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medicalizadora
Xabier Irigibel-Uriz1
RESUMEN
ABSTRACT
A foucalist view at the silence of the war that nursing lives, where the medicalized
rationality lef's articulate the pastoral power and the social control anxiated by the
stated. The nursing docility, it's power in frot of individuals and collectivities, as well as
the weight it ostents in the hegemonic sanitary systems. Draws an utility centralized in
the construction of the heteronomous subjectivity in the peoples and collectivities
health, distancing the discipline from it’ s own fundamental ethical principles an from
it’ s final ideal.
Sin embargo, no es fácil asumir que la enfermería pudiera estar sumida en una guerra
y no es fácil comprenderla desde su silencio. La obra de Foucault esboza una serie de
elementos conceptuales que nos permiten comprender el marco de dominación y el
marco de las relaciones de poder desde donde la enfermería pareciera estar
sometiéndose al conocimiento biomédico. Un marco teórico desde donde se facilita la
comprensión del tenue hilo de dominación que de forma dialéctica, pareciera enlazar la
construcción del conocimiento en enfermería, su existencia y su ejercicio profesional
desde el desarrollo de un contexto socio-político determinado.
El desarrollo de los mecanismos de control social, vivió durante los Siglos XVII y XVIII,
un crecimiento en la economización de la fuerza y en el aumento de la utilidad de sus
efectos. Hasta entonces, la represión restauraba la justicia del imperio y el honor del
soberano ultrajados por el delincuente. Sus mecanismos, centrados en ejemplarizantes
castigos, acontecían sobre los cuerpos de los delincuentes a través de las torturas,
suplicios y castigos públicos. Las confesiones desempeñaban el papel de verdad viva;
la ejecución pública de los castigos, situaba al delincuente como pregonero de su
propia condena; incrustando la severidad de las penas y las consecuencias de
transgredir el orden del soberano en el corazón del pueblo.5
Una guerra que amplía los campos de batalla y que silencia el ruido de sus armas. Una
guerra que defiende la sociedad a través de métodos políticos coercitivos que
contribuyen a la formación de un individuo (enfermeras) tanto más obediente cuanto
más útil, y al revés. Unas tecnologías disciplinarias que “ permiten el control minucioso
de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y
les imponen una relación de docilidad – utilidad” .5 Una guerra que se invisibiliza y que
permite construir desde la pseudo paz social, la enfermería que mejor sirve a los
sistemas productivos. Una enfermería sometida que asume el conocimiento y la
dirección del ejercicio profesional que se le impone, construyendo su utilidad a través
de su obediencia y su obediencia, a través de su utilidad.
Desarrollo
La medicina urbana nació en Francia a finales del siglo XVIII como consecuencia del
proceso de urbanización. Con el nacimiento y crecimiento de las ciudades surgió la
necesidad de organizar el poder urbano debido a razones económicas, políticas y al
miedo generalizado derivado de problemas como el hacinamiento de la población, las
epidemias urbanas y las cloacas. Inicia el control de elementos como el agua y el aire,
las distribuciones de las fuentes y las cloacas y el análisis de espacios y lugares que
pudieran constituir causas de morbilidad. La medicina inicia contactos con ciencias
afines como la química que introducen a la disciplina en el saber científico.
Los pobres, que en la etapa de la medicina urbana jugaban un rol necesario como
mensajeros o barrenderos, amenazan la estabilidad social al constituirse como una
fuerza política capaz de revelarse. Su pérdida de utilidad, los disturbios que
comenzaron a generar y el miedo a las epidemias como la del cólera, provocó un
miedo generalizado a los pobres que dio origen a la medicina de la fuerza
laboral: “ Aparece en el siglo XIX y sobre todo en Inglaterra una medicina que
consistía esencialmente en un control de la salud y del cuerpo de las clases más
necesitadas, para que fueran más aptas al trabajo y menos peligrosas para las clases
adineradas” .7
Esta etapa fue la de mayor éxito y la que perdura en el tiempo porque es capaz de
vincular tres aspectos diferentes: medicina para los pobres, control de la fuerza laboral
y de la salud pública y permitir tres sistemas de atención médica: medicina asistencial
para los pobres, medicina administrativa y medicina privada para quien puede
costeársela.
El marco de la medicina de la fuerza laboral que permite hacer efectiva las tres
vertientes de atención sanitaria da paso en 1942 al Plan Beveridge, modelo desde
donde se construyen los sistemas de salud occidentales a partir de la Segunda Guerra
Mundial. Este modelo, determinado por el desarrollo tecnológico médico, por el
nacimiento de los grandes sistemas de seguro social y por el recién constituido
derecho a la salud y derecho a enfermarse; termina de articular el poder pastoral en el
gobierno de los otros, la inclusión de la salud en la lógica del mercado y la extensión
de la autoridad médica; a través de la medicalización de la vida.7 Entendiendo por
poder pastoral la relación que se constituye entre el pastor (el Estado) que dirige a su
fiel rebaño de creyentes (la sociedad): “ poder político, individualizador y totalizante,
presente en la estructura del Estado” .8
Sus planteamientos críticos con los abordajes anátomo patocéntricos, coinciden con los
de otros pensadores como Virchow, que promueven abordajes políticos de la
construcción de la salud, enfatizando en factores como la libertad, la educación, la
inequidad o la justicia social.11 La ausencia de estos abordajes y el trasfondo de la
comprensión de la medicalización de la vida, apuntan hacia el sistema capitalista y el
control social que procuran: “ Illich se equivoca al ver en la burocracia médica el
“ enemigo principal” , ya que estas burocracias no son más que las servidoras de una
categoría superior de poder que yo definiría como la clase dominante” .10
Por su parte, Foucault refiere que la conciencia de que la medicina mata es muy
anterior a Illich. Hasta entonces, las iatrogénesis se relacionaban con la ignorancia
médica y añade que lo importante no es ya la iatrogenia producto de los errores
médicos, sino la iatrogenia producto del saber científico: “ Los efectos médicamente
nocivos no a errores de diagnóstico ni a la ingestión accidental de medicamentos, sino
a la propia acción de la intervención médica en lo que tiene de fundamento racional” .7
Una racionalidad medicalizadora que construye el control social que subyace al poder
pastoral, al constituir y socializar una subjetividad heterónoma de la salud y al
introducir la salud en el campo de la macroeconomía, introduciendo el cuerpo humano
en el mercado como cuerpo asalariado y como consumidor de salud. Una racionalidad
que permite hacer efectiva la somatocracia desde donde “ el cuerpo del individuo se
convierte en uno de los objetivos principales de la intervención del
Estado” .7 Respondiendo a la necesidad del auge del capitalismo que demandaba un
control social que no debía limitarse a la conciencia y que requería trascender al propio
cuerpo de la fuerza laboral, la somatocracia configura el Estado que se hace
responsable de la salud de los ciudadanos, trasformando hasta los entonces Estados
salvadores de almas en Estados salvadores de cuerpos.
Un control social aplicado al cuerpo que se hace efectivo a través del Biopoder y
concretamente, a través de dos dispositivos: La Anatomopolítica, se refiere a la
concepción de la disciplina como tecnología del cuerpo resultado de las concepciones
mecanicistas de la época. Concepción esta que provocó “ un desplazamiento
epistemológico y clínico de la medicina moderna de un arte de curar individuos
enfermos a una disciplina de las enfermedades” .12 El segundo dispositivo corresponde
a la concepción del cuerpo como soporte de los procesos biológicos: procrear, nacer,
morir y envejecer; constituyendo una Biopolítica centrada en la población y capaz de
obtener estados globales de equilibrio y regularidad. “ Una técnica que es disciplinaria:
está centrada en el cuerpo, produce efectos individualizadores, manipula el cuerpo
como foco de fuerzas que hay que hacer útiles y dóciles a la vez. Y, por otro lado,
tenemos una tecnología que no se centra en el cuerpo sino en la vida; una tecnología
que reagrupa los efectos de masas propios de la población” .1
Reflexiones finales
Perron, Fluet y Holmes refieren que ante el fundamental papel que desempeñan las
profesionales de enfermería en los sistemas de salud, la retórica de la carencia de
poder del gremio responde a la mirada que (des)liga el acto de cuidar con cualquier
implicación política.16 Gestaldo afirma que más que carencia de poder, la enfermería lo
que vive es una anorexia de poder donde lastimosamente, “ el potencial para la acción
se utiliza cotidianamente sobre todo para mantener el status quo” .17 Perron, Fluet y
Holmes refieren que más que “ columna vertebral” , la enfermería es el “ corazón del
biopoder” , entendido como el conjunto de dispositivos anatomopolíticos y
biopolíticos.16
Bibliografía
2. Meleis AI. Theoretical nursing development and progress. 3ª ed. San Francisco
California: Lippincott; 1997. [ Links ]
12. Wendhausen Á. Por um controle social popular dos serviços de saúde: reflexões
preliminares. Revista Texto contexto Enferm. 1997; 6(3): 95–112. [ Links ]
13. Colegio de Enfermeras de Costa Rica. Misión y visión del Colegio de Enfermeras de
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www.enfermeras.co.cr/misi%F3n_y_visi%F3n.htm [consultado el 26 de noviembre del
2006]. [ Links ]
16. Perron A, Fluet C y Holmes D. Agents of care and agents of the state: bio-power
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19. Lunardi V, Peter E y Gastaldo D. ¿Es ética la sumisión de las enfermeras? Una
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