Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
de organización de la nación
1848
una posición más elevada y más cercana al ideal que cualquier otra nación exis
tente”. El héroe militar de la unificación italiana, Giuseppe Garibaldi, a quien
Lincoln le había ofrecido un puesto en el ejército de la Unión, declinó la invi
tación pero adhirió a la causa del norte y la apoyó como propia, aun cuando
insistía en señalar que los ideales liberales de “libertad universal” exigían que
la guerra se peleara en nombre de “la liberación de los esclavos”. Al final de la
guerra Víctor Hugo, utilizando una metáfora que sugería resistencia, alabó a los
Estados Unidos describiéndolos como “el guía entre las naciones [...], la nación
que indica a sus hermanas el camino de granito que conduce hacia la libertad”.
También después de la guerra civil, Mazzini escribía que la guerra y sus conse-
cuencias son parte del “progreso de la humanidad”; nuestra “gran batalla —de la
que todas las batallas locales son episodios—librada en ambos continentes y en
todas partes entre la libertad y la tiranía, la igualdad y el privilegio [...], entre
el gobierno justo y el arbitrario ”.406 Esta estrecha asociación con las aspiraciones
liberales y nacionalistas europeas merece un análisis más detallado.
La revolución húngara de 1848 fue aplastada por la intervención de Rusia
a favor de Austria, y en 1850 Kossuth huyó a Turquía. Cuando Rusia y Austria
presionaron al sultán para que lo entregara, los norteamericanos acudieron
cu auxilio del revolucionario. En 1851, el secretario de estado Daniel Webster
ofreció llevarse a Kossuth, un gesto muy apreciado tanto por el líder húngaro
como por el gobierno turco. Un barco de la marina estadounidense lo con
dujo primero a Inglaterra (donde el húngaro se reunió con su par italiano
Mazzini en el consulado norteamericano) y luego a los Estados Unidos. Poco
después de su llegada, Abraham Lincoln, en su calidad de miembro de un co
mité de Springfield, Illinois, redactó el borrador de una resolución en apoyo
de Kossuth y los húngaros. A llí afirmaba el derecho de estos a derribar la “for
ma de gobierno existente” con el propósito de lograr su “independencia na
cional”. Si bien esta declaración no respaldaba el envío de asistencia material
que Kossuth requería, el texto de Lincoln alababa al líder húngaro y lo definía
como “el más valioso y distinguido representante de la causa de la libertad civil
y religiosa en el continente eu ropeo”. Lincoln aseguraba públicamente que
Kossuth y su “nación” tenían el apoyo de “los amigos de la libertad en todas
partes La resolución también expresaba el respaldo a las luchas nacionalistas
de irlandeses y alemanes.407
Al igual que muchos estadounidenses, Lincoln simpatizaba con las aspira
ciones nacionalistas y afirmó el derecho a la revolución en el Congreso un mes
antes de que las sublevaciones estallaran realmente en Europa. Utilizando una
expresión que relacionaba de manera notable la Declaración de la Indepen
dencia con las ideas que circulaban en el viejo continente en 1848, reconocía
que “cualquier pueblo, en cualquier parte, tiene derecho a sublevarse y derribar
el gobierno existente”. Además, “todo pueblo que pueda está autorizado a hacer
la revolución y a hacer suyo tanto territorio como el que habita ”.408 En esta y
otras declaraciones dejaba traslucir a su par centroenropeo que, llegado el
caso, apoyaría la idea de un sur independiente y revolucionario .409 Sin embar
go, ya siendo presidente, se opuso a este m odo de entender el conflicto —que
era com o lo entendía el sur blanco- y consideró que el sur estaba peleando
una guerra reaccionaria, no revolucionaria.
¿Cuál fue la significación más amplia de las revoluciones de 1848 para Lin
coln y otros liberales? La cuestión central, insistía Lincoln, era “libertad o es
clavitud”, y repudiaba la esclavitud impuesta tanto por un amo en sus planta
ciones como por un monarca que reivindicaba la soberanía para sí.410 Stephen
A. Douglas aceptaba la misma oposición binaria pero marcaba una diferencia
reveladora en los términos: “republicanismo o absolutismo ”.411
Com o vemos, el nacionalismo, tal com o se lo entendía entonces, era in
herentemente democrático. El principio esencial establecía que la soberanía
pertenecía a un pueblo nacional dado y no a un monarca ni al estado como
entidad separada del pueblo. La libertad y la independencia iban juntas y esta
ban en franco contraste con otro par de conceptos: esclavitud y dependencia.
La libertad, la igualdad y el cambio progresista se asociaban a las naciones
republicanas, mientras que la jerarquía, el despotismo y el estancamiento se
vinculaban con las monarquías .412 El nacionalismo liberal era un movimiento
progresista impulsado por la idea de que la luz de la Ilustración desterraría
aquellas formas sociales y políticas oscurecidas por la ignorancia. Salmón P.
Chase, un miembro del gabinete de Lincoln que fue luego ju ez de la Suprema
Corte, entendía que una nación liberal se caracterizaba por “la libertad y no
por la servidumbre, por la posesión de la tierra y no por la mera tenencia, por
la democracia y no por el despotismo, por la educación y no por la ignoran
cia”. Para John Stuart Mili la guerra civil norteamericana fue un acontecimien
to central de las aspiraciones liberales. En su Autobiografía, escrita durante la
guerra —que, según admitió, conm ovió sus “más profundos sentimientos”—este
cabal representante del liberalismo decim onónico escribió que aquel aconte
cimiento estaba “destinado a ser un punto de inflexión de duración infinita,
para bien o para mal, en el curso de la historia de la humanidad”. La victoria
del sur, aseguraba, “daría coraje a los enemigos del progreso e impregnaría de
desaliento el espíritu de sus amigos de todo el mundo civilizado ”.413
Era bastante fácil identificar las similitudes entre el lado liberal de esta opo
sición binaria y la ideología del trabajo libre que impulsaban los norteameri
canos del norte; como asimismo el aire de familia entre el bando monárquico-
aristocrático y las reivindicaciones esclavistas y paternalistas de la clase de los
terratenientes sureños. Lincoln reconoció plenamente esta relación isomorfa
cuando afirmó que la guerra civil estadounidense afectaba “mucho más que el
destino de los Estados Ldiidos” y que concernía “a toda la familia humana”.1"
Para Lincoln y para sus adherentes del Partido Republicano, la cruzada contra
la esclavitud era parte de un movimiento mundial que proponía pasar del
“absolutismo a la democracia, de la aristocracia a la igualdad, del atraso a la
m odernidad ”.415
El nacionalismo de comienzos del siglo x ix era romántico e idealista y los
estadounidenses fueron particularmente susceptibles a sus encantos .416 La di
ferencia local, el espíritu del lugar, era importante para la sensibilidad román
tica, cuya preocupación por el carácter distintivo de cada pueblo se fundía
con la noción de identidad nacional. Por ejemplo, la fama que alcanzaron las
novelas de sir Walter Scott en todo el mundo atlántico se debía en parte a su
extraordinaria capacidad de evocar el carácter distintivo de Escocia. Para los
nacionalistas románticos, la nación cultural —definida por su esülo de vida o
por aspectos más formales como su historia, su literatura y su música—coinci
día punto por punto con la nación política .417 Y se suponía que la nación era
el “baluarte de la libertad ”.418 Casi como si todos aceptaran una versión básica
y muy difundida de las Lecciones sobre la filosofía de la historia universal (1830) de
Hegel, se pensaba que las personas alcanzaban su realización personal partici
pando en la creación de un estado nacional.
Aun a riesgo de usar la jerga de los historiadores, diría que la ambición de
los diversos movimientos nacionalistas era que su “espacio de decisión” fuera
idéntico a su “espacio de cultura ”.419 Los académicos de la época ya lo pro
ponían. Pensando en Hungría, Lord Acton, el admirado historiador inglés,
expresaba esa misma idea con gran econom ía en 1862: “El estado y la nación
deben coincidir en su extensión”. El concepto se sustentaba además en una
observación similar hecha por M ili en sus Consideraciones sobre el gobierno repre
sentativo (1861), según la cual “las fronteras de los gobiernos deberían coinci
dir en lo esencial con las de las nacionalidades ” .420
El nacionalismo liberal tenía un segundo criterio para definir la nación:
esta debía ser constitucional y tener instituciones representativas. “La teoría
de la nacionalidad”, hacía notar Lord Acton, “está incluida en la teoría dem o
crática de la soberanía ” .421 Este fue uno de los grandes temas que se trataron
en la Asamblea Nacional de Francfort; el otro fue aquel que pronto dividiría a
Lincoln y Douglas: el equilibrio entre la “ciudadanía nacional” y el derecho al
autogobierno local .422 Para debatir ambas cuestiones, los hombres reunidos en
Fráncfort tenían com o guía los Documentos Federalistas y la Constitución de
los Estados Unidos .423 Las formas constitucionales propuestas variaban de un
lugar a otro; sin embargo, en todas partes una clara afinidad unía el liberalis
mo con el nacionalismo, hasta el punto de hacerlos indistinguibles. Desde una
perspectiva comparativa sería justo sostener que la manera en que Lincoln,
durante su presidencia, fundió los conceptos de libertad y nación fortaleció
la conexión entre liberalismo y nacionalismo, mientras que la unificación no
liberal de Alemania operada por el canciller Otto von Bismark en 1871, la
subvirtió .42'1
Para los estadounidenses y para la mayor parte del m undo atlántico, Líyos
Kossuth encarnaba el espíritu general de 1848; por eso, a través de su ñgura
podemos indagar un poco más la relación que mantenían los Estados U ni
dos con esos movimientos más amplios que defendían la unidad nacional y
la libertad. En Kossuth podemos descubrir también notables ambigüedades y
tensiones inherentes al nacionalismo liberal, que contribuyen a explicar algu
nas de las limitaciones de las reformas introducidas en los Estados U nidos y en
otras partes del mundo.
Los norteamericanos estaban fascinados con el carismático y elocuente Kos
suth y la prensa de la época le dedicó una amplia cobertura. Desde que el hún
garo llegó en 1851 hasta que partió seis meses después, The New York Times publi
có más de seiscientos artículos sobre el revolucionario ju n to con los inform es
estenográficos de sus discursos, que a menudo ocupaban varias columnas, y los
menúes y brindis de los numerosos banquetes ofrecidos en su honor. Su llega
da a. Nueva York había estado precedida por la publicación de un libro breve
que lo presentaba al público e incluía varios discursos que el húngaro había
dado en Inglaterra y en los cuales, invariablemente, anunciaba su viaje a los
Estados Unidos. Mientras estuvo recluido en Turquía, había aprendido inglés
y, al igual que Lincoln, tomó como maestros la Biblia y a Shakespeare. U n o de
los discursos del librito estaba evidentemente dirigido a los estadounidenses,
pero también es cierto que apuntaba a ensalzar su nacionalismo liberal puesto
que “Hungría desea ser y será una república libre e independiente, pero una
república fundada en el gobierno de la ley, en la seguridad de la persona y la
propiedad y el desarrollo moral tanto com o en el bienestar material del pue
blo; en una palabra, una república como los Estados U nidos de A m érica ” .425
Estas palabras podrían haber salido de boca de Lincoln, de Seward o de mu
chos otros liberales estadounidenses.
Para Kossuth, como para Lincoln y la mayoría de los norteam ericanos, el
mundo estaba dividido en republicanismo y absolutismo, y esa distinción fue
el sello de su campaña contra la dominación de H ungría por parte de Aus
tria.426 En los Estados Unidos, Kossuth ganó el apoyo de los defensores de la
democracia, pero no el del senador enem igo del igualitarismo, John Calhoun,
quien insistía en afirmar que nada bueno podía provenir de las revoluciones
europeas .427 Sin embargo, el sentido del nacionalismo liberal de Kossuth era
lo bastante complejo como para suscitar el apoyo tanto de los norteños como
de los sureños, aunque por diferentes razones. Cuando llegó a Washington en
18 5 2 , fue acogido y elogiado por Daniel Webster, cuya defensa de la Unión en
la palestra era legeirdaria. Webster celebró la independencia húngara y alabó
la reivindicación de los revolucionarios de una “nacionalidad distinta entre
las naciones de Europa”, mientras los nacionalistas sureños adhirieron a la
causa de Kossuth porque se identificaban con los húngaros oprimidos por el
poder central. Sentían que su identidad y su incomodidad dentro de la Unión
formaban parte de una lucha contemporánea más amplia, semejante a la que
libraban los húngaros y otros pueblos de Europa central para ser reconocidos
como naciones y en pro del autogobierno .428
Algunos norteños adhirieron al potencial radical de la revolución de París,
entre ellos Frederick Law Olmsted, el diseñador del Central Park. Sus estudios
de los estados del sur, escritos cuando Olmsted era corresponsal de The New York
Times en la década de 1850, ofrecían fundamentos tanto ideológicos como
empíricos para que el Partido Republicano interpretara que el sur era una
sociedad esclavista. Inspirado por los emocionantes acontecimientos de París,
así como por los retos que planteaban el sur esclavista y las florecientes ciu
dades del norte, Olmsted se declaraba un “demócrata socialista” . La afinidad
que sentía con los partidos radicales de París no era habitual en el norte de los
Estados Unidos y directamente no existía en el sur, donde los políticos esta
blecían una clara distancia con el radicalismo francés de 1848. En defensa del
nacionalismo del sur, el Richmond Daily Enquirer afirmaba que “no hay nada en
este movimiento que tenga un carácter republicano rojo o revolucionario ” .429
Si bien no surgió ninguna nueva nación del imperio Habsburgo como con
secuencia de las revoluciones, las ideas liberales de la época y el lugar, res
paldadas y aplicadas por el em perador ilustrado José n, lograron poner fin
al trabajo forzado y la servidumbre de la gleba en todos los dominios de esa
casa real.430 Los abolicionistas de los Estados Unidos preveían que Kossuth los
apoyaría; Wiliiam Lloyd Garrison había encomiado en su Liberator la lucha
húngara por la libertad, pero cuando los abolicionistas de Nueva York le soli
citaron que hiciera una declaración pública en contra de la esclavitud, Kossu
th se negó a hacer cualquier tipo de proclama por temor a perder parte del
público norteamericano, al que estaba cortejando. Desde entonces Garrison
condenó su silencio tachándolo de “poco honorable” y lo vilipendió diciendo
que estaba demente, como un “renovado D on Q uijote” incapaz de distinguir
la diferencia entre los gigantes y los molinos de viento .431 Frederick Douglass
y otros abolicionistas trataron sin éxito de disuadir a Kossuth de extender su
gira de conferencias a los estados sureños.432
Kossuth estaba en asombrosa consonancia con la política de la diferencia
regional. Aunque repetía más o menos la misma conferencia en cada lugar al
que iba, siempre hacía pequeños pero esenciales ajustes; en el norte ponía én
fasis en ia integridad o la autonomía de la nación (lamentando la intervención
rusa en Hungría), en la libertad y el progreso; en el sur, en cambio, tendía a
acentuar los males de la centralización (Austria), el derecho del pueblo a de
terminar sus propias instituciones locales y la independencia.i;w
Los estadounidenses prestaron muy poca atención a los elementos no libe
rales del nacionalismo de Kossuth e ignoraron el hecho de que se opusiera a
las aspiraciones nacionalistas de los croatas, de los rumanos, de los eslovenos
y de otras minorías no magiares de Hungría, una posición que fortalecía su
nacionalismo pero debilitaba su liberalismo. Cuando Francis Bowen, editor
del número de agosto de la North American Revieiu de Boston, lo atacó por em
plear el lenguaje de la libertad mientras suprimía la libertad de las minorías
lingüísticas de Hungría, pocos advirtieron la importancia de su crítica y por
ello, al parecer, Bowen perdió su ampliamente anticipado nombramiento en
la facultad de Harvard .434
El nacionalismo magiar de Kossuth era uno, indivisible e intolerante .435 Para
los croatas, el gran liberal húngaro era un tirano; aunque él podía justificar
se, como lo hizo Lincoln, argumentando que estaba defendiendo la nación
contra los elementos destructores que intentaban subvertirla.436En los Estados
Unidos el nacionalismo también tenía doble filo: había alentado a los repu
blicanos a abogar por una libertad que fuera tan extensa como el territorio
nacional pero luego, después de la guerra y la Reconstrucción, un nacionalis
mo racista debilitó la lógica del liberalismo en la que se habían inspirado los
republicanos radicales. Ese nacionalismo permitió, y hasta fom entó, que se
dejara sin efecto la promesa de plena ciudadanía para los libertos, así como
la exclusión y la casi extinción de los aborígenes norteamericanos a fines del
siglo X IX .
E L N A C IM IE N T O BE LA S N U E V A S N A C IO N E S
L A CRISIS F E D E R A L
TE R R IT O R IA LID A D Y N A C IO N A L IS M O L IB E R A L
Al reconocer que los estadós eran partes constitutivas y una esfera de acción
separada, Marshall aceptaba la diferencia local. N o describía un estado con
solidado. El virginiano dejaba un espacio para la esclavitud más allá del poder
del gobierno federal, pero i o admitía ningún espacio para una doctrina de
secesión. En su resolución, puso énfasis en que la Constitución había sido he
cha por el pueblo y en que sólo “el conjunto del pueblo y no una subdivisión
cualquiera de él” podía deshacerla .525
En la década de 1850 los republicanos eran más democráticos que ei conser
vador Marshall y se sentían más a gusto con un estado-nación consolidado. El
ideal que acariciaban era el de la uniformidad: una ciudadanía igual para todos.
Al margen del universalismo de la retórica, antes de la guerra civil la idea de
ciudadanía igual para todos estaba limitada a los blancos (varones), del mismo
modo que la libertad de las minorías lingüísticas que defendía Kossuth estaba
limitada a sus compañeros magiares y no se extendía a las “naciones lingüísticas”
menores de Hungría, Los republicanos estadounidenses concor daban con Ma
zzini, quien creía que “la libertad individual y la autodeterminación nacional”
requerían “una república unitaria”.526 En Europa y los Estados Unidos la idea
de soberanía -y por io tanto, la de democracia- llegó a asociarse con la idea
de territorio. N o porque la tierra fuera la soberanía encarnada, sino porque
imperaba la idea de que ei ¡n leblo asentado en un espacio nacional limitado era
sotFerano. El territorio definía la ciudadanía y todos los ciudadanos eran formal
mente iguales, lo que en consecuencia implicaba (aunque no siempre sucediera
en el plano de la realidad) la democracia y la uniformidad de las posiciones.
La teoría política cíe la guerra civil norteamericana se fundamentó en esta
idea del estado nacional. En su libro The American Repubiic (1866), el brillan
te aunque excéntrico filósofo estadounidense Orestes Brownson vinculaba el
republicanismo con el territorio y el nacionalismo. Coincidiendo con Lincoln
en que la guerra era “un nuevo comienzo de la historia”, Brownson sostenía
que la lucha “por la unidad y la integridad nacionales” había proporcionado
a la nación “un reconocimiento distinto de sí misma”. Para Brownson, había
que asociar la nueva democracia con el estado territorial. Una organización
política como la que había existido en el sur de preguerra se basaba en las
relaciones personales y por lo tanto era casi feudal. Pero el “pueblo territorial
mente constituido” había disuelto esa jerarquía feudal y la guerra civil había
establecido la democracia territorial en toda la extensión de los Estados Uni
dos. La esclavitud había sido abolida “por razones de estado, a fin de salvar la
democracia territorial ”.527 El argumento de Brownson respalda conveniente
mente el deseo de uniformidad y la insistencia sobre la unidad territorial de
Lincoln. “La cuestión”, explicaba Lincoln en un mensíye especial dirigido al
Congreso poco después de comenzada la guerra, es determinar si “una repú
blica constitucional o una democracia -u n gobierno del pueblo, regido por
el pueblo mismo —puede o no mantener su integridad territorial contra sus
propios enemigos internos ”.528 O bien, como lo había expresado de manera
más tajante en 1856, mucho antes de la guerra, “La U nión debe preservar
se tanto en la pureza de sus principios como en la integridad de sus partes
territoriales ”.529
Si bien la primera preocupación de Lincoln era conservar la Unión, su pre
sidencia culminó en una guerra por la emancipación de los esclavos. Su propia
trayectoria moral, intelectual y política sufrió una transformación fundamen
tal en cuanto a la concepción de los Estados Unidos, tal como lo revela su cam
biante discurso. Los Estados Unidos pasaron a ser un sustantivo singular. En su
prim er discurso de asunción utilizó la palabra “unión” veinte veces, sin men
cionar la “nación”. Con el correr del tiempo fue empleando cada vez menos
la palabra “unión”, mientras que los términos “nación” y “nacional” adquirían
mayor prominencia. El lenguaje político de su segundo discurso de asunción
es notable: mientras el sur procuraba disolver la “unión”, el norte luchaba
para preservar la “nación ”.530 El discurso de Gettysburg, pronunciado el 19 de
noviembre de 1863, es el más revelador de todos. En él Lincoln no mencionó
a los Estados Unidos ni una sola vez —se estaba dirigiendo a la totalidad de la
comunidad humana—, ni tampoco se refirió a la Unión. Sin embargo, en este
breve discurso de sólo doscientas sesenta y nueve palabras, utilizó cinco veces
el término “nación”. Prom etió el renacimiento de la libertad en la nación, una
nación democrática, y la ofreció como m odelo para toda la humanidad. Esta
nueva nación fuerte y democrática era más que un gobierno central. Estaba
fundada en un territorio nacional materialmente unificado, no en una unión
mística. Ya había desarrollado esa cuestión en su segundo mensaje anual di
rigido al Congreso en diciembre de 1862, un mes antes de la Proclama de
Emancipación:
EL PARTIDO REPUBLICANO
R E C O R D A R E L N A C IO N A L IS M O Y O L V ID A R E L LIB E R A L ISM O