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El primer caso reportado de esta clase ocurrió en Mississippi, donde una bebé
infectada con VIH fue sometida a un tratamiento con medicinas antivirales durante 30
horas después de su nacimiento. Los médicos continuaron tratando a la bebé hasta
que tuvo 18 meses, cuando la madre dejó de llevarla a sus citas médicas.
Cuando la madre reanudó el tratamiento a su hija varios meses después, los médicos
no encontraron señal de VIH en las células de su sangre. La niña tiene ahora tres años
y no padece de la infección. Un grupo de científicos en California están por lanzar un
estudio, con fondos del gobierno estadounidense, que determinará si un agresivo
tratamiento temprano a los bebés infectados con VIH les permitirá descontinuar la
medicina si análisis prueban que están libres del virus durante un largo período de
tiempo.
Medidas preventivas
¿Qué logros han obtenido las medidas preventivas en lo que tiene que ver con frenar la
propagación del sida y cambiar las conductas de alto riesgo? Las extensas campañas
educativas sobre el sida llevadas a cabo en Uganda durante la década de 1990 lograron que la
prevalencia del VIH bajara de un 14% a un 8% en el año 2000. De modo similar, las iniciativas
adoptadas en Senegal para informar a los ciudadanos de los riesgos de infección han
mantenido la prevalencia del VIH entre la población adulta por debajo del 1%. Tales logros
son animadores.No obstante, en otros países los resultados no han sido tan positivos. Una
encuesta efectuada en 2002 entre 11.000 jóvenes canadienses reveló que el 50% de los
estudiantes de 15 años creían que el sida puede curarse. Según un estudio británico llevado a
cabo ese mismo año, el 42% de los muchachos de entre 10 y 11 años nunca habían oído hablar
del VIH ni del sida. Sin embargo, hasta los jóvenes que sí han oído del VIH y el sida y saben que
no tiene cura han desarrollado un falso sentimiento de seguridad. “Para muchos jóvenes —
dice un médico—, el VIH no es más que uno de los muchos problemas de su vida, comparable
a la preocupación de si van a tener una buena comida, con quién van a vivir y si van a ir a la
escuela o no.”
No es de extrañar, por tanto, que la OMS afirme: “Centrarse en los jóvenes es probablemente
la medida más eficaz para hacer frente a la epidemia, particularmente en los países donde la
prevalencia es elevada”. ¿Cómo se puede ayudar a los jóvenes a hacer caso de las advertencias
tocante al sida? Y ¿es realista esperar que se encuentre una cura?