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EL PERDÓN QUE SANA

EL ESPÍRITU AMARGO SECA LOS HUESOS: En el griego del Nuevo Testamento, "AMARGURA"
proviene de una palabra que significa punzar. Su raíz hebrea agrega la idea de algo pesado.
Finalmente, el uso en el griego clásico revela el concepto de algo fuerte. La amargura,
entonces, es algo fuerte y pesado que punza hasta lo más profundo del corazón.

LA AMARGURA no tiene lugar automáticamente cuando alguien me ofende, sino que es una
reacción pecaminosa a la ofensa o a una situación difícil, y por lo general injusta. No importa si
la ofensa fue intencional o no. Si el ofendido no arregla la situación con Dios, la amargura le
inducirá a imaginar más ofensas de la misma persona. La amargura es una manera de
responder, que a la larga puede convertirse en norma de vida.

LOS COMPAÑEROS DE LA AMARGURA SON LA AUTOCOMPASIÓN, LA FALTA DE PERDÓN, los


sentimientos heridos, el enojo, el resentimiento, el rencor, la venganza, la envidia, la calumnia,
los chismes, la paranoia, las maquinaciones vanas y el cinismo.

LA AMARGURA es resultado de sentimientos muy profundos, quizá los más profundos de la


vida. La razón por la que es tan difícil de desarraigar es triple:

En primer lugar, el ofendido considera que la ofensa es culpa de otra persona (y muchas
veces es cierto) y razona: "Él / ella debe venir a pedirme disculpas y arrepentirse ante Dios. Yo
soy la víctima". El cristiano se siente culpable cuando comete un pecado. Sin embargo, no nos
sentimos culpables de pecado por habernos amargado cuando alguien peca contra nosotros,
pues la percepción de ser víctima eclipsa cualquier sentimiento de culpa. Por lo tanto este
pecado de amargura es muy fácil justificar. LA OFENSA da la pauta a la culpabilidad, el señalar
a la persona responsable es fácil, esto escuda o defiende las acciones duras o las actitudes
intolerantes de venganza.

En segundo lugar, casi nadie nos ayuda a quitar la amargura de nuestra vida. Por lo contrario,
los amigos más íntimos afirman: "Tú tienes derecho, mira lo que te ha hecho", lo cual nos
convence aun más de que estamos actuando correctamente. Tenemos la "autoridad" para
defendernos, aún, de tomar acciones en "contra" de las personas que nos han ofendido.
Seguramente nadie me podrá decir nada, tengo derecho a defenderme por "yo" soy el
afectado.

Finalmente y en tercer lugar, si alguien cobra suficiente valor como para decirnos: "Amigo,
estás amargado; eso es pecado contra Dios y debes arrepentirte", da la impresión de que al
consejero le falta compasión (recuerde, que el ofendido piensa que es víctima). Hay personas
que no "pueden" perdonar tan fácilmente las ofensas, en la medida que pasa el tiempo, las
raíces de amargura se anidan en el corazón para después provocar motivaciones de
venganza y la ira se forma parte de la vida misma.

El apóstol Pablo nos aconseja, diciendo: Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna
falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote
a ti mismo, no sea que tú también seas tentado (Gal 6.1). Sin duda que la amargura puede
llegar a ser parte de la vida de las personas. El camino se vuelve turbulento y difícil cuando no
hay una determinación para erradicar esta terrible raíz que destruye familias completas.

La palabra nos exhorta diciendo:


Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia (Efesios
4.31).

Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que
alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y
por ella muchos sean contaminados. (Hebreos 12.14-15)

Observemos como la Biblia habla de que la amargura es una raíz que está esperando "brotar"
o salir a la superficie. Cuando esto sucede, la raíz de amargura estorba en las relaciones entre
las personas, finalmente, muchas personas son contaminadas y la destrucción entró para
destruir. ¿Donde está la clave de todo esto? La Biblia dice: Seguid la paz con todos, y la
santidad. Toda raíz necesita ciertos elementos para que brote. En términos naturales la raíz
brota cuando tiene sol y agua. En el caso de la raíz de amargura el "sol" y el "agua" son la falta
de paz y la falta de santidad. Cuando el corazón no tiene paz, la enemistad, los pleitos,
aparecen en escena. Esto produce una vida de incertidumbre, de intolerancia y el enemigo
toma ventaja para destruir las relaciones. El corazón alegre constituye buen remedio; Mas el
espíritu triste seca los huesos (Proverbios 17.22).

LA AMARGURA produce enfermedades que solo son sanadas por el poder de Dios. Sin duda,
es una gran necesidad poder sacar estas raíces de amargura y ser libre para lograr la felicidad
en Cristo Jesús para nosotros y para nuestras familias. He visto decenas de personas ser
sanadas de enfermedades terribles cuando la raíz de amargura es desarraigada. ¿Cómo? El
asunto es que la amargura produce enfermedades. Miles de personas que van de médico en
médico, de hospital en hospital, inclusive buscan en métodos ocultos para aliviar
enfermedades que nadie puede sanar. Al final nos hemos dado cuenta que no era una
situación física, sino emocional, ¿la causa? ¡Una raíz de amargura! ¿CUÁNDO SE SECAN LOS
HUESOS? Cuando los amigos de la amargura aparecen en escena. Veamos algunos de ellos.

La primera amistad cercana de la amargura es LA AUTOCOMPASIÓN. Este sentimiento nos


pone como víctima de los demás. Las personas comienza a poner los ojos en sí mismo y en el
dolor que le embarga, acarreando sentimientos de conmiseración, de compasión. Es como si el
centro de la atención de todo el universo fuese uno mismo. Entonces los pensamientos te
dirán: "Pobrecito de mí", "Siempre me pasa lo mismo", "Tengo el cielo ganado por sufrir
tanto", "Me tiene que venir a pedirme perdón", "Yo no hice nada malo". La autocompasión
polariza los sentimientos. En un extremo está la depresión, en el otro extremo está los
impulsos coléricos. La depresión trae consigo enfermedades físicas como decaimiento,
cansancio, dolores en diversas partes del cuerpo (cabeza, músculos). La depresión es la
antesala a impulsos de suicidio, aislamiento, abandono del hogar y pensamientos de
venganza. Los impulsos coléricos traen consigo el estrés, la hiperactividad, el desasosiego, ira,
violencia, confrontación. Todo esto trae consigo enfermedades mentales, así como
gastrointestinales. La afectación aparentemente no es de un día para otro, sin embargo al
pasar del tiempo la persona se consume hasta que otras terribles enfermedades hacen su
aparición.

La segunda amistad es EL RESENTIMIENTO. La memoria juega una muy mala pasada, puesto
que se activa poderosamente en volver a recordar, y por lo tanto a revivir lo ocurrido. Una y
otra vez se "re-siente" todo lo que se vivió en aquella ocasión. Algo así como una memoria de
elefante viene súbitamente para recordar aún los detalles más escondidos de la situación,
trayéndolos a colación una y otra vez. Como rumiando, masticando la amargura y extrayendo
de ella todo su amargo sabor. De manera que en cada discusión o desacuerdo sacarás una y
otra vez el episodio que tanto te duele. El resentimiento produce un deseo de venganza
terrible. La angustia de "sentirse bien" proyecta el fracaso de la persona que nos hizo daño. Al
ver que la persona no "recibe su justo castigo" aparece un sentimiento de impotencia y
desesperación. Aquí inicia lo más terrible, los huesos se secan porque hay tristeza, se va la
alegría, el ofendido solo espera ver al ofensor caído, destruido, acabado. El sueño se va y al
despertar solo está esperando ver al ofensor "sufriendo" su recompensa.

La tercera amistad es LA PARANOIA. Este es un estado afectivo en el cual se comienza a


interpretar la realidad de acuerdo a tu subjetividad, donde se siente que todos se han
confabulado en contra de tu persona. Toda la realidad pasa por el filtro de lo ocurrido; por lo
tanto, todos participan, de una u otra manera (coludidos) planeando tu destrucción. Por
ejemplo, un esposo celoso comenzará a interpretar las llamadas telefónicas, los saludos, los
besos en las mejillas, las salidas de compra, los horarios, los ruidos, las amistades. ¡Qué
tragedia! Todo esto parece una invención, pero lamentablemente es parte de nuestra
humanidad. Ahora, por un momento, piensen en las tres características antes señaladas de
laamargura, súmenle sus tres grandes amigas colaborando activamente. Y pregúntense:
¿Habrá lugar para la gracia de Dios?

LA AMARGURA no sólo impedirá alcanzar la gracia de Dios en tu interior, sino que todos los
que estén afuera serán contaminados, especialmente la familia, pues de la abundancia del
corazón habla la boca. Cuando hay cambios en el comportamiento y en la forma de hablar,
significa que la amargura comenzó a tomar forma en tu interior. De modo que tus
pensamientos irán trabajando a favor de sentimientos amargos, y pronto tu voluntad asumirá
una postura frente a la vida, una actitud de desprecio por ciertas personas, especialmente por
quien se considera es el causante de tu dolor. Posteriormente, tu vida espiritual comenzará a
ser afectada, ya no podrás orar tranquilo, ni leer las Escrituras. Te comenzará a molestar la
comunión con las personas más cercanas. La no tendrá sentido, la destrucción está tocando las
puertas del hogar y de las relaciones humanas. Y como si esto fuese poco, siendo el ser una
sola unidad, (espíritu, alma y cuerpo), tu cuerpo también se verá afectado, recibiendo, como
último eslabón, el efecto pernicioso de la amargura. Sentirás enfermedades y dolores difíciles
de diagnosticar, que acarrearán una calidad de vida cada vez más pobre y deteriorada.
Observemos el consejo del apóstol:

¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él,
ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el
Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras
ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del
justo puede mucho. (Santiago 5.14-17)

LA NECESIDAD DE PERDÓN Y DE PERDONAR ¿Querrá Dios vernos llegar a tal estado? Claro que
no. Por eso el remedio es uno solo. Para ser libres de toda esta trampa en la cual el corazón se
ha entregado, el perdón es el remedio al corazón que sufre de dolor. EL PERDÓN es un acto
simple y sencillo, pero es imposible para la naturaleza humana que se resiste del todo al
perdón y clama por una justicia no según Dios, sino de castigo y venganza. Un corazón así,
primero necesita ser perdonado y luego perdonar. Se debe reconocer que la posición de su
corazón ha estado equivocada, por lo que necesita liberarse de sí mismo y recibir la frescura
del perdón. Pedir perdón a Dios por lo equivocado de su corazón. Someter los razonamientos
al examen de la Palabra, la cual discernirá los pensamientos y las intenciones del corazón.
¡Pedir perdón a Dios verdaderamente te hará libre!
Una vez teniendo clara conciencia de tu que la amargura es pecado estás libre por Cristo para
perdonar. Tal vez alguien diga: "Es que yo no puedo perdonar", y la respuesta ante eso es:
"Efectivamente, no puedes perdonar". Por eso es que necesitas a Cristo; en Él se nos ha dado
una vida diferente que nos capacita para perdonar.

Cristo es nuestro perdón, y es también quien perdona. La vida de Cristo opera a través de la
nuestra, ofreciendo el perdón a quien, incluso, según nuestro perturbado juicio, no lo merece.
Así de grande es la bendita obra de Cristo. Haz un cambio en tu oración. No ores más: "Padre,
ayúdame a perdonar", sino "Padre, dame más de Cristo". ¡Qué importancia tiene el perdón!
Solo recuerda Sino perdonas El no te perdonara, la regla es Perdónanos así como nosotros
perdonamos a los que nos ofenden..

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