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F- esperté con el sonido de mi teléfono tocando una cancién de The Hectic Glow. La favorita de Gus. Eso significaba que 4! estaba llamando... 0 que alguien més estaba llamando desde su movil. Miré mi reloj alarma: 2:35 AM. Se ha ido, pensé mientras todo en mi interior colapsaba en un séla movimiento, ‘Apenas pude graznar un: Hola? Esperé por el sonido de la voz de unos padres aniquilados, Hazel Grace —dijo débilmente Augustus. Oh, gracias a Dios que eres tU. Hola. Hola, te amo, —Hazel Grace, estoy en la estacién de servicio. Aigo va mal. Tienes que ayudarme. —2Qué? gDénde estas? tn la carretera entre la ochenta y seis y Ditch. Hice algo mal con el tubo- G yno puedo arreglario y... —Llamaré al novecientos once. —No, no, no, ne, no, Ne, ellos me llevardn al hospital. Hazel esctichame. No llames al novecientos once ri a mis padres © nunca te perdonaré, por favor s6lo ven, por favor, sélo ven y aregla mi condenado tubo-6. Yo sélo, Dios, esta es la cosa mas estipida. No quiero que mis padres sepan que no estoy. Por favor. Tengo la medicina conmigo; simplemente no consigo 4 adminisrarie. Por favor —El estaba lorando. Nunca lo habia oido sollozar de esta forma excepto atvera de su casa antes de Amsterdam R S90 Ben ee Wa ecuendo ena. The Fault in Our Stars John Green Apagué el BIPAP y me conecté a un tanque de oxigeno, puse el tanque en. mi camiito, y me coloqué un par de zapatilas deportivas para que combinaran con mi pantalén de pijama de aigodén rosa y una camiseta de boloncesto de Buller, que originalmente habia sido de Gus. Agarré los llaves del cajén de Ia cocina donde mamé las guardaba y eserib/ una. nota en caso de que despertaran mientras estuviera fuera. Fula ver a Gus. €s importante. Lo siento. ‘Con amor, H. Mientras conducia el par de millas hasta Ia estacién de servicio, desperté lo suficiente para preguntarme por qué Gus habria dejado la casa en medio de la noche. Tal vez habia estado alucinando, o sus fantasias de martiio lo habion scbrepasado. Aceleré en Ditch Road, pasdndome unas luces amarillas parpadeantes, yendo demasiado répido en parte para alcanzatio y en parte esperando ue un policia me detuviera y me diera una excuse para decile que mi novio agonizante estaba ctrapado fuera de una estacién de servicio con un tubo-G que no funcionaba. Pero ningun policia apareci6 para tomar la decision por mi, ose Habia sélo dos autos en el estacionamiento. Me detuve junto al suyo. Abri la puerta, Las luces del interior se encendieron. Augustus estaba sentado en el asiento del conductor, cubiero en su propio vémito, sus manos presionadas contra su estémage donde se inserta el tub0-G. Hola —murmurd. —Oh, Dios, Augustus, tenemos que llevarte a un hospital. Por favor, s6lo revisalo —Se me revolvié el estémago por el olor pero me inctiné hacia adelante para inspeccionar el lugar sobre su ombligo donde habian instalado el tubo quirirgicamente. La piel de su abdomen estaba caliente y de un color rojo brilonte. —Gus, creo que algo esta infectado. No puedo arreglar esto. aPor qu estas aqui? gPor qué no estas en casa? —Vomité, ni siquiera tuvo la energia de mover su boca lejos de su regazo—. Oh, carlo —dije. —Queria. comprar un paguete de cigorillos —murmuré—. Perdf mi Paquete. O me lo quitaron. No lo sé. Dijeron que me conseguirian otto, pero queria... hacerlo yo mismo. Hacer una pequefia cosa per mi mismo. Estaba mirando directo al frente. En silencio, saqué mi movil y bajé la mirada para marcar el 911 —Lo siento le dije. Novecientos once, gcudi es su emergencia?—. Hola, estoy en la carretera entre el ochenta y sels y Ditch, y necesito una ambulancia. El gran amor de mi vida tiene un tubo-G que no esté funcionando. ose] Me miré. Era horrible. Dificimente podia mirario. £1 Augustus Waters de las sonrisos torcidas y los cigamllos sin fumar se habia ido, remplazado por esta desesperada y humillada ctiatura sentada debajo de mi. Esto €s todo. Ya ni siquiera puedo fumer. Gus, te amo. —eDénde est4 mi oportunidad de ser el Peter Van Houten de ciguien? — Golpeé el volante débimente, Ia bocina sonando mientras é1 lloraba. Recliné su cabeza hacia atrés, mirando hacia arriba—. Me odio, me odio, odio esto, odio esto, me doy asco, Io odio, lo odio, lo adio, mierda, s6lo déjenme morir. De acuerdo con las convenciones del aénero, Augustus Waters mantenia 30 sentide del humor hasta el final, no vacilaba ni por un momento en su corgje, y su espitu se elevaba como un aguila indomable hasta que el mundo mismo ne podia contener su cima alegre. co Pero esta era Ia verdad, un chico en estado lamentable que queria desesperadamente no inspirar lastima, gtitando y llorando, envenenado Por un tubo-G que lo mantenia con vida, pero no lo suficientemente vivo, The Fault in Our Stars John Green Limpié su borbila, agaré su cara en mis manos y me arrodilé cerca de él para poder ver sus ojos, que tedavia vivian. ~ Lo siento. Desearia que esto fuera como esa pelicula, con los persas y los espartanos, Yo también —aljo él. —Pero no lo es —dije. Lo sé —dice. No hay hombres malos. si. En realidad, ni siquiera el cancer es un hombre malo: El cancer sélo quiere estar vivo. si. —Estds bien le dije. Podia escuchar las sienas. —Bien —dijo. Estaba perdiendo la consciencia. —Gus, tienes que prometerme no intentar esto de nuevo. Te conseguiré igamtllos, gest bien? —Me miré. Sus ojos se hundian en sus érbitas—. Tienes que prometerio. £1 asintié un poco y luego sus ojos se cerraren, su cobeza girando sobre su cvelio. —Gus —dije—. Quédate conmigo. —léeme algo —aljo 41 mientras que la condenada ambuloncia pasaba rugiendo junto a nosotros y pasdndonos de largo. Asi que mientras esperaba que ellos se dieran la vuelta y nos encontraran, recité el Unico poema que pude obligarme a recordar, “La Carretil: Roja” de William Carlos Wiliams. Tanto depende De una Caretila Roja’ Bruflida por e! agua De la lievia Junto a los blancos Polluelos. Wiliams era un médico. A mi me parecia el poema de un médico. EI Poema se habia acabado, pero ja ambulancia todavia se alejada de Nosotros, asi que segui escribiéndolo. Y tanto depende, le dije a Augustus, de un cielo azul recortado por las altas ramas de los érboles. Tanto depende de un tubo-G transparente que emerge desde el intestino de un chico de labios azules. Tanto depende de este observador del universo. Medio consciente, me mira y murmura— Y dices que no escribes poesia

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