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LA EDUCACIÓN ACTIVA

es un nuevo paradigma educativo que surge a nivel mundial con mucha fuerza en estas últimas
décadas y que parte de la importancia de conectar y partir de una actitud respetuosa y atenta a las
necesidades profundas y a los intereses de las niñas y de los niños, colocándolos en el eje central
de toda la dinámica de aprendizaje. El aprendizaje, en este marco, se entiende como un
proceso que responde a una inercia de dentro hacia afuera, ya que surge de una curiosidad innata
y de unas necesidades auténticas de desarrollo. No es necesaria la motivación, el empuje o la
programación exhaustiva del aprendizaje cuando el ser está a la escucha de su propio impulso
vital. Es necesario acoger, confiar y respetar la expresión, la elección, la actividad de las niñas y
de los niños. Aquí resaltamos la importancia de permitir la autogestión del tiempo de juego y de
actividad. Promovemos la visión del juego y de la actividad espontánea de las niñas y
niños como el motor del aprendizaje.Nosotros, los adultos, podemos acompañar ese proceso
como observadores y facilitadores, cuidando la calidez y la calidad de las relaciones que
establecemos con el niño. Esto conlleva un constante trabajo de auto-observación en el que
vamos percibiendo nuestros juicios, las valoraciones y las comparaciones que solemos emitir en
diversas situaciones cotidianas. El acompañamiento respetuoso a la infancia presupone que, cada
vez más, nos dirijamos al niño con profundo respeto hacia su ser y hacia su ritmo propio, singular y
único. Otro aspecto importante en la Educación Activa o Vivencial es el de crear ambientes para el
aprendizaje o entornos preparados, a través de espacios diferenciados que ofrecen variedad y
adecuación de materiales para que las niñas y niños puedan elegir e interactuar según sus
intereses y capacidades. De nuevo, la dinámica que regula estas relaciones entre el niño y su
entorno parte del interior, siendo su actividad autónoma un reflejo sabio que responde a lo
que el niño desea, necesita y es capaz de hacer y de aprender en un determinado momento. Los
materiales que encontrará a su disposición deben ser atractivos, variados, estructurados y no
estructurados; tienen que ajustarse a la etapa de desarrollo en la que el niño se encuentra y
permitir la manipulación libre de forma segura y placentera. Pero un ambiente preparado va más
allá de esa organización de los espacios. Incluye también la presencia de un adulto
disponible y un grupo de otras niñas y niños de distintas edades, que, siguiendo su impulso
vital, están en constante relación entre sí y aportándose desde la diversidad. La interacción,
los grupos heterogéneos, implica el reconocimiento absoluto de la diferencia como marca
principal del ser humano. En estos espacios y proyectos educativos se le da prioridad al desarrollo
armónico de la personalidad, a la vivencia de relaciones humanas saludables y respetuosas,
aportando a las niñas y niños una sólida y positiva referencia de lo que es vivir en
comunidad. Cuando se reúnen a niños y niñas de la misma edad en un aula, se hace porque existe
una creencia general de que están en el mismo momento de su desarrollo y, por lo tanto, pueden
y deben aprender los mismos contenidos, de la misma forma, al mismo instante. Así se vienen
organizando el currículum y las evaluaciones. Pero si entendemos que cada niño se encuentra en
un punto totalmente singular de su trayectoria, se hace evidente que es imposible comparar los
procesos de aprendizajes entre dos personas, cuanto más organizarlos desde fuera para que
ocurran de la misma manera. Por ello, los grupos de edades heterogéneas permiten trabajar con
la diversidad de forma muy explícita y consciente, permitiendo que los niños y niñas se reúnan
por afinidades o intereses compartidos, según el momento en que se encuentran. Para que todas
esas interacciones sean posibles, es indispensable que haya libertad de
movimiento. Devolvamos a las niñas y niños la fuerza de movimiento… ¿Cómo, sino, podrían
explorar el entorno, relacionarse con el grupo, experimentar los límites del cuerpo o desarrollar la
autonomía? Es a través del movimiento, de la acción psicomotriz, donde el niño se construye a sí
mismo, donde reorganiza y significa sus vivencias internas. Lasexperiencias cotidianas se
afianzan prioritariamente en el cuerpo, y sobre esa estructuración del cuerpo se apoyarán las
estructuras emocionales, cognitivas, psíquicas, simbólicas, etc. Por lo tanto, se hace muy difícil
plantear el desarrollo integral del ser humano en unas condiciones que limitan al cuerpo y su
movimiento, obligando a los niños y niñas a sentarse durante horas o a postergar sus necesidades
fisiológicas, por ejemplo. El aprendizaje implica moverse, experimentar, salir del lugar en todos los
sentidos. Ese movimiento libre no debe confundirse con un “dejar hacer” desenfrenado y sin
presencia adulta. Hay un marco muy definido en el que ocurre el movimiento libre, organizado
por límites claros que ayudan a mantener el ambiente relajado y protegido, ya que es
esencial que los niños y niñas se sientan seguros para poder desarrollarse en su totalidad. Es
importante vivenciarse sinceramente respetado y activamente respetuoso, ofrecer a los niños y
niñas pautas claras de convivencia armónica. La experiencia de vivirse en una comunidad
constructiva es una huella que fortalece el sentido profundo de sí mismo. Podríamos hablar de
promover el sentido común desde su más profunda acepción. Otro aspecto importante, para
alcanzar ese entorno de seguridad y aceptación, es la manera en la que el adulto se
comunica con los niños y las niñas, esa comunicación atenta, consciente, cuidada, respetuosa que
va encontrando su eco y su reflejo en los intercambios y las relaciones entre los propios niños.
Podríamos pensar en dos matices de la comunicación respetuosa: por un lado la manera en
la que hablamos y nos dirigimos al niño, y por otro nuestra actitud de escucha. Respecto a
cómo nos expresamos, la comunicación respetuosa se basa en un lenguaje esencialmente
descriptivo, más que interpretativo, en el cual se busca verbalizar en primer lugar los hechos
observados, para luego expresar cómo nos sentimos con relación a ellos y, finalmente, qué
necesidades percibimos que no están satisfechas y cómo pensamos que podrían llegar a serlo. Así,
se evita juzgar, comparar, generalizar o menospreciar lo que el otro hace o dice, hablando
desde uno mismo y de nuestra propia realidad en vez de enfocarnos en los demás. Respecto a
nuestra escucha, podríamos hablar de una escucha activa que consiste en percibir y acoger con
amplitud, aceptando el completo discurso del niño, su situación y su expresión, sin juicio, pero co

n una profunda contención


emocional. Finalmente, en los proyectos de educación activa, vivencial, democrática es
importante la co-participación de las familias. Los modelos de participación son
integradores, ya que se parte de la corresponsabilidad entre los profesionales, los ambientes
educativos y la familia, promoviendo la colaboración, el intercambio, la formación y el aprendizaje
de todos los adultos que tienen influencia en el desarrollo de las niñas y niños. Todos aprendemos
nuevas maneras de relacionarnos, de crecer juntos, que buscan el respeto mutuo y las estrategias
de gestión y de desarrollo que lo posibiliten. Se trata de generar espacios de convivencia, que
ofrezcan al niño un marco de confianza y coherencia.
Breve historia de La Violeta, espacio de educación activa

“La Violeta, por una infancia sana” somos un equipo de profesionales dedicados y
comprometidos con la difusión de una nueva mirada más respetuosa hacia las necesidades
profundas de las niñas y de los niños. Nuestro objetivo es contribuir a que esta mirada provoque y
conlleve un replanteamiento de las propuestas educativas, culturales y de ocio que ofrecemos hoy
a los niños y en las que están inmersos. Inspirados por las nuevas corrientes de Educación Activa
y acompañamiento y comunicación respetuosa, en 2004 creamos un CENTRO DE RELACIÓN PARA
LA INFANCIA Y LA FAMILIA al que llamamos La Violeta, Espacio para el Juego y la Comunicación.
Este espacio ha estado dedicado a la primera infancia, a las niñas y a los niños pequeños, desde
que caminan hasta los seis años; a las familias; y a todos aquellos adultos interesados en
reflexionar sobre nuevos parámetros educativos que se apoyen en la confianza en el niño y en el
respeto a los procesos de vida. Venimos ofreciendo a los pequeños un lugar “familiar” (no
institucional), en el que puedan satisfacer su necesidad de juego espontáneo, como objetivo
prioritario. Confiamos y nos apoyamos en las experiencias de estos años junto a los niños, que nos
muestran que hay otras formas de hacer y de aprender. Desde nuestro punto de vista, es
necesario, urgente, un replanteamiento del qué y del cómo aprenden las niñas y niños, ya que
hemos podido constatar que el interés y la motivación son los pilares fundamentales de un
verdadero aprendizaje y que no sólo los aspectos cognitivos debieran ser indicadores de
maduración y desarrollo. Pensamos que nuestra sociedad, nuestro mundo necesita que
aprendamos a vivir y a convivir. Los aspectos relacionales han de tomar protagonismo en una
educación, en una calidad de acompañamiento, que quiere contribuir a crear una realidad más
cálida, sostenible y humana. En 2014, nuestro Centro de Relación pasa su testigo a una nueva
asociación, LA SEMILLA VIOLETA, que acoge y se compromete con los objetivos y las tareas de
este espacio, nutriendo la propuesta del Grupo de Juego para las niñas y niños. Hemos
promovido un espacio de encuentro, de cambio, de intercambio y de crecimiento dedicado,
también, a las familias y a los profesionales de la Salud, la Educación, la Psicología… Esto nos ha
llevado a ir asumiendo y ofreciendo también distintas formaciones, talleres, charlas y cursos. Con
alegría, hemos ido constatando cómo han sido cada vez más los profesionales, familias, los que se
han ido acercando y han ido mostrando su interés por los parámetros educativos y relacionales
con los que estamos comprometidos. Estas experiencias nos han llevado a ir ampliando nuestra
oferta y a generar nuevos ámbitos de trabajo y
compromiso: la formación, el asesoramiento
pedagógico, la orientación a las familias y la terapia
infanto-juvenil. Desde el año 2013 hemos
formalizado una colaboración con la Universidad Rey
Juan Carlos, que acredita nuestras propuestas
formativas con la intención de seguir contribuyendo
al desarrollo de un nuevo paradigma
educativo. Toda la información
c

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