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ANTECEDENTES TEORICOS

MARCO TEORICO
Reseña Histórica
La destilación como una técnica de la química convencional tiene sus orígenes
como muchas otras de la misma naturaleza, en los tiempos de la alquimia.
La alquimia se remonta hacia el año 300 antes de Cristo en la Antigua Grecia,
recogiendo aportaciones egipcias y babilónicas. Su mayor esplendo en la
antigüedad parece haberse alcanzado en Alejandría entre los años 200 – 300
después de Cristo, siendo posiblemente en esta época cuando se inventa el
alambique, que los historiadores atribuyen a María la Judía, Zósimo de Panólis
y su hermana Theosebeia.
Hay pruebas documentales de que los trabajos de estos alquimistas llegaron a
los árabes y los aparatos que utilizaban para la destilación son descritos por
Marco Graco en el siglo VIII, en el que puede considerarse el primer documento
históricp sobre la destilación de vinos, aunque no indica nada sobre las
características del destilado obtenido.
A principios del IX se inicia el desarrollo de la alquimia árabe, que recibe la
influencia de la escuela de Alejandría, junto a la de los trabajos realizados por
los alquimistas chinos recopilados por He Hong en el año 300 después de Cristo
en el “Bao Puzi”
Los árabes recopilaron los conocimientos de los alquimistas existentes hasta la
época en el llamado "Libro de Crates". Pero será la obra de Gerber (posible
seudónimo de un grupo de alquimistas árabes), publicada hacia el año 850, y
que fue traducida al latín con el título "De Summa Perfectionis", la que llevará a
Europa el pensamiento y los métodos de la química.
Es indudable que la destilación para la obtención de alcohol es un
descubrimiento árabe que algunos autores atribuyen a Ibn Yasid. Este
descubrimiento no puede ser anterior al siglo X, puesto que la inmensa obra del
filósofo árabe Avicena (980-1037), verdadera enciclopedia de los conocimientos
de su época, no menciona el alcohol, aunque sí describe detalladamente el
alambique y relaciona minuciosamente sus aplicaciones.
Por este tiempo Venecia comerciaba establemente con los árabes, por lo que
parece natural que entre los estudiosos de la alquimia y de la química, existiese
el interés por este aspecto característico del comportamiento de las sustancias.
Es indudable que la primera utilización del alcohol fue como sustancia medicinal.
En el año 1.100, la escuela de Salerno (Italia), diferenciaba dos formas, el "aqua
ardens" de 60 grados alcohólicos y el "aqua vitae" de 90 grados.
En el siglo XIII, se hablaba ya del "espíritu del vino", origen indudable del término
"espirituosas" con que se generaliza la denominación de las bebidas alcohólicas.
Ya hemos dicho que se le atribuían propiedades medicinales y hasta la virtud de
prolongar la vida; el término francés "eau de vie" (agua de vida) hace referencia
a esta propiedad.
Sin embargo es imposible no encontrar en tales espirituosas reminiscencias de
connotaciones rituales y mágicas profundamente arraigadas en los mismos
orígenes de la civilización.
El médico paduano Michele
Savonarola (1384-1462) escribe
una obra "De arte confectionis
aquae vitae" extrañándose de
que los antiguos escritores no
hablasen del agua maravillosa.
Sin embargo los destilados
obtenidos debían tener un sabor
poco agradable, puesto que, para
su consumo medicinal solía macerarse con hierbas o frutas, práctica que
continúa aún en nuestras comunidades rurales, para elaborar los tradicionales
licores de Galicia.
Hay pruebas ciertas de que en el 1.600, la entonces potente Compañía de Jesús,
dedicó una notable atención a los aguardientes. Utilizaban esta bebida para el
consuelo de los que sufren y, casi consecuencia lógica, dedican una parte de
sus no escasos recursos intelectuales, al estudio de nuevas materias alcohólicas
y búsqueda de nuevas técnicas en el campo de la destilación.
En 1617, el agrónomo eclesiástico catalán Miguel Agustí, publica una obra en
cuatro volúmenes con el título "Libro dels secrets d´agricoltura, casa rústica y
pastoril" en la que describe detalladamente un alambique para obtener
aguardiente de los orujos.
En 1663, su cofrade, el monje jesuita alemán Atanasio Kircher, publica un tratado
de química en el que señala claramente a los orujos como materia alcoholígena,
dándole carácter científico a su destilación.
En el ámbito de la Compañía de Jesús, las ideas y los descubrimientos tienen
libre circulación y parece segura la colaboración entre el monje alemán y el
también jesuita italiano Francesco Terzi Lana.
El hecho de que los científicos se interesaran por la destilación de los orujos
hace sospechar que, en esta época, funcionaban muchos alambiques en las
residencias de los nobles y en las casas de los agricultores, para obtener de los
orujos y de los residuos del vino después de la fermentación, su riqueza
alcohólica residual, para mejorar un poco la calidad de vida. No debemos olvidar
que de la asociación de estos destilados con hierbas y raíces se obtienen
preciosos remedios médicos presentes tanto en la farmacopea oficial como en
la casera.
Este desarrollo de la destilación de alcohol pronto llama la atención de los
gobernantes que establecen cargas impositivas, con lo que los destilados,
especialmente el obtenido por destilación de orujos, se dividen en dos ramas de
producción, la legal y la clandestina, la que hasta no hace mucho, era una forma
de obtener, a un menor precio, un bien considerado de primera necesidad.

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