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CIENCIA Y CREENCIAS Marco Ciardi Ts Descubrir la Ciencia {pena Titulo original: Scienza e credenze © Marco Ciardi, 2016 © de esta edicién, Batiscafo, S. L., 2016 Traduccion: Roberto Faicé Miramontes Realizaci6n editorial: Bonalletra Alcompas, S. L. Disefio e ilustracién de cubierta: J. Mauricio Restrepo © Photology1971 / Shutterstock Disefio y maquetacion: Kira Riera Maquetacion: JesMart © llustraciones: Jordi Dacs © Fotografias: Todas las imagenes de este volumen son de dominio publico excepto las de las paginas 16 (Biblioteca del Congreso USA), 25 (Nicku/Shutterstock), 29, 108 (Everett Histo- rical/Shutterstock), 32 (SimonHS/Shutterstock), 34, 64, 79 (Georgios Kollidas/Shutterstock), 37, 88 (Morphart Creation/Shutterstock), 40 (Neveshkin Nikolay/Shutterstock), 60 (gopfaster/Shut- terstock), 69 (andrea crisante/Shutterstock), 71 (Museo Galileo, Istituto e Museo di Storia della Scienza), 74 (Allie Caulfield), 81 (Sergey Uryadnikov/Shutterstock), 82 (Byunau Konstantin/Shut- terstock), 87 (Zvonimir Atletic/Shutterstock), 91 (Wellcome Library, Londres. Welicome Images images@wellcome.ac.uk http://wellcomeimages.org Sir Arthur J. Evans Published), 98 (Evskaya Daria Igorevna/Shutterstock), 100 (Vladislav T. Jirousek/Shutterstock) Depésito legal: B 22141-2016 Impresién y encuadernacién: Impresia Ibérica Impreso en Espajia Reservados todos los derechos. Queda rigurosamen de esta obra por cualquier medio o procedimiento publicos. te prohibida la reproduccién total o parcial y su distribucién mediante alquiler o préestamo Tyee JL ce ae Ciencia y creencias HISTORIAS DE EXITOS E ILUSIONES Marco Ciardi Traduccién de Roberto Falcé Miramontes INDICE Introduccion Mas alla de las apariencias Astrologia y fisica Galileo Galilei Isaac Newton La astrologia segtin Leopardi Alquimia y quimica Antoine-Laurent Lavoisier Homeopatia y medicina Amedeo Avogadro Naturaleza y vida Creacionismo y evolucionismo Leonardo gedlogo Charles Darwin Magia y ecologia Svante August Arrhenius La temperatura de la Tierra y el efecto invernadero Extraterrestres y astronomfa Galileo y la vida extraterrestre Fantasia o realidad Animales misteriosos y zoologia El unicornio en una relacion del siglo xvir Linneo 15 15 19 23 24 27 34 36 40 45 45 46 53 54 57 59 63 70 73 fe 75 79 El monstruo del lago Ness Piramidologia y arqueologia Arthur Evans Continentes perdidos y geologia Un viajero de paso por la Atlantida Alfred Lothar Wegener Prever e} futuro Profecias y estadistica Harry Houdini Lo paranormal y la psicologia Una sesi6n espiritista narrada por un periodista Los trucos descritos por Torelli Viollier Max Wertheimer Futurologia y ciencia ficcién Las maravillas del telefonascopio Arthur Charles Clarke Un escritor visionario Bibliografia recomendada Glosario 82 84 91 92 94 99 103 103 108 109 112 117 119 120 123 127 130 135 137 «Si no se pudiera o quisiera mirar en nuevas direcciones, si no se albergaran dudas o no se reconociera el valor de la ignorancia, no se producirian ideas nuevas. No habria nada que valiera la pena veri- ficar porque ya sabriamos qué es cierto y qué es falso. Por ello, lo que hoy en dia llamamos “conocimientos cientificos” es un conjunto de afirmaciones con diversos niveles de certeza. Algunos son suma- mente inciertos, otros casi seguros, pero ninguno cierto del todo.» RICHARD FEYNMAN Introduccion Desde siempre, la especie humana ha mostrado el deseo de explorar y conocer el mundo que la rodea: nunca se ha resignado a una acep- tacion pasiva de la realidad, sino que la pone en duda continuamente mediante preguntas, hipdtesis y conjeturas de diversos tipos. Esta actitud queda muy bien ejemplificada en pelfculas como E/ show de Truman o Matrix, en las que los protagonistas intentan ir mas alla de las apariencias de la vida cotidiana por muy dificil, doloroso o desa- gradable que pueda resultar. En el transcurso de su camino hacia una mejor comprensi6n de la naturaleza, el homo sapiens elabor6, en un principio, explicacio- nes vinculadas a la magia, al mito y a la supersticion para intentar explicar, predecir y controlar los fendmenos naturales. Con este ob- jetivo nacieron y se consolidaron disciplinas como la astrologia y la alquimia, y cobraron forma visiones del mundo capaces de dar un sentido a la aparicién y a la historia del hombre, como el creacionis- mo, estrechamente vinculadas al pensamiento religioso. No se trata, por lo tanto, de formas tipicas de una mentalidad irracional, como podriamos tener la tentacién de pensar, sino de un primer intento de comprensién de la realidad, aunque basado en aquello que nuestros sentidos intentan hacernos creer que es cierto. Existen varios estu- dios del 4mbito de las neurociencias, de la psicologia cognitiva y de Ciencia y creencias —$$— =< la biologia evolutiva que demuestran que la mente humana tiende por instinto a proporcionar explicaciones que recurren a hipotéticos agentes intencionales, desde los espiritus hasta las fuerzas ocultas, Con el devenir de los siglos, las civilizaciones que se han suce- dido, ya sea en el antiguo como en el nuevo mundo, empezaron a desarrollar —gracias a observaciones cada vez mas refinadas y a ins- trumentos de calculo fiables— métodos y técnicas que permiten la formulacién de afirmaciones dotadas de un mayor grado de certeza y fiabilidad. Este proceso no fue ni lineal ni progresivo y sufrié parones e involuciones, hasta la aparicién de la ciencia moderna en Europa, en el siglo Xvi. A partir de este periodo histérico fundamental, los cientificos pu- sieron a punto jas reglas que caracterizan el saber contemporaneo y constituyen la base del modo correcto de estudiar la naturaleza y a nosotros mismos, intentando limitar los errores (eliminarlos es im- posible) para llegar a conocimientos compartidos. Entre esas reglas hay dos que merecen ser citadas de forma explicita: 1. La ciencia es el Unico lugar de conocimiento que no otorga ningdn valor a Ja apelacién a la autoridad del presente y del pasado, a Ja fe religiosa y politica y a los testimonios indivi- duales. 2. Aquellos que proponen una nueva teoria o afirman haber rea- lizado un descubrimiento deben aceptar Ja confrontacién con la comunidad cientffica, poniendo a su disposicién los resul- tados obtenidos y permitiendo a los cientificos que sometan a verificacién las afirmaciones realizadas. La ciencia moderna, en contraposicién a la magia, nace como saber publico, controlable, reproducible y verificable. Un saber uni- versal y fundamentado sobre el principio de la igualdad de las al Introduecién 141 a ea eR a a inteligencias. Cada individuo, sea hombre o mujer, puede acceder al conocimiento cientifico, un hecho imposible en el mundo de la magia, donde el saber, reservado a unos pocos elegidos, esta a disposicién de un restringido numero de personas (chamanes, brujos, sacerdo- tes) y se expresa con un lenguaje poco claro y no accesible a todos. Al elaborar un método para verificar y compartir el conocimiento, los cientificos lograron demoler las creencias sobre las que se habian fundado muchas de las disciplinas que hab{fan distinguido el saber humano antes de la aparici6n de la ciencia moderna, demostrando que las cosas no eran tan simples como parecia a primera vista: la Tierra no se mantenia inmovil en el centro del universo, el plomo no podia transformarse en oro, las especies no eran inmutables, el mun- do no habia sido creado seis mil afios antes, las profecfas de los profe- tas eran erréneas y muchos supuestos remedios médicos eran falsos, Obviamente no se produjo una transicién inmediata del error ala verdad. En el siglo xvil, las metodologias matematicas y experimenta- les tipicas de la ciencia moderna se elaboraron de forma simultanea a estudios que aun estaban estrechamente ligados al aristotelismo, a la magia, a la astrologia, a las doctrinas alquimicas y a muchas otras disciplinas que en la actualidad consideramos superadas. A menudo, de hecho, las creencias y los errores han seguido coexistiendo con los nuevos conocimientos cientificos, asi como en el caso de las teorias mas revolucionarias: Copérnico, por ejemplo, siguid pensando que los planetas estaban engarzados en esferas cristalinas, mientras que La- voisier nunca abandoné la idea de que el oxigeno era el elemento que se encontraba en la base de la constitucién de los acidos. New- ton estudié durante mucho tiempo la alquimia y también analiz6 las profecias b{blicas. La formacién de las teorfas es mas problematica y compleja de lo que querrian las reconstrucciones ldgicas, y siempre conviene evaluar el limite entre ciencia y pseudociencia en el contex- to histérico y nunca conforme a parametros contemporaneos. 12 Ciencia y creencias a ee ee SS La evoluci6n del pensamiento cientifico no consiste, por lo tan- to, en una exposicién de verdades que se han sucedido en el tiempo, como alin puede parecer hoy en dia, en muchos casos, con lo que aprendemos en la escuela, o mediante una divulgacion poco atenta a la complejidad de la historia. Sin embargo, al final, solo han tenido éxito ciertas teorias que han resistido diversas verificaciones y expe- rimentos. Por este motivo, cuando estudiamos fisica, solo examina- mos la ley de gravitacion universal de Newton, y no el millar de cartas dedicadas a los estudios alquimicos, aunque en su época ambos he- chos estuvieron estrechamente vinculados y la alquimia influy6 pro- fundamente en la construcci6n del sistema del mundo newtoniano, En la actualidad ain hay muchas personas que no son capaces de controlar los instrumentos culturales necesarios para comprender el modo en que funciona la ciencia y cémo se ha desarrollado a lo lar- go del tiempo. Un examen historico de la ciencia puede contribuir a devolver al discurso cientifico esa complejidad que lo ha caracteriza- do desde siempre, lo que nos permitira entender con mayor claridad cémo se puede distinguir una creencia de aquello que tiene un fun- damento basado en pruebas. Desde las niveles escolares mas basicos hasta llegar a los cursos universitarios, la ensefianza de las discipli- nas cientificas deberia ir siempre acompafiada de una reflexion sobre el desarrollo histérico de la ciencia. La ciencia ha demostrado que es el mejor instrumento que la es- pecie humana ha creado hasta el dia de hoy para conocer la realidad. Un instrumento esencial para el crecimiento de la sociedad y para el desarrollo de la democracia. Obviamente, la ciencia, al igual que la democracia, es una creacién humana y, por |\o tanto, imperfecta, falible, incierta. Ademas, esta sometida constantemente al peligro de los condicionamientos politicos, ideolégicos y econémicos. Por lo tanto, es necesario ejercer una forma de control constante de los mecanismos de su funcionamiento. Sin embargo, hasta este momento, Introduccién 13 a sa somes no hemos estado en condiciones de elaborar una forma de saber al- ternativa a esta, abierta a todos y capaz de garantizar, sin discrimi- naciones, las mismas posibilidades de acceso al conocimiento, y que sea susceptible de control, en el caso de que se produzcan errores 0 fraudes. Aunque estemos siempre dispuestos a poner en cuesti6n sus resultados, 0 nO queramoOs resignarnos a aceptar sus conclusiones, porque se contraponen a nuestras convicciones, nuestros deseos y nuestras esperanzas, la ciencia esta presente en la vida diaria, y es justo que como ciudadanos conozcamos su historia y las modalida- des, tedricas, experimentales e institucionales, con las que opera. En este libro se narran casos en los que las creencias se han concretado en adquisiciones cientificas, en relacién con disciplinas especificas. Casos muy diversos que hay que analizar teniendo en cuenta sus Caracteristicas particulares, evitando generalizaciones sobre el modo de proceder de la ciencia. En ocasiones, la investi- gacion ha alcanzado conclusiones casi definitivas, en ocasiones ha dejado la puerta abierta a nuevas posibilidades cuya direccién es dificil de prever. Por lo demas, como ha escrito uno de los grandes fisicos del siglo xx, Richard Feynman (1918-1988), la ciencia no es dogma, sino una duda e investigacion continuas. La ciencia, asi pues, contrariamente a lo que se puede considerar, necesita de una gran imaginacion y creatividad, ejerce una gran fascinacion, misterio y ofrece soluciones imprevisibles que, a pesar de todo, se demuestran como acertadas a nivel practico, no solo tedrico. Aquel que tenga el deseo, como esperamos que asi sea, de profun- dizar en estos argumentos, le recomendamos que consulte los conse- jos de lectura de la bibliografia final. Asimismo, hay un breve glosario que ofrece la explicacién de algunos términos presentes en el texto. Mas alla de las apariencias Astrologia y fisica Desde su aparicion en la Tierra, el hombre siempre ha dirigido la mi- rada hacia el cielo. Por lo tanto, no le costé darse cuenta de que las estrellas mantienen su posicion relativa en la béveda celeste a lo lar- go del tiempo. Desde el momento en que una de las caracteristicas de la inteligencia humana es identificar estructuras y dotar de significa- do a sefales confusas y desordenadas, se definieron, ya en eras muy antiguas, las primeras constelaciones a las que se quisieron atribuir las formas de divinidades, héroes, animales y objetos concretos. Con el paso del tiempo, los diversos pueblos vieron en la béveda celeste distintas imagenes que se ajustaban a sus convicciones y tradiciones. Una de las figuras mas antiguas trazadas en el cielo fue probable- mente la Osa (definida por nosotros como Osa Mayor), conocida también como «arado», «carro» o «gran cucharén». Una de las interpretaciones mas recurrentes, de hecho, tanto por parte de las tribus euroasiaticas como de las americanas, veia la Osa en las cuatro estrellas de la cavidad del cuchar6n seguida por tres cazadores, correspondientes a las tres es- trellas del mango. La mayor parte de las constelaciones adoptadas en Occidente tiene su origen en Mesopotamia. En los poemas homéricos, Ciencia y creencias 16 FIG. 1. La Osa Mayor en una ilustracién de Sid- ney Hall, de 1852. ademas de la Osa Mayor, se menciona a Oridn, junto con los cumulos estelares de las Pléyades y las Hiades, y a las estrellas Sirio y Arturo. Asi- mismo, los griegos inventaron muchas constelaciones. A medida que progresaba la observacién del cielo, se empez6 a pensar no solo que los fenémenos celestes tenian naturaleza divina, sino que el examen de aquello que sucedia en la béveda celeste revela- ba la ley de los dioses. Quiza los acontecimientos de la Tierra, gracias a las sefiales astrales relacionadas con los pueblos o con individuos concretos, podian comprenderse mejor e, incluso, podian preverse. Asi nacié la astrologia. Practicada ya ampliamente por los babilonios y los egipcios, la astrologia asumio las caracteristicas que conocemos mediante la interpretacion realizada en la cultura griega y helenistica, para luego extenderse al mundo islamico y, por lo tanto, al europeo, a partir de la Edad Media. En el Renacimiento, perfodo en el que paso a ocupar el centro de un renovado interés, fue reconocida como ciencia auténtica, Las constelaciones dispuestas en el zodiaco (es decir, el su- puesto recorrido del Sol en su aparente viaje en torno a la Tierra, en el que se mueven también la Luna y los planetas) asumieron especial relevancia. En el ambito astroldgico, el analisis de la posicién del Sol, de la Luna y de los planetas se empleé no solo con fines puramente Mas alld de las apariencias 17 cere ancssnacctes space Ban lle «aa eee astronomicos (por ejemplo, para construir los calendarios utiles para determinar el ciclo de las estaciones), sino también para definir los rasgos generales de la personalidad de un individuo, las tendencias de su comportamiento y, a nivel mas general, su futuro. La astrologia se basaba en un principio plausible y de sentido co- mun: si los astros influian de forma tan evidente en los fenémenos naturales, gpor qué no iban a condicionar también los acontecimien- tos humanos y determinar el caracter de los hombres? Sobre la base de este supuesto, también se consider6 la interacci6n entre macro- cosmos y microcosmos para encontrar correspondencias entre los planetas, las regiones del zodiaco y los érganos humanos, por lo que se convirtié en un punto de referencia para la medicina. Los fundamentos naturalistas sobre los que se basaba la astrologia empezaron a ponerse en tela de juicio en el siglo xvii, con la llegada de una nueva concepcion del universo y de su funcionamiento. Segun la teoria fisica de Arist6teles (284-322 a. C.), los planetas giraban en torno a la Tierra gracias al movimiento de las esferas sobre las que esta- ban engastados, formadas de éter, una sustancia cristalina, inalterable e incorruptible. La ultima esfera, la de las estrellas fijas, o primer mé- vil, representaba el ultimo limite del universo, que era concebido como cerrado y finito. El primer movil transportaba las estrellas fijas y, por lo tanto, todas las constelaciones, produciendo el movimiento que se transmitia a las demas esferas. E] motor inmévil, sin embargo, repre- sentaba el ser omnipotente que controlaba el movimiento de los cielos. Esta imagen del universo, de la que se apropio el mundo cristiano durante el medievo, integrandose con las verdades de fe que contenia la Biblia, empez6 a tambalearse con la teoria heliocéntrica de Nicolas Copérnico (1472-1543), expuesta en De revolutionibus orbium coeles- tium, publicado el 25 de mayo de 1543 (el dia de su muerte). Ademas de colocar el Sol en el centro del universo, Copérnico expuso un triple movimiento terrestre: rotacién en torno al propio eje; traslacién en 18 Ciencia y creencias sing Alem ti torno al Sol; y movimiento respecto al plano de la ecliptica, la linea media del zodfaco. Sin embargo, el cosmos de Copérnico aun estaba es- trechamente ligado a la tradicién aristotélica y se encontraba cerrado por la esfera de las estrellas fijas. Posteriormente, Galileo Galilei, en sy Sidereus Nuncius (1610), confirms la hipétesis de Copérnico, gracias a una serie de observaciones revolucionarias efectuadas con el catalejo entre el otofio y el invierno de 1609. Galileo determino la morfologia de la Luna, similar a la de la Tierra, la Via Lactea como cumulo de es- trellas, la existencia de los satélites de Jupiter y de estrellas invisibles a simple vista. Gracias a estas pruebas, se vino abajo la milenaria distin- cién entre mundo terrestre y mundo celeste, que no estaba constituido de quintaesencia, sino que estaba formado por una materia similar ala de nuestro planeta, segun Arist6teles compuesta por cuatro elementos fundamentales: aire, fuego, agua y tierra. HR t (ANTS, HAND. caper corns . a, 8 Ge fei fhe need , dda finautia, oacuia, gee 5a iy ~ FIG. 2. Correspondencia By eee penis iene, °° i : mainina Cua, " entre el microcosmos, 0 td e] cuerpo humang, y el Poe macrocosmos, o el zodiaco. Miniatura de los hermanos Limbourg (siglo xv). Bre i is : i, of ATT, BOO U { AMUN ea aquanis.s SS | faber. fret catia ct peat nate > Ale. SAA Apmis yrlett. hermanos "a fimmnnanes fant ha. Feprmimonains. Mas alld de las apariencias 19 Galileo Galilei Apasionado lector de los clasicos de |a literatura antigua y moderna, escritor, habil dibujante y laudista, Galileo Galilei (Pisa, 1564-Floren- cia, 1642) abandoné los estudios de medicina que habia iniciado $s en la Universidad de Pisa para “ay dedicarse a las matematicas.En #9” Te AB A ' i 4 1592 obtuvo una catedra en la ” | Universidad de Padua y con el —& + cambio de siglo se adhirié a la | teoria heliocéntrica de Copernico. En 1610, afio en que se publicéd 7) Fa ee ate Sidereus Nuncius, Galilei regres6 a la Toscana, donde fue nombra- _Salileo Galilei. Retrato de Tintoretto do profesor de la Universidad de (1605-1606). Pisa, ademas de matematico y fi- l6sofo del gran duque. Implicado en una polémica sobre la interpretacién de la Biblia, que el copernicanismo parecia poner en duda, en 1616 fue amonestado por el cardenal Roberto Be- llarmino, que lo invité a no defender !a verdad fisica de la teoria heliocentrica. A pesar de ello, Galilei publicé en 1632 el Dialogo sobre los dos maximos sis- temas de! mundo, su obra maestra en apoyo del sistema copernicano. Al afio siguiente fue procesado por el tribunal del Santo Oficio y obligado a abjurar. eee a a nae eee eee ee Eee EE Eee ee ee ee eee ee ee Sin embargo, la astrologia no se vio excesivamente influida por estas novedades del campo cientifico ya que era independiente de la constitucién fisica del mundo al que hacia referencia. Las posiciones celestes, de hecho, eran representadas exclusivamente como apare- clan vistas desde la Tierra. Desde las primeras revelaciones, los hom- bres se habfan dado cuenta de que el comportamiento de los plane- tas, observado desde la superficie terrestre, es anomalo y curioso: su distancia parece mutar; en ocasiones da la sensaci6n de que se detienen, 20 Ciencia y creencias cerca pent ee oe ee ee ee ee y en otras de que vuelven atras y cambian de velocidad. Por este mo. tivo, y con el fin de reconducir tales anomalias al interior del sistema aristotélico y mantener inmovil el principio de la circularidad de los movimientos celestes, el astrénomo y gedgrafo alejandrino Claudio Ptolomeo (c. 100-c. 170) habia introducido en el Almagesto, escrito en torno al afio 140, una serie de modelos planetarios geocéntricos que recurrian a complejos ardides técnicos para calcular y predecir de forma precisa las posiciones mutables de los planetas. De este modo, Ptolomeo habia trazado una distincidn fundamental entre la astronomia, cuyo objetivo era «salvar los fendmenos», y la fisica, que explicaba la auténtica constitucién del universo. Asimismo, el descubrimiento de que el cosmos era mucho mas amplio de jo que se habia creido tradicionalmente y de que no existia una de las esferas fijas no puso especialmente en crisis las conviccio- nes de la astrologia. El hecho de que las constelaciones no tuvieran consistencia fisica, y que las estrellas no se hallaran en el mismo pla- no (por ello, las imagenes que parecen formar solo son una aparien- cia), quedaba justificado por el hecho de que los signos del zodfaco constituian, en realidad, solo entidades simbé6licas, utiles para com- prender los mecanismos de la auténtica influencia astral ejercida en los hombres. El enfrentamiento entre partidarios de la nueva fisica y defenso- res de la astrologia estaba relacionado con las presuntas influencias debidas a la accién de los astros del sistema solar en la Tierra y, por consiguiente, en el ser humano. Segun la mayor parte de los protago- nistas de la revolucién cientifica, no existia ningun modo de determi- nar tales influencias porque eran inexistentes. A] oponerse a la teoria de los cuatro elementos de Aristételes, los nuevos cientificos recu- peraron las doctrinas del antiguo atomismo y defendieron la exis- tencia de particulas dotadas de propiedades radicalmente diversas con respecto a las de los cuerpos macroscoépicos. Las cosas no eran Mds alld de las apariencias 21 se a ec = como las interpretaban los sentidos de los hombres, sino que existia una distincién clara entre cualidades objetivas y cualidades subjeti- vas de los cuerpos. Por un lado, las cualidades subjetivas estaban re- presentadas por los colores, los sonidos, los sabores y los olores. Las cualidades objetivas, por otro, estaban relacionadas con una realidad totalmente distinta, inaccesible a los érganos de los sentidos, y cons- tituian las propiedades fundamentales de la materia; esas cualidades eran la dimensi6n, la forma y el estado de movimiento de las parti- culas primeras, es decir, los atomos. En resumen, toda la realidad era explicable sobre la base de los principios mecanicos. Las influencias de los astrologos representaban Gnicamente el legado de la tradicion magica y esotérica. El mecanismo, sin embargo, no podia explicar todos los fendme- nos fisicos y, en concreto, algunos que constitufan la base de la astro- logia, como el movimiento de las mareas, que desde la antigtiedad se habfa atribuido al ciclo lunar, y por lo tanto a la atraccién que ejercia nuestro satélite sobre los mares. Galileo intentd dar, sin éxito, una ex- plicacién exclusivamente mecdanica ya que consideraba la atraccion una mera supersticion. El paso decisivo en la resolucién de la cuestién de los influjos de los astros lo dio Isaac Newton y, paraddéjicamente, en el terreno que mas propicio era para los astrélogos. Segtin Newton, el mecanicis- mo tenia graves carencias que, a su modo de ver, eran también de orden teolégico. De hecho, un universo compuesto exclusivamente de atomos estaba vacio y frio, y no podfa explicar la presencia divina constante en todas las cosas. Newton sostenia, por lo tanto, que para explicar la extraordinaria variedad de los fendmenos naturales era necesario postular la existencia en el mundo de un «espiritu» parti- cular. De este modo revelé su deuda con la tradicion magica y, sobre todo, con la alquimia, ala que se dedicé durante toda su carrera, con- vencido de que en ella se hallaban los secretos de la religion originaria. iencia y creenctas 22 Ciencia y En el texto fundacional de la fisica clasica, Principios matematicos de la filosofia natural (1687), Newton formulé la teoria de la gravitacién universal, con la que describia una ley matematica relacionada con las proporciones de las fuerzas que regulan tanto el movimiento de los objetos de la Tierra, como el movimiento de los planetas, uniendo asi la fisica terrestre y la celeste. Segun Newton, existia una fuerza de atraccién universal que actuaba en linea recta entre dos cuerpos cualquiera. Tal fuerza, directamente proporcional al producto de las masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, era responsable simultaneamente de Ja caida de los cuerpos hacia el sue- lo terrestre y de las 6rbitas que trazaban los astros. A pesar de que sus estudios tenian estrechos vinculos con la tradicién hermética, Newton afirmé de forma clara que las fuerzas a las que hacia refe- rencia eran algo distinto a las cualidades ocultas que tanto espacio habian tenido en las filosoffas de la naturaleza renacentistas. De acuerdo con la teoria formulada por Newton por fin podia calcularse de forma precisa la accién ejercida por los planetas en la Tierra y sus habitantes, gracias a una formula matematica de carac- ter universal. Hoy en dia sabemos medir experimentalmente que la influencia de la masa de la comadrona en el momento del parto es infinitamente superior a la influencia de un planeta lejano que, en realidad, es del todo insignificante y, por lo tanto, carece de posible efecto. Por este motivo, los astrélogos tienden a no hablar de influen- cias, sino de correspondencias entre las configuraciones celestes y los acontecimientos humanos, a pesar de que no aciertan a indicar una causa natural que explique la correspondencia entre algunas configuraciones y ciertos hechos o rasgos de caracter de una perso- na. De modo que, al igual que lo que sucede con la homeopatia, no sé decir por qué funciona, pero funciona. En realidad, cuando se reali- zan controles estadisticos rigurosos se llega a la conclusién de que, en cualquier caso, independientemente de la presunta base fisica que Mas alld de las apariencias 23 isaac Newton Isaac Newton (Woolsthorpe- by-Colsterworth, 1642-Londres, 1727), después de ser admitido en 1661 en el Trinity College de Cambridge, del que fue elegido miembro en 1667, se dedicé a estudios de dptica, matemati- cas, mecanica y filosofia natu- ral. Sin embargo, en el transcur- so de su vida cultiv6é intereses por la alquimia, la cronologia biblica y las profecias. Desde 1669 fue titular de la catedra de matematicas de la Universidad de Cambridge. Socio de la Ro- Isaac Newton. Retrato de Godfrey Kneller yal Society desde 1672, enese (1689). mismo afho demostré que la luz blanca esta compuesta de ra- yos de diversos colores, cada uno de los cuales esta dotado de un angulo de refraccién propio. Su tratado Optica se publicd en 1704, y su otra gran obra, Phifosophiae Naturalis Principia Mathematica, en 1687. Newton tam- bién puso tas bases conceptuales para la creacion del calculo infinitesimal, algo que sera motivo de un duro enfrentamiento con Leibniz sobre la priori- dad del descubrimiento. Fue miembro del Parlamento, director de la Casa de la Moneda de Londres y presidente de la Royal Society. ewe ee eee ee eee ee ee ee ee ee ee eT Te srr rr errr as Soe ee ee ee eee ee eee eR ee eee eee eee es eee eee eee eee eee eens deberia explicar su funcionamiento, la astrologia no esta en condicio- nes de realizar una previsi6n significativa ni sobre acontecimientos futuros, ni sobre el caracter y el comportamiento de las personas. Asi pues, para entender quién somos y cual podra ser nuestro futuro es mas oportuno acudir a otras disciplinas, pero no a la astrologia. Los gobiernos, los medios de comunicacion y todos aquellos que tienen relacién con el mundo de la informacion harian bien en no olvidarlo. 24 Ciencia y creencias Se 2 ee Bee eB eT Be ER EE EP EE EB Be Fe EE EE Ee Ee RE Tee eB Ee ee ee ee ee ee ee ee ee EE eee ee La astrologia segun Leopardi En 1815, un joven Giacomo Leopardi (Recanati, 1798-Napoles, 1837), uno de los poetas y fildsofos mas destacados del siglo xix, escribid un Ensayo so- bre los errores populares de los antiguos (1815), en el que intenté presentar un cuadro de las falsas creencias, de los prejuicios y de las supersticiones del pasado. Dos afios antes habia redactado Historia de la astronomia, en la que habia exhibido todas sus competencias en la materia. Desde el momento en que empezo a cursar sus primeros estudios, Leopardi mostrdé un gran interés no solo por las letras, sino por el analisis del saber cientifico, rasgo esencial de toda su obra, y nos dejo una descripcion ejemplar de la relacién entre el hombre y la astrologia en el undécimo capitulo del Ensayo, que fue publicado pdostumamente en 1846. El cielo, que desde un principio no habia sino estimulado su capacidad de maravillarse, se convirtid en motivo de inquietud. Se pensd que los diversos movimientos de esos cuerpos brillantes, que refulgen en ta boveda azul del firmamento, podian tener alguna correlacién con el porvenir. El hombre habia conocido que la ciencia del futuro, una vez adquirida, le habria permitido evi- tar miles de peligros y obtener grandes ventajas. La curiosidad, la codicia y el temor lo empujaron a investigar para encontrar esta ciencia quimérica, y le impidieron percibir la absoluta insuficiencia de los medios que empleaba para conseguir este objetivo. Se vio que el Sol, al cambiar de posicién, daba pie a la diversidad de las estaciones, al crecimiento o estancamiento de los productos de la tierra, la variaci6n periddica de la temperatura del aire. Habia que observar este astro para saber cuanto tiempo faltaba para la cosecha, para que las hojas se marchitaran y el lobo bajara aullando de las montafas cubiertas de nieve. El hombre se dio cuenta de que los diversos movimientos de| Sol correspondian exactamente a diversos asuntos que sucedian en la Tierra. Después de esto no se tard6é demasiado en concluir que entre el cielo y la Tierra existia una relacion manifiesta, y que la parte inferior de} mundo dependia manifiestamente de la su- perior. Se extendié la influencia que el Sol ejercia en nuestro globo, en la Luna, en los planetas, en todas las estrellas; los astros se convirtieron en arbitros de los acontecimientos terrenales; la ciencia de sus movimientos pasé a ser con- siderada la del futuro. He ahi el origen natural de la astrologia. Para conocer la vanidad de este arte convenia haber hecho un gran numero de observaciones, que el tiempo no habia permitido realizar. Cuando se pudo hacerlas, cuando se wa RZ EE SR RR ee EE ee ET Eee ee ee ne Be ew eee EE Be eee EE Be eee ee Mas alld de las apariencias 25 See ee eee ee ee ee EE Ee ee ee ee ee ES Se EB ER ET EB Ee EE EK BB ee ee ee eee Ee eee ee eee pce ee ee ewe eee wee eee eee wa taases —_—— oe x Se se"82888 858 8 6 = ee eo = om # Giacomo Leopardi, retrato de Domenico Morelli (1845). ita ith tht et ‘, \ " i } ‘ | aM Jit \ SAKA i Ml i ! 1 i estuvo en disposicién de saber que los acontecimientos mas considerables no se correspondian de ningun modo con las leyes de la astrologia, ni con les di- versos cuerpos celestes, ya no habia tiempo de despojar a los astrélogos de su crédito, y a los pueblos de sus prejuicios. Este y aquel siguieron Su curso a pesar de la raz6n y la experiencia, y la supuesta ciencia del porvenir no dejo de ganar nuevos amantes, y se propagé con diversas formas; se creyd que el planeta Marte, puesto que se hallaba en mitad del cielo, empujaba a algunos a asesinar a otros con el acero, que la conjuncién del planeta con Venus provacaba adul- terios, que la conjuncién de Mercurio y Venus daba a luz a pintores, y que esta conjuncién en casa de Venus daba a luz a histriones. Venus en Capricornio, o en Acuario, era sefial infausta para las mujeres que nacian cuando ese planeta se - encontraba en esta posicion. Se creia que cuando Marte estaba en Aries, junto con Venus, hacia fuertes y delicados a los hombres que venian al mundo en el tiempo de esta conjuncion, Problemas para aquellos que nacian bajo el signo aciago de Escorpion. Su vida no podia ser feliz. |...] Era del todo natural que los antiguos temblaran cuando el Sol y la Luna se oscurecian de repente, y cuando un manto de tinieblas cubria de golpe la na- turaleza. Se trata de un fendmeno horrible en si mismo. Cuando una nube tapa el sol, se ve el cuerpo que oculta la luz. Pero cuando el astro rey se eclipsa, no x s ae ame Re eee ee EE Bee eee ——e eo Seas eee ee aan nee eee me yas ear terme yr ee ee nee i et et mm se gt = s Pe ee — eee eee eee — ee ee eee eee ee ee - — +, eee eRe ee ee eee eee Ciencia y creencias se ve ningun cuerpo que lo tape: el disco solar se oscurece y parece tefiirse de negro poco a poco, como un asCua @ punto de apagarse. Esta idea surge de forma natural en intelectos poco instruidos cuando se produce un eclipse. Los antiguos, de hecho, temian que el Sol y la Luna se apagaran al eclipsarse, 0 que corrieran cuando menos el peligro de extinguirse, y este temor no podia ser producto sino de ja ciencia. Pero esta, obviamente, fue precedida por los eclipses, y la prevencion, que siguid al fendmeno, impidié en gran parte el efecto de la ciencia, que no pudo extenderse tan rapido, Se dejé de temer por el Sol o por la Luna, pero se siguio tembiando por la Tierra. La violenta impresion de que los eclipses habian causado en los animos no desaparecié de las mentes de los mas sabios, El pueblo, y con él gran parte de los eruditos, miré los eclipses como un presagio infausto. [...] No menos duradero que el temor inspirado por tos eclipses, y mas GComun acaso entre los eruditos, fue el provocado por los cometas. Un cuerpo luminoso de forma extrafia, visto en una noche oscura en el cielo, acompafiado de una larga estela de fuego, o envuelto en llamas, es, en cuanto a su apariencia, un objeto malvado y aterradar. Si la ciencia ha tardado tanto en darnos nociones ciertas en torno a la naturaleza de los cometas, si aun no nos ha instruido como corresponde a la de sus colas, 4debe sorprendernas que nuestros antepasados de los tiempos de la ignorancia sé horrorizaran al ver un fenomeno nocturno, cuyo aspecto es, efecti- vamente, horrible, y lo considerasen un presagio funesto? [..] jCuantos vestigios de las supersticiones que los antiguos tenian acerca de los astros quedan aun en un siglo que se llama de las luces, y que lo es en lo que se refiere a la clase instruida! ;Cuantos locos hay que caiculan la cantidad de produc- tos de la tierra, la calidad de las estaciones y el resultado, incluso, de los grandes acontecimientos politicos a partir de las predicciones de un almanaque! j;Cuantos seres viles que se bautizan como astrélogos, cuyo patrimonio es la ignorancia comin, y que en un tiempo de luz contribuyen enormemente a mantener las ti- nieblas que enturbian las mentes vulgares, sembrando de ridiculos presagios sus miserables almanaques, tomandose la molestia de indicar diligentemente todas las lunaciones, aprovechando para obtener un sdérdido beneficio de los prejuicios que cada hombre iluminado deberia intentar destruir, y sin sonrojarse al publicar hechos quiméricos y absurdos, con el nico objetivo de engafiar al vulgo y de sacarle el dinero! Giacomo Leopardi, Ensayo sobre Jos errores populares de /os antiguos, publicado por Prospero Viani, Florencia, Le Monnier, 1846, —— eS eS Se - - - —= —— —— a —— a -_— = —= —— = —_——=—= <_< = = -=—=— = —— =e -_—= —-— ——_-_ = a Mas alld de las apariencias 27 ~ ~ oe — Alquimia y quimica La idea de que la complejidad de la naturaleza puede reducirse a unas cuantas sustancias simples (cuando no a una sola) se ha dado en muchas civilizaciones de la antigiiedad. Numerosos esquemas de definiciones de la realidad han tenido como base la distincidn entre grupos de propiedades y cualidades opuestas. En el pensamiento chi- no, el principio del orden universal (tao) viene determinado por la alternancia del yin y del yang, que en el orden ideal de la simbologia adivinatoria representan los pares y los impares. En el mundo de los sentidos, tales principios constituyen respectivamente la sombra y la luz, el calor y el frio, la pasividad y la actividad, y son responsables de todas las mutaciones que se hallan en la base de los fenémenos na- turales, como la alternancia de las estaciones o del dia y la noche. Sin embargo, existen doctrinas mas complejas, segun las cuales las sus- tancias materiales deben su origena las transformaciones de algunos elementos fundamentales, como el aire, el agua, el fuego, la tierra, o bien a principios especificos como el azufre y el mercurio. En Egipto, en India y en China, por ejemplo, pueden identificarse concepciones similares relacionadas con la estructura de la materia desde la apari- cién de la filosofia griega. Muchas de estas concepciones han consti- tuido la base de una forma concreta de saber, a medio camino entre la ciencia y el arte: la alquimia. La alquimia siempre se ha caracteriz terial y espiritual; por una parte, ha adquirido el papel de actividad concreta dirigida a la mejora de las técnicas relacionadas con la pre- paracion de las piedras preciosas, el tintado de las telas y el labrado de los metales; por la otra, se ha concebido como un medio capaz de la regeneracion yala salvacion. Tal du- forma emblematica por la busqueda stancia dotada de poder para ado por un doble valor, ma- conducir al ser humano a plicidad queda representada de de la piedra filosofal, una supuesta su 28 Ciencia y creencias transformar las sustancias humildes (plomo, estaho, cobre, hierro y mercurio) en metales preciosos (oro y plata), pero también capaz de dar al hombre la inmortalidad. Por este motivo, la piedra filosofal se ha conocido en ocasiones como el elixir de la vida. Antes de llegar a Europa, a mediados del siglo x11, la alquimia al- canz6é un gran desarrollo durante la época helenistica, entre la cul- tura bizantina y, sobre todo, en el mundo islamico. En el transcurso de las ultimas décadas del siglo xv, la alquimia conocié una época de resurgimiento gracias a la traducci6n por parte de Marsilio Ficino (1433-1499) del Corpus Hermeticum, una obra que recogia escritos muy complicados relacionados con la astrologia y otras disciplinas esotéricas, que se creia que contenian los secretos primordiales de la religion y de la filosofia. Considerado un libro antiquisimo, la autoria del Corpus se atribuye al mitico Hermes Trismegisto (es decir, tres veces grande), identificado con Tot, el fundador de la religi6n egipcia, dios de la sabiduria y de la medicina. Hasta el siglo xvIIl no empez6 a demostrarse que el texto se habia elaborado, en realidad, en la época alejandrina, en torno al siglo 11 o mI d. C. A principios del siglo xvi, la alquimia tuvo una época de gran di- fusién gracias a Philipp Theophrast Bombast von Hohenheim (1493- 1541), mds conocido con el nombre de Paracelso, que concibid el estudio de la materia en estrecha vinculaci6én con el saber médico y la preparacién de remedios farmacéuticos. Los principios basicos a los que hacia referencia eran el azufre, la sal y el mercurio, definidos también como «tria prima». Gracias a Paracelso, la alquimia se exten- dié por las universidades, sobre todo en las facultades de medicina, donde se fundaron los primeros estudios de quimica. Sin embargo, en los siglos XVII y xvilI muchos textos alquimicos estaban basados mas en un lenguaje poético, rico en metaforas, y en una iconografia simbélica, y dejaban en segundo plano la busqueda practica relacio- nada con el estudio de la materia y de sus transformaciones. Ademas, Mas alld de las apariencias 29 FIG. 3. Médicos en el lecho de un enfermo. Grabado en madera (1565). la interpretacién alquimica de los mitos antiguos fue muy amplia. También en este caso la interpretacién se alejé cada vez mas de las referencias concretas a las practicas de laboratorio, y lleg6 a asumir un valor espiritual o exclusivamente simbdlico, La quimica como ciencia especifica no vio la luz hasta el siglo xvi. Anteriormente se habia presentado como un saber emergente en cuyo interior coexistian, ademas de la alquimica, diversas tradicio- nes de investigacién muy distintas entre si, en especial la mineralogia y la metalurgia. Georg Ernst Stahl (1659-1734), superintendente de las regiones mineras de Turingia, intent llegar a una explicaci6n co- herente de los fenémenos relacionados con la combustién y la calci- nacién planteando la hipétesis de la existencia de un principio deno- minado «flogisto», responsable de la inflamabilidad de los cuerpos. Los quimicos del siglo xvi conocian bien pocas de las sustancias que hoy en dia clasificamos como elementos; muchas de ellas eran ya 30 Ciencia y creencias Mas alld de las apariencias 31 Vor i: te 7 FIG. 4. El alquimista. Grabado de Philips Galle a partir de una obra de Pieter Bruegel el Viejo (segunda mitad del siglo xvi). tu S . rs 7 i er ace ce pete ee MS Cact FXCKOR “Cem er rere : = ae =k MINES ER TA NATVBIS Mm sia | RES FERRE ET OPERARI NyALig. \-MALIS a rae Tvs LAP(DIs CARI YVILIS SED DENIQS RAR See | SERERRE NA: VISE = al VNICA RES. CERTA -VILIS.-— SED. VBIQS.)—OREPERTA oe 32 Ciencia y creencias FIG. 5. Joseph Priestley. Esta estatua en su honor se erigiéd en 1912 en Birstall (Yorkshire), donde nacio el quimico y fildsofo en 1733. conocidas en la antigiiedad: cobre, oro, plata, plomo, estafio y hierro entre los metales; carbono y azufre entre los no metales. Otros ele- mentos, como el zinc, el arsénico, el antimonio y el bismuto, fueron descubiertos por los alquimistas medievales. En general, despues de la revolucién cientifica del siglo xvu, la visién de }a materia por parte de los quimicos siguid basdndose en los cuatro elementos de Aristdételes y los tres principios de Paracelso, que asumian caracte- risticas distintas segun la teoria de referencia. E] objetivo era inten- tar reconducir, durante las operaciones de laboratorio, las sustancias complejas a tales elementos o principios. Por lo general, la transmu- tacién de los elementos, como la transformacién de Ja tierra en agua, era admitida sin especiales reservas ni perplejidad. En el transcurso del siglo se comprendi6, sin embargo, que el aire no era un elemento Mas alld de las apariencigs 33 LE SE OO LTS le i oN hte simple, sino que estaba compuesto por varios «aires»; en resumen, se descubrieron los gases. Sin embargo, los nuevos aires no posejan, para los quimicos de la época, las caracteristicas que en la actualidad jes atribuye la quimica contemporanea. En 1774, por ejemplo, Joseph Priestley (1733-1804) calenté dxido rojo de mercurio bajo una cam- pana y obtuvo un nuevo gas que tenfa la capacidad de mantener la combustién de forma intensa. Se trataba del oxigeno, que Priestley, recurriendo a la teoria de Stahl, llamé «aire deflogistizado» al consi- derar que carecia de flogisto. Mientras tanto, Carl Wilhelm Scheele (1742-1786) aislo el mismo aire, de un modo del todo distinto, y lo llamo «aire de fuego». En el pasado, el azufre habia sido definido aire amefitico» o «flogistizado», y el hidrégeno aire «inflamable». Antoine-Laurent Lavoisier (1743-1794) fue el primero que se dio cuenta de que Ja materia debia ser estudiada de un modo distinto al tradicional, utilizando un enfoque cuantitativo e instrumentos que pudieran verificar ]a evolucién de las practicas de laboratorio. Gra- cias al empleo de balanzas y de otros aparatos adecuados para me- dir con precisién lo que sucedia en una reaccién quimica, Lavoisier demostr6o que en un compuesto la masa total de las sustancias obte- nidas era idéntica a la de los reactivos iniciales. Todo esto habria de quedar sintetizado en la formulacidn del principio de conservacion de la masa: «la materia no se crea ni se destruye, se transforma». De este modo, Lavoisier demostré la imposibilidad de la transmutacidén de los elementos, que los alquimistas tenian en tan alta estima. Lavoisier lleg6é a comprender ta naturaleza de los distintos aires descubiertos hasta entonces, y proporcion6 la descripcién de la com- posicién de la atmésfera: se trataba de una mezcla de gas formado Principalmente por oxigeno y nitrogeno, Posteriormente demostré que el agua estaba formada por la unién de dos sustancias BSInen tales que denomino «hidrégeno» (generador de agua) y «oxigeno» (generador de acidos), de los que también fue capaz de determinar Ciencia y creencias Antoine-Laurent Lavoisier Durante su juventud, Antoine-Laurent Lavoisier (Paris, 1743-1794) estudié derecho y ciencias simultaneamente, y quedo muy afectado por el estado en el que se encontraba la quimica. En 1767 realiz6 un importante viaje por el este de Francia junto con el mineralista Jean-Etienne Guettard. Al ario siguiente fue nombrado miembro de la Academie des Sciences de Paris. Entretanto obtuvo el cargo de recaudador general en la Ferme Générale, el sistema para la recaudacion de impuestos direc- tos por medio de lici- tacidn, que era objeto de una gran impo- pularidad. En 1/771 se caso con Marie- Anne Pauize, hija de Jacques, recaudador general y director de la Compania de las Indias. La mujer ha- bria de ser una valio- sisima colaboradora de Lavoisier, ya que se encarg6é de la tra- duccién de textos de quimica del inglés, lengua que Lavoisier no dominaba. A lo largo de su carrera, recibio varios recono- cimientos y encargos, también de naturaleza politica. Durante la Revolucion francesa, entre el 25 y el 28 de noviembre de 1793, los recaudadores generales fueron arresta- dos. Lavoisier fue guillotinado el 8 de mayo de 1794. Antoine-Laurent Lavoisier, grabado de C. E. Wagstaff (1835). secre eT EE Ee nn Mas alld de las apariencias 35 Se rn nee rr ae las proporclones: 85 partes de oxigeno y 15 partes de nitrégeno. Des- pues de mucho tiempo, el agua dejé de ser un elemento. La nueva teorifa de Lavoisier alcanzé la Culminacién en dos obras fundamentales. La primera, dedicada a la reforma de la nomenclatu- ra quimica, fue publicada en 1787 junto con Louis-Bernard Guyton de Morveau (1737-1816), Antoine-Francois Fourcroy (1755-1809) y Claude-Louis Berthollet (1748-1822), Se establecieron las bases de un nuevo lenguaje para la disciplina, alejado de la confusién termi- nolégica que caracterizaba los textos alquimicos, en los que una mis- ma sustancia podia ser designada con diversos nombres. Dos afios mas tarde, en 1789, poco tiempo antes del estallido de la Revolucién francesa, se publicé el Tratado elemental de quimica. En esta obra, Lavoisier presento una «tabla de las sustancias simples», designadas de acuerdo con el nuevo lenguaje. Los elementos, por lo tanto, se de- . finian conforme al resultado obtenido de operaciones de laborato- rio puramente analiticas y se fijaban de un modo aprioristico, como sucedia en la fisica aristotélica 0 en la tradicion alquimica. Mientras que los principios de la tradicién tenian un caracter definitivo, los elementos de Lavoisier posefan un valor totalmente provisional. Al principio aislé treinta y tres, algunos de los cuales se hallaban lejos de adquirir una forma que nos resulte familiar. Lavoisier planted la hipétesis de que las sustancias simples establecidas por el habrian podido dejar de ser tales, o bien aumentar, en funcion de los avan- ces de los analisis quimicos. Y los cambios en la investigacion abun- daron en esta direccion. Gracias a las investigaciones de Lavoisier, la quimica realiz6 grandes avances desde el punto de vista tedrico, que llevaron a la enunciacién de importantes generalizaciones: en 1794, por ejemplo, Joseph-Louis Proust (1754-1826) enuncid la ley s: «En cualquier sustancia compuesta, entes se hallan en una relacion aclarar de una vez por todas de las proporciones definida las cantidades en peso de los compon definida y constante». Esto contribuyo a 36 Ciencia y creencias —— —<————$ la diferencia entre compuestos y mezclas. E] camino que quedaba por recorrer atin era largo, pero la alquimia, como habia sucedido ante- riormente con la astrologia, habia dejado de ser una ciencia. Homeopatia y medicina A finales del siglo xvi, curarse de una enfermedad no era una ex- periencia muy agradable. A pesar de que a partir de la revolucién cientifica se realizaron grandes avances del saber en los campos de la anatomia y la fisiologia, la practica clinica de estas especialidades no habia evolucionado demasiado con respecto a los conocimientos de los antiguos. El diagndstico de las enfermedades atin se basaba en la teorfa de los humores (sangre, flemas, bilis negra y bilis amari- lla). El objetivo del médico era el restablecimiento del equilibrio del cuerpo humano, eliminando los humores nocivos que se presuponia que eran el origen de la enfermedad. Esto sucedia, en general, gra- cias al empleo de practicas muy debilitadoras como las sangrias y la administraci6n de purgas, eméticos y diuréticos. Los éxitos de estas medidas no eran muy destacados. Hacia finales de siglo, un médico originario de Sajonia, Samuel Hahnemann (1755-1843), creo un método que se alejaba de las prac- ticas terapéuticas tradicionales. Su busqueda tomé impulso tras la lectura de un texto de William Cullen (1710-1790), Tratado de mate- ria médica (1798), en el que se describfan las propiedades de la qui- na, cuya corteza se utilizaba para el tratamiento de la malaria. Como las causas del efecto beneficioso de la planta no se conocian, Hahne- mann decidié observar los efectos de la quina en un individuo sano: él mismo. Comprob6 que la sustancia provocaba sintomas muy simi- lares a los de las personas que hab{an contrafdo la malaria: fiebre, mareos, debilidad. Dedujo que la quina podfa curar la malaria porque provocaba al individuo una enfermedad similar capaz de eliminar Mas alld de las apariencias 37 FIG. 6. Plantas, flores y frutos del género Cinchona, que proporciona la quina. llustracién de 1895. la presente. Decidid, por lo tanto, denominar este enfoque terapéu- tico, ya presente en la medicina de Paracelso, con el nombre de ho- meopatia (del griego dmoios, ‘similar, y pathos, ‘sufrimiento’), que 38 Ciencia y creencias —— podia expresarse con la sentencia similia similibus curantur, o bien «los similares se curan con los similares». Por consiguiente, definjé la medicina tradicional como «alopatica» (del griego dilos, ‘diverso’), porque funcionaba basandose en el principio de los contrarios, A partir de estas premisas, era fundamental el anilisis de los sin- tomas que se manifestaban en una persona, independientemente de] origen de la enfermedad, y la identificacion de las sustancias que po- dian producir los mismos sintomas que la patologia que se pretendia curar. Para Hahnemann no era necesario estudiar las causas de los trastornos, sino que era determinante redactar una lista lo mas com- pleta posible de los sintomas provocados por determinadas sustan- cias en los individuos sanos, con el fin de poderlos utilizar para sanar alas pacientes enfermos. Otro aspecto determinante era el relacionado con el modo en que se suministraban los remedios homeopaticos. ;Cual era la cantidad correcta que habia que tomar de una sustancia para que surtiera efecto? Muy a menudo, los preparados parecian resultar nocivos y sin efectos curativos. Hahnemann se convencié de que para combatir la enfermedad, y permitir que el espiritu vital se reactivara, era necesa- ria una dosis blanda del remedio itil. Elaboré un procedimiento con- creto que consistia en tomar una pequefifsima parte de la sustancia curativa y diluirla en una parte mucho mas grande de agua 0 alcohol. La dilucién se definia progresivamente a partir de una relacion muy concreta, que debia ser de 1 a 100: a una parte de la tintura madre se le afiadian 99 partes de solvente. Una vez efectuada esta operacion, el producto se sometia a un proceso de agitacién enérgica con el fin de lograr la dispersién del farmaco. Para obtener el mejor resulta- do posible desde un punto de vista terapéutico, este procedimiento se repetia al menos 30 veces. Hahnemann escribié diversos textos, pero su obra mas importante de perfil tedrico fue el Organon del arte de curar, cuya primera edici6n se publicé en 1810. Al ano siguiente tea aie; ce Mas alld de las apariencias 2 RES emer Sanaa — —— er 39 FRASCOS DE CIEN GOTAS sy SOLUCION 5¢H BASE ce cr e e O o = <=]; DILUCIONES DILUCIONES DILUCIONES FIG. 7. El procedimiento de dilucién ideado por Samuel Hahnemann, base de la homeopatia. Amedeo Avogadro formuld por primera vez el principio que demos- traba que la teoria de Hahnemann se fundamentaba en bases que no se ajustaban al perfil cientifico. Tras la elaboracién por parte de Lavoisier de una tabla de las sus- tancias elementales, cuyas combinaciones daban origen a la increi- ble variedad de los compuestos, y la formulacién de la ley de las pro- porciones definidas por parte de Proust, John Dalton (1766-1844) planted la hipétesis segtin la cual los elementos podian estar consti- tuidos por particulas fisicamente indivisibles y no homogéneas, los atomos, a cuya diversidad se atribuian las diferentes caracteristicas de las sustancias. Dalton sefialé que las relaciones atomicas podian expresarse en proporciones numéricas simples y enteras. Avogadro enlazé la teorfa atomica de Dalton con la ley sobre la combinaci6n de los volimenes gaseosos formulada en 1809 por Joseph-Louis Gay- Lussac (1778-1850): «Cuando dos gases reaccionan y el producto de la reaccién es gaseoso, los volimenes del gas reactante y el volu- men del gas producido, en las mismas condiciones de temperatura Y presién, guardan relaciones simples entre ellos». Parecia natural 40 Ciencia y creencias ——_—_- —$_-————- S$ suponer que tales relaciones entre volimenes de gas fueran debidas a una simplicidad de relaciones entre los atomos a nivel microscépi- co. Avogadro desarrollé la idea de esta correspondencia en la gene- ralizacion a la que debia su fama universal: «Volimenes iguales de gases diversos, en las mismas condiciones de temperatura y presion, contienen un nimero idéntico de particulas». Se trata de una de las Amedeo Avogadro Tras licenciarse en derecho, Amedeo Avogadro (Turin, 1776- 1856) se dedicé al estudio de las ciencias y realizO una serie de investigaciones notables en el ambito de la fisica y la quimi- ca que, no obstante, no fueron tomadas en consideracién por la Academia de las Ciencias de Turin, que las juzgo demasiado tedricas. En 1809 fue nombrado profesor de fisica del colegio de Vercelli. En este periodo realizo la formulacion de la famosa hi- pétesis, publicada por primera vez en 1811. En 1819 fue elegi- do miembro de la Academia de las Ciencias de Turin y al afio si- guiente logré la catedra de Fisica Sublime en fa universidad, que le fue retira- da en 1821 por ios movimientos revolucionarios. No regresé a la ensenanza hasta 1834. En el primer congreso internacional de quimica, que se celebro en la ciudad alemana de Karlsruhe en 1860, su idea mas importante se con- virtié en un principio reconocido por la comunidad cientifica internacional, lo que abrié el camino para la creaci6n de la tabla periddica de los elementos y de la determinacion de la «constante de Avogadro». Amedeo Avogadro, dibujo tomado de un manual ruso de quimica. a — ee EE ee Ee EE eee ee a eee ee re ee ee ee ee eee eee eee PSB BFP ST BB EE RE EB eee ee Mas allé de las apariencias 41 Se eee nn RS pena eee niece leyes mas famosas de la ciencia y que constituye la base de la teoria atomica moderna. Pero {qué relacién guardan el principio de Avoga- dro y lateoria de las diluciones de Hahnemann? La respuesta es muy sencilla: el principio nos permite calcular el numero de moléculas presentes en una soluci6n tras cada dilucién, hasta el momento en que en la soluci6n ya no queda ninguna molécula de la sustancia jnicial, la cual debia ejercer la accién curativa: en esencia, sabemos que en los preparados homeopaticos solo queda agua, ya que cada vez que se disminuye en una centésima parte la concentracién de una solucién, en esta solo queda una centésima parte de la sustancia disuelta. Sin embargo, habrian de pasar muchos ajfios para que la hipé- tesis de Avogadro fuera aceptada por la comunidad cientifica, asi como la teoria at6mica en su conjunto. Hasta principios del siglo xx los cientificos no se convencieron de la existencia de los atomos. En 1811, Avogadro no habia establecido una cifra relativa al nime- ro de moléculas a las cuales debia hacer referencia su hipdtesis. Al cabo de un siglo, Jean-Baptiuste Perrin (1870-1942) establecio de manera precisa la Hamada constante de Avogadro, igual a 6,022 x 1073. De este modo, la ley de Avogadro se aplico al «mol», la unidad de medida de la cantidad de sustancia. En la practica, una canti- dad de sustancia es igual a un mol cuando contiene un numero de particulas igual al valor numérico de la constante de Avogadro. A partir de ese momento fue posible afirmar con precision que, en el procedimiento homeopatico, tras la primera dilucién centesimal, el numero de moléculas presentes de la sustancia disuelta es igual a 6,022 x 1021, en la undécima dilucién 60,22, y en la duodécima 0,6022 (correspondiente mas 0 menos al 50 por ciento de probabi- lidades de que en Ja solucién no haya ni una molécula del producto inicial). Es facil entender qué puede contener un producto llevadoa la trigésima dilucién centesimal. 42 Ciencia y creencias Hahnemann no conocia el principio de Avogadro y, por lo tanto, puede comprenderse y justificarse su interpretaci6n errénea si la gj. tuamos en el contexto cientifico de la época. Su visién de la enferme. dad era mas filos6fica que cientifica. Lo que importaba no eran Jos conocimientos que se podian adquirir en el campo anatémico y fisio- légico, sino la idea, por vaga que fuera, de que la actividad del cuerpo humano estaba regulada por un principio vital cuyo debilitamien- to alteraba Ja armonia natural del individuo. Si esta idea atin podfa ser utilizada como esquema interpretativo a principios del siglo xtx, dada la escasez de conocimientos que existia en la época, en la actua- lidad, obviamente, sabemos que no es efectiva para la cura de ningu- na enfermedad. Del mismo modo, no debe ser motivo de sorpresa la difusién de la homeopatia en el siglo x1x, que pas6 a representar una alternativa valida a los remedios terapéuticos tradicionales. Hasta mediados de siglo no se produjo un Salto decisivo hacia delante en el Ambito de los conocimientos médicos en el perfil teérico y experi- mental de suficiente nivel para dar pie a una revolucién en el campo del diagnéstico y de la curacién de Jas enfermedades. Pero hasta ese momento, utilizar una terapia que evitaba purgas 0 sangrias tenia probabilidades de éxito en algunos casos —a pesar de que no pro- porcionaba ningun principio curativo sino solo agua— de ser mas eficaz que la tradicional: por ejemplo, durante las graves epidemias de célera, los remedios provocaban la induccién del vomito, lo cual agravaba la deshidratacién. Sin embargo, en la actualidad no tiene ningun sentido recurrir ala homeopatia, a menos que se la considere un placebo cualquiera. Con el término placebo (forma futura del verbo latin placere, li- teralmente «complaceré») se indica una sustancia o terapia sin prin- cipios activos o inerte que, sin embargo, puede provocar un efecto similar al de una accién farmacolégica realmente eficaz, algo imputa- ble a las expectativas o a la fe que el paciente deposita en tal sustancia Mas alld de las apariencias 43 eS a prea o terapia. Para evaluar las posibilidades de un efecto placebo, en el mundo de la investigacion farmacoldgica se ha puesto en practica un procedimiento denominado «doble ciego». Este prevé que la mitad de los componentes del grupo seleccionado para la experimentacién de un farmaco reciba un placebo, y que nj el médico que lo suministra ni los sujetos que participan en la experimentaci6n sepan si el pro- ducto suministrado es el farmaco 0 el placebo. En el estado actual de la investigacién, no existe ningun estudio reconocido por la comunidad cientifica que demuestre que la efica- cia de la homeopatia sea superior a la de un placebo cualquiera. La experiencia individual, o aquello que nos cuentan porque «a mi me han dicho que...», no puede ser un motivo suficiente para reconocer la validez de una terapia. Por este motivo, la homeopatia no puede ser sufragada por los servicios sanitarios nacionales. Aquel que toma una decisién a partir de una elecci6n personal, siendo la libertad en la eleccién del tratamiento un principio fundamental de la sociedad civil, y elige tomar sustancias cuya eficacia no ha sido comprobada, podra hacerlo exclusivamente por cuenta y riesgo propios. Sin em- bargo, conviene recordar que, en el caso de que se trate de un pro- genitor, este tiene responsabilidad respecto a un menor, y puede ser muy peligroso para la salud de un nifio abandonar un tratamiento que ha dado resultados ciertos y verificables en favor de otro que carece de evidencias cientificas. Por desgracia, cuando se realiza esta eleccién, se confunden el mal funcionamiento de la sanidad, que es un problema politico y economico, 0 experiencias negativas en la co- Municacién con el propio médico, con el pediatra o con el personal hospitalario relacionadas con su formacion psicoldgica y de apti- tud— con el método segiin al cual es posible determinar la eficacia de Una terapia. Por muy dificil que resulte, deberiamos intentar mante- her ambos aspectos separados. Naturaleza y vida Creacionismo y evolucionismo Durante mucho tiempo, la Biblia representé para el mundo cristiano el libro de las verdades religiosas y el de los conocimientos naturales. Partiendo de la base de una tradicién exegética que se remontaba a los primeros siglos después de Cristo, la edad del universo, que coincidia con la de la Tierra y del hombre, se calculaba en unos seis mil afios. En general, se consideraba que el diluvio universal habia sucedido en torno a 2300 a. C. Tras la catastrofe, los descendientes de los tres hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, repoblaron el mundo y colonizaron respecti- vamente Asia, Africa y Europa. Tras el descubrimiento de América, se intentd explicar cémo podfa haber Ilegado el hombre al Nuevo Mundo, asi como las especies de animales que se habian salvado al subir al arca. La cronologia biblica no fue puesta en tela de juicio por la revo- lucién astronémica. Isaac Newton, por ejemplo, al igual que muchos de sus contempordaneos, se dedicé con afan al analisis de la Biblia y al estudio de la historia del mundo, y permanecié anclado en la cronologia tradicional. Analizé las profecias que contenian los textos Sagrados, y se concentré en concreto en la interpretacién del libro del Apocalipsis, con la intencién de determinar la fecha del fin del Mundo. Seguin la tradicién, la naturaleza que se presentaba a ojos de Continua en la p. 48 46 Ciencia y creencias Naturaleza y vida Leonardo geologo La gran pasion por el conocimiento que distinguiéd a Leonardo da Vinci (Vinci, 1542-Amboise, 1519) lo llevo a la observacién de la naturaleza en todos sus aspectos, esa naturaleza que es una suma maestra porque «ningun efecto esta en la naturaleza sin motivo», y a sentar las bases del método inductivo y experimental. Las cerca de siete mil paginas llenas de anotaciones y de dibujos con minuciosas descripciones fruto de sus especulaciones nos ofre- cen una vasta panoramica de sus intereses sin limites. Estas paginas fueron organizadas por aquellos que las adquirieron y hoy en dia, recogidas en una veintena de volumenes, se las conoce como «cédices». Si sus estudios anatomicos pueden observarse en el Codice Windsor y los de pintura en el Cédice Urbinate, en el Codice Atlantico, uno de los mas famosos y conservado en Milan, y en el Codice Leicester, adquirido en 1994 por Bill Gates, se pueden seguir los pasos que dio Leonardo en el campo de la geologia y la paleontologia, ambitos en los que empezo, por asi decirlo, de cero, en vista de que ignoraba los conocimientos grecolatinos, y bajo la carga de los dogmas de la Iglesia, que durante mucho tiempo puso trabas al desarrollo de la geologia porque los nuevos conocimientos cuestionaban la narraci6n biblica del diluvio universal. Dedic6é especial atencién al estudio de los fdsiles: llegé a plantear la hipdédtesis de grandes devastaciones geoldgicas ocurridas en un pasado y rechazé la idea de que la presencia de conchas en la montana fuera la prue- ba del diluvio universal. Su teoria se veia respaldada por el profundo cono- cimiento de las leyes de la hidrodinamica, que le permitid teorizar sobre el movimiento de las olas del mar y el desplazamiento y el peso de las aguas. Es interesante tener en cuenta que Leonardo quiso trasladar algunas observaciones geoldégicas a sus telas: por ejemplo, en la Virgen de las rocas, conservada en el Louvre. En la Virgen de las rocas (1483-1486, Louvre, Paris), Leonardo decide colocar el grupo de la Virgen con Jestis, san Juan y el angel en un paisaje rico en deta- Iles, que son el resultado de sus observaciones en el Ambito de la geologia y la botanica. Ae eee RRR ww Ee ER Eee ee ee ee eee Pew ee ee te ee Ree ee Be ee Pe ee ee we eB BeBe ee ee ee ee eee eee eee ee ey - -_ sh 28 ee TSS SA KR eee eee ee eee eee eee eee we ee eee ne ee ee ee ee eee ee ee eS ee ew ee ee ee eee ee eee ee ee eee Se ewe em eee eee See ee meee My ceed e wen eb Ee Se ean ek eee ee eK eS Se ER eee eee Cee te Te eee we eee eee ow eae rr PSE RP PET Be EE ee eee ee eee eee ee eee ee eee eee 48 Ciencia y creencias los hombres del siglo xvii era mas 0 menos similar a la que habja Salido de las manos de Dios en el momento de la creacién. El objetiyo de los estudiosos consistia, por lo tanto, en la clasificacién de los anima- les, plantas y minerales de todas las regiones del planeta. Se trataba de realizar un gran inventario del mundo. El numero de las especies existentes en la naturaleza era claro, predeterminado y organizado conforme a una «escala de los seres», un conjunto de formas que se transformaban gradualmente unas en otras, pero sin relaciones dj- rectas entre ellas desde el punto de vista evolutivo. Cada mineral, planta y criatura tenia su lugar preciso y preestablecido en la escala, Desde este punto de vista, los fésiles no podian considerarse do- cumentos de la historia de la naturaleza, por el simple hecho de que las especies animales y vegetales carecian de historia y siempre eran idénticas a si mismas. Los fésiles, por lo tanto, no eran restos de orga- nismos que habian vivido en el pasado, sino que representaban una de las variadas producciones del reino mineral. En el siglo xvI, Leo- nardo da Vinci, en varias paginas del Cédice Atlantico y del Cédice Leicester en las que describia los fenédmenos de erosién y sedimen- tacion provocados por las aguas (marinas y metedricas), sostuvo que los fésiles de origen organico se encontraban en los estratos rocosos a raiz de inundaciones parciales y repetidas de las tierras emergidas, y no a causa del diluvio universal. Por desgracia, las reflexiones del genio toscano quedaron confinadas a los manuscritos y no tuvieron Ja oportunidad de convertirse en una opinién extendida. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo xv, un nume- ro cada vez mayor de estudiosos empez6 a rechazar la idea de que los fésiles eran simplemente una broma de la naturaleza, que se divertia imitando formas parecidas a las de seres vivos, y los consideraron restos petrificados de plantas y animales. La presencia de fésiles en los diversos estratos que componian el suelo terrestre constituia !a prueba de que esas capas se hab{an ido formando una sobre otra co? Naturaleza y vida 49 el paso del tiempo, mientras que las diversas fracturas e inclinacio- nes, responsables de la variedad del paisaje terrestre, se atribuian a acontecimientos naturales como los terremotos y las erupciones vol- canicas. Esos hechos parecian haber influido en el destino de muchas especies animales pertenecientes al pasado que, con toda probabili- dad, habian dejado de existir para siempre. Tal y como habia sucedido en el campo de las ciencias astronémicas y fisicas, con la aparicion de nuevas pruebas y documentos, los naturalis- tas tuvieron el valor de romper el vinculo de subordinacién que unfa la historia de la Tierra a la historia sagrada. Asi, se empezaron a propagar cronologias mucho mas largas que Ia biblica, que planteaban la posibi- lidad de un pasado de decenas de miles de afios, cuando no millones. Se esbozaron también las primeras teorias sobre la formacién del planeta, provocada quiza por la colisién del Sol con un cometa. Con la expansion de los tiempos y, sobre todo, con la separacién de la historia del universo con respecto a la de la Tierra y el hombre, surgié una pregunta concre- ta que necesitaba respuesta. Si la vida no parecia haber surgido en el momento de la creaci6n del universo, ;cuando habia nacido? zY cuando habia hecho el hombre su aparicion en el teatro del mundo? Las respuestas fueron diversas. La dilatacion del pasado no coin- cidié automaticamente con la adopci6n de una perspectiva evolucio- nista. Segtin Georges Cuvier (1769-1832), uno de lo fundadores de la anatom{a comparada y de Ja paleontologia, la historia de la Tierra se habfa caracterizado por una serie de fases normales alternada con Catastrofes bruscas a las que cabfa atribuir la responsabilidad de la extincién de las especies en el tiempo. Este era el motivo por el que las profundidades de la Tierra custodiaban los restos de seres tan diversos a los actuales. Pero no existia ninguna posibilidad de que los organismos vivos hubieran evolucionado con el paso del tiempo ya que tras las cat4strofes se habian producido nuevas creaciones di- vinas, E] hombre constitufa la ultima de estas creaciones y su historia 50 Ciencia y creencias me se narraba en el libro de la Biblia. Prueba de la juventud de la especie humana era el hecho de que las investigaciones efectuadas hasta ep. tonces no habjan sacado a la luz fosiles atribuibles a hombres antj. guos, que habian vivido mucho tiempo antes que los acontecimientos narrados en los textos sagrados. No obstante, otros estudiosos que divergian de Cuvier estaban con- vencidos de que las especies se habian transformado en el transcurso del tiempo. Seguin Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829), los cambios que se produjeron en el entorno provocaron nuevas necesidades a las que los individuos de cada especie reaccionaban utilizando sus organos de forma distinta, que, por lo tanto, se modificaban como consecuencia del uso y el desuso. Las modificaciones adquiridas se transmitian a las ge- neraciones posteriores por via hereditaria. Uno de los ejemplos mas clasicos es el de las jirafas: con el paso del tiempo estos animales habian desarrollado un cuello cada vez mas largo debido a los esfuerzos realiza- dos para llegar a las hojas de los arboles hasta alcanzar las dimensiones Teoria de Lamarck Anlepasado estira el cuello y al estirarlo este al cabo de originariamente para alcanzar se alarga muchas | de cuello corto las hojas mas progresivamente generaciones los descendientes tienen el cuello largo altas al cabo de muchas generaciones, la seleccién natural 6| URE nivel favorece los cuellos variable 8 interno, pero muestra un incrementa mas largos Originalmente\? 4 las jirafas oe la caracteristica favorable tienen el se transmite a la general 4 cuello de generacién posterior en de la long! del cusllo diversa longitud una mayor proporciOn da ao FIG. 8. Comparacién de las teorfas sobre la evoluci6n de Lamarck y de Darwin. Naturaleza y vida 51 cee as actuales, Y habian transmitido de generacién en generacion, por via hereditaria, el caracter adquirido basandose en la accién realizada. La transformacion de una especie en otra, por lo tanto, solo podfa suceder en periodos muy largos y no a causa de catastrofes sibitas, Lamarck creia que la evolucién segujia un recorrido prefijado de- pido a una suerte de impulso interno de los organismos, Sin embargo, Charles Darwin neg6 que la evolucién pudiera tener una tendencia innata hacia una direcci6n concreta. Durante el célebre viaje alrededor del mundo a bordo del bergantin Beagle, realizado entre 1831 y 1836 en calidad de naturalista y acompafiante del capi- tan Robert Fitzroy (1805-1865), Darwin llego ala conclusién de que la historia de la Tierra se habfa caracterizado, mas que por las catas- trofes, por una lenta y constante sucesion de acontecimientos natu- rales, como el movimiento inexorable de las aguas. Acontecimientos que habian requerido de mucho tiempo para producir variaciones significativas. En este proceso que llevé a Darwin a sentar las bases de sus ideas en el ambito geolégico, el cientffico se vio influido por la teoria de Charles Lyell (1797-1875), que habia propuesto y desarro- llado la hipétesis, planteada también por James Hutton (1726-1797), segtin la cual los cambios morfolégicos del globo se habian debido, sobre todo, a una serie de causas uniformes y continuas. A su regreso a Inglaterra, Darwin, que se valié de sus numerosas observaciones, en particular de las realizadas en las islas Galapagos, empez6 a elabo- rar la teoria de la evolucidon. Pero los problemas geoldgicos siguieron representando un punto de referencia esencial para su reflexion. A pesar de haber abandonado rapidamente la idea de la inmutabi- lidad de las especies y de haber sometido a critica el mecanismo evo- lutivo propuesto por Lamarck, Darwin no publicé su obra clave hasta 1859: El origen de las especies mediante la seleccién natural, cuya pri- mera edicién de 1250 copias se agoté el mismo dia de su aparicion. Darwin era un hombre prudente y consideraba necesario acumular Ciencia y creencias _— Fo 32 el maximo nimero posible de pruebas que apoyaran su teorja. Sin embargo, cuando en 1858 recibié un ensayo de Alfred Russel Wallace (1823-1913), en el que se exponia una interpretacién del MeECanismo de la evolucién parecido al suyo, decidi6 que habia \legado el momen. to de salir a la luz publica. ;Cual era, por lo tanto, la explicacién de la evolucién de las especies propuesta por Darwin? Retomemos el ejemplo de las jirafas. E] progresivo alargamiento de] cuello no se habia debido al esfuerzo realizado para alcanzar las hojas de los arboles a partir de una necesidad. Lo que sucedia era algo distinto. Para comprender exactamente el proceso de la evolucién, era necesario centrarse no en el analisis de las especies como tales, sino en las varia- ciones que caracterizaban a individuos aislados. En el caso de las jirafas, cada una tenia un cuello, debido a una casualidad hereditaria, ligera- mente distinto que las demas. Tal variabilidad podfa afectarla de forma negativa o positiva, segun el contexto en el que se encontraran. Aquellas que estaban dotadas de caracteristicas que les habian permitido adap- tarse al entorno habian sobrevivido; las otras habian muerto. Las jirafas supervivientes habian podido transmitir el patrimonio hereditario a sus descendientes. La evolucién, hasta ese momento, parecia haber favo- recido la supervivencia y el desarrollo de ejemplares con el cuello mas largo. Sin embargo, lo que en un determinado momento constituia una caracteristica favorable podia convertirse en una desventaja si se produ- cia un cambio en el entorno. Pequefias variaciones podian suponer una gran diferencia y, en el transcurso de un periodo muy largo, dar lugar a modificaciones importantes, lo que creaba nuevas especies. Asi pues, la evoluci6n no tenia ninguna direcci6n, sino que resultaba el producto casual de las interacciones entre las caracteristicas hereditarias de los individuos y el entorno. El hombre no era el producto final de un pro- yecto concreto, sino sencillamente una especie que se hab{a adaptado al entorno del mejor modo posible, tal y como habfan hecho muchas otras especies que existian en ese momento en la Tierra. Naturaleza ¥ vida al Charles Darwin Después de matricularse en la facultad de medicina de la Universidad de Es- trasburgo, Charles Darwin (Shrewsbury, 1809-Londres, 1882) se trasladé a la Universidad de Cambridge con el objetivo de convertirse en pastor de la iglesia anglicana. El 27 de diciembre de 1831 se embarcé como naturalista a bordo del bergantin Beagle, que zarpé de Plymouth para dar la vuelta al mun- do. La expedicion, descrita por Darwin en un fantastico diario de viaje, finalizé el 2 de octubre de 1836. En enero de 1839 se casé con su prima Emma Wed- gwood, sobrina del fundador de la famosa fabrica de ceramica que llevaba su nombre. De esta union nacieron diez hijos, tres de los cuales murieron durante la infancia. Después de la publicacion de E/ origen de las especies (1859), Darwin publico otros textos fundamentales, entre los que se encuentran La va- riacion de los animales y plantas domesticados (1868), El origen de! hombre y la selecci6n en relacion con el sexo (1871) y La expresién de las emociones en el hombre y en los animales (1872). En 1881 completé su autobiografia. JAN, | Weng \87{ i fe 4 lee 4 Nok fiz fees; ™ te aa Herte Ble ij 1S 3 Charles Darwin. Retrato de Pasquale Baroni conservado en el Museo de f i I 1 i i 1 I I t i t i I i I t I t i i 1 i 1 i t t i 1 i t t I | 1 I t 1 i ' I 1 i i 1 i t i i I 1 i I I i 1 I I I I 1 1 1 ' 1 1 i i t | 1 t I I t 1 ¥ "4 Anatomia Humana de Turin. See eee eee eee eee ee Hoy en dia, retomando una comparaci6n famosa, se tiende a decir que la evolucién no se parece a un ingeniero, sino a un «manitas» que, Para llevar a cabo su trabajo de forma util, recupera todo aquello que “Ncuentra sin saber cual sera el producto final. Ciencia y creencias ~~ ~ ~ eae 54 se tg peer ees La teoria de la evolucién es reconocida universalmente por los Cien- tificos, que, a pesar de ello, discrepan en la interpretacién de Partes concretas de los mecanismos evolucionistas, como es habitual en un de. bate cientifico correcto y normal. Aun asi, esta teoria sigue provocando polémicas y objeciones, y sus implicaciones aun no han sido aceptadas plenamente a nivel cultural y social. Algunos grupos religiosos, pero también movimientos politicos, se proclaman periddicamente contra- rios al evolucionismo, que consideran un ataque peligroso contra la fe, e intentan poner trabas a su ensefianza en Jas escuelas. Los defensores de] llamado «disefio inteligente» (intelligent design), segin el cual algunas caracteristicas del universo y de los organismos vivos solo pueden expli- carse recurriendo a la hipotesis de una causa 0 un proyecto inteligente, y no ala teoria de la evolucion, no hacen sino proponer una forma enmas- carada de creacionismo, que intenta presentarse como ciencia. Magia y ecologia En el siglo xvi, la ciencia moderna libré una dura batalla contra el mundo de los saberes magicos y herméticos, entre los que destacaban la astrologia y la alquimia. Mas alla del modo en que se podia acce- der al conocimiento (abierto a todos para la ciencia, reservado a unos cuantos para la magia), la polémica no giraba en torno a los contenidos de las investigaciones, sino a Ja imagen compleja de Ja naturaleza, es- trechamente ligada a los conceptos de unidad, de armonfa y de orga- nicidad. Lo que se reprobaba al mundo de la magia era que en él todo era posible gracias a una serie de interconexiones infinitas entre los fenédmenos naturales. Cada dato se convertia en importante si estaba vinculado a otro, cada circunstancia tenia consecuencias, se podia es- tablecer cualquier correlacién. Imponiendo las manos en un cuerpo los individuos especialmente dotados podian utilizar misteriosos flui- dos que circulaban por el éter con fines curativos; al pinchar el murec? NET Naturaleza y vida 55 pe que se asemejaba a wie persona determinada se podia provocar dolor a ese individuo; gracias a unas dotes psiquicas concretas se podian ver nechos que ocurrian a una gran distancia. Sin embargo, segin los cien- tificos modernos, se estudiaban las caracteristicas de los fendmenos y Juego S€ relacionaban entre ellos, pero a través de relaciones precisas de causay efecto que se cuantificaban cuando era posible. Fue asi como pudo demostrarse la inconsistencia de la influencia de los planetas en el caracter de las personas 0 de la transmutaci6n alquimica. A través de esta ruptura con respecto al modo de operar de la magia, la ciencia pudo retomar el camino hacia el ambicioso intento de unificar las fuerzas fundamentales de la naturaleza. Gracias a los grandes progresos de las disciplinas cientificas desde un punto de vis- ta sumamente especializado, el andlisis de las interacciones entre los fendmenos naturales ha constituido una de las grandes vias de investi- gacion desde el siglo xIx hasta nuestros dias. Por ejemplo, entre finales de 1819 y principios de 1820 Hans Christian Oersted (1777-1851) de- mostro que la corriente eléctrica podia ejercer una acci6n en la aguja Magnética de una brijula. El descubrimiento del electromagnetismo fue de una extraordinaria importancia porque hasta ese momento el estudio de Ja electricidad y del magnetismo no habia llevado a la medi- clon de una interaccién segura entre ambas categorias de fenémenos. Después de la fuerza gravitacional y la electromagnética, en el siglo xx los fisicos, en su afan por profundizar en el estudio de las estructuras Y de las fuerzas subatémicas, determinaron la existencia de otras dos fuerzas fundamentales, la interaccién fuerte y la interaccién débil. Y alin hoy en dia los investigadores buscan una teorfia que pueda rela- Clonar las cuatro fuerzas fundamentales que existen en la naturaleza. | En el Ambito de la bioquimica, entre finales del siglo xvill y prin- Clpios del xix se abrié el camino para la comprension de los ciclos de los elementos de base (como el ciclo del carbono) y el nacimiento de la €cologia como disciplina cientifica. Los estudiosos de la historia Ciencia y creencias 56 natural siempre se interesaron ms por el estudio de las relaciones entre los cuerpos, ya fueran minerales, vegetales o animales, que Por su clasificacién. Los viajes vulcanolégicos, las expediciones a los pi- cos mas altos, las ascensiones aerostaticas, aparte de ampliar enor. memente los conocimientos sobre la formacion del globo y sobre Ja constitucién de la atmésfera, abrieron el camino para la compren- si6n de la Tierra como un sistema global, cuyos elementos, incluido e| hombre, son concebidos como interconectados entre si. Uno de los protagonistas de esta nueva aproximacion al estudio del planeta fue Alexander von Humboldt (1769-1859), que proyectg la realizaci6n de un enorme cuadro de descripcion de los fené6menos naturales y sus relaciones. Su objetivo explicito era estudiar la unidad de la naturaleza, partiendo del reino vegetal. Mas que descubrir nue- vas especies vegetales, Humboldt estaba interesado en estudiar su ubicacién geografica y en examinar la distribuci6n de los grandes en- tornos ambientales caracterizados por una vegetaciOn concreta. Asi pues, fundo la biogeografia, sentando las bases de una serie de con- ceptos que posteriormente habrian de ser definidos por la ecologia vegetal, que se desarrollara por completo a partir de la afirmacion de la teoria darwiniana sobre la evolucién de las especies. No es casua- lidad, por lo tanto, que el término «ecologia» fuera acufiado en 1866 por Ernst Haeckel (1834-1919), el principal defensor de las teorias de Darwin en Alemania, entendiendo como tal el estudio de la totali- dad de las relaciones entre los organismos y el entorno, y que incluye en su acepcion mas amplia todas las condiciones de la existencia. La ecologia moderna, asi pues, es hija del evolucionismo darwiniano, Y solo es comprensible haciendo referencia a los modos y mecanismos de su funcionamiento. Con el tiempo se demostr6 que la ecologia de- bia pasar a formar parte de la ciencia quimica y geoldégica por plene derecho. Su objetivo debia ser el estudio de la interaccién entre él suelo, los mares, los lagos, los rios y la vida que albergaban todos = ce Naturaleza y vida svante August Arrhenius Durante sus estudios en la Universi- dad de Uppsala y la Academia de las Ciencias de Estocolmo, Svante Au- gust Arrhenius (Vik, 1859-Estocoimo, 4927) se distinguio por algunas ideas especialmente originales sobre las relaciones entre las fuerzas quimi- cas y eléctricas, como la que expuso en su tesis de doctorado, en la que planteaba la hipdtesis de los jones como responsables del fendmeno de la electrolisis. En 1894 paso a ocupar la primera catedra de quimica fisica de Suecia. En 1903 recibio el Premio Nobel de quimica por haber formula- do la teoria de los iones en solucion, o sea, de la disociacion electrolitica, que constituia la base de la quimica de las soluciones acuosas. Arrhenius también se intereso por el andalisis Svante August Arrhenius. de la composicion quimica de Ja at- modsfera y de las estrellas, y llego a plantear fa hipdtesis de que el fendmeno de la vida se debia a la difusion de esporas por el universo, la llamada panspermia. Fue un divulgador brillante y escribid libros de gran éxito. he em meee eee ene eee eS ee ee ee EE ee eee eee eee ee ee ee eee ellos, y debfa considerar los organismos vivos como participantes ac- tivos de esas interacciones, y por ello artifices, para bien o para mal, de los fenédmenos evolutivos del planeta, incluido, obviamente, el ser humano. A partir de 1896, por ejemplo, Svante Arrhenius, Premio No- bel de quimica en 1903, empezé a elaborar la teoria del efecto inver- nadero, y publicé los primeros cAlculos sobre el calentamiento global Provocado por las emisiones de anhidrido carbénico producidas por al Ciencia y creencias 58 wr RT es ser humano a partir de la Revolucion Industrial, que habia comenza. do a finales del siglo xviii. En 1905 se acufio la palabra «smog» para expresar la suma de smoke y fog, es decir, humo y niebla, un térming que posteriormente pas6é a describir cualquier enturbiamiento qe} aire debido a la contaminaci6n, en concreto el provocado por la reac. cién de la juz solar con los 6xidos de azufre y los hidrocarburos. A lo largo del siglo xx se ha reafirmado la imagen de la Tierra como una nave espacial, en cuyo interior la disponibilidad de recursos consti- tuye un problema obvio, asi como la capacidad de asimilar los residuos, sobre todo en relacion con el numero de habitantes, que ya supera los siete mil millones. Se ha extendido la conciencia de que los niveles de reproduccién de las poblaciones vegetales y animales no pueden man- tener ritmos de explotacién cada vez mas elevados sin que esto incida en la reduccion progresiva de \a biodiversidad. Algunos analisis indican que nuestra impronta ecoldgica en el planeta —definida como el area de superficie terrestre capaz de proporcionar los recursos necesarios para el consumo cotidiano de una persona y asimilar los residuos— ha supe- rado con creces la media sostenible. Por este motivo, desde finales de la década de 1980, se empez6 a determinar el Dia del Exceso de la Tierra, que calcula la relacién entre la biocapacidad global (la cantidad de re- cursos naturales que genera nuestro planeta cada afio) y la impronta ecolégica (Ja cantidad de recursos y de servicios que necesita la huma- nidad), multiplicado por todos los dias del afio. En la practica, el Dia del Exceso es el dia en que la Tierra agota los recursos disponibles dentro del periodo de 365 dias. Cuantos mas recursos utilizamos, mayor sera la deuda que dejaremos a las generaciones futuras. Para tener una idea de la tendencia de nuestros consumos, en 1993 el Dia del Exceso fue el 21 de octubre, en 2003 el 22 de septiembre y en 2013 el 20 de agosto. Ob- viamente se trata de estimaciones; no obstante, estas son significativas y deben invitarnos a la reflexi6n a todos. Continua en la p. 62 Awe ee we eee ee ee ee ee ee ee ee ee eee ee eee ee Pee ee ee eB ee ee eB Be ee ee Eee ee ee eee eee ee ee ee ee ee ee Naturaleza y vida aaereo La temperatura de la Tierra y el efecto invernadero iCuales son los mecanismos que determinan la temperatura media de la Tierra? Las expediciones cientificas a los Alpes, realizadas en la segunda mitad del siglo xvii, proporcionaron las primeras respuestas a esta pregunta y favorecieron el estudio sistematico de la atmoésfera terrestre. Se empez6 4 comprender que la atmdsfera desempefiaba un papel decisivo en la re- gulacion de la temperatura del planeta. Durante el siglo xix, Jean-Baptiste- Joseph Fourier (1768-1830), Claude-Servais-Mathias Pouillet (1791-1868) y John Tyndall (1820-1893) explicaron cémo ejercia la atmésfera su accién de regulacién térmica, como puede apreciarse en el texto de Svante Arrhe- nius que se reproduce a continuacion. Este escrito forma parte de una serie de articulos redactados entre 1896 y 1899, cuyos resultados se recogieron posteriormente en su célebre libro Das Werden der Welten (1906), sobre la formacion de los mundos, en el que Arrhenius esbozé de forma precisa la teoria del efecto invernadero. Que la capa atmosférica ejerce una accidn de proteccién contra la pérdida de calor es un hecho que ya se expuso en torno a 1800 por parte del gran fisico francés Fourier. Posteriormente, sus ideas fueron desarrolladas por Pouillet y Tyndall. Su hipétesis se llama teoria del invernadero ya que creen que la at- mosfera actua como el cristal de un invernadero. E| cristal tiene la propiedad de dejar pasar el calor luminoso, es decir, los rayos termicos que pueden percibir nuestros ojos, y, por el contrario, de no dejar pasar el calor oscuro, como el que irradia un horno caliente o una masa de tierra recalentada. EI calor solar es prin- cipalmente luminoso y, por lo tanto, atraviesa el cristal del invernadero, y calien- ta la tierra del interior. Los rayos que irradia esta, sin embargo, son oscuros y, Por lo tanto, no pueden atravesar el cristal que, asi pues, protege de la pérdida de calor, mas o menos como un abrigo protege el cuerpo de una irradiacion de- masiado fuerte. Samuel Pierpont Langley (1834-1906) realiz6 un experimento con una caja, protegida para evitar una gran pérdida de calor con una compresa de algodén, mientras que la parte expuesta al sol estaba cubierta de un cristal doble. Comprobo que la temperatura subia hasta los 113 °C, mientras que a la Sombra no pasaba de 14 0 15 °C. El experimento se realiz6 en Pike’s Peak, en Colorado, a una altura de 4200 metros, el 8 de septiembre de 1881, alas 13:40 horas, es decir, durante el momento de mayor radiacién solar. Fourier y Pouillet supusieron que la atmosfera en torno a la Tierra tie- Né unas propiedades que recuerdan a la del cristal en lo que respecta a la =o Ld = sem ass si eee eee et 29 Fe em mes ee eee cee ee ee eee eee - 60 Ciencia y creencias ft E I a t I J i 1 ' 1 ‘ L i I 1 ' ‘ t { ' f a 1 1 ' 1 é 1 ' a t I I E t e 1 a 1 t t 1 ' t I | a i i 1 ‘ E ' ' I ' t i r 1 t 1 ' 4 I 4 ' i t i ' 1 t i ' I q ‘ I I 1 ! i ' I ' ‘ t t i ! i & Efecto invernadero. La contaminacion atmosférica interfiere en la irradiacién solar y modifica el equilibrio térmico del planeta. permeabilidad térmica. Esta hipétesis fue demostrada por Tyndall. Los com- ponentes del aire que ejercen esta funcidn son el vapor de agua, que se en- cuentra siempre en una cantidad concreta, y el acido carbénico,' el ozono y los hidrocarburos. Estos Ultimos se encuentran en una cantidad tan pequefa que no fueron tenidos en cuenta en los calculos. En los ultimos tiempos se han hecho observaciones muy precisas sobre la permeabilidad térmica del Acido carbénico y del vapor de agua. Con su ayuda he calculado que, si todo el acido carbénico, que solo importa el 0,03 por ciento en volumen, desapa- reciera del aire, la temperatura de la superficie terrestre disminuiria en torno a 21 °C. Debido a este descenso de temperatura bajaria la cantidad de vapor de agua en el aire, lo que provocaria una bajada de la temperatura. De este ejemplo se deduce ya que los cambios relativamente insignificantes en la composicién del aire pueden tener un grandisimo efecto. Una disminucion de la cantidad de acido carbénico del aire de la mitad de su cantidad actual, re- duciria la temperatura casi 4 °C; un descenso de un cuarto, de casi 8 °C. Por otra parte, si se doblara el contenido de acido carbdénico, la temperatura de la superficie terrestre aumentaria 4 °C, y si se cuadriplicara el aumento seria de * 'Término que atin se usa para referirse al anh{drido carbénico (CO,). - an EE EE Ee EEE Bee eee ee eee eee eee eo eee ee Ke ee ew ee ew eee ee ee eee ee - SS TE EET Eee eee eee ee ee ee ee og Naturaleza y vida g °C. Ademas, una reduccion del contenido de acido carbénico aumentaria jas diferencias de temperatura entre las distintas regiones de fa Tierra, mien- tras que un aumento las igualaria. Ahora debemos preguntamos si se producirian estos cambios de tempe- ratura en la superficie terrestre. Los gedlogos responden: si. A nuestra epoca historica le precedié un periodo en el que la temperatura media era casi 2 °C mas alta que la actual. Esto se aprecia en la difusién de fa avellana y de la castafa de agua (trapa natans), de las que se han encontrado frutos fésiles en lugares donde en la actualidad no puede sobrevivir ninguna de las dos plantas debido al empeoramiento del clima. Antes de este periodo se desarrollé ia épo- ca glacial, de la que se sabe con certeza que echo a los antiquos habitantes de la Europa septentrional de sus antiguas residencias. Existen muchos indicios de que la época glacial estuvo dividida en diversas partes, que se vieron in- terrumpidas por intervalos con un clima mas templado, los llamados perfodos intergiaciales. Segun los gedlogos, el espacio de tiempo que caracteriza estas épocas glaciales, en las que la temperatura, a partir de mediciones realizadas de la propagacion de los glaciares de los Alpes, era hasta 5 °C mas baja que la actual, no era inferior a los 100 000 ajfios. Este periodo fue precedido por uno mas calido en el que la temperatura, a juzgar por los fosiles vegetales de esa época, fue quiza 8 o 9 °C mas alta de media que la actual, y tambien mucho mas uniforme en toda la Tierra. Al parecer, en periodos geoldégicos mas anti- guos también tuvieron lugar variaciones climaticas similares. Por lo tanto, podemos afirmar que el contenido de acido carbénico del aire ha variado de tal modo que permite explicar estos cambios de tempe- ratura? A esta pregunta respondieron afirmativamente Arvid Gustaf Hogbom (1857-1940) y mas tarde Stevenson.” El contenido de acido carbénico del aire es tan bajo que la combustion anual de carbon, que en [a actualidad al- canza lo 900 millones de toneladas (1904) y aumenta rapidamente, expulsa a la atmésfera alrededor de un septingentésimo de su contenido de acido carbonico. A pesar de que el mar ejerza de potente regulador gracias a su absorcién de acido carbénico, ya que recoge en torno a cinco sextas partes del Acido carbénico producido, es evidente que la pequefia cantidad de acido carbénico de la atmosfera puede cambiar notablemente en el transcurso de algunos siglos debido a los efectos de Ja industria. * Entre 1900 y 1906, John Stevenson publicé una serie de articulos en Philosephical Maga- zine con el titulo: «On the Chemical and Geological History of the Atmospheres. ee eee ee reese ee de eee en tg —— - —— 62 Ciencia y creencias Asi pues, conviene reafirmar que la ecologia es una disciplina cientifica que trata sobre el estudio de las relaciones entre todos los organismos, incluido el hombre, y la biosfera, término acufiado en 1875 por Eduard Suess (1831-1914). La ecologia, por lo tanto, no debe confundirse con el ambientalismo, el ecologismo o con diver- sos movimientos cuyo objetivo es la preservacién de la naturaleza, desarrollados sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo xx, cuya aproximacion a }a cuestion de las relaciones entre el hombre y la naturaleza se ha visto influida, en general, por aspectos de natu- raleza politica y filosdfica, pero no cientificos. En ocasiones pueden advertirse similitudes entre el pensamiento del mundo magico y el que constituye la base de la ecologia. En realidad, el parecido no es mas que aparente. Antes de llegar al estudio contempordaneo de la interacci6n entre las fuerzas de la naturaleza, que se ha desarrollado de forma cuantitativa y no cualitativa, la ciencia tuvo que basarse, para la fundacion de las disciplinas modernas, en enfoques de tipo analitico y reduccionista, como por ejemplo los usados por Lavoisier para fundar la quimica moderna. Por eso no tienen fundamento las posiciones culturales que, instrumentalizando las ideas de |a ecolo- gia, se arrojan contra la ciencia moderna, en favor de la recuperacion de convicciones tipicas del mundo de la magia, de la alquimia y de la astrologia, mas préximas a la imagen de una naturaleza armoni- ca, buena e incontaminada, no corrompida por la actividad del ser humano. Estas posiciones, de hecho, demuestran una gran ignoran- cia sobre la complejidad de Jas relaciones histéricas entre ciencia ¥ magia, y los diversos modos de su enfoque del conocimiento. Por no hablar del hecho de que Ja naturaleza no es, en absoluto, buena per se, sino que esta Ilena de riesgos y peligros, y que en ella abundan, de forma del todo natural, venenos, virus y una infinita cantidad de sus tancias nocivas, al menos para la especie humana. No cabe duda ¢@ que tenemos e] deber de no introducir otras de forma indiscriminada, Naturaleza y vida 63 aS Rees como todavia sucede a menudo, debido a la produccién industrial y 4 los mecanismos economicos que incentivan el derroche y la pro- duccion de residuos inutiles, ademas de los comportamientos ilega- les y criminales, siempre presentes y nunca lo bastante perseguidos, que contribuyen al envenenamiento del planeta. La concienciaci6n de tales problemas esta empujando a que un nimero cada vez mayor de industrias ponga remedio a esta situacién, ya sea mediante cdédi- gos de comportamiento o intervenciones practicas. El desarrollo de la investigacion cientifica y tecnolégica podra ser uno de los instru- mentos indispensables para resolver los problemas ambientales si se combina con una politica correcta a nivel global y con comporta- mientos éticos adecuados. Extraterrestres y astronomia Desde la época antigua, todas las civilizaciones han creido en un uni- verso poblado de una multitud de seres y criaturas. Del mismo modo, numerosos filésofos y cientificos han considerado, a partir del na- cimiento de la ciencia moderna, que en el cosmos abundaba la vida inteligente. Esta conviccién aumento en el momento en que la revolu- cion astronémica destruy6 la imagen del cosmos tradicional basada en la fisica aristotélica. Empezamos a tener claro que el universo no era finito, que no estaba delimitado por la esfera de las estelas fijas, sino que era mucho més amplio, acaso infinito, como habia planteado Giordano Bruno (1548-1600), que fue procesado por herejia y que- mado en la hoguera en el Campo dei Fiori de Roma, el 17 de febrero de 1600. En e} tiempo de Dante Alighieri (1265-1321), la distancia “ntre la Tierra y el Sol se calculaba en poco mas de seis millones de kilémetros, mientras que se estimaba que las estrellas fijas lejanas Se hallaban a unos 105 millones de kilémetros. Son distancias, sin duda, nada desdefiables, pero infinitamente modestas con respecto GPa

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