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70 LOSMUNDOS ANTIGUOS

En 1480, duran
Además de que nos dan la visión de la época, gslos. pasajes revelan una el reino de Grana,
capacidad y ,rtr hábito de observación de la sociedad; éstos se ejercieron vez de manera má
;á;-;d;ñte sobre las poblaciones indias del Nuevo Mundo con el mismo ta Inquisición, en
y de estereotipos'
- - de prejuicios criminalesentre las facciones ciertos señores, como Juan
peso incluso por el fueg
E1 el'cuiso de las luchas les había dado av
de Pacheco, marqués de Villena, al parecer deliberadamente atizaron esos escapar de la hogu
.ái6, á,*Vendo iambién a la nobliza. En ciertos casos, esta demag-ogia rojas, para mostra
á"iUü¿L á'"r.".ud""6 verdaderas matanzas, como en Toledo, Córdoba y llos desdichados c
i;d. E; cambio, en las ciudades en que los conve-rsos eran muchos y po-
menos violentas, de todo cargo púb,
derosos, como en Burgos y Sevilla, lai reacciones fueron
hibió vestir de sed
rfri gozabanellos"de üna reputación de,piedad nutrida, acaso, por los
""* No fue ése el caso de Segovia: nando del Pulgar
i"¡;;t"; habían abrazado las órdenes.
condenadas a la h'
Que parecía intolerable la conducta de los conversos, siempre empeñados
en la dez, más mesurad
apodera.los desca¡adamente de todos acusados de prac
ó;íió;g;¿" ¿" rá. demás ciudadanos,
con extremada injuria y oprobio de la olvidó ni a los mu
iJ, prtUtl"o"-v ejerciéndolo_s
"-g".- de me¡tos [...] Alfin era durísimo para los segovianos [...] que desenterrado las r
".Uflrr'"..É.da
ftá*Ui.t.¿í"nedizos, antes tcúpados en viles menesteres y alejados de todo car- para arrojarlos al I
;;-il;;;;;, áiift"turl" los honiores y a su capricho dictasen órdenes, todas en bres ilustres: en 1,
ferjuicio de la antigua nobleza.óe simbólicamente a
mismo tuvo que p
Diego Arias Dávila, que perteneció al séquito del rey Enrique IV, ilustra La obsesión po
át.8"* social de alg¡rnoi conversos. Antes de ser tesorero del rey, Diego
los pueblos de Ia semiclandestinas
.. nurrubu Ia vida "n "i"o-"r"io
"f recorriendo r
de especias,
y divertía los campesinos con rqyque, publicado
i"giO" de Segovia, de la que era originario, a
lafuerza, como s€
su'ingenio y- sus cantos moriscos. No se sabe -por qué feliz destino ese montado por Mah
Urlttoi".o ldgró ganarse la confianzadelrey y volverse su recaudador, aun- rísticas diferentes,
q,-t" como Palencia, han sugerido una relación amorosa
"tg,rtror""roñirt.r, el águila y el león
É"ir" f?t dos. EI hechá es que Diego, convertido en tesorero, encargado de
como judíos, crisl
;;i;tar.;"" lavezlucrativa-, delicaáa y peligrosa, se compró un caballo tan
rápido que a menudo le permitió escápár de la cólera de los labradores, lo de la madre Sophronir
A;; i" valió el sobrenombre de eI VóIador.zo La familia Arias Dávila se frel, guarde el Dio, c:
y ilegó a adquirir títulos de nobleza, como el de conde de Pu- presentación de la o
"Liqn..iá
n""t"rtto. Üttot" Ios Éermanos de Diego, Pedrarias eI Valiente, también 1929, p. ó4, cita las G
muestra su influencia
L""pO el cargo de tesorero; otro, don Juan, llegó a ser obispo de Segovia. Jorge Manrique. En to
El asombroró ur"".tro social de esta familia inspiró poesías de todas clases: 72 Pulgar (1943), t- r

ütiri.ur, las de Rodrigo Cota, converso él mismo, o épicas, como las Sevilla, ynformaron aJ
de Gómez"o-o
de los judíos tornaban
Manrique.Tl 7t tuid., p.336.
7a Segrln Palencia (
óe palencia (1975), Decada n, vol. 2, libro lru, pp. 93-94: "eran notorias las diferencias de
Constantinopla por lo
hábito que en España existían entre los cotrrrersog áunqr.e iguales en nombre. Así los de Bur- arrojados ¿ l¿5 llam¡
;;;;;;;ideiados como muypor observantes de la religión cristiana y de entre ellos habían
la pureza de sus costumbres como el obispo Pablo de i¡finitos huesos de loa
!"fi¿á piááá.s tan distinguidos que allí se avian enter
Santa
- 7o MarÍa". estatua a muchos que
(1975), vol. 3, p' 252;
Sobre las cosrumbres de Diego Arias, véase Paz y Melia, en Palencia pp. 101-102; también l
sobre ese personaje se puede leeila sabrosa descripción de Palencia (1975), Década I, vol. l, las sepulturas e que[r¡
libro t, p. 40.
-fiC'ri" existe gran número d
Sároja (tSOt), t. r, pp. 285-28ó, cita los versos de Cota dirigidos a Pedro en ocasión drse a Bartolomé Be¡¡
del matrimonió de uno de iú. ni¡"rr 'Volvamos a nuestro hecho: es un mancevo sin mal; de pp. 100-150; sobre A¡i
;;t;-;d" cabul, r¡¡"ndudor áe cohecho/De un aguelo Avenzuzen, y del otro Abenamias:

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