El diseño de los nuevos aparatos inteligentes, sean computadoras o robots. Aquí
hace su aparición la Inteligencia artificial (I.A.). Los investigadores de la I.A. se sustentan en dos pilares, el primero es que el cerebro no opera como una computadora convencional, sino más bien en forma paralela y la segunda es que dentro del cerebro, el conocimiento no se almacena en ninguna forma que parezca a un programa de computadora, sino que se almacena estructuralmente. Estos investigadores han recurrido a las neurociencias, como lo hace la física teórica con la física experimental (SCHWARTZ, 1999), es decir que el trabajo en conjunto permite una construcción única de percepciones teóricas que pueden guiar y determinar el camino a seguir en el futuro
SEGUNDO APORTE
Alan Turing quiso entender cómo el cerebro realizaba operaciones
complejas y acabó fabricando el primer ordenador. Desde aquí, los ordenadores han evolucionado muchísimo. Por ejemplo, desde la década de los 70 se ha observado un crecimiento exponencial en varias de sus características: el número de transistores integrados por mi|cro- procesador, la velocidad de cómputo y el abaratamiento del coste por transistor. Si comparamos la velocidad de cómputo, cualquier ordenador convencional es mucho más rápido que nosotros mismos. Supongamos una multiplicación larga, por ejemplo 8 factorial, que es 8 * 7 * 6 * 5 * 4 * 3 * 2 * 1. Si somos capaces de hacerla en, digamos, 5 minutos, estaremos computando a una velocidad de 8/(5*60) que es aproximadamente 0.03 operaciones de coma flotante por segundo (su unidad de medida es en FLOPS). Comparativamente, un Pentium IV de los que tenemos en casa, y que opera a unos pocos gigaFLOPS, computa varios cientos de millones de veces más rápido.
TERCER APORTE
Recientemente, ha surgido una nueva tendencia dentro de la
Neurociencia Computacional hacia el desarrollo de software/hardware inteligente, capaz de resolver problemas de forma similar a como nuestro cerebro lo hace. Aunque este propósito puede parecer un poco de ciencia ficción, ya hay diferentes proyectos internacionales desarrollando la misma línea de investigación. El proyecto COLAMN en Reino Unido, en el cual he participado, pretende explotar la estructura laminada de la corteza cerebral (Thomson y Bannister, 2003). El proyecto FACETS, subvencionado por la Comisión Europea, intenta implementar la corteza cerebral tomando como unidad mínima de información el microcircuito, circuitos de miles de neuronas altamente conectadas. Proyectos más específicos basados en una estructura y función realista, pero con un grado de implementación muy avanzado, son, por ejemplo, la fabricación e implementación de una retina en silicio (ETH Zurich, Switzerland), la fabricación de una nariz artificial capaz de reconocer e identificar diferentes olores (Universidad de Edimburgo, UK), el implante de cóclea artificial para pacientes sordos (MIT, USA), un chip-sónar basado en la anatomía del murciélago (Universidad de Maryland, USA) o un chip capaz de percibir movimiento basado en el sistema visual de la mosca (Universidad de Arizona, USA).