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Financiamiento
Kristiano Raccanello
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6.1 Vulnerabilidad y riesgo
Las estrategias ante los riesgos tienen como objetivo reducir o mitigar sus
consecuencias y pueden ser implementadas antes de la realización del
evento. No obstante, en caso de que suceda, el hogar deberá manejar las
consecuencias y los eventuales impactos económicos – o de otra índole –
que deriven del mismo.
Para ello, las estrategias que se pueden adoptar son informales o formales.
Por un lado, el apoyo en dinero, en especie (ropa, comida etc…) o hasta en
términos personales – asistiendo a los enfermos, cuidando a los niños o
proporcionando alguna ayuda en las actividades rurales – se ubica en la
tipología informal. Por otro, las acciones preventivas que están
instrumentadas por parte del gobierno constituyen un ejemplo inmediato de
estrategias formales; la compra de un seguro médico a través de una
empresa privada también recae en esta categoría.
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formal, en cuanto a las instituciones nacionales e internacionales
encargadas de proveerlas, así como en términos de eficiencia y eficacia,
toma particular relevancia (Morduch, 1999; Dercon, 2002).
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De acuerdo a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), la
falta de servicios financieros formales se debe a problemas de acceso y de
uso. El primer Reporte de Inclusión Financiera (CNBV, 2009) indica que el
64.55% de todos los municipios del país (1,584 municipios) no cuenta con
ninguna sucursal bancaria; en particular, la falta de acceso al mercado
financiero formal atañe a los municipios ‘rurales’ (población inferior a los
5,000 habitantes) y ‘en transición’ (5,001-15,000 habitantes) en los cuales
la falta de sucursales alcanza el 96% y 79% respectivamente. Referente a
los indicadores de uso (por cada 1000 adultos), los municipios ‘rurales’ y
‘en transición’, respecto a los municipios catalogados como ‘urbanos’
(50,001-300,000 habitantes) muestran un importante rezago en cuanto al
número de cuentas de ahorros y de cheque, tarjetas de crédito y de débito
(CNBV, 2009:55).
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financiero mexicano, es el sistema bancario cuya estructura se encuentra
regida por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) a quien, de
acuerdo a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal “le
corresponde realizar o autorizar todas las operaciones en que se haga uso
del crédito público; planear, coordinar, evaluar y vigilar el sistema bancario
del país que comprende al Banco Central, a la Banca Nacional de
Desarrollo y las demás instituciones encargadas de prestar el servicio de
banca y crédito”. Además de la SHCP, otras instancias que se encargan de
la transparencia y regulación de las actividades de la banca son la Comisión
Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), el Banco de México
(BANXICO), la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los
Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF) y el Instituto para la
Protección al Ahorro Bancario (IPAB).
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Actualmente, la CNBV tiene registrados en su padrón de entidades
supervisadas a 42 bancos (sector de banca múltiple y banca de menudeo).
Siete de los 42 bancos, considerados como los más grandes e importantes
(G7), alcanzan casi el 80% de la participación en el mercado; y los ocho
más importantes, en la clasificación de banca de menudeo de segmento
bajo (SB), tienen un poco más del 2 por ciento de la participación (CNBV,
2011).
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de las transacciones que se realizan en el mercado (Agénor, Montiel y
Haque, 1993). Aunque los montos que se manejan a nivel informal no son
muy elevados, representan una parte importante de todas las transacciones
(Dunn, 1996). De acuerdo a Tejerina y Westley (2007), en México el sector
informal tiene un mayor alcance al proporcionar crédito al 18.8% de los
hogares respecto a la contraparte formal (6.2%).
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Las redes sociales pueden ser conformadas por parientes o por amigos
allegados al hogar pero también se observa la participación de individuos
que no pertenecen al círculo íntimo – por ejemplo, integrantes de la misma
comunidad. En caso de necesidad, un hogar busca apoyo entre sus mismos
miembros, quienes pertenecen al círculo más próximo. Esto se debe a la
confianza entre los individuos cercanos y porque, a nivel informal, los
recursos que se obtienen generalmente no implican algún pago de intereses.
Sin embargo, la ayuda se fundamenta de forma implícita en una relación de
reciprocidad que se espera se cumpla en el futuro debido a la relación de
confianza entre las partes. Este acuerdo implícito tiende a ser estable en un
entorno pequeño, donde subsisten densas relaciones entre los individuos.
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considerando el plazo durante el cual se lleva a cabo la sanción, en un
entorno de vulnerabilidad, hay claros incentivos para cumplir con los
compromisos financieros adquiridos. Es decir, respetar la norma social de
reciprocidad garantiza que también otros integrantes tengan acceso a un
préstamo en el futuro.
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Frente a un choque los hogares logran aminorar su exposición al riesgo
también a través de regalos. Aunque la gran mayoría de los préstamos
informales no implica algún pago de intereses, los préstamos y los regalos
se intercambian entre las redes de familiares y amigos lo cual permite al
menos un aseguramiento parcial de los riesgos, sobretodo en vista de que
algunas categorías de riesgo no son aseguradas de la misma forma, aún en
la misma red (Fafchamps y Lund, 2003). En Bangladesh el género está
relacionado con las transferencias informales ya que los hombres son
aquellos que presentan mayor actividad en el intercambio de regalos y
préstamos (McKernan, Pitt, y Moskowitz, 2005).
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y Frank, 2001). Es decir, la ayuda a nivel informal se ve incentivada con la
formación de grupos pequeños que si por un lado permiten una (limitada)
administración del riesgo, por otro ayudan a preservar la cohesión social.
6.4.2 Tandas
Las tandas, han sido analizadas desde un punto de vista antropológico por
Geertz (1962). Es Ardener (1964) quién se refiere a estos esquemas como
asociaciones de crédito rotativas, reconociendo su presencia y difusión a
nivel mundial. Debido que no sólo la parte acreedora, sino que también el
elemento de movilización de ahorros como fuentes de recursos rotaba,
Bouman (1977) las identifica como asociaciones de ahorro y crédito
rotativas (comúnmente conocidas en la literatura internacional como
ROSCAs, acrónimo de Rotating Savings and Credit Associations). La
literatura ha evidenciado que hay una gran variedad de instituciones que
desempeñan estas funciones con características que varían de país a país y
cuyo éxito se fundamenta en la flexibilidad que muestran el poder
adaptarse a las distintas circunstancias y entornos (Robinson, 2001).
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En México las asociaciones rotativas de crédito y ahorro son comúnmente
conocidas como tandas, aunque, según la zona geográfica, pueden ser
conocidas como cundinas o vaquitas. El trabajo de Vélez-Ibáñez (1993) es
el que ha analizado más de cerca las tandas mexicanas al tomar en cuenta
no sólo el funcionamiento sino también el significado antropológico-
cultural de este sistema de movilización de recursos que se fundamenta en
la confianza entre sus miembros.
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que, al reducir el monto obtenido, representaría una tasa de interés implícita
sobre el préstamo. En caso de que el choque afecte a más de un integrante,
volviéndose más sistémico que idiosincrásico, el individuo con mayor
necesidad, que también estaría más dispuesto a pagar por el préstamo, será
quién obtendrá el dinero acumulado sujeto a un mayor descuento que, al
final, beneficiará también a aquellos que no lo obtuvieron (Calomiris y
Rajaraman, 1998). Bajo estas circunstancias emergen claramente las
limitaciones de estos métodos de aseguramientos que permiten el acceso a
los recursos a una sola persona a la vez.
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Ibáñez, 1993). Asimismo, la baja tasa de incumplimiento en las tandas se
debe a la cuidadosa selección de los miembros (Lwoga, Maximabali,
Rutheford, Mutesasira, Safe, Gogadi, Mukami, Seiya, Maeda, y Tairo
1999). Incumplir con la aportación al fondo común puede perjudicar
seriamente la reputación del individuo (Ardener y Burman, 1995). A pesar
de que puedan existir comportamientos oportunistas, estos son poco
comunes debido a que el préstamo no se concibe como deuda sino como
una obligación social (Aryeetey, 1995). En este mismo sentido, los
individuos más confiables tienden a pertenecer a aquellas tandas que
presentan mayor flexibilidad, en términos de disposición a cambiar turnos
en caso de emergencia y respecto a la cantidad de normas escritas y
complejidad de la organización (Anderson, Baland, y Moene, 2003).
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debe a su baja confiabilidad y compromiso (Nelson, 1995; Lwoga et al.,
1999).
Sin duda, las tandas también podrán ser utilizadas como “esquemas de
seguros” en donde la prima consistiría de las aportaciones periódicas y con
la ventaja de que éstas pudieran ser utilizadas para cubrir una amplia
tipología de riesgos, al contrario de un esquema normal de seguro dónde se
estaría cubriendo un riesgo específico. Desde este punto de vista, las tandas
podrían ser más eficientes y preferidas por individuos de escasos recursos
ya que si el evento cubierto por el seguro (formal) no se verificara, el
individuo podría todavía rescatar la suma de los premios. Sin embargo, si el
evento implicara gastos mayores a lo acumulado por medio de las tandas,
entonces el individuo se vería perjudicado al no haber adquirido el seguro
formal. En este sentido, la decisión de participar en una tanda o de comprar
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un seguro de salud, entre otros factores, está también asociada con el grado
de aversión al riesgo del individuo (Raccanello, Anand, y Valdés, 2008).
Las tandas son un esquema que no sólo disciplinan el ahorro sino que
también permiten reducir las presiones sociales relacionadas con compartir
recursos económicos, o ayudar financieramente a parientes y amigos,
sobretodo si el ahorro está atado a la compra de algún bien indivisible y
durable (Ambec y Treich, 2003). La evidencia disponible para México
indica que las tandas se utilizan principalmente para ahorrar (24%) o para
cumplir con alguna obligación religiosa o tradición (17%); sólo el 7% los
utiliza para el pago de deudas y en menores proporciones para cubrir gastos
inesperados (5%) y gastos médicos (4%) (Vélez-Ibáñez, 1993).
6.4.3 Agiotistas
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La actividad del préstamo tiene raíces muy antiguas; en la Biblia se hace
repetidamente referencia a situaciones de préstamos y pago de intereses;
asimismo, se evidencia que desde hace más de dos mil años existía el
concepto de garantía para las deudas y de sumisión del deudor al acreedor
(Burkett, 1995). A pesar de que los mercados del crédito y la usura se
hayan desarrollado conjuntamente, en algunos momentos esta última no
tuvo la connotación negativa que actualmente se le atribuye (La Rana,
1999). Probablemente, fue la importancia de la religión, a través de los
preceptos morales que ha estado sosteniendo entre los siglos XIII y XIV
(Le Goff, 2003), lo que haya contribuido a que se mantuviera la concepción
negativa de la que comúnmente gozan los agiotistas hasta el día de hoy.
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se extienden por un plazo de 3 a 6 meses, a veces menos; los intereses
deben ser pagados con frecuencia regular que ha sido pactada con el
agiotista (casi siempre mensual). En México, y ligados a actividades
comerciales en los mercados al menudeo, hay préstamos cuya duración no
rebasa un mes y cuyos pagos tienen frecuencia diaria1; en los mercados al
mayoreo (centrales de abasto) los préstamos pueden tener un plazo tan
corto como de ocho horas y prevén un único pago al concluir las
actividades diarias.
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Las tasas varían alrededor del 10% mensual. Supongamos un crédito de 1,000 pesos a 30 días; el
cálculo del agiotista prevé 100 pesos de interés que, sumados al capital, corresponde a un pago diario de
aproximadamente 37 pesos. Al calcular la tasa de interés mensual efectiva, resulta evidente que es
superior al 10%.
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asegurar el cobro. Las tasas de interés son elevadas, y varían entre el 5 y el
10% mensual, a veces llegan hasta el 15 o 20% mensual, dependiendo del
agiotista y de la cantidad de dinero solicitada por el cliente. En general, las
tasas más elevadas se asocian con préstamos más pequeños (Raccanello,
2008). Aunque esta situación contrasta con los resultados reportados por
Aryeetey (1995) donde en Ghana las tasas de interés sobre los préstamos se
fijan de acuerdo al plazo: 10% mensual para préstamos de corto plazo
(hasta 1 mes), 24-35% por préstamos de 3 meses; 50-100% para préstamos
de largo plazo (un año), no se puede excluir que en México algún agiotista
no siga este mismo criterio.
En torno a las razones por las cuales los clientes se acercan a esta costosa
fuente de recursos, destaca el financiamiento de actividades productivas y
de necesidades familiares inesperadas. Los agiotistas no prestan recursos
para iniciar una actividad comercial debido al riesgo de que ésta no sea
exitosa, y tampoco financian vacaciones, fiestas o necesidades de salud,
excepto cuando se pueda garantizar el pago demostrando la obtención de
flujos de efectivo.
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garantía es el lugar en el cual reside el deudor. Por esta razón, la
documentación que avala el préstamo debe estar acorde a derecho y los
agiotistas pueden recurrir a los servicios de un bufete jurídico para asegurar
la recuperación del préstamo.
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financiamiento por parte de la mafia a las microempresas en Italia, cuyo
objetivo no se centra en el cobro de los intereses sino en tomar posesión de
su patrimonio para poder así lavar el dinero proveniente de otros negocios
ilícitos (Grasso y Varano, 2002). En estos casos, el no pagar no es una
opción; hay testimonios de crueles represalias a nivel individual que
pueden extenderse también a los otros familiares del deudor; la única
opción para poder salir del “laberinto” es la denuncia a las autoridades.
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préstamo, el ingreso neto del deudor, el cociente deuda/capital, el valor del
colateral, y la varianza del ingreso del deudor, entre otras (Bottomley,
1975).
Otros estudios apuntan a que el margen neto que obtienen los agiotistas
varía entre el 23 y el 48% según un esquema de competencia monopolística
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debido a que no hay conveniencia por parte de los clientes en cambiar de
proveedor, ya que enfrentarían tasas mayores al solicitar recursos a un
agiotista que no los conoce (Lamberte y Bunda, 1988).
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2004). No obstante, esto no implicó su desaparición, ya que los gobiernos
locales se encargaron de su administración.
En los últimos siglos, las casas de empeño han constituido una fuente de
recursos muy utilizada para los hogares que necesitan liquidez. En los
EE.UU. durante el siglo XIX los objetos mayormente empeñados eran
principalmente ropa (superior al 50%) y en menor proporción joyería,
relojes y anillos (inferior al 25%). Al igual que en Inglaterra, hacia finales
del mismo siglo, las casas de empeño dejaron de recibir ropa o
indumentaria (Tebbutt, 1983); a finales del siglo XIX alrededor del 58% de
las prendas eran representadas por relojes y el 80% por joyería, mientras
que la ropa representaba sólo el 14% (Caskey, 1994).
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administración debido a las depresiones económicas que al afectar al
mercado inglés en la segunda mitad del siglo XIX terminaron por
descapitalizarlas (Tebbutt, 1983). Al haber mucha demanda de liquidez
(oferta de prendas) y una baja tasa de recuperación de las mismas, el
resultado fue un importante proceso de acumulación por parte de las casas
de empeño. Los clientes eran en gran parte mujeres debido a su exclusión
de los mercados crediticios que tenían que hacer cuadrar el balance
doméstico; posiblemente, también por esta razón, los objetos que se
empeñaban eran principalmente ropa, utensilios de cocina (ollas) y
herramientas de trabajo y en menor volumen alhajas. En el mercado inglés,
el declive de la actividad prendaria comenzó a principio del siglo XX,
haciéndose evidente entre 1915 y 1930 debido a la introducción de ropa
producida a escala industrial.
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1994). Asimismo, los clientes consideran que los familiares y/o los amigos
no aprobarían el uso de los servicios de préstamo prendario (Collard y
Kempson, 2003); la importancia de la discreción en las transacciones se
aprecia al observar que las casas de empeño nunca piden las razones por las
cuales el cliente acudió a la institución (Caskey, 1994; Tebbutt, 1983). No
obstante, el empeño es un método que puede ser utilizado conjuntamente
con otras opciones de financiamiento como son los préstamos de
familiares, amigos o de la pareja (Dominy y Kempson, 2003).
Los incentivos de los hogares para ahorrar en bienes que tienen algún valor
como joyería de oro o plata u otros objetos valiosos, radican en que éstos
no sólo garantizan un depósito de valor sino que además proporcionan
estatus social (Bouman y Houtman, 1988). De esta forma, las casas de
empeño participan en el proceso de intermediación, financiando
frecuentemente el consumo (por las cantidades relativamente bajas que
otorgan), pero también actividades productivas (Fernando, 2003).
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instituciones (Caskey, 1991), lo cual pone en evidencia la importancia de
que el personal que ahí trabaja sea entrenado pero sobretodo experimentado
para la valuación de las prendas (Ghee Soon y Soo Choon, 2001; Collard y
Kempson, 2003).
A pesar de los elevados costos que el empeño impone sobre los pignorantes
en comparación con los productos del mercado formal, los individuos
acuden a ellos porque difícilmente pudieran calificar como sujetos de
crédito por parte de una institución financiera (Caskey, 1994). Las razones
que impulsan a acercarse a las casas de empeño se relacionan con una
reducción en el uso de los productos de las instituciones financieras por
parte de los hogares con menores ingresos y menor educación. Asimismo,
el uso de estas alternativas ha sido fomentado por el empeoramiento de la
situación económica como resultado del desempeño macroeconómico
durante la década de los 80. No sorprende que, nuevamente, a raíz de la
crisis económica mundial de 2007-2008, el crédito prendario haya
experimentado una importante etapa de auge.
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La importancia de las casas de empeño como fuentes de recursos para las
personas necesitadas se hace evidente en el estudio de Caskey (1991) para
los EE.UU. en donde el número de casas de empeño se asocia
positivamente con el porcentaje de personas en el Estado por debajo de la
línea nacional de pobreza estándar y negativamente con el porcentaje de los
individuos con al menos cuatro años de educación pre-universitaria. En los
EE.UU. el cliente promedio de una casa de empeño tiene un ingreso entre
9,000 y 17,000US$ anual, una edad entre los 18 y 30 años, y
frecuentemente pertenece a una minoría étnica, renta casa y no tiene
cuentas bancarias; en general, tiende a cambiar trabajo frecuentemente.
Según el análisis de Caskey (1994) los recursos que se obtienen a través del
empeño son utilizados para varias actividades, entre ellas reparación de
autos, gastos navideños, compra de comestibles así como medicamentos;
un patrón similar al que presentan los británicos (Collard y Kempson,
2003).
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préstamos por parte de los bancos que sucesivamente recanalizan a los
hogares o pequeños negocios.
6.5 Conclusiones
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cuanto a montos, plazos y tasas de interés. No obstante, la informalidad
permite que estos intermediarios presenten una elevada flexibilidad en
proporcionar alternativas financieras y adaptabilidad al entorno que, en
términos comparativos, los hace también atractivos respecto a los
productos financieros estandarizados que proporciona un banco.
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que utilizan la contraparte informal. En particular, debido a que los
primeros normalmente no recurren a los servicios informales, excepto en
algunos casos esporádicos donde las necesidades de recursos impulsan su
uso, analizar una eventual complementariedad entre estos sectores no
parece tener mucho fundamento, al tratarse de mercados segmentados y
enfocados a distintos usuarios. Esto no significa que no pueda haber
movilidad entre estos mercados dependiendo de los cambios en aquellas
variables fundamentales que determinan la entrada o la exclusión del
mercado financiero formal. Para poder lograr una mayor inclusión
financiera que de manera efectiva permita incorporar a los sectores más
vulnerables de la población, de acuerdo al ejemplo del Grameen Bank han
surgido varias empresas microfinancieras que, si por un lado constituyen un
canal para acceder a los recursos, por otro también ponen también nuevos e
importantes retos al sistema financiero mexicano. De esta forma, se está
asistiendo a una importante segmentación del mercado financiero mexicano
bajo la perspectivas geográfica (en cuanto a la dicotomía urbano-rural),
socioeconómica (nivel alto-medio-bajo), de uso (préstamos orientados al
financiamiento del consumo o de la inversión), según el plazo (préstamos
de corto, mediano y largo plazo), y con distintas facilidades de pago
(frecuencia semanal, mensual o según el acuerdo entre las partes) donde el
tema del género resulta ser transversal en la mayoría de ellos. En el futuro
próximo se podrán apreciar los avances en cuanto a inclusión financiera se
refiere que necesitarán también ser acompañados por el robustecimiento de
las instancias gubernamentales orientadas a la transparencia de las
transacciones.
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