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La educación en occidente, previo a 1789, no tenía carácter de derecho individual, y estaba en manos

de la Iglesia. La toma del poder en Francia por parte de los burgueses, sienta un precedente que resuena en los
países que ya estaban siendo influidos por las ideas liberales de Rousseau, y Voltaire. Una vez que el poder
efectivamente es democratizado, gradualmente comienza al mismo tiempo a quedar en manos de los liberales
la educación. El gran énfasis en las libertades individuales que deja la revolución francesa, como ser la libertad
de pensamiento, de libre asamblea, de libertad de prensa, libertad de vientres y los valores democráticos,
despiertan en los virreinatos tanto voluntades libertadoras, como profundos temores e incertidumbres.
La educación en los Virreinatos estaba casi totalmente en manos del clero. Se formaba a los curas para
que impartieran religión, educación para el trabajo y metodologismo. La educación estaba puesta en la
evangelización del indio, y la enseñanza del latín, un idioma prácticamente obsoleto incluso para ese entonces.
Una vez advertidas las noticias del impacto del liberalismo en Europa, en los virreinatos se intenta frenar la
ideología liberal desde las escuelas. Se impartían castigos físicos a los alumnos, para moderar el carácter e
impartir disciplina. Muchos comerciantes, e hijos de familias terratenientes, comienzan a verse como sujetos
libres, con necesidad de acabar con las trabas comerciales impuestas por España a los productos ingleses y
franceses y a contemplar la idea de adaptarse a los vertiginosos cambios que estaban sucediendo en Europa. El
acceso local a la educación era muy limitado, estando los negros, los zambos, los indios y mulatos prácticamente
excluidos.
Belgrano entendía que la educación pública era condición para tener una sociedad independiente, y
menciona en el Congreso de Tucumán como causa de la independencia que: “La enseñanza de las ciencias era
prohibida para nosotros, y sólo se nos concedieron la gramática latina, la filosofía antigua, la teología y la
jurisprudencia civil y canónica”.
Influido por los fisiócratas ingleses, consideraba que la agricultura era la base de la riqueza. Es uno de
los primeros que vincula a la educación con la idea de progreso. Funda escuelas estatales donde se limitaba el
autoritarismo pedagógico colonial, se estudiaría aritmética y gramática castellana y que se distinguían de las
escuelas eclesiásticas y las del rey. Propuso que la enseñanza del espíritu nacional prevalezca sobre el
extranjerismo y que la fe cristiana sería importante.
La cultura independiente se construyó en conjunción de la vieja cultura colonial con los aportes
modernos. Saavedra en 1810 prefería la concepción colonial, mientras que Moreno abría las puertas a la
educación de ciudadanos modernos y democráticos. Los rituales escolares, los métodos y los contenidos de la
enseñanza, las normas disciplinarias y las costumbres escolares, fueron cambiando muy lentamente durante
todo el siglo XIX, a la vez que las ideas de Individuo, razón y progreso iban tomando vigor. Ya con Rivadavia en
la presidencia, el sistema educativo se organizó según el modelo napoleónico: todos los ciclos pasaron a
depender de la recién creada Universidad de Buenos Aires que innova enseñando filosofía moderna e
implementando una división en la educación media entre ciencias morales y naturales. Rivadavia también
adopta el sistema lancasteriano que, utilizando alumnos avanzados como monitores, suponía un menor gasto
y mayor eficiencia.
El surgimiento de Rosas, con plenos poderes ´de hecho´ sobre Buenos Aires, y por tanto el país, da por
comienzo a un período muy debatido por los liberales y muy rescatado por los revisionistas de la historia
argentina. Se explica por el grave endeudamiento del período Rivadaviano, y el belicismo es debido al bloqueo
anglo francés que Puiggrós omite mencionar. Para Puiggrós las guerras no afectan la financiación de la
educación como tampoco las grandes gestas de soberanía nacional como el triunfo ante una coalición Anglo-
francesa. Puiggrós no entiende de prioridades, quizás porque jamás ha visto a un ejército nacional ganar una
guerra. Por un lado, Don Juan Manuel es el primer caudillo con consenso desde la elitista revolución de mayo
(en palabras del revisionista Pacho O´Donell) entre las clases bajas, los indios y los terratenientes bonaerenses,
y quizás el ulterior amor de éstos últimos por defender la ideología inglesa en detrimento de los intereses
nacionales hayan sesgado la enseñanza de la historia del período rosista (el caso de Mitre es claro). Tiempo
después historiadores revisionistas y sociales como Scalabrini Ortíz y Jauretche desde Forja, o el Dr. Alberto
Lettieri (por mencionar a referentes recientes) se encargarán de relatar más imparcialmente, con mayor rigor
científico y menor conflicto de interés. Rosas, se debe reconocer, fue inflexible en cuanto a los pasos en
educación que la revolución de mayo había dado. Restaurará la diplomacia con los Estados pontificios y por
tanto, responderá al antiliberalismo católico. Rosas no concuerda con que el estado financie la educación, ya
que ve a ésta como un arma que en manos equivocadas puede traer el caos social. Esto no fue así para todos los
caudillos, ya que los habrá progresistas en cuanto a innovaciones pedagógicas se refería, como eran Urquiza,
Bustos, Heredia, Artigas, López, Molina y Ferré, y comenzaron a implementar la escolaridad primaria estatal y
la gratuidad de la misma. Se adivina una intención de formar cívicamente al futuro ciudadano democrático en
contraposición con Rosas y Quiroga (cuyo lema era “Patria y Religión o muerte”), que desean la restauración
de los valores católicos que son mucho más proclives a la monarquía, en lo que ellos consideran, son tiempos
de crisis de coyuntura política sin igual, por tanto, utilizan las instituciones para legitimar la postura católica, y
otras son desfinanciadas, de modo de prevenir ese mal por ellos percibido. Muchos intelectuales son
expulsados precisamente en esta época. La generación del 37 se organizaba en torno a valores románticos.
Paradójicamente Alberdi veía con buenos ojos a Rosas, sólo en un inicio, como legítimo líder del pueblo, y quería
aproximársele, pero luego éstos serían expulsados debido a sus ideas políticas radicalmente liberales y
escribirían su propaganda ideológica desde el exilio difundiendo su doctrina con dureza acerca de este período.
Alberdi, más tarde se retractaría acerca de su apoyo a Lavalle y se sentiría más próximo a Rosas, cuando lo
visite en el exilio en Southampton. Rosas no se llevaría dinero de estas tierras a las que amó, sino papeles, para
comprobar su versión de la historia, que difería de los panfletos mitristas.

Post Caseros
Tras la caída de Rosas ante la confederación liderada por Urquiza, busca que en 1852 se organicen las
bases en San Nicolás para dar comienzo a un proyecto constitucional, que establecería un gobierno nacional
federal que respetara la autonomía de las provincias, limitando así el poder de los caudillos, al erigirse un
ejército único. En Buenos aires esto molestará y se impondrá ante las provincias, aislándose del proyecto
constitucional, y es Vicente López el que reemplaza a Alsina como gobernador de Bs. As.. Urquiza es designado
director provisorio de la Confederación y llamarán a Asamblea Constituyente ante el centralismo porteño. La
escalada en el conflicto con el poder bonaerense llega a un punto máximo, dado que éste reniega de perder
poder sobre la aduana.
Vicente Lopez renuncia y Urquiza asume el poder de Buenos Aires, reconoce la independencia del
Paraguay y nombra embajadores, declara la libre navegación de los ríos, cosa que hace perder peso a Buenos
Aires ante el litoral, Urquiza inulta a los exiliados políticos, y éstos, con Mitre a la cabeza, habiendo vuelto lo
boicotean y buscan terminar con él. En 1853 se sanciona la Constitución Nacional. Se instala la forma de
gobierno representativa, federal y republicana. Se elige a Urquiza como primer presidente constitucional post-
Rivadavia. Mitre, como principal líder opositor porteño, considera que será Buenos Aires la que encabece la
organización Nacional. Urquiza organiza un ejército que es autorizado por el congreso nacional a resolver el
conflicto con Buenos Aires. Gana Urquiza en Cepeda, y pacta una paz en San José de Flores. Se nacionaliza la
aduana y Buenos Aires se considera como parte de la confederación. Urquiza entrega el poder a Derqui, quién
se acerca a Mitre, que como todo golpista alienta revueltas y asesinatos para favorecer a gobernadores aliados,
cuestión que se dirime en un conflicto militar. En 1861 en Pavón, ganando la batalla, Urquiza se retira
misteriosamente, renunciando Derqui y Mitre inconstitucionalmente asume el poder. Urquiza desoye las
demandas confederadas y deja de liderar al interior, perdiendo todo el consenso de sus representados.

Presidencias Constitucionales
La Constitución de la Nación Argentina sancionada en 1853, disponía una amplia protección al
extranjero, ya desde su preámbulo, cuando declaraba que regiría “para nosotros, para nuestra posteridad, y
para quienes quieran habitar en el suelo argentino”. El artículo 20 dispone la equiparación de los derechos
civiles de argentinos y extranjeros, y el art. 25, establece la obligación del gobierno federal de fomentar la
inmigración europea, sin entorpecer con gravámenes a quienes quieren arribar al suelo argentino, con el fin de
trabajar y vivir dignamente.
Una vez removido Urquiza como principal opositor, luego de su gobierno de facto, asume Mitre en 1862
como presidente ejerciendo el fraude electoral. Decide generar consenso socializando rentas de carácter
nacional, buscando paso a paso crear una moneda única y organizar un ejército con una hipótesis de conflicto
interno (los enemigos serán sus opositores). La paz es encargada a sus coroneles que utilizan métodos de
tortura, copiados de los métodos franceses atestigüados por Sarmiento en sus viajes en Argelia. De este modo
es que sofoca la rebelión del Chacho Peñaloza ante el colapso de las economías regionales frente a la
importación de productos europeos. Este proceso mitrista es llamado “Proceso de Organización Nacional”.
"El general Rosas, confinado en Southampton, no comprende como habiendo servido tantos años y con
tanto aplauso de la América, es perseguido como un malvado por el gobierno de su país. La cosa es clara.
Son los intereses y las personas que él contrarió o atacó las que lo persiguen, no su país. Como esas personas
están a la cabeza del país, toman su nombre para vengarse, como en otro tiempo lo tomaban para quejarse
y defenderse. El país es atacado, decían ellos, cuando eran ellos los atacados. Hoy dicen. el país se venga y
castiga, cuando son ellos los que castigan y se vengan.” Juan Bautista Alberdi 1864

Otro logro notable del gobierno mitrista es el genocidio étnico del 80% de la población del Paraguay.
Planificó una guerra relámpago, que resultó en cinco años de una matanza que dividió al país, indignado por
una carnicería fraticida. Alberdi condena al gobierno liberal de Mitre ante tal barbarismo solidarizándose con
Solano López y llamando a los liberales “tiranos” que, amando sus propias libertades, atropellan las libertades
ajenas. Esto le vale la condena del mitrismo que lo considera “enemigo de la patria” y lo remueve de su cargo
diplomático que desde la época de Urquiza como presidente ostentaba.
"La guerra devastó al Paraguay en una medida desconocida en la historia americana. De 1.300.000
habitantes sobrevivieron 300.000, la mayoría mujeres y niños".

Efraín Cardozo, en Breve historia del Paraguay.

Mitre, por lo tanto, aseguraba que el triunfo sobre el Paraguay, afianzaría el progreso económico
argentino. En Arengas escribe lo siguiente: "En la guerra del Paraguay han triunfado no sólo la República
Argentina sino también los grandes principios del libre cambio. Cuando nuestros guerreros vuelvan de su
campaña, podrá el comercio ver inscripto en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del
libre cambio han proclamado".
Mitre decide posteriormente a su gestión, dedicarse al cuarto poder en la pluma del diario Nación, que
compra pocos años después de su fundación, al que rebautiza como La Nación. Allí publica artículos que
enaltecen la figura de Rivadavia; es decir, escribe una historia nacional desde el punto de vista liberal por y
para los liberales.
Sarmiento, asume en 1868 volviendo de su cargo diplomático en Estados Unidos; es el candidato de
Alsina. Continúa con la guerra en el Paraguay. Sarmiento consideraba que las costumbres arraigadas en el
pueblo serían hostiles para el desarrollo de una economía de mercado y a una constitución liberal, explicando
que la vastedad del suelo facilitaría a los tiranos llegar al poder.
(…) el estímulo falta, el ejemplo desaparece, la necesidad de manifestarse con dignidad, que se siente en las
ciudades, no se hace sentir allí en el aislamiento i la soledad. Las privaciones indispensables justifican la
pereza natural, i la frugalidad en los goces trae en seguida todas las esterioridades de la barbarie. La
sociedad ha desaparecido completamente; queda solo la familia feudal, aislada, reconcentrada; i no
habiendo sociedad reunida, toda clase de gobierno se hace imposible (…)
Sarmiento en Facundo. Civilización i Barbarie (pág. 28)
Él estaba preocupado porque consideraba que los argentinos no mejoraban las condiciones de su
existencia mediante el trabajo, y esto se traducía en la desaparición de un orden político. Defendió la idea de la
soberanía real sólo sería posible si el pueblo fuera educado, y ese rol debía ofrecerlo la escuela.
(...) la mano del hombre está por demas ; su trabajo, su intelijencia, su tiempo no son necesarios para la conservacion i
aumento de los medios de vivir. Pero si nada de esto necesita para lo material de la vida, las fuerzas que economiza no
puede emplearlas como el romano ; fáltale la ciudad, el municipio, la asociacion íntima, i por tanto, fáltale la base de
todo desarrollo social ; no estando reunidos los estancieros, no tienen necesidades públicas que satisfacer : en una
palabra, no hai res pública (…)
Sarmiento en Facundo. Civilización i Barbarie (pág. 29)
Sarmiento entonces, creará 800 escuelas, como también las escuelas normales, formadoras de
maestros, y realizará el primer censo en el país. Pensaba que debía terminar con la gran concentración de
tierras presente en Argentina, de modo que crea colonias para atraer inmigrantes europeos. Así se va
consolidando un modelo económico que fomentará tanto la agricultura como la ganadería, y gracias al
desarrollo desde 1855 hasta 1910 del ferrocarril, que afianzará el centralismo de Buenos Aires, un modelo de
pensamiento Eurocéntrico, y el sincretismo de la religiosidad popular con los nuevos símbolos patrios
nacionales, los nuevos ritos escolares secularizantes en honor a ídolos revolucionarios, el desprecio de los
valores identitarios propios de los sectores populares y los anteriores a 1810, en un sistema educativo cada vez
más extendido que consolidará una versión liberal de la historia, y que estará principalmente orientado a la
alfabetización.

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