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ALZHEIMER

La guía de la antiedad Elizabeth Somer; Integral 1.999


Envejecer es inevitable. No podemos frenar el proceso biológico molecular
que repercute en todo el organismo. Sin embargo, sí es posible preparar el
cuerpo y la mente para vivir lo mejor posible lo que, sin duda, pueden ser
los mejores años de la vida. Para ello Elizabeth Somer ha reunido en La
guía de la antiedad un completo programa de dietas antienvejecimiento para
conseguir vencer a los temidos lapsus en la memoria, la falta de energía o
los problemas físicos relacionados con la edad, hasta ahora
inevitablemente. La guía incluye también una serie de tablas de gimnasia
que explican las ventajas del ejercicio físico moderado para las personas
mayores.

El Alzheimer es una de las principales enfermedades que afectan a las


personas mayores. La mayor parte de estos enfermos reciben los cuidados de
sus familiares. Para mejorar la convivencia, los especialistas han
realizado algunas recomendaciones.

* La familia debe aprender a convivir con el enfermo de Alzheimer. Es


necesario que los familiares aprendan a evadirse de los problemas. En caso
necesario, no deben dudar en recurrir a la ayuda psicológica y social.

* No discuta con el enfermo, ni le lleve la contraria de forma violenta,


pues provocaría agresividad.

* Rodee al enfermo de un ambiente de afecto. Una buena idea es facilitarle


un álbum de fotos para que se reconozca y pueda hacer ejercicios mentales.

* No le haga reproches si se equivoca. En caso contrario, le creará una


mayor ansiedad.

* Háblele despacio, de manera sencilla y con actitud comprensiva.

* El enfermo mantiene su afectividad, es decir, conserva la memoria


afectiva, comprende y agradece las caricias como manifestaciones de
cariño.

* No traslade de sitio, ni de habitación, a los enfermos, para evitar que


se desorienten. Prevenga las caídas vigilando estorbos o alfombras.

ENFERMEDAD DE ALZHEIMER Y MUJER

Las mujeres, que padecen la dolencia mucho más que los hombres, pueden
beneficiarse de las terapias hormonales.
Diario EL PAÍS, España, Lunes , 18 de Octubre de 1.999

Escrito por Román Alberca, jefe del Serviccio de Neurología. Unidad de


enfermedad de Alzheimer y trastornos de la memoria. H.U. Virgen del Rocío
de Sevilla.
La sociedad española comienza a tomar conciencia de que la enfermedad de
Alzheimer es un auténtico problema personal y social, lo que se debe, en
gran medida, a que la enfermedad se percibe como una "epidemia", cuya
frecuencia hace que todos tengamos algún enfermo en la familia o sepamos
de alguien cercano que la sufre. Debido al interés que despierta esta
dolencia, los medios de comunicación trasladan eficázmente noticia de los
descubrimientos que aparecen continuamente en esta enfermedad, con un
efecto de retroalimentación. Sin embargo, apenas se habla de otros
aspectos, que no son menos importantes aunque parezcan menos
espectaculares. Así sucede con la relación que existe entre la enfermedad
de alzheimer y la mujer.

El primer dato sorprendente es la enorme cantidad de mujeres que padecen


la enfermedad. Se calcula que existen en nuestro país unas 180.000 mujeres
afectadas frente a sólo unos 85.000 hombres y, en correspondencia, entre
el 60 al 70% de los enfermos que acuden a nuestros Servicios de Neurología
son mujeres. Una buena explicación para este predominio femenino es que la
frecuencia de la enfermedad crece exponencialmente con la edad a partir de
los 65 años y la mujer sobrevive unos cuatro años más que el hombre. Pero,
¿es ésta la única explicación para cifras tan llamativas?

Algunos estudios sugieren que, corregido el factor edad, la enfermedad


sigue incidiendo más en el sexo femenino. Esto indica que puede haber
factores de riesgo diferentes o de desigual intensidad en uno y otro sexo.
Se piensa que un factor de riesgo es el nivel educacional, de manera que
la frecuencia de la enfermedad parece estar en relación inversa al grado
de escolarización.

De acuerdo con el Anuario Estadístico de 1.991, la cifra de mujeres


analfabetas (en torno a 800.000, y una de cada cinco mujeres mayores de 75
años), era más del doble que la de varones (en torno a 300.000), datos
tanto más importantes cuanto que la mujer se muestra más sensible a la
acción de este factor de riesgo. La susceptibilidad del analfabeto se
atribuye a que dispone de una "reserva cerebral" menor, pero una
explicación de este tipo resulta simplista, porque el analfabetismo es un
fenómeno complejo que, entre otras cosas, impide beneficiarse del progreso
higiénico y médico -como se verá luego- y conlleva numerosos trastornos.
Por suerte, es una pauta conductual de gran componente ambiental y, por
tanto, modificable.

Pero el predominio femenino también se podría relacionar con las


diferencias biológicas que, evidentemente, existen entre el hombre y la
mujer. En efecto, la enfermedad de Alzheimer tiene una intensa relación
con factores genéticos y endógenos. A este respecto, conviene recordar que
la diana lesional de esta enfermedad es el cerebro, órgano donde las
hormonas dejan una huella precoz y permanente. Esta huella le permitirá
relacionar durante el resto de la vida a las variaciones hormonales, muy
intensas en los ciclos menstruales y en la menopausia, que ocupa el tercio
de la vida de la mujer. Los estrógenos, hormonas femeninas, tienen un
efecto trófico sobre ciertos grupos neuronales cerebrales relacionados con
la memoria y cognición y su administración mejora la eficacia de la
memoria de la mujer posmenopáusica. Como no pocas de las mujeres de esta
edad, especialmente las de mayor nivel cultural, toman estrógenos por
otros motivos -por ejemplo, para prevenir la osteoporosis y otras
enfermedades asociadas a la menopausia- se ha podido comparar la
frecuencia de la enfermedad en tratadas y no tratadas y se ha visto que el
riesgo disminuye entre las tratadas. La importancia de este dato
preliminar es manifiesta.

Sea cual fuere la causa, la consecuencia incontrovertible es que el número


de mujeres con esta severa enfermedad, que causa una demencia y una
intensa incapacidad, es mucho mayor que el de hombres que la padecen. En
lógica contrapartida, la mayoría de los cuidadores deberían ser varones
pero, en realidad, seis a siete de cada 10 son mujeres. Este predominio se
debe, en parte, a la mayor supervivencia femenina, pero aquí es aún más
importante el papel social de la mujer, derivado de su educación y
afectividad, que la hacen propensa a aceptar el cuidado de sus familiares.
"Atrapada" socialmente por la enfermedad, "paga" un nuevo coste, excluidos
el dolor y la pena. El económico se calcula superior a dos millones de
pesetas anuales, durante los cinco a diez años que suele durar la
enfermedad. Pero los perjuicios físicos y morales son mayores, de forma
que no pocos cuidadores se lesionan al movilizar a los enfermos, otros
pierden amigos, sus relaciones familiares se deterioran o enferman
psíquicamente y siempre soportan la angustia de actuar como personal
sanitario sin tener ayuda profesional ni formación adecuada.

En resumen, estas reflexiones pretenden divulgar por qué la mujer se ve


intensamente involucrada a nivel personal en la enfermedad de Alzheimer.
Quizá así se sienta más inclinada a participar colectivamente en la lucha
contra la enfermedad. Es una lucha en la que todos debemos intervenir,
incluida la Administración Sanitaria, que debería programar los medios
necesarios para mejorar la asistencia de estos enfermos y dotar nuestras
instituciones para hacer más fructífera la investigación en este campo.
LA DETECCIÓN PRECOZ AYUDA A COMBATIR EL ALZHEIMER
Revista CONSUMER, Nº 26, de Octubre de 1.999
Uno de los más retos más complejos que han de resolver las sociedades
occidentales es la adecuada gestión del inevitable envejecimiento de la
población. La combinación entre la elevada esperanza de vida de que
disfrutamos y la baja tasa de natalidad que padecemos provoca un resultado
explosivo: una drástica y progresiva inversión de lo que se conoce como
"pirámide demográfica". En España, viven ya cinco millones de personas
mayores de 65 años, y todo apunta que, al cierre del año 2.000, esta cifra
rondará los seis millones y medio de individuos, es decir, el 16% del
total de la población.
El principal problema de este envejecimiento generacional radica en que va
asociado a una serie de enfermedades que constituyen, además de un lastre
para la salud de los ancianos, un problema de índole social y económico.
Un caso paradigmático es el de las demencias seniles; ligadas al
envejecimiento del organismo, pueden deberse a muchas causas, pero en el
90% de los casos el paciente sufre Alzheimer (se estima que en España hay
entre 300.000 y 400.000 afectados) o, simplemente, padece alteraciones
vasculares que le ocasionan pequeños, pero múltiples, infartos cerebrales
hasta el punto de provocarle lo que popularmente se denomina falta de
riego. Ni que decir tiene que las consecuencias son más graves cuando se
sufren a la vez ambos trastornos.

Un repaso de las estadísticas revela que este tipo de demencias son poco
frecuentes antes de los 65 años, pero también se constata que, a partir de
esta edad, se produce un incremento exponencial: en la franja de 70 a 80
años, se comprueba que 15 de cada 100 personas sufren algún tipo de
demencia, y entre quienes tienen de 80 a 90 años, el número de afectados
se eleva hasta un 33% (el 10%, por Alzheimer). Los familiares tienden a
interpretar los primeros síntomas de esta última enfermedad como cambios
típicos de la edad y no consultan al médico. Y en ocasiones, es el propio
médico quien no concede mayor trascendencia a las alteraciones, cuando un
diagnóstico precoz puede permitir detectar casos que tengan curación, o,
al menos, garantizar una mayor efectividad del tratamiento.

INCÓGNITAS SOBRE EL ALZHEIMER

Las causas que originan esta enfermedad están aún por determinar. Si bien
se conoce parcialmente la base genética del problema y se ha descubierto
que se puede transmitir por herencia familiar, las investigaciones no han
dado todavía con la alteración que pone en marcha esta degeneración.

Sólo se consideran probados como factores de riesgo: edad avanzada,


historia familiar de demencia, síndrome de Down y ser portadores del
genotipo APOE (un marcador genético), sin olvidar que esta enfermedad es
más frecuente entre las mujeres. A este respecto, recientes estudios
epidemiológicos han demostrado que las mujeres que se sometieron tras la
menopausia a tratamientos estrogénicos sustitutivos tienen menos
posibilidades de padecer esta dolencia, lo que mueve a creer que los
estrógenos promueven un cierto poder preventivo, parecido al descubierto
en los antioxidantes (vitamina E) y en algunos antiinflamatorios.

Para la identificación de una demencia, se deben explorar de forma


sistemática las áreas del conocimiento afectadas: memoria, aprendizaje,
lenguaje, orientación, capacidad de razonar, habilidades...Los médicos
disponen, para un primer examen, de instrumentos de screening, que
consiste en test breves, sensibles, específicos y sencillos. Mediante su
aplicación, el facultativo no llega a obtener un diagnóstico preciso, pero
puede determinar si el paciente precisa una exploración más completa.
Confirmado el riesgo, el médico especialista efectúa un nuevo
reconocimiento mediante pruebas radiológicas, analíticas y psicométricas,
en aras de acercarse a un diagnóstico más exacto, aunque nunca definitivo,
ya que sólo se puede afirmar con certeza que una persona sufre Alzheimer
tras una biopsia cerebral o una autopsia. De ahí que a quienes reúnen los
criterios clínicos compatibles con el Alzheimer se les diagnostique y
trate como afectados por esta enfermedad.

El tratamiento por su parte, siempre está orientado a mantener la


capacidad funcional del enfermo. Los fármacos hoy utilizados (incluidos en
la Seguridad Social), poseen una acción terapéutica en casos de Alzheimer
leves y moderados, mientras se espera que los que aún están en vía de
investigación puedan resultar más eficaces, ya que bloquearían la
formación de la proteína que contiene las neuronas causantes de la
degeneración.

El Alzheimer, además de ser un lastre para la salud de los ancianos,


constituye un grave y creciente problema social.

Los síntomas del Alzheimer

1.- El primer indicio es la pérdida de memoria reciente para aprender o


recordar algo aprendido.

2.- El avance de la enfermedad es gradual y provoca la aparición de otros


cuadros clínicos, como la alteración del habla (afasia) y de la capacidad
de realizar actividades motoras (apraxia).

3.- El enfermo sufre también dificultades para reconocer los objetos


(agnosia), una desorientación en el espacio y el tiempo, así como cambios
de carácter...

4.- No todos los casos son iguales, y salvo el denominador común de la


pérdida de memoria, pueden predominar unos trastornos u otros.

CONVIVIR CON UN ENFERMO EXIGE LO MEJOR DE NOSOTROS

1.- El tratamiento de un enfermo de Alzheimer es mucho más que la


farmacopea. Uno de los retos de nuestra sociedad ante estos pacientes es
cómo tratar sus problemas de conducta, sin olvidar el cuidado de su
persona e higiene.

2.- Las alteraciones en el comportamiento son frecuentes y constituyen un


elemento perturbador del entorno familiar y social. Son frecuentes las
identificaciones erróneas, el vagabundeo, las reacciones de agresión, las
conductas sexuales anómalas, el insomnio...que hacen de la convivencia con
un afectado un dificil problema. Solo cabe familiarizarse con el
sufrimiento.

3.- En ocasiones, la manipulación por el enfermo de cocinas de gas,


medicinas y otros elementos de riesgo constituyen un peligro.

4.- Frecuentemente, un enfermo requiere cuidados que sólo puede darle


personal especializado.

5.- Los familiares deben aprender a convivir con esta devastadora


enfermedad.
EL CONSUMO DE LA ASPIRINA PREVIENE EL ALZHEIMER
Diario LEVANTE de Valencia (España), Martes, 12 de Octubre de 1.999
La enfermedad de Alzheimer puede prevenirse a través del consumo habitual
de aspirinas, según el jefe de servicio de farmacología de la Clínica
Universitaria de Navarra, Jesús Honorato. El jefe de este departamento
explicó, además, que un estudio realizado por un grupo de científicos
estadounidenses ha puesto de manifiesto la capacidad del fármaco para
prevenir el cáncer de colon, además de la aparición de enfermedades
cardiovasculares y de infartos de miocardio. En la investigación
participaron más de 600.000 personas de todas las edades y sexos y
demostró que aquellas que tomaban más de quince aspirinas al mes tenían
menos posibilidades de desarrollar este tipo de patologías.

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