Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
1 500 000 pesos en tres mensualidades. Esta casa contaba con el respaldo de
adinerados limeños como: Ugarte, Barreda, Oyague y el gran capitalista chileno
Candamo. Esta propuesta superaba ampliamente a la de la casa Gibbs, por ello,
el presidente Castilla (segundo gobierno) decidió entregar la consignación del
guano a capitalistas nacionales. Aunque, según informes de viajeros, se sabe que
en Lima circulaban comentarios como: “en caso de no entregar el guano a los
capitalistas nacionales se desencadenaría una revolución”.
Así en menos de diez años de comercializar este fertilizante los nacionales habían
logrado amasar una gran fortuna y constituirse como una burguesía insipiente,
pero sus cuantiosos capitales no fueron invertidos en la industrialización del país,
sino por el contrario aseguraron su capital haciendo préstamos al mismo Estado o
comprando propiedades -grandes estancias-, es decir, se convierten en una clase
rentista y propietaria. Por otro lado, la falta de inversión en la comercialización
guanera, había conllevado a la pérdida del gran mercado controlado por el inglés
Gibbs entre 1847-1861.
La causa por la cual debía quitarse la comercialización del guano a los nacionales
estaba clara, los consignatarios se habían convertido en una clase rentista
(prestamista), que con el paso de los años había acumulado jugosas ganancias y
múltiples críticas, pues era escandalosa la forma como los comerciantes peruanos
y las casas comerciales extranjeras se llenaban de dinero a costa del Estado. A
pesar de ello, el Estado peruano no pudo hacer mayor exigencia de justicia porque
debía enormes cantidades de dinero a los consignatarios. Lo más que consiguió
fue rescindir contratos, pero continúo pagando su deuda a dichos empresarios.
Hacia el año 1869, durante el gobierno de Balta, se experimentó una terrible crisis
económica, lo que obligó al Estado ir en busca de un mejor postor para el guano,
es así, que el ministro de hacienda Nicolás de Piérola suscribe en París un
contrato a través del cual se entregó el monopolio del guano a la casa Dreyfus,
poniendo fin al sistema de consignatarios y desplazando a los capitalistas
nacionales