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Griffiths, Dorothy, Ciencia y tecnología: ¿liberación u opresión?

Uruguay
Educa, Portal educativo de Uruguay, ANEP.
Repartido
Extracto de un artículo de Dorothy Griffiths, miembro de la Sociedad Británica Nº 11
para la Responsabilidad Social de la Ciencia.
http://www.uruguayeduca.edu.uy/UserFiles/P0001/File/Ciencia%20Griffiths.pdf (28/7/2015,
18:50 hs)
Profesora Carolina Macedo

Datos de la autora
Dorothy Griffiths es directora del Colegio Imperial de Londres, profesora de Gestión de Recursos
Humanos y Directora de Programas. La profesora Griffiths obtuvo una Licenciatura en Sociología
por la Universidad de Londres, y una maestría en Sociología de la Ciencia y Tecnología de la
Universidad de Bath. Se unió al Colegio Imperial de Londres en 1969 y ha ocupado cargos de
docente visitante en un número importante de otras Universidades. El presente material es una
selección de un artículo de Dorothy Griffiths, miembro de la Sociedad Británica para la
Responsabilidad Social de la Ciencia.

Ciencia y tecnología: ¿liberación u opresión?

El sueño del progreso


La aparición de la sociedad moderna, cuyo inicio puede situarse en el siglo XVII, señaló el comienzo
de un período signado por el gran optimismo respecto del rol que le cabía desempeñar a la ciencia
en el avance de la humanidad. Se pensaba que la ciencia, basada en la observación y en la
experimentación, se iba a constituir en una fuerza liberadora para toda la humanidad. Sin ir muy
lejos, Francis Bacon, una suerte de “padre” de la revolución científica, indicaba que “el verdadero y
legítimo objetivo de la ciencia era dotar a la vida humana con nuevos descubrimientos y poderes”.
Loable objetivo, sin dudas.

Ahora bien, ¿se ha cumplido ese objetivo? ¿Se cumple hoy en día? Bacon describía en su Utopía
una sociedad en la que la ciencia estaba dedicada a incrementar el bienestar y los beneficios de
toda la humanidad, y en la que los científicos estaban investidos de poder en virtud de su entrega a
ese objetivo supremo. La ciencia, entonces, era sinónimo de utilidad y de progreso. Esta idea sería
retomada doscientos años más tarde, por Macaulay. La ciencia se erigía como “la multiplicadora de
los goces y la mitigadora de los sufrimientos humanos”. Era el instrumento adecuado para superar
la concepción judeo-cristiana que “separaba”, por expresarlo de alguna manera, al hombre de la
Naturaleza. Al fin, se creía, el hombre podría dominar a la Naturaleza, en vez de ser presa de sus
exigencias.

Cierto es que, en nuestra era científica y tecnológica, los avances de la medicina han producido
resultados sencillamente espectaculares en la conquista de la enfermedad. La mortalidad infantil,
por ejemplo, se ha reducido y la esperanza de vida se ha ido elevando de manera constante. Esto
no puede ser negado y convengamos en que no es poco: se ha avanzado nada menos que contra la
muerte.
Por otro lado, las máquinas han liberado al ser humano de las tareas más pesadas, cuanto menos
en ciertos lugares. Pero, más allá de todo esto (que debe ser reconocido por una cuestión de
estricta justicia), ¿han sido realizadas las esperanzas de la ciencia? ¿Hemos sido testigos,
realmente, del alivio de la condición humana? Es claro que, en este punto, las cosas ya se
complican; ya no son tan simples ni lineales. Las respuestas, por lo tanto, empiezan a ser
ambivalentes, según la perspectiva con que se mire…

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Griffiths, Dorothy, Ciencia y tecnología: ¿liberación u opresión? Uruguay
Educa, Portal educativo de Uruguay, ANEP.
Repartido
Extracto de un artículo de Dorothy Griffiths, miembro de la Sociedad Británica Nº 11
para la Responsabilidad Social de la Ciencia.
http://www.uruguayeduca.edu.uy/UserFiles/P0001/File/Ciencia%20Griffiths.pdf (28/7/2015,
18:50 hs)
Profesora Carolina Macedo

Las críticas
Hoy por hoy, la ciencia y la tecnología reciben una crítica que se plantea a dos niveles. ¿Qué
significa esto? Pues bien: por una parte, está lo que podríamos denominar la crítica a nivel
material.
El ataque a nivel material se deriva, o bien de lo que la ciencia y la tecnología han producido, o
bien de lo que ambas no han producido. Dentro de esta crítica hallaremos argumentos como que
la ciencia ha contribuido a la posibilidad concreta de la destrucción del mundo en caso de un
holocausto nuclear (recordemos que existen suficientes explosivos como para que nuestro planeta
desaparezca doce veces). También se señala que ha contribuido al despojo ambiental y a la
posibilidad futura de un mundo poblado por niños “armados” en tubos de ensayo. Y, por si esto no
alanzara, se la acusa de ser indiferente y de no solucionar el hambre que padece más de la mitad
de la población mundial.
Por otra parte, existe un ataque al nivel de conciencia. ¿Qué queremos decir? Este ataque se
centra especialmente en el hecho de que la ciencia sea presentada como el único saber. Este saber
está sustentado en la racionalidad. Teodoro Roszak 1 señala que “reconocerán que el ideal de la
objetividad científica es una común enfermedad de alienación, bien disfrazada de respetable
epistemología (…); debemos librarnos del cultivo de la ciencia si hemos de ser espíritus libres (...)
pues lo que la ciencia puede medir es solamente una porción de lo que el hombre puede conocer”.
Es innegable que los ataques a nivel material tiene, por lo menos, una parte de validez. Pensemos
en las aplicaciones militares de la ciencia-tecnología. Pensemos en sus costos sociales
(especialmente en términos de degradación ambiental). Pensemos también en que se han dejado
problemas sociales sin resolver e, inclusive, en que se han planteado dilemas morales para los
cuales todavía carecemos de guía normativa.
El descubrimiento de medios sofisticados para matarnos unos a otros no constituye, por lo menos
para muchos, la realización de la ciencia como fuerza liberadora.

En cuanto al desarrollo industrial alentado por el progreso científico y técnico, si bien es verdad
que no puede ignorárselo, tampoco puede desconocerse que ha colaborado con la contaminación
de nuestro planeta y con el saqueo de sus recursos. Se afirma, como contrapartida de este
desarrollo industrial, que las nuevas tecnologías de los últimos treinta años exigen más recursos y
producen más contaminación que lo que esas mismas tecnologías venían a reemplazar. La
Revolución Verde, en otro plano, ya no parece de ese color cuando se repara en su dependencia de
carísimos pesticidas que atentan contra la propia vida. Los deshechos industriales tóxicos han
provocado en Japón los horrores del envenenamiento por mercurio.

El optimismo, respecto de las ventajas y beneficios que nos traería la ciencia, comienza a ser
mucho más que moderado. Más aún si nos hacemos cargo de que, aunque la ciencia ha sido capaz
de la hazaña asombrosa de poner en la luna a varios de los nuestros, sigue siendo incapaz de
proporcionar alimentos, remedios y viviendas para muchos semejantes que, sobre todo en el
Tercer Mundo, mueren diariamente de desnutrición o enfermedades como el paludismo o el mal

1
Historiador contemporáneo estadounidense, graduado en la Universidad de Princeton.

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Griffiths, Dorothy, Ciencia y tecnología: ¿liberación u opresión? Uruguay
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Profesora Carolina Macedo

de Chagas. Ahora bien, surge una pregunta insoslayable: ¿todo esto es responsabilidad de la
ciencia?, ¿es ella, la ciencia, así personalizada, la culpable?

Hay algo que -acaso por obvio- no suele ser indicado, esto es, que la ciencia y la tecnología no
existen independientemente de la sociedad en que se han engendrado. Con el mismo énfasis con
que debe expresarse que la ciencia y la tecnología no son intrínsecamente buenas, debe decirse
que es ingenuo creer que ambas poseen cualidades intrínsecamente malas. Lo que sí importa, en
todo caso, es la consideración de las relaciones entre la ciencia y la sociedad en que se halla
inserta. Solo de este modo, nos parece, podrán comprenderse sus ‘funciones sociales’.

La bomba atómica y las explosiones en Alamogordo 2, de Hiroshima y de Nagasaki contribuyeron a


cambiar más que ninguna otra cosa esa concepción “neutralista” de la ciencia. La horrenda
devastación de Hiroshima y Nagasaki fue causa de que muchas personas pusiesen en tela de juicio
esa neutralidad y hasta el dogma de que la ciencia siempre sería beneficiosa para la humanidad.
Fue esta la razón de más peso para que se formara en Gran Bretaña y en Estados Unidos un
movimiento a favor de ‘la responsabilidad social de la ciencia’.

[…] Los científicos –que actúan de buena fe- no aprecian que la actividad científica y tecnológica en
una sociedad industrializada y avanzada, es una expresión de las relaciones políticas, económicas y
sociales de esa sociedad. No importa si se trata de una sociedad capitalista `tradicional` o de una
sociedad capitalista ‘estatal’.
La ciencia y la tecnología dependen de los recursos, entre otras cosas, que se les destina. Hoy son
actividades caras. Por consiguiente, los grupos que pueden financiarlas son aquellos que ejercen
un cierto dominio dentro de la comunidad. Obviamente, dirigen esas actividades científicas de tal
modo de alcanzar los objetivos que los favorezcan. Se deriva, pues, que tanto la ciencia como la
tecnología se han ido convirtiendo en un instrumento de las clases dominantes y son utilizadas
para oprimir a gran parte de la humanidad (en especial al Tercer Mundo), en vez de colaborar con
su liberación.[…] Los abusos de la ciencia y la tecnología no son ni han sido accidentales o fruto de
la ignorancia. Nada de eso, son –y han sido- una consecuencia directa del carácter de esa ciencia
conducida por un sector social.

Como ejemplo, reparemos en que las verdaderas necesidades sociales (que no son las generadas
por los diversos factores de poder) quedan, a menudo, insatisfechas porque ofrecen pocas
oportunidades de lucro. En Gran Bretaña no existe un sistema de alarma que comunique a las
personas ancianas con los servicios de seguridad social. ¿Por qué? Aunque sería fácil de
implementar no se hace porque los ancianos y los minusválidos no están dentro del circuito de
consumo. Son pobres en general y no podrían pagar esos dispositivos. Sí, en cambio, se hacen

2
 Ciudad ubicada en el Condado de Otero en Estados Unidos, Nuevo México. La ciudad cobró notoriedad por
ser el primer lugar donde se probó la bomba atómica.

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Griffiths, Dorothy, Ciencia y tecnología: ¿liberación u opresión? Uruguay
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Repartido
Extracto de un artículo de Dorothy Griffiths, miembro de la Sociedad Británica Nº 11
para la Responsabilidad Social de la Ciencia.
http://www.uruguayeduca.edu.uy/UserFiles/P0001/File/Ciencia%20Griffiths.pdf (28/7/2015,
18:50 hs)
Profesora Carolina Macedo

investigaciones con el fin de resolver el problema de la hipertensión, enfermedad que aqueja,


prioritariamente, a ejecutivos de empresas, casi siempre ‘estresados’.

Este tipo de ‘relaciones’ entre la ciencia y el poder, puede trasladarse al campo de las relaciones
internacionales. Las corporaciones industriales no establecen operaciones en países extranjeros
por interés humanitario. En las naciones ‘huéspedes’ son sus intereses los que predominan. En
este sentido la tecnología es un producto que las clases capitalistas de los países ricos venden a las
naciones pobres. Estas, muchas veces, ‘compran’ una tecnología que no les es útil, debido a que las
condiciones en que se encuentran esos países son muy diferentes de las de los países
desarrollados.

Habermas afirma que se ha producido una ‘cientización de la política’. ¿Qué se logra con ella? Pues
bien: que decisiones que son esencialmente políticas sean aceptadas por el “público” como
decisiones técnicas justificadas por medio de llamadas al carácter objetivo o neutral del
conocimiento científico. Ahora bien, hay algo que es preciso que quede claro: no estaríamos
viviendo en una forma pura de la sociedad tecnocrática, como la que señalaba Bacon. Por el
contrario, vivimos en una forma de sociedad tecnocrática pero bastardeada. En ella los expertos
son ‘poseídos’ y controlados por la clase dirigente. El saber es una nueva fuente de poder y los
expertos son manipulados, en orden a ‘despolitizar’ la toma de decisiones… políticas!

[…] ¿Qué ha resultado, qué se ha hecho de aquellas saludables esperanzas de Francis Bacon?
Recordemos aquello de que la ciencia sería una fuerza liberadora de la humanidad… ¿Se equivocó
por completo acaso?

Hay dos contestaciones: la ciencia se ha vuelto opresora porque está poseída y regulada por los
factores de poder en las sociedades industriales avanzadas. Y, por otro, la ciencia es opresora
porque el modo actual de pensamiento científico no nos permite más que una conciencia
disminuida, en el sentido de que es solo la razón la fuente de conocimiento y experiencia.

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