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FINAL POLÍTICO I

BLOQUE 1:

- Texto: “El derecho político”


Autor: Alejandro Medici

Introducción: Se la debe estudiar como algo más que las relaciones de


mando/obediencia, los fenómenos políticos, partidos y grupos de interés; lo que
vaciaría de contenido al Derecho Político.
El derecho busca vincular jurídicamente al poder, formarlo, determinar qué
puede y qué no puede hacer, qué debe y qué no debe, así como de qué manera.
Se refiere al derecho que surge de la propia sociedad organizada políticamente en
forma democrática.
Se debe comprender los alcances, posibilidades y límites de una
vinculación jurídica del poder, desde la perspectiva de los derechos y de la
democracia.
Relación alusión-elusión: se alude explícitamente a los mecanismos
políticos de creación del derecho, se alude considerar la politicidad del sistema del
derecho en su funcionamiento cotidiano, recurriendo a la ficción del sistema
jurídico cerrado en sí mismo de que sus normas derivan de otras normas, de su
cierre y de su propio carácter sistemático.
En la materia partimos del carácter político del derecho, de que las normas
jurídicas están formadas por contenidos, significados y narraciones que justifican
políticas del derecho. Y a la inversa, que las políticas del derecho se despliegan
por medio de la creación y aplicación normativas.
Las fuerzas sociopolíticas influyen y condicionan la producción normativa.
Pero estas manifestaciones de poder, parecen desaparecer del derecho positivo
como producto final.
Teoría impura: la indeterminación del discurso jurídico no es sólo producto
de la textura abierta y ambigüedad del lenguaje, sino también de una dimensión
política del derecho, que responden a una circunstancia histórica, que forma una
visión de las fuerzas sociopolíticas hacia el derecho y de los operadores jurídicos
hacia la sociedad.
El derecho público moderno es el punto donde se articulan, luchan y
convergen distintas formas históricas, intereses y valores de fuerzas
sociopolíticas, expresadas a veces como ideologías más o menos coherentes.
En el campo de lo político las fuerzas políticas se enfrentan, se potencian,
se neutralizan y/o se imponen unas a otras y el derecho, busca imponer su
voluntad a través de formas de influencia como son las amenazas, las
contraprestaciones y las argumentaciones. El derecho positiviza en normas
jurídicas criterios morales y políticos de una comunidad que van cambiando
históricamente.
El derecho dota de legalidad al poder político y el poder político dota de
efectividad al derecho, al respaldarlo con sus medios de influencia y en especial
con la amenaza que anticipa el recurso último de la coacción.
Para Goyard-Fabre el Derecho Político es el conjunto de reglas que
estructura la aparición de la potencia de los estados. El poder político, distinto de
la situación de mera fuerza o violencia, implica el orden del derecho erigido como
un conjunto de vínculos institucionales que le imponen restricciones y límites. El
derecho político es constituido por las normas que rigen la organización
institucional de la política y de su funcionamiento en el ámbito por ella delimitado y
determinado.
Notas distintivas del dcho político: Su carácter de construcción humana, su
vocación por racionalizar el poder, su individualismo y su igualitarismo.
Hobbes muestra la artificialidad de la construcción jurídico estatal.
Es necesaria una visión que parta de las rupturas y discontinuidades en el
Derecho Político, de una relación de tensión entre derecho y poder que va
tomando distintas formas históricas hasta nuestra propia contemporaneidad. Es
necesario un pensamiento crítico de las exorbitancias mutuas entre el derecho y el
poder social absoluto en sus distintas expresiones.

El derecho político debe hacerse cargo, en perspectiva histórica, de las


tensiones que la relación entre derecho público y poder político experimentó y
experimenta de forma permanente. El derecho político es un pensamiento de las
exorbitancias mutuas entre poder y derecho. Pensar los límites y condiciones de
posibilidad del derecho como regulador del poder significa hacerse cargo de esta
tensión histórica.
El derecho será usado según los fines y necesidades de la preservación del
poder del estado, será un medio de organización modulable y prescindible en caso
de necesidad.

Con el surgimiento del iusnaturalismo racional a partir del siglo XVIII, el


Derecho Político moderno pasará a ser un principio de limitación de la razón de
estado que viene de fuera de la práctica de gobierno.

Derecho y poder son órdenes de realidad diversas. El derecho tiene que ver
con la normalidad, con el deber ser jurídico; y el poder tiene que ver con la
facticidad social, con la normalidad social, con el ser.
La especificidad moderna del Derecho Político es su pretensión de vincular,
regular y racionalizar el ejercicio del poder político.

Estado y derecho no pueden legitimarse más que a través de la invocación


de la democracia y de los derechos humanos como fundamento de esta
pretensión.
Nacimiento del Derecho Político moderno: el derecho como vínculo, límite,
regulación y sujeción del poder social absolutista o salvaje y el derecho como
producto democrático de la soberanía popular.

Recuperar el sentido crítico requiere, en vez de ver la política y el derecho


desde el poder, hay que verlas desde las subjetividades sociales excluidas* que
luchan por su peculiar forma de entender la dignidad humana.
* (los trabajadores, las mujeres, los pueblos colonizados, las etnias y
culturas consideradas inferiores)

La historia del Derecho Político no puede ser más que la de las luchas
sociales por remover los obstáculos de hechos económicos, sociales y culturales.
El desarrollo del Derecho Político aparece vinculado a las necesidades de
organización normativa del espacio público y a las necesidades radicales de las
personas y de sus agrupaciones sociales.

Para reconstruir el sentido crítico del Derecho Político se necesita una


visión histórica y procesal de la acción política ciudadana que abre y consolida
espacios de dignidad humana, siempre en tensión con las tendencias que
petrifican las relaciones sociales.
Un verdadero derecho Político es un derecho de fuente democrática y que
vincula y sujeta a los poderes sociales es un derecho que surge de la política
como actividad común y digna.

Los poderes no vinculados por el derecho son tendencialmente absolutos;


también llamados “poderes salvajes”, que se separan por dos criterios: ilegales o
antijurídicos por violación del derecho o extralegales por ausencia del derecho, y
entre privados o públicos, de los que se distinguen cuatro:
- Poderes privados ilegales: redes de organizaciones criminales que se
desarrollan tanto en el plano nacional como internacional: el terrorismo,
las mafias, el tráfico de drogas o de personas.
- Poderes públicos ilegales o criminales: se desarrollan dentro de las
instituciones: actividades ilegales de los servicios secretos, la utilización
ilegal de los fondos públicos para fines políticos, la corrupción.
- Poderes privados extralegales: micropoderes incontrolados que
encuentran su espacio entre los muros domésticos en la forma de la
violencia de género, física y psíquica.
- Poderes privados extralegales: macropoderes económicos que buscan
todos los obstáculos a la acumulación de riqueza.

El Derecho Político excede la mera suma de los términos Derecho y


Política. Lo relacional supone un sentido que se comprende a partir de una
tensión, la crisis que devela es aquella de la tensión contemporánea entre derecho
y poderes sociales. El Derecho Político es una indagación normativa desde la
perspectiva de la democracia y de los derechos humanos, es decir, ex parte
populi, sobre las condiciones de posibilidad, los alcances y los límites del derecho
para vincular, limitar, sujetar los poderes sociales públicos y privados salvajes o
neoabsolutistas.

- Texto: “Economía-mundo y sistema interestatal”


Autor: Carlos Pescader
Entre los siglos XV y XVIII se configuró una organización político-económica
donde la escala de las relaciones se “globaliza”. Las sociedades nacionales se
convierten en parte de un todo, como si fuera una “sociedad única”
El concepto economía-mundo se ha incorporado para explicar fenómenos
de cambio social ocurridos a gran escala. Economía-mundo fue acuñado por
Fernand Braudel, propuso armar una unidad de análisis espacio-temporal
(relacionando geografía e historia) para estudiar el cambio social en una unidad
temporal, pretendiendo realizar un análisis de tipo estructural desde la perspectiva
del largo plazo.
Immanuel Wallerstein ha incorporado el concepto para describir una
realidad mundial originada en la modernidad, la economía-mundo moderna o
capitalista.
Se debe diferenciar entre la economía del mundo y el concepto de
economía-mundo. La economía mundial es la economía del planeta tomada en su
conjunto, analizando su dinámica, sus características, las diferencias entre
distintas sociedades, los vínculos económicos que se establecen entre ellas, etc.
Economía-mundo: es la economía de una porción del planeta en la medida en que
éste forma un todo económico, refiere a un fragmento del mundo económicamente
autónomo que se basta a sí mismo y que adquiere unidad a partir de intercambios
que se producen en su interior, integra espacios individuales más allá de sus
fronteras naturales y político culturales, en términos territoriales sus dimensiones
pueden ser enormes.
La Economía-mundo presenta una triple realidad:
- Puede ser localizada en un espacio geográfico determinado. Esos
límites son modificables en función de variables políticas, económicas,
culturales, etc
- Incorpora una relación de poder político-económico entre los distintos
Estados. En esa relación de poder es posible distinguir un núcleo o
centro, se constituye en una ciudad dominante, en una especie de
“capital económica”. A veces es posible encontrar dos centros
simultáneos que disputan el liderazgo, finalmente uno de los centros
termina por establecer su hegemonía y el otro acaba siendo debilitado o
eliminado.
- La organización de una economía-mundo termina configurando
esquemas productivos complejos que relacionan áreas o zonas
sucesivas, en analogía a regiones concéntricas. Se delimitan así tres
áreas: el centro, las zonas intermedias –semiperiferia- y las marginales –
periferia-. Son relaciones de poder desigual, que introducen una tensión
entre un extremo de la relación convertido en centro, que ejerce control
y dominio, y el otro extremo de la relación convertido en periferia.

Podría decirse que existen distintas economías-mundo, y que en


determinados momentos pueden coexistir más de una. No necesariamente los
límites de una economía-mundo coinciden con los límites reconocibles de ciertas
organizaciones políticas.
Las razones por las cuales se ha producido el deterioro de un centro y al
traspaso del liderazgo a otra región podría ser producto de luchas, graves
enfrentamientos y singulares crisis económicas prolongadas. Las crisis provocan
la caída de un centro y la emergencia de uno nuevo.
La economía-mundo se diferencia de los imperios-mundo. Aunque ambos
son sistemas históricos de organización social, los imperios-mundo fueron
organizaciones político-jurídicas, en tanto las economías-mundo son
configuraciones económicas-sociales.

Centro, semiperiferia y periferia:


Los términos centro y periferia refieren, concretamente a procesos de
producción y no a regiones o Estados. El espacio geográfico es organizado y
estructurado por el tipo de procesos productivos que se desarrollan en él. La
desigualdad entre las regiones se debe a que todo proceso productivo promueve
un desarrollo económico desigual entre las distintas fases del proceso.
a- Procesos centrales: afluencia de metales preciosos y de créditos; altos
precios y salarios elevados; asiento de la banca internacional, de
industrias provechosas y de agriculturas capitalistas; puntos de partida y
de llegada de importante tráficos internacionales; tecnología moderna y
diversificación de la producción. Favorecidos por el desarrollo de la
ciencia y de la técnica.
b- Procesos periféricos: combinan bajos salarios con tecnologías más
rudimentarias y economías de producción muy simple.
c- Procesos de semiperiferia: se aplica a regiones a Estados en los cuales
combinan procesos de centro y procesos de periferia. Combinan
intercambios económicos imperfectos con industrias de tipo tradicional,
con organizaciones bancarias y financieras incompletas, muchas veces
manejadas desde el exterior de la región.
I.W: “Los procesos centrales tienden a agruparse en unos pocos estados y
a constituir la mayor parte de la actividad productiva en dichos estados. Los
procesos periféricos tienden a estar desparramados a lo largo de un gran número
de estados y constituyen la mayor parte de la actividad productiva en dichos
estados.

Elementos de una economía-mundo


La economía-mundo capitalista es una colección de muchas instituciones,
cuya combinación da cuenta de sus procesos, todos los cuales están
interrelacionados entre sí. Las instituciones básicas son los múltiples estados,
dentro de un sistema interestatal; los mercados, las compañías que compiten en
los mercados, las unidades domésticas, las clases y los grupos de estatus.

Los estados-nación, el sistema interestatal


La organización de la formación política moderna se produjo bajo la forma
del Estado-nación, fuertemente centralizado. Consolidada con la estructuración de
una vigorosa burocracia civil y militar, la unificación del derecho y legitimada por la
teoría política.
El principio de soberanía implicó que cada formación política pudiera
disponer de la potestad política hacia el interior de sus fronteras, y pudiera
establecer relaciones vinculares con unidades similares. Soberanía es afirmación
de autoridad interna en el sentido de que ningún poder distinto del poder estatal
puede ejercer legítimamente algún tipo de autoridad. Es también, afirmación de
autoridad externa en tanto entre Estados-naciones se exige un tratamiento
semejante, en situación de paridad. El reconocimiento recíproco, entre Estados-
naciones, del principio de soberanía en su doble dimensión instituyó un sistema
interestatal, es más importante que sea reconocido a que sea respetado. Este
reconocimiento no implica relaciones simétricas.
Los Estados-nación donde se centralizaron los procesos productivos han
sido los más fuertes políticamente y los más próspero en términos
macroeconómicos.
Los estados fuertes pueden influir en el sistema internacional. Puede que
presionen en organizaciones internacionales para que los estados más débiles
mantengan sus fronteras abiertas y permeables al flujo de productos elaborados
por compañías radicadas en su interior, o al flujo de capitales. Se vuelven reacios
a eliminar ciertos subsidios con los cuales protegen a los procesos productivos
que compiten con los de los países semiperiféricos o periféricos. Suelen ejercer
presión en las organizaciones internacionales para que éstas tomen ciertas
decisiones, o aprueben pactos y tratados que les permitan reforzar su situación de
centralidad.

BLOQUE 2:

- Texto: “El modelo iusnaturalista”


Autor: Norberto Bobbio

Elementos del modelo iusnaturalista:


El modelo está construido sobre la gran dicotomía “estado de naturaleza –
estado civil”
1. El punto de partida del análisis del origen y del fundamento del Estado
es el estado de naturaleza, un estado no-político y anti-político.
2. Entre el estado de naturaleza y el estado político hay una relación de
contraposición en el sentido de que el estado político surge como
antítesis del estado de naturaleza.
3. El estado de naturaleza es un estado cuyos elementos constitutivos son
individuos tomados singularmente, no asociados si bien asociables.
4. Los ciudadanos del estado de naturaleza son libres e iguales los unos
con respecto a los otros. Un estado en el cual reinan la libertad y la
igualdad.
5. El paso del estado de naturaleza al estado civil no sobreviene
necesariamente por la misma fuerza de las cosas, sino mediante una o
más convenciones. El estado civil es “artificial” producto de la cultura y
no de la naturaleza.
6. El principio de legitimación de la sociedad política es el consenso.

Elementos del modelo alternativo o aristotélico:


1. El punto de partida es la sociedad natural original, la familia, que es una
forma específica, concreta, históricamente determinada, de sociedad
humana.
2. Entre la familia y el Estado existe una relación de continuidad,
desarrollo, progresión.
3. Los individuos viven reunidos siempre en grupos organizados, el Estado
debe ser representado como una reunión de familias, no conomo una
asociación de individuos.
4. El estado prepolítico se trata de una condición en la cual las relaciones
fundamentales que existen dentro de una sociedad erárquica como la
familia son relaciones entre superior e inferior.
5. El paso del estado prepolítico al Estado sobreviene por un proceso
natural de evolución, sobreviene a través del efecto de causas naturales.
6. El principio de legitimación de la sociedad política es el estado de
necesidad o la “naturaleza de las cosas”.

Teoría de Locke de la propiedad individual:


La propiedad individual, el derecho de un individuo de gozar y de disponer a
título exclusivo de un determinado bien, deriva del esfuerzo que el individuo ha
empleado para adueñarse de él y por lo tanto, es necesario para transformarlo y
valorizarlo con el propio trabajo. En esta teoría el estado prepolítico coincide con la
esfera de las relaciones económicas, el protagonista de este estado prepolítico es
el individuo considerado en su estricta capacidad personal de apropiarse de las
cosas comunes y de transformarlas para el mayor beneficio propio y de la
sociedad, y la propiedad individual nace toda acabada y perfecta en el estado de
naturaleza antes de que surja el Estado.

- Texto: “El iluminismo”


Autor: Irving Zeitling

Los hombres del Iluminismo adherían firmemente a la convicción de que la


mente puede aprehender el universo y subordinarlo a las necesidades humanas.
La razón se convirtió en el dios de estos filósofos. Utilizando los conceptos y las
técnicas de las ciencias físicas, emprendieron la tarea de crear un mundo nuevo
basado en la razón y la verdad. La verdad, cuyos pilares gemelos serían la razón y
la observación.
Las instituciones vigentes eran contrarias a la naturaleza del hombre e
inhibían su crecimiento y su desarrollo.
Combatieron lo que consideraron superstición, fanatismo o intolerancias;
lucharon contra la censura y exigieron libertad de pensamiento; atacaron los
privilegios de las clases feudales y sus restricciones sobre la clase industrial y la
comercial, intentaron secularizar la ética.
Se apoyaban en su fe en la razón y en la ciencia.
El filosofar se convirtió en algo diferente. La filosofía va a convertirse en la
actividad mediante la cual es posible descubrir la forma fundamental de todos los
fenómenos naturales y espirituales. La filosofía ya no es una mera cuestión de
pensamiento abstracto, sino que adquiere la función práctica de criticar las
instituciones existentes para demostrar que son irrazonables e innaturales.
El Iluminismo exige el reemplazo de estas instituciones y de todo el orden
anterior por otro nuevo, más razonable, natural y necesario.
El pensamiento del Iluminismo tiene un aspecto negativo y crítico como un
aspecto positivo. Siguen el proceso de criticar, dudar y demoler, aunque también
de construir.

Para estos pensadores, todos los aspectos de la vida y la obra del hombre
estaban sujetos a examen crítico. La autocrítica, la comprensión de su actividad,
de la sociedad y la época en que actuaron, constituían una función esencial del
pensamiento.
El progreso intelectual debía servir constantemente para promover el
progreso general del hombre. Los filósofos construyeron su ideal de explicación y
comprensión según el modelo de las ciencias naturales contemporáneas. Se
inspiraban en Newton, cuyo método era el análisis, interesado en los “hechos”, en
los datos de la experiencia. Tenía una base empírica. Al universo se lo descubre
mediante la observación y la acumulación de datos.
Para ellos la razón es la fuerza intelectual original que guía el
descubrimiento y la determinación de la verdad. La razón, junto con la
observación, es un medio para el logro de la verdad.
El Iluminismo creían haber sintetizado los mejores elementos de la corriente
filosófica racionalista y la corriente filosófica empirista.
Adhirieron al materialismo científico, aparecía como un arma ideológica
efectiva contra el dogma de la iglesia.
El conocimiento de la realidad natural o social depende de la unidad de la
razón y la observación en el método científico.

- Texto: “Reflexiones sobre la formación del estado y la construcción de la


sociedad argentina”
Autor: Oscar Oszlak

Estatidad:
La formación del estado es un aspecto constitutivo del proceso de
construcción social. El desarrollo relativo de las fuerzas productivas, los recursos
naturales disponibles, el tipo de relaciones de producción establecidas, la
estructura de clases resultante o la inserción de la sociedad en la trama de
relaciones económicas internaciones, contribuyen a que éste se conforme.
Dentro del proceso de construcción social, la formación del estado nacional
supone a la vez conformidad de la instancia política que articula la dominación en
la sociedad, y la materialización de esa instancia en un conjunto interdependiente
de instituciones que permiten su ejercicio. El Estado es relación social y aparato
institucional.
La estatidad supone la adquisición de las siguientes propiedades:
1. Capacidad de externalizar su poder obteniendo reconocimiento como
unidad soberana dentro de el sistema interestatal.
2. Capacidad de institucionalizar su autoridad, garantizando su monopolio
sobre los medios organizados de coerción.
3. Capacidad de diferenciar su control, a través de un conjunto
funcionalmente diferenciado de instituciones públicas, legítimas para
extraer establemente recursos de la sociedad civil.
4. Capacidad de internalizar una identidad colectiva, mediante la emisión
de símbolos que refuerzan sentimientos de pertenencia y solidaridad
social y permiten el control ideológico como mecanismo de dominación

Nación:
La estatidad debe vincularse con el tema del surgimiento de la nación, otro
de los aspectos del proceso de construcción social.
Los constructores del estado argentino no buscaron formar una unidad
política mayor o más fuerte, sino evitar la disgregación de la existente y producir
una transición estable de un estado colonial a un estado nacional. Lejos de
guiarse por propósitos de conquista, aspiraron a extender un movimiento
revolucionario local a la totalidad de las provincias.
La unidad argentina durante las primeras décadas de vida independiente se
asentó más en elementos expresivos y simbólicos que en vínculos materiales
plenamente desarrollados.

El caudillismo fue un sustituto de la democracia asociada al movimiento


libertario. Fue la modalidad que asumió localmente la representación del pueblo,
en un pueblo que desconocía la práctica democrática.
El aislamiento y el localismo, en condiciones de precariedad institucional,
magros recursos y población escasa, impidieron el total fraccionamiento de esas
unidades provinciales en estados nacionales soberanos. También lo impidió la
posibilidad latente de negociar desde una posición de al menos formal paridad.
Esto último, se vio reforzado en la medida en que la intensificación del comercio
exterior produjo el debilitamiento de algunas economías regionales; lo que
vinculamos al surgimiento de nuevos intereses y sectores de actividad locales,
mejoramiento de las comunicaciones y la creación de un mercado interno, que
ayudan a la homogenización.

Orden y progreso:
La aparición de condiciones materiales para la estructuración de una
economía de mercado consolida las perspectivas de organización nacional, y un
potencial mercado nacional, es el camino para la formación del estado.
Las nuevas tecnologías y los cambios producidos en las condiciones
políticas internas produjeron ajustes y desplazamientos en las actividades
productivas tradicionales.
De todas maneras, esta apertura de la economía se vio limitada por
diversos obstáculos: la dispersión y el aislamiento de los mercados regionales, la
escasez de la población, la precariedad de los medios de comunicación y
transporte, la anarquía en los medios de pago y en la regulación de las
transacciones, la inexistencia de un mercado financiero, las dificultades para
expandir la frontera territorial incorporando nuevas tierras a la actividad productiva,
la ausencia de garantías sobre la propiedad, la estabilidad de la actividad
productiva y la vida.
La distancia entre el “progreso indefinido” y la realidad del atraso y el caos,
era la distancia entre la constitución formal de la nación y la efectiva existencia de
un estado nacional.
“Orden” significa imponer un nuevo marco de organización y funcionamiento
social, coherente con el perfil que iban adquiriendo el sistema productivo y las
relaciones de dominación.
El proceso emancipador había desatado fuerzas centrífugas que
desarticulaban una sociedad que pretendía ser nación, éstas debían solucionarse
para poder encarar el proceso del “progreso”. Encontrar la forma de organización
social constituye el problema de fondo. El “orden” aparecía así como la condición
de posibilidad del “progreso”.
El “orden” excluía a todos aquellos elementos que pudieran obstaculizar el
progreso, el avance de la civilización (indios o montoneras). También contenía una
implícita definición de ciudadanía, no tanto en el sentido de quienes eran
reconocidos como integrantes de una comunidad política, sino más bien de
quienes eran considerados legítimos miembros de la nueva sociedad, de quienes
tenían cabida en la nueva trama de relaciones sociales. Éste permitiría obtener la
confianza del extranjero en la estabilidad del país y sus instituciones, lo que
atraería capitales e inmigrantes.
El desorden expresaba la inexistencia del estado; y podía manifestarse en
enfrentamientos armados, caos jurídico, precariedad institucional, imprevisibilidad
en las transacciones.
Soberanía externa indisputada, autoridad institucionalizada en todo el
ámbito territorial, control monopólico de la coerción, diferenciación e integración
del aparato institucional centralización jurídico-legislativa y creación simbólica de
consenso son necesarias para ordenar la sociedad y establecer el estado.

Dominium
El triunfo de Pavón confirmó la hegemonía de Buenos Aires sobre el resto
del territorio argentino, el gobierno surgido de Pavón comenzó a desplegar
actividades que afianzarían del dominio institucional del estado.
La existencia y desarrollo de estas instituciones nacionales pueden ser
observados como resultado de un proceso de “expropiación” social. Implica la
conversión de intereses “comunes” de la sociedad civil en objeto de interés
general. El estado subroga intereses y funciones propios de los particulares, de las
instituciones intermedias o de los gobiernos locales, transformándolos en
“públicos” y “generales”.
Esta enajenación de facultades por el estado adopta diversas modalidades:
consiste en adquirir el monopolio de ciertas formas de intervención social
reservadas a la jurisdicción de ls gobiernos locales; también en una invasión por el
estado nacional de ámbitos de acción propios de los “particulares”; en la
delimitación de nuevos ámbitos operativos, lo que implica la apertura de nuevos
espacios de actuación que hace posible la existencia del estado nacional, ésta
exigencia exige replantear los arreglos institucionales vigentes desplazando el
marco de referencia de la actividad social de un ámbito local-privado a un ámbito
nacional-público, y crea la posibilidad de resolver algunos de los desafíos que
plantea el paralelo desarrollo de la sociedad.
Después del triunfo militar, antes de consolidarse como Estado-nación, la
resolución de los asuntos “públicos” siguió en manos de los gobiernos provinciales
y de algunas instituciones civiles. En 1852, la Constitución de 1853, era una formal
declaración de intensiones.
Los mayores esfuerzos del gobierno nacional fueron dirigidos a la formación
de un ejército y un aparato recaudador verdaderamente nacionales.
Establecer su dominio también suponía para el gobierno nacional apropiar
ciertos instrumentos de regulación social hasta entonces impuestos por la
tradición, legados por la colonia o asumidos por instituciones como la Iglesia.
Permitía previsibilidad en las transacciones, uniformar ciertas prácticas, acabar
con la improvisación, crear nuevas pautas de interacción.

Penetración estatal
Luego de la instalación del gobierno de Mitre, las reacciones del Interior no
tardaron en producirse.
El movimiento iniciado en Buenos Aires contaba con aliados de causa en el
Interior, su ejercito fue el argumento más contundente para “ganar la adhesión” de
las provincias y eliminar los focos de contestación armada. La centralización del
poder y los recursos debía ir acompañada por una descentralización del control,
por una “presencia” institucional permanente que fuera anticipado y disolviendo
rebeliones interiores y afirmando la suprema autoridad del estado nacional.
La represión aparecía como condición necesaria para lograr el monopolio
de la violencia y el control territorial, la creación de bases consensuales aparecía
también como atributo esencial de la “estatidad”. Ello suponía la constitución de
una alianza política estable, material e ideológica que soldara relaciones sociales y
afianzara los vínculos de la nacionalidad.

Categorías de la penetración:
1er modalidad, represiva: supuso la organización de una fuerza militar
unificada y distribuida territorialmente, con el objeto de prevenir y sofocar todo
intento de alteración del orden impuesto por el estado nacional.
2da modalidad, cooptativa: incluyó la captación de apoyos entre los
sectores dominantes y gobiernos del interior, a través de la formación de alianzas
y coaliciones basadas en compromisos y prestaciones recíprocas.
3era modalidad, material: propuso diversas formas de avance del estado
nacional, a través de la localización en territorio provincial de obras, servicios y
regulaciones, para el progreso económico.
4ta modalidad, ideológica: creación y difusión de valores, conocimientos y
símbolos reforzadores de sentimientos de nacionalidad.

Resistencias:
Los líderes revolucionarios porteños muy pronto debieron experimentar la
resistencia de sectores sociales sometidos a levas, expropiaciones o
contribuciones diversas; de autoridades locales no resignadas a perder o
compartir su poder; y de aspirantes rivales a monopolizar la soberanía del estado.
A la caída de Rosas, el Litoral, con el apoyo del Interior, intentó asumir el
liderazgo del proceso de organización nacional. A los que resistían desde mucho
antes, empezaron a agregarse fracciones de las clases dominantes de Buenos
Aires.
Autonomía relativa del Estado: un importante número de legisladores y
funcionarios oriundos del Interior comenzó a sostener posiciones no siempre
favorables a los intereses porteños. Esta actitud, de la que a veces participaban
genuinos representantes de Buenos Aires con responsabilidades ejecutivas en el
gobierno nacional, se vio reforzada por la necesidad de este último de extender
sus bases sociales de apoyo ganando la adhesión de sectores dominantes del
Interior. La representación del Interior en el Senado le otorgaba mayoría suficiente
para desbaratar proyectos e iniciativas claramente puestas a sus intereses. Buena
parte de las posiciones de poder fueron ocupadas por miembros de una casta
político-miliar, un verdadero patriciado burocrática, que a pesar de sus lazos con
integrantes de los sectores terratenientes y mercantiles, no se manifestaron
dispuestos a satisfacer pasivamente todas sus reivindicaciones y demandas.

La dispersión, reducido tamaño y escasa organización de los sectores


obreros y campesinos impidieron el surgimiento de movimientos contestatarios de
importancia.

Estado y clases:
En sociedades primitivas, todavía en etapas tempranas de organización, el
valor militar es la cualidad que más rápidamente abre accesos a la clase política o
clase gobernante. A medida que avanza la “civilización del progreso” y aumenta la
renta del suelo, la riqueza pasa a ser el rasgo característico de la clase
gobernante: los ricos en lugar de los bravos son los que mandan.
En Argentina, la clase dominante argentina durante la etapa de las guerras
de la independencia, fue visible el liderazgo ejercido por la casta militar, los
comerciantes criollos, hacendados e intelectuales.
La terminación de las guerras de emancipación nacional desdibujaron el
papel de los militares como presencia corporativa dentro de la clase dominante.
Surgieron grupos de comerciantes, saladeristas y laneros, cuyo poder económico
llevó a un papel protagónico.
- Papel del Estado en la estructuración de clases dominantes: la apertura
de oportunidades de explotación económica, la creación de valor, la
provisión de insumos críticos para el perfeccionamiento de la relación
capitalista o la garantía, material o jurídica, de que esta relación se
reproducirá, contribuyeron a la configuración de la estructura social
argentina.
Subsidiando a las provincias, el estado promovió la formación de un
importante sector de profesionales y burócratas provinciales, a cargo de
actividades docentes, legales, administrativas y religiosas. Contribuyó a
conformar un estrato de contratistas del estado dedicados a la
construcción de caminos, puentes, diques, o a la prestación de servicios
de transporte, postas, mensajerías, mensura de tierras, etc, mediante la
contratación directa y/o la garantía de las inversiones. La creación y
afianzamiento de un ejército nacional, favoreció el proceso de
institucionalización de las fuerzas armadas. Se abrieron nuevas
oportunidades económicas a través de la conquista de nuevas tierras, su
delimitación, mensura y adjudicación; la atracción y garantía del capital
extranjero; la promoción de la inmigración y el establecimiento de
colonias crearon condiciones propicias para el desarrollo y
homogenización de una burguesía implantada en diversos sectores de
actividad. Elevó las calificaciones técnico-profesionales de diversos
estratos de la clase asalariada, obreros industriales y de la construcción,
empleados, funcionarios públicos.

- Texto: “Revolución y dictadura, 1810-1852”


Autor: David Rock

- Texto: “El proyecto de la generación del 37”


Autor: Carlos Pescader

La generación del 37:


El grupo de intelectuales agrupados en torno al Salón Literario, creaco en
1837, buscaba soluciones institucionales para el problema político y
socioeconómico que agobiaba al país. La importancia histórica de esta generación
fue la de poner todo el vigor de sus inteligencias en función de eliminar los
obstáculos que impedían la formación de un estado nacional que diera al país la
fisonomía de una nación moderna y pujante.
Lideraron Echevarría y Alberdi.
Su mirada recayó en la realidad y la experiencia; desde allí encontraron los
datos para interpretar el problema nacional y elaborar na alternativa renovadora.

Panorama político y económico hacia 1837:


El 7 de marzo de 1835 la Sala de Representantes de la provincia de
Buenos Aires entregó, mediante una ley, el gobierno provincial con la suma del
poder público al estanciero bonaerense Juan Manuel de Rosas, al que
consideraban el único hombre fuerte capaz de afianzar un orden que se veía
amenazado por el surgimiento del grupo unitario. Éste segundo mandato de Rosas
comenzó el 13 de marzo de 1835.
La vuelta de Rosas al poder significó un duro golpe para los hombres del
grupo ilustrado, que habían luchado tenazmente por instaurar un régimen
institucional que garantizara los derechos naturales, y que habían querido conducir
al pueblo hacia una existencia digna de las naciones modernas.
Para 1836 la influencia de Rosas se hacía sentir en todos los puntos de las
Provincias Unidas, manteniendo lealtades por medio de destituciones en masa,
condenas y la censura de todo medio de expresión contrario a sus ideas.
Los unitarios y el partido rivadaviano, se refugiaron en el exterior en las
naciones vecinas, de donde se encargarían de difundir propaganda antirrosista y
a promover planes para vencer por las armas a la dictadura instaurada en Buenos
Aires.
Los liberales unitarios no supieron ganarse las voluntades de los sectores
sociales que debían ser los agentes protagónicos de los cambio.
En la década del ’20, en Buenos Aires, comerciantes, ganaderos y
saladeristas se entregaron a una economía de exportación.
Todas las regiones del país intentaron emanciparse de la tutela económica
bonaerense sin resultados importantes.
En 1835 la ley de Aduanas elevó los derechos sobre numerosos productos
de procedencia extranjera lo cual implicó protección a los sectores agricultores y
artesanales de Buenos Aires, el litoral y el interior. Se convirtió al puerto de
Buenos Aires en el único legalmente habilitado para las transacciones comerciales
internacionales.
En 1837, en las bases económico-sociales de la sociedad, el dominio lo
tenía un sector integrado por ganaderos y saladeristas de Buenos Aires, prósperos
comerciantes y dueños del capital financiero; en ellos se fundaba el poder de
Rosas. Por debajo, se ubicaban los sectores de agricultores, artesanos y
profesionales. En el resto de las provincias no había ningún sector: económico,
político o militar, que significara una amenaza seria.
En el pensamiento de los intelectuales del 37 aparece una fórmula
conciliatoria entre los intereses centralistas del grupo ilustrado y los intereses
localistas del federalismo, que en lo económico se traduce en la intención de forjar
una nación industrial, pujante, donde prevalezca la armonía entre las regiones.
Ideológicamente adhieren al liberalismo, un liberalismo atenuado por el
pensamiento utópico que intentó poner freno a los excesos y distorsiones
derivados del sistema liberal capitalista vigente. En el ámbito político propondrán
una fórmula “realista” y de conciliación; el punto de partida sería la realidad; la idea
que apareció fue la necesidad de regenerar el país obviando cometer los mismos
errores en los que se habían incurrido durante el período revolucionario. La idea
de agrupar a quienes sentían la vocación de actuar en la cosa pública en un único
partido, nuevo, que buscara una solución por vía pacífica.

El panorama educativo:
Los años del régimen rosista significaron para la educación una vuelta al
período anterior a las reformas rivadavianas. El problema educacional se redujo al
fomento de la religión católica.
El bloqueo francés de 1838 quebrantó el erario público provincial. La
instrucción gratuita fue considerada un peso para el estado provincial y se inició
una política tendiente a separar de los establecimientos oficiales a los alumnos
cuyas familias podían solventar una enseñanza paga. El presupuesto destinado a
educación fue reducido y se mantuvieron sólo los establecimientos urbanos.
Los espacios abandonados por el estado fueron cubiertos por la actividad
privada. El sector alcanzó también el sector universitario, lo que se tradujo en
pérdida de prestigio, reducción del plantel de profesores, ausentismo del
alumnado y abandono de la tarea investigadora y científica.

Esteban Echevarría:
La coyuntura argentina de la década de 1830 impulsó a un grupo de
jóvenes a analizar la situación del país y a reflexionar sobre su pasado inmediato.
De aquella generación surgieron las bases para la formación y consolidación del
estado nacional.
La juventud ilustrada comenzó a saciar sus ansias de conocimientos
nuevos en tertulias, grupos de estudio informales y librerías, donde podían
conseguirse los textos europeos que reflejaban el espíritu del tiempo.
El librero Marcos Sastre impulsó a organizar una institución que agrupara a
esa juventud inquieta; y el 23 de junio de 1837 el Salón Literario inauguró sus
veladas.
En el pensamiento de Echeverría confluyen distintas corrientes ideológicas:
racionalismo iluminista francés, historicismo de procedencia alemana, liberalismo
neocatólico de Lamennais, socialismo utópico sansimoniano.
La Revolución permitió la apertura hacia una nueva etapa, la etapa del
avance hacia la superación de las condiciones anteriores. Era por tanto signo de
progreso, sinónimo de civilización porque cortaba los lazos que la unían a la
nación más atrasada de Europa.
1837 era una etapa destinada a destruir vínculos antes que a construir.
La Revolución permitió la entrada del pueblo como uno de los principales
protagonistas del escenario histórico.
Echevarría afirma que con la revolución nació la democracia.
Conjuntamente a la entrada en escena del pueblo se dio el fortalecimiento de una
institución muy cara al ideario romántico: el Cabildo, como poder municipal. En la
medida en que fueron recortando o poniendo en tela de juicio la suprema
autoridad virreinal, la institución municipal fue adquiriendo en forma paulatina un
mayor prestigio. Apareció como la institución ideal para el ejercicio de la
participación y representación democrática.
La revolución de mayo abrió el camino de la emancipación política
estableciendo en el país la democracia e impulsando la participación popular.
Mayo significaba emancipación, ejercicio de la actividad libre del pueblo argentino,
progreso; por medio de la organización de la libertad, la fraternidad y la igualdad,
por medio de la democracia.
La generación joven encontró un país donde todo estaba por hacerse
donde la tarea fundamental consistía en la elaboración de un programa político
global que contemplara la realidad social y económica del país y tratara de sanar
las heridas de una guerra fraticida que había distorsionado el rumbo marcado por
la emancipación.

Nuestra independencia era de índole política pero no cultural ni espiritual. Y


para la generación del 37 decir esto era lo mismo que afirmar que no habíamos
alcanzado la libertad. Teníamos arraigados: las costumbres y la legislación.
Echevarría criticaba la falta de realización según las exigencias reales de la
sociedad, criticaba la falta de reflexión y de prudencia en el obrar.
En 1837 la sociedad argentina estaba dividida en dos facciones: el bloque
federal, vencedor, apoyado en las masas populares era, según Echevarría, la
“expresión genuina de sus intentos semibárbaros”; el bloque unitario, minoría
vencida, tenía buenas tendencias pero era antipática “por sus arranques soberbios
de exclusivismo y supremacía”. En el medio de la disputa entre ambas, había
crecido una nueva generación. Este grupo de jóvenes aspiró, por edad, posición y
educación a ocuparse de la cosa pública.
Ésta nueva revolución debía llamarse organizadora, porque está destinada
a reparar los estragos, a curar las heridas y echar el fundamento de nuestra
regeneración social. La intención de esta generación era regenerar el país.
La política del momento reclamaba conciliación entre unitarios y federales.
La lógica de nuestra historia está pidiendo la existencia de un partido
nuevo, cuya misión es adaptar lo que haya de legítimo en uno y otro partido.
Echevarría fundó, a mediados de 1838m La Joven Generación Argentina de
la Asociación de Mayo.
Era necesario repensar el país incluyendo la industria, la ciencia, la política,
la religión, el arte y la filosofía. Anclados en la realidad nacional, el punto de
partida debían ser nuestras leyes, costumbres y estatutos vigentes. “Determinar
primero lo que somos, y, aplicando después los principios, buscar lo que debemos
ser, hacia qué punto debemos emanciparnos. El país no estaba maduro para una
revolución material, parecía útil pregonar una revolución moral estudiando
nuestros problemas y mostrando de qué manera naciones más cultas, pero
similares características, resolvieron sus conflictos.

Juan Bautista Alberdi:


No alcanzaba con haber obtenido la independencia política. Hacía falta una
independencia cultural indispensable para la conformación de una ideología
auténticamente nacional y para conseguir la tan ansiada transformación del país.
(Un proyecto integral que no abandonaba al azar ningún aspecto de la vida
nacional: política, forma de gobierno, economía, sociedad, educación, desarrollo
industrial, filosofía nacional, religión).
Del pensamiento de Juan Bautista Alberdi surgieron las bases del período
constitucional argentino e importantes consideraciones tendientes a forjar la
emancipación cultural antes mencionada, y la consiguiente transformación de la
realidad social.
En el seno de la realidad argentina, la militancia se hará desde el exilio y su
medio de difusión será la prensa. Ideas como la fe en el progreso, la exaltación de
lo nacional, la fraternidad entre los pueblos, fueron tomadas con el fin de
adaptarlas a nuestra realidad social.
Desde el punto de vista político, lo que pretendían era establecer la
continuidad entre el proyecto de Mayo y sus días. Consideraban que con Rosas
habían retrocedido a la época de la Colonia. El período rosista era interpretado
nada menos que como la contrarrevolución.
Se debía volver a fomentar la emancipación del país. Esa emancipación, no
sólo se refería a romper las cadenas políticas con España, eso ya se había
logrado. A lo que aspiraban era una emancipación social y cultural, en la que se
afianzara el carácter nacional, en la que se rompieran las dependencias
ideológicas con España.
Las ideas de democracia, representación e igualdad son tomadas como
pilares fundamentales de la regeneración política a la que se aspira.
Paralelamente al proyecto político, propondrán los puntos principales de acción
para lograr la regeneración económica y social argentinas. Se debía fomentar la
explotación agrícola y ganadera, de organizar el trabajo, de fomentar el aumento
de mano de obre mediante la inmigración, de estimular el desarrollo del comercio
interior y exterior, de instalar vía de medios de transporte y comunicaciones en
todo el territorio del país. Para dinamizar esta transformación se facilitaría la
entrada de capitales extranjeros. El cambio material traería anexado un cambio
social. Su proyecto apunta a la totalidad de la realidad social y termina siendo el
inspirador de la organización nacional posterior.

Pensamiento Alberdiano:

Acerca del derecho: tenía la idea de que el derecho es parte constitutiva del
conjunto de la vida social y forma parte de ella en el mismo rango que lo
económico, lo religioso, lo artístico o lo filosófico de un pueblo. Se relaciona
estrechamente con lo histórico.
Respecto a la idea de progreso, Alberdi parte de la premisa de que por
derecho natural los pueblos, como los hombres, están llamados a seguir un
camino hacia un fin último: el bien. Ese camino se recorre en un orden de etapas
sucesivas (el país se encontraba en esta etapa). En una primera época se
manifiestan tendencias instintivas, irreflexivas, determinadas por la falta de un
motivo claro que presida las acciones. En una segunda época, con el desarrollo de
un estado racional, se llega al estado de plena libertad.

Visión del pasado argentino: Alberdi reconoce que dentro de la etapa de la


emancipación era lógico y bueno que se forjara un ideal heroico en el hombre
americano, y es necesario reconocer el fin de esa etapa heroica.
El progreso, el desarrollo económico, el poblamiento, que sólo eran
considerados como cosas secundarias en lo que él llama etapa heroica, en 1850
deben ser colocados en un primer lugar.
El problema del enfrentamiento entre unitarios y federales será interpretado
por Alberdi como un asunto más geográfico y económico, que político. Después de
Mayo las provincias interiores han dejado de ser colonias de Madrid para serlo de
Buenos Aires. Puerto, aduana y rentas aduaneras deben ser explotados por la
totalidad de las provincias.
Caseros significa un segundo mayo para la historia argentina, en el sentido
que constituye un nuevo punto de partida para la organización y el progreso de la
nación.

Forma de gobierno más conveniente: Alberdi cree en la validez de los


principios democráticos. La voluntad de los ciudadanos puede ser expresada, a su
juicio, en cualquier sistema de gobierno.
Idea de “DEMOCRACIA RESTRINGIDA”: suprimir de la democracia la
forma por la cual la porción menos culta de la sociedad tiene el derecho de elegir a
los jefes para todo el país, antes del otorgamiento del sufragio universal deben
existir: “las condiciones de inteligencia y bienestar material exigidas por la
prudencia en todas partes, como garantía de la pureza y el acierto del sufragio”.
Para el funcionamiento valedero de la democracia, afirma que ésta debe ser un
fin, porque la democracia es la última y más alta etapa del desarrollo político y
social de los pueblos.
Alberdi señalará la conveniencia de la división de poderes y de la existencia
de un gobierno general republicano que coexista con gobiernos provinciales que
aseguren el buen funcionamiento de la democracia en la totalidad del territorio del
país. Debe existir un poder ejecutivo fuerte que garantice el respeto por el orden
establecido constitucionalmente y por la paz. Un poder legislativo dividido en dos
cámaras fortalecerá la representación de la soberanía local (Senado) y será eco
de la Nación (Diputados). El poder judicial responderá a un juzgado federal que
funcione en forma paralela a los juzgados provinciales.

Progreso material: el aspecto material es el punto de partida de todo


mejoramiento de la situación material. Alberdi dirá que de nada sirve educar al
pueblo si no está formado para el trabajo y el desarrollo material del país.

Proyecto para la mutación de la sociedad argentina:


Le regeneración del país exigía una reforma de la sociedad nativa. Había
que desterrar su fisonomía colonial y procurarle los elementos esenciales para el
cambio. El fomento de la inmigración europea era uno de los medios principales
para eliminar los hábitos y costumbres españolas de la sociedad argentina.
Elabora un proyecto concreto y analítico para el poblamiento del país,
teniendo como base al inmigrante de la “Europa civilizada”. Porque era un hombre
entrenado en los hábitos propios de la sociedad racional: trabajo, producción de
riqueza, libertad y participación política, etc.
1- La realidad social Idea del “Desierto”
Idea del nativo
Idea del “Desierto”: la concepción de Alberdi en 1852 de un desierto era:
vastísimos territorios desocupados, improductivos, incomunicados. El desierto es
el peor obstáculo para el cambio global de las naciones sudamericanas, por eso
es necesario formar un nuevo tipo de hombre americano, no atendiendo tanto a la
instrucción, sino forjando en él la fuerza que le posibilite vencer al “grande y
agobiante enemigo de nuestro progreso: el desierto, el atraso material, la
naturaleza bruta y primitiva de nuestro continente”
La educación adquiere un fin práctico. Deben multiplicarse las escuelas en
donde se enseñen las ciencias prácticas, los rudimentos para la industria y el
comercio.
El fin político de las constituciones americanas debe centrarse en favorecer
el poblamiento los territorios deshabitados. El desarrollo material y el progreso de
los pueblos deben ser alcanzados indefectiblemente, porque esa es la ley natural
de su existencia, sólo por el progreso se alcanza la felicidad social.
Poblar el desierto tiene una finalidad netamente económica. Desde este
punto de vista, poblar es educar, civilizar, enriquecer, mejorar.
Idea del nativo: a la población nativa no la consideraba apta para llegar al
estado de civilización, por lo que en ella hay de herencia hispánica y colonial. El
problema sustancia es que no está preparada para el ejercicio de la libertad.
Cuando hablamos de nativo nos referimos a la población rural y del interior
del país.
En el aspecto político la población nativa no es apta para la democracia.
Se soluciona con la república Restrictiva. El problema para la constitución de una
república en nuestro país no es solamente cuantitativo, sino también un problema
de calidad de nuestra población.
El gaucho aparece como un individuo incapaz de modificar sus hábitos de
vida, como un individuo sumido en una barbarie de la que no puede ni intenta salir.
Lo que hay que hacer es absorber al gaucho y “ganarlo”, porque puede ser un
buen elemento para el trabajo y la producción Lo que él esperaba del gaucho es
que hasta tanto existan las condiciones óptimas de civilización, sea usado como
medio (mano de obra) para alcanzarlas.
La población aborigen es lo “bárbaro” , no posee valores propios que sean
rescatables. El aborigen representa la inseguridad de la producción agrícola.
2- El cambio social Idea de Civilización
Beneficios de la inmigración
Idea de Civilización: la civilización es el punto culminante del progreso.
En política, civilización será democracia; en economía, riqueza y desarrollo
económico; en sociedad, igualdad de posibilidades entre los hombres; en religión,
libertad de cultos.
Si bien existe una ley natural que conduce al progreso, es necesario que
sean instrumentados los medios concretos para alcanzarlo.
Civilización se une también al aspecto material, se identifica con el
desarrollo de la riqueza, de las comunicaciones, de la navegación, de la industria y
de la producción en general. El fomento de las comunicaciones en el interior del
país. El ferrocarril y la navegación fluvial serán los principales estimuladores del
comercio interior.
El comercio fomenta los gustos y los intereses del mundo civilizado y en
combinación con la industria, proporciona los recursos económicos con los que
puede compararse a la Europa moderna. Europa se presenta como modelo de
civilización, Inglaterra será el arquetipo.
Beneficios de la inmigración: la inmigración traerá su espíritu nuevo, sus
hábitos de industria, sus prácticas de civilización. Para 1852 identifica proceso
inmigratorio con civilización y progreso.
Es necesario crear las instituciones adecuadas que sirvan de sostén a las
transformaciones sociales que sobrevengan con el cambio de población. Esas
instituciones de orden jurídico son las garantías que deben ofrecerse al
inmigrante. Éstas garantías son fundamentalmente de orden material, su
cumplimiento brindará seguridad al extranjero y creará en él un sentimiento de
arraigo a la tierra elegida como adoptiva. La libertad de comercio, de la franquicia
de llegar seguros a los puertos y ríos, accesibles por ley a todo extranjero, del
derecho de alquilar y ocupar casa a los fines de su tráfico, de no ser obligados a
pagar derechos diferenciales; de ejercer todos los derechos civiles inherentes al
ciudadano. Lo que se pretende es fijar al extranjero al suelo argentino.
La inmigración provocará grandes beneficios sólo si se intenta en el interior
del país. Se debían construir vías de comunicación terrestre y fluviale que unan los
puntos distantes del país, y faciliten su poblamiento.
Políticamente llegará la civilización política y con ella, la práctica de la
democracia, la igualdad y la libertad.
Se deben dar condiciones de naturalización para el extranjero; la exigencia
de innumerables requisitos repelen al extranjero, se le debe asegurar la igualdad
de derechos civiles con el habitante nativo, sin exigirles que se naturalicen, es
preferible que la adaptación a la tierra de adopción sea un proceso natural y no
algo impuesto desde fuera por leyes rígidas.
Paralelamente a la inmigración de población debe darse la inmigración de
capitales extranjeros, a los cuales deberán dárseles garantías para asegurar su
llegada.
Alberdi prefiere a un inmigrante europeo en particular: el hombre
anglosajón, que por propia naturaleza está inmerso en los hábitos de libertad, de
trabajo y de producción de la riqueza.

El proyecto de Alberdi estaba pensado sobre supuestos y condiciones


ideales.

El agente transformador sería, el poblador anglosajón, el hombre de la


“Europa civilizada”. Sus hábitos de libertad política conducirían al logro de la
república Representativa; su capacidad de trabajo contribuiría al progreso
económico; su convivencia con la población nativa alteraría profundamente las
costumbres de la sociedad con la introducción de hábitos “civilizados”

- Texto: “El 80. Miguel Cané”


Autor: Oscar Terán

Para los políticos e intelectuales de fines del siglo XIX, no había otra forma
de construir un estado-nación moderno más que ingresando de lleno en la
modernidad, activando procesos de modernización que suponían cambios
profundos, como la inmigración, el ferrocarril, el progreso y el crecimiento
económico.
La batalla de Caseros en 1852 se ha cerrado en 1880 con el triunfo del
estado nacional, liderado por el general Julio Argentino Roca.
La ciudad de Buenos Aires es federalizada, se sancionan las leyes laicas de
educación y de registro civil, que los colocan en manos estatales.
En el plano económico, a partir de una división internacional del trabajo que
la ubicaba en el rubro productor de bienes agropecuarios, la Argentina
experimentó un espectacular crecimiento. La apropiación de los territorios hasta
entonces ocupados por los indígenas en la llamada “Campaña del Desierto” abrió
para los vencedores un enorme territorio, sobre el cual las inversiones inglesas
desplegarían una extensa red de vías férreas.
Desde los diarios se encargaron de difundir que “la Argentina finalmente
había entrado en una nueva era”, identificada con el arribo del progreso. Se
materializaba en “buenas cosechas, industrias nuevas, empresas que requieren
grandes capitales e ilimitada fortuna”.
Para el roquismo, la paz era el logro mayor del progreso económico, y con
ello la política pasaba a segundo plano.
Las preocupaciones dominantes en la sociedad y en el estado eran de
índole social, nacional, política e inmigratoria. Social, por los desafíos que
planteaba el mundo del trabajo urbano. Nacional, ante el proceso de construcción
de una identidad colectiva. Política, frente a la pregunta acerca de qué lugar
asignarles a las masas en el interior de la “república posible”, la cuestión de la
democracia. E inmigratoria, porque todos estos problemas se encontraron
refractados en torno de la incorporación de extranjeros a la sociedad argentina.
Estos fenómenos eran causa y efecto del ingreso pleno del país en la modernidad.
La modernidad en economía significó el nacimiento y la expansión
planetaria del modo de producción capitalista. En lo social, la aparición de clases
sociales y del proceso de movilidad social. En el ámbito político, la implantación de
un nuevo criterio de legitimidad: la soberanía popular. También es un proceso
cultural, en el que se produce el fenómeno de la “secularización”, gracias a esto el
mundo se torna calculable.
Otro rasgo definitorio de la modernidad es que en esta época del mundo, lo
nuevo se torna bueno. En los estratos tradicionales de una sociedad, lo nuevo, lo
novedoso, es generalmente visto como malo o al menos como una amenaza a un
orden ya establecido, en el que nada debe cambiar. La modernidad impulsa el
cambio, al que llamará desarrollo, evolución, progreso.
Para los miembros de la Generación del 80, la escritura se establecía no
como un ejercicio independiente sino como una continuidad de su posición
sociopolítica.
Entre los intelectuales de esta generación podemos nombrar a Eduardo
Wilde, Lucio V. Mansilla, Miguel Cané y Paul Croussac. Se quejan de que el
avance modernizador destruye los viejos sitios familiares y disuelve las viejas y
sanas costumbres en una sociedad y una ciudad en rápida transformación.
Cané posee un linaje que los conecta con el patriciado y con el exilio
antirrosista. Sus escritos se colman de preocupaciones nacidas de algunos
aspectos de los nuevos tiempos: la modernidad.
Berlín Sarmiento: “una nación puede aparentar todos los signos exteriores
de desarrollo, riqueza, bienestar y gloria, y hallarse sin embargo carcomida por
dentro, inerme, desorganizada e incapaz de defenderse, como la Francia de
1870”.
Una sociedad que tiene al dinero como aspiración fundamental es
incompatible con la construcción de una república, porque el predominio del afán
de riquezas sólo puede generar “un país sin ciudadanos”. Las pasiones del
mercado habían predominado sobre las virtudes cívicas y erosionaban los
sentimientos de pertenencia a una comunidad. También para Cané el consumo
ostentoso era el síntoma de haberse extraviado el rumbo.
La crisis del 90, leída como producto del afán especulativo, revelaba una
ausencia de civismo que fue atribuida a una presencia excesiva de extranjeros. La
solución pasaba por desplegar un proceso destinado a definir e imponer una
identidad nacional.
En la segunda mitad del siglo XIX, la Argentina terminó siendo el país del
mundo que absorbió la mayor cantidad de población extranjera en relación con su
población nativa. Por razones de oportunidades laborales, la mayoría de los
recién llegados se ubicó en las zonas litorales, y dentro de ellas, en Rosario y
Buenos Aires en especial. Los inmigrantes tuvieron una activa participación
sindical y política pero también económica, pronto dominaron el comercio y la
industria.
El papel integrador y nacionalizador quedó fundamentalmente en manos del
estado. Dentro de ese papel estatal, los intelectuales encontraron un espacio
privilegiado de intervención, porque el proceso de nacionalización de las masas
requiere obviamente tener definida una identidad nacional. Es un proceso
fundamentalmente simbólico, aquí el oficio de los intelectuales, sus destrezas y
saberes, resultaron absolutamente necesarios.
Para estos intelectuales, al contrario del pensamiento de la generación del
37, “poblar es apestar, corromper, degenerar, envenenar un país cuando en vez
de poblarlo con la flor de la población trabajadora de la Europa, se le puebla con la
basura de la Europa atrasada o menos culta”. La inmigración que realmente
llegaba a las playas argentinas no era la anglosajona proveniente del norte
europeo, sino sobre todo la que venía del sudeste europeo, especialmente
compuesta por italianos y españoles. A los ojos de la elite la inmigración le
sumaba una doble actitud considerada negativa: era ínfima la cantidad de
extranjeros que tramitaban la nacionalidad argentina, lo que revelaba una actitud
de participación y penetración en actividades y prácticas de los nativos. Para Cané
la “invasión” amenazaba con penetrar hasta los círculos más íntimos y aun
familiares de la elite.
La inmigración causaba problemas, y esos problemas trataron de ser
resueltos desde el estado tanto por vía coercitiva (mediante las leyes de
Residencia y de Defensa Social, del estado de sitio, el accionar policial y
parapolicial) y por medio de la búsqueda de consenso centrada en la
incorporación plena de los extranjeros y sus hijos a una identidad nacional
argentina. Desde el estado y desde la sociedad civil se montó un vasto y capilar
dispositivo nacionalizador. Existen al menos dos formas de concebir la idea
nacional, de “nacionalismo”: el nacionalismo constitucionalista y el culturalista; el
nacionalismo constitucionalista, dice que la identidad nacional se define por
pertenecer y adscribir, a un mismo conjunto de leyes fundamentales; el
nacionalismo culturalista dice que ser argentino o lo que fuere es identificarse con
un conjunto de pautas culturales. Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX,
se impuso hegemónicamente el nacionalismo culturalista.
La principal finalidad residió en generar fuertes sentimientos de
identificación nacional para incorporar esas masas de manera homogénea a la
nación, y así promover mejores condiciones de convivencia y gobernabilidad. Las
luchas de poder dentro de los diversos grupos sociales pretendieron definir una
posición de supremacía de los criollos viejos ante los extranjeros.
En un mundo donde todo cambia, muchos buscan algo sólido que
permanezca igual, y si ese igual es algo tan íntimo, tan personal como la
identidad, mejor.
Si “ellos nos suprimen por la dinamita, nosotros los suprimimos por la ley”.
Presentó su proyecto de ley de Residencia en 1899, que fue aprobado tres años
después. Establecía que el Poder Ejecutivo, con acuerdo de los ministros, podía
ordenar la expulsión de “todo extranjero cuya conducta pueda comprometer la
seguridad nacional, turbar el orden público o la tranquilidad social”.
La clase dirigente debe autolegitimarse entonces en el linaje, el saber y la
virtud, también debe tener fortuna.
Conservemos en nuestra república la homogeneidad, para disminuir
conflictos que no dejarán de presentarse dentro de ella. Buena parte de las
soluciones a estos conflictos se trasladó a la cuestión nacional; a la construcción
de una identidad nacional capaz de homogeneizar y unificar aquello que la
extranjería, e mercantilismo y la modernidad estaban separando y disolviendo.

- Texto: “La oligarquía política”


Autor: Natalio Botana

Los orígenes del régimen del ochenta:


(1810) Siete décadas no habían bastado para constituir una unidad política,
ni mucho menos para legitimar un centro de poder que hiciera efectiva su
capacidad de control. En 1880, la solución de tal problema habrá de alcanzarse
por medio de la fuerza.
Habían enfrentamiento entre dos regiones que reivindicaban intereses
contrapuestos: Buenos Aires y el interior. El primer término del conflicto era una
determinación espacial, una ciudad-puerto abierta al exterior, asiento histórico del
virreinato, que crecía a medida que se ganaba la tierra salvaje. El interior cubría
una realidad geográfica mucha más extensa, se erguían sistemas de poder
embrionarios, constituidos sobre la autoridad tradicional de caudillos.
Un empate inestable gobernaba las relaciones de los pueblos. El monopolio
de la violencia, es la característica más significativa de una unidad política. Por la
vía de la coacción o por el camino del acuerdo, un determinado sector de poder
adquiere control imperativo sobre el resto y lo reduce a ser parte de una unidad
más amplia. Este sector es supremo, no reconoce una instancia superior,
constituye el centro con respecto al cual se subordina al resto de los sectores y
recibe el nombre de poder político.
- Teoría contractualista: la unidad política resulta de un diálogo, o de una
discusión, a cuyo término se alcanzará un consenso por el cual todos los
participantes se obligan voluntariamente a transferir parte de su capacidad de
decisión a una autoridad común que será obedecida.
- Teoría coactiva: la constitución de una unidad política es empresa de
conquista y de coacción. La obediencia se obtiene por la violencia, no hay
consenso voluntario sino acto de asentamiento ante el peso actual o la amenaza
inminente de la fuerza.
Cuando Justo José de Urquiza derrotó a Juan Manuel de Rosas en la
batalla de Caseros, finalizó una forma de gobierno caracterizada por una
descentralización autonomista según la cual las provincias, de lo que en aquel
entonces se llamaba Confederación Argentina, se reservaban el máximo de
capacidad de decisión. No se contempló la posibilidad de transferir mayor
capacidad de decisión a un poder político que fuera centro de una unidad política
más amplia.
Los gobernadores se reunieron en la capilla de San Nicolás de los Arroyos
y celebraron un pacto que los comprometía a celebrar un Congreso Constituyente
para organizar políticamente a las catorce provincias. El camino elegido era el del
acuerdo: los gobernadores cedían, de modo voluntario, una parte del poder de
decisión que de antaño se reservaban. El consenso se quebró el 11 de septiembre
de 1852: Buenos Aires no aceptó transferir el poder que se reservaba. Este
rechazo se tradujo en la coexistencia armada, la Confederación con asiento en
Paraná y Buenos Aires, que culminó con la victoria de esta última en la batalla de
Pavón.
Después de Pavón el papel del presidente, careció de los medios
necesarios para hacer efectivo el poder político debido a la coexistencia obligada
con el gobernador de Buenos Aires en la ciudad-capital de la provincia más
poderosa.

En el transcurso de las presidencias de Bartolomé Mitre (1862-1868), la de


Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874) y la de Nicolás Avellaneda (1874-1880),
se manifestaron tres problemas básicos: integridad territorial, identidad nacional y
régimen político.
- Integridad territorial: el ámbito espacial sobre el que debería ejercerse el
poder político. Se relaciona con la fuerza coercitiva de que dispone el
poder político para hacer frente a determinados actores que impugnan
su pretensión de monopolizar la violencia.
- Identidad nacional: los pueblos dispersos, instalados en este territorio,
abrían el interrogante de saber si estaban dispuestos a integrar una
comunidad más amplia que la de aquellas comarcas limitadas en donde
nacían y percibían el marco natural de su vida cotidiana. Se refiere a los
mecanismos de comunicación entre actores localizados en regiones
diferentes.
- Organización de un régimen político: era necesario implantar en ese
territorio y a partir de esos pueblos dispersos, un modo de elección
estable de gobernantes. Plantea la necesidad de desarrollar
sentimientos de legitimidad compartidos acerca del valor que merece la
estructura institucional del poder político y las reglas de sucesión que
regularán la elección de los gobernantes.

La crisis del 80
Los presidente provincianos posteriores a Pavón terminaron sus períodos
gubernamentales combatiendo movimientos de fuerza. Sarmiento concluyó su
presidencia luchando contra el levantamiento de 1874 y Avellaneda se vio
obligado a trasladar al pueblo de Belgrano la residencia del gobierno nacional,
cuando cundía la rebelión del gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor. El
resultado de estos enfrentamientos fue favorable para el poder central.
Puente Alsina y Los Corrales, en 1880, se enfrentaron el interior y Buenos
Aires en bandos opuestos para decidir, por la fuerza de las armas, la
subordinación definitiva de todas las provincias al poder político nacional.
Entre 1862 y 1880, Roca, antiguo oficial de Urquiza en Cepeda y Pavón,
sirvió el ejército nacional participando en todas aquellas acciones que
contribuyeron a consolidar el poder político central: contra Peñaloza, combatió en
la guerra del Paraguay, enfrentó a Felipe Varela, venció a Ricardo López Jordán,
sofocó el levantamiento de 1874 en el interior, dirigió en 1879 la campaña del
desierto que culminó con la incorporación de 15.000 leguas de tierras nuevas.
Las provincias interiores advirtieron que el camino para adquirir mayor
“peso” político consistía en acelerar el proceso de nacionalización de Buenos Aires
y no retardarlo. Los gobernadores vinculados con Roca, organizados en una
“Liga”, con epicentro en Córdoba con el gobernador del Viso y su ministro Miguel
Juárez Celman, Iriondo en Santa Fe, Almonacid en La Rioja, Rojas en Santiago
del Estero y Sánchez de Bustamante en Jujuy, tejieron una trama electoral que
condujo a Roca hacia la presidencia.
Surgieron dos leyes nacionales: una federalizó la ciudad de Buens Aires
que, desde el 8 de diciembre de 1880, quedó sometida a la jurisdicción exclusiva
del gobierno nacional; la otra prohibió a las provincias la formación de cuerpos
militares bajo cualquier denominación que fuera.
Roca cobijó a su futuro gobierno bajo el lema paz y administración y afirmó:
“necesitamos paz duradera, orden estable y libertad permanente”, “emplearé todos
los resortes y facultades que la Constitución ha puesto en manos del Poder
Ejecutivo para evitar, sofocar y reprimir cualquier tentativa contra la paz pública.
Unión y gobierno ordenado: la unión era sinónimo de intereses, valores y
creencias reunidos en torno de un sistema de poder común. Y gobierno aparecía
como un concepto representativo de implantar una unidad política. Implicaba actos
y procedimientos capaces de edificar instituciones que mantuvieran en existencia
a quienes gobernarían y en virtud de qué reglas unos tendrían el privilegio de
mandar.
La cuestión del régimen político se planteaba como un desafío de crear la
integridad territorial y de comunicar a los grupos en la perspectiva de una
comunidad más amplia. La construcción del régimen emprendida por los hombres
del 80, y la fórmula política que la sustentó, contiene en sus cimientos las
respuestas precarias formuladas al drama de la desintegrción territoial y de la
guerra interna.

La república posible:
Regímenes políticos y legitimidad:
Régimen político puede ser entendido como una estructura institucional de
posiciones de poder, en un orden jerárquico, desde donde se formulan decisiones
autoritativas que comprometen a toda la población perteneciente a una unidad
política.
La constitución de una unidad política asumía, como problema central, el
hecho de subordinar diferentes sectores de poder a un ámbito imperativo más
amplio, el poder político supremo
La estructura institucional refleja la realidad del poder; se asienta sobre
intereses materiales y valores que justifican la pretensión de algunos miembros de
una unidad política de gobernar al resto. Estos intereses y valores deben ser
traducidos en una creencia compartida, que podría dividirse en dos tramos
analíticos:
1) Por una parte es preciso atribuir valor referente a una estructura
institucional en detrimento de otra. Se tratará entonces de consagrar una
fórmula prescriptiva o principio de legitimidad que busca satisfacer
ciertas ideas acerca del régimen mejor adaptado y pretende gratificar
intereses materiales reivindicados por grupos y clases sociales.
2) Los actores procuran traducir las fórmulas prescriptivas en una creencia
compartida con respecto a la estructura institucional del régimen y en un
acuerdo acerca de las reglas de sucesión. De ésta resulta una fórmula
operativa o sistema de legitimidad que vincula las expectativas, valores
e intereses de los actores con las instituciones del régimen y las reglas
de sucesión.
Un régimen puede ser analizado a través de políticas específicas que
permiten medir los resultados de la acción de un grupo gobernante. Otro punto de
vista trata de entender el marco que produce dichas decisiones dentro del cual los
actores se enfrentan para determinar quiénes ejercerán el poder político.

Fórmula prescriptiva de Alberdi:


Lo significativo de esta fórmula consistió en su perdurabilidad sobre las
vicisitudes de la guerra interna entre Buenos Aires y la Confederación, las
impugnaciones posteriores provenientes de muchas provincias del interior y la
resistencia de la misma Buenos Aires a ceder parte de su capacidad de decisión al
poder central.
La vinculación aquí propuesta entre Alberdi autor de una fórmula
prescriptiva y su traducción institucional y posterior vigencia en el 80, deriva de
que la fórmula influyó significativamente en las deliberaciones del Congreso
Constituyente, se prolongó más allá de las deliberaciones del Congreso, tradujo
valores e intereses dominantes en la Argentina de ese entonces y que perduró en
el tiempo y otorgó un marco valorativo que sirvió de guía del régimen político
implantado en el 80.
La fórmula tiene la particularidad de justificar un régimen político en cuanto
hace al origen del poder y a su programa futuro.
La población es el agente privilegiado del cambio cultural, al igual que el
ferrocarril y el vapor, y las industrias y los capitales. El medio para alcanzar estas
metas es el régimen político.
Fórmula: funda una capacidad de decisión dominante para el poder político
central; otorga el ejercicio del gobierno a una minoría privilegiada; limita la
participación política del resto de la población; y asegura a todos los habitantes,
sin distinción de nacionalidad, el máximo de garantías en orden a su actividad civil.
A Alberdi le preocupaba organizar un poder central, necesariamente fuerte
para controlar los poderes locales y suficientemente flexible para incorporar a los
antiguos gobernadores de provincia a una unidad política más vasta.
Federación evoca un medio adaptado a nuestra circunstancia histórica para
alcanzar una unidad de régimen. De aquí deriva el carácter mixto del gobierno,
“consolidable en la unidad de un régimen nacional; pero no indivisible como quería
el Congreso de 1826, sino divisible y dividido en gobiernos provinciales, limitados,
como el gobierno central, por la ley federal de la República”.
Es preciso reorientar las expectativas de obediencia hacia un nuevo centro
de poder: el control racional de la ley y los símbolos de dominio y soberanía
quebrados desde los tiempos de la independencia.
En la fórmula alberdiana el presidente materializa el poder central, pero no
detenta todo el poder ni tampoco ejerce un dominio irresponsable sobre la
sociedad. “En vez de dar el despotismo a un hombre, es mejor darlo a la ley. Dad
al poder ejecutivo todo el poder posible, pero dádselo por medio de una
constitución”. El presidente adquiere legitimidad en razón del cargo superior que él
ocupa.
La constitución de la Federación Argentina tiene por objeto establecer una
república no-tiránica. Se deduce la teoría normativa de las limitaciones del poder:
si el poder puede degenerar en despotismo, es preciso prevenir esa tendencia a la
corrupción y para prevenir es necesario encuadrar el ejercicio gubernamental
dentro de límites temporales precisos, otorgando a magistraturas diferentes la
tarea de legislar, ejecutar y sancionar.
Después de haber prescripto los poderes centrales y los poderes
subordinados, el problema que inevitablemente surge en el horizonte de una
fórmula republicana es el de saber quiénes y bajo qué reglas podrán ejercer el
gobierno de la sociedad. Alberdi rechazó la designación derivada de la herencia, y
optó por la posición democrática que hace derivar el título de legitimidad del
gobernante de la elección realizada por el pueblo.
El modo de expresión del consentimiento popular puede ser la
manifestación directa o a través de alguna forma de representación. La
representación puede ser vista como una serie de actos mediante los cuales un
actor político autoriza a otro a obrar en su nombre o le impone el deber de dar
cuenta de su acción.
La fórmula alberdiana, prevé que el diputado será directamente elegido por
el pueblo, mientras que el senador y el presidente detentarán su título de una
elección de segundo grado realizada en las legislaturas provinciales o en el seno
de un colegio electoral.
Lo que preocupaba a Alberdi es cómo hacer de un pueblo sumergido en la
miseria y en la ignorancia, una colectividad federativa apta para el ejercicio del
gobierno republicano. Sólo la minoría es la única calificada para ejercer la libertad
política, para intervenir en el gobierno; la mayoría restante sólo tiene derecho al
ejercicio de la libertad civil.
La fórmula alberdiana prescribe la coexistencia de dos tipos de república
federativa: la república abierta estaría regida por la libertad civil, en ella tienen
cabida todos los ciudadanos, nacionales y extranjeros, que hagan uso de las
garantías consagradas por el texto constitucional, no controla sus actos de
gobierno: los miembros que la integran no intervienen en la designación de los
gobernantes, no son electores ni representantes; la república restrictiva,
construida sobre el ejercicio de la libertad política, donde la participación en el
gobierno se circunscribe a un pequeño número de ciudadanos, prima la voluntad
reflexiva de los hombres públicos naturalmente preparados para tomar sobre sí el
manejo de la suerte de todos.

La igualdad aparece entonces como la regla social a la que deberán


someterse las relaciones políticas del futuro. La libertad es una realidad
proveniente del control sociológico que sobre el Estado ejerce un grupo autónomo
cuya independencia, al menos relativa, está asegurada sin duda por la ley, pero
más por costumbre o tradición. Una sociedad igualitaria de señores y súbditos, la
libertad aparece como una realidad negativa.
Tocqueville descubre tres medidas de la acción política que, correctamente
practicadas, pueden preservar la libertad en una sociedad igualitaria:
1- Es una medida de descentralización que se expresa en la fórmula
federal
2- es una medida de asociación que se manifiesta mediante las
organizaciones voluntarias
3- es una medida de moderación electoral que se expresa a través del voto
indirecto.
La descentralización del gobierno local, que prescribe la fórmula federal,
presentará un peculiar sistema de soberanía fragmentada entre el poder nacional
y el poder reservado a las provincias o estados federados.
Para Alberdi, los mediadores de la razón en la vida política eran las leyes y los
notables porque la desigualdad en el sufragio aparecía como la condición
necesaria que haría afectiva la igualdad en la república. Alberdi admitía que los
papeles de elector y elegido debían ser intercambiables; entonces la ley debía
operar una rígida distinción entre ciudadano y habitante, entre pueblo político y
pueblo civil porque unos y otros eran cualitativamente diferentes para ejercer la
máxima obligación republicana que consiste en elegir y ser elegido.
La fórmula alberdiana culmina consagrando la contradicción entre
desigualdad social e igualdad política.
Votarán los de arriba: los educados y los ricos; no podrán ni deberán elegir
los ignorantes y los pobres.

La oligarquía política:
Ante una propuesta prescriptiva había que legitimar a través de los hechos
una estructura de papeles políticos dominantes y una regla de sucesión, era
necesario diseñar una fórmula operativa que permitiera a los actores construir una
base de dominación efectiva.
La república distingue entre la esfera pública y la esfera privada; ambos
órdenes de actividad permanecen protegidos por toda una red de derechos y
garantías que se estipulan de modo explícito. El soberano, o entidad donde reside
el poder de designar a los gobernantes, es causa y no efecto de la elección de los
magistrados. El elector tiene una naturaleza política diferente de la del
representante; este último depende del elector, el cual, por una delegación que va
de abajo hacia arriba, controla al gobernante que él mismo ha designado. Los
electores serán los gobernantes y no los gobernados, el poder electoral residirá en
los recursos coercitivos o económicos de los gobiernos y las elecciones
consistirán en la designación del sucesor por el funcionario saliente y el control lo
ejercerá el gobernante sobre los gobernados antes que el ciudadano sobre el
magistrado.
A Alberdi no le preocupaba asegurar un régimen normal de delegación del
poder, sino alcanzar un gobierno efectivo que centralice la capacidad electoral en
toda la nación. El control gubernamental se ejercerá sobre todos los habitantes y a
la escala nacional. Si las elecciones eran oficiales, el poder electoral residía en los
gobiernos y el control se ejercía sobre los gobernados, los únicos que podían
participar en el gobierno eran aquellos habilitados por la riqueza, la educación y el
prestigio.
Surgimiento de la oligarquía: a partir del 80 el extraordinario incremento de
la riqueza consolidó el poder económico de un grupo social cuyos miembros
fueron “naturalmente” aptos para ser designados gobernantes. El poder
económico se confundía con el poder político. Desde tiempos de Platón y
Aristóteles, oligarquía significa corrupción de un principio de gobierno. En
Argentina es una clase social determinada por su capacidad de control económico;
es un grupo político, en su origen representativo, que se corrompe por motivos
diversos; es una clase gobernante, con espíritu de cuerpo y con conciencia de
pertenecer a un estrato político superior, integrada por el tipo de hombre político
de notables. Puede ser entendida como un concepto que califica un sistema de
hegemonía gubernamental.

BLOQUE 3:

- Texto: “El positivismo”


Autor: Oscar Terán

Positivismo, confían en la capacidad de la ciencia para dilucidar el presente.


El movimiento positivista argentino se desarrolla entre 1890 y 1910, hasta
bien entrado el siglo XX. Nacido en la primera mitad del siglo XIX, en Francia, con
la filosofía de Auguste Comte. Su recepción entre nosotros es detectable en un
conjunto de intelectuales vinculados a la formación de la docencia del normalismo
argentino.

José Ramos Mejía:


Publica en 1899 “las multitudes argentinas”, que introduce una serie de
conceptos novedosos que toma de la “psicología de las masas”, siguiendo a
autores italianos y franceses. El francés Gustave Le Bon, propone observar y
analizar los colectivos humanos como conjunto, como persona colectiva, dotada
de rasgos psicológicos: voluntad, imaginación, etc.
La preocupación que los sectores dirigentes experimentan ante la aparición
de las multitudes urbanas en el espacio público y político. Aparece la figura de la
“multitud” como una realidad amenazante.
Ya no son multitudes rurales, ahora son multitudes urbanas,
entremezcladas con el mundo de los trabajadores y con la inmigración. Para
dominar el fenómeno de las masas primero hay que conocerlo, y el positivismo
cree haber descubierto leyes científicas sobre los hechos sociales, elaboran una
visión de las masas y una representación de la relación entre masas y elites.
En una época de progresiva laicización, de caída de las creencias religiosas
como eje ordenador de la vida social, es preciso contar con otros elementos
simbólicos capaces de sustituirlas.
Los nombres más utilizados son “masas” y “multitud”, con ellos se designa
un conjunto indiferenciado de personas, una realidad social magmática y confusa.
Se trata de analizar a las masas o multitudes como si se tratara de un
organismo colectivo dotado de funciones psicológicas. Esas masas, si bien son un
conjunto de individuos, componen algo más, distinto de la suma de esos
individuos. Al ingresar en el “estado de multitud”, el individuo adopta
comportamientos diferentes de los que desarrollaría al actuar por sí solo. El lazo
social es un lazo simbólico, y la simbología pertenece al ámbito no de lo racional
sino al de lo emocional, irracional, mítico. El individuo como un sujeto racional,
consciente, dotado de una voluntad libre, autónoma, que puede regular su
comportamiento según normas racionales; la multitud es una entidad inconsciente
e irracional, que actúa por impulsos que ella misma desconoce y con finalidades
que escapan a una lógica racional. El ingreso en estado de multitud produce
efectos sobre el comportamiento individual, cualquier individuo que ingrese en el
seno de una multitud se enajena pierde su autonomía racional.
Para Ramos Mejía, las multitudes son “las fuerzas ciegas que discurren en
las entrañas de la sociedad y que cumplen su destino sin odios ni cariños”, ésta es
la lógica de su acción social. También afirma que la muchedumbre no piensa con
conceptos sino que “piensa por imágenes”, ante las masas, más que la
argumentación racional valen los recursos del lenguaje y las imágenes sugestivas.
Estos sectores obreros y populares están compuestos por elementos
anónimos, sin personalidad, de inteligencia vaga, sistema nervioso rudimentario,
poco educados, que piensan con el corazón y a veces con el estómago.
Pensamiento de la elite: un miembro de la elite posee la distancia crítica
suficiente para no caer nunca en el estado de multitud; coloca en un plano
superior de racionalidad a la elite respecto de la multitud. Si no se reacciona a
tiempo la multitud conducida por líderes socialistas puede tomar el poder. Sigue
confiando en las capacidades de la clase dirigente para encauzar los efectos no
deseados de la presencia de esas “multitudes argentinas”. Las clases dirigentes
deberían dotarse de líderes carismáticos al igual que lo tienen las masas.
Con su representación como una fuerza fenomenal vaciada de inteligencia
y raciocinio, surge inopinadamente la afirmación de que las masas son capaces de
protagonizar actos de barbarie pero también de heroísmo. Las masas “no trajeron
colaboración intelectual a la civilización argentina, sino puramente física, Su
función parece más bien biológica que política”, lo intelectual lo aportaba la elite
dominante.
Ramos Mejía oponía un pasado rural y bárbaro al mundo urbano de su
tiempo presente. En este último encontraba una inmigración con comportamientos
egoístas y afanes de enriquecimiento veloz que conspiraban contra los valores
republicanos. En él se hallaba presenta el temor de que esos sentimientos fueran
aprovechados por líderes demagógicos para explotar la ignorancia de las masas.
Desde la dirección del Consejo Nacional de Educación, Ramos Mejía
apostó a la escuela pública como resorte de nacionalización de las masas que
obrara como barrera ante la penetración de ideas subversivas del orden
conservador. Para garantizar la integración entre inmigrantes y argentinos, bastará
con la educación pública y con las oportunidades de progreso material que la
Argentina ofrece en aquellos años a los extranjeros recién llegados.
El mercado no produce lazo social, separa a los individuos; el predominio
de los valores económicos atenta contra la virtud republicana, por la escalera de
esos valores ascienden los recién llegados, amenazando las posiciones de la
clase criolla tradicional.

José Ingenieros:
Aparece como uno de los primeros intelectuales en el sentido moderno del
término, por lo que se entiende a aquel sujeto que legitima su actividad y obtiene
su sustento del ámbito estrictamente intelectual.
Él, producirá una síntesis que denominará “bioeconomismo”. De Spencer
adopta que la experiencia empírica determina el conocimiento. Sostenía que el
positivismo debía mantener una relación conflictiva con el liberalismo. Se opondrá
“desde la ciencia” al triple dogma de la Revolución Francesa (libertad, igualdad,
fraternidad): a la libertad, porque la ciencia muestra que en el universo impera un
rígido determinismo; a la igualdad, dado que el darwinismo señala con evidencias
que los organismos vivientes de cualquier índole son naturalmente desiguales, y
que esas desigualdades son las que explican el triunfo de unos y el fracaso de
otros en su adaptación al medio; a la fraternidad, porque lo que impera entre los
individuos es la lucha por la supervivencia.
Sostiene que la clase gobernante debe entender que, ante los conflictos
que se producen en el mundo del trabajo, no debe implementarse una política
coercitiva sino consensual. Atender a la educación de la clase obrera y al
mejoramiento de sus condiciones de vida, cuando más civilizada es una sociedad,
más se desarrolla la solidaridad social.

- Texto: “Socialismo”
Autor: Cesare Panciola

Al socialismo se lo ha definido históricamente como programa político de las


clases trabajadoras que se ha formado en el transcurso de la revolución industrial.
Su base es la transformación sustancial del planteamiento jurídico y económico
fundado en la propiedad privada de los medios de producción y de intercambio.
Sus objetivos como organización social es el derecho de propiedad
altamente limitado, que los principales recursos económicos estén bajo el control
de las clases trabajadoras, su gestión está dirigida a promover la igualdad social,
jurídica y política a través de la intervención de los poderes públicos.
“Socialismo” y “socialista” adquieren su sentido moderno en las
propagandas de cooperación obrera y de gestión común de los instrumentos de
producción, propugnados alrededor de los años 1825-1830.
En 1847 el socialismo era un movimiento pequeñoburgués, mientras que el
comunismo era un movimiento de la clase obrera.

- Texto: “Marxismo”
Autor: Norberto Bobbio

- Texto: “Anarquismo”
Autor: Angel Cappelletti

Anarquismo:
Como filosofía social
El anarquismo nace en la primera mitad del siglo XIX. Con representantes
como Bakunin y Kropotkin.
Ésta ideología tiene absoluta confianza en la ciencia como fuente de
conocimientos incontrovertibles acerca del mundo y sólido fundamento de la
sociedad ideal.

Como ideología:
Ha sido y es una de las alternativas ideológicas de la clase obrera. Es una
ideología de todas las clases oprimidas y explotadas en cuanto tales, mientras
sean capaces de liberarse sin oprimir o explotar a otras clases, si bien halla ante
todo en la clase obrera su protagonista, corresponde asimismo a otras clases
sometidas e inclusive puede extenderse a minorías discriminadas
Como contrario está el marxismo, que encuentra sus mejores adeptos
sobre todo en las capas medias y altas de la clase obrera, entre los obreros
especializados y alfabetizados, entre los semitécnicos y los cuasiletrados y entre
quienes renuncian a la opción pequeño-burguesa por la aspiración más o menos
consciente al funcionariado en el presunto Estado “socialista”.

Sociedad y Estado:
Anarquismo no significa en modo alguno ausencia de orden o de
organización. Los pensadores se opusieron al orden inmanente, surgido de la vida
misma de la sociedad, de la actividad humana y del trabajo, a el orden
trascendente, externo, impuesto desde afuera por la fuerza física, económica o
intelectual. Se han pronunciado contra cualquier organización artificiosa, impuesta
y vertical. Niegan el poder permanente y de la autoridad instituida, NIEGAN EL
ESTADO, NO EL PODER.
No pueden aceptar que los gobernantes, por el hecho de haber sido
elegidos por el sufragio popular o impuestos por la fuerza del dinero o de las
armas, decidan permanentemente sobre cualquier cosa, sustituyan a la voluntad
de cada uno, determinen el destino y la vida de todos.
Los anarquistas aspiran a una sociedad no dividida entre gobernantes y
gobernados, a una sociedad sin autoridad fija y predeterminada, a una sociedad
donde el poder no sea trascendente al saber y a la capacidad moral e intelectual
de cada individuo.
La sociedad es una realidad natural. Mientras el Estado es la organización
jerárquica y coactiva de la sociedad. Este último supone siempre una división
permanente y rígida entre gobernantes y gobernados, esa división se relaciona
con la división de clases e implica el nacimiento de la propiedad privada
Para el anarquista, el Estado es el órgano de la clase dominante y el poder
económico genera el poder político.

Estado y Gobierno
El principal centro de los ataques del anarquismo es el Estado, porque éste
representa la máxima concentración del poder
Formación del Estado: los hombres (individuos y grupos) ceden a
determinados individuos el derecho de defenderse y de usar su energía física, a
cambio de ser eximidos del deber de hacerlo. Nace así el poder militar. Ceden
también el derecho de pensar, de usar su capacidad intelectual, de forjar su
concepción de la realidad y su escala de valores, a cambio de ser relevados de la
pesada obligación y del duro deber de hacerlo. Nace entonces el poder intelectual
y sacerdotal. Guerreros y sacerdotes exigen al mismo tiempo una partición de los
bienes económicos y, ante todo, de la tierra. Y para hacer respetar los derechos
que se les han cedido y las propiedades que ipso facto han adquirido, instituyen el
Estado y la Ley, y eligen de su propio seno al gobernante o los gobernantes. Nace
así, junto con las clases sociales y la propiedad privada, el Estado, que es
síntesis, cifra y garantía de todo poder y de todo privilegio.

Burocracia y parlamentarismo:
La burocracia nace del Estado y se desarrolla con él. Los pensadores
anarquistas suelen señalar la irracionalidad de la estructura burocrática, su
naturaleza mecánicamente opresiva y su carácter antieconómico.
En los llamados “países democráticos”, la burocracia como clase comparte
el poder con los capitalistas, inclusive se sobrepone a los mismos capitalistas,
como “clase empresarial” o como “clase política”
Siempre se han opuesto a la democracia representativa y al
parlamentarismo porque consideraban que toda delegación del poder por parte del
pueblo lleva infaliblemente a la constitución de un poder separado y dirigido contra
el pueblo. Propusieron siempre como última alternativa la democracia directa.
Democracia representativa supone burocracia, manipulación de la voluntad
popular por parte del gobierno y de las clases dominantes, quiere decir gobierno
de los menos aptos y decisión en manos de los que no saben. Sólo la democracia
directa (en forma de consejos, soviets, asambleas comunales, etc.) es democracia
auténtica y merece el nombre de democracia popular

La revolución
La autenticidad de una revolución está dada por la real y efectiva liquidación
del poder político y del aparato estatal desde el mismo instante en que la
revolución se produce. Es entendida por los anarquistas no como conquista del
Estado sino como supresión del mismo.
Se debe iniciar la liquidación del Estado junto con y no después de la
demolición de la estructura clasista de la sociedad.

Sistemas económicos:
Tres doctrinas:
1) Mutualismo (Proudhon): niega la propiedad, pero no niega la posesión.
Se basa en la idea de que siendo el trabajo la única fuente de toda riqueza, nadie
tiene derecho sino a lo que ha producido. La propiedad privada implica el robo o
apropiación ilegítima y genera el despotismo y la noción de la legítima autoridad
estatal. Se basa en la asociación de productores y consumidores. Propone la
creación del Banco del Pueblo, que tendrá por meta fomentar el crédito gratuito y
mutuo y el intercambio de productos equivalentes entre los trabajadores.
- Niega la propiedad privada, afirma la posesión individual.
- El derecho de ocupar la tierra debe ser igual para todos.
- Como todo trabajo humano resulta de una fuerza colectiva, toda propiedad
se convierte en colectiva e indivisa.
- Los trabajadores tienen iguales salarios.
- No hay lugar alguna para el lucro y la ganancia.
- La libre asociación es la única forma justa de organizar económicamente
la sociedad.
- Todo gobierno del hombre por el hombre debe desaparecer.
2) Colectivismo (Bakunin): la tierra y los instrumentos de producción deben
ser comunes, pero el fruto del trabajo debe ser repartido en proporción al esfuerzo
y la calidad del trabajo de cada uno. Conserva el régimen del salariado.
3) Comunismo (Kropotkin): “de cada uno según su capacidad, a cada uno
según sus necesidades”. Aspiran a suprimir por completo cualquier forma de
salariado. La tierra y los medios de producción deben ser comunes y también los
productos.

Autogestión: esencia de la filosofía social del anarquismo.

Federalismo: se toma como sinónimo de anarquismo.


La autogestión de la que hablan los anarquistas es la autogestión integral,
que supone la toma de posesión de la tierra y los instrumentos de trabajo por parte
de la comunidad laboral y la dirección económica y administrativa de la empresa
en manos de la asamblea de los trabajadores, y también la coordinación y la
federación de las empresas entre sí.
“Federalismo” significa una organización social basada en el libre acuerdo.

Internacionalismo y nacionalismo:
El anarquismo es esencialmente internacionalista, fundándose en que no
hay unidad más real que la de la especie humana. Ésta posición deriva de un
hecho biológico y de una exigencia ética.
El antinacionalismo anarquista deriva de su antiestatismo y genera, a su
vez, el antimilitarismo y el pacifismo.

Pacifismo y violencia:
El anarquismo repudia las guerras entre Estados, ante todo porque repudia
al Estado. Toda guerra de este tipo tiene por fin afirmar y expandir el poder de un
Estado en detrimento de otro. Son antibelicistas y antimilitaristas. Consideran a
cualquier Ejército una institución basada en la obediencia absoluta y estructurada
vertical y jerárquicamente.
Sin embargo, la acción directa (bajo la forma de acción violenta y terrorista
contra el Estado y contra la burguesía) es un medio lícito y el único medio posible
en muchas circunstancias para alcanzar los fines propuesto: la sociedad sin clases
y sin Estado.
El delito y la pena: una sociedad que haya eliminado la propiedad privada
no dará ocasión para esta clase de acciones delictivas. Aunque suelen considerar
la culpa como pena y la pena como culpa. Sostienen que el factor determinante
decisivo en la criminalidad es el factor social y no el biológico.

Educación:
Es el factor principal de la transformación social y el medio más importante
para llegar a una sociedad sin Estado. La base de toda pedagogía anarquista es la
libertad; considera indispensable la integración del trabajo intelectual con el trabajo
manual, insiste en el valor de la experimentación personal y directa, considera el
juego como excelente medio educativo, tiende a suprimir los exámenes, las
calificaciones, las competencias académicas, los premios y castigos.

- Texto: “La reforma electoral de 1912”


Autor: Juan Suriano

La reforma electoral aprobada en 1912, conocida como Ley Sáenz Peña,


fue promovida por los hombres de la elite- Frente a los indicadores de la crisis de
representatividad: escasa participación ciudadana en los actos electorales y
corrupción en las prácticas cívicas y políticas. La reforma aspiraba a resolver esta
crisis y trata de acerar la sociedad a la política a través de la transparencia de los
futuros comicios.
El presidente Roque Sáenz Peña y su ministro del interior Indalecio Gómez,
consiguieron el consenso parlamentario entre julio de 1911 y febrero de 1912, se
sancionaron las tres leyes que establecieron las nuevas condiciones y normas que
regirían para el empadronamiento general:
1- el empadronamiento dejaba de ser de carácter voluntario para ser
obligatorio.
2- El voto sería secreto, esto se lograba con que el empadronamiento
dejara de depender de los municipios y jueces de paz, para establecer el
empadronamiento general.
3- Representación de las minorías a través de la lista incompleta.

El carácter universal del sufragio tenía límites, dejó fuera a las mujeres,
extranjeros en tanto no se naturalizaran. La reforma sólo tendría vigencia en la
Capital Federal y las 14 provincias, quedando fuera todos los habitantes de los
territorios nacionales. La reforma estableció una ampliación limitada de la
ciudadanía política. La reforma electoral garantizó el derecho de votar libremente
al ciudadano (varón nativo o naturalizado), no importa la clase social a la que
perteneciera. Todos los partidos o agrupamientos políticos tuvieron que crear
estructuras partidarias a nivel nacional, redactar programar partidarios (convencer
a las masas a través de sus discursos), nuevas formas de liderazgo y de
interpelación a los votantes. Se trataba ahora de ajustar los mensajes y las
propuestas partidarias para convencer a los diversos sectores sociales y/o
territoriales que tenían distintos intereses y aspiraciones sociales.
Los partidos de masas (UCR – PS) establecían decenas de locales
partidarios en los barrios e intentaban articular una fluida relación con sus
asociaciones vecinales y culturales. Conservadores y radicales se disputaban los
votos de los peones rurales en las provincias extrapampeanas, socialistas y
radicales competían por el voto obrero de las áreas urbanas y de los trabajadores
rurales y los pequeños productores de la Pampa húmeda.
En 1912 había dos cuestiones centrales que estimulaban la creencia
socialista de que su partido era el único representante de la clase obrera:
- Por una parte, su larga preparación en las lides electorales con el objeto
de atraer a los trabajadores, enfrentando y luchando contra la manipulación y el
fraude. En 1906 se constituyó un Comité Electoral Central cuyo objetivo era
centralizar la acción y propaganda electoral, el Comité asumió la premisa
partidaria de llevar adelante a través de sus bibliotecas y locales la función de
educar cívica y políticamente a la ciudadanía.
- Por otra parte, la auto confianza en la representación obrera se basaba en
que era el único partido cuyos programas mínimos partidarios siempre reclamaron
el mejoramiento de la clase trabajadora a través de la reglamentación legal del
trabajo (salario mínimo, jornada de ocho horas, supresión de las multas, creación
de una Oficina para la defensa de los trabajadores).
El socialismo debía desempeñar un doble rol: integrar a los trabajadores al
sistema político y servir de freno a la acción anarquista. Los socialistas se
consideraban como el partido de los trabajadores. Aspiraban a representar
también a los sectores medios tanto urbanos como rurales. Era el partido de
trabajadores y de consumidores, de pequeños propietarios rurales y de
profesionales.

Sindicalismo: radicales y socialistas alentaban a los trabajadores a votar


dos de las principales tendencias del movimiento obrero, el sindicalismo
revolucionario y el anarquismo, rechazaban el sistema electoral y la participación
de los trabajadores en el mismo. El sindicalismo apareció en la escena gremial en
1906 como un desprendimiento del PS. Se hizo fuerte en su ámbito natural (la
organización obrera) y desde 1910 creció en la medida que decreció la influencia
gremial del anarquismo. En tanto al carácter económico toma una actitud
conciliadora y negociadora, especialmente con el gobierno. En cuanto a la
cuestión política, se despreocuparon de la misma y asumieron una posición más
contemplativa y permisiva dejando a los afiliados de sus gremios en libertad de
acción frente a las elecciones. El sindicalismo privilegiaba absolutamente la lucha
gremial y el fortalecimiento de sus instituciones y mostraba hacia la cuestión
política una postura flexible. Tomaban una actitud negociadora y así concretar
muchas de las reivindicaciones obreras y consolidar su postura entre los
trabajadores, el sindicalismo revelaba una alta dosis de pragmatismo. El
acercamiento sindicalista al gobierno se debía entonces a esta actitud pragmática
y a la predisposición del nuevo presidente a dialogar con algunos sectores del
movimiento obrero. Desde este punto de vista a Yrigoyen le interesaba captar los
votos obreros.

Anarquismo:
Los anarquistas cumplieron durante los primeros años del siglo XX un rol
relevante en la organización de los trabajadores y en la lucha por sus derechos
inherentes a vivir dignamente. Estos derechos eran interpretados como derechos
individuales y no como derechos sociales o políticos.
El concepto anarquista de no gobierno se apoyaba en la idea de orden
natural “porque en la naturaleza todo es anárquico” y en ese contexto los
individuos nacen iguales, tienen los mismos derechos y deberes pero a medida
que transcurre su vida en sociedad se le iban imponiendo las condiciones de
desigualdad que perturbaban el orden natural.
La circunstancia de votar implicaba un acto de delegación de un individuo
hacia otro y de esta forma el representado perdía su libertad política en tanto
quien lo representaba concentraba el poder de sustituir la voluntad de aquel por la
propia. El acto de votar era un acto de renuncia del individuo de sus derechos y de
entrega a sus representantes. En Argentina el tema central que preocupaba a los
anarquistas era la postura electoralista del socialismo pues estaba destinada a
captar a los trabajadores.
Los socialistas fueron duramente criticados por el anarquismo porque,
sostenían, era imposible derrotar el sistema burgués a través de la acción política
parlamentaria. En los momentos de campaña electoral los anarquistas militaban
activamente perturbando e interrumpiendo los mítines de sus adversarios (los
socialistas), aunque nunca lo hicieron con los radicales o los conservadores a
quienes no consideraban sus rivales en este campo.
Tras las elecciones de 1906, donde gana el socialista Alfredo Palacios, los
anarquistas publicaron numerosos artículos y panfletos en los que se criticaban el
sistema electoral, el clientelismo y a los propios trabajadores que se dejaban
convencer por dádivas como “dinero, cerveza, caña, empleos”, llamaban a los
trabajadores a no concurrir a las urnas y a apoyar una “huelga general de
electores”, se produjo una fuerte declinación de votantes en las dos elecciones
siguientes (1908 y 1910).
En los años cercanos al Centenario se profundizó la crítica al intento de
representar electoralmente a los trabajadores.
“El voto obligatorio constituye un atentado contra la libertad individual, una
afrenta para el país que lo soporta. Es el colmo pretender que por la fuerza los
ciudadanos se acerquen a las urnas para elegir a individuos que mañana serán
sus represores”. La reforma electoral amplió el marco de participación política de
los trabajadores y favoreció la estrategia socialista.

- Texto: “La salud pública” “La criminología y la criminalización del


anarquismo”
Autor: Eduardo Zimmermann

La salud pública: cuestión racial y cuestión social

Medicina y salud pública en el siglo XIX:


Se buscaba un camino intermedio entre el capitalismo y el socialismo, como
una forma de solucionar la cuestión social, la creciente participación del Estado en
actividades asistenciales y la consolidación de nuevas disciplinas vinculadas a
esas actividades, como la higiene pública y la medicina social; fueron factores
importantes de la corriente reformista.
En 1852, en Bs. As., se produjo una importante expansión de la actividad
estatal en materia de higiene y salud pública, lo que implicó la creación de nuevas
instituciones. Durante la década de 1880, se llevan a cabo Obras Sanitarias de la
Nación, lo que mejoró notablemente las condiciones de higiene de la ciudad de
Bs. As. También implicó la disminución de la mortalidad por enfermedades
infecciosas, lo que puede compararse favorablemente con otras ciudades del
mundo occidental.
La higiene pública también hizo progresos en el campo académico. Se
amplió el concepto de salud pública, de modo de incorporar en el mismo la salud
física y moral de la población. Se destacó la importancia de establecer un estándar
mínimo de higiene y seguridad en fábricas y talleres, y regulaciones especiales
para el trabajo de mujeres y niños. Regulación estatal de ciertas conductas
individuales y la centralización administrativa de las políticas sanitarias.

Vivienda y salud pública:


Uno de los problemas sociales más importante fue el deterioro de la salud
pública originado por las deficiencias en la vivienda disponible para la población
urbana. Se requería del gobierno municipal la imposición de criterios mínimos de
higiene, seguridad y confort en las viviendas. La inmigración masiva llevó al
surgimiento de los conventillos.
Hacia 1919 el crecimiento en la construcción de viviendas siguió al
crecimiento demográfico, se introdujo un sistema de loteo y ventas por pagos
mensuales. Se desarrolló un sistema de transporte eficiente y barato que hizo
posible la expansión geográfica de la ciudad, con el consecuente aumento en la
oferta de vivienda en áreas menos congestionadas, a más bajo costo y con
mejores condiciones de vida.
Proyectos públicos: Ignacio Irigoyen presentó una ley estableciendo un
programa de vivienda obrera financiado por la Municipalidad de Bs. As., en la
Cámara de Diputados, Carlos de Estrada propuso que el Jockey Club pagara una
sima anual para financiar un programa de construcciones. Julio A. Roca hijo, había
postulado la necesidad de fiscalizar estrictamente la organización de carreras del
Jockey Club. Se creó un fondo especial al que se destinaba el producto de una
reunión semanal, que tendría como destino el financiamiento de un programa de
construcción de vivienda obrera. En 1915, cuando el fondo creado por la ley 7102
había acumulado casi tres millones de pesos, el Congreso sancionó una Ley
Nacional de Casas Baratas, hacia 1916 se había comenzado un programa de
construcciones para los trabajadores portuarios.
Iniciativa privada: la señora Azucena Butteler donó a la ciudad de Bs. As.
“una manzana de terreno”, donde un barrio de 64 viviendas para trabajadores fue
inaugurado en 1910; una segunda manzana de 116 viviendas; la Sociedad de San
Vicente de Paul, construyó en 1907 una “barriada popular” de 96 viviendas; El
Hogar Obrero había construido hasta 1915 más de 190 viviendas y un edificio de
32 departamentos; los Establecimientos Gantry, la Compañía General de Fósforos
y las compañías de ferrocarriles proveían de vivienda higiénica y accesible a sus
empleados.

El Estado y la salud pública:


El crecimiento en el número de instituciones hospitalarias y la creación de
un sistema de asistencia médica gratuita para los más necesitados.
Hacia fines del siglo XIX, Bs. As., contaba con estructura de asistencia
médica para el cuidado de mujeres y niños, con asociaciones creadas por las
comunidades de inmigrantes, con instituciones privadas y religiosas de caridad e
instituciones municipales. La asistencia pública de Buenos Aires tenía como
propósito el brindar atención médica a aquellos que estaban incapacitados de
pagar por tal servicio.
La crisis económica de 1890 forzó un severo recorte de los recursos de la
institución, a lo que debía sumarse el problema del fraude y la utilización indebida
de los servicios. Para afrontar este último problema, se dispuso entonces la
creación de un “Registro de Pobres”, que permitiera controlar efectivamente la
condición de necesitados de quienes hacían uso de los servicios, de modo de
minimizar el fraude de parte de los usuarios. La Asistencia Pública otorgaría sus
servicios en forma gratuita a todos aquellos registrados como “pobres de
solemnidad” y presentaran el certificado correspondiente; los “pobres de
solemnidad” no contaban con medios o capacidad para proveerse de atención
médica por sí mismos, recibían todos los servicios, tratamiento médico, atención
hospitalaria y medicinas necesarias, en forma absolutamente gratuita; los “pobres”
eran necesitados pero capaces de sostenerse por sí mismo, debían pagar una
tasa.

Otro tema de debate sobre la cuestión social en el que participaron los


higienistas, fue la cooperación con los criminólogos en el campo de la medicina
legal: argumentaban que habían individuos indeseables que podían “infectar” la
sociedad a través de sus conductas patológicas, la caracterización anatómica del
criminal nato desarrollada por los seguidores de Lombroso en la Argentina
requería la colaboración activa de médicos y alienistas junto a los criminólogos. Al
igual que la prostitución, el alcoholismo se constituyó en una preocupación que
combinaba temas de salud pública y moral. Fueron vistos como ejemplos del tipo
de “venenos raciales”.

La degeneración racial y el “interés nacional” en la salud pública


La preocupación en torno a la raza y a la conformación biológica de la
población. La idea de raza trascendía toda división ideológica. Los principios se
transformaron en símbolos de una actitud política reaccionaria, como la idea de la
superioridad intrínseca de ciertos grupos raciales sobre otros, o la de la necesidad
de preservar científicamente la pureza racial de una población.
Las deficiencias políticas de la Argentina eran debidas a “la constitución
hereditaria”, y debían ser tratadas como un problema de “psicología biológica”. La
composición racial del país dificultaba la adopción de las instituciones políticas de
los países más avanzados, siendo la inmigración europea la única esperanza de
mejora.
Se utilizaba el término raza al hablar de la constitución biológica de la
población. El contenido racial en el pensamiento social se manifestaba de
diferentes maneras, por una parte se sostenía que la ética humana debía basarse
en la biología, sostenía además una firme jerarquía racial en la cual las razas de
color aparecían como inferiores antropológica y moralmente a los caucásicos. En
el aso del alcoholismo, se sostuvo que las leyes de la herencia condenaban a
quienes portaban tal estigma a la degradación física, al crimen, la locura y
eventualmente la degeneración racial.
La preocupación por la diferenciación en la constitución biológica de las
distintas clases, y sus consecuencias para el desarrollo físico e intelectual de la
población, fue uno de los puntos centrales de la eugenesia, que postulaba el
control científico de la reproducción humana. Aconsejaban al trabajador “la
procreación consiente y limitada a fin de evitar esas escenas horrorosas y los
tristes espectáculos del hambre, la prostitución y el crimen. En criminología, se
discutió el uso de procesos de “selección artificial”, la vida social demandaba la
eliminación del “tipo criminal” que podía “infectar” la sociedad y desatar así su
degeneración moral y física.
Se identificaba las causas de la pobreza y la desigualdad económica con
las variaciones hereditarias. Para los higienistas y expertos en medicina social
latinoamericanos, las condiciones de vida y el medio ambiente social eran fuente
de la declinación en la constitución biológica de la población. El Estado debía
regular el proceso de reproducción humana a través de la limitación de la
reproducción de aquellos considerados no aptos, a través de la educación e
incluso a través de la modificación de la legislación existente sobre el aborto, de
modo de otorgar mayor libertad a los médicos para decidir sobre el tema. Estas
medidas debían ser acompañadas por el desarrollo de un amplio programa de
reformas sanitarias. El Estado debí intervenir “no solamente para impedir la
reproducción de individuos orgánica o degenerativamente ineptos para concurrir a
la continua selección de la raza”, también organizando y conduciendo el trabajo, lo
que implicaba realizar un forma de higiene preventiva, “que denominaríamos
eugénica social progresiva”.
El objetivo de la legislación laboral debía se “un fin de preservación común,
social, higiénica, biológica, que hace a la conservación del capital de vida colectiva
para impedirle que degenere, para asegurar su evolución y desarrollo normal en el
futuro”.

La criminología y la criminalización del anarquismo

La inmigración y el crimen en Buenos Aires


Un aumento en los delitos contra las personas y la propiedad, fueron
interpretados como un reflejo del negativo impacto de la inmigración sobre la
moral pública.
“Buenos Aires, lo mismo que toda la República, abierta de par en par a
quien quiere venir a ella, recibe, por fuerza, dentro de la corriente inmigratoria
normal, buen parte de la escoria antisocial de los demás países”.
Algunas características de la delincuencia en Bs. As., debían ser explicadas
por la predominancia de extranjeros en la población total más que por “las
tendencias criminales más acentuadas de una u otra raza”.

La criminología positivista en la Argentina


Sus principios provenían de las escuelas italianas y sobre todo de los
estudios de Lombroso.
En los principios de Lombroso, la concepción del crimen era como una
patología social o biológica que debía ser estudiada empíricamente. Los
criminales, no el crimen, debían ser el objeto de estudio. Lombroso desarrolló un
estudio de los estigmas anatómicos que caracterizaban al típico uomo
delinquente. Estos rasgos, que incluían entre otros ciertos tipos de mandíbulas,
frentes y orejas, constituían una guía para identificar aquellos marcados con una
proclividad innata hacia el crimen. Una vez identificados, el castigo administrado
se fundamentaba en la necesidad de la comunidad de imponer medidas de
defensa social.
Varios trabajos se volcaron al estudio de los factores económicos y
geográficos como influencias en los orígenes de la criminalidad. La correlación
entre la creciente criminalidad y la inmigración de origen latino fue utilizada
recurrentemente como prueba del vínculo entre raza y crimen. La corriente
inmigratoria lleva en sí el índice de la criminalidad más alta de la tierra dado las
razas que la constituyen. La tendencia a la criminalidad eta transmitida
inevitablemente por las leyes de la herencia, creando así un peligro permanente
para la sociedad receptora. “Las razas reconocidamente atrasadas: la negra y la
amarilla”, “ambas razas son más delincuentes que la blanca, porque sus psiquis
primitivas o bárbaras se hallan desnudas de los estratos altruistas de que aquella
ya ha logrado revestirse”.

La cuestión obrera y el crimen


La predominancia de extranjeros en los arrestos policiales se repetía en las
estadísticas de arrestos relacionados con conflictos obreros.
En el 1900, el anarquismo quedó así convertido en un problema de orden
público que excedía el marco del debate sobre la cuestión social, se inscribió el
proceso de criminalización del anarquismo al que las corrientes positivistas
lombrosianas no fueron ajenas.
Los rasgos característicos de los criminales natos distinguían también a los
anarquistas, marcados por igual por irreversibles anomalías hereditarias. En la
Argentina, los anarquistas fueron ejemplares de patologías psíquicas y físicas,
siguiendo los lineamientos de la clasificación lombrosiana.

El orden público y la defensa social


Principales rasgos culturales de la sociedad argentina:
- Orden público: era uno de los elementos fundamentales de un Estado
moderno y eficaz. En términos prácticos, el establecimiento y la consolidación del
orden público era visto tanto como una garantía de la prosperidad económica
como un fundamento para un sistema político civilizado. Su preservación definía
las bases de un Estado eficiente y las posibilidades de progreso económico y
político, también ofrecía enormes atractivos de tipo cultural; era una prueba de que
la Argentina había ingresado al grupo de las naciones más avanzadas.
- Defensa social: justifica y fundamenta las medidas restrictivas tomadas
respecto al anarquismo y la inmigración “indeseable”. Éste principio se imponía
por sobre toda consideración respecto a la responsabilidad en hechos específicos,
como por ejemplo la justificación para los más amplios poderes de policía que
podían otorgarse.
Los conceptos de orden público y defensa social fueron reforzados por los
antecedentes extranjeros en materia de expulsión de inmigrantes indeseables.

- Texto: “El largo camino hacia la ciudadanía social”


Autor: Susana Torrado

- Texto: “Partido socialista”


Autor: Juan Bautista Justo

BLOQUE 4:

- Texto: “Los gobiernos radicales”


Autor: Ana Virginia Persello

- Texto: “Estado, empresas, trabajadores y sindicatos”


Autor: Ricardo Falcón y Alejandra Monserrat

- Texto: “Estrategias de desarrollo, estructura social y movilidad”


Autor: Susana Torrado

BLOQUE 5:

- Texto: “El peronismo y la clase trabajadora”


Autor: Daniel James

- Texto: “Orígenes del peronismo”


Autor: Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero

- Texto: “Los tres momentos del discurso peronista”


Autor: Maristella Svampa

- Texto: “Origen y desarrollo del Estado del Bienestar”


Autor: Ramón García Cotarelo
- Texto: “El largo camino hacia la ciudadanía social”
Autor: Juan Suriano

El proceso de construcción de la ciudadanía social no fue lineal ni evolutivo.


Una versión tradicional es el esquema de Alfred Marshall que supone que la
obtención de los derechos por parte de los individuos ha seguido un cierto orden
cronológico: primero los derechos civiles, luego los políticos y por último los
sociales.
En Argentina los derechos se establecieron en ese orden: con el Código
Civil en 1869, la Ley Sáenz Peña en 1912 y los derechos sociales durante el
primer gobierno de Perón. Desde el punto de vista civil y político, las mujeres no
fueron consideradas en condiciones de igualdad con los hombres aunque la
Constitución Nacional sostenía la igualdad de todos los habitantes, las mujeres
tardaron décadas en alcanzar la igualdad jurídica y accedieron a los derechos
políticos casi cuarenta años más tarde de que los hicieran los varones nativos.
Debería entenderse la conquista de los derechos como parte de un largo proceso
den el cual intervienen diferentes actores.
En el caso de los derechos sociales de los trabajadores su conquista en
numerosas ocasiones dependió de las demandas y las presiones de los propios
actores, en otras, la iniciativa correspondió al Estado por temor al conflicto social o
por convicciones de las burocracias especializadas en políticas sociales, también
para moderar las crisis de legitimidad. La construcción de la ciudadanía social es
el producto de una conjunción de factores coyunturales y estructurales y de la
intervención de una multiplicidad de actores sociales y políticos (intelectuales y
profesionales de diverso signo ideológico, funcionarios, periodistas, políticos,
organizaciones de la Iglesia e incluso entidades patronales).
En Argentina, a lo largo del siglo XX, la cuestión social se relaciona a una
serie de necesidades insatisfechas que condujeron a los trabajadores y los
sindicatos a reclamar mejores condiciones de trabajo, a los vecinos y la
sociedades de fomento a demandar obras de mejoramiento urbano, a las mujeres
y sus organizaciones a exigir la igualdad de derechos con los hombres, a los
desocupados a solicitar el pleno derecho al trabajo; todos estos requerían el
mejoramiento de servicios urbanos, de salud y de educación.

Construyendo la ciudadanía social


1910, el país se preparaba para festejar el Centenario de la Revolución de
Mayo. Se distinguían tres dimensiones:
1° La dimensión de una elite dirigente autosatisfecha. Al observar
indicadores socioeconómicos, las cifras de producción y exportación de productos
agropecuarios se ubicaban entre las más altas del mundo, la llegada de decenas
de miles de inmigrantes convertía a la Argentina en uno de los países preferidos,
el crecimiento de Buenos Aires y de su cara elegante y afrancesada, los miles de
kilómetros de red ferroviaria, la futura inauguración del primer tren subterráneo,
todo esto convertía al país en el más avanzado de América Latina.
2° La dimensión de trabajadores que vivían en un clima de malestar
social. Los trabajadores enfrentaban malas condiciones laborales y vivían
hacinados en viviendas precarias, carecían casi por completo de protección por
parte del Estado.
3° La dimensión de anarquistas y socialistas. El Partido Socialista volcó
sus esfuerzos en convertir a los trabajadores extranjeros en ciudadanos con el
objeto de cambiar el sistema a través de la participación electoral y la acción
parlamentaria. Los anarquistas pretendían destruir dicho sistema de manera
violenta y construir uno nuevo negando toda vía de diálogo con las entidades
gubernamentales.

Los trabajadores estaban representados por ideologías del campo socialista


fuertemente cosmopolitas y recurrían habitualmente a las huelgas y a otras formas
de movilización para reclamar sus derechos. Al aproximarse el Centenario, el
gobierno, ante el temor de que se produjeran huelgas generales y atentados,
apeló a fuertes medidas represivas para realizar los festejos sin sobresaltos. Se
recurrió a la aplicación del Estado de sitio, la censura de la prensa obrera y de sus
manifestaciones ideológicas, se apelo al destierro, encarcelamiento y expulsión
del país de numerosos dirigentes vinculados al mundo del trabajo y se sancionó la
Ley de Defensa Social que complementaba a la Ley de Residencia.
El clima de Centenario también aportó un espíritu reformista, comenzaría a
resolverse la ley electoral en 1912, que amplía efectivamente la ciudadanía
política de los varones mayores aunque no de las mujeres de deberían esperar
más de tres décadas para alcanzar el mismo estatus, los trabajadores se
convertían en ciudadanos políticos implicaría un efecto positivo sobre el avance en
la resolución de los problemas planteados en la cuestión social.

Le reforma social se enmarcó dentro de los límites del pensamiento liberla.


Los liberales sustentaban una postura contractualista que se complementaba con
el principio de responsabilidad según el cual cada individuo es el responsable de
su existencia y tiene la obligación de hacerse cargo de sí mismo. Cualquier
injerencia tendiente a asegurar socialmente a las personas era interpretada como
atentatoria de la responsabilidad individual. Sus lineamiento básicos se hallaban
arraigados en buena parte de los gobernantes y en diversos sectores de la
sociedad, desde las organizaciones empresariales hasta las gremiales orientadas
por el anarquismo que pretendía colocar al Estado al margen de la cuestión, claro
que con intereses diferentes.
Los gobernantes comenzaron a pensar las formas de resolución de la
cuestión social combinando medidas represivas con el comienzo de la sanción de
leyes protectoras de los trabajadores. En 1904 el ministro del Interior Joaquín V.
González, impulsó el proyecto de ley nacional del trabajo, que apuntaba a dar
respuestas y aplacar el conflicto social y también a integrar a los trabajadores al
sistema mediante una estrategia que combinaba la coerción y el consenso,
aunque el proyecto fracasó. El Estado argentino comenzó a involucrarse en el
conflicto social y a mediar en las relaciones entre los trabajadores y los
empresarios. La falta de convicción de los grupos gobernantes y de consenso de
los propios actores involucrados fue el principal motivo del fracaso del proyecto.
De la iniciativa del ministro González y de la persistencia del diputado
socialista Alfredo Palacios nacieron las primeras leyes laborales, las que limitaban
la jornada laboral y la que regulaba el trabajo femenino e infantil. Leyes que
fueron resistidas y cuya vigencia sólo regía en la Capital Federal y en los
Territorios Nacionales. Un subproducto de dicho proyecto fue la creación en 1907
del Departamento Nacional del Trabajo (DNT). Por otra parte se dieron los
primeros pasos en materia de seguridad social.
La llegada de los primero gobiernos elegidos mediante la nueva ley
electoral no cambió sustancialmente el diseño de las políticas sociales, aunque sí
se modificaron las modalidades de intervención del gobierno con respecto al
conflicto social. El yrigoyenismo habría concebido al partido radical como un
movimiento que incluye a todos aquellos que forman parte de la nación y excluye
a los enemigos de ésta, intentaba centralmente ampliar las bases sociales del
Estado en correspondencia con su idea de nación, debía incrementar sus
funciones asistenciales incorporando a los sectores hasta entonces marginados.
El principal cambio con respecto a la política social durante estos años se
relaciona con la intervención personal y directa del presidente Yrigoyen en los
conflictos obreros. Se trataba de una mediación corporativa sin el respaldo de
ninguna instancia institucional. Este gobierno manifestó tendencias ambiguas y en
numerosas ocasiones apeló a la represión para resolver los conflictos. En este
sentido, basta observar las diferencias en el comportamiento gubernamental frente
a las huelgas de diversos gremios. Esa ambigüedad salta a la luz con mayor
claridad tanto durante la Semana Trágica como en las huelgas de los peones de la
Patagonia en 1921, en ambos conflictos, el gobierno apeló en un comienzo a la
negociación y terminó propiciando, bajo fuerte presión de las elites, una feroz
represión.

Las corrientes más importantes del movimiento obrero, el sindicalismo y el


socialismo, si bien defendían los intereses obreros no atentaban contra el sistema,
por el contrario habían impulsado y aceptado el rol arbitral del gobierno en las
relaciones obrero patronales. Por su parte, el anarquismo, que había sido el
principal actor de las luchas obreras de la década anterior, se hallaba en franca
decadencia y sumido en estériles polémicas internas que los debilitaban día a
días; mientras el comunismo naciente no tenía en ese momento ninguna influencia
en los gremios más poderosos.

Llegada de los derechos sociales


Contexto: crisis general de la economía desatada en 1929, la depresión
obligó a los gobiernos de los países más industrializados a intervenir activamente
en diversas zonas de la economía. Había una gran influencia del
constitucionalismo social, esta doctrina excedía el reclamo de derechos civiles y
políticos, se extendió rápidamente planteando ampliar el régimen de garantías
para los trabajadores y paliar los efectos sociales más nocivos del capitalismo a
partir de una mejor distribución de la riqueza. Para ello el Estado debía intervenir
activamente tanto al poder económico como político para intentar una mejor
distribución de los ingresos y avanzar hacia la justicia social. Mientras en los
países industrializados predominaron modelos más solidarios, en América Latina
adquirieron un sesgo corporativo.
A partir de la crisis de 1929, en Argentina los gobiernos conservadores

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