos referire-
283
libre mercado y protección ambiental
mos, que declara esa legislación contraria al Derecho de la UE y condena a Polonia por incumplimien-
to de sus obligaciones (asunto C-165/08).
659
En el caso de OMG destinados a alimentos o piensos se trata del Comité permanente de la ca-
dena alimentaria y de sanidad animal.
660
De conformidad con el artículo 5 de la Decisión 1999/468/CE del Consejo, las propuestas de
autorización de nuevos OMG que la Comisión dirige al Consejo en la mayoría de los casos, no son
adoptadas debido a que tampoco en este órgano se alcanza la mayoría necesaria para adoptar tal deci-
sión, quedando la decisión final en manos de la Comisión.
661
Al respecto puede consultarse la página web de la Red de Regiones libres de cultivos transgé-
nicos: http://www.gmo-free-regions.org/ (consultada por última vez enero 2013).
662
A partir de mediados de los años 80, y a través de diversos documentos, la Comisión Europea
comenzó a manifestar su voluntad de crear un «marco normativo europeo» de carácter general en
materia de actividades de utilización confinada y liberación voluntaria de OMG. Apremiada por el
espectacular avance de la biotecnología y la industria asociada a ella que en aquella época se producía
en Norteamérica, los documentos de la Comisión refieren la necesaria adaptación de la industria comu-
nitaria a tales avances y la necesidad de impulsar su competitividad en este campo (Vid. Comunicado
de la Comisión al Consejo, «Un marco comunitario para la regulación de la biotecnología», COM (86)
573 final).
284
comercialización de transgénicos y medio ambiente
663
Un claro ejemplo lo encontramos en el Protocolo de Cartagena sobre seguridad en la biotecno-
logía (primer Protocolo Adicional al Convenio sobre la Diversidad Biológica de Río de Janeiro de 5 de
junio de 1992. Para profundizar vid. Barahona Nieto, E., «El protocolo de Cartagena sobre Biosegu-
ridad», Iáñez Pareja, E. (coor), Plantas transgénicas: de la ciencia al derecho. Comares, Granada,
2002, pp. 55-99; Almodóvar Iñesta, M., Régimen jurídico de la biotecnología agroalimentaria. Co-
mares, Granada, 2002, pp. 85 y ss. Mellado Ruiz, L., Derecho de la biotecnología vegetal. La regu-
lación de las plantas transgénicas. MMA / INAP, Madrid, 2002, pp. 80 y ss.
664
Artículo 114.3 del TFUE.
665
Sobre la inestabilidad de la base jurídica para regular la biotecnología vid. Roldán Barbero,
J., «El dictamen 2/00 del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas de 6 de diciembre de
2001», Revista Española de Derecho Europeo núm. 5, 2003, pp. 161 y ss.
666
Como antecedente de la normativa de la UE en materia de OMG se ha de citar la Resolución
del Consejo de 19 de octubre de 1987, relativa al cuarto programa de las Comunidades Europeas en
materia de medio ambiente (DO C 328 de 7.12.1987, p. 1) que declaró que «las medidas relativas a la
evaluación y a la mejor utilización de la biotecnología con respecto al medio ambiente son un ámbito
prioritario en el que debe concentrarse la acción de la Comunidad». La intervención normativa de la
Comunidad en materia de biotecnología adoptó de inicio un enfoque precautorio en el que la protec-
ción de la salud y del medio ambiente comenzaron a configurarse como ejes fundamentales de la
misma. El Tribunal de Justicia CE en su Dictamen relativo a la ratificación por parte de la Comunidad
Europea del Protocolo de Cartagena afirmó que «el artículo 175 CE, apartado 1, es la base jurídica
adecuada para la conclusión del Protocolo en nombre de la Comunidad» y que «la Comunidad y sus
Estados miembros tienen competencia compartida para concluirlo». Dictamen TJCE, 6 de diciembre
de 2001, Protocolo de Cartagena, apartados 44 y 47.
667
Vid. asimismo art. 114.3 TFUE.
285
libre mercado y protección ambiental
668
Vid. fundamento 8 de la Directiva 2001/18/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 12 de
marzo de 2001, sobre la liberación intencional en el medio ambiente de organismos modificados gené-
ticamente y por la que se deroga la Directiva 90/220/CEE del Consejo.
669
DO L 106 de 17.4.2001, p. 1. Modificada por el Reglamento núm. 1829/2003 y el Reglamento
(CE) núm. 1830/2003 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 22 de septiembre de 2003 (DO L 268,
p. 24). En adelante, Directiva 2001/18/CE.
670
DO L 268 de 18.10.2003, p. 1. En adelante, Reglamento (CE) 1829/2003.
671
La normativa horizontal es aquella que regula con carácter general los diferentes tipos de activi-
dades que cabe realizar con los OMG, y que incluye: los procesos de creación de los OMG o de microor-
ganismos modificados genéticamente MMG (en laboratorios, invernaderos con las debidas condiciones
de seguridad, otros recintos cerrados...) llamadas actividades de utilización confinada, las actividades de
liberación voluntaria al medio ambiente de los OMG, la comercialización de los OGM (incluyendo el
etiquetaje y la trazabilidad), el transporte (extracomunitario e intracomunitario) de los OGM y los pro-
ductos que los contienen y el régimen de protección de los trabajadores. La Directiva 2001/18/CE úni-
camente se refiere a las liberaciones voluntarias y a la comercialización. El régimen de autorización de
las actividades de utilización confinada se contiene actualmente en la Directiva 2009/41/CE del Parla-
mento Europeo y del Consejo de 6 de mayo de 2009 relativa a la utilización confinada de microorganis-
mos modificados genéticamente (DO L 125 de 21.5.2009, pp. 0075-0097). Esta última norma refunde
la anterior normativa que data de 1990, modificada sustancialmente en 1997.
286
comercialización de transgénicos y medio ambiente
672
La Directiva 2001/18/CE se dictó durante la llamada «moratoria de facto» de comercialización
de transgénicos en Europa. La moratoria se inició en 1999 como consecuencia de la posición común
mantenida por cinco Estados miembros (Dinamarca, Grecia, Francia, Italia y Luxemburgo) en el Con-
sejo de Ministros de Medio Ambiente de suspender el otorgamiento de nuevas autorizaciones de co-
mercialización en tanto la Comisión no presentara un proyecto de reglamentación con normas más
específicas en materia de etiquetado y seguimiento de OMG y de sus productos derivados. La morato-
ria se articuló impidiendo que las nuevas solicitudes de comercialización de transgénicos fueran apro-
badas por mayoría cualificada en el Consejo. Esa posición política no se basaba tanto en el argumento
de la peligrosidad de los transgénicos ni en sus riesgos potenciales, sino en la falta de normas más
precisas en materia de etiquetado y trazabilidad que permitieran a los consumidores una elección cons-
ciente. Como se sabe, la Directiva 2001/18/CE no fue considerada suficiente para levantar la moratoria
ni, por tanto, para impedir la presentación de varias reclamaciones contra la UE ante la Organización
Mundial del Comercio por parte de EE.UU., Canadá y Argentina, finalmente resueltas en febrero de
2006 (Diferencia WT/DS291, «Comunidades Europeas: medidas que afectan a la aprobación y comer-
cialización de productos biotecnológicos»). La moratoria finalizó en 2004 con la aprobación de la re-
gulación sobre etiquetaje y trazabilidad a que luego nos referiremos.
673
Vid. artículo 4 de la LOMG (asimismo corresponde a las Comunidades Autónomas funciones
de vigilancia, el control y la imposición de las sanciones por las infracciones cometidas en la realiza-
ción de las actividades a que se refiere la norma). No obstante, el Estado se ha reservado competencias
ejecutivas sobre autorizaciones de utilizaciones confinadas y liberaciones voluntarias en cuatro casos:
(1) ensayos de liberaciones voluntarias complementarios dentro del procedimiento de autorización
287
libre mercado y protección ambiental
para la comercialización (artículo 3.1.b LOMG); (2) cuando su objeto sea la posible incorporación a
medicamentos de uso humano y veterinario; (3) en los supuestos vinculados a la Ley 13/1986, de 14
de abril, de Fomento y Coordinación General de la Investigación Científica y Técnica; y (4) en los
supuestos relacionados con el examen técnico para la inscripción de variedades vegetales comerciales
(artículos 3.2.a), b) y c) LOMG).
674
Vid. para Andalucía: Decreto 178/1999, de 7 septiembre, por el que se regula los órganos com-
petentes en materia de utilización confinada y liberación voluntaria de organismos modificados genéti-
camente (modificado por Decreto 375/2000, de 28 julio) y Decreto 183/1990, de 5 junio, por el que se
crea el Instituto andaluz de Biotecnología. Aragón: Decreto 65/2006, de 7 marzo, por el que se determi-
nan los órganos competentes de la Administración de la Comunidad Autónoma de Aragón y se estable-
cen reglas de procedimiento, en materia de actividades de utilización confinada, liberación voluntaria y
comercialización de los organismos modificados genéticamente (también Decreto 142/1998, de 7 julio,
por la que se establece el régimen jurídico en materia de actividades de utilización confinada, liberación
de organismos modificados genéticamente o de productos que los contengan y Orden de 1 de junio de
2004, por el que se crea y regula provisionalmente el Registro de OMG). Asturias: Decreto 55/2004, de
18 de junio, por el que se establece la organización y se atribuyen competencias para el ejercicio de las
funciones relacionadas con las actuaciones de utilización confinada y de liberación voluntaria de orga-
nismos modificados genéticamente. Castilla-La Mancha: Decreto 1/2000, de 11 de enero de 2000, por
el que se atribuyen competencias en materia de organismos modificados genéticamente o de productos
que los contengan. Castilla y León: Decreto 42/1999, de 8 de marzo, por el que se aprueba el Reglamen-
to del procedimiento y la potestad sancionadora en materia de la utilización confinada, liberación volun-
taria y comercialización de organismos modificados genéticamente, a fin de prevenir los riesgos para la
salud humana y para el medio ambiente. Cataluña: Decreto 152/2003, de 23 de junio, por el que se es-
tablece el régimen jurídico para las actuaciones de utilización confinada, y de liberación voluntaria de
organismos vegetales genéticamente modificados en Cataluña y Decreto 140/1986, de 10 de mayo, por
el que se crea la Agencia de Biotecnología de Cataluña. Extremadura: Ley 8/1998, de 26 de junio,
Conservación de la naturaleza y de espacios naturales (modificada por Ley 9/2006, de 23 de diciembre).
Madrid: Decreto 109/2000, de 1 de junio, por el que se crea la Oficina Regional de Control de OMG y
la Comisión Regional de Bioseguridad. Navarra: Decreto Foral 204/1998, de 22 de junio, por el que se
asignan al Departamento de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Vivienda las funciones rela-
cionadas con la utilización confinada y liberación voluntaria de organismos modificados genéticamente
y Orden Foral 6/2000, de 12 de enero, por la que se establecen normas de organización y funcionamien-
to de la Comisión Foral de Bioseguridad. Valencia: Decreto 69/2006, de 19 de mayo, del Consell, por
el que se crea el Comité Valenciano de Control de OMG. Baleares: Decreto 66/2007, de 25 de mayo,
por el que se establece la organización y competencias en materia de utilización confinada y de libera-
ción voluntaria de OMG y se crea y regula el Registro de OMG de las Islas Baleares.
675
Artículo 6.2 Directiva 2001/18/CE y 23.2 ROMG.
676
Artículo 24.3 ROMG.
288
comercialización de transgénicos y medio ambiente
en que las CC.AA. cuenten con sus correspondientes órganos técnicos especia-
lizados. En todo caso, una vez recibidas las observaciones de la Comisión Eu-
ropea y de los Estados miembros, la Dirección General de Calidad y Evalua-
ción Ambiental remitirá estas a los órganos competentes de las Comunidades
Autónomas y a la Comisión Nacional de Bioseguridad. La normativa prevé,
asimismo, un periodo de información pública de 30 días677. La resolución que
autorice la liberación voluntaria debe ser expresa y notificarse por escrito, y
establecerá las condiciones de cada liberación.
677
Artículo 9 Directiva 2001/18/CE y artículo 25.4 ROMG. La información pública deberá incluir
el resumen del expediente, la descripción general del organismo modificado genéticamente que va a
ser liberado, el lugar y el propósito de la liberación, así como el período previsto de liberación.
678
Artículos 13 a 15 de la Directiva 2001/18/CE y artículos 32 a 37 del ROMG.
679
En nuestro caso, el órgano competente es el Consejo Interministerial de organismos modifica-
dos genéticamente. Su composición y funciones se regulan en los artículos 6 y 7 del ROMG.
680
Se exige, asimismo, informe preceptivo de la Comisión Nacional de Bioseguridad (cuya com-
posición se establece en el art. 8 ROMG) y se ha de recabar, asimismo, informe de las Comunidades
Autónomas, que, en un plazo de 10 días, han de remitir sus observaciones (artículo 33 ROMG).
681
Artículo 14.2 Directiva 2001/18/CE
682
Artículo 15.1.3 Directiva 2001/18/CE.
289
libre mercado y protección ambiental
de prueba de la inocuidad del producto. Incluso desde una perspectiva más ge-
neral podríamos preguntarnos sobre la legitimidad de un eventual «acuerdo
político» intergubernamental relativo a la comercialización de un producto que
a juicio de alguna autoridad estatal presenta riesgos.
En el caso de que algún Estado miembro mantenga su objeción, que es lo
que ocurre habitualmente, la Comisión habrá de consultar al Comité científico
competente sobre la misma683; se trata de la Autoridad Europea para la Seguri-
dad Alimentaria (AESA-EFSA)684, que habrá de elaborar un informe científi-
co. En tal caso, el trámite continúa mediante el procedimiento comunitario de
reglamentación regulado en los artículos 18 y 30.2 de la Directiva 2001/18/
CE685, en el que la Comisión actúa asistida por un Comité compuesto por los
representantes de los Estados miembros. La Comisión elaborará la propuesta
sometiéndola a dictamen del Comité, que debe pronunciarse sobre la base de
las mayorías cualificadas del artículo 205.2 del TFUE. De no lograrse la ma-
yoría necesaria para adoptar el dictamen, que es lo habitual, ni la necesaria
para rechazar la propuesta, la Comisión adoptará la decisión presentándola al
Consejo e informando al Parlamento. Finalmente, la autoridad del Estado
miembro habrá de implementar la decisión que, siendo favorable, supondrá la
autorización y de ser desfavorable, desestimarla. Se trata de una decisión re-
glada686 y obligatoriamente expresa. La autorización tiene efectos trasnaciona-
les facultando la introducción del OMG autorizado en el medio ambiente de
los Estados miembros.
683
Artículo 28 Directiva 2001/18/CE.
684
Vid. Reglamento (CE) 178/2002 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 28 de enero de
2002, por el que se establecen los principios y los requisitos generales de la legislación alimentaria, se
crea la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y se fijan procedimientos relativos a la seguridad
alimentaria. De acuerdo con el artículo 22.5.c) de esta norma, también es competencia de la Autoridad
«emitir dictámenes científicos sobre productos distintos de los alimentos y los piensos que guarden
relación con los organismos modificados genéticamente según se definen en la Directiva 2001/18/CE
y sin perjuicio de los procedimientos que en la misma se establecen.»
685
Que a su vez remiten al procedimiento regulado en la Decisión 1999/468/CE del Consejo, de
28 de junio, por la que se establecen los procedimientos para el ejercicio de las competencias de ejecu-
ción atribuidas a la Comisión.
686
STJCE de 21 de marzo de 2000, asunto C-6/99 Association Greenpeace France y otros / Mi-
nistère de l’Agriculture et de la Pêche y otros, apartados 28, 39 y 47.
290
comercialización de transgénicos y medio ambiente
687
Para alimentos vid. artículos 5.5.a) y 6.3.c); para piensos vid. artículos 17.5.a) y 18 del Regla-
mento (CE) 1829/2003.
688
Artículo 4.3 Reglamento (CE) 1829/2003.
689
La evaluación científica es responsabilidad de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria
(AESA-EFSA), pero también de las autoridades científicas de los Estados miembros. Estos últimos
desempeñan un papel especialmente importante en la autorización de OMG para cultivo, puesto que
realizan la evaluación del riesgo inicial en relación con los aspectos medioambientales.
690
Artículo 2.2.b) Reglamento (CE) 1829/2003.
691
Artículo 6.3.c) Reglamento (CE) 1829/2003.
692
Artículo 6.7 y art. 18 Reglamento (CE) 1829/2003.
693
Artículos 7.1 y 35.2 Reglamento (CE) 1829/2003.
694
Artículo 28 del Reglamento (CE) 1829/2003.
291
libre mercado y protección ambiental
695
Artículo 4.1 Directiva 2001/18/CE. Véase también el fundamento 5 de la misma Directiva.
696
STJCE de 6 de septiembre de 2011, asunto C-442/09 Bablok y otros/Freistaat Bayern.
697
C-442/09 Bablok y otros/Freistaat Bayern, op. cit. nota anterior, apartado 71.
292
comercialización de transgénicos y medio ambiente
698
C-442/09, Bablok y otros/Freistaat Bayern, op. cit. apartado 89.
699
Vid. Freestone, D. y Hey, E., The Precautionary principle and International Law: The Cha-
llenge of Implementation, Kluwer Law International, The Hague, 1996, p. 3.; Fullem, G.D. «The
Precautionary Principle: Environmental Protection in the Face of Scientific Uncertanty», Willamette
Law Review núm. 31, 1995, p. 947.
700
Vid. por todas STPI de 11 de septiembre de 2002, asunto T-13/1999, Pfizer Animal Health SA
/ Consejo, apartado 139; STJCE de 5 de mayo de 1998, asunto C-180/96, Reino Unido / Comisión,
apartado 99.
701
T-13/1999, Pfizer Animal Health op. cit. supra nota anterior, apartado 143.
702
Fundamento 24 de la Directiva 2001/18/CE.
293
libre mercado y protección ambiental
703
Fundamento 18 de la Directiva 2001/18/CE.
704
Mir Puigpelat, O., Transgénicos y derecho. La nueva regulación de los organismos modifica-
dos genéticamente. Thomson- Civitas, Madrid, 2004, p. 172.
705
Fundamento 9 y artículos 5.5, 6.3, 17.5 y 18.3 del Reglamento (CE) 1829/2003.
706
Artículo 2.8 Directiva 2001/18/CE.
707
Anexo II Directiva 2001/18/CE.
708
Fundamento 20 y Anexo II de la Directiva 2001/18/CE.
294
comercialización de transgénicos y medio ambiente
709
Anexo de la Decisión 2002/623/CE de la Comisión, de 24 de julio de 2002.
710
Artículo 23.2.b ROMG.
711
Vid. Winter, G. «Nature protection and the introduction of genetically modified organisms»,
Review of European Community & International Environmental Law, Vol. 17 issue 2, 2008, p. 211.
295
libre mercado y protección ambiental
712
Vid. Fundamento 25, artículos 7.1, 19.3.c), 31.7.a) Directiva 2001/18/CE.
713
Punto 3 de la metodología del ERMA Anexo II de la Directiva 2001/18/CE. Las notas de orien-
tación complementarias al anexo II de la Directiva 2001/18/CE (aprobadas por Decisión 2002/623/CE
de la Comisión de 24 de julio de 2002 (C (2002) 2715) dicen que: «puede haber una amplia gama de
características medioambientales (específicas de un sitio o de una región) que deben ser también teni-
das en cuenta. Para efectuar una evaluación caso por caso podría ser útil clasificar los datos regionales
por hábitats, reflejando diferentes aspectos sobre el entorno receptor de relevancia para los OMG (por
ejemplo, ficheros botánicos sobre la presencia de parientes silvestres de plantas OMG en distintos há-
bitats agrícolas o naturales de Europa)».
714
Vid. Esteve Pardo, J., Técnica, riesgo y Derecho: tratamiento del riesgo tecnológico en el
Derecho ambiental. Ariel, Barcelona, 1999, p. 19.
715
Vid. la reflexión de Mellado Ruiz, L., Bioseguridad y Derecho…, op. cit., p. 134.
716
Vid. Mir Puigpelat, O., Transgénicos y derecho…, op. cit., p. 218.
296
comercialización de transgénicos y medio ambiente
717
Artículo 13.2.e) Directiva 2001/18/CE.
718
Artículo 20.1 Directiva 2001/18/CE.
719
Artículo 20.2 Directiva 2001/18/CE.
720
Artículo 34 Reglamento (CE) 1829/2003.
721
Artículos 10 y 22 del Reglamento (CE) 1829/2003. Véase también Reglamento (CE) 178/2002
del Parlamento Europeo y del Consejo, de 28 de enero de 2002, por el que se establecen los principios
y los requisitos generales de la legislación alimentaria, se crea la Autoridad Europea de Seguridad
Alimentaria y se fijan procedimientos relativos a la seguridad alimentaria (DO L 31, p. 1), artículo 53.
722
Artículo 54 Reglamento (CE) 178/2002 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 28 de enero
de 2002, op. cit. supra nota anterior.
723
STJCE de 8 de septiembre de 2011, asuntos C‑58/10 a C‑68/10 Monsanto y otros, apartado 81.
297
libre mercado y protección ambiental
den adoptarse sobre la base de una evaluación de los riesgos lo más completa
posible, dadas las circunstancias concretas del caso de que se trate, que de-
muestre que dichas medidas son necesarias724. El enfoque es muy restrictivo
y supone fundamentalmente que la evaluación y la gestión de un riesgo grave
y evidente son, en última instancia, competencia exclusiva de la Comisión y
del Consejo, bajo el control del juez de la Unión. La capacidad de los Estados
miembros es muy limitada.
Como valoración de conjunto, además de lo anterior, cabe destacar que la
normativa no ha previsto ningún mecanismo de anticipación como podría ser
la incentivación de nuevos estudios sobre el riesgo local, ni tampoco ningún
tipo de acción preventiva. Ello exige que prestemos atención finalmente a los
controles ambientales por razón del lugar.
En razón del alcance limitado del ERMA, cuyo método no alcanza a evaluar
la repercusión ambiental del OMG en todos los ecosistemas y hábitats euro-
peos, surge la pregunta de si es posible establecer controles ambientales en ra-
zón de las características naturales específicas del lugar; en particular, si cabe
hacerlo en las áreas integradas en la Red Natura 2000725. De acuerdo con el ar-
tículo 19.1 de la Directiva 2001/18/CE, «sin perjuicio de los requisitos de otras
legislaciones comunitarias, solo se podrá utilizar un OMG como producto o
componente de producto sin más notificación en toda la Comunidad si ha obte-
nido por escrito una autorización de comercialización y en la medida en que
observe estrictamente las condiciones específicas de utilización y las relativas
al entorno y a las áreas geográficas que tales condiciones estipulen». También
el Reglamento (CE) 1829/2003 prevé la posibilidad de que las autorizaciones
contemplen «condiciones o restricciones» a la comercialización o condiciones
«para la protección de ecosistemas o del medio ambiente y zonas geográficas
particulares»726.
La idea básica que traducen estos preceptos es que corresponde a la autori-
zación establecer eventuales limitaciones para la protección de ecosistemas o
724
C‑58/10 a C‑68/10 Monsanto y otros, apartado 77.
725
El régimen de protección se establece en la Directiva 79/409/CEE, de 2 de abril de 1979, para
la conservación de las aves silvestres (codificada como Directiva 2009/147 DO 2010, L20, p. 7) y la
Directiva 92/43/CEE, de 21 de mayo de 1992, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de
la fauna y flora (DO 1992, L 206, p. 7). Sobre su alcance, García Ureta, A., «La Directiva de Hábitats
y Evaluación de Impacto Ambiental» en García Ureta (coor), La Directiva de Hábitats de la Unión
Europea: Balance de 20 años. Aranzadi, Cizur Menor, 2012, pp. 103 y ss.; sobre la relación hábitats y
OMG, en la misma obra Urrutia Libarona, I., «Protección de hábitats y organismos modificados ge-
néticamente», pp. 197 y ss.
726
Vid. artículo 6.5.c con relación al artículo 7 y 9 del Reglamento (CE) 1928/2003, para alimen-
tos OMG; y para piensos artículo 18.5.c con relación al artículo 19.1 de la misma norma.
298
comercialización de transgénicos y medio ambiente
727
El artículo 19.1 de la Directiva 2001/18/CE, comienza diciendo que «sin perjuicio de los requi-
sitos de otras legislaciones comunitarias…». La norma deja espacio a otra normativa, donde se integra-
ría la normativa de protección de hábitats.
728
Vid. Winter, G., «Nature protection…», op. cit., p. 215.
729
Artículo 6.2 Directiva Hábitats (Directiva 92/43/CEE, de 21 de mayo de 1992).
730
Vid. García Ureta, A., «Directiva de Hábitats y evaluación de impacto ambiental», op. cit., p. 108.
299
libre mercado y protección ambiental
731
Artículo 45.4 de la 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad,
que incluye, entre las medidas de conservación de la Red Natura 2000, la exigencia de someter a una
adecuada evaluación de las repercusiones sobre el lugar de cualquier plan, programa o proyecto (como
sería el caso de un proyecto de plantación transgénica) que, sin tener relación directa con la gestión del
lugar o sin ser necesario para la misma, pueda afectar de forma apreciable a los lugares integrados en
la Red Natura 2000. Véase también art. 6.3 de la Directiva Hábitats.
732
STJCE de 10 de enero de 2006, asunto C-98/03, Comisión / Alemania, apartado 41.
733
En el País Vasco, la Ley 3/1998, de 27 de febrero, General de Protección del Medio Ambiente
hace explícita referencia a las liberaciones de OMG en el Anexo I.B, que enumera las actividades que
quedan sujetas al procedimiento de evaluación individualizada de impacto ambiental, incluyendo
«5.10.– Proyectos de liberación intencional en el medio ambiente de organismos genéticamente modi-
ficados de conformidad con la Directiva [2001/18/CE]». Por las razones que he apuntado en otro lugar,
cabe sostener que no solo los proyectos de liberaciones y las plantaciones transgénicas que pudieran
afectar a lugares de la Red Natura 2000 habrán de someterse a evaluación de impacto, sino también las
liberaciones voluntarias «experimentales» y las comerciales (vid. Urrutia Libarona, I., «Protección
de hábitats y organismos modificados genéticamente», op. cit., pp. 228 y ss.).
300
comercialización de transgénicos y medio ambiente
734
Artículo 22 de la Directiva 2001/18/CE; véase también el fundamento 56 de la misma Directiva.
735
Fundamento 1 y artículo 19.5 del Reglamento (CE) 1829/2003.
736
DO L 193, p. 1. Esta Directiva ha sido modificada por el Reglamento (CE) núm. 1829/2003
(DO L 268, p. 1).
737
Considerando undécimo de la Directiva 2002/53/CE del Consejo, de 13 de junio de 2002, refe-
rente al catálogo común de las variedades de las especies de plantas agrícolas. De acuerdo con el artí-
culo 16.1 de esta Directiva «los Estados miembros velarán por que… las semillas de las variedades
aceptadas de conformidad con las disposiciones de la presente Directiva o con arreglo a principios que
correspondan a los de la presente Directiva no estén sujetas a ninguna restricción de comercialización
en lo que se refiere a la variedad».
738
Artículo 17.1 LOMG.
739
STJCE de 16 de julio de 2009, asunto C-165/08 Comisión / Polonia, apartado 61.
301
libre mercado y protección ambiental
STJCE de 6 de septiembre de 2012, asunto C‑36/11 Pioneer Hi Bred Italia, apartado 69.
740
Vid. Winter, G., «GMOs in the Alps: To Impose, to Dismiss or to Mould?, en P. Quillac, M.
741
Onida (eds.) Environrmental Protection and Mountains. Is Environmental Law Adapted to the Challen-
ges Faced by Mountain Areas?, Permanent Secretariat of the Alpine Convention, Belluno, 2011, p. 71.
302
comercialización de transgénicos y medio ambiente
742
Vid. epígrafe III.2 de este trabajo. El Reglamento (CE) núm. 1829/2003 contempla también la
posibilidad de que, en el procedimiento de autorización de OMG, la Comisión tenga en cuenta factores
legítimos no científicos para restringir o prohibir su comercialización. Sin embargo, las justificaciones
de esas restricciones deben ser específicas para cada OMG y solo pueden tomarse en consideración en
el momento de la adopción de la decisión de autorización del OMG en cuestión. Además, esta posibi-
lidad no está contemplada en la Directiva 2001/18/CE y, por tanto, no sería aplicable a los OMG auto-
rizados con arreglo a esa Directiva.
743
Artículo 23.1 Directiva 2001/18/CE. Véase también artículo 17.2 LOMG; artículo 34 Regla-
mento (CE) 1829/2003 y artículo 54 Reglamento (CE) 178/2002. También la Directiva 2002/53/CE
contiene disposiciones que permiten a los Estados miembros prohibir, en determinadas condiciones
bien definidas, el uso de una variedad en todo su territorio o partes del mismo, o establecer condiciones
adecuadas para el cultivo de una variedad (artículo 16.2).
744
Esteve Pardo, J., «El principio de precaución: decidir la incerteza», en Romeo Casabona,
C.M. (Ed.), Principio de precaución, biotecnología y derecho. Comares, Granada, 2004, p. 246.
303
libre mercado y protección ambiental
745
STJCE de 9 de septiembre de 2003, asunto C-236/01 Monsanto Agricoltura Italia SpA, aparta-
do 106.
746
STJCE de 21 de marzo de 2000, asunto C-6/99 Association Greenpeace France, apartado 44.
y STJCE de 9 de septiembre de 2003, asunto C-236/01, op. cit., apartado 110.
747
STJCE de 9 de septiembre de 2003, asunto C-236/01 Monsanto Agricoltura Italia SpA, aparta-
do 113.
748
DO L 189, p. 36; en lo sucesivo, «Recomendación de 2003».
304
comercialización de transgénicos y medio ambiente
749
DO C 200, p. 1; en lo sucesivo, «Recomendación de 2010».
750
Fundamento 7 de la Recomendación de 2010.
751
Para un enfoque general de la problemática, Rosso Grossman, M., «Coexistence of Genetically
Modified, Conventional, and Organic Crops in the European Union: The Community Framework», The
Regulation of Genetically Modified Organisms: Comparative Approaches, Oxford University Press,
2010, p. 123.
752
Apartado 1.1 de la Recomendación de 2010.
753
Vid. Urrutia Libarona, I., «Agricultura Biotecnológica y Coexistencia de Cultivos», Revista
Aranzadi de Derecho Ambiental, núm. 17, 2010, p. 138.
305
libre mercado y protección ambiental
754
Artículos 12 y 24 del Reglamento (CE) 1829/2003. Con relación a la producción ecológica,
véase el Reglamento (CE) 834/2007, de 28 de junio de 2007, sobre producción y etiquetado de los
productos ecológicos, cuyo art 9.1 prohíbe la utilización de OMG en la producción ecológica, si bien
el párrafo 2 del mismo artículo remite a la normativa OMG a los efectos de determinar los umbrales de
etiquetaje, sin establecer umbrales propios más estrictos.
306
comercialización de transgénicos y medio ambiente
755
Apartado 2.4 (párrafo 2) de la Recomendación de 2010, op. cit.
756
El Comité Económico y Social Europeo recomendó «prohibir el cultivo de un OMG allí donde
impida u obstaculice de forma desproporcionada la producción de plantas del mismo cultivo o de cul-
tivos emparentados sin modificación genética». Vid. Dictamen del Comité Económico y Social Euro-
peo sobre coexistencia de cultivos modificados genéticamente y cultivos convencionales y ecológicos,
de 16 de diciembre de 2004, apartado 4.1.4.
757
Siendo así, puede resultar inconsistente la afirmación contenida en la Recomendación de 2010
relativa a que han de distinguirse los aspectos económicos de la coexistencia de los aspectos medioam-
bientales, que quedarían al margen de la misma (punto 1.2 (in fine) Recomendación de 2010).
307
libre mercado y protección ambiental
758
Un comentario sobre el proyecto de Real Decreto de coexistencia en Cazorla González, M.J.
«Aspectos jurídicos del proyecto de coexistencia entre cultivos», Revista de Derecho Agrario y Ali-
mentario núm. 46/47, 2005, pp. 83-113.
759
Decreto 93/2009, de 21 de abril, por el que se regula la coexistencia de los cultivos modificados
genéticamente con los convencionales y ecológicos (BOPV de 8 de mayo de 2009). Un comentario al
contenido de la norma vasca sobre coexistencia en Urrutia Libarona, I., «Agricultura Biotecnológica
y Coexistencia…», op. cit., pp. 155 y ss. Una de las cuestiones más discutibles de la norma era la insu-
ficiente cobertura legal para regular por Decreto un régimen de autorización previa, de igual forma que
se prevé en otros supuestos. El decreto vasco sobre coexistencia fue derogado por el Decreto 219/2010,
de 27 de julio, por el que se deroga el Decreto por el que se regula la coexistencia de los cultivos mo-
dificados genéticamente con los convencionales y ecológicos (BOPV de 9 de agosto de 2010).
760
STJCE de 6 de septiembre de 2012, asunto C 36/11 Pioneer Hi Bred Italia, apartados 74 y 75.
308
comercialización de transgénicos y medio ambiente
761
En marzo de 2009, el Consejo rechazó la propuesta de la Comisión Europea de revocar las me-
didas de protección nacionales existentes en Austria y en Hungría por falta de fundamento científico.
762
Austria, con el apoyo de doce Estados miembros (Bulgaria, Irlanda, Grecia, Chipre, Letonia,
Lituania, Luxemburgo, Hungría, Malta, Países Bajos, Polonia y Eslovenia) presentó un documento en
el Consejo de Medio Ambiente de 25 de junio de 2009 en el que destacaba el elemento de subsidiarie-
dad ligado a los cultivos y sugirió la introducción en la legislación de una cláusula de excepción apli-
cable a los cultivos (Nota de referencia 11226/2/09 REV 2 del Consejo de la Unión Europea).
763
COM(2010) 375 final; 2010/0208 (COD).
309
libre mercado y protección ambiental
764
Desde el punto de vista jurídico la distinción entre comercialización y cultivo puede causar
algún problema. La libertad de comercializar semillas autorizadas supone la libertad de venderlas para
el fin a que están destinadas, sin que pueda impedirse por razones ya valoradas en el procedimiento de
autorización. ¿Cómo debe entenderse la libre circulación de semillas autorizadas sin posibilidad de su
uso? A falta de mayor concreción en el proyecto de Reglamento, la distinción entre comercialización
y el cultivo puede resultar compleja. En todo caso su articulación práctica exigirá un segundo control
que habrá de resultar consistente con los principios fijados por la Directiva 2001/18/CE.
765
Fundamento 8 de la Propuesta de Reglamento por el que se modifica la Directiva 2001/18/CE
en lo que respecta a la posibilidad de que los Estados miembros restrinjan o prohíban el cultivo de
OMG en su territorio, op. cit.
310
comercialización de transgénicos y medio ambiente
Siendo así, quizás hubiera resultado apropiado integrar los criterios adicionales
de protección ambiental entre los aspectos a valorar para restringir el cultivo de
OMG. En todo caso, la pregunta a que ha de buscarse respuesta es qué otros
motivos podrían alegarse. En principio, podría resultar difícilmente defendible
ante el TJCE una medida de prohibición de cultivo basada en razones de mora-
lidad pública, motivos éticos o religiosos766. La alegación de razones basadas en
motivos socioeconómicos o de sostenibilidad agraria también podrían presentar
problemas de compatibilidad con los criterios del libre mercado, en la medida
que se entienda que tienen un efecto económico directo (o que se trata de una
medida proteccionista). En todo caso, el fundamento jurídico empleado no pare-
ce ser el más adecuado. El art. 26 ter se dicta sobre la base del artículo 114 TFUE
relativo a la aproximación de legislaciones para la consecución de los objetivos
del mercado interior. Atendiendo a que lo que el precepto propone es la prohibi-
ción del acto de cultivo, el art. 114 TFUE no parece ser el apropiado. En defini-
tiva, la propuesta se entiende altamente positiva en la medida que posibilita fle-
xibilizar el actual marco jurídico, si bien, por las razones apuntadas, plantea
ciertas incertidumbres relativas a su repercusión sobre las reglas del mercado
interior, la prohibición de las restricciones cuantitativas del comercio767 y las
obligaciones internacionales establecidas en el marco de la OMC.
VIII. CONCLUSIONES
766
Vid. STJCE de 16 de julio de 2009, asunto C-165/08, Comisión contra Polonia, apartado 56
donde se dice que un Estado miembro no puede basarse de este modo en el punto de vista de una parte
de la opinión pública para cuestionar unilateralmente una medida de armonización adoptada por las
instituciones comunitarias, como la inclusión de semillas OMG autorizadas en el catálogo de semillas.
767
Artículos 34 y 36 del TFUE.
311
libre mercado y protección ambiental
312
comercialización de transgénicos y medio ambiente
313
libre mercado y protección ambiental
decidir sobre el cultivo de OMG en sus territorios. Para ello resultaría necesario
introducir una base jurídica explícita en el marco legislativo de la UE sobre
OMG que permita autorizar a los Estados miembros a restringir o prohibir en
todo su territorio o parte del mismo, sobre la base de sus condiciones específi-
cas, el cultivo de todos los OMG o de OMG particulares autorizados. La pro-
puesta de la Comisión de introducir un artículo 26 ter en la Directiva 2001/18/
CE avanza por esa vía, distinguiendo los actos de cultivo de los de comerciali-
zación. Pese a tratarse de una propuesta que valoramos positivamente, también
se han de destacar sus limitaciones, en la medida que los aspectos ambientales
no parece que podrán alegarse como justificación de la exclusión de cultivos
OMG. La centralidad del principio de cautela en la regulación biotecnológica
hace que el enfoque exclusivamente basado en los aspectos no ambientales y no
económicos resulte demasiado limitado, sin que se aclare suficientemente en la
propuesta qué tipo de argumentos cabría alegar dentro del marco general de los
principios de libre mercado.
Una vía de solución factible podría ser profundizar en el principio de subsi-
diariedad. Y es que la experiencia pone de manifiesto que los aspectos relativos
al cultivo de OMG podrían ser más correctamente tratados por los Estados
miembros o las regiones que por la UE. Tratándose de los usos del suelo, los
requisitos de las estructuras agrícolas, las características de las cadenas de pro-
ducción y distribución, la adecuación a los deseos de los consumidores… la
decisión sobre el cultivo o no de OMG puede ser mejor tratada desde instancias
regionales que desde la UE. Tales objetivos de política agrícola pueden alcan-
zarse mejor, debido a su dimensión y efectos, desde instancias regionales o lo-
cales que a escala de la Unión.
El reto más actual en esta materia es, en definitiva, cómo articular un trán-
sito para desandar parte del camino recorrido mediante el proceso armoniza-
dor europeo ante la evidencia de su falta de acomodo a la voluntad democráti-
ca de los Estados y de los entes regionales de decidir limitar o prohibir el
cultivo de productos transgénicos autorizados en sus territorios como forma de
garantizar y proteger los cultivos no OMG (tradicionales y ecológicos) y su
medio ambiente.
BIBLIOGRAFÍA
314
comercialización de transgénicos y medio ambiente
315
libre mercado y protección ambiental
316
LA PROTECCIÓN AMBIENTAL NO DEBE
DISTORSIONAR LA COMPETENCIA
José Carlos Laguna de Paz
Catedrático de Derecho Administrativo
Universidad de Valladolid
1. La protección del medio ambiente debe evitar o, cuanto menos, minimi-
zar la distorsión de la competencia768. Así resulta del deber que incumbe a la
Unión Europea (UE) de asegurar la coherencia entre sus diferentes políticas y
acciones, teniendo en cuenta el conjunto de sus objetivos (art. 7 TFUE). Entre
ellos, se encuentra alcanzar un desarrollo equilibrado y sostenible, basado en un
nivel elevado de protección y mejora de la calidad del medio ambiente (art. 3.3
TUE), que debe integrarse en las demás políticas comunitarias (art. 11 TFUE)769.
Sin embargo, el vigor de la política ambiental no debe hacernos olvidar que la
creación del mercado interior (art. 3.3 TUE), basado en las libertades comuni-
tarias, forma parte del núcleo mismo del proyecto europeo. Este objetivo no
puede ser alcanzado sin proteger la competencia770, que se incluye entre las
atribuciones exclusivas de la Unión (art. 3.1.b) TFUE). En otros términos, no
existe primacía entre ambas políticas, sino que ambas han de convivir771. Así las
cosas, la cuestión es: ¿son compatibles las políticas ambiental y de defensa de
la competencia?
768
Laguna de Paz, J.C., «Protecting the Environment Without Distorting Competition», Journal
of European Competition Law & Practice, vol. 3, núm. 3, 2012, pp. 248-257.
769
Este mandato ha sido incorporado incluso a la Carta de Derechos Fundamentales (art. 37), que
tiene fuerza vinculante (art. 6 TUE).
770
Asunto C-203/96, Chemische Afvalstoffen Dusseldorp BV e.a. tegen Minister van Volkshuis-
vesting, Ruimtelijke Ordening en Milieubeheer (Dusseldorp) [1998] ECR I-4075; asunto C-487/06 P,
British Aggregates Association v. Commission (British Aggregates Association II).
771
Asunto C-203/96: las empresas con derechos exclusivos de incineración de residuos peligrosos
están sujetas a las normas del Tratado (vid. infra); asunto C-487/06 P, British Aggregates Association
v. Commission (British Aggregates Association II): la necesidad de tomar en cuenta la protección am-
biental no impide que las medidas estatales estén comprendidas en el ámbito de aplicación del art.
107(1) TFEU (marg. 92).
317
libre mercado y protección ambiental
2. Como punto de partida, podemos aceptar que no existe una incompatibi-
lidad entre las políticas ambiental y de competencia. Hay que tener en cuenta
que ambas comparten el objetivo último de promover el uso eficiente de los
recursos (naturales)772. La regulación ambiental genera nuevas oportunidades
económicas. Al mismo tiempo, el mantenimiento de una competencia efectiva
es importante para la propia protección ambiental773. En mercados competiti-
vos, el precio proporciona información acerca del valor de cada producto y
servicio. A ello se añade que la competencia estimula la innovación, de la que
también se beneficia la política ambiental.
3. Sin embargo, no puede ignorarse que ambas políticas persiguen fines
distintos. (i) La regulación ambiental trata de asegurar el mejor uso posible de
los recursos naturales, corrigiendo externalidades y minimizando el daño y el
riesgo ambiental774. La experiencia pone de manifiesto que la protección am-
biental requiere intervención pública. Muchas actividades comportan riesgos
ambientales, que –en lo posible– deben ser evitados775. Es también necesario
poner freno a la sobreexplotación de los recursos naturales776. (ii) En cambio,
el Derecho de la Competencia protege los intereses de los consumidores a
través del funcionamiento del mercado, guiado por el principio de interven-
ción mínima.
De ahí que, en algunos casos, ambas políticas pueden resultar contradicto-
rias. Más aún, la distorsión de la competencia, con frecuencia, está en el núcleo
mismo de la regulación ambiental, que establece medidas que favorecen a cier-
tas empresas o industrias, pero que perjudican a otras. Así, una opción política
a favor de la energía eólica puede desincentivar el desarrollo de fuentes de
energía renovable alternativas. Por lo mismo, la potenciación de un medio de
transporte (marítimo) puede ir en detrimento de los medios de transporte alter-
nativos (terrestre o aéreo)777. Si no existen razones que lo justifiquen, la política
de transportes debe conseguir que todas sus modalidades internalicen sus cos-
tes778, sin primar indebidamente unas sobre otras779.
772
Nordic Competition Authorities (joint report), Competition policy and green growth. Interac-
tions and challenges (2010) 18 [http://www.kilpailuvirasto.fi/tiedostot/Competition-Policy-and-
Green-Growth.pdf].
773
Nordic Competition Authorities (joint report), 2010, p. 7.
774
Lozano Cutanda, B., Derecho ambiental administrativo, 10ª edic., La Ley, 2010.
775
Papier, H.-J., „Rechtsstaat im Risiko“, Deutsches Verwaltungsblatt, núm. 13, 2010, pp. 805-807.
776
Vedder, H., «Of Jurisdiction and Justification. Why Competition is Good for ‘Non-economic’
Goals, But May Need to be Restricted», The Competition Law Review, núm. 5:1, 2009, p. 54.
777
Libro Blanco sobre la política europea de transportes de cara al 2010 [COM(2001) 370 final,
de 12.12.2001]. Laguna de Paz, J.C., «Competencia en transportes: si las expectativas son razonables,
los resultados pueden ser aceptables», en E. Carbonell Porras, T. Cano Campos (coords.), Derecho
Público del Transporte en la Ciudad: renovación y nuevas perspectivas de la movilidad urbana, 2009,
pp. 58-59.
778
Communication from the Commission, «A sustainable future for transport: Towards an inte-
grated, technology-led and user friendly system», COM (2009) 279/4, 11-12, margs. 55-57.
779
A este respecto, se ha denunciado que la política de transportes favorezca al ferrocarril, en de-
trimento del autobús. Moratiel Llarena, M., Prólogo al libro de Fernández, G., Los transportes por
318
la protección ambiental no debe distorsionar la competencia
carretera y competencia, en la obra por él mismo dirigida: Transporte y competencia. Los procesos de
liberalización de los transportes aéreo, marítimo y terrestre y la aplicación del Derecho de la compe-
tencia, Civitas, 2004, pp. 25-26.
780
Reid, C.T., «The Privatisation of Biodiversity? Possible New Approaches to Nature Conserva-
tion Law in the UK», Journal of Environmental Law, núm. 23:2, 2011, pp. 205-206.
781
European Commission, Green paper on market-based instruments for environment and rela-
ted policy purposes, COM (2007) 140 final, 3. Vid. sobre el tema Sanz Rubiales, I., (Dir.), El Merca-
do europeo de derechos de emisión, Lex Nova, 2010 y El mercado de derechos a contaminar, Lex
Nova, 2007.
782
Wilsher, D., «Reducing Carbon Emissions in the Electricity Sector: a Challenge for Competi-
tion Policy Too? An Analysis of Experience to Date and Some Suggestions for the future», The Com-
petition Law Review, núm. 6:1, 2009, p. 31.
783
Kirk, E. A., Blackstock, K. L., «Enhanced Decision Making: Balancing Public Participation
against “Better Regulation” in British Environmental Regimes», Journal of Environmental Law,
núm. 23:1, 2011, pp. 97-116.
784
Nordic Competition Authorities (joint report), (2010), p. 67.
785
Heyes, A., «Is environmental regulation bad for competition? A survey», Journal of Regula-
tory Economics, núm. 36, 2009, p. 3; Nordic Competition Authorities (joint report), 2010, p. 17.
319
libre mercado y protección ambiental
786
Gunningham, N., «Enforcing environmental regulation», Journal of Environmental Law, 23:2,
2011, pp. 169-201.
787
Sobre las transformaciones de la Ley en el Derecho público contemporáneo, vid. Muñoz Ma-
chado, S., Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público General, I, 2ª edic., Iustel, 2006,
pp. 92-94.
788
Becker, F., «Market Regulation and the ‘Right to Property’ in the European Economic Cons-
titution», Yearbook of European Law, Oxford University Press, 26, 2007, pp. 255-296.
789
García de Enterría, E., Fernández Rodríguez, T. R., Curso de Derecho Administrativo, I,
15ª edic., Civitas, 2011, pp. 257-262.
790
Gunningham, N., «Environment Law, Regulation and Governance: Shifting Architectures»,
Journal of Environmental Law, 21:2, 2009, pp. 179-212.
791
Lozano Cutanda, B., Alli Turrillas, J.C., Administración y Legislación ambiental. Manual
y materiales complementarios, 6ª edic., Dykinson, 2011, p. 228.
792
Betancor Rodríguez, A., Instituciones de Derecho Ambiental, La Ley, 2001, pp. 216-226.
793
Esteve Pardo, J., Derecho del medio ambiente, 2ª edic., Marcial Pons, 2008, pp. 19 y ss.
320
la protección ambiental no debe distorsionar la competencia
8. Por otra parte, la regulación pueda venir precedida de fenómenos de au-
torregulación794, como ocurre con los estándares de construcción (green buil-
ding standards), que han dejado de ser voluntarios en muchos países795. En
materia ambiental, la autorregulación puede desplegar un valioso papel com-
plementario796 de la normativa estatal797. No obstante, es preciso garantizar que
la autorregulación no comporte efectos anticompetitivos (la industria puede
tratar de influir en los criterios, de manera que se favorezca a sus productos
frente a los de sus competidores)798, ni discriminatorios799.
794
Esteve Pardo, J., Autorregulación. Génesis y efectos, Aranzadi, 2002 y Lecciones de Derecho
Administrativo, 2ª edic., Marcial Pons, 2012, pp. 83-88; Laguna de Paz, J.C., «Regulación, externali-
zación de actividades administrativas y autorregulación», RAP, núm. 185, 2011, pp. 106-112.
795
Fox, S., «A climate of change: shifting environmental concerns and property law norms
through the lens of leed building standards», Virginia Environmental Law Journal, núm. 28:2, 2010,
pp. 299-341.
796
Laguna de Paz, J.C., Regulación…, op. cit., pp. 87-112.
797
Hüpkes, E., «Regulation, Self-regulation or Co-regulation?», Journal of Business Law, núm. 5,
2009, pp. 429-430; Schiek, D., «Private rule-making and European governance – issues of legitima-
cy», European Law Review, núm. 32, 2007, pp. 443-466.
798
Nordic Competition Authorities (joint report), 2010, p. 65.
799
Nordic Competition Authorities (joint report), 65 (2010).
800
Asunto C-2/90, Commission v Belgium [1992] ECR I-4431; asunto C-209/98 Sydhavnens
[2000] ECR I-3743.
801
Bassols Coma, M., Constitución y sistema económico, Tecnos, 1985, pp. 171-172; Martín-
Retortillo Baquer, S., Derecho Administrativo Económico, La Ley, 1988, p. 96.
321
libre mercado y protección ambiental
802
List, J.A., Sturm, D.M., «How elections matter: Theory and evidence from environmental
policy», The Quarterly Journal of Economics, núm. CXXI:4, 2006, pp. 1249-1281.
803
Betz, R., Sanderson, T., Ancev, T., «In or out: efficient inclusion of installations in an emis-
sions trading scheme?», Journal of Regulatory Economics, núm. 37, 2010, pp. 162-179.
804
En el asunto C-127/07, Arcelor, el Tribunal concluyó que el legislador comunitario no había
infringido el principio de igualdad de trato al excluir a los sectores químico y de metales no ferrugino-
sos del ámbito de aplicación de la Directiva 2003/87/CE. Aunque estos sectores están en una situación
comparable a la de los sectores incluidos, la diferencia de trato se entiende objetivamente justificada.
Por una parte, la exclusión del sector químico encuentra su razón de ser en tratar de hacer menos com-
plicada la gestión del sistema de trasmisión de derechos de emisión, así como de evitar incrementar la
carga administrativa. Por otra parte, la exclusión del sector de metales no ferruginosos se explica por
la diferencia existente entre sus niveles de emisión y los de los sectores cubiertos.
805
García de Enterría, E., Fernández, T.R., Curso de Derecho Administrativo, II, 12ª edic., Ci-
vitas, 2011, pp. 250-258; Santamaría Pastor, J.A., Principios de Derecho Administrativo General, II,
2ª edic., Iustel, 2009, pp. 450-451; Sánchez Morón, M., Derecho Administrativo. Parte General,
5ª edic., Tecnos, 2009, pp. 718-721.
806
Laguna de Paz, J.C., Servicios de Interés Económico General, Thomson-Civitas, 2009.
807
Asunto C-209/98, Sydhavnens, [2000] ECR I-3743, ap. 75 (reciclaje de residuos).
808
Asunto C-343/95, Calì & Figli, [1997] ECR I-1547 (tareas de vigilancia anticontaminación).
322
la protección ambiental no debe distorsionar la competencia
809
Asunto C-159/94, Commission v France, [1997] ECR I-5815.
810
Asunto C-203/96, Dusseldorp (residuos peligrosos).
811
Esteve Pardo, E., «El mercado de títulos administrativos. Asignación objetiva, reasignación
transparente», en Cosculluela Montaner, L., (coord.), Estudios de Derecho Público Económico,
Libro Homenaje al Prof. Dr. S. Martín-Retortillo Baquer, Civitas, 2003; Laguna de Paz, J.C., La au-
torización administrativa, Civitas, 2006, pp. 293-300 y Telecomunicaciones: Regulación y Mercado,
3ª edic., Thomson-Aranzadi, 2010, pp. 266-278.
812
Comisión Europea, Directrices en materia de ayudas públicas para la protección del medio
ambiente, 2008, para. 55.
813
Knill, C., Bernheim, T., „Das Europäische Parlament zwischen Klimaschutz und Wettbe
werbsfähigkeit: Entscheidungsfindung und Konfliktlinien am Beispiel der Revision der Richtlinie zum
Emissionshandel“, Zeitschrift für Umweltpolitik & Umweltrecht, núm. 2, 2010, p. 169.
323
libre mercado y protección ambiental
14. Los contratos públicos deben ser adjudicados conforme a los principios
de publicidad, transparencia, libre concurrencia y no discriminación. Con ello,
no solo se protegen los intereses del poder adjudicador, sino también los de los
ciudadanos, que tienen derecho a no ser discriminados en relación con el enor-
me volumen de negocio que representa la contratación pública.
La cuestión es que la normativa permite que –cuando el contrato se adjudi-
que a la oferta económicamente más ventajosa–, entre otros criterios, puedan
814
Muñoz Machado, S., Esteve Pardo, J. (dirs.), Derecho de la regulación económica. I. Funda-
mentos e instituciones de la regulación, Iustel, 2009, pp. 115-116.
324
la protección ambiental no debe distorsionar la competencia
815
Vid. in totum Pernas García, J.J., Contratación pública verde, La Ley, 2011.
816
Commission Communication, Public procurement for a better environment [COM(2008)
400/2], para. 1.1, 3.
817
Hilson, C., «Going local? EU Law, localism and climate change», European Law Review,
núm. 33, 2008, pp. 194-210.
818
Asunto C-513/99, Concordia Bus [2002] ECR I-7213; asunto C-448/01, Wienstrom.
819
Frenz, W., «Naturschutz im europäischen Vergaberecht», Natur und Recht, núm. 29, 2007,
pp. 107-111.
820
Nordic Competition Authorities (joint report), 2010, p. 7.
821
COM (2008) 400/2, para. 1.4, 5.
325
libre mercado y protección ambiental
822
Whish, R., Competition Law, Sixth Edition, Oxford University Press, 2009, pp. 19-23; Díez
Estella, F., «Los objetivos del Derecho antitrust», GJ, núm. 224, 2003, pp. 32 y ss.; Velasco San
Pedro, L., «El Derecho europeo de la Competencia», en la obra colectiva por él coordinada Derecho
Europeo de la Competencia. Antitrust e intervenciones públicas, Lex Nova, 2005, pp. 41-44.
823
Comisión Europea, Directrices sobre acuerdos horizontales (2011).
326
la protección ambiental no debe distorsionar la competencia
824
Asunto T-151/01, DSD.
825
Lavrijssen, S., «What role for National Competition Authorities in Protecting Non-competi-
tion Interests after Lisbon?», European Law Review, núm. 35, 2010, pp. 636-659.
826
Nordic Competition Authorities (joint report), 2010, p. 16.
827
Asunto C-487/06 P, British Aggregates Association v. Commission (British Aggregates Asso-
ciation II); asunto C-409/00, Spain v Commission [2003] ECR I‑1487, para. 46; asunto T-55/99 CETM
v Commission [2000] ECR II‑3207, para. 53.
828
Asunto T-233/04, Netherlands v. Commission (Netherlands Nox), para. 74; asunto T-387/04,
EnBW [2007] ECR II-1195, paras. 131-132.
829
En su Decisión de 25.7.2001 [ayuda N 550/2000, Belgium –’Green Electricity’ Certificates
(OJ 2001 C 330, p. 3)], la Comisión Europea declaró que los certificados verdes (green certificates)
solamente ofrecían prueba de la producción de electricidad renovable (green electricity), pero no com-
prometían recursos estatales.
327
libre mercado y protección ambiental
830
Asunto C-280/00, Altmark [2003] ECR I-7747. Martínez López-Muñiz, J.L., Ayudas públicas,
en Velasco San Pedro, L., Derecho europeo de la Competencia. Antitrust e intervenciones públicas,
Lex Nova, 2005, pp. 498-501.
831
Asunto C-409/00, Spain v Commission [2003] ECR I-1487: las ventajas económicas para la
compra de vehículos por personas naturales y PYMES, pero no por grandes empresas, tienen carácter
selectivo.
832
En este sentido, es cuestionable el criterio que mantiene el Tribunal en el asunto T-233/04,
Netherlands NOx (paras. 87-96). Vedder, H., «Of Jurisdiction…», cit., p. 63.
833
Asunto 173/73, Italy v Commission, ap. 33; asunto C-75/97, Maribel bis/ter, aps. 33 y 39, y asun-
to C-143/99, Adria‑Wien Pipeline and Wietersdorfer & Peggauer Zementwerke, ap. 49. El denunciante
debe aportar las pruebas: asunto Spain v Commission, para. 53, y asuntos acumulados T‑127/99, T-129/99
y T-148/99, Diputación Foral de Álava and Others v Commission [2002] ECR II‑1275) (ap. 107).
834
Asunto 82/77, Van Tiggele [1978] ECR 25, aps. 24 y 25; asunto C-189/91, Kirsammer-Hack
[1993] ECR I-6185, ap. 16; asuntos acumulados C-52/97, C-53/97 y C-54/97, Viscido [1998] ECR
I-2629, ap. 13; asunto C-200/97, Ecotrade [1998] ECR I-7907, ap. 35; asunto C-295/97, Piaggio
[1999] ECR I-3735, ap. 35.
835
Asunto T-233/04, Netherlands v. Commission (Netherlands Nox), aps. 70 y 75.
836
Asunto C-379/98, PreussenElektra [2001] ECR I-2099, ap. 58.
837
OECD, Environmentally harmful subsidies. Challenges for Reform, 2005; Khalilian, S., Pe-
terson, S., „Auf dem Weg zu einer effizienteren Regulierun im Energiebereich – Subventionsabbau
und Grundlegenden Reformen“, Zeitschrift für Umweltpolitk & Umweltrecht, 2011, pp. 183-211.
838
Fernández Torres, J.R., «El establecimiento de subvenciones», en Fernández Farreres, G.,
(coord.), Comentario a la Ley General de Subvenciones, Thomson-Civitas, 2006, pp. 274 y ss.
328
la protección ambiental no debe distorsionar la competencia
– En la protección del medio ambiente, las ayudas son la «segunda mejor
opción»839. El Derecho europeo se basa en el principio «quien contamina,
paga» (polluter pays principle), que exige que la empresa afectada sopor-
te las consecuencias negativas que resulten del ejercicio de su actividad.
No obstante –como excepción–, la normativa europea permite el otorga-
miento de ayudas para alcanzar fines de interés general, entre los que se en-
cuentra el medio ambiente. En concreto, el art. 107.3.c) TFUE constituye la
base jurídica principal que puede justificar el otorgamiento de ayudas ambien-
tales. Estas ayudas también podrían encontrar cobertura en el art. 107.3.b)
TFUE, que permite el otorgamiento de ventajas económicas para la promoción
de proyectos importantes de interés común europeo. Con carácter general, la
admisibilidad de las ayudas ambientales depende de que se cumplan los si-
guientes requisitos840:
– Han de ser imprescindibles para alcanzar el objetivo ambiental perseguido.
– No está justificado su otorgamiento para facilitar el cumplimiento de nor-
mas europeas en vigor. En cambio, podrían otorgarse para facilitar la apli-
cación de estándares ambientales nacionales más exigentes.
– En la valoración de si una ayuda puede ser considerada compatible, la
Comisión toma en cuenta el impacto positivo de la medida de cara a la
consecución del objetivo de interés general (protección del medio ambien-
te) y sus posibles efectos negativos (distorsión del comercio y la compe-
tencia).
VIII. CONCLUSIONES
839
Comisión Europea, Directrices sobre ayudas estatales para la protección ambiental, 2008,
marg. 24.
840
Directrices sobre ayudas ambientales (2008).
329
libre mercado y protección ambiental
BIBLIOGRAFÍA
330
la protección ambiental no debe distorsionar la competencia
331
libre mercado y protección ambiental
332
la protección ambiental no debe distorsionar la competencia
Velasco San Pedro, L., «El Derecho europeo de la Competencia», en la obra colectiva
por él coordinada Derecho Europeo de la Competencia. Antitrust e intervenciones
públicas, Lex Nova, 2005.
Wilsher, D., «Reducing Carbon Emissions in the Electricity Sector: a Challenge for
Competition Policy Too? An Analysis of Experience to Date and Some Suggestions
for the future», The Competition Law Review, 6:1, 2009.
Whish, R., Competition Law, Sixth Edition, Oxford University Press, 2009.
333
SEGUNDA PARTE
MEDIO AMBIENTE COMO FACTOR DE
ORIENTACIÓN DEL MERCADO. LOS
INSTRUMENTOS ECONÓMICOS Y DE MERCADO
PARA INCENTIVAR COMPORTAMIENTOS
SOCIALMENTE RESPONSABLES Y GESTIONAR DE
MODO EFICIENTE LOS RECURSOS NATURALES
EL PAGO POR SERVICIOS AMBIENTALES PARA EL
DESARROLLO SOSTENIBLE DEL MEDIO RURAL: LOS
CONTRATOS TERRITORIALES
Blanca Lozano Cutanda
Catedrática de Derecho Administrativo de la Universidad del País Vasco
Miembro del Consejo Académico de Gómez-Acebo & Pombo
337
libre mercado y protección ambiental
Con la aplicación del principio quien contamina paga o quien rompe repa-
ra, los que reducen o causan daños a los servicios o al propio capital natural son
obligados a reponerlos o repararlos y a asumir el costo pleno de sus acciones.
Con el principio quien se beneficia paga, se obliga, en cambio, a cualquiera que
reciba un servicio de los ecosistemas, a contribuir a los costos de generarlo. En
contraposición con el principio quien rompe repara, que obliga al usuario a
pagar por conservar, el principio quien se beneficia paga se utiliza únicamente
para incentivar la conservación voluntaria. Este principio parte del reconoci-
miento de que los servicios de los ecosistemas pueden generar dos tipos de
beneficios: los privados, a personas, grupos de personas o empresas; y los be-
neficios públicos, a la comunidad en general.
Los beneficios privados que generan los ecosistemas son normalmente com-
pensados mediante la aplicación de las reglas del mercado. Sin embargo, para
compensar los beneficios que reportan los ecosistemas a la comunidad en gene-
ral, resulta con frecuencia necesario acudir a instrumentos jurídico-financieros
públicos, como los sistemas de «pago por servicios ambientales» que aquí nos
ocupan.
La adopción del principio quien se beneficia paga resulta necesaria, como
hemos dicho, para alentar los mecanismos de conservación voluntaria cuando
los usuarios y consumidores de los servicios de los ecosistemas no tienen una
obligación de contribuir a reponerlos o conservarlos. Las agencias ambientales
suelen desglosar este principio en dos componentes: el principio el usuario
paga y el principio el beneficiario compensa.
El principio el usuario paga supone obligar a cualquiera que reciba un be-
neficio privado directo de un servicio de un ecosistema a contribuir a los costos
de sostener el capital natural que lo genera. En la práctica, la adopción de este
principio a menudo supone que los beneficiarios particulares hacen pagos al
proveedor colectivo. Por aplicación de este principio estaría justificado, por
ejemplo, el cobro de entradas a nuestra red de parques nacionales y espacios
naturales protegidos.
Por su parte, el principio el beneficiario compensa permite obligar a cual-
quiera que reciba un beneficio privado indirecto de un servicio de un ecosiste-
ma a contribuir a los costos de sostenerlo o sostener el capital natural que lo
genera, pudiéndose arbitrar este pago por los poderes públicos en nombre de la
comunidad.
El principio quien contamina paga o quien rompe repara, está perfectamen-
te recogido en las leyes y directivas, en especial en la normativa sobre respon-
sabilidad medioambiental (Ley 26/2007, de 23 de octubre, dictada en transpo-
sición de la Directiva 2004/35/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21
de abril de 2004, sobre responsabilidad medioambiental en relación con la pre-
vención y reparación de daños medioambientales), por lo que no vamos a dete-
nernos en él. En cambio, el principio quien se beneficia paga tiene todavía,
338
el pago por servicios ambientales para el desarrollo sostenible del medio rural:
los contratos territoriales
841
Wunder, Sven, Wertz-Kanounnikoff, Sheila y Moreno Sánchez Rocío, «Pago por servicios
ambientales: una nueva forma de conservar la biodiversidad», en Gaceta ecológica, número especial
84-85, 2007, pp. 39 y ss (accesible en internet).
339
libre mercado y protección ambiental
842
En su informe «Sostenibilidad local: una aproximación urbana y rural». Puede consultarse en
la página web: http://www.sostenibilidad-es.org/informes/informes-tematicos/sostenibilidad-local-
una-aproximacion-urbana-y-rural
843
Sobre las experiencias de pago por Servicios Ambientales en Latinoamérica, vid.: Chacón
Carlos M. (editor), Voluntad de conservar. Experiencias seleccionadas de conservación por la socie-
dad civil en Iberoamérica, Fundación Biodiversidad, puede consultarse en la sección recursos de la
web «Plataforma de la custodia del Territorio»: http://www.custodia-territorio.es/; Peña Chacón M.,
«El nuevo Canon Ambiental por Vertidos y el Régimen Económico y Jurídico de los Servicios Am-
bientales», en Medio Ambiente & Derecho: Revista electrónica de derecho ambiental, núm. 10, 2004,
puede consultarse en la web http://huespedes.cica.es/aliens/gimadus/; Martínez de Anguita d’huart
Pablo, Rivera Samuel, Benítez López José Manuel,y Cruz Fernando, «Establecimiento de un meca-
nismo de pago por servicios ambientales sobre un soporte GIS en la cuenca del río Calan, Honduras»,
Geofocus: Revista Internacional de Ciencia y Tecnología de la Información Geográfica, núm. 6, 2006
(accesible en internet); González Ulloa Rodolfo, «Pago de servicios ambientales: logros y fracasos
de un mecanismo de mercado para detener la deforestación. El caso de Costa Rica (1996 a 2000)», en
Diálogos: Revista electrónica de historia, vol. 7, núm. 2, 2006 (accesible en internet); Martínez Tuna,
M. y Kosoy Daroqui, N., «Compensaciones monetarias y conservación de bosques: pagos por servi-
cios ambientales y pobreza en una comunidad rural en Honduras», en Revista Iberoamericana de
Economía Ecológica (REVIBEC), vol. 6, 2007, pp. 40-51, puede consultarse en la página web de la
Red Iberoamericana de Economía Ecológica: www.redibec.org. Vid., las publicaciones de Stefano
Pagiola sobre el pago por Servicios Ambientales en su página web: http://www.smiliner.com/spagio-
la/work/pes.html
340
el pago por servicios ambientales para el desarrollo sostenible del medio rural:
los contratos territoriales
341
libre mercado y protección ambiental
844
Lo que hizo el Reglamento 1290/2005, sobre financiación de la política agrícola común, fue
constituir dos fondos diferenciados, el citado Feader y el Fondo Europeo Agrícola de Garantía (FEA-
GA), que vinieron a sustituir al anterior Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA),
de tal forma que se permita dar un tratamiento más diferenciado a la financiación, por un lado de las
medidas de mercado y otras medidas en el marco de la política agrícola común, y por otro a los progra-
mas de desarrollo rural.
342
el pago por servicios ambientales para el desarrollo sostenible del medio rural:
los contratos territoriales
845
De la Cuesta Sáenz, José María, El contrato de asesoramiento a las explotaciones agrarias,
puede consultarse en la web de la Biblioteca del MAGRAMA: http://www.magrama.gob.es/es/minis-
terio/servicios/informacion/villaamil__tcm7-204442.pdf
343
libre mercado y protección ambiental
846
Modificado por el Real Decreto 708/2002, de 19 de julio, y el Real Decreto 172/2004, de 30
de enero, que establecieron medidas complementarias al Programa de Desarrollo Rural para las
Medidas de Acompañamiento de la Política Agraria Común; y por el Real Decreto 1203/2006, de 20
de octubre.
847
Así, por ejemplo, en la actuación «lucha contra la erosión en medios frágiles», pueden ser
beneficiarios de la ayuda los «titulares de explotaciones con parcelas sobre laderas, terrazas y ban-
cales localizadas en pendiente superior al 8%.(..) Además, la densidad de plantación deberá estar
entre 30 y 210 árboles/ha, excepto cuando se trate de plantaciones de olivar constituidas por árboles
344
el pago por servicios ambientales para el desarrollo sostenible del medio rural:
los contratos territoriales
de variedades tradicionales en la región y con una antigüedad superior a los 50 años, que será de 350
árboles/ha.».
Para percibir las ayudas, los titulares de las explotaciones deben cumplir el siguiente compromiso:
En cultivos leñosos en pendiente o terrazas:
– Antes de la puesta en marcha de la medida se creará un Comité Técnico por cada Comunidad
Autónoma en la que se aplique esta medida.
– Llevar un cuaderno de explotación en el que se reflejarán todas las labores y operaciones reali-
zadas a lo largo del año, en cada una de las parcelas de cultivos leñosos.
– Elaboración de un Plan agroambiental de la explotación que recoja y describa la totalidad de los
elementos a conservar, su singularidad, significado medioambiental, dimensión y presupuesto
para su mantenimiento así como calendario para cumplir los compromisos.
– Presentar un Plan de actuación, que deberá ser aprobado por el órgano competente de la Comu-
nidad Autónoma, que contemplará la totalidad de cultivos leñosos de la explotación, en relación
con los compromisos medioambientales adquiridos.
– Mantenimiento de la vegetación natural en las lindes de las parcelas, siempre que estén a más de
300 metros de una masa forestal superior a 10 hectáreas.
– Mantenimiento y conservación de los elementos e instalaciones tradicionales relacionadas con el
cultivo: muretes, terrazas, bancales, setos vegetales, etc., que quedarán reflejados en el plan de
actuación agroambiental.
– Los compromisos no relacionados directamente con las pendientes/terrazas, deberán cumplirse
en el conjunto de la explotación, aunque para el cálculo de la ayuda, solo se tendrán en cuenta la
superficie de las parcelas con pendientes superiores a las fijadas.
– En ningún caso se podrán emplear aperos de vertedera y gradas de disco que volteen el suelo.
– En las parcelas con pendientes medias superiores al 10% y con suelos con insuficiente permeabi-
lidad, para evitar los problemas de escorrentía será obligatorio el establecimiento de cubiertas
vegetales en el centro de las calles, que cubran un mínimo del 50% de la superficie, a partir de la
flora espontánea o recurriendo a la siembra de especies cultivadas, siendo en todo caso obligato-
ria la inmediata corrección de los efectos puntuales ocasionados por las escorrentías producidas
por las lluvias torrenciales.
– La cubierta vegetal se establecerá lo más próxima a las curvas de nivel y perpendicular a la
máxima pendiente, en el caso de terrazas el de la dirección del lado mayor de la misma.
– La cubierta vegetal podrá segarse a principios de primavera, para evitar la competencia de las
malas hierbas mediante procedimientos mecánicos y químicos registrados para tales usos, o con
pastoreo controlado de ganado ovino, debiendo permanecer obligatoriamente sobre el terreno los
restos de estas cubiertas hasta el otoño, época en la que, si procede, se podrán llevar a cabo las
labores necesarias para la implantación de una nueva cubierta vegetal.
– Prohibición del uso de productos químicos para la poda y eliminación de brote.
– La prima que se percibe como contrapartida por el cumplimiento de estos compromisos es de
132,22 euros por hectárea.
848
Vid., p.ej.: en Andalucía, la Orden de 27 de diciembre de 2012, por la que se modifica la Orden
de 24 de marzo de 2011, por la que se aprueban en la Comunidad Autónoma de Andalucía las bases
reguladoras para la concesión de subvenciones a las submedidas agroambientales en el marco del
Programa de Desarrollo Rural de Andalucía 2007/2013, y se efectúa su convocatoria para el año 2011;
o, en La Rioja, la Orden 13/2008, de 3 de abril, de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarro-
llo Rural, por la que se establecen las bases reguladoras de las Ayudas Agroambientales previstas en el
Eje II del Programa de Desarrollo Rural 2007/2013, cuya vigencia ha sido prorrogada por la Orden
3/2013, de 31 de enero, del Consejero de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente.
345
libre mercado y protección ambiental
849
Léger, François, «Le Contrat territorial d’Exploitation : impasse ou laboratoire?», en las Actas
de la 8ª Universidad de verano de Innovación rural, Marciac, 2002, puede consultarse en la web:
www.agrobiosciences.org
346
el pago por servicios ambientales para el desarrollo sostenible del medio rural:
los contratos territoriales
347
libre mercado y protección ambiental
850
De acuerdo con el artículo 5 de la LDSMR, el Programa de Desarrollo Rural Sostenible, «se
configura como el instrumento principal para la planificación de la acción de la Administración General
del Estado en relación con el medio rural, se elaborará en coordinación con las Comunidades Autóno-
mas y de acuerdo con las previsiones establecidas en esta Ley; y concretará los objetivos y planes y
actuaciones sectoriales a desarrollar por dicha Administración y los que sean concertados con las Admi-
nistraciones de las Comunidades Autónomas». El actual Programa define una estrategia de desarrollo
rural para el periodo 2010-2014, las zonas rurales priorizadas donde se aplicará, los objetivos y actua-
ciones multisectoriales a desarrollar por la Administración General del Estado y los que sean concerta-
dos con las Administraciones de las Comunidades Autónomas, así como los procedimientos de concer-
tación y de cofinanciación aplicables, y establece, asimismo, un sistema de evaluación y seguimiento.
851
Véase, en el Capítulo 3 sobre las actuaciones del programa, y dentro las «Fichas de actuación
según Ejes», la actuación relativa al Eje 1 «Actividad Económica y Empleo» del art. 16 de la LDSMR:
«Medida de apoyo a la agricultura territorial» consistente en el «apoyo a la suscripción de contratos
territoriales de explotación».
852
Rodríguez-Chaves Mimbrero B., «El contrato territorial y el contrato territorial de zona rural:
dos instrumentos para promover una gestión sostenible del medio rural», en Ambient@, núm. 97, di-
ciembre 2011 (accesible en internet).
348
el pago por servicios ambientales para el desarrollo sostenible del medio rural:
los contratos territoriales
349
libre mercado y protección ambiental
853
Vid., Fernández Farrer Res, G., La subvención: concepto y régimen jurídico, Instituto de
Estudios Fiscales, Madrid 1983.
350
el pago por servicios ambientales para el desarrollo sostenible del medio rural:
los contratos territoriales
351
libre mercado y protección ambiental
352
el pago por servicios ambientales para el desarrollo sostenible del medio rural:
los contratos territoriales
Los objetivos o fines a los que puede atender el contrato territorial pueden
ser muy diversos, pues comprenden cualquier tipo de «externalidades positi-
vas» vinculadas a las explotaciones agrarias, silvícolas o cinegéticas que pue-
den beneficiarse del contrato territorial.
Estas externalidades positivas se definen como «los efectos derivados de la
actividad que se realiza en una explotación agraria que repercuten favorable-
mente sobre bienes o fines de carácter público, al margen del interés o beneficio
que puedan suponer para la propia explotación, contribuyendo a mejorar de
forma significativa los aspectos económico, social o ambiental que describen la
sostenibilidad del territorio».
El Real Decreto enuncia determinadas finalidades específicas a las que deben
procurar atender los contratos territoriales, por considerarse especialmente rele-
vantes las externalidades positivas asociadas, entre otras: evitar la despoblación
del medio rural; mantener sistemas agrarios tradicionales de alto valor natural o
cultural que en la coyuntura actual tienden al abandono; conservar y restaurar la
calidad ambiental, el suelo, el agua, el patrimonio natural y la biodiversidad
autóctona silvestre, la diversidad genética agraria de base territorial, el paisaje
rural y el patrimonio cultural; propiciar el reconocimiento por la sociedad de las
externalidades positivas generadas por las actividades agrarias; contribuir a la
consecución de los objetivos de conservación de los espacios de la Red Natura
2000 u otros espacios o áreas protegidas; y contribuir a la consecución de obje-
tivos específicos de desarrollo rural sostenible expresamente contemplados en
los Planes de Zona Rural que desarrollan el Programa de Desarrollo Rural Sos-
tenible, o en las Directrices Estratégicas Territoriales de Ordenación Rural.
353
libre mercado y protección ambiental
354
el pago por servicios ambientales para el desarrollo sostenible del medio rural:
los contratos territoriales
Realizar las acciones necesarias para evitar que el agua se derrame por
encima del muro y se pierda suelo agrícola fértil en la explotación misma.
Realizar todas las operaciones de restauración en caso de derrumbe total
o parcial, excepto por causas consideradas catastróficas.
No eliminar ningún muro de piedra seca de la explotación».
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el pago por servicios ambientales para el desarrollo sostenible del medio rural:
los contratos territoriales
357
POSIBILIDADES Y LÍMITES PARA EL USO DE LAS
ETIQUETAS AMBIENTALES EN LOS
PROCEDIMIENTOS DE CONTRATACIÓN PÚBLICA854
J. José Pernas García
Profesor Titular de Derecho Administrativo
Universidade da Coruña
I. INTRODUCCIÓN
854
Este trabajo de investigación ha sido elaborado en el marco del proyecto de investigación
«Mercado interior, libertades económicas y medio ambiente» (DER2011-28994), concedido por el
Ministerio de Ciencia e Innovación en el marco de la convocatoria de Proyectos de Investigación,
Subprograma de Proyectos de Investigación Fundamental No Orientada. Véase el sitio Web del Pro-
yecto: proyectomilema.wordpress.com
359
libre mercado y protección ambiental
Este deseable, y cada vez más aceptado, rumbo del régimen de la contrata-
ción pública abre la puerta, por la propia naturaleza de las potenciales cláusulas
ambientales y sociales, a riesgos de discriminación y de opacidad en la adjudi-
cación de los contratos públicos, si no garantizamos previamente las condicio-
nes que permitan integrar estas consideraciones políticas de modo objetivo,
sencillo y claro. A esto se une el hecho de que los órganos de contratación ca-
recen de los conocimientos y de la experiencia855 para llevar a cabo dicha inte-
gración en las diferentes fases del procedimiento.
Los riesgos mencionados y la falta de claridad jurídica y de conocimientos
inhiben el desarrollo de la contratación pública verde (y socialmente responsa-
ble) por parte de los órganos de contratación, ante los posibles conflictos jurí-
dicos que se puedan derivar de su inadecuada aplicación. Es aquí donde adquie-
re importancia el Derecho ambiental y las normas privadas de este sector como
proveedores de instrumentos que simplifican y permiten una integración auto-
mática (o, en todo caso, más sencilla) y objetiva de las consideraciones ambien-
tales en los pliegos de condiciones contractuales.
La Directiva 2004/18, de 31 de marzo, sobre coordinación de los procedi-
mientos de adjudicación de los contratos públicos de obras, de suministro y de
servicios (en adelante Directiva 2004/18) en la Unión Europea, y, en conse-
cuencia, el Real Decreto legislativo 3/2011, de 14 de noviembre, por el que se
aprueba el texto refundido de la Ley de Contratos del Sector Público (en ade-
lante, TRLCSP) aluden a dos instrumentos ambientales de mercado, que pue-
den tener tanto naturaleza pública como privada, las etiquetas ambientales856
(arts. 23.6 Directiva 2004/18, y 117.6, TRLCSP) y los sistemas de gestión am-
biental (arts. 50 Directiva 2004/18, y 81, TRLCSP).
El Derecho de contratos del sector público hace referencia a las etiquetas
ambientales como medio para facilitar la elaboración de prescripciones técni-
cas ambientales y para probar su cumplimiento por parte de las ofertas de los
licitadores. Asimismo, permite el recurso a las normas de gestión ambiental
como referencia para concretar la exigencia de solvencia técnica para aplicar
medidas ambientales necesarias para ejecutar un contrato.
855
El uso de la contratación pública verde genera recelos en los poderes de adjudicación europeos
debido a la falta de conocimiento y de experiencia en esta materia. Para mitigar este factor limitativo
en el desarrollo de la contratación pública verde, la Comisión Europea dispone de un sitio web dedica-
do al intercambio de experiencias prácticas entre los poderes adjudicadores de los diferentes Estados
miembros: http://ec.europa.eu/environment/gpp/case_en.htm, visto a 10 de enero de 2013.
856
Sobre las etiquetas ambientales, véanse Lozano Cutanda, Blanca, Derecho ambiental admi-
nistrativo, La Ley, Madrid, 2010, pp. 685 y ss.; «El futuro de la “Flor Europea”: la nueva etiqueta
ecológica de la UE», Revista Catalana de Dret Ambiental, vol. I, núm. 1, 2010; Mora Ruiz, Manuela,
La gestión ambiental compartida: función pública y mercado, Editorial Lex Nova, 2007, pp. 182 y ss.
360
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
857
Pernas García, J. J., Contratación pública verde, La Ley, Madrid, 2011.
858
Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (Sala Tercera) de 10 de mayo de 2012,
asunto C-368/10, Comisión Europea/Reino de los Países Bajos.
859
Esta posibilidad se concreta en el artículo 23.6 de la Directiva 2004/18. Esta previsión no se
incluía en el texto inicial de la propuesta de Directiva. Fue integrado mediante una enmienda propues-
ta por el Parlamento Europeo (Wilsher, Dan, «Reconciling nacional autonomy and trade integration
in the context of eco-labeling», en Arrowsmith, S., Kunzlik, P., Social and environmental policies in
EC procurement Law, Cambridge University Press, 2009, p. 424).
860
Para la Comisión Europea las «etiqueta/certificación de comercio ético» son cualquier sistema
no gubernamental de garantía de la sostenibilidad comercial (por ejemplo, Comercio justo, Fairtrade,
Max Havelaar, Utz, Rainforest Alliance, etc.) (Adquisiciones sociales. Una guía para considerar as-
pectos sociales en los contratos públicos, 2010, p. 31).
861
Dentro del concepto amplio de «contratación pública sostenible» podemos hablar de «contra-
tación pública verde» y de «contratación pública socialmente responsable». Esta última es definida por
la Comisión como «(…) las operaciones de contratación que tienen en cuenta uno o más de los siguien-
361
libre mercado y protección ambiental
tes aspectos sociales: oportunidades de empleo, trabajo digno, cumplimiento con los derechos sociales
y laborales, inclusión social (incluidas las personas con discapacidad), igualdad de oportunidades, di-
seño de accesibilidad para todos, consideración de los criterios de sostenibilidad, incluidas las cuestio-
nes de comercio ético y un cumplimiento voluntario más amplio de la responsabilidad social de las
empresas (RSE), a la vez que se respetan los principios consagrados en el Tratado de la Unión Europea
(TUE) y las Directivas de contratación» (ídem, p. 7).
862
Medina Arnaiz entiende que la menor aceptación de las etiquetas sociales, con relación a las
ambientales, quizás es «debido a que se considera que todavía impera cierta confusión entre los diver-
sos sistemas de certificación y que no existen mecanismos de vigilancia relacionados con el etiquetado
social de productos» («La contratación pública socialmente responsable a través de la jurisprudencia
del Tribunal de Justicia de la Unión Europea», Revista Española de Derecho administrativo, núm. 153,
enero-marzo 2012, p. 236).
863
Es el caso de la etiqueta ecológica de la UE, el Cisne Nórdico (www.svanen.se/en) o el Ángel
Azul (www.blauer-engel.de/en).
864
Estas etiquetas se basan en uno o varios de los criterios de aceptación/exclusión vinculados a
un aspecto específico, por ejemplo, a la eficiencia energética. Es el caso de la etiqueta comunitaria de
agricultura ecológica o del etiquetado EnergyStar de eficiencia energética (Comisión Europea, Manual
sobre contratación pública ecológica, 2ª edición, 2011, p. 19).
865
Estas etiquetas incluyen programas de certificación en materia de silvicultura operados por
organizaciones como el Consejo de Administración Forestal (Forest Stewardship Council, FSC) o el
Programa para la Aprobación de la Certificación Forestal (Programme for the Endorsement of Forest
Certification, PEFC) (ibidem).
866
Estos productos o servicios se clasifican con arreglo a su comportamiento medioambiental a
propósito del criterio en cuestión, en lugar de utilizar criterios de aceptación/exclusión. Entre los ejem-
plos cabe citar a la etiqueta energética de la UE, que clasifica productos relacionados con el consumo
energía según su eficiencia energética, siendo A+++ el más eficiente y G el menos eficiente.
362
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
867
Interesa destacar las apreciaciones de la Comisión Europea con relación al uso de las etiquetas
de comercio justo, absolutamente aplicables a las etiquetas ambientales: «[l]as entidades adjudicadoras
que pretenden adquirir bienes de comercio ético no deben simplemente «copiar y pegar» todas las es-
pecificaciones técnicas de una etiqueta/certificación de comercio ético en las especificaciones técnicas
y, menos aún, designar una etiqueta o certificación específica de comercio ético. En cambio, deben
mirar cada subcriterio inherente a la etiqueta o a la certificación de comercio ético y utilizar solo aque-
llos que estén vinculados al objeto de su compra» (Comisión Europea, Adquisiciones sociales..., ob.
cit., p. 32).
868
Wilsher, Dan, ob. cit., p. 427.
869
Wilsher considera que los grupos de interés supranacionales tendrán dificultades para partici-
par en los procesos de definición de los sistemas de ecoetiquetado nacionales (Idem, pp. 428 y 434).
870
Idem, pp. 428 y 429.
363
libre mercado y protección ambiental
medios de acceso fácil y directo para los operadores. Las reglas deberían
ser fáciles de interpretar y aplicar, así como emplear conceptos científicos
y técnicos comprensibles por los operadores económicos en la Unión Eu-
ropea871. Las prescripciones técnicas de los sistemas de etiquetado ecoló-
gico no puedan tener por efecto la creación de obstáculos injustificados a
la apertura de los contratos públicos a la competencia (artículo 117.2,
TLCSP). Los sistemas nacionales de etiquetado pueden contener criterios
que dificultan la concesión de la etiqueta a fabricantes extranjeros, lo cual,
en su caso, debe suponer la imposibilidad de utilizar la etiqueta en cues-
tión como referencia para la determinación de prescripciones técnicas872.
Ante las eventuales dificultades derivadas de la aplicación y de la compro-
bación del cumplimiento de las cuatro condiciones reseñadas, la Comisión fa-
cilita esa labor a los órganos de contratación indicando que las etiquetas tipo I
(ISO 14024) cumplen este criterio873. Dentro de ellas las ecoetiquetas públicas,
como el Ángel Azul o la Ecotiqueta Comunitaria, garantizan especialmente las
exigencias de idoneidad, transparencia y de acceso en condiciones de igualdad,
así como las normas superiores de rigor científico en el establecimiento de cri-
terios874. En todo caso, es importante que los órganos de contratación dispongan
de guías o documentos a nivel europeo o nacional que indiquen las etiquetas
ambientales que cumplen las condiciones del Derecho comunitario de contratos
públicos875.
El TRLCSP configura una potestad discrecional del órgano de contratación.
La norma le ofrece la posibilidad de acudir a las etiquetas ecológicas para defi-
nir las prescripciones técnicas de forma segura, clara y precisa. Recordemos
que las prescripciones técnicas, formuladas en términos de rendimiento o de
exigencias funcionales ambientales, «deben ser suficientemente precisos como
para permitir la determinación del objeto del contrato por los licitadores y la
adjudicación del mismo a los órganos de contratación» (art. 117.3, letra b,
871
Idem, p. 429.
872
Lozano Cutanda destaca en este sentido que algunos programas nacionales de etiquetado
ambiental exigen el cumplimiento de normas nacionales o el sometimiento a una actividad de verifica-
ción y control por parte de las autoridades del país («El futuro de la “Flor Europea”,… ob. cit., p. 6).
873
Los diferentes tipos de etiquetas ambientales existentes han sido definidos por normas privadas
ISO: ISO 14024, para las etiquetas I, que son sistemas voluntarios de calificación ambiental que iden-
tifican y certifican de forma oficial que ciertos productos o servicios tienen una menor afección sobre
el medio ambiente, como la etiqueta ecológica de la UE u otras etiquetas multicriterio nacionales; ISO
14021, para las etiquetas tipo II o autodeclaraciones ambientales de las empresas; e ISO 14025, para
las etiquetas tipo III o declaraciones ambientales de productos, que ofrecen información sobre el im-
pacto de un producto o servicio a través del ciclo de vida (Lozano Cutanda, Blanca, «El futuro de la
“Flor Europea”,… ob. cit., p. 3).
874
Comisión Europea, Compras ecológicas. Manual sobre la contratación pública ecológica,
Oficina de Publicaciones de la Unión Europea, 2005, pp. 13 y 20. Véase también Arrowsmith, S., The
Law of public…, op. cit., p. 1278.
875
El sitio web sobre contratación pública verde de la Comisión Europea dispone de una relación
de ecoetiquetas para cada uno de los servicios o productos identificados como prioritarios por la UE:
http://ec.europa.eu/environment/gpp/eco_labels.htm, visto a 10 de enero de 2013.
364
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
876
Artículo 23.3, letra b, Directiva 2004/18.
877
Desde el año 2010, la Comisión Europea trabaja de forma conjunta, a través del mismo servicio
de la Comisión, en el desarrollo de los criterios para la concesión de la Etiqueta Comunitaria y para la
contratación pública verde. El Plan de trabajo de la Comisión para la Ecoetiqueta Comunitaria (2011-
2015) prevé la necesidad de aprobar de modo conjunto criterios para la Ecotiqueta y la contratación
pública verde para el mismo grupo de productos, cuando ello sea posible, así como fomentar el recurso
a la Ecoetiqueta en el marco de los procedimiento de licitación pública (EU Ecolabel work plan for
2011-2015, 14 de octubre de 2011, http://ec.europa.eu/environment/ecolabel/documents.html, visto a
12 de enero de 2013).
878
Comisión Europea (DG Medio Ambiente), Green public procurement and european ecolabel,
2008.
879
La norma privada ISO 14025 regula las etiquetas ambientales tipo III o declaraciones ambien-
tales de productos, que ofrecen información sobre el impacto de un producto o servicio a través del
ciclo de vida.
365
libre mercado y protección ambiental
880
Comunicación interpretativa de la Comisión (2001), p. 11.
881
Véase en este sentido el contenido del artículo 11 del Reglamento (CE) núm 66/2010 del Par-
lamento europeo y del Consejo, de 25 de noviembre de 2009, relativo a la etiqueta ecológica de la UE:
«1. Cuando se hayan publicado criterios de la etiqueta ecológica de la UE para una categoría de
productos dada, otros sistemas de etiquetado ecológico EN ISO 14024 tipo I reconocidos
oficialmente a escala nacional o regional que no abarquen esa categoría de productos en el
momento de la publicación solo podrán incluirla si los criterios elaborados con arreglo a esos
sistemas son, como mínimo, tan estrictos como los de la etiqueta ecológica de la UE.
2. A fin de armonizar los criterios de los sistemas europeos de etiquetado ecológico (EN ISO
14024 tipo I), los criterios de la etiqueta ecológica de la UE también tendrán en cuenta los
criterios existentes fijados en los sistemas de etiquetado ecológico oficialmente reconocidos en
los Estados miembros.»
882
Wilsher considera que, frente a la complejidad del uso de las ecoetiquetas en la definición de
las prescripciones técnicas, puede ser una alternativa mejor el recurso a estas como referencia para la
determinación de los criterios de adjudicación. A su juicio, «(…) using the award criteria approach
allows that authority to better assess and implement an appropriate balance between ecology and
value for Money. The number of compliant tenders is likely to be higher» («Reconciling nacional au-
tonomy and trade integration in the context of eco-labeling»…, ob. cit., p. 432).
366
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
Por lo visto, haste esto momento podemos indicar que las etiquetas ambien-
tales (y en alguna medida las sociales) pueden jugar un doble papel en el marco
de un mismo procedimiento de licitación. Por una parte, pueden servir de refe-
rencia para concretar las prescripciones técnicas mínimas que debe cumplir la
883
Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (Sala Tercera) de 10 de mayo de 2012,
asunto C-368/10, Comisión Europea/Reino de los Países Bajos.
884
Véase, con relación a la posibilidad de establecer criterios sociales, las sentencias del TJCE de
20 de septiembre de 1988, asunto C-31/87, Gebroeders Beentjes, ap. 36; de 26 de septiembre de 2000,
asunto C-225/98, Nord Pas de Calais, aps. 51 y ss. Además la posibilidad de tomar en consideración
criterios sociales en la adjudicación de los contratos públicos ha sido admitida por la Comisión en
distintos documentos. Véanse la Comunicación interpretativa sobre la legislación comunitaria de
contratos públicos y las posibilidades de integrar sus aspectos sociales en dichos contratos (COM
(2001) 566 final, de 15 de octubre de 2001), y Adquisiciones sociales. Guía para tomar en considera-
ción cuestiones sociales en la contratación pública (SEC (2010) 1258 final, de 19 de octubre de 2010).
Sobre la posibilidad, mucho más asentada, de establecer criterios ambientales de adjudicación, veánse
las sentencias de 17 de septiembre de 2002, asunto C-513/1999, Concordia, y de 4 de diciembre de
2003, asunto C-448/2001, Wienstrom Gmbh.
885
«85. El artículo 53 de la Directiva 2004/18 se explica en el cuadragésimo sexto considerando
de esta, cuyos párrafos tercero y cuarto señalan que los criterios de adjudicación pueden ser, en princi-
pio, no solo económicos, sino también cualitativos. De este modo, entre los ejemplos mencionados en
el apartado 1, letra a), de dicho artículo figuran, en particular, las características medioambientales.
Como la abogado general señaló en el punto 103 de sus conclusiones, el párrafo cuarto de dicho con-
siderando establece, además, que «el poder adjudicador podrá regirse por criterios destinados a satis-
facer exigencias sociales que, en particular, respondan a necesidades –definidas en las especificaciones
del contrato– propias de las categorías de población especialmente desfavorecidas a las que pertenez-
can los beneficiarios/usuarios de las obras, suministros y servicios que son objeto del contrato». Por lo
tanto, debe admitirse que los poderes adjudicadores también pueden elegir criterios de adjudicación
basados en consideraciones de carácter social, que pueden referirse a los usuarios o a los beneficiarios
de las obras, suministros o servicios objeto del contrato, pero también a otras personas».
367
libre mercado y protección ambiental
prestación. Por otra parte, puede establecerse un criterio de valoración que otor-
gue puntos adicionales a aquellas ofertas que ofrezcan rendimientos ambienta-
les adicionales al exigido por la etiqueta utilizada como referencia para fijar las
especificaciones técnicas de base886.
886
Comisión Europea, Compras ecológicas... (2005), ob. cit., p. 20. Otro ejemplo, nos lo da la
Comisión Europea con relación a los criterios sociales de adjudicación. Como sabemos, las especifica-
ciones de un contrato pueden definir el nivel de cumplimiento sobre la base de una norma técnica, por
ejemplo la UNE 139803 sobre «Requisitos de accesibilidad por contenidos web». Esta norma define
tres niveles de cumplimiento (A, AA, AAA). El nivel más bajo o el nivel medio se puede exigir como
especificación técnica, y se podrían otorgar puntos adicionales a la oferta que alcanza el nivel más alto
(Comisión Europea, Adquisiciones sociales..., ob. cit., p. 37). En este mismo orden de ideas, el Plan de
Contratación Verde del Estado establece que los criterios energéticos de la etiqueta «Energy Star», que
se correspondan con el año anterior al momento de la compra, se utilizaran como obligatorios, mientras
que las características de la versión más reciente de la etiqueta se incorporarán como criterios de valo-
ración (Orden PRE/116/2008, de 21 de enero, BOE núm. 27, de 31 de enero de 2008).
887
Véase, más en profundidad sobre la cuestión, Pernas García, J. J. , Contratación pública ver-
de, La Ley, Madrid, 2011, pp. 87 y ss.
368
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
2012, aunque con relación a una etiqueta de carácter social. El Tribunal va-
lora la compatibilidad con el Derecho comunitario de la exigencia contenida
en los pliegos de un contrato de suministro de que los productos estuvieran
provistos de la etiqueta MAX HAVELAAR, que certifica productos de co-
mercio justo. El Tribunal se pronuncia, en primer lugar, sobre el carácter de
esta cláusula: ¿es una especificación técnica o una condición de ejecución de
contrato?
La Comisión Europea considera que se trata de una especificación técni-
ca que vulneraba el artículo 23, apartado 8888. Por su parte, el Reino de los
Países Bajos niega que los criterios en que se basa la concesión de la etique-
ta MAX HAVELAAR puedan constituir requisitos relacionados con el pro-
cedimiento o el método de producción, y afirma que se trata de condiciones
sociales aplicables a la adquisición de los productos que se suministraran en
el marco de la ejecución del contrato controvertido, comprendidas en el mar-
co del concepto de «condiciones de ejecución del contrato» en el sentido del
artículo 26 de la Directiva 2004/18. La concesión de dicha etiqueta se basa
en el cumplimiento de cuatro criterios, con arreglo a los cuales el precio pa-
gado debe cubrir todos los gastos, ese precio debe comprender una prima
con respecto a los precios del mercado, la producción debe ser objeto de una
prefinanciación y el importador debe mantener relaciones comerciales de
larga duración con los productores (aps. 37 y 73).
El Tribunal califica la cláusula contractual como condición de ejecución
del contrato:
«74. Ha de señalarse que tales criterios no se corresponden con la
definición del concepto de especificación técnica que figura en el
punto 1, letra b), del anexo VI de la Directiva 2004/18, puesto que
dicha definición se refiere exclusivamente a las características de los
propios productos, de su fabricación, de su envasado o de su utiliza-
ción, y no a las condiciones en las que el proveedor los adquirió al
productor.
75. En cambio, el cumplimiento de dichos criterios está compren-
dido en el concepto de «condiciones de ejecución del contrato» en el
sentido del artículo 26 de esa Directiva.
76. En efecto, a tenor de dicho artículo, las condiciones en que se
ejecute un contrato podrán referirse, en especial, a consideraciones de
tipo social. Pues bien, la exigencia de que el café y el té que se sumi-
nistren procedan de pequeños productores de países en desarrollo,
con los que se mantienen relaciones comerciales que les son favora-
bles, constituye una consideración de ese tipo. En consecuencia, la
regularidad de esa condición debe comprobarse en relación con dicho
artículo 26.»
Este artículo prohíbe en principio que las especificaciones técnicas «[mencionen] una proce-
888
dencia determinada o un procedimiento concreto, [o hagan] referencia a una marca, [...] a un origen o
a una producción determinados con la finalidad de favorecer o descartar ciertas empresas o ciertos
productos».
369
libre mercado y protección ambiental
889
En este punto, la sentencia del TJUE nos sugiere la dificultad de determinar especificaciones
técnicas basadas en consideraciones de naturaleza social. Las especificaciones técnicas deben aludir a
las características técnicas o al rendimiento de los productos o servicios o a los procesos o métodos de
producción. Sin embargo, la consideraciones de tipo social aluden más habitualmente al comporta-
miento ambiental de la empresa, es decir, a cuestiones no vinculadas al objeto del contrato. Estas es
una de las razones por la que las cláusulas o criterios ambientales tienen un mejor encaje legal en los
procedimientos de contratación pública que las sociales. En este sentido, la Comisión afirma, por ejem-
plo, que los «(…) requisitos relacionados con las condiciones laborales de los trabajadores que partici-
pan en el proceso de producción de los bienes a adquirir no pueden considerarse en las especificaciones
técnicas, ya que no constituyen especificaciones técnicas dentro del sentido de las Directivas de con-
tratación» (Comisión Europea, Adquisiciones sociales..., ob. cit., p. 34). La forma de integración de
cláusulas sociales menos problemática, desde un punto de vista jurídico, es quizás como condición de
ejecución del contrato, debido al hecho de que con relación a ellas se flexibiliza la exigencia del víncu-
lo con el objeto del contrato. Las condiciones de ejecución deben estar simplemente ligadas al cumpli-
miento del contrato en cuestión. Pensemos por ejemplo en las exigencias de condiciones de trabajo
dignas y seguras para los trabajadores de la empresa adjudicataria.
890
El Tribunal resuelve que «(…) dado que el procedimiento administrativo previo previsto en el
artículo 258 TFUE delimita el objeto de un recurso basado en este artículo, dicho recurso debe basarse
en los mismos motivos y alegaciones que los que figuran en el dictamen motivado, por lo que una
imputación que no ha sido formulada en el dictamen motivado no es admisible en el procedimiento
ante el Tribunal de Justicia (véase en este sentido, en particular, la sentencia de 9 febrero de 2006,
Comisión/Reino Unido, C‑305/03, Rec. p. I‑1213, apartado 22 y jurisprudencia citada).»
891
Conclusiones de la abogado general Sra. Juliane Kokott presentadas el 15 de diciembre de
2011, asunto C‑368/10, Comisión Europea/Reino de los Países Bajos.
370
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
371
libre mercado y protección ambiental
892
Comisión Europea (2005), p. 21.
893
La etiqueta privada neerlandesa EKO se concede a productos que contengan al menos un 95%
de ingredientes procedentes de la agricultura ecológica. Está gestionada por una fundación de Derecho
civil neerlandesa, cuyos objetivos son favorecer la agricultura ecológica, regulada en la época de los
hechos por el Reglamento (CEE) núm. 2092/91 del Consejo, de 24 de junio de 1991, sobre la produc-
ción agrícola ecológica y su indicación en los productos agrarios y alimenticios.
894
La etiqueta MAX HAVELAAR es una etiqueta privada gestionada por una fundación de Dere-
cho civil neerlandesa, con arreglo a las normas adoptadas por una organización internacional de refe-
rencia, la Fairtraide Labelling Organisation (FLO). Con el fin de favorecer la comercialización de los
productos procedentes del comercio justo, esta etiqueta certifica que los productos a los que se concede
se compran a organizaciones constituidas por pequeños productores de países en desarrollo a un precio
y condiciones justos.
372
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
895
Destacamos las apreciaciones de la Abogada General por su carácter especialmente ilustrativo:
«110. En lo que se refiere a la etiqueta «Max Havelaar», ciertamente no define ninguna característica
del producto en sentido estricto, que resulte relevante en el marco de las especificaciones técnicas
(artículo 23 de la Directiva 2004/18). Pero dicha etiqueta aporta información sobre si los artículos su-
ministrados han sido objeto de un comercio justo. (…). Por eso no se puede negar de antemano que
tenga relación con el objeto del contrato (en este caso, el suministro de «ingredientes» como azúcar,
leche en polvo y cacao), pues para un poder adjudicador que, según se desprende de la documentación
del procedimiento de adjudicación, otorga valor al comercio socialmente responsable, para determinar
la relación calidad‑precio muy bien puede ser importante saber si los artículos suministrados fueron
comprados a sus productores en condiciones justas o no. Aunque el sabor del azúcar, en sentido estric-
to, no es diferente en función de si ha sido adquirido de forma justa o injusta, un producto que ha lle-
gado al mercado en condiciones injustas deja un regusto más amargo en el paladar de los clientes
conscientes de la responsabilidad social.» (Véanse los apartados 88 a 90 de las Conclusiones de la
abogado general Sra. Juliane Kokott presentadas el 15 de diciembre de 2011, asunto C‑368/10, Comi-
sión Europea/Reino de los Países Bajos).
373
libre mercado y protección ambiental
Existen unos límites para el uso de las ecoetiquetas como referencia para la
determinación de especificaciones técnicas, criterios de adjudicación o condi-
374
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
ciones de ejecución del contrato. El primero de ellos es que los poderes adjudi-
cadores no pueden exigir a las empresas que estén adscritas a un determinado
sistema de ecoetiquetado896. Esta es una exigencia del propio principio de igual-
dad y no discriminación.
La Comisión va más allá. Afirma que no se podrá exigir «que cumplan (to-
dos) los criterios de una etiqueta determinada». Se trata de una aproximación
no solo poco clara897, sino, a mi juicio, excesivamente restrictiva. Este plantea-
miento no está justificado de acuerdo con las previsiones de la Directiva
2004/18. No parece que esta norma se oponga a la exigencia de todos los crite-
rios de concesión de una etiqueta, siempre respeten los principios de igualdad
de trato y de transparencia y que todos estén vinculados al objeto del contrato.
Las cautelas de la Comisión surgen del temor de que las etiquetas nacionales
sean utilizadas de modo proteccionista y discriminatorio.
La cuestión de si es posible exigir una etiqueta determinada a la hora de
decidir las cláusulas o criterios ambientales se plantea en la sentencia del Tri-
bunal de Justicia de la Unión Europea (Sala Tercera) de 10 de mayo de 2012898.
El Tribunal entiende que en este asunto los documentos contractuales analiza-
dos exigían como especificación técnica que el café y el té a suministrar debían
estar provistos de las etiquetas EKO y MAX HAVELAAR. Además, se debía
establecer un criterio de valoración de ofertas por referencia exclusiva a las
mentadas etiquetas, expresando así el deseo de que los ingredientes que se su-
ministraran dispusieran de dichas etiquetas. Los pliegos establecían una condi-
ción de ejecución del contrato exigía la etiqueta MAX HAVELARR, cuestión
sobre la que no se pronuncia finalmente el Tribunal como hemos apuntado an-
teriormente. Veamos a continuación cuáles son sus apreciaciones.
En primer lugar, el Tribunal resuelve sobre si el poder adjudicador puede
exigir que determinados productos estén provistos de una determinada etiqueta
ecológica, o solo podía utilizar las especificaciones detalladas definidas para el
896
La Comisión se ha pronunciado en este sentido con relación a las etiquetas sociales o de comer-
cio justo. Véase la Comunicación Contribución al desarrollo sostenible: el papel del comercio justo y
de los sistemas no gubernamentales de garantía de la sostenibilidad comercial (COM (2009) 215 fi-
nal, de 5 de mayo de 2009): «Según las normas europeas de contratación pública, los órganos de con-
tratación que deseen comprar mercancías de comercio justo no pueden exigir etiquetas específicas,
porque esto limitaría el acceso a la contratación de productos que no están certificados como tales, pero
que cumplen normas similares de comercio sostenible. (…) Los órganos de contratación que tienen
intención de comprar mercancías con garantía de sostenibilidad no deben contentarse simplemente con
adoptar una etiqueta concreta e incluirla en las especificaciones técnicas de sus compras. Deben fijarse
más bien en los subcriterios que constituyen la base, por ejemplo la etiqueta «Fairtrade» y utilizar solo
los que sean pertinentes al objeto de su compra. Los órganos de contratación deben permitir siempre a
los licitadores demostrar el cumplimiento de estas normas utilizando etiquetas de Comercio Justo u
otros justificantes.». Véase también Comisión Europea, Adquisiciones sociales. Guía para tomar en
consideración cuestiones sociales en la contratación pública, 2010, p. 32.
897
Wilsher, Dan, op. cit., p. 426.
898
Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (Sala Tercera) de 10 de mayo de 2012,
asunto C-368/10, Comisión Europea/Reino de los Países Bajos.
375
libre mercado y protección ambiental
otorgamiento de dicha etiqueta ecológica, sin exigir que los productos dispusie-
ran de ella. Veamos las apreciaciones del Tribunal:
«63. En lo que respecta a los requisitos relativos a características
medioambientales, el tenor del primer párrafo de dicha disposición confiere
a los poderes adjudicadores la facultad de recurrir a las especificaciones de-
talladas de una etiqueta ecológica, pero no a una etiqueta ecológica como tal.
La exigencia de precisión establecida en el artículo 23, apartado 3, letra b),
de la Directiva 2004/18 –al que se hace referencia en el apartado 6 de dicho
artículo– y manifestada en la última frase de su vigésimo noveno conside-
rando se opone a una interpretación extensiva de dicha disposición.
64. Es cierto que, para facilitar la verificación del cumplimiento de tal
exigencia, el párrafo segundo del artículo 23, apartado 6, autoriza, además, a
los poderes adjudicadores a indicar que los productos provistos de la etique-
ta ecológica cuyas especificaciones detalladas hayan utilizado se consideran
acordes con las especificaciones correspondientes. Sin embargo, ese párrafo
segundo no amplía el alcance del párrafo primero del artículo 23, apartado 6,
ya que solo permite recurrir a la propia etiqueta ecológica de manera secun-
daria, como prueba de que se cumplen «las especificaciones técnicas defini-
das en el pliego de condiciones».
65. En efecto, con arreglo a dicho párrafo segundo del artículo 23, apar-
tado 6, de la Directiva 2004/18, los poderes adjudicadores deberán aceptar
cualquier otro medio de prueba adecuado, como un expediente técnico del
fabricante o un informe de pruebas de un organismo reconocido.
(…)
70. De las consideraciones anteriores resulta que, al exigir en el pliego de
condiciones que determinados productos que se suministraran estuvieran
provistos de una determinada etiqueta ecológica, en lugar de utilizar las es-
pecificaciones detalladas definidas en dicha etiqueta ecológica, la provincia
de Holanda Septentrional formuló una especificación técnica incompatible
con el artículo 23, apartado 6, de la Directiva 2004/18. Por consiguiente, la
primera parte del primer motivo es fundada.»899
Por otra parte, en el asunto C-368/10, el TJUE se pronuncia sobre la validez
de un criterio de adjudicación consistente en que los ingredientes que se sumi-
nistraran estuvieran provistos de las etiquetas EKO o MAX HAVELAAR. El
poder adjudicador había determinado en los pliegos que el hecho de que los
ingredientes que se suministraran dispusieran de las etiquetas citadas daría lu-
899
Una cuestión similar se resuelve en la Resolución 213/2011, de 14 de septiembre, del Tribunal
Administrativo Central de Recursos Contractuales. En este caso el órgano de contratación exige en los
pliegos de prescripciones técnicas de un contrato de suministro de ordenadores que estos productos
dispongan del sello EPEAT. Se trata de una herramienta desarrollada por la Agencia de Protección
Ambiental de Estados Unidos, cuya función es el análisis y la acreditación de la eficiencia energética
de tecnologías de la sociedad de la información. El Tribunal resuelve que en el pliego de prescripciones
técnicas debería haberse admitido la posibilidad de acreditar la calidad medioambiental requerida por
otros medios de prueba.
376
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
377
libre mercado y protección ambiental
900
Véase, en este sentido, las Conclusiones de la abogado general Sra. Juliane Kokott presen-
tadas el 15 de diciembre de 2011, asunto C‑368/10, Comisión Europea/Reino de los Países Bajos,
aps. 122 y 123.
378
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
379
libre mercado y protección ambiental
901
«50. Sin embargo, en contra de la opinión de la Comisión, tal prohibición categórica de la uti-
lización de etiquetas ecológicas no halla respaldo ni en el tenor del artículo 23, apartado 6, de la Direc-
tiva 2004/18, ni parece justificada por la finalidad perseguida por dicha disposición ni por el contexto
en que se inserta.
51. Es cierto que el artículo 23, apartado 6, de la Directiva 2004/18 destaca las «especificaciones
detalladas» que han de utilizar los poderes adjudicadores para describir las características medioam-
bientales de los productos.
52. Pero esto no significa necesariamente que los poderes adjudicadores deban detallar en la do-
cumentación de sus contratos cada una de las especificaciones pertenecientes a una etiqueta ecológica
concreta. Por el contrario, tienen libertad para remitirse en dicha documentación de forma general a
todas las especificaciones en que se basen las correspondientes etiquetas, mediante la simple referencia
a las etiquetas ecológicas. En este sentido se ha de entender que el artículo 23, apartado 6, de la Direc-
tiva 2004/18 permite a los poderes adjudicadores, para designar las características medioambientales,
utilizar «especificaciones detalladas […] tal como se definen en las etiquetas ecológicas europeas».
53. Tal remisión global está permitida, conforme a los claros términos de la disposición, no solo
en relación con las etiquetas ecológicas «europeas» –como la llamada «etiqueta ecológica de la UE»
en el sentido del Reglamento (CE) núm. 1980/2000 o del Reglamento (CE) núm. 66/2010–, sino tam-
bién en relación con etiquetas ecológicas «nacionales», «plurinacionales» y «cualesquiera otras»,
siempre que satisfagan los criterios enumerados en los cuatro guiones del artículo 23, apartado 6, de la
Directiva 2004/18.
54. A diferencia de lo que opina la Comisión, por lo demás, la remisión global a todas las especi-
ficaciones en que se base una etiqueta ecológica es, por lo general, perfectamente compatible con el
principio de transparencia, que consta entre los principios fundamentales de la legislación de la UE en
materia de contratación pública.
380
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
55. En efecto, el principio de transparencia solo exige permitir el acceso en condiciones de igual-
dad de los licitadores a las especificaciones técnicas (artículo 23, apartado 2, de la Directiva 2004/18)
y que las características medioambientales del producto suministrado sean suficientemente precisas
para permitir a los licitadores determinar el objeto del contrato [artículo 23, apartado 3, letra b), de la
Directiva 2004/18].
56. Para esto es, por regla general, plenamente suficiente una remisión global a las especificacio-
nes en que se basa un sello ecológico. En efecto, de todo licitador razonablemente informado y que
actúe con la normal diligencia se puede esperar que conozca las etiquetas ecológicas que se utilizan en
el mercado en cuestión, o que, en todo caso, se informe en los organismos de certificación de dichas
etiquetas sobre los criterios que aplican.
57. A esto se añade que a los efectos del establecimiento de las exigencias a los poderes adjudica-
dores no se puede pasar por alto el coste administrativo que lleva aparejado. Dicho coste ha de guardar
siempre una adecuada proporción con los objetivos perseguidos por la legislación sobre contratación
pública. Si las características medioambientales de un producto, desde el punto de vista de un licitador
razonablemente informado, se pueden describir con suficiente precisión mediante la simple remisión
genérica a las especificaciones que subyacen a un sello ecológico, sería excesivamente formalista exi-
gir al poder adjudicador que, pese a todo, enumere una por una todas esas especificaciones.
58. Por lo demás, la lectura del último párrafo del artículo 23, apartado 6, de la Directiva 2004/18
deja claro también que en principio no está prohibida la referencia directa a etiquetas ecológicas. Allí
se permite expresamente a los poderes adjudicadores establecer una presunción conforme a la cual los
productos o servicios provistos de una determinada etiqueta ecológica se consideran acordes con las
especificaciones técnicas definidas en el pliego de condiciones. Esta disposición carecería de sentido si
solo se permitiese a los poderes adjudicadores la mención individual de cada una de las especificacio-
nes y no una referencia a la propia etiqueta ecológica correspondiente.
59. El hecho de que en el presente caso la provincia de Noord‑Holland haya hecho referencia en
la documentación del contrato a una etiqueta ecológica sin relacionar detalladamente las especificacio-
nes técnicas subyacentes, por tanto, por sí mismo no constituye una infracción del artículo 23, apartado
6, de la Directiva 2004/18.»
902
Véase en parecidos términos Medina Arnaiz, Teresa, «La contratación pública socialmente
responsable a través de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea», Revista Espa-
ñola de Derecho administrativo, núm. 153, enero-marzo 2012, pp. 239 y 240.
381
libre mercado y protección ambiental
903
En las fichas elaboradas para productos y servicios de limpieza o para papel para copias y papel
gráfico la Comisión apunta que «se puede indicar [en los pliegos de prescripciones técnicas] que deben
cumplirse los criterios subyacentes a cierta etiqueta ecológica, siempre y cuando sean aptos para defi-
nir el producto y también se acepten otras formas de prueba» (véase el sitio web sobre contratación
pública verde de la Comisión Europea, http://ec.europa.eu/environment/gpp/index_en.htm, 4 de enero
de 2012).
904
Véanse los apartados 88 a 90 de las Conclusiones de la abogado general Sra. Juliane Kokott
presentadas el 15 de diciembre de 2011, asunto C‑368/10, Comisión Europea/Reino de los Países
Bajos.
905
Conclusiones de la abogado general Sra. Juliane Kokott presentadas el 15 de diciembre de
2011, asunto C‑368/10, Comisión Europea/Reino de los Países Bajos: «91. En contra de lo alegado por
la Comisión en la vista, de ningún modo se puede exigir a los poderes adjudicadores que reflejen en las
condiciones de licitación sus propios planteamientos acerca del concepto de comercio justo. En la
mayor parte de los casos carecerían de los conocimientos necesarios para ello. Además, los diferentes
planteamientos de los poderes adjudicadores acerca de que distingue al comercio justo (por ejemplo,
los precios, la adecuada duración de las relaciones de suministro entre los comerciantes y los produc-
382
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
383
libre mercado y protección ambiental
907
La Comisión proporcionará un modelo traducido a todas las lenguas oficiales de la Comunidad
para el manual destinado a las autoridades encargadas de la adjudicación de contratos públicos (ane-
xo I, parte A, apartado 5, Reglamento 66/2010).
908
En el sitio web del Ministerio de Medio Ambiente está publicado un borrador de proyecto de
Real Decreto para la aplicación en España del Reglamento (CE) núm. 66/2010, del Parlamento Euro-
peo y del Consejo de 25 de noviembre de 2009, relativo a la etiqueta ecológica de la Unión Europea,
que fue sometido a información pública a mediados de 2011. Entre las medidas de promoción de la
Etiqueta Comunitaria se prevén actividades de formación para los responsables de la adjudicación de
los contratos públicos (art. 3.2). Asimismo, se establece que «las Administraciones públicas, en sus
respectivos ámbitos de competencia, dispondrán lo necesario para que la etiqueta ecológica de la
Unión Europea sea tenida en cuenta en la legislación y las políticas medioambientales y, en particular,
en los procedimientos de contratación pública».
909
Desde el año 2010, la Comisión Europea trabaja de forma conjunta, a través del mismo servicio
de la Comisión, en el desarrollo de los criterios para la concesión de la Etiqueta Comunitaria y para la
contratación pública verde.
384
posibilidades y límites para el uso de las etiquetas ambientales
en los procedimientos de contratación pública
III. CONCLUSIONES
910
EU Ecolabel work plan for 2011-2015, 14 de octubre de 2011, http://ec.europa.eu/environ-
ment/ecolabel/documents.html, visto a 12 de enero de 2013.
911
Sobre la contratación pública como un elemento de apoyo a la creación de mercados para los
productos ecoetiquetados, véase Gualbrand, Lars H., «Creating markets for eco-labelling: are consu-
mers insignificant?» ,International Journal of Consumer Studies, vol. 30, issue 5, p. 479.
912
En 2004, el Department for Environment, Food and Rural Affairs de Reino Unido rechazó el
uso de la etiqueta PEFC, una de las etiquetas de referencia en el mercado para acreditar el origen sos-
tenible de la madera, por las carencias de este sistema en términos de participación. A su juicio, los
agentes implicados en el proceso de elaboración de esta etiqueta no eran los adecuados y la falta de
divulgación pública de los procesos de certificación y los informes de auditoría. Tras una nueva eva-
luación, en 2005, la DEFRA anunció que PEFC había mejorado suficientemente sus estándares para
ser considerado como referencia en el marco de contratos públicos (Gualbrand, Lars H., «Creating
markets…», ob. cit., p. 479).
385
libre mercado y protección ambiental
BIBLIOGRAFÍA
386
TRANSPARENCIA EMPRESARIAL
E INFORMACIÓN AMBIENTAL
Ángel Ruiz de Apodaca Espinosa
Profesor Titular de Derecho Administrativo
Universidad de Navarra
I. INTRODUCCIÓN
913
Sobre la deriva cientifista del Derecho y particularmente del Derecho de riesgo, Esteve Par-
do, J., El desconcierto del Leviatán, Marcial Pons, Madrid, 2009.
387
libre mercado y protección ambiental
914
En este sentido debe citarse el actual Proyecto de Ley de transparencia, acceso a la información
pública y buen gobierno, aprobado por Consejo de Ministros de 27 de julio de 2012, que se aplica
también a la información ambiental en lo que no prevea la regulación específica contenida en la Ley
27/2006, de información, participación y acceso a la justicia en materia de medio ambiente.
915
Cfr. Cerrillo i Martínez, A. La transparencia administrativa: Unión Europea y medio am-
biente, Tirant lo Blanch, Valencia, 1998.
388
transparencia empresarial e información ambiental
cación de unos datos negativos. Pedir a las empresas hacer publicidad contra sí
mismas no tendría sentido alguno.
La incentivación de la transparencia ambiental precisamente tiene como
bondad el incentivar comportamientos ambientalmente responsables para así
lograr que las empresas puedan hacerlos públicos y obtener así una ventaja
competitiva importante.
Estas normas voluntarias a las que haremos referencia (EMAS, ISO) o la
responsabilidad social corporativa, o la inclusión en determinados índices de
transparencia y buen gobierno empresarial, pueden incentivar comportamien-
tos ambientalmente responsables. En este sentido, se aprecia cierta tendencia
por parte de las empresas a facilitar al público la información ambiental de su
actividad cuando esta reviste cierta relevancia para el medio ambiente, la salud
y la calidad de vida de los ciudadanos916.
916
Lozano Cutanda, B. «Información, acceso y difusión en materia ambiental», Diccionario de
Derecho ambiental (Alonso García, E. y Lozano Cutanda, B., Dirs.), Iustel, Madrid, 2006, p. 730.
917
Véase in totum la obra de Beck, U. La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad,
Paidós, Barcelona, 1998.
918
Comunicación de la Comisión, de 25 de julio de 2001, «La gobernanza europea. Un Libro
Blanco», COM (2001) 428 final.
919
Esto fue proclamado en la Declaración sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, adoptada en la
Conferencia de Río de 1992, en su principio 10 y posteriormente se adoptó en el seno de la Comisión
389
libre mercado y protección ambiental
Económica para Europa de Naciones Unidas el Convenio sobre el acceso a la información, la partici-
pación del público en la toma de decisiones y el acceso a la justicia en asuntos ambientales, hecho en
Aarhus (Dinamarca) el 25 de junio de 1998, conocido como «Convenio de Aarhus». Para su aplicación
la Comunidad Europea articuló tres Directivas; dos de ellas ya aprobadas, la Directiva 2003/4/CE del
Parlamento Europeo y del Consejo de 28 de enero de 2003 relativa al acceso a la información medioam-
biental y la Directiva 2003/35/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 26 de mayo de 2003, sobre
la participación del público en la elaboración de determinados planes y programas relacionados con el
medio ambiente y que modifica, en cuanto a participación y acceso a la justicia, las Directivas 85/337/
CEE (sobre evaluación de impacto ambiental) y 96/61/CE (sobre prevención y control integrado de la
contaminación) del Consejo.
920
Sobre esta ley, véase Razquin Lizarraga, J.A. y Ruiz de Apodaca Espinosa, A., Información,
participación y acceso a la justicia en materia de medio ambiente. Comentario sistemático a la Ley
27/2006, de 18 de julio, Aranzadi, 2007.
921
Casado Casado, L. «El derecho de acceso a la información ambiental previa solicitud», en
Acceso a la información, participación pública y acceso a la justicia en materia de medio ambiente:
diez años del Convenio de Aarhus (Pigrau Solé, A. Dir.), Atelier, Barcelona, 2008.
922
Sobre la difusión de la información ambiental, de la Varga Pastor, A. y Fuentes i Gaso, J.R.
«Las autoridades públicas ante las nuevas obligaciones en materia de información ambiental. Especial
referencia a la difusión de información ambiental», en Acceso a la información, participación públi-
ca… (Pigrau Solé, A. Dir.), Atelier, Barcelona, 2008.
923
A nivel comunitario, también merece señalar una importante fuente de información ambiental:
la Agencia Europea de Medio Ambiente y la Red Europea de Información y Observación (EIONET),
que tiene como misión la recogida, elaboración y difusión de información fiable, específica, pertinente
y oportuna sobre la situación del medio ambiente en Europa.
390
transparencia empresarial e información ambiental
391
libre mercado y protección ambiental
924
Se agrupan en 7 categorías: Gases de efecto invernadero, Otros gases, Metales pesados, Pesti-
cidas, Sustancias orgánicas cloradas, Otras sustancias orgánicas y Sustancias inorgánicas.
925
El PRTR incluye 91 contaminantes y 65 actividades económicas frente a los 50 contaminantes
y las 56 actividades del EPER, incluye además las emisiones al suelo, las transferencias fuera del em-
plazamiento de residuos y las emisiones contaminantes en aguas residuales. Dispone de datos de
28.000 complejos en lugar de los 12.000 del EPER. La obligación de comunicación es anual en lugar
de trienal.
392
transparencia empresarial e información ambiental
926
COM (2012), 774 final.
927
En materia de autorización ambiental integrada y el reporte de información al Registro EPER,
véanse, entre otros, López-Jurado Escribano, F.B. y Ruiz de Apodaca Espinosa, A., «La autorización
ambiental integrada. Estudio sistemático de la Ley 16/2002, de prevención y control integrados de la
contaminación», Civitas, Madrid, 2002; Chinchilla Marín, C., «La autorización ambiental integrada:
la Ley 16/2002, de 1 de julio, de Prevención y Control Integrados de la Contaminación», Revista An-
daluza de Administración Pública, núm. 47, 2002; Revuelta Pérez, I., «El control integrado de la
contaminación en el derecho español», Marcial Pons, Madrid, 2003; Baucells i Lladós y Vernet i
Llobet (Coords.), «La prevención y el control integrados de la contaminación», Universitat Rovira i
Virgili, Marcial Pons, Madrid, 2004; Fortes Marín A., «El régimen jurídico de la autorización am-
biental integrada», Ecoiuris, Madrid, 2004; AA.VV. (García Ureta, A. Coord.) «Régimen de preven-
ción y control integrados de la contaminación», Gobierno de Aragón, Zaragoza, 2004; Pernas García
J.J., «Estudio jurídico sobre la prevención de la contaminación industrial: la autorización ambiental
integrada.», Atelier, Barcelona, 2004; Lozano Cutanda, B. «La autorización ambiental integrada»,
AA.VV. Diccionario de Derecho Ambiental. Iustel, Madrid, 2005 y más recientemente, Lozano Cu-
tanda, B., Sánchez Lamelas, A., Pernas García, J.J., «La autorización ambiental integrada», en
Evaluaciones de impacto ambiental y autorización ambiental integrada, La Ley, Madrid, 2012.
928
Es el caso, de Laminadores de carbón; Instalaciones de fabricación de productos del carbón y
combustibles sólidos no fumígenos; Explotaciones mineras subterráneas y operaciones conexas; Explo-
taciones a cielo abierto; Instalaciones de tratamiento de aguas residuales municipales; Instalaciones de
393
libre mercado y protección ambiental
tratamiento de aguas residuales independientes; Plantas industriales para la fabricación de papel y cartón
y otros productos básicos de la madera (como madera aglomerada, tableros de fibra y madera contracha-
pada); Plantas industriales para la conservación de madera y productos derivados con sustancias quími-
cas; Acuicultura intensiva; Instalaciones destinadas a la construcción, pintura o decapado de buques.
394
transparencia empresarial e información ambiental
929
Betancor Rodríguez, A. y Larrinaga González, C., EMAS: análisis, experiencias e implan-
tación, Ecoiuris, Madrid, 2004, p. 33.
395
libre mercado y protección ambiental
especie de Soft Law930 pero de gran poder fáctico, en cierto modo una autorre-
gulación931, que determina su cumplimiento y una buena imagen para la empre-
sa difundiendo no solo la incidencia ambiental de su actividad, sino también las
políticas, medidas y esfuerzos que dedica a minimizar tal incidencia y a prote-
ger el medio ambiente.
930
Cfr. Sarmiento, D., El soft law administrativo: Un estudio de los efectos jurídicos de las nor-
mas no vinculantes de la Administración, Thomson-Civitas, 2008.
931
Sobre estas cuestiones y su relación con la protección ambiental por parte de las empresas,
Darnaculleta i Gardella, M.M., Autorregulación y Derecho Público: la autorregulación regulada,
Marcial Pons, Madrid, 2005 y en materia ambiental «Autorregulación regulada y medio ambiente. El
sistema comunitario de ecogestión y auditoría ambiental», Derecho del medio ambiente y administra-
ción local (Esteve Pardo, Coord.), 2006, pp. 325-344.
932
Sobre el EMAS y su régimen, véase Santamaría Arinas, R.J., Administración pública y
prevención ambiental. El régimen jurídico de la producción de residuos peligrosos, IVAP, Bilbao,
1996, pp. 432-450; Tarrés Vives, M. «Los sujetos privados en la gestión y auditoría medioambien-
tal comunitaria. Su desarrollo en la Umweltauditgesetz alemana», RAP, núm. 145, 1998, pp. 503-
542; Quintana López, T. «El sistema comunitario de ecoauditoría: Aproximación a su puesta en
funcionamiento», El Derecho administrativo en el umbral del siglo xxi: homenaje al profesor Dr.
D. Ramón Martín Mateo (Sosa Wagner, F. Dir.), 2000, pp. 3501-3516; Nogueira López, A.,
Ecoauditorías, intervención pública ambiental y autocontrol empresarial, Marcial Pons, Madrid,
2000; Rodríguez-Campos González, S. «El fomento de las ecoauditorías como estrategia interven-
tora», REDA núm. 119, 2003, pp. 375-392; Betancor Rodríguez, A. y Larrinaga González, C.,
EMAS: análisis, experiencias e implantación, Ecoiuris, Madrid, 2004; Mora Ruiz, M. La gestión
ambiental compartida: función pública y mercado, Lex Nova, Valladolid, 2007, pp. 204-248. Más
recientemente Santamaría Arinas, R.J. «Novedades, incentivos y problemas jurídicos del sistema
europeo de gestión y auditoría ambiental (EMAS III)», Revista Aranzadi de Derecho Ambiental,
núm.23, 2013.
933
Así lo señala la reciente Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al
Comité Económico y Social y al Comité de las Regiones, sobre estrategia renovada de la UE para 2011-
2014 sobre la responsabilidad social de las empresas, de 25 de octubre de 2011, COM (2011) 681 final.
396
transparencia empresarial e información ambiental
934
Nogueira López, A. Ecoauditorías, intervención pública ambiental y autocontrol empresarial,
Marcial Pons, Madrid, 2000, p. 95.
935
«Normalización, certificación y marcas de conformidad», en Diccionario de Derecho ambien-
tal (Alonso García, E. y Lozano Cutanda, B., Dirs.), Iustel, Madrid, 2006, p. 729.
936
Nogueira López, A. Ecoauditorías, intervención pública ambiental y autocontrol empresarial,
Marcial Pons, Madrid, 2000, p. 93.
397
libre mercado y protección ambiental
398
transparencia empresarial e información ambiental
En concreto, emisiones anuales totales de gases de efecto invernadero, incluidas al menos las
937
emisiones de CO2, CH4, N2O, HFC, PFC y SF6 debiendo expresarse en toneladas equivalentes de CO2,
así como las emisiones anuales totales de aire, incluidas al menos las emisiones de SO2, NOx y PM,
deben expresarse en kilogramos o toneladas.
399
libre mercado y protección ambiental
en cuenta que tales datos de carácter confidencial, si es que los hay, evidentemen-
te no formarán parte de la declaración ambiental. La confidencialidad suele ser
puesta de manifiesto cuando de la difusión de la información pueda derivarse un
uso adverso por parte de la Administración o de particulares, de la información
que voluntariamente se facilitó en el proceso de ecoauditoría938.
938
Nogueira López, A. Ecoauditorías, intervención pública ambiental y autocontrol empresarial,
Marcial Pons, Madrid, 2000, p. 95.
939
Cfr. Álvarez García, V. «La protección del medio ambiente mediante las técnicas de la nor-
malización industrial y de la certificación», REDA núm. 105, 2000.
940
Sobre las diferencias entre ambos sistemas de gestión ambiental y su penetración en España,
Heras Saizarbitoria, I.; Arana Landín, G. y Molina Azorín, J.F. «EMAS versus ISO 14001: un
análisis de su incidencia en la UE y España», Boletín económico de Información Comercial Españo-
la, núm. 2936, 2008, pp. 49-64.
400
transparencia empresarial e información ambiental
El hecho de que las empresas opten en mayor medida por la ISO en lugar del
EMAS pone de manifiesto la reticencia de las organizaciones a publicar deter-
minados datos ambientales, siendo muy pocas las empresas certificadas con la
ISO 14001 que publican un informe ambiental y menos aún las que cuantifican
los datos objetivos de su desempeño ambiental941. Una de las razones del éxito
del EMAS en países como Alemania radica en que las empresas están allí más
habituadas a revelar su información de contenido ambiental.
Otro de los sistemas voluntarios en materia ambiental que también dice mu-
cho en relación con la información y la transparencia ambiental es el relativo al
ecoetiquetaje942.
El sistema de ecoetiqueta no hace referencia a las organizaciones o empresas
sino a determinadas categorías de productos con una finalidad clara, la de influir
en el consumidor para que este adquiera aquellos productos que son más respe-
tuosos con el medio ambiente. Con ello se pretende dar a los consumidores una
información exacta y veraz sobre el impacto ambiental de determinadas clases de
productos con el fin de orientar su comportamiento hacia productos respetuosos
con el medio ambiente, si bien, diferentes estudios determinan que el consumidor
no realiza discriminación entre productos «ecológicos» y «no ecológicos», pero
sí penaliza a las empresas «no responsables» frente a «empresas responsables»943.
La regulación vigente de la ecoetiqueta a nivel comunitario se encuentra
en el Reglamento 66/2010/CE, de 25 de noviembre de 2009. En esta última
regulación de la ecoetiqueta se pretende entre otras cosas una constante infor-
mación y sensibilización sobre este sistema junto a la participación de ONGs
ambientales y organizaciones de consumidores. Ello exige una mayor trans-
parencia en los procedimientos de concesión de la ecoetiqueta y una difusión
a los consumidores en general sobre qué productos tienen el citado distintivo.
Por ello, se establece que el Comité de Etiquetado Ecológico de la Unión
Europea procure, respecto a cada categoría de productos, una participación
941
Nogueira López, A. Ecoauditorías intervención pública ambiental y autocontrol empresarial,
Marcial Pons, Madrid, 2000; Betancor Rodríguez, A. y Larrinaga González, C., EMAS: análisis,
experiencias e implantación, Ecoiuris, Madrid, 2004, p.77.
942
Sobre el régimen de ecoetiqueta, Audivert Arau, R. Régimen jurídico de la etiqueta ecológi-
ca, Cedecs, Barcelona, 1996; Fernández Ramos, S. «La ecoetiqueta comunitaria», Noticias de la
Unión Europea, núm.153, 1995, pp. 57-72; Martín Mateo, R. Nuevos instrumentos de tutela ambien-
tal, Trivium, Madrid, 1994; Santamaría Arinas, R.J. Administración pública y prevención ambiental.
El régimen jurídico de la producción de residuos peligrosos, IVAP, Bilbao, 1996, pp. 407-427; Loza-
no Cutanda, B. «La nueva etiqueta ecológica de la Unión Europea», Revista interdisciplinar de ges-
tión ambiental, núm. 15, 2001; Mora Ruiz, M. La gestión ambiental compartida: función pública y
mercado, Lex Nova, Valladolid, 2007, pp. 182-199.
943
Alfaro de la Torre, J., «Una nueva herramienta del management empresarial: la Responsabi-
lidad corporativa», Ecosostenible, núm. 23, 2007, p. 46.
401
libre mercado y protección ambiental
Como ya se ha señalado, cada vez son más las empresas que deciden intro-
ducir elementos de mejora en su gestión relacionada con la RSC, realizando
auditorías, implementando sistemas de gestión, códigos de conducta, buen
gobierno, políticas de igualdad y en el ámbito de la transparencia ambiental
publicando «memorias de sostenibilidad». La transparencia es el flujo de in-
formación veraz y comprensible sobre las actividades y políticas de una de-
terminada empresa, industria, organización o actividad y es uno de los princi-
pios que miden la calidad de la responsabilidad social corporativa de las
empresas.
944
Lozano Cutanda, B. «Información, acceso y difusión en materia ambiental», Diccionario de
Derecho ambiental (Alonso García, E. y Lozano Cutanda, B., Dirs.), Iustel, Madrid, 2006, p. 731.
945
Real Ferrer, G. «La construcción del Derecho ambiental», Revista Aranzadi de Derecho Am-
biental, núm. 1, 2002, p. 83.
402
transparencia empresarial e información ambiental
946
COM (2001) 366.
947
COM (2006) 136 final.
948
COM (2011) 681 final.
949
COM (2001) 366.
950
Rivero Torre, P. «Responsabilidad social corporativa», en AA.VV., Responsabilidad social
corporativa. Aspectos jurídico-económicos, Universitat Jaume I, Castellón, 2005, pp. 65 y ss.
403
libre mercado y protección ambiental
Al igual que hemos visto en los sistemas de gestión ambiental, la RSC pro-
cura que las empresas vayan más allá de sus obligaciones jurídicas hacia la
sociedad y el medio ambiente. Así, desde el punto de vista de la transparencia
y la comunicación, la RSC no es sino la demostración de una empresa ante la
sociedad de su compromiso con las cuestiones económicas, sociales y medioam-
bientales951.
No obstante, una visión crítica de la RSC sostiene que no deja de ser una
moda, sometida al fenómeno del eterno retorno, y por tanto generadora de con-
fusión y de inseguridad, lo que sin duda no genera confianza, por lo que resulta
paradójico que se pretenda justificar la ética empresarial desde la necesidad
aportar mayor confianza a la actividad empresarial952. Igualmente esa motiva-
ción ética o moral de la actuación empresarial desaparece en tanto en cuanto
busca un fin interesado que no es otro que el de ganar más dinero, así difícil-
mente se puede sostener que en estos casos, se trate de comportamientos mora-
les o éticos, porque no brilla el desinterés, sino más bien un claro interés por las
cosas propias. Es evidente que la introducción de la RSC no obedece al buenis-
mo, a la ética real de las empresas sino a ocupar un lugar destacado de liderazgo
ya que la RSC será condición sine qua non de toda empresa que quiera tener
presencia en las economías y mercados del mundo.
En cualquier caso, hay autores tremendamente escépticos con la informa-
ción que de su RSC difunden las organizaciones y su aparente transparencia.
Stiglitz sostiene que todas las empresas, incluso las que más contaminan, con-
tratan los servicios de empresas de relaciones públicas que aireen su sentido de
la responsabilidad y su preocupación por el medio ambiente. Con ello se han
hecho adeptas a la manipulación de la imagen y han aprendido a hablar en favor
de la responsabilidad social al tiempo que la soslayan. De esta manera, por
importante que pueda ser el fomento de la RSC no es suficiente, hay que com-
pletarlo con una normativa más dura, así las empresas realmente comprometi-
das darán la bienvenida a las regulaciones que refuercen el código de conducta
que apoyan en público, porque las protegerán de la competencia desleal de las
que no se suman a la misma política y contribuirá a evitar que haya una carrera
de mínimos953.
En el ámbito que nos ocupa, el ambiental, la RSC exige no solo el cumpli-
miento estricto de las exigencias normativas nacionales e internacionales sino
951
Sobre la RSC/RSE, entre otros, véase Ruiz Muñoz, M. «Un apunte crítico sobre la responsabi-
lidad social corporativa (RSC/RSE)», REDUR, núm. 9, 2011; Sánchez-Calero Guilarte, J., «Res-
ponsabilidad social corporativa», Diccionario de Derecho de Sociedades (Alonso Ledesma, C. Direc-
tor), Madrid, 2006; Pérez Carrillo, E.F. (Coord.) Gobierno corporativo y responsabilidad social de
las empresas, Marcial Pons, Madrid, 2008.
952
Ruiz Muñoz, M. «Un apunte crítico sobre la responsabilidad social corporativa (RSC/RSE)»,
REDUR, núm. 9, 2011, p. 33.
953
Stiglitz, J.E. Cómo hacer que funcione la globalización, Taurus, Madrid, 2006, p. 241. Cita
tomada de Ruiz Muñoz, M. «Un apunte crítico sobre la responsabilidad social corporativa (RSC/
RSE)», REDUR, núm. 9, 2011, p. 62.
404
transparencia empresarial e información ambiental
954
Rivero Torre, P. «Responsabilidad social y gobierno corporativo: información y transparen-
cia», Revista asturiana de economía, núm. 34, 2005, p. 27.
955
COM (2011) 681 final.
956
En este sentido la misma Comunicación destaca que CorporateRegister.com calcula que
aproximadamente 2.500 empresas europeas publican informes sobre la RSE o la sostenibilidad, lo que
sitúa a la UE en una posición de liderazgo mundial. Sin embargo, esa cifra representa solo una peque-
ña proporción de las 42.000 grandes empresas que operan en la UE.
957
Criado Herrero, R. y Peribáñez Blasco, E., «Indicadores de comportamiento ambiental»,
Diccionario de Derecho ambiental (Alonso García, E. y Lozano Cutanda, B., Dirs.), Iustel, Madrid,
2006, p. 705.
405
libre mercado y protección ambiental
958
En este sentido desde la UE se están promoviendo iniciativas como las Propuestas de revisión de
la Directiva sobre la Transparencia [COM(2011) 683] y de las Directivas Contables [COM(2011) 684].
959
Yábar Sterling, A. «Contabilidad ambiental», en Diccionario de Derecho ambiental (Alonso
García, E. y Lozano Cutanda, B., Dirs.), Iustel, Madrid, 2006, p. 374.
960
Lozano Cutanda, B. «Información, acceso y difusión en materia ambiental», Diccionario de
Derecho ambiental (Alonso García, E. y Lozano Cutanda, B., Dirs.), Iustel, Madrid, 2006, p. 729.
406
transparencia empresarial e información ambiental
En una empresa, más del 75% de su valor de mercado deriva de sus activos
intangibles y el problema que tienen es la falta de herramientas para medir tales
activos964.
El artículo 1.14.b de la Directiva 2003/51/CE, de Modernización sobre las
Cuentas Anuales de las empresas afirma que «en la medida necesaria para la
comprensión de la evolución, los resultados o la situación de la sociedad, el
análisis incluirá tanto indicadores clave de resultados financieros como, cuando
proceda, no financieros que sean pertinentes respecto de la actividad empresa-
rial, incluida información sobre cuestiones relativas al medio ambiente y al
personal», si bien todos los Estados miembros han optado por eximir a las
PYME de este requisito.
De la importancia que tienen las cuestiones ambientales y de la necesidad
de su reflejo en las cuentas anuales, se hizo eco con anterioridad la Recomen-
dación 2001/453/CE, relativa al reconocimiento, medición y la publicación
de las cuestiones medioambientales en las cuentas anuales y los informes
anuales de las empresas. Esta recomendación señala que el objetivo debería
ser que las organizaciones elaborasen informes medioambientales separados
y que las cuentas y los informes anuales fuesen más coherentes, cohesionados
y estuviesen estrechamente relacionados entre sí. Asimismo, se señala que las
961
Alfaro de la Torre, J., «Una nueva herramienta del management empresarial: la responsabi-
lidad corporativa», Ecosostenible, núm.23, 2007, p. 47.
962
Criado Herrero, R. y Peribáñez Blasco, E., «Indicadores de comportamiento ambiental»
Diccionario de Derecho ambiental (Alonso García, E. y Lozano Cutanda, B., Dirs.), Iustel, Madrid,
2006, p. 701.
963
Toda la información puede encontrarse en www.gemi.org. La GEMI es una organización de
empresas líderes dedicadas a promover la protección del medio ambiente y la seguridad con el fin
de lograr la sostenibilidad a través de la puesta en común de herramientas e información para ayudar
a las empresas a alcanzar la excelencia sostenibilidad ambiental.
964
Criado Herrero y Peribáñez Blasco, «Indicadores de comportamiento ambiental», Diccionario
de Derecho ambiental (Alonso García, E. y Lozano Cutanda, B., Dirs.), Iustel, Madrid, 2006, p. 706.
407
libre mercado y protección ambiental
965
Lozano Cutanda, B. «Información, acceso y difusión en materia ambiental», Diccionario de
Derecho ambiental (Alonso García, E. y Lozano Cutanda, B., Dirs.), Iustel, Madrid, 2006, p. 730.
408
transparencia empresarial e información ambiental
En el caso de España son las empresas energéticas las que más informa-
ción ambiental difunden, información cuantitativa sobre medio ambiente,
gastos e inversiones ambientales. Ello se debe al RD 437/1998, de 20 de
marzo, que aprueba la adaptación del Plan general de contabilidad a las em-
presas del sector eléctrico que establece la obligación de suministrar infor-
mación ambiental en las cuentas anuales de estas empresas. En concreto, de
acuerdo con esta norma, las empresas de energía deben reflejar en sus cuen-
tas información sobre:
– Descripción y características de los sistemas, equipos e instalaciones más
significativos incorporados al inmovilizado material, cuyo fin sea la mini-
mización del impacto medioambiental y la protección y mejora del medio
ambiente indicando su naturaleza, destino, así como el valor contable y la
correspondiente amortización acumulada de los mismos siempre que pue-
da determinarse de forma individualizada.
– Gastos incurridos en el ejercicio cuyo fin sea la protección y mejora del
medio ambiente, distinguiendo los gastos de carácter ordinario y aquellos
otros de naturaleza extraordinaria, indicando en todos los casos su destino.
– Riesgos y gastos cubiertos por las provisiones correspondientes a actua-
ciones medioambientales, con especial indicación de los derivados de liti-
gios en curso, indemnizaciones y otros.
– Contingencias relacionadas con la protección y mejora del medio ambien-
te, incluyendo los riesgos transferidos a otras entidades, sistema de eva-
luación de la estimación y factores de los que depende, con indicación de
los eventuales efectos en el patrimonio y en los resultados; en su caso, se
indicarán las razones que impiden esta evaluación así como los riesgos
máximos y mínimos.
Desde 2002, GRI tiene su Secretaría en Amsterdam y cuenta con oficinas regionales (Focal
967
Points) en Australia, Brasil, China, India y Estados Unidos, además de una red de más de 30.000 per-
sonas en todo el mundo.
409
libre mercado y protección ambiental
968
Marín Calahorro, F., Responsabilidad social corporativa y comunicación, Fragua, Madrid,
2008, p. 105.
969
Materiales utilizados, por peso o volumen. Porcentaje de los materiales utilizados que son
materiales valorizados.
970
Consumo directo de energía desglosado por fuentes primarias; Consumo indirecto de energía
desglosado por fuentes primarias; Ahorro de energía debido a la conservación y a mejoras en la eficiencia;
Iniciativas para proporcionar productos y servicios eficientes en el consumo de energía o basados en
energías renovables, y las reducciones en el consumo de energía como resultado de dichas iniciativas;
Iniciativas para reducir el consumo indirecto de energía y las reducciones logradas con dichas iniciativas.
971
Captación total de agua por fuentes; Fuentes de agua que han sido afectadas significativamente
por la captación de agua; Porcentaje y volumen total de agua reciclada y reutilizada.
972
Descripción de terrenos adyacentes o ubicados dentro de espacios naturales protegidos o de
áreas de alta biodiversidad no protegidas. Indíquese la localización y el tamaño de terrenos en propie-
dad, arrendados, o que son gestionados de alto valor en biodiversidad en zonas ajenas a áreas protegi-
das; Descripción de los impactos más significativos en la biodiversidad en espacios naturales protegi-
dos o en áreas de alta biodiversidad no protegidas, derivados de las actividades, productos y servicios
en áreas protegidas y en áreas de alto valor en biodiversidad en zonas ajenas a las áreas protegidas;
410
transparencia empresarial e información ambiental
411
libre mercado y protección ambiental
977
Rivero Torre, P. «Responsabilidad social y gobierno corporativo: información y transparen-
cia», Revista asturiana de economía, núm. 34, 2005, p. 27.
978
G. Perdiguero, T. y García-Reche, A. RSE Cultura, políticas y prácticas de Responsabilidad
de las empresas del IBEX 35. Informe 2011, Observatorio RSE, Universitat de Valencia, 2012, p. 13.
979
Aranguren Gómez, N. y Ochoa Laburu, E. «Divulgación de información sobre empleados y
medio ambiente en España y Alemania: una nota de investigación», Asociación de Profesores Univer-
sitarios de contabilidad, 2008.
412
transparencia empresarial e información ambiental
980
Aranguren Gómez, N. y Ochoa Laburu, E. «Divulgación de información sobre empleados y
medio ambiente en España y Alemania: una nota de investigación», Asociación de Profesores Univer-
sitarios de contabilidad, 2008, p. 128.
981
www.cdproject.net
413
libre mercado y protección ambiental
Se trata de varios índices que evalúan las prácticas ambientales de las 500
principales compañías cotizadas con base en tres parámetros:
– Las emisiones de gases de efecto invernadero.
– El sistema de gestión ambiental sobre parámetros como el consumo de
agua o la generación y gestión de residuos.
– La transparencia en su información ambiental.
Estos rankings de Newsweek984 evalúan el desempeño ambiental de las
grandes empresas que cotizan en bolsa en Estados Unidos y alrededor del
mundo985. Publicado anualmente desde el año 2009, este proyecto es el primer
esfuerzo de un importante medio de comunicación para clasificar a las empre-
sas en función de su impacto medioambiental real, la gestión de esa huella, y
las declaraciones de sostenibilidad. Las clasificaciones proporcionan un marco
fiable para comparar el compromiso y el desempeño ambiental de las empresas
más importantes.
El ranking de Newsweek es el resultado de un riguroso proceso de investiga-
ción revisada por pares, incluyendo tanto los datos cuantitativos y cualitativos
de algunas de las principales organizaciones de investigación ambiental del
mundo. Teniendo en cuenta el ranking de visibilidad, presenta un fuerte incen-
tivo para que las empresas a trabajar en la mejora de su impacto ambiental y
diálogo de múltiples interesados.
982
El informe correspondiente a 2012 puede verse en https://www.cdproject.net/CDPResults/
CDP-Iberia-125-Climate-Change-Report-2012-pt.pdf
983
https://www.cdproject.net/en-US/Results/Pages/leadership-index.aspx
984
http://www.thedailybeast.com/newsweek/features/2012/newsweek-green-rankings.html
985
Newsweek publica varios rankings: Greenest Companies in America ; World’s Greenest Compa-
nies; America’s Least Green Companies; Most Transparent Companies in the U.S; America’s Greenest
Tech Companies; Greenest Retail Companies in the U.S.; Greenest Food Companies in the U.S.; Gree-
nest Energy Companies in the U.S.; Reputation and Reality: Free Passers, The Winners and The Losers.
414
transparencia empresarial e información ambiental
VI. CONCLUSIONES
www.informereporta.es
986
415
libre mercado y protección ambiental
987
Informe sobre la aplicación y la eficacia de la Directiva 2003/35/CE del Parlamento Europeo y
del Consejo, de 26 de mayo de 2003, por la que se establecen medidas para la participación del público
en la elaboración de determinados planes y programas relacionados con el medio ambiente y por la que
se modifican, en lo que se refiere a la participación del público y el acceso a la justicia, las Directivas
85/337/CEE y 96/61/CE del Consejo COM/2010/0143 final.
988
Aranguren Gómez, N. y Ochoa Laburu, E. «Divulgación de información sobre empleados y
medio ambiente en España y Alemania: una nota de investigación», Asociación de Profesores Univer-
sitarios de contabilidad, 2008, pp. 123 y ss.
416
transparencia empresarial e información ambiental
BIBLIOGRAFÍA
417
libre mercado y protección ambiental
418
transparencia empresarial e información ambiental
419
ASPECTOS JURÍDICOS SOBRE LA ECO-INNOVACIÓN
Y EL DISEÑO ECOLÓGICO
Francisco Javier Sanz Larruga
Catedrático de Derecho Administrativo
Universidade da Coruña
I. INTRODUCCIÓN
421
libre mercado y protección ambiental
989
En la ciencia del Derecho administrativo esta idea de innovación prolifera en algunas obras
recientes que intentan aportar nuevas ideas en el panorama doctrinal. Así por ejemplo, el ensayo de
Rivero Ortega, R.: La necesaria innovación en las instituciones administrativas. Organización, pro-
cedimiento, función pública, contratos administrativos y regulación, INAP, Madrid, 2012; o la obra
editada por Barnés Vázquez, J.: Innovación y reforma del Derecho Administrativo (Contemporary
Administrative Law: new development), Global Law Press, Sevilla, versión 2.0, 2012. Asimismo, en
otra relevante obra de reflexión general del ordenamiento jurídico-administrativo y de sus institucio-
nes, la del Prof. Parejo Alfonso: Transformación y ¿Reforma? del Derecho Administrativo, INAP-
Global Law Press, 2012, la referencia a la innovación está muy presente en muchas de sus páginas.
990
Sobre la innovación es muy interesante la colección Pocket Innova de la Editorial Netbiblo
donde puede encontrarse mucha información sobre el contenido, alcance y modalidades de esta impor-
tante función económica.
991
Este concepto se recoge en su obra Eco-innovation: a Breakthroug discipline for innovation
and sustainibility, Pitman Publishing, London, 1996. Su versión española: Eco-innovación. Integran-
do el medio ambiente en la empresa del futuro, Mundi-Prensa, Madrid, 1999.
992
Carrillo, J., Del Río, P. y Könnölä, T., Eco-innovación. Claves para la competitividad sos-
tenible y la sostenibilidad competitiva, Netbiblo, Oleiros, 2011.
422
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
993
Idem, p. 16.
994
Ibidem.
995
Ibidem, p. 18.
996
Cfr. su trabajo: «Eco-innovación en procesos y productos: eco-diseño», Revista Aranzadi de
Derecho Ambiental, núm. 17, 2010, p. 307.
997
Idem, pp. 306 y 307. La autora añade que la innovación es «multidimensional», «existiendo
distintos tipos (innovación de productos, servicios, procesos, sectores, negocios, mercados, tecno-
logía, etc. y distintos grados de innovación empresarial (innovación gradual, radical, etc.)». (Idem,
p. 307).
423
libre mercado y protección ambiental
998
Cfr. la Comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento Europeo de 28 de enero de
2004, titulada: «Fomento de las tecnologías en pro del desarrollo sostenible - Plan de actuación a favor
de las tecnologías ambientales en la Unión Europea» [COM(2004) 38 final – Diario Oficial C 98 de
23.4.2004].
999
Previamente, en la reunión celebrada en Estocolmo en marzo de 2001, el Consejo Europeo
anunció que, en la primavera de 2002, analizaría la contribución del sector de la tecnología medioam-
biental al fomento del crecimiento y el empleo. La Comisión aceptó redactar un informe sobre los
métodos para ello. La Comisión aprobó ese informe, titulado La tecnología medioambiental en pro del
desarrollo sostenible, en marzo de 2002. La Comisión proponía en él que se elaborara un plan de ac-
tuación en colaboración con los interesados para tratar de resolver los obstáculos al desarrollo, la
adopción y el uso de las tecnologías ambientales. El Consejo Europeo aceptó esta propuesta.
1000
En el Anexo II de la Comunicación, la Comisión señala obstáculos al desarrollo de las tecno-
logías respetuosas con el medio ambiente. Se clasifican en cuatro tipos: obstáculos económicos, nor-
mativos, tecnológicos y de difusión.
424
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
425
libre mercado y protección ambiental
1001
«El que la legislación establezca valores límites puede también constreñir la innovación al
suprimir los incentivos para superarlos. La legislación que incluye especificaciones técnicas demasia-
do detalladas también reduce las posibilidades de innovación y tiene, por ello, un efecto disuasorio. La
falta de una legislación estable también disuade a los inversores» (Anexo II del Plan de Actuación a
favor de las tecnologías ambientales en la UE, p. 33).
1002
Idem, p. 34.
1003
Cfr. el apartado 4.2.4. del Plan. En él se expresa que: «Las autoridades de todo tipo disponen,
por lo tanto, de un campo muy amplio para predicar con el ejemplo. Los Estados miembros desempe-
ñan un papel protagonista en el fomento de este importante motor del mercado. La contribución de la
Comisión ha sido proponer una Directiva que exige a los Estados miembros el ahorro de energía como
parte del programa sobre el cambio climático y tomar varias iniciativas dentro de la política integrada
de productos para animar a que se tengan en cuenta las muchas posibilidades de las directrices actuales
sobre contratación pública» (Idem, p. 20).
426
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
1004
Decisión núm. 1639/2006/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 24 de octubre de 2006
por la que se establece un Programa Marco para la Innovación y la Competitividad (2007-2013).
DOUE L 310 de 9 de noviembre de 2006, pp. 15 y ss.
1005
De las dotaciones presupuestarias previstas para este Programa Marco, «el 60% del presupues-
to total para el programa para la iniciativa empresarial y la innovación, del cual aproximadamente la
quinta parte se dedicará a fomentar la innovación ecológica» (cfr. Anexo I de la Decisión sobre «des-
glose presupuestario indicativo»).
427
libre mercado y protección ambiental
1006
Cfr. el COM(2008) 397 final, Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo,
al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones, relativa al Plan de Acción sobre
Consumo y Producción Sostenibles y una Política Industrial Sostenible (Bruselas, 16 de julio de 2008).
1007
Se trata de la «Estrategia revisada de la UE para un Desarrollo Sostenible» (Consejo de la
Unión Europea, 10917/06).
1008
El subrayado es del propio documento.
428
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
1009
El Plan de acción define este tipo de industrias como aquellas «actividades que producen bie-
nes y servicios para medir, prevenir, limitar, minimizar o corregir el daño ambiental que se hace al
agua, al aire y al suelo, así como los problemas relacionados con los residuos, el ruido y los ecosiste-
mas» (Eurostat/OCDE, 1999). Entre ellas figuran, por ejemplo, la gestión de residuos y de aguas resi-
duales, las fuentes de energía renovables, el asesoramiento medioambiental, la contaminación atmos-
férica y su control, la construcción ecológica, etc.
1010
Cfr. el documento COM(2010) 2020: Bruselas, de 3 de marzo de 2010, Comunicación de la
Comisión, «Europa 2020: Una estrategia para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador».
1011
En esta materia, la «Estrategia 2020» señala que: «Los retos del clima y de los recursos requie-
ren la adopción de medidas drásticas. Una fuerte dependencia con respecto a los combustibles fósiles,
como el petróleo, y el uso ineficaz de las materias primas exponen a nuestros consumidores y empresas
a perturbaciones de precios dañinas y costosas, amenazando nuestra seguridad económica y contribu-
yendo al cambio climático…».
429
libre mercado y protección ambiental
1012
Cfr. p. 15 del COM(2010) 2020. En cuanto a la competitividad, la Comisión recuerda que,
aunque la UE «fue pionera en soluciones verdes», su ventaja se está viendo amenazada por un fuerte
crecimiento en otros mercados como el de China o de Norteamérica. No obstante, añade que «la UE
debería mantener su liderazgo en el mercado de tecnologías verdes como medio de garantizar un uso
eficaz de los recursos en toda la economía, pero eliminando los cuellos de botella en infraestructuras
de red claves e impulsando así nuestra competitividad industrial».
1013
Idem, pp. 16 y 17. En cuanto a los Estados miembros, también se determinan una serie de ta-
reas como «eliminar las subvenciones que producen un deterioro medioambiental, limitando las excep-
ciones a las personas con necesidades sociales; desplegar instrumentos basados en el mercado, como
incentivos fiscales y contratación pública, para adaptar los métodos de producción y consumo; desarro-
llar infraestructuras de transporte y energía inteligentes…; etc.
1014
Cfr. el documento COM(2010) 546: Comunicación de la Comisión, «Iniciativa emblemática
de Europa 2020. Unión por la innovación».
430
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
1015
Así, por ejemplo, se recogen en el documento retos sociales que deben de abordarse como «los
efectos del cambio climático y la menor disponibilidad de recursos». Para los cuales, se requieren
grandes avances: «formas de reducir drásticamente las emisiones de CO2 y otras fuentes de contami-
nación, en particular en las ciudades; fuentes alternativas de energía y sustitutos de materias primas
cada vez más escasas; reducción y reciclaje de residuos y supresión de los vertederos; mejoras en la
calidad del abastecimiento de agua; transporte inteligente con menos atascos; productos alimenticios
saludables o de gran calidad obtenidos con métodos de producción sostenibles…». Idem, p. 25.
1016
Puede consultarse su página web en la siguiente dirección de internet: http://www.eco-innova-
tion.eu/
1017
Cfr. el documento COM(2010) 614: Comunicación de la Comisión, «Una política industrial
integrada para la era de la globalización: poner la competitividad y la sostenibilidad en el punto de
mira». Bruselas, 28 de octubre de 2010.
431
libre mercado y protección ambiental
1018
A modo de ejemplo, como medidas para promover la referida «política industrial sostenible»
incluye la «política de los productos a través de una perspectiva de vida útil que se extiende más allá
de la fase de producción: el uso de instrumentos como la Directiva sobre diseño ecológico, el etiqueta-
do energético de los electrodomésticos y la etiqueta ecológica europea. Es también fundamental fo-
mentar las iniciativas voluntarias de la industria y una mayor adopción de las mejores prácticas de
gestión medioambiental a través del Sistema Europeo de Gestión y Auditoría Medioambientales
(EMAS) y la norma ISO14001» (Ibídem, p. 23).
1019
Ibídem, p. 23. La cursiva es del propio documento.
432
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
«Una Europa que utilice eficazmente los recursos» es una de las siete
iniciativas emblemáticas que forman parte de la estrategia Europa 2020 pre-
sentada por la Comisión a comienzos del año 20111020. En su análisis, la
Comisión parte de una realidad incontestable que es la fuerte dependencia
de la economía europea de los recursos naturales –entre ellos las materias
primas (como los combustibles, los minerales, lo metales, etc.)– que suelen
venir de fuera de la Unión y que, por consiguiente, una utilización más efi-
ciente de los mismos será imprescindible para alcanzar muchos de los obje-
tivos que se propone y, en particular, para garantizar el crecimiento y el
empleo en Europa1021.
Esta iniciativa emblemática se presenta con la pretensión de:
«crear un marco político destinado a apoyar el cambio a una economía
eficiente en el uso de los recursos y de baja emisión de carbono que nos
ayude a:
– mejorar los resultados económicos al tiempo que se reduce el uso de los
recursos;
– identificar y crear nuevas oportunidades de crecimiento económico e
impulsar la innovación y la competitividad de la UE;
– garantizar la seguridad del suministro de recursos esenciales;
– luchar contra el cambio climático y limitar los impactos medioambien-
tales del uso de los recursos»1022.
Por consiguiente, para conseguir una mayor utilización eficaz de los recur-
sos hace falta «mejores tecnológicas» en todos los sectores (energético, indus-
trial, agrícola y del transporte) así como adoptar cambios de conducta en los
productores y consumidores; y todo ello, sin reducir sino incrementar la com-
petitividad en el futuro. Son muchos los ejemplos de las políticas y medidas
existentes en la Unión –como las relativas a la eficiencia energética, a las tec-
nologías con baja emisión de carbono, a las que fomentan el reciclado, a las que
promueven el perfeccionamiento del diseño de productos, etc.– y de lo que se
trata es de aprovechar las sinergias entre todas ellas1023.
1020
Cfr. el documento COM(2011) 21 final: Comunicación de la Comisión, «Una Europa que
utilice eficazmente los recursos. Iniciativa emblemática con arreglo a la Estrategia Europa 2020».
Bruselas, 26 de enero de 2011.
1021
También se destaca la necesidad de «reducir la dependencia de los combustibles y materias
primas cada vez más escasas»; de este modo, «se puede contribuir también a mejorar la seguridad del
suministro de materias primas en Europa y a hacer que la economía de la UE sea más resistente frente
a los futuros incrementos de los precios mundiales de la energía y las materias primas» (p. 2).
1022
Idem, p. 3.
1023
Idem, pp. 4 y 5.
433
libre mercado y protección ambiental
1024
Idem, pp. 7 y 8.
1025
Idem, p. 8.
1026
Idem, p. 11.
1027
Cfr. el documento COM(2011) 571 final (hoja de ruta) que contiene la Comunicación de la
Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de
las Regiones, sobre la «Hoja de ruta hacia una Europa eficiente en el uso de los recursos». Bruselas, 20
de septiembre de 2011.
1028
La «Declaración de Birmingham» tuvo lugar en esta ciudad británica con motivo de la reunión
del 10º Foro europeo sobre eco-innovación (Towards a Resource Efficient Economy: From Policy to
Action). En esta Declaración se puso de relieve la importancia de la eco-innovación como iniciativa
emblemática, de sus relaciones inescindibles con la investigación y el desarrollo, de su importancia de
cara al mercado y en el contexto global, así como su relevante dimensión social.
1029
El texto de la Declaración puede consultarse en la siguiente dirección de internet: http://ec.
europa.eu/environment/ecoinnovation2011/1st_forum/pdf/etap_10th_declaration_birmingham_low-
def.pdf
1030
Documento COM(2011) 571 final, p. 3. Se añade: «todos los recursos se gestionarán de manera
sostenible, desde las materias primas hasta la energía, el agua, el aire, la tierra y el suelo. Se habrán al-
434
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
Sin duda que ello pasa por lo que la Comisión define como la «transformación
de la economía»:
«La transformación de la economía hacia un uso más eficiente de los
recursos reforzará la competitividad y aportará nuevas fuentes de crecimien-
to y de empleo gracias al ahorro de costes derivado de la mejora de la efi-
ciencia, la comercialización de innovaciones y una mejor gestión de los re-
cursos en todo su ciclo de vida. Esa labor exige la implantación de políticas
que reconozcan las relaciones de interdependencia entre la economía, el
bienestar y el capital natural, y que traten de eliminar las barreras que obsta-
culizan la mejora de la eficiencia de los recursos permitiendo a las empresas
operar sobre una base equitativa, flexible, predecible y coherente»1031.
Y, a su vez, para el logro de esta «transformación económica» la «hoja de
ruta» identifica cuatro tipo de actuaciones:
1ª. La «mejora de los productos y cambio de las pautas de consumo», con
el establecimiento de incentivos para los ciudadanos y para las autorida-
des públicas adecuados para elegir productos y servicios más eficientes
en el uso de los recursos (en particular, con una información ambiental
clara) y con el impulso de la «producción eficiente» (sobre todo en el
consumo de materias primas y energía)1032.
2ª. La «conversión de los residuos en recursos» de manera que el reciclado
y la reutilización de los residuos sean opciones económicamente atracti-
vas para los operadores públicos y privados1033.
3ª. El «apoyo a la investigación y a la innovación» en la transición hacia
una economía verde y hipocarbónica1034.
4ª. La «eliminación de subvenciones perjudiciales para el medio ambiente»
y «fijación de precios correctos» (favorecedores de recursos más respe-
tuosos con el medio ambiente)1035.
canzado los objetivos intermedios sobre el cambio climático, al tiempo que se habrán protegido, valo-
rado y restablecido sustancialmente la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que esta sustenta».
1031
Idem, p. 5.
1032
Idem, pp. 5-8. Entre otras medidas que se enumeran en este apartado está el reforzamiento de
los requisitos de la contratación pública ecológica aplicables a los productos con un impacto medioam-
biental significativo, la implantación de la «huella ecológica de los productos», la ampliación de la
responsabilidad del productor a todo el ciclo de la vida de los productos, etc.
1033
Idem, pp. 9 y 10.
1034
Idem, pp. 10 y 11. En esta materia, el «objetivo intermedio» que se propone hasta el 2020 es
lograr que en ese año «los avances científicos y los esfuerzos sostenidos en materia de innovación ha-
brán mejorado radicalmente la manera en la que comprendemos, gestionamos, reutilizamos, recicla-
mos, sustituimos, salvaguardamos y valoramos los recursos, y reducimos su uso. Esa mejora será po-
sible gracias a un incremento sustancial de las inversiones, a la coherencia en la manera de abordar el
desafío que representan para la sociedad la eficiencia de los recursos, el cambio climático y la resilien-
cia frente al mismo, y a las ventajas derivadas de la especialización inteligente y de la cooperación en
el Espacio Europeo de Investigación».
1035
Idem, pp. 11 a 14.
435
libre mercado y protección ambiental
Finalmente se establecen medidas para valorar más adecuadamente por las au-
toridades públicas y las empresas el «capital natural» y los «servicios ecosistémi-
cos» (de la biodiversidad, de los minerales y metales, del agua, del aire, de la tierra
y de los suelos, y de los recursos marinos)1036, así como para limitar los impactos
ambientales de los sectores clave (alimentación, vivienda y movilidad)1037.
1036
Idem, pp. 15 a 20.
1037
Idem, pp. 20 a 23.
1038
Cfr. el documento COM(2011) 899 final, que contiene la Comunicación de la Comisión al
Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones,
titulada «Innovación para un futuro sostenible. Plan de Acción sobre Eco-innovación (Eco-AP)», Bru-
selas, 15 de diciembre de 2011.
1039
Idem, p. 2.
1040
Idem, p. 3.
436
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
1041
Ibidem.
1042
Idem, p. 8.
1043
Se trata del Reglamento (CE) núm. 1907/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo, relativo
al registro, la evaluación, la autorización y la restricción de las sustancias y preparados químicos.
437
libre mercado y protección ambiental
1044
Documento COM(2011) 899 final, p. 9. También se establecen las etapas para la revisión de
la política y regulación ambiental con el objetivo de impulsar la eco-innovación.
1045
Idem, pp. 11 y 12. En colaboración con los Estados miembros y los organismos internaciona-
les de normalización se citan algunos ejemplos de campos en los que las normas técnicas podrían fo-
mentar la eco-innovación (verificación en la caracterización de residuos, conducciones para los siste-
mas de agua potable y alcantarillado, etc.).
1046
Cfr. el documento COM(2012) 710 final, 2012/0337 (COD). Propuesta de Decisión del Parla-
mento Europeo y del Consejo relativa al Programa General de Medio Ambiente de la Unión hasta 2020
«Vivir bien, respetando los límites de nuestro planeta». Bruselas, 29 de noviembre de 2012.
1047
Las cursivas son mías.
438
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
1048
La cursiva es mía.
1049
La cursiva es mía. Cfr. las referencias más importantes a la innovación en el art. 7 (sobre «Es-
trategia Española de Innovación»), el art. 43 (sobre «Plan Estatal de Innovación») y art. 44 (sobre
«Ejes prioritarios del Plan Estatal de Innovación»).
439
libre mercado y protección ambiental
1050
El apartado 4.4.5 incide especialmente sobre la «eficiencia en la utilización de recursos y ma-
terias primas». Así, se afirma en este punto: «La desertificación, los incendios forestales, la erosión y
empobrecimiento de los suelos, la reducción de los recursos de agua dulce y la progresiva salinización
de las reservas de agua, junto con la contaminación, la sobreexplotación y la pérdida de biodiversidad,
son señales inequívocas de que es urgente contar con actividades que ayuden a hacer un uso eficiente
de los recursos naturales y que aseguren la integridad medioambiental como factor de competitividad
y desarrollo socioeconómico del país. Necesitamos activar la transición hacia un nuevo modelo pro-
ductivo que reduzca la presión sobre el medio ambiente, los recursos naturales y las materias primas
y que desencadene la aplicación de procesos industriales menos contaminantes, además de potenciar
el importante desarrollo tecnológico existente ligado a la necesidad de disponer de instrumentación
avanzada para afrontar los relevantes desafíos ligados al cambio climático». Las cursivas son mías.
1051
Publicada en el Boletín de la Región de Murcia núm 116, de 22 de mayo de 2009.
440
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
En esta dirección, la obra del científico alemán Ernst Ulrich von Weizsäc-
ker: Factor 4. Duplicar el bienestar con la mitad de los recursos1054, tuvo una
1052
«Eco-innovación en procesos y productos: eco-diseño», op. cit. y loc. cit. p. 308. Las cursivas
son de la autora.
1053
En cuanto a las «actividades» señaladas por la Agenda para lograr dichos objetivos se enume-
ran –a lo largo de los subapartados 4.18 a 4.26– las siguientes:
a) «Fomento de una mayor eficiencia en el uso de la energía y de los recursos».
b) «Reducción al mínimo de la generación de desechos».
c) «Asistencia a las personas y las familias para que adopten decisiones de compra ecológicamen-
te racionales». En este hay ya unas referencias muy relacionadas con el «eco-diseño». Se dice:
«un acontecimiento significativo que debe ser alentado es el reciente surgimiento en muchos
países de un público consumidor más consciente desde el punto de vista ecológico, sumado a
componentes del sector industrial cada vez más interesados en proveer productos de consumo
ecológicamente racionales. Los gobiernos y las organizaciones internacionales, conjuntamen-
te con el sector privado, deben desarrollar criterios y métodos para evaluar los efectos sobre
el medio ambiente y las necesidades de recursos durante la totalidad de los procesos y todo el
ciclo de vida de los productos. Los resultados de esa evaluación deben expresarse en forma de
indicadores claros a fin de poder informar a los consumidores y a los encargados de adoptar
decisiones» (la cursiva es mía).
e) «Promoción de la fijación de precios ecológicamente racionales».
f) «Fortalecimiento de los valores que apoyen el consumo sostenible».
1054
Esta obra fue publicada en 1995 (en castellano fue editada en 1997 por la editorial Galaxia
Gutemberg-Círculo de Lectores). Se trataba de un informe encargado por el Club de Roma en el que
441
libre mercado y protección ambiental
se demostraba entonces que disponemos de la tecnología necesaria para un uso mucho más eficiente de
la energía y de las materias primas, sin perder calidad de vida.
1055
Cfr. la monografía de Nogueira López, A.: Ecoauditorías, intervención pública ambiental y
autocontrol empresarial, Marcial Pons, Madrid, 2000.
1056
Cfr. las monografías de Audivert Arau, R.: Régimen jurídico de la etiqueta ecológica, Ce-
decs, Barcelona, 1996, y de Dopazo Fraguío, P.: El régimen jurídico de las marcas de calidad am-
biental etiqueta ecológica y tutela ambiental, Exlibris, Madrid, 2001.
1057
«Eco-innovación en procesos y productos…», cit. y loc. cit. p. 309.
1058
Cfr. el documento COM(2001) 68 final, conteniendo el Libro Verde sobre la política de pro-
ductos integrada. Bruselas, 7 de febrero de 2001.
442
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
1059
Idem, p. 3.
1060
Idem, p. 4.
1061
Idem, p. 6.
1062
Idem, pp. 7 y 8.
1063
Idem, pp. 10 y 11.
1064
Idem, pp. 12 a 15.
443
libre mercado y protección ambiental
1065
Idem, pp. 15 a 17.
1066
Idem, pp. 20 y 21.
1067
Idem, pp. 21 a 23.
1068
Idem, pp. 24 a 27.
1069
Decisión núm. 1600/2002/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 22 de julio de 2002
(DO L 242 de 10 de septiembre de 2002).
444
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
1070
En este apartado se fijan una serie de acciones prioritarias entre las que se encuentra el desa-
rrollo de una «estrategia temática sobre la gestión y el uso sostenible de los recursos». Esta estrategia
aparece en la comunicación de la Comisión de 21 de diciembre de 2005 (COM(2005) 670. Esta estra-
tegia establece las orientaciones a que debe ajustarse la actuación de la Unión Europea (UE) en los
25 próximos años para un uso más eficaz y sostenible de los recursos naturales durante todo su ciclo de
vida. Se trata de reducir los impactos ambientales negativos que provoca el uso de los recursos natura-
les (agotamiento de los recursos y contaminación), respetando a su vez los objetivos que fijó el Conse-
jo Europeo de Lisboa en materia de crecimiento económico y empleo. Deberán participar todos los
sectores que consumen recursos, con el objetivo de mejorar el rendimiento de esos recursos, reducir su
incidencia en el medio ambiente y sustituir los recursos demasiado contaminantes por soluciones alter-
nativas. De momento no se establece ningún objetivo cuantificado, pero la estrategia prevé la posibili-
dad de establecer este tipo de objetivos en los próximos años, cuando se hayan desarrollado y aprove-
chado lo suficiente los conocimientos sobre el uso de los recursos y los indicadores de su evolución.
1071
Cfr. el documento COM(2003) 302 final, conteniendo la Comunicación de la Comisión al
Consejo y al Parlamento Europeo sobre «Política de Productos Integrada. Desarrollo del concepto del
ciclo de vida medioambiental». Bruselas, 18 de junio de 2003. La justificación para abordar esta polí-
tica se expresa del siguiente modo: «en los últimos años, la Comisión ha comenzado a replantearse
políticas relativas a los impactos ambientales de los productos. Todos los productos y servicios tienen
un impacto ambiental, bien sea durante su producción, su utilización o su eliminación. La naturaleza
precisa de dicho impacto es compleja y difícil de cuantificar, pero la magnitud potencial del problema
es manifiesta. Al mismo tiempo, la continuidad del crecimiento económico y la prosperidad se ven
considerablemente influidos por la producción y el consumo de los productos. El problema es cómo
combinar la mejora del bienestar y los estilos de vida (a menudo influidos directamente por los produc-
tos) con la protección del medio ambiente. Dicho de otro modo, es necesario encontrar situaciones
ventajosas para todas las partes interesadas en las que a las mejoras en materia de medio ambiente se
unan las mejoras en el comportamiento de los productos y en las que las mejoras medioambientales
respalden la competitividad de la industria a largo plazo» (p. 3).
445
libre mercado y protección ambiental
1072
En el documento COM(2003) 302 final se dice: «los análisis del ciclo de vida (ACV) consti-
tuyen el mejor marco para evaluar los posibles impactos ambientales de los productos de que dispone-
mos actualmente. Por consiguiente, constituyen una importante herramienta de apoyo para la PPI. Sin
embargo, sigue abierto el debate acerca de las prácticas correctas en el uso e interpretación de los
ACV» (p. 12).
446
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
1073
Idem, p. 13.
1074
Como medidas de información públicas se sugiere: un manual práctico para las autoridades
públicas que expliquen las posibilidades que ofrece la contratación ecológica; una base de datos de
grupos de productos; y un sitio web sobre «ecologización de la contratación pública» (cfr. documento
COM(2003) 302 final, pp. 14 y 15.
1075
Como ejemplo de este tipo de etiquetas se cita el caso de la «etiqueta energética» aprobada por
la Directiva 92/75/CEE del Consejo, de 22 de septiembre, relativa a la indicación del consumo de
energía y de otros recursos de los aparatos domésticos, por medio del etiquetado y de una información
uniforme sobre productos (Idem, p. 16).
1076
Idem, p. 17.
1077
Este libro –que fue publicado con el título en inglés Cradle to Cradle: remaking the way we
make things, North Point Press, New York, 2002– tiene una edición en castellano publicada en 2005
por la editorial McGraw-Hill.
447
libre mercado y protección ambiental
A. Precedentes
a)
Base normativa: las Directivas 2005/32/CE y 2009/125/CE. Ámbito de
aplicación
1078
Directiva desarrollada en España mediante el Real Decreto 1383/2002, de 20 de deiciembre,
sobre la gestión de vehículos al final de su vida útil (BOE núm. 3 de 3 de enero de 2003).
1079
Directiva desarrollada en España mediante el Real Decreto 208/2005, de 25 de febrero, sobre
aparatos eléctricos y electrónicos y la gestión de sus residuos (BOE núm. 49, de 26 de febrero de 2005).
1080
Cfr. «eco-innovación en procesos y productos: eco-diseño», op. cit. y loc. cit., pp. 312 y 313.
448
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
1081
Publicada en el DO L 191, de 22 de julio de 2005. Fue transpuesta al ordenamiento español
mediante el Real Decreto 1396/2007, de 19 de octubre, relativo al establecimiento de requisitos de
diseño ecológico aplicable a los productos que utilizan energía (BOE núm. 254, de 23 de octubre
de 2007).
1082
La Comisión Europea se fijó como objetivo inicial treinta grupos de productos. Sobre cada
grupo se están llevando a cabo estudios para determinar su relevancia dentro de la propia legislación
y sus características medioambientales. Los grupos de productos prioritarios se han seleccionado en
base a los consumos de energía primaria, volumen de ventas en la Unión Europea, impacto medioam-
biental y potencial para el ahorro de energía, a fin de maximizar la contribución a la reducción de
emisiones de gases de efecto invernadero. Hasta ahora la Comisión ha aprobado medidas de ejecu-
ción para los siguientes grupos de productos: equipos de iluminación del sector terciario (incluyendo
iluminación pública urbana y de oficina); pérdidas de electricidad por aparatos en modo stand-by y
apagado; sistemas de alimentación externa; aparatos de recepción de televisión digital; iluminación
doméstica; frigoríficos y congeladores domésticos; televisiones; motores eléctricos; circuladores. El
segundo lote de grupos de productos seleccionados por la Comisión como prioritarios para el período
2009-2011 incluye los equipos de procesamiento y almacenamiento de datos, los equipos de imagen
y sonido, los sistemas de aire acondicionado, ventilación y refrigeración, transformadores y maquina-
ria eléctrica, entre otros.
1083
Publicada en el DOUE L 285 de 31 de octubre de 2009. Ha sido transpuesta al Derecho espa-
ñol en virtud del Real Decreto 187/2011, de 18 de febrero, relativo al establecimiento de requisitos de
diseño ecológico aplicables a los productos relacionados con la energía.
1084
Así, por ejemplo, afectará a los materiales de aislamiento, los grifos o las cabezas de ducha
(que pueden reducir el consumo de agua y, por tanto, la cantidad de energía utilizada para calentarla)
y otros productos que estén relacionados con el consumo energético.
1085
Sobre el régimen comunitario de productos químicos, cfr. la oportuna y completa obra de Mo-
reno Molina, Á. M.: El régimen jurídico de los productos químicos en la Unión Europea, Iustel, 2010.
1086
Cfr. el Considerando 35º de la Directiva donde se citan varias Directivas en estas materias.
449
libre mercado y protección ambiental
1087
Cfr. considerando (1) de la Directiva.
1088
Cfr. considerandos (3) y (6) de la Directiva.
1089
Cfr. considerando (4) de la Directiva.
1090
Cfr. art. 191.2 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.
1091
La eficiencia energética también contribuye –como señala el considerando 10º de la Directi-
va– a la seguridad del abastecimiento de energía y a la reducción de la demanda de recursos naturales.
1092
Cfr. art. 191.1 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.
1093
Cfr. asimismo el considerando 13º de la Directiva.
450
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
base de esta norma está en la citada PPI que orienta todo su contenido con un
«enfoque preventivo, destinado a obtener el mejor comportamiento ambiental
posible de los productos manteniendo sus cualidades funcionales» y ofrecien-
do, al mismo tiempo, «auténticas nuevas oportunidades a fabricantes y consu-
midores, así como a la sociedad en general»1094.
En el art. 2, 23º de la Directiva se define el «diseño ecológico» como la:
«integración de los aspectos medioambientales en el diseño del producto
con el fin de mejorar su comportamiento medioambiental a lo largo de todo
su ciclo de vida».
E igualmente, se destaca la aplicación de los criterios ambientales en la fase
de diseño de los productos relacionados con la energía ya que, como dice el
considerando 7º de la Directiva, «resulta que la contaminación provocada du-
rante el ciclo de vida del producto se determina en esta fase y en ese momento
se comprometen la mayoría de los gastos correspondientes»1095.
1094
Cfr. considerando (5) de la Directiva. También se cita al 6º Programa de Acción comunitario
en materia de medio ambiente como criterio inspirador (considerandos 9º y 13º).
1095
El art. 2, 13 de la Directiva define el «ciclo de vida» como las «etapas consecutivas e interre-
lacionadas de un producto, desde el uso de su materia prima hasta su eliminación final».
1096
Definición de las «medidas de ejecución» que se recoge en el art. 3, 3 de la Directiva.
1097
En el Anexo I de la Directiva se recoge el «método para establecer requisitos genéricos de
diseño ecológico» –que «tienden a mejorar el comportamiento medioambiental de los productos, cen-
451
libre mercado y protección ambiental
trándose en aspectos medioambientales significativos sin establecer valores límite»– distinguiendo tres
partes:
1ª. Los parámetros de diseño ecológico para los productos (con referencia a cada una de las fases del
ciclo de vida del producto y en relación con el potencial de mejora en sus aspectos ambientales).
2ª. Los requisitos relativos al suministro de la información que debe de proporcionar el fabricante
(sobre la manera de tratar, utilizar o reciclar el producto por parte de los interesados).
3ª. Los requisitos para el fabricante (evaluación del modelo de su producto a lo largo de su ciclo
de vida y sobre soluciones de diseño alternativas).
1098
El Anexo II recoge el método para establecer estos requisitos «específicos de diseño ecológi-
co» que tienen por objeto mejorar un determinado aspecto medioambiental del producto. Requieren
una serie de análisis técnicos ambientales y económicos que se contemplan en este apartado.
1099
A título de ejemplo, se citan en el propio art. 18: la industria (incluidas las PYME), sindicatos,
comerciantes, minoristas, importadores, grupos de protección del medio ambiente, y organizaciones de
consumidores.
1100
Para esta tarea ha de consultar previamente al Foro Consultivo previsto en el art. 18.
452
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
En todo caso, los requisitos del diseño ecológico han de ser formulados de
manera que las autoridades de vigilancia del mercado puedan comprobar la
conformidad del producto con dichos requisitos (cfr. art. 15.7)1101.
Junto al procedimiento de las «medidas ejecutivas» que acabamos de anali-
zar, la Comisión puede optar, como fórmula alternativa, por las «medidas de
autorregulación» (cfr. art. 15.1 en relación con el apartado 3, b) del mismo
artículo)1102. En efecto, según la Directiva, esta opción cabrá cuando la «auto-
rregulación» o los «acuerdos voluntarios» aparezcan, a juicio de la Comisión
(teniendo en cuenta las opiniones de su Comité), «como una forma de alcanzar
los objetivos estratégicos con mayor rapidez o menor coste que requisitos vin-
culantes». No obstante, para admitir esta posibilidad será preciso –conforme al
art. 17 de la Directiva– su evaluación de acuerdo a los términos y criterios con-
tenidos en el Anexo VIII1103.
e)
Libertad de circulación de los productos y su previa declaración
de conformidad
1101
Para facilitar esta tarea, el Anexo VII recoge todos los elementos que deben incluirse en las
medidas de ejecución (cfr. art. 15, 8).
1102
Sobre el tema de la autorregulación cfr. los importantes trabajos de Darnaculleta i Garde-
lla, M.: Autorregulación y derecho público de la autorregulación regulada, Marcial Pons, Madrid,
2005; y de Esteve Pardo, J.: Autorregulación: génesis y efectos, Aranzadi, Pamplona, 2003.
1103
En el Anexo VIII, además de exigir que las iniciativas de autorregulación respeten las dispo-
siciones del Tratado (sobre mercado interior y normas de la competencia) y los compromisos asumidos
por la Comunidad a nivel internacional, se recoge una lista meramente indicativa de criterios de eva-
luación de las mismas: libre participación, valor añadido, representatividad, objetivos cuantificados y
escalonados, participación de la sociedad civil, control e información, relación coste/eficacia de la
gestión, sostenibilidad, etc.
1104
En el Anexo III se recoge la representación gráfica de cómo debe de aparecer el marcado CE
en el producto.
1105
El mismo art. 5.3 remite al Anexo VI donde se especifican los elementos que debe de contener la
citada declaración de conformidad (nombre y dirección del fabricante o su representante; descripción
detallada del modelo; referencias a las normas armonizadas o normas técnicas aplicadas en su caso; etc.).
453
libre mercado y protección ambiental
1106
En el citado Anexo se especifica la documentación que ha de aportarse, desde la descripción
general del producto y del uso a que está destinado hasta los resultados de las mediciones relativas a
los requisitos de diseño ecológico efectuadas.
1107
En el apartado 3º del Anexo V se enumeran los elementos del sistema de gestión y procedi-
miento mediante los cuales el fabricante puede demostrar que el producto cumple con los requisitos de
la medida de ejecución aplicable, tanto la relación a la «política relativa al comportamiento ambiental
de los productos», a su «planificación», a su «ejecución y documentación», como a su «verificación y
corrección».
1108
Su vigente regulación está contenida en el Reglamento (CE) núm. 1221/2009 del Parlamento
Europeo y del Consejo, de 25 de noviembre de 2009.
1109
El párrafo 4º del mismo art. 8.2 prevé el supuesto de intervención de una organización que
dispone de sistema de gestión diferente al EMAS. Tiene el mismo efecto que el EMAS si se aplica «de
conformidad con normas autorizadas cuyos números hayan sido publicados en el DOUE».
1110
El art. 10.1 de la Directiva –sobre «normas armonizadas»– establece que los «Estados miem-
bros, en la medida de lo posible, garantizarán la adopción de medidas adecuadas que permitan consultar
a las partes interesadas a nivel nacional en la preparación y seguimiento de las nomas armonizadas».
454
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
f) Actividad de control de los productos por parte de los Estados miembros
1111
El régimen vigente de la eco-etiqueta comunitaria se encuentra en el Reglamento (CE)
66/2010, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 25 de noviembre de 2009.
1112
El Real Decreto 187/2011 se refiere en este punto a las «Declaraciones ambientales de produc-
to» otorgadas por organismos que administren programas de las etiquetas ecológicas tipo III de acuer-
do con la norma «UNE-EN- ISO 14025» siempre y cuando estas declaraciones cumplan los requisitos
de diseño ecológico de las medidas de ejecución aplicables (cfr. art. 10.3).
1113
El «perfil ecológico» del producto se define en el art. 2.20 como «una descripción de acuerdo
con la medida de ejecución aplicable al producto, de las entradas y salidas, tales como materiales, emi-
siones y residuos, asociadas al producto a lo largo de su ciclo de vida, que sean significativas desde el
punto de vista de su impacto medioambiental y se expresen en cantidades físicas que puedan medirse»
1114
En el caso de España, las autoridades competentes son ordinariamente las Comunidades Au-
tónomas (cfr., por ejemplo, los arts. 3, 4 y 8 del Real Decreto 187/2011). Aunque las tareas de super-
visión general se encomiendan al Ministerio competente en materia de Industria. En su actuación se
aplican las disposiciones vigentes en esta materia (Ley 21/1992, de 16 de julio, de Industria y demás
disposiciones aplicables). Para las concretas tareas de verificación de la conformidad de los productos
el art. 3, 3 del mismo RD contempla la posibilidad de que sean «organismos públicos o privados que
455
libre mercado y protección ambiental
te, en el repetido art. 3.2 de la Directiva se especifican las funciones que deben
desempeñar:
1º. «Organizar controles adecuados de la conformidad del producto» e in-
cluso «obligar al fabricante o a su representante autorizado a retirar del
mercado los productos no conformes» (art. 3, 2, a). Este último supuesto
lo comentamos más adelante.
2º. «Solicitar a las partes afectadas que proporcionen toda la información
necesaria» (art. 3, 2, b).
3º. «Tomar muestras de productos y someterlas a pruebas de conformidad»
(art. 3, 2, c).
En esta tarea de vigilancia y control de los productos, los Estados miembros
han de garantizar a los consumidores y otras partes interesadas a que puedan
«presentar ante las autoridades competentes observaciones sobre la conformi-
dad de los productos» (cfr. art. 3, 4).
Bajo el título de «cláusula de salvaguardia» el art. 7 de la Directiva estable-
ce un procedimiento de actuación –frente al fabricante o su representante auto-
rizado– de las autoridades de vigilancia del mercado cuando se compruebe que
un producto de los que lleva el marcado CE «no cumple todas las disposiciones
pertinentes de las medidas de ejecución aplicable» (cfr. art. 7, 1). En tal caso
cabe distinguir los siguientes supuestos:
1º. Obligar al fabricante a que el producto cumpla las disposiciones de la
medida de ejecución y de que, por lo tanto, ponga fin a tal infracción
(cfr. art. 7.1, párrafo 1º in fine).
2º. Prohibir al fabricante la introducción del producto en el mercado cuando
hay suficientes indicios de que no pueda cumplir las disposiciones per-
tinentes o hasta que pueda cumplir dichas condiciones (cfr. art. 7.1, pá-
rrafos 2º y 3º).
3º. Retirada del mercado cuando el producto se ha introducido en el merca-
do pero no cumple con las condiciones previstas por las medidas de
ejecución y, pese a las advertencias, persista en el incumplimiento (cfr.
art. 7.1, párrafos 2º y 3º).
4º. Otro supuesto deriva del art. 8.2 párrafo 2º, cuando tras uno de los pro-
cedimientos de evaluación de la conformidad un Estado miembro tenga
serios indicios del probable incumplimiento de un producto, en cuyo
caso la autoridad competente obligará a tomar las «medidas correctoras
que sean necesarias».
456
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
1115
Los supuestos de la no disconformidad son los siguientes: incumplimiento de los requisitos de
la medida de ejecución aplicable, la aplicación incorrecta de las normas armonizadas o las deficiencias
de las propias normas armonizadas (apartados a), b) y c) del art. 7, 3).
1116
El análisis de la norma armonizada pretendidamente defectuosa se encomienda al Comité
permanente creado con este fin por el art. 5 de la Directiva 98/34/CE.
1117
En todo caso, como dispone el propio art. 20, «las sanciones previstas deberán ser efectivas,
proporcionadas y disuasorias, y habrán de tener en cuenta el grado de incumplimiento y las cantidades
de productos no conformes introducidos en el mercado comunitario». El art. 17 del Real Decreto
187/2011 remite en este punto a lo establecido en el Título V de la Ley 21/1992 de Industria y sus
normas reglamentarias de desarrollo.
457
libre mercado y protección ambiental
1118
Es muy relevante la labor que IHOBE ha desarrollado en materia de eco-diseño. Entre otras
muchas iniciativas puso en marcha en 2004 el «Programa de promoción de eco-diseño en la Comuni-
dad del País Vasco 2004-2006» y actualmente desarrolla el «programa de eco-eficiencia de la empresa
vasca 2010-2014»; ha elaborado un manual en el que se describe la metodología aplicable (Manual
Práctico de Eco-diseño. Operativa de implantación en 7 pasos); ha publicado Guías sectoriales de
eco-diseño; ha editado también un Manual de legislación y tramitación que permite identificar la legis-
lación ambiental aplicable; ha montado el «Basque ecodesign center» para promocionar la aplicación
del eco-diseño en las empresas; etc. Para mayor información puede consultarse su página web: http://
www.ihobe.net
1119
Cfr. Dopazo Fraguio, P.: «Eco-innovación en procesos y productos: eco-diseño», cit. y loc.
cit., pp. 315 y ss.
1120
En 2005 AENOR emitió los primeros certificados de sistemas de gestión de eco-diseño de
acuerdo con los requisitos recogidos en esta normativa que son 24. Entre los principales requisitos
pueden destacarse los siguientes puntos: identificación y evaluación de los aspectos ambientales, re-
quisitos legales, control operacional, comunicación externa e interna, formación de los equipos de
eco-diseño, y certificación de la gestión del eco-diseño.
1121
Idem, p. 319.
458
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
Ídem, p. 318.
1122
459
libre mercado y protección ambiental
Aunque a lo largo del último decenio se han ido aprobando normativas am-
bientales que están imbuidas por el enfoque de la eco-innovación y por el uso
de su metodología propia (principalmente el «análisis del ciclo de vida»), solo
recientemente se está desenvolviendo, por impulso de la Comisión Europea,
una política más sistematizada en dicho sentido. En efecto, el «Plan de Acción
sobre Eco-innovación» aprobado como vimos a finales de 2011 permite intuir
una visión más clara y ordenada en la promoción de las medidas verdaderamen-
te eficaces.
En todo caso, parece confirmarse una idea latente –y a veces expresa– en los
últimos programas comunitarios de acción en materia de ambiente de que la
sostenibilidad –en su triple versión ambiental, social y económica– solo se al-
canzará mediante la fluida colaboración de los actores sociales con las institu-
ciones administrativas (de la Unión Europea y de los Estados miembros). Solo
con instrumentos normativos, por muy perfectos que sean técnicamente, no se
logran los objetivos propuestos de un alto nivel de protección.
Sin embargo, para el impulso público de la política ambiental en esta direc-
ción de la eco-innovación, hemos podido comprobar, a lo largo del trabajo, la
gran importancia que tiene, por ejemplo, la orientación ecológica de la contra-
tación pública. Se conforma así una de las conclusiones principales del profesor
Pernas García en su monografía sobre la «Contratación pública verde»1123 en
el sentido de que «el derecho de la contratación pública puede ser un elemento
de apoyo para reforzar los instrumentos jurídicos de protección ambiental, los
objetivos de las políticas ambientales y la aplicación eficaz del Derecho
ambiental»1124.
La enorme potencialidad de eficiencia ambiental que tienen las nuevas nor-
mas comunitarias sobre diseño ecológico –en particular la más detalladamente
analizada aquí sobre los productos relacionados con la energía– abre una ilusio-
nante perspectiva en uno de los retos y desafíos inmediatos –señalados recien-
temente por Jordano Fraga– que tiene por delante el Derecho ambiental del
siglo xxi: el de la «calidad total normativa»1125. Una nueva forma de regulación
que sin renunciar a la finalidad protectora y coercitiva tenga en cuenta los in-
centivos económicos que faciliten su aplicación y cumplimiento.
No obstante, todavía queda mucho camino por recorrer en esta dirección. El
reciente informe del Observatorio Europeo de Eco-innovación –que lleva por
título «Europa en transición: allanando el camino hacia una economía verde a
través de la eco-innovación»1126– marca para los responsables políticos unas
recomendaciones específicas entre las que se encuentran las siguientes:
1123
Publicada en la Editorial La Ley, Madrid, 2011.
1124
Ídem, p. 217.
1125
«El futuro del Derecho ambiental», en Revista Aranzadi de Derecho Ambiental, núm. 23,
2012, pp. 144 y 145.
1126
Este informe puede consultarse en la siguiente página web: http://www.eco-innovation.eu/
images/stories/Reports/EIO_Annual_Report_2012.pdf
460
aspectos jurídicos sobre la eco-innovación y el diseño ecológico
BIBLIOGRAFÍA
Carrillo, J., del Río, P. y Könnölä, T., Eco-innovación. Claves para la competitivi-
dad sostenible y la sostenibilidad competitiva, Netbiblo, Oleiros, 2012.
Dopazo Fraguío, P., El régimen jurídico de las marcas de calidad ambiental. Etiqueta
ecológica y tutela ambiental, Exlibris, Madrid, 2001.
, «Eco-innovación en procesos y productos: eco-diseño», Revista Aranzadi de
Derecho Ambiental, núm. 17, 2010.
Fussler, C. y James, P., Eco-innovación. Integrando el medio ambiente en la empresa
del futuro, Mundi-Prensa, Madrid, 1999.
McDonough, W. y Braungart, M., Cradle to Cradle: remaking the way we make
things, North Point Press, New York, 2002.
461
LOS MERCADOS ARTIFICIALES
DE RECURSOS NATURALES
Íñigo Sanz Rubiales
Catedrático de Derecho Administrativo (Acreditado)
Universidad de Valladolid
Isabel Caro-Patón Carmona
Profesora Titular de Derecho Administrativo
Menéndez & Asociados, Abogados
1127
Caro-Patón Carmona, I., «Mercados sobre cuotas», en Sanz Rubiales, I. (coord.), El merca-
do de derechos a contaminar. Régimen jurídico-público del mercado comunitario de derechos de
emisión en España, Lex Nova, Valladolid 2007, pp. 36-37.
1128
Para los economistas, la verdadera diferencia entre los diversos instrumentos de control de la
contaminación está en su eficiencia, a la luz del análisis costes-resultados. Cfr., Cole, D.H., Pollution
& Property, Cambridge University Press, 2002, p. 15. Como señala la Comisión Europea «desde una
perspectiva económica, el recurso a instrumentos basados en el mercado se justifica por su capacidad
para corregir las deficiencias del mercado de una forma rentable. Por deficiencia del mercado se en-
tiende una situación en la que los mercados no existen (por ejemplo, los activos medioambientales
tienen naturaleza de bienes públicos) o bien no tienen suficientemente en cuenta el coste «verdadero»
o social de la actividad económica. La intervención pública queda entonces justificada para corregir
estas deficiencias y, a diferencia de los enfoques normativos y administrativos, estos instrumentos
tienen la ventaja de utilizar las señales del mercado para resolver las mencionadas deficiencias»,
Comisión de las Comunidades Europeas, Libro Verde sobre la utilización de instrumentos de merca-
do en la política de medio ambiente y otras políticas relacionadas, Bruselas, 28 de marzo de 2007,
COM (2007) 140 final, p. 3.
463
libre mercado y protección ambiental
1129
Caro-Patón Carmona, I., «Mercados sobre cuotas», op. cit., p. 37. Betancor Rodríguez, A.,
Instituciones de Derecho Ambiental, La Ley, Madrid, 2001, pp. 840-842.
1130
Sanz Rubiales, Í., «El mercado europeo de emisiones y su aplicación en España», en VV.AA.,
Hacia una política comunitaria europea en cambio climático y sus consecuencias para España, Uni-
versidad de Burgos, 2009, pp. 201 y ss.
1131
Casado Pérez, V., «Administraciones públicas y mercados en la gestión del agua», Revista
General de Derecho Administrativo, núm. 25 (2010), p. 31.
464
los mercados artificiales de recursos naturales
1132
Vid. Sanz Rubiales, Í., «Mercados de cuotas y protección del medio ambiente: el fomento
de las energías renovables en la Directiva 2009/28», Revista General de Derecho Administrativo,
núm. 25, (2010), p. 4.
1133
Caro-Patón Carmona, I., op. cit., pp. 44-45.
1134
Sobre los diversos instrumentos de mercado (inclusivos, tanto de los impuestos, como de las
ayudas, las ecoetiquetas y los mercados de cuotas), véase Mora Ruiz, M., La gestión ambiental com-
partida: función pública y mercado, Lex Nova, Valladolid 2007, pp. 147 y ss.
1135
Comisión de las Comunidades Europeas, Libro Verde sobre la utilización de instrumentos de
mercado en la política de medio ambiente y otras políticas relacionadas, op. cit., p. 5.
1136
VV.AA., El mercado de derechos a contaminar…, op. cit., pp. 98-99.
1137
Macchiati, A., «Le politiche contro il cambiamento climatico nell’Unione europea e in Ita-
lia», VV.AA. (a cura di A. Macchiati e G. Rossi), La sfida dell’energia pulita. Ambiente, clima e
energie rinnovabili: problemi economici e giuridici, Il Mulino, Bologna 2009, p. 39.
1138
Faure, M. «Un système d’échange de quotas d’emission de gaz à effet de serre : perspectives
et questions en guise de conclusion», VV.AA. Philippe, D., et Cheneviere, C., (dirs.), L’entreprise face
au droit des quotas de CO2, Larcier, Bruxelles 2011, p. 231.
465
libre mercado y protección ambiental
Como acabamos de señalar, los mercados sobre recursos naturales son arti-
ficiales en el sentido de que son creados por la voluntad del poder público. Sin
embargo, para crear un mercado no es suficiente con su mera voluntad. Es
preciso que se cumplan una serie de requisitos para que puedan cumplir las
funciones ambientales y económicas que se le exigen.
La creación del mercado nunca determina la privatización de la titularidad
colectiva o pública de los recursos naturales que siempre se conserva (aguas,
atmósfera, etc. siguen manteniendo idéntico régimen propietario). Lo que per-
sigue el mercado es la creación o atribución de derechos de uso (bien sobre
cuotas o porciones de bienes colectivos o bien sobre la contaminación), que son
susceptibles de transacciones jurídico-privadas, sin perjuicio de que estas se
realicen bajo el control del poder público como titular o gestor del bien1139.
466
los mercados artificiales de recursos naturales
De acuerdo con lo que han ido señalando los economistas que han analizado
estos instrumentos, los requisitos son los siguientes:
No hay ningún inconveniente jurídico para crear mercados sobre bienes ex-
tra commercium. La razón es que las transacciones recaen sobre «derechos de
uso» del recurso natural, que pueden ser tanto concesiones administrativas
como autorizaciones. Como nos encontramos ante mercados artificiales, lo re-
levante es que la normativa permita su comercialización1140.
Aunque teóricamente la configuración demanial de los bienes parecería in-
compatible con un mercado sobre dichos bienes, lo cierto es que no existe dicha
incompatibilidad, siempre que el mercado se refiera a derechos sobre los bienes
y no a los bienes mismos que son, como se sabe, inalienables (arts. 132 CE y 30
Ley 33/2003 de Patrimonio de las Administraciones Públicas, LPAP).
De hecho, en el ordenamiento español se admite con normalidad la transmi-
sibilidad de las concesiones demaniales: sobre aguas (Ley 29/1985 y actual-
mente Real Decreto Legislativo 1/2001, que aprueba su texto refundido, en
adelante TRLA), sobre costas (Ley 22/1988), o sobre montes demaniales (Ley
43/2003, de Montes), que tiene un régimen muy sencillo. Pues, en efecto, esta
transmisión se sujeta a comunicación a la Administración o bien a la previa
conformidad de la autoridad concedente (art. 98 LPAP). Conviene aclarar que
la posibilidad de comerciar con concesiones no entraña en sí misma un merca-
do de protección ambiental1141. Pero si aquí aludimos a ella es simplemente para
poner de relieve la posibilidad jurídica de comerciar con derechos de uso sobre
bienes demaniales.
Además, el mercado puede extenderse a la compraventa de derechos de uso
de bienes no demaniales, sino «colectivos» (res communes omnium), porque el
poder público está legitimado para distribuirlo en lotes («lotizar») y asignar
derechos de aprovechamiento sobre ellos, por más que el Estado no sea el titu-
lar formal de dichos bienes (es el caso de la atmósfera, que no pertenece al do-
minio público).
1140
Sobre los derechos de emisión como derechos de uso y no de propiedad sobre la atmósfera (res
communes omnium), vid., VV.AA., El mercado de derechos a contaminar…, op. cit., pp. 310-312.
1141
Por ejemplo, en materia de aguas existe un mercado de derechos de uso sobre las aguas (arts.
67 ss. del Texto Refundido de la Ley de Aguas, que regulan el contrato de cesión de derechos de uso)
que puede perseguir una asignación eficiente del recurso en cuanto bien económico (intercambios entre
agricultores o entre agricultores y suministradores de agua potable).
467
libre mercado y protección ambiental
Por una parte, como acabamos de ver, no pueden ser objeto de un mercado
de derechos la titularidad de los propios recursos extra commercium, aunque sí
los derechos de uso; por otra parte, sin embargo, tampoco suelen ser objeto de
dicho mercado los bienes de titularidad privada, o mejor dicho, los derechos
privados sobre dichos recursos.
La razón es clara: por exigencia de la necesaria fluidez del mercado y del
abaratamiento de costes, deberán excluirse del mercado los bienes que, con an-
terioridad a la puesta en funcionamiento del mercado, estén en manos privadas;
en caso contrario, o bien se partiría de una situación de efectiva desigualdad
(titulares de derechos en competencia con no titulares) o bien sería necesaria la
expropiación (con la consecuente indemnización de los afectados) de dichos
derechos para ponerlos en manos del poder público y que acrezcan a los demás.
Como veremos más abajo, el mercado del agua subterránea, por las especia-
lísimas características de este recurso natural –que no en vano se integra en las
llamadas «propiedades especiales»– se ha caracterizado porque en él pueden
participar tanto concesionarios como propietarios. No obstante, también pon-
dremos de relieve que el legislador lleva varias décadas tratando, en vano, de
convertir a todos los propietarios en concesionarios.
468
los mercados artificiales de recursos naturales
1142
El fracaso del segundo periodo de comercio del sistema comunitario de derechos de emisión
tiene que ver con la ausencia de reglas creíbles y las grandes dificultades encontradas por la Adminis-
tración para adoptar las decisiones inherentes a la puesta en marcha del mercado. Vid. Caro-Patón
Carmona, I., «La asignación nacional de derechos de emisión de gases de efecto invernadero: balan-
ce de su aplicación y crónica de su muerte», en el vol. col. coord. por Sanz Rubiales, I., El mercado
europeo de derechos de emisión. Balance de su aplicación desde una perspectiva jurídico-pública
(2008-2012), Lex Nova, Valladolid 2010, pp. 87 y ss.
469
libre mercado y protección ambiental
tribución de los derechos de pesca entre privados, de tal forma que se facilita la
creación de economías de escala y de empresas rentables.
En general, estos derechos vinculados con la cantidad de un recurso pueden
referirse a la titularidad de cuotas sobre el propio recurso (el caso de la pesca es
paradigmático1143) o bien a derechos de uso del recurso: p. ej., derechos de riego
(se trata de un uso, si bien consuntivo), etc.
La otra opción es que los mercados se refieran no propiamente a derechos de
uso (limitables por razón de la escasez del recurso: motivos económicos, am-
bientales, estratégicos, etc.), sino a derechos a contaminar (limitables por razo-
nes ambientales y, en su caso, sanitarias).
Los mercados de derechos de emisión constituyen un ejemplo paradigmáti-
co de este tipo de mercados, así como los mercados relativos a los vertidos
contaminantes de las aguas, en su caso.
Aquí es preciso, no ya calcular el volumen total del recurso utilizable, sino la
calidad de este, de modo que el mercado tiene, en todo caso, que salvaguardar
la calidad del recurso, límite infranqueable a la compraventa de derechos a con-
taminar. Porque el contenido de las cuotas sobre el recurso natural no responde
ya a la titularidad compartimentada de dicho recurso (res communes omnium) ni
el mero uso, sino a la posibilidad de degradarlo cualitativamente mediante el
uso. Las cuotas, desde esta perspectiva, serían un «recurso artificial»1144.
1143
Véase, p. ej., el Reglamento (CE) 2371/2002, del Consejo, de 20 de diciembre de 2002, sobre
la conservación y la explotación sostenible de los recursos pesqueros en virtud de la política pesquera
común, cuyo art. 20 (asignación de las posibilidades de pesca) establece: «3. Cada Estado miembro
decidirá el método de asignación, entre los buques que enarbolen su pabellón, de las posibilidades de
pesca que se le hayan asignado de conformidad con la legislación comunitaria. El Estado miembro
comunicará a la Comisión el método de asignación».
1144
Cfr. Gaspari, F., op. cit.i, p. 1167.
1145
Hardin, G., «The Tragedy of Commons» publicado por vez primera en Science, v. 162 (1968),
pp. 1243-1248.
470
los mercados artificiales de recursos naturales
1146
Gaspari, F., op. cit., p. 1169.
1147
Directiva 2009/28, de 23 de abril, art. 2 l): «obligación de utilizar energías renovables»: un
sistema nacional de apoyo que obliga a los productores de energía a incluir un determinado porcentaje
de energía procedente de fuentes renovables en su producción, a los proveedores de energía a incluir
un determinado porcentaje de energía procedente de fuentes renovables en su oferta o a los consumi-
dores de energía a utilizar un determinado porcentaje de energía procedente de fuentes renovables. Ello
incluye los sistemas en los cuales esas obligaciones pueden cumplirse mediante el uso de «certificados
verdes». Cfr., igualmente, Sanz Rubiales, I., «Mercados de cuotas y protección del medio ambien-
te…», op. cit., p. 7.
1148
«Los muebles de que no puede hacerse el uso adecuado a su naturaleza sin consumirlos y
aquellos en reemplazo de los cuales se admite legalmente otro tanto de igual calidad».
471
libre mercado y protección ambiental
control local que desvirtúan las ventajas del mercado; solo respecto de aquellos
contaminantes uniformemente asimilables es posible crear un mercado eficaz.
Es el caso, p. ej., de los derechos de emisión de dióxido de carbono1149.
Un mercado de derechos de uso de un recurso natural solo puede ser eficaz
para controlar la contaminación «de absorción uniforme», es decir, aquella no
acumulable en lugares determinados, en la que no importa la localización del
punto de emisión. Si la localización del vertido o emisión en una determinada
ubicación permitiese un mayor o un menor aprovechamiento que en otros luga-
res, el derecho de emisión no tendría un valor único, intercambiable y fungible
por otros. Si no hay homogeneidad, no puede generarse una unidad de medi-
ción del recurso o de la contaminación y, por lo tanto, no cabe mercado alguno
(lo único que habría, en su caso, serían «trueques»). Se precisa una «moneda de
cambio», cuyo valor puede aumentar o disminuir en función de las diversas
circunstancias del mercado, pero sin la cual este no existe.
En efecto, una de las principales ventajas del mercado sobre las normas
tradicionales de policía en relación con las actividades contaminantes es que el
mercado reduce los costes de la limitación de la contaminación, pero lo hace a
costa de «redistribuir» territorialmente, personalmente y temporalmente dichas
emisiones. Para que esta redistribución (especialmente la territorial) no genere
perjuicios añadidos al medio ambiente, el recurso susceptible de ser degradado
o contaminado debe ser homogéneo, de tal forma que no importe el lugar ni la
eventual concentración de emisiones o vertidos contaminantes. El mercado sur-
ge de la diferencia de costes que la explotación del recurso conlleva para uno u
otro sujeto (los que intercambian); pero es la actividad empresarial, la gestión,
la que lo determina, no la mera localización.
Si el mercado constituye un instrumento adecuado para la salvaguarda am-
biental, eso supone que los «derechos» a contaminar se pueden «ejercer» indis-
tintamente en cualesquiera lugares del territorio afectado por el mercado.
Por eso, en la Comunidad Europea no existe ninguna iniciativa en esta direc-
ción para el control de los vertidos a las aguas, pues aquí se corre el peligro de
crear «puntos calientes» o masas de agua con niveles de contaminación inadmi-
sibles1150. Y aunque han surgido algunos mercados en USA de contaminantes
no uniformemente dispersos, las condiciones para su correcto funcionamiento
son muy difíciles de obtener, y genera numerosos problemas, como ha puesto
1149
Tietenberg, T.H., Emissions Trading. Principles and Practice, 2ª edic, Resources for the futu-
re, Washington 2006, pp. 27 y ss; Caro-Patón Carmona, I., «Mercados sobre cuotas», cit., p. 49. Jaco-
metti, V., «I tradable pollution rights: nozione, origini e caratteristiche», en VV.AA. (a cura di B. Poz-
zo), La nuova direttiva sullo scambio di quote di emissione, Giuffrè Editore, Milano 2003, pp. 17-33.
1150
Sobre esto, Álvarez Carreño, S.M., «La calidad ambiental de las aguas como eje vertebrador
de la nueva normativa comunitaria», en VV.AA., Aplicación en España de la Directiva Europea de
Aguas, Ecoiuris, 2003, p. 118. A los «puntos calientes» se ha referido la Comisión en la Comunicación
citada sobre la integración de las cuestiones medioambientales en la política económica (COM (2000)
576 final), p. 24.
472
los mercados artificiales de recursos naturales
1151
Verchere, A., «Pollution diffuse de l’eau en milieu rural et marché des permis d’émission: les
enseignements de l’expérience américaine», Économie Rurale, núm. 285, 2005, p. 44.
1152
Verchere, A., «Pollution diffuse de l’eau …», op. cit., pp. 33 y ss.
473
libre mercado y protección ambiental
entendido como la venta del uso de todo o parte del caudal por un periodo de
tiempo dado. Hasta la última reforma legal (Ley 11/2012), el comercio impli-
caba bien la cesión de concesiones o bien la venta de aguas (subterráneas) de
propiedad privada, manteniendo los cedentes la titularidad de sus derechos1153.
Aunque hay pocas estadísticas, se sabe con certeza que este comercio se ha
aplicado en varias ocasiones entre titulares de usos consuntivos (suministrado-
res de agua de boca y regantes)1154, y, en el caso específico de la Mancha húme-
da, con fines de protección ambiental.
Este mercado, que es el que aquí interesa, es estrictamente local y su objeto
son aguas subterráneas; sus agentes protagonistas, agricultores de regadío, las
Administraciones estatal y autonómica y las asociaciones ecologistas que han
podido participar como observadores muy interesados en el proceso1155. El ori-
gen del deterioro ambiental de la zona se encuentra en la llamada «revolución
silenciosa» de la explotación de aguas subterráneas producida a lo largo del
mundo desde los años 70 del siglo pasado (silent revolution) y justificada en los
grandes beneficios socioeconómicos asociados al uso del agua, pero que con el
paso del tiempo provocan situaciones insostenibles de sobreexplotación1156.
1153
De manera muy simplificada se puede recordar que hasta la Ley de aguas de 1985, los usuarios
de aguas superficiales lo eran mayoritariamente en virtud de concesión demanial, mientras que los de
subterráneas tenían la propiedad de pozos o manantiales. A esta situación denominada, con cierta
exageración, de «hidroesquizofrenia» trató de poner fin el legislador en 1985 suprimiendo la propiedad
privada. Para evitar indemnizaciones, el modo que se ideó para respetar los derechos de propiedad fue
establecer un régimen transitorio en el que a los antiguos propietarios se les daba la opción de conser-
var la propiedad o de transformar la propiedad en derecho concesional (DDTT 2ª y 3ª TRLA).
Sin entrar ahora en las vicisitudes de la aplicación de las DDTT por la Administración y Tribunales
de Justicia (civiles y contencioso-administrativos), lo más importante del régimen legal era que aque-
llos que optaran por mantener la propiedad tenían que aceptar que su aprovechamiento quedara «con-
gelado», es decir, que no podrían modificarse las condiciones de la explotación. Aunque nunca ha sido
fácil interpretar la congelación, se admitían las ventas de agua por propietarios siempre que se mantu-
viese el volumen de las extracciones. En este contexto, lo que ha determinado la reforma de la Ley
11/2012 es un endurecimiento del régimen de congelación pues queda expresamente prohibido modi-
ficar el destino del agua. A la entrada en vigor de la Ley de aguas, y aún hoy, la modificación de las
condiciones del aprovechamiento no implica la pérdida del agua, sino la transformación de la propie-
dad en derecho preferente a obtener una concesión.
La reforma de la Ley de aguas de 1999 introdujo los contratos de cesión de derechos de uso (arts.
67 ss. TRLA), para permitir cesiones temporales de agua entre quienes ya fuesen usuarios. De estos
contratos están excluidos los propietarios (art. 343.4 del Reglamento del Dominio Público Hidráulico).
Por eso, ahora se da la enorme paradoja de que se acepta la venta de aguas entre concesionarios y se
prohíbe para los propietarios.
1154
Garrido, A., del Rey, D. y Calatrava, J., «Water trading in Spain», en Water Agriculture
and the Environment in Spain: can we square the circle? de Stefano, L., Llamas, R. (ed.), Water
Observatory of the Botin Foundation; Complutense University of Madrid, 2013, pp. 205 y ss.
1155
Cfr. el interesante informe de WWF elaborado en 2012 y disponible en internet (http://awsas-
sets.wwf.es/downloads/factsheet_aguas_fin.pdf) titulado «El fiasco del agua en el Alto Guadiana».
1156
Vid. Cruces de Abia, J., Martínez Cortina, L., «La Mancha húmeda. Explotación intensiva
de las aguas subterráneas en la cuenca alta del río Guadiana», en Fundación Marcelino Botín, Papeles
del Proyecto Aguas Subterráneas (2000), que explican de manera muy ponderada cómo la «profunda
y positiva transformación socio-económica» producida por la conversión del secano en regadío (y de
la que se ha beneficiado una población entre 400.000-500.000 personas), ha determinado el deterioro
474
los mercados artificiales de recursos naturales
El arranque legal del mercado del Alto Guadiana se retrotrae al año 2001, y
en concreto a la Ley 10/2001 del Plan Hidrológico Nacional (LPHN).
En esta Ley, quedó bastante claro que la llamada Mancha húmeda solo se
recuperaría con técnicas de gestión de demanda o, dicho de manera más direc-
ta, recortando las extracciones. Es decir, el Plan Nacional descartaba recurrir a
trasvases de recursos de otras cuencas, y no se preveían más aportaciones ex-
ternas que las que puntualmente pudieran derivarse del trasvase Tajo-Segu-
ra1157 y que eran manifiestamente insuficientes para evitar el agotamiento del
acuífero1158. Sentado lo anterior, la LPHN se limitó incluir una DA 4ª, en la que
se daba cuenta de la gravedad de la situación y se conminaba al Gobierno para
elaborar, en un plazo de año, un Plan Especial para el Alto Guadiana (PEAG).
El PEAG se adoptaría finalmente y con gran consenso social mediante Real
Decreto 13/2008, de 11 de enero. Este Real Decreto fue precedido del Real
Decreto-ley 9/2006, de 15 de septiembre, destinado en general a adoptar me-
didas urgentes para paliar los efectos producidos por la sequía en las poblacio-
nes y en las explotaciones agrarias de regadío en determinadas cuencas hidro-
gráficas.
Antes del PEAG, en los años 1987 y 1988 se adoptaron las primeras decisio-
nes administrativas, con la declaración de sobreexplotación de las Unidades Hi-
drogeológicas de la Mancha Occidental y de Campos de Montiel. En teoría, esto
determinaba que su gestión se sometía a un plan de extracciones con un tope
anual máximo (cap), la prohibición de apertura de nuevos pozos y la creación de
comunidades de usuarios. Las restricciones no se cumplieron, comenzando, ya
entonces, una situación bastante generalizada de «desobediencia civil».
del centenar de humedales, conocidos como la Mancha húmeda (declarados por la UNESCO, en el año
1981, Reserva de la Biosfera). Entre las zonas mundiales donde se ha producido esta revolución silen-
ciosa, van der Gun, J., Groundwater and Global Change: Trends, Opportunities and Challenges,
http://unesdoc.unesco.org/images/0021/002154/215496e.pdf, UNESCO (2012), pp. 12, recoge el caso
del Alto Guadiana.
1157
El recurso al trasvase está regulado desde la Ley 13/1987, de 17 de julio, sobre derivación de
volúmenes de agua de la cuenca alta del Tajo a través del acueducto Tajo-Segura, con carácter experi-
mental, con destino al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel.
1158
El plan hidrológico del Guadiana, aprobado poco antes (Orden de 13 de agosto 1999 por la que
se dispone la publicación de las determinaciones de contenido normativo de los Planes Hidrológicos
de Cuenca del Guadiana I y Guadiana II, aprobados por el Real Decreto 1664/1998) no había abando-
nado el objetivo de satisfacer las demandas de agua y pensaba por ello en actuaciones de recarga y en
solicitar recursos de soporte o refuerzo al PHN. Lógicamente también hacía énfasis en la necesidad de
aumentar el control de las extracciones.
Van der Gun, J., Groundwater and Global Change…, op. cit., pp. 15-20, señala que aunque en
apariencia la sobreexplotación pueda corregirse bien con recargas artificiales del acuífero o bien con
limitación de extracciones, al final siempre las limitaciones resultan imprescindibles por más que su
aplicación resulte tremendamente dificultosa dado el carácter «escondido» del recurso.
475
libre mercado y protección ambiental
1159
El marco jurídico fue el Reglamento (CEE) 1992/2078. Como se ha indicado el plan no tenía
vocación de permanencia ni creaba una agricultura sostenible ni fomentaba nuevas actividades eco-
nómicas. Cfr. Rosell, J., Viladomiu, L., «El Programa de Compensación de Rentas por reducción de
regadíos en Mancha Occidental y Campo de Montiel», en Economía Agraria, núm. 179 (1997),
pp. 331-350.
1160
Jurídicamente existen los cuatro grupos siguientes de regantes: a) propietarios con derechos
inscritos en el Catálogo de aguas privadas de acuerdo con las transitorias de la Ley de aguas; b) titula-
res de derechos temporales de aguas privadas (Sección C del Registro de aguas); c) concesionarios con
concesión inscrita en la Sección A del Registro de aguas; y d) usuarios sin título inscrito. Estos últimos
pueden ser legales (que tuvieran derechos de propiedad anteriores a la Ley de aguas de 1986 y que
hubieran optado por no declararlos ante la Administración) o ilegales porque hubieran alumbrado
aguas de manera clandestina, tras la entrada en vigor de la Ley de aguas en enero de 1986. A los ante-
riores, se ha de añadir los que utilizan el derecho ex lege de 7.000 m3/año del art. 54.2 TRLA, que están
inscritos en la Sección B del Registro de aguas.
476
los mercados artificiales de recursos naturales
El RDL permitía que los viejos propietarios de aguas (tanto los que hubieran
optado por mantener la propiedad como los que se hubieran transformado en
propietarios a plazo en aplicación de las DDTT 2ª y 3ª del TRLA) solicitasen
una concesión. Esta posibilidad se abrió para que afloraran derechos de uso no
legalizados. Y tuvo que regularse expresamente porque, en realidad, llevaba
1161
Cfr. López-Gunn, E., Dumont, A. y Villarroya, F., «Tablas de Daimiel National Park and
groundwater conflicts», en Water Agriculture and the Environment in Spain: can we square the circle?
de Stefano, L., Llamas, R. (ed.), Water Observatory of the Botin Foundation; Complutense Universi-
ty of Madrid, 2013, p. 263.
1162
Existe un documento de lectura imprescindible para conocer la evolución normativa y los
problemas de fondo, de Rodriguez Cabellos, J.A., «The upper Guadiana Case» (http://www.funda-
cionbotin.org/file/46124/), que se corresponde con el texto de la ponencia presentada por el autor en el
6º Seminario de Aguas, organizado por la Fundación Botín y que se celebró en Madrid, los días 13 y
14 de noviembre de 2012. También WWF, «El fiasco del agua en el Alto Guadiana», op. cit., y López-
Gunn, E. y otros, op. cit. El defensor del pueblo en su completo informe sobre Agua y Ordenación del
territorio, Colección Informes, Estudios y Documentos, Madrid, 2010, pp. 180-182, da cuenta de dos
quejas tramitadas, que no encuentra justificadas, provenientes de la Comunidad General de usuarios el
Acuífero de la Mancha Occidental.
477
libre mercado y protección ambiental
1163
Garrido y otros, op. cit., p. 208.
1164
En el plan hidrológico aprobado por el Consejo Nacional del Agua en noviembre de 2012 (y
pendiente de aprobación por el Gobierno) se cifra el recurso natural en el Alto Guadiana en 328,5 hm3/
año; y el recurso disponible en 221 hm3/año. No obstante, a esta cantidad se añaden los retornos esti-
mados del regadío que se cifran en un 13%, de manera que el recurso natural en el Alto Guadiana sería
de 336,9 hm3/año; el recurso total disponible sería de 303 hm3/año. Ahora bien, de esta cantidad hay
que detraer «unos 40 hm3/año» que son los recursos subterráneos generados en el Alto Guadiana que
por el efecto de las extracciones actuales se transfieren a la Cuenca del Júcar a través de la Masa Sub-
478
los mercados artificiales de recursos naturales
Por Ley 11/2012 se añade una DA 14ª al TRLA para regular la cesión de
derechos y la transformación de aprovechamientos por disposición legal en
concesiones en el ámbito del Alto Guadiana.
Ahora lo que se regulan son contratos de venta de derechos de agua legali-
zados, con independencia de su modalidad (propiedad, aprovechamiento tem-
poral o concesión administrativa). Estos contratos se caracterizan por suponer
la venta irreversible y total de los derechos1167 y, aunque la Ley no dice nada, es
de suponer que coexistirán con las cesiones temporales y parciales reguladas
con carácter general por el art. 67 TRLA (y cerradas a propietarios).
De realizarse la «compraventa», el adquirente obtendrá una concesión admi-
nistrativa que será otorgada por el Organismo de cuenca en un procedimiento
con silencio negativo y duración de 9 meses. El objeto de la compra será un
caudal inferior al transmitido, estando prohibido que el terreno a regar por el
comprador sea superior a la superficie que tuviera reconocida el cedente. La
Ley no especifica el porcentaje de esta quita.
terránea de la Mancha Oriental, y por ello no pueden contabilizarse como disponibles en la parte del
Alto Guadiana.
Recientemente, la Sentencia núm. 885/2012, de 16 noviembre, del TSJ de Extremadura (JUR
2012\401444) anula el Acuerdo de la Junta de Gobierno de la Confederación Hidrográfica del Guadia-
na de 21-06-2010, por el que se aprueba el Plan de Ordenación de Extracciones para el Acuífero de la
Mancha Occidental al entender que la Administración no ha motivado por qué reduce el agua disponi-
ble hasta 200 hm3/año en relación con el plan anterior. Estando pendiente la aprobación del plan hidro-
lógico, el revés de esta sentencia para los objetivos de protección será muy limitado en el tiempo (y
sería nulo si el plan se hubiese adoptado de acuerdo con el calendario previsto).
1165
Cfr. López-Gunn, E. y otros, op. cit., p. 263 y WWF, «El fiasco del agua en el Alto Guadiana»,
op. cit.
1166
El PH aprobado por el Consejo Nacional del Agua parte de un avance importante científico y
técnico que ha de implantar un modelo hidrogeológico de gestión y sobre todo servir de herramienta
para la toma de decisiones. Según el modelo se prevé alcanzar un buen estado cuantitativo para el pe-
riodo 2015-2021. Habrá que esperar para conocer cuál es su dotación presupuestaria.
1167
A los concesionarios también se les permite la cesión de parte de su volumen, siempre que se
comprometan a reducir su superficie de riego (DA 14.2).
479
libre mercado y protección ambiental
Una vez descritas las actuaciones realizadas, y utilizando los requisitos ge-
nerales de los mercados ambientales vistos en el epígrafe anterior, es relativa-
mente sencillo apuntar cuáles son los elementos del modelo teórico que están
ausentes en el mercado del Alto Guadiana y que dificultan que este pueda llegar
a funcionar.
1168
Lo que se propone sería el establecimiento de las bases para la creación de un mercado, utili-
zando el modelo que ha servido para la distribución de derechos de emisión de gases de efecto inverna-
dero en aplicación de la Ley 1/2005. La indiscutible ventaja de este modelo es que eliminaría los pro-
480
los mercados artificiales de recursos naturales
blemas de gestión derivados de la pluralidad de situaciones jurídicas. Su problema evidente son las
dificultades para realizar las primeras asignaciones de cuotas entre usuarios, que tendrían que llevarse a
cabo sobre «derechos históricos» (grandfathering). Sobre las características del mercado e instrumentos
para su puesta en marcha, vid. Sanz Rubiales, Í. (coord.), El mercado de derechos a contaminar. Régi-
men jurídico-público del mercado comunitario de derechos de emisión, op. cit., in totum.
1169
Caro-Patón Carmona, I., El derecho a regar. Entre la planificación hidrológica y el mercado
del agua, Marcial Pons, 1997, p. 251.
1170
Van der Gun, J., Groundwater and Global Change…, cit., p. 20. Añade este autor que por
esto, «storage depletion will not be stopped before the resource becames economically or phisically
more or less exhausted».
481
libre mercado y protección ambiental
1171
Las reservas para usos ambientales de los planes hidrológicos no sirven para la protección de
acuíferos (art. 42.1.b c’TRLA); sin embargo, y por razones que no se entienden, sí se prevén en el
art. 25 LPHN, que regula las reservas hidrológicas por motivos ambientales: «El Consejo de Minis-
tros, a propuesta del Ministerio de Medio Ambiente, previo informe de las Comunidades Autónomas
afectadas, además de las previsiones incluidas en los Planes Hidrológicos de cuenca, al amparo de lo
establecido en el art. 42 TRLA, podrá reservar determinados ríos, tramos de ríos, acuíferos o masas
de agua para su conservación en estado natural. Tal reserva podrá implicar la prohibición de otorgar
autorizaciones o concesiones sobre el bien reservado.
El establecimiento de dichas reservas tiene por finalidad la protección y conservación de los bie-
nes de dominio público hidráulico que, por sus especiales características o su importancia hidrológi-
ca, merezcan una especial protección».
1172
Caro-Patón Carmona, I., Voz «Caudal ecológico», en Diccionario de Derecho de aguas,
Embid Irujo, A. (dir), Iustel, 2007, pp. 301-322. La necesidad de indemnización deriva de art. 65.1.c)
del Texto Refundido de la Ley de Aguas, según el cual la adecuación de concesiones a la planificación
hidrológica genera el derecho a una indemnización.
482
los mercados artificiales de recursos naturales
respeten los citados caudales ambientales, esto es, los caudales imprescindibles
para el mantenimiento del acuífero. Facilitaría la toma de decisiones que se
abriera o iniciara un proceso de concertación con los usuarios, en el sentido que
prevé el art. 18 del Reglamento de planificación hidrológica para los caudales
ecológicos (Real Decreto 907/2007).
Entre las medidas que la Unión Europea ha ido adoptando para hacer frente al
cambio climático destaca, sin duda alguna, el mercado de emisiones, regulado
por la Directiva 2003/87, de 13 de octubre, que es el marco «flexible y rentable»
de las demás medidas que ha adoptado o propuesto la Unión y que alcanza a
cerca del 50% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero producidas
en el territorio europeo1173. Aunque su finalidad es facilitar a los Estados miem-
bros el cumplimiento de los compromisos de Kioto al menor coste posible1174, no
es un mercado internacional entre Estados como el previsto en el art. 17 PK, sino
un mercado «interno» entre empresas europeas, en el que los Estados actúan, no
como «comerciantes» sino como titulares de potestades públicas.
Esta Directiva fue transpuesta en España por la Ley 1/2005, de 9 de marzo,
reguladora del comercio de derechos de emisión, ley posteriormente modifica-
da en profundidad por la Ley 13/2010, de 5 de julio, que introdujo las noveda-
des técnicas del mercado europeo de derechos de emisión para su tercera fase
de funcionamiento, a partir de 2013, sin perjuicio de la extensión del mercado
a la aviación comercial desde enero de 2012. Las dos fases anteriores fueron la
trianual de prueba (2005-2007) y la quinquenal que, no por casualidad, coinci-
dió con el primer periodo de aplicación del Protocolo de Kioto (2008-2012) y
que también se ha demostrado, a efectos de la práctica comunitaria, como de
prueba1175.
1173
Libro Verde de la Comisión, de 8 de marzo de 2006, «Estrategia europea para una energía
sostenible, competitiva y segura», COM(2006) 105 final, n. 2.4. No faltan autores para los que el gran
mérito de Kioto ha sido permitir la introducción del mercado de cuotas a un nivel nunca logrado en las
políticas ambientales (Baron, R., y Philibert, C., «Climat, énergie et marchés de quotas échangea-
bles», Revue de l’énergie, n. 575 (2007), pp. 22-23).
1174
Además del «fomento de reducciones de forma eficaz en relación con el coste y económica-
mente eficiente», el mercado de emisiones debería contribuir decisivamente a «impulsar las inversio-
nes en una amplia gama de tecnologías con baja emisión de carbono», tal y como recuerda el Informe
de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo sobre el Estado del mercado europeo del carbono
en 2012, COM(2012) 652 final, Bruselas, 14 de noviembre de 2012, p. 3.
1175
VV.AA., El mercado europeo de derechos de emisión. Balance de su aplicación desde una
perspectiva jurídico-pública (2008-2012), Lex Nova, Valladolid 2010, pp. 34 y ss.
483
libre mercado y protección ambiental
1176
Antes constituido por la suma de los objetivos de emisiones de los Estados miembros (fases
2005-2007 y 2008-2012) y ahora determinada «desde arriba» por la propia Comisión Europea (de 2013
en adelante). Véase la Decisión de 30 de junio de 2011 sobre la cantidad total de derechos de emisión
para la Unión a que se refiere el artículo 3 sexies, apartado 3, letras a) a d), de la Directiva 2003/87/
CE del Parlamento Europeo y del Consejo, por la que se establece un régimen para el comercio de
derechos de emisión de gases de efecto invernadero en la Comunidad (2011/389).
1177
La Ley 22/2011, de 28 de julio, de Residuos y Suelos contaminados, en su Disposición Adicio-
nal 10ª prevé la creación de un curioso mercado de derechos de emisión en el sector residuos y entre
Administraciones: disposición adicional décima. Sobre compensación de emisión de gases de efecto
invernadero en el sector de residuos. «En el plazo máximo de un año desde la entrada en vigor de esta
Ley, el Gobierno, previa consulta a las Comunidades Autónomas y Entes Locales, remitirá a las Cortes
Generales un Proyecto de Ley en el que se establezcan sistemas de compensación e intercambio de
cuotas de emisión de gases de efecto invernadero asociadas al sector residuos entre administraciones. El
techo global de emisiones asociado a estas cuotas deberá ser coherente con los compromisos de reduc-
ción de emisiones asumidos por España». El sector «residuos» –en cuya gestión tienen un protagonismo
evidente las Administraciones públicas, especialmente locales, como establece la propia Ley 22/2011 en
su art. 12.5– es un sector que queda fuera de la Directiva «mercado» 2003/87, aunque está incluido entre
los sectores sometidos a la Decisión n. 406/2009/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de
abril de 2009, sobre el esfuerzo de los Estados miembros para reducir sus emisiones de gases de efecto
invernadero a fin de cumplir los compromisos adquiridos por la Comunidad hasta 2020.
484
los mercados artificiales de recursos naturales
obtenidos por la ejecución de proyectos fuera del país de acuerdo con la norma-
tiva del Protocolo de Kioto, etc. El titular original de los derechos asignados es,
curiosamente, el Estado (art. 20.2 Ley 1/2005) y las transacciones registrales
tienen carácter constitutivo (art. 2.d) Ley 1/2005).
El mercado viene funcionando de forma correcta (aunque, bien por error de
cálculo, bien como consecuencia de la crisis económica, el precio de los dere-
chos resulta especialmente bajo y no estimula la inversión en tecnologías bajas
en carbono) y, de acuerdo con las previsiones de la Directiva 2008/101, se ha
modificado en profundidad a partir de enero del año 2012, mediante la amplia-
ción de su ámbito de aplicación a instalaciones no fijas: el transporte aéreo
(aunque, propiamente, el mercado del transporte es un sistema distinto, porque
su unidad de cambio no es fungible con los derechos de emisión del ETS: los
derechos del ETS se pueden utilizar para justificar las emisiones de la avia-
ción, pero las unidades de emisión del mercado de la aviación no se pueden
utilizar en el ETS), y, por la Directiva 2009/29, de reforma del mercado, desde
enero del vigente 2013 por el aumento progresivo de la subasta de derechos,
frente a la asignación gratuita, la introducción de un cap europeo por la Comi-
sión, etc.
Por otra parte, la necesidad de una mayor flexibilidad y liquidez del merca-
do europeo de cuotas de emisión llevó a la Comunidad a posibilitar que las
empresas europeas utilizasen algunos mecanismos «flexibles» previstos por el
Protocolo de Kioto (PK) para respaldar sus emisiones. En concreto, hay dos
mecanismos «basados en proyectos»: el mecanismo de aplicación conjunta
(AC, art. 6 PK) y el mecanismo de desarrollo limpio (MDL, art. 12 PK), que
implican la transferencia de los créditos de reducción de las emisiones acumu-
lados gracias a proyectos de reducción de las emisiones de otros países. Para
posibilitar su utilización en el mercado europeo, la Directiva 2003/87 fue par-
cialmente modificada por la Directiva 2004/101, linking, dirigida a impulsar
estos mecanismos mediante diversos incentivos y a permitir la conversión de
los créditos AC y MDL en derechos de emisión del mercado comunitario: de
esta forma se vinculan el mercado de Kioto y el mercado comunitario a través
de créditos generados por aquel que pueden ser utilizados en este. Estos «crédi-
tos» son expedidos por los organismos correspondientes del Protocolo de Kioto
de acuerdo con las emisiones ahorradas fuera de las fronteras de los países que
pretenden utilizarlos; son, pues, «no-emisiones extraordinarias»1178 que «com-
pensan» las emisiones realizadas en territorio comunitario (lo cual, por otra
parte, supone que el mencionado cap o volumen de gases máximo emisible en
Europa no es fijo, aunque lo parezca… algo sí se desvirtúa el mercado).
Más tarde, ya en 2008, la Comunidad decidió ampliar el mercado de emisio-
nes comunitario a un sector no industrial, no vinculado a instalaciones fijas,
1178
Cfr. Rosembuj González-Capitel, F., El precio del aire. Aspectos jurídicos del mercado de
derechos de emisión, El Fisco, Barcelona 2005, p. 183.
485
libre mercado y protección ambiental
1179
Verchere, A., «Pollution diffuse de l’eau…», op. cit., p. 33.
1180
Verchere, A., «Pollution diffuse de l’eau…», op. cit., pp. 37-38. En relación con este mis-
mo problema, pero con anterioridad a la propia Directiva, ya la normativa belga había previsto
medidas como el transporte y la compraventa de abono orgánico para asegurar que no se superaban
las cantidades aplicadas al suelo e incluso la creación de una especie de «banco de estiércol» públi-
co para intermediar entre vendedores y adquirentes e imponer las tasas correspondientes. Cfr. Sanz
Rubiales, Í., Los vertidos en aguas subterráneas. Su régimen jurídico, Marcial Pons, Madrid 1994,
pp. 247 y ss.
1181
Verchere, A., «Pollution diffuse de l’eau…», cit., pp. 40 y 48.
486
los mercados artificiales de recursos naturales
V. CONCLUSIÓN
Desde hace varias décadas hablar de mercado para proteger el medio am-
biente es sugerente. Para muchos economistas con protagonismo en la burocra-
cia europea, además, es atractivo ya que permite introducir una fuente de recau-
dación que muy difícilmente podría obtenerse por la vía impositiva.
Aparte de eso, el mercado presenta la ventaja de asignar más eficientemente
los recursos naturales o los focos de contaminación, ya que permite flexibilizar
las limitaciones singulares de cada agente contaminador o cada usuario. Pues,
en efecto, lo que importa al poder público es que se respete el techo global, re-
sultando indiferente cómo se distribuyan sus porciones entre empresas o parti-
culares.
Pero «mercado» no puede identificarse con una política liberal o no inter-
vencionista. Al revés: en primer lugar, debe ser el poder público el que cree el
mercado, estableciendo sus elementos, generando (en su caso) escasez e impo-
niendo la obligación para los sujetos afectados de utilizar el objeto de comercio
en su actividad. Además, para que el mercado, una vez creado, funcione, es
imprescindible el recurso a las técnicas clásicas de policía: regulación y control.
Por eso, el correcto funcionamiento del mercado exige un poder público capaz
de crear las reglas de juego y de asegurar su respeto.
BIBLIOGRAFÍA
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la nueva normativa comunitaria», en VV.AA., Aplicación en España de la Directi-
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chos a contaminar. Régimen jurídico-público del mercado comunitario de derechos
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Casado Pérez, V., «Administraciones públicas y mercados en la gestión del agua»,
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487
libre mercado y protección ambiental
488
FISCALIDAD DE LOS DERECHOS DE EMISIÓN. UN
PUNTO DE ENCUENTRO ENTRE LA TUTELA DEL
MEDIO AMBIENTE Y EL RÉGIMEN DE PROTECCIÓN
DE LAS LIBERTADES COMUNITARIAS
César García Novoa
Catedrático de Derecho Financiero y Tributario
Universidad de Santiago de Compostela
I. INTRODUCCIÓN
El carácter no absoluto de estas libertades no tiene el mismo nivel en todas ellas: frente a una
1182
proclamación bastante generalizada del carácter restringido de estas limitaciones en relación con la libre
circulación de mercaderías (así en la sentencia Cassis de Dijon de 20 de febrero de 1979 (As. 120/78),
respecto a las restricciones por «razones imperiosas de interés general») en las demás libertades se asu-
489
libre mercado y protección ambiental
me que las mismas no tienen carácter absoluto puesto que se limitan, por razones de interés general re-
lativas al ejercicio del poder público, al orden público, la seguridad pública y la salud pública.
1183
El término, de generalizado uso en buena parte de la doctrina, es utilizado por Rosembuj, T.,
El tributo ambiental, Iuris Minor, P.P.U., Barcelona, 1994, pp. 14 y ss. Por su parte, Herrera Molina,
P.M., define el principio quien contamina paga, como una regla «nacida en las ciencias económicas
como un criterio de eficiencia dirigido a internalizar en el precio de las actividades y productos conta-
minantes, las deseconomías externas causadas por el deterioro ambiental»; «El principio quien conta-
mina paga desde una perspectiva jurídica», Noticias de la Unión Europea, núm. 122, 1995, p. 88.
1184
Por ello, los tributos medioambientales constituyen una excepción a las exigencias de capaci-
dad económica. La presencia de una finalidad retributiva vinculada a la esencia del principio «quien
contamina paga», lleva a pensar en modelos tributarios próximos al principio de equivalencia y sitúa a
los tributos medioambientales dentro de la Hacienda causal, lo que quizás explique el auge que las pro-
puestas en torno a su implantación están adquiriendo últimamente. La presencia de las reglas de equiva-
lencia y el beneficio en el principio quien contamina paga, es algo destacado por multitud de autores,
bien entiendan que el principio se mueve exclusivamente en el ámbito de la justicia conmutativa; Pérez
de Ayala, J.L., «Introducción a una teoría económica del coste social, como fundamento de responsa-
bilidades jurídico-privadas y de obligaciones tributarias», op. cit., p. 1040, bien lo identifiquen con
exigencias de solidaridad, al igual que el principio de capacidad económica, bien lo identifiquen con los
esquemas iusprivatísticos de la responsabilidad civil; Herrera Molina, P.M., Derecho Tributario Am-
biental, op. cit., p. 43. Recordemos que en los tributos causales se postula que el particular paga un
precio que representa la valoración de la utilidad que recibe del bien, en el que obtiene, o, en un sentido
más claro, que el sujeto pasivo recibe una contraprestación del ente público; Palao Taboada, C., «El
principio quien contamina paga y el principio de capacidad económica», op. cit., p. 81.
1185
Según este artículo del Acta Única, «la acción de la Comunidad, en lo que respecta al medio
ambiente, se basará en los principios de acción preventiva, de corrección preferentemente en la fuente
de la misma, de los ataques al medio ambiente y de quien contamina paga. Las exigencias del medio
ambiente serán un componente de las demás políticas de la Comunidad».
490
fiscalidad de los derechos de emisión. un punto de encuentro entre la protección
del medio ambiente y el régimen de protección de las libertades comunitarias
Sería este último precepto del Tratado de la Unión Europea el que recogería
la base teórica de las políticas públicas medioambientales en el seno de la Unión
Europea1186, previendo incluso el artículo 100 A de la redacción originaria del
Tratado, la adopción de instrumentos armonizadores de aproximación de legis-
laciones en esta materia.
No obstante, la reorientación europea de la política medioambiental puede
localizarse en 1987 como consecuencia de la aprobación del Cuarto Programa
de acción ambiental, donde, como consecuencia de la introducción del princi-
pio «quien contamina paga» en el Acta Única Europea, se optó, en lo que pre-
tendía ser expresión de la diversificación de instrumentos de la política ambien-
tal de la Comunidad, por introducir los instrumentos fiscales. Con posterioridad,
el Quinto Programa (1994-2000) ya proponía claramente instrumentos fiscales
para internalizar costes, aunque, consciente de los problemas competenciales,
la norma se limitase a fijar directrices para el establecimiento de este tipo de
tributos por los Estados miembros. Es el caso de los múltiples ejemplos de fi-
guras de imposición sobre la energía. La política fiscal en materia energética no
puede desligarse de las propuestas armonizadoras.
A pesar de lo expuesto, no solo los instrumentos fiscales pueden ser defini-
dos como medios implementados por las políticas públicas para la protección
del medio ambiente. Cada ejemplo concreto de incidencia ambiental negativa
dispondrá de instrumentos más o menos adecuados para hacerle frente. De ahí
que, ante un ejemplo de polución como las emisiones de CO2, causantes en
grado sumo del efecto invernadero, además de los instrumentos fiscales (im-
puestos ambientales sobre emisiones, sobre el foco emisor o sobre inputs/out-
puts como los combustibles fósiles) es posible recurrir a otros mecanismos, en
especial los denominados derechos de emisión.
1186
Los principios que lo informarán y que, por tanto, deben servir como canon hermenéutico de
su contenido, serán aquellos que son propios de la política medioambiental comunitaria. Tales princi-
pios son los contenidos en el art. 130, R del Tratado de la Unión Europea, perteneciente al Título XVI,
relativo al medio ambiente; esto es, prevención, corrección en la fuente de los atentados del medio
ambiente, subsidiariedad y principio «quien contamina, paga». Título reformado por el art. G.38 del
Tratado de la Unión Europea, sobre lo que antes era el Título VII, sobre el Medio Ambiente, introdu-
cido por el Acta Única Europea. Véase al respecto Beltrán de Felipe, M., «Aproximación a los ins-
trumentos de intervención administrativa sobre el medio ambiente en el Derecho comunitario», Noti-
cias de la Unión Europea, núm. 122, 1995, p. 31.
491
libre mercado y protección ambiental
El Convenio Marco de Naciones Unidas está en vigor desde marzo de 1994. Con anterioridad,
1187
ya habían visto la luz la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, de 1985, el
Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, de 1987, o la Declaración
Ministerial de la Segunda Conferencia Mundial sobre el Clima, de 7 de noviembre de 1990.
492
fiscalidad de los derechos de emisión. un punto de encuentro entre la protección
del medio ambiente y el régimen de protección de las libertades comunitarias
493
libre mercado y protección ambiental
1188
Utrera Caro, S.F., «El Protocolo de Kioto: los mecanismos previstos para el control del
cambio climático y su funcionamiento», en Bilbao Estrada, I., García Prats, F.A., Cornejo Pérez,
A., (Coords.), La fiscalidad de los derechos de emisión: estado de situación y perspectivas de futuro,
Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 2010, p. 110; Caro-Patón Carmona, I., «Mercados sobre cuo-
tas», en Sanz Rubiales, I., (Dir.), El mercado de derechos a contaminar: régimen jurídico-público del
mercado comunitario de derechos de emisión en España. Valladolid: Lex Nova, 2007, p. 35.
1189
De esta forma, la titularidad originaria de los mismos la tiene el Estado en cuestión, sin perjuicio
de que más adelante sean asignados a las distintas empresas emisoras y que sean susceptibles de ulterio-
res transmisiones. Vid. Antón Antón, A., Bilbao Estrada, I., «La coordinación del régimen de comer-
cio de derechos de emisión y los impuestos autonómicos sobre emisiones atmosféricas: ¿un supuesto de
ayuda de Estado ilegal no compatible?», Crónica Tributaria, núm. 133/2009, pp. 13-14.
494
fiscalidad de los derechos de emisión. un punto de encuentro entre la protección
del medio ambiente y el régimen de protección de las libertades comunitarias
1190
Dabin, J., El derecho subjetivo, trad. de F.J. Osset, ERDP, Madrid, 1955, pp. 70 a 90; Cassa-
rino, S., Le situazione giuridiche e l’oggetto della giurisdizione amministrativa, Giuffré Editore, Mi-
lano, 1956, pp. 190 y ss.
1191
Carnelutti, F., Lezioni di Dirtto Processuale Civile, Cedam, Padova, 1933, pp. 116 y ss.
1192
Garrido Falla, F., «Las tres crisis del derecho público subjetivo», Estudios Homenaje a
García Oviedo, Vol. I, Universidad de Sevilla, 1954, p. 183.
1193
Bilbao Estrada, I., García Prats, F.A., Cornejo Pérez, A., (Coords.), La fiscalidad de los
derechos de emisión: estado de situación y perspectivas de futuro, Madrid: Instituto de Estudios Fis-
cales, 2010, p. 310; Zuazua, F., Cazorla Prieto, L.M., Martínez-Simancas Sánchez, J., (Coord.),
Tratado de tributación medioambiental, Navarra: Aranzadi, 2008, pp. 85-101; Pastor Gonsálbez,
M.T., «Instrumentos de política medioambiental», en Bilbao Estrada, I., García Prats, F.A., Corne-
jo Pérez, A., (Coords.), La fiscalidad de los derechos de emisión: estado de situación y perspectivas
de futuro, Madrid: Instituto de Estudios Fiscales, 2010, p. 30. También pueden resultar interesantes:
Rodríguez Márquez, J., Bilbao Estrada, I., «Los derechos de emisión del CO2 y el Impuesto sobre el
Valor Añadido», en Bilbao Estrada, I., García Prats, F.A., Cornejo Pérez, A., (Coords.), La fisca-
lidad de los derechos de emisión: estado de situación y perspectivas de futuro, Madrid: Instituto de
Estudios Fiscales, 2010, pp. 479-505; Rodríguez Márquez, J., Bilbao Estrada, I., «IVA y derechos
de emisión», Crónica Tributaria, núm. 136, 2010, pp. 37-84; Rodríguez Márquez, J., Bilbao Estra-
da, I., «VAT fraud and emission allowances», EX Tax Review, Vol. 19, No. 5, 200, pp. 210-227.
495
libre mercado y protección ambiental
1194
Gorospe Oviedo, J.I., «El régimen tributario de los derechos de emisión en el Impuesto sobre
Sociedades y en el IRPF», en Bilbao Estrada, I., García Prats, F.A., Cornejo Pérez, A., (Coords.),
La fiscalidad de los derechos de emisión: estado de situación y perspectivas de futuro, op. cit., p. 360.
Sobre la intangibilidad de los bienes ambientales, vid. Rosembuj Erujimovich, T., «Los intangibles y
la fiscalidad ambiental», Crónica Tributaria, núm. 111/2004, p. 149.
1195
OECD, Transfer Pricing Guidelines for Multinational Enterprises and Tax Administrations,
IBFD, Amsterdam, 2010, p. 151 (parágrafo 6.1.). Los demás parágrafos, hasta el 6.39, se ocupan de
esta cuestión).
1196
En el primer grupo se integran las patentes, invenciones, fórmulas, procesos, diseños, o know-
how. El segundo incluye el copyright y derechos sobre obras literarias, musicales o artísticas. En el
496
fiscalidad de los derechos de emisión. un punto de encuentro entre la protección
del medio ambiente y el régimen de protección de las libertades comunitarias
tercero están las marcas y nombres comerciales. En el cuarto las franquicias, licencias y contratos. El
quinto se refiere a los métodos, programas, sistemas, procedimientos, listas de clientes, estudios o en-
cuestas realizadas por la empresa y datos técnicos. Por último, el sexto juega a modo de cajón de sas-
tre, ya que en el mismo se puede incluir cualquier intangible que no encaje en los cinco grupos ante-
riores pero que pueda suponer un valor económico para la empresa.
1197
Arregui Arrillaga, J., «Fiscalidad de las operaciones sobre derechos de emisión de gases de
efecto invernadero», Jurisprudencia Tributaria Aranzadi, núm. 17/2004, pp. 3 y ss; García Prats,
F.A., «Aspectos internacionales de la fiscalidad de los derechos de emisión», en Bilbao Estrada, I.,
García Prats, F.A., Cornejo Pérez, A., (Coords.), La fiscalidad de los derechos de emisión: estado
de situación y perspectivas de futuro…, op. cit., p. 470.
497
libre mercado y protección ambiental
498
fiscalidad de los derechos de emisión. un punto de encuentro entre la protección
del medio ambiente y el régimen de protección de las libertades comunitarias
dología para asignar los derechos de emisión. Por ello, de conformidad con lo
establecido en el artículo 17 de la Ley 1/2005, de 9 de marzo, tras su modifi-
cación por la Ley 13/2010, de 5 de julio, para transponer las novedades intro-
ducidas en el Régimen Europeo de Comercio de Derechos de Emisión median-
te la Directiva 2009/29/CE, la metodología de asignación gratuita transitoria
vendrá determinada por las normas armonizadas que se adopten a nivel comu-
nitario1198. En ejecución de estas previsiones, se dictó el Real Decreto
1722/2012, de 28 de diciembre. Esta norma reglamentaria precisa aspectos
relacionados con la aplicación en España del Capítulo IV de la Decisión
2011/278/UE, de la Comisión, de 27 de abril de 2011, por la que se determinan
las normas transitorias de la Unión para la armonización de la asignación gra-
tuita de derechos de emisión
Por último, conviene destacar la utilización, para la asignación de estos
derechos, de un negocio jurídico peculiar, como es la subasta. El planteamien-
to actual de los derechos de emisión prevé temporalmente la asignación gratui-
ta de los mismos, recogiendo una regla transitoria de grand-father. No obstan-
te, la Directiva 2009/29/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de
abril de 2009, impone la subasta para el sector eléctrico a partir del 2013 y
apuesta por la paulatina y lineal reducción de los derechos asignados gratuita-
mente que pasarán a ser subastados. De esta forma, y a partir de 2013, se pon-
drá en marcha la nueva mecánica de asignación de derechos mediante subasta
para todos los sectores, incluida la aviación, mientras algunos sectores, como
el eléctrico, adquirirán originariamente en exclusiva mediante subasta. De for-
ma que el 50 por 100 de todos los derechos de emisión se asignarán mediante
esta forma de adjudicación.
Así, aunque la asignación gratuita constituye todavía el principal método
para introducir los derechos en el mercado, relegándose otros a un papel secun-
dario y muy reducido de carácter voluntario para los Estados miembros, de
acuerdo con la Directiva 2009/29/CE y, sobre todo, el Reglamento UE núm.
1031/2010 de la Comisión de 12 de noviembre de 2010 sobre el calendario, la
gestión y otros aspectos de las subastas de los derechos de emisión de gases de
efecto invernadero con arreglo a la Directiva 2003/87/CE del Parlamento Euro-
peo y del Consejo, por la que se establece un régimen para el comercio de de-
rechos de emisión de gases de efecto invernadero en la Comunidad1199, la subas-
1198
La Decisión de la Comisión 2011/278/UE, de 27 de abril de 2011, por la que se determinan las
normas transitorias de la Unión para la armonización de la asignación gratuita de derechos de emisión
con arreglo al artículo 10 bis de la Directiva 2003/87/CE del Parlamento Europeo y del Consejo fue
publicada en el Diario Oficial de la Unión Europea del día 17 de mayo de 2011.
1199
Las subastas deben estar concebidas de tal manera que garanticen el acceso pleno, justo y
equitativo de las pequeñas y medianas empresas incluidas en el régimen de comercio de derechos de
emisión, el acceso de los pequeños emisores y el acceso que los participantes tengan acceso a la infor-
mación al mismo tiempo; debe garantizarse, asimismo, que los participantes no obstaculicen el funcio-
namiento de las subastas y que la organización y la participación sean eficientes desde el punto de
vista de los costes y se eviten costes administrativos innecesarios.
499
libre mercado y protección ambiental
1200
Fonoll Pueyo, J.M., «Consideraciones sobre el nuevo régimen jurídico de la subasta y su
aplicación supletoria», Revista del Poder Judicial, núm. 61, 2001, p. 32. La configuración de las
prestaciones patrimoniales públicas a partir de la coactividad procede de la sentencia del Tribunal
Constitucional 185/1995, de 14 de diciembre. Así, el deber de contribuir se encauzará a través de
instrumentos coactivos donde el presupuesto surja de una decisión legislativa.
1201
Bilbao Estrada, I., «El régimen de comercio de derechos de emisión de CO2 en la Unión
Europea», Tribuna Fiscal, núm. 210, 2008, p. 27.
500
fiscalidad de los derechos de emisión. un punto de encuentro entre la protección
del medio ambiente y el régimen de protección de las libertades comunitarias
501
libre mercado y protección ambiental
502
fiscalidad de los derechos de emisión. un punto de encuentro entre la protección
del medio ambiente y el régimen de protección de las libertades comunitarias
1202
Cid-Hargundey Romero, A., García-Rozado González, B., «La Base Imponible Común
Consolidada: un proyecto de futuro en la Unión Europea»; Cuadernos de Formación, Instituto de Es-
tudios Fiscales, Volumen 3/2007, p. 52.
1203
Salvador Coderch, P., «Las remisiones», en la obra La forma de las leyes, 10 estudios de
técnica legislativa, Bosch, Barcelona, 1986, p. 225.
1204
Fuster, R., «Fiscalidad de los derechos de emisión de CO2», Cuadernos de Sostenibilidad y
Patrimonio Natural, Madrid, septiembre, 2007, p. 35.
503
libre mercado y protección ambiental
partir del Reglamento (CE) núm. 1606/2002 del Parlamento Europeo y del
Consejo, de 19 de julio de 2002– la Comisión, que el 16 de marzo de 2011
adoptó formalmente una propuesta de Directiva para regular la Base Común
Consolidada en el Impuesto sobre Sociedades, decidió configurar la armoniza-
ción de la base del Impuesto sobre Sociedades, no sobre las NIIF’s, sino fijando
los distintos tipos de ingresos y gastos, de manera expresa. Por lo que la armo-
nización de la tributación del beneficio de las sociedades –y, por ende, el gra-
vamen de los rendimientos provenientes de la negociación de derechos de emi-
sión– continúa siendo una quimera.
Dicho esto, la primera cuestión que hay que resolver es la de la calificación
de los derechos de emisión a efectos contables. En este sentido, conviene señalar
que las soluciones planteadas por los distintos Estados a nivel internacional han
sido de lo más variado: algunos como Francia los han calificado como activos
financieros, otros como inmovilizado material, y la mayoría como intangible,
sobre todo teniendo en cuenta que el perfil de los derechos de emisión encajaría
en la definición de intangibles de la NIC 38, en tanto tendría la condición de
activo identificable, sin apariencia física, respecto al cual es probable que los
beneficios económicos futuros que se han atribuido al activo fluyan a la entidad
y que el coste del mismo pueda medirse de forma fiable. Sin embargo, esta cata-
logación de los derechos de emisión como intangibles solo será posible respecto
a transmisiones que tengan por finalidad cumplir con la obligación de devolver
dichos derechos correspondientes al CO2 emitido. Cuando tales transmisiones
no tengan este objetivo (lo que podemos denominar transmisiones especulati-
vas), la contabilización de los derechos de emisión puede realizarse como «acti-
vo intangible» o como «activo financiero»1205.
Aceptando su condición de intangibles, habrá que diferenciar si la empresa
los adquiere para su uso (porque los necesita para llevar a cabo las correspon-
dientes emisiones) o si espera venderlos en el ciclo normal de explotación, que
con carácter general no excederá de un año. En el primer caso tendrán la consi-
deración de activo intangible, valorados al coste o al valor razonable y en la se-
gunda de activo corriente1206. La calificación como intangibles supondrá que el
reconocimiento voluntario de los cambios de valor debería ir al neto patrimonial.
Así, de acuerdo con la citada resolución del ICAC de 22 de febrero de 2006,
los derechos recibidos de manera gratuita deberán ser registrados por su valor
venal (i.e., valor razonable) utilizando como contrapartida una cuenta de ingre-
sos a distribuir en varios ejercicios. Es decir, la asignación gratuita de derechos
se tratará a efectos contables y fiscales como si se tratase de una subvención. En
1205
García Prats, F.A., «Aspectos internacionales de la fiscalidad de los derechos de emisión»,
en Bilbao Estrada, I., García Prats, F.A., Cornejo Pérez, A., (Coords.), La fiscalidad de los dere-
chos de emisión: estado de situación y perspectivas de futuro, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales,
2009, p. 468.
1206
Giner Inchausti, B., «La contabilidad de los derechos de emisión: una perspectiva internacio-
nal», Revista Española de Financiación y Contabilidad, núm. 133, enero-marzo, 2007, pp 32.
504
fiscalidad de los derechos de emisión. un punto de encuentro entre la protección
del medio ambiente y el régimen de protección de las libertades comunitarias
505
libre mercado y protección ambiental
1207
Labatut Serer, G., «La reforma contable por adaptación a las NIC/NIIF: posibles repercusio-
nes fiscales», Actum, Actualidad Jurídica, núm. 4, junio, 2007, p. 36.
506
fiscalidad de los derechos de emisión. un punto de encuentro entre la protección
del medio ambiente y el régimen de protección de las libertades comunitarias
1208
Bilbao Estrada, I., «La tributación de los derechos de emisión en el IVA y en el IS», op. cit.,
p. 94.
1209
Poveda Blanco, F., «Comentario al art. 13 de la Ley del Impuesto sobre Sociedades», Comenta-
rios a las Leyes Tributarias y Financieras, Editorial de Derecho Financiero, Madrid, 1986, pp. 462-463.
507
libre mercado y protección ambiental
1210
Rodríguez Márquez, J., Bilbao Estrada, I., «IVA y derechos de emisión: especial referencia
a su utilización como instrumento de fraude», Crónica Tributaria, núm. 136, 2010, pp. 37 y ss.
508
fiscalidad de los derechos de emisión. un punto de encuentro entre la protección
del medio ambiente y el régimen de protección de las libertades comunitarias
tes en España) estaremos ante una operación sujeta y no exenta al IVA. El im-
puesto funcionará atendiendo a su mecánica ordinaria: la empresa vendedora
repercutiría el correspondiente IVA a la compradora, siendo posible su deduc-
ción por parte de esta última. Así lo ha reconocido la consulta de la DGT
V1355-06, de 5 de julio de 2006, al decir que la entrega de derechos de emisión
«por un empresario o profesional constituirá una prestación de servicios que
estará sujeta al impuesto cuando concurra lo dispuesto por las letras a) o b) del
artículo 70.uno.5º.A».
1211
Bilbao Estrada, I., recuerda que esas tramas se han desarrollado principalmente en Holanda,
Reino Unido, España y Dinamarca. Este autor describe el fraude con derechos de emisión de la si-
guiente manera: una empresa A de un Estado miembro vendía derechos de emisión a una empresa B
de otro Estado miembro. En esta operación, en virtud de las reglas de localización en materia de pres-
taciones de servicios, implicaba que la empresa A no debía repercutir IVA, por aplicación de la regla
de inversión del sujeto pasivo. En consecuencia, era sujeto pasivo la empresa B, debiéndose autorre-
percutirse el IVA y teniendo derecho a su correspondiente deducción. A efectos del fraude, la empresa
B no procedía a ingresar el IVA correspondiente a la compra anteriormente realizada pero vendía los
derechos de emisión a una tercera empresa C, con domicilio en el mismo Estado miembro, repercutien-
do el correspondiente IVA. De esta forma, la empresa vendedora B desaparecía rápidamente o se de-
clara en concurso sin ingresar a la Hacienda pública correspondiente el impuesto devengado, logrando
como beneficio fraudulento el importe del IVA devengado y no ingresado y que sí había repercutido y
percibido de la empresa C. Por su parte, la empresa compradora C posteriormente solicitaba la deduc-
ción del IVA soportado, con el consiguiente perjuicio para la Hacienda pública correspondiente; «La
tributación de los derechos de emisión en el IVA y en el IS», Partida Doble, núm. 226, noviembre
2010, p. 89.
509
libre mercado y protección ambiental
que las empresas españolas que adquiriesen derechos de emisión en otros paí-
ses europeos tendrían que soportar el IVA satisfecho en dichos países y no po-
drían deducirlo en España, debiendo recuperarlo por el engorroso procedimien-
to de devolución a sujetos no establecidos.
Por ello, y sobre todo, para evitar situaciones de fraude, especialmente en el
ámbito territorial de la Unión Europea, el artículo 84.1, 2º, de la Ley española
del IVA, tras la reforma por la Disposición Final Tercera de la Ley 11/2009, de
26 de octubre, por la que se regulan las Sociedades Anónimas Cotizadas de In-
versión en el Mercado Inmobiliario, dispuso la inversión del sujeto pasivo en las
prestaciones de servicios que tuviesen como objeto derechos de emisión, reduc-
ciones certificadas de emisiones y unidades de reducción de emisiones de gases
de efecto invernadero a que se refiere la citada Ley 1/2005. Otros países previe-
ron otro tipo de soluciones, como el tipo del 0% en el caso de Gran Bretaña. El
riesgo de la carencia de una referencia armonizadora para adoptar este tipo de
medidas antifraude fue conjurado con la Directiva 2010/23/UE del Consejo de
16 de marzo de 2010 por la que se modifica la Directiva 2006/112/CE, relativa
al sistema común del Impuesto sobre el Valor Añadido, en lo que respecta a la
aplicación optativa y temporal del mecanismo de inversión del sujeto pasivo a
determinadas prestaciones de servicios susceptibles de fraude.
Queda por último señalar que el tipo de IVA aplicable será el general pre-
visto en el Estado de residencia del destinatario de los derechos de emisión. La
existencia de notables diferencias entre los tipos de IVA es un factor que no
contribuye, precisamente, a la consolidación de un mercado interior único res-
pecto a los derechos de emisión.
510
fiscalidad de los derechos de emisión. un punto de encuentro entre la protección
del medio ambiente y el régimen de protección de las libertades comunitarias
1212
Bokobo Moiche, S., «Los Convenios de Doble Imposición sobre la renta y el patrimonio: in-
terpretación y calificación», Crónica Tributaria, núm. 114, 2005, p. 29; señala «los convenios en ge-
neral y los de doble imposición en particular, son de obligado cumplimiento por parte de los poderes
públicos, de manera que deben ejecutar su contenido, ya desarrollando sus previsiones que no gocen
de eficacia directa (non self-executing) ya poniendo en práctica sus mandatos reconociendo, cuando
proceda, los derechos individuales que pudieran derivarse del mismo».
1213
Véase Rodríguez Losada, S., Régimen jurídico-tributario de los rendimientos derivados de
bienes intangibles. Aspectos internacionales, tesis doctoral, inédita, Universidad de Santiago de Com-
postela, 2011, p. 586. Además, García Prats, F.A., «Aspectos internacionales de la fiscalidad de los
derechos de emisión», en Bilbao Estrada, I., García Prats, F.A., Cornejo Pérez, A., (Coords.), La
fiscalidad de los derechos de emisión: estado de situación y perspectivas de futuro, Madrid: Instituto
de Estudios Fiscales, 2010, p. 470.
511
libre mercado y protección ambiental
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INAP ISBN 978-84-7088-837-3
P.V.P.
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