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Santiago, Chile
Jueves 22 de agosto de 2013
Nuestro vivir humano es distinto a cualquier otro vivir de un ser vivo, por el hecho de que
éste se realiza en el lenguaje. Vivimos allí lo mismo que el pez en el agua. Lo utilizamos
entonces para construir estructuras que dan forma a nuestro vivir, pero que a su vez,
también nos permite encontrarnos en el placer de contemplar por ejemplo la Cordillera
que nos deslumbró durante tres días. Es en ese lenguajear, por así llamarlo, en el que
nos coordinamos en el hacer y en el sentir con otros, y nosotros mismos. Es ese
moverse en el continuo fluir de transformaciones sensoriales y experienciales que
orientan nuestra consciencia y nuestras vivencias. Todo esto, y mucho más, es sólo
posible al vivir inmersos en el lenguaje que nos permite ser conscientes de lo que vivimos
a través del conversar y el reflexionar. Un conversar tan profundo que incluso podemos
hacerlo en soliloquio, a través de una creación artística o a través de una reflexión
escrita que invita a mirarse y preguntarse por ello, tal como ahora cada lector lo está
haciendo. Y es la auto-consciencia de lo anterior, que cada uno vive de distinta manera
en su propio vivir la que facilita la profundidad y alcance transformador en el bien-estar
que este proceso del reflexionar puede traer consigo.
Palabras bonitas o simplemente una gran tontería, da lo mismo lo que esto parezca
hasta este momento, pero miremos y juguemos seriamente a mirar en que se conecta
esto con lo que vivimos durante la deriva de este curso de invierno. Nuestra invitación,
que ustedes aceptaron al participar del encuentro, ocultaba precisamente ese algo que
hemos invitado a reflexionar en los párrafos anteriores. El propósito central al que este
curso invitaba era el “conocer, entender y reflexionar acerca de los fundamentos
biológico-culturales de lo humano y entregar herramientas sistémicas reflexivas y de
acción.” Lo central, sin embargo, está en el párrafo final: “Estas herramientas sistémicas
se pueden aprender solo si la persona que las vive las hace propias en su vivir y convivir
cotidiano, como aspectos naturales de ellos, constituyendo una práctica innovadora en
sentido ético”. Esto último solo puede ser posible en el arte del conversar y reflexionar en
libertad que surge sólo si atendemos a nuestra sensorialidad, y así, poco a poco,
entramos a un espacio de creciente profundidad y conexión con nosotros mismos. Es un
volver a recuperar, en gran medida, la atención a nuestro sentir y hacer, y cada vez
menos, pero conservando sólo en su justa medida, la atención a la ejecución de causas a
cambio de ciertos efectos.
Es por ello que, junto a esta bitácora, incorporaremos también a la carpeta virtual una
serie de diapositivas con respecto a las temáticas centrales que abordamos durante los
tres días, ya que el más significativo repaso que se puede hacer acerca del proceso que
cada uno ha vivido, es el repaso que cada uno haga en su reflexionar y conversar consigo
mismo y con otros respecto a las temáticas que cada uno vivió durante el curso.
Nosotros los acompañaremos a través de las distinciones que compartimos, ya que no
existen respuestas buenas o malas, o correctas o incorrectas per se. Sino que existe el
sentido que a cada uno puede o no aparecerle en su vivir.