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Durante el siglo XVIII se encuentran los primeros indicios del concepto de "pallador” el
clérigo extranjero Juan Ignacio Molina en “Historia Civil del Reino de Chile” habla de los
compositores de repente llamados en su lengua palladores. Astorga (2000) indica que
“Dentro del canto a lo humano encontramos la paya, que es un duelo improvisado entre
dos cantores a lo poeta. Paya es una voz quechua que significa “dos”. (p.57).
Se utiliza mucho como recurso de la época la décima satírica, donde hubo escritores
como el capitán Lorenzo de Mujica, el padre Escudero José Perfecto de salas, el fraile
Francisco de Paula López y el clérigo coquimbano Clemente Morán, donde estos últimos
desarrollaron decimas de carácter polémico causando controversia. Se pudo registrar y
preservar una de las muestra de contrapunto entre Morán y López demostrando la décima
satírica de la época.
López
El tipo de decima satírica acompaña la historia de país durante todo el siglo XIX y parte
del siglo XX, luego de los primeros meses de la Independencia de Chile el cronista
Manuel Antonio Talavera en su obra “Revoluciones de Chile” hace una recopilación de
decimas anónimas que aparecían en distintos lugares públicos y concurridos de Santiago:
Una vez instaurada la República de Chile, las decimas satíricas se volvieron un arma
política a través de los diferentes medios que habían como por ejemplo: periodiquitos,
revistas y pasquines. Los temas en la palestra de ese tiempo abordaban las luchas entre
patriotas y realistas, tibios y exaltados, pipiolos y pelucones. Un periódico de la época
llamado “El pipiolo” redactado por Santiago muñoz Bezanilla y José María Novoa, se
atacaba a los españoles y a la aristocracia, en el número de 10 de abril de 1827 se pudo
apreciar lo siguiente:
Oh infernal aristocracia,
monstruo de disolución,
que contrastas la opinión
con la más fuerte eficacia
cuan notable es la desgracia
que trae tu solicitud,
pues quieres que la actitud
se cifre en el nacimiento
con desprecio del talento
del mérito y la virtud.
El canto a lo poeta y las decimas satíricas en su tiempo marcaban épocas, y su
irreverente uso afectó incluso, relaciones diplomáticas del país con España. La poesía
popular fue tan potente que fue una de las causales en el bombardeo a Valparaíso en
1866. Uribe (1962) afirma que:
“el San Martin, de Valparaíso, periódico de caricaturas que se singularizó, desde el
primer número aparecido el 29 de agosto de 1864, por la publicación de décimas y
zamacuecas de tal virulencia con España que provocaron reclamaciones diplomáticas y
fueron una de las causales del bombardeo. Son de gran interés las décimas glosadas
sobre las desgracias del almirante Pareja (suicidio) que aparecieron en el n°80, del 24 de
marzo de 1866, a una semana del bombardeo de Valparaíso:
"Tengo la firme convicción de que los padres Jesuitas que se establecieron en Bucalemu
y Convento en el año 1619 implantaron este método. Ellos fueron los primeros que
utilizaron el Canto a lo Divino para evangelizar y difundieron la 'Bendita sea tu pureza',
que fue como matriz de todos los versos a lo Divino. Dice el historiador P. Hanisch en el
libro 'Historia de la Compañía de Jesús en Chile' que 'en el año 1919 don Sebastián
Garda Garreto (en el colegio de Bucalemu hay un cuadro colonial que representa eso)
fundó en Bucalemu una casa de misioneros que recorrieran todo el país, desde el Choapa
hasta el Maule, predicando a los indígenas. Esta misión circulante se hizo, desde
entonces, cada año y duraba varios meses'; esto se hizo desde 1619 hasta 1770, año en
que los Jesuitas fueron expulsados de Chile. Por tanto, fueron 150 años de misiones
itinerantes en que los misioneros iban, de norte a sur, predicando a indígenas, españoles
y mestizos y les enseñaban a 'cantar y rezar la Doctrina Cristiana en versos', como consta
en muchos documentos de la época. Bucalemu, por lo tanto, habría sido el epicentro
desde donde se irradió esta tradición. Además tenemos otra coincidencia: aquella zona de
misiones comprendía la región entre el Choapa y el Maule, que es la zona donde
actualmente se conserva la tradición del Canto a lo Divino” (Jordá, 1993).
Los orígenes históricos del Canto a lo Divino provienen del otoño medieval hispánico, del
'400, con la poesía franciscana de Iñigo de Mendoza y de Ambrosio de Montesino, entre
otros. En Chile, si bien el Canto a lo Divino fue una forma común: en la literatura colonial
del '500 y del '600, a partir del '700 en adelante, pasó a ser una poesía eminentemente
rural y popular'. (Salinas, 1991).
A través del tiempo las manifestaciones del Canto a lo Divino en fiestas religiosas dentro
de la zona central de Chile siempre fue algo cotidiano, el historiador Eugenio Pereira en
su “nota sobre los orígenes del canto a lo divino en Chile” informa que en las fiestas
celebradas en Santiago en 1633 en honor al segundo patrón de Chile San Francisco
Solano los poetas participaban glosando la siguiente redondilla:
Antiguo Testamento: Creación, Adán y Eva; Caín y Abel; Noé, Torre de Babel; Abraham,
José, Moisés; Tabernáculo; David, Salomón; Sansón; Elías, Daniel, Isaías; profetas.
Temas de inspiración bíblica: San Francisco; Santa Rosa; San Antonio; Salutación y
Despedimiento de Angelito.
Algunas facetas de la paya: Canto a dos razones; Canto con pie forzado; Canto de
contrarresto; Contrapunto en cuartetas (personificación); Paya por preguntas y respuestas
(banquillo); Contrapunto en décimas.
El canto a lo humano abarca una infinidad de temas, tiene una libertad diferenciada del
canto a lo divino, los recursos en la construcción de decimas que no son ligados a lo
religioso, se clasifican en canto a lo humano. Los temas descritos anteriormente nos dan
indicios de la libertad creativa en que los poetas se desenvolvían, ejemplo de esto es el
amor, donde no solo hablaban desde lo romántico y caballeroso, también abordaban la
temática desde la picardía, el erotismo, aventuras sexuales y la condición de la mujer.
“El canto a lo humano incluye también composiciones que provienen principalmente de la
poesía popular de la Edad Media española, como los disparates y ponderaciones
(exageraciones) del mundo al revés; la tierra de Jauja; cuerpos y oficios geográficamente
repartidos; árboles y frutos encantados; herencias absurdas y convites fabulosos; insectos
y apetitos descomunales; pallas y contrapuntos”. (Uribe, 1974).
La Decima Glosada
La décima glosada es la forma más integra de concebir el canto a lo poeta (divino o
humano) para poder entender la composición y creación de esta debemos remontarnos a
las experiencias de los cultores.
En cada décima rima el primer verso con el cuarto y el quinto; el segundo con el tercero;
el sexto con el séptimo y el décimo; el octavo con el noveno. La rima sigue la forma A B B
A A C C D D C, cuya paternidad se atribuye al poeta español Vicente Espinal, inventor
también de la quinta cuerda de la guitarra. (Uribe, 1974)
Adentrándonos al estilo literario del canto a lo poeta, tanto el Canto a lo Divino como el
Humano son una composición de cuatro décimas glosadas de una cuarteta. La cuarteta
es una estrofa de cuatro vocablos “octosílabos” que puede tener distintas combinaciones
y posibilidades de rima, ejemplo de esto son:
"Cada cantor emplea un número más o menos apreciable de entonaciones. Estas son
impuestas al iniciarse la ruedecilla de puetas, junto con el fundamento, por el tocador,
quien la indica mediante un determinado toquío, que debe ser reconocido por el resto de
los cantores" (Barros, Raquel y Manuel Dannemann. "El guitarrón en el Departamento de
Puente Alto", Revista Musical Chilena, Nº74, 1960, p. 38)
Instrumentos Musicales
Tanto el canto a lo divino como el canto a lo poeta han utilizado a lo largo de su historia
instrumentos musicales característicos que acompañan las melodías y entonaciones
dentro de estos se encuentran el guitarrón chileno y el rabel.
Otros datos que se puede encontrar son los que indicaba Fray Antonio Sors al ver
indígenas tocar rabel con una sola cuerda. Si bien el rabel es descendiente del rabel
español del siglo XVI ha mantuvo casi siempre su construcción con tres cuerdas hechas
de tripas, además de mantener la misma afinación descritas por Bermudo en 1555, es
decir, por quintas (novena entre primera y tercera cuerda) y por quinta y cuarta (octava
entre primera y tercera cuerda) (Rondón, 1982, p.190)
El rabel cumple la función de ser una apoyo en las entonaciones ejecutadas por el poeta
además de servir de soporte en la construcción melódica, de aportar en los interludios y
preludios tomando como base algunos motivos melódicos de las entonaciones que se
interpretaban.