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LA ETNOLINGÜÍSTICA EN COLOMBIA

Considerando que Colombia es un país multilingüístico y pluricultural; donde convergen 68 lenguas


nativas: 65 indígenas, 2 criollas y 1 romaní; es preciso abordar en ese escenario el trabajo que se realiza
en el área de la etnolingüística, puesto que esta es una rama del estudio del lenguaje que asume la
diversidad de los distintos grupos étnicos. Para tal asunto, a continuación, se presenta una síntesis de
los apuntes recopilados por Carlos Patiño Rosselli en La etnolingüística y algo más.

Campos y tareas de la etnolingüística en Colombia

La etnolingüística como área del estudio del lenguaje surge como espacio para investigar las relaciones
entre los hechos lingüísticos y el correspondiente contexto sociocultural, mirándolo así comparte la
preocupación con la sociolingüística; no obstante, la diferencia radica en que la etnolingüística surge
como una franja de preocupación común a lingüistas y antropólogos; estos dirigían preferentemente su
atención a las sociedades de tradición oral (grupos amerindios, etnias africanas y asiáticas que tienen
ese carácter) y no a ámbitos urbanos como si lo hace la sociolingüística.

La disciplina en mención a falta de un dominio preciso y un cuerpo teórico sistemático, se caracteriza


porque sus intereses se centran en núcleos de problemas. Uno de ellos, es el referido al valor cognitivo
propio de las estructuras lingüísticas, y examina las implicaciones culturales que estas tienen. El otro
gran núcleo es el de las características de la comunicación en un determinado grupo social (propia de
la etnografía de la comunicación). En esta se concentra dos conceptos: competencia comunicativa
(conocimiento y destrezas requeridas para participar de manera culturalmente adecuada en actos de
comunicación) y comunidad de habla (Esta no se define por su extensión que puede variar, sino por la
participación de sus miembros en una misma red de normas socioculturales y comunicativas).

La diversidad étnica de Colombia constituye un campo rico para la investigación etnolingüística, esto
porque se encuentran dos esferas de trabajo: las culturas indígenas y las comunidades afrocolombianas
que conservan lenguas criollas ancestrales. La variedad lingüística constituyen un campo propicio para
la etnografía debido a que se encuentra un amplio conjunto de lenguas pertenecientes a distintas líneas
genealógicas y sus estudios tienen mucho que reflejar sobre los múltiples aspectos de relación lengua-
sociedad y cultura de esas comunidades minoritarias. Ambas áreas de trabajo se encuentran en desigual
abordaje científico, en la medida en que las lenguas indígenas cuentan con un gran repertorio en
comparación con las lenguas criollas que tan solo existen dos.

Por un lado, las lenguas indígenas han sido objeto de estudio desde la época colonial, utilizando en
cada periodo el enfoque del momento; por ejemplo en un inicio estaban determinadas por la política de
la metrópoli en cuanto a la evangelización de los indígenas y la administración de los territorios
sojuzgados; los estudios eran de carácter léxico y gramatical; en la segunda mitad del siglo XIX se
pueden registrar trabajos de etnógrafos y viajeros cuyos estudios sirvieron de base para la clasificación
de los vernáculos de amazonia; para los años de 1941 se fundó el instituto etnológico nacional del país,
entre otras gestiones.

Por otro lado, las lenguas criollas presentan una situación diferente que las lenguas indígenas
colombianas, pues son solamente dos las variantes: el de archipiélago de San Andrés y el del
corregimiento bolivarense de San Basilio de Palenque, aparte de estas dos localidades no se han
rastreados más lenguas criollas en el país. Además, estas dos variantes son desconocidas en gran parte
por el territorio colombiano y es apenas razonable al considerar que el fenómeno de las lenguas criollas
comenzó a difundirse en el mundo académico solo en la década de los años setenta, de allí la
criollística ha gozado de gran dinamismo en el campo de la lingüística y en el país en general.

La etnolingüística amerindia: Las lenguas vernáculas de Colombia deben ser analizadas desde la
integración que poseen con el conjunto de lenguas del continente. Las ciencias lingüísticas estudian las
lenguas amerindias desde tres perspectivas escalonadas, ellas son: la perspectiva tipológica, la
perspectiva histórico-comparativa y la de la relación lengua-sociedad- cultura. La primera, parte de
descripción de cada lengua en su individualidad captando sus rasgos idiosincráticos, pero a su vez esas
características son compartidas por otras lenguas del globo; así pues, es la perspectiva tipológica es la
que clasifica los códigos verbales según sus rasgos de estructura; algunas de las categorías que se le
atribuyen a las lenguas amerindias son incorporación, aglutinación y ergatividad.

La segunda perspectiva es la histórico- comparativa. Esta es iniciada por Elías Ortiz, quien en 1965
presentó un esquema de clasificación genealógica de las lenguas amerindias del país, basada en los
estudios realizados por los comparatistas. Los ejes del esquema presentado por Ortiz eran dos grandes
categorías: familias lingüísticas de Colombia y mareas lingüísticas. Por supuesto, el cuadro
genealógico de nuestros vernáculos se ha venido corrigiéndose y precisándose en varios aspectos. Esta
dimensión incluye el aspecto de las relaciones externas de agrupaciones genealógicas, y la intención es
determinar que puesto ocupan los grupos lingüísticos colombianos en la red de familias amerindias.

La tercera perspectiva es la que se origina en la relación lengua-sociedad y cultura. Realmente este área
no ha sido abordada en gran medida como las anteriores perspectivas, pero si ha habido cierta
actividad. Es de suponer que los aportes que se logran en este campo es de gran riqueza temática y
aporta conocimiento acerca las diversas lenguas indígenas del país. Entre los estudios que se anotan en
este terreno, están las investigaciones sociolingüísticas al territorio del Vaupés, el proyecto
“Condiciones sociales de las lenguas indígenas de Colombia” auspiciado por el instituto colombiano de
antropología y otros aportes se caracterizan por examinar determinados rasgos de estructura lingüísticas
a la luz de su significación como datos culturales (por ejemplo el simposio “Lingüística Aborigen: la
construcción de la identidad a través del léxico, la gramática y los textos ”).

La etnolingüística afroamericana: Para considerar los trabajos etnolingüísticas en el área de las


lenguas afrocolombianas, es preciso fundamentar dicho campo en ciertos conceptos que forman parte
de su marco teórico; tales conceptos son: lenguas criollas (Subgrupo especial de lenguas por sus
características genéticas, estructurales y sociolingüísticas; surgen como producto de contacto entre
grupos étnicos diferentes entre los siglos XV y XIX), Pidgin (jerga rudimentaria y mixta que se forma
como medio de comunicación intergrupal, al darse una situación de contacto entre grupos que hablan
lenguas distintas), nativización (criterio principal para el paso de la jerga de contacto- pidgin- se
convierta en una lengua criolla), lexificación (hecho que se da porque el vernáculo criollo proviene de
una lengua de superestrato-inglesa, francesa, española, portuguesa u holandesa- que lo lexifica
aportándoles elementos de su léxico) y diglosia (cuando el criollo mantiene su distancia frente a la
lengua de superestrato mediante una repartición de funciones entre ambos códigos).

El panorama de los dos vernáculos criollos en Colombia es muy rico; ambos pertenecen a distintos
subgrupos por sus bases léxica; el del archipiélago de San Andrés y providencia tiene como lengua
lexificadora el inglés, el del San Basilio de Palenque es el español; la lexificación del palenquero por
parte del español es clara e indudable, en cambio el del papiamento es complejo porque sus raíces
parecen repartirse entre el español y el portugués. Según varios estudios esos dos vernáculos criollos
son los dos únicos restos de un criollo general de base léxica hispánica que existió en el pasado.

Así mismo, los trabajos descriptivos que se han realizado sobre nuestros dos criollos sacan a la luz
marcada diferencias gramaticales en cada una de ellos y con su lengua de superestrato (por ejemplo la
composición de la frase verbal para el caso del papiamento y la ausencia de variación de género y
número en el palenquero). Otra línea de investigación se ha dirigido a la identificación de elementos de
origen africano y portugués en los vernáculos criollos. Finalmente, el contexto de esas dos lenguas
nativas son distintas; en San Basilio de Palenque se da una diglosia, entre el vernáculo y la lengua
nacional, en cambio en el archipiélago se ha analizado como un continuo o sistema diferenciado
internamente, de manera gradual, entre unas variedades cercanas a la lengua de superestrato.

Bibliografía

• Patiño, C. (2000). Sobre etnolingüística y otros temas. Bogotá: instituto caro y cuervo.

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